YOLANDA OREAMUNO: EL ESTIGMA DEL ESCRITOR

YOLANDA OREAMUNO: EL ESTIGMA DEL ESCRITOR La estética-.., para no caducar, debe ser siempre nacida, todos los días inventada, y debe morir muchas mue

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Hola, joven escritor. Ya casi es noviembre y has decidido encarar uno de los retos más divertidos que jamás hayan existido: escribir una novela entera

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YOLANDA OREAMUNO: EL ESTIGMA DEL ESCRITOR

La estética-.., para no caducar, debe ser siempre nacida, todos los días inventada, y debe morir muchas muertes cada siglo, YOLANDA OBEAMUNO.

PROFUNDXZAQÓN DXX CONTENIIX)

Cuando en ÍC?66 el crítico español Andrés Sorel escribe sobre la nueva novela latinoamericana, señala lo difícil que es hablar de la literatura de un país como Costa Rica, del que apenas si se sabe de su existencia, y cuya realidad está velada por una serie de mitos y datos «risueños» que no corresponden a la realidad. Dicho crítico se detiene a analizar Mamita Yunai porque es la única novela de nuestro país conocida en la Península Ibérica, y concluye que tal novela «sirve... más que por su brillantez literaria, por su grandeza testimonial, para ofrecernos una visión, un panorama, un fresco del país» (i). N o vela-testimonio, panfleto político, acusación de desórdenes, injusticias sociales, imperialismo norteamericano, es lo que predomina en la época en Hispanoamérica y «Mamita Yunai no es una novela fuera de serie» (2), afirma el crítico. Realmente en el período de la Segunda Guerra Mundial predominó en Costa Rica la novela de protesta, pero no hay que olvidar que también se dio la novela costumbrista, naturalista, regional, sicológica y de vanguardia. Las figuras más representativas de aquel período de nuestra literatura —que siguen vigentes— se afirman definitivamente en esos m o m e n t o s : Francisco Marín Cañas, Carlos Luis Fallas. Fabián Dobles, Joaquín Gutiérrez y Yolanda Oreamimo. De éstos, los que siguieron con originalidad y acierto los movimientos de vanguardia en boga fueron Marín Cañas y Yolanda Orcamuoo. Y esta última fue la única que cultivó la novela sicológica de marcada influencia proustiana. El fenómeno de Yolanda O r e a m u n o (3) es desconcertante en el mundo peque ñoburgués costarricense: no sólo rompe con la literatura costarricense v centroamericana al atacar abierta v continuamente el (1) ANDRÉS SOREL: «La nueva novela CUADERNOS HISPANOAMERICANOS, Madrid, (z) (3)

latinoamericana: II. Costa Rica y Perú». septiembre 1966. mím. 201. pp. 708-709.

ídem, p. 71a. Véanse datos cronológicos al final de este artículo. 474

«folklore» que estaba en su apogeo, sino que además se niega a seguir el camino tan trillado de la novela de protesta hispanoamericana que persigue «lo socí alíñente conmovedor» para privarse de «lo conmovedoramente social» {4), Críticas acerbas llovieron contra su actitud revolucionaria y moderna, pero Yolanda Oreamuno, indiferente, continuó abriendo el camino a una nueva, rica y profunda literatura, en la que el hombre moderno iba a estar presente con sus inquietudes y circunstancias vitales. Sus ensayos, comentarios y cartas iban dirigidos a eso; su obra de ficción iba d a n d o forma a sus anhelos, se abría como flor primeriza de ejemplo. L a suya es «una búsqueda de valores trascendentales que excluye esos aspavientos mojigatos de escuela rural» {5) tan corrientes en nuestra literatura. Un querer darle a Costa Rica lugar en la cultura universal, sacarla de su pequenez espiritual, comprometerla artísticamente con el m u n d o . Sólo quienes han vivido en una sociedad gazmoña, provinciana, conservadora y llena de prejuicios de toda clase como la nuestra, podrán apreciar y comprender el fenómeno que fue Yolanda Oreamuno en nuestras letras. Ella se abrió a todas las corrientes de su época, asimiló todo lo bueno y hasta lo malo que éstas le proporcionaban, criticó con fundamento errores nuestros, tanto literarios como sociales y vitales, pero sobre todo en sus novelas y relatos comenzó a tratar con honda verdad artística lo que antes no se hablaba, y a descubrir zonas sagradas, «tabúes» de nuestra sociedad, en el amor, en la institución de la familia, del matrimonio, en el hombre, en la mujer. Problemas universales que transcurren en un ambiente hispanoamericano son los suyos. A los tenias y conflictos planteados en su obra, ¿se les puede negar universalidad? Hable de algo tan nuestro corno del artista y escritor M a x Jiménez, o del panorama poético colombiano, o de la pintura del cubano Abela, o de la necesidad de volver en Arte a los lugares comunes como medida saludable, o del conflicto entre el h o m b r e y la mujer, su obra interesa porque siempre trasciende la limitación fronteriza, horada la epidermis y penetra en lo más hondo -de la realidad que-es la médula de lo universal: IAÍ forma se depura, el. lenguaje se solidifica, 3a letra se comprime —explica Yolanda Oreamuno en una carta—. la subjetívízación psico(4) YOLANDA OREAMUNO : Carta núrn. 3 en Á lo largo del corto camino. Editorial Costa Rica, San José, 1961. (5) YOLANDA OREAMUNO : Carta inédita de junio de 1948 a don Joaquín García Monge, citada por GARCÍA CARRILIXÍ en «.Criterio literario», T^a .República. San José, 25 da septiembre de 1970. 475

analítica pretende ampliar sus fronteras penetrando en la extraña dimensión de las cosas; pero el meollo de todo esto es la profundización del contenido (6).

¿CUMPLIÓ SU DESTINO?

Milagro sorprendente de nuestro m u n d o comprimido, Yolanda Oream u n o se dilata más allá de la frontera costarricense por su dominio asombroso de los medios expresivos; por su conocimiento de técnicas aprendidas de otros («es tal vez ia primera en utilizar la técnica de Williarn Faulkner en una novela extensa» (7), nacidas también de la necesidad que tiene todo creador de bailar nuevas salidas; porque cultivó la novela sicológica en tiempos en que comenzaba en Hispanoamérica a dar primeros y pocos frutos, y en este campo no se queda a la zaga de las conocidas María Luisa Bombal y Marta Brunet. Si la vida de Yolanda Oreamuno no hubiera sido tan corta, no sería exagerado conjeturar —después de haber analizado minuciosamente su evolución artística-— que ella habría podido ser u n a más en la lista de los grandes narradores, entre los que figuran Rulfo, Asturias* Carpentier, García Márquez, Eduardo Mallea, Arévalo Martínez y otros. E n su lecho de enferma en Washington ella misma lo reconoce cuando escribe una carta a su querido amigo d o n Joaquín García Monge: Yo estoy m a d u r a ya para producir la mejor obra de mi generación en Latinoamérica. N o estoy embromando. Creo en eso como los antiguos creían en u n destino: creo en mi misión de belleza.

Yolanda Oreamuno escogió la difícil misión de los que entraron a machete limpio en lo más intrincado de la literatura hispanoamericana, pero desgraciadamente murió en medio de la brega, sin haber logrado en vida la fama y reconocimiento que los demás están gozando Lb mejor de su obra, ¿se produjo o se perdió? Con estas preguntas sin respuesta na se puede llegar a conclusiones categóricas. Sí se {6} YOLANDA OREAMUNO : Carta inédita de j u n i o de 1948 a don Joaquín García Monge, citada por GARCÍA CARRILLO en «Criterio literario», La República, San José, 25 de septiembre de 1970, (7) SEVMOUR M E N T Ó N ; Carta a Rima de Valibona desde California, 37 de marzo de 1972, fS) YOLANDA OSEAMUKO; Carta inédita del tS de agosto de 1949; citada por ELTGEN'IO GARCÍA CARKJLL,O en «Por la ruta de sus novelas 3 Universidad, 11 de julio de 1971. 478

h a c e necesario efectuar u n a valoración d e lo p o c o q u e d e su o b r a se conserva p a r a d a r l e el l u g a r q u e le c o r r e s p o n d e n o sólo e n las letras costarricenses, sino t a m b i é n e n las h i s p a n o a m e r i c a n a s .

E L MISTERIO DE UNAS OBRAS

PERDIDAS

L a c r e a c i ó n literaria d e Y o l a n d a O r e a m u n o a b a r c a novelas, c u e n t o s , relatos, ensayos, epístolas, coiné otarios, Profusa o b r a p u b l i c a d a e n p a r t e , dispersa o t r a p a r t e e n revistas o en m a n u s c r i t o s c u y o p a r a d e r o se i g n o r a h a s t a el p r e s e n t e . L a única d e las novelas suyas p u b l i c a d a es La ruta de su evasión, q u e g a n ó en 1948 el P r e m i o C e n t r o a m e r i c a n o 15 d e S e p t i e m b r e , d e G u a t e m a l a , ^'1 lo largo del corto camino recogió, d e s p u é s d e su m u e r t e , artículos y relatos a p a r e c i d o s e n Repertorio Americano, además de a l g u n a s c a r t a s d e la escritora. D e s p u é s d e e s t u d i a r d e t e n i d a m e n t e el c o n t e n i d o d e las c a r t a s d e Y o l a n d a O r e a m u n o , el d o c t o r G a r c í a Carrillo afirma q u e ella escribió las siguientes n o v e l a s : 1) Por tierra firme (1941 o antes). 2) Dos tormentas y una aurora: éste i b a a ser p u b l i c a d o e n la E d i t o r i a l L e y e n d a d e M é x i c o con u n a c a r t a - p r ó l o g o d e d o n A l f o n s o Reyes, « D o n Alfonso m e falló en p l e n o c o m o a m i g o » (9), explica Y o l a n d a O r e a m u n o , y p o r eso el libro n o se llegó a p u b l i c a r . E n Letras, de México apareció u n c a p í t u l o , « J u a n F e r r e r o » (10) (1944). 3) Casta sombría (1944). 4) Nuestro silencio, l u e g o l l a m a d a De ahora en adelante (1947). 5) La ruta de su evasión, l l a m a d a t a m b i é n La poseída (1948). 6) José de la Cruz recoge su muerte; « ¿ O b r a s o ñ a d a o realizada?)), se p r e g u n t a el d o c t o r G a r c í a Carrillo (11), E n m a r z o d e 1967, e n el C o n g r e s o d e E s c r i t o r e s d e A m é r i c a L a t i n a , «La d e s a p a r i c i ó n d e las o b r a s d e Y o l a n d a O r e a m u n o es u n terna d e conversación, y A u g u s t o M o n t e r r o s o a s e g u r a q u e e n su t i e r r a creen e n u n e x t r a v í o definitivo y t e m e n el plagio» (12). C u a n d o estaba en P a r í s A l e j a n d r o S u x le p r o p u s o a Y o l a n d a O r e a m u n o e d i t a r sus r e l a t o s y ensayos e n d o s v o l ú m e n e s y d i s t r i b u i r l o s en H i s p a n o a m é r i c a y F r a n c i a , así corno h a c e r e n P a r í s u n a ,radiodi{9) YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita del 15 de febrero de 1945, citada GARCÍA CARRILLO en «Por la ruta de sus novelas». (10) YOLANDA OREAMUNO: «Juan Ferrero, Letras de México, vol. IV, n ú m . i de noviembre de 1944. (11) EUGENIO GARCÍA CARRILLO; «Ppr la ruta de sus novelas», (12} LILIA R A M O S : Fulgores de mi ocaso, inédito. 477

por 33,

fusión coa críticas y lecturas de su obra, Con entusiasmo Yolanda Oreamuno recogió todo el material posible, pero como era habitual en ella, desgraciadamente lo extravió (13), con lo cual se frustró u n proyecto que pudo haber llevado a nuestra literatura costarricense a una muy respetable consideración en el m u n d o de las letras. JLa sicóloga y escritora tica Lüia Ramos analiza la tendencia de Yolanda Oreamuno a extraviar sus obras., a dejarlas abandonadas, a regalar los originales en muestra de agradecimiento, como «una de sus formas de autopuníción» (14), de suicidio que ella, su entrañable amiga, en vano procuró atenuar para salvar a Yolanda y su obra (15). ¿Qué castigaba nuestra autora en sí misma? ¿El talento artístico? ¿La superioridad espiritual? ¿Su belleza física? ¿Todo lo que ofendía a ios demás y le daba como mujer el desengaño continuo del amor v la amistad frustrados? -!Su hondo anhelo de genialidad v al mismo tiempo el terror a ella? En una de sus cartas., cuando habla de la muerte, explica que no la ha sentido tanto en su agonía en el hospital como en un cósmico miedo DE SER YO GENIAL. Salir de la medida es mi ambición; es lo que yo deseo; es aquello por lo que t r a b a j o : es aquello a lo que puedo sacrificarle todo, sin que ese todo sea casi sacrificio; pero me produce terror, y sé que a ese terror... debo sucumbir. ...Entregarse al genio, ser cosa suya, tierra de su simiente, olor de su flor, objeto de su actividad, campo para que actúe, es entregarse a la muerte y vivirla minuto a minuto. El genio es allá donde se rompen las medidas, donde tú estás solo, absolutamente solo, y no te sirven las palabras de los otros, ni sus sonrisas, ni siquiera su amor. Es estar cohabitando con ia muerte en todos los segundos. Es no poder conjugar con los d e m á s ; es dejar de tener familia humana y convertirse en la soledad y la muerte mismas, caminando, moviéndose y tratando vanamente de parecerse a los que representan la humanidad y la compañía. Yo tengo miedo de ser eso, y eso quiero y debe ser {16).

ANTE

LA I N D I F E R E N C I A

NACIONAL

Yolanda Oreamuno expresó en vida gran interés en que leyeran su obra en Costa Rica, no sólo los intelectuales, sino también «el público raso». «¡Frialdad espeluznante! —comenta uno de sus críticos—. (15) LILIA RAMOS : Fulgores de mi ocaso, inédito. (14} ídem. {15) LILIA R A M O S ; «Yolanda Oreaimwio en mi recuerdo eviterno», ¿4 lo largo del corto camino, p. 336. {16) Carta nilm. 1 a AI.IFJREOO SANCHO CQLOMBAKI (sin fecha), en A la largo del corto camino (las mayúsculas son de la autora). 478

Exub eraban los comentarios en privado. E n público, ni siquiera le hacían el favor de atacaría» (17). Yolanda Oreamuno se duele siempre de esa indiferencia y por lo mismo, acogida con afecto y admiración en Guatemala, se hace ciudadana guatemalteca y declara entonces en una de sus cartas a don Joaquín García M o n g e : Quiero que si algo de valor hago yo en el ramo literario, mi •trabajo le pertenezca a Guatemala, donde he tenido estímulo y afecto, y no a Cosía Rica, donde, fuera de usted, todo-' el m u n d o se lia dedicado a denigrarme, odiarme y ponerme obstáculos. Deseo que nunca se me incluya en nada que tenga que ser con Costa Kica y que mi nombre no figure en ninguna lista de escritores ticos, porque mi trabajo y yo pertenecemos a Guatemala (18).

El despecho, el pesar de la indiferencia, y la incomprensión costarricenses que ella acusó una vez en el caso de M a x Jiménez, le dictaron esas palabras. Es el gesto y la pataleta del que no h a logrado atraer la tención, como solía hacerlo de niña, que «trataba a toda costa de hacerse sentir, interrumpiendo la conversación, gritando, corriendo o ejecutando esos actos imprevisibles y teatrales que hacen los niños mimados», Y cuando 110 le hacían caso, «encontraba lo más prudente desaparecer del escenario)) {19). .Dos ironías responden a ese gesto de no querer nada con Costa Rica: Una, es que así como hay un ciclo de su obra costarricense y otro mexicano, ninguno de sus relatos ni ensayos conocidos recoge la realidad guatemalteca. Y esa ironía va más lejos cuando después de haber revisado cuidadosamente las revistas guatemaltecas donde según la autora se le pagaban los artículos a veinticinco dólares cada uno (20). se llega a comprobar con desazón que sólo aparece en la Revista del Maestro el cuento «Un regalo», que u n año antes había sido publicado ya en México y en Costa Rica, y en El Imparcial. el ensayo «El caos genésico en la pintura de Abela», ¿Crítica a su obra en Guatemala? Sólo apareció el artículo de la costarricense Lilia Ramos «Sin noviciado, Yolanda Oreamuno escribe (17) I..LLIA HAMOS : Op, cit,, A lo largo del corto camino, p. 333. (18)' YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita desde México, (1948), citada por GAKCÍA CARRILLO eu «Combinación de criolla y francesa es peligrosa», La República, 13 de junio ds 1970. (19) JOSÉ BASILEO A C U Ñ A : «Yolanda Oreamuno, en mesa redondas, La Nación} 11 ele julio de 197 s, p. 67, {20) YOLANDA OREAMUNO: Cartas inéditas a García Mongc, fechadas el 27 de enero de 1947, 22 de enero de 1948 y 1 de junio -de 1948. Datos remitidos a Rima de Vallbona por el doctor García Carrillo, 18 de enero de Z972. 478

libros sicoanalíticos (2*), que ese mismo año publicó también en Costa Kica Repertorio Americano. Unos pocos comentarios en la prensa cuando ganó el premio de novela en 1948, y una pequeña semblanza como introducción a «Un regalo», del guatemalteco Miguel Marsico,vétere y Duran (a^). H a y que reconocer que fue en Guatemala donde le publicaron La ruta de su evasión. Lo irónico es que fue una pobre edición mutilada. L-a otra ironía es que su terruño, esa Costa Rica ingrata, no cesa de palpitar en su obra tanto en el lenguaje y en el ambiente como en el grito de la chicharra, o en el sabor del limón dulce o del tamal asado. Quejas, reproches y aspavientos contra su tierra son más bien una afirmación de su ser de costarricense herido en lo más h o n d o ; es un poco esa manera de los españoles más auténticos que viven renegando de España. Costa Rica, pequeña, aldeana, astilla clavada en el nervio más sensible, ¡cómo duele esta Costa Rica indiferente! ¡Cómo se desangra el alma en palabras contra ella, para arrancársela, porque está m u y clavada y ya se ha hecho fibra medular del ser!

E l , DOLOR JDE LA MUJER Y LA ESCRITORA

Casi todos los que conocieron a Yolanda Oreamuno, en especial ios intelectuales, se entretuvieron en exaltar su gran belleza física y apenas si mencionaron su talento literario. U n o de sus críticos analiza este fenómeno, y con penetrante acierto concluye que de esta manera se colocaba «un velo grueso y oscuro sobre la autora espléndida» (23). ¿Qué conocieron de Yolanda Oreamuno sus coevos costarricenses? Sólo el mito. A don Joaquín García Monge ella le escribe desde Guatemala ; Creo que con don Ricardo Jiménez y usted formamos ía trilogía de «mitos» populares costarricenses. Yo cada vez allá [en Costa Rica] era más leyenda y menos una persona... Allá actuaba en Yolanda O r e a m u n o ; aquí [en Guatemala] comienzo a vivir en mujer. Había llegado a tanto el asunto, que temía defraudarlos, e inconscientemente hacía todas aquellas cosas absurdas y descabelladas que ellos me criticaban, pero que ellos de mí esperaban para redondear su mito... Les dejo la leyenda para que se distraigan, pero me vengo yo (24). {21) LILIA R A M O S : Op. cií., El Imparcial, Guatemala, 6 de m a y o de 1950, página 3. {•za) MIGUEL MARSICOVÉTERE Y D U H Á N : «Antología del cuento guatemalteco, Yolanda Oreamuno», Revista del Maestro, Guatemala, núms. 13-14, año IV. abrilseptiembre 1949, p. 108. {23) LILIA R A M O S : «Yolanda Oreamuno en mi recuerdo eviterno». A lo larga del corto camina, p. 333. (24) YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita desde Guatemala (1947), citada por GAECÍA CAXBCLLO en «Combinación de criolla y francesa es peligrosa». 480

Tener vocación es comprometer el ser entero en algo que da sentido a nuestra existencia al irse realizando a través d e los demás. Entregarse a esa vocación totalmente y saberse excluido, eliminado del propio campo profesional por el silencio, o por hábiles subterfugios, o por la denigración de la propia persona y obra —obra hecha con fibras medulares del espíritu—> es probar la pulpa más amarga del fracaso, es agonizar en el vacío, es naufragar en el horror del absurdo y la nada, Así y todo, Yolanda Oreamuno aceptó y vivió con intensidad su vocación que ella llamaba «el estigma del escritor» y tuvo siempre la conciencia clara de que no podría escapar al tremendo sufrimiento inevitable a su quehacer de escritora (25), Yolanda Oreamuno, corno todo auténtico poeta, escribe en trance de dolor, reviviendo el sufrimiento pasado, haciéndolo venero de inspiración : T a he sufrido y sentido m u c h o ; tengo veintiocho a ñ o s ; mi vida ha sido varia y dura, y estoy segura que es fuente para todo lo que quiera con ella hacer. Por eso siquiera 'vale la pena sufrir. Á veces, cuando estoy apenada, pienso (¿será esto delictuoso?), pienso así: «Gracias que tengo esto vivido para poderlo decir» (26}.

Dolor. Sólo dolor fue la trágica y corta vida de Yolanda Oreamuno. N o sólo dolor al verse suprimida del ambiente cultural del país. A ese sufrimiento intelectual se sumaron otros más íntimos, más profundos: Huérfana de padre a los nueve meses:, pasa su niñez v juventud entre la tiránica incomprensión de su madre y los mimos extremados de la abuela. El rapto sin consecuencias cuando estrenaba las alas en sus primeros trabajos. Su desgraciado matrimonio con el diplomático chileno Jorge Molina Wood, quien padece de un cierto desequilibrio emotivo, el cual lo lleva varias veces a la violencia y a intentar matarla. El suicidio de su marido pocos meses después de la boda. El fracaso del segundo matrimonio. A raíz del divorcio le quitan su hijo Sergio y le prohiben rotundamente verlo. Desgarrador sentimiento materno el suyo, que la lleva a escribir «en horas de saudades ilímites, de aflicción callada, cartas a Sergio.,., y lo patético es' que no se echaban al correo» (27). Búsqueda incansable de un afecto definitivo que llene el vacío que h a dejado el hijo. La gravedad que a los treinta (25) YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita a don Joaquín García Monge desde Washington, 18 de agosto de 1949, citada por GARCÍA CARRILLO en Por let ruta de sus novelas. {16) YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita a don Joaquín García Monge (1944), ídem. {27) LILIA R A M O S : «Yolanda Oreamuno, en mí recuerdo eviterno», A lo largo..., p. 338. 481

años la pone a las puertas de la muerte y de la que se salva por milagro. La pérdida de sus manuscritos. El asedio que sufre de profesionales sin escrúpulos, quienes 1 en más de una ocasión le exigen que se les entregue como mujer en pago de lo que ella más necesita (el abogado que tiene en sus manos ganar el litigio en relación con el hijo lo deja perder porque ella no accede a tan baja d e m a n d a (28). La durísima lucha por la vida: cuando no puede escribir la novela hilvanada en la mente, porque no tiene máquina de escribir, o no puede continuar el libro empezado porque alguien le ha quemado los primeros capítulos. Cuando no cuenta ni con tres dólares para revalidar el pasaporte con el fin de irse a México. Cuando tiene que ocupar su tiempo en diversos trabajos de poca monta, como diseñadora, costurera, chófer, empleada de la compañía de aviación T A C A , tal vez de A V I A T E C A también. Al final muere sola, lejos d e su patria. Su t u m b a en México fue la imagen de la desolación, mísero pedazo de tierra (la tierra, ¡cómo la amó ella!) con un número, 7-363, ni siquiera su nombre ni las simbólicas iniciales d e «Yo» con que solía firmar, En 1961 sus restos fueron trasladados a Costa Rica. Es a partir de 1962 más o menos que se despierta en el país un gran entusiasmo por la obra de Yolanda Oreamuno. Se la lee con fervor. Se buscan con avidez sus manuscritos. Hasta la juventud intelectual de hoy le tiene devoción. Actualmente se planea levantar un monumento en su memoria, Yolanda Oreamuno hubo d e esperar la muerte para recoger el «reconocimiento postumo d e este pueblo desdeñoso y pasivo» (29), como ella misma lo acusó en el caso de otro magnífico escritor tico, Max Jiménez.

ELEMENTOS AUTOBIOGRÁFICOS EN LA OBRA DE YOLANDA OREAMUNO

No hay una página de Yolanda Oreamuno en que no esté ella presente en u n a observación, una protesta, una pasionada defensa, una emoción. Sus ensayos y comentarios tienen como fuente las reacciones que despertaron en ella lecturas, conversaciones, recuerdos, vivencias, el descubrimiento de un nuevo talento artístico, la adhesión al amigo entrañable. Inadvertidamente su voz se hace sentir con una nota personal para explicarse a sí misina, con lo que rompe la objetividad propia del ensayo. Al analizar en una carta la novela Puerto Limón, de Joaquín Gutiérrez, ella misma reconoce sus limitaciones: (?$) LILIA R A M O S : Fulgores de mi ocaso. (29) YOLANDA OREAMUNO : «El último Max A lo largo... p. 38. 482

ante

la indiferencia

nacional)?,

-

i. YOLANDA

OREAMUNO.

obras de Yolanda Oreamuno de carácter subjetivo «el tema central es siempre 'ella', la autora, frente o dentro de alguna circunstancia» (36). Los personajes femeninos de nuestra autora representan diversas facetas del ser ultimo d e ella misma. Con la protagonista del relato «Valle alto» hay una notable autoídentificación, pero en realidad donde se revela con más fuerza es en Elena y Aurora, las dos protagonistas de La ruta de su evasión. Quienes conocieron a Yolanda Oreamuno afirman que ella solía adoptar actitudes de ambos personajes según la ocasión: Si tenía que defenderse, si se hallaba con envidiosos o dominantes, su Elena Viales surgía... «con su áspera egolatría«... JLa E k n a Viales en Yolanda fue la máscara que vieron los desconocedores del alma h u m a n a . Jamás sospecharon la vida intensa y a m a n t e de A u r o r a : dulce> comprensiva, gentil, casi inerme, bondadosa {37).

Elena y Aurora, dos reacciones anímicas de Yolanda Oreamuno. La agonía de Teresa, la vivida en el hospital de Washington por la autora. Circunstancias de la novela, las mismas de su segundo matrimonio : En esos pleitos y en esos tremendos dolores encuentro las frases del libro, N o hubiera podido hacerlo y hubiera quedado vacío si no fuera por el dolor que hay concentrado en él (38).

Y Teresa.,. ííEn mucho soy Teresa» (39), declara la autora. Llama la atención que su ensayo «¿Qué hora es.,.?» (40) esté firmado con un simple «EGO». Y cuando firmaba con sus iniciales, el «Yo» vuelve a manifestarse tercamente. ¿Egocentrismo? ¿Dación —su palabra predilecta para expresar entrega— continua de sí en todo momento, en cada acto? ¿Conciencia de su gran talento artístico? Su voz, siempre altiva y orgullosa, afirma sin titubeos la superioridad de su ser: «Yo soy eso, espíritu poseído por una carne altiva que en el gozo o en el dolor llega a lo sublime» {41). i;ó) VICTOKIA URBANO: Una escritora costarricense: Yolanda Oreamuno, Ediciones Castilla de Oro. Madrid, 1968, {37) LILIA RAMOS : «Yolanda Oreamuno, en mi recuerdo eviterno», A lo largo..., p. 337, (38) YOLANDA OBTEAMUNO : Carta núm, 5 a Margarita Bertheau desde Guatemala (sin fecha), A lo largo... (39) I.H-.IA R A M O S : Fulgores de mi ocaso y carta inédita de Yolanda Oreamuno 3 García Monge (1047), citada por GARCÍA CAK.RIL.LO en «Por la ruta de sus novelas». (40) El título «¿Qué hora es...?w corresponde más bien a la Sección de Repertorio Americano, dedicada a Educación. El ensayo se llama «Medios que ussted sugiere para librar a la mujer costarricense de la frivolidad ambiente». {41) YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita del 18 de agosto de 1949 citada por GARCÍA C A R M L Í O en «Por la ruta de sus novelas». 484

Sus cartas, ¿qué son sino una etopeya de la autora? Sin ellas a estas horas sólo conoceríamos tal vez el mito de Yolanda Oreamuno, pero no su íntima realidad. La presencia constante de Yolanda Oreamuno,, además de ser tema de su obra, constituye una fuerza unifieadora y le transmite gran vitalidad y lirismo. Su obra es su concepto del m u n d o . Con T h o m a s M a n n se puede afirmar que cuando ese concepto nace de la pasión vivida y sufrida con todo el ser, la obra llevará siempre el seüo de la belleza. A h í está ella, Yolanda Oreamuno, repitiendo aun en la m u e r t e : «Mi vida propia es mi único documento» (43).

ACTITUD ARTÍSTICA Y CTJLTUKAL

Desde que se da a conocer con sus primeros ensayos y cuentos, Yolanda Oreamuno se revela como escritora de grandes inquietudes espirituales, lectora ávida, observadora aguda que no terne meter por primera vez el bisturí del análisis y la crítica en gangrenas encubiertas por la hipocresía costarricense e hispanoamericana. Ensayos, comentarios; y sobre todo sus cartas, son una rica fuente de información para conocer la actitud suya ante el arte y la cultura en general. El milagro de la obra de arte se produce para Yolanda O r e a m u n o cuando el artista logra «dar un nuevo mensaje, interpretar un momento trascendente, pintar la esencia de un pueblo, abrir un camino, responder a una necesidad vital» (43). E n este sentido la obra de Yolanda Oreamuno cumple con su postulado de abrir caminos, no sólo en nuestra literatura, sino también en la hispanoamericana. Siempre dominada por la búsqueda de nuevos derroteros, por el ansia de superación, en otro artículo analiza la manifestación artística como un movimiento tendiente a superar.,, lugares comunes conocidos, yendo más allá de ellos y aumentándolos al propio tiempo, hasta que un nuevo movimiento más amplío lo convierta a su vez en lugar común, sobrepasándolo (44).

Fiel a este principio, hostiga a los escritores para realizar obra con «aliento renovador» y refuta toda literatura estancada, todo movimiento que haya llenado su cometido, como la que ella llama literatura (42.) YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita a don Joaquín García Monge (1944), citada por GATICÍA CARRILLO en «Cartas íntimas de una dama de la literatura». La República, 30 de abril de 1970, (43) YOLANDA . OREAMUNO: «Max Jiménez y los que están», A lo largo..,, página socs, (44) YOLANDA OREAMUNO: «La vuelta a los lugares comunes», ídem, p. 63. 48S

folklórica. T a m b i é n ataca la literatura decadentista, porque extrae violentamente el concepto h u m a n o «para ofrecernos en su lugar pildoras de exhumaciones, puramente cerebrales» (45). Lo h u m a n o es esencial para Yolanda Oreamuno, Sentir «en humano» es la actitud serena, mesurada y estable del artista {46). I>e ahí su posición de rechazo ante el «pródigo cerebralismo que sustenta la típica actividad moderna» (47). En su búsqueda de originalidad acusa a la poesía de Hispanoamérica de su época de ser superabundante y de rratar de imitar a García Lorca, Neruda, Alberti, Guillen. Pide entonces «una higienización poética» con mía vuelta a la sencillez, a la «frase simple, 'simple como un anillo', ai decir de Neruda» (48). Protesta contra el abuso de la metáfora y de la acumulación de comparaciones que permiten «márgenes más amplios para la falta de imaginación del autor» (49). Este subterfugio ya había sido interpretado antes por Azorró de manera parecida como u n o de los más graves tranquillos literarios de carácter primitivo e infantil, que sirven para evadir dificultades El abuso de la metáfora, con las deficiencias antes señaladas, es para nuestra autora un síntoma grave de decadencia lírica en Hispanoamérica. Buscando autenticidad y siempre fiel a sí misma, afirma que «es mejor, más pura la realidad como yo la veo que como la pueda pervertir mi cerebro. Siempre hay algo enfermizo en desvirtuar la realidad» (jo)- «40° sobre cero», donde afirma esto, puede considerarse su acto de profesión de fe en el realismo y rechazo definitivo de la fantasía que predominó en su obra hasta 1937. A partir de este momento crea siempre arraigada en la realidad, haciendo uso de su fértil imaginación sólo para captar y expresar mejor esa realidad. En sus cartas insiste Yolanda O r e a m u n o en que el arte tiende a generalizar y no a quedarse en los límites de una pequeña geografía, ni de un pequeño problema. En este sentido niega «el libro americano» que «se limita a ubicarse geografi.cam.ente. en determinado punto y circuye tales o cuales problemas» (51). Universalidad es lo que pide, o por lo menos «las dimensiones mínimas y grandiosas de lo h u m a n o y permanente» (52). Í4"") (46) (47S (48) (49) Í50) (51) (52)

YOLANDA YOLANDA YOLANDA

OREAMUNO; OREAMUNO ; OREAMUNO;

«1M v u e l t a a los l u g a r e s c o m u n e s » , ídem, p. 63. «El ú l t i m o M a x J i m é n e z . . . ^ , ídem, p p . 37-3S. « P a n o r a m a p o é t i c o c o l o m b i a n o . . . » , ídem, p . 83.

Ídem. YOLANDA O R E A M U N O ; YOLANDA O R E A M U N O : YOLANDA ORKAMUNO;

«L-a v u e l t a a los l u g a r e s c o m u n e s » , ídem, «40 o sobre cero», ídem, p p . 141-142. C a r t a n ú m . 3, ídem.

Ídem. 486

p p . 70-71.

Tenemos que encontrar el lenguaje de todos —escribe la autora—, no aquel que entienda sólo el cubano, o el guatemalteco, o el tico. Mi actitud tiene valor en la proporción en q u e la profundidad del dolor, la miseria y la angustia humanos son humanos y generales. Encuéntrense donde se encuentren, son siempre los mismos, y para que tengan valor de documento, derecho a la perdurabilidad, sólo es necesario dar al libro o a la obra ese apelativo «de arte», que equivale a un canto alto, que por alto, por inmensamente alto, puede alcanzar a. todos y volverse general (53).

«Profundizacion de contenido» es lo que pide al artista, y que abandone la búsqueda árida de pretextos triviales para hacer literatura. Quiere que el «artículo f diga cosas', no que especule. La especulación por sí agoniza y sólo tiene un recinto todavía aceptable, en el cuento y la novela; pero en calidad de medio, no de fin» (54). La verdadera meta del poeta auténtico es para nuestra autora la de cumplir la parábola creadora realizando un nuevo concepto poético y artístico, como lo hicieron García Lorca, N e m d a , Guillen y Alberti en su época. Los otros, los que calcan «sin entenderlos ni tener u n profundo sentido histórico y epónimo, a Neruda y a Guillen);, sólo desbarran y violan la poesía (55).

OBRA

SIN

DEUBEKACIÓN

Cuando Yolanda Oreamuno analiza Mi mujer y mi monte} del francés Vidal, y Vida y dolores de Juan Várela, del costarricense Herrera García, señala como aciertos maravillosos el que los autores realizaran esas novelitas tan logradas y humanas, sin proponerse nada, sin intenciones d e ninguna clase. Además critica las publicaciones de su tiempo que no ofrecen al lector un pequeño poema de mérito, «cuya lectura, sin mayores especulaciones' ni mínimos suspiros, nos produzca únicamente la legitimidad de una alegría» (56). Ese no proponerse nada el artista parece ser para nuestra autora el quid de la obra de arte. E n una de sus cartas declara: «No puedo hacer nada deliberado, Y por extraña coincidencia, lo indeliberado ocurre en mí para adentro, de la hoja a la raíz;) (57). (53) YOLANDA OREAMUNO; Carta núrn. 3, ídem. (54) YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita desde México (1948) a García Monge, citada por GARCÍA CARRILLO en «Criterio literario», "La República, 25 de septiembre de 1970. {55) YOLANDA OREAMUNO: «La vuelta a los lugares comunes», A lo largo..., página 71. (56) YOLANDA OREAMUNO: «Panorama poético colombiano...», A lo largo..., página 88. (57) YOLANDA O R E W U N O : Carta núm. 3, A lo largo... 487

Por su actitud desinteresada en arte y por su despreocupación de mensajes e intenciones de cualquier clase no sorprende su apasionamiento por la pintura de Eduardo Abela, ni que haga la defensa del humorismo. La literatura y el arte para nuestra autora no deben ser comprometidas y en cambio deben ir encaminadas a «la búsqueda de valores trascendentales ($S).

TENDENCIA LITERARIA

E n general se relaciona la obra de Yolanda O r e a m u n o con el surrealismo a pesar de que entre lo que se conoce de su obra sólo hay un relato, «La llave», que encaja dentro de esta tendencia literaria. N o se puede negar que la autora se preocupe, como los escritores surrealistas, de todo lo irracional, inconsciente, sueños, reacciones instintivas. No es precisamente el surrealismo el que la lleva por esos vericuetos, sino la influencia de Proust y su marcado interés por todas las manifestaciones de la psique h u m a n a . Su meta no es representarlas sólo metafóricamente, sino también, y sobre todo, analizarlas consciente y racionalmente, a la manera proustiana, incluyend o en el análisis, como el autor francés, hasta observaciones y conclusiones teóricas personales. Para comprender por qué se relaciona la obra de Yolanda Oreamuno con el surrealismo, conviene recordar que no todos los seguidores de este movimiento en Hispanoamérica se apegaron a principios tan ajenos a ellos y en cambio siguieron el camino abierto por Artaud, Rousell. Péret, Michaux y otros que en vez de evadirse por los sueños, vinieron a buscar a América nuevas fuentes de inspiración: es la realidad maravillosa americana poblada de mitos y magia la que da al surrealismo un nuevo brío y lo salva de caer en lo artificial y forzado, inmerso como vivía en las oscuridades anímicas (59), De esta nueva actitud surrealista nace el Realismo Mágico hispanoamericano. Cuando Yolanda Oreamuno se acerca a la naturaleza costarricense, deja a un lado los mitos pintorescos de siempre y se dedica a buscar la verdadera realidad, «que está debajo de sí misma» (60), como hacen los mágicor re alistas. «Si solamente hubiera visto árboles... no habría visto el sentido de mi tierra», afirma la autora. Así descubre la tierra, la que «está debajo de esa mascarada que finge el horizonte»; «el (58) {59) francés», (6c)

YOIANDA OHEAMUNO: Carta ESTTIARDO N Ú Ñ E Z : «Realidad

n ú m . 3, A lo largo... y mitos latinoamericanos en el surrealismo Revista Iberoamericana, núm. 75. abril-jumo 1971. YOLANDA OREAMUNO: «El espíritu de mi tierra», A lo largo,,., p, 154. 488

hombre de tierra por dentro que tiene otro h o m b r e de tierra por fuera» (61): las chicharras que pagan «con su vida el delito de cantar»: Crecen bajo el verde, en el polvo, en los jardines sus voces, que mueven las hojas, que mecen el río, que ascienden siempre, siempre, como si nunca fueran a terminar, desesperantes, en oleadas, rezumando del suelo, en abanicos^ bajando de las casas, siempre, siempre, siempre.,. (63),

Esa mirada penetrante y ese captar el hondón de la realidad en la obra de Yolanda O r e a m u n o corresponden a los postulados del entonces incipiente realismo mágico que llegó a florecer entre 1940 y 1950. Es en 1949. en el prólogo a El reino de este mundo, que Alejo Carpentier define ese aspecto de la literatura que él llamó de ido real maravillosos): Lo maravilloso —explica el escritor cubano— comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de u n a inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de 3a realidad, de u n a iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu q u e lo conduce a u n ixiodo de «estado límite» (63),

De manera intuitiva, como todo en ella, Yolanda O r e a m u n o presiente el realismo mágico cuando comienza a buscar el otro ser del hombre, la otra voz de la tierra, lo que está más allá de nuestras impresiones. Captar el misterio de las cosas como ellas son, sin deformarlas, es su meta. La sucesión de imágenes sugestivas, realiza la magia d e conjugar lo aparente con lo medular, lo concreto, con lo inexplicable. La poesía surge en sus páginas naturalmente de la fusión del tema sustancial con u n estilo evocador. Finalmente, corno ocurre en todo mágicorrealista, suele exaltar sus sentidos a tal extrema, que puede penetrar los inadvertidos matices d e la realidad (64). El realismo mágico incipiente en esas obras de Yolanda Oreamuno no se llega a plasmar con la totalidad de Carpentier. Asturias, Rulfo, Novas Calvo, García Márquez y otros, quizás porque nuestra autora perdió interés en el m u n d o americano para concentrarse en el análisis (6t) YOLANDA OREAMUNO: «El espíritu de mi tierra», A lo larga..., p. 151. (62) ídem, p. 152. (63 ALEJO CARPENTIER : El reino de este mundo. Editorial Universitaria, Sociedad Anónima. Chile, 1967. (64) Los principios del realismo mágico aquí analizados siguen la línea señalada por el profesor don Luis LEAL («El realismo mágico en la literatura .hispanoamericana». Cuadernos Americanos, CLIII, juiio-agosto 1967, pp. 230-335) y no la de Ángel Flores. 489

sicológico a lo Proust. Existe también la posibilidad de que los relatos posteriores a 1946, desaparecidos, prueben más bien que ella se haya ocupado de esa realidad hasta ponerse a la altura de los mágicorrealistas actuales, Mientras no se conozcan tales- obras, cualquier conclusión definitiva resultaría poco válida. En realidad a Yolanda Oreamuno no se la puede clasificar en ninguna escuela ni movimiento literario. Sus obras todas son búsqueda inquieta y adivinación de nuevas metas y formas que no se definen en una sola. En algunas páginas, preocupación por el tema esencial de Hispanoamérica que la coloca en la línea de los precursores del realismo mágico. En otras, predominio de elementos expresionistas {imágenes en especial). Aquí y allá u n a nota surrealista. Y además el apego a Proust en la novela. En definitiva, firme actitud ele vanguardia, que no se sabe si ai final se definió en algún movimiento determinado.

E L ANÁLISIS SICOLÓGICO Y LA INFLUEN-CIA r>£ PROUST

Desde los comienzos de su carrera literaria se nota en Yolanda Oreamuno una tendencia a la introspección muy marcada en sus cartas y trozos como «Insomnio» y «Vela urbana», «Se metía en su propia psique y, sin misericordia, la ostentaba, pecando a veces de cruel» (6$), afirma uno de sus críticos. El elemento introspectivo en su obra llega a su máxima realización en la novela LM ruta de su evasión, en la que logra penetrar con acierto reacciones y procesos neuróticos de sus personajes con aguda intuición, a la manera de Marcel Proust. Para quienes d o m i n a n la materia resulta admirable que nuestra autora manejara los conceptos sicoanalíticos fundamentales con soltura aunque no hubiera sido entrenada en ellos. La intuición fina y certera de Yolanda O r e a m u n o la hizo descubrir la variedad de complejos que tan destructivamente impulsan al hombre que ignora las formas satisfactorias en que pueden, manejarse para tenerlos como fuente de dicha. . . . A d i v i n ó las estrategias de conducta... t intuyó la raíz de algunas neurosis y psicosis. Con maestría describió el papel de los síntomas que, para el espectador común, son enfermedades. Su penetración no fue escalpelo que disecaba, sino bisturí qu-e hacía cortes hondos y firmes, poniendo ai desnudo el riquísimo- contenido que mueve a los seres humanos en la vigilia y en el sueño (66). (65) LILIA R A M O S : "Loe. cit., A lo largo,.., p. 339. {66) LILIA HAMOS : «Yolanda Orearnuno» ; en mi recuerdo eviterno». A lo largo..,, pp. 338-339. 4SQ

H a y quien precisamente por el predominio de dicho elemento sicoanalítico h a criticado la novela de Yolanda Greamuno porque mucho de ella «es contar ni sicoanalista, si nos pusiéramos con cuidado a analizarla» (67). Cabe aquí preguntarse si esa intuición sicoanalítica es innata de Yolanda Oreamuno o si la adquirió a la sombra de Marcel Proust, su dilecto autor: Marcel Proust—reconoce abiertamente nuestra autora— es mi mejor cuento de hadas, I.,a magia de Proust en mí se realiza porque es el único autor capaz de levantar -en raí «moción, ideas, ideas genuinamsnte propias, no proustianas. Con escritores tan contagiosos como Galdós. Mailea, Huxley. D. H. I.awrence, Malraux. puedo caer en el pecado de producir ideas galdosianas. mallcístas. huodeyanas o malrauxisías. Con Proust me nacen, solamente ideas, ... I,a gloría abstracta del creador h a de consistir en eso: en esperar una criatura, por modesta que sea, que veintiocho años después de su muerte, se realice en sí misma por él (68).

La devoción a Proust. comenzó a los dieciséis años, época en que se dedicó a leer En busca del tiempo perdido. Fueron tantas las veces que lo leyó y tal la veneración al autor francés, que ella misma hizo un interesantísimo examen de hasta dónde esto la perjudicó: A ratos pienso si mi Proust me h a hecho mucho daño. Con él he aprendido a sufrir... He aprendido a degustar la intensidad de la pena hasta sus más recónditos pliegues y a dudar de la realidad de mis goces... Me he encontrado con La prisionera^ y, como en todo lo suyo, me encuentro bien. Pero es un caldo de angustia. Para dos cosas que uno encuentra en la vida a cada rato me ha hecho él vulnerable: la mentira y la espera... El me obligó, a través de sus páginas intensas a buscar la verdad, no en lo que otros dicen, sino en lo que no quieren decir; con lo cual está uno a m p u t a d o para la vida corriente en esa gozosa aceptación de lo vulgar, y me obligó también a dividir la espera en segundos, en instantes, cada uno pleno de esa calidad de la espera tan indescriptible, tan devastadora y tan de ella {69).

Yolanda Oreamuno se acerca a Proust en la observación y análisis detallados e intuitivos de situaciones, actitudes, reacciones, sentimientos, estados de conciencia. E n cierta delectación en la demora (67) EUGENIO GARCÍA CARRIM-O : Carta del 3 de febrero de J072 a Rima de Va libo na. (68) I.íuiA R A M O S ; ldemr p. 335, y fulgores de mi ocaso, (69) YOLANDA OREAMUNO: Carta inédita (1947) a García Monge, citada por GARCÍA CAKKILJLO en «Marcel Proust, en Costa Rica». La República, 17 de julio d e 1970. 491

narrativa. E n la imaginación sicológica sutil capaz de penetrar los abismos del inconsciente sin conocimiento alguno de las doctrinas de Freud. En el subjetivismo y la poesía de sus páginas.

LITERATURA DE TENDENCIA

SOCIAL

E«s innegable que muchos elementos de la novela de Yolanda Oream u n o la acercan a Proust, pero también hay que reconocer grandes diferencias: La sociedad que pinta el autor francés es la decadente aristocracia y la frivola burguesía que no representan una realidad total o mayolitaría válida en la Francia de hoy, E n la novela de Yolanda Oreamuno, los personajes, sus problemas, su vida, ambiciones, alegrías y fracasos, son elementos constitutivos' de la idiosincrasia de la cíase medía hispanoamericana que es una mayoría vigente. Mientras la autora va dejando vivir a sus personajes y analizando su sicología en La ruta de su e-vas-ión, surgen al paso verdades patéticas, lacras que h a n persistido en nuestro ser hispánico por siglos: el machismo, el conflicto generacional tan en boga en la literatura de hoy y que h a sido un serio problema en la familia hispanoamericana, la extremada sumisión de la mujer ai hombre hasta el p u n t o de perder toda voluntad y quedar reducida a cosa, el vacío espiritual y sentimental de la esposa, etc. A lo largo d e la novela se contrasta como u n leitmotiv al h o m b r e y la mujer y se subraya la idea de que la mujer es víctima del hombre. Hoy en día no se debe restringir el término de novela social sólo a la obra que presenta el conflicto de las llamadas clases sociales y de la explotación de pobres y desvalidos por ricos y poderosos. Al criticar el punto de vista restringido de la llamada novela social, la escritora española A n a María M a t u t e se pregunta sí no es literatura social «ese m o n u m e n t o a la venganza que constituye eí retablo de La divina comedia». Y con ésta enumera El Quijote, Los hermanos Karanuizoxi. Madctme Boz>aryr Hamlet y hasta Romeo y Julieta (70), Aolicando este amplio criterio no se debe excluir de lo social la relación hombre-mujer como pareja, como matrimonio, como progenitores; ni la institución d e la familia con todos los problemas entre padres e hijos, educación, ejemplo, relaciones personales; ni la preocupación y defensa de grupos no privilegiados o sin derechos como la (70) A N A MARÍA M A T U T E ; Conferencia del 10 de marzo de 1968, TJniversity of St, Tíiomas, Housíon, Texas (Estados Unidos), 492

mujer. Es por todo esto que se puede aceptar como válida la afirmación de Yolanda Oreamuno de que en la novela su «tendencia meraria y psicoanalítica y socialista» (71). Por las implicacione políticas restringidas del termino «socialista», conviene cambiarlo por «social».

OTRAS INFLUENCIAS

Por el uso del monólogo interior; el fluir síquico y por otros aspectos más de su obra, algunos críticos lian declarado que Yolanda O r e a m u n o tiene influencia de J a m e s Joyce (7-2). E n una de sus cartas dice la escritora al respecto: N o he leído a María Luisa Bombal (con quien ya me han comparado), ni a Joyce (también me h a n comparado), ni imvcho menos a Jc-an Paul Sartre, ni los demás existencialistas (de cuya tendencia rae acusan (73).

En otra carta, Yolanda O r e a m u n o explica a una amiga cómo llegó a concebir la forma de La ruta de su evasión: La forma h a cambiado a tal punto, que yo misma no me reconozco. Es, ¿cómo lo dijera?, es la traslación del pensamiento de los personajes y el análisis de sus hechos, realizado sin pulir las palabras, con toda la brutalidad y todo el desorden que éstas se producen dentro del cerebro... He logrado hacer, cosa dificilísima para mí, capítulos enteros a base de conversación (74).

En esta extensa carta la autora da mínimos detalles de esa nueva técnica novelística, insistiendo en el esfuerzo de concentración para realizarla y para no olvidar la trama del libro. A d e m á s se nota en muchos momentos que el monólogo suyo sigue arraigado a lo tradicional, aunque todo él revela una continua voluntad de acabar definitivamente con lo lógico-racional para volverse incoherente, u n a conciencia clara de que se están manipulando técnicas y formas nuevas que aún hay que mejorar, depurar, perfeccionar. Esto mismo hace evidente un intento de creación personal y no una imitación del monólogo interior joyciano. (71) ADELINA Z E N D E J A S : «Escritora psicoanalista». Tiempo, 15 de diciembre de 1944, México, p. 33. {72) ABELARDO BONILLA: Historia de la literatura costarricense. Jmprenta Trejos Hermanos, San José, 1961, vol. I, p. 328, y Guiño FERNÁNDEZ: «Frente a un astigmatismo aldeano», A lo largo..., p. 367. (73) YOLANDA OREAMUNO: Carta a Victoria Urbano, citada por ésta, op. cit.t página 193. (74) YOLANDA OREAMUNO: Carta n ú m . 5, a Margarita Bertheau desde Guatemala (sin fecha), A lo largo... 493

Pese a lo mucho que su técnica narrativa parece tener de creación personal, bien podría aceptarse la influencia de Faulkner por lo mucho que nuestra autora leyó su obra en general, sobre todo Las palmeras salvajes. Sea por influencia o no, cuando se observa lo que cerca del año 1947 se producía en el campo de la novela en Hispanoamérica, hay que reconocer con el crítico norteamericano Seymour Mentón el gran mérito de Yolanda O r e a m u n o : es quizá la primera en utilizar esa técnica en una novela extensa. Otras lecturas predilectas- de Yolanda Oreamuno fueron Miau, de Galdós; JLa -montaña mágica, de Tilomas Marín; La bahía de silencio y El sayal y la púrpura, de Eduardo Mallea, los cuales, de u n a manera u otra, dejaron huella en sus páginas,

E-STILG

A la temprana edad de veinte años, Yolanda Oreamuno se da a conocer en el m u n d o de las letras costarricenses con u n dominio absoluto de los medios de expresión., gran originalidad y osadía en la manera de enfrentarse a los temas, habilidad en el manejo de las técnicas literarias, lo que denota en ella una firme vocación. Esto no sorprende porque ya esa vocación había comenzado a revelarse a los diez años en sus cuentos para niños (75) y en múltiples creaciones d e su época de colegiala, cuando aún «andaba a las greñas con gramáticas y tildes... Recién salida del colegio tenía ya una novela escrita. Eso sucedía por allá del año 35» (76). El estilo de Yolanda O r e a m u n o es ágil, apasionado, vibrante, sinuoso, rico en imágenes, sugestivo y lírico. Se amolda muy particularmente a los géneros y temas y sufre una evolución que va de la expresión dionísíaca y neorromántiea de juventud hasta una cierta mesura y balance emotivo en los años posteriores. En ese estilo hay u n a pugna entre el ansia de desbordarse y un sentido de contención, que produce en la obra momentos- barrocos, sobre todo al querer captar la realidad americana. Lo extraordinario del estilo suyo es que el impulso dionisíaco disperso en el raudal de imágenes, en el rico vocabulario, en la exuberante adjetivación, en las oraciones largas («ambiguas frases proustianas» las llamaba ella), complicadas, llenas de meandros, incisos, siem-

(75)

ADELIN'A Z E N D E J A S : Op.

cit.,

(76) A L F O N S O U L L O A Z A M O R A ; brecha, m'mi. 5, e n e r o 1962, |). 9.

p.

33.

al-a

mujer

494

en

la

literatura

costarricense»,

pre se refrena a tiempo, con. lo que mantiene un cierto equilibrio y retiene lo que podría conducir a excesos románticos o barrocos. Profusión de imágenes, abundante adjetivación, períodos extensos, retorcidos, dinámicos, rítmicos., cargados de sentido, combinados con oraciones cortas, leves; audacia, imaginación, sensualidad, pesimismo, complejidad, carencia de sistema; esa misma ansia de desbordarse y estarse conteniendo de manera sinuosa; estilo barroca. Por ende, auténticamente hispanoamericano. Estilo y actitud vital barrocos los de Yolanda Qreamu.no, que intuyen ya la misión de ios grandes narradores nuestros, de que para situar en lo universal «todo lo que nos define, envuelve y circunda: todo lo que opera con energía de contexto»., es necesario nombrar nuestras cosas. Nuestra ceiba —comenta Alejo Carpentier-—, nuestros vestidos o flores se tienen que hacer universales por ia operación de palabras cabales, pertenecientes al vocabulario universal.,. T£X kgítirao estilo del novelista latinoamericano actual es barroco (77).

El estilo de Yolanda Oreaniuno se vuelve barroco cuando palpa con los sentidos abiertos, ávidos de realidad, las cosas nuevas para los demás, de esta América. Cuando comienza a nombrar esas cosas como quiere Carpentier; la naturaleza virgen del valle alto en México, el limón dulce, las chicharras, el paisaje nuestro, la tierra, los indios, los mariachis mexicanos. N ó es barroquismo artificioso de escuela literaria, sino manifestación de un ansia m u y propia de nuestros tiempos de llegar al sex de las cosas arrancándoles metáforas, adjetives y toda clase de recursos literarios que sólo constituyen lo exterior y aparente, lo que encubre u n a esencia difícil de aprehender. De ahí la insistencia en acercarse al objeto repetida y casi angustiosamente, de distintas maneras, con más nuevas y sorprendentes imágenes que nos lo van d a n d o a pedazos hasta que lo podernos palpar entero. «Apología del limón dulce y del paisaje» ilustra muy bien este proceso. Y en medio de su barroquismo, ¿qué hace esa contención que refrena los impulsos? ¿Ese encauzarse del desbordamiento que deja largos párrafos y páginas transcurrir con serenidad, despojados de toda ornamentación, a veces muy lógicos y racionales? ¿Y ese claro decir de «quisiera tener tan vasto y limpio el querer», que parece haber salido de la pureza expresiva de Garcilaso? ¿Es su conciencia artística y cultural que ha asimilado las manifestaciones literarias de su época la que pone ese freno? (77) A L E J O CARFENTIEJS: «Problemática de la actual novela latinoamericana», Literatura y conciencia política en América latina. Alberto Corazón, editor. Madrid, lOjóo pp. 39-44, 495

N o cabe d u d a de que los pasajes barrocos, arraigados en la realidad americana, así como los que nacen espontáneamente de la intimidad de su propio ser en un arranque neorromántico, son los mejores. Pierden soltura, lozanía y belleza, los que se aventuran por el camino del razonamiento, el análisis, y lo abstracto, los que se afirman en la contención recurrente. Interesa señalar que la toma de conciencia de su estilo se produce en Yolanda Oreamuno definitivamente cuando ella comienza a cobrar interés en los clásicos españoles y en especial en Gracián (¡nada menos que en el conceptismo!). Por entonces Proust seguía siendo su ídolo. Yolanda Oreamuno declara que «no le gusta escribir versos ni le gustan las poetisas» (78), Esto implica un rechazo del. elemento más superficial e innecesario al quehacer poético que es la versificación y el sonsonete declamatorio, precisamente porque nuestra autora tenía una idea clara y moderna de lo que es poesía. Su obra, toda en prosa, en general se caracteriza por una intensa calidad poética, entendida a la manera de Garlos Bousoño como la expresión de la realidad anímica, la cual abarca lo conceptual, lo afectivo y lo sensorial. Yolanda O r e a m u n o cumple con el postulado de Jorge Luis Borges de que puesto que las cosas no son intrínsecamente poéticas, hay que elevarlas a la categoría de poesía vinculándolas al vivir h u m a n o y pensándolas con devoción: N o son sólo las imágenes ni el dominio de los recursos literarios los que impregnan de lirismo las páginas de Yolanda Oreamuno. Es algo más que emana de ella misma, de su presencia en la obra, de su propia vida y de su manera de sentir el arte. Obra poética, y con «vocación de inmortalidad», porque en ella no se cumple esa tan despreciada por Borges «página de perfección... de la que ninguna palabra puede ser alterada sin daño» y que por tanto se desgasta con gran facilidad (79}. E n la prosa de Yolanda Oreamuno no faltan las cacofonías, repeticiones, errores sintácticos. Y a pesar de su ansia de universalidad, ella no evita términos familiares o vulgares, algunos ticos (semanear, jeta, domíngueño, entrecasa, moledero —sustantivo—-, realizar —por «darse cuenta»—, lo usa a menudo). Tampoco evita los anglicismos, galicismos, etc. Cuando Yolanda O r e a m u n o afirma que h a nacido con «el estigma del escritor»;, reconoce ya esas imperfecciones, pero con ellas reconoce también su calidad literaria:

(78) Í79)

SOTO DE AVILA: «Yolanda Oreamuno», A lo largo..., pp. JOHCE Luis BORGES: Discusión, Emecé Editores, S. A. Buenos

498

319-320, Ares, 1964.

No conozco a con eso. Es como H a y muchos que no conozco nadie

nadie Todavía en mi generación que h a y a nacido la voz. Se puede educarla, pero no se puede crearla. escriben mejor que yo, que no se equivocan, Pero que tenga «la voz» (8o),

OBRA UXIVERSAJL I>E CEPA HISPANOAMERICANA

Lo más auténtico de la universalidad de Yolanda Oreamuno es que adopta una actitud que hoy es norma de la mejor literatura nuestra, la de Cortázar, García Márquez, Rulfo, F u e n t e s : hacer obra universal sin desechar nunca lo hispanoamericano, más bien aferrándose a esto con la fuerza de la raíz que sostiene el árbol y lo nutre. N o se trata de sacar a relucir lo hispanoamericano a cada paso, ni de buscarle lo típico ni pintoresco, no. Se trata de sentirlo vivo como savia palpitante que fecunda el estilo, da aliento a los personajes, circunstancias, situaciones, pensamientos, ambientes, maneras de ser. Eso hispanoamericano en Yolanda Oreamuno rompe en un restallante goce sensual barroco en el paisaje nuestro que parece recién estrenado en la literatura, y es que la autora se ha internado ya por los senderos de] nuevo concepto de la naturaleza americana de Carpentier, y, corno él, está tratando de darla al lector tal como ella la siente, la ve, la experimenta, la vive, en Costa Rica, Panamá, México, Chile. Miguel Ángel Asturias sostiene la teoría de que las mejores novelas hispanoamericanas actuales parecen no estar escritas, sino habladas. En ese sentido, dice, nuestra novela está estrechamente ligada a la esencia literaria precolombina. Reconoce, además, que sus obras, especialmente El señor Presidente, nacieron de narraciones orales a ios amigos de tertulia (81), E n este sentido, Yolanda Oreamuno no es una excepción. Sin sospechar un acto literario atávico que se remonta en América a épocas prehispánicas, ella, como Asturias, como los mayas, contó oralmente sus argumentos, después los puso en papel. Lilia Ramos evoca con añoranza los ricos, variados y largos argumentos que le contaba: En las vigilias en la Posada Belén de la Antigua, los protagonistas de sus libros en flor, sobre todo e! afligido José de la Cruz, noctivagos, recorren patios, jardines, calles, ruinas, atrios, senderilios y campos aledaños (8a), (8o) YOLAXIIA OREAMUNO: Carta inédita a García Monge, 18 de agosto de 1949, desde su lecho de enferma en Washington, citada por GARCÍA CÁKRIXXO en -.

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