1. LA POESÍA ÉPICA 1. Definición. épica lírica narrador invocaciones salutaciones estereotipadas largos discursos

1 1. LA POESÍA ÉPICA 1. Definición. La poesía en los primeros tiempos de la literatura griega era el único género existente, dividiéndose en épica y l

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FRATERNIDAD MUPRESPA CONVOCATORIA DE CONCURRENCIA DE OFERTAS PARA LA CONTRATACION DEL SERVICIO DE LIMPIEZA REF.: PICA PIC2009_4880 Barcelona, 14 de en

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1 1. LA POESÍA ÉPICA 1. Definición. La poesía en los primeros tiempos de la literatura griega era el único género existente, dividiéndose en épica y lírica. Bajo la primera denominación se suele comprender toda la poesía hexamétrica (escrita en hexámetros), que permite construir extensas composiciones, de temática propiamente épica (como la Ilíada y la Odisea), la hímnica, la catalógica (por ejemplo el canto segundo de la Ilíada) o la didáctico-moral, como los poemas hesiódicos Teogonía y Trabajos y días. Para los griegos, la poesía, que se basaba en las cantidades, larga o breve, de las sílabas, era voz y música, canto. La poesía arcaica, la de los primeros tiempos de la literatura griega, tenía una ejecución oral, con el apoyo de la música, siendo la recepción exclusivamente auditiva. Además se basaba fundamentalmente en el mito. En la poesía épica los dioses actúan al lado de los hombres: los dioses intervienen en la realidad humana haciendo su voluntad; los hombres protagonistas de esta literatura son solo los héroes. El héroe se distingue de los demás hombres por su fuerza y coraje; sólo lo domeña su sentido del honor y la amistad. La poesía épica tiene su origen y cultivo en una clase alta de caballeros, dedicados a la guerra, la caza y los festines. Las características formales más habituales de la poesía épica propiamente dicha son: el narrador, que da fe de la veracidad de su historia; las invocaciones, las salutaciones estereotipadas, los largos discursos, los símiles detallados, y la repetición frecuente de elementos típicos, por ejemplo el repertorio de adjetivos o fórmulas, o el repertorio de escenas típicas como la del héroe armándose para la batalla. También son típicas las descripciones detalladas de los objetos, como armas, vestuario o barcos. Los primeros ejemplos de poesía épica griega (s.VIII a.C.) son la Ilíada y la Odisea, cuya autoría se concede tradicionalmente a Homero. Además de estos dos grandes poemas, se compusieron otros varios, hoy prácticamente perdidos, que conformaron el llamado Ciclo épico. El último gran poema épico griego son las Argonáuticas de Apolonio de Rodas (s.III a.C.), aunque todavía Quinto de Esmirna compondrá Posthomérica en el s.IV d.C. La literatura romana, como desarrollo de la griega, también mostraría ejemplos de este género, destacando la Eneida de Virgilio (s. I a.C.). El éxito de este género se mantuvo, como lo demuestran otros importantes poemas épicos que abren las grandes literaturas europeas, a saber, el Mío Cid en Castilla, La canción de Roland en Francia, o Los luisiadas, la famosa obra épica portuguesa. 2. Homero, aedo y poeta oral. Las dos obras más importantes de este género en la literatura griega son la Ilíada y la Odisea, largos poemas compuestos por miles de versos, cuya forma es el hexámetro

2 dactílico –el mismo metro que encontramos en la Eneida de Virgilio: ἄνδρα μοι ἔννεπε, Μοῦσα, πολύτροπον ὅς μάλα πόλλα / πλάγθη ἐπεὶ Τροίης ἱερὸν πτολιέθρον ἔπερσε. Tradicionalmente se atribuye la autoría de estas dos obras al poeta Homero, personaje del que no se tienen prácticamente datos, aunque parece probable que viviera a finales del siglo VIII a.C. Muchas ciudades reclamaban para sí el honor de ser la patria de Homero, aunque las más plausibles serían Quíos o Esmirna. Los griegos antiguos pensaban que Homero era un bardo ciego, que sufrió a lo largo de su vida errante pobreza y privaciones hasta su muerte. Pero actualmente la figura de Homero es tan oscura como ya lo era para los antiguos. ¿Existió verdaderamente un poeta llamado Homero? ¿Fueron uno o varios los compositores de estas dos grandes obras? ¿Cómo fue su proceso de creación? La respuesta más comúnmente aceptada es que tanto la Ilíada como la Odisea son el resultado de siglos de poesía oral, cuando la aparición del alfabeto aún estaba lejos, compuesta, recitada y transmitida por los aedos sin la ayuda de una sola palabra escrita1. Los aedos eran poetas que iban de un sitio a otro entonando estas poesías generalmente ante un público –como ya hemos dicho– aristocrático, acompañados siempre de una lira; posteriormente se produjo una evolución en la que el poeta se acompañaba de un bastón que golpeaba el suelo rítmicamente mientras recitaba en vez de cantar, dándosele el nombre de rapsoda. Sólo con el retorno de la escritura a Grecia bajo la forma maravillosamente flexible del alfabeto fonético fue posible recoger y fijar por escrito la poesía que durante siglos había evolucionado, aunque esta labor fue de muy pocos, estando entre ellos o bien alguno que respondiera al nombre de Homero (esta es la postura de los llamados críticos 'unitarios'), o bien de dos o más poetas distintos que la tradición convirtió en uno solo de nombre Homero (como opinan los 'separatistas'). Vamos a hablar de estas dos corrientes de estudio. A partir del siglo XVIII de nuestra era, un estudio pormenorizado de estas obras encuentra en su contenido detalles contradictorios (así, en un pasaje de la Ilíada se relata la muerte del rey Pilemides, sin embargo, en otro pasaje posterior se dice que éste llora la muerte en combate de su hijo), que hacen pensar que estos poemas no fueron compuestos por una sola persona, surgiendo la llamada 'Cuestión homérica'2: ¿Existió un poeta llamado Homero? ¿Fueron uno o varios los autores? ¿El poeta o poetas inventaron todo el contenido de los poemas? Con el tiempo se formaron dos corrientes de opinión, la de los 'unitarios' o unitaria, y la de los 'separatistas' o analítica. 1

Para refrendar la teoría, estudios en los años 20 del pasado siglo en la región de los Balcanes han ofrecido datos sobre recitadores profesionales, los guslari, de extensos cantos poéticos que no utilizan en ningún momento la escritura y los transmiten oralmente. 2

Se empieza a denominar así en los Prolegómenos a Homero (1795) del filólogo alemán Wolf.

3 La teoría unitaria aboga por un poeta, llamado tradicionalmente Homero, que crea y compone por escrito esas obras no de la nada, sino aprovechando el material que la tradición oral había transmitido. Esto se defiende argumentando que es indudable la existencia de un plan estructural establecido, sólo explicable con el apoyo de la escritura. La segunda, la separatista, supone la existencia de un poema primitivo de poca extensión que se fue acrecentando con distintas aportaciones a lo largo del tiempo hasta alcanzar las proporciones conocidas, es la llamada 'Teoría de la ampliación'. También dentro de esta corriente hay algunos que suponen que la Ilíada, por ejemplo, estaba formada por pequeñas epopeyas de diversa extensión unidas unas a otras ('Teoría de la compilación'). Con todos los datos aportados mostremos una explicación de conjunto: Antes del siglo VIII a.C. circulaban un gran número de temas épicos legendarios, que podrían tener su origen en la época micénica (s XII a.C.), los cuales trataban sobre hechos y hazañas de diversos héroes; estas narraciones, en principio baladas o 'canciones' cortas, eran aprendidas de oído por poetas iletrados, –los mencionados aedos–, gracias a una serie de técnicas, como el de las fórmulas (epítetos: …γλαυ/κώπις Ἀ/θήνη, expresiones fijas, frases o miembros de frases, que se repiten adaptadas al verso, que encajan con otras similares y son parte de un grupo de frases o miembros de frases parecidos en la forma pero distintos en el significado: οἴη δ’ Αἴαντος ψυχὴ Τελαμωνιάδαο (Il. XI, 543); ἴσον Ἀχιλλῆος κεφαλῇ Πηληϊάδαο (Il. XI, 557); o por ejemplo καὶ μὴν Τάνταλον εἰσεῖδον κρατερ’ἄλγε’ἔχοντα (Il. XI, 582); καὶ μὴν Σίσυφον εἰσεῖδον κρατερ’ἄλγε’ἔχοντα (Il. XI, 593); o bien διογενὲς Λαερτιάδη, πολυμήχαν Ὀδυσσευ (Il. XI, 60, 92, 617)). Estas fórmulas ayudaban a la memorización y a la composición de nuevos poemas, pues tomando como base este acervo formular, el poeta oral puede improvisar fórmulas parecidas, y convertirse de esta manera en innovador y creador de nuevas fórmulas y composiciones3. Si nos adherimos a la corriente unitaria, el mérito de Homero fue grande, aunque no trabajara con material original, pues ¿es posible imaginar el esfuerzo de reproducir por primera vez en un código completamente nuevo estos larguísimos poemas? Además, es mérito también de Homero reunir por escrito en un conjunto coherente los diversos relatos orales y crear una unidad poética magistral. 3. Hesíodo. Hesíodo (s. VIII a. C.) es el primer poeta occidental del que tenemos datos seguros de su existencia, simplemente porque se nombra a sí mismo en su obra y nos da algunos datos sobre su vida. Sólo dos obras de las atribuidas a Hesíodo son con seguridad suyas: Ἕργα καὶ ἡμέραι o Trabajos y días y la Θεογνονία o Teogonía.

3

Píndaro llamaba acertadamente a los rapsodas “tejedores de cantos”.

4 La gran diferencia entre la poesía hesiódica y la homérica es que esta última pretende sólo entretener, mientras aquella lo que busca es instruir: la poesía de Hesíodo es básicamente didáctica. De este modo se intentaba enseñar a los miembros de aquella sociedad y también conservar y ordenar sus creencias, costumbres y leyendas. Otro elemento caracterizador de su poesía es la individualidad que preside su obra: el poeta no es ya un elemento anónimo, sino que, incluso se nombra a sí mismo en la obra –la primera vez en la literatura occidental–. Hesíodo pretende en la Teogonía crear un poema sobre la procedencia y estructura del mundo y el origen de todos los dioses –más o menos la suma de una cosmogonía y una teogonía–; mientras que en Trabajos y Días, un poema eminentemente didáctico y gnómico, es decir, lleno de enseñanzas, consejos y sentencias que el interlocutor debe seguir, intenta mostrar el contenido total de la vida de su época. APÉNDICES. 1. La Ilíada y la Odisea: temática. El héroe homérico. De toda la poesía oral épica sólo han sobrevivido estos dos poemas (el resto prácticamente se perdió) pero su importancia en el mundo griego era tal que los niños aprendían a leer y a comportarse a través de ellos. Pero ¿de qué trataban estas dos obras? Tradicionalmente se cree que la Ilíada se compuso en primer lugar. En ella, a lo largo de 24 cantos4, se narran algunos acontecimientos ocurridos durante la guerra de Troya que enfrentó a los griegos con los habitantes de esta ciudad de la Anatolia. Los protagonistas son principalmente el griego Aquiles y el troyano Héctor, los campeones de sus respectivos bandos, aunque hay otros personajes como Agamenón, Paris, Odiseo, Patroclo, Helena, Príamo, etc. Todo comienza por la cólera de Aquiles, que se ve desposeído de su esclava y amante por el jefe de la expedición griega, Agamenón. Ante esta circunstancia Aquiles decide retirarse a su campamento resentido con Agamenón, hecho que desestabiliza el equilibrio de fuerzas inclinándose en favor de los asediados troyanos. Por tanto, un hecho individual, la cólera sufrida por un solo hombre, se combina con la acción más general de la guerra de Troya. Con el telón de fondo de una guerra, destaca poderosísima la idea de la debilidad del hombre, efímera criatura sometida a poderes superiores –el Destino y los dioses–, pero capaz de alcanzar renombre por su valor, entrega, coraje, sufrimientos y renuncias. Después de muchos avatares, combates singulares, intervenciones divinas y muertes, termina la obra con los funerales del mejor amigo de Aquiles, Patroclo, muerto a manos del campeón de los troyanos, Héctor, hijo del rey Príamo, que a su vez es derrotado y muerto por Aquiles, que, movido por el afán de venganza, se ve empujado a entrar de nuevo en combate. El tono de la obra es pesimista, 4

Esta división en cantos de ambos poemas es de época alejandrina (s. III a. C.)

5 pues comienza con la cólera de un hombre y termina con los resultados de ésta, las muertes de Patroclo y Héctor. En ella se nos dice que nada hay tan miserable como el hombre sobre la tierra (Il. XVI, 446) y que tan sólo los dioses desconocen el dolor y las preocupaciones (Il. XXIV, 525). La Odisea es básicamente un relato de viajes salpicado de elementos fantásticos: narra el regreso de uno de los héroes de la guerra de Troya, Odiseo o Ulises, a su tierra natal, Ítaca, y la venganza que lleva a cabo contra los pretendientes de su reino mientras estuvo ausente durante veinte años. El dios Posidón, enfurecido porque Odiseo ha dejado ciego al cíclope Polifemo, su hijo, le impedirá un fácil retorno, con lo que tendrá que afrontar muchos y graves peligros. La estructura de la obra es compleja, ésta comienza in media res: Odiseo está en la penúltima escala de largo regreso, en la isla de Igigia, retenido por la ninfa Calipso. A su vez se narra la decisión de su hijo Telémaco de ir en su búsqueda, mientras su madre y esposa de Odiseo, Penélope, se ve asediada por los pretendientes al trono de Ítaca. Finalmente, Calipso deja marchar al héroe, que llega a la isla de los feacios, donde en una fiesta refiere retrospectivamente todas las aventuras que ha vivido en su regreso: el episodio del cíclope Polifemo, los cantos mortales de las sirenas, los poderes mágicos de Circe, los monstruos marinos, etc. Todo esto ha ido diezmando a su tripulación hasta que ya sólo queda él. Mientras, en su palacio, su esposa, Penélope, es asediada por los aspirantes al trono, pues confían en la muerte de Odiseo. En una segunda parte, el poema prosigue con la llegada del héroe al hogar, ayudado por la diosa Atenea, y la muerte de los traidores pretendientes. Como vemos, los protagonistas de estas dos grandes obras son los héroes, seres humanos físicamente superiores al resto de los mortales, más valerosos y bellos. Los héroes, vástagos o descendientes de uniones entre dioses y mortales, pero todavía humanos en esencia. El héroe homérico, aunque adornado con lazos mitológicos, refleja una época real, aproximadamente el año 1000 a.C., la llamada Edad Oscura (época que sobreviene con la caída de los reinos micénicos y las invasiones dóricas y las migraciones a Jonia). Como vemos, se ha producido una yuxtaposición artificial. Si nos centramos exclusivamente en el héroe homérico, Homero dibuja en él el estilo de vida aristocrático que refleja una sociedad basada en el carácter de un grupo de guerreros, carácter que no desapareció nunca, con una moralidad que siempre puso mucho énfasis en la competición y en el hecho de sobresalir. El héroe homérico, cuyo más genuino exponente puede ser Aquiles, –aunque podríamos nombrar también a Héctor, hijo de Príamo, a Odiseo, a Diomedes, a Eneas, hijo de la diosa Venus y un mortal, a Agamenón, etc. – destaca del resto de los mortales no sólo físicamente, sino también moralmente, al estar en posesión de la arete, la virtud, la excelencia. En el libro sexto de la Ilíada, Glauco y Diomedes se encuentran, troyano el

6 primero y griego el segundo, en el campo de batalla, y antes de entrar en combate, a lo que finalmente renuncian, mantienen un diálogo singular. A instancias del segundo el primero le dice que su padre le enseñó a αἰεὶ ἀριστεύειν καὶ ἐπείχορον ἔμμεναι ἄλλων ser siempre el mejor y a destacar por encima de los demás. Y este «ser el mejor» significa reunir en la propia persona la fuerza y la valentía heroicas, pero al mismo tiempo sobresalir en todo lo demás, ser un ἄριστοι, el más hábil. En una visión complementaria de ésta, la antigüedad nos transmite la noticia de que Aquiles había recibido del centauro Quirón enseñanzas en los más distintos ámbitos: caza, equitación, música, etc. Pero esta excelencia no deja al héroe homérico al margen de los avatares propios del hombre: está a merced de las pasiones –el amor, el odio, la cólera, etc. – y también de la muerte, lo que le diferencia de los dioses. La idea de inmortalidad para el héroe es, ante todo, dejar una gran fama de las propias hazañas para la posteridad. 2. El contenido de los poemas hesiódicos. En la Teogonía, extenso poema de 1022 versos hexamétricos, nos cuenta Hesíodo los orígenes del universo y del mundo –primero surgieron Caos, Gea (la Tierra) y Eros, principio unificador–. De Gea nace Urano (el Cielo) con el que posteriormente se une, teniendo numerosos hijos (los Titanes). Entre los Titanes se encuentra Crono, que se rebela contra la crueldad de su padre, al que castra con el consentimiento de su madre Gea. Crono se une a su hermana Rea. Hasta aquí se puede considerar la obra como una verdadera cosmogonía, llena de deidades abstractas o que representan elementos de la naturaleza, no necesariamente antropomórficos. De la unión de Crono y Rea nacen varios dioses, dando comienzo a la auténtica teogonía, entre los que destacan Hera y Zeus, que se rebela contra su padre y sale vencedor finalmente, a pesar de la oposición de los Titanes –la titanomaquia–; Hera y Zeus se unirán dando a luz a nuevos dioses y presidiendo el Olimpo divino, junto a sus hermanos Hades y Posidón. Más adelante, en la obra, se va desarrollando la genealogía divina hasta llegar a los primeros linajes plenamente humanos. De este modo, Hesíodo fue capaz de ordenar y dar forma, junto a Homero, al mundo divino griego, lleno de divinidades y dioses; por otro lado, Hesíodo se aventuraba a dar una explicación sobre el origen del universo –algo que posteriormente desarrollarán los filósofos presocráticos–. La obra Trabajos y Días es un poema (828 versos) eminentemente didáctico y gnómico, es decir un poema lleno de enseñanzas, consejos y sentencias que el interlocutor debe seguir. En el poema, Hesíodo pinta a grandes trazos la vida del campesino de su época, refiriéndose a normas prácticas para el trabajo en el campo. A

7 lo largo de la obra nuestro poeta llama la atención de su hermano Perses, quien no parece dedicarse a las labores en su hacienda, por lo que está cayendo en la ruina. Hesíodo nos muestra un mundo muy duro, donde hay que trabajar mucho para sobrevivir, algo que por lo demás ha de ser un motivo de orgullo, pues es lo que ennoblece al hombre, y en el que el genero humano está a merced de muchos males, fruto de la soberbia (ὕβρις) humana castigada por Zeus, que es el garante de la justicia (δίκη) en el mundo. Y es que el hombre desde su aparición a ido deteriorando su posición en el mundo desde un estado de absoluta felicidad y despreocupación hasta un estado de sufrimiento y fatigas –este deterioro ha sido narrado por Hesíodo con el mito de las cinco edades o razas humanas cada una de ellas simbolizada por un metal: la de oro, la de plata, la de bronce, la de los héroes (una excepción en este orden decadente del hombre) y, finalmente, la de hierro, en la que precisamente vive nuestro poeta–. La segunda parte de esta obra, los Días, se considera apócrifa por parte de la mayoría de los estudiosos, y en ella se hace recuento de los días que son propicios para el trabajo y los que no lo son o son "indiferentes". Las fuentes de las que bebió Hesíodo para crear su obra son de origen oriental, como se descubrió en los años 50 de nuestro siglo. Así para la Teogonía las influencias, según los documentos hallados y traducidos, provienen de las culturas hitita, babilónica y fenicia, que poseen poemas desde el segundo milenio antes de Cristo, en los que se reflejan los mitos de la sucesión divina con detalles sorprendentemente semejantes. En cuanto a Trabajos y Días, poema didáctico, ya muchos siglos antes se pueden encontrar ejemplos de literatura didáctica y gnómica en Oriente e, incluso, Egipto.

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