Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales ISSN: 0186-0348
[email protected] Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora México Trueba, Yolanda de Paz Acción social y nuevo Estado liberal en Argentina. La participación de las mujeres en las instituciones del modelo mixto de atención de necesidades en el centro y sur bonaerenses Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 80, mayo-agosto, 2011, pp. 85-107 Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora Distrito Federal, México
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Yolanda de Paz Trueba
Adscri ta al Institu to de Estudios H istórico Sociales de la U niversidad N acional de l Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), Tandi l, Argentina. Profesora, licenciada y doctora en H istoria, por esta institución. Becaria posdoctoral del Consejo N acional de Invest igaciones Cie ntíficas y Técnicas (CONICET). Auxiliar docente diplomada en los módul os H istoria Social Ge neral, e Historia Ge neral (siglos XIX y XX europeos) . Miem bro del programa ACtores, Ideas y Proyectos Políti cos en la Argenti na Conte mporánea, en el In stituto de Estudios H ist órico Sociales de la U NICEN. Miembro investigador del Consejo de Dirección del Inst itu to de Estu dios Hi stórico Sociales "Prof. Juan Carlos Grosso", Facul tad de Cienc ias Humanas, en la mism a un iversidad .
Re sumen A fines del sig lo XIX y en el marco de la consolidación del poder polít ico en Argent ina, encontra mos una serie de vacíos q ue el Estado iba dejando, mi smos q ue fuero n ocupados por el accionar de asociaciones emanadas de la sociedad civi l, en las que mujeres de los p ueb los abordados en este trabajo adq uirieron una presencia destacada . En el present e artícu lo buscamos ana lizar las relaciones ent re ese Estado en
formación y las instituciones locales desti nadas a la ate nc ión de la salud y la ed ucació n , en comunidades del centro y sur bonaerenses, espacios no estud iados hast a el mo me nto en esta clave, en el tránsi to hacia el sig lo xx cuando se resignificaron las funcio nes e importancia de organizaciones trad icionales como las abocadas a la prác tica de la beneficencia, m uchas de ellas de fuerte im pronta católica.
Palabras clave: Mujeres, esfera pública, sociedad civil, Estado, cuestión social Fecha de recepción: febrero de 2010
Fecha de aceptación: junio de 20 10
Social Action and the N ew Liberal State in Argentina. Women's Participation in Institutions based on the Mixed Model for Meeting Needs in the Center and South of Buenos Aires Yolanda de Paz Traeba Inst iru te for Historical and Socia l Srud ies, Nacional Un iversity of th e Center of the Provin ce of Buenos Aires, Tandil, Argentina. Teacher with B.A. and Ph.D in History, N ational Universiry of th e Center of the Province of Buenos Aires. Post-docto ral g rant holder ar CONICET (Nati ona l Board of Scienrific and Technical Research). Qualifi ed Teaching Assisranr in Module G eneral Social Hi story and Modu le G eneral H isto ry 0 9th and 20 th century Eu rop e). Mernber of "Acto rs, Ideas and Political Proj ects in Conrernp orary Argentina" Program, (IEHS), U NICEN, Tandi l, Research member of th e Board of Directors of th e Prof. Juan Carl os Grosso In stitute of H istorical Social Srudies, Human Science Facu lt y, UNCPBA.
Abs traer In rhe late 19th cenrury and as pare of rhe consolida tion of political po wer in Arg entina, we find a series of g aps left by the srate, whi ch were filled by th e wo rk of assoc iat ions th ar eme rge d from civil society, in wh ich th e village wom en st udie d in rhis art icle acq uired a noriceabl e pr esence. This arricle seeks to analyze relations berw een th at nascent srate and local insrirutions designed to provide heal th
care and ed ucation in comm uni ties in the center and sourh of Buenos Aires. These sp heres have nor been st ud ied in thi s sense ca dat e, in rhe shift towards rhe 19th cent ur y w hen th e fu nctio ns and irn porrance of rradi tional organizat ions such as cha riry orga nizarions, many of whi ch have a strong Carholi c influ ence, were resignified .
Key words: W om en , public sp here, civil society, stare, social issue .
Final submission: February 20 10
Acceptance: J une 20 10
Acción social y nuevo Estado liberal en Argentina. La participación de las mujeres en las instituciones del modelo mixto de atención de necesidades en el centro y sur bonaerenses * Yolanda de Paz Trtteba
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a renovación historiográfica que han experimentado las cuestiones referidas a la constitución del Estado en las últimas décadas del siglo XXi ha permitido acceder a un conocimiento más preciso de este, tal y como se constituyó a partir de la revolución de independencia. Como estos trabajos han demostrado, esta no implicó el arraigo definitivo de la república liberal como se transmitió desd e la discursiva, sino más bien se trató del ini-
* Este artículo forma parte d e m i tesis doctoral "Vida pública y asuntos pr ivados . la presencia de las m uj eres en las co m u n ida des d el centro y sudes te bonaerense. Fines del siglo XIX y pr incipi os del xx'', UN ICEN, Tandi l, m ayo d e 2 0 10 . Ag rad ezco los comentarios hechos a versiones ante riores de este trabaj o a las dona ras D ora Barran cos y M aría Lu isa Mu jica y al don a r Ferna ndo R em edi , así como la lect ura siem pre sugerente d e mi direcrora de tesis, docrora Luc ía Lion ecri. 1 Ent re los tex tos que ocuparon un espacio cenrral en la renovación (a los qu e rem itimos) , se p uede n señalar, Go ldman , Historia, 1992; Myers, Orden, 1995; Chaves, Tr adiciones, 1997; Ch iararn onte, Ciudades, 1997 ; Lettieri, RejJlÍbliCCl, 1998; Bragoni , Hijos, 1999; G onzález, Cil1ilidCld, 2000 ; Alon so, Revolllcirfll, 2000; Bcrron i, Patriotas, 200 1; 1-10ra, Ternn cnieutcs, 2002 , y Cansanello , SlÍbditos, 2003, ent re orros,
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cio de un periodo de experimentación política, de vaivenes institucionales y de la difícil experiencia de instalar el Estado. " En tal sentido, encontramos una serie de vacíos que ese Estado iba dejando . Al mismo tiempo que se imponía en ámbitos como el matrimonio civil o la educación com ún," quedaban espacios de actuación, 2 Situ aci ón qu e no es privat iva de Arg entina sino q ue, con matices seg ún las circunstancias, se d io tam b ién en otros espacios latinoam ericanos. Cabe señalar, no obsta nte , qu e en esre rrab ajo nos centramos en el caso argenti no y aunq ue hacem os referencia al Esrado en senti do g eneral, nu estra mirad a estará p uesta en el ám b ito local. Si bien no ig nora mos qu e los d iferentes ám b itos esta ta les mostraron d inámi cas específicas, p restarem os especial atenció n a la relación entre el Estado m un icipa l d e los p ueb los estud iados e insriru cion es privadas locales de div ersa índole, sin perde r d e vista el m arco nacion al en tanto conrexto. 3 N os referimos a la Ley d e Matrimoni o Ci vil de 1882, qu e tra nsformó la cerem onia rel igi osa en un a cuestió n formal qu e quedaba a elección de los novios, const ituy éndose el acro civil en el matrimoni o válido ante la ley y la Ley de Ed ucac ión d e la Provin cia d e Buenos Aires del año 187 5 qu e pautaba qu e esta sería obliga roria y gratuita así como la Ley 14 20 con jurisd icción sobre la ciudad de Bu enos A ires y Terr it or ios Na cionales q ue establecía qu e además debía ser laica.
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que en general fueron ocupados por el accionar de organizaciones que surgieron en la sociedad civil y en las que las mujeres adquirieron un protagonismo destacado. En este trabajo buscamos analizar las relaciones ent re el Estado en formación e instituciones destin adas a la atención de la educación y la salud en Azul y Tandil , dos pueblos d el centro y sur bonaerenses, respectivamente, en e! tránsito hacia e! siglo xx. En este momento se resignificó la práctica de la beneficencia, mediada por el accionar de organizaciones trad icionales como la Iglesia católica local , así como por otras no tan tradicionales: las logi as masónicas de los pueblos en estudio.'! A través de ellas, las mujeres desarrollaron un importante papel en el ámbito público, cumpliendo funciones desde la práctica benéfica que tradicionalmente ha sido abordada como una actividad de señoras de elite sin mayor incidencia. Creemos, por el contrario, que tal participación tuvo un fuerte tinte político. Junto al Estado en consolidación y funcional a la construcción de la gobernabilidad, diversas instituciones y las muj eres dentro de ellas desplegaron un papel de cent ral importa ncia del que dicho Estado no pod ía, aun a las puertas del centenario, prescindir? Asistir,
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Si bien la expansión de la masonería en Río de
La Plata adq uirió preeminencia en el siglo XJX, inte n-
sificándose en el marco de la conformación del Estado, rema que merece una atenci ón específica, en esre rrabajo abordamos el desarrollo de sus insriruciones junto con las de filiación carólica ya que el objerivo es mostrar la colaborac ión con el pode r po lírico de secrores no estatales de los pu eblos en estudio. Sobre el accionar d iferenciado de estas instituciones y sus relaciones nos referimos en mi tesis docroral, "Vida", 20 10 . 5 A tal objero, analizare mos la prensa de Azul y Tandil, los libros de actas de las inst iruciones asilares
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morali zar, contribu ir a la educación de los futuros ciudadanos eran prácticas caritativas del sector privado con una fuert e proyección pública, sobre todo si tenemos en cuenta la significación que la beneficencia adquirió, en un marco donde e! encauzamiento social se hacía indispensable para un Estado que debía consolidarse. El moderno Estado liberal de fines del siglo XIX y primeras décadas de! XX asumió la importancia qu e para su sustenta bilidad política ten ía la ate nción de las dem andas sociales, pero dejó en manos de diversas asociaciones la atención de las mismas, desde qu e en el ideario liberal la intervención del Estado en estas cuestiones era vista como una intromisión en deberes morales que le cabían a la sociedad y, en particular, a determinados sectores de la misma, encargados de establecer un nuevo pacto con los sectores subalternos.6 que las asociaciones de beneficencia de esros pueblos organ izaron en el periodo trabajado, así como actas municipales y demás docume ntos com unales q ue dan cuenta del funcionam iento de las insti t uciones y de la relación qu e mantuvieron con los pode res locales. 6 D iversos t rabajos han abordado la cuesrión de la beneficencia en la ciudad de Buenos Ai res, analizando especialme nte las relaciones entre el Estado de Buenos A ires pr im ero y del Esrado nacional más tard e, y las damas del parriciado porteño, sus conflicros al interior de sus p rop ias institucion es o, en el mej or de los casos, con la corporación médi ca de la época q ue intentaba consolida rse como p rofesión , o con los int electu ales del mom ento q ue cuestion aban las acciones de las damas al fren te de d ichas instituciones. Lo cierro es que si bien no pode mos desconocer cierto grado de descentralización de esa mirada en los estu d ios de las sociedades d e beneficencia provinciales como la de Tucumán o de las gra ndes ciudad es como Rosario, las miradas y la atención de los historiadores han recaído reiteradame nte en la Sociedad de Beneficencia de la ciudad de Buenos Aires y en las insti tu ciones q ue quedaron bajo su órbita. En
Y OLANDA DE LA PAZ TR UEBA
Reflexionar sobre el Estado en el ám bito local y su relación con actores privados de esa esfera, nos permitirá ilum inar, desde un a m irada micro y a través de las peculiaridades de un espacio en par ticular, las dific ultades que en diversas instancias y niveles iba encontrando el Estado aún en el cambio de siglo para imponerse y las colaboraciones a las que debió recurrir en consecuencia." Espacio que, por otra
parte, si bien desde lo productivo desem peñó un papel central en aquel momento de expansión económica, no ha sido estudiado aún en la clave aquí propuesta.
sí ntesis, si bien en los úl timos a ños ha habi do un avance con respecto al análisis de la atención asiste ncialisra, en nuestro caso podemos apo rtar nuevas arisras a la cuesti ón a la luz d e lo qu e nuestras fuentes revelan. En prin cipio , se hace necesario apartar la mi rada d e Bu enos Aires y adentrarno s en el entramado institucional en una regi ón de la p rovin cia, como las zonas centro y sur, clave para el crecimi ento econ ómi co y la di versificación social que se p rom ovía en el país. Sobre la consolidació n de la profesión m éd ica véase G onzález, Curar, 1999. Para u n análisis de los conflictos mantenid os po r las damas de la Sociedad de Beneficencia d e Buenos Aires con los médi cos e inte lectu ales véanse de Pita, "Damas", 2000; "C iencia", 20 04 , y "Consensos", 2008. Para estudios acerca d e realidades diferentes a la d e Bu eno s Aires se recomi endan espec ialme nte los t rabajos d e Bon audo , "Cuando", 2006; Da lla y Piacenza, "Cartas", 200 5, y Puertas, 2006 . Algunos auto res también trabajan otros espacios como Córdoba , Tucum án o La Pam pa. Véanse, entre otros, Gargiuio , "Sociedad", 2008; Oramend i, "Cues tión", 2009, y Mo reyra, Cnestián, 2009. 7 Cabe subraya r qu e el obje tivo de l p resente trabajo es atende r a ese proceso d e colaborac ión ent re sectores p rivados y el Estado municipal, si bien no desconocem os qu e tales intercam bios no estu vieron a veces exentos de conflictos, tanto ent re las div ersas inst itu ciones qu e se conform aron en el periodo, com o asim ism o d entro de las m ism as asociaciones y sus sucesivas ad m inist raciones. Tal es así que, por ejem plo, en las organizacione s cat ólicas, los desacu erdos ent re el cura pár roco y las Damas de Cari dad no fueron extraños, como lo hem os m ost rado en otros trabajos a los q ue rem itirnos . Véanse Paz, "Beneficencia", 2006; "Escuela", 2008; "Instiruciones", 2009, y "Tm-
A partir de la renovación historiográfica antes mencionada, se ha dejado de pensar al Estado liberal en tant o anomalía en relación con los tipos ideales (el francés, el inglés o el estad unide nse), así como la idea de que la herencia colonia l latinoamericana habría sido la causa de sus deformaciones. Superadas estas visiones más restrictivas, se ha podido hacer a un lado la idea de que el liberalismo latinoamericano, y el argentino para el caso de nuestro análisis, habrían encarnado una contradicción entre el ideal y la práctica, entre la república ideal y la verdadera, para poner sobre el tapete una serie de características de estos regíme nes políticos no considerados hasta el m om ento. En tal sentido, el análisis de las pautas de sociab ilidad, de los nuevos espacios de la política, aunque no tu vieran relación con las urnas, nos permite tener en cuenta una serie de actores sociales que, como las mujeres, desde su no ciudadanía política , pudieron igualmente participar de la esfera pública."
E L CENTRO Y SUR BONAERENSES: LAS INSTITUCIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL Y SU PAPEL EN LA ATENCI ÓN DE L-\S NECE SIDADES DE LA POBLACIÓN
dicional", 200 9. Reflexion es más amplias en mi tesis doctoral, "Vida" , 2010. H Los trabajos de Hilda Sábato pueden considerarse como los más rep resentativos en cuant o a la renovación propiciada en los estudios de estos aspectos y en par tic ular para el caso arge nt ino. Entre ellos podemos mencionar Sábaro, Política, 1998 , y Cilldadallía, 1999 ,
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Tal como plantea Elías Palti, el siglo ese que él llama "el tiempo de la política", fue un momento de refundación e
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entre orros. L"lS cuestiones de ciud adan ía y género y el concepto de no ciudadanía han sido analizadas en Pérez, También, 200 1. Lo hemo s trab ajado para nu esrro espacio d e estudio en Paz, "M ujeres", 2005. En relación con e! concepto de esfera p ública, resulta centra l recup era r la noción de H aberm as. D e acuerdo con esre auto r, en la sociedad europea en e! tránsito de! antiguo régimen a la sociedad moderna se ge neró una nueva esfera d e di scusión y vida pol ít ica inde pe ndi ente, susrraída a la esfera d e op inión controlada por e! poder abso luto . Así, H aberm as ha llamado a esra esfera como la de la opiniónjníblica burguesa, al d iferenciarla de la an te rior, cara cterizada básicamenre por la posibilidad de div ersas personas de reunirse y op inar críricame nre sob re cues tiones políticas y públicas. Si bien e! m odelo habermasiano sigue siendo útil como herrami en ta de aná lisis para pensar a los sujetos sociales en tan to ciudadanos con capa cidad para pro ragon izar los sucesos socia les e hi st óricos, debemos tambi én a te nde r a los m últiples cuesrionam ientos que esra obra ha recib ido a m ed ida q ue el avance de los est ud ios ha perm iti do profundizar su concepción d e lo público y lo pr ivad o. D e acue rdo con la crírica fem inism, y en pan icu lar la d esarro llada por N ancy Fraser, este auto r habría diferenciado el concepto de esfera pú blica en fu nción del género. Así, para los hombres la partici paci ón en la esfera pública significaba enrende r en los asuntos po líricos; para las mujeres, en cambio, renía qu e ver con d iscur ir (por ejemplo d esde la p rensa), sobre rem as considera dos exclusivame nre feme ninos como e! matrim oni o, la fam ilia, ere. Es decir, mientras qu e las m ujeres ruv ieron una im portan te parr icipación en la esfera pública literaria, qu edaban excluidas de los debates po líricos, concern ienres a los hombres. Claro q ue no podemos planrear lo púb lico y lo privado como dos esferas toralrnenre sepa radas sino, por e! con trario, ínr imame nre interrelacionadas. En est e sen tido, resultan oporrunas las exp resiones de Rocío de la N ogal Fernánd ez cuando pl antea q ue esas tem áticas et iq uetadas de pr ivadas , como la ed ucació n, el lujo o el marr im oni o, fueron tambi én objeto de debat es públicos qu e p rovocaron respuesta desde e! poder político, adquiriendo
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incertidumbre." La revolución g iraba en torno de un enorme vacío teórico, que de acuerdo con este autor explicaría las supuestas contradicciones entre las palabras y los hechos. Se comenzaba una larga marcha en busca de la leg itim idad de reemplazo. Ese camino de búsqueda no estuvo exento de colaboración ent re el Estado en formación en sus diversos niveles y una serie de insti tuciones que surgieron en la sociedad civil, muchas de ellas de raigambre tradicional y no pocas veces asociadas a la Iglesia católica. !O así la participaci ón fem en ina un senr ido más am plio qu e lo meramenre literario. La p reocupac ión por cuesriones q ue, en apa riencia , amñía n sólo al mundo pri vado de la fami lia y su tr aducci ón en d iscu rsos y políricas públicas, es arra clave pa ra entender esa interrelación de esferas. H aberm as, Historia, 198 1; Fraser, "Rerh inking " , 19 90 , p p . 56 -S O, Y D e la N og al , "R edefinici ón", 2005 , pp . 49- 113 . 9 Pa lri, Tiempo, 2007. JO Tradicio nalm enre, la historio grafía ha manrenido un a postura en cua nro a las relaciones en t re Esrado e Igl esia qu e ha p rivileg iado los m om enr os de tensi ón y los mo tivos de oposición ent re ambos an tes qu e las colaboraciones. Si mies opos iciones han tenido qu e ver con una lucha por espacios de pod er qu e en muchas oporr un idades culm inó con la sanción de una serie d e leyes qu e en la p rácrica recorra ron fu nciones conc retas que h ist óricam ente habían estado en man os de la Igl esia, d ebem os pensar rambién en una relación más ecléer ica. Tal como afirma Brian Connaug hton para el caso de México en e! siglo XIX, al hablar de! un iverso conce p tual q ue se for ralece con el liberalism o tras la independe ncia , la religió n y la Ig lesia figuran habirualm enre como parte de! antigu o régimen en decadencia. Entre los histor iadores qu e se ocu pan del rema, di ce, parece regi r implícirarnente la idea de que la m odern idad rep resen ta un a sociab ilidad secular e ind ividu alisra q ue triunfa sobr e una sociabilida d relig iosa y com u na l. En mi sentido , sub raya qu e tanto para Am érica com o para
YOLANDA DE LA PAZ TRU EBA
A la luz de la información qu e brindan nuestras fuentes, debemos problematizar la relación entre el Estado y las instituciones civiles ligadas a la Iglesia católica. En el contexto de avance de la secularización y consolidac ión del Estado argent ino a fines del siglo XIX, se impone considerar estas cuestiones, habida cuenta de la fund ación en nuestro espacio de estudio de asilos religiosos que vinieron a eumplir funciones centrales para el Estado en vías de consolidación: asistir, conrrolar l l y educar a los sectores carentes, aquellos q ue podían, desd e la óptica dominante en el periodo, poner en peligro el mode lo social que se pretendía instalar. 12 Europa , es difícil fechar la secularización y ligarla a la creación del Estado moderno, ya qu e la crono logía po see ari scas y mati ces di versos. Co n naug hto n, "N ueva", 2007 . Para un periodo ante rior en las relaciones ent re el Escodo en form ación y la Ig lesia en Argentina, v éanse Fradkin, Poder, 2007, Y Barral, Sotanas, 2007 . J I Según se desprende de las Aetas de los Asilos y cal como lo corrobora la prensa de ambos pueblos, el Asilo de Azul fue fun dado en 1886 y el de Tandil en 1897 , ambo s de la Sociedad Damas de Caridad vinculad as a las Igl esias locales. Cabe aclarar qu e al hablar de cont rol estamos ten iendo en cuenta ciertos mati ces, pensando en una resultante donde primó la negociación entre ese Estado en sus diversos niveles y la agencia de los actores sociales. 12 Tal percepció n de peligro se desprendía de las problemá ticas desaradas a partir de la d iversificación social producro del arri bo de la inmigración ul tramarina y del crecimiento económ ico qu e plantearo n para los go biernos de turno una serie de efecros no desead os de aqu ella utopía mod ern izadora q ue se habí a promovido. En ese contex to surgi ó lo q ue se di era en llam ar la CIIestiólI social , una exp resión qu e comenzó a circular a fines del siglo XIX para dar cuenta de lo qu e Min a Lobato ha denom inado los disjilllciollalllieJJtos produ cidos a raíz de la tran sformación socioeconóm ica del país. Estos abarcaba n una
Junto al Estado en consolidac ió n y funcional a la construcción de la gobernabilidad, ciertas instituciones, y las mujeres dentro de ellas, desp legaron un papel de central impo rtancia para dicho Estado , aún en vísperas del centenario. 13 Las accioamplia gama de prob lemas que iban desde la vivienda, el hacinami ento, la salubridad , hasta la exclusión o inclusión de los pobres en el modelo, que remitía al tem a de la go bernabilidad . Lobato, Política, 1996. Sobre el ideario de la época que hacía hincapié en la cuestión social y el sent ido de peligrosidad que adquirieron ciertos sectores sociales véanse entre otros Terán, J osé, 1986, y Vida, 2000 ; Zimmerman n, Liberales, 1995; Suriano, Cuestiá», 2000; Scarzanella, Gringos, 2003, y Lvovich y Suriano, Pol/ticas, 2005, entre otros. l.' En este sent ido, la cuestión social antes referida, lejos de ser una preocupación local estaba insralada en el plano internacional en un marco de indu strialización en expansión. En cal sent ido, la Iglesia católica, proragonisra ind iscutido en el p roceso de insti tuc ionalización qu e señalamos paca nuest ro espacio de estud io, había emitido su opinión en relación con la cues tión obrera y sus organizacion es, así com o en cont ra del socialismo que pretend ía hacer oír su voz de caca a hacer d iagn ósticos y dar soluciones al respecto. Así, el entra mado .de inst ituciones de di versas orientaciones ideológicas, qu e en los pueblos de nuestro estud io buscaron da r respuestas a las prob lemáticas generadas, se d io en un marco naciona l e int ernacional más ampli o, en qu e la misma Ig lesia católica no había quedado exenta de pronunciarse al respecto, especialment e por medio de la encíclica papal/?el7l/IJ Nouarmn de 1891 , em itida por el papa León XIII y qu e sentó posición sobre la cuestión obrera. El análisis de este documento es de suma imp ortancia ya qu e, lejos de supeditar sus apreciaciones a la cuestión religiosa, reflexiona más ampliamente en torno a la relación entre la sociedad civil y el Estado, en un mom ent o en qu e tales relaciones estaban siendo cuestionadas y redefinidas. En tal sent ido , apartá ndose de las doctrin as del socialismo y de la idea de la elim inación de las diferencias de clases, que consideraba inherentes a la misma sociedad , ponía énfasis en camb io en
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nes que ellas desarrollaron, brindaron al Estado la posibilidad de responder de un modo indi recto a las crecientes demandas que llegaban desde la sociedad y que los sectores gobernantes e intelectuales consideraban que podían po ner en riesgo la estabil idad po lítica y social. Lejos de tratarse de un medio apolítico de intervención privada, como sostiene Donzelot para otro espacio, la filantropía representó para los Estados liberales del siglo XI X una forma de dar respuesta a las demandas sociales "deliberadament e despoliriza nte (. . .] p uesto que ocupa una posición neurálgica equidistante de la iniciat iva privada y del Estado" . 14 En este sentido entendemos la incidencia política del accionar femenino. Fueron la educación y la beneficencia las dos actividades que más congregaron fuera del hogar a los actores sociales de
Azul YTandil y en pos de lo cual pusieron
la colaboración ent re diferentes secrores sociales para conseg ui r una sociedad más jusra, gara ntizada en última instancia por un Estado que debía velar por la no introm isión en los derechos de los individuo s pero sí por su garantía, y ponía énfasis en este sent ido en la caridad cristiana como solución a los prob lemas sociales. Celebraba la formación de asociaciones ent re particulares promoviendo el bien gen eral ya qu e, decía, era la solución indicada para la cuestión social, siempre y cuando se basara en la doctrin a católica y en las enseñanzas del Evangelio. 14 Donzelot, Policía, 1990 , p. 58. Como afirma este auto r para el caso europeo, el problem a del pauperismo y el aumento brusco de las oleadas de indigentes podían poner en cuestión al Esrado liberal y su estabilidad, reclamand o una ayuda que este debía dar, pero sin generat en los secrores más vulnerables la convicción de que era un derecho recibir tal colaboración. Así, la cuestión qu e se plant eaba era cómo asegurar el desarrollo de p rácticas de conservación de la pobl ación desligá ndolas de cualq uier asigna ción d irectamente política, posibilitando al mismo tiempo la integ ración social. La respuesta la encont ró, según sostiene, en la filantropía.
15 Al referimo s a las notables, estamos aludiendo a aquellas que en esros espacios pequeños ocupaban los lugares de prestigio y el reconocimiento social a partir de sus vinculaciones con los hombres que detentaban los espacios destacados en la economía y la polít ica local, y por lo ranro tenían una posición social enten did a en térm inos amplios diferente a la del resto del conjunto social local. Pensamos así en las esposas, hermanas, hijas, ecc., de comandantes militares, intendent es, jueces de paz, jueces de menores, comerciantes, profesionales y estancieros. Pero tambi én con el transcurso del tiemp o y a medid a que avanzamos en el periodo de estud io, estas mu jeres adquirieron notabilid ad propia, a parti r de las relaciones que fueron construyendo desde sus ámbiros de act uaci ón en la sociedad civil. 16 Cabe señalar qu e adscribimos a un concepro de front era tributario de aquellos estudios renovadores que resaltan lo compl ejo y variado de las relaciones blanco-indi os, abandon ando la idea de dos mundos en constante enfrentamiento. Tal como plant ea Mandr ini, periodos de paz y guerra alternaban a lo largo de la frontera. La sociedad blanca y la indígena no constitu ían mu ndos aislados y la variedad de las
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en práctica una serie de aparatos organizativos, muchos de los cuales estaban ligados a formas tradicionales de atender las necesidades : eran las damas de la elite 10cal 15 (muchas de ellas vinculadas a la Iglesia católica) las que lideraron la práctica de lo que en el futuro serían funciones estatales. Claro que también el auge de las log ias masónicas y su vocación filantrópica no fue para nada ajeno a este proceso de colaboración, tal como veremos.
L A PREOCUPACIÓN EN TORNO A LA EDUCACIÓN
A partir de estas cuestio nes ge nerales, en este trabajo focalizamos nuestro estudio en el marco de una sociedad de frontera,16
YOLA NDA DE LA PAZ TR UEBA
signada por un proceso de construcción de la estatalidad, en el que la incertidumbre social e institucional adquiere tilla relevancia particular. Lospueblos que son producto de nuestro análisis surgieron en el transcurso del siglo XIX, y con la afluencia de inmigrantes que se intensificó en las décadas de los setenta y ochenta del siglo , se transformaron más tarde en ciudades, como fue el caso (ent re otros) de Azul y Tandil , objeto de estudio en esta oportunidad. 17 En estos espacios de frontera, encontramos que ciertas mujeres (especialmente maestras y fam iliares de los notables y autoridades del pueblo) , cumplieron un papel protagónico en la atención de las necesidades de los sectores más pobres de la sociedad local, formando parte de una extensa red asociativa en el marco de la sociedad civil. La ed ucación era una preocupación propi a del periodo, de la que no qued aron exentas muchas damas locales, qu e hicieron su aparición en el espacio público
de la mano de las asociaciones benéficas que se organizaron para colaborar con este cometido. 18 La obra civilizadora de la escu ela pública devino una cu est ión de Estado, una vez que se concretó la unid ad nacional. La elite gobernante tenía una convicción clara: educar era el medio para civilizar y alcanzar el tan ansiado orden político y la estabilidad social, necesarios en pos de la construcción de la Argentina moderna que se proponía la Generación del '80. 19 En tal sentido, y tal como lo había anticipado Sarmiento, la modernización en la Argentina de fines de siglo fue entendida como el triunfo de la civilización. Como explicaLucía Lionetti, para los actores estatales de aquel tiempo, "la educación del soberano remediaba los males y precisaba las fronteras de inclusión en la civilidad'v''' En síntesis, lo que este modelo perseguía era integ rar al ciudadano, civilizándolo por m ed io de la escuela pública, al nuevo orden en formación. Ahora bien, debemos tener en cuenta que desde las intenciones de estos discur-
relaciones enta bladas que excedía lo meram ente comercial, nos lleva a pensar en una frontera que no imp licaba separación, sino contacto . Mandrini, "Indios", 1992, "Fronteras", 1997, y Vivir, 2006, entre orros. Véanse tambi én Ran o, Indios, 200 7, y Mayo, Estancia , 1995 . 17 Con respecro a la magn itud de estas comunidades, podemos señalar que tal como se desprende del Segundo Censo Nacio nal de 1895, el pu eblo de Azul, fundado en 1831, se ub icaba como el más poblado con poco más de 23 000 almas. Tand il, por su parte, de más antig ua formación (había sido fundado en 1823), no llegaba a los 15000 habit ant es. Cabe señalar, además, que esros daros incluyen a la población de los centros urbanos así como a la de la extensa área rural circundante, en una época en que alcanzó su cenit el arribo de inmigranr es europeos. Azul fije declarado ciudad en 1894 y Tandi l en 189 5.
'MSi bien esta preocupación por la educación era propia de diversos secrores sociales, y la prensa reproduce un discurso hegemónico, ello no debe llevarnos a pensar en las damas como meras reprod ucroras de ese d iscurso. Se trató más bien de una preocupación de amp lio alcance de la que no fueron ajenas las mujeres. Además, muchas de ellas respond ían a una motivación propia a partir del problema qu e la inasistencia escolar represent aba en sus vivencias cotidianas, especialmenre aquellas que eran maestras y formaron parte de las instituciones protectoras que se propusieron asistir a las familias pobres y conrribuir así a mitigar la deserción escolar. 19 Al referirnos a la Generación del '80, estamos pensando en las coincidencias de criterios qu e sus miemb ros manifestaron , pero tamb ién en sus diferencias, en los qu iebres al inrerior ele su pensamiento. 20 Lionetti , Misi')l/, 2007 , pp . 44 .
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sos plasm ados en la let ra de la Ley de Educación 1420,21a la realidad de la concurrencia escolar, existió una distancia que llevó en múltiples oport unidades a pensar en reformas del sistema de educación e incluso a hablar del fracaso del modelo. La cant idad de niños que quedaron fuera de la escuela pública, estigmatizados dentro de la amp lia categoría de menor;" file el cent ro de las p reocupaciones de múltiples sectores de la sociedad, entre ellos las maestras y las instituciones de beneficencia que nos ocupan en esta oportunidad . De tal preocupación da cuenta la formación de sociedades, como La Protectora de N iños Pobres en Azul o la Belg rano Am igos de la Educación en Tandil . En el ámbito local, file primero la prensa la que transmitió la preocupación que al respec to man ifestaba la sociedad , las autoridades de los pueblos trabajados y también las maest ras. La alta inasistencia escolar era un tema recurrente. En 1885, deda El Eco del Tandil, existía una alarma nte diferencia entre la cantida d de niños existentes en la localidad en edad de ed ucarse y los que efectivamente asistían a la escuela. Esre artículo deja tras2 1 H acemos referencia a la Ley 14 20 por la simbologí a que en el conrexro referido adq uiri ó como elemento presencial de un Estado nacional qu e buscaba imponerse. Peco debemos tener en cuent a que esta regía en Buenos Aires y Terricorios Nacional es. L1. educación en la provin cia de Buenos Aires, espacio donde se encuentran los pueblos produccode nuesrro análisis, estaba regulada por la ley provincial de 187 5 que esrablecía que esta debía ser común y obligacoria. Pineau, Escolarización, 1997. 22 Esta categoría incluía a niños solos, abando nados, hu érfanos, vagos, o trabajadores callejeros que en el conrexro de fin del siglo XJX fueron identificados como criminales en potencia . Zapio la, "Niños", 200 7, pp . 305-3 32.
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luci r claramente una serie de discursos pr edom inant es en la época acerca de la educación y su función , así como de los problemas que acarreaba su insuficiencia. En tal sent ido, decía que bastaba un recorrido por las calles del pueblo para dar cuenta de esta estadística a la que antes had a referencia y hablaba de la existencia de un número de 150 a 200 niños que no asistían a ninguna escuela, y que al indagar con las madres acerca del motivo de esta situación had an referencia a su indigencia. Esta sería la causa por la cual no podía n calzar ni vesti r a sus hi jos adecuadamente para que asistieran a la escuela. Manifestab an también que estos debían ocupa rse en alg una changa para apor tar económ icame nte al soste nimiento del hogar. Era por esta razón que el periódico local se preg untaba ¿no podrían las señoras del Tandil org an izar una asociació n ele damas para alle gar y crea r recursos que salva ran esta diferenci a ? [. .. ] ¿P od ía haber nad a más grato ame D ios y la religión cristia na q ue el sacar a esos niños d e la abyecta indigencia a q ue los condena esa ignorancia para elevarlos a la cond ición moral ele ser ú t iles a sí m ismos, a la soc ied ad y a la parria ?
Seg uía así p lanteando la necesid ad de la educación en pos de la formación de buenos ciudada nos para el futuro de la patria y convocando a las damas del pueblo a cumplir con esta misión y log rar que "la difusión de la enseñanza p rimaria q ue ob liga la ley fuese un hecho entre nosotros"." Sin embargo, habría de pasar 23 El Eco del Tal/dil (en adelante El Eco), "U na súplica a las señoras a propósico de la educación", 22 de marzo de 1885 .
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un tiempo hasta que las fuentes nos informen sobre la conformación de una institución de este tipo en Tandil, no sin qu e las dificultades se perpe tuaran en el tiempo . Tal es así que, en febrero de 1887, el d iario transcrib ía una nota de la di rectora de la Escuela de Niñas del Pu eblo, Josefa de Venegas qui en , por medio de un llam ad o a los padres d e ni ños en eda d escolar, pretend ía estimular a estos para qu e enviaran a sus hijos a los establecim ientos escolares, así como pedir a las autoridade s qu e a quienes m iraran con indiferencia la importancia de la educación, "les record ara el artículo de la ley que hace obligatori a en esta república la Educación Com ún'l." Un año más tarde, el Consejo Escolar había amonestado a los padres de los niños qu e no eran enviados a la escuela por medio de la poli cía, lo que el dia rio consideraba muy oportuno ya que estos se habían compromet ido a no in cu rri r más en la falta de no cumplir lo que la ley rnandaba.P La preocupació n de d iversos sectores de la sociedad tenía que ver no sólo con la im portancia concedida a la educación en el m odelo de p aís que se p retend ía cons truir, sino en las d ifi cul tad es que encontraban en lo cotidiano. La reti cencia de los padres de familia a cumplir con un a ley q ue hacía ya vario s años había tran sformado en obligatoria la enseñanza, al menos desde su letra, nos pone frente a unas circunstancias locales que representan una realidad más comp leja, a la que deb emos atend er. En di ci embre d e 1900 las fuentes inform an sobre la existencia de la Sociedad 2·1
lbid., "L-1 escuela de niñas", 25 de febrero de
1887 . 25
Ibid. , "Amonestación", 18 de marzo de 188S.
Belgrano Am igos de la Educación , pero no p rec isa la fecha d e su fund aci ón .I'' Catalin a M iguens, reconocida educacionista de la localidad , desem peñó el cargo de presidenta durante mucho riernp o.:" Fue antes la com unidad azuleña la qu e se congregó en torno a la Sociedad Protecto ra de N iños Pobres con el objetivo de ayudar a los niños carentes qu e concurrían a las escuelas del partido. La importancia que para sus miembros tenía la educación fue también puesta de manifiesto por la prensa del pueblo qu e informaba, a fines de 1898, sobre una iniciativa del consejero escolar Juan Baigorria, quien hab ía propuesto la constitución de una sociedad de damas "encargada de la noble mi sión de pro curar a los niños pobres en estado de recibir educaci ón, los elementos necesarios para concurrir a las escuelas decentemente vestidos'v' " Esta nobleiniciativa fue bienvenida por la prensa, qu e unos meses después daba cuenta de la conformación defin it iva de su primera com isión,29 así como del primer acto benéfico 26 lbid., "Com o se pide", 15 de noviem bre de 1900 . Véase tambi én L!¡Z y Verdad, t. 1, 13 de noviembre de 1900 . 27 En 190 1 la fuent e consultad a se refiere a una renovación de la com isión d irectiva, de la que resulcó electa Catalina Migu ens como vicepresidenta primera y la acompañan en d icha com isión ot ras maestras de la localidad como Albe rca y Gre ciana Irigoyen y Rosa Mazzin i. "Sociedad Belg rano", El Ero, 6 de ju nio de 1901. 2H "Por los niños po bres. U na noble iniciat iva", El lmpard a], 16 de noviem bre de 1898 . 29 "Sociedad Protectora de N iños Pobres. Su constitución definitiva", Ei lmpania], 19 de abr il de 1899. En esta fecha convocaron a la reuni ón de la que saldría la prim era com isión. Por la comisión provi soria, firmaba la convocatoria como president a la señora Anastasia de Baigorria , el concejal de la iniciativa .
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que realizarían con motivo de las fiestas patri as del 25 de mayo, para el cual decían tener anotados 60 niños para socorrer. Este número crecería rápidamente ya que en enero de 1900 (en ocasió n de la renovación de su primera comisión), el mismo órgano d e prens a nos informaba que la sociedad p restab a ay uda a m ás d e 100 ni ños.?? Según se desprende del Libro de Actas de la Socied ad Protectora d e Niños Pobres, el me can ismo de cooperación implem entado por esta centralizaba la información que los d irectores de las escue las de la comunidad podían ofrecerles en cuant o a los ch icos que nece sitaban ay uda. El ob jetivo perseguido era que la indig encia d e las fam ilias (espe cialme nte la falta de calzado y ropa adec uados para sus miembros más pe que ños) no im p idiera la asistenci a de estos a la escuel a, tal como muchas veces arg umentaban los padres. En func ión d e esas listas de niños necesitados las socias se organizaban en com isiones de tres o cuat ro y visitaban los hogares para 30 "Sociedad Protectora de N iños Pob res", El Imparcial, 6 de enero de 1900 . D e acuerdo con los
dato s q ue arroja el Censo Na cional de 1895, había en esca época en Tandil 3 007 niños (entr e varones y m ujeres caneo de la zona cural como urbana) y en Azul 5 043, de la cohorre de entre seis y cacorce años. Si como afirma la prensa local en Tandil deambulaban por las calles unos 200 niños, esto represenearía 7% del tota l de la población infaneil y en Azu l la Proceccora de Niños Pobres llego a asiscir en 1900 a 100 niños, es decir 2% de los niños del pueblo. Más allá de la representativid ad que estos números muescran, y de q ue los dacos proceden de mo me neos diferenees denero del periodo analizado , lo que pre cende mos es iluminar que exiscía la percepción de un seneido de peligrosidad pocencial sobre este sector de la población que llevó a fundar inscicuciones con el fin de ineervenir para evicar males fucuros.
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corroborar la situación y concretar la colabora ción solicitada.' ! Lo antes di cho parece ratificar que la necesidad d e as iste ncia era inminente, ya q ue es evidenee que la ley de enseñanza obligacoria no p uede ser facrible en la parte que con los niños realmenee pobres se relaciona: ¿quién los visre?, ¿quién los calza?, ¿cómo esos niños pueden presenearse en la escuela, cu bie rcos d e harapos? La moral no lo permice, aunq ue la ley exi ja la educación obligaroria.F
Un comentario más que elocuente que nos habla de la distanci a entre un Estado nacional que pretendía avanzar con intenciones de in clusión y un as comunidades atad as a los p roblemas que este aú n no podía resolver por sí m ismo . En este espa-
3 1 Cabe señalar qu e las socias eran mu chas de ellas maescras o direccoras de escablecim ieneos educacivos, lo que hacía qu e el siscema de ayuda funcionara con mucha precisión. Como ejemplo podemos mencionar a Ana Campo c, secrecaria de la comisión provisoria y m iem bro de comisiones posceriores, que era maescra de la Escue la Elem enta l de N iñas y a Filomena Cajavaville, directora de la Escuela No . 1. Dato s aporcados por la Memoria del Consejo Escolar de Azul del año 1890. Archivo Municipal de Azul (en adelanee AMA), 1890. En 1894, el periódico El Imparcial nos informa que Selfira G iordano, miemb ro de la sociedad era a su vez maestra de la Escuela Elemencal N o. 2 y en 1896 cenemos noticia por el mis mo med io de qu e Qu erubi na G il N avarro era direccora del m ismo escablecimieneo, siendo ella miem bro destacado de varias com isiones y en las diversas actividades que organi zaba la inscicución. "Escuela Elemencal N o. 2", El Imparcial, 28 de ju nio de 1894 , y "La Escuela No. 2. Su di rección", 19 de junio de 1896. 32 "Por los niños pobres. U na nob le iniciat iva", El Imparcial, 16 de noviembre de 1898.
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cio aparecen actuando a la vuelta del siglo las instituciones de la sociedad civil, y en ellas las mujeres adquirieron un protagonismo remarcado, al desempeñar funciones tan importantes para la sociedad local. Sus accionesen la sociedad civil fueron un medio para dar una respuesta política no estatal a la cuestión social antes comentada. Hasta aquí hemos hecho referencia a las dificultades que el Estado en vías de consolidación encontraba en las comunidades analizadas para imponerse en materia de educación. Esta cuestión es un punto clave ya que, si bien la sanción en la década de los setenta para la provincia de Buenos Aires y en 1884 para la ciudad homónima y Territorios Nacionales de las respectivas leyes de educación, establecía que esta debía ser obligatoria, gratuita y laica en el último caso, poniendo de manifiesto un claro objetivo incluyente, como vimos, en la práctica el Estado impulsor de la misma (en sus diversos niveles) se vio asistido por las asociaciones privadas que, mediante formas de organización tradicionales (eran las damas de la elite local las que llevaban adelante las tareas más relevantes), generaron asociaciones benéficas para acompañar a quienes por su indigencia no podían acceder a esa educación que debía ser para todos, así como al Estado que depositaba grandes esperanzas en los resultados de la educación, aunque se veía, aun en el periodo analizado, incapacitado para llegar con su brazo a todos los rincones de la república. Las mujeres ocuparon, en este sentido, un lugar central ayudando a las familias más vulnerables para evitar así que dejaran de enviar a sus hijos a la escuela, cumpliendo un papel caritativo pero también político. Si bien no estamos frente a un Estado ausente puesto que colaborabaeconómica-
mente con las obras privadas, es justamente esta colaboración mutua la que nos permite pensar en la importancia política de las acciones femeninas fuera del ámbito doméstico. Estas iniciativas privadas destinadas a dar respuesta a problemáticas públicas, adquieren una dimensión de central importancia cuando aún no había llegado el momento para que el Estado tomara estas funciones en sus manos. Pero existió en nuestro espaciode estudio un elemento más que vino a acompañar el proceso de consolidación de ese Estado liberal, desempeñando funciones de hecho, que la legislación sancionada había arrebatado de sus manos hacía tiempo: la fundación de asilos de huérfanas que en su interior albergaban escuelas religiosas que desarrollaron labores útiles también al proyecto de consolidación del mismo Estado. Tal como señala Lionetti, si bien el campo educativo fue un escenario recurrente de batallas entre liberales y católicos, en el casoargentino debemos matizar estos conflictos ya que "los católicos liberales laicos tuvieron una activa participación en la definición del proyecto educativo estatal".33 La escuela fue un medio funcional a los intereses del Estado liberal en tanto agente moralizador, y los valores y pautas de comportamiento católicos tuvieron más puntos de contacto que de separación con los de las elites que lideraron el proceso. Como señalan Di Stefano y Zanata, la eseueladebía implantar un tipo de civilización impregnado de valores católicos que no era cuestionado por la elite, siempre que la función civilizadora
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Lionetti, A'lisiólI, 2007 , p . 25 1.
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del clero no int erfiriera con el proy ecto de nación que se pretendía instalar.P" Así, los asilos religiosos , fundados por la Sociedad Damas de Caridad ta nto en Azul co mo en Tan dil , vi nc u lados a la Iglesia local en ambos pueblos, asistían desde un lugar m ás que tradicional al Estado en una preocupación central del periodo: la niñez abandonada, dándoles techo , com ida, pero también educación. Si las dam as de Azul a poco de fundar el asilo pusieron a disposición de la organizació n de un colegio reli gioso todos sus recursos.P para las de Tandilla educación se cont aba entre sus m etas más preciadas . Allí, las niñ as hu érfanas y pobres que se recib ían en el asilo para educarse de bían, com o de cía el Eco, "ll eg ar a ser con el ti empo buenas m adres de familia", quedando entre cuatro y cinco años bajo el cuidado de las H ermanas, tiempo que durab a la ed ucación, "para que así pueda ser pro vechosa la acción del benéfico establecirniento't.P? D e modo que si bien nos encont ramos en un periodo de secu larización de inst ituciones, en el que el Estado en p roceso de form ación avanzó sobre espac ios que tr adicionalmente hab ían pertenecido a la jurisdi cción eclesiástica como la ed uca-
Di Srefano y Za nta , Historia , 2000 . En 1895 la p reside nta informa ba que a su llamado vendrían al pueblo unas H er manas de la Ca ridad para esta b lecer un coleg io bajo la advo cación del Sagrado Cora zón sufrag ad o p or la asoc iación . Para esro le ent regarían los fond os con q ue contaba la asociación d epositados en e! Ban co Comercial, para q ue se insta lasen . Archiv o Sag rado Corazón de J esús d e Azul (en adelante ASCJA ), Actas, folio 135, 1 de mayo de 1895. 36 "P ropaga nda pern iciosa", El Eco, 17 de jun io de 1897. .H
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ción, al mismo t iempo la beneficencia siguió estando en m anos privadas, ge neralmente a cargo de las mujeres notables del pueblo , apoyad as en no pocas oportunid ades en la estructura de la Igl esia católica. El Estado no incorporó a la beneficencia dentro de su apa rato burocráti co, sino que en algunos casos fue su colaborador .? Las asociaciones civiles, mutuales y religiosas vinieron a cubrir estos vacíos,38 y la ed ucación que para el Estado nacional deb ía ser laica, quedó en otros ámbi tos y para ciertos sectores más desprotegidos de la sociedad, en manos ele las instituciones religiosas que se encargaban ele la beneficencia. La persistenci a de la caridad católica no fue así, contrad ictoria con el ideario liberal que en materia política sostenía la clase dominante. Tal com o lo plantea Beatriz Moreyra para el caso de Córdoba,
37 En los movi mie nto s de caja y cálculos de recursos de presup uesros municipales figuran , tanto para el asilo de Tandi l como para e! de Azul, e! otorgam iento de sub sidios m ensua les. Ade más , la prensa d e Azul daba cue nt a de la donación de úri les escolares para las int ernas de! Asilo de H u érfanas por parte d el consejo escolar en reireradas opor tunidades , "D onarivos al Asilo de Huérfanas", El lmpard al, 12 de ocru b re de 1898, y 14 d e juli o de 1899. 3" Tal co mo p lantea D on zelor para el caso europeo, la preocupación en e! sig lo XVIII por la n iñez abandon ada ruv o su conrrap arre en d os p rinc ipios de soluc ión. Por un lad o con la figura d el médi co en las fam ilias burguesas (sea a rravés d e la redacción d e los man uales de crianza con co nsejos d irigi dos a las madres o con su pr esencia física). Pero en el caso de los secrores popu lare s, q uienes no ren ían el acceso a l médi co ni a la lectu ra, la introducción de cont roles y de pauras de moralización y sanea m ienro de su vid a dia ria, se dio a trav és de insriruciones m uruales, civiles y filantrópicas de roda ripo que vinieron a reem p laza r a los sisrem as d e hosp ital es y asi los esrarales colapsados y obsoleros . D on zelor, Policía , 1990 .
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este sistema mixto de asistencia servía al Estado en tanto y en cuanto estas instituciones se convirtieron en vehículos transmisores de la mod ernidad, mejorando las costumbres de los pobres , moralizándolos, pero también d ifundiendo un mensaje de resign ación hacia su situación y de agradecimiento por la ayuda recibida. ACm no se conceb ía la atención de la pobreza como derecho , sino como favor. Era un modo de naturalizar su situación y justi ficar la acción de remiendo al que recurría el Estado, que dejó en otras manos la mayor parte de la acción social, depositando en diversas instituciones una clara función atenuadora de conflictos sociales.??
L A ATEN CIÓN DE LA SALUD
La salud en los espacios de nuestro estudio
fue un motivo central para que las asociaciones privadas se pusieran en acción, particularmente, en este caso, las no tradicionales ligadas a las logias masónicas locales. La ate nció n de la salud en Azul fue una pr eocupación constante y al parecer difícil de resolver, a juzgar por el tiempo qu e transcurría ent re cada intento fallido de formar un hospital, o frente a las deficiencias en el funcionamiento de los lugares destinados a la at ención sanitaria que se log raban instalar, situación que, con matices y diferencias, encont ramos también en TandiL40 En una sesión de la Corporación Municipal de Azul de fines del Moreyra, Cllestiríll, 2009. Cabe señalar q ue la diversidad de fuentes halladas es mayor para el caso de Azul, lo qu e nos permitió hacer un seg uim ient o más sistemá tico como se demosrmni. Si bien en Tand il estamos en cond iciones de hacer afir macion es respect o de las sim iliru des .>9
cío
año 1880, se sacó a colación "la cuesti ón Hospital de Caridad", ya que consideraban de gran necesidad establecer uno en el pueblo, de allí que trataran el tema con detenci ón."! Por estas razones, en la misma sesión designaron una comisión de caballeros para que iniciara de inmediato los trabajos para la formación del hospital, comenzando por levantar una suscripción en el vecindario, tomando la iniciativa la municipalidad con 20 000 pesos y la donación de un terreno. U na vez terminada su instalación sería municipal, estando su administración a cargo de una comisión de vecinos de la que formaría parte un miembro de la corporación municipal y que sería nombrada una vez finali zadas las obras. 42 Pero para 1883, aquell a iniciativa no había dado sus frutos de manera absoluta ya que si bien el hospital existía,43 no funcionaba en un edificio propio tal como había sido la intención inicial, y una comisión de damas se oeupaba de reuni r recursos para log rar este cometido/'" encontradas, la reconstruc ción de la realidad fue allí más dificu ltosa pOt la di spersión de las fuent es. ·11 M useo Ernognífico y Arc hivo H istóri co Enr ique Squi rru (en adelante MEAH ES), Arr as de sesiones m un icipales, libro nú m . 3, sesión del 3 de noviembre de 1880. ·12 lbid., sesiones del 3 de noviem bre de 1880 y del 24 de enero de 1881. ,1, Dato q ue se desprende de alg unas sesiones de la época en q ue se trataban cuest iones como el surn inisrro de med icamentos para el hospital. ·1·1 En septiem bre de 1883, una comisión de señoras encargada de obtener recu rsos para la fund ación del hospital rem it ía a la corpora ci ón mu nicipal una localid ad para la función qu e darían en el tea tro "a beneficio del hospital proyectado" . ~IEA I'I ES, Actas de sesiones m un icipales, lib ro núm . 4, sesión extra ordi naria del 6 de septiembre de 188 3.
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De forma paralela a estos proyectos municipa les y en respuesta a la necesidad q ue hab ía en la localidad de un esta blecim iento para atender a los enfermos indi g entes, la logia masónica local hab ía fundado su propio hospital, el Asilo Hirarn, en 1884. En 1886, siendo presidente de la logi a Ruperto D hers y en ocasión de cumplirse el segundo aniversario del asilo se p ropuso el t ra sp aso d el mismo a la m unicipa lidad. D ad o el creci m iento de la po blación y del aumento de las necesidades en Azul, proponían a la corporación municipal "refundir, transformar el Asi lo Hiram en un hosp ital general del pueblo bajo los auspicios y custodia de la munici palidad" .45 En síntesis, durante este tiempo hab ían funcionado de manera simultánea dos instituciones sanitarias, pero de acuerdo con las fuentes , ninguna de ellas respondía adecuadamente a las demandas del pueblo, y habría de transcurrir muc ho tiempo antes de que se log rara esto. Así, aun en 1894, varios años después de aq uella iniciativa, El Imparcial p lanteaba q ue existía la intención de fundar un hospi tal "d ig no de la ciudad de Azul", haciendo referencia a la situación poco propicia en que se encontraba el existente que, decía, carecía hasta de sábanas, razón por la cual llamaban al intendente a abastecerlo .l ? En tal sentido y como forma de superar esta situación, la municipalidad deci45 MEAHE S, "Memoria de la Logi a Esrrella del Sud", 2 1 de marzo de 1886. 46 El Imparcial, 9 de agosto de 1894. En 1895, la pr ensa hacía una referenci a explícita al "Hospital M unicipal", manteni endo la qu eja: el lugar no llenaba las funciones para las que había sido creado, a pesar de los esfuerzos económ icos hechos por la municipalidad al respecto. El Imparcial, "Intendencia municipal", 27 de enero de 1895 .
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dió convocar a un a comisión de señoras para traspasarle la adm inistración del lugar. As im ismo, se esperaba q ue la com isión aumentara el número de miembros y recurriera a la organi zación de bailes, bazares, etc., para reunir más fondos , a fin de qu e "fueran ellas la base de tilla asociación filantróp ica, robusta, que levantara un día no lejano el único asilo de caridad del Azul".47 Si bien aquel Asilo Hiram, orga nizado bajo el patrocinio de la log ia masónica del pueblo, hab ía sido transferido al poder local para asegurar el mejor destino de una institución que no podía solventarse de forma privada, estaba claro ahora que, años después, la municipalidad carecía del aparato organizativo necesario para llevar adelante una obra de tam aña envergad ura, en un a etapa de p leno crecimiento. En este sentido, se buscaba el auxilio de una comisión de damas que pudiera aportar tal estructura de organización pa ra incrementar los recursos de origen municipal/" El Estado local aún no esraba suficiente47 "Inte ndencia municipal ", El Imparcial, 27 de enero de 1895 . ·1" "El hosp ital ", El Imparcial, 3 1 de enero de 1895. N o era la primera vez que se daba esta recurrencia municipal a las señoras del pueblo. Así como hicimos hincapié en la imporrancia del aporre económico del poder muni cipal para el sostenimiento de las institucion es de caridad privadas, debemos también mencionar que en otras oportunidades eran las m ismas autor idades qu ienes las convocaban para actua r en favor de los pobres, lo que solía ser hab irual en las fechas pat rias. Vale destacar que varias de estas señoras y señoritas tenían relaciones con las asociaciones de beneficencia locales, es decir qu e el poder local recurría a mu jeres inst it ucio nalizadas, a aq uellas qu e tenían experiencia previa para ocuparse del cometido encargado, en este caso una forma diferent e del poder de asum ir la responsab ilidad social. El lmparciai , 25 de mayo de 1894.
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mente organizado como para obviar el concurso privado en la atenc ión de necesidades que, como la educación o la salud, aún no se identificaban totalmente como una obligación pú blica, de tal modo que la atención de la pobreza y las carencias de los actores sociales margi nales siguió, en este periodo, siendo competenc ia de la solidaridad de la sociedad civil y de las instituciones de beneficencia surgidas en su seno. En ellas, las damas, como vimos, desarrollaron tareas centrales para ese Estado que, aunq ue no incorporó a la beneficencia en un aparato burocrático organizado, no por eso dejó de reconocer los problemas que para su go bernabilidad representaban las demandas sociales de ayuda, a las que las diversas comisiones pretendían responder. H acia 1897, todo parecía indicar que los objetivos iniciales no podían cumplirse tal como se tenía previsto, ya que el periódico comentaba que por falta de recursos "la obra del hospita l marcha lent amente".49 Según lo reflejado por la prensa, tras la construcción de dos pabellones, los trabajos se habían paralizado .50 Pero vendrían tiempos peores, ya q ue al año siguiente la municipalidad decidió clausurarlo, determ inación tomada tras una inspección realizada por el doctor Zavala y alg unos vecinos, en la cual se hizo evidente la falta de higiene en que se encontraba funcionando , problema que se sumaba así al de la falta de infraestruc tura propia. Es de destacarque mientras las asociaciones privadas (fueran católicaso masónicas) por esta época eran prósperas en ·19
"E l nuevo hospital. La sa lud pública", El
I/I//Jarcial, 6 de junio de 1897 . so "El
1897.
hospi tal", Ei lmpatcial, 12 de noviemb re de
cuanto al cumplimie nto de objetivos y la fundación de esrablecirnientos.?! la municipalidad no pudo concretar, como había planificado, el cometido del hospital. Un dato más viene a ilustrar este proceso de búsque da de apoyo en las organizaciones privadas lideradas por mujeres: dado el cierre resuelto para el hospital, los enfermos que en ese momento se encontraban asilados allí, pasarían a un espacio determ inado a tal fin dentro del Asilo de Mendigos, sostenido por la Sociedad Hermanas de los Pobres, "mient ras terminan las obras del nuevo hospital o se tomen otras disposiciones'l.V Era así nuevamente una institución ligada a la logia masónica la que tomaba la iniciativa en la atención de la salud pública del pueblo. Y si bien esta clausura pareció ser temporal.P fue hasta 1902 cuando volvemos a tener noticia, por medio de El Imparcial, del Hospital 5 1 Nos refer imos al Asilo de Huérfan as d e la Sociedad Dam as de Carid ad de Azul (asociación organizada a partir de la iniciativa del cura párroco local), fund ad o en 188 6 y al Asilo d e M endi g os de la Sociedad H ermanas de los Pobr es del mismo pu eblo, recientem ente estab lecido en enero de 1898 . Esta última era una asociación de muj eres ligad as a log ia masóni ca local. 52 "El H ospital Municip al. Su clausura", EIIIIIpardal, 13 de abril de 1898. La municipalidad , por su parte, no se desent endi ó totalment e de esos enfermos, ya qu e en las planillas de salidas aparece registrado el pago qu e efectuaban al Asilo de Mendigos por la atenci ón de personas enviadas allí por la municipalidad, además de la subvención mensual qu e tenía asignado el asilo. AMA, Aná lisis de planillas de salidas de la municipalidad de Azul ent re los años 1890 Y 1898. 53 En 1899, de las sesiones municipales se desprende la existencia de un hospital muni cipal. Archivo del Concejo Deliberante de Azul (en adelant e ACDA), Actas de sesiones, libro núm . 1, sesión del 12 de agosto de 1899.
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Municipal, que estaría por entonces fun cionando, sim ultáneamente a la decaden cia del Asilo de Mendigos. En esta nota, la municipalidad decidía por decreto (por no poder hacerlo ella misma de forma adecuada) confia r la administración y dirección del Hospital Municipal a una comisión de señoras entre cuyos nombres aparecían muchas otrora vinculadas a las Damas de Caridad y a las Hermanas de los Pobres, qu e por esta Taca la misma fuente daba por disuelta ." I Nuevamente, como en un círculo vicioso, el poder local debía recurrir a una comisión de damas para atender la salud de la población, momento en que se inició un nuevo periodo en la materi a, ya que estas damas se encargarían de poner fin al estado "lamentable" en q ue, según el periódico describía, se encontraban los internos del Asilo de Mendigos.P Si bien con menos vicisitudes, situación similar pareció seguir la salud en Tandil. La preocupación por este tema se hizo presente ta m bién aq uí en épocas tempranas de la vida del pueb lo, siendo igua lmente la masonería local la que tomó la iniciativa. Hacia 1876 la log ia creó una saS·l Podemos mencionar, ent re otras, a Honoria de lafontai ne, María B. de Worrelboer, H onoria de Piazza, Magd alena de Dh ers. Tam bién formaba parte de la comisión Leonor F. de Pintos, esposa del int endent e en funciones. "H ospital Mu nicipal. Com isión de Damas" , E/ Imparcial, 8 d e enero de 190 2. ss De su funcionamiento paralelo dan cuenta las planill as de salidas m un icipales, en las qu e constaba aún pam 1898 (año de su clausura), el pago de medicamentos a Marchisio para el hospital , alquiler de la casa qu e este ocupaba, sueldos varios de empleados, artículos diversos, así como pago al Asilo de Mendigos por la asistencia de enfermos pobres además de la subvención mensual correspond iente.
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la de primeros auxilios, tal como comenta Alcibíades Lappas.P" Pero, dice, dado el crecim iento de las necesidades del pob lado, se comenzó a barajar la idea de formar un hosp ital. Así , tras inte nso trabajo, los masones del Tandil tuvi eron la sat isfacción de anunc iar qu e el 10 de ocrubre de 1880 procederían a la inaug urac ión del cent ro sani rario [.. .] al qu e denom inaron Asilo San Juan . La organización y di rección de la institución esruvo a cargo de l doctor José Fusc hini .V
Tras alg unos años de existencia de l me ncionado asilo, en 1888 y luego de la conformación en Tandil de la Sociedad D amas de Caridad ligada, como su vecina de Azul, a la Iglesia católica del pueblo, las señoras que la integraban decidieron instalar un Hospital de Caridad que durante un tiempo funcionó de manera sim ultánea con el estab lecimiento masón ico. Pero en junio de 1888 la log ia propuso a la municipa lidad (por motivos económicos) venderle el Asilo San J uan, y si bien se llegó a un acuerdo entre las dos partes, la log ia no cobró lo acordado y según se d esprende de la prensa, también siguió haciéndose cargo de la administración del m ismo por medio de la Sociedad Hermanas de los Pobres, formada, como en Azu l, por las esposas, herm anas e hijas de los masones . En 1895 se reabr ió el debate en torno al acuerdo y, tal como la prensa lo pon e de manifiesto, la logia reclamó el pago de lo que se le debía. Segú n El Eco, el nuevo compromiso asum ido planteaba que a par-
S6 lappas, "Masonería", 1981. S7 lbid., p. 186.
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tir del 1 de enero de 1896 comenzaría la municipalidad a pagar lo que debía." Si en prin cipio el traspaso no fue automático, a pesar de existir un pacto que así lo establecía y la log ia siguió teni endo influencia en el sostenimiento del hospital, cuando finalmente se realizó el nuevo acuerd o esta transferencia tampoco implicó, en este momento, la toma en sus manos por parte del poder local de forma absoluta de la atención de la salud, ya que debió recurrir a algunas dam as en reiteradas oportunidades qu ienes fueron llamadas a colaborar en el sostenimiento de la obra del ahora Hospital Mun icipal. Así, tanto las D am as de Carid ad com o las H ermanas de los Pobres fueron convocadas por la Com isión Administradora del H ospital Mun icipal para colaborar con esa insti tuci ón.59 En repetidas oportunidades fueron publicados estos pedidos, en los que se comentaba qu e habiendo la Intendencia aceptado el beneficio que galantemente le ha ofrecido el señor Clerico, director de la Compañía de Acróbat as q ue con tanto éxito funciona en la localidad, para el H ospi tal Mu nicipal, ha solicitado el concurso de la amable señora Giacomina B. de Borgh i, y de otras damas más para la colocación de las localidades.r?
Cabe destacar que la señora de Borghi pertenecía a las He rmanas de los Pobres, 5H "La municipalidad, la logia y el hospital", El Eco, 25 de agosto de 1895; "La logia, la m unicipalida d y el hosp ital" , 29 d e ag osto d e 1895 , y "El Ho spital Mu nicipal", 29 de septiem bre de 1895. 59 lbid., "Campo nem ea]" , 2 de sept iem bre de 1888 . (, ll lbid. , "Beneficio para el hospital", 9 de mayo ele 1897 .
y llegó incluso a ser presidenta de esa institución en 1888. Es de suponer qu e el poder local recurría, como lo hacía en Azul, a damas reconocidas en el pueblo por su labor benéfica, com o medio de hacerse de un aparato que les ayudara en tareas para las que este no contaba con medios. La sola presencia de estas mujeres en la colaboración, probablemente era una garant ía en cuanto al pod er de convocatoria que tenían y por ende al éxito de las iniciativas tomadas . Ellas, por su parte, se movilizaban ante estos pedidos canalizados a trav és de la prensa o de los representantes del poder local, motivadas por una percepción compartida acerca de las dificultades que se desprendían de las necesidades no resueltas que, como en el caso de las maestras y la educación ant es señalado, aparecía con claridad ante sus ojos, en tanto miembros de esa comunidad.
C ONCLUSION ES
En el marco de la consolidación del Estado-nación en Argentina, que se acompañó de un discurso fuertemente moralizador, dentro del cual se pretend ía ajustar a ciertas pautas de comportamiento a sectores de la sociedad como los inmigrantes y las muj eres, vemos que algunas de ellas, parti cularmente las notables locales, formaron parte de la red asociativa que se desarrolló a fines del siglo XIX y pr incipios del xx, encontrando allí una oportunidad de participar en lo político, ente ndido de un modo más amplio que la mera concurrencia a las urnas como electoras o elegibles . En el marco de la situación de desborde social al que se vio enfrentado el Estado
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nacional, pero también en el ámbito pro vincial y local en el contexto de creci miento y desarrollo del periodo, algunas mujeres de la elite local vinieron a cumplir funciones en la esfera pública de la mano de la beneficencia, asistiendo a ese Estado a cubrir vacíos, a llenar funcion es que se tornaron cent rales para la gobernabilidad, habida cuenta de la ausencia de un aparato plenamente estatal, burocratizado y organizado, necesario para tomar en sus manos esas prerrogativas. Esas instituciones fueron en muchos casos masónicas, pero en otros muchos estaban ligadas a la Iglesia católica, como el caso de los Asilos de Huérfanas a los que hicimos referencia. En ellos, la asistencia a los niños desamparados adquiría preeminencia, pero no quedaba al margen la educación. Tras la vigencia de las leyes que nos hablan de una mayor intervención del Estado, siguieron siendo los sectores privados, con fuerte protagonismo femenino , quienes se encargaron de asistir al Estado en formación, situación que no fue privativa de la educación sino que también se destacó en materia de salud , en este caso con una importante vinculación entre Estado municipal, mujeres y logias masónicas. Si bien no exento de conflicto, estamos en un periodo en el que debemos también atender, tal como las fuentes de nuestro espacio de estudio muestran, a las colaboraciones, a las relaciones entre organizaciones tradicionales, las mujeres de la elite , diversos actores sociales y el Estado en pos de organizar un orden, de establecer condiciones de gobernabilidad. Así, la Iglesia católica y la masonería contribuyeron, en un mismo espacio, a consolidar sociabilidades de tipo moderno, en mo mentos y lugares hasta el momento ignorados. Fue el mismo Estado el que con-
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vacó a estos actores pr ivados y apeló a sus redes institucionales para fijar nuevas relaciones y colaboraciones en la imposición del orden social y político que se pretendía implantar.
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