10) PROYECTO DE DECLARACION DECLARA

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(S-0769/10) PROYECTO DE DECLARACION El Senado de la Nación DECLARA De interés de esta Honorable Cámara, la conmemoración del Aniversario del fallecimiento del escritor, ensayista y político argentino, D. Arturo Jauretche, el 25 de mayo de 1974. Gran crítico y protagonista de la historia Argentina, Arturo Jauretche simpatizó en 1922 con el nuevo modelo de integración social promovido por la Unión Cívica Radical, incorporándose al sector de Hipólito Irigoyen (“radicales personalista”). La disparidad de criterios entre Arturo Jauretche y el radicalismo encabezado por Marcelo Torcuato de Alvear propiciaron, en 1939, el nacimiento de la agrupación política FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina). En 1945, Arturo Jauretche se adhirió al peronismo Mario J. Colazo. FUNDAMENTOS Señor Presidente: “Me pregunto si mi pueblo como este fuego agoniza o si está encendida la braza y hay que soplar la ceniza” - Arturo Jauretche – Arturo Jauretche nació el 13 de noviembre de 1901 en la ciudad de Lincoln, Buenos Aires, Argentina y muere en la Ciudad de Buenos Aires el 25 de mayo de 1974. Pensador, escritor, ensayista protagonista de la historia de primero de los diez hijos que municipal e importante figura Angélica Vidaguren, maestra.

y político argentino, gran crítico y nuestro país, Arturo Jauretche fue el tuvieron Pedro Jauretche, funcionario del Partido Conservador de Lincoln, y

La infancia y adolescencia de Arturo Jauretche transcurrieron en su ciudad natal y tiempo después, tras radicarse en Chivilcoy, participa en las luchas estudiantiles por la Reforma Universitaria de 1918. En 1922

simpatizó con el nuevo modelo de integración social promovido por la Unión Cívica Radical, incorporándose al sector de Hipólito Yrigoyen, los llamados radicales personalistas. En 1928 fue nombrado funcionario en el segundo mandato de Yrigoyen, pero sólo duró hasta 1930, cuando se produjo el primer Golpe de Estado (1930-1943) encabezado por José Félix Uriburu, que dio lugar a la llamada Década Infame. Desde ese momento, Arturo Jauretche fue protagonista de la lucha callejera, combatiendo a mano armada con los insurrectos y desarrollando una intensa actividad política. En 1933, hallándose en la provincia de Corrientes, tomó parte en el alzamiento de los coroneles Roberto Bosch y Gregorio Pomar y tras ser derrotados, cayó preso. La disparidad de criterios entre Arturo Jauretche y el radicalismo encabezado por Marcelo Torcuato de Alvear propiciaron en 1939 el nacimiento de la agrupación política FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), que desarrollará los lineamientos del nacionalismo democrático. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), desde FORJA sostuvo la posición de neutralidad. Luego del golpe militar de 1943 que derrocó al gobierno fraudulento de Ramón Castillo, FORJA anunció que sus objetivos se habían satisfecho y se disolvió en 1945. Ese mismo año, Arturo Jauretche se adhirió al peronismo y unos años después fue nombrado Presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, cargo que mantuvo hasta 1951. Tras producirse la Revolución Libertadora que derrocara a Juan Domingo Perón en 1955, Arturo Jauretche fundó el periódico "El Líder" y el semanario "El '45", donde criticó el régimen de facto y fue perseguido y obligado a exiliarse en Montevideo (Uruguay). En el exilio se mantuvo crítico con la sociedad argentina, proponiendo la integración de los intereses de la burguesía y el proletariado para el desarrollo de una economía sólida. Esta posición le granjeó enemistades por parte de los liberales y de la dirigencia justicialista. Lo que caracterizó a Arturo Jauretche a lo largo de su vida, fue su honestidad intelectual y su permanente compromiso con sus ideales. Su última relación con la política fue en 1961 cuando se postuló a senador nacional y no logró ingresar al Senado. A partir de entonces, la actividad como escritor de Arturo Jauretche fue intensa, llegando a publicar el primer volumen de su autobiografía "De memoria. Pantalones cortos" en 1972, falleciendo antes de terminar los tres volúmenes de su obra. Arturo Jauretche popularizó palabras que definen actitudes políticas, como "oligarca" o "vende patria". Obras Destacadas

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Política nacional y revisionismo histórico (1959) Los profetas del odio y la yapa (1957) Prosas de hacha y tiza (1960) Forja y la década infame (1962) El Medio Pelo en la Sociedad Argentina (1966) Manual de zonceras argentinas (1968)

“Requiem para un luchador El auge del terror anónimo ha hecho olvidar en los últimos años la "patriada" criolla. Acaba de morir uno de sus héroes que, como Hernández, luchó con las armas en el campo y luego escribió el romance de la batalla. El propio Arturo Jauretche, en su poema "El paso de los Libres", que prologó Jorge Luis Borges en 1933 y yo mismo en 1960, alude a su paisano Julián Barrientos, quién relata la jornada revolucionaria porque "anduvo en ella". La “patriada” consistía en una revolución civil o militar, o una mixtura de ambas cosas, herencia de la guerra civil en la patria vieja, que la proscripción del radicalismo haría fortalecer después de 1930. Se "levantaban" con todos los elementos comprometidos y luchaban en pos de la victoria. Como empezaba la década infame, en realidad combatían en pos de su derrota. Jauretche, soldado en el levantamiento de Corrientes, cayó prisionero después del encuentro de San Joaquín. La decepción que produjo en su espíritu la cobardía del radicalismo del City (hotel donde vivía Alvear a su regreso de Europa y donde parasitaba la "flor de la canela" del radicalismo alvearista) lo impulsó a reflexionar sobre el destino del movimiento fundado por Yrigoyen. El caudillo acababa de morir. Con sus restos mortales, en aquella fría tarde de julio, parecía sepultarse para siempre el radicalismo histórico. Creo no equivocarme si digo que como el padre de Martín Fierro, el combatiente de Paso de los Libres meditó sobre el significado de su derrota y en esa prisión militar realmente nació el político. Porque Jauretche fue ante todo un político, condición desacredita en nuestro país por la vacuidad doctoral, la estudiada reserva y la banalidad verbalizada de tantos Fidel Pintos que pululan en la vida pública argentina. Cuando al día siguiente de su muerte supe por prensa y algunos oradores que Jauretche había sido un escritor, comprendí cuán rápidamente la posteridad inmediata deforma la historia antes de escribirla. En realidad, el publicista ocultó al pensador, el hombre de letras al político, el fosforescente ingenio a la sustancia de su genio. La gente que lo conoció por la televisión atribuyó proyectivamente a

Jauretche su propia frivolidad. Recordemos la crónica de La Prensa al morir Yrigoyen: "Ayer falleció en esta capital Don Hipólito Yrigoyen, que fuera comisario de Balvanera y dos veces presidente de la República". Si Yrigoyen era un comisario retirado, Bonaparte podría haber sido un turista que redactó el Código Civil y Perón un conocido autor de media docena de libros, entre otros, La Comunidad Organizada. Jauretche fue algo más transcendente que su cautivante personalidad cotidiana, más profundo que el admirable conversador imposible de olvidar por todo aquel que lo haya conocido. Era el eslabón vivo que enlazó al yrigoyenismo declinante con el surgente peronismo. Estableció con sus actos, su palabra y ocasionalmente, su pluma, la íntima relación dialéctica entre ambos movimientos nacionales. Fue la conciencia activa de que todo moría y nacía en 1945. El peronismo sería inconcebible en su primera fase sin el pensamiento y la acción de Jauretche, que le transmitía la tradición del nacionalismo democrático procedente de las más antiguas raíces. Al buscar la resurrección histórica del radicalismo, Jauretche se encontró con la irrupción del peronismo. Eran otras clases sociales, otro caudillo, otro eje político-social. Pero bajo un nuevo ropaje se trataba de algo parecido a aquello que Jauretche había pugnado tantos años por traer al mundo. Aunque la cosecha que en 1945 se presentó a la vista del fundador de FORJA fue descomunal, pues la prédica se trocó en multitud, personalmente lo sintió como un fracaso. El movimiento nacional al que Jauretche tanto había contribuido. De su marginación política, nació su ingreso a la República de la Letras, cuando al caer el peronismo en 1955 no había nadie para defenderlo a no ser el mismo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz en 45 y Qué y nosotros en Lucha Obrera. Satirizó con inigualable poder disolvente a la petrificada y apolínea literatura de la factoría, a ese gélido mundo procedente de Paul Groussac y Enique Rodríguez Larreta que había venido a parar a Borges. A la literatura cortesana, inclinada ante la supremacía terrateniente y enferma de anglofilia, opuso Jauretche la risa de Rabelais (o de Mansilla). Diría que en su estilo verbal y escrito hasta había algo del desenfado de Sarmiento en este adversario del autor de Facundo. Realizó la tarea de demolición político-estética que era imperioso hacer ante la cultura aristocrática y logró conmover en sus gustos a las clases medias que en esa esfera, como en todas las demás, copiaban a la oligarquía.

Pero su musa perpetua fue la política. Comprendía, como pocos en la Argentina, sus cambios bruscos, con frecuencia su inescrutable carácter y su peculiar ingratitud. Era uno de esos raros argentinos que sabía advertir detrás de un conservador a un posible alsinista, o que la palabra comunista no constituía ninguna garantía de una política revolucionaria, así como recordar lo que hubo de eco popular en aquellos demócratas de Córdoba que procedían del juarismo o qué diablos significaban los autonomistas de Corrientes y por qué sus hijos en la Facultad de Derecho correntina podían trajinar como izquierdistas mientras llegaba el momento de hacerse cargo de la estancia. Conocía la Patagonia y su fauna, la Puna y su viejo dolor; demostraba con extrema simplicidad el mecanismo íntimo del comercio de exportación e importación, y era capaz de revelar diáfanamente la desintegración de la pampa húmeda, que permitía descifrar el poder económico de la oligarquía bonaerense y al mismo tiempo su formidable parasitismo, así como su resistencia a invertir. La categoría que Marx emplea en El Capital fue utilizada luego por Jauretche en sus escritos. Su prosa se emparentaba con la antigua tradición argentina de Hernández, Sarmiento, Mansilla, Wilde, Fray Mocho. Era literalmente una prosa hablada, pues Jauretche rara vez escribió. Dictaba siempre, después de imaginar los artículos, sus argumentos y ocurrencia. Conocí muchos artículos que me contó y que no llegó a publicar porque no tenía una dactilógrafa a mano. Cuesta pensar que este hombre extraordinario ya no existe. Además, es preciso admitir que la hegemonía cultural oligárquica, contra la que tanto luchó Jauretche, ha sido destruida pero no ha sido reemplazada por otra. Por esa razón, la muerte de Jauretche no ha conmovido al país y las juventudes, aún las que se dicen revolucionarias, no han dicho ni pío. Es cierto que el pueblo ha recuperado el poder. Pero en el orden de la cultura y de los valores seguimos pidiendo permiso a Francia para abrir un libro. Cuando las obras de Jauretche circulen por los colegios nacionales y Universidades con la misma profundidad con que hoy circulan obligatoriamente tantos ladrillos encuadernados, podrá decirse que el reflejo intelectual de las patriadas y de los ideales nacionales ha entrado por fin en la formación de las nuevas generaciones argentinas. Por eso no puedo decirle adiós a Jauretche: lo "tendrán en su memoria / para siempre mis paisanos".

JORJE ABELARDO RAMOS. Texto publicado en el diario La Opinión el 30 de mayo de 1974. Sr. Presidente, por todo lo expuesto, solicito a mis pares la aprobación del presente Proyecto de Resolución. Mario J. Colazo. -

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