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Guía de lectura: “El camino” SOLUCIONARIO: “EL CAMINO” DE MIGUEL DELIBES por Agnès Iranzu I 1. Daniel va a marchar a la ciudad para estudiar Bachille

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Guía de lectura: “El camino”

SOLUCIONARIO: “EL CAMINO” DE MIGUEL DELIBES por Agnès Iranzu I 1. Daniel va a marchar a la ciudad para estudiar Bachillerato. 2. Desde sus once años de edad, Daniel sólo alcanza un tipo de conocimiento: el que deriva de su aprendizaje en el pueblo, rodeado del paisaje y el entorno rural. El estudio en este contexto sirve de mucho menos que el saber que otorga la experiencia y la práctica y el contacto diarios con el campo. Son, pues, dos tipos de conocimiento los que se contraponen aquí: el teórico, propio de quien se ha formado, y el práctico, que surge de la experiencia. Son, también, los relacionados de la ciudad, por un lado, y del campo, por otro. A Daniel, un niño formado en este último ambiente, no se le alcanza qué ventajas puede tener para él una cultura propia del entorno urbano. No entiende, pues, qué propósito persigue su padre, el quesero, haciendo que marche a la ciudad. Es, también una forma de retratar la manera de pensar de un niño de once años, mucho más interesado por el poder de la fuerza que demuestra el herrero, que por la grandeza que se supone que encarna el boticario o don Moisés, el maestro (p. 91). Entre uno y otro pensamiento se cuela uno de los grandes temas de la obra, que –adivinamos– también interesan especialmente a su autor: el menosprecio del entorno rural por su conocimiento y la formación como única vía para medrar. 3. Daniel se halla en la cama, la noche anterior a su partida del pueblo. No puede dormir y comienza a cavilar y a recordar sus once años de vida. La narración cruza deliberadamente unos y otros hechos reproduciendo, así, de forma más exacta, las propias cavilaciones y saltos de pensamiento del protagonista inquieto. En este capítulo se reproduce la conversación que habían tenido sus padres sobre el futuro del niño “hacía casi seis años” (p. 83) y se recuerda también la situación y las palabras de la madre cuando “horas antes” (p. 82) le prepara el equipaje. 4. VOCABULARIO: Empingorotar: „Adquirir una posición social elevada y engreírse de ella‟. De corrido: „Con presteza y sin entorpecimientos‟. Mórbido: „Blando, delicado, suave‟.

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II 1. El autor sigue el mismo procedimiento de narración que ha utilizado en el primer capítulo y que caracteriza toda la obra. Nuestro narrador es un Daniel insomne que recuerda de forma desarticulada su vida en el pueblo. Un pensamiento le lleva a otro. Y, así, el aborto de la madre recordado al final del capítulo I lleva a Roque, el Moñigo, el amigo que descubrió a Daniel lo que era un aborto. El “ahora” sigue situando al lector en la noche previa a la marcha del pueblo. 2-3 En el capítulo anterior ya ha sido mencionado el herrero como personaje por quien Daniel siente gran admiración. Ahora se recupera ese pensamiento para darnos cuenta de la familia de Roque, uno de los grandes amigos del protagonista. El capítulo ahonda en la descripción de la familia del Moñigo y del personaje inculto y hosco, pero de una pieza. Para ello se nos menciona, como de pasada, la historia de un hombre viudo, incapaz de llevar las riendas de una casa, que deja al mando de la hija mayor, que se dedica íntegramente al trabajo duro de la herrería y cuya vía de escape es el vino y el emborracharse en la taberna del pueblo. Su actitud ante la vida nada tiene que ver con la beatería ni la hipocresía. Sólo quienes entienden de esto último son capaces de criticar al herrero pero no a alguien como el Marqués, tres veces casado (p. 92). Paco, el herrero, no acude a misa pero se ofrece para llevar la imagen de la Virgen el día en que no pudieron hacerlo los portadores habituales. Su exhibición de fortaleza en tal ocasión le ganó la admiración de muchos, pero su gesto gratuito le concedió sobre todo la simpatía de don José, el cura. El hijo del herrero, Roque, es un chico despierto, vigoroso y poco acostumbrado a la jerarquía y la autoridad. Desde que murió la madre, el niño ha crecido al cargo de su hermana. Sara es también una persona muy simple. Para educar al niño acude a la única fuente de formación que conoce: la religión. Ésta le sirve tan sólo para inducir miedo en Roque rezando las letanías cuando lo castiga. Sin embargo, la recitación no surge ningún efecto en el Moñigo, quien crece de forma un tanto salvaje. Por eso, porque no acude a ninguna regla, resulta insufrible para gentes como las Guindillas, siempre atentas a lo que está bien y lo que está mal para la Ley máxima, la divina, la que “marca” la religión. Precisamente por eso provoca la admiración de Daniel, porque suma un carácter, un

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atrevimiento y una fortaleza de que él carece por completo. Va a ser, casi, su “formador” a medida que vaya creciendo. 4. VOCABULARIO: Zascandil: „Hombre astuto, engañador, por lo común estafador‟. Fragua: „Taller con un fogón en que se caldean los metales para forjarlos, avivando el fuego mediante una corriente horizontal de aire producida por un fuelle o por otro aparato análogo‟. Híspido: „cubierto de pelo disperso y duro‟. Amodorrar: „caer en la somnolencia, en un sopor profundo‟. Fifiriche: „Que se ocupa mucho de su arreglo personal‟. III 1. Los tres primeros capítulos están encadenados. La última palabra de uno es la primera del siguiente. Es un recurso narrativo que utiliza la novela para darnos a entender y recordarnos, a la vez, que se están reproduciendo los pensamientos de Daniel, que saltan de una cosa a otra según lo que se va rememorando. 2-3 El narrador dedica este capítulo a situar geográficamente el relato. El pueblo de Daniel está en un valle rodeado de montañas, presididas por el Pico Rando que se erige de forma majestuosa y que es precisamente el que divisa el protagonista desde su habitación. El valle está rodeado por una carretera y una vía férrea que discurren de sur a norte, comunicándolo con el exterior pero a la vez enmarcando y, por tanto, delimitando el territorio. El propio narrador nos dice que el doble “cordón umbilical” proviene de “la parda y reseca llanura de Castilla” y busca “la llanura azul del mar” (p. 95). Probablemente, pues, el pueblo del Mochuelo se sitúa en un valle de la cordillera cantábrica. 4. El narrador describe pormenorizadamente el pueblo de Daniel desde la propia óptica del chico cuando, en verano, después de pasear con Roque, tornaban al lugar: un sendero hasta la carretera, un puente, el río debajo, la Poza del Inglés nada más entrar. Estamos “a un kilómetro largo del pueblo” (p. 99). Aquí se encuentra la taberna de Quino, el Manco. Más allá, siguiendo la carretera, después de una curva, la quesería del padre del Mochuelo, enfrente, la estación y “en plena varga”, el inicio del pueblo propiamente dicho. Casas de piedra alineadas a lo largo www.planetalector.com

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de una calle central. La primera a la izquierda, la botica, después las cuadras del boticario-alcalde, el palacio de don Antonio, el marqués, el taller del zapatero, el Ayuntamiento, la tienda de las Guindillas, la fonda, la plaza con su fuente, el Banco y tres casas de vecinos. Enfrente de todo ello, “por la derecha” (p. 100): la finca del Indiano, la cuadra de Pancho, el Sindiós, la taberna de Chano, la fragua de Paco, el herrero, las oficinas de Teléfonos, el bazar de Antonio, el Buche, y la casa de don José el cura. “Trescientos metros más allá”, la iglesia de piedra, los edificios de las escuelas y la casa del maestro. Podría dibujarse perfectamente. Es una aldea de aproximadamente dieciséis casas: unos cien o doscientos habitantes. 5. VOCABULARIO: Rapaz: „Muchacho de corta edad‟. Varga: „La parte más pendiente de una cuesta‟. IV 1. Como en toda la novela, el lector va descubriendo a los personajes secundarios a través de la óptica del niño narrador. En el primer capítulo se ha reproducido la conversación en la que el quesero expresa su intención de llevar al niño a la ciudad para estudiar. Aquel razonamiento y la forma de tratar y contestar a su esposa permiten deducir que el quesero es un hombre obstinado y ambicioso. Su ambición le lleva a fijar la idea de que el hijo debe estudiar porque “no pasará la vida amarrado a este banco como un esclavo. Bueno, como un esclavo y como yo” (p. 84). Su obstinación se demuestra en esa conversación, ocurrida cuando el niño tenía seis años, en su sostenida convicción a pesar de las razones de la madre y en el hecho mismo de que, cinco años después, inicia la novela. El capítulo IV, dedicado a narrar el nacimiento del protagonista, ahonda en la descripción del carácter del padre. El hombre anhela un descendiente que no sea como él, que pueda estudiar y labrarse un futuro lejos del pueblo y de la quesería. Su idea está presente, como dice el narrador, antes incluso de que nazca Daniel. El nombre encarna ese anhelo desde el momento en que para el padre representa la fortaleza y entereza del profeta bíblico “que fue encerrado en una jaula con diez leones y los leones no se atrevieron a hacerle daño” (pp. 103-104). Pero para llevar a cabo su plan con el hijo, el quesero necesita ahorrar. Y esa necesidad va agriando su carácter. El narrador lo expone claramente: “el ahorro, cuando www.planetalector.com

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se hace a costa de una necesidad insatisfecha, ocasiona en los hombres acritud y encono” (p. 105). 2. Pero el padre no puede construir a un hijo por necesidad propia de mejora, como no puede evitar que Daniel pase a llamarse “el Mochuelo”. El apodo y ese “doble bautismo” de que habla el narrador ridiculizan la obcecación del padre quesero y simbolizan también la lucha por una forma de conocimiento que plantea la novela. 3. VOCABULARIO: Boruga: „Requesón que, después de coagulada la leche, sin separar el suero, se bate con azúcar y se toma como refresco‟. Molicie: „Afición al regalo, nimia delicadeza, afeminación‟. V 1. Lola, Elena e Irene. 2. Daniel demuestra desde el primer capítulo que distingue bien las apariencias de las realidades, los hechos que surgen del corazón, de aquellos que sólo se simulan. Por eso también aprecia especialmente a su amigo Roque. Lola, la Guindilla mayor, es a este respecto el prototipo de la hipocresía a ojos de nuestro protagonista. Su inquina se muestra desde el principio del capítulo: “la Guindilla no tenía nada, aparte unas narices muy desarrolladas, un afán inmoderado de meterse en vidas ajenas y un vario y siempre renovado repertorio de escrúpulos de conciencia” (p. 110). 3. Al describir la vida de las Guindillas, el narrador utiliza verbos, comparaciones y una adjetivación que conducen a “cosificar” a las tres hermanas. Ellas se nos aparecen casi como muñecos de títere antes que como personas. Lola “era alta y seca como una cucaña, aunque ni siquiera tenía, como ésta, un premio en la punta” (p. 110), “la tercera fue tan seca y huesuda como ellas y, en su época, resultó problema difícil diferenciarlas sin efectuar, previamente, un prolijo y minucioso análisis” (p. 111), las hermanas “marchaban regularmente, marcando el paso … un-dos, un-dos, un-dos; allá avanzaban las tres Guindillas, con sus bustos secos, sus caderas escurridas y su soberbia estatura” (p. 112), cuando Elena murió “el trío se convirtió en dúo” (p. 112) y cuando Irene huyó del pueblo con un joven, la mayor “chilló, dejando resbalar las palabras, como por un tobogán, a lo largo de su afilada nariz” (p. 114), a la vez que se le escapó “una lágrima, redonda y apretada como

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un goterón de lluvia” y “respiró fuerte y sus costillas resonaron como si entrechocaran” (p. 115). VI-VII 1. “Germán tenía calvas en la cabeza desde muy niño y seguramente por eso le llamaban el Tiñoso” (pp. 118-119). Es pálido, esmirriado, de pelo negro. Pero sobre todo se le reconoce porque renquea un poco de la pierna derecha después de haber caído de un árbol cuando buscaba un nido de malvises (p. 123) y porque en otra ocasión cayó de un cerezo y se rasgó el lóbulo de la oreja derecha, de modo que “le quedó el lobulillo dividido en dos como la cola de un frac” (p. 123). 2. En el capítulo VI se mencionan grillos, verderones, jilgueros, curas, tordos, malvises. En el VII se añaden cuclillos, cigüeñas y grullas. 3. 4. Fue una tarde de verano cuando estaban en la Poza del Inglés. Entonces, con “siete y ocho años, respectivamente” (p. 129), Germán y Daniel se bañaban en cueros “porque todavía no les había nacido la vergüenza. Fue Roque, el Moñigo, quien se la despertó” (p. 129). La conversación (pp. 131-133) con que finaliza el capítulo reproduce a la perfección las palabras de los niños, su forma de despertar a una realidad y la truculencia de los detalles añadidos que se le ocurren a cualquier niño de esa edad. 5. VOCABULARIO: Enteco: „Enfermizo, débil, flaco‟. Majuelas: „Fruto del majuelo, rojo, dulce y redondeado. El majuelo es un espino de hojas cuneiformes, dentadas y divididas en tres o cinco segmentos, flores blancas en corimbo y muy olorosas, pedúnculos vellosos‟. VIII 1. Lola obliga a su hermana a vestir “de luto el resto de tu vida” y a tardar “cinco años en asomarte a la calle” (p. 137). Pero sobre todo quiere que se confiese con el cura del pueblo, don José, al día siguiente. Su actitud ante el episodio está bien resumida en el párrafo siguiente: “La Guindilla mayor sintió un vivo remordimiento: „De todo corazón te pido perdón, Dios mío‟, se dijo. Y se propuso que al día siguiente, nada más levantarse, iría a reconciliarse con don José; él sabría perdonarla y consolarla. Esto era lo que la urgía: un poco de www.planetalector.com

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consuelo” (p. 138). En definitiva, Lola está más preocupada por la mancilla que su hermana haya podido provocar en la familia y en la honra de ellas, que por perdonarla sinceramente. Por eso es capaz de “imponer” una condición para el perdón: la confesión de la hermana. En el fragmento anterior, la necesidad de “consuelo” es la mejor muestra de su egoísmo. 2. Tras una vida de latrocinio, Dimas fue condenado a morir en la cruz el mismo día en que ejecutaban a Jesús. Al ver a su compañero crucificado y a toda la multitud que hacía mofa del Nazareno, salió en su defensa, reconociéndolo como hijo de dios y pidiéndole que se acordara de él cuando estuviera en el “Reino de los Cielos”. Murió, así, reconfortado, y pasó a representar en la mitología cristiana al “buen ladrón”. De forma irónica y nada gratuita, el falso amante de la Guindilla menor lleva el mismo nombre que aquel Dimas y coincide con él en el oficio, con la diferencia de que al ladrón en este caso no le asiste parte “buena” alguna. La escena final con Paco, borracho, gritando desde la calle acaba de ridiculizar la historia. 3. VOCABULARIO: Magro: „Flaco o enjuto, con poca o ninguna grosura‟. IX 1. Se retoma el primer hilo de la narración para situar de nuevo al lector en el punto de partida: la noche en vela, la marcha forzada, el camastro, el valle, los amigos. 2. 3. Ocho años (se deduce de la misma página: cuando nace Daniel, Mica tiene unos nueve años). 4. En estas páginas Daniel se enamora por primera vez, de Mica, la hija del Indiano. El narrador de nuevo describe a la joven desde el punto de vista del protagonista, y su atracción resulta evidente a través de las comparaciones que merece su cuerpo: la voz “parecía el suave y modulado acento de un jilguero”, el color de la piel ofrece “la tonalidad dorada de la pechuga del macho de perdiz”, sus movimientos producen la sensación “de que podría volar y perderse en el espacio lo mismo que una pompa de jabón” (p. 151). El colofón del episodio lo añade, como siempre, Roque: “Estás como alelado” (p. 151). 5. VOCABULARIO: Cabotaje: „Navegación o tráfico que hacen los buques entre los puertos de su nación sin perder de vista la costa, o sea siguiendo derrota de cabo a cabo‟. Bracero: „peón, jornalero‟. www.planetalector.com

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X 1. En los días de lluvia, los amigos hablan. En este capítulo su conversación se centra en Roque. Tras su demostración de fuerza, con exhibición de músculos y flexiones, los amigos hablan de las cicatrices. El tema de deliberación es si éstas saben o no saladas. El capítulo supone un momento de quietud en el relato. Sirve al narrador, sobre todo, para reproducir y hacer llegar al lector la voz directa de los tres amigos. 2. En este contexto, Roque y Germán comparten algo: tienen alguna “señal” en el cuerpo. Esto los identifica como chicos que han sufrido alguna aventura y algún percance y también los hermana frente a los demás. El Mochuelo, sin cicatriz alguna, resulta, pues, anodino y, sobre todo, no puede asimilarse al grupo, que es lo que más aprecia un niño de su edad. Por eso siente vergüenza. 3. La contienda referida ocurrió “cinco años atrás” (p. 157), cuando “Roque, el Moñigo, tenía … seis años” (p. 158). La novela se sitúa, pues, poco después de acabada la guerra civil, entre 1941 y 1944. 4. VOCABULARIO: Acitara: „pretil de puente (el murete o vallado de piedra u otra materia que se pone en los puentes para preservar de caídas)‟. XI 1. La tisis, enfermedad en que hay consunción gradual y lenta, fiebre héctica y ulceración en algún órgano, solía utilizarse como sinónimo de tuberculosis pulmonar. Popularmente, el tísico respiraba con dificultad, era flaco, débil y de color macilento. 2.1 La amonestación era la notificación pública que se hacía en la iglesia de los nombres de quienes se iban a casar, a fin de que, si alguien supiera algún impedimento, lo denunciara. En la España rural contemporánea a los hechos, el cura solía aprovechar el final de una misa para dar las “amonestaciones”, informando a la vez a los presentes sobre quiénes iban a contraer matrimonio. 2.2 La celebración de la misa católica consta en su forma ordinaria (la no reservada a festividades y ocasiones especiales) de varias partes. Una de ellas es el Sanctus. Se caracteriza porque el cura dice entonces y por tres veces la www.planetalector.com

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palabra sanctus como himno de alabanza al Señor y a la Santísima Trinidad. La Guindilla, pues, no ha participado completamente de la celebración canónica y no ha expresado su alabanza como los demás acólitos. Por eso quiere volver a oír misa. 2.3 En el contexto de la boda, el refresco es el agasajo de bebidas, dulces, etc., que dan los novios a sus convecinos. 2.4 Ordinario en este caso es el obispo diocesano, es decir, el superior del cura. Es a él a quien quiere consultar don José puesto que Josefa ha incurrido en pecado, según la óptica cristiana, al quitarse la vida. El suicidio es condenado por la Iglesia porque a nadie más que a Dios pertenece el don de dar y quitar la vida. De ahí las dudas sobre si la difunta tiene derecho a un entierro o no. 2.5 Es frase popular que equivale a disfrutar de la comida antes del momento reservado para ella, antes de tiempo. Se hace referencia, pues, al “disfrute” de la esposa antes de la boda. 3 A la niña le gusta Daniel. Pero es menor que él, la sigue a todas partes y, sobre todo, ocasiona la burla de sus amigos porque dicen que está enamorada del Mochuelo. De nuevo topamos con una situación y reacción típicas del niño de once años que no soporta destacar de entre los demás, mucho menos por culpa de una niña. XII 1. La perdiz es un ave gallinácea de hasta 40 cm de longitud y 50 de envergadura, con cuerpo grueso, cuello corto, cabeza pequeña, pico y pies encarnados, y plumaje de color ceniciento rojizo en las partes superiores, más vivo en la cabeza y cuello, blanco con un collar negro, azulado con manchas negras en el pecho y rojo amarillento en el abdomen. Anda más que vuela y se mantiene de semillas silvestres. Aunque es muy abundante en España, la perdiz suele necesitar de un entorno agreste, terreno seco, con vegetación baja y poca humedad. No son éstos rasgos característicos del entorno del pueblo de Daniel, según hemos visto con anterioridad: un lugar extremadamente húmedo y en donde abundan los pastos. 2. El Gran Duque es el búho real (bubo bubo), el de mayor envergadura entre los de su especie. Es ave rapaz noctura, de tamaño muy grande, más o menos frecuente en la Península Ibérica y que por su majestuosidad y su fácil cría en cautividad se utiliza con relativa frecuencia en la caza. El Milano es ave www.planetalector.com

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diurna del orden de las rapaces, que tiene unos siete decímetros desde el pico hasta la extremidad de la cola y metro y medio de envergadura, plumaje del cuerpo rojizo, gris claro en la cabeza, leonado en la cola y casi negro en las penas de las alas, pico y tarsos cortos, y cola y alas muy largas, por lo cual tiene el vuelo facilísimo y sostenido. Es sedentaria en España y se alimenta con preferencia de roedores pequeños, insectos y carroñas. 3. El episodio de la caza sirve para recuperar la figura del padre y ahondar en su carácter ambicioso y obstinado, al que ahora cabría añadir el orgullo. Éste es sobre todo el que le lleva a practicar la caza, con un pájaro como el Gran Duque, y el que explica su excitación y su satisfacción final, incluidas las carcajadas, cuando no sólo consigue batir una presa sino además vender todo y sacar bastante dinero. El episodio sólo ha tenido, desde esta perspectiva, un punto negro: la herida de Daniel. Por eso el padre pretende borrarla a toda costa y por eso no le da ninguna importancia. Las carcajadas finales no son sino la torpe explosión de júbilo de quien ve finalizada con éxito su empresa. XIII 1. “Tal –ahora se daba cuenta– la deslumbradora belleza de la Mica. Tal, el escepticismo de Pancho, el Sindiós. Tal, el encendido fervor de don José, el cura, que era un gran santo. Tal, en fin, la antipatía sorda de la Sara hacia su hermano Roque, el Moñigo” (p. 184). Daniel enumera aquellas actitudes y pensamientos de sus paisanos que nacen del sentimiento. Daniel se ha dado cuenta por primera vez de que la voluntad no está sólo regida por la razón. 2. Resulta, como dejará entrever el narrador en seguida, algo episódico y que surge como fruto del enamoramiento de Daniel y de su necesidad de agradar a la Mica, una chica de ciudad. 3. VOCABULARIO: Arrobo: „acción de arrobarse, enajenarse, quedar como en éxtasis, fuera de sí‟. Lavativa: „Medicamento líquido que se introduce en el cuerpo por el ano con un instrumento adecuado para impelerlo, y sirve por lo común para limpiar y descargar el vientre‟.

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XIV-XV 1-2 Las aventuras de los niños acaban con castigos que contienen más o menos los mismos ingredientes: regletazos y largo tiempo de rodillas y con los brazos en cruz sosteniendo gruesos tomos de libros en las manos. A Daniel estos castigos le parecen absolutamente injustificados, sobre todo cuando, como en el episodio del túnel, no hay “víctimas” inocentes. De este modo recrea el narrador la idea particular de justicia de un niño de once años, pero también recrea la particular forma educativa de la España de posguerra, con su conocida tendencia al castigo corporal como parte de la formación. La frase que culmina el capítulo XIV condensa de forma clara la crítica [“era aún más mortificante la exacerbación que producían en don Moisés, el maestro, sus cosas, unas cosas que ni de cerca, ni de lejos, le atañían” (p. 201)] y enlaza con el capítulo siguiente, precisamente protagonizado por don Moisés. La crítica del narrador entonces se hace patente: la última diablura de los niños no acaba sometida al castigo del maestro porque es él quien sale beneficiado de la misma. Además, su relación con Roque cambia por completo. Como la de la Sara. Ambos se dulcifican. Los castigos ya no son tan necesarios. Todo porque ellos son un poco más felices. Queda claro que quienes han cambiado no son los niños sino los adultos. 3. VOCABULARIO: Saya: „falda‟, prenda de vestir. Topografía: „Conjunto de particularidades que presenta un terreno en su configuración superficial‟. Abstruso: „Recóndito, de difícil comprensión o inteligencia‟. Veladuras: „Tinta transparente que se da para suavizar el tono de lo pintado‟. XVI 1. En cualquier pueblo de la España de la posguerra acudir una vez a la semana a misa, los domingos, era algo absolutamente obligatorio. La celebración de una misa se divide en varias partes. Todas son siempre las mismas y reproducen, por tanto, los mismos responsorios y oraciones. Solamente el sermón es, en la ceremonia, algo singular, en donde la voz del celebrante se hace particular y puede dirigirse de forma expresa a su comunidad para hablarles “de cerca”. Desde este punto de www.planetalector.com

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vista, resulta muy sintomático que a las gentes del pueblo no les guste nada tener que oír sermones. Y que todos consideren que el cura sobrepasa sus funciones cuando predica. El pueblo de Daniel, nos está diciendo el narrador, no entiende la religiosidad desde el punto de vista más espiritual o como formación interior. Sólo quiere la ceremonia externa, con la retahíla de entonaciones y respuestas que se saben de memoria, y la mínima obligación estar presente en la misa. 2. Las gentes quieren oír cuentos e historias nuevas. Por eso el cine no puede censurarse. Del mismo modo, y como ha enseñado antes el propio narrador a través de Daniel, la voluntad no siempre puede someterse a la razón. La Guindilla mayor “sufre” aquí en sus propias carnes ambas premisas. Y al final del capítulo es ella misma quien cae en las redes del amor y quien sería capaz de acudir al bosque y pecar como han pecado previamente todos los habitantes del pueblo. Ésa es la enseñanza de este capítulo, quizá un relato breve en sí mismo, con un principio claro y un final prácticamente de moraleja. El colofón lo pone el propio don José, el cura, cuando dice sentir “una pena inmensa por aquel pueblo” (p. 221). 3. VOCABULARIO: Jugarse algo a pares o nones es sortearlo adivinando si el número de cosas que una persona oculta en el puño (o, en este caso, repite en voz alta) es par o impar. Cuchar: „Abonar las tierras con cucho, una mezcla de estiércol y materias vegetales en estado de descomposición‟. Contristar: „Afligir, entristecer‟. XVII 1. El pueblo acude a misa por la mañana, en donde canta el coro de niños. Por la tarde va a la romería, probablemente a algún santuario cercano que guardaría la imagen de la Virgen. Debe de estar en un lugar cercano. Allí hay un prado y se sitúa la cucaña, con premio en la parte más alta. 2. Las acciones que ocurren en este capítulo se suceden en un rápido in crescendo perfectamente medido. Primero los ensayos del coro, en los que Daniel resulta elegido contra su voluntad y de los que procura escapar sin éxito, de modo que sufre las humillaciones de los amigos. Sus intentos de evasión se combinan con los pensamientos y el análisis del propio niño de lo que va sucediendo. El Mochuelo quiere ser positivo. Se refugia en el paisaje, el valle familiar que le acoge. Pero el canto se va reproduciendo una y otra vez, de forma repetitiva, www.planetalector.com

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siempre con el mismo estribillo. Por fin, el día de la patrona se embelesa Daniel con el discurso de don José y canta casi sin darle importancia al canto. Después se alegra porque le felicita la Mica, pero inmediatamente se disgusta al ver al novio… Todos los sucesos culminan, por fin, en la cucaña. El ascenso es el punto culminante del propio crecimiento del niño. Por primera vez sus amigos no le han defendido, ha hecho algo que no quería hacer, se ha desilusionado viendo a la Mica ennoviada. En definitiva, se ha encontrado solo, y sin embargo ha sabido enfrentarse a sus propias decisiones y desilusiones. Daniel está madurando. 3. No parece gratuito que Delibes sitúe en este capítulo la cita que copiamos aquí. Es, efectivamente, una de las que explican de forma más clara el título y el tema de la obra: el camino como senda que debe recorrer y labrarse uno mismo. El camino impuesto por los demás, o el que se sigue para agradar a los otros nunca será camino propio. 4. VOCABULARIO: Baldón: „Oprobio, injuria o palabra afrentosa‟. Añil: „Arbusto perenne de la familia de las Papilionáceas, de tallo derecho, hojas compuestas, flores rojizas en espiga o racimo, y fruto en vaina arqueada, con granillos lustrosos, muy duros, parduscos o verdosos y a veces grises‟. Atribular: „Causar o sufrir congoja, pena, tormento o aflicción moral‟. XVIII 1. El diálogo reproduce la forma de hablar de dos niños más o menos tímidos. Sus silencios y sus respuestas breves son más elocuentes que las diatribas de un adulto. A través de ellos nos damos cuenta de que Uca-uca y Daniel tienen mucho en común. Son dos pequeños paralelamente sometidos a la voluntad ajena, la de un padre que va a marcar su futuro. Daniel, por primera vez, se da cuenta de lo que les acerca. Su pasión por la Mica se está olvidando. 2. A través de las frases concisas, la suma de verbos y el encadenamiento de cláusulas unidas por conjunciones copulativas se va acelerando el ritmo narrativo y, sobre todo, se va trasluciendo el nerviosismo de Daniel y, con él, su atracción por la Uca-uca. Los sucesos no se detallan. Apenas se mencionan. Los pensamientos de Daniel aparecen entremezclados con los actos de todo el vecindario, como si el www.planetalector.com

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narrador se hubiera convertido en director cinematográfico y quisiera ofrecernos la escena general a la vez que el enfoque preciso del protagonista. La reacción de Quino y de la nueva madre es apenas una coda a este final. La Guindilla pasa a ser en este instante “doña Lola” y Quino, el Manco, sabe que le acaba “de sobrevenirle una gran desgracia” (p. 242): la desgracia que parecía intuir Uca-uca. XIX 1. La actitud del pueblo ante el entierro de Germán, como en el capítulo anterior ante la desaparición de la Uca-uca, es contraria a la idea de don Ramón. El narrador nos muestra de nuevo el contraste existente entre la forma de acercarse al conocimiento -y a la vida en general- de la gente “formada” y de quienes saben desde la experiencia. La comunidad existe en las ocasiones importantes. En poner aceras o asfaltar la calle, como pretende don Ramón, nadie está de acuerdo. Son “necesidades” del todo ajenas al pueblo de Daniel, para el que lo prioritario se encuentra en la compañía en el duelo o en la fuerza colectiva en la búsqueda. 2. “Las montañas tenían un cariz entenebrecido y luctuoso aquella tarde y los prados y las callejas y las casas del pueblo y los pájaros y sus acentos” (p. 246), “El pueblo asumía a aquella hora una quietud demasiado estática, como si todo él se sintiera recorrido y agarrotado por el tremendo frío de la muerte. Y los árboles estaban como acorchados. Y el quiquiriquí de los gallos resultaba fúnebre, como si cantasen con sordina o no se atreviesen a mancillar el ambiente de duelo y recogimiento que pesaba sobre el valle. Y las montañas enlutaban, bajo un cielo plomizo, sus formas colosales. Y hasta en las vacas que pastaban en los prados se acentuaba el aire cansino y soñoliento que en ellas era habitual” (p. 249). 3. La soledad es sentimiento que ha surgido en el capt. XVII. Pero aquí resulta mucho más profunda porque es la experiencia de la muerte lo que lleva a Daniel a reflexionar y a madurar. 4. Las reacciones de Daniel desde el momento en que muere Germán son la mejor muestra de su inteligencia y sensibilidad: es a través de él como vemos la luctuosidad del paisaje, la tristeza de los pájaros, lo ridículo de la toalla que cubre la cabeza del niño… Es él quien nos describe las reacciones de los mayores, el llanto de las mujeres, los gestos de las Lepóridas, las palabras del padre… Es él quien analiza estas últimas y www.planetalector.com

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quien certeramente las pone en relación con el episodio de la cacería y el azar. Y sobre todo es prácticamente el único personaje que quiere rendir un pequeño homenaje al amigo. De la tristeza general que aúna los rostros de todos los vecinos no surge ningún gesto parecido al de Daniel. 5. VOCABULARIO: Acerbo: „Cruel, riguroso, desapacible‟. Lacónico: „Breve, conciso, compendioso‟. XX 1-2. “expresivo, cambiante, vibración, acentos hondos y graves y livianos y agudos y sombríos, tañido, repique, armónico, repicaban, sordos, opacos, oscuros y huecos, frío, vibraciones, resonancia, modulación lenta y cadenciosa”, sólo en las dos primeras páginas. A partir de aquí surge la voz del cura repitiendo las primeras palabras de la misa “Kyrie, eleison. Christie, eleison. Pater noster qui est in coelis…”. Entre una cosa y otra, el sepelio va avanzando y el Mochuelo va combinando sus propios pensamientos un poco como en el capt. XVII. Y también los gestos del niño. Sólo que el momento culminante es en este caso mucho más delicado: no se trata de algo físico como era alcanzar el final de la cucaña. Se trata de dejar otro recuerdo a Germán -aun a costa de perder un cuproníquel y un adoquín-, y de coger la mano de la Uca-uca. XXI 1.

Se alegran Paco, el herrero, la Guindilla, Pancho, el Sindiós y don Moisés, el maestro. Quino, el Manco y don José son quienes sienten más tristeza por la marcha de Daniel. Sobre todo el cura demuestra en su reacción el aprecio que siente por el niño. 2-3. Las páginas mencionadas recogen los dos diálogos entre Daniel y la Uca-uca. En el primero, ella persigue al Mochuelo preocupada porque ha notado su preferencia por la Mica. El niño prácticamente la huye y compara el limpio cutis de la mujer con la niña “fea como un coco de luz” y con “la cara llena de pecas”. La Uca-uca acaba llorando “con un hipo atroz” (p. 192). En esta otra ocasión, sin embargo, Daniel acoge con alegría la llegada de la niña y siente que “algo muy íntimo se le desgarraba dentro del pecho” (p. 264). www.planetalector.com

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Inmediatamente, además, es capaz de superar la vergüenza y manifestar abiertamente sus sentimientos: las pecas de la niña no son feas y no quiere que nadie se las quite. Entonces es él quien “lloró, al fin” (p. 265). Entre un momento y otro, Daniel ha madurado. Se ha dado cuenta de que no sirve de nada luchar contra el sentimiento (porque hay voluntades que la razón no gobierna). En este sentido, el llanto se alza como símbolo. Es la muestra más evidente de aquellos valores propios del niño (la fortaleza y la “hombría”, el ser como los demás y formar parte de una colectividad de la que no quiere destacar) han quedado atrás. Así se enlaza, además, el final de la obra, con su principio, cuando: “Presintió la escena de la partida y pensó que no sabría contener las lágrimas, por más que su amigo Roque, el Moñigo, le dijese que un hombre bien hombre no debe llorar ni ante la muerte del padre” (p. 80). Desde este final de la novela sabemos que Daniel ya no necesita contener sus lágrimas.

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