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“¿Solteros o casados? Franceses e italianos en la España de la segunda mitad del XVIII?” por Encarna Jarque Martínez y José Antonio Salas Auséns Universidad de Zaragoza Como en tantos otros casos tal vez el mayor de los problemas radica en las características de las fuentes. A pesar de ser muy variada la documentación en que encontrar rastros sobre la presencia de extranjeros en el país –expedientes matrimoniales, registros de entradas en hospitales, registros parroquiales , protocolos notariales,…-‐ las fuentes no suelen sobrepasar el ámbito local. Las más interesantes para nuestro objetivo, sin duda, las listas de extranjeros tienen este carácter durante los siglos XVI y XVII. Unas veces englobadas en vecindarios en los que aparecen nombrados todos los cabezas de familia, en otras ocasiones son relaciones de alguna nacionalidad concreta y también las hay de extranjeros en general. Ejemplos de todos ello podrían ser Tudela en 1544, Antequera de 1631 a 1638, Zaragoza en 1642 y 1647, Valencia en 1674 o Montilla en 1689-‐16961. Superan el marco local las matrículas de franceses ordenadas al menos para el principado catalán y reino de Aragón en 1635 y conservadas de forma incompleta2. No va a ser hasta la segunda mitad el XVIII cuando los poderes públicos comiencen a tener interés por conocer las colonias extranjeras instaladas en el país y en ese sentido, tras la intermitente creación e intermitente vida de una «Junta de dependencias de extrangeros», creada en 1714, suprimida tres años más tarde y 1 Para Tudela vid. Peio Joseba Monteano "Vascos" y "franceses" en la Tudela de mediados del XVI” en Príncipe de Viana, 234 (2005), pp. 111-‐134; Antequera estudiada por Juan Jesús Bravo Caro: “Antequera, destino de la emigración temporal francesa (1631-‐1638)” en Baetica: Estudios de arte, geografía e historia, Málaga, Universidad de Málaga, nº 26 (2004), pp. 283-‐306; para la capital aragonesa en 1642, G. Redondo, Las corporaciones municipales de Artesanos en la Zaragoza del siglo XVII, Zaragoza, 1982, pp. 96 y 247, o posteriormente Christine Langé, La inmigración francesa en Aragón (siglo XVI y primera mitad del XVII), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1993, pp. 107-‐127; para 1647 se cuenta en la misma localidad con un vecindario en fase de estudio por J. A. Salas; para la matrícula e extranjeros de valencia en 1674 vid. Julia Lorenzo, «Franceses en Valencia en 1674», en M. Begoña Villar y Pilar Pezzi (eds.), Los extranjeros en la España Moderna, Málaga, 2003, vol. I, pp. 457-‐468); Montilla estudiado por Pierre Ponsot, «Des immigrants français en Andalousie: exemples de Montilla (1689-‐96) et d’Osuna (1791)», en Mélanges de la Casa de Velazquez, t. V, 1969, pp. 331-‐334). 2 Para Cataluña, el ya clásico de Jordi Nadal y Emili Giralt, Immigració i redreç demogràfic: els francesos a la Catalunya dels segles XVI i XVII. Vic: Eumo Editorial, 2000. (ed. francesa de 1960). Sobre la matrícula en Aragón un primer avance (“Inmigrantes franceses en el mercado matrimonial zaragozano en la Edad Moderna”) anunciado por Juan José Nieto Callén y José Antonio Salas en el IX Congreso de la Asociación de Demografía Histórica celebrado en Punta Delgada (Azores-‐Portugal), junio de 2010,
restablecida en 1728, fecha desde la que seguiría activa hasta 1748, cuando Fernando VI la agregaba a la Junta de comercio, moneda y minas3, lo que evidencia que el interés preferente era sobre todo las colonias mercantiles, objetivo que quedaría manifiesto con sendas órdenes de los años 1763 y 1764. Las órdenes eran claras: confeccionar anualmente listas de comerciantes en las distintas localidades hispanas. El problema radicaría en la diferente interpretación listas limitadas sólo a los comerciantes, al lado de otras que también incluían a los artesanos, agricultores y a los ocupados en el sector servicios-‐ y el distinto nivel de cumplimiento del real decreto –en la mayoría de las circunscripciones la norma cae en el olvido a los pocos años de su publicación, mientras que otras, caso de la navarra, siguen remitiéndolas a la Cortes hasta 1792-‐4, lo que hace prácticamente inviable un estudio global de las colonias extranjeras, aunque no impide el establecimiento de comparaciones parciales. Pero habrá que esperar hasta 1791 para encontrar una orden clara de inscripción de todos los extranjeros presentes en aquel año en el territorio nacional. Los hechos de la vecina Francia habían puesto bajo sospecha a los naturales de aquel país afincados en España, temerosas las autoridades hispanas del posible contagio ideológico, establecieron distintas medidas de control de las fronteras, culminadas con una real Cédula publicada el 20 de julio de 1791 que ordenaba la Formación de matrículas de extranjeros residentes en estos Reynos con distinción de transeúntes y domiciliados». Al nombre de los censados deberían acompañarle otros datos: país de origen, estado civil, nombre y procedencia del cónyuge en el caso de los casados, en caso de haberlos número de hijos, religión, oficio, años de residencia y «status» de avecindado o transeúnte5. La disponibilidad de este acervo documental sumado a otras fuentes sin duda tiene que ver con la aparición de un número apreciable de estudios centrados en distintas comunidades de extranjeros asentados en España. Los hay tanto referidos a localidades concretas, como Málaga estudiada por María Begoña Villar, Cádiz con estudios concretos sobre la colonia francesa como el Enciso Recio, la inglesa de María Nélida Fernández o la maltesa de Carmelo Vassallo, que también prestó atención a sus compatriotas en la Valencia del XVIII , Córdoba u Osuna, estudiadas 3 Sobre su funcionamiento, vid. Ana Crespo Solana y Vicente Montojo Montojo, “La Junta de dependencia de Extranjeros (1714-‐1800). Trasfondo social-‐político de una historia institucional”, en Hispania, 212, (2009), pp. 363-‐394; más reciente Oscar Recio Morales, “Las reformas carolinas y los comerciantes extranjeros en España: actitudes y respuestas de las “naciones” a la ofensiva regalista, 1759-‐ 1793”, en Hispania, 240 (2012), pp. 67-‐94. 4 Vd. José Antonio Salas Auséns, En busca de El Dorado. Inmigración francesa en la España de la Edad Moderna, Bilbao, universidad del País Vasco, 2009, pp. 122-‐130 5 Una aproximación primera a la fuente fue presentada simultáneamente en sendos trabajos por Didier Ozanam., «Le recensement des etrangers en 1791: une source pour l’histoire des colonies etrangers en Espagne», y Jose Antonio Salas Auséns «Les Français en Espagne dans la deuxième motié du XVIIIe siècle», en VV. AA., Les Français en Espagne a l’epoque moderne (XVIe-‐XVIIIe siècles), París, 1990, pp. 215-‐228 y pp. 173-‐1796. Para el análisis del contenido de la matrícula, vid. Jesús Manuel González Beltrán, “Legislación sobre extranjeros a finales del siglo XVIII” en Trocadero, 8-‐9 ((1996-‐ 97), pp. 104-‐108.
por Pierre Ponsot o Sevilla por Lucien Dumergue6. Y capítulos enteros en estudios urbanos de contenido más amplio, del que pueden servir como ejemplos los de Enrique Giménez sobre Alicante, Rafael Sánchez sobre Cartagena o Alfredo Martín sobre Ferrol7. También estudios que atienden a los inmigrantes atendiendo a su país de origen. Aparte de los ya mencionados de la comunidad maltesa, ocupada casi en su totalidad en la actividad comercial, podemos mencionar los de los inmigrantes portugueses, abordados desde la perspectiva de su actividad en el entorno de la corte de los Austrias en trabajos como los de James C. Boyajian, Nicolás Broens o Markus Schreiber o referidos al conjunto de los inmigrantes lusos como serían los de José Pablo Blanco para Extremadura y de Miguel Rodríguez Cancho para el conjunto del país8; los irlandeses, con una larga presencia en los ejércitos al servicio de la monarquía, en obras colectivas como las coordinadas por Enrique García-‐Hernán, el propio García Hernán con Oscar Recio y Declan Downey y Julio Crespo o individuales como las de Ofelia Rey Castelao o de Oscar Recio Morales9; 6 M. Begoña Villar, Los extranjeros en Málaga en el siglo XVIII, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1982. Luis Miguel Enciso Recio, “Actividades de los franceses en Cádiz (1789 -‐ 1790)” en Hispania, 75,(1959), pp. 251-‐286; Carmelo Vassallo, “Los malteses en el Cádiz del siglo XVIII”, en Gades, 20 (1992), pp. 361-‐374, “Los malteses en la Valencia del siglo XVIII, en Actas primer Coloquio Internacional Hispano Maltés de Historia, Madrid, Ministerio de asuntos exteriores, 1991, pp. 65-‐80; Pierre Ponsot, “Les français a Cordoue en 1791-‐93, en Melanges de la Casa de Velázquez, 15, 1979, pp. 503-‐508; “Emigrantes franceses en Andalucía: ejemplo de Osuna (1791), en Archivo hispalense: Revista histórica, literaria y artística”, T. 62, nº 189, pp. 107-‐116, Lucien Dumergue, «Les français à Séville en 1791», en VV. AA., Les Français en Espagne a l’epoque moderne (XVIe-‐ XVIIIe siècles), París, 1990, pp. 229-‐240. 7 Enrique Giménez López, Alicante en el siglo XVIII: economía de una ciudad portuaria en el Antiguo Régimen, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1981, Rafael Sánchez Torres, Carta.gena, Ciudad y población: el desarrollo demográfico de Cartagena durante la Edad Moderna, Cartagena, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1988; Alfredo Martín García, Una sociedad en cambio: Ferrol a finales del Antiguo Régimen, Ferrol, Embora, 2003. 8 James C. Boyajian, Portuguese bankers at the Court of Spain, 1626-‐1650, New Brunswick, Rutgers University Press, 1983; Nicolás Broens, Monarquía y capital mercantil. Felipe IV y las redes comerciales portuguesas (1627-‐1635), Madrid, Universidad Autónoma, 1989; Markus Schreiber, Marranen in Madrid, 1600-‐1700, Stuttgart, Franz Steiner, 1994; José Pablo Blanco “Emigración portuguesa en la Alta Extremadura en la segunda mitad del siglo XVI”, en Ana María Carabias Torres, Las relaciones entre Portugal y Castilla en la época de los descubrimientos y la expansión colonial, Salamanca, Edic. Universidad, 1996, pp. 133-‐142; Miguel Rodríguez Cancho, “Los portugueses en España”, en Antonio Eiras Roel y Domingo L. González Lopo, La inmigración en España. Migraciones históricas Santiago de Compostela, Universidad de Santiago, 2004, pp. 147-‐172. 9 Enrique García Hernán, Enrique et. al. (eds.), Irlanda y la Monarquía hispánica, Madrid, CSIC-‐Universidad de Alcalá, 2002; Enrique García Hernán y Oscar Recio Morales: Extranjeros en el ejército: militares irlandeses en la sociedad española, 1580-‐1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007; Declan Downey y Julio Crespo
los relativos a las comunidades flamenca y holandesa, unos de ámbito local como los de Aingeru Zabala sobre su presencia en Bilbao o de Manuel F. Fernández Chaves y Mercedes Gamero en la de Sevilla, otros de carácter general como los de Ana Crespo Solana10, en todo caso centrando el foco de atención en su actividad mercantil; es también el sesgo de la mayoría de los trabajos dedicados a las colonias de la península itálica instaladas en España, caso entre muchos otros de los de Enrica Neri, Carlos Álvarez Nogal, Carmen Sanz Ayán o David Alonso García, sesgo que superan los de Armando Alberola o Ricardo Franch, éste último orientado específicamente hacia el tema de la inmigración11; pero sin duda la colonia extranjera que más ha atraído a los investigadores ha sido la francesa, algo que encuentra explicación en el poderoso influjo de la historiografía gala en MacLennan, (eds.), Spanish-‐Irish relations through the ages, Dublín, Four Courts Press, 2008; Ofelia Rey Castelao, “Exiliados irlandeses en Galicia de fines del XVI a mediados del XVII”, en A. Mestre y Enrique Jiménez, Disidencias y exilios en la España Moderna, Alicante, Unversidad de Alicante, 1997, pág. 99-‐116 y María Begoña Villar (ed.), La emigración irlandesa en el siglo XVIII, Málaga, 2000; Enrique García Hernán y Oscar Recio Morales (coords.), Extranjeros en el ejército: militares irlandeses en la sociedad española, 1580-‐1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007; Oscar Recio Morales, Ireland and the Spanish Empire, 1600–1825, Dublín, Four Courts Press, 2010. Centrados en el tema de los inmigrantes Ofelia Rey Castelao, 10 Aingeru Zabala Uriarte “Los Holandeses en Bilbao. La reconstrucción de la comunidad tras el tratado de Münster”, en Bidebarrieta: Revista de humanidades y ciencias sociales de Bilbao, 17 (2006) pp. 147-‐184; Manuel F. Fernández Chaves Mercedes Gamero Rojas, “Flamencos en la Sevilla del Siglo XVIII: Entre el Norte de Europa y América” en Orbis Incognitus. Avisos y Legajos del Nuevo Mundo. Homenaje al Profesor Luis Navarro García, Vol. II. Huelva. Universidad de Huelva. 2008. Pag. 211-‐220; Ana Crespo Solana, Mercaderes atlánticos: redes del comercio flamenco y holandés entre Europa y el Caribe, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2009. 11 Enrica Neri, Uomini d’afari e di gobernó tra Genova e Madrid (secoli XVI-‐XVII), Milano, Vita e pensiero, 1989; Carlos Álvarez Nogal: «I genovesi e la monarchia spagnola tra Cinque e Seicento», Atti della Società Ligure di Storia Patria, Nuova Serie XLI (CXV), fasc. II, 2001, pp. 107-‐121; y «Las compañías bancarias genovesas en Madrid a principios del siglo XVII», Hispania, 219 (2005) pp. 67-‐90; Carmen Sanz Ayán, «Presencia y fortuna de los hombres de negocios genoveses durante la crisis hispana de 1640», Hispania, 219 (2005); David Alonso García, “Una nación, diferentes familias, múltiples redes. Genoveses en Castilla a principios de la Edad Moderna”, en Ana Crespo Solana, Comunidades transnacionales. Colonias de mrcaderes extranjeros en el mundo atlántico (1500-‐1830), Aranjuez, Doce Calles, pp.65-‐82; Armando Alberola «Italianos en la España del siglo XVII», en Giménez, E. y Lozano, M.A.: Españoles en Italia e Italianos en España: IV Encuentro de investigadores de las universidades de Alicante y Macerata (mayo 1995), Alicante, 1995, pp. 61-‐75; Melis, F.: Mercaderes italianos en España, siglos XIV-‐XVI. Sevilla, 1976; canosa, R.: Banchieri genovesi e sovrani spagnoli: tra cinquecento e seicento, Roma, 1998, Ricardo Franch Benavent, “La inmigración italiana en la España Moderna”, en La inmigración en España (A. Eiras y D.L. González, coords.). Santiago de Compostela, 2004, pp. 103-‐145
distintos ámbitos de la Historia Moderna hispana12. Desde el clásico de Nadal y Giralt hasta la reciente síntesis de José Antonio Salas, se han publicado numerosísimos trabajos sobre la presencia y actividades de los franceses en la España de la Edad Moderna13. Como en el caso de las anteriores colonias extranjeras, en los trabajos encontramos un enorme peso de los que centran la atención en los comerciantes, pero también en altos cargos de la administración, enfermos, peregrinos, miembros de cofradías y, por supuesto, los que, sustentados fundamentalmente en los registros parroquiales, buscan cuantificar el número de inmigrantes. En general en esta serie de estudios se ha centrado la atención en colonias de inmigrantes de un determinado país, sin que en sus objetivos se haya planteado la posibilidad de comparar unas con otras con vistas a examinar similitudes y posibles divergencias en cuestiones como la cronología de la inmigración, los lugares o regiones de asentamiento, la inserción en el mercado laboral atendiendo a las actividades desarrolladas, ni por supuesto la existencia o no de modelos migratorios diferentes, precisamente uno de los objetivos de esta sesión y, desde luego del presente trabajo, concebido como una aproximación inicial al tema. El sustento documental, ya conocido pero no utilizado desde esta perspectiva, la ya mencionada matrícula de extranjeros del año 179114. 12 Francisco García González (coord.), La historia moderna de España y el hispanismo francés, Madrid-‐Albacete, Marcial Pons-‐ Universidad de Castilla-‐La Mancha, 2009. En lo que respecta a la demografía histórica en general y a las migraciones en concreto, vid. en esa obra Ofelia Rey Castelao, “El impacto de los hispanistas franceses en la demografía histórica española”, pp. 63-‐86. 13 De entre los más relevantes, además del ya clásico de Jordi Nadal y Emili Giralt, La population catalana de 1553 à 1717. L’immigration française et les autres facteurs de son developpement, París, SEVPEN, 1960 (hay versión catalana Immigració i redreçament demogràfic: els francesos a la Catalunya dels segles XVI i XVII Vic, Eumo, 2000), a mencionar las obras de los franceses Abel Poitrineau, Les espagnols de l’Auvergne et du Limousin du XVIIème au XIXème siècle, Aurillac, Mazel-‐Malroux, 1985, Rose Duroux, Les auvergnats de Castille. Renaissance et mort d’une migration au XIXe siècle, Clermont Ferrand, Presses universitaires Blaise Pascal,1992, y Michael Zylberberg, Une si douce domination. Les milieux d’affaires français et l’Espagne vers 1780-‐1808, Paris, Comité pour l' Histoire Économique et Financière de la France, Ministère des Finances,1993. Una amplia bibliografía en José Antonio Salas, En busca de El Dorado. Inmgración francesa en la España de la Edad Moderna, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2009. 14 El grueso de la información obtenido del Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, legs. 629(1), 629 (2), 629 (3); se han empleado también matrículas de Lleida (Archivo de la Pahería de Lleida Caja del siglo XVIII , núm. 338), Murcia (Archivo Municipal de Murcia Leg. 1521, Matrícula de extranjeros de 1791) y corregimiento de Barbastro (Archivo Municipal de Barbastro, Orden público, leg. 229. Sabemos de la existencia de matrículas en otras localidades – Lorca, Castellón de la Plana, Jaén, Córdoba, Canarias, … que todavía no hemos podido consultar.
A partir de esta información los datos globales sobre la población extranjera en ese momento serían los reflejados en el cuadro siguiente: Anda-‐ lucía
África
Galicia
Alemania
4 905
48
América
Asia
11
Austria Dinamarca
4
Extre-‐ Gui-‐ León-‐Cas-‐ Castilla madura puzcoa tilla la Vieja la Nueva Madrid Ceuta Aragón Murcia 1
1
1
6
Italia
4.478
149
8
12
Malta
436
6
3
Reino Unido*
143
9
Suecia
31
1
Suiza Totales
45 11.521
704
1
1
20
1.412
Grecia
Ragusa
4
177
57
Portugal
1
196
252
226
750
43
3
1
1
3.978
Polonia
2 292
Francia
Hungría
1
4
Flandes
6
16
6
Holanda
7
23
1
5
1
12
4
1 167
77 14.040
6.950
5
25
5
7
20
15
16
1
751
1.533
118
8 7.103
5
5
503
45
1.003
1 74
2
18
1
4 2.687
61
3
1
4
1
776
1
7
5
241
17
1.506
918
1.398
21
1
988
4 2
127
Total
1
7
200
1
79
300
7
10
49
21
19
86
340
26.84015
2.735
32
9.275
*Incluye Inglaterra (174), Escocia (4) e Irlanda (122) De estos 26.840 extranjeros disponemos por el momento relación nominal de 12.479 , cuya distribución por países se refleja en el cuadro siguiente: País Inmigrantes Francia 5.087 Italia 3.691 Portugal 2.174 Alemania 545 Malta 362 Reino Unido 136 Otros 176 Sin localizar 303 15 Cifras ligeramente diferentes a las ofrecidas en Encarna Jarque y José Antonio Salas en , por la inclusión de la información relativa a Murcia, de la que no se había podido disponer con anterioridad.
En nuestra muestra, las dos colonias más numerosas son la francesa y la italiana. La presencia de unos y otros no era nada nuevo. En ambos casos había una larga tradición migratoria hacia la península ya desde la Edad Media: muchos franceses habían tenido una notable presencia en los reinos cristianos, unos participando activamente en la reconquista del reino de Aragón o en peregrinaje hacia Santiago, otros a la caza de las oportunidades, los italianos, atraídos por las oportunidades que se les podían presentar en un reino de Valencia precisado de repobladores16. El flujo migratorio, con distintos altibajos, proseguiría durante la Edad Moderna. Al final del XVIII, más atenuada seguía la llegada de inmigrantes procedentes de uno y otro territorio. Cabría esperar que, por tratarse época en la de una emigración a larga distancia, las características y circunstancias de los inmigrantes serían similares, encajando el los presupuestos en su día expuestos por Ravenstein para este tipo de desplazamiento, que en síntesis podrán resumirse en el predominio de la emigración de individuos aislados, preferentemente jóvenes y varones, una emigración motivada por necesidades económicas. El motor de la emigración sería el diferencial económico existente entre las zonas de salida y las de destino es17. Asimismo podría pensarse que los lugares de destino no variarían mucho de una colonia a otra. Factores de índole similar habrían llevado a la emigración y en busca de oportunidades se dirigirían a los mismos sitios, a aquéllos lugares que, precisados de gente, ofrecieran unas oportunidades que les habían sido negadas en sus lugares de origen. Y sin embargo se observan diferencias entre una y otra colonia. 1.-‐ Ubicación de los inmigrantes -‐Una primera diferencia entre las dos colonias está en su ubicación en España, concentrados en menos localidades los italianos –los 3.695 se distribuían en 77 núcleos en tanto que los 5.087 franceses lo hacían en 345. El cuadro siguiente recoge los datos de las 10 localidades preferidas por los inmigrantes de una y otra procedencia. Localidades con mayor número de inmigrantes franceses e italianos (1791) Localidad Cádiz
Italianos
% Acumulado
Localidad
Franceses
% Acumulado
2.665
72,1
72,1
Cádiz
1.493
30,5
30,5
Isla de León
414
11,2
83,3
Sevilla
642
13,1
43,6
Sevilla
153
4,1
87,4
Granada
285
5,8
49,4
Murcia
115
3,1
90,5
San Sebastián
221
4,5
53,9
Granada
56
1,5
92
Murcia
163
3,3
57,2
Miraflores
57
1,5
93,5
Barbastro
100
2
59,2
16 Germán Navarro Espinach, David Igual Luis y Joaquín Aparici Martí “Los inmigrantes y sus formas de inserción social en el sistema urbano del reino de Valencia (siglos XIV-‐XVI)”, en Revista de Historia Medieval, 10 (1999), pp. 173-‐4 17 Ernst G. Ravenstein, “The Laws of Migration”, Journal of the Royal Statistical Society -‐ vol. 48, june, 1885, pp. 167 – 227.
Ferrol
46
1,2
94,7
Isla de León
97
2
61,2
Santiago
20
0,5
95,2
Ferrol
96
2
63,2
Pto. de Sta. Cruz
13
0,4
95,6
A Coruña
83
1,7
64,9
Lérida
11
0,3
95,9
Úbeda
55
1,1
66
3.235
3.550
Seis de las localidades –Cádiz, Sevilla, Granada, Isla de León, Murcia y Ferrol-‐ aparecen en ambas relaciones. Destaca sobre todas la capital gaditana donde aparecían matriculados 1.493 franceses y 2.665 italianos, aquéllos el 30 % de la muestra, éstos mas del 70 %. En segundo lugar en la preferencia de los franceses se situaba Sevilla, con una colonia de 642 galos, mientras que la de los italianos era la Isla de León. Cádiz 30%
Otros 46%
Sevilla 13%
San Sebastián 5%
Granada 6%
Isla de León 11%
Sevilla 4%
Otras 2%
Cádiz 83%
De las restantes localidades con elevado número de inmigrantes llaman la atención los casos de Barbastro, con una población de 100 inmigrantes galos y donde no había ningún italiano, San Sebastián, ciudad elegida por 6 varones italianos y por
221 franceses, muchos de ellos refugiados, o Miraflores, núcleo próximo a La Coruña donde residían 57 italianos y tan sólo 3 franceses, que sin embargo eran la mayor colonia extranjera en la región gallega, superando incluso a los vecinos portugueses. Mientras en el caso de los franceses, los residentes en esas 10 poblaciones suponían dos tercios de los 5.087 de la muestra, en el de los italianos la proporción subía prácticamente hasta el 96 %. El resto de la colonia italiana -‐145 personas-‐ se repartía entre 67 núcleos distribuidos por Extremadura, las dos mesetas y Guipúzcoa. 2.-‐ Actividad laboral Divergencias en su ubicación, divergencias también en las actividades desempeñadas por ambas colonias de inmigrantes, muy diversificadas en ambos casos, pero con sensibles diferencias. En nuestra muestra hallamos 4.846 inmigrantes franceses con actividad conocida, ocupados en 292 actividades diferentes y 3.685 italianos en 204. Muchas de estas actividades eran desempeñadas por unos pocos inmigrantes ( vid cuadro siguiente). nº de casos de una misma actividad 1 2 3 4 5
Franceses 120 40 15 12 11
Italianos 86 24 15 8 8
Agrimensor, enfandelador, florero, galopín, grabador lapidario, organista, profesor de música, rondín, sangrador, truquero son algunas de las 120 actividades en las sólo encontramos a un inmigrante francés; alfombrero, artillero, buhonero, celador, clarinetero, estibador, flautista, galopín, jifero, intérprete, lapidario, químico, rondín, talabartero, yesero están entre las 86 en que aparece un solo italiano. De todas ellas no se deducen diferencias entre una y otra colonia de inmigrantes: las hay que requieren de una especialización previa, casi con toda seguridad adquirida antes de la llegada a España. Serían las de agrimensor, artillero, grabador o químico. Otras en cambio no precisaban prácticamente de conocimientos previos -‐buhonero, rondín, galopín…-‐ En el otro extremo, una veintena de actividades en las que se ocupaban prácticamente dos terceras partes de los 8.531 casos recogidos. Es aquí donde podemos apreciar con claridad las diferencias en el perfil laboral de una y otra colonia de inmigrantes. El cuadro siguiente recoge las actividades más repetidas entre los inmigrantes franceses e italianos y el porcentaje que cada una de ellas tiene sobre el total de la muestra de unos y otros respectivamente Actividad
Franceses
% actividades franceses
Italianos
% Actividades italianos
Total
% total actividades
Sirviente
394
8,1
590
16
984
11,5
Comerciante
650
13,4
185
5
835
9,8
Cocinero
151
3,1
385
10,4
536
6,3
Hortelano
20
0,4
323
8,8
343
4
Zapatero
76
1,6
246
6,7
322
3,8
Tabernero
314
6,5
4
0,1
318
3,7
Calderero
293
6
23
0,6
316
3,7
Panadero
276
5,7
24
0,7
300
3,5
Mercader
214
4,4
57
1,5
271
3,2
Tendero
122
2,5
120
3,3
242
2,8
Sastre
144
3
69
1,9
213
2,5
Aguador
75
1,5
59
1,6
134
1,6
Labrador
106
2,2
11
0,3
117
1,4
Peluquero
82
1,7
35
0,9
117
1,4
Silletero
80
1,7
32
0,9
112
1,3
Bodegonero
26
0,5
77
2,1
103
1,2
Fideero
1
0
96
2,6
97
1,1
Sombrerero
90
2
8
0,2
98
1,1
14 3.128
0 64,4
81 2.425
2,2 65,8
95 5.553
1,1 65
4.846
100
3.685
100
8.531
100
Marinero Total Total actividades
El 64,4 % de los 4.866 franceses de nuestra muestra se emplean en estas actividades, proporción ligeramente inferior a la de los 3.685 italianos –el 65,8%-‐. Entre los franceses, encabezan la relación los comerciantes, que sumados a los mercaderes y a otras ocupaciones relacionadas con estas – 8 “negociantes”, otros tantos “traficantes”, 13 “tratantes” y 40 “cajeros”, alcanzan prácticamente el 20 % del total de los inmigrantes de aquel país, volumen muy superior al de los italianos que, sumados a los comerciantes, los “traficantes” -‐4-‐, “negociantes” -‐6-‐, “tratantes” -‐17-‐ y “mercaderes” -‐57-‐ se quedan en tan sólo el 6,5% de la población activa transalpina. Entre las actividades frecuentadas por los franceses y con escasa presencia de italianos encontramos a los caldereros con 293 inmigrantes galos repartidos por 87 pueblos frente a 23 italianos-‐; los panaderos que, con tahoneros y horneros, hacen un total 366 personas repartidas en 51 localidades , cifra muy superior a los 26 italianos ocupados en la elaboración de pan; los sombrereros -‐8 italianos y 88 franceses, la mitad de ellos con residencia en Sevilla y los restantes distribuidos en 8 localidades, entre ellas Badajoz donde había dos factorías que regentadas por los franceses d. Eugenio Garin y Antonio San Martín, “estaban entre las mejor reputadas de España, dando trabajo a 138 personas, entre ellos a 9 compatriotas, y con una producción anual de unos 28.000 sombreros”18; los labradores, en proporción de 10 a 1, o los taberneros -‐314 inmigrantes franceses, de ellos 191 18 Eugenio Larruga, Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y mimas de España…, Zaragoza, Institución Fernando el Católico Madrid, vol. XIV, tomo XL, pp. 193-‐4 (ed. fac. de la edición de Madrid, imprenta de Benito Cano 1787-‐1800).
ubicados en Sevilla y los 123 restantes distribuidos en otras 17 localidades. Si los franceses tienen una mayor presencia en unas actividades, los italianos son mucho más numerosos en otras, caso de los 322 zapateros inmigrados desde la península transalpina o 343 hortelanos cifras que contrastan con los 76 y los 20 de gente procedente de Francia ocupados en los mismos trabajos. Más contundente la diferencia entre italianos y franceses en la elaboración de fideos – “fideeros” o “fideleros”, denominación que recibían en el norte de España-‐, 96 de la península itálica y tan sólo 1 francés. Las diferencias encuentran su explicación en la diferente tradición de unos y otros. Los fabricantes de pan franceses en el siglo XVII estaban ya presentes en distintas ciudades hispanas y su peso en el sector fue incrementándose a lo largo del XVIII, sobre todo en el medio urbano19; y otro tanto ocurría con los caldereros, en su mayoría procedentes de Auvernia20. En el otro lado encontramos a los fideeros italianos, introductores de la fabricación de pasta en España. Mas allá de estas diferencias, nos interesa señalar las que se constatan en dos sectores, el ya comentado de la actividad comercial, trabajo considerado como cualificado y el del servicio doméstico, de menor rango profesional. En este segundo caso, aun siendo elevado el número de franceses dedicados a ese menester, eran mucho más numeroso los inmigrantes italianos. Si a los 394 sirvientes franceses les añadimos 151 cocineros, 38 domésticos, 32 criados, 23 mayordomos, 21 lacayos, 10 ayudas de cámara y 4 criados de librea, se alcanza la cifra de 673 varones ocupados en tareas domésticas –el 10,7% del total de la muestra-‐. Los italianos superaban ampliamente esta cifra: sumados a los sirvientes 3 criados de librea, 5 ayudas de cámara, 11 lacayos, 34 mayordomos y 385 cocineros, los inmigrantes transalpinos ocupados en el servicio doméstico superaban el millar de personas. En síntesis, en la comparación de la actividad laboral desarrollada en España por franceses e italianos encontraríamos rasgos comunes –diversidad de actividades, algunas muy especializadas, pero con pocos representantes, mayor peso de los trabajos nada o poco especializados-‐ y diferencias evidentes -‐ocupaciones elegidas mayoritariamente por inmigrantes de uno u otro país, las que nos parecen de mayor interés el claro predominio de los franceses en las actividades relacionadas con el comercio y una presencia más numerosa de la colonia italiana en el servicio doméstico. Por lo demás, tanto en uno como en otro caso encontramos toda una serie de trabajos poco cualificados que ocupaban a un relativamente elevado número de personas de una u otra procedencia –aguadores, amoladores, castradores, jornaleros, taberneros, mesoneros, posaderos servicio doméstico-‐, indicio del carácter predominante de la emigración hacia España tanto de uno como de otro territorio, una emigración salida de áreas deprimidas y dispuesta a aceptar cualquier trabajo. 19 James Casey, España en la Edad Moderna. Una historia social, Madrid, Biblioteca Nueva, p. 58; Rose Duroux, “España, país tradicional de inmigración. Los auverneses de Castilla y sus fuentes”, en “Migraciones y Exilios. Cuadernos de AEMIC, 1 (2000), pp. 100-‐101. 20 Una síntesis en Emilio Benedicto Gimeno, “Los caldereros auverneses”, versión HTLM del archivo http://www.souquieres.org/fichiers/Caldereros.doc
3.-‐ ¿Dos modelos migratorios? Rasgos sociológicos de los inmigrantes franceses e italianos. Uno de los datos de la matrícula es el relativo al estado civil de los inmigrantes en el momento de realizarse el recuento. No siempre cumplimentado, la información queda recogida en 4.737 casos de varones franceses y en 3.701 de italianos. Los resultados quedan recogidos en el cuadro y gráfico siguientes: Franceses Italianos Casados 1.899 1.698 Solteros 2.624 1.785 Viudos 214 218 Total 4.737 3.701 s: Estado civil de los Estado civil de los inmigrantes italianos viudos inmigrantes franceses Viudos 6%
5%
solteros 55%
Frances es 40% Soltero s 48%
Casado s 46%
Cuadro y gráfico ponen de manifiesto la diferencia entre ambas colonias: una mayor proporción de solteros entre los franceses solteros entre los franceses -‐7 puntos por encima de los italianos-‐. Si a continuación cruzamos el dato de los casados con el de la procedencia de las esposas volvemos a encontrarnos con diferencias reseñables, tal como se evidencia en el cuadro y gráficos siguientes Origen esposo Origen Esposa Francia Italia España 1.192 741 Francia 445 717 Otros países 56 38
Otros Procedencia de las esposas paises de inmigrantes franceses 3% Francia 26% España 71%
Procedencia de las esposas Otros de inmigrantes países italianos 3%
Italia 48%
España 49%
Los franceses están casados mayoritariamente con españolas –un 71 %-‐, mientras que en el caso de los italianos el porcentaje de los que han contraído matrimonio con compatriotas es prácticamente igual al de los que lo han hecho con nativas hispanas. La interpretación se nos antoja sencilla: no se trata de un inmigración individual, sino familiar. El argumento es fácil de sostener si fijamos la atención en el tiempo que esos casados llevan en España en el momento de hacer la matrícula o en el número de hijos que declaran estar viviendo con ellos El primer supuesto queda claro con los datos del cuadro siguiente: Casados Casados Casados con con años en con Casados con años en España italianas españolas España italianas españolas menos de 1 año 53 3 11-‐15 81 79 1 67 1 16-‐20 71 130 2 40 5 21-‐30 94 215 3 32 3 31-‐40 73 152 4 32 8 41-‐50 16 53 5 24 5 más de 50 4 14 6-‐10 117 66 De los italianos que aparecen casados con compatriotas en 1791, 53 llevaban menos de un año y la estancia de otros 67 no llegaba a los 2. A partir de esta fecha el número iba disminuyendo. En cambio la secuencia de los casados con españolas seguía una trayectoria opuesta. Llegados a España solteros, el número de los que accedían al mercado matrimonial hispano iba creciendo. No parece lógico pensar que ellos y ellas llegaran solteros a España y una vez aquí contrajeran matrimonio. El dato de los hijos de estas parejas confirma la idea de que estamos ante casos de emigración en familia El número de hijos de estas parejas confirma la idea: 37 de las parejas que todavía no habían cumplido un año de estancia en España ya tenían uno o más hijos. Dos de ellas la formada por el mandadero Benito y Catalina Aycardo y la del sastre Antonio y Francisca Porrata, ambos residentes en Cádiz tenían 6 hijos. Además de estos, había 1 pareja con 5 hijos, 4 con 4, 6 con 3, 12 con 2 y otras 12 con 1. Las 21 restantes todavía no tenían descendencia
años en España
Casados con francesas
Casados con españolas
años en España
Casados con francesas
Casados con españolas
35
8
11-‐15
41
140
24 24 11 17 14 48
5 17 11 15 16 90
16-‐20 21-‐30 31-‐40 41-‐50 más de 50
48 84 39 16 4
190 312 174 61 9
menos de 1 año 1 2 3 4 5 6-‐10
En el caso de los franceses, el número de casados con compatriotas que llevaban menos de 1 año eran 35, de los que 13 figuraban como refugiados en la ciudad de San Sebastián. De los 22 restantes, 5 juraron fidelidad al monarca hispano, requisito preciso para ser considerados como avecindados, y los otros 18 optaron por ser considerados transeúntes. En 3 de estos 18 casos, los del aguador Pedro Bernia, de Juan Buesa, sirviente en una fonda y del mozo de venta Juan de Neoli, la esposa continuaba residiendo en Francia, la de este último con 3 hijos. Descontados los refugiados y estos últimos 3 casados, el número de parejas de inmigrantes franceses con menos de un año de estancia en España. En años sucesivos, a medida que la presencia en el país se iba haciendo más duradera el número de los inmigrantes galos casados con hispanas iba aumentando, siendo claramente superior en aquéllos que llevaban 6 años o más. Otra de las diferencias entre los inmigrantes franceses e italianos casados con compatriotas es la opción escogida a la hora de optar por la condición de avecindados o transeúntes. Cabría pensar que esta última fuera la opción elegida por quienes no llevan mucho tiempo en España y que a medida que la estancia fuera más prolongada la balanza se iría inclinando hacia el avecindamiento., como puede apreciarse en el cuadro siguiente es la que se observa en el caso de los franceses, si embargo, entre lo italianos ya desde el principio es muy superior el número de quienes aparecen como avecindados años en España menos de 1 año 1 2 3 4 5 6-‐10 11-‐15 16-‐20 21-‐30
Italianos Franceses Avecindados Avecindados Transeúntes Transeúntes 34 18 5 17 38 29 7 16 24 16 3 21 18 14 4 7 20 12 10 7 16 8 7 7 90 28 21 27 77 21 22 28 69 6 25 16 87 7 72 13
31-‐40 41-‐50 más de 50
65 16 4
7 0 0
28 10 3
21 0 1
¿Cómo interpretar el hecho? Cabría pensar en una mayor voluntad de integración de la colonia italiana en la que podían pensar fuera su tierra de acogida, actitud distinta a la de los franceses más proclives al retorno y en la misma línea podría interpretar la evolución del porcentaje de avecindados de unos y otros independientemente de su estado civil, creciente según van aumentando los años de estancia en España, pero siempre más elevada en el caso de los inmigrantes transalpinos, tal como puede verse en el cuadro siguiente Años de estancia hasta 1 1 2 3 4 5 6-‐10 11-‐15 16-‐20 21-‐30 31-‐40 41-‐50 más de 50
Franceses 48,70 51,90 50,70 55,60 65,40 59,40 61,40 69,90 73,30 83,90 86,70 89,60 80,60
Italianos 68,10 69,70 68,60 70,40 70,80 80,30 81,30 91,50 94,00 95,60 95,20 97,00 96,70
Recapitulando: Con todas las prevenciones que imponen unas fuentes limitadas, todos indicios llevan a pensar que, más allá de las similitudes que hay en las migraciones a larga distancia –motivada por las dificultades en los núcleos o áreas de partida, fundamentalmente masculina o con predominio de jóvenes-‐ se observan particularidades en las colonias francesa e italiana. Las más evidentes estarían en la distinta elección de lugar de asentamiento en España, mucho más diversificada en el caso de los franceses; la especialización de uno y otros en actividades diferentes, destacando el mayor peso de los franceses en las actividades comerciales y de los italiano en el servicio doméstico, pero constatándose también otras tareas prácticamente monopolizadas por uno u otros, caso de los panaderos o los caldereros por parte de los franceses y de los fideeros por parte de los italianos; la mayor presencia entre los italianos de emigración en familia y, los indicios apuntan ahí, su más rápida integración en el país de acogida