intervenciones y acciones sociales; por tanto, esta perspectiva sobre la noción de territorio supera la concepción estrictamente física sobre el espacio. Para Soja (1985; citado por Suárez, 2010), el espacio es un producto social y una parte integral de la construcción material y la estructuración de la vida social.

Agnew (1993; citado por Suárez, 2010), en la misma línea de análisis, señala que la noción de lugar incluye dos ideas: i) la localización, referida a las intervenciones sociopolíticas transformadoras del espacio material, y ii) la de sentido del lugar, respecto a las significaciones que sostienen la identidad.

Este enfoque del territorio como una construcción social, implica procesos económicos, tecnológicos, políticos y culturalessimbólicos -que expresa las representaciones de los propios actores sobre el espacio y que permite comprender sus estrategias y acciones, como también la construcción de las subjetividades que las sostienen- (Suárez, 2010).

La visibilización de los aspectos sociales y políticos permite poner la atención sobre la acción de los actores sociales en la dinámica de los procesos de construcción territorial, y, en este sentido, pone en evidencia la dimensión política, la “naturaleza intencional, el carácter voluntario de la creación del territorio” (Di Meo, 2001).

Desde esta perspectiva, el territorio constituye un espacio transformado por la intervención social, pero también establece las condiciones de desarrollo de esa intervención. “El territorio constituye un espacio transformado por la acción de una determinada sociedad, pero al mismo tiempo, representa la condición reproductiva de la sociedad misma” (Suárez, 2010).

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Ordenamiento territorial... una nueva visión "El territorio aparece como una noción material y espacial en donde se establecen relaciones esenciales entre lo político lo social y lo natural" (Gottmann, 1973)

Salinas (2005) retoma una definición de ordenamiento territorial que referencia la literatura especializada, en los siguientes

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términos: "una disciplina científica, una técnica administrativa y una política concebida como actuación interdisciplinaria y global cuyo objetivo central es el desarrollo equilibrado de las regiones y la organización física del espacio según un concepto rector" (Consejo de Europa, 1983; Barragán, 2003). Otra definición que aporta elementos para la discusión es la que plantea Mantobani (1997; citado por Salinas, 2005), la cual si bien es reticente frente a aspectos básicos del desarrollo local y regional, contribuye desde otra perspectiva de análisis: “el ordenamiento territorial es una forma de intervención social del Estado encargada de regular los distintos requerimientos de las empresas (acumulación del capital), la sociedad (reproducción de la vida cotidiana, reducción de desigualdades sociales y protección ambiental) y el gobierno (legitimación política) mediante la organización, administración y gestión racional y técnico-científica a nivel urbano y regional de aquellas condiciones generales que sostienen un proceso de desarrollo sustentable y de aquellos medios provistos por el Estado para elevar o mantener

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los niveles de equidad y de eficiencia de la sociedad”. En este contexto, es de gran valor presentar las ideas de Friedman (1992) en relación con el ordenamiento territorial. Parte en reconocer la importancia de la planificación como herramienta para la acción basada en el conocimiento (…); para ello, se requiere precisar las diferencias y asimetrías regional y local. Los problemas y las condiciones de la planificación no son los mismos en todos los sitios, y la especificidad del lugar ha de orientar a los planificadores. “Los problemas de la infraestructura de la planificación, la vivienda, el empleo y el medio ambiente han de resolverse donde se sienta su impacto. No existe una misma solución para todos los problemas del dominio público” (1992). Un fenómeno relativamente reciente es el de la organización de la sociedad civil alrededor de los procesos decisorios públicos. En las regiones, el sector urbano con las ciudades, las comunas y los barrios, y en el sector rural con los corregimientos y veredas, son los lugares propicios para realizarse la participación ciudadana (conformación de los consejos

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departamentales y municipales de planeación territorial, la experiencia colombiana a través del presupuesto participativo, entre otras). “Las regiones y las localidades son el espacio de la vida diaria de las personas y, por lo tanto, tienen una importancia suprema. El espacio nacional e internacional es típicamente el espacio de las entidades empresariales y de las burocracias superordenadas. No es un espacio donde la gente normal puede influir mucho en los acontecimientos” (1992). Desde esta perspectiva de ordenamiento territorial, el nuevo modelo se basa en el aprendizaje social y en la construcción de capitales que requiere la caracterización de la planificación en los siguientes términos: a) innovadora; b) política; c) negociadora y d) basada en el aprendizaje social. En la misma línea de análisis crítico frente a la planificación tradicional, documental y sesgada hacia una ingeniería social, Lira (1997) indica que "en la documentación elaborada por las administraciones y gobiernos subnacionales, abunda la información, pero se carece de

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conocimiento sobre su realidad", y agrega que esa información no sirve de alimento al proceso de toma de decisiones. El énfasis puesto en la información tipo inventario que caracteriza a los planes regionales, se une a un enfoque de carácter sectorialista, todo lo cual confabula para restar aplicabilidad a estos documentos que reúnen -sin conseguir amalgamar- el inventario de los componentes de la unidad a planificar, con un plan de inversiones destinado a incentivar al sector privado para implementar proyectos de inversión. Sobre el sistema regional, seguido de una serie de proyectos de inversión, no siempre derivados de los antecedentes que les servían, supuestamente, de respaldo. Por otra parte, las posibilidades de las regiones de poder definir sus destinos, están muy lejos de lo deseable. Y esto no sólo se trata de problemas derivados de condiciones adversas en términos generales, sino que particularmente, en el contexto interno, no se percibe una clara voluntad ni los instrumentos para alcanzar este objetivo. Para comprobar esto, basta con ver los programas de incentivos para la inversión privada y el desarrollo productivo, y las facultades legales que tienen los Gobiernos regionales para estos fines (1997).

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De forma análoga, Crevoisier (1996; citado por Rovira, 2006) sugiere la sustitución de la planificación espacial o regional, de corte tradicional, moderno, racionalista y positivista, por el de planificación territorial. En ésta, se concibe al territorio como su sujeto de acción y como identidad manifiesta de la relación sociedad-naturaleza. Por tanto, el territorio funciona sobre la base de la multidimensionalidad y la interdependencia y, consecuentemente, de relaciones de alta complejidad. En este orden de ideas, se empieza a identificar la configuración y orientación del ordenamiento territorial como un nuevo tipo de planificación de carácter ecológico, ambiental y estratégico; por tanto, este enfoque permite pensar la planificación como el instrumento de diseño e implementación estratégica de acciones referidas a la ocupación y uso del territorio, la programación de las actividades productivas con sentido eficiente, la organización y distribución de los asentamientos humanos y, en general, el desarrollo de la sociedad en coherencia con el potencial natural de la tierra, el aprovechamiento sostenible y sustentable de los recursos

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naturales y humanos y la protección y calidad del medio ambiente (Salinas, 2005). El ordenamiento territorial -visto como el instrumento esencial de la planificación- tiene fundamentos de orden cultural y político relacionado con el desarrollo de cada sociedad. Este pensamiento que tuvo sus orígenes en Francia, en los años cuarenta, fue propuesto como una alternativa para solucionar los problemas relacionados con la distribución y utilización de la tierra; luego se arraigó en Europa y Norteamérica durante los últimos años (2005); sin embargo, puede afirmarse que ha ido alcanzando cada vez mayor aceptación en las distintas regiones del mundo. Dentro de sus fundamentos, se desatacan tres ideas axiales: i. Proporcionar las oportunidades que promuevan una mejor calidad de vida para toda la población; ii. Conservar y potenciar las diversas dotaciones del territorio y iii. Ocupar y usar el territorio con sentido sostenible. El ordenamiento ecológico o ambiental visto como: "El instrumento de política ambiental que permite articular, regular e inducir el uso del

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suelo y las actividades productivas con el fin de lograr la protección del medio ambiente y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y humanos, a partir del análisis de las tendencias del deterioro y las potencialidades de aprovechamiento de los mismos, con el fin de alcanzar la máxima armonía posible en las interrelaciones de la sociedad con el ámbito donde ésta se desarrolla” (2005). El ordenamiento territorial como: "Una disciplina científica, una técnica administrativa y una política concebida como actuación interdisciplinaria y global cuyo objetivo central es el desarrollo equilibrado de las regiones y la organización física del espacio según un concepto rector" (2005). El ordenamiento del territorio como: "El nivel más amplio y abarcador de la planificación ambiental, dirigido a determinar un modelo territorial constituido por tipos funcionales de uso para cada parte del territorio, sus entidades de operación y gestión, y los instrumentos administrativos, jurídicos y sociales que aseguren su aplicación, buscando garantizar el buen uso del territorio y la sostenibilidad del

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ambiente en armonía con el desarrollo de la población, los servicios e infraestructura y el funcionamiento eficaz del gobierno" (2005). Referencias Agnew, John (1993). “Representing space. Space, scale and culture in social science”, en: Ana Suárez, 2010. Arana, Vladimir (2007). Enfoque y análisis ecorregional: Reabriendo la discusión. Serie contribuciones para el Desarrollo Sostenible de los Andes CONDESAN. Perú. books.google.com.co/books?isbn=9290603003... Barragán, José (2003). Medio ambiente y desarrollo en áreas litorales. Introducción a la Planificación y Gestión integradas. Universidad de Cádiz, España. Boisier, Sergio (2002). ¿y si el Desarrollo fuese una

emergencia sistémica? www.yorku.ca/ishd/CUBA.LIBRO.06/DEL/CAPITULO3.pd Boisier, Sergio (2006). Algunas consideraciones para aproximarse al concepto de ciudad-región. Estudios Sociales, Volumen 15, Nº 28. Chile. Casasús, Martha y Gimeno, Juan (2000). Desarrollo y diversidad cultural en Guatemala. AECI. Guatemala. books.google.com› SocialScience › Anthropology ›

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