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BANCARIOS “BAJO BANDERA” Trabajadores bancarios movilizados militarmente en la Provincia de Buenos Aires. (1958/59) por Osvaldo Cavasso Empleado en el Club Atlético Banco Provincia de Buenos Aires y Docente de la Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires. Investigador del movimiento obrero y de las relaciones entre el capital y el trabajo en la Argentina desde 1930 hasta 1976. Publicaciones: Nosotros también somos bancarios, IX Encuentro Nacional y III Congreso Internacional de Historia Oral de la República Argentina. Jornadas. Los usos de la Memoria y la Historia Oral, Bariloche, 2009. Trabajadores bajo bandera. De la huelga bancaria de 1959 al Plan CONINTES (19591960), En coautoría con Nicolás Ferraro. Buenos Aires, El Río Suena, 2011. Actualmente investiga a otros gremios “Bajo Bandera” como los ferroviarios y los del transporte colectivo de pasajeros.

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Este trabajo invita a profundizar el estudio de la movilización militar de los trabajadores a través de un caso emblemático: el conflicto que involucró al sector bancario durante la huelga de 1958/59 bajo el imperio del plan CONINTES en el ámbito de la provincia de Buenos Aires. Bancarios “Bajo Bandera” no solo es un esfuerzo por recuperar para nuestra memoria colectiva los testimonios orales de trabajadores bancarios apremiados militarmente sino que, además y gracias a los recursos aportados por el archivo de la Comisión Provincial por la Memoria, pretende dar cuenta de cómo se desarrolló el accionar represivo de las fuerzas de seguridad en la provincia de Buenos Aires para disciplinar a los bancarios en lucha.

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CONINTES El Plan de Conmoción Interior del Estado (CONINTES) ha sido convencionalmente asociado a la intensa represión desplegada por el gobierno radical de Frondizi. Sin embargo, esta lectura impresionista impide concebir al fenómeno como un proceso represivo de largo plazo que refleja la tendencia a la militarización de las clases dominantes y que tiene sus orígenes, paradójicamente, en la reacción del gobierno peronista ante distintas situaciones conflictivas. Nosotros optamos por definir como Plan CONINTES al conjunto de la legislación que en el marco de la democracia liberal organiza el estado de excepción bajo control centralizado de las fuerzas armadas. No se trata de un paréntesis en la trayectoria institucional de la política liberal, sino de un instrumento de restablecimiento del orden y disciplinamiento con arreglo a objetivos particulares del bloque de dominación, contemplado por la misma democracia liberal. Tampoco creemos que se pueda hablar de una concesión producida por el condicionamiento permanente de un observante poder militar. Tanto el proyecto peronista como el proyecto desarrollista consideraban a las fuerzas armadas como pilares fundamentales de la reconstrucción nacional, y si el primero las involucraba como parte de la clase dirigente por su mismo origen castrense, el segundo llegó al poder en las condiciones de una democracia pretoriana, donde la tutela militar era un elemento ineludible a tener en cuenta. En todo caso, lo que durante el peronismo clásico se mantuvo como una herramienta de última instancia para la solución de conflictos que excedían los límites establecidos por un gobierno de amplia legitimidad para la clase obrera, bajo una democracia pretoriana que solo podía dar origen a gobiernos de legitimidad viciada o nula, la apelación a la coacción sistemática y coordinada se convirtió en un recurso estructural. Vale concluir que el radicalismo intransigente cristalizó la extensión de la situación de estado de excepción permanente en democracia cuyas bases había sentado el primer gobierno peronista. A continuación estos son los rasgos básicos del CONINTES: 1.

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Declaración del estado de sitio total o parcial. Esto significa la necesaria institución del estado de excepción como condición para la aplicación de medidas extraordinarias. Intervención directa de las fuerzas armadas en la organización de la actividad represiva, subordinando a las fuerzas de seguridad y coparticipando del poder político. Esto suponía la reconfiguración del territorio nacional en zonas de distinto nivel de autoridad según el estado de la situación. Movilización militar de los trabajadores de los sectores estratégicos de la economía y la administración, con el consecuente

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sometimiento de los mismos a la justicia militar. Esto garantizaba un funcionamiento mínimo de la actividad y permitía llevar las sanciones más allá del límite impuesto por la justicia civil. Intervención de sindicatos y centrales obreras. Depuraciones de dirigentes obreros, detenciones y cesantías masivas y elaboración de listas negras.

El gobierno de Frondizi es el primero que confiere un carácter sistemático, centralizado y de magnitud nacional a la militarización de los conflictos obreros. La intervención ocasional y parcial de las fuerzas armadas que puede apreciarse en los primeros gobiernos peronistas para reprimir conflictos que suponían un desborde de los límites doctrinarios establecidos por la conducción, deviene patrón constante de disciplinamiento por parte de un estado aliado al capital en una coyuntura política de exclusión de mayorías y frente a las tareas pendientes del desarrollo capitalista intensivo. En palabras del historiador norteamericano Robert Potash (1980), CONINTES resultó ser un estado de emergencia que asignaba el control directo de la represión del terrorismo, subordinando el poder de policía a las fuerzas armadas mientras otorgaba a los tribunales militares jurisdicción plena sobre civiles acusados de participar o promover actos subversivos. En nuestra consideración la clave está en la indefinición semántica del llamado “acto subversivo” que para nosotros no resulta ser inocente ya que por subversivo CONINTES terminó alcanzando a todo tipo de acción política y gremial tendiente a defender los derechos de los trabajadores frente al avance de las patronales. MOVILIZACION MILITAR DE LOS TRABAJADORES BANCARIOS Las huelgas bancarias de 1958/59 fueron estudiadas ya, en forma exhaustiva, por Omar Acha (2008) y Néstor Miguel Fiorenza (2011), luego de una breve síntesis del conflicto nos adentraremos en el tema que nos convoca y que, para nosotros, no ha merecido suficiente atención. En abril de 1959 la Asociación Bancaria llama a una huelga general habida cuenta que el Ministerio de Trabajo se negaba a otorgar un aumento de emergencia al gremio bancario y del seguro. Los directores de la banca oficial también se resistían a participar de las negociaciones paritarias en las que se discutían mejores condiciones laborales. La abrupta caída de los salarios reales (alrededor de un 26%), con una inflación cercana al 110%, provocó la reacción del sindicato que solicitó una inmediata recomposición salarial de emergencia en cumplimiento de

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los acuerdos firmados para el levantamiento de la huelga de 1958 con el gobierno militar. Frondizi emitió el Decreto Nº 5.537 de estabilidad y disciplina del personal bancario, mejor conocido como “Decreto Blejer”, que modificaba el Decreto Nº 20.268 reglamentario de la Ley Nº 12.637. Con un fuerte contenido disciplinador, la norma consideraba inasistencias injustificadas la participación activa en huelgas declaradas ilegales por el Estado. Por ello se podía despedir al personal sin necesidad de sumario interno, con la sola intimación a presentarse a trabajar en un plazo de 24 horas. Se indicó también que se convocaría a personal militar para realizar las tareas, para lo cual el Ministerio de Defensa ordenó a todo el personal en situación de retiro que actualizara sus domicilios en un plazo no mayor de 72 horas. Desatado el conflicto gremial las fuerzas armadas movilizan militarmente a los trabajadores bancarios del siguiente modo, luego de tomar lista a los trabajadores reclutados, la autoridad militar de cada fuerza ponía a disposición de la autoridad laboral al trabajador bancario ya encuadrado, disciplinado y militarizado, es decir “Bajo Bandera”. Cumplida su misión la autoridad militar se retiraba del lugar. Lo breve y contundente del siguiente relato nos indica que existía, cuanto menos, una mínima coordinación entre las FF.AA, y las autoridades laborales, tal como lo apunta el siguiente testimonio: “De la Escuela Lemos hasta el Banco era el teniente quien nos pasaba lista en el hall y se desentendía, en el Banco teníamos otra autoridad militar, pero en la oficina yo seguía con mis jefes habituales del Banco.” En forma meticulosa los trabajadores “Bajo Bandera” eran ordenados, cuantificados y asignados por la autoridad militar: “Habíamos como doscientos porque estábamos las tres armas, estaba ejército, marina y aeronáutica, que éramos todos los que laburábamos en el Provincia, los que eran del Supervielle lo mismo, quizás menos, pero las tres armas, porque había muchos bancarios que eran militares, soldados, yo no era solo, cada cual a su banquito, me voy a imaginar como estábamos formados, estábamos formados por escuadras, ponele 50 marina, 50 aeronáutica y 50 ejército, total 150 tipos que estábamos repartidos en cada una de las oficinas que nos mandaban.” No escapaba al conocimiento de los trabajadores bancarios la meticulosa organización y el nivel de información de quienes los estaban movilizando: “Ellos ya sabían que hacíamos y nos dijeron, vos, vos y vos al camioncito, y de la Escuela Lemos fui a parar al Banco. Nos formaban antes de entrar en el hall central del banco, saludábamos a la bandera, el capitán nos formaba, pasaba lista y nos íbamos a dormir a casa”. Escena que se repetía en el Banco Provincia de casa central: “Todos los bancarios en casa central que estaban cumpliendo servicio militar en cada arma, dependemos de Defensa Nacional, hay un capitán a cargo, un sargento, un cabo, y nosotros los soldados, entonces nos reúnen en la entrada de la calle

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San Martín, todos formados, y nos dicen que nos van a destinar a oficinas, dentro del Banco, y que cuando termine la jornada de labor tenemos que ir a dormir al Regimiento Patricios.” Las estrategias de las entidades bancarias para quebrar el movimiento huelguístico fueron varias. Por un lado, demoró la baja del personal en condiciones de jubilarse de la institución y, por el otro, aceleró el ingreso de nuevos empleados cuyos legajos revistaban en calidad de jóvenes aspirantes en los archivos de dicha oficina: “Mi ilusión era entrar al Banco, por eso durante la huelga, cuando el banco necesitó gente, nos comenzó a tomar. Yo entré al Banco sin dar el examen correspondiente. El examen lo di seis meses después.” No obstante estas medidas resultaron a todas luces insuficientes para detener el paro nacional bancario que se hacía cada vez más fuerte en las provincias de Córdoba y Santa Fe, pero sobre todo en el conurbano norte y sur de la provincia de Buenos Aires y en las localidades del interior provincial. CONINTES EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES En diciembre del año 2000 el archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA, disuelta en 1998) fue puesto bajo la gestión y custodia de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), a partir de 2003 el archivo fue abierto al público. Estudiando las fuentes suministradas, gracias a la desclasificación de documentos policiales secretos y reservados, podemos extraer antecedentes de suma importancia que nos permitirán explicar el plan represivo denominado CONINTES en el ámbito de la provincia de Buenos Aires contra los trabajadores bancarios en huelga. Las fuerzas armadas centralizaron su actividad de inteligencia interior y espionaje en la ciudad de La Plata, creando el Comando Central de Inteligencia. Dividieron la provincia de Buenos Aires en distintas zonas operativas de acuerdo a la densidad de población de trabajadores bancarios teniendo en cuenta la existencia de potenciales aliados pertenecientes a otros gremios. Para el área Capital y Conurbano Norte, los detenidos eran confinados en las unidades militares de “La Tablada” (Partido de La Matanza), “Escuela de Mecánica de la Armada” (ESMA, Capital Federal), “Regimiento Patricios” (Capital Federal) y la “Escuela del Cuerpo Profesional General Lemos” (Campo de Mayo) en tanto que el área Conurbano Sur era zona de influencia del Batallón de Comunicaciones con asiento en la localidad de City Bell y su zona de influencia respectiva eran las localidades de Lanús,

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Berazategui, Quilmes y Lomas de Zamora, el interior de la provincia fue delimitado claramente en dos zonas operacionales de gran importancia Oeste y Norte, su centro de operaciones fue el Regimiento número 6 de infantería de Mercedes y Sur en las ciudades de Mar del Plata y Bahía Blanca. Las unidades regionales dependientes de la Policía de la provincia de Buenos Aires tenían por objeto cubrir las zonas densamente menos pobladas de trabajadores bancarios. Movilizar militarmente a los trabajadores bancarios en la provincia de Buenos Aires exigía un gran trabajo de inteligencia previo, los documentos policiales abundan en datos personales, domicilios particulares e historias únicas de militancia políticas y gremiales, creemos firmemente que la fuente de suministro de datos tan sensibles provenía de las mismas patronales públicas y privadas en conflicto con sus trabajadores. Tomemos por caso la denuncia realizada por el subgerente de un importante banco nacional de la ciudad de Bahía Blanca contra un trabajador de esa sucursal por el hecho de “Atentar contra la libertad de trabajo” contra el tesorero de la entidad, motivo suficiente como para que el empleado en cuestión haya sido detenido y procesado por la autoridad policial y militar. La denuncia, como es de rigor, es acompañada por los datos personales del denunciado aportados por la jerarquía del banco. Como se puede observar el leitmotiv del gobierno de Arturo Frondizi era frente a la medida de fuerza la defensa de la “libertad de trabajo”, obviamente los huelguistas al ofender la norma, a todas luces inconstitucional, se colocaban en abierta contradicción contra dicho principio. Los trabajadores en huelga eran “invitados” a reintegrarse a sus tareas habituales invocando el estado de conmoción interna, CONINTES. Quienes se resistían a dicho convite eran detenidos por atentar y conspirar contra la Seguridad Nacional del Estado. El sujeto movilizado bajo jurisdicción militar sería juzgado por tribunales de guerra o consejos de guerra especiales. Esto está claro en la siguiente apreciación que realiza un trabajador bancario movilizado en ese entonces cuando se le interroga sobre la posibilidad de ejecutar a un compañero de trabajo: “No, no es matar a una persona es matar a un enemigo, a una persona que produjera un ataque a los ferroviarios o a las fuerzas que estaban ahí, la función era proteger a los que estaban, estaban trabajando, los otros no estaban trabajando y yo no me iba a dejar matar por cualquier conflicto, mi vida es mi vida, era el plan Conintes, era un plan como en caso de guerra y en caso de guerra no hay tu tía, o es uno o es otro, esa era la elección, sino ¿Para qué ponen un centinela?” Por el testimonio de un trabajador bancario podemos suponer que su vida civil entraba en un estado de interrupción forzada, había sufrido una suspensión: “El estar bajo bandera significa que en caso de guerra si vos sos

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desertor, te pegan cuatro tiros y anda a cantarle a Gardel, esa es la ley de la guerra, acá en Estados Unidos, en Gran Bretaña, en todos lados.” De la documentación hallada en la (CPM) es de destacar la notoria y diligente actividad del Regimiento número 6 de Infantería de Mercedes a cargo del teniente coronel Juan. A. Pallerino quien ordena la detención de bancarios en huelga de varias localidades vecinas tales como Chivilcoy, Junín, Bragado y Pergamino. Este regimiento en particular no solo alojaba detenidos, sino que además realizaba una serie de tareas de inteligencia e infiltración que constaba de seguimientos personales entre la masa de los trabajadores no únicamente bancarios, también de la construcción y ferroviarios en localidades tan variadas como Gral. Pinto, Arenales, Viamonte, Gral. Villegas y otras. Los informes de inteligencia abundan en detalles personales tales como nombres y apellidos, domicilios particulares, actividades gremiales y políticas que, obviamente en este artículo decidimos omitir, la Unidad Regional VII de la localidad de Azul produce el siguiente informe al Director de la Central de Inteligencia con sede en La Plata: “ Informo al señor director que en esta jurisdicción continúa la huelga del gremio bancario, a raíz de este conflicto y de las características que ha tomado, sus dirigentes tratan de darle impulso manteniendo el mayor número posible de huelguistas, (…) el Secretario General de la asociación Bancaria de Azul se mantiene activo, visitando a sus compañeros separadamente, (…) Por el seguimiento de su itinerario nos enteramos que ayer estuvieron en la ciudad de Tandil, donde hicieron una reunión de bancarios en huelga, de Tandil, en el día de hoy, partieron por tren con destino a Tres Arroyos.” Con estos datos las fuerzas de seguridad elaboraban un perfil del bancario bonaerense utilizando categorías propias de la jerga de las fuerzas de seguridad, tales como, Personal que ofrecen mayor peligrosidad; Personal que ofrece peligrosidad en segundo plano y Personal que ofrece dudas. Desde Balcarce la Unidad Regional VI con sede en Mar del Plata informa a su superioridad que: “Entre los componentes de la delegación de la asociación Bancaria de Balcarce, no se encuentran hombres de actuación política, ni catalogados como terroristas, agitadores, saboteadores o perturbadores, como así tampoco cuentan en su haber actuación gremial saliente.” Esta información una vez colectada era derivada al Comando Central de Inteligencia ubicado en la ciudad de La Plata para su posterior evaluación. De ahora en más esta pesquisa pasará a engrosar los archivos de las fuerzas de seguridad en su conjunto y recurrentemente será utilizada tanto por dictaduras militares como gobiernos democráticos hasta el año 1998.

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CONCLUSIONES Para concluir queremos destacar que la movilización militar de los trabajadores bancarios en la provincia de Buenos Ares, puso en funcionamiento una serie de acciones y puesta en escena de modos y formas que tuvieron como objeto quebrar el espíritu de lucha de los trabajadores bancarios. Los trabajadores que cumplían el servicio militar obligatorio fueron reclutados y con sus atuendos militares, armados en muchas ocasiones, y formados en escuadra saludaban el pabellón nacional en la puerta misma de la institución bancaria, los hacían sentir parte de la defensa nacional, se suponía que por sobre la patria no existía ningún interés mezquino y mucho menos gremial, el país vivía momentos difíciles y los trabajadores en general tenían un rol importante que cumplir: “Volviendo al tres de infantería aparece una huelga bancaria, y como sabían en el Ejército que yo era bancario juntan a todos los bancarios, le dan una pistola 45 dos cargadores y sable bayoneta, lo visten de gala y lo ponen en un micro, y lo reparten en cada banco, Banco Italia, Banco Francés, Banco Provincia, a mí me dejan en Banco Provincia, y en Banco Provincia están las tres fuerzas, ejercito, marina y aeronáutica.” Estar “Bajo Bandera” para un trabajador movilizado suponía un servicio impostergable para la Nación y por sobre ella no había otro tipo de consideraciones. El conjunto de decretos y leyes que crearon CONINTES hizo del derecho a huelga un delito. La movilización del personal bancario no era otra cosa que la militarización de los trabajadores. Estos quedaban sometidos al Código de Justicia Militar. Por esta razón la no obediencia a una orden sería sancionada o penalizada por analogía según la reglamentación militar. Los trabajadores que no estaban cumpliendo el servicio militar obligatorio y tozudamente desobedecían la orden de retornar a sus habituales labores eran espiados, perseguidos y encarcelados en unidades militares donde los rapaban, los uniformaban y los sometían a lo que era considerado una mínima instrucción militar: “En la Escuela de Mecánica de la Armada, nos preguntaron si quieren ir a trabajar o a Campo de Mayo, la mayoría nos pusimos del mismo lado, después en Campo de Mayo, estuvimos en el C7 de Caballería, nos pelaron, a los que tenían bigotes se los cortaron, nos trataban como extremistas, a los soldados les decían que éramos comunistas, nos hacían orden cerrado, después nos mandaron a hacer letrinas, a cavar la tierra y el día que llegaba la visita, nos apuntaban con las ametralladoras.” Por otra parte los documentos fotográficos son muy elocuentes, podemos ver a los bancarios detenidos recibiendo comida de sus familiares más cercanos, vestidos de fajina, compartiendo el obligado encierro en el batallón de comunicaciones de City Bell o en la Escuela de Mecánica de la

PARA SEGUIR LEYENDO

Salas, Ernesto. La Resistencia Peronista. La toma del Frigorífico Lisandro de la Torre. Buenos Aires, Retórica Ediciones / Altamira, 2006. Cgibuenosairesbpba Cincuentenario de la huelga bancaria de 1959. Huelgas Bancarias 1958-1959. Archivo de la revista Bancarios del Provincia. Años 1958 y 1959. (Colección disponible en el Museo Banco Provincia)

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Armada, confraternizando entre ellos, posando si se quiere para la foto, en clara actitud de desafío ante la autoridad militar, como manifestando “Aquí estamos y no nos van a doblegar”. Sin embargo fueron vencidos tras 69 días de lucha encarnizada, se produjeron más de 5 mil cesantías, sufrieron traslados masivos a zonas remotas del país y de la provincia de Buenos Aires y los que tuvieron la suerte de retornar a sus trabajos lo hicieron bajo condiciones humillantes, con sus renuncias sin fecha a disposición de las patronales bancarias de la época. Un profundo agradecimiento a F.M a S.T y a M.G. quienes ofrecieron su testimonio en forma desinteresada.

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Schneider, Alejandro; Los compañeros. Trabajadores, izquierda y peronismo (1955 – 1973), Buenos Aires, Imago Mundi, 2006. James, Daniel; Resistencia e Integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina (1946 – 1976), Buenos Aires, Siglo XXI, 2006. Fiorenza, Néstor; Miguel La lucha de los trabajadores de cuello duro durante la huelga de 1959, Buenos Aires, Editorial El Colectivo, 2011. Damin, Nicolás; Plan CONINTES y Resistencia Peronista, 1955-1973, Buenos Aires, Ediciones del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, 2010. Acha, Omar; Las huelgas bancarias, de Perón a Frondizi (1945-1962). Buenos Aires, Ediciones del CCC, 2008. Potash, Robert; El ejército y la política en la Argentina, 1945-1962. De Perón a Frondizi (1980), Buenos Aires, Sudamericana, 1980.

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Bibliografía

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