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XXV Domingo del Tiempo Ordinario 23 de septiembre de 2012
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Monición Muy queridos hermanos, sed todos bienvenidos a la Eucaristía donde somos convocados por el Señor. Hoy la Palabra de Dios nos va a decir “El que quiera ser el más importante que sea el servidor de los demás" ¡Si, busquemos con sinceridad a Dios y aceptemos su plan de salvación para cada persona y para el mundo! ¡Abrámonos a la acción del Espíritu Santo para que en esta Eucaristía podamos experimentar el amor de un Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad”. ¡Abramos el corazón de par en par para que aceptemos las palabras de Jesucristo que se nos comunica en cada Eucaristía que celebramos en su nombre! Con esta confianza, comencemos nuestra celebración.
Primera Lectura Lectura del Libro de la Sabiduría (2, 12. 17-20) Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones,nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él. Palabra de Dios.
Salmo responsorial (Salmo 53,3-4.5.6 y 8) R/. “El Señor sostiene mi vida.” Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder. Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras. R/. Porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte, sin tener presente a Dios. R/. Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre, que es bueno. R/.
Segunda Lectura
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Lectura de la Carta del Apóstol Santiago (3, 16-4,3) Queridos hermanos: Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. Palabra de Dios.
Aleluya “Dios nos llamó por medio del Evangelio, para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo”
Evangelio +Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (9, 30-37) En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: -«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó - «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: -«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.» Palabra del Señor.
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Reflexión
¿Por qué lo olvidamos?
Camino de Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le espera. Insiste una vez más en que será entregado a los hombres y estos lo matarán, pero Dios lo resucitará. Marcos dice que "no le entendieron y les daba miedo preguntarle". En estas palabras se adivina la pobreza de los cristianos de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su mensaje. Al llegar a Cafarnaúm, Jesús les pregunta: "¿De qué discutíais por el camino?". Los discípulos se callan. Están avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido quién era el más importante. Ciertamente, es vergonzoso ver al Crucificado acompañado de cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús? Una vez en casa, Jesús se dispone a darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos. La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No lo hemos de olvidar. Para Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estamos atentos a quien nos puede necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que les va a poner un ejemplo gráfico. Antes que nada, acerca un niño y lo pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los necesitados de apoyo, defensa y acogida. No han de estar fuera, junto a la puerta. Han de ocupar el centro de nuestra atención. Luego, Jesús abraza al niño. Quiere que los discípulos lo recuerden siempre así. Identificado con los débiles. Mientras tanto les dice: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí...acoge al que me ha enviado". La enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto?
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Oración de los fieles Queridos hermanos, presentemos al Señor nuestras súplicas, a cada invocación, decimos: ¡Ayúdanos, Señor, con tu gracia! . Por el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, y por todo el pueblo santo de Dios: para que anunciemos sin cesar la buena nueva del Evangelio. (OREMOS) . Por todas las naciones y sus gobernantes, por todos los que de distintos modos trabajan por la justicia, la libertad y la paz. (OREMOS) . Por religiosos y religiosas: para que sean ante el mundo signo vivo de los bienes eternos. (OREMOS) . Por un aumento de vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal y por todos los matrimonios. (OREMOS) . Por los que celebramos esta Eucaristía: para que aumenten los lazos de unión y nos sintamos responsables los unos de la suerte de los otros. (OREMOS) Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oración Escucha Padre bueno, las suplicas que tu pueblo te presenta. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Ofrendas Recibe, Señor, el pan y el vino juntamente con nuestra situación de búsqueda, nuestra indulgencia de respuesta, nuestra cortedad de explicación. Que ellos, pronto signo de tu presencia entre nosotros, nos aporten luz para nuestras opciones y sean motivos de salvación.
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Oración para después de la comunión Gracias, Señor, por quedarte en mí y junto a cada uno de nosotros hecho alimento, para ayudarnos a recorrer el camino. Gracias por las llamadas que continuamente nos haces a seguirte, a testimoniar con nuestra vida el Evangelio, a ser cepas que den buenos y abundantes frutos. Gracias por insistir en las llamadas, pese a que nuestras respuestas casi siempre son negativas, tibias, faltas de coraje y decisión. No te canses Señor. Ayúdanos con la fuerza de esta comunión a dejarnos transformar, a dejarnos podar y entrecavar, para que seamos cepas renovadas, que cada cosecha dan mejores frutos.
Despedida Bendito seas, Padre, porque Cristo Jesús, nuestro Señor, inauguró un mundo nuevo con criterios desconocidos hasta él: son primeros quienes se hacen los últimos sirviendo a los demás. Desde entonces, los secretos y las riquezas de tu reino son para los que tienen alma de pobre y corazón de sencillos. Prepáranos a recibir tu palabra con ánimo de cumplirla y cambia por completo nuestros corazones, mentalidad y conducta, para que, radicalmente convertidos de la ambición de poder, construyamos con Cristo un mundo nuevo de amor y fraternidad. Haz, Señor, que, siguiendo el ejemplo de Jesús, sirvamos en su nombre a todos nuestros hermanos con alegre sonrisa. Amén. R- Podéis ir en paz V- Demos gracias a Dios
Fraternidad Franciscana de la Cruz San Miguel de Serrezuela y Cabezas del Villar en Ávila Torrelodones en Madrid
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