SUMARIO
5 EDITORIAL
#4
6 8 PREMIOS NARRATIVA En su boca Bulbos Nuria Sierra Aranzazu De Isusi
10 PREMIOS POESÍA
13
La edad de siempre Teódulo López Meléndez
Esa otra forma Liliana Souza
18 NARRAVITA Dorctor Lüber? Leonardo Aguirre
25
29
Búsqueda de casa Johann Page
Armando el rompecabezas con la ferocidad del amor González Viaña
32 ENSAYO Panorama actual de la literatura peruana Reinhard Huamán Mori
36 ENSAYO sobre Rocío Silva Sebastián Ramiro Vicente
44
52 ENTREVISTA
54
56
sobre Oscár Málaga Reinhard Huamán Mori
a Eduardo Chirinos por Luis Miguel Hermoza
a Fernando Iwasaki por Luis Miguel Hermoza & Fernando Clemot
a Santiago Rocagliolo por L.M. Hermoza, F. Clemot, J. Cubero & Mercedes Serna
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64 POESÍA PERUANA Diego Lazarte, Andrea Cabel, Cecilia Podestá, Salomón Valderrama Cruz, Jerónimo Pimentel Prieto, Paul Guillén, Victoria Guerrero, Miguel Ildefonso, Willy Gómez Migliaro, Maurizio Medo, Eduardo Chirinos, Miguel Ángel Zapata, Enrique Verástegui, Isaac Goldemberg.
80 ENTREVISTA a Guillermo Arriaga por Luis García
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84 RESEÑAS Abbas Kirostami Joan De La Vega Jiménez Pimentel Álvaro Pombo
17 DOSSIER
PERÚ LITERATURA ACTUAL
Panorama Actual por Jorge Solís Arenazas
a Vicente Verdú por Max Hidalgo & Andreu Jeréz
Paralelo Sur son Edición Fernando Clemot y Jordi Gol
[email protected] [email protected] www.paralelosur.com Publicación Paralelo Sur Ediciones SCP (Plaza Trilla, n6, 2º 1ª, 08012, BCN). Apartado de correos: 9399. 08080 BCN. CIF: G-64102940 Dirección F. Javier Cubero Diseño de portada, collages y maquetación Diego Petrilli Ilustración de contraportada Fernando Mut Corrección Fernando Clemot. Consejo de redacción Bernat Padró, Luis Miguel Hermoza, Diego Petrilli, José Luis Quintero, Raquel Delgado, Jordi Tarrés, Óscar Checa. Colaboradores Aranzazu de Isusi, Nuria Sierra Cruzado, Teódulo López Meléndez, Liliana Souza, Leonardo Aguirre, Johann Page, Eduardo González Viaña, Ramiro Vicente, Reinhard Huamán, Luis Miguel Hermoza, Fernando Iwasaki, Santiago Roncagliolo, Mercedes Serna, Javier Cubero, Jorge Solís, Diego Lazarte, Andrea Cabel, Cecilia Podestá, Salomón Valderrama, Jerónimo Pimentel, Paul Guillén, Victoria Guerrero, Miguel Ildefonso, Willy Gómez, Maurizio Medo, Eduardo Chirinos, Miguel Ángel Zapata, Enrique Verástegui, Isaac Goldemberg, Luis García, Max Hidalgo, Andreu Jerez, Eduardo Moga, Victor Charneco, José Luis Quintero, Bernat Padró, Raquel Delgado, Jordi Gol. Agradecimientos A Marta Lozano por los billetes y la música, a Reinhard Huamán por su esfuerzo e implicación, a Luis García de Literaturas.com, a los compañeros de ACOLITE, a Rodolfo del Hoyo, a Dora Julián de Llibería Carrer Major, a Itmar Conesa, a Vero Rafa de MonoLoco por su ayuda en nuestra imagen corporativa, a Andreu por su ayuda con la web, a Diego Petrilli por estar siempre de nuestro lado, a todos los amigos del Perú que han ayudado a lleva a buen puerto esta publicación. Imprime RECODRAR!!!! ISSN 1886-3930 Depósito legal RECODRAR!!!!
Redacción
] EDITORIAL
ALGO SE MUEVE EN PERÚ
Tras el éxito del número dedicado a la literatura chicana el principal problema que presentaba este número 4 era superar las expectativas que el anterior había creado. Fuego amigo le llaman, a menudo no hay peor enemigo que nuestra sombra pero aceptamos el reto, y lo aceptamos embarcándonos en un dossier dedicado a la literatura contemporánea en Perú... Hubiera sido más sencillo centrarnos en los nombres más conocidos y consagrados pero siguiendo el consejo de dos ilustres colaboradores (Reinhard Huamán y Luis Miguel Hermoza) nos centramos en la literatura más rabiosamente actual, la literatura del siglo XXI le llamaba con justicia Luis Miguel... El resultado ha sido óptimo: a menudo es práctico seguir los buenos consejos... Buena parte de los materiales seleccionados han llegado a través de las editoriales más novedosas del mercado peruano: Matalamanga, Sarita Cartonera, Estruendomudo... Conviene echar un vistazo a estas publicaciones, escandalosamente jóvenes y frescas, con una mayoría de sus escritores y editores que no rebasan la treintena y algunos apenas superan los veinte. Era una apuesta de juventud y de riesgo que en Paralelo Sur hemos tratado de aliñar con gotas de literatura más asentada. Apuesta fuerte la de este número pero creemos que vistos los contenidos la conclusión es de una calidad sorprendente. Esperemos que el resultado sea también de vuestro agrado. Igual de sorprendente ha sido la acogida que han tenido los 2os Premios Paralelo Sur que han contado con la participación de casi seiscientos trabajos para sus modalidades de narrativa y poesía. Han resultado ganadoras la modalidad de narrativa Aranzazu de Isusi y Nuria Sierra Cruzado, ambas de Madrid, y en poesía Teódulo López Meléndez, de Venezuela, y Liliana Souza, de Argentina. Las entrevistas con Vicente Verdú y Guillermo Arriaga y el apartado de crítica completan un número que esperemos recoja y mejore la buena estela que dejó el anterior.
Jordi Gol & Fernando Clemot Editores de Paralelo Sur
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NARRATIVA [
Aranzazu de Isusi
Bulbos Aranzazu de Isusi Ganador Concurso Narrativa ParaleloSur2006
Mi coche es sensible a las lágrimas y al paso de las estaciones. Esto último lo supe en septiembre cuando, detrás del asiento conductor, aprecié una pequeña seta. Día a día, tomaba mayor tamaño y pronto se reprodujo dando lugar a una simpática colonia que llegó a cubrir gran parte de la alfombrilla. Todo el mundo sabe, y yo también lo sabía, que la humedad propicia el desarrollo de los hongos y fue por eso por lo que me pregunté si mi manía de llorar cada mañana abrazada al volante, antes de poner el coche en marcha, era una de las causas del vertiginoso ritmo de crecimiento de la colonia. Por saber si las lágrimas eran un buen abono y, en general, por saber algo más de las setas, me compré un libro titulado “Delicias del micólogo”; y descubrí que, en mi coche, había nacido una variedad de níscalo de cuyas heridas mana un líquido rojo similar a la sangre. Desgraciadamente, este punto me dejó muy inquieta porque, ya desde niña, me desmayaba al ver una gota de sangre. Empecé a pensar que si, pongamos por caso, me daba la vuelta para coger el bolso podía ser que en una mirada fugaz uno de los níscalos mostrara una herida sangrante y yo cayera mareada sobre la caja de cambios con alto riesgo de colisión e incluso de empalamiento si mi postura era propicia. De manera que, muy a mi pesar, tuve que decir al jardinero que cortara los níscalos y, una vez que el líquido se volvió azul verdoso con el contacto del aire, los preparé con pollos picantotes. (Para ello seguí la receta del Anexo de “Delicias de los micólogos”, que gustó mucho a mis amigos.) paralelosur 6
Con un final tan feliz seguí utilizando sin percances mi coche: lloré a diario, lo llené de regalos de Navidad, le quité el hielo del parabrisas y esperé a que llegara la primavera como esperamos todos. Pero nada más empezar marzo, un bulbo extraviado floreció en la alfombrilla del asiento de delante. Se trataba de unas flores de un blanco impoluto, estrelladas, que daban a mi coche un aire inmaculado, casi nupcial, de esos que agradan a las viudas y a los taxistas. Y yo, contenta con mi bulbo, compré el libro “Delicias de los bulbólogos”. En un primer vistazo concluí que se trataba de un tipo de ajo llamado “Lágrimas de la Magdalena”. El nombre, desde luego, me gustó. Era seguro que su crecimiento tenía que ver con mi manía de llorar abrazada al volante, aun cuando no me llamara Magdalena. En todo caso, debía protegerlo y empecé a exigir que mis acompañantes lo respetaran. Al principio me fue fácil porque todo acompañante es consciente que está invadiendo el espacio de otro y, por eso, se pliega generalmente a sus gustos musicales, a la intensidad del aire acondicionado y a su grado de respeto a la floración espontánea. Y digo que al principio fue fácil porque tan solo requería que el acompañante mantuviera las piernas abiertas durante el trayecto. Luego, con el crecimiento del bulbo, debían adoptar extrañas posturas de contorsionista que, en alguna ocasión, me echaban en cara. Pero sólo en alguna ocasión porque, con el roce de los pétalos, todo se impregna-
Aranzazu de Isusi
ba de un olor a ajo que les solía transportar a las cenas navideñas hasta el punto de que acabaron por traerse la zambomba y la pandereta para cantar cuando el trayecto lo permitía. A pesar de todas las veces que habían despotricado de la Navidad, lo cierto es que iban cogiéndole gusto a eso de oler a besugo al horno y a cantar villancicos. Incluso yo, no muy dada a celebrar esas fiestas, empecé a llevar una ramita de muérdago para que mis acompañantes me besaran al entrar al coche. Y es que la Navidad es distinta en primavera. La vuelta del trabajo la hacía acompañada por el contable, el de presupuestos y la recepcionista. El contable, más ágil, ocupaba el asiento delantero y cada vez que dejábamos a uno en su casa, nos despedíamos emocionados deseándonos feliz Navidad en distintos idiomas. Lo hacíamos así, siguiendo las indicaciones de una felicitación que trajo el de presupuestos. Si un día nuestra despedida decía Boun Natale, al día siguiente gritábamos a coro un emocionado Merry Christmas, un simple Zorionak e incluso un Shana Tova hebreo. Todo esto con mucha naturalidad.
] NARRATIVA
uvas peladas y, después de las doce, nos abrazábamos con cariño para felicitarnos mutuamente el nuevo año. Poco a poco dejé de llorar abrazada al volante porque me bastaban los besos bajo el muérdago del contable contorsionista y los abrazos de fin de año de los sábados. Y no sé si fue que dejé de llorar pero el caso es que un martes de junio una lluvia de pétalos blancos cayó sobre mis alfombrillas. Entonces subida en mi coche contemplando la nieve, temí que mis amigos no volvieran a traer las zambombas y que no volvieran a desearme feliz año los fines de semana. Sobre todo temí perder los besos del contorsionista y esto me entristeció tanto que me abracé al volante para llorar con desconsuelo. Me había agarrado ya con los dos brazos cuando percibí un fuerte olor a resina balsámica. Esta vez no tenía que comprar el libro “Delicias de los coniferólogos” porque estaba claro que lo que había brotado bajo mis pies era un abeto, un pequeño abeto de Navidad.
Pronto decidimos celebrar el Día de los Inocentes los martes por la tarde. Ese día se admitían bombas fétidas y cagadas de pega. Como el fin de semana nos reuníamos los cuatro a tomar las uvas, me compré un par de vestidos escotados y largos. Subíamos al coche con matasuegras y varios tuppers de
Aranzazu de Isusi y Zubía nació en Madrid y es licenciada en Derecho y auditora. Ha realizado cursos de relato breve en el Taller de Narrativa de Madrid. Ha publicado sus cuentos en las obras colectivas “Vino un chino y nos vendió un mechero”, “Leí el diario de un extraño” y “Nada normal” Ha sido finalista del Concurso de relatos de mujer del Ayuntamiento de Bilbao.
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NARRATIVA [
Nuria Sierra Cruzado
En su boca Nuria Sierra Cruzado Finalista Concurso Narrativa ParaleloSur2006
La primera vez que compartí mi saliva fue una tarde de verano, el último que mis padres pasaron juntos antes del divorcio. Tenía diez años y los días de agosto empezaban a parecerse a un perro dando vueltas infinitas persiguiendo su rabo. Llevaba una semana lloviendo sobre las caravanas y las tiendas de campaña del camping. Soplaba un viento cansado de poniente que arremolinaba la arena de la playa y se clavaba en la piel como diminutos alfileres. Los mellizos, mi hermano pequeño y yo pasamos la mañana refugiados en la caseta de la piscina. Viendo caer el agua negra de tormenta sobre el borde sucio del trampolín y las duchas. Cuatro niños aburridos con los chubasqueros por encima de los bañadores. Jugamos a adivinar títulos de películas con gestos y dibujamos un circuito de carreras para las chapas. Hacia el mediodía desmontamos la rueda de mi bicicleta y metimos la cámara en un cubo de plástico para averiguar dónde estaba el pinchazo. Con las cabezas muy juntas sobre el trozo de caucho burbujeante. paralelosur 8
padre con las mangas colgando hasta las rodillas y unos calcetines bajo las chanclas de goma.
Y de golpe, el aire se llenó de olor a vainilla. Levanté la vista y allí estaba ella, la chica a la que llamábamos la princesa india porque tenía el pelo negro, muy liso, recogido todo el verano en pequeñas trenzas. Siempre iba descalza cuando bajaba el acantilado de la playa y tenía miles de pantalones cortos estampados y con flecos. Estaba pintándose las uñas de los pies en el porche de una de las cabañas prefabricadas. Y yo inmóvil, empapándome. Durante la comida mi madre no tocó el plato, sólo miraba el desagüe del techo de la caravana que vertía la lluvia en un barreño mohoso. Me secó la cabeza con una toalla deshilachada y me puso un jersey de lana de mi
Mi madre nos prohibió salir de la caravana, pero mi hermano y yo escapamos mientras planchaba hipnotizada por las interferencias de la televisión. El silbido del vapor tan leve como el aroma a vainilla. La botella de agua con la que salpicaba las camisas. Y mi padre que seguía recostado en el insignificante retrete bebiendo cerveza, con el saxo colgado del cuello y soplando de vez en cuando por la boquilla. La prótesis de su pierna derecha estaba tirada en el suelo con los cordones de la bota desatados. El agua apuñalaba con furia el nylon de las tiendas de campaña. Los mellizos nos esperaban en los soportales de los baños comunes detrás de una columna de hormigón. Comimos caramelos efervescentes y chicles de melón rellenos de gelatina verde, pasando las páginas de un álbum de coches deportivos. Tumbados en el suelo de cemento, en silencio hasta que la tarde gris se puso morada y los
Nuria Sierra Cruzado
] NARRATIVA
sombrilla. En equilibrio sobre sus tacones atravesó el barrizal y llegó hasta los soportales donde estábamos. ¿Tenéis un chicle?, casi nos gritó. Ninguno de los cuatro supo qué contestar. Yo sólo tenía ojos para las uñas verdes de sus pies.
murciélagos empezaron a volar sobre el césped y a colarse en la depuradora de la piscina. Y de pronto, el viento me llegó hinchado de vainilla y las farolas se encendieron justo cuando ella apareció en la puerta de la cabaña. El que suponíamos su padre, un viejo calvo de ojos hundidos que nada más salía para echar zanahorias a dos perros mendigos del camping, estaba asomado a la ventana, mirándola. La princesa india llevaba una blusa elástica sin tirantes que dejaba ver las cintas de su bikini anudadas al cuello y unas sandalias de tacón. Pensé en la edad que tendría, quizá unos dieciséis. Diez y dieciséis. Esto significaba que cuando ella tenía seis yo no existía. Pegó un portazo, bajó corriendo la escalera de la cabaña y abrió un paraguas de cuadros del tamaño de una
Que si tienes un chicle, repitió y esta vez se dirigió a mí que mascaba embobado. Subí la mirada hasta sus hombros desnudos. Le dije que sólo tenía el chicle de la boca. Pero me lo acabo de meter y aún sabe a melón. No sé por qué añadí esto. Pero mi hermano me miró asustado como si estuviera robando en una comisaría y echó a correr. Los mellizos se reían, golpeándose la frente con los puños cerrados. Entonces la princesa india extendió la palma de la mano y dijo: Dámelo, no me importa que esté chupado. Se dio la vuelta, abrió el paraguas y se marchó bajo la lluvia. En equilibrio sobre sus sandalias. Era ya de noche cuando dejó de llover y salimos de los soportales a correr por los aparcamientos, espantando a los gatos que dormían en los bajos de los coches. Empecé a sentir frío y dejé a los mellizos machacando con un palo el cuerpo peludo de un murciélago.
Mi padre estaba sentado a la puerta de la caravana fumándose un cigarrillo. Tenía la cabeza echada hacia atrás, con la nuca apoyada en el respaldo de la silla y lanzaba pequeños círculos de humo blanco por la boca. Le dije hola pero no me contestó. No tenía ganas de cenar, me sabía la boca a melón, así que me senté junto a él en el suelo mojado y miré hacia donde él miraba. El viento había arrastrado las nubes de vainilla y el cielo estaba cuajado de puntos de luz. Y de repente, como si volviera de un viaje lejano, mi padre se apretó las correas de su pierna muerta y se fue cojeando con las manos en los bolsillos hacia el bar del camping.
Nuria Sierra Cruzado nació en Madrid en 1975. Es licenciada en Ciencias de la Información y actualmente trabaja en el departamento de Marketing de una empresa de financiera y dirige su revista trimestral. Es estudiante de Psicología en la UNED y es alumna del Taller de Escritura de Madrid. Ha publicado sus cuentos en obras colectivas editadas por el Taller: “El día que nos dimos cuenta de todo” (2004) y “Cartílagos de tiburón” (2005)
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POESÍA [
Teódulo López Meléndez
La edad de siempre (selección)
Teódulo López Meléndez Ganador Concurso Poesía ParaleloSur2006
MADUREZ
EL SECRETO
En la bóveda del silencio abierta bajo el giróstato se desanda Atisbo; el instante deviene hilillo de grava de esta madurez perpleja
El sonido laso permanece el vacío sin haber lo inescrutable de la carencia es el secreto
PAIRO
Muestra el caos la columna de luz de claraboya encima Los elementos sólo adentro se agitan en espasmos inmóviles
Sin puerto de entrada permite saberse pasajero del núcleo cautivado Viene detrás sin cuerpo la perplejidad con el empeño de adelante
LA PERPETUIDAD DEL DESORDEN
ÓRBITA
Observador del marasmo me volteo al cuarto sin ventanas Agita mi mano la perpetuidad del desorden intraducible a pánico
Orbita el cuerpo exhalado esta extraña persistencia silbido agudo sin día ni noche
CLARABOYA
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Teódulo López Meléndez
ERRANCIA
DIFICULTAD
Tiene delante de mí el sudor llamado errancia En la oscuridad apenas queda aprisionada de mercurio en las cercanías de los vacíos empozados
Ha dejado una apariencia de elementos inconclusa de ella El origen y el trayecto dificultan la libertad de la muerte
] POESÍA
EN SENTIDO OPUESTO UNIDAD La absorción del giro ascendente resquebraja las partículas Él mismo una ardemos ahumando lo que mira
Plantearse el tiempo es cortar el vacío de los bordes en sentido opuesto nosotros recogemos del universo que se expande
EL INSTANTE INFERENCIA La forma quizás desliza para la confusión ¿Cómo esta inferencia? ¿Devano de lo ineluctable el caos?
Mientras avanzamos el instante absorbe un fluido mordaz por la palabra en el diluirse
SEMEJANZA El relevo del instante y la vieja gravedad se asemejan por lo neutro de lo inmóvil
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POESÍA [
Teódulo López Meléndez
VACÍO
ILÍMITES
En el transcurrir
Creen un lugar distante de silencio y vacío Es sólo sin detrás ni adelante en el cual jamás se comienza ni jamás se termina Una sola cosa son lo que permite llegar y lo que llega
del núcleo no hay constelación que hable ni ruta demarcada
DONDE EL SILENCIO ES LA MATERIA El borde del origen en la marea busca el opuesto Las preguntas donde el silencio es la materia
SIN ANTECEDENTES Si la mano agitadora ase el confín y el ojo se hunde hacia una oscuridad tal como el no-ser la expresión inicial carecerá de antecedentes
MÚSICA DE OSCURO Sabemos ahora en todas partes por su luz que no está en ella Tal vez se tenga con música de oscuro
LA EDAD DE SIEMPRE Nadie ha vivido más que la joven muerte La esfera tiene su edad increada y sin tiempo sin comienzo ni fin
Teódulo López Meléndez. Nació en Barquisimeto (Venezuela) en 1945. Es poeta, novelista, ensayista, editor y traductor de poesía. Ha publicado 27 libros. Su obra poética está recogida en la antología Viaje en la comedia (Editorial Ala de cuervo, Caracas, 2000). Ha traducido a Pessoa, Montale, Ungaretti y Quasimodo. Entre sus novelas se cuentan La forma del mundo, El indeterminado de cabeza de bronce y En agonía. Entre sus ensayos Por el país del hombre (Primera lectura del nuevo milenio).
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Liliana Souza
] POESÍA
Esa otra forma Liliana Souza Finalista Concurso Poesía ParaleloSur2006
la muerte de cualquier hombre me disminuye John Donne
URGENCIA
con la saliva al borde del ahogo se amarra la lengua a los puños el veneno ciega
único y singular el desamparo es un gesto siempre en tránsito
mientras todo es posible el pájaro de presa se quita hasta las uñas en otro sitio al acecho unos pasos atrás
13 paralelosur
POESÍA [
Liliana Souza
GUARDIA
una puerta divide certezas
zonas brumosas y sutiles correspondencias de luz
una puerta es la antesala escozor y alivio en partes mínimas
una puerta es puede ser será
paralelosur 14
Liliana Souza
ANESTESIA
MALA PRAXIS
en adverso clima
brusco viraje
] POESÍA
color sepia
el espacio es postergación
en lo fugaz una franja inestable que se expande un reguero de agujas y se contrae celebra para que la pausa en carne viva no sea permanencia la intemperie
AUTOPSIA
ASEPSIA
deshecha en nudos
crecido en la mudez
para tomar forma
allí donde el peligro abreva puntos de mira
la vida está en otra parte abierta y a pedazos
un leve frunce porta el costado brutal de un trapo seco
15 paralelosur
POESÍA [
Liliana Souza
UN HOSPITAL
es un reloj que adelanta mal diciendo que el devenir ya llegó
bajo amenaza encubierta nada es propio tampoco ajeno
las muertes irrumpen paralelas simultáneas
los pasillos inertes fundan la desazón la grieta el extramuro
los pasillos fundan la carencia
nunca fue lo que era un hospital como un espejo que vuelve es gastar contra el viento los hombros y renacer exiguos la próxima última vez
Liliana Souza. Reside en Don Bosco, Provincia de Buenos Aires (Argentina). Ha sido galardonada con una gran cantidad de premios entre los que destacamos el Certamen “San Carlos Borromeo”, el Certamen Literario Asociación de Letras y Artes Marplatenses, el Concurso Premio de Poesía “Alejandra Pizarnik” de Avellaneda, el Concurso Literario Nacional “Colección de la Abadía” de Santa Fe o el Certamen Nacional de Poesía Femenina, entre otros muchos.
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PERÚ ] DOSSIER
LITERATURA ACTUAL
DOSSIER [
Johann Page
¿Doctor ¿DoctorLüber? Lüber? Leonardo Aguirre *Cuento incluido en Manual para cazar plumíferos (Matalamanga, 2005).
El celular timbró tantas veces que terminó por introducirse en la escena cumbre. Una variante sofisticada de la clásica pesadilla de su infancia: esta vez no estaba desnudo en el patio del colegio sino en el escenario circular de un lumpenesco night club. Pero la endomingada concurrencia parecía más propia de un templo evangélico: ancianos iracundos lo ametrallaban con monedas y escupitajos. Detrás del púlpito, F. llevaba un libro abierto entre las manos e intentaba declamar las cantidades –números en vez de letras– que se iban diluyendo con cada gota de flema. Las cifras iban acompañadas de fotos pornográficas. Una niña, también desnuda y completamente lampiña, se acercó al escenario cargando a duras penas un inmenso teléfono rojo del tamaño de un televisor: el único objeto de color en una atmósfera casi gótica de sombras densas. Todavía sonámbulo, a ciegas, estiró la mano y alcanzó a presionar el botón verde del celular. La voz aguda del Pingüino lo despertó del todo. Mientras hablaba, F. descubrió que, como todas las mañanas, necesitaba el auxilio del Ventolín para respirar cómodamente. Cada frase se extinguía con un silbido de bronquios que más parecía un maullido. Usaba el inhalador desde los diez años, casi como un amuleto: no podía salir a la calle sin ese pequeño artefacto. –Oye, Pingüino, eso sí es ilegal… –¿Eso sí? Todo lo que hacemos es ilegal, compadrito. –No sé... esto es mucho más complicado... –Si tú has escrito sobre alienígenas gays tirando en la Luna… –No, no me refiero a eso... o sea, no bastará con poner un aviso en el periódico... –Claro que no: ahora tenemos que ir personalmente a buscar a nuestras estrellitas… aunque se hagan las estrechitas. –¿Buscar? ¿No querrás decir amenazar, pepear, secuestrar? Yo tengo mis escrúpulos, qué te crees… –Vamos a ver si todavía te quedan escrúpulos cuando escuches lo que el Gringo está dispuesto a pagar esta vez… –O sea que yo soy una puta. –Puto es el hombre que de putas fía: ¿no ha leído Ud. a Quevedo, señor Guionista? –Eso te lo dije yo. Tú ni siquiera sabes quién es Quevedo... Además, yo no mezclo el placer con el negocio. –Putos somos todos en este negocio, cuñadito... F. colgó sin dar una respuesta definitiva. Dejó el celular en la mesa de noche. Observó el escritorio inundado de libros y el estante vacío junto al ropero. Cogió el más próximo, el que estuvo leyendo la noche anterior. Muchas veces había comenzado a leer esa novela pero nunca llegó a pasar del paralelosur 18
capítulo uno; según un amigo de la universidad, había que ser muy conchudo para escribir literatura erótica sin considerar ese clásico antecedente. ¿Quién lo dijo? ¿El Gordo Suárez? ¿Cuántos años habrán pasado? ¿Cuatro, cinco? El marcador era una foto postal de una mujer desnuda en plano entero. Estaba claro que la foto no la había tomado el Pingüino: el rostro no lucía muy bien enfocado y el encuadre cercenaba un pie, una mano y parte de la cabeza. Sus datos estaban garrapateados sobre el reverso. Confesó tener dieciocho pero aparentaba dieciséis. Sin embargo, el Pingüino no estaba hablando de eso. ¿Catorce, trece, doce? Igual que la literatura y la colección de pornos, la fotografía ocupaba gran parte de su tiempo libre. F. solía tranquilizar su conciencia pensando que ahora, después de todo, había encontrado el único trabajo que combinaba esas tres aficiones. Se trataba de fotonovelas eróticas con textos en inglés y modelos peruanas: cuanto más autóctonas, mejor. El Pingüino se encargaba de la parte gráfica y F. redactaba los parlamentos encerrados en un globo al estilo cómic. Jamás hubiera previsto los réditos considerables de un negocio tan inusual. Al principio, aceptó trabajar con el Pingüino casi como jugando o, más bien, por hacerle el favor a un viejo amigo mientras consumía sus mañanas repartiendo currículums como volantes. Una vez que se contactaron con el Gringo, el proyecto delirante se convirtió en un negocio redondo. Caminó hasta el escritorio en busca del catálogo. Abrió el cajón y tropezó con la pequeña caja fuerte de latón. Cumplió con el rito matinal de contar los billetes. ¿Diez, once, doce mil verdes? No era una cantidad astronómica pero, si se lo propusiera, bastaría para vivir por lo menos durante un año sin trabajar. De hecho, se lo propuso muchas veces. Y se lo propuso desde el principio, desde que el Gringo le envió el primer cheque: acumular lo suficiente para terminar su carrera y dedicarse a la literatura en serio (aunque no a la literatura “seria”). F. pensó que todas sus modelos soñaban con algo parecido. Todas juraban abandonar la pornografía tan pronto como resolvieran sus apuros materiales. Echó llave a la cajita fuerte. Conjeturó que el catálogo se hallaba en la oficina. Tuvo que encender los fluorescentes verdosos para no tropezar con el desorden del último casting: pantallas, colchonetas, sillas, tambores de luz, cientos de cables enmarañados. Encontró el catálogo abierto sobre el alfombrado. Salió a la calle en shorts. El Ventolín engordaba el bolsillo del polo con cuello de camisa. El tono gris de la prenda que-
Johann Page
maba su espalda. Siempre usaba colores oscuros para resaltar la palidez del rostro y del cráneo rapado. Llevaba poco tiempo en Chiclayo pero ya sus vecinos –según chismes del periodiquero– le habían puesto un apodo: el Alemán. Cruzó la plaza por el sendero de adoquines que supuso calientes, a punto de reventar. Una niña descalza lo confundió con un turista y lo persiguió hasta el restaurante para venderle un caramelo. ¿Trece, catorce, quince años? A esa edad, recordó F., solía pasarse los fines de semana colgado de la ventana y codiciando, con binoculares de juguete, a la colegiala del frente que se masturbaba con los videos de Ricky Martin. El asma y una madre soltera hicieron de él un niño retraído. Cada vez que llegaba del colegio se encerraba en la biblioteca de su tío para hojear las enciclopedias y dedicar versitos inocentes a su traviesa vecinita. Ya en la universidad, durante los primeros ciclos, su relación con las mujeres se limitó al recojo de fofas prostitutas de la Colmena para fotografiarlas primero y someterlas después en el asiento trasero de su viejo Passat. Y su relación con la literatura derivó en la conversión de dichas experiencias en relatos lúbricos cuyo escaso vuelo estilístico disimulaba con la rotundidad de las fotos. Sus compinches festejaban desmedidamente cada uno de sus esfuerzos literarios. O quizá –lo pensó muchas veces– sólo festejaban las fotos. Él y tres amigos más compartían el ejercicio juguetón de la escritura, una colección abundante de revistas pornográficas y la dependencia del inhalador. Cuando cursaba el último ciclo de Estudios Generales, llegó la ruina familiar. No le quedó más remedio que rematar el Passat, interrumpir la carrera y buscar trabajo. Y aceptar, entretanto, un negocio todavía incierto con el mafioso del Pingüino. Se instaló junto a las mamparas con el fin de espiar a los transeúntes. F. era el único cliente: muy tarde para el desayuno, muy temprano para el almuerzo. Afuera tampoco había mucho que mirar. Chiclayo era un pueblo fantasma. Sobre todo por la pátina vaporosa de un sol que lustraba las aceras hasta hacerlas hervir. Pidió un cortado, un jugo de naranja y tostadas con mermelada. Recordó que había olvidado pasar por el quiosco pero le dio flojera levantarse. Mientras sopesaba la posibilidad de enviar a la mesera por el periódico, descubrió un libro rojo en la mesa contigua, abandonado y chispeado por los restos de una papa rellena. Estiró la cabeza y pudo ver la imagen de la portada. Pero no pudo, aún, descifrar los caracteres del título ni del autor. La composición le pareció tosca y excesiva, casi
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asfixiante: una treintona con disfraz de colegiala cruzaba las piernas sobre el pupitre de un salón de clase, totalmente empapelado de dibujos infantiles, y rasguñaba un globo terráqueo inflable de tonos fosforescentes. F. se levantó para mirar el libro de cerca. Notó que la falsa colegiala llevaba una ecuación de puras “x” tatuada entre los pechos. Notó que el título estaba redactado con labial sobre la pizarra: La Primera Regla. Notó el imposible nombre del autor acurrucado en una esquina: Doctor Lüber. Le temblaron los dedos antes de abrir el libro. Se acercó la mesera con el jugo de naranja –el café todavía no estaba listo– y F. se escabulló a su mesa. El azucarero de aluminio concentraba el sol del mediodía para dispararlo sobre sus pupilas. Sus ojos se refugiaron en la mampara. ¿Doctor Lüber? Hizo crecer en un instante los jardines magros de la plaza de Chiclayo hasta convertirlos en el bosque tupido que circundaba la cafetería de Letras. Intercambió mentalmente la urticante claridad de la provincia por la neblina limeña que empañaba las ventanas del cafetín universitario. Aisló del fondo su reflejo en la mampara –enfocando sus facciones y desenfocando la plaza– hasta sustituir el pelo al rape por la melena rematada en cola. ¿Doctor Lüber? ¿Será posible? Pobló el restaurante de espectrales jovencitos dicharacheros. Hizo aparecer a sus compinches asmáticos de Estudios Generales; encastró en el sobaco del Gordo Suárez una novela de Vargas Vila. Los fantasmas saludaron con una ceja y se acomodaron sin decir palabra. Inclinaron las cabezas para escuchar mejor a F. Sus rostros se acercaban demasiado y lo abochornaban. Comenzó a respirar con dificultad y se disculpó para levantarse un momento. Se atrevió a recoger el libro de la mesa vecina. Regresó con él a sentarse y corrió las páginas nerviosamente hasta llegar al índice. Anunció el primer título en voz alta; quizá para sí mismo, quizá para sus compañeros imaginarios: La Letra con Sade Entra. Llegó la mesera con las tostadas y el cortado: pidió disculpas por el retraso. El aroma del café lo devolvió a la realidad. Leyó el segundo título pero allí se detuvo: Las Pías también Maúllan. No quiso leer ningún relato y devolvió el libro a la mesa respectiva. Empujó el azucarero hasta una esquina para anular sus destellos. Según una de sus tantas manías, organizó los objetos de acuerdo a la regla de los tercios, haciendo de la mesa una suerte de encuadre. Contempló de soslayo los límites de su rostro ondulados, aberrantes, en el cilindro plateado. Luego confundió el cenicero, bajo su mentón, con el retrovisor de su Passat. Intentó convocar a cualquier prostituta de La Colmena pero, con mayor rapidez, 19 paralelosur
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acudió a su memoria la imagen en filtro sepia de sus compinches apretados en el asiento trasero y repasando las frases más picantes de su último cuento. Intentó distraerse con el programa noticioso que la cajera acababa de sintonizar. Identificó la voz rasposa del locutor con la voz del profesor de Literatura 1. Recordó sus consejos para otorgarle dignidad literaria a La Letra con Sade Entra. Pero F. no tuvo tiempo de corregir ese relato. Ni ése ni los demás que hace un momento reconoció en el índice. Justo cuando comenzaba a despertar los elogios de sus mentores, debió abandonar la universidad. Y cambió sus compinches asmáticos por la dudosa amistad del Pingüino y el Gringo acaudalado. Nuevamente caminó rumbo a la mesa donde aguardaba el libro y lo prensó del lomo con miedo y delicadeza, como si se tratara de un pequeño animal salvaje. Se sentó. Dobló la tapa lentamente, quizá con la secreta esperanza de encontrar otra imagen en la solapa. Pero el Doctor Lüber era el mismo Doctor Lüber de sus recuerdos. El mismo Doctor Lüber que transcribía y fotografiaba sus escarceos prostibularios. El imberbe pedante que, en blanco y negro, sentado en escorzo, forzaba una mueca indigesta y miraba de manera oblicua, eludiendo o, más bien, despreciando a los futuros lectores. Esa foto, creyó recordar, era la misma que acompañaba una columna de crítica literaria en un fanzine universitario que se extinguió, sin pena ni gloria, en el número tres. El contenido textual era responsabilidad de sus compinches escribidores, y la parte gráfica dependía del buen ojo del Pingüino. Fue la única vez que los asmáticos y el Pingüino trabajaron juntos. Leyó la reseña biográfica y no supo si reírse o rabiar. F. ni siquiera había terminado Estudios Generales pero el Doctor Lüber es Licenciado en Literatura por la Universidad Católica y partió para Estados Unidos a principios del año 2000. Actualmente trabaja en el Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Iowa. En 1999 se adjudicó el primer puesto del Premio Internacional de Literatura Erótica José Vargas Vila. Éste es su primer libro y prepara una novela cuyo título provisional es La Pose del Danubio Azul. ¿Qué premio es ése? ¿Quién habrá sido el conchesumadre? ¿El Gordo Suárez? Timbró el celular. El Pingüino volvió a la carga con el asunto de las niñas. F. no le prestaba mayor atención: acotaba con monosílabos mientras continuaba repasando el calculado busto de genio precoz y el currículum amañado del Doctor Lüber. Antes de colgar, su socio dijo como al desgaire: paralelosur 20
–Aquí en la oficina tengo a una chibola que jura tener catorce y le he dicho que te busque en el restaurante. Te la mando en un taxi. –Oye, pero… –Ya la bauticé: ahora se llama Kitty. Hello Kitty... Nos vemos más tarde. –Aguanta, Pingüino: todavía no hemos decidido nada… No pasó ni un minuto cuando el encuadre de la puerta reveló a una jovencita de cabellos castaños y blusa beige. F. no podía creer que tuviera catorce. Unos anteojos dorados giraron en redondo –un breve paneo por todo el restaurante– y un busto puntiagudo enfiló directo hacia la caja. La muchacha cruzó unas palabras con la mesera y ésta señaló con un dedo hacia la mesa de F. La presunta adolescente cargaba una mochila de turista. El atuendo ocultaba su edad y sus premuras económicas, si es que las tenía. Se acercó. Antes de que abriera la boca, F. comenzó el diálogo: –¿Estás segura de que tienes catorce? –¿Qué?... No, yo tengo veinte, pero... ¿por qué lo pregunta? –Entonces le mentiste al Pingüino… –¿Quién es el Pingüino? –El fotógrafo: el que te acaba de entrevistar. –¿Entrevistar?... No, yo sólo vine por… –Sí, ya lo sé: viniste por el aviso. Pero sucede que no calificas, querida. Te explico: lo que nosotros estamos buscando... –Oiga, ¿no es usted el que…? –Sí, flaquita, yo soy el jefe. Director, guionista y, a veces, también fotógrafo. Es decir, yo tengo la última palabra. Escúchame, niña, no sé qué tanto te ha dicho el Pingüino pero yo... –No me diga que... ¿ya comenzaron a filmar la miniserie? ¿Tan pronto? –¿Filmar? Nosotros no hacemos películas. –Pero La Primera Regla será una miniserie, no una película... por lo menos, eso es lo que me datearon... –¿La Primera Regla? –¿Usted no es el Doctor Lüber? No supo qué responder. Le provocó escupir pero se pasó el salivazo. Recordó, en un segundo, el cabaret de octogenarios y la ráfaga de flemones del último sueño. La muchacha cogió el libro y se puso a examinar la solapa. –Bueno, ha cambiado un poquito desde entonces pero los rasgos siguen siendo los mismos... –No entiendo… ¿no viniste para el casting?
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–¿Casting? ¿Qué casting? No, yo vine por mi libro. O sea, su libro. Lo dejé olvidado hace un rato y…
–Yo vine para tomar fotos... fotos de las playas... Aquí tengo algunas...
El trasero atlético se depositó cómodamente. El busto afilado se descompuso y se derramó sobre el mantel cuadriculado. Los ojos de F. hurgaron entre los botones de la blusa hasta conseguir un plano detalle de la copa del sostén. Por un lado, deseaba estimular este encuentro casual; por otro lado, pensaba que quizá lo más sensato sería levantarse y salir corriendo. Decidió consentir la intromisión y, más aún, llamó a la mesera para pedir otro café. Ella aprovechó esa señal para tutearlo.
Las tomas eran correctas pero previsibles: casi como postales. Después de varios años de fotografiar prostitutas y confeccionar fotonovelas con un experto como el Pingüino, algo sabía F. de composición fotográfica. Imaginó a la muchacha con bikini. Y sin bikini. Con rizos abundantes en el bajo vientre. Y completamente lampiña. Urdió perversos encuadres: la fotografió posando de mil maneras acrobáticas e imposibles. Recordó la historia del genocidio en una playa nudista. ¿Un cuento del Doctor Lüber? ¿Estaba en el índice? ¿Un libreto de fotonovela? ¿Otro sueño aterrador?
–¿No estabas en los yunaites? –¿Perdón? Ah, claro... pero… como verás, ya regresé. –Supongo que volviste para presentar el libro… ¿Y cuándo viajas a Lima? –Aún no lo tengo decidido. –Pero si la presentación es mañana… –Entonces viajaré mañana. –Qué casualidad: yo también regreso mañana. –Ah... vas a ir la presentación... –Y tú qué crees... y ahora con mayor razón: ahora que tengo el gran gusto de conocer al autor… –Todavía no me conoces… la solapa no dice gran cosa… –Pero los cuentos dicen mucho. –Pura ficción. Incluso la solapa es pura ficción. La muchacha extrajo un coqueto celular de color fucsia y lo depositó sobre el mantel ajedrezado: rompió la simetría del encuadre. Luego encendió un cigarrillo. F. recordó el enorme teléfono que frustró la escena del último sueño. Tosió dos veces: era alérgico a casi todo, incluso al cigarrillo. Imaginó un filtro adecuado para destacar las sinuosidades del humo en la ampliadora de su estudio. Pensó en otra dosis de Ventolín. Por un instante consideró una retirada fácil: pretextaría ir al baño para usar el inhalador y no volvería jamás. Pero no movió un solo dedo; quedó paralizado por las pestañas hirsutas de su interlocutora tras unos anteojos photo gray de mínimo espesor. Se resignó al interrogatorio. Curiosamente, ahora el casting se lo hacían a él. Temió que la muchacha intentara comprobar si F. calzaba en el perfil que insinuaba la solapa. –¿Cuándo volviste de Iowa? –¿Iowa?... sí, claro... digamos que… ayer. –¿Y qué haces aquí? ¿Para qué viniste a Chiclayo? –Pues... para visitar a mi familia. ¿Y tú?
–Supongo que ya leíste los periódicos... ya te habrás enterado del éxito de la Primera Regla... –¿Éxito? –Primer puesto en el ranking de ventas por tercera semana consecutiva... en casi todas las librerías. Incluso, la gente de Iguana Films quiere hacer una versión peruana de la serie rosa con los cuentos de tu libro... Claro, te lo mencioné al principio... –Ah, caray... la verdad, no lo sabía. Intuyó que el asunto se le iba de las manos. Peor aún: nunca estuvo en sus manos. Gordo de mierda. Habrá tenido las mejores intenciones pero –siempre lo repetía– el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Para no hablar del pingüe negocio que su viejo amigo habrá descubierto por casualidad y a costa de su talento. F. recordó también que la mayoría de los cuentos de La Primera Regla derivaron, sin mayores variaciones, en fotonovelas para el Gringo. ¿Y si hay un problema de derechos? Si el Gringo se entera, el chupo reventará de todos modos. Es más, ni siquiera será necesario que el Gringo proteste. Si la prensa comienza a indagar en el pasado del exitoso Doctor Lüber, tarde o temprano, sus negocios clandestinos serán de dominio público. –Veo que estás bien informada… –Trabajo en un periódico. O sea, todavía soy practicante. En La República, ¿no te conté? Escribo en el suplemento cultural. Crónicas, reseñas, fotos... lo que haga falta. Y adivina qué: yo hice la reseña de tu libro. –No me digas que me estás haciendo una entrevista… –Quizá… Mira lo que son las cosas: justo la semana pasada conversé con mi jefe sobre la necesidad de hacerle una entrevista al misterioso Doctor Lüber y ahora resulta que… 21 paralelosur
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–¿Misterioso? –No te hagas, pues: nadie sabe tu paradero. Nadie ha conseguido una entrevista. Creo que ni siquiera saben tu verdadero nombre... Es una estrategia publicitaria, ¿no? –Nadie ha viajado a Estados Unidos para buscarme… –Claro que lo hicieron. Una amiga de El Comercio me ha contado que la semana pasada viajó un reportero de Somos. –Nunca me enteré. –En Iowa no saben que existes. El tipo de la editorial tampoco ha dado ninguna pista. –Caray: ya parece una investigación policial... ¿Viste? ¿No te dije que la solapa era pura ficción? –¿Y cuál es la verdad? ¿Quién es verdaderamente el Doctor Lüber? –Cuánto hay. –Bueno... presupuesto no tengo. Pero tengo otras cosas… F. hizo un barrido vertical y tasó sin discreción esas otras cosas. Pensó que la periodista se mostraba imprevisiblemente accesible. Todo sucedía como en una porno habitual: un diálogo mínimo y plagado de clichés bastaba como intermedio entre el primer saludo y el primer coito. En cambio, las fotonovelas de F. respetaban ciertas exigencias literarias y resultaban mucho más convincentes. Él sabía muy bien que el suspenso, la dilación, la sugerencia, eran mucho más excitantes que la cópula automática plagada de insultos en lugar de palabras ingeniosas. Para no hablar de la cámara pretenciosa del Pingüino, que privilegiaba las tomas amplias en claroscuro sobre los manidos detalles viscosos. Por eso le gustaban al Gringo. Por eso pagaba tan bien. –Estoy bromeando, por si acaso… Imagínate, después de leer esos cuentos… –Claro: después de leer mis cuentos ya sabes a qué atenerte. –¿No era pura ficción? –Quizá no… Con una indiferencia poco estudiada, ella se libró del primer botón de la blusa beige y comenzó a agitar la punta del cuello para ventilarse. F. bajó los párpados y examinó el abultamiento creciente de su propio pantalón. No sabía si aprovechar la obsequiosidad de su interlocutora o interrumpir un interrogatorio para el que nunca estuvo preparado. –Entonces, ¿me darás la entrevista? –¿Ahora mismo? paralelosur 22
–Si lo deseas… –Quizá deberíamos escoger un lugar y un momento más apropiados… –¿A qué se refiere, Doctor Lüber? –¿A las ocho en mi consultorio? –¿Consultorio? –Es decir, nos encontramos aquí primero y quizá después… después ya veremos si hace falta un chequeo general para dictaminar un diagnóstico. –Qué miedo... ¿Y cuánto cobra por consulta, Doctor Lüber? –La primera consulta es gratis, querida… Los nervios habituales del galanteo solían entorpecer un poco su respiración. Necesitaba una nueva dosis de Ventolín. Necesitaba eludir las preguntas incómodas. Por otro lado, no estaba dispuesto a aceptar ese chantaje tácito: la promesa de una pronta intimidad a cambio de la verdadera identidad del Doctor Lüber. Una desnudez literal por otra figurada. Antes de seguir adelante debía prever, lapicero en mano y encerrado en su oficina, todas las preguntas posibles y, especialmente, las respuestas apropiadas. Es decir, necesitaba crear un personaje que respondiera al esbozo de la solapa. Aunque, ciertamente, la solapa ya era un invento del Gordo Suárez. –¿No vas a terminar tu café? –Es que... ya se enfrió. Un café frío no tiene sentido. –Pero mi taza sigue caliente... –La verdad es que estoy apurado. Tengo que estar en mi consultorio antes del almuerzo. –¿Tiene muchas pacientes, Doctor Lüber? –Eso se lo responderé más tarde, señorita periodista. –Mi amiga de El Comercio se pondrá picona... –No... no le digas nada. Es decir, si quieres la exclusiva... –Qué serio se ha puesto... lo que Ud. diga, Doctor Lüber. –Ha sido un placer. –¿Ha sido? –A las ocho, entonces. F. hizo un rincón entre las torres de libros de su escritorio. Extendió un papel y comenzó a escribir el proyecto del próximo guión. En otra hoja comenzó a jugar con las palabras para obtener los títulos probables. Casi sin advertirlo, maquinalmente, el lapicero comenzó a repetir todo el índice de La Primera Regla. Mientras sus dedos actuaban por sí solos, imaginó la entrevista de aquella noche. En cuestión de segundos formuló mentalmente el argumento de una fotonovela hipotética protagonizada por la muchacha de blusa
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beige. Es decir, la imaginó sin blusa beige. La entrevista no sería en un diván sino en una cama, como en cierto programa de televisión conducido por una vedette. Pensó en la célebre conferencia de prensa dictada por Lennon y Yoko Ono cubiertos apenas por una sábana. Consideró también la posibilidad de viajar a Lima y comprobar el éxito de ese libro que aún no terminaba de reconocer como suyo. Quizá podría tomarse unas breves vacaciones y dejar el negocio en manos del Pingüino. Pero, antes que nada, tenía que anticiparse al cuestionario de la periodista y lucubrar las respuestas que más tarde, seguramente, debería repetir en todos los medios. Debía justificar su desaparición. Incluso, si fuera necesario, falsificaría un diploma de la Universidad de Iowa. Y lo más urgente, sin duda, era ocultar sus asuntos con el Pingüino y el Gringo. Había que pergeñar un pasado decente como sustento plausible del perfil y la foto de la solapa. Sin embargo, por otro lado, ¿no sería comprensible que el autor de relatos eróticos haya sido guionista de fotonovelas porno? ¿Acaso ese chisme no serviría para vender el libro? Además, reflexionó F., su trabajo no estaba tipificado en el código penal. ¿Moralmente repudiable? Quizá. Pero no era un delito. Claro, eso sin contar la última ocurrencia del Gringo que, de hecho, sí rozaba lo delincuencial. Aquí y en China –pensó– la pedofilia se castiga con cárcel. Estalló el timbre en la soledad del departamento. ¿El Pingüino? ¿Tan temprano? Mientras bajaba las escaleras se adelantó a las objeciones de su socio: este primer contacto con la prensa sería muy inconveniente para un negocio eminentemente subrepticio (y, muy pronto, delictivo). O tal vez lo contrario: el subrepticio negocio podría ser inconveniente para su repentino estatus de escritor prometedor. Incluso –descorriendo los cerrojos del portón y desconectando la alarma–, se le pasó por la cabeza la curiosa posibilidad de que la literatura fuera también un buen negocio. De hecho, según la periodista, ya lo era. Por lo menos para el Gordo Suárez. En todo caso, sí tenía muy en claro que debía ajustar cuentas con su viejo compinche. Ese conchesumadre… ni hablar, tenía que ser él. Destapó la mirilla: no era el Pingüino.
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–¿Verdad que quinientos por una foto? ¿Quinientos cocos? –Por una sesión... es decir: más de una foto. Mejor pasemos a mi oficina para hablar de números… Catorce años eran demasiados para esa niña que no usaba sostén porque no lo necesitaba. Sin embargo, por debajo del maquillaje grotesco y el atuendo barato se escondía una sensualidad natural que seguro la cámara del Pingüino sabría develar. –Quinientos, ¿no, señor? –Pueden ser más… depende del tiempo que nos tome hacer una sesión completa. En principio, son cincuenta dólares por día de trabajo. Y si me firmas un contrato, te puedo adelantar cien dólares. –¿Ahorita? –Bueno, sí... Aunque, la verdad, no sé si será legal... hablo del contrato... es decir, en el caso de tu edad... A la chiquilla sólo le bastó entrever el contenido de la billetera de F. y no alcanzó a escuchar sus últimos titubeos: sin que él se lo pidiera –de hecho, no pensaba hacerlo–, la niña comenzó a desnudarse con naturalidad, como si nadie la estuviera observando. La visión de su pubis ralo y colorado le produjo a F. una curiosa mezcla de indignación, ternura y deseo. Recordó a la niña del enorme teléfono rojo. Recordó a la vendedora de caramelos. Recordó a su vecina masturbándose frente al televisor. –¿Qué tengo que hacer? F. dejó el escritorio para atisbar sus menudos detalles. La deseaba pero también se sentía culpable. Echó mano de sus recientes cavilaciones sobre el porvenir literario y la legalidad de la pedofilia para congelar su ansiedad. Por un momento pensó echarla y terminar con el casting. No quería tocarla. Pero ella sí lo hizo. Se escurrió hasta quedar de rodillas y procedió a desabrocharle el pantalón con brusquedad. –Ya sé: esto es lo primero, ¿no? La interrumpió tirando de sus mechas con ambas manos.
–Discúlpeme, creo que llegué tarde al restaurante y ya no lo encontré. –¿Tú también eres periodista? –No, señor: yo soy modelo. –Ah, claro… sí, sí... te mandó el fotógrafo, ¿no? Tú debes ser Kitty... ¿Estás lista para el casting?
–Espera, Kitty... aún no he sacado la cámara. Luego alisó las crenchas con el cuidado y el temor de quien acaricia a un perrito de la calle. Pudo ver las plantas negras de sus pies descalzos. 23 paralelosur
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–¿Por qué no te das un baño mientras busco la cámara y acomodo los equipos? Segundo piso: primera puerta de la derecha. Hay toalla, jabón y shampoo. Cruzó las piernas sobre el alfombrado y encendió los cilindros de luz con un switch que remataba un cable. Marcó el número del Pingüino y lo conminó a venir. Se imaginó el auditorio abarrotado en la presentación de mañana. Jugó con los cilindros, haciéndolos parpadear. Recibió una lluvia de flashes, no de flemones, mientras leía el primer párrafo de La Letra con Sade Entra. Entrevió una cola enorme para la firma de autógrafos. Previó una entrevista por televisión: tal vez Denegri, tal vez Hildebrandt, tal vez Iván Thays. Pero no tenía ni la menor idea de lo que diría entonces si se diera el caso. Recordó que aún faltaba el guión de la entrevista inminente. El Pingüino anunció su llegada con el bocinazo del taxi. F. sacó la cabeza por la ventana y, sin saber por qué, le dijo al taxista que esperara un momento. Pensó detallarle a su socio la reciente conversación con la periodista pero se contuvo. Dejó al Pingüino armando un trípode en el estudio. Subió corriendo. Escuchó el rumor del agua y una vocecita despreocupada entonando una canción de moda. La puerta del baño estaba entreabierta. Dudó unos segundos: pensó llamar al Pingüino para componer una secuencia espontánea de la niña tomando una ducha. Empujó la puerta con dos dedos. Lamentó no llevar una cámara como pretexto. La niña no había corrido la cortina de plástico. El vapor del agua caliente difuminaba sus curvas escasas. Se acercó un poco más y la atisbó de espaldas, parcialmente inclinada, enjuagándose la cabeza sin dejar de cantar. Ella no lo advirtió. F. se aflojó la correa. Se contempló un instante en el espejo sobre el lavabo. Eso lo detuvo: imaginó su foto en todos los suplementos culturales. O, más bien, su foto en las páginas policiales. Lo pensó mejor y giró marcialmente sobre sus talones. Continuó hacia el dormitorio, súbitamente decidido. Buscó la cajita fuerte de latón y embutió en un maletín las pocas prendas que encontró dispersas sobre el alfombrado. Bajó. –Voy a comprar cigarrillos, ya vengo. –¿En taxi? –Lo que pasa es que... he descubierto una bodega donde venden los importados... de contrabando, pues, ¿no te conté?... queda por el hospital... Sí, procede nomás con la chibola: mientras yo no estoy, tú eres el jefe. Y tómale todas las fotos posibles. Quizá no regrese jamás... la chibola, digo. –¿Y el guión? paralelosur 24
–Esta vez haremos un experimento. Procederemos a la inversa: primero tus fotos y luego mi guión. Levantó el maletín que había dejado en el primer peldaño de la escalera, a escondidas del Pingüino. Comenzó a quitar los múltiples cerrojos. Levantó la voz para conversar con su socio. –Oye, ¿qué será de la vida del Gordo Suárez? –¿Quién?... No, pues, si tú no sabes, menos voy a saber yo. Por qué, ¿ah? –No, por nada... es que anoche soñé con él. En fin... Nos vemos, pues. Le ordenó al taxista que lo llevara al aeropuerto. Llamó a la periodista desde su celular y canceló la cita. Minutos después, deambulando por el aeropuerto, recaló en el Duty Free. Se topó con La Primera Regla en una vitrina iluminada por fluorescentes. La vendedora sonrió cuando le alcanzó la factura. Mientras ella se ocupaba de atender a otro cliente, el Doctor Lüber encajó su firma diagonal, de esquina a esquina, casi tachando el rostro soberbio de la solapa. Deslizó el libro hasta una esquina del mostrador y allí lo abandonó. Subiendo la escalerilla del avión, una hora después, el celular timbró repetidas veces. No respondió.
Leonardo Aguirre. Escritor (en época de vacas flacas, periodista). Estudia en la facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).Entre el 2000 y el 2002 firmó, con cierta regularidad, crónicas y reseñas para "El Dominical" del diario "El Comercio". Actualmente es editor de la revista "La Mujer de mi Vida" y firma una columna semanal para el diario "La República". Acaba de publicar el libro de cuentos Manual para Cazar Plumíferos.
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La miraba cambiar durante las tardes de mayo de manera silenciosa y paciente, cuando el verano culminaba en una Lima de tibias sales y herrumbre, y ya los últimos días de pálido sol desaparecían sutilmente. Era en ellas que podía escucharse su cambio como un lejano murmullo o una ráfaga de viento adueñándose del espacio. Me gustaba oírla, sigilosa, en aquellas tardes, esperando siempre oportuna el momento preciso de alterarse, de revelar ante mí una nueva y desconocida disposición que yo aún ignoraba pero que, sin embargo, me había acostumbrado a esperar casi con ansias. En la mañana del nuevo día, ella me entregaba impasible su nueva decisión, como orgullosos y sonrientes entregan los niños algún negruzco y escurridizo insecto en las manos a la desconcertada madre. Y entonces, tarde tras tarde, aprendí a distinguir su voz de pájaro en vuelo, su silueta marcada entre las sombras de los cuartos y roperos cuyo camino secreto, poco a poco, ella me enseñaba a transitar. Pero debo admitir que no siempre fue así, no siempre su espacio cubrió con suavidad los bordes de mis días. Quizás por ello las barreras de mi memoria se difuminan sospechosamente cuando intento asir ese momento preciso, esa tarde cualquiera que dejó de serlo gracias a una motivación indistinguible y oculta que en ocasiones se posesiona de circunstancias, de personas; en ocasiones también de algunos objetos. Quizás también lo admita porque probablemente sea esta una manera de encontrar una pregunta a la respuesta de esos días, al llamado latiendo de los puertos ocultos en cada rincón de lo que creemos que permanece; a esa respuesta incesante que ardía junto al sol aquellas tardes de mayo. Lo cierto es que el instante, la hora, la fecha o el día en que ocurrió por primera vez se me confunden inevitablemente; sin embargo, sé con seguridad, gracias a buenas fuentes, que nunca antes había sucedido algo así. Sé, por ejemplo, que nadie que habitara antes la casa había mencionado siquiera algo semejante a lo que allí ocurría. Nunca hubo quejas preocupantes ni reclamos exaltados; salvo algunas discusiones sobre limpieza de armarios o tuberías, jamás se presentó algún impase con antiguos inquilinos que no haya sido superado con una consecuente victoria. Aun yo, que vivía solo en ella y disfrutaba de su proximidad a las playas limeñas desde hacía ya varios meses antes de que ocurriese, no habría dado jamás crédito a esa posibilidad si es que alguien me la hubiera mencionado. Es por eso que en un inicio me costó un gran esfuerzo, una penosa lucha contra el espejo del día a día, el aceptar esos primeros cambios de la casa. Primero fue un abrir y cerrar de ventanas a mitad de la noche lo que me reveló movimiento dentro de la casa. Desde mi habitación, me pareció distinguir que provenía de una zona alejada -tal vez cerca a los jardines exteriores, o a las habitaciones de huéspedes, cuyas ventanas dan a una ruidosa avenida principal- pero no salí de mi cama. Nunca he creído en fantasmas ni apariciones; siempre he pensado que lo que no está en este mundo físicamente, aquello que no es palpable, simplemente, o no debiera tomarse en cuenta, o rige inevitablemente el universo y por lo tanto nada hay ya que hacer sino ser pacientes y esperar quietamente sus demandas. Por ello pensé entonces en bandidos, en pillaje, o tan solo en algún matiz del peligro. Después de todo, Lima es una ciudad algo convulsa, incluso en esta zona de Barranco, la que da a Pedro de Osma. Pero abandoné pronto estas posibilidades. Después de algunos momentos, logré conciliar el sueño, y aún recuerdo levemente haber soñado con largas cadenas de hormigas marrones trasladando mi cuerpo de una habitación a otra; caminaban pacientes con mi cuerpo a cuestas salvando diestramente los obstáculos de los pasillos y las puertas con esa envidiable seguridad de hormiga de saber siempre a dónde se va. Sin embargo, en mi sueño, creo haber notado, aunque sin extrañeza, que cada habitación a la que era trasladado era exactamente similar a la siguiente, o al menos parecía serlo. Al despertar, recuerdo haberme quedado buen rato en la cama cubierto con esa colcha espesa de lana roja que tanto me gusta y con una débil y adormecedora cosquilla en la espalda. Sin embargo, nada encontré esa mañana fuera de su lugar. No había rastro de mayor registro entre cuadros, papeles o libros; solo reinaba en mi despacho el desorden habitual del que soy presa desde hace ya varios años y que, a pesar de que llevaba únicamente nueve meses allí, tristemente había tras25 paralelosur
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ladado a esta casa. Solo recuerdo de esa ocasión haber confundido (al menos eso era lo que pensaba) la ubicación correcta de un par de habitaciones a las cuales casi nunca ingresaba -todavía en esos nueve meses no había terminado siquiera de reconocer adecuadamente toda la vivienda-, pero aquello no me pareció algo grave en ese instante. Retorné luego a mis labores diarias sin más ánimo de pensar en lo ocurrido. Era domingo -de ello sí estoy seguro- así que pasé lo que restaba de aquel día trabajando alegremente en los pequeños rosales del jardín. Curiosamente, encontré que algunos de mis favoritos tenían, a pesar de mis diligentes cuidados, delgadas hileras de diminutas hormigas caminando entre las hojas, así que tardé algunas horas más en limpiarlos con mucho cuidado. Durante los próximos días no volvieron a escucharse, ni de día ni de noche, sonidos similares. No fue sino hasta un año después, un día en que regresaba de la escuela a corregir los exámenes de mis alumnos, que noté certeramente la primera transformación. No había duda. No podía negarlo. Imposible ingresar a la casa si no era por el amplio recibidor donde yo colgaba diariamente mi saco y mi sombrero; luego, o doblar a la derecha atravesando la puerta grande en dirección a la cocina, cuya puerta falsa daba a Pedro de Osma, o quizás avanzar unos pasos y luego doblar a la izquierda, donde se extendía ampliamente el comedor y la sala rodeada de algunos cuadros que tanto elogiaban algunos amigos cuando venían a la casa (en realidad solo estuvieron aquí dos veces: cuando mamá murió, y la trajeron de Ayacucho, lo que había ocurrido hace un año, pocos días antes del suceso de las ventanas, y un día, no hace mucho, en el que solo estuvieron unos minutos sentados mientras se miraban rígidos entre ellos a la vez que observaban con angustia el cuarto donde había tenido que recibirlos lleno de ollas y enseres -que era la sala, en verdad lo era- y luego se marcharon presurosos, quizás por incomodidad, por mi aspecto, no sé). Sin embargo, aquel día, al intentar ingresar a la casa, percibí ya desde afuera la inminencia de algo distinto. Vi, al entrar, objetos inconfundibles extraviados por todos los rincones; los había de cualquier tipo: lámparas, cuadros, camas, libros, estantes, vajillas, etc. Pero para mi mayor sorpresa, si bien los objetos se encontraban en un lugar absurdamente distinto al de su posición original, estos aún conservaban un orden preciso, el que tenían en aquella habitación a la que pertenecían en principio, aquí un cuadro y a su lado una repisa, o tal vez un armario junto a su respectiva alacena, en fin. De esto no me di cuenta sino minutos después, cuando encontré -luego de atravesar lo que debía ser la sala o el comedor y subir por las escaleras- mi habitación invadida por ollas, repisas y demás trastos pertenecientes a lo que debía ser la cocina; incluso el mesón de roble se encontraba allí, en medio del cuarto, dejándome pasmado y sin argumentos. Sin embargo, nada hubiera hecho sospechar a algún desconocido que aquella distribución tenía algo de extraño. Pero era mi habitación y era mi casa. Yo lo sabía. Luego de sentarme y repasar cautelosamente los daños, descarté algunas poderosas razones para abandonar la casa. ¿Quién habría sentido entonces alguna inclinación por lo contrario? ¿Quién habría percibido en aquella tarde algún posible mensaje abandonado entre los innumerables cambios practicados por la casa; un mensaje enviado como una sonrisa o una tenue caricia arrojada por la inclemencia de los años, una señal de afecto desvirtuada de la normalidad que no asiste a los canales comunes pero que se nos hace presente con la tenaz fuerza de lo evidente, de lo irrefutable? Aquella tarde de mayo en la que el calor se desvanecía con las luces del día, yo alojé aquella duda en mi mente como una vez la casa lo hizo conmigo, albergándola de manera resignada frente a la posibilidad del ingrato vacío o la locura. Quizás como hacemos con todo para sobrevivir, a fin de cuentas. Sobrevinieron entonces días distintos y, quién sabe si no, días felices. Días en los que se alternaban el miedo y la sorpresa con mi quehacer diario, con mis estudios y traducciones abandonadas y mis reducidas compras en la pequeña bodega de la cuadra. Durante las siguientes tardes de ese mes, de manera rigurosa y estricta, ella representó ante mí un sinnúmero de juegos y equivalencias que se me hacían manifiestas quizás por algún pequeño recurso convertido en un débil ruido en las paredes, o el lejaparalelosur 26
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no quebrantamiento de algunos vasos (debo decir que ella nunca fue infalible en sus cambios, cosa que en vez de molestarme curiosamente me alegraba; quizás porque con ello yo sentía su error como un posible sinónimo de voluntad, de una incipiente cercanía). Era esa la señal que ella entonces me enviaba y con la cual se estableció, lamentablemente solo en aquellos meses de mayo, un diálogo fiel y secreto entre un hombre y su casa; un diálogo cuya naturaleza clandestina se manifestaba en una ciudad que nunca terminaba de nacer. Lima, como todas las ciudades, es una jaula con puertas abiertas; una jaula cuyo vientre era testigo de un matrimonio insólito y escandaloso, de una relación grosera y poco civil así pensarían los ingenuos- que motivaría más al desprecio que a la necesaria comprensión. Yo la veía cambiar cada tarde y ella cambiaba para mí. A veces, jugábamos a que yo adivinaba la futura disposición, y aunque casi nunca acertaba, aquello siempre fue motivo de alegría más que de aflicción, de risa más que de espanto. Y es que el momento exacto del cambio jamás fue del todo perceptible. Yo solo debía esperar aquellas señales que he mencionado mientras, distraído, preparaba algo en la nueva habitación en la que se encontraban los utensilios de la cocina o trabajaba en mi ”nuevo” despacho en alguna imposible traducción. Corregía ilegibles tareas de algunos de mis tantos alumnos esperando esas señales con ansias, casi con angustia al ver que mayo terminaba y el aire se helaba cruelmente sobre mis hombros gastados. Desde las ventanas del segundo piso observaba las calles agonizar allá afuera sin posibilidades de salvación; miraba a las personas caminar de un lado a otro con prisa, siempre civilizadas con trajes pequeños y largas corbatas, caminar acompasadas a las hormigas -aún persistentes en mis rosales- y a su fúnebre paso y me preguntaba qué pensarían ellas de mí, sospecharían siquiera de aquella diferencia sustancial que me alejaba imperceptiblemente de ellas, sabrían algo realmente de aquel viejo y maloliente maestro cuyo único aparente movimiento se reducía al viaje de la escuela a aquella casa antigua mientras, aquí dentro, jugábamos esa misma casa y yo a sorprendernos cada día, a asombrarnos humanamente sin tregua el uno al otro. Y así, como se alejan los alumnos cada año, varios mayos se extinguieron. Desaparecían en silencio dando paso a un junio de angustias y esperanzas que, aunque uno luchara incansablemente contra ellas, siempre retornaban infalibles e incluso con mayor intensidad a medida que otro año avanzaba. Luego la escuela, las compras, los días sin mayor cambio y las tristes traducciones inacabables que se apilaban sobre el escritorio; el jardín -extrañamente jamás alterado- el cual crecía en belleza y en necesidad de cuidado además, y nuevamente el desorden, ese prolijo caos solitario que no abandona así lo desee uno o no. Recuerdo algunos años incluso en que tenté alguna que otra remodelación en la casa por el afán de hacer más corta la espera. Sin embargo, abandoné pronto la tarea, tal vez porque un fugaz sentimiento de profanación se adueñaba de mí en el preciso instante en que cambiaba una cortina o intentaba retirar algún derruido tapiz. Y a pesar de todo, ahora que lo medito con una prudente e inevitable lejanía, ni siquiera recuerdo las exactas razones que motivaron aquel grave desenlace. Solo recuerdo un mayo no muy lejano, común como cualquier otro, la casa, sus cambios y yo. Casi no puedo distinguir bien si fui yo el intolerante o si fue ella la incomprensiva. Lo cierto es que en esas tardes de aquel funesto mayo, yo había enfermado de una gripe que no me abandonaba (lo atribuía al molesto cambio de clima que Lima les propina a sus habitantes) y me vi obligado a permanecer casi inmovilizado en cama varios días. Sin embargo, esto no fue motivo para que la casa detuviera nuestro juego. Y probablemente porque yo no correspondía a sus llamados debido a mi convalecencia, fue que ella insistió más aún en ello. Llegó entonces una tarde, ya casi al final del mes, en la que los cambios se daban con una frecuencia vertiginosa; primero al inicio de la tarde, luego pasados unos cuantos minutos, nuevamente unos cambios más, cada uno más abrupto que el otro. Desde afuera nadie habría podido sospechar siquiera el dinamismo secreto que navegaba en cada una de las habitaciones de la vieja casa; por ello, nunca hubo repentinas molestias, rostros inquietos acercándose a las ventanas. 27 paralelosur
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No supe bien qué hacer. De pronto me vi envuelto por un caótico llamado que resbalaba entre mis dedos como una insostenible arena caliente. Recuerdo haberle pedido desde mi cama que se detuviera, pero al parecer mis llamados reforzaban sus intentos para que yo participase del juego. Me levanté, enfermo como estaba, y abandoné mi habitación; ni siquiera pude notar claramente al salir cuántos cambios ya se habían dado, solo sentía un leve mareo, un sonido incesante en las paredes y la caída estrepitosa de algunas cosas pertenecientes a los cuartos. Entonces, en medio de aquella confusión, un pensamiento atemorizante pasó repentinamente por mi mente. ¿Cuántos años de entrega serían suficientes para ella y nuestro juego? ¿Es que acaso existía siquiera la posibilidad de renuncia a todo ello? Jamás había pensado hasta entonces en qué hubiera ocurrido de haber censurado aquellos cambios, si hubiese declarado aquella situación como inaceptable y hubiese decidido no participar más de ella. ¿Acaso podría tan solo elegir, elegir abandonarla, librarme de su presencia o de su mirada constante? El humano murmullo de mi libertad se me presentó entonces como un grito ensordecedor que destruía mis agotados oídos. Sin embargo, creo que lo que sentí, en realidad, fue temor. Temor de verme atrapado por una presencia que yo mismo había permitido adueñarse de las circunstancias; quizás temor de verme muerto por aquella misma presencia. Pensaba en todo ello a medida que se intensificaban los cambios y era ya prácticamente irreconocible la casa. De pronto, parado allí en medio del aquel bullicio, vi cómo una lámpara de las más grandes se presentaba de pronto en frente de mí como cuando se abre un telón y al mismo tiempo perdía el equilibrio cayendo estrepitosamente a mi lado. Di entonces unos pasos y, desesperado, grité a la casa que se detuviera. Grité con todas mis fuerzas. Grité y mi voz opacó el bullicio anterior hasta extinguirlo. Luego, reinó un inquietante silencio a la vez que desaparecía lentamente el sonido en las paredes. Al día siguiente, al despertar, encontré la disposición original de la casa, tal y como la había encontrado ese primer día en que puse un pie en ella.
Johann Page. Escritor peruano (Lima, 1979). Ha publicado Mecánica de suelos en la Colección Underwood dirigida por el escritor Ricardo Sumalavia. Además ha publicado el libro de relatos Los Puertos Extremos (Estruendomudo 2004). Siempre estará de acuerdo con John Merrick.
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Acá en Lima uno se mira las manos y acaso sienta que nada haya cambiado; que quizás nada se haya trasladado sospechosamente desde posiciones originales. Aquí la ciudad y su infinita bulla, mis dedos, aquí mis manos y las hormigas peregrinas de mis rosales; aquí la casa. Todo esto uno lo piensa una y otra vez y siempre parecen repetirse las mismas e inevitables consecuencias. Pero la casa nunca más volvió a cambiar. No lo volvió a hacer desde entonces, desde aquella tarde en que dudé de su voluntad y de su esfuerzo. Nunca he vuelto a aventurar desde esa fecha ningún tipo de remodelación o de cambio. Pienso en ella ahora que continúo trabajando en mis traducciones, en la escuela o mientras veo a los niños jugar a esconderse, a veces incluso hasta hacerse llorar. Y sé que solo vive quien mira siempre ante sí los ojos de su aurora. Pienso en ella entonces mientras camino por sus habitaciones, ahora en absoluto y fúnebre silencio, y me pregunto qué habría sido de ella sin mí o de mí sin ella; qué habrán significado aquellas alteraciones como gritos de angustia que se daban una y otra vez frente a mí. Pienso ahora en lo que realmente habrá buscado ella con cada uno de esos llamados, quizás tan solo un recuerdo, quizás compañía, quizás tan solo la posibilidad de un nombre. Pero, probablemente -ahora ya puedo admitirlo- nunca sepa exactamente en qué consistía aquella tenaz búsqueda, esa llamada agitada arribando a mis puertos más ocultos. Probablemente solo pueda pensar en ella ahora que se termina el verano nuevamente y yo camino atravesando la tarde mirando cómo el sol declina en las calles; observo a las personas y entiendo ahora que envejecer es distraerse, que mi camino de hormiga se ha detenido y me ha abandonado. Veo a las personas a mi lado y ya no me pregunto qué pensarán ellas de mí; es más, ni siquiera sé por qué habrían de preguntarse algo, si ahora cuido mis rosales con mayor fruición y llego a casa sin que sea aún de noche en Lima y visto como ellas de traje grande y corbata pequeña, si es que a fin de cuentas, en estas cálidas tardes de mayo que ya van enfriándose, el mañana siempre será una excusa, y los caminos a casa, los que a veces olvidamos (y de pronto todo se quiebra un segundo, el asomo de lo que yace) duermen ocultos en las calles y se asoman callados cada tarde. Y un día habrán de dormir profundo, profundo, y será largo el regreso.
Eduardo González Viaña
Armando el rompecabezas con la ferocidad
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del amor.
Eduardo González Viaña
Nada más al salir del túnel, un microbús la había llevado primero a San Diego, California, la primera ciudad del país cuando se entra por la frontera noroeste de México. En medio de la algarabía y de los festejos por el 4 de julio, había sido fácil que el vehículo pasara inadvertido. De inmediato, el carro emprendió una carrera desaforada por diversas calles para confundirse con los otros vehículos. No podían quedarse en San Diego porque aquello era peligroso: en esos días se habían producido muchas redadas de inmigrantes, pues la migra estaba sobre aviso. Probablemente, los agentes de inmigración habían redoblado la vigilancia en San Diego; eso se podía advertir por la cantidad de hombres uniformados o sospechosos que transitaban por las áreas más pobladas de inmigrantes y además por la cantidad de helicópteros que daban vueltas en torno de la ciudad. El microbús en que iba Beatriz ni siquiera tomó la carretera principal; se fue por diversos caminos rurales y sus ocupantes tuvieron que aguantar todo el viaje con la cabeza agachada para evitar que se presumiera su presencia en esos carros. Dos hombres comenzaron a vomitar. Una señora pedía a gritos al chofer que se detuviera porque tenía que hacer sus necesidades corporales. Un niño muy pequeño que se había desprendido de los brazos de su madre corría de un lado a otro casi aullando de miedo. De todas formas y a pesar de todas esas peripecias, el microbús arribó hasta la entrada sur de Los Ángeles después de varias horas de suspenso. Llegaron hasta un paradero donde Dante, tras cruzar de norte a sur todo el estado de California, estaba esperando a Beatriz. Al comienzo no se vieron. Dante aguzó la mirada para distinguirla dentro del grupo, pero sintió que ella no estaba allí. Quizás solamente estaba dentro de su corazón. Quizás sólo era un invento provocado por la larga espera, o quizás ella ya no era ella.
Quizás él ya no era él. No lo pudo distinguir al comienzo entre las personas que aguardaban a sus familiares. Había pasado tanto tiempo, y Beatriz había dudado tanto que ya no podía creer en que realmente alguna vez se verían. Aquello pertenecía al reino del milagro, y los milagros existen, pero solamente en la esperanza. ¿Qué pasaría si ella hubiera cambiado, y no fuera esa joven delgada que lo miraba con susto sino aquella señora pequeñita que caminaba con los ojos en el suelo? ¿Qué pasaría si él hubiera olvidado el rostro de Beatriz? ¿Qué ocurriría si la vida en los Estados Unidos le hubiera cambiado sus sentimientos, y ahora la estuviera recibiendo sólo por compromiso? Ambos se preguntaron esto último asustados y no supieron en qué momento comenzó el largo abrazo, el beso permanente, las manos inseguras, los ojos cerrados. Quizás ya estaban muertos como suelen estar los enamorados cuando se reencuentran “Sí, soy yo”, tal vez fue él quien lo dijo y su voz estaba ronca, con la ronquera de los que están frente a la felicidad y tienen miedo, o no saben cómo comenzar. Ella probablemente había enmudecido —Ya estamos juntos. Ya nada va a separarnos aseveró Dante con la certeza de quien sabe que dos personas como ellos siempre terminan por convertirse en una sola, y agregó: —No te preocupes. Ya estás en los Estados Unidos. Ésta es la libertad. Diez años son diez años, y las personas cambian mucho en ellas como los carneros cambian de lana cada verano y asumen una tonalidad de color diferente. Carneritos negros se hacen blancos o cremas o manchados, y es probable que además de la lana, intercambien el alma; nadie lo puede saber. Por eso, Dante y Beatriz, de puro miedo, bajaban los ojos, para no comprobar que el cambio se había producido. Cuando ya estaban en el cuarto del hotel, se sentaron al borde de la cama y, con los ojos bajos, él le contó: 29 paralelosur
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—Una noche hace un año, soñé que la luna bajaba a tierra, y que tú estabas de pie sobre ella vestida de blanco, y me pedías por Dios, Dante, ven pronto a llevarme. Pero yo no tenía cómo hacerlo porque no tenía el dinero suficiente y te rogaba que me siguieras esperando pero no podía hablar y mientras tanto tu cara se iba borrando y tus ojos se habían ido quién sabe hacia dónde. A la mañana siguiente me desesperé pensando que tal vez ya habías muerto. Pero esa misma mañana, llegó una carta tuya contándome que estabas bien de salud, y el amigo que me hacía el favor de leérmela, me dio a conocer que los sueños en los que la luna baja a tierra nunca tienen que ver con muerte, sino con dicha y reencuentro. También ella había tenido un sueño semejante, y se lo contó a Dante mirando hacia lo lejos. A esas alturas, ambos se habían olvidado del miedo al reencuentro y a los cambios, y ya no miraban al suelo, pero omitían mirarse, y dialogaban como si cada uno estuviera buscando un objeto distante. En el sueño que había tenido Beatriz, Dante volaba sobre el mundo, jinete en un caballo negro, y le rogaba que continuara esperando, pero el caballo se transformaba sucesivamente en león, en águila, en río y por fin en un burrito manso. Después siguieron sentados en el filo de la cama sin saber de qué conversar. Dante pensaba que tenían que conversar de algo porque cuando eran enamorados, no habían llegado a la relación íntima y no habían hecho más cosas que conversar. Por un momento, se le ocurrió que mejor habría sido alquilar alcobas separadas. Eran las diez de la mañana, pero de pronto oscureció para ellos, y dejaron de hablar de sueños, pero se hablaban con los ojos cerrados como si creyeran que dormían y temieran despertarse. Así a oscuras, comenzaron a palparse el uno al otro, y cuando reconocieron que no habían cambiado, ya no podían reconocerse porque el uno había comenzado a ser el otro como si se hubiera terminado de armar un rompecabezas con la ferocidad del amor. Diez años de lejanía de súbito se transformaban en un paralelosur 30
recuerdo dudoso, pero les habían dejado el hábito de no creer que el ansiado o la esperada existieran de verdad, y se acariciaban, se hurgaban, se pulsaban, se sobaban, se olían, se saboreaban, se absorbían, se lamían, se mordisqueaban y se devoraban con la curiosidad que lo hicieran Adán y Eva a la hora del Génesis y con la ferocidad de dos animales que no acaban de descubrirse y temen evaporarse otra vez. Para Beatriz ésa era la primera vez, aunque había estado casada varios años con un hombre de negocios, uno de cuyos negocios había sido comprarla. Cuando aquel hombre montaba su cuerpo, ella nunca había sido ella ni había estado allí. Mientras la respiración dificultosa, los hombros velludos y el vientre hinchado de don Gregorio Bernardino la aplastaban, la babeaban y transitaban como una locomotora gorda por su cuello, sus senos, sus tobillos, sus rodillas, las uñas de los dedos de los pies, el ombligo, los párpados, las cejas, las axilas, las montañas y las cavernas, ella no había estado allí jamás, y por eso sus ojos conocían de memoria las líneas geométricas del cuarto y del techo, las fotografías de la pared, la frecuencia de las nubes, de los pájaros y de las constelaciones que pasaban por su ventana. Ahora todo era diferente. Manos con manos, manos con labios, labios con lengua, lengua con lengua, los dientes con el cuello, los senos con los dientes, la lengua con los dedos, la lengua con los pezones, la lengua con las piernas, la lengua con los muslos, la lengua con el vientre y otra vez, la lengua con la lengua, el vientre con el vientre y las rodillas con las rodillas, y por fin, la guerra, la ocupación y el asalto, la invasión de la vida, la penetración y la fiebre y la rendición y el bamboleo, la tormenta y el diluvio, y el infinito dolor y el grito que dura para siempre. Quizás se produjo un eclipse que le permitió ahora dejar la timidez de virgen violada y aprovechar de las sombras para gozar por primera vez de un hombre que de veras era su hombre. En el primero de los descansos que se dieron, estuvieron abrazados e inmóviles durante mucho tiempo como si les
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hubiera llegado la muerte en medio de la dicha, pero el resuello mutuo revelaba que en esa oscuridad había dos animales vivos que estaban conociéndose por el olor. Después, Dante salió de la cama y se dirigió a la ventana. Allí comprobó que ya era de noche y que no habían salido de la habitación desde las diez de la mañana, ni pensaban salir. A solas en la cama, Beatriz se examinaba y podía verse porque sus ojos habían adquirido esa facultad de ver en la oscuridad que tienen los profetas o los amantes. Se miró complacida los senos duros, el vientre hundido y las piernas largas y el color de su carne blanca y rosada que solamente la luna había bañado y que su hombre se complacía en lamer. Se acarició la cintura y el ombligo y siguió tocándose y después se llevó los dedos a la boca. Sintió que la humedad había formado un río que avanzaba hacia sus rodillas. Después comenzó a olerse y le llegaron las sonoridades del mar y el gusto de las almejas. Por fin, sintió que la cadena de oro y la imagen religiosa se hundían en medio de dos senos tremendamente hinchados, y decidió quitarse la cadena y la imagen religiosa para no ofenderlas con los pensamientos y las palabras que se le venían incontenibles, y entonces no pudo saber si pensaba o decía: yo soy la chingada que ha dejado de ser chingada para chingar. Frente a la ventana, Dante atisbaba el mar y le pareció que las aguas eran fosforescentes y que las estrellas se habían derretido, o acaso todavía no habían sido creadas y tan sólo estaban en el limbo, esperando una voz bronca y amable que las invitase a iluminar el mundo y que ordenase a los amantes crecer y multiplicarse. Agua con agua, tambor con tambor sobre el techo del hotel, tal vez empezó a llover mientras Dante y Beatriz se devoraban. Ella se dio cuenta de que todo el tiempo había estado con los ojos cerrados por timidez. Entonces, los abrió, y cuando lo hizo, salió del norte una bandada de patos silvestres y se fueron, salió una nube del sur y se hizo más grande que el cielo, salió el sol otra vez del oriente y otra vez se puso, pero nada contenía ni la invasión ni el bamboleo. Entonces lanzó
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un grito furioso y otro y otro, y supo que el amor es grito y es música y que los animales enfermos de amor bufan, relinchan, gruñen, chillan, rugen, aúllan, hablan, gritan, cantan, gimen, clamorean, se lamentan y se quejan. Unos golpes pesados en la puerta les recordaron que habían sido escuchados. Algo gritó el manager del hotel, pero Dante se acercó a la puerta y por debajo de ella le pasó un billete, y entonces probablemente el empleado sugirió a los ocupantes del piso de abajo que se mudaran de cuarto. Llegó una noche y pasó otra noche. Cuando recuerda, Dante está seguro de que ése fue el momento en que su hija fue concebida, y cree que esa noche era tan noche que tal vez sus cuarenta amigos del galpón, en uno y otro lado del Far West, o tal vez todos los latinos en los Estados Unidos, estaban haciendo el amor al mismo tiempo y generando más vida, temblorosos y brillantes por los naturales hervores de la pasión que son entre nosotros veinte veces más cálidos y fosforescentes que los de la gente de las regiones frías del mundo. Sí, en ese momento tiene que haber sido concebidos Emmita y miles de niños más por culpa de un calentamiento global que recae ciertas noches americanas sobre un grupo humano muy caliente y dispuesto a extenderse, ojos, manos, piernas, pies, ombligos, senos, voces, labios, ganas, espíritus que no dejan de buscarse y de enroscarse en los días buenos y en los días lobos, en el santo matrimonio y en los amores difíciles, día tras día y hora, aun en la lejanía, aun después de la muerte.
Eduardo González Viaña. Nació en Chepén, La Libertad (Perú). En los años 80, su literatura se orientaría resueltamente hacia el tema antropológico. Habla, Sampedro. Llama a los brujos, la conversación con un chamán del norte peruano, se convertiría en un "bestseller" español y Sarita Colonia viene volando, la biografía soñada de una santa creada por el pueblo, sería su homenaje "a la santidad de los pobres" y un libro que ha sido considerado como una de las grandes novelas peruanas del siglo XX. Desde la década del 90, González Viaña reside en los Estados Unidos trabajando como catedrático en las universidades de Berkeley y de Oregon. Sus textos se orientan a describir y celebrar la inmigración de los hispanoamericanos, "la más grande y trascendente desde los tiempos en que los judíos caminaban hacia la Tierra Prometida".
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Reinhard Huamán Mori
Panorama actual de la literatura peruana Reinhard Huamán Mori
Contrario a las grandes carencias que padece el joven circuito literario peruano, producto del casi inexistente apoyo institucional y económico por parte del Estado y la empresa privada, sumado a los bajos niveles educacionales y de lectoría que padecen nuestras escuelas, podemos decir que en el Perú se practica y se genera muy buena literatura. Pero, más allá de incurrir en el eterno juego de víctimas y victimarios con nuestra propia realidad, advertimos que la actual producción literaria se ve respaldada por las capacidades de sus representantes en el terreno de la gestión cultural. Todo poeta, narrador, crítico, director de revista o editor que desee ver su producto circulando en el mercado (librerías, ferias de libro o presencia en el canon), está obligado a convertirse en contador, distribuidor, organizador de eventos, publicista y hasta en vendedor1. Quizás esta sea la característica principal de esta nueva “generación”: su imperante necesidad por hacerse un nombre, un común y dispar esfuerzo por ser escuchado, aún cuando los métodos utilizados bordeen lo caricaturesco y/o adopten actitudes al estilo del peor talk show latinoamericano2.
EL BOOM EDITORIAL Paradójicamente a partir de 2001 en adelante el número de editoriales nuevas y serias ha ido en aumento, al igual que la rigurosidad de sus procesos de selección de sus autores publicados3. Este boom editorial contrasta plenamente con “la tendencia natural” de los jóvenes estudiantes universitarios (poetas o narradores y hasta aprendices de teóricos literarios), a formar grupos que giraban en torno a la publicación de plaquettes o revistas (en muchos casos una muy buena revista), pero nunca fueron más allá de eso4. A diferencia de las décadas anteriores, como los 70, 80 y 90, los autores, sobre todo los poetas, se organizaban en revistas, colectivos y agrupaciones con el fin de forjar una voz colectiva y tener mayor impacto en los medios y así obtener el reconocimiento anhelado. Muchos de ellos tuvieron mayor relevancia pasados los años5 (Hora Zero y Narración en los 70, Kloaka en los 80, entre otros), mientras paralelosur 32
que hubieron aquellos que dejaron un leve rastro y se evaporaron tal como vinieron: fugazmente. No obstante, a inicios del siglo XXI las revistas y agrupaciones dejaron de tener mayor trascendencia debido a que ya no era necesario agruparse para ser escuchado ni tampoco para editar libros en colectivo6, ya que económicamente publicar un libro no es tan costoso como diez años atrás. Por esta razón, la fórmula del éxito ya no reside en las publicaciones periódicas, sino en la propia capacidad publicitaria y massmediática de sus autores. Actualmente, las voces colectivas han dado paso a las individuales, ya que la proliferación de medios informativos en web les permite evadir la dolorosa y sufrida convivencia de egos y celos literarios. Ya nadie se une para tocarle la puerta a una editorial, sino que se lanzan a crear la suya y publicar sus propios libros y los de sus amigos, con lo cual se empieza a ver, por primera vez en mucho tiempo, a la edición como un negocio rentable dentro del mercado literario peruano, dejando atrás la idea romántica del arte por el arte. A pesar de esta actitud un tanto naïf, aún es irrisorio hablar de una industria editorial en el país7, aunque es cierto que cada vez este negocio va extendiéndose. Si a fines de los 90 las revistas organizaban mesas redondas y debatían sobre literatura, ahora las jóvenes editoriales organizan festivales internacionales de poesía8, coloquios de narradores y estudios literarios en general, además de ferias de libros (distritales, escolares, municipales). Incluso, se generaron asociaciones y alianzas entre editoriales9 y algunas revistas del medio limeño. Una de estas asociaciones fue la Red Peruana de Editores10, cuyo fracaso supuso el nacimiento de Punche Editores Asociados11, pero luego de un esperanzador inicio todo regresó al vacío cotidiano12. A pesar de no cumplir con los objetivos trazados inicialmente, se lograron pequeñas victorias como entrar a una cadena de librerías con tarifas reducidas, y tener mayor presencia en medios. Además, Punche cumplió una importante participación en la última Feria Internacional
Reinhard Huamán Mori
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del Libro de Lima, en donde organizaron mesas de discusión sobre la actual problemática editorial y contó, además, con un stand en donde sus ediciones competían palmo a palmo con grandes editoriales internacionales y locales como Norma, Planeta, Peisa y Alfaguara. Entre las editoriales con mayor impacto en el circuito capitalino tenemos a Solar, Matalamanga, Estruendomudo, Lustra, Álbum del Universo Bakterial, Campo de Gules y tRpode. La marcada preferencia por la narrativa13 por parte de Solar se advierte en la publicación de las colecciones de relatos breves Peruanos ilustres de Alejandro Neyra y Mujeres a punto de alzar vuelo de Víctor Falcón; así como la novela corta Habrá que hacer algo mientras tanto de Ezio Neyra. Por su parte, Matalamanga también se caracteriza por dar espacio a la narrativa14 y entre sus títulos figuran El arte, las mujeres, la muerte15, Un hombre flaco bajo la lluvia (Armando Robles Godoy), Descuentos (Christiane Félip Vidal), Perros héroes (Mario Bellatín), entre otros. Estruendomudo, como ya mencioné, empezó con la publicación de su periódico de poesía Odumodneurtse. Paulatinamente, el proyecto fue cobrando mayor fuerza y gracias al apoyo de la universidad Católica, nació la editorial, con lo cual la universidad se aseguró el lanzamiento y la promoción de sus jóvenes escritores16. En poco tiempo y gracias a la habilidad de su editor, Álvaro Lasso, la editorial fue creciendo hasta convertirse en una de las más importantes, publicando no sólo a jóvenes narradores del medio, sino también a reconocidos escritores internacionales y locales (Selección peruana, muestra de once narradores peruanos17; Los inocentes, reedición del célebre libro de Oswaldo Reynoso, Una terraza propia (antología de narradoras argentinas) y Para Roberto Bolaño de Jorge Herralde. Por otro lado, su sello también edita poesía, en donde podemos encontrar de todo, desde los más grandes traspiés literarios del año, hasta buenos poemarios como el de Victoria Guerrero: Ya nadie incendia el mundo. Por otra parte, las editoriales de poesía han ido floreciendo en medio del vasto desierto limeño. Así tenemos a Lustra Editores, de los poetas Víctor Ruiz y Sergio Camacho, quienes han editado a conocidos poetas peruanos como Rodolfo Hinostroza (Memorial de Casa Grande en 2005 y Nudo borromeo y otros poemas en 2006), Suzuki Blues de Renato Sandoval en 2006, además del propio libro de Ruiz, Aprendiendo a hablar con las sombras en 2004. Asimismo, Campo de Gules, formada por Gonzalo Málaga, Diego Lazarte, Miguel Malpartida y Alessandra Tenorio, ha publicado en 2005 los títulos Portarretrato (Alessandra Tenorio) y Los Multifuckers y otros cuentos de Gonzalo Málaga. Mientras que por una línea pulcra y conceptual transita tRpode, dirigida por Renato Gómez, la cual tiene en su haber los poemarios de Julia Ferrer, Gesto, en 2004; OILEAU, de su propio director en 2005; La transformación de los metales de Paul Guillén y Breviario de Gastón Fernández en 2006.
Por otro lado, Álbum del Universo Bakterial, dirigida por Arturo Higa, trabaja la presentación y formato de sus ediciones basándose en las lecturas y la sensibilidad que los poemas proponen. Así tenemos los poemarios Cieloextenso del propio Higa, en 2002, Lugares prácticos de Emilio Lafferranderie (2004), Cinco segundos de horizonte de Mario Montalbetti y Los días y las noches de José Carlos Yrigoyen (ambos de 2005), Insomnio de Lorenzo Helguero de 2006, entre otros títulos. Una editorial alternativa es Sarita Cartonera, encabezada por Milagros Saldarriaga. Sarita fabrica sus libros a partir de la recolección y trabajo a mano por parte de jóvenes recicladores de cartones, y pese a que no son publicaciones pulcras ni elegantes, es encomiable el esfuerzo de proyección social que realiza la editorial. Es importante tener en cuenta a Chätäro Editores, de Rodolfo Loyola, que ya lleva más de diez años en este negocio18. Muchas de las actuales revistas y editoriales han sido publicadas por primera vez con él. Es el caso de Intermezzo tropical, Girabel, Dedo Crítico, More Ferarum, Ajos y Zafiros, Ginebra Magnolia, Lhymen, Apeiron y Mixturas en cuanto a revistas; mientras que Signo Lotófago, Sarita Cartonera, tRpode y Estruendomudo en editoriales. Empero su excelente currículum, Chätäro está más interesada en la producción gráfica y editorial de sus publicaciones antes que en su distribución y publicidad. No obstante la cantidad de jóvenes editoriales en el medio limeño, es posible detectar el inicio del declive de algunas de ellas. En una conversación personal con Alessandra Tenorio y otra con Javier Morales, coincidimos los tres que más de una editorial no ha llegado ni llegará a editar más de cuatro libros (a excepción de la mayoría que ha sido mencionada en el artículo), ya que estamos viviendo un terrible proceso de selección natural. Siempre tan lúcido y crítico, Javier me comenta que “este boom es tan solo una primera fase, puesto que luego vendrá la etapa de las sobrevivientes, de las que satisfacen las exigencias del público al editar cosas buenas. Esas se mantendrán, y las que ahora pueblan la ciudad letrada no quedarán sino para ser mal ejemplo”. 33 paralelosur
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POESÍA, POETAS Y GRUPOS POÉTICOS Tanto en Lima como en otras ciudades al interior de la nación es posible advertir la constante formación y gestación de grupos literarios, los cuales muchas veces giran en torno a la edición de revistas, plaquettes, u otras publicaciones periódicas. Sin embargo, producto del marcado centralismo en el Perú, los movimientos cobraron mayor importancia en la capital, ya que es ahí donde confluye el centro de la actividad cultural del país, pese a que en otras ciudades como Puno, Cusco, Arequipa y Chimbote también se desarrollan movimientos importantes. Además, cabe destacar que desde el 70 hasta ahora, la mayoría de movimientos y agrupaciones en Lima estuvieron conformados por inmigrantes o hijos de inmigrantes, lo cual era uno de los rasgos principales de estos movimientos: el mestizaje cultural y su procedencia socioeconómica, marcando distancias frente al pequeño grupo capitalino. En la actualidad, podemos advertir que los actuales grupos que se forman en la capital son herederos de sus pares del 70 y 80, principalmente de Hora Zero. Empero, a partir del 90 las agrupaciones pierden fuerza debido a que sus acciones mantenían marcadas similitudes respecto a las de sus antecesores19. Es así que aparecen agrupaciones que, si bien no tuvieron la atención de los medios por el desgaste que sus acciones suponía, sí en cambio mantuvieron una actitud de pequeñas tribus callejeras, organizando escandalosos recitales de poesía, jugando a los poetas malditos y deambulando por una Lima patética que recién empezaba a librarse del terrorismo y, por ende, reinaba la apatía en el ambiente. De esta manera, surge el grupo Neón, quizás el más popular, sin ser por ello el más importante, de esta década. Estuvo conformado por Leo Zelada, Carlos Oliva, Miguel Ildefonso, Paolo de Lima, Héctor Ñaupari, Roberto Salazar, Masías Evangelista y Juan Vega20. Asimismo, en los 90 coexistieron otros grupos como Inmanencia21, Noble Katerba22, Geranio Marginal, entre otros23. Lo característico de esta década es la propensión a la dispersión e individualismo de sus autores, lo cual también se extiende y profundiza en los poetas del 2000. En su muy paralelosur 34
bien documentado ensayo sobre la poesía y los movimientos poéticos en Lima durante este decenio, Luis Fernando Chueca sostiene que no existía ningún planteamiento poético dominante, ya que lo que se sobreponía eran las temáticas dispersas y estéticas de corte individualista. Asimismo, Chueca señala nueve características que acogen los poetas del 90: el espacio suburbano y popular; el poeta maldito-urbano; coloquialismo y discurso de la cotidianeidad; la veta culturalista; el sujeto autobiográfico que recupera la memoria familiar; el espacio de ritualización; la desrealización del lirismo extremo; lenguaje que tiende al barroquismo por su recargamiento y los diversos registros que articula; y, finalmente, la libertad total de la palabra24. En mayor medida, estos rasgos, al parecer, han sido muy bien heredados por los grupos poéticos del 2000, los cuales ante la falta de una poética definida y una conciencia política, continuaron apareciendo pero sin trascender ni sobresalir entre sus pares. No obstante, todos ellos se disolvieron cuando uno o dos de sus integrantes se decidieron por proyectos personales, otros encontraron mayor interés por parte de la crítica, ya sea por haber ganado un premio o por sobresalir entre los demás, lo cual desataba celos, envidia y vanidad, llevando a la posterior disolución del grupo. Inicialmente, los jóvenes poetas se juntaban también para contrastar sus escritos, para darse seguridad antes de lanzarse a publicar un libro y también para aprender juntos. Es por eso que, si echamos un vistazo a sus primeros poemas, encontramos versos autobiográficos, impresionistas, duros, rústicos y efectistas, los cuales corresponden a su primera experiencia: la inmensa mayoría se resume en poemas vergonzosos, escondidos por sus propios autores. Entre las agrupaciones que mayor presencia tuvieron, destaca Sociedad Elefante, integrado por los entonces estudiantes de literatura de la universidad San Marcos: Alejandro Sanz Chung, Romy Sordómez, Diego Sánchez, Agustín Haya de la Torre y el narrador Moisés Sánchez Franco. De ellos, solo los dos primeros han editado libros: La voz de la manada de Sanz en 2002, y Vacas negras en la noche y Présago de Romy en 2004 y 2006, respectivamente.
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Por otro lado, los también sanmarquinos Coito ergo sum, estuvieron conformados por Miguel Ángel Malpartida, Christian Bernal y Daniel Amayo. El primero de ellos es el único que ha publicado un libro, Galería, con el cual ganó el concurso César Calvo en 2002. Otros grupos de la misma universidad: El club de la serpiente (Frank Turlis, Manuel Vargas, Rubén Landeo, Raúl Solís, David Jiménez y Diego Lazarte, quien sobresalió del resto por obtener el primer puesto en los juegos florales de su casa de estudios en 2003); Artesanos (Norman Mendoza, Miguel Reyes, entre otros); Nudo de voces (Gino Roldán, Juan Pablo Mejía, Dalia Espino, Alex Morillo, Alberto Alcántara) y Jade ( Josefina Jiménez, Oscar Perlado, Daniel Maguiña y Alex Alejandro). En tanto, fuera de las aulas sanmarquinas, tenemos a Colmena (Alessandra Tenorio, Jessica Pita, Víctor Ruiz, Morayma Sayán, Judith Bravo y Fidel Chaparro) y Verom Jusna (Ilich Quispe y Max Pinedo), ambos grupos de la Universidad Nacional Federico Villarreal; además está Cieno, conformado por los estudiantes de literatura de la universidad Católica Álvaro Lasso, Fernando Pomareda, Santiago Caballero, entre otros.
raria. Mucha razón tuvo Alfonso Reyes al calificar las revistas literarias como nebulosas, “cargadas y finas que llenan los intersticios entre los libros”, ya que desde siempre, los poetas y narradores peruanos se “fogueaban” publicando sus textos en las revistas que dirigían. Muy pocas son aquellas en cuyas páginas no ha figurado un poema o un relato de sus directores, ya que era también una forma de preparar el camino al ansiado primer libro.
En provincias, en cambio, los grupos son numerosos y diversos entre sí. Muchos de ellos florecen y fenecen sin llegar ser advertidos por los medios y prensa de ahí su desconocimiento y la consecuente falta de valoración hacia su trabajo. Sus motivos de unión son también los mismos que los de sus pares capitalinos. Sin embargo, se sienten ligados también por un sentimiento provinciano que contrasta fuertemente con la política centralista del Estado. Entre las más importantes o con mayor trayectoria tenemos a Patio Azul de Cajamarca (encabezado por Jack Farfán); Pez de Oro de Puno, liderado por Luis Pacho; Anábasis, grupo que tiene filiales e integrantes en distintas ciudades del Perú, como Barranca, Chimbote y Lima, y está conformado por John López, Galia Gálvez, Andrés Torres Guillén, Ronald Marcelo Paulino, Juan López Morales, quienes a su vez organizan la Feria del Libro en Barranca. Asimismo, en Chimbote está El Universalismo, que ya cuenta con más de 12 años y está integrado por Santiago Azabache García, Sonia Paredes, Gustavo Tapia, Ricardo Ayllón, Elena Carhuayano, Madelaine Beltrán, Róger Antón, Ernesto Wurth, Claudina Llanos y Rosa María Juárez. En Arequipa tenemos al grupo Triángulo, conformado, entre otros, por los poetas Juan Yufra y Filonilo Catalina (seudónimo de Luis Castillo, quien en 2005 ganó el premio Copé de plata en poesía); mientras que en Iquitos está Urcututu, cuyos integrantes son Ana Varela, Percy Vílchez Vela y Carlos Reyes Ramírez.
De esta manera, tenemos en nuestra historia revistas con toda clase de orientaciones: politizadas, purificantes, lúcidas, críticas, efímeras, espantosas, visionarias, entre otras. Sin embargo, en estos últimos tiempos los lectores parecen no apreciarlas mucho. Prueba de ello es el poco interés por formar una revista y continuarla, es decir, llegar más allá del número tres.
LAS REVISTAS, ESAS NEBULOSAS… Tanto como formar agrupaciones y movimientos, en el Perú fundar una revista es parte de nuestra tradición lite-
En la actualidad, la mayoría de revistas las dirigen personas que ya han acabado los estudios de literatura o tienen, al menos, una respetable trayectoria y experiencia que respalda su línea editorial. Son pocas las revistas de estudiantes, a menos que sean revistas electrónicas o blogs, los cuales ya no suponen mucha inversión y potencialmente tienen mayor llegada entre sus lectores, ya que no es necesario pagar por el ejemplar ni por los gastos de envío para acceder a su contenido, si es que se está lejos del lugar donde fue publicada. En la capital, las revistas que han marcado una pauta a seguir, pero que lamentablemente han dejado de editarse son More Ferarum, dirigida por José Ignacio Padilla, Carlos Estela y Edgar Saavedra; Vórtice, de Hernán Medina, Arturo Higa, Mario Reggiardo, Juan Carlos Adrianzén, María Eugenia de Aliaga, y Tatiana Ganoza; Apeiron, Johnny Zevallos, Moisés Sánchez Franco y Omar Salazar; Evohé y Fórmix, ambas dirigidas por Renato Sandoval; Girabel, dirigida por Paul Guillén y Renato Gómez; Fuegos de Arena, de Claudia Salazar, e Identidades, suplemento cultural del diario El Peruano, editado por Giancarlo Stagnaro, y cuya estable periodicidad, gracias al soporte económico brindado por el propio periódico, le permitió contar con la colaboración de importantes críticos y estudiosos cumpliendo una importante labor en los casi cuatro años que duró. 35 paralelosur
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Precisamente, a finales de los 90 y principios de 2000 se gestan propuestas importantes que se fueron consolidando gracias a sus críticos y reveladores contenidos, así como por su preocupación por renovar y difundir los estudios literarios peruanos a través de coloquios, mesas redondas y presentaciones. Entre las más institucionales y con una línea de crítica teórica y especializada, orientada principalmente a estudiosos e investigadores, destacan Ajos y zafiros (actualmente dirigida por Alberto Valdivia), Lhymen (Dante González, Javier Morales y Jorge Terán); Tinta expresa (cuyo comité editorial está conformado por Alex Morillo, Carlos Capellino y Mario Cossío), Dedo Crítico (su último director fue Gabriel Espinoza), Casa de citas (dirigida por Fernando Toledo); y El hablador (Francisco Izquierdo Quea, Mario Granda, Giancarlo Stagnaro y Johnny Zevallos). Cada una de ellas se caracteriza por priorizar la teoría literaria universitaria, o al menos equipara los textos de creación con sus sesudos trabajos monográficos. Más bien, la revista virtual El hablador ofrece un tratamiento más fresco y ágil de los estudios literarios peruanos, gracias a la experiencia de muchos de sus directores en otros proyectos paralelos o anteriores. En tanto, Lhymen mantiene una marcada preferencia por los estudios literarios orientados hacia el mundo andino. Esta línea editorial contrasta por completo con la mirada occidental de las revistas de Lima, lo cual es un plausible esfuerzo ya que refuerza una identidad muchas veces dejada de lado por los propios críticos nacionales. Por otro lado, revistas como Intermezzo tropical (Victoria Guerrero), Hueso húmero (dirigida por Abelardo Oquendo y Mirko Lauer), Ginebra Magnolia (Reinhard Huamán Mori), Lapsus (Giancarlo Huapaya y Gustavo Alejos); Ciberayllu (Domingo Martínez); Pelícano (Ana María Falconí y Miguel Ildefonso), Cambio de letra (Roselyne Rodríguez y Milton Vera), Bocanada (Alberto Alcántara), mantienen un perfil crítico pero sin caer en jergas especializadas, sosteniéndose en la lucidez de sus colaboradores, lo cual hace que sus contenidos se presenten más atractivos para el lector debido a la originalidad de su redacción y enfoque. paralelosur 36
En provincias, la producción de revistas también es constante y variada, a pesar de que la enorme mayoría de ellas mantengan una presentación artesanal y no tan vistosas como sus pares capitalinos. Así destacan El pez de Oro, de Puno (Luis Pacho y Víctor Villegas); Mixturas (Melissa Mendieta), Katenere ( Jaime Vásquez Varcárcel) y Kanatari ( Joaquín García), todas de Iquitos; Ars Verba (Carlos Toledo Quiñones) y Paqariina (Rolando Roca y Cervantes Julia), ambas de Huaraz; Sieteculebras (Mario Guevara Paredes) y Ángeles y demonios (Carlos Sánchez Paz) de Cusco. En Chimbote están Rincón del Diablo y Nexus, las dos dirigidas por Christian Ahumada Heredia; Poiesis ( John López Morales); Poetas en busca de editor (Ricardo Ayllón y José Luis Mejía), además de El ornitorrinco también de Ricardo Ayllón. Asimismo, en Barranca tenemos a Puro cuento (Carlos López Morales) y Plexus de John López Morales. Por su parte, en Arequipa encontramos a Enemigo Rumor ( Jimmy Marroquín, Carlos Quenaya y Hugo Yuen), Náufrago (Carlos Caballero) y Lego (Ana María Flores); mientras que en Trujillo destaca Las sumas voces, de Roger Neyra. Mención aparte merece el proyecto Urbanotopía25, cuya batuta recae en el poeta cusqueño Martín Zúñiga, y consiste en la creación de un catálogo virtual de poetas, los cuales están unidos por afinidades literarias. En este blog, que hasta el momento cuenta con más de 25 poetas de todo el Perú, se pueden encontrar, además de los poemas, datos biográficos de los autores, sus poéticas y una breve reseña biográfica. Una preocupación en común que tienen algunas revistas, tanto virtuales como físicas, es la reunión de jóvenes autores en antologías y muestras. Tal es el caso de Lapsus, que en su cuarto número publicó una muestra de poesía preparada por Miguel Ildefonso26. Un año antes, en 2005, la revista Hueso húmero en su número 47 hizo lo propio presentando una selección de algunos de los recientes poetas peruanos a cargo de Mirko Lauer y Mario Montalbetti titulándola “Poesía peruana post-2000 (Un zappeo)”27. Lamentablemente, de los quince autores propuestos28, solo seis son del 2000. En tanto que en narrativa, la revis-
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ta Ginebra Magnolia, en su número 4 publicado en diciembre de 2004, presentó una muestra de 17 narradores peruanos de los últimos quince años29. No obstante, en lo concerniente a antologías o colecciones de narrativa corta peruana última, los libros han sido los mejores medios para esta empresa30.
BREVÍSIMA RESEÑA DE LA NARRATIVA PERUANA Los rasgos que caracterizan y definen la narrativa peruana son el realismo y su marcada insistencia por representar ficciones verosímiles31. La narrativa moderna en el Perú se gestó a partir de la generación del 5032, cuando los escritores hacen a un lado al indio, su problemática y su tratamiento paternal hacia él33, para centrarse en la vida de la ciudad. Al respecto, Carlos Eduardo Zavaleta escribió: “En el ámbito peruano dominaba el influjo de Vallejo y sobre todo su actividad universal a partir de elementos nacionales; y dominaban también, respetados por todos, el indigenismo notorial y escueto de López Albújar y el indigenismo emotivo y de denuncia social, a través de cierta maestría novelística, desusada hasta entonces en el país, encarnado por Ciro Alegría”34. Estos cambios trajeron consigo nuevas perspectivas que resultan importantes para la comprensión de la actual narrativa peruana. Narradores como Carlos Eduardo Zavaleta y Mario Vargas Llosa manejaron a la perfección los tratamientos estructurales que plantearon James Joyce, Ernest Hemingway y William Faulkner. Por otro lado, narradores como Julio Ramón Ribeyro, Luis Loayza, entre otros, son guiados por los temas y situaciones narrativas, además del pensamiento de Kafka, Jean-Paul Sartre o Albert Camus. Asimismo, esta apertura se extiende a los escritores latinoamericanos, como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Juan José Arreola, Juan Carlos Onetti, Roberto Arlt, entre otros. Todos estos nuevos autores y registros son asimilados por los narradores del 50, teniendo como consecuencia relatos en donde se rompe la concepción lógica del tiempo, los personajes se humanizan, los lenguajes y registros de habla representados cobran mayor verosimilitud. Asimismo, hay una marcada preocupación colectiva por representar los fenómenos que se sucedían en Lima, tales como el crecimiento desmesurado de la capital, el surgimiento de barrios marginales, la decadencia de la aristocracia limeña, la representación psicológica, moral, económica y lingüísticas de los individuos de la urbe. A partir de ello, las siguientes generaciones de escritores han profundizado más y más en la problemática urbana, la vida posmoderna, la explosión terrorista en los 80. Todo ello consolida la tendencia urbana en nuestros narradores. Incluso, críticos como Gustavo Faverón, advierten que en los narradores de las supuestas generaciones del 90 y 2000
hay una marcada influencia de Vargas Llosa, basándose en los siguientes rasgos: la abolición de los remanentes del provincialismo, la mirada cosmopolita, el reconocimiento de la literatura universal de la cual el narrador debe formar parte y la creencia de que el mundo interior del autor debe estar ligado a su tierra y a la historia de esta, así como a la imaginación y a los paisajes íntimos de otros escritores en cualquier otro lugar y tiempo35. Una de las características de los narradores del 90 y del 2000 es la marginalidad de los personajes, ya sea que estos provienen de barrios pobres y conflictivos de la capital, o son personajes con algún desvarío psicológico o mental, étnico o sexual. En ellos el fracaso y la decepción se simbiotiza y mimetiza con el medio que los rodea. De esta manera, tenemos una ciudad caótica, decadente, donde “todo hiede a sudor de pobre y caca de anciano.36” Pero este modo de representar la ciudad moderna y el desencanto de la clase social baja limeña es un tópico recurrente en la narrativa peruana. Sin embargo, son los narradores peruanos de los 90 los que se detienen a explorar el lado más oscuro, grotesco y ruin del sujeto y su entorno, además de utilizar la temática del alcohol y las drogas como medio de evasión y serenidad momentánea. En este sentido tenemos a Carlos García Miranda (Cuarto desnudo y Las puertas), Sergio Galarza (Matacabros y La soledad de los aviones), Julio César Vega (Cuatrogatos), Gonzalo Málaga (Los multifuckers y otros cuentos), quienes recargan en sus personajes la sentida desazón del sujeto contemporáneo. Por este motivo, el habla y el lenguaje de sus personajes reproducen la rudeza y la fuerza de la calle, o sus desvaríos mentales. Un claro ejemplo lo tenemos en Cuarto desnudo y Matacabros, en donde el lenguaje se torna violento y agresivo. No obstante, es Santiago Roncagliolo el autor más promocionado y conocido, no solo en el país sino a nivel internacional, gracias a los logros que sus escritos han obtenido. Entre sus libros publicados tenemos La guerra de Mostark (2000), El príncipe de los caimanes (2002), Pudor (2005), y en 2006 Matías y los imposibles y Abril Rojo, el cual le valió el Premio Alfaguara de Novela. 37 paralelosur
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Bibliografía
Por otro lado, están los narradores que apelan por las ficciones metaliterarias y experimentales. Tal es el caso de Mónica Beleván y Luis Hernán Castañeda (Casa de Islandia y Hotel Europa), quienes apelan por el meticuloso manejo de la estructura narrativa en sus textos. El caso de Castañeda es particular, ya que fue considerado el autor revelación gracias a su buen debut con Casa de Islandia, en 2005. Finalmente, otros nombres a tomar en cuenta son Alejandro Neyra (Peruanos ilustres), Carlos Yushimito (Las islas), Edwin Chávez (1922), Óscar Málaga (Blues de un gato viejo)37, Pedro Llosa Vélez (Protocolo Rorschach), Ezio Neyra (Habrá que hacer algo mientras tanto y Todas mis muertes) y Víctor Falcón (Cómo alterar el orden de todo y Mujeres a punto de alzar vuelo).
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Reinhard Huamán Mori (Lima, 1979). Bachiller de literatura peruana e hispanoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es director de la revista de literatura Ginebra Magnolia, y co-director del sello editorial Campo de Gules. Ha publicado poemas y ensayos en diversas revistas.
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1 Ricardo Silva-Santisteban, respetable poeta y editor peruano, además de traductor y ensa-
19 Habría que señalar que en poesía se dieron las agrupaciones y movimientos que cobraron
yista, sostiene lo siguiente en una entrevista inédita que le hice a principios de este año: “Aquí, como somos pobres, tenemos que empezar a escribir el libro, después tenemos que corregirlo, editarlo y, una vez publicado, tenemos que ir a venderlo. En realidad, estamos partidos, y eso siempre ha sido así. Ahora tenemos mucha gente que edita sus propios libros y los vende. Conozco el caso de un poeta que editaba sus libros y los vendía en los colegios. De tal forma sus libros se agotaban sin haber pasado por las librerías”. 2 Parece mentira pero desgraciadamente es cierto, en el circuito literario peruano, sobre todo
mayor relevancia en nuestra literatura. A diferencia de los narradores, quienes lejos de formar colectivos o grupos se mantienen mayormente como una fuerza individual, los poetas fueron quienes en base a su unión remecieron los órdenes sociales, políticos y culturales movidos por los grandes cambios que se sucedían en el mundo y en el país. Ciertamente, Hora Zero fue el movimiento del cual los siguientes se basaron, ya sea para emularlos, superarlos o negarlos. De ahí que se advierta que las agrupaciones posteriores repitieran lo que sus antecesores habían hecho y su fuerza se viera debilitada en los medios y en los propios lectores y consumidores de poesía. 20 Paolo de Lima , en su artículo: “Atrincheramientos y balbuceos neotribales: El grupo poé-
en el limeño, debes mantener una actitud parricida frente a la anterior generación. En el caso del 2000, algunos poetas tendían a protagonizar escándalos, peleas, insultos y llantos en los medios escritos y televisivos solo para captar un poco de atención. Ni mencionar el deplorable espectáculo protagonizado por algunos narradores costeños y los de provincia (algunos de ellos sobrepasaban los cincuenta años), cuyo litigio fue la comidilla del 1er Congreso Internacional 25 años de narrativa peruana (1980-2005), que tuvo lugar en la Casa de América, en Madrid, del 23 al 27 de mayo de 2005. 3 Este “fenómeno” se da íntegramente en la capital de la nación, ya que en el interior de esta las editoriales mantienen su formato artesanal, debido a que cuentan con menos medios económicos. 4 En Lima hay, por ejemplo, a los grupos poéticos Sociedad Elefante, Segregación, El club de la serpiente, Artesanos, quienes editaban mayormente una plaquette con sus creaciones. 5 Durante los años 70, época de la dictadura militar, surgieron importantes grupos y movimientos que influenciaron a los que nacieron en las posteriores décadas: Hora Zero en poesía (creado por Juan Ramírez Ruiz y Jorge Pimentel), y Narración en narrativa (Oswaldo Reynoso, Juan Morillo, Miguel Gutiérrez. Posteriormente, se sumaron Gregorio Martínez y Antonio Gálvez Ronceros). Por otro lado, en los 80 surgió el movimiento de poesía Kloaka (fundado por Róger Santibáñez, Guillermo Gutiérrez, Edián Novoa y Mariela Dreyfus, luego se unió Domingo de Ramos, entre otros poetas), cuya rebeldía y anarquía contra la cultura burguesa constituían uno de sus rasgos característicos. 6 En la actualidad, pocos son los libros colectivos en Lima. Un claro ejemplo de ello lo conforman Tetramerón y Claroscuro. El primero fue editado por el fondo de la Universidad de Lima en 2003 y reunía las óperas prima de Bruno Pólack, Luis Cruz, Diego Molina y Sergio Camacho. Este grupo de estudiantes de la Universidad de Lima participaba del taller de poesía organizado por dicha casa de estudios, el cual era dirigido por Renato Sandoval. Asimismo, formaban parte del consejo editorial de las revistas Formix y Evohé, también dirigidas por Sandoval. Sin embargo, no conformaban una agrupación literaria. Por otro lado, el libro Claroscuro, editado en 2005 por Círculo Abierto Editores reúne también los primeros poemarios de cuatro jóvenes (no tan jóvenes), que participaban del taller de poesía de la universidad San Marcos. Ellos son Eberth Munárriz, MaryCarmen Ponce, Luciano-Àcleman y Fabricio Rebatta, quienes además conforman el grupo Claroscuro. 7 Al respecto, Ricardo Silva-Santisteban, comenta en la mencionada entrevista: “En realidad, no existe una industria editorial en el Perú. Se publica por todos lados pero eso no hace que exista una industria editorial peruana. Las condiciones son desfavorables, pues aquí, en la actualidad, vivimos del papel y de todos los insumos importados. Antes, en los 50 existía, por ejemplo, el monopolio del papel. Por tales motivos, además del 19% de Impuesto General a las ventas, no se dan las condiciones para el desarrollo de las editoriales en el Perú, como no sea importando la publicación de los libros en el extranjero”. 8 La editorial Estruendomudo, que empezó humildemente con un periódico de poesía, es ahora una de las editoriales jóvenes más rentables de Lima y, además, organiza el festival de poesía internacional Novissima Verba, uno de los principales en la capital. 9 Por su parte, las editoriales artesanales formaron el Grupo Editorial Huaca Prieta, en enero de 2005, con la intención de “democratizar el libro y la lectura” (¿?). La agrupación estaba integrada por Ediciones Altazor, Lluvia Editores, Arteidea Editores, Ediciones Petroglifo, Editorial Zignos, Sietevientos Editores, Bracamoros Editores y Lago Sagrado Editores. 10 Creada en febrero de 2005, la Red Peruana de Editores estuvo integrada por las editoriales Matalamanga, Estruendomudo, Sarita Cartonera y las revistas Dedo Crítico y Ginebra Magnolia, y tuvo una duración de tres meses. Asimismo, los asociados contaban con el apoyo de la ONG Runa, la cual capacitaba no solo a los integrantes de la Red, sino también a diversos estudiantes de universidades de Lima e Iquitos, en gestión cultural orientado al campo literario. Luego de participar en tres ferias de libros (la feria de las universidades Católica y San Marcos, y la distrital de Jesús María), la Red desapareció en mayo de 2005, sin haber logrado nada producto del individualismo y a la falta de compromiso y responsabilidad de sus integrantes. 11 Los integrantes de Punche son o fueron, ya que no se sabe a ciencia cierta si la asociación continúa, las editoriales Solar, Matalamanga, Álbum del Universo Bakterial, Estruendomudo, Sarita Cartonera y las revistas Dedo Crítico, El hablador y Ginebra Magnolia. Luego de que sus integrantes prometieran mucho e hicieran poco, y gracias al individualismo de algunos y a la pobre capacidad de trabajo en conjunto, Álbum del Universo Bakterial decidió retirarse del proyecto. De esta manera, al cabo de un tiempo la comunicación entre los integrantes se enfrió y la asociación está ahora en la congeladora, si es que aún respira. 12 Con el propósito de publicitar el lanzamiento de Punche, el diario El Comercio publicó, el 15 de noviembre de 2005, un artículo titulado “Editores buscan un lector”, en el cual Ezio Neyra, de Matalamanga, señala que: “Parte de la idea de asociarnos es terminar con los dolores de cabeza que nos genera trabajar de forma independiente. Como bloque, podemos conseguir logros en conjunto: mejores comisiones en librerías, tarifas de impresión, difusión de nuestras ediciones”. 13 Solar se inició en el negocio editorial publicando el segundo poemario de Diego Otero, Temporal, en 2005. 14 Matalamanga acaba de inaugurar su colección de poesía con OS, tercer poemario de Kenneth O’Brien. 15 Este fue el primer título de Matalamanga, el cual consistió en publicar a los primeros puestos y finalistas del concurso de cuentos que organizó dicha editorial y la cadena de librerías Crisol. 16 Entre los libros editados por la editorial destaca el de Luis Hernán Castañeda, Casa de Islandia, el cual le sirvió a su autor ser considerado como la revelación del año 2005. 17 Ellos son Fernando Iwasaki, Enrique Planas, Luis Hernán Castañeda, Mario Bellatin, Iván Thays, Daniel Alarcón, Santiago Roncagliolo, Ricardo Sumalavia, Jorge Eduardo Benavides, Sergio Galarza y Alexis Iparraguirre. 18 Antes de Chätäro Editores, Rodolfo Loyola trabajaba en el rubro editorial desde principios
tico Neón: entre la violencia utópica senderista y la dictadura neoliberal fujimorista. El caso de Carlos Oliva”, escribe: “El grupo no llegó a publicar una revista propia, y dentro de la escena cultural limeña se caracterizó fundamentalmente por la realización de multitudinarios recitales de poesía con un carácter juvenil y contracultural, lo que le significó ‘la posibilidad de generar un espacio propio, en un medio percibido como cerrado’”. 21 A finales de los 90, Florentino Díaz, Enrique Bernales, Chrystian Zegarra y Carlos Villacorta, estudiantes de literatura de la universidad Católica, forman la agrupación Inmanencia, la cual editó los siguientes libros colectivos: Inmanencia en 1998 y al año siguiente Inmanencia: Regreso a Ouroborea. Su propuesta colectiva, en palabras de Carlos Villacorta, “buscó regresar a la vanguardia literaria de principios de siglo tanto peruana como europea. La búsqueda significó devolver a la palabra ese viejo sentido de lo primigenio, de lo rituálico que la sociedad del siglo XX ha optado por olvidar cuando no borrar del mapa. El poeta, en ese sentido, debería tomar conciencia del valor de la misma poesía no sólo como medio de expresión sino como medio de denuncia de una sociedad que cada día más aliena y desbarata al ser humano”. 22 Agrupación poética conformada por los entonces estudiantes de la universidad Villarreal: Gonzalo Málaga, Roxana Crisólogo, Johnny Barbieri, Leoncio Luque y Pedro Perales. En una entrevista en 2006, Roxana Crisólogo recuerda que: “(…) organizar cualquier evento en ese espacio, dominado por el régimen aprista aun durante el fujimorismo, nos podía costar un ojo verde o que misteriosamente desaparecieran nuestras notas. En ese sentido, Noble Katerba fue un espacio de creatividad y resistencia en medio del caos y el autoritarismo; y la poesía, nuestra salvación”. 23 En su “Historia personal del 90”, Miguel Ildefonso recuerda otras agrupaciones como Geranio Marginal y Vanguardia. La primera contaba con Víctor Coral, Marcel Velásquez, José Medina, Manuel Rilo, el “chino” Broy y Josemári Recalde. Por su parte, la segunda era integrado por Miguel Kudaka, Arturo Higa, Perry Falcón y Carlos Solano. 24 En opinión de Miguel Ildefonso, son siete los rasgos que los poetas peruanos jóvenes comparten (muchos de ellos son los que señala también Chueca): la insuficiencia del lenguaje o la palabra vacía; metalenguaje o la metapoesía en lo neobarroco o neobarroco; el antidiscurso, la intertextualidad y la polifonía; irreferencialidad o la irrealidad y los sueños; la incertidumbre del futuro; la no-utopía (¿?); y la purificación o la expiación de la voz poética. 25 La dirección electrónica es la siguiente: http://urbanotopia.blogspot.com/ 26 El link de la muestra es: http://www.lapsusweb.net/pages/p04/muestra.htm# 27 En diciembre de 2004, el número 45 de Hueso húmero incluyó un artículo de los antologadores a modo de correspondencia, en donde señalaban los rasgos y las características de los autores que iban leyendo, con motivo de depurar y finalizar su selección. El artículo se tituló “Post-2000. Nueva poesía peruana” y se mezclaban autores que publicaron en los 90 y continuaron haciéndolo en el 2000, además de algunos autores que empezaron a publicar luego de fenecido el siglo pasado. 28 Ellos son José Carlos Yrigoyen, Carolina Fernández, Miguel Ildefonso, Victoria Guerrero, Roxana Crisólogo, Frido Martin, Elma Murrugarra, Rafael Espinoza y Rómulo Acurio de los 90 o finales de esta década. Por otro lado, Alejandra del Valle, Francisco Melgar Wong, Elio Velez, Jorge A. Trujillo, Micaela Chirif y Emilio Laferranderie an editado sus poemarios a partir de 2000. 29 La muestra incluye a Fernando Iwasaki, Santiago Roncagliolo, Óscar Málaga, Iván Thays, Enrique Prochazca, Gonzalo Málaga, Luis Hernán Castañeda, Rafael Robles, Johann Page, Juan Manuel Chávez, Francisco Izquierdo Quea, Julio César Vega, Ricardo Sumalavia, Luis Zúñiga, Carlos Yushimito, Mónica Beleván y Sergio Galarza. 30 Prueba de ello han sido los libros Selección peruana (Estruendomudo) y Toda la sangre, de Matalamanga, que es una antología de los relatos sobre la violencia política y los tiempos del terrorismo en el país. Empero, los autores seleccionados por el antologador, Gustavo Faverón, no se ciñen solamente a los jóvenes narradores, sino que incluye algunos ya con amplio recorrido y experiencia como Fernando Ampuero, Jorge Eduardo Benavides, Pilar Dughi, Rodolfo Hinostroza, entre otros. 31 Pocos han sido los narradores que hayan insistido por lo fantástico o lo experimental durante toda su obra, como Jorge Eduardo Eielson o Harry Beleván. Si bien es cierto que muchos de nuestros narradores han incursionado en estos campos, es cierto que lo han hecho como parte de una etapa de búsquedas, de cambios de lineamientos, como es el caso de Julio Ramón Ribeyro, quien transitó por el experimentalismo y los relatos de corte fantástico y absurdo. 32 Acierta Carlos García Miranda al afirmar que antes de que los narradores de la generación del 50 modernizaran y revitalizaran nuestra narrativa, Martín Adán y José Diez-Canseco habían dado el primer paso con sus novelas La casa de cartón (1928) y Duque (1934), respectivamente. 33 Recordemos el indianismo con Clorinda Matto de Turner, los hermanos Ventura GarcíaCalderón o Enrique López Albújar, incluso Valdelomar. Todos ellos mantenían una estructura de tiempo lineal, con personajes claramente definidos (el bueno y el malo), en donde el manejo de las estructuras era plano y los lenguajes representados muchas veces caían en clisés. 34 Citado por Miguel Gutiérrez. La generación del 50: un mundo dividido. pág. 88. 35 El artículo de Gustavo Faverón apareció por primera vez en la revista Quehacer, N° 108. Sin embargo, cito también la versión electrónica que me ha servido de fuente para este texto: http://www.geocities.com/Paris/2102/art07.html 36 Carlos García Miranda. Cuarto desnudo. pag. 39. 37 La narrativa de Óscar empezó a publicarse a partir de 2004, con Blues de un gato viejo. Tiene inéditas unas cuatro novelas, y todas ellas gozan de un componente que no es común en los narradores peruanos: el humor.
de los 90 con Taller Visual. 39 paralelosur
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Rocío Silva
Rocío Silva Santiesteban una poética entre el género y la soledad por Ramiro Vicente, desde Buenos Aires
Rocío Silva Santisteban (Lima, 1963) hizo su aparición en el universo poético peruano con Asuntos circunstanciales, con tan solo veintiún años. Pese a su juventud, ese primer libro ya presentaba las constantes que dominarían gran parte de su obra: una enunciación con un punto de vista marcadamente femenino, un erotismo presente a través del cuerpo y las relaciones amorosas y personales como instancias de poder en una sociedad bastante conservadora. En ese momento, la crítica local y varios de los poetas contemporáneos la incluyeron dentro de una agrupación solo definida y distinguida a partir del género: denominaron al grupo “la poesía femenina” del Perú, rótulo que abarcaría a toda la lírica escrita por mujeres en esos años, sin distinción estética ni literaria de ningún tipo. Semejante error histórico se mantuvo y fue denunciado años más tarde por las propias poetisas que, en una carta abierta, lo denominaron “racismo de género”. De la misma manera, la dogmática crítica de ese momento también subestimaba a las diferentes y variadas propuestas que surgían con vitalidad y renovación en la efervescente escena poética del país y que señalaban un nuevo camino: la total ruptura y heterogeneidad de voces, una mayor apertura cultural y social en los discursos. Es verdad que Rocío pertenecía a la nueva generación de poetisas, pero ellas eran parte de un movimiento más grande, el del resurgimiento que venía registrando la poesía peruana desde la segunda mitad del siglo XX. Aquello que empezó en las décadas del cincuenta y sesenta, cuando la antigua dicotomía entre la “poesía pura” y la “poesía social” dio paso al “poema total” y todo significaba un renacer de la poesía y una ampliación hacia nuevos estados y socializaciones basadas en la vanguardia y la libertad, aquello que se intensificó con la desmesura de los años setenta, con el radicalismo del Movimiento Hora Zero y que continuó con el grupo Kloaca, todo aquello posibilitó la aparición de un grupo de poetisas como no había ocurrido antes en Perú, con fuertes personalidades literarias y, desde diferentes estéticas, con un constante cuestionamiento a la preeminencia de una voz única masculina. Dentro de este panorama, y más allá de su fuerte postura feminista, la poesía de Rocío Santisteban atraviesa las cuestiones de género a través de una nueva sensibilidad y de una nueva sociabilidad. Las características de su universo íntimo, tan ahogado por las variables históricas agotadas y violentas de los años posteriores a la vuelta de la democracia, surcado por la soledad, el recogimiento y el drama, culturizado por el rock y la urbanidad de la década del ochenta, pusieron en primer plano la cuestión acerca de si es posible seguir categorizando el discurso mediante una distinción de género masculino/ femenino, y más aún, cuando lo que urge es la fragmentación y lo diversidad, y una realidad que desintegra los lazos y sumerge a todos los poetas y ciudadanos por igual. La conciencia de los autores que vendrán años después de Rocío ya estará gobernada definitivamente por esta situación y bajo su influjo y cotidianeidad escribirán. La de Rocío, en cambio, pelea aún con lo viejo, porque representa los nuevos tiempos y el cambio de época que la crítica y algunos autores no logran comprender, pero también se resiste a lo que viene, porque ese futuro es cada vez más denso, poblado de violencia y marginación. Es ese panorama oscuro el que cruza su escritura. Es por eso que su poesía se vuelve física, de un permanente forcejeo. Es esa realidad la que la llevará a poner el cuerpo, a utilizarlo como instrumento de batalla. Estas constantes siembran su poesía y recorren su obra, incluso en el trabajo con otros géneros textuales. En una reafirmación de su búsqueda, se van intensificando en cada libro y en cada discurso que utiliza para expresarse. En el poema “Sudando el dolor ajeno”, de su primer libro, acompaña la metáfora del título con versos como los siguientes: paralelosur 40
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(...) hay que correr palpando los gases raros del aire intoxicándonos en diferentes estilos y con dulzura agradecerle a las vacilaciones yo dejo que el sudor corra sobre la blancura infinita de la duda y el sudor corre en mil formas y no termina de alojarse ni en la última estrofa no termina el sudor de embarrarse de quedarse inquieto en el vacío y yo me tengo miedo y me enojo me duelen los dedos de sudar en blanco/ de regocijarme a escondidas me duele el humor de sangrar en vano/ de adulterar mis más suaves instintos me duele el mundo y la boca la mano hinchada debajo del vestido y debajo del sexo me duele el surco de este sudor continuo.
en donde el estado de padecimiento se vuelve más verosímil al ser revalidado por la realidad física del cuerpo. Este mismo mecanismo vuelve a aparecer en su segundo libro, Este oficio no me gusta (1987), donde continúa con el tono confesional e intenso, y lo volvemos a encontrar, pero ya de manera hiperbólica, en Mariposa negra (1993), el libro más valorado de la poetisa y uno de los mejores exponentes de la poesía latinoamericana de esos años. En el poema “Preámbulo”, de ese libro, confiesa:
Sobre el ombligo mantengo aún las marcas del níquel, En las pantorrillas el riesgo del último esfuerzo. No puedo más, no puedo. Pasé una hora agachada, recordando A los viejos amigos, a las muchachas, he sentido Vergüenza, he llorado, Las marcas sobre el ombligo Las celulitis, las partes flácidas, Todo (...) Primero una incisión en la pierna. Otro para seguir probando, otra, otra, Y entonces ya no siento, Sumerjo la mano, el agua rosada hierve. Veo mi pubis, el agua rosada, mis vellos, el agua Rosada, los poros dilatados, el agua, las piernas, Las heridas en las piernas æperdónenme, perdónenmeæ Sigo con las incisiones y ya no la hoja de afeitar Sino el cuchillo para el pan El pequeño verduguillo que guardé bajo la almohada æno quiero saber nada de nadaæ Entra el pequeño verduguillo como un pene, entra Y vuelve a salir porque no aguanto, no aguanto Y entra de nuevo y entra de nuevo y entra de nuevo. No más. 41 paralelosur
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Rocío Silva
Entonces el erotismo se torna laceración del cuerpo. Y la soledad absoluta es el trasfondo de esta realidad, como aparece en “Tercer Intento”:
Ciudad de Lima, Cero Cero Pe Eme. There are no one, no tengo a nadie SANTANA
Estado que se duplicada reforzado por el epígrafe a continuación del poema. Dos años después, Rocío publica Condenado amor, donde la escritura se vuelve más experimental y con más referencias a la cultura rock, con epígrafes y letras de canciones reconocidas que interactúan con los versos y que van modelando el mismo mensaje. La tapa del libro sostiene un gran corazón rojo, para que no queden dudas que el amor, el desamor y las cada vez más complicadas relaciones personales siguen siendo la materia universal de sus poemas. En Turbulencias, escrito diez años después, la situación del cuerpo y las relaciones se vuelven interrogantes sin respuesta, pero también confirman la pulsión vital de su poesía y señalan un límite que sólo podrá ser sorteado por la liberación que permite la palabra. El cierre del poemario, llamado “The End”, sintetiza mejor que ningún otro poema el desvelo existencial:
¿cuántos más pasarán por este cuerpo dejando su fluidos para que yo sea feliz, papá?
Semejante cuestionamiento no parte de una cuestión genérica, sino que representa la angustia de la condición humana en tiempos (aunque pareciera reinar el sentido contrario) de incomunicación. No hay aquí diferencias ni jerarquías genéricas que puedan dar cuenta del sentimiento de soledad y de la universalidad de ese discurso. Es en ese contexto que su poesía busca reafirmarse en su subjetividad, afrontando la problemática de un mundo urbano surcado por el machismo y el sentimiento de culpa cristiana, tan arraigado en toda Latinoamérica. “Toda mi escritura está llena de eso”, contesta Rocío, interrogada por la relación entre esas cuestiones y su poesía, en una entrevista con un diario peruano al momento de publicación de Condenado amor. Así como otros autores que sintieron que su búsqueda excedía los límites de cualquier género literario, un año antes de la publicación de aquel material sorprende entregando el escalofriante libro de relatos Me perturbas (1994). La poeta traslada su inquietud femenina al campo de la narrativa y se luce contando historias siniestras y marginales. Años después, continuará con el ensayo y los textos académicos, ampliando los estudios de género y su relación con la producción cultural y artística. De esa nueva incursión llegarán dos libros cuyos títulos hablan por sí mismos: El combate de los ángeles: literatura, género, diferencia (1999) y Estudios culturales: discursos, poderes, pulsiones (2001). A partir de aquí, su posición se tornará cada vez más comprometida, volcando su escritura hacia una concepción dejada de lado hace tiempo: la escritura política, la que toma posición frente al mundo y la lleva a la práctica enhebrando, definitivamente, palabra y acción. Por último, es también en esta dirección que deberá leerse el libro de poesía inédito Las hijas del terror (a publicarse a fines de 2006). Éste, como explica el texto que acompaña la portada, se basa en el maltrato, sometimiento y humillación sufridos por las mujeres “desde 1980 y durante el transcurso de la guerra interna en el Perú”. Es importante reconocer que lo que subyace al drama de esta historia es la mayor participación de la mujer en la vida peruana, ya que no es solo una cuestión de víctimas y victimarios. Rocío nos recuerda que “en los ochenta, la mujer empieza a estar en todos lados, hasta en Sendero Luminoso”. De esta manera, una mayor colaboración implica ser parte plena del dolor y de la muerte que se propaga desde lo más alto hasta lo más bajo. Y para Rocío implica escribirla para expiarla. En “Lo que me destruye no me fortalece”, podemos leer: paralelosur 42
Rocío Silva
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(…) No quiero morir sólo hacerme daño un vidrio una estaca un punzón cualquier cosa que me agreda un poco algunos tajos cerca del talón una gillette como un pincel la paleta empapada de rojo la nariz también enrojecida endurecerme una roca maciza un monolito de carne
y en “Desaparecidas”, un cuestionario establece la desesperación de fondo:
¿Has visto el cadáver? ¿rozaron tus dedos su piel de mandarina? ¿recogiste su ropita? ¿santiguaste sus cicatrices? ¿intentaste lo imposible besarla, besarla para que vuelva a la vida?
Otra vez el cuerpo. Otra vez el dolor y definitivamente no hay cuestión de género que condicione el discurso ni la lengua: son la identidad y la pertenencia, ahora sí, las que señalan el espacio de acción. En “Tema de amor y premonición”, al final del libro, la poeta es tajante:
Yo pertenezco a un pueblo que se niega a bajar la cabeza doblegado hasta la lengua hasta el suelo vuelve a levantarse, a sudar, a subir hasta la última escalera (...)
No hay crítica absurda ni miopía cultural que pueda opacar esta poética de la soledad y el destierro, esta realidad que, en Rocío Silva Santisteban, se vale del feminismo y de las cuestiones de género para enunciar a viva voz su angustia y su búsqueda. Es en ese trágico punto vital que su poesía se vuelve peruana y, más que eso, se vuelve universal.
BIBLIOGRAFÍA DE ROCÍO SILVA SANTISTEBAN: Asuntos circunstanciales (Lluvia editores, 1984), Ese oficio no me gusta (COPE, 1987), Mariposa negra (Jaime Campodónico Editor, 1993), Me perturbas (El Santo Oficio, 1994), Condenado amor (El Santo Oficio, 1995), El combate de los ángeles: literatura, género, diferencia (Universidad Católica, 1999), Estudios culturales: Discursos, poderes, pulsiones (Universidad del Pacífico, 2001), Turbulencias (Estruendomudo, 2005), Las hijas del terror (inédito, 2006) 43 paralelosur
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Reinhard Huamán Mori
Alcanzando lo inalcanzable La poesía de Óscar Málaga Reinhard Huamán Mori
La poesía de Óscar Málaga ha ido adquiriendo dimensión con el transcurso de los años, aún cuando los temas tratados en ella nos resulten por momentos reiterativos. Sin embargo, el aspecto formal y la pauta rítmica han cobrado densidad, producto del constante trabajo con el lenguaje. En suma, su obra poética ha evolucionado hasta encontrar el equilibrio entre la búsqueda interior y las múltiples experiencias del mundo externo. En los poemarios Arquitectura de un puente y El libro del atolondrado, y en los poemas publicados en revistas, sean de juventud o madurez, apreciamos una línea temática que se sobrepone a las demás: la imperante necesidad del individuo por alcanzar la plenitud. No obstante, para el éxito de esta empresa advertimos que la voz poética ha emprendido una incesable búsqueda a lo largo de los años, valiéndose de las más diversas formas, prácticas y métodos. El resultado es un cúmulo de vivencias que paulatinamente van en aumento hasta que el sujeto alcanza la serenidad y seguridad propias de la madurez. El punto de partida tiene lugar en el plano exterior del individuo y coincide con los poemas de juventud del autor. Conforme transcurre el tiempo y sus respectivas etapas, la pesquisa se torna introspectiva, acercándose a la oscuridad de su yo interno. Entre los temas secundarios más utilizados por Málaga encontramos el constante deambular por la ciudad moderna (Lima, París, Nueva York, México o Pekín); la escritura y la poesía como métodos de conocimiento de la realidad y autoconocimiento; la imagen del poeta, el amor como motivo principal de realización personal, la incomunicación y la soledad, la insuficiencia del lenguaje y la confusión y aturdimiento que el mundo externo provoca en la psiquis del sujeto1.
LOS PRIMEROS POEMAS DE O. MÁLAGA Y LOS AÑOS 70 En el Perú, la década de 1970 fue una de las más agitadas del siglo pasado, principalmente en los ámbitos político, paralelosur 44
social, económico y cultural. Muchos de los cambios ocurridos, tanto fuera como dentro de la república2, influyeron de manera directa no solo en la poesía, sino también en la conducta de sus autores. La mayoría de poetas del 70 provenían de diversas ciudades del interior del país, muchos pertenecían a la clase proletaria y obrera y, coincidentemente, compartían el mismo sentimiento parricida por la reciente generación de poetas que los antecedían. Surgen, entonces, movimientos, agrupaciones, revistas y colectivos con un fuerte espíritu regionalista pero de alcance nacional, dispuestos a ganarse un nombre en una Lima cuya clase aristocrática ya empezaba a fenecer. Tradicionalmente, la cuna de las generaciones culturales y políticas del país se encontraba en las universidades limeñas, en especial la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sin embargo, fue una institución relativamente nueva, la Universidad Nacional Federico Villarreal, la que albergó a los poetas de Hora Zero, sin lugar a dudas el movimiento poético más importante e influyente en el Perú de aquellos años. Sus fundadores, Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz propugnaban la negación casi total de la poesía peruana previa; una “poesía integral”, es decir, con la exigencia de una poesía política contextualizada principalmente en la ciudad de Lima; y el rol privilegiado y hasta mesiánico del poeta3. Por primera vez en la historia cultural peruana, San Marcos había cedido su lugar a una universidad que, plagada de inmigrantes provincianos, iba en busca del status negado. En paralelo, surgió la revista Estación reunida, cuyos integrantes, Óscar Málaga, Tulio Mora, Elqui Burgos y José Rosas Ribeyro salían de las aulas de San Marcos. Pero, lejos de consolidar su unión, fueron disolviéndose hasta desaparecer. Por otro lado, se erigían también voces poéticas disímiles e independientes, como José Watanabe, Abelardo Sánchez León, Antonio Cillóniz, o los integrantes del grupo La Sagrada Familia, de finales del 70, en donde destacan Edgar O’Hara y Luis Alberto Castillo. A pesar de presentarse múltiples agrupaciones, podemos dar cuenta
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Gloria a mí nacido para cafichar, reír, joder morirme de miedo, colocar bombas, tener mujeres, hijos, padres, enemigos, saludar amigos, ir a bares, drogarme, llorar, amar a mi abuela, gritar en mi casa, (...) intentar trabajar para vivir con mi mujer [Salmo de gloria]
de que todas ellas comparten —en mayor y menor grado, por supuesto— los mismos rasgos de escritura y temática, como poseer un trasfondo eminentemente urbano, un tono coloquial, escepticismo e ironía, una fascinación por la política y la problemática social, un deslumbramiento por las incursiones nocturnas en la ciudad, un elogio de los estratos sociales bajos y la decadencia de sus seres, y una preocupación por recrear el lenguaje propio de las calles, ya sean los diversos registros de habla o los sonidos propios de la metrópoli4. Toda este aura cultural condicionó también la poesía de Óscar Málaga, quien lejos de animarse a editar un primer libro, publicaba poemas en diversas revistas como Estación reunida o Textual. Sin embargo, los poemas más conocidos de esta etapa aparecen en Estos 13, la más importante antología de la poesía del 70. La búsqueda en la obra de Málaga empieza a partir de la configuración de su yo poético, el cual está determinado a marcar una diferencia frente a los otros, pero que, paradójicamente, no es muy disímil al de sus contemporáneos5:
Pero lo que más llama la atención en estos poemas es el uso del lenguaje. En él notamos un coloquialismo en estado natural, muchas veces sin la depuración característica de sus poemas de madurez. Son versos “inconscientes y exhibicionistas”, como los califica José Miguel Oviedo, debido al apresuramiento y al vertiginoso ritmo de vida propio de la época. En estos primeros poemas advertimos la “vida diaria y rutinaria”, los paseos y las impresiones juveniles por la ciudad. Por ello, el lenguaje en Málaga, y el de muchos de sus contemporáneos, se presenta intencionalmente en su materia bruta, sin la elegancia de sus pares del 50; es un habla criolla, vivencial y por ende directa, callejera y violenta por momentos. En suma, un lenguaje reproducido con la ira y la satisfacción “de quien estampa un obsceno graffiti en el baño”: Nuestro amor no es un edificio de nueve pisos con toda esa compleja estructura de fierros y cemento y cuartos repartidos y vecinos y niños que juegan y administrador que jode y jode cobrando (...) y prometo ya no reírme de los tangos pues verdaderamente aquí ya no hay salvación posible a toda esta cojudez que detesto que me hace por momentos detestar nuestro amor [Canción a nuestro amor]
No obstante, en estos textos verificamos ese deseo y necesidad de búsqueda, de obtención de la ansiada plenitud que le es esquiva al poeta. Quizás “Poema para Jack Kerouac” contenga cada uno de estos temas secundarios que han sido precisados anteriormente, pero con un len45 paralelosur
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Reinhard Huamán Mori
guaje plano, impresionista, más personal y cotidiano que introspectivo, en donde la búsqueda tiene lugar entre las calles y el tumulto de la capital: Ahora camino por la Colmena con las manos en los bolsillos sin saber qué hacer, ni a quién buscar; Alfredo se ha ido (miro la foto de ella y siento mi cuerpo crujir sé que los señores serán vencidos y sin embargo no veo luces en esta soledad) (...) Tengo las piernas cansadas, esta noche he caminado mucho y nadie ha aparecido
Este deambular acentúa la soledad y el vacío en que se encuentra el sujeto, intensificando el deseo y la necesidad primaria de comunicarse con alguien: “no hay nadie a quien gritar / nadie a quien pegar / nadie a quien echarle la culpa”. Esta incomunicación será el tema sobre el cuál girará su primer libro, Arquitectura de un puente, aunque siempre intentando de alcanzar la plenitud del hablante. En los posteriores versos de este poema la situación se agrava, ya que de la inicial soledad se pasa a la confusión general, al desconocimiento absoluto: La ciudad se habita de seres extraños que desconozco que se arañan sobre grandes paredes. ¿Ahora qué hacer sin ella que amo? ¿Ahora qué hacer sin el amigo que se fue? ¿Ahora qué hacer con esta soledad inmensa que no resisto? (...) al caminar por las calles, es horrible, no reconozco a nadie.
Estas sensaciones, que lindan con la desesperación, pueden advertirse de manera mucho más sugerente en “Poema desentonado acerca de una vibración exacta”, gracias al ramillete de imágenes que presenta: “Soy exacparalelosur 46
to en esta confusión / (...) Arropo flores que languidecen como Buda / y dentro de mí, / solitariamente, / miles de carros toman direcciones distintas”.
OTOÑO DE 1989, ARQUITECTURA DE UN PUENTE6 Una vez que pasaron los 70 con ese ímpetu y verborrea iniciales de juventud, Óscar Málaga realizó una serie de viajes que lo condujeron por Chile, Francia y México, en donde realizó los más diversos oficios7. Producto de dichas experiencias y sensaciones nació en 1989 Arquitectura de un puente, su primer libro, casi dos décadas después de su prometedora aparición8. En una entrevista de enero de 2003, el autor comenta al respecto: “Cuando empezamos a trabajar los de Estos 13, descubrimos que escribíamos relativamente parecido; había una especie de formato común de poesía. No solo escribíamos lo mismo, sino que andábamos juntos, vivíamos las mismas historias, y yo he aspirado siempre a publicar un libro que no fuera un trabajo llevado solamente por la ingenuidad y frescura poéticas, sino un trabajo en el cual pudiera utilizar algunos elementos que me correspondieran solamente a mí”9. El tema principal de este poemario es la incomunicación y la insuficiencia del lenguaje (y la escritura misma del poema), presentándose como los dos principales impedimentos que deben ser superados para alcanzar a la amada, es decir, la plenitud. Por otro lado, el tono de los poemas del libro se despoja de aquella amargura imberbe, de esa rebeldía que hacía de su poesía, por momentos, una constante reflexión en voz alta, maldiciendo, quejándose, sintiéndose disconforme con la situación. Por el contrario, en Arquitectura de un puente el tono es introspectivo, oscilante muchas veces entre la resignación y la duda, en donde el amor y su ausencia física son el centro de la reflexión poética, los motores que generan en el poeta la necesidad de escribir:
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je metafórico. Además, el ritmo es mucho más melódico, sin ser retórico, el coloquialismo se condensa y el deambular ya no se circunscribe solo a las calles, sino que se extiende tímidamente hacia el interior del hablante poético. El título del poemario alude a la concepción y escritura de un poema10, ya que la poesía le permite al sujeto reconstruir una realidad en la cual el vacío y la soledad no tienen cabida: “La dificultad para construir un puente / es lo que explica la poesía”11 o “Es / también una manera de escribir / Construir una pirámide”12. Empero, esta construcción se trunca debido a que el lenguaje es insuficiente para suplir la carencia. Por esta razón, la poesía es usada también como el medio que prolonga la sensación de compañía en el hablante: “El texto / Acumulación de metáforas para designar / esta euforia. También tu abandono”13.
Puedo hablar de ti Nada más que abrir mi puerta Y el vacío pegado a mi cuerpo No hablaré más de ti. Estoy solo mirando la ciudad. Te construiré un libro. [Paisaje]
Por otro lado, el manejo del lenguaje en el poemario dista mucho de sus poemas iniciales. En Arquitectura de un puente el verso se presenta entrecortado no solo por los encabalgamientos, sino también por una imagen inicial que se ve interrumpida por una segunda diferente. Sin embargo, versos más adelante, la imagen inicial se completa, y así sucesivamente en cada una de las estrofas de todos los poemas, acentuando el fragmentarismo en el libro y su relación con el espacio en blanco de la página. Este ludismo técnico hace desaparecer el tono narrativo tan característico de sus primeros poemas, acercándolo cada vez más al clásico lengua-
En tanto el poeta se presenta como un intermediario incapaz de efectuar lo que se ha propuesto (“El poeta / el paisaje húmedo de su propia gramática”14), esto es, la representación de un sentimiento o una sensación provocada por la ausencia de la amada y la imposibilidad de comunicación: Pero hemos vivido en una casa real rodeados de gentes reales que hicieron real nuestro amor (como nosotros somos reales) Terminándolo. De eso quiero hablarte de la palabra del poeta inútil en la tormenta. [Texto inútil]
En muchos versos, sobre todo en los poemas iniciales de Arquitectura de un puente, el poeta se muestra desorientado y desconfiado de sus propias percepciones y sentimientos15, debido a que los recuerdos evocados son muy débiles y borrosos, lo cual le lleva a dudar de sus propias facultades y capacidades: “El ojo o la mano / perspectivas falsas. / Ningún sentido / de lo humano”16. Por tal motivo, el hablante poético recurre a la escritura como soporte físico para 47 paralelosur
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que llene o intente paliar esta soledad física y sentimental, pero a su vez la palabra se muestra disminuida e inexacta: “Tampoco yo sé bien de qué quiero hablarte. / Toda metáfora construye mi memoria / Por eso un poema”17.
EL LIBRO DEL ATOLONDRADO En 2003 Óscar Málaga publica su segundo poemario, El libro del atolondrado, depués de casi 14 años de silencio editorial. El libro, tal como el anterior, fue escrito fuera de Lima, pero esta vez Pekín y Nueva York serían las ciudades donde se gestarían las experiencias y vivencias que le dieron su forma definitiva, aun cuando los bocetos iniciales tuvieron lugar en Lima, mientras el autor trabajaba en la revista Caretas. Además, este poemario fue ganador en 2002 del premio Juan Rulfo de poesía Radio Francia Internacional. En El libro del atolondrado percibimos el anhelo por la plenitud, pero la búsqueda presenta matices diferentes, tanto a nivel formal del lenguaje y la versificación, como en el aspecto del contenido y la significación. La fuerza que genera toda esta escritura continúa siendo el amor, pero esta vez el caos exterior, el caos de la ciudad y de la sociedad, conforman la escenografía de fondo de una búsqueda que se desarrolla en el interior del hablante lírico. La gran paradoja del libro es que mientras más entrado en años se encuentra el individuo, se vuelve más escéptico y crítico de su realidad, y a la par el sentimiento de esperanza va en aumento: “El signo de que la gente se interese tanto por la poesía es increíblemente esperanzador. Eso significa que hay una reserva moral de este país de la puta madre. La poesía cada vez te ofrece menos: en los 50s te ofrecía viajes a los países socialistas, en los 70s un trabajito, en los 80s ya no te ofrece nada, y en los 90s ni siquiera tienes status. Ahora el poeta es un vago, un ocioso, un cholo de mierda”18. En lo que respecta al plano formal, los versos abandonan la economía del lenguaje de Arquitectura de un puente para torparalelosur 48
narse más largos y caudalosos en imágenes y metáforas, similares a sus poemas de juventud, pero sin llegar a ser narrativos. Empero, la versificación se ve entrecortada por momentos, aunque ya no tan bruscamente como en el poemario antecesor. Lo que conserva y delata su mejor manejo es la aglomeración de imágenes, cada una distinta a la anterior, creando una avalancha de connotaciones que dan mayor precisión a un sentimiento, a una sensación particular que el hablante poético intenta definir. Ello denota un obsesivo y minucioso control por el ritmo interno del poema, sin caer en retoricas19: Estamos viviéndola como un escriba que desconoce el significado de las palabras pero en su música descubre la plenitud del acorde la sonoridad del bosque, la enfiebrada soledad del camino20 [La perfección del atolondrado]
Esta particular estructuración no “atolondra” únicamente a la voz del poema, sino también al lector, creando un mosaico de imágenes que en apariencia no tiene ninguna lógica, ya que no presenta ilación alguna. No obstante, sí la tiene. Un aspecto nuevo en esta poesía es el tono maduro y reflexivo que entraña, producto de la absorción e influencia de la idiosincrasia y literatura chinas durante su estadía en Pekín. Además, hay un perfecto equilibrio entre el paisaje externo y el paisaje interno en el hablante. Sin lugar a dudas, este efecto es el más usado en el libro, y no debe impresionarnos que el paisaje interior sea tan o casi más oscuro que la realidad representada: Los peces están muertos. Mi red no persigue sus almas. Protejo mis remos con grasa de animales vivos. En medio del mar soy todo el horizonte (...) No escucho ninguna celebración. Desaparecimos en el mar como una corriente. Solo el ruido atroz de los murciélagos, sin tregua, construyendo su paraíso en la pupila sumisa de mis ojos. El tiempo se agota. La vida no tiene descanso21 . [La noche tiene el olor del cuero negro]
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No hay nada que comprender. Nunca encontraremos la calma. Este es el único otoño El de tus cabellos sobre mi rostro para que yo no tenga frío Después de la lluvia las calles se llenan de colores y las flores crecen a pesar de la nieve húmeda. Te veo desaparecer y te hago un gesto de adiós sabiendo que es tan inútil como todos los sueños que inventé por ti al encontrarte Solo nos queda este planeta frío Nuestra sombra amarrada a la eternidad. La hierba que se balancea con el silbar del viento. [Tres]
Ante semejante abatimiento, el sujeto emprende un viaje a través de la noche24. A medida que el hablante se interna cada vez más en esta búsqueda nocturna se da cuenta de que su percepción se agudiza, sus conocimientos se expanden hasta llegar al absoluto desconocimiento de causas y situaciones. En el poema “La noche tiene el olor del cuero negro” verificamos esta búsqueda interior, en donde el mar es el símbolo del inconsciente y la barca el proceso de exploración personal25 y, paulatinamente en su recorrido, el hablante se encuentra cara a cara con su propia voz, su voz más interior confesándole el desconocimiento de sus sentimientos, a manera de estribillo que se repite según la profundidad de su interiorización: Ni yo mismo sé que te amo Ni yo mismo sé que te escucho
El atolondramiento en el sujeto es producto de la ausencia del amor: “El amor es un forastero que construye / su cabaña al borde de un precipicio”22. Esta soledad se extiende hasta el plano interno, provocando caos y confusión en la percepción de la realidad y de sus propias sensaciones y sentimientos, en donde el panorama general es el de la duda: “Agradezco / Porque nada sé y poco he comprendido”23. Todos los poemas están plagados de imágenes y juicios, reflexiones y opiniones, que más allá de entorpecer el lirismo del poema consolidan el extremo desarraigo y la soledad absoluta en la que se encuentra el sujeto:
Empujo mi barca hacia las aguas. Un destino anudo con el desconcierto de mis brazos. Y tropiezo con otros pescadores. Iluminan sus remos para atrapar el ruido de los peces. Y la noche se desnuda. (...) Enamorados seguimos fugando hacia las aguas. Y la noche se desnudaba (...) Ni yo mismo sé que te amo 49 paralelosur
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Una de las imágenes que se reitera en este poemario es la figura del albatros como símbolo del poeta moderno26. A partir de Baudelaire, el poeta es visto como un ser torpe, cuyas “alas”, que representaban su linaje celestial, le hacen tropezar en un mundo moderno, caótico, en donde la multitud se presenta hostil y que, lejos de comprenderlo, lo maltrata27. El poeta de Málaga muestra rasgos semejantes al de su par francés. Sin embargo, el albatros de El libro del atolondrado simboliza a un poeta desconcertado, violento, cruel y hasta sangriento, no solo por el gentío y por una sociedad y una realidad amenazante, sino porque el desconocimiento parte de sí mismo y necesita una respuesta. Por tal razón su poesía nada dice porque nada sabe28, como lo atestiguan los poemas “Las palabras del albatros atrapado en las corrientes vertiginosas que remecen la ciudad de Lima” y “La confesión del albatros (2)”, respectivamente:
Palabra de albatros, las volveré salvajes. El amor es un tridente clavándose en el iris de tu mirada. Palabra de albatros, las llenará de sangre. El albatros vuela pesado y cae. (...) Me he quedado ciego. No estoy seguro de nada. Siento el torpe batir de alas del albatros. En la oscuridad escribo esta confesión. Amarro a ella el cuerpo sin reflejos del albatros.
Bibliografía Baudelaire, Charles. Las flores del mal. Bogotá. Oveja negra. 1984. Chueca, Luís Fernando, José Güich Rodríguez y Carlos López Degregori. En la comarca oscura. Lima en la poesía peruana 1950-2000. Lima. Universidad de Lima. 2006. Friedrich, Hugo. Estructura de la lírica moderna. Barcelona. Seix Barral.1974. Huamán, Miguel Ángel. “La poesía del 70: un deslinde teórico”. En: Siete estudios de interpretación de la Literatura Peruana. Lima. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. 2005. Málaga, Óscar. Arquitectura de un puente. Lima. Editorial Colmillo Blanco. 1989. El libro del atolondrado. Edición final en formato word cedida por el autor. “¿Qué está leyendo Óscar Málaga”. En: Etecé. N° 136. Lima. 15 de septiembre de 2003. Oviedo, José Miguel. Estos 13. lima. Mosca Azul Editores. 1973. Pimentel, Jerónimo. “Versos de la calle” (Entrevista a Óscar Málaga). En: Caretas. N° 1867. Lima. 31 de marzo de 2005. Soria, Daniel. “Poeta público”. En: Etecé. N° 119. Lima. 1 de enero de 2003. 1 Habría que resaltar que estos efectos producidos por la realidad están más ligados a la confusión metafísica que a la posmoderna. 2 La muerte del che Guevara en 1967; la Primavera de Praga; la ideología de Marcuse; la difusión del estructuralismo; las nuevas lecturas de Marx; la cultura kitsch, el pop art, camp; la propagación del terrorismo urbano en el Perú; la dictadura militar iniciada por el general Juan Velasco Alvarado; la vertiginosa migración de las provincias a la capital; el inicio de la decadencia de Lima, entre otros. José Miguel Oviedo. Estos 13. pp. 10-11. 3 Carlos López Degregori. “Jorge Pimentel: La ciudad de los relámpagos inacabables”. En: En la comarca oscura. Lima en la poesía peruana 1950-2000. p. 120. 4 Concuerdo con la observación de Carlos López Degregori que sostiene que muchos de estos rasgos como el coloquialismo, el vitalismo y la ironía eran ya utilizados por los poetas del 60 como Cisneros o Hinostroza, entre otros, producto de la influencia de la poesía anglosajona (Eliot y Pound, principalmente). Lo que diferencia una generación de otra es que los del 70, sobre todo los de Hora Zero, acercaron cada una de estas características a las calles de una nueva Lima, añadiéndole además el vértigo característico de la generación beat norteamericana. Por su parte, Miguel Ángel Huamán afirma que la poesía del 70 no supuso “una ruptura radical con el lenguaje anterior, del que continuaron siendo subsidiarios, sino el puro gesto y un descuido común frente a la escritura, lo que les daba un aire de familia”. “La poesía del 70: un deslinde teórico”. En: Siete estudios de interpretación de la Literatura Peruana. p.113. 5 En los poetas del 70 hay una preocupación general por denominarse, por hacerse un nombre y sustentar una voz, ello trasciende el plano subjetivo del autor, plasmándose de diversas maneras en los poemas. Por ejemplo, en Ave Soul de Jorge Pimentel encontramos lo siguiente: “Fui mozo de restaurante en La Victoria / cargador de bultos en La Parada / reencauchador de llantas en un grifo perdido”. También José Cerna escribe: “Yo soy un lago / —y haré, en el próximo verano / mi traslado a la Universidad Mayor de San Marcos”. 6 Esta sección es un resumen de “Insuficiencia del lenguaje y de la palabra en Arquitectura de un puente de Óscar Málaga”, ponencia presentada en el coloquio La poesía del 70, en setiembre de 2005. 7 En la solapa de Arquitectura de un puente encontramos un resumen de su itinerario de vida, sus estudios universitarios en Valparaíso (Chile) y el doctorado en sociología de la comunicación en la Ecole des Hautes Etudes de l’Amerique Latin, además de sus oficios como pintor de brocha gorda, traductor, funcionario público, productor de radio y TV, guionista y periodista. Ello no hace más que resaltar el compromiso ético del autor aunando sus vivencias con su poética errante, vitalista y aventurera. 8 Este primer poemario fue escrito entre París y México a finales de los 70 y la primera mitad de los 80.
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9 Daniel Soria. “Poeta público”. En: Etecé. N° 119. Lima. 1 de enero de 2003. 10 Nada más contundente que el verso del poema “Aeropuerto de México”, en el que el autor escribe: “La poesía / es un puente”. 11 Óscar Málaga. “Arquitectura de un puente”. p.15. 12 Óscar Málaga. “Aeropuerto de México”. p. 11. 13 Óscar Málaga. “Arquitectura de un puente”. p.10. Por otro lado, en el poema “Escritos del bar ‘Fitzcarrald’, París. Mayo 84. (Secuencias)” encontramos una idea similar y complementaria a la poética esbozada en el libro: “La poesía todo el futuro / pero no lo real / Ahí la frontera”. Óscar Málaga. op. cit. p. 54. 14 Óscar Málaga. “Arquitectura de un puente”. p.15. 15 En la “Scenes de chasse” del poema “Variaciones Luibamov” encontramos la imagen del atolondramiento que será el núcleo de su siguiente poemario, El libro del atolondrado, al intentar perennizar un grato momento a partir de la sensación que provoca en la memoria la canción “Don’t be cruel” de Louis Armstrong: “y ‘Don’t be cruel’ / sonando / monótonamente / en mi cerebro atolondrado”. p. 31. 16 Óscar Málaga. “Topografía de un arte poética”. p. 75. 17 Óscar Málaga. “Texto inútil”. p. 24. 18 “Versos de la calle”. Entrevista de Jerónimo Pimentel al autor. En: Caretas. N° 1867. Lima. 31 de marzo de 2005. 19 El libro del atolondrado empieza con un poema que define y esclarece la poética del libro, este es “Precauciones de estilo (Ars poetique)”, y en ella encontramos unos versos que marcan de manera contundente el alejamiento de cualquier intención retórica: “Si tu voz canta que cante / sin despertar a tus vecinos, que rasante se dirija / al secreto de tu garganta y decapite la ternura de las palabras”. 20 En “Versos de la calle”, Málaga sostiene: “Al romper la ilación lógica del verso provoco una ruptura en la música, que es como un golpear de batería. Mi música es el rock o el jazz, no la cumbia. Creo que hay momentos de la música de Lou Reed que están en el libro, frases que te abandonan, que no tienen continuidad, y el siguiente verso es opuesto y contradice al anterior”. 21 Todas las referencias pertenecen a la versión en formato word del poemario, cedido por el mismo Málaga. 22 Óscar Málaga. “Dos”. 23 Óscar Málaga. “La noche tiene el olor del cuero negro”. 24 La imagen del viaje en barca se repite en muchos de los poemas que conforman El libro del atolondrado, por ejemplo en “Proyectos para acercarse a la naturaleza de la ciudad de Lima” encontramos el siguiente verso: “Navego como un péndulo aferrándose al viento vacío”. 25 Unos versos muy esclarecedores de esta idea son los siguientes: “Convivir con el ruido de los murciélagos no es destino de pescador. / Todo el mundo está dispersándose. Y el estallido brutal / de mi bote crujiendo es toda mi respiración”. 26 También puede ser un ave, en general, o un ángel caído en medio de esta lacerante realidad. 27 Escribe Charles Baudelaire: “El Poeta es igual a este señor del nublo / que habita en la tormenta y ríe del ballestero. / Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío, / sus alas de gigante le impiden caminar”. Las flores del mal. p. 14. 28 Recordemos que en Arquitectura de un puente el fracaso de la poesía por construir una realidad que alcance la plenitud a través de la amada es también parte del poeta, que es incapaz de realizar este anhelo: “Los poetas escriben textos vacíos / pero en todos ellos / voces de angustia” (“Aeropuerto
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No tengo ruiseñores... entrevista a Eduardo Chirinos por Luis Miguel Hermoza
PS: Su último libro No tengo ruiseñores en el dedo, puede entenderse todo él como una reflexión sobre el acto de crear. Sin embargo, este tema es una constante en su poesía que puede observarse desde sus primeros libros. ¿Cuál es la visión y experiencia que posee en la actualidad sobre el acto de crear? ¿En qué medida dicha visión y experiencia ha variado con el paso del tiempo? A diferencia de la reflexión científica —encaminada a encontrar verdades, aunque sean provisionales— la reflexión sobre el acto creativo se encuentra encaminada (estuve a punto de escribir condenada) a formular preguntas. Naturalmente, estas preguntas dialogan con aquellas que son formuladas desde el pasado, desde otras lenguas e, incluso, desde otras disciplinas, incluyendo, por qué no, a las científicas. Son ellas las que delinean el modo en que inscribimos nuestra vida y nuestro lenguaje en la existencia. ¿En qué medida esta visión y esta experiencia han variado con el tiempo? Sólo puedo decir que las preguntas que he venido haciendo desde que publiqué mi primer libro, lejos de agotarse, se han renovado y abismado. Parafraseando a Bécquer podría decir que mientras no existan respuestas en el mundo, habrá poesía. PS: Asimismo, la frustración ante la palabra negada, la búsqueda de la palabra y sus limitaciones abren, acompañan y despiden al lector en No tengo ruiseñores en el dedo. ¿Es el tema que más obsesiona a Eduardo Chirinos en la actualidad? ¿Hay que escribir y publicar durante 25 años para caer en la cuenta de que la gesta es imposible? ¿Cómo siente y afronta Eduardo Chirinos esta confrontación con las limitaciones del lenguaje? El viejo tema de las limitaciones del lenguaje y de la sabiduría del silencio paralelosur 52
—al que he dedicado un libro titulado La morada del silencio (FCE, 1998) y muchas reflexiones— no debe ser confundido con las limitaciones de la poesía, ni mucho menos con las limitaciones del poeta. Desde Vallejo sabemos (con qué dolorosa certeza sabemos) que nada de lo que escribimos va ingresar en el ansiado paraíso de los significados puros: los poetas no son más que obreros cuyas herramientas laboran con los significantes de siempre; pero la poesía (“la perra infecta, la sarnosa poesía” como la llama un poema de José Emilio Pacheco) es capaz de registrar para siempre los más espectaculares fracasos. Me obsesionan esos espectaculares fracasos. PS: Cuando comenzó a publicar sus primeros libros, ¿guardaba más confianza en la palabra y en la poesía? ¿Cuál era su experiencia al respecto? ¿Cuáles eran las otras preocupaciones literarias y poéticas que acosaban a Eduardo Chirinos en su juventud? Cuando tienes diecisiete años puedes creer con humildad y soberbia que la poesía puede reemplazar el espacio que le corresponde a la felicidad: ella hace más soportable cualquier tristeza, alivia el más rotundo rechazo, acompaña la más orgullosa soledad. En mi juventud no supe estar en guardia, por eso viví plenamente esa única y absorbente felicidad. Es el canto de sirena que debemos escuchar para condenarnos después. PS: Casi simultáneamente a la publicación de No tengo ruiseñores en el dedo se celebró el 25 aniversario de la publicación de su primer libro, Cuadernos de Horacio Morell (Trompa de Eustaquio, 1981), con una reedición de este por la editorial Estruendomudo, de Lima. ¿Qué signi-
ficó para usted dicha reedición, dicho encuentro con su primer libro? Que todavía sigo viviendo esa felicidad. De manera más escéptica tal vez, pero la sigo viviendo. Por otro lado, el hecho de que los más jóvenes se reconozcan en la lectura de los Cuadernos de Horacio Morell me dice que no poseo ningún derecho sobre ese personaje y su obra. Que se debe con toda justicia al lenguaje, no a lo que yo pretenda o quiera pretender de él. PS: ¿Quién es (o fue) Horacio Morell? La ficción de mis propios miedos, la cara secreta de mis propios fracasos. Si adolescente es el que adolece, Morell fue el adolescente por excelencia. Pero no un adolescente trágico y sombrío, sino juguetón y divertido. Tal vez sea innecesario aclarar que ese aspecto juguetón se debía a su frágil conciencia de que jugar es someterse a reglas para poder divertirse; es decir, diversificarse en otros, en los múltiples lectores que se reconocen en él. Incluyéndome a mí mismo. PS: No tengo ruiseñores en el dedo es también el título de la cuarta parte del libro, que se abre con el poema “Horacio Morell”. En este texto, refiriéndose a Horacio Morell, se puede leer: “…no eres lo que quise que fueras./ No eres/ quien fui para que fueras…”. ¿Ha sido dura la reconciliación con Horacio Morell? ¿Por qué? ¿En qué consistió esta reconciliación? Por supuesto que ha sido dura. Para ser, Morell tuvo que ponerle punto final a su existencia, y lo hizo sin ninguna concesión. Su deseo (eso lo entendí años después) fue que yo continuara su camino con la misma inocencia que él había mostrado ante la vida y la literatura. Pero con su muerte yo perdí la inocencia. Quiero decir que me volví
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culpable de algo que todavía no sé bien qué es. Tal vez esa ignorancia decidió que lo releyera y decidiera volver a publicarlo, al tiempo que saldaba cuentas en el poema que citas. PS: Horacio Morell es, pues, en la obra de Eduardo Chirinos, la primera de tantas máscaras literarias que ha dado a luz la pluma del poeta. ¿Por qué surge la necesidad de crear máscaras para expresarse? ¿Por qué ocultarse para tentar ser descubierto? Morell fue la primera máscara, es verdad. Y es verdad también que las máscaras (sobre todo cuando están revestidas de otros nombres, sean el herrero del arca o el equilibrista de Bayard Street) sirven para ocultarnos. Pero, ¿acaso el lenguaje no es también una gran máscara que nos oculta? La paradoja es más cruel si consideramos que cuanto más creemos revelarnos en el lenguaje más nos ocultamos en él, hasta el punto que cualquier lector encuentra serias dificultades para unificar en una misma persona al autor civil y a la voz que le habla cuando lee. PS: Usted ha manifestado varias veces que la máscara, además de ocultar, revela. ¿Cómo se ha manifestado este fenómeno en Horacio Morell y en sus otras máscaras? Ese es el otro lado de la paradoja. En el caso particular de Morell, su máscara terminó revelando mi incapacidad y desinterés en construir un libro unitario y –como lo llamaban con admiración en mi época– “redondo”. La ficción del sujeto unificado y coherente se desbarata con otra ficción: la del sujeto que al saberse muchos y nadie no tiene más remedio que registrar su vacuidad, que es la vacuidad del lenguaje, de los géneros, de los estilos, de las imposiciones de la métrica y
de la retórica. Libre de esa tiranía, Morell escribió en prosa y en verso, dejó infinidad de dibujos, fragmentos de diarios, centones, poemas glosolálicos, caligramas, bestiarios inventados, pequeñas historias y hasta una novela en tres capítulos que cabía en dos páginas. Claro que él no pretendía publicar todo eso (era demasiado tímido), pero el complemento de esa ficción es el desdoblamiento del poeta como editor. Otra máscara que funciona en término definitorios: todo poeta es su propio e implacable editor. PS: ¿Sus máscaras, después de ser creadas y mostradas, poseen continuidad, si no pública, al menos privada? Esas máscaras suelen reaparecer en los poemas y en los escenarios donde fueron construidas. No me refiero a la nostalgia, sino a una conmovedora terquedad contra la que puedo hacer muy poco. En términos privados, sospecho que todas esas máscaras conforman una asamblea que decide cada una de mis acciones, tanto en términos creativos como en aquellos relacionados con la vida diaria. Son tantas, que podría decir que gracias a ellas nunca me siento solo. PS: ¿Cómo cree que reciben sus propuestas poéticas los lectores de su poesía? ¿Siente que los lectores de los primeros libros de Eduardo Chirinos han continuado leyéndolo y siguiéndolo hasta ahora? ¿Qué espera de las nuevas generaciones de lectores que pueden acceder, por fin, a un libro (Cuadernos de Horacio Morell) del que siempre oyeron hablar pero nunca pudieron leer? Aquí hay varias preguntas, algunas de las cuales no me siento con derecho a responder, pues la recepción de los poemas depende de esa intimidad que se produce en el momento en que el lector hace suyos los poemas y los
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incorpora (si es que los incorpora) a su propia vida. Yo estoy radicalmente excluido de ese proceso, no puedo ni siquiera avizorarlo. Podría, sí, explicar cómo muchos poemas de otros han sabido incoporarse a mi propia existencia, pero no podría explicar el procedimiento inverso por la sencilla razón de que nunca podré estar allí. Estamos solos cuando escribimos los poemas y estamos solos cuando se publican: ellos se van a vivir sus propias vidas y lo único que nos queda es hacerles adiós con un pañuelo, como en el poema de Pessoa. Tal vez el fervor de unos pocos lectores, la certeza de comprobar de que un solo poema hizo más (o menos) llevadera la vida de un desconocido lector, me hace sentir que valieron la pena tantos días y noches de desvelo. ¿Qué espero de las nuevas generaciones? lo mismo que espera cualquier poeta: ser traducido a la sensibilidad de otros tiempos, seguir diciendo la verdad de uno que, a fuerza de ser la de nadie, es la verdad de todos. PS: Después de 25 años de escribir y publicar poesía, de reflexionar sobre ella, ¿qué puede decir acerca de ésta? Como te confesaba al comienzo de esta entrevista, seguir dialogando con las viejas preguntas. O, lo que es lo mismo, con mi propia incapacidad para producir alguna respuesta. Espero envejecer escribiendo poemas.
Eduardo Chirinos nace en Lima, Perú, el año 1960. Es licenciado en Literatura y lingüística por la PUCP. Ha sido catedrático en universidades de Lima, Nueva York, Pennsylvania y Montana, ciudad donde vive actualmente. Es autor de casi una treintena de libros, como Cuadernos de Horacio Morell (Lima, 1981) o No tengo ruiseñores en el dedo (Valencia, 2006).
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Fernando Iwasaki · Luis Miguel Hermoza & Fernando Clemot
2 preguntas a... entrevista a Fernando Iwasaki Por Luis Miguel Hermoza y Fernando Clemot
Fernando Iwasaki (Lima, 1961) es uno de los escritores de la nueva hornada de la literatura peruana que más años lleva en España. En su etapa en Perú fue colaborador de los diarios Expreso y La Prensa y recibió el Premio de Ensayo “Alberto Ulloa” en 1987. En 1989 Iwasaki llega a Sevilla donde reside desde entonces. En 1998 recibió el Premio Copé de Narrativa. Iwasaki es director de la revista literaria Renacimiento , director de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco y columnista del diario ABC. Conversamos con él sobre sus últimas obras y la dirección de su carrera literaria, opina también sobre el presente y el futuro inmediato de la literatura en Perú. SOBRE SU PROPIA OBRA Dos de sus últimos libros Ajuar funerario (Páginas de Espuma, 2004) y Helarte de amar (Páginas de Espuma, 2006) son libros de relatos que flirtean con el microrrelato. ¿Qué ventajas encuentra en el cuento o el microrrelato que no ofrece la novela? No creo que nadie escriba relatos porque no pueda escribir novelas, y viceversa. Como escritor hay temas e ideas que prefiero tratar a través de cuentos y no necesariamente con una novela. Por lo tanto, el relato –y por supuesto el microrrelato- tiene una concisión y una serie de recursos que no son extrapolables a la novela. En Ajuar funerario especialmente, se aprecia una reducción del cuento, una concreción que llega hasta dejarlos en el esqueleto, en el argumento puro. ¿Es esta “esencialidad” una vía a seguir o se trata de un libro experimental? ¿Qué peso tiene en todo ello el modelo del “haiku”? Sería divertido que el «haiku» tuviera algo que ver, mas no es así. Comencé a escribir Ajuar funerario asumiendo el doble reto de que se tratara de un libro de microrrelatos y de terror. Y muy descaminado no andaría cuando ya va por la tercera edición española. Hablemos de Helarte de amar, su libro más reciente: una recopilación de relatos eróticos. ¿Qué le impulsó a profundizar en este género? Es un libro que en el momento de ser publicado llevaba guardado más de doce años. Cuando lo escribí creía que se publicaría en una colección de narrativa erótica, pero al no ser así lo metí en un cajón, y años más tarde descubrí que yo había envejecido más que el libro, porque ya no me parecía literatura erótica sino fantástica. Tenemos muy recientes las desapariciones de la colección paralelosur 54
La Sonrisa Vertical y de su premio, tras una larga agonía. ¿Considera que es el erótico un género gastado o en desuso? No corren buenos tiempos para el erotismo porque hoy en día no hay nada que transgredir, ni profanar, ni prohibir. A la literatura erótica le iban muy bien los tabúes, las represiones y los escándalos, pero ya nadie se escandaliza de nada, salvo de las cosas políticamente incorrectas. Hemos pasado del pudor de los carcas al pudor de los progres. ¿Qué antecedentes considera los más brillantes en la literatura hispanoamericana dentro del género? Clarice Lispector, sin duda, pero también los libros de Manuel Puig y Guillermo Cabrera Infante. Pienso en El beso de la mujer araña o en La Habana para un infante difunto, por ejemplo. Es conocida la frase de André Breton a Buñuel: “Qué tiempos, querido Luis, el escándalo ya no existe” ¿Han rematado internet y la pornografía el género? Una cosa es el erotismo y otra muy distinta los escándalos. Por ejemplo, los mismos que se escandalizaron con aquel libro titulado Todas putas ni pestañearon cuando se publicó Memoria de mis putas tristes. En cuanto al erotismo, pienso más bien que internet se ha convertido en uno de los últimos reductos del erotismo, pues miles de personas de todo el mundo se conectan para chatear con alguien que no conocen, pero que les pone el disco duro. Sigamos con tu último libro; ¿Cuáles consideras los puntos fuertes de Helarte de amar? Que sus historias estén basadas en disparates que nadie pueda asociar a mi vida, por ejemplo. Que yo mismo reconozca que después de los cuarenta ya no hay nada que descubrir en materia erótica. Y que el lector sepa que las cosas que se narran en Helarte de amar no pueden ser y además son imposibles. Una curiosidad. Tanto Helarte de amar como Ajuar funerario tienen una fecha de redacción muy anterior a su publicación. ¿Es bueno dejar enfriar los textos en el cajón? “Ajuar funerario” estuvo en un ataúd –o sea, en su cajónporque no era plan de redactar un centenar de microrrelatos del tirón. Todo lo contrario, los fui escribiendo a lo largo de casi ocho años, y mientras tanto los leía en institutos o los publicaba en revistas literarias. La historia de Helarte de amar ya la conté. ¿Si es bueno que se enfríen los libros en los cajones? No podría asegurarlo, porque muchos libros estupendos se quedan en cajones por falta de editor.
Fernando Iwasaki · Luis Miguel Hermoza & Fernando Clemot
SOBRE LITERATURA PERUANA E HISPANOAMERICANA ¿Cuáles cree que son las cualidades que sobresalen y de las que adolece la literatura hispanoamericana actual? ¿Y la peruana? Mi percepción de la literatura latinoamericana es parcial, pues sólo puedo a leer a los autores editados o distribuidos en España. En todo caso, la literatura latinoamericana sigue estando muy pendiente de los temas y las tramas, aunque en desmedro del estilo y de la propia escritura. En los últimos años advierto una fascinación de los autores más jóvenes por la metaliteratura. Me parece bien, pero ojo: no es posible «hacer» metaliteratura sin leer literatura. ¿Crees que la literatura hispanoamericana está en auge o vivimos un momento de cierto “parón”? No tengo argumentos para saber si hay un auge de la literatura hispanoamericana, aunque sí puedo decir que las editoriales españolas están apostando por varios autores latinoamericanos. Y aquí hay que tener en cuenta que Carlos Fuentes y Vargas Llosa siguen publicando y que cada libro de ellos se convierte en un éxito de ventas. ¿Residir en el extranjero te permite tener una visión distinta de lo que se mueve en tu país de origen? ¿Qué canales utilizas para mantenerte al día? No estoy al día de lo que ocurre en el Perú, pues ya me cuesta mucho leer dos o tres periódicos españoles diarios. Tampoco leo blogs ni estoy suscrito a ninguna revista peruana. Por lo tanto, mi único canal de información es la prensa española y el correo electrónico. La verdad es que no hace falta saber quiénes son ministros o quiénes juegan en la selección peruana de fútbol. Vargas Llosa en los sesenta, Bryce Echenique, Roncagliolo, Fernando Iwasaki… ¿es imprescindible residir en España para tener acceso a los grandes agentes y editores de la literatura hispanoamericana? No lo creo. Alonso Cueto vive en el Perú y ha ganado un premio tan prestigioso como el Herralde, aparte de tener una agente estupenda como Antonia Kerrigan. Y lo mismo podría decir del chileno Alberto Fuguet o del colombiano Jorge Franco, quienes viven en sus propios países y también son leídos y conocidos en España. ¿Cuáles crees que son las características del mercado editorial peruano? ¿Existe un posicionamiento frente a la política editorial española? En el Perú lo que no existe es una industria cultural. Por eso el mercado editorial es el que es: un mundo estrangulado por la piratería. No hay editoriales peruanas que trabajen como las chilenas, colombianas o argentinas. Es decir, que cumplan con sus contratos, con sus calendarios de edición y con entre-
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gar adelantos dignos a sus autores. Las únicas que cumplen con esas formalidades son las filiales de las editoriales españolas, que muchas veces son vistas como empresas imperialistas. O sea, como sucedáneos literarios de la Pepsi o la Coca Cola. Usted escribió un ensayo sobre Vargas Llosa, “Mario Vargas Llosa, entre la libertad y el infierno”. ¿Es posible que una figura tan hegemónica haya oscurecido el resto de autores? Desde mi punto de vista, para nada. Yo no existiría como escritor si no hubiera leído a Vargas Llosa. Y Vargas Llosa no ha sido un estorbo para que otros contemporáneos suyos como Ribeyro y Bryce Echenique sobresalieran y destacaran. ¿Por qué Vargas Llosa es más conocido, leído, dilucidado y vendido que otros autores peruanos? Simplemente porque es el mejor y no hay que darle más vueltas. Como lector imagino que también tendrá sus preferencias, ¿cuáles consideras las figuras contemporáneas más relevantes? ¿Podrías darnos un diagnóstico del momento actual? Sin contar a Vargas Llosa, Bryce Echenique y Julio Ramón Ribeyro, creo que Alonso Cueto, Fernando Ampuero, Edgardo Rivera Martínez, Rodolfo Hinostroza y Miguel Gutiérrez son excelentes escritores. Entre mis contemporáneos me gustaría destacar a Jorge Eduardo Benavides, Carlos Herrera, Enrique Prochazka, Ricardo Sumalavia, Iván Thays, Peter Elmore y Enrique Planas. Y entre los más jóvenes indudablemente sobresalen Santiago Roncagliolo, Luis Hernán Castañeda y Daniel Alarcón. Creo que todos estos nombres acreditan que la literatura peruana contemporánea goza -felizmente- de muy buena salud. Perú ha sido testigo en el presente siglo del nacimiento de nuevas editoriales independientes y con ella de nuevos autores, ¿cree que existe algún lineamiento en la narrativa actual peruana? Es verdad que han surgido nuevas editoriales como Estruendomudo, Solar, Matalamanga y Sarita Cartonera, editoriales prometedoras y animadas por jóvenes editores que además son amigos y no desean reñir (como lo demuestra su alianza en el grupo «Punche»). Pero a pesar de la calidad de sus apuestas hay que darles un plazo generoso de unos cinco años para que definan una línea editorial, conformen un catálogo y busquen socios en Europa y América Latina. Por desgracia, la ausencia de una industria cultural peruana conspira contra iniciativas tan valiosas como la de este grupo de jóvenes editores. Para concluir; ¿podrías darnos un anticipo de tus próximos trabajos? Me gustaría escribir una novela sobre la corrupción política peruana, pero por ahora sólo es la expresión de un deseo, ya que no dispongo de todo el tiempo que me gustaría para escribir. 55 paralelosur
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entrevista a Santiago Roncagliolo
Cuatro para uno... entrevista a Santiago Rocagliolo por Luis Miguel Hermoza, Fernando Clemot, Javier Cubero & Mercedes Serna.
Nos encontramos con Santiago Roncagliolo a escasos metros de la Sagrada Familia. Desde hace unos meses es este su escenario diario, un decorado muy alejado del Ayacucho de su última novela, Abril rojo, un éxito editorial, un thriller que engancha al lector de inmediato en una atmósfera con olor a sangre mostrada por un personaje casi cómico: el fiscal de distrito Félix Chacaltana. Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) es el ganador más joven del Premio Alfaguara y también autor de las novelas El príncipe de los caimanes (Planeta, 2002), Pudor (Alfaguara, 2005) y el libro de cuentos Crecer es un oficio triste (El Cobre, 2003). Con Abril rojo Santiago Roncagliolo profundiza en un terreno abonado por el terror y el espectro de la muerte. Transcribimos casi íntegra una entrevista anómala, coral, una conversación a cinco voces en la que tratamos que el autor nos desvelara las claves más profundas de su obra, de Perú y su literatura, del mundo que en ella se reconstruye.
Fernando Clemot: El reconocimiento de la crítica y del público ha llegado de golpe, en apenas unos meses. ¿Es difícil lidiar con la fama cuando acude de forma tan repentina? Es extraño hablar sobre esto. Está muy reciente; mi vida ha cambiado mucho y de forma rápida y ahora hay momentos preciosos pero también agotadores. Lo que más me ha gustado es que en América Latina el libro haya podido llegar a todas las clases sociales y a todo tipo de gente ya que la literatura suele ser a menudo elitista y a mí me interesa una literatura que si no la lees no sea porque no puedes sino porque no quieres. Trato que mi obra tenga mucho que ver con la cultura popular, con el cine, con la televisión. Me interesa que la prosa sea clara, transparente aunque sin perder profundidad. Esta es mi idea. El hecho que la novela llegase a sectores distintos en América Latina creo que ha sido lo más emocionante de este proceso. En cuanto a la crítica fue una sorpresa la buena acogida que tuvo “Abril rojo” ya que esto es precisamente lo que a menudo no gusta a la crítica que a menudo aprecia un estilo más inaccesible, más cerrado. Yo vengo de trabajar en el cine, en la televisión, en la política y por eso trato de disfrutar esta año pero también tener la conciencia que puede volver a irme mal, porque ya me fue mal, durante unos cuantos años aquí en España no funcionaron bien las cosas y trato de no olvidarlo. paralelosur 56
F.C: Mucha gente asocia a Chacaltana con Pantaleón Pantoja de “Pantaleón y las visitadoras”, su carácter inicial algo pacato y su evolución durante la novela… Sí, es una pregunta que me han hecho muchas veces. Sin duda la obra de Vargas Llosa nos ha influido a todos los novelistas de mi generación, de la generación anterior, sin duda es una comparación inmerecida ya que se me compara con un escritor a escala mundial pero en cuanto a lo de Chacaltana creo que hay claras diferencias entre los dos personajes, para asociarlos se ha acudido a lo anecdótico. Parece que este parecido es un estigma con el que debe quedar esta novela. Parece que a veces para seguir creando tengamos que eliminar lo anterior, que no se nos pueda juzgar sin compararnos. Es igual que lo que se dice que el hijo para reafirmarse debe matar al padre. Algo se que podría aplicar en este caso, sin ir al pie de la letra, claro... Mercedes Serna: A mí me ha llamado principalmente la atención la ausencia de ternura. Hay cierta equidistancia en el texto que me ha sorprendido como lectora... Me temo que mi sentido de la ternura es un poco negro. (risas). Yo sí siento ternura por Chacaltana. A mí sí me despierta ternura Chacaltana y su desconcierto antes ese universo… Pero quizá yo también soy una persona a la que se le hace muy difícil tratar de expresar algún tipo de emoción que produzca ternura y quizás eso, esa nota personal mía, se ha pasado al personaje, porque…porque lo peor yo sí creo que es tierno. (risas) …Creo que mi sentido de la ternura es totalmente enfermo. (más risas). M.S.: Tal vez el problema lo tengo yo… Espero que sí… M.S.: Espero que no… (Risas) Mi sentido del humor es un poco enfermo. Sí me he dado cuenta. Por ejemplo, los latinoamericanos solemos tener un sentido del humor muy negro más que los europeos porque es un mecanismo de defensa. Cuando todo está funcionando mal tratamos de reírnos para no volvernos locos. Y creo que posiblemente mi sentido de la ternura ha ido por el mismo camino… Se ha mezclado con el humor negro. Quería una descripción de la violencia muy fría. Creo que también me acostumbré a verla así porque cuando yo estaba en derechos
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humanos mi contacto con la violencia fue así, eran informes sobre violaciones masivas en las cárceles y yo tenía que corregir los acentos y las comas o tenía que ir con unos y hablar con otros y mediar, intentar de ser muy frío porque si tus emociones te controlan en esas situaciones no puedes hacer tu trabajo, tu trabajo te pone en contacto con la violencia. Necesitas tratar de mantener la frialdad y me interesaba esa descripción igual, con esa fluidez… M.S.: Y el lenguaje de la obra ayuda a esa frialdad, lo cual está muy bien porque tú coges un lenguaje muy distanciado, el lenguaje de los legajos, en ese sentido también ayuda a crear esa violencia, el lenguaje de esa violencia. Sí, me gustaba la idea de jugar con el lenguaje del Fiscal. Los informes del Fiscal que son un poco el lenguaje del orden, pero este orden tan almibarado que ya no dice nada y las cartas del psicópata que son el lenguaje del caos de alguna manera, del desorden y esta cosa brutal y sangrienta, pero ambos están enfrentados a realidades muy terribles. Creo que ambos las ven con frialdad también porque ellos, y quizá yo también, se protegen así de esta violencia... M.S.: Por lo que han vivido también. Cuentas de hecho de Chacaltana lo de sus padres, el incendio, cuentas de hecho por qué es así. Tuvo que matar al padre quemándolo porque maltrataba a la madre. Estás explicando, un poco, la raíz del mal… De hecho el umbral de tolerancia de una sociedad como la peruana con respecto a la violencia es mucho mayor que en una que no ha vivido la violencia porque encontramos circunstancias bestiales todos los días en el periódico y acabas perdiendo la sensibilidad al respecto y ya no te impacta que mueran diez o quince personas con una bomba o en una masacre y… En fin, creo que eso ha hecho a cualquier persona de mi generación muy fría respecto a la violencia. M.S.: Eso es lo que encuentro, es muy fría su violencia... Por ejemplo en Fernando Vallejo se describen también atrocidades, tú lo sabes, en Colombia...Pero hay momentos de ternura que lloras… esto no la hace ni mejor ni peor, insisto, sólo que me ha sorprendido. Es algo que a mí me interesa mucho. En Villoro hay algo similar que era la descripción muy fría de la intimidad
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ya no de la violencia, de los pequeños detalles sexuales, las cosas que hace una pareja en la cama, una mujer frente al espejo y generalmente cuando hablamos de esas cosas dejamos un montón de silencios, hay cosas que damos por sobre entendidas, y sí, parte de lo que me interesa es hacer que el lenguaje pinche, que esté allí molestando y que la lectura de “Pudor” y “Abril Rojo” te parezcan en algún momento incómodas, en le caso de Pudor por la intromisión en la intimidad que representan y en el caso de “Abril Rojo” por la frialdad en la descripción de la violencia. Eso me atrae como trabajo con el lenguaje, describir circunstancias de las que normalmente no hablamos o hablamos con eufemismos y yo quiero describirlas con todas sus letras, con detalle. Trabajé con un médico forense que revisó el texto y fuimos viendo los detalles de los cadáveres… Por cierto, estaban muy bien mis cadáveres. (risas). F.C.: No hubo que corregir demasiado ahí... (risas) No, pero todavía tiendo a confundir el riñón con el hígado. No sé muy bien en qué lado está cada uno y a veces perforo uno queriendo perforar el otro… (risas). Hubo una hemorragia de vaso que tampoco tenía prevista… En general todas las cosas digestivas son bien complicadas. (se ríe). Hay mucha cosa ahí dentro… y sí me interesaba tener a este tipo que me dijese qué cosa debía tener en cada sitio… F.C.: Hablemos un poco de Perú, de su literatura... En mitad de toda esta acción, en la novela encontramos también alguna referencia a la literatura peruana... En lo que respecta a literatura peruana hay un eje que incluso esta dado por el personaje del fiscal Chacaltana. A Chacaltana le gusta mucho un poeta peruano que es José Santos Chocano que es un poeta horrible patriotero, rimbombante, pomposo, no sé si los españoles tienen equilavente porque es un poeta que viene del Modernismo … Santos Chocano es un horror pero es el poeta probablemente más conocido del Perú porque es el típico poeta que los niños declaman en los colegios el Día de la Patria o similares… M.S.: ¿Más que Vallejo? Vallejo es muy complicado. Ponle a un niño a Vallejo y no entiende nada… Qué vas a ponerle “España, aparta de mí este cáliz”… No entiende, en cambio, “Soy el cantor de paralelosur
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América autóctono y salvaje…” esas cosas se entienden. Pero ese poeta así, pomposo y horrendo, realmente es el primero que habló del Perú: él inaugura Perú para la literatura porque antes no era un tema siquiera… Inaugura este Perú heroico y épico en donde la sangre española y la andina se funden en una cascada de apasionado heroísmo…Ese Perú nunca existió: él habla del Perú como una mezcla de sangres y de talantes milenarios orgullosos de fundirse con el otro pero esos dos talantes estuvieron siempre en guerra y siguen en guerra… Ya no son los españoles pero somos los costeños, los blancos, los descendientes más directos de los españoles. Y ese Perú a lo largo del siglo XX se dividió también literariamente en los dos lados de esa trinchera. De un lado está Vargas Llosa, con una narrativa urbana, con muchos más vínculos con la narrativa norteamericana y europea, realista, con una teoría que habla como la literatura como un fin en sí misma y del otro lado está Arguedas, con una teorías de la literatura como una herramienta política, rural, documentalista, interesada en trasmitir las verdaderas vivencias de las gentes de la que quería hablar... Durante todo el siglo y hasta ahora la discusión de la literatura peruana es esa: los andinos contra los criollos y constantemente están viendo cuál de los dos debería ser el escritor del Perú. Yo, tal vez por una cuestión generacional ya he entendido que el Perú es no la mezcla heroica entre ambos campos sino la constante lucha entre ambos … y eso es. Esa cuestión no tiene solución, en el sentido en que no va a haber un ganador. Vamos a vivir juntos nos guste o no… M.S.: ¿Por qué crees que eso ha pasado en Perú y no en México? En México hubo una revolución, que tendría sus muchos defectos y sus muchos errores, pero hubo una guerra y alguien la ganó. Los ricos en México son muy nacionalistas, populacheros. Los ricos en Perú quieren vivir en Miami y muchos viven en Miami de hecho. El abismo entre las clases sociales es también cultural. México siempre patrocinó la cultura y fue considerada cultura revolucionaria. Sin embargo, lo que ha sucedido recientemente en México con las elecciones es una muestra también de dos países divididos, ellos han seguido otro curso pero han vuelto a encontrarse… en toda América Latina, es una región muy desigual y enfrentada. Si vas a Venezuela la gente está a favor o en contra de Chávez. Se divorcian parejas y se destruyen familias y no hay término medio. Esa guerra de un modo u otro se ha reproducido en toda América Latina y ha tenido sus manifestaciones literarias. Se siguen peleando de un modo absurdo, incluso, pero forma parte de la cultura literaria de la que todos hemos mamado… Fco. Javier Cubero: Yo, de todas formas, no quiero hablar mucho porque estoy empezando la novela, entonces, como no me la he leído, ¿cómo voy a hablar? Pero bueno... volviendo al tema de la ternura y de la frialdad, yo de momento no la encuentro tan fría… paralelosur 58
Es que hay un cambio, una progresión, empieza con humor pero… F.J.C.: …Pero al principio sí hay ternura… Hay ternura del autor hacia el personaje… Yo también lo creo. Él evoluciona. F.J.C.: Y el personaje se plantea entre ausencias, que es una ternura velada. Y esa figura de la madre, que tiene una presencia tremenda… M.S.: Perdona, lo de la madre es una enfermedad… Sí, está loco. Pero los locos pueden ser muy tiernos. M.S.: Si eres novia de Chacaltana, te mueres de miedo, te vas… No se puede hacer el amor, porque tiene la foto de su madre allí. (Risas) Hay dos polos es esta novela y también los había en “Pudor”, la anterior, tienen que ver con las leyes que la sociedad te pone y tus necesidades individuales. Yo creo que siempre vivimos en el debate entre lo que tenemos que hacer y lo que deseamos hacer. El que deja que las normas sociales aplasten cualquier tipo de individualidad es un perdedor, un tipo apocado, mediocre, como es Chacaltana al principio. El que se carga todas esas normas sociales es un psicópata y pone sus apetitos por encima de ella. Yo creo que todos oscilamos entre ambos extremos y son los dos extremos con los que a mí me gusta jugar. Inexplicablemente los dos me inspiran cierta ternura, los dos me parecen esclavos de distintas apetencia que no saben cómo manejar. No sé si confundo ternura con compasión. Luis Miguel Hermoza: Cambiando de tema, ¿por qué escribir sobre violencia política en el Perú? Porque era el tema que me interesaba y porque yo empezaba a observar el mismo tipo de violencia terrorista y las mismas reacciones militares para atacarla que son ahora un tema mundial....Es decir, súbitamente empezaba a ver como en Afghanistán o en Bagdad se empezaban a cometer los mismos errores que se cometieron en Perú y se empezaba a producir lo que se produjo en Perú que hizo que se multiplicara la cantidad de terroristas... La violencia es siempre una mala estrategia y creo que lo que se empezó a montar con la guerra, también ya con ETA después del 11-M, por ejemplo, es una buena prueba. Yo vivía en Madrid cuando sucedió aquello y tuve la sensación que era algo que ya conocía. Volví a ver cosas que creía olvidadas y que me habría gustado olvidar pero que me devolvieron las sensaciones de una violencia que yo conocía de cerca... Para poder hablar de ellas también me debía remitir a un escenario… No podía escribir una novela que ocurra en Bagdad, porque en Bagdad nunca he estado, y sí puedo escribir una que ocurra en Perú que conozco mejor. L.M.H.: Has mencionado alguna vez A “Abril rojo” como si se tratara de un exorcismo histórico… Creo que las sociedades se toman su tiempo para
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entender lo que les pasa. En España, está bien claro; durante cuarenta años toda la literatura y los libros contaban la Guerra Civil desde un lado. Los últimos treinta los han contado todos desde el otro. Ahora empiezan a aparecer libros revisionistas como los de Vidal, que eran impensables hace diez años en España, pero también empiezan a aparecer libros como “Enterrar a los muertos” de Martínez de Pisón o como el de Cercas que tratan de crear una estampa de la violencia que ha vivido un país más matizada, sin malos y sin buenos, más compleja y que permite entender mejor lo que ocurrió. El proceso del Perú está siendo más rápido que el de España, en la medida en que yo he sentido hacia esta novela cierta demanda por una versión más razonable de lo que ocurrió... Pero también toma su tiempo y aún hay poco, hay poco escrito sobre lo que vivió Perú. Fuera ni se sabe lo que pasó y en Perú había gente que me decía: “otra novela sobre este tema… ¿Por qué otra novela sobre este tema?”… Pero si sólo tenemos seis: tenemos una de Vargas Llosa, una de Cueto, una de Nieto Degregori, una de Conchado, alguna de Miguel Gutiérrez que más o menos lo toca y algún otro habrá... No es nada y sin embargo hay una resistencia de ciertos sectores a mirar...Consideran que se habla demasiado, que seis novelas es un montón para hablar de lo que ha sido el proceso más sangriento de lo que ha sido nuestra historia republicana y el movimiento violento más asesino de toda la historia americana. Creo que ir escribiendo sobre eso de todos los puntos de vista va completando una especie de retrato de lo ocurrido desde distintos puntos de vista que nos permite comprenderlo, y comprenderlo es también comprender quiénes somos, qué hicimos, qué estamos dispuestos a hacer... Es saludable para un país y es saludable una terapia a la que vas y sueltas lo que sabes y hablas de las cosas que te preocupan y al hacerlo las conviertes en algo concreto y las puedes manejar mejor. El proceso psicoanalítico para una persona y el proceso literario para un país son formas de exorcismo de los demonios que se llevan dentro y que necesitas sacar para poder controlar. L.M.H.: ¿Crees que el Perú está preparado para mirar su pasado cercano? ¿Cuáles son las primeras materias que debe superar la sociedad peruana?
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Creo que está más preparado de lo que pensaba. El interés por la novela lo demuestra; pensé que iba a ser mucho más criticada desde un punto de vista político pero ha habido mucho interés por tener un retrato más completo de lo que ocurrió. Primero hay que superar el miedo y este existe todavía. El miedo siempre es algo que te impide ver y que produce reacciones más viscerales y produce violencia por eso. Yo hablé de la novela con policías, con militares, con terroristas… L.M.H: ¿Creo que Abimael Guzmán la leyó? Sí, Abimael Guzmán la leyó. Y todos curiosamente solían tener el mismo comentario, de un lado y del otro, todos consideraban que ellos habían sido bien retratados, que había sido retratados con justicia, pero no entendían por qué también el otro que esos sí que eran unos asesinos… Guzmán dijo, no me lo dijo a mí porque no lo he podido ver, pero a otros dirigentes con los que pude hablar, que sí, que estaba bien la novela que él agradecía que no los insultase, pero que había que definirse, que era muy neutral, que había que tomar posición, que parecía la novela de un tibio... Son actores, ¿no?... Pero llega un punto en que todos quieren dar su versión y creo que estamos en este punto. Soy partidario de escuchar todas las versiones, incluso de la gente que nos parece repugnante, precisamente porque me parece muy difícil que nos convenzan de repetirlo, pero me parece importante que nos expliquen qué pasó y qué hicieron y porqué lo hicieron, M.S.: Y tú crees en el relativismo de esta historia. Yo quiero saber tú opinión, no la del libro. No soy relativista pero sí soy muy escéptico. No creo a la gente que trata de defender grandes ideales después de lo que vi en Perú. Creo que cuando tú haces algo en busca de un beneficio político, de la independencia, de la igualdad, de tus demandas negociables, entonces se puede hablar... Sin embargo cuando tú haces las cosas en nombre del Bien, de Dios, de la Justicia y de valores abstractos no hay ninguna negociación posible, como tampoco hay ningún límite para lo que quieras hacer porque esos son valores absolutos. No creo que todo sea defendible, pero creo que todo debe defenderse y ser discutido y no creo 59 paralelosur
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que haya ninguna razón, en ningún caso y en ninguna circunstancia, que autorice a su dueño a matar a los demás, ninguna circunstancia abstracta, por lo menos. L.M.H.: Además del contexto en que se desenvuelve la novela “Abril Rojo”, cabe destacar el enfrentamiento entre una ley maniatada, encarnada en el personaje del fiscal Chacaltana contra un asesino en serie. Has mencionado también en anteriores ocasiones tu inclinación por los psicópatas y perdedores, ¿por qué ese gusto por estos personajes? Bueno, como explicaba anteriormente, los perdedores y los psicópatas son los dos extremos que median entre nuestros apetitos personales y las convenciones sociales que debemos obedecer. De alguna manera con el choque entre nuestros apetitos y nuestros deberes, entre nuestra intimidad y nuestra adaptabilidad, nuestra capacidad de formar parte de una sociedad, y creo que para mí ése siempre ha sido un tema importante… Quizá porque yo he cambiado mucho… incluso de país o de trabajo o de circunstancias siempre he estado adaptándome a nuevas normas sociales, nuevas normas de cómo vivir y convivir. Quizá soy especialmente sensible a ese tema por una cuestión de vivencias personales. L.M.H.: Sin embargo, Chacaltana, terminará transformándose, convirtiéndose en un violador, en un asesino. ¿Es necesario, entonces, si Chacaltana representa a la Justicia peruana, que la Justicia y el sistema de derecho se adecuen, cambien, para poder enfrentar a un enemigo así? No lo sé. No me gustaría extraer lecciones de lo que escribo. No me gustaría decir “hay que hacer estoy”, de hecho creo que un gran error de los intelectuales del siglo XX ha sido tratar de decirle al mundo cómo debería actuar y defender atrocidades porque son las atrocidades de tu bando. Pero creo que el proceso que vive Chacaltana es un proceso de pérdida de la inocencia. Tú vives en un mundo y crees que las cosas están bien y obedeces unas normas porque crees que esas normas son las que obedecen la gente decente y que mientras te mantengas apegado a ellas actuarás correctamente. Lo que le pasa a Chacaltana es que va descubriendo que haciendo lo que puede por ser bueno, obedeciendo todas las normas que debe obedecer llega un momento en que ya no sabe distinguir a los suyos de los opuestos, a los propios de los enemigos, y que los más viles y siniestros que desobedecen sus leyes no son ni mejores ni peores que los que las obedecen. Creo que esta es la clave de cómo él enloquece: él pierde el referente de lo que tendría que ser la normalidad, la moralidad, el Bien, y creo que lo que consideramos un psicópata es precisamente alguien que ha perdido ese horizonte, alguien que ha perdido la capacidad de distinguir entre el Bien y el Mal. F.C.: ¿Hablamos de literatura peruana para acabar? M.S.: Sí, pobre, debe estar agotado… No, no, está entretenida la charla… paralelosur 60
F.C.: Lo estamos torturando… (ríe) L.M.H.: ¿Cómo vez el panorama literario actual? ¿De qué crees que goza y sufre?… Creo que la literatura peruana ha tenido un buen par de años. Después de estar muchos años el propio premio Alfaguara, el Herralde que ganó Alonso Cueto, incluso Baily con su última novela, le han dado una visibilidad que no tenía y que revela especialmente la variedad que tiene. Creo que únicamente una sociedad como la peruana habría podido producir tres seres humanos y autores tan distintos como Cueto, Baily y yo... y otros muchos. Creo que en esa variedad esta su gran riqueza. La literatura peruana parece hecha desde muchos países. Las diferencias entre Iván Thays, Sumalavia, Sergio Galarza, Javier Ponce, por mencionar a los más jóvenes, los que están cerca de mí, muestra diferencias entre nosotros tan marcadas como las diferencias que podrían haber entre autores de diferentes países. Creo que no somos capaces de ver eso como algo interesante y rico, creo que generalmente la enfocamos como una pelea. Habría de escoger entre hacer la literatura de uno o de otro, y no tiene mucho sentido. No soy de la idea de que la literatura deba ser de algún modo, creo que la literatura es precisamente esa variedad, esa diversidad de voces y que es mejor un país que funciona así que un país en que todo el mundo escribe igual. L.M.H.: Las nuevas editoriales jóvenes surgidas en este siglo están dando algo de frescura y vitalidad al horizonte literario peruano. Tú no pudiste disfrutar de ellas debido a su juventud de éstas y a que, cuando partiste del Perú, dichos sellos se están gestando aún o si ya habían nacido eran casi primerizos. Sin embargo supongo que tuviste la oportunidad de conocerlas en esta última Feria del Libro de Lima a la que asististe. ¿Qué opinión te merecen? Matalamanga y Estruendomudo me parecen dos proyectos geniales… Incluso he publicado algo con Sarita Cartonera que publican libros pequeños con papel reciclado, y además es un proyecto social, ponen a la gente a trabajar con lo cual se beneficia a sectores muy empobrecidos y a la vez permiten que circule la cultura. Es un proyecto que forma parte de un proyecto mayor, esto empezó en Argentina, ahora hay una versión en Bolivia, y los autores vamos circulando también en estos pequeñísimos proyectos editoriales. Matalamanga y Estruendomudo, Solar...me parecen muy interesantes porque… por ejemplo, el problema en Perú es que es muy difícil que las editoriales grandes publiquen autores nuevos, no solamente porque es muy difícil que los publiquen en todas partes, sino porque, además, mucho del dinero de los que sí venden, se va en la piratería, lo que no les permite reinvertir en autores nuevos, y el volumen de lo que se edita es muy poco. Matalamanga, Estruendomudo, Solar... son editoriales a medida de las nuevas voces que están apareciendo y permite que esas voces se publiquen sin las exigencias mercantiles de una editorial más grande. El problema que había cuando yo dejé Perú hace seis años es que no existían estas editoriales ysi te rechazaban, como me rechazaron las tres que habían,
entrevista a Santiago Roncagliolo
se acabaron tus posibilidades y no había más remedio que decidir entre olvidarlo o emigrar. Creo que estas nuevas editoriales precisamente dan un espacio a voces y contribuyen a que se vaya formando un medio literario, una escena literaria que es la base en realidad que hace en todo país que la literatura funcione, circule y se lea. L.M.H.: ¿Aconsejas a los jóvenes escritores venir a España?… No... (ríe) L.M.H.: …Seguro que lo intuyes, pero tu experiencia de vida ya lo aconseja. Ahora estoy muy contento. Puedo decir que todo valió la pena y estoy feliz pero los primeros cuatro años fueron muy difíciles. No solamente fueron muy difíciles, sino que yo en Perú vivía muy bien, y te preguntas aquí que no llegas a fin de mes, que no tienes papeles, que no tienes trabajo por qué no te quedaste en Perú donde eras un periodista y más o menos tenías una vida, habiendo además editoriales nuevas en Perú publicando. Ya no se trata en optar entre publicar o no publicar, al contrario, creo que como funcionan las cosas ahora, los libros circulan con mucha más facilidad, con mucha más fluidez entre los países, las agencias literarias circulan y representan el trabajo de autores aunque no estén físicamente en los países que tienen los mercados grandes, así que no es necesario estar físicamente en España. Lo que sí fue importante para mí fue la experiencia vital, una distancia incluso respecto Perú, una cantidad de experiencias que te hacen mejor como escritor. Un escritor tiene que vivir cosas y ver cosas distintas. No creo que puedas ir muy lejos encerrado en tu oficina. Conocer gente, cambiar de escenario, es algo que aumentará el caudal de experiencias que luego proyectarás en tu literatura.
] POESÍA
hacia cierto tipo de literatura y hacia dentro, hacia Latinoamérica, marcó también una actitud de cuál era la litertura que se debía escribir. Como nadie puede seguir haciendo lo mismo que hacen los grandes maestros durante décadas hubo un gran vacío de propuestas, porque mucha gente dentro de América Latina estaba tratando de escribir como el boom, porque mucha gente fuera de América Latina estaba buscando algo como el boom, y era algo que no existía. Yo tengo la impresión de que buena parte de la literatura que empezó en los noventa, Fuget, Volpi, Fresan, mis hermanos mayores de alguna manera, arrancaron explícitamente de un anti-boom y eso más bien obstruyó su lectura fuera porque el mundo que representaban era tan pop, tan internacional, tan cosmopolita que no representaba algo necesariamente consumible... Pero, ahora, con los años, creo que ellos y los que hemos venido después hemos llegado a un punto en el que no escribimos ni a favor ni en contra del boom, escribimos y consideramos al boom como parte de las cosas que nos han alimentado. Considero también a los escritores de los noventa como otra parte de las cosas que me han alimentado y eso ha normalizado la producción literaria de América Latina. Al mismo tiempo España tuvo tan pocos autores latinoamericanos y tal volumen de producción de libros durante los años noventa que llegó un momento en que se agotaron... Necesitaron otras voces para mantener ese nivel de producción de libros y lo más directo es buscarlo entre los que escriben el mismo idioma, en América Latina, por lo que hay un nuevo interés y demanda de autores del otro lado del charco… Y que también nos movemos mucho de un lado a otro. Aquí en Barcelona vivimos muchos. Está Vásquez, está Fresán, Villoro estaba y a veces está... También hay una relación mucho más fluida entre ambos lados del “charco” y eso también hace que allí haya más autores españoles y aquí más autores latinoamericanos.
L.M.H.: Para concluir, ¿cree que hay más editoriales españolas dispuestas con a mirar a Latinoamérica y con deseo de fichar nuevos valores? ¿Por qué? Es decir, ¿por qué ahora y no antes? ¿O crees que siempre fue así? No, yo creo que durante los noventa era muy difícil encontrar literatura latinoamericana que no fuese ya consagrada en España, sobre todo porque el boom latinoamericano marcó una manera de ser leído desde fuera y una demanda 61 paralelosur
POESÍA [
Jorge Solís Arenazas
Reseña... de literatura Peruana por Jorge Solís Arenazas
Que en la poesía latinoamericana existe una seria inflación de antologías resulta evidente. Pero esta evidencia no invalida la necesidad de construir perspectivas que vinculen diversas obras entre sí, haciendo legible el orden, velado o manifiesto, que las aproxima o distingue. A menudo, el país desde donde se escribe, las generaciones en que los poetas nacen o comienzan a publicar, u otros accidentes, fungen como criterios que fundan la vecindad entre distintas obras. Aclaro algo: al decir que son “accidentes” no pienso que atender el género, la edad o la nacionalidad de un escritor sea algo caprichoso. Después de todo, estos principios de lectura podrían dar cuenta de una experiencia cultural compartida o de la vigencia de ciertos códigos estéticos y, lo más crucial, vinculan cada obra con la comunidad de habla en la cual surge. Sin embargo, hablar de “poesía argentina”, “poesía chilena”, “poesía femenina”, “poesía social”, “poesía religiosa”, etc. ha representado, en los hechos, el dibujo de unas cartas de navegación para un viaje que al final nunca se emprende. En la medida en que se presupone un objeto de lectura sin cuestionarlo ni mostrar su génesis, sus límites, sus dinámicas de formación, etc. los criterios antológicos terminan por ser algo más que un atavismo y algo menos que una disciplinada revisión de la tradición que intentan leer. Me permito comenzar con estas divagaciones, pues al leer La mitad del cuerpo sonríe. Antología de la poesía peruana contemporánea de Víctor Manuel Mendiola (FCE, México 2005) encuentro un discurso que intenta trazar líneas críticas, pero que comienza en la asunción automática de un objeto nunca validado y desemboca en una lectura que se extravía por su generalidad. Cuando hablo de validación no tengo en mente una justificación argumentativa, una puesta en juego de tal o cual guiño persuasivo para eludir posibles objeciones; no se trata de convocar, a discreción, tres o cuatro citas de Kristeva, Barthes o Gadamer, sino de esmerarse en construir un orden y movilizar sus elementos para ganar una lectura más intensa. En pocas palabras: evitar los automatismos en la lectura. Wittgenstein decía que, frente a las ciencias, la filosofía experimentaba una seria ansiedad metafísica, que la conducía a urdir proposiciones que él acusaba de “carentes de sentido”. Otro tanto valdría decir de las lecturas críticas, donde se lanzan redes sumarias para atrapar entelequias como “la poesía peruana”, “los poetas mexicanos”, “la generación del 50”, “la tradición literaria”, etc. Ante ellas, el lector extiende las manos y se topa con una ofrenda vacía. En el texto con el que introduce a su lectura de 24 poetas, Víctor Manuel Mendiola plantea que posiblemente “baste con devolverle a la poesía lo que la propia poesía expulsó de sí misma, es decir, todo lo que volvía a un poema un poema: el verso, las fuerzas dramáticas, el cuento que canta, la arquitectura, la convivencia de lo lógico con lo mágico y, como dijo Darío, la música de las ideas”. No estoy seguro de que todos estos rasgos -y varios más- hayan sido exiliados alguna vez de la poesía, pero, en todo caso, a lo que se refiere Mendiola es a la pluralidad de posibilidades expresivas, estéticas, vitales, cognitivas e imaginativas que encuentra en los poetas reunidos en la antología. Así, una de las claves de su lectura es la de valorar nuevamente la simultaneidad de rasgos formales, al margen de “poéticas” programáticas y exclusivas. De ahí que más que emprender un mapa concreto de un canon, Mendiola se limite a señalar un par de elementos que lo componen. No se detiene en ningún momento a señalar cómo interactúan éstos entre sí; qué contrastes, revisiones, negaciones, complementos o interrogaciones recíprocas emprenden. Únicamente asevera lo que va encontrando, tanto en la obra específica de cada autor, como en un intento de panorama general, que no siempre se salva de caer en la mera vaguedad: “La poesía peruana ha desarrollado en sus figuras más sobresalientes una poesía de la imaginación suelta, con sorpresas, pero sinuosa y vaga, que no esconde otra cosa que efusiones sentimentales; pero en la otra orilla ha creado una poesía áspera, muchísimo más interesante, porque plantea un drama verdadero, pero al mismo tiempo produce una especulación, un reflejo mental, que nos pincha cuando leemos”. paralelosur 62
Jorge Solís Arenazas
] POESÍA
La muestra de poemas se inicia con la obra de Javier Sologuren y se termina con la de Lizardo Cruzado; esto comprende un periodo que va de 1921 a 1975, de acuerdo con la fecha de nacimiento de los poetas. Un conjunto que, por un lado, presenta escritores como José Antonio Mazzotti, Maurizio Medo o Rossella di Paolo, que van emergiendo con propuestas afincadas en un afán de renovación (obras que aún se encuentran en una etapa de definición, pero que también han sabido aportar momentos de luminosidad y real solvencia). Por otro lado, están las obras que han persistido por encima de la gestualidad y ahora son referentes ineludibles de la poesía latinoamericana en el siglo XX, como Rodolfo Hinostroza, José Watanabe, Blanca Varela y Carlos Germán Belli. Se hallan también obras de autores que, desde su propia madurez, puntúan el conjunto, como Carmen Ollé, Isaac Goldemberg o Antonio Cisneros. Y, finalmente, está quien me parece el tangible punto nervioso de toda esta nómina, el centro de atracción más sólido de este esbozo: Jorge Eduardo Eielson. Podría llamar la atención la ausencia de otros poetas como Mirko Lauer, Eduardo Chirinos o Enrique Verástegui -cuya importancia, dicho sea de paso, se admite en la introducción a la antología- así como otros poetas que ni siquiera se mencionan, como el fenecido Luis Hernández, o los casos de Mario Montalbetti y Reynaldo Jiménez. Admito que juzgar una antología por aquello que excluye es, además de una simple comodidad travestida de crítica, un principio de lectura improcedente; sin embargo, no deja de llamar la atención que Mendiola deje fuera del corpus textual obras cuyo valor se detiene a reconocer. No sé si sea dable decirlo de “la poesía peruana” pero, al menos en La mitad del cuerpo sonríe, los niveles enunciativos, la identidad de los hablantes o la diversidad de enfoques, construcciones y distanciamientos respecto del “yo” del poema pueden definir no sólo un problema formal en el nivel constructivo de los textos, sino también un hilo conductor que permite ensayar un orden en el que estas 24 propuestas estéticas convergen y divergen entre sí. El hablante en primera persona es, hasta cierto punto, una constante. Pero sus perfiles, funciones, rasgos, materiales y comportamientos textuales son múltiples y en ocasiones antitéticos. De la sabiduría enunciativa de Eielson, que ha sabido ir de una imagen solar (que pasa por registros barrocos, oníricos, etc.) a un ascetismo donde el lenguaje se tensa hacia el silencio, puede acudirse a la furia verbal de los hablantes femeninos en poemas como los de Carmen Ollé, en que la voz del poema no es refractaria a su concreción: el género, la ciudad, el desgaste de ritos y símbolos que ceden ante las experiencias culturales, la corporalidad como condición y límite del significado, etc. Del balbuceo y el delirio en los hablantes de Maurizio Medo, que representan una revisión de la tradición literaria y el hibridismo idiomático, se puede descender a las voces múltiples de Hinostroza, que generan una mixtura de discursos entre la historia, el zodiaco, la narratividad, la inclinación por el fragmento, la gastronomía, la glosa, el escolio, etc. Mientras que el hablante de Varela está signado por la introspección y la exploración cognitiva, y el de Cisneros encuentra en el habla y en la narración una eficaz penetración de los nexos entre la memoria, la parodia y la ética, el hablante de Watanabe se disuelve en la observación, cifra una relación con el exterior que no pone en el centro de la visión a la subjetividad, sino al haz de relaciones que se resuelven en una poesía sensorial, donde la inteligencia no se limita a las instancias reflexivas y donde la imagen no es tanto una posibilidad verbal, sino una disciplina interior. El hablante de un poema tan parco, exacto y potente como “Balada para un caballo”, de Jorge Pimentel, acompaña al hablante de Rocío Silva Santisteban, que emprende la fusión entre el signo y la experiencia erótica como definición de los sujetos, o el hablante femenino de Rosella di Paolo, que es mutable pero que define su eje en la experiencia amorosa y la atracción de las realidades físicas hacia el universo personal… He sido demasiado abstruso y abigarrado en estas últimas observaciones, mas no me es posible explicarme de forma más paciente. El caso es que estas obras edifican un horizonte común, pero no siempre desde una simple y lineal hospitalidad. Por el contrario, la vitalidad de este orden parte de sus diferencias. Si vale la pena leer el conjunto es porque su forma de comunicación no sólo pende hacia la edificación, sino también hacia la crítica; no sólo hacia la permanencia sino también hacia la dislocación… Es decir, una forma de habitar y construir la casa, pero también una forma de traicionarla, para decirlo con una bella imagen de José Watanabe, con la que concluyo, no sin antes advertir que es justo en esta ambigüedad donde la poesía encarna y respira. Nuestro hogar ha sido tardíamente consagrado. Eso es todo. Nunca traicioné otras grandes verdades porque quizá no las tuve, excepto el amor que me hizo edificar una casa, excepto el amor que nunca debió edificar una casa. 63 paralelosur
narrativa [
Breve antología de la poesía peruana actual
Breve antología de la poesía peruana actual 1) Diego Lazarte (1984) 2) Andrea Cabel (1982) 3) Cecilia Podestá (1981) 4) Salomón Valderrama Cruz (1979) 5) Jerónimo Pimentel Prieto (1978) 6) Paul Guillén (1976) 7) Victoria Guerrero (1971)
8) Miguel Ildefonso (1970) 9) Willy Gómez Migliaro (1968) 10) Maurizio Medo (1965) 11) Eduardo Chirinos (1960) 12) Miguel Ángel Zapata (1955) 13) Enrique Verástegui (1950) 14) Isaac Goldemberg (1945)
1) Diego Lazarte LA PRIMERA NOCHE Sí, el sueño fue antiguamente un océano porque nuestros sueños entrañaban sus verdes aguas y el amor, esa piedra dominante, pronunciaba sus sabores. Porque en verdad fuimos un océano llegando a la adolescencia de frentes sabias y amplias de olas altas y arrogantes, Quisimos alcanzar los ojos de los dioses. Sí, el sueño fue antiguamente un océano y los dioses levantaron sus ojos. Luego, los sueños se vinieron a menos y las aguas, que se fueron retirando, dejaron al descubierto nuestros cuerpos. Créeme, hace mucho nos regía un océano y de los dioses, solo sus celestes ayuntamientos, nos dan fe de su presencia. Cierta razón engendrada habrá quedado fija y menguando bajo las cabezas, y la soledad en su lento bullir nos dejarían ciertos olores, cierto color propio de la lucidez.
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La idea fija y extenuada era aligerada como la sangre. Alguien responde a la sed llenando su boca de palabras como alguien que se llena la boca de arena caliente y ceniza. Séame abrazar la memoria, mis aguas consumidas. Silencio. Séame escuchar en esta tierra calcinada arruinada por la palabra el tenue, el remoto discurrir de un sueño lavando las heridas profundas restituyendo los poderes. Los sueños traen en sus ya crecidos cauces, en el fango milenario, fósiles de peces y algas. Entre las piedras de sus lechos, nos observan, nos sueñan porque siempre tuvimos sueños como los peces porque antiguamente, en este sitio, tuvimos un océano demasiado salobre.
Breve antología de la poesía peruana actual
2) Andrea Cabel
] narrativa
[MIMESIS] sea maldito, el que se equivoque y te quiera ofender, riéndose de tus disfraces. j.l.l “oda a julián del casal” la máscara que me rodea, se asemeja al andrajo que te viste, al eco de tu espejo, que sonríe siempre, como el último hombre, como el último favor enclaustrado entre el cielo y el infierno, como la última promesa escrita a cada instante. [PATAFÍSICA] Las reglas de las excepciones resplandecen soledosas y tristes, perdiéndose entre el tiempo, mirando a lo lejos, a los átomos que caen libremente, como las gaviotas tras las olas, precisas, puntiagudas en una ceremonia de tiempo blanco, en un baile luminoso que solloza. Pájaros vivos cualquiera salpicando llamas puras de viento, espuma, detonando agrestes, solitarios, como mi corazón cuando se hunde en la noche. Los átomos y los pilares del cielo, el amor entero rozando los ojos abiertos. La luz transfigurada y la maravilla de robarte como si fueras mariposa en primavera, pincelada azul escarlata, cielo estrellado, manos de río, melancólicas, distancias y miradas. [CINCO Y CUATRENTA I TRES] es tocar el cielo, poner un dedo sobre el cuerpo humano. novalis mi cuerpo es un pasillo de madrugada, un fantasma crudo que llora por las ojeras de tus ojos negros, por las espinas de tus brazos flacos y que respira cañazo y orujo como hora de cenar. mi cuerpo recuerda siluetas recuerda pájaro hombre que persigue al sol, y que sin querer se duerme a tu lado luna, como toro en soledad. tu cuerpo es un sonrojo que en mi pasillo translúcido se mira, y entonces aquellos ojos, son mis ojos son noche como gato, como bestia amarga, que te sigue, y acosa y que luego, se va] 65 paralelosur
narrativa [
Breve antología de la poesía peruana actual
3) Cecilia Podestá PERSIGNACIÓN
EL HOMBRE DEL HIELO
El padre estaba perdido en un movimiento de la mano derecha que empezaba por sofocar la frente y bajaba llevando la muerte al hijo en una línea recta, también cada sensación fabricada para sobrevivir.
Aprendió a beber del hielo deslizado en su piel áspera también a defecar entregándose sobre el pasto amarillo que lo rechazaba y en el que descubría su bautismo.
El padre estaba ausente de las manos del hijo que lo evocaba cuando obligado, cruzaba el alma intentando alguna fe desesperada. Entonces imaginaba que dios era su padre Si, el debía ser un extraño dios Por lo que explicaba su ausencia Y la devoción de su madre. El hijo se corto las manos. Envueltas en hielo se las entregó a ella para que pudiera hallar la piel hervida de su frente y muerte en el pecho recorriendo su rabia y piel de mujer sexagenaria en las mismas manos que hizo crecer rezando para pagar la culpa de la ausencia. La madre aceptó las manos del hijo. Las sembró en su jardín de muertos sin nombre esperando a que crezca de ellas la rabia exacta para matar su cuerpo y hacerlo de exilio.
Sólo sabría llevar los ruidos dentro de esa boca hambrienta y sin dientes tratando de tocarlos con la lengua enferma entre sus labios resecos y morados, los mismos que poco probaron el seno de una mujer. Y es que si pudiera hablar diría que aprendió que su bulla es igual al retozar de dos agujas rozándose, riendo, sudando su sed que desaparece bebiendo del excremento seco en su piel cuando el hielo lo roza cae destruye y acaricia. Pero ha descubierto la absurda ceremonia. Sabe que lo llamo el hombre del hielo. Sabe que todo ocurre en un ser hecho de ojos y manos amarillas Manos que lo reinventan en cada línea de este poema Sin saber como matarlo Porque aún encuentran Un poco de amor sobre el pasto seco y amarillo. [De Juzgando los exilios]
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Breve antología de la poesía peruana actual
] narrativa
4) Salomón Valderrama Cruz REAALIDAADES DEE LAA MEENTE: CORAZÓN AZUL Ma loz ne us onumel dol Ceulo Lo bruse vergun us lo ospeda qoa ma elvodu o llero Emur enstuntos qoa an ul mor mu antourru Purqoa locher ne duba Purqoa meror us puci Rozur pure morucar ul proceu Imur pure vavorlu tude Ameguner qoa saompru hubro en cumoanzu Osu per dacesoun darmur can tudis mas coses ruletuves Ma ospesu ma porru ma cutre a ma mintaño... (*) FANTASMA ANTÍPODA Este mármol no es escultura Y este cuadro no es pintura César Vallejo Noche de vientos del Sur, noche de grandes y pocos luceros, tú, que en la paz cabeceas, loca, desnuda noche de estío. Walt Whitman
(*) Mi luz no es animal del Cielo La brisa virgen es la espada que me olvida y llora Amor instantes que en el mar me entierro Porque luchar no debo Porque morir es poco Rezar para merecer el precio Amar para vivirlo todo Imaginar que siempre habrá un comienzo Así por decisión dormir con todas mis cosas relativas Mi esposa mi perro mi cetro y mi montaña…
Antípoda por fin me dicen tienes 26 años o ya para el caso da igual 62 annos en que has aparecido en la estadística siglo XXI intentando borrarte microbio del Universo papila o sarna en la lengua eructo leo como liberado otra vez máquina mesiánica del Mundo te despido te dibujo y te ensamblo insulso filólogo pragmático de orejas microscópico de rosas imperios asexuados un secreto pasa paja en el ojo abismo occipital pido en la tierna computadora voces para amanocher antipoemas de Aristóteles subterfugios novelas de carreras perdidas sumando vite y muerda el c r uento de Fernando Iwasaki Cauti las coma de China los punto y comas de Alemania los punto seguidos de Chile los punto apartes de Estados Unidos de Norteamérica María de invisible evangelio saciada modernismo Magdalena que es tos primavera presunción o delicado amor perdido de poesía andina estornudo y me entierro y no le temo mas me desespero si ni siquiera me interrogan quemado morir no quiero los punto finales de Perú que escaparme o rebelarme debo doler amor o a Marte acostumbrarte mancilla de abismal tierra fina adolecerte estadio habitación o memoria de los planetas sorbo del mar sórdido planicie del ojo odio en que restaurado prevengo a la luz raza no importa pellejo vacío recuerdo tañer al chuncho pomo en que de belleza me desvisto habitante o Viracocha hazme palabra entera exorcismo del intestino maldito harto parido de harapos al garrote fagocitado chinchircoma de hipócrita princesa de los cráneos elásticos la revolución de los huacos termina ultrajada en el espacio materia de tierna irrelevante desconocida en otro sueño hacío infinito.
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Breve antología de la poesía peruana actual
5) Jerónimo Pimentel Prieto Juan Hishimoto Venturo (1974) UN CONSEJO
Luciano Fernández (1973)
Revuelve su nombre como pan mojado Sobre la taza que te ofrece tu madre, Y remueve esa miga esponjosa e hinchada Para que se contraiga como se contraen Los sentimientos una vez que pasa el tiempo. Escucha a tu madre porque ella sabe Esperar de madrugada los timbres Que anuncian la desdicha. Y nunca reniegues de las tazas que te ofrece. Bebe de ellas y aprende Que a la desdicha también hay que esperarla. Pregúntaselo. Porque cuando tengas que velar noches amargas Ya no podrás preguntar. Remueve los nombres que te aquejan como pan mojado Sobre la taza que te sirve tu madre. Acepta el baño caliente O esa fruta helada que trae para ti. Pero nunca desprecies sus tazas. Sosiega en ellas tu pena esponjosa, hinchada, Y luego párete y bésala.
[SIN TITULO] a J.B, J.D. y L.R.N. Lima ha muerto. Calles, quintas, vidrios, sacos, niebla, sombra, miel, todo ha muerto. Desangradas han muerto las miradas que se cobijaban como un tumulto Bajo periódicos en una noche de lluvia. Mangueras, jardines, lilas, cercos y manicomios. Como huyendo, la ciudad entera se depositó en un girasol. Delicadamente murió Lima. Vasos y botellas, mozos, putas, camiones, barriadas, cisternas, luces, patios. Lima murió en una batalla lenta que no estaba preparada a rendir. Un casco mal hecho, Un traje de campaña que se desgaja al roce de los árboles. Eucaliptos, pinos, cedros, caobas, algarrobos. Bajo la luz del sol, rezando oraciones en los pechos de las niñas. Señores elegantes y mendigos mutilados murieron soportando la noche más fría De la que se tenga memoria. Negándose a vomitar bilis, rastrillando nombres irreconocibles en el piso, Lima ha muerto pomposa, como una señora noble De la que se espera oír sus últimas palabras. Palomino, Buckingham, Guzmán, Olarte, Ruiz. Ventiscas, fumarolas, brisas, humo, nubes. Extintos, han desenvuelto largos manuscritos que tenían guardados en cajones [polvorientos, Y han empezado a recitar versos nerviosos que escuchamos como el réquiem seco De una muerte que no puede ser la nuestra. Lima ha muerto. Es lo único que importa.
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] narrativa
6) Paul Guillén PRELUSIÓN
TOKONOMA
Por largo tiempo traté de imitar tus metros y tu estilo ramas de un sauce que se quiebran y lloran pero ahora veo que desde tus vestales resurge una esfera plana y que angelicalmente escuchas una voz muerta y agrietada es porque has hablado con tus manos y has roto los pergaminos que encerraban tu sabiduría
Rápido se desata en campos de zafiro de la niebla claramente redomada la sierpe de cristal Y son sus ojos dos esferas que apuntan al cielo (con escamas y clavos que descienden cuando escaramuzan carbunclo y cancero el río transporta la misma agua turbia (oquedad) calmos los ribazos y mulsas las marismas por hacer un destello que ilumine las estrellas / galaxias: (perfidia) y lo destruyen arrojaste los topacios del cielo en el fondo de los cacles y yo no podría contemplar tu arteriosclerosis sin saber que tu cuerpo se corrompe con las cosas y los días y las claridades del día y los frescos del escancio y la cal viva a montones mi bella criada…
Has preferido encerrarte dentro de una mandrágora y desde allí decirnos que el tiempo es otro y que tú también eres ya otro nosotros venimos a ti para escuchar la historia que no conocemos tus palabras suenan líquidas con la lluvia tus ojos ven sombras que no podemos ver sólo queremos un guía en este camino no venimos a salmodiarte como si fueras un dios terrestre es sólo que escuchamos el llamado y emprendemos una travesía por los cuatro costados de nuestra herida humana tu vagina es la herida que queremos sanar con nuestras voces el pez nos mira distante desde la arena del fondo y brinda con nosotros por nuestra futura recua y espanto
[Inédito]
Ahora, prosigue a descubrir nuestras formas y colores es una anunciación del espanto de vírgenes en vela y del negror de los rostros ángeles extasiados rondando por los callejones esta plazoleta no tiene nada de ti Acaso hablaré en el vacío de tu rostro o buscaré tus pasos detrás de tu cabellera de fuego o haré muchas cosas para encontrarte y no comprenderte tantos rostros y no poder comprender a ninguna La vida es un vidrio desquiciado que nos entrega sus fragmentos por minutos y nos hinca los pies La sangre sobre el pedrusco del camino nos indica nuestro sexo nuestro olor a animales muertos y la fiebre que vino a rondar al séptimo día [de La transformación de los metales (1999-2005)]
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Breve antología de la poesía peruana actual
7) Victoria Guerrero
8) Miguel Ildefonso CANCIONES EN EL LAGO VACIO DE LOS ENCUENTROS
1. EL AZAR
Esposo
No pude ver la muerte
Un trágico ulular de sirenas Me llevó a un punto de ceguera ridículo La ridiculez de mi alma se extendía Como el fango en una larga noche de triste llovizna ¿No es esta música la que esperas? Estoy espantada de esta fiesta subterránea que nos hace poguear a fuerza Tiro un dado y subvivo regateo en el Hymarket o me escabullo en el Mercado Central El azar ha quedado abolido entonces a pesar del trágico ulular de ambulancias inútiles ¿Qué espero de todas estas lecturas sino es que me hablen de un estúpido amor? A este punto de ridículo he llegado andando por estas ciudades en maniático equilibrio con un pie delante de otro mirando a todos lados para evitar el hurto en una ciudad como ésta y su amarga Fundación 15 de junio de 1535 Ese día empezó toda nuestra tragedia ? repite mi padre Mala estrella con la que convivo día a día
[Del libro inédito Lavidanueva, 2006]
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1 Construcciones perfectas cayendo en pedazos con la lenta noche mojada en pequeñísimas partículas de océano y nieve, enraizadas como un bosque irreal de cemento que prende y apaga sus descoloridas luces atenuando la miseria en el brillo de la avenida, en la desolada materia de esos autos buscando un pedazo de la flecha divina, y ellas, abrazadas como putas contemplando el devenir soterrado de los fugaces sonidos de las estrellas, soltando palabras con la desdicha de no sabernos inmortales, y sin embargo cayendo desde hace años, vertiginosamente en el alcohol quemando las vísceras fértiles en el amor y en el progreso, ellas en el perfil flotando de la luna oculta detrás del caparazón del invertido cielo, arañando sus lágrimas que envenenan los centímetros de podredumbre, minuciosamente en los linderos de la noche, y cuando más se sumerge en la visión celestina. 2 Fuera de esta materia hay cúmulos de paraísos que desconocen el tiempo que nos ata, esos trazos de la experiencia que aun viven fuera del ser, que ya no regresa, alimentándose de la propia negación, y aquello que es inefable, extenso en la vaga memoria, estrecha el dolor que lo ama, el pegado amor delirante en la espalda, tratando de llegar y poseerlo, quiere estar allí, pegado siempre, con su robusto lamento, acariciándolo en sus ásperos bloques de ruinas, como si pudiera empezar todo nuevamente, bajo la línea del mundo que es confusa existencia que navega en la noche, en las traslaciones del amor, por ello aun quedan cúmulos restantes, inasibles estados de tu propio desvarío que ha movido las cosas fuera de su lugar. 3 No es tu sonrisa, no es tu falsa etiqueta que te mata, eso que te aplasta en la pestilente calle atravesada con el hueso de una araña, porque tu apretado cerebro no construye sino su destrucción en tu desorbitada catarsis de gritos, exclamas, lloras, y en tu performance arrojas pellejos arrancados de tu carne, y en tu descascarada desnudez no miras, solo pareces sentir, te evades como in insecto trepando las paredes manchadas, arrojas la miseria del lenguaje entre los fluidos, y te retractas en el dorado brillo de tu cuerpo que te regresa al mismo punto del inicio, toda esta realidad es mentira, entras al otro lado del espejo, cruzas la barbarie que rechazas y eres, tú, pequeña bailarina, un extracto de ese paraíso.
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4 Debajo de estas palabras calladas que se apresuran a perecer, bajo el sordo rumor del gorgoteo de esa angustia que se envuelve de luz sobre un mar inabarcable, límpido como el ojo de las rocas que emergen de esas chispeantes aguas, aquí, con la sombra del desierto hambriento y la desesperación por llegar a otro cuerpo, donde dormita ebria una mujer vestida de negro, bajo su puñal de luna, cuando se levanta reflejada en las aguas estancadas de los bordes de la calle, apuñalando la preñada semilla de los sueños de un ciervo, haciendo ecos con sus zapatos negros, y el animal herido, fabuloso, vencido cae allí mismo, y ella como si solo hubiese sido un sueño cruza a la otra orilla de luz y volteando hacia el herido le dice: ¿por qué no vienes conmigo? El ciervo asiente y hace una sonrisa, y ambos se marchan abrazados, con un asordinado movimiento, hacia una cima prendida sobre el plano coturno de la avenida, lejanos, infinitos, allí todavía se oyen esas palabras como un ardiente abrazo hasta que el silencio se vislumbra al caer una hoja y se juntan el cielo y la tierra, con el mismo tipo de amor que brilla entre el azul de la nada y el rojo de sus labios. 5 Ella la contempla desde la cama siente por un momento que le falta aire pero ha abierto ya la ventana y el olor de la guerra se estrella contra sus pequeños senos que Ella ha chupado con apasionada alegría mientras mira la negrura de sus vellos Ella ha tratado de ser deseada por la noche sedienta cuando la vuelve a mirar quisiera levantarse y caminar hasta su delgada carne desnuda su espalda abrazarla y sus gemidos vacíos agitaciones para que brote una palabra de amor pero en su intento por coger la velluda mariposa de la penumbra siente el peso de su sucia cabellera aun hirviendo de gozo la llama para que no desaparezca en el cuadrado de la ventana la llama con su grueso cuerpo desnudo y frío cuando Ella tal vez por compasión voltea y le sonríe diciéndole con los brazos que Ella y Ella son una sola existencia en medio de todos esos muertos que rodean este pequeño mundo en donde se han abandonado.
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6 El horror al vacío raspa la memoria agotada como un mar al mirar desde el borde esa medianoche tensa como una cuerda que no produce sonido ni angustia, un límite obtuso donde el ojo blanco lacerado revienta en el confuso ruido del baño u otros lenguajes donde aun perduran sus laceraciones. En este sitio donde pongo el dedo, aquí, cuando no volteo al significado que se pierde en su viaje, aun atado al calor de las estrellas, durante esas noches de caminar entre silenciosos paraísos frondosos de alcohol, en ese borde atada al terrible sonido del reloj, roto el tiempo de su rosa incolora, papel de cuerpo de mujer que aletea de palabras. En este sitio busco ese silencio y tal parece que he llegado a una escasa retórica. 7 Este espacio lleno de símbolos muertos, donde el mar dibuja la sombra de un ave que pasa, sin palabras, así, roto el cristal del significado, quebrado el tiempo de los mitos en las rocas limpias donde respiran las gotas de mar, y esas lomas vacías donde perecieron miles de guerreros y niños como los embriagados peces. Ella no volverá a salir de la espuma azulina de violines y flautas ligeras como sus pies, surcando el concepto vahído de la frontera alambrada por la melodía de otra noche, con ese fondo donde hay un desierto y más abajo un cielo de ángeles curando sus celestes heridas.
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9) Willy Gómez Migliaro NUNCA LA MUERTE SIN DESDECIR su próximo movimiento Mejor termino la asignación de los peruanos, tal vez merezcan un montaje una salvación sin decir nada siempre extra mar el lujo el detalle desde las costas No saben cómo abren su cuerpo, cómo el mío inconcluso abraza lo suyo Son promesas, están abiertas, todavía, las obsesiones No ofendida no ni siquiera fuente de agua vista que ha venido a romper el hielo entre nosotros Con este medieval te formas de soledad loca ya divina no loca ya extra en todo por ahora digamos Isis casi Prometea te puedo amar en el Perú
UNA BATALLA CAMPAL O UN cuerpo en el otro también en la mesa, en el overol, en los percheros Las cosas se utilizan para actuar pues a esa imagen y sensación viene un ascenso de voz por entre los cables de Manco Cápac y hay vigilancia, y un logro por escapar desde el desierto promete geografía El espacio por un favor flagela el medio de nadie, y lo que se ha logrado es una operación de las causas para la acción de una última escena Trabajo la puesta, en fin, es el comienzo. Hay que desarmar y explicar los cambios precedentes de un país que ha empezado a esconderse. Empieza el diálogo Representa llora La sangre acaba en los latones. Aquí no hay máscaras lizas para el extra Su escena prima aviva con trampas la identidad & azuza obsesiva occidental al decir también déjala que caiga & cae y soy la dignidad pintándose los labios debajo de las bancas
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EL DINERO DE UNO O DE DOS marca la diferencia, el espacio y el pacto. El dinero demás termina. Entonces, no hay nada que hacer, el ritmo exterior empieza a acelerarse progresivamente y parte [Poemas del libro inédito Este medieval]
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10) Maurizio Medo SUITE DE LA NEUROSIS y con el húmero y los huesos sepultados qué me queda sino reír en los panteones preguntándome si ahí lloran las piedras qué me queda sino remontar el infinito o morirme ciego en esta cama que entreabre su esqueleto ahíto de púas y navajas qué me queda sino la obstinación de un sastre que sutura enloquecido los pétalos de la Rosa que ninguno vio jamás (porque nadie ha visto la agonía de la Rosa que siempre será de nadie mientras la boca mira y le suplica que vuelva a saberse sólo Rosa)
ALICIA (LA CONFESIÓN DE CARROLL) excucusadme si os retraté con el cucuello ajirafado o popor retratarla fefetal en una madriguera. tatataaanta insistencia vuestra por oír aventuras. sois la bebelleza atroz que escuece mi coconciencia y cuaaaando os contemplo así de ensimismado es que aando prepreguntando de qué sueño sois origen. esta almama mía, rudi men ta ria y aritmética vive sola babajo esta apariencia vuvulnerable. soy cacasi una hecatombe que caaeeeeee dentro de vuestro edénico seendedero y contrito presiéntete la muerte de mi mi amor. -cortadle la cabeza- sentenció vuestra mamadre. que no os aflija. veveo aún como dibubujabais oníniricas estampas bogando allá en el isis. alicia, os coconvertiste en un innnstante eterno en mi rereloj mamás nunca os confefesé del amor que provocó. aunque fuere yo un humimilde tutor inmerso en la mamatemática y la lógica, ¿seríais fe feliz siendo mi esposa? (gulp) búsquememe en el revés de vuestro espepejo. os espero alicia. yo os espero.
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11) Eduardo Chirinos MEDITACIONES METAQUÍMICAS, SE TRATA de erigir un monumento a los perros, compararlos con los dioses que alguna vez crearon de sus vientres la piedra con la que más tarde habrían de construir su casa. La calle es un marcode perros infinitos y perdidos; la acera, embotada de polvo y de basura, corre tan simplemente bajo nuestros pies que ya desearíamos morir para ubicarla. Seguimos con lo del perro. Un perro no le rinde cuentas a nadie, ignora todo aquello que nosotros conocemos y, pensándolo bien, nos gustaría ser perro. Un perro inmenso que usurpe las tinieblas, maleducado y feliz.
EL GIMNASTA ASCIENDE AL CIELO REDUCIREMOS A POLVO las oscuras llaves de tu Reino Limaremos las patas del sol que florecen bajo las ancas de los caballos y las yeguas Jugaremos a ser el dios de los incrédulos Para tener por fin a quién temer iniciaremos al gimnasta En el rito del misterio. Sólo así aceptaremos su sombra: Desgarrada como los harapos de un ángel pordiosero.
LA ARAÑITA FASTUOSA Novela Capítulo Primero SUS MAYORES habitaron una caja demadera donde acumulaba libros viejos, ropa usada y discos pasados de moda. Su oscura y paciente labor se reducía a tejer columpios y pasamanos colgantes para sus arañitas, quienes encantadas trepaban (con un poco de miedo primero y un poco de audacia después) aquella majestuosa filigrana que cubría las tapas de un libro de Andersen con ilustraciones a color y terminaba mucho más arriba, en el cuello de un abrigo que usaba mi papá cuando salía a pasear y era lo primero que encontraba.
Capítulo Tercero Las curiosas arañitas, sin hacer caso de los consejos de sus mayores, huyeron desorientadas de su estrecha pero segura guarida. Débiles,arrastrando su barriguita de leche, jugaban y jugaban sobre inexplorados libros de guerra o de aventuras. Meses más tarde, al volver a casa, encontré entre las páginas 258 y 259 del Quijote algunas patitas peludas escondidas tímidamente.También en los bolsillos de mis pantalones y debajo de las tazas de mi desayuno.
Capítulo Segundo Aquel año la cría de arañitas había proliferado. Un viaje al interior descuidó la eventual limpieza del desván y ahora, lleno de polvo, de trastes envueltos en tela y accesorios de bicicleta malograda, las arañitas descubrían un mundo totalmente ajeno al calentito interior de mi caja de madera.
ES INEVITABLE. Sólo escribiendo llenaremos el pozo Donde han de consumirse los recuerdos. Sólo el tiempo (El misterioso vigía de los sueños) Rondaen el origen de un poema inalcanzable Que jamás nos propondremos escribir. Horacio, octubre de 1979 [De Cuadernos de Horacio Morrell, Lima: Trompa de Eustáquio, 1981; Estruendomudo 2006]
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12) Miguel Ángel Zapata LA VELA DEL CUERVO
MIS PRESEAS
Nadie sabe por qué la ciudad esconde el lenguaje oscuro de las aves y los muertos.
Leo a Vallejo y canto con Corelli. En silencio me dicen algo al oído sordo de mi cara. Mutilado ante el rabo del aire seco que entra por la sala me encuentro como en vuestra casa. La manzana de Berkeley en la boca de Borges tiene otro sabor en mi lengua. Cada mordisco trae una nueva sazón nada sosegada. Cada trago respira a la intemperie su nuevo silencio, su nueva muerte.
El cuervo permanece callado, no quiere abrir la bisagra y dejar salir su luz por la rendija de una bocacalle. Más allá del sueño de los cipreses está la sombra de una manzana verde, la puerta que nos lleva a la felicidad. Dicen que la soledad nos llega con la lluvia, y que la arena de las playas sube como un viejo reloj hacia las torres derrumbadas. El vino le habla al fuego, tu perro te mira escribir y presiente las nubes que lo distraen en el jardín. El sonido de una nube es como una campanada de agua. Nadie sabe por qué la puerta sigue cerrada, y los pájaros no han vuelto a suceder. Sólo hay una ventana, y desde ahí se ve a una mujer con su deslumbrante cabellera trotando sobre un caballo blanco.
UNA PUERTA El domingo pasado leía con esmero a Francis Ponge. Callado me decía, abraza una puerta, siente el umbral de sus arcos, atraviesa su temor hacia el aire nuevo de su aldaba. Ahí está la poesía. Mira los pinos como vuelan con el viento del norte, como se balancean con la luna desteñida. Mira las aves, siente su vuelo, y después ve a casa y escribe sin parar. No te canses de mirar el florero de cristal que corta la luz de la persiana y la desvía hacia tus dedos. Aquella piedra cadmea y las altivas señoras de Vikus fermentándose en la chicha con su sabor a pescado fresco. Huele su pelo, viaja por la humedad de los bosques encendidos, aquellos que solo se ven en la noche de las ranas y los tulipanes. Los bosques son hermosos, son profundos pero a veces te mienten sin titubear.
VENTANAS Crecí al lado de una gran ventana que parecía un muro con una inmensa enredadera: Ahí labré arduamente los cristales para evitar el miedo Al otro lado el polvo era el oro del día, y el mar el ruido de mis sueños.
El agua te lleva por las calles de tu ciudad sin nombre, navegando por el mar sin los veleros absurdos de los sueños. Huele el agua salada de la arena mojada con el agua del tiempo. Escribe sin parar. Mira la ventana, está nevando. Ha nevado toda la noche y sólo deseas escribir y escribir mientras el cielo es una tinaja gris, una casa olvidada en plena calle.
Cuando eres niño una ventana tiene la luz de ese otro lugar donde nace la primera puerta del sol.
SARANAC LAKE
El mar tiene sus ventanas siempre abiertas, y allá adentro siempre hay algo distinto: un árbol, una calle, tal vez, el umbral de la felicidad.
La lluvia cae en el lago. Ha llovido toda la mañana. Mis hijas dan de comer a los patos que se reúnen en la orilla a la hora del almuerzo. Los cuervos vigilantes acampan al costado de la casa de Stevenson, el viejo vecino que fumaba e incendiaba cabañas, pero que dejó algunas maravillas bajo este vasto y estrellado cielo. Los cuervos esperan la hora del retiro, la oración que calme su casa consternada.
El mapa siempre es el mismo: mira la ventana, el mar te está llamando para que labres con tus manos el cristal indescifrable de la poesía.
Para Janice, Ana, Casandra, y Christian
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13) Enrique Verástegui PHILOSOPHY Todo -lógica, matemáticas, ciencia- es tu cuerpo, esa razón práctica de Kant, que Hegel, en nombre del Estado, contradice. El Estado es superfluo, y Hegel un patán. El imperativo categórico es orgasmo, es felicidad que brota de tus labios y la ”estructura atómica” -Russell, Wittgenstein- los fundamentos de mi obra. No pensar más que en la diversidad del mundo me enaltece, tanto como las rosas, tu cuerpo, el universo. Ser no Uno sino no dual, y múltiple, puede enemistarme con el mundo pero no con Dios. La Physis griega -el amor y el odio cantado por Holderlin en Empédoclesse complementa con madera y sangre, que traslada minerales, proteína, luz a los ojos. La mente está en la sangre -todo el cuerpo- y no sólo en el cerebro como creen obtusos materialistas que no han estudiado a Einstein. El cuerpo es cosmos desatado. Corazón y luna se equivalen tanto como cerebro y sol mientras gramática y matemática rotan en la sangre. Así, los átomos son humedad y fuego, tienen forma redonda y sus cargas eléctricas, protones y neutrones, interactúan como día y noche donde la gravitación universal se sintetiza en semilla, flor, y fruto. La filosofía profetiza felicidad a los hombres, pero el hombre vulgar sufre.
EPISTEMOLOGY BY TV I II Asisto a una clase de filosofia Pasar el invierno en torno a una fogata leyendo a Descartes. paladeando lentamente cerveza helada. Cabalgar en campo traviesa con una espada desenvainada Mi alka-seltzer es la razón, que embellece al mundo parece ser un ejercicio de juventud. tanto como el mercado envilece la política. Poetas cantándole a las muchachas Ni Bacon -que sensibilizó la inteligencia- ni Hume, que los filósofos comprenden como plenitud. que privilegió la poesía, Se me ha prohibido hacer filosofía, ni Berkeley, que sustituye al objeto con la idea, esto es, se me ha prohibido pensar ni Locke, luchando contra la intolerancia, en el empirismo, cuando de lo que se trata es de organizar el caos. mientras que en el racionalismo Descartes, que enfrenta al espíritu contra el cuerpo, o la natura naturans de Spinoza, o la mónada de Leibniz se unifican en Kant ni Hegel aunque Verástegui funda La matemática del tiempo dorado. No estoy borracho ni sobrio. Sólo una ebriedad tan delicada como el perfume de una rosa. Te conozco a través de Internet, te extraigo de la pantalla, te llevo a un hostal. Tu cuerpo es una rosa, un verde ópalo tumultuoso, un trago de cerveza. La interpretación de tu cuerpo es epistemología: Yo.
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14) Isaac Goldemberg LECCIÓN DE ARTE Adinerado, el arte pintaba desde una vieja y distinguida mansión campestre llena de imágenes fantasiosas. Angeles y demonios lo acechaban por todas partes, pérdidas irrecuperables. Afuera sucedió una guerra y luego otra. Su anterior paleta de colores dejó paso a tonalidades oscuras y efectos tenebrosos. Otro día subió hasta el techo del gran salón para decorarlo. Este trabajo estuvo impregnado de un humor y una fantasía salidos de su subconsciente. Sombras y luces hacían resaltar la dignidad solitaria de las cosas. La infancia fue un río en el que le gustaba sumergirse para enseñar su otra cara, pesadillas que determinaron su definitiva consagración universal.
RETRATO Se le vio como una silueta trémula, ajustándose los anteojos, meditando y actuando. Se le vio prudente, cauteloso, tímido, disimulador, con unos ojos que no desmentían la angustia de aquellos antepasados suyos planetarios. Se diría que pesaban sobre sus hombros todas las preocupaciones de la especie humana, las angustiosas dudas de la multitud acorralada en la Tierra. Estaba lleno de pequeños recelos y de pequeñas osadías. Era tímido y de ahí las audacias naturales de los tímidos: Se lanzaba y se ocultaba, se escondía y preparaba nuevas embestidas; era una verdadera linterna sorda, una linterna que ocultaba la llama sin apagarla. Todo eso se revelaba en sus innumerables pseudónimos, en los que tenía y en los que no se sabía que tenía y en los que habría de tener. Se le vio incoordenado y difuso. Se le vio intentando hacer desaparecer ese rostro humano que lo perseguía, a ese modesto ser que acabaría asesinando. Se vio al humano esperando un acontecimiento vinculado con una historia real o imaginaria. Y es que en él todo era confusión, desgarro, imposibilidad de ser. Se le vio pretendiendo encontrar el centro absoluto, sin poder llegar a ser otra cosa que una nada rodeada de todo. Se le vio pretendiendo arrancarse los párpados Abriéndolos y cerrándolos en el drama de la desaparición. 77 paralelosur
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1-Diego Lazarte (Lima, 1984) Estudia derecho en la UNMSM. Ganador de los juegos florales de poesía Jorge Basadre Grohman 2003 con su poemario La clavícula de Salomón (UNMSM, 2003). Asimismo, ha quedado finalista en el concurso José María Eguren (Nueva York, 2004) con el mismo poemario. Próximamente publicará Diario de navegación por la editorial Campo de Gules. ··································································· 2-Andrea Cabel (Lima, Perú, 1982) Es egresada de literatura hispánica por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado poemas en revistas literarias limeñas como Pelícano (nº2), Casa de citas (nº2), Cambio de letra (nº2) y La tortuga ecuestre. Ha participado del proyecto Panamericana [Poetes americanes nascudes a partir de 1976] de la revista SèrieAlfafulls temporals d’art i literatura (Valencia-España). Ha sido publicada en Claroscuro (Lima-Peru) y en la Antología de Poesía hispanoamericana de la revista Noise (Australia). Ha publicado Las falsas actitudes del agua (Lima, 2006) que mereció en primer premio del concurso Esquina de Papel organizado por el Centro Cultural España (cede Perú) y la Municipalidad de Lima. ··································································· 3-Cecilia Podestá (Ayacucho, Perú 1981). Nació en Ayacucho. Ha publicado Fotografías Escritas, (Premio Dedo Crítico de Poesía 2002), la pieza teatral Las Mujeres de la Caja (Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos) y la plaquette Tranvías (Díptico Ediciones). Antologada en Los Nuevos (Universidad Científica del Sur. Lima, Perú). Estrenó las obras teatrales Las Mujeres de la Caja y Placebo, bajo su dirección escénica, y La Repisa de los Juguetes Vacíos, dirección de Sara Joffré. Ha publicado recientemente La Primera Anunciación, bajo el sello Ajos y Zafiros. Dirige el sello editorial Tranvías Editores. ··································································· 4-Salomón Valderrama Cruz nace en abril de 1979 en Chilia, Departamento de La Libertad (Perú). Realizó estudios en la Universidad Nacional Federico Villarreal y Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Aparece su primer libro de poemas Encrucijada el año 2002 y, en el 2003, Anemómetro. Ha sido publicado en revistas y otros medios de difusión literaria de Perú, Argentina, Chile, Brasil, Venezuela, Colombia, Estados Unidos, México, El Salvador, España, Puerto Rico, Canadá, Francia y Alemania. Actualmente es Director de la revista Antínfeliz y está por publicar el libro Facción de imperdido al arte. ··································································· 5) Jerónimo Pimentel (Lima 1978) Bachiller en periodismo en la Pontificia Universidad Católica de Perú. Colabora con diversas revistas. Ha publicado el poemario Marineros y boxeadores (Santo oficio, 2003). Juan Hishimoto Venturo (1974) Nació y creció en Lambayeque, donde se crió con su madre. Su padre murió cuando bordeaba los 5 años de edad. En 1997 publica su primera plaqueta, Bitácora de Viaje, cuya edición artesanal (150 ejemplares) es hoy inencontrable. Su segunda entrega, Pena de extrañamiento, publicada a los 22 años, ganó el Premio Municipal de Poesía de Chiclayo. ‘Un Consejo’ pertenece a esta obra. Luciano Fernández (1973) Historiador, muchas de las temáticas que aborda Fernández en su obra poética (Tulipanes y Chimeneas -1992-, y Luces Ígneas -1994-) están indefectiblemente unidas a su labor académica. Una de las teorías que arguye es la de la ”ramificación desestructurada”, que consiste en entender a todas las manifestaciones culturales de una sociedad como parte de un todo. Ha sido calificado de “neomarxista demodé” y ”precursor trasnochado”. Algunos críticos le han señalado, además, cierta irremediable manía por apropiarse poemas de otros con descaro. Este fue publicado en la revista Fársasis Tripoidal #11. ··································································· 7) Paul GuillénPaul Guillén (Ica, 1976). Publicó los libros: La muerte del hombre amarrillo (Lima: Sarita cartonera, 2004) y La transformación de los metales (Lima: trípode, 2005). Actualmente, forma parte del consejo editorial de El billar de Lucrecia (México). ··································································· 9) Victoria Guerrero (Lima, 1971) Ha publicado los libros de poesía: De este reino (Lima: Los Olivos, 1992), Cisnes estrangulados (Lima: Cuernoempanza editores, 1996), El mar, ese oscuro porvenir (Lima: Santo Oficio, 2002) y Ya nadie incendia el mundo (Lima: Estruendomudo, 2005). Poemas suyos han aparecido en Poetas mirando al sur (Madrid: Torremozas, 2004) y Antología de poetas peruanos (Buenos Aires: Eloísa Cartonera, 2004). Dirige la revista Intermezzo Tropical. Tri/bulaciones del sujeto des/centrado latinoamericano. En la actualidad, vive, estudia y escribe su tesis en la Universidad de Boston. Se interesa también por la fotografía, y su trabajo ha ilustrado discos y revistas de música. ··································································· 10) Miguel Ildefonso: Lima, 1970. Estudió Literatura en la Universidad Católica del Perú e hizo una Maestría en la Universidad de El Paso, Texas. Perteneció al grupo poético Mundana Laetitia. Ha publicado los libros de poesía: Vestigios, Canciones de un bar en la frontera, Las ciudades fantasmas, m.d.i.h. y Heautontimoroumenos. En el 2005 publicó el libro de relatos El Paso con el que ganó el Premio Nacional de Cuento de la Asociación Peruano-Japonés (2005). Codirige la revista de Literatura Pelícano. Ha ganado los premios: Primer Premio Poesía Juegos Florales Universidad Católica (1995), Primer Premio Juegos Florales Poesía El Paso- Texas University (2001), Primer Premio Copé de Oro Poesía (2002) y el Concurso de Cuento “Alfredo Bryce Echenique” (2003).
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11) Willy Gómez Migliaro (Lima-Perú, 1968). Poeta y profesor de literatura. Ha dirigido las revistas de poesía Polvo Enamorado (1990-1992) y Tocapus (1993-1996). Asimismo ha publicado los libros de poesía Etérea, Nada como los campos y La breve eternidad de Raymundo Nóvak, todos bajo el sello Hipocampo Editores. Sus poemas han aparecido en diferentes antologías como La letra en que nació la pena, muestra de poesía peruana 1970–2004, cuya selección estuvo a cargo de Maurizio Medo y Raúl Zurita (Santo Oficio editores 2004), y Caudal de piedra, veinte poetas peruanos, elaborada por Julio Trujillo (Fondo Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2005). ··································································· 12) Maurizio Medo, Lima 1965. Ha publicado entre otros libros de poesía: Travesía en la calle del silencio – que le valiera el Premio Nacional de Poesía “Martín Adán 1986”- y Cábalas (ambos en 1988) En la edad de la memoria (1990) y Trance (1998) Luego seis años reapareció con Limbo para Sofía – que le valiera el Premio de Poesía José María Eguren 2006 –El hábito elemental y Manicomio. También editó junto a Raúl Zurita la Muestra de poesía peruana “La letra en que nació la pena” y junto a Eduardo Milán publicó en México el libro de reflexiones “Escribir contra la pobreza: poesía latinoamericana actual”. ··································································· 13) Eduardo Chirinos nace en Lima, Perú, el año 1960. Es licenciado en Literatura y lingüística por la PUCP. Se doctoró en Estados Unidos con una tesis sobre el silencio en la poesía hispanoamericana contemporánea. Desde entonces ha sido catedrático en universidades de Lima, Nueva York, Pennsylvania y Montana, ciudad donde vive actualmente. Ha publicado Cuadernos de Horacio Morell (Lima, 1981), Crónicas de un ocioso (Lima, 1983), Archivo de huellas digitales (Lima, 1985), Sermón sobre la muerte (Madrid, 1986), Rituales del conocimiento y del sueño (Madrid, 1987), El libro de los encuentros (Lima, 1988), Canciones del herrero del arca (Lima, 1989), Recuerda, cuerpo... (Madrid, 1991), El techo de la ballena (Lima, 1991), Infame Turba. Poesía en la Universidad Católica 1917-1997 (Lima, 1997), Raritan blues (antología personal 1978-1996) (México, 1997), La morada del silencio (Lima, 1998), El equilibrista de Bayard Street (Lima, 1998), Naufragio de los días (Sevilla, 1999), Amores y desamores 35 poemas (Lima, 1999), Abecedario del agua (Valencia, 2000), Epístola a los transeúntes (Lima, 2001), Breve historia de la música (Madrid, 2001), Derrota del otoño (Ciudad de México, 2003), Escrito en Missoula (Valencia, 2003), El Fingidor. Revista de Literatura (Lima, 2003), Elogio al refrenamiento. Antología de José Watanabe (Sevilla, 2003), Los largos oficios inservibles (Lima, 2004), Nueve miradas sin dueño. Ensayos sobre la modernidad y sus representaciones en la poesía hispanoamericana y española. (Lima, 2004), No tengo ruiseñores en el dedo (Valencia, 2006). ··································································· 14) Miguel Ángel Zapata. Poeta y ensayista peruano, ha publicado entre otros: Asir la forma que se va. Nuevos asedios a Carlos Germán Belli (Lima, 2006), Mario Vargas Llosa and The Persistence of Memory (Nueva York, 2006), Iguana (FCE, 2006), A Sparrow in the House of Seven Patios (versión bilingüe de su poesía reunida) (Nueva York, 2005), El Hacedor y las palabras. Diálogos con poetas de América Latina (FCE, 2005), El cielo que me escribe (Lima, 2005, México, 2002), Moradas de la voz. Notas sobre la poesía hispanoamericana contemporánea (Lima, 2002), Nueva poesía latinoamericana (UNAM, 1999), Metáfora de la experiencia. La poesía de Antonio Cisneros (Lima, 1998), Lumbre de la letra (Lima, 1997), Poemas para violín y orquesta (México, 1991). Es profesor principal en Hofstra University, Nueva York, desde donde dirige Hofstra Hispanic Review- Revista de Literaturas y Culturas Hispánicas. ··································································· 16) Enrique Verástegui nació en Lima en 1950. Estudió Economía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima y Sociología de la Literatura en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París. Obtuvo la prestigiosa Beca Guggenheim. Ha publicado En los extramuros del mundo, Ensayo sobre ingeniería, Teorema de Yu, y la tetralogía Ética, de 1200 páginas. También ha publicado libros de ensayo, como El motor del deseo: dialéctica y trabajo poético, Apología pro totalidad: ensayo sobre Sthephen Hawking, y El modelo del teorema: curso de matemáticas para ciberpunks. ha publicado también la novela Terceto de Lima, y tiene inédita la novela El sueño de una primavera de occidente. ··································································· 17) Isaac Goldemberg nació en Chepén, Perú, en 1945 y reside en Nueva York desde 1964. Ha publicado tres novelas, un libro de relatos, doce libros de poesía, tres obras de teatro y una antología: El gran libro de América judía. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y publicada en numerosas revistas y antologías de América Latina, Europa y los Estados Unidos. Sus libros más recientes son Tierra de nadie (relatos, 2006), La vida son los ríos (antología personal, 2005) y Los Cementerios Reales (poemas, 2004). Actualmente es Profesor Distinguido de Hostos Community College de la City University of New York, donde también dirige el Instituto de Escritores Latinoamericanos y la revista Hostos Review.
ENTREVISTA [
Guillermo Arriaga . Luis García
Imagewriter Entrevista a Guillermo Arriaga por Luis García
Guionista aclamado de los filmes Amores perros, 21 gramos y Los tres entierros de Melquíades Estrada, Palma de Oro al mejor Guión en el Festival internacional de cine de Cannes, presenta Guillermo Arriaga en Retorno 201 (Paginas de Espuma, 2005) una colección de relatos cercanos al lenguaje cinematográfico, no exentos de la crudeza y verosimilitud que se le debe exigir a todo narrador. Y es que como el propio autor dice, «contando las historias de los seres humanos se puede festejar los hondos dolores de la vida». Luis García. -Empecemos por el principio. ¿Cuándo y cómo empezó a escribir Guillermo Arriaga?. Guillermo Arriaga. -Empecé a escribir desde niño. Siempre me sentí más a gusto con la palabra escrita. Por suerte en la secundaria impartían un curso de teatro obligatorio. Eso me llevó a leer a los grandes dramaturgos y a montarlos en escena. Antes de los quince años ya había actuado y dirigido en más de veinte obras. A los quince escribí una obra de teatro. La ensayé con un grupo de actores para montarla por más de seis meses. Unos días antes del estreno todos me pidieron que, o cambiaba el final, o nadie la actuaba. Me negué a cambiarlo y me quedé sin obra. Luego escribí para un periódico infantil, cuentos para niños. El primer pago que recibía por escribir. De ahí empecé con guiones de radio y televisión. Con ello ayudé a pagar mi carrera. A los 24 años tuve una infección en el pericardio, la membrana que rodea el corazón. Nada serio si uno toma medidas. Pero yo no. Descuidé el dolor en el pecho y me seguí preparando como boxeador. Se complicó y tuve que irme dos meses a la cama. Ahí decidí que sería escritor: no quería morirme sin antes dejar una obra que le diera sentido a mi vida.
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L.G. -Usted es mas conocido como hombre de cine que como narrador. ¿En qué terreno se encuentra más a gusto? G.A. -Me considero un escritor en todo el sentido de la palabra y que escoge el medio más adecuado para narrar sus historias: el cuento, la novela, el guión. De hecho siempre he dicho que escribo novelas para cine –no guiones-, ya que pongo el mismo cuidado en el lenguaje, en la estructura, en la construcción de personajes que en una novela. L.G. -Lo que no cabe duda es que sus relatos son muy.... ¿cinematográficos quizás? G.A. -No creo que mis relatos sean cinematográficos, al contrario, los considero literatura pura, con un énfasis en el lenguaje, pero sobre todo, en la humanidad de los personajes. No creo en la literatura en la cual el lenguaje es lo más importante. Es un elemento de expresión, no un fin en si mismo. Lo que intenté con mis cuentos es explorar las contradicciones de lo humano.
L.G.- Y crueles, terriblemente crueles, como la vida misma. Lilly me ha sorprendido por su crudeza, ¿cómo nació el relato? G.A.- Lilly nació de cosas que observé cuando niño. No necesariamente tiene que ver con lo que sucedió en realidad, es un reelaboración. La idea de escribir un cuento sobre algo que conocía surgió de la lectura del personaje de Benjuí, en El Sonido y la Furia de William Faulkner.
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L.G. -¿Y que hay de autobiográfico en sus relatos? G.A. -Hay mucho y hay nada de autobiográfico en mi obra. Mucho porque uso mi experiencia vital para contar, y poco, porque lo escrito no es un crónica, sino una invención literaria. Lo que a mí me interesa con toda mi obra es que el lector diga: tiene calle y sabe de lo que está hablando. L.G. -Lenguaje visual, lenguaje narrativo, ¿qué busca en la literatura Guillermo Arriaga? G.A. -Lo que más busco es el lenguaje que mejor me ayude a contar una historia en particular. En Lilly fue la narración múltiple de los personajes, en En la oscuridad, la primera persona. Siempre he creído que cada historia empuja a un modo distinto de ser contada. L.G. -Usted es además de escritor de relatos, si me permite, lo podríamos llamar «narrador de historias», ¿una especie de notario de la vida? G.A -Me considero un contador de historias nato con una preocupación central en las paradojas de la experiencia humana. Entiendo el mundo narrándolo. Si no cuento historias el mundo sería incomprensible para mí.
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L.G. -¿Cómo nació Retorno 201? G.A. -Después de recuperarme de la infección en el corazón me puse a escribir como loco. Retorno 201 está inspirado en la calle en la que crecí, en la colonia Unidad Modelo, del D.F. Una calle brava y acogedora a la vez. Ahí jugué de niño, me peleé (perdí el olfato a los trece de tanto pelearme), me divertí. Mucho de lo que sé en la vida lo aprendí en esa calle. La mayor parte de los cuentos de Retorno 201 los escribí a los 24 años. Ahora que los publiqué procuré no corregirlos y dejar constancia de lo que eran mis preocupaciones vitales y estilísticas entre mis 24 y mis 28 años. L.G. -¿Volverá a la literatura? Porque doy por hecho que si lo hará al cine.... G.A. -Seguiré escribiendo cine un rato más para luego dedicarme por completo a la literatura. L.G. -¿Cuáles son sus referentes literarios? G.A. -Mis maestros son: Juan Rulfo, William Faulkner, William Shakespeare, Pío Baroja, Martín Luis Guzmán, Hernando Téllez, Ernest Hemingway, Sam Shepard, Stendhal. L.G. -¿Y que esta escribiendo actualmente Guillermo Arriaga? G.A. -Estoy escribiendo una novela, Los Sapitos, y un nuevo guión.
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Vicente Verdú . por Max Hidalgo/Andreu Jerez
Ya no somos ciudadanos, sino consumidores Entrevista a Vicente Verdú por Max Hidalgo/Andreu Jerez
“Han pasado tres años desde que escribí El estilo del mundo, y siete años desde que empecé a concebirlo. Aquellas cosas que escribí ya no nos cogen en la inocencia. Es cierto que hace diez años el discurso publicitario todavía tenía alguna credibilidad, pero hoy en día está completamente desprestigiado junto con el resto de instituciones: la política, la universidad...”. Con estas palabras podría quedar resumido el nuevo vistazo que echa el escritor y periodista ilicitano Vicente Verdú sobre nuestra sociedad: superado en cierto modo el capitalismo de ficción, que, “surgido a comienzos de los años noventa del siglo XX, vendría a cargar el énfasis de la importancia teatral de las personas”, la nueva etapa traería consigo un cambio de paradigma en la cultura: el consumo sigue dominándola, pero la gente ha desarrollado una capacidad de entender el mundo a través de esa cultura consumista. En su nuevo libro Yo y tú, objetos de lujo. El personismo: la primera revolución cultural del siglo XXI (Mondadori), Verdú traza una mirada sobre nuestra sociedad actual: introduce en él nuevas ideas, como el fin de la ciudadanía ––«idea del siglo XIX, muy pervertida y rancia», según Verdú–, y nuevos conceptos, como el “sobjeto” –la mezcla entre objeto y sujeto– o el “personismo” –según el cual el nuevo producto estrella del capitalismo es la persona misma–. Y ello, desde el optimismo: «A pesar de todas las simulaciones de las que estamos envueltos, aquí no sólo importan las cosas, sino también las personas». Durante la entrevista, realizada en el marco del festival “Ganga-à-Porter” celebrado en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) a principios del mes de noviembre, el escritor también tuvo tiempo de abordar otros temas de actualidad como el “Estatut” o la Barcelona post-Fórum. ¿En qué consistiría el cambio de paradigma del que habla en su nuevo libro? La demanda de objetos ha llegado a un límite, comprobándose que más objetos no conducen a mayor satisfacción. Con ello aparece un deseo de degustación del otro (las comunidades virtuales de Internet, por ejemplo) paralelosur 82
en una sociedad que, hasta entonces, había descuidado eso en favor del individualismo, la concentración en uno mismo y la desconfianza hacia el otro. Ahora, en cambio, confías más en el otro que en cualquier institución, pues éstas están desacreditadas. El trato con el otro ahora es diferente. El cristianismo quería hacer del otro el prójimo igual a uno mismo, pero ahora a éste se lo tiene como un objeto. En el libro he introducido, atrevidamente, un término para ello: el “sobjeto”, mezcla del sujeto y el objeto. Así, en Internet uno se relaciona con el otro de modo que le da satisfacción pero sin complicarse la vida con ello. Es lo que han venido haciendo los americanos con los divorcios desde hace tiempo. ¡Aquí nos empeñábamos en seguir con aquella señora o señor toda la vida, mientras que allí no tenían ese problema! Cuando un aparato no funciona, no hace falta buscar a mecánicos: se tira y se renueva. Hoy en día tenemos más posibilidad de trabar contacto con los demás, pero estas relaciones son más efímeras, menos complicadas, muchas veces a distancia. Esa demanda del otro, de sus vicisitudes y avatares, está presente en los reality-shows, en cierto tipo de autobiografías. Es todo aquello que tiene que ver con el consumo de la intimidad del otro. ¿Sería posible la rotura de este sistema de “ficcionalización” o “espectacularización”, o todo lo que parezca en la escena mediática o pública se convierte automáticamente en ficción? Creo que ha llegado el momento de aceptar que somos absolutos espectadores, desde el primer momento. Ya no somos ciudadanos, somos consumidores: y no sólo cuando vamos de rebajas, sino constantemente. Somos consumidores y no ciudadanos. Así, si pedimos que la democracia sea de mayor calidad es porque hemos aprendido a ser consumidores: pedimos calidad en los productos según su precio. Si somos ciudadanos que pagamos impuestos y que a cambio pedimos una democracia y unos servicios sociales de calidad, es porque lo hemos aprendido como consumidores. Esa es una absoluta novedad. En cuanto a espectadores, creo que también hemos pasado de la pasividad a la actividad: la televisión premia la pasivi-
Vicente Verdú . por Max Hidalgo/Andreu Jerez
dad; sin embargo, los nuevos medios de comunicación como Internet o la telefonía móvil permiten una mayor actividad, una mayor productividad del individuo o, al menos, una simulación de la participación. En esa sustitución del ciudadano por el consumidor, ¿no se ofrecería la prueba definitiva del dominio de la esfera económica sobre la política? Sí, eso es lo que digo en mi libro. La política es una farsa: es como aquel cuento del pato al que le cortan el cuello y sigue andando. Los políticos tienen sus propios intereses. La política es una perversidad endogámica, una patología. Y eso tiene mucho que ver con el dominio de la esfera económica sobre la privada. Hay todo tipo de connivencias entre las esferas económica y política. Esto ocurre en todas las democracias occidentales: los intereses económicos son los que guían a la política, y pasa en Francia, en España... La corrupción está en todas partes. ¿Y cómo podemos actuar como consumidores? La idea de ciudadano es una idea del siglo XIX, muy pervertida y rancia. La época en la que el consumidor no había madurado como tal ha sido la del máximo abuso sobre ciudadano. Las únicas esperanzas que hay de mejorar la sociedad son a través de un consumidor exigente. Entonces, ¿la única manera de manera de influir en el poder y sus mecanismos es a través del consumidor consciente de su naturaleza de consumidor? Claro: te enteras que Nike está desarrollando unas malas prácticas empresariales y no les compras productos. Se puede disturbar a los políticos a través del boicot a los productos de las empresas que les apoyan. ¿Qué relación guarda el nuevo libro con las ideas que aparecen en El estilo del mundo? El capitalismo de ficción tiene ahora como producto estrella al otro, a la persona. A ello le llamo “el personismo”. El capitalismo de ficción crea la ficción del regreso a la persona. Después del hiperindividualismo de los años 90 pasamos al “personismo”, que sería una vuelta a la persona
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en tanto que simulación, que ficción. La idea de reivindicar la persona, el individuo solitario, parece que ya no sirve. Cada uno buscará sus microcosmos, sí, pero no cual las familias tradicionales, sino microcomunidades con una gran libertad interior como mejor modo de convivencia. De hecho, esta “desterritorialización” de la que habla sería fruto de unas necesidades de mercado, que necesita el movimiento de cierta mano de obra. La idea de que el trabajo estaba en tu pueblo ha saltado en pedazos. Todo ello no es aún tan evidente en España. Y seguramente aquí, y en el mundo latino, esto tome una deriva diferente. Se trata de que así como hemos visto tantas copias del modelo anglosajón y americano en otros asuntos de la vida, a este respecto también pasará aquí algo parecido. Así, en EEUU sólo el 10% de la población trabaja en manufactura; el resto, en servicios, y muchos de ellos servicios informáticos, que podrían estar situados en cualquier parte. ¿Esta “segunda realidad” que crea el capitalismo de ficción, no podría provocar un desengaño en la gente al enfrentarse a ella? Han pasado tres años desde que escribí El estilo del mundo, y 7 años desde que empecé a concebirlo. Estas cosas ya no nos cogen en la inocencia. Es cierto que hace diez años el discurso publicitario todavía tenía alguna credibilidad, pero hoy en día está completamente desprestigiado junto con el resto de instituciones: la política, la universidad. Todas las instituciones se han ido a pique. Por eso habla Touraine del fin de lo social. Sobre le tema del Estatuto y la polémico entorno a la palabra “Nación”, ¿cree que las naciones también forman parte de ese capitalismo de ficción, son una parte más en la construcción de las identidades individuales? Todo esto del tema del Estatut no es más que una impostura. En cuanto al tema de la identidad catalana, creo que no es más que una cuestión de conseguir más poder para las gentes del gobierno autónomo. Además, o tienes o no tienes tu propia identidad, pero ir a pedir que te la reconozcan en 83 paralelosur
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Vicente Verdú . por Max Hidalgo/Andreu Jerez
Ladino de Joan de la Vega. Trea, 2006. Reseña de Eduardo Moga
Madrid me parece patético. Otra idea que se me ocurre al respecto, es que Cataluña esté perdiendo su propia identidad: sólo cuando empiezas a perder la salud, te empiezas a preocupar por ella. En El estilo del mundo afirma que los deportes de riesgo nos acercan a la muerte: ¿quizá sea esta una forma de acercarnos a ella al tiempo que esquivamos a la muerte tal y como es: es decir, el final absoluto de nuestra vida? La vivencia trágica de la muerte es una cosa completamente ajena a nuestra sociedad. Vivimos en una absoluta comedia: la sociedad del consumo es una sociedad del género de la comedia. La sociedad del capitalismo de producción era una sociedad trágica. Antes el sacrificio, la represión, era la energía de producción: cuanta más represión, más ahorro; y cuanto más ahorro, más capital para invertir. Esa contención era una fuerza de progreso. Ahora, en cambio, el placer es la energía que desarrolla la sociedad a través de esa manifestación extrovertida del consumo, del placer. Si no el consumo de productos, sí el de experiencias. Por último, y ya que nos encontramos en Barcelona, ¿cree que el Fórum de las Culturas supuso una apoteosis de la “ficcionalización”? No hay que darle tantas vueltas: el Fórum fue un montaje totalmente vacío con propósitos meramente especulativos. Estuvo vacío desde el primer momento porque no sabían ni lo que allí querían hacer. Concederle al Fórum más tiempo desde una perspectiva teórica es perder el tiempo. Creo que no fue más que un movimiento especulativo que después intentaron revestir. Como pasa con Terra Mítica en Valencia, por ejemplo. La Torre Agbar marca el cambio entre la antigua Barcelona y la que va a ser en el futuro, la que ya empieza a ser: en lugar de construir una ciudad de convivencia y de autorespeto se va hacia una Barcelona del espectáculo. Barcelona va hacia su conversión en un “Superbenidorm”, es la ciudad de España que más turismo recibe: ya no te puedes tomar una tapa tranquilamente.
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BARROCO MODERNO Un rasgo formal unifica estos tres libros, los primeros de Joan de la Vega (Santa Coloma de Gramenet, 1975), agrupados en Ladino: el uso del poema en prosa, por lo general breve y rotundo, de aires gamonedianos. En Ixtab, las composiciones adoptan suaves –y ocasionales– perfiles versales: del bloque compacto surgen, a veces, como versículos. En Ipalnemoani, la parte final de la trilogía, los poemas se alargan perceptiblemente. El poema en prosa constituye un rasgo de modernidad: su discurrir exonerado de las pautas métricas, rítmicas o estróficas tradicionales se adapta mejor al fluir del pensamiento y transcribe con mayor nitidez la respiración del poema en construcción, que es lo mismo que decir de la conciencia en construcción. Otra característica llama la atención en Ladino: la adjetivación poderosa. Los epítetos de Joan de la Vega no buscan meramente calificar a los sustantivos a los que acompañan, sino muscularlos, subrayarlos con violencia. Al poeta le gusta practicar los contrarios; por eso hallamos frecuentes oxímoros: «grito estático», «nocturno día», «luz negra». La poesía de Joan de la Vega aspira a repujar la realidad, a hacer más viva la vida, a dotar de pasión y sentido a lo que decae o palidece. Es una poesía tensa y desesperada, sabedora de que todo fluye, de que todo se desmiente y escapa, y que quiere retener, habitar, respirar cuanto lo rodea. Quizá por eso también practica aliteraciones, puntadas sonoras que aspiran a traer a la página el sonido verdadero de lo evocado: «Zurzo el cuerpo vagabundo del cierzo»; «y el temor: rumor de olas en la retina sin lumbre». El rasgo principal de Ladino es, no obstante, la violencia de su dicción. En sus poemas abundan términos como «vacío», «muerte», «ausencia», «nada», «sangre» y, en general, palabras con connotaciones negativas, de ruptura o confrontación. Así reza un poema de Ipalnemoani: «Las heces coronan el silencio de la calle. Enmudecen los úteros de las sombras. / La memoria aguarda la nada. La nada nace en la luz. / La luz muere de luz. Luz fratricida». Es significativo que Ixtab, el título de su segundo poemario, sea el nombre de la diosa maya del suicidio. También que abunden los términos compuestos por el prefijo «des–», como signo de pérdida o desposesión: «En tierra de nadie desmenuzo desalientos, para pronunciar el nombre del dios deseado al descubierto», reza un poema de Ixtab. Cabe reseñar asimismo la referencia, explícita, al Unamuno más desgarrado: «¿Qué debo hacer con este resentimiento del sentimiento trágico de la vida?», lo que nos lleva a otro de los motivos que aletea en estas páginas: el aliento de Dios, la pugna con la fe, acaso como des-
Eduardo Moga
afío, acaso como salvación. En Inti-huatana son remarcables las imágenes asociadas al naufragio –“el arte de naufragar”, “la luz del naufragio”–, que también aparecen en Ipalnemoani, donde se integran en un conjunto de poemas de tema marino. El mar, antiquísima metáfora, representa simultáneamente la libertad y la muerte, el amor y el dolor, el tiempo y la extinción del tiempo. Ciertos motivos o temas aparecen de forma recurrente, como ventanas en el pozo de oscuridad que es Ladino, como hebras que constituyen el ser o como puntos de fuga, hacia los que se dirige la voluntad reconcentrada del poeta. En primer lugar, la memoria, en particular de la infancia y la adolescencia, espacios de pureza, libres de dolor. En uno de los primeros poemas de Inti-huatana, apoyándose en un sintagma que es, en realidad, el título de un libro de uno de sus poetas tutelares, Emilio Prados, escribe: «Desde un cuerpo perseguido se presienten –con gran exactitud– los nombres propios del recuerdo». En segundo lugar, el amor, siempre con un fuerte componente erótico, y siempre quejoso de la ausencia y el desengaño, lo que constituye otro polo de tensión: de sufrimiento. En esta pieza de Ipalnemoani, la evocación amorosa se sustenta en un uso muy pertinente del lenguaje local: «¿Quién se interpone a la visión de ti, torso de guardabarranco, dédalo de sacuanjoche, milpa de maíz? Tu rostro náhuatl nada en los márgenes de mi voz».
] CRÍTICA
los neones, el de los pubs y los transeúntes que pasan, espectrales, por las aceras. El mundo de la urbe se constituye en correlato objetivo de su interioridad: significa, con su carácter laberíntico y cerrado –y generalmente nocturno–, su propia confusión y su propio abandono. No hay en él deliquios rurales, sino un descarnado vagabundear por las suciedades de la ciudad, en cuya descripción –basuras, excrementos– se advierten ecos del Leopoldo Mª Panero más escatológico. En Ixtab esta ciudad es Managua, a cuyo manifestarse en la página coadyuvan numerosos nicaragüesismos. La noche, a la que llegamos por la vía de la oscuridad, pero también por la vida canalla recogida en muchos poemas, nos abre los motivos del sueño y del despertar, que vinculan a Joan con la estética surreal, libérrima e indagatoria. Un último rasgo caracteriza la poesía de Ladino, vinculándola asimismo con la contemporaneidad: la reflexión metapoética. De la Vega es consciente de estar escribiendo; sus poemas hablan, pues, de sí mismos, de su enigmática e instantánea constitución, además de hablar de muchas otras cosas: «A raíz del poema, del otro, me esquivo. Niego el verbo a la mirada. Sorbo el muñido del aire...», dice la primera pieza de Ipalnemoani. Y en Inti-huatana encontramos un poema en gallego, como también los escribieran Lorca y Valente.
En tercer lugar, los ojos y la luz. Ladino es una voz que mira, una poesía que ve. Casi todos sus poemas aluden a lo cromático y lo visible, a lo luminoso o lo oscuro: otro modo de aprehender la realidad. Las pupilas del poeta son membranas fotosensibles; es más, son prensiles, como manos. En Ixtab, por ejemplo, leemos: «Ojos que no atrevo a mirar fijamente, que han desgastado el aliento. / Ojos que hablan de piedras rotas en los rostros de la noche, que perforan océanos de luz para buscarse. / Ojos que no hallarán las respuestas de un hombre aguado». Los motivos del amor y de la luz se aúnan en un viejo tópico, de origen trovadoresco, que aparece en varios momentos del libro: la albada, el lamento por la llegada del amanecer, que rompe el hechizo de la noche con la amada. En Intihuatana encontramos esta composición, que no por casualidad lleva el epígrafe «coitus»: «De madrugada, un sexo herido brama oscuridad. Sin lugar a luz». Por último, la ciudad: De la Vega es un poeta urbano. Su mundo es el de las calles y las plazuelas, el de los bares y 85 paralelosur
CRÍTICA [
Julieta Yelin · Víctor Charneco
Compañero del viento de Abbas Kiarostami
La tentación del fracaso de Julio R. Ribeyro.
Ediciones del Oriente y del mediterráneo.
Seix Barral, 2003. Reseña de Víctor Charneco.
Reseña de Julieta Yelin
LA POESIA PLÁSTICA DE ABBAS KIAROSTAMI Lo conocíamos como cineasta y como fotógrafo. Es hora de conocer al Kiarostami literato. Y el género no podía ser otro que la poesía. Compañero del viento (Ediciones del oriente y del mediterráneo) es una reunión de más de 200 poemas breves donde desfilan algunos de los temas comunes de la poesía lírica persa como los placeres de la naturaleza o los misterios que gobiernan el sentido del hombre. Kiarostami recoge momentos particulares de un paisaje, del quehacer cotidiano y les infunde una fuerza devastadora. Es, como señala Clara Janés en el prólogo del libro “... el don del poema breve, se llame haiku (Japón), koçuk o koçma (Turquía), sach’ (Arabia preislámica) o josravaní (Irán)...”. De hecho, los temas son similares a los de la tradición japonesa del haiku, pero quizás aquí encontramos un mayor acento en lo trascendental. Los ojos del cineasta -y sobre todo del fotógrafo- conducen a una poesía visual, plástica, resultado del don de la observación paciente de los detalles o las cosas “insignificantes” pero que son las de mayor carga emocional y poética. Uno tras otro, desfilan estos poemas como en una sesión de hipnosis en la que se nos inundara con imágenes sencillas, puras, cuya belleza pasa desapercibida habitualmente ante el letargo vital que padecemos. Esta forma especial de ver las cosas confiere una dimensión casi mística a los poemas, estableciendo un vínculo de unión con uno de los poetas persas más importantes del S. XX, Sohrba Sepehrí. Tras la lectura de cada grupo de versos sobreviene un fogonazo de claridad, de sosiego y sentimos la reconfortante alianza con los elementos naturales, con lo primigenio, para acabar de comprender que no es tarde para recuperar el diálogo perdido con la naturaleza.
Tuvo a su alcance todas las posibilidades para ser el más grande, y es uno de los imprescindibles del relato corto, pero se vio incapaz de imponerse en la contienda consigo mismo. Julio Ramón Ribeyro se pasó la vida a medio camino entre su deseo de escribir y la tentación del fracaso con la que decidió titular sus diarios (Seix Barral, 2003). Por eso, en las páginas que integran estos cuadernos, bellas y sombrías, se aprecia la pelea entre una voz que pugna por dejarse oír y el carácter bohemio y un tanto desidioso de su propietario. Desde sus líneas, se dibuja el perfil de un hombre generoso, tímido y, en demasiadas ocasiones, entregado a los excesos del alcohol; un genio torturado por la imposibilidad de imponerse su propio criterio, pero alguien con la inquietud de un universo completo por transmitir. Al final, este contradictorio peruano firmó un par de novelas, una obra de teatro y la cantidad suficiente de relatos como para convertirse en uno de los grandes referentes, no sólo de Perú, sino de toda la literatura iberoamericana. A él se acercaban los que soñaban con ser escritores, y a todos les brindaba el calor de su amistad, quizás porque, como dejó escrito en estas páginas estremecedoras, “un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra”.
Los girasoles El cuervo negro cabizbajos murmuran con sorpresa se mira así mismo en el quinto día nublado en el campo cubierto de nieve Las coloridas frutas en el silencio de los vestidos de luto
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