A Orillas del Duero; Antonio Machado Ruiz

Literatura española. Poesía. Poemas. Biografía del autor. Estructura poética. Métrica. Rima. Funciones del lenguaje. Campos semánticos. Recursos literarios

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COMENTARIO DE TEXTO DEL POEMA ORILLAS DEL DUERO DE ANTONIO MACHADO RUIZ Literatura Española APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE ANTONIO MACHADO RUIZ Antonio Machado Ruiz: la persona Antonio Machado Álvarez −abogado y notable folklorista− y Ana Ruiz tuvieron al segundo de sus nueve hijos, Antonio Machado Ruiz, en la ciudad en que residían, Sevilla, el 26 de julio de 1875. Parece que el ambiente reinante en el hogar durante la infancia de Antonio era ciertamente culto. Así, Antonio aprendió a leer con el Romancero general que había publicado su tío abuelo Agustín Durán y que su padre reeditó años más tarde, y su abuela Cipriana de Álvarez les leía, a él y a su inseparable hermano y amigo Manuel, apenas un año mayor que él, la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer. Antonio Machado Ruiz vivió en Sevilla únicamente durante su más tierna infancia y, sin embargo, los recuerdos de esa ciudad aparecen a lo largo de su obra poética. En 1883, cuando Antonio cuenta sólo ocho años de edad, toda su familia se traslada a Madrid, donde se presentan buenas perspectivas laborales tanto para el abuelo, Antonio Machado Núñez, como para el padre de Antonio. Allá en Madrid cursa sus estudios primarios en el Instituto Libre de Enseñanza, centro de tendencias liberales concordantes con la ideología de su padre y su abuelo, y el bachillerato en el Instituto San Isidro (hasta 1890) y en el Cardenal Cisneros a partir de esa fecha. Antonio no destacó especialmente como estudiante, si bien terminó los cursos puntualmente. Por diversas razones, Antonio Machado no cursó estudios universitarios hasta 1917, año en el que comenzó por libre la licenciatura de Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid, mientras residía en Baeza. Su expediente universitario si fue, al contrario que el de sus estudios anteriores, ciertamente brillante. Ya desde pequeño muestra Antonio una cierta afición por el teatro, que más tarde se convertiría en vocación literaria, tanto poesía como prosa. Puede resultar curiosa, sin embargo, la afición de Antonio por la naturaleza y el campo, apoyada probablemente por algunos de los profesores del Instituto Libre de Enseñanza a los que verdaderamente estimó y admiró. De esa afición naturalística llegó a escribir "que le atraía más incluso que el arte" (Prólogo a Campos de Castilla, 1917). Tras las muertes sucesivas de su padre (1893) y su abuelo (1896), Antonio y Manuel Machado se ven obligados a ponerse a trabajar en serio, participando en la elaboración de algunos libros lingüísticos y trabajando Antonio como traductor de textos franceses. En Madrid vive Antonio durante su juventud una intensa vida, tanto literaria como nocturna. Allí asiste frecuentemente a tertulias literarias y colabora en varias revistas (La Caricatura, Helios, ...) Entre sus amigos se contaron personajes como su propio hermano Manuel Machado, Ricardo Calvo, Antonio 1

de Zayas, José María Palacio, ramón de Valle−Inclán, "Azorín", Jacinto Benavente, Francisco Villaespesa, Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío y Miguel Unamuno, entre otros. Antonio hizo tres viajes a París (1899, 1902 y 1911), donde vivió, en total, unos dos años y donde, en 1902, conoció al puntal de la corriente modernista, Rubén Darío, quien admiró su obra desde un principio. En 1907 Antonio se traslada, a petición propia, a Soria como cátedro de francés de instituto y deja atrás el Madrid de cuyas noches bohemias y tertulias literarias tanto había disfrutado. Esta pequeña ciudad castellana marcará indefectiblemente la poesía de Antonio Machado Ruiz. En 1909 contrae matrimonio por amor con una joven de 15 años, Leonor Izquierdo, quien, desgraciadamente, fallece pocos años más tarde, en 1912. Hundido y desorientado Antonio pide el traslado a Baeza (Jaén), donde vivirá desde 1912 hasta 1919, año en que abandona esa ciudad andaluza a cuyo ambiente nunca llegó a adaptarse, a sentirse "a gusto", para cubrir una cátedra de Instituto en Segovia, segunda opción, tras Salamanca, de su solicitud de traslado. En Segovia se dedica a sus alumnos y participa en la fundación de la Universidad Popular, a la vez que mantiene viva la correspondencia con sus amigos y compañeros (Unamuno, Juan Ramón Jiménez, etc.) y continua escribiendo, todo éllo sin dejar de hacer frecuentes viajes a Madrid. Parece que fue allí, en Segovia, donde, en 1928, conoció a la mujer que sería su segundo, aunque platónico, gran amor y a la que insinuaba en sus versos con el nombre de Guiomar. En 1932, ya instaurada la II República (desde 14 de abril de 1931), Antonio se traslada como catedrático de Instituto a Madrid, donde vive de nuevo, tras tantos años de ausencia y de pensiones de huéspedes, con su familia (su madre y su hermano José) y retoma las tertulias, mientras continúa escribiendo. En esta época madura se dedica más a la prosa (artículos y ensayos, sobre todo) y las obras de teatro (escritas a menudo junto con su hermano Manuel y algunas estrenadas con gran éxito), que a los versos. Algunos meses después de que estallara la guerra civil en julio de 1936 Antonio y parte de su familia, de ideología más afín a la de los repúblicanos que a la de los rebeldes, comienzan un periplo que les lleva hasta Valencia (1936−38) y Barcelona (1938−39) y que culmina en el exilio en enero de 1939 en Colliure (Francia), localidad donde, el 22 de febrero, muere de una pulmonía y es enterrado al día siguiente, Antonio Machado Ruiz. Antonio Machado Ruiz: el literato. Sin ser su obra muy extensa, se pueden apreciar en élla influencias varias: de Bécquer (poéticas) , de Rosalía de Castro (prosódicas, principalmente), del Modernismo (estilísticas, entre otras), del Grupo del 98 (temáticas, etc.), de la tradicional literatura castellana, filosóficas, de su hermano Manuel... A su vez, Antonio Machado influyó de alguna manera en algunos de los escritores de la Generación del 27. Sus primeras apariciones literarias consistieron en artículos y poemas sueltos publicados en revistas para las que colaboraba, utilizando pseudónimos en algunos casos, según parece, ya que aún hoy se discute sobre la autoría de algunos de éllos. Su colaboración en revistas literarias y diarios se mantuvo a lo largo de su vida (entre muchas otras: Helios, Blanco y Negro, Tierra Soriana, Índice, La Voz de Soria, La Pluma, El Sol, etc.). En 1902 colabora con su hermano Manuel y Francisco Villaespesa en una adaptación al castellano de la obra dramática Hernani, de Víctor Hugo, que no se estrenaría hasta lustros más tarde. Su primer libro, Soledades, de un simbolismo de evidente aire modernista, aparece en 1903, dos años después 2

de Alma, el primero de su hermano Manuel. En el verano de 1907 se publica su segundo libro, que se podría describir como una edición aumentada −en la que el orden de los poemas no novedosos no fue alterado por el autor, si bien eliminó trece de éllos, precisamente los de más intenso talante modernista− bajo el título Soledades. Galerías. Otros poemas. En junio de 1912 se publica Campos de Castilla, libro de poemas que incluye varios libros, como "Campos de Soria" y "La Tierra de Alvargonzález", en el que se aprecia claramente la intención de Machado, plenamente conseguida, de distanciarse del Modernismo literario. El Modernismo, esa etapa artística que siguió al Realismo y que se considera prevaleció durante tres décadas (1880−1912), cuajó únicamente en la primera etapa literaria de Machado, según la mayoría de los estudiosos del tema hasta la primera publicación de Soledades. Galerías. Otros poemas (1907). Si bien Antonio llegó a disfrutar de la amistad del máximo representante del Modernismo, Rubén Darío e, incluso, se profesaron mutua admiración, en alguna ocasión expresó Machado su voluntad de distanciarse de esa corriente, cosa que logró y comenzó a ser palpable tras su Soledades de 1903 y que se hace claramente apreciable en Campos de Castilla. Se aprecia que Antonio evolucionó desde el individualismo y el subjetivismo "modernistas" de Soledades −el primer libro publicado de Antonio Machado en el que se halla una poesía muy marcada por la faceta de intimismo simbolista acérrimo del Modernismo− hacia una nueva visión y comprensión, más críticas, del mundo y de la poesía en Campos de Castilla (1912). Es en esta obra, canto a veces exacerbado a las tierras sorianas que tanto disfrutó, donde se aprecia el distanciamiento de Antonio de la estética y razonamientos modernistas (algo etéreos, huidizos, difusos y melancólicos) para acercarse a las tendencias del Grupo del 98 (al cual el propio Juan Ramón Jiménez duda si incluir a los Machado), haciendo más evidentes las causas de sus preocupaciones (los problemas que acuciaban a España), meditando más que resignándose, dejando de lado la estilística puramente modernista. En 1917 publica Páginas escogidas, la primera edición de Poesías Completas (1899−1917), que se reeditarían −en vida del escritor− en 1928 y 1933, y la segunda edición de Soledades. En 1919 sale a la luz otra edición de su segundo libro con una ligera variación en la puntuación del título: Soledades, galerías y otros poemas. A partir de esa fecha Antonio Machado se dedica menos a la poesía que a la prosa: artículos, ensayos y, sobre todo, obras de teatro (tanto adaptaciones, como El condenado por desconfiado de Tirso de Molina, como propias, por ejemplo La prima Fernanda y La Lola se va a los puertos) en estrecha colaboración con Manuel Machado, de manera que se hace indistinguible la aportación de uno y de otro. El éxito de los estrenos teatrales fue variable. Así, entre 1920 y 1938, período en el que se publican obras teatrales como los "Cancioneros apócrifos" de dos poetas (Abel Martín y Juan de Mairena) en boca de los cuales expuso lucubraciones filosóficas propias y los cuadernos de apuntes Los Complementarios; sólo aparecieron sus obras poéticas Nuevas Canciones (primera edición, 1924), Canciones (a Guiomar) (1929) y reediciones de sus libros de poemas, entre las que destaca la segunda edición de Poesías Completas (1899−1925) de 1928. Es La guerra (1936−1937), publicado en 1937 con dibujos de su hermano José, el último libro que el poeta vio salir a la luz. En 1927 es aceptado por la Real Academia Española, no habiendo sido él mismo el promotor de su candidatura. Antonio Machado Ruiz: el hombre.

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Humildad, tristeza, soledad, timidez, respeto y existencialismo son algunos de los calificativos que se achacan al carácter de Antonio. Evidentemente, eso, en el supuesto de que fueran reales, no es óbice para que Machado viviera a lo largo de su vida etapas felices, alegres, disipadas y de gran actividad social. Todos los biógrafos del autor coinciden en que Antonio Machado Ruiz tuvo dos amores verdaderos*, Leonor y Guiomar. Presumiblemente ambas le correspondieron, aunque sólo "hizo suya" a Leonor. Tan sólo estas dos mujeres, según los expertos, aparecen en sus versos, es decir, fueron sus musas de la primera y la segunda época, respectivamente . Leonor Izquierdo era muy joven cuando conoció a Antonio a finales de 1907 en Soria, recién llegado el poeta a esa ciudad. Parece ser que Antonio se enamoró enseguida de élla: al fin llegó para él el ansiado amor añorado que emanaba de sus poemas de Soledades, Amada, el aura dice tu pura veste blanca... No te verán mis ojos; ¡Mi corazón te aguarda! /... XII. Soledades (1903) En 1909 Antonio pide la mano de Leonor, que ya tiene 15 años, y se casan unos meses más tarde, en junio. Fueron una pareja enamorada cuya historia fue efímera ya que Leonor enfermó en julio de 1911, en París, y murió un año después, en agosto de 1912, en Soria. Durante ese período Machado se dedicó en cuerpo y alma a cuidar de ella, y a seguir trabajando en su Campos de Castilla. Sus cartas a los amigos, como Juan Ramón Jiménez, denotan una terrible desesperación ante la idea de perderla. Tras su muerte, Antonio queda totalmente destrozado y llega incluso a pensar en el suicidio tal y como le confesó a Juan Ramón unos meses más tarde en una carta escrita desde Baeza. El clamoroso éxito que tuvo Campos de Castilla tras su publicación no pudo compensar el pésimo estado de ánimo que Antonio padeció por aquellas fechas. Tras la muerte de Leonor, Antonio decide pedir el traslado a otro lugar porque no puede soportar los recuerdos y el dolor de lo que ha vivido en Soria. Es palpable el recuerdo de su amada perdida en muchos de los poemas que escribió tras su muerte, incluso muchos años después de ésta, I Cuando murió su amada pensó en hacerse viejo en la mansión cerrada, solo, con su memoria y el espejo /...

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* Algunos autores aventuran que pudo haber un tercero, entre 1913 y 1916. II Mas, pasado el primer aniversario, ¿Cómo eran −preguntó− pardos o negros sus ojos? ¿glaucos?...¿Grises? ¿Cómo eran, ¡Santo Dios!, que no recuerdo?... III Salió a la calle un día de primavera, y paseó en silencio su doble luto, el corazón cerrado... De una ventana en el sombrío hueco vio unos ojos brillar. Bajó los suyos y siguió su camoni... ¡Como ésos! Los Ojos. CLXII Parergón. Nuevas Canciones (1924) A lo largo de los años siguientes a 1912 Antonio Machado conoció, seguramente, a otras mujeres, pero parece que ninguna de éllas dejó huella alguna en su obra poética, aparte, claro está, de Guiomar. Durante largos años la verdadera identidad de la mujer que Machado escondía tras el nombre de Guiomar ha sido objeto de numerosas hipótesis y estudios. Muchos de éstos afirmaban que Antonio debió de conocerla en 1928, cuando ambos residían en Segovia (Antonio trabajando como profesor y Guiomar haciendo reposo para reponerse de una enfermedad). Machado llevaba unos años muy volcado en la prosa y las obras teatrales y parece ser que, tras conocer a esa "enigmática" mujer, renace en él la inspiración poética. El era un viudo de más de cincuenta años; ella una mujer en la treintena, felizmente (¿?) casada y con hijos. Son muchos los poemas que Machado le dedicó, y bastantes las cartas que se intercambiaron, parece que incluso hasta ya entrada la guerra civil. Algunas de las escritas por Antonio fueron publicadas en los cincuenta, eso sí, permaneciendo guardado el secreto de la verdadera identidad de su destinataria de palabras como, "Cuida tu cuerpecito, diosa mía, que aunque tu eres sobre todo alma, él es tambien de Dios y, ..." En: De Antonio Machado a su grande y secreto amor. C. Espina (1950) De todo éllo, poemas y epístolas, se puede deducir que la relación consistió en un amor respetuoso y platónico −no por éllo exento de pasión− arropado por la mutua admiración que ambos sentían por la obra literaria del otro, ya que Guiomar cuenta en su haber con una serie de publicaciones que constituyen "una obra cuantitativa y cualitativamente interesante" (Ruiz de Conde, 1964, pág. 133).

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El hecho de que la unión no se consumara (como parece que fue) no impidió −quizás, incluso, provocó− el intercambio de mensajes tremendamente apasionados. Es más, las alusiones carnales, sensuales, son abundantes en los poemas que, se supone, Antonio escribía pensando en Guiomar, mientras que fueron muy raras en su primera época. ¡Sólo tu figura, como una centella blanca, en mi noche oscura! ¡y en la tersa arena, cerca de la mar, tu carne rosa y morena súbitamente, Guiomar! /... CLXXIV.Otras canciones a Guiomar. A la manera de Abel martín y de Juan de mairena. En el "Cancionero apócrifo". Actualmente parece un hecho probado que Guiomar fue la máscara tras la que Antonio Machado ocultó a Pilar de Valderrama Alday, quien, en 1981, publicó un libro titulado "Sí, soy Guiomar" (Ed. Plaza y Janés. Barcelona, 1981. En él aparecen, por primera vez, las cartas completas). Antonio Machado Ruiz: el ciudadano. Antonio Machado vivió el agitado cambio de siglo de España con bastante intensidad, cuando contaba 25 años. Mientras algunos de los supuestos integrantes del grupo del 98, como Ramiro de Maeztu y "Azorín" acabaron distanciándose de la línea "liberal" que imperaba entre sus miembros a principios de siglo XX para acercarse al conservadurismo político, otros, como Pío Baroja, Valle−Inclán y los hermanos Machado continuaron compartiendo una ideología política "de izquierdas". Aunque no hizo bandera de éllo, Antonio tampoco ocultó que fue, durante toda su vida, republicano, al igual que su padre y su abuelo paterno, alguno de los cuales sí que llegó a proclamarlo públicamente. De hecho, Machado no participó activamente en la política, si bien sí que escribió piezas y comentarios más o menos personales sobre el tema (algunos de los cuales aparecieron publicados bien en las revistas o periódicos para los que colaboraba, bien formando parte de alguna de sus obras −entre las que cabría destacar en este sentido el libro de cuadernos Los Complementarios) así como cartas (a Unamuno, por ejemplo) en las que exponía su opinión y preocupación por la situación política de España. También se dejó ver en público en actos pro−republicanos, y se adhirió a la II República en 1931. Hay que tener presente que Antonio Machado murió en el exilio, tras un largo viaje huyendo del avance de las tropas franquistas. Durante su estancia en Baeza, tras la pérdida de Leonor, son muy patentes su preocupación por la política, la filosofía y la religiosidad. Si bien está claro (según García−Diego, 1990) el anticlericalismo del padre y el abuelo de Antonio Machado Ruiz, no resulta prudente afirmar lo mismo de él. Por sus poemas y escritos sí 6

parece evidente que Antonio tuvo una etapa de intensa búsqueda de Dios tras la muerte de Leonor; un Dios que se va distanciando poco a poco de la esencia del distante Dios cristiano para acercarse a un Dios más humano, desde una visión más personal, más "machadiana", más cercana al hombre (ver Cano, 1982a, pág.39). También es un hecho demostrado que Antonio Machado Ruiz formó parte, al igual que su padre, de la Masonería. De hecho, ingresó en la logia madrileña Mantua, perteneciente a la Gran Logia Española. Esto no es de extrañar si se acepta que "desde siempre −Antonio Macchado Ruiz− había mostrado en todos y cada uno de sus poemas ese mismo espíritu fraternal por todo lo creado, por las criaturas humanas y por los otros seres de la naturaleza animada e inanimada, que constituye el fondo del alma masónica" (García−Diego, 1990). COMENTARIO DE TEXTO DE ORILLAS DEL DUERO Breve "prólogo" Simplemente quiero señalar que, una vez que uno se sale de la simple identificación y determinación de los recursos literarios de un texto y pasa a interpretar lo que encierran las palabras que otro escribió, se entra, en mi opinión, en un juego serio, pero juego al fin y al cabo, en el que hay que entrar, por lo lúdico, sin temor a represalias pero también, por seriedad, con gran cautela para no poner en boca del autor original ideas, sentimientos, etc. que éste no tenía, ni tan siquiera, en mente; a menos que se pueda consultar con él personalmente. Si ni tan sólo uno mismo debería alterar lo que en un momento dado pensó y/o creyó y escribió (para desdecirse tal vez sea mejor solución escribir algo nuevo, así ambas versiones quedarán para la posteridad)... ¿Qué validez tendría plasmar impresiones propias acerca de las de otros sin especificar la autoría? En fin, que adapto una cita de Unamuno "No va el que hoy soy yo a interpretar inefablemente a otro". Contexto Parece indudable que la no excesivamente larga etapa en que Antonio Machado residió en Soria (1907−1912), le marcó intensamente, tanto como persona (allí abandonó la vida de juventud, saboreó la madurez y vivió el amor, intenso, que tanto había estado esperando) como como escritor (son muchos los poemas y las epístolas que reflejan la pasión que esas tierras castellanas ejercieron sobre él). El poema que nos ocupa fue escrito tras una breve visita que Machado hizo a Soria para tomar posesión de su cátedra de francés a primeros de mayo de 1907 (el día uno según Molinero, 1992, pág. 249; y el día cuatro según Cano 1982a, pág. 22 y 1982b, pág. 84*). A su regreso a Madrid, ttan sólo unos días más tarde, Antonio introdujo precipitadamente el poema Orillas del Duero en la que sería la primera edición de Soledades. Galerías. Otros poemas, que salió publicado apenas dos mese más tarde, en el verano de 1907. Estudiosos de la obra de Antonio Machado coinciden en considerar este poema −junto con el posterior A orillas del Duero, escrito en 1910 e incluido en Campos de Castilla (1912)− como el germen de dicha obra. * Creo que es más que probable que en las ediciones de J. L. Cano se trate de una errata de imprenta, debido al parecido caligráfico entre el "1" y el "4" de este autor. No cabe duda de que es el primer poema "antoniomachadiano" dedicado al paisaje de Soria que se publicó y de que en él aparecen por vez primera los motivos, símbolos, formas y gama de colores que tan recurrentes serán en sus poemas posteriores. Varias son las hipótesis que buscan la explicación al hecho de que Antonio no incluyera Orillas del Duero en 7

la edición de Campos de Castilla de 1912 y que ni siquiera lo cambiase de lugar en la primera edición de Poesías Completas (en la que incluyó Soledades. Galearías. Otros poemas y Campos de Castilla). En cualquier caso, lo que sí es evidente es que este poema rompe totalmente la línea del primer libro en el que fue incluido (de lo cual, supongo, Antonio Machado ya se percató) y sin embargo lo mantuvo inamovible. Tal vez Machado fue consciente desde un primer momento del impacto que el paisaje de Soria produciría en él, y al mantener el poema en ese lugar quiso dejar constancia (incluso sólo para sí mismo) de esa intuición fugaz pero certera. ¡Quién sabe! Transcripción de Orillas del Duero Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario. Girando en torno a la torre y al caserón solitario, ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno, de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno. Es una tibia mañana. El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana. Pasados los verdes pinos, casi azules, primavera 1 se ve brotar en los finos 5 chopos de la carretera 10 y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente. 15 El campo parece, más que joven, adolescente. 20 Entre las hierbas alguna humildee flor ha nacido, azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido, y mística primavera! ¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera, espuma de la montaña ante la azul lejanía, sol del día, claro día! ¡Hermosa tierra de España! 1.− Estructura poética (métrica y rima)

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Se trata de un poema de artes mayor y menor combinadas: los versos 1, 2, 3, 4, 6, 11, 12, 13, 14 y 16 son octonarios y los 5, 7, 8, 9, 10, 15, 17, 18, 19 y 20 octosílabos, dando lugar a una curiosa combinación de artes "pseudo−capicúa": MMMMmMmmmmMMMMmMmmmm (M=arte mayor; m=arte menor). El verso 11 es un (17−1) debido a una sinalefa tras el punto y seguido: y del río. El Duero... El verso 12 es un (15+1) gracias a la cesura en la octava sílaba métrica: El campo parece, más que... Y el verso 13 consiste en un (15+1) mediante uan diéresis: Entre las hierbas alguna... La rima es consonante, y da lugar a una combinación AA BB cC; dede; FF GG hH; ijji que se correspondería con tres pareados, una cuarteta, tres pareados y una redondilla, respectivamente. 2.− Funciones del lenguaje Observo en este texto una evidente función poética, plasmada en la transcripción en verso y en la sonoridad dulce y rítmica de las palabras (consecuencia de las figuras comentadas en el apartado anterior) así como en el efecto que producen tanto la cualidad como la colocación de los vocablos y los sintagmas. También me parece obvia la función descriptiva, aunque son más o menos abundantes, hasta el verso 13, las formas verbales (se ha asomado, girando, chillan, pasaron, es, calienta, pasados (¿?), se ve brotar, corre, parece, ha nacido). Aunque, eso sí, la táctica descriptiva me parece fuertemente subjetiva, a pesar de que la mayoría de los verbos se presenten bajo formas impersonales, ya que contienen en esencia, un fuerte componente de subjetividad al estar relacionados con las sensaciones (chillar versusoir, escuchar, calentar, verse), la situación del narrador respecto a lo que ocurre (asomarse −el que lo cuenta aprecia el movimiento−, correr −el "hablante" está quieto; lo ve pasar−) y/o las percepciones personales (parecer, ser −"es+tibia"−). Así, en mi opinión, el autor aparece en los primeros versos, hasta el 14, incluido no tanto mediante tácticas gramaticales, como el uso de pronombres personales, si no mediante estrategias semánticas. A partir de ese verso (el 14) la función patética se produce por el uso de la exclamación. 3.− Campos semánticos Considerando el poema como un todo, veo claramente un cumplido a la primavera soriana además de un sutil paso del tiempo. Creo, pues, que Soria (y su primavera) y el transcurrir del tiempo son los principales temmas que se esconden tras esta poesía. Los campos semánticos que intuyo en estos versos son: Versos 1 al 4: el invierno y sus personajes. Versos 5 al 10: la primavera y los suyos. Verso 11: el Duero. Versos 12 al 15: el campo en primavera. Versos 16 al 19: el Duero. Verso 20: Soria como hermosa representante de España.

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4.− Recursos literarios En conjunto, los recursos literarios, sin ser escasos, no me parecen muy sofisticados; hacen que el poema sea bastante sencillo desde el punto de vista de su forma. La gran mayoría de las figuras literarias me pasaron casi desapercibidas en un principio, dada su sencillez y discrección exceptuando, quizás, los encabalgamientos de los versos cortos. Tras una lectura más minuciosa, estos son algunos de los recursos literarios encontrados: Personificaciones: − ...asomado una cigüeña... − ...ya la golondrinas chillan... − ...El campo parece...., adolescente... − ...humilde flor ha nacido... − ...El Duero corre, terso y mudo, mansamente... Epítetos: − ...blanco invierno... − ...los verdes pinos... Metáforas: − ...espuma de la montaña /ante la azul lejanía. He leido (García−Camino, 1995) una interpretación a ese primer verso que lo relacionaba con los restos de nieve de las cumbres de las montañas. Yo, sin embargo, no coincido con ese autor, y lo veo como una clara alusión al río, con sus remolinos y olitas y grandes cantos sobresaliendo del agua. La "azul lejanía" podría referirse al trocito de cielo (azul) que se ve al final del cauce de un (el) río cuando se pasea por su ribera. Anáforas: − ...¡...sol del día, claro día!...: de conversión, por que repite "día" al final. 5.− Recursos "machadianos". Algunas interpretaciones. En esta poesía se pueden ver toda una serie de recursos en común con otros que el autor empleó en poemas posteriores (principalmente en su libro Campos de Castilla). En general, serán recurrentes las descripciones del paisaje soriano, las alusiones: a cigüeñas, campanarios, la primavera y el sol sorianos, el Duero, la vegetación y España. En particular, es relativamente fácil encontrar en esos versos, entre otros: − Esa misma gama de colores suaves, como el blanco y el azul lejano.

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− Epítetos como terso, mudo y manso para describir el Duero. − Múltiples alusiones a árboles (chopos, álamos, pinos) y flores. Bastantes autores han escrito que para Antonio Machado la vegetación tiene un carácter eminentemente humilde. En Orillas del Duero, el propio Machado lo expresa: ...alguna humilde flor ha nacido... − Las referencias a la tierra (a los campos) de Soria, de Castilla, de España... de su España, ...¡oh pobres campos malditos, pobres campos de mi patria! BIBLIOGRAFÍA Cano, J. L. 1982a. Antonio Machado. Antología poética. Biografía. Ed. Bruguera−Libro Amigo. Barcelona. 576 pp. Cano, J. L. 1982b. Antonio Machado. Ed. Destinolibro. Barcelona. 225 pp. Espina, C. 1950. De Antonio Machado a su grande y secreto amor. Ed. Lifesa. Biografías. Madrid. 186 pp. García−Camino, L. 1995. Antología poética de Antonio Machado. (Selección, estudio y notas por L. García−Camino). Burgos. García−Diego, J. A. 1990. Antonio Machado y Juan Gris: dos artistas masones. Ed. Castalia. Madrid. 125 pp. Lázaro, F. y Tusón, V. 1981. Literatura Española 2º. Ed. Anaya. Madrid. 504 pp. Lázaro, F. y Tusón, V. 1990. Lengua Española 1º Bachillerato. Ed. Anaya. 372 pp. Molinero, M. 1993. Antonio Machado y Soria: ideología y estética 1907−1939. Ed. Ediciones T. Madrid. 384 pp. Ruiz de Conde, J. 1964. Antonio Machado y Guiomar. Ed. Ínsula. Madrid. 192 pp. Sesé, B. 19. Antonio Machado 1875−1939: el hombre, el poeta, el pensador. Ed. Gredos. 2 vols. Madrid. Urrutia, J. 1980. Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez: la superación del Modernismo. Cuadernos de Estudio nº21. Serie Literatura. Madrid. 80 pp. Zubiría, R. de. 1969. La poesía de Antonio MAchado. Ed. Gredos. 3ª edición. Madrid. 619 pp.

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