a Verdad migiosa (Revista mensual

Ano Noviembre de 1911. Núm. 6 / £a Verdad migiosa (Revista mensual LA TARDE DE DIFUNTOS ¡Qué triste es la tarde de los D i f u n t o s ! ¡Qué hond

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Noviembre de 1911.

Núm. 6 /

£a Verdad migiosa (Revista mensual

LA TARDE DE DIFUNTOS ¡Qué triste es la tarde de los D i f u n t o s ! ¡Qué honda pavura se apodera de los corazones á medida que avanzan las sombras por el cielo y se van ensefíoreando de todo el horizonte! Todo en esta tarde nos infunde sentimiento, todo nos induce á la tristeza. La nieve que ya corona las cimas de los montes elevados; los árboles que dejan caer sus hojas á impulsos del vendabal, como se desprenden las ilusiones de un corazón marchito; los campos que han perdido ya todas sus galas; el invierno que asoma su helado rostro por entre hielos y carámbanos... Por todas partes no se vé otra cosa que señales de muerte, jirones de mortaja, yertos.despojos de pasada lozanía. Llega la noche, la más lúgubre y pavorosa de todo el año, y las gentes sencillas de las aldeas se retiran á sus casas, sin atreverse á salir de ellas, porque esta noche sólo es para rezar por los difuntos y por eso temen que algún suceso terrible les acontezca de hacer lo contrario. En la cocina, sentados junto al hogar, rezan con fervor todos los de la familia por sus o b l i g a c i o n e s d i f u n t a s y en los intermedios refieren los viejos casos tremendos acaecidos en la noche de A n i m a s , casos que ellos oyeron contar á sus mayores y que los niños y las mujeres escuchan temblando de miedo. Ya era un mozo que se fué á rondar á su novia y, estando llamando á la reja, le dieron por detrás un terrible bofetón acompañado de estas palabras: «mejor estabas rezando por

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tu padre». Ya fué un jó ven atrevido, el cual apostó á que clavaría una navaja en la puerta del cementerio" pero, al ir á ejecutarlo, vió asomar por encima de las tapias en actitud amenazadora el descarnado brazo de un esqueleto que le dejó helado de espanto. Otra vez había sido un pescador que se fué al río, más habiendo arrojado muchas veces la red, la sacaba siempre llena de calaveras y siempre calaveras... ¡Cuántas veces escuché yo estas consejas en la noche de los Difuntos! ¡Y cómo se apodera de mi corazón la tristeza, al recordar aquellos tiempos de la niñez, cuando pasaba la velada de la noche de Animas en compañía de mi santa madre (q. s g. h.) y de mis queridos hermanos! Todos juntos, sentados en torno del fuego y mirando con pena el sitio que había ocupado nuestro excelente padre, á quien yo apenas conocí, rezábamos con devoción el .Santo Rosario y otras muchas oraciones que luego repetíamos en el lecho, siempre que nos despertaba el lúgubre tañido de las campanas. ¡Y qué miedo sentía yo, cada vez que sonaba en mis oídos el toque de ánimas, «ese b i m - b o m eterno» que hacía extremecerse al mismo Fausto que no temió hacer pacto con el Diablo! Ni me aprovechaba esconder la cabeza debajo de las sábanas, porque allí me perseguían también los fantasmas suscitados en la imaginación por los fatídicos relatos que había escuchado durante la velada. Ya se pasaron aquellos tiempos; ya soy hombre; ya no me causan espanto los relatos de los viejos acerca de las apariciones de los muertos. Pero no por eso la tarde y la noche de los Difuntos dejan de despertar en mi alma los sentimientos de dolor y de tristeza de los tiempos pasados. Mi pensamiento se traslada hoy al pueblo natal, al cementerio donde reposan las cenizas de mis antepasados. En espíritu asisto á aquella larga procesión formada por todos, absolutamente to-

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dos los habitantes del lugar, los cuales desde la iglesia se dirigen al camposanto, llevando en las manos velas encendidas y recitando santas plegarias. Yo les veo entrar en el sagrado recinto de bajas tapias cubiertas de rosales y de otros arbustos, y mientras el sacerdote con voz vibrante entona los tremebundos lamentos de Job, veo á muchos abrirse paso por entre cardos y malezas que ocultan algunas cruces de madera, y no parar hasta que encuentran lo que buscan, la cruz ó el montoncillo de tierra, bajo los cuales descansan los restos de algún ser querido. Allí se postran de rodillas, cruzan sus manos en actitud de súplica, reconcentran en sí mismos la atención, cual si quisieran evocar la imagen de la persona amada, y, en tanto que sus labios murmuran entre sollozos una fervorosa oración^ por sus atezadas mejillas resbalan abundantes lágrimas. Yo me uno á sus oraciones, yo derramo también amargas lágrimas, yo saboreo con ellos la tierna y santa tristeza del dolor que va acompañado de la esperanza. Ellos y yo establecemos por la fe y por la oración amorosas relaciones con el espíritu de aquellos seres que en otro tiempo tuvieron su corazón unido al nuestro por los lazos de la amistad ó de la sangre. Ellos y yo, pensando que la separación de nuestros seres amados no ha de ser eterna, sino que dentro de poco los volveremos á ver y nos uniremos á ellos, para nunca más separarnos, bendecimos la Religión que tales consuelos- derrama en el alma del creyente, acatamos la voluntad soberana que decretó nuestra separación temporal, besamos la mano que tan hondas heridas causó en nuestro corazón, y, resignados, aunque doloridos, decimos con el poeta cristiano: ¡Dios lo ha querido así, bendito sea!

FR. J. PRIETO.

Ufaría Magdalena (CONTINUACIÓN)

lo hay p a s , no puede haber p a s p a r a los i m p í o s . A s í lo ha dicho el E s p í r i t u Santo, y su palabra de eterna v e r d a d recibe nueva confirmación en cada desgraciado que se a p a r t a de Dios. L a paz es el reposo del alma, la dulce y t r a n q u i l a serenidad del espíritu, el silencio y calma de la vida i n t e r i o r , que sin choques n i sobresaltos deslizase suavemente por el cauce que el dedo del Eterno le ha trazado; la paz es la a r m o n í a y concierto de todas las potencias del alma, sometida á su Dios, y de todos los movimientos del cuerpo, sometido a l e s p í r i t u que le da vida; la paz es el sosiego y contento de todas nuestras facultades sensibles y espirituales, henchidas de las misteriosas é inefables delicias de la gracia; la paz es un don del cielo, es... Dios mismo reposando en nuestra alma, que es el dichoso j a r d í n de sus deleites y divinales encantos. Es pues evidente que no puede haber paz para las almas divorciadas de la gracia, alejadas de Dios. « H i c í s t e n o s , S e ñ o r , para tí, esclamaba San A g u s t í n , é inquieto e s t á nuestro c o r a z ó n hasta que descanse en tí». Este es el gemido, el suspiro profundo y amargo de todas las almas sumidas en el pecado; este es el g r i t o que, aun sin quererlo, se escapa de todo corazón en-

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fangado en los placeres mundanos. T o d a alma ansia la paz, más fuera de Dios j a m á s p o d r á h a l l a r l a . N o n est p a x i m piis. Es verdad que en ciertos pecadores inveterados, endurecidos por el crimen, hay un simulacro de paz, u n aparente sosiego, producido por el h á b i t o perverso del continuo pecar. Pero ¡no h a g á i s caso!; esa falsa paz es el anuncio funesto de las m á s terribles tormentas.—Acontece con frecuencia que de repente se acalla la mar; ya no se escucha el rudo batallar de sus olas contra el duro acantilado; y a no se v é la blanca espuma de sus burbujas gigantes al estrellarse en las p e ñ a s ; en sus a m p l í s i m o s senos va á establecerse, al parecer, el reinado de la paz. L a s gaviotas y d e m á s aves marinas, dando estridentes c h i r r i d o s , l á n z a n s e á l a inmensidad, en donde domina tremendo reposo, f a t í d i c a calma, sólo interrumpida por un sordo r u g i r , u n mudo bramar del monstruo, que, con visible impaciencia, se r e v u e l v e perezoso en la infinita cavidad que le dieron por morada. A s í t r a n q u i l o y apaciguado el furioso Neptuno, a c é r c a s e , á una f r á g i l navecilla cierto espectador incauto, que por vez p r i m e r a h a b í a visto el o c é a n o . Ansioso de balancearse sobre las c e r ú l e a s aguas, pide á u n diestro m a r i n e r o que ice las velas y d é remo á todo d a r . — ¡ N e c i o ! , le contesta el m a r i n o , y sin decir más, salta presuroso á t i e r r a . Y a en tanto h a b í a n s e levantado cálidas r á f a g a s de viento, que, besando la superficie del mar con beso de fuego, h a c í a n s u r g i r en ella negras ronchas, que, h i n c h á n d o s e al contacto del fiero h u r a c á n , c o n v i é r t e n s e en m o n t a ñ a s de líquidos cristales, que se estrellan contra las rocas con h o r r í s o n o fragor. Y mientras a s í brama y se retuerce la mar con e s t e n t ó r e o s quejidos, con retorsiones de gigante, herido de muerte; y mientras el cielo, encapotado de negro c r e s p ó n , a r r o j a torrentes de agua, y el r a y o i l u m i na las nubes con siniestro fulgor; y mientras en el abismo, en horrible c o n f u s i ó n mezclados, r e t u m b a n el trueno y los bramidos de las olas encrespadas, en tanto que a s í se desencadena la tempestad, el temeroso aventurero, que se quena lanzar al pacífico mar, comprende su insensatez, comprende cual es la paz de que disfruta el o c é a n o . — N o es otra la que gozan los malvados. Cuando en medio de sus c r í m e n e s

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se sienten tranquilos, cuando los pecados no agitan su corazón, entonces se prepara en su i n t e r i o r la m á s tremenda de las tempestades, que h a r á estrellarse su m í s e r a navecilla contra el escollo de lo eterno, s u m i é n d o l a para siempre en los abismos... de donde nadie sale. ¡ A y de las almas que no sienten el escozor del pecado! ¡ay de las que viven en la calm a del crimen!... L a paz verdadera es el premio del justo en esta vida, es t a m b i é n la p r i m e r a g r a c i a sensible que suele Dios comunicar á las almas arrepentidas, que d e s p u é s de sus estravíos vuelven á las sendas de su amor. A é s t o s dice J e s ú s , como á M a r í a Magdalena: Vete en p a s . Y l a paz viene á ellas, y entra en su e s p í r i t u , y como céfiro alado, como suavísima brisa deshace la niebla de dudas y temores, de necios deseos y vanas esperanzas, que se cierne de continuo sobre los corazones que no tienen puesta en Dios su á n c o r a . Esa paz d u l c í s i m a , ese silencio de todos los clamores del hombre interior, esa quietud inefable de todos los instintos naturales es la sonada aurora de una vida superior, que la gracia emprende en las almas convertidas, es el preludio del epitalamio d i v i n o que v a á entonar al celestial Esposo el alma ya enamorada de su hermosura. Todo el edificio espiritual de la p e r f e c c i ó n cristiana ha de fundarse sobre esta tranquilidad y quietud del c o r a z ó n . Sin esta paz no se puede dar un paso por la senda de la v i r t u d . E n cambio, con ella puede llegarse á las m á s subidas regiones del e s p í r i t u . Buen ejemplo tenemos de esta verdad en M a r í a Magdalena. Desde luego, una vez certificada por las palabras de J e s ú s de que sus pecados le h a b í a n sido perdonados, no pensó m á s que en seguirle por donde quiera que iba. C o n s a g r ó sus riquezas á s u m i n i s t r a r lo necesario para el sustento de la p e q u e ñ a comunidad a p o s t ó l i c a , como claramente lo dice San Lucas, y su v i d a entera á seguir las huellas del Redentor, escuchando con g r a n a t e n c i ó n sus palabras de vida eterna. E n esta escuela d i v i n a se fué educando su espíritu hasta l o g r a r un grado s u b i d í s i m o de p e r f e c c i ó n . A nosotros, que v i v i m o s lejos de J e s ú s y á quienes sus palabras no lleg a n directamente, sino desnudas de aquella sublime unción con que b r o t a b a n de sus labios celestiales; á nosotros, que

127 nunca tuvimos la dicha de oir los acentos caldeados del Verbo encarnado, n i a ú n los de un a p ó s t o l abrasado en su amor, nos es dificilísimo comprender los efectos admirables que en el alma de M a r í a p r o d u c i r í a n las e n s e ñ a n z a s de Jesús. Pero es indudable que debieron ser sublimes sobre toda p o n d e r a c i ó n . L a palabra de Dios es m á s eficaz, dice San Pablo, que una espada de dos filos, pues no sólo penetra hasta la j u n t u r a de los huesos, sino que llega hasta l a división del alma del e s p í r i t u , es decir—si nos es lícito i n t e r p r e t a r l a así—tal es su v i r t u d que puede purificar el e s p í r i t u de toda escoria a n i m a l y terrena, t r a s f o r m á n d o l o en u n s é r nuevo, abrasado en el amor d i v i n o . Pues ¿qué h a r í a esta palabra en el c o r a z ó n de M a r í a , que de un modo inmediato l a escuchaba de J e s ú s , que es l a palabra esencial, el mismo V e r b o de Dios? U n hecho m u y significativo, contado por San L u cas, nos v á á revelar u n poquito del a l t í s i m o grado de santidad á que M a r í a se iba encumbrando poco á poco con el trato de J e s ú s . — E n una de sus escursiones a p o s t ó l i c a s , rendido por la sed y hambre y fatiga del camino, a c e r c ó s e á Betania, buscando albergue en donde reposar y restablecer sus exhaustas fuerzas. Decididamente p e n e t r ó en l a casa de su amigo L á z a r o , en la cual siempre hallaba la m á s t i e r n a y c a r i ñ o s a acogida. E l gozo de aquella buena f a m i l i a fué inmenso al r e c i b i r á t a n querido h u é s p e d . M a r t a c o m e n z ó inmediatamente á disponer las cosas para agasajarlo de una manera digna. M i e n t r a s ella se entregaba de lleno al t r a j í n de la casa, preparando la comida, la h a b i t a c i ó n y d e m á s menesteres necesarios p a r a h o n r a r á su g r a n amigo, M a r í a , olvidada de todo, s e n t ó s e á los piés del S e ñ o r , sin preocuparse de otra cosa que de escuchar sus palabras. E l amor que sentía h á c i a J e s ú s , h a b í a s e elevado sobre la r e g i ó n de los sentidos, y y a no v e í a en É l a l hombre, que necesitaba sustento y cuidados corporales, sino a l V e r b o del Padre que alimenta las almas con palabras de vida eterna. Su fe intensa h a b í a purificado de t a l modo su e s p í r i t u que á t r a v é s de los velos c o r p ó r e o s , que ocultaban á l a D i v i n i d a d , ella l a vislumbraba perfectamente hasta hacerla perder l a n o c i ó n de su aspecto visible, sujeto á las miserias de la carne. M a r ta no c o m p r e n d i ó entonces l a p e r f e c c i ó n inmensa á que se

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h a b í a elevado su hermana, y por eso algo indignada de su proceder, de su indiferencia, fuese á J e s ú s en son de queja«Señor, le dice, ¿no ves que m i hermana me deja sola, y no me ayuda á serviros? dile que me a y u d e » . L a respuesta del Salvador debió desconcertarla un poco, pues no es fácil que comprendiese bien su a l t í s i m o sentido, p r e ñ a d o de enseñanzas espirituales. « M a r t a , M a r t a , le c o n t e s t ó el S e ñ o r , muy solícita andas y te conturbas por tantos quehaceres. Sólo una cosa es necesaria. M a r í a eligió la mejor parte, la cual nunca le s e r á q u i t a d a » . H a b í a elegido, en efecto, la visión de J e s ú s , la c o n t e m p l a c i ó n de sus palabras, que s e r á n eternamente el alimento del.justo. H a b í a s e elevado á la esfera del mundo sobrenatural, o l v i d á n d o s e por completo de las exigencias de nuestra pobre naturaleza. Este es un signo altamente revelador de l a p e r f e c c i ó n á que llegara su espír i t u . L u e g o veremos otros. (Continuará). P. GRAÍN.

ESPAÑA' NUEVA (DIÁLOGO ENTRE MAESTROS). X —Lo cierto es, don Pepe, que n i usted n i y o estamos llamados á r e d i m i r el mundo y sacarle de la o p r e s i ó n i g n o m i niosa en que gime. —Que me dispense don Justo; yo pienso todo lo c o n t r a r i o de usted; y me e x p l i c a r é si le place... S; —Tanto gusto; hable usted. # —¡Gracias!.. Pues bien: creo que la sociedad de m a ñ a n a la f o r m a r á n los j ó v e n e s de hoy, y no h a y que darle vueltas, «de tal palo t a l a s t i l l a » . Por consiguiente; estoy convencido de que si usted y yo y nuestro vecino y aquel otro y aquel otro... etc., educamos nuestros hijos como Dios manda, tenemos unos cuantos hombres descifrados de l a c a n t i d a d t a n enorme que f o r m a n los malos paisanos. ^ —Bueno es eso, pero..., pero... ^ —No hay peros que v a l g a n ; usted tenga en cuenta que se puede llegar á una resta m u y considerable comenzando por uno. Y ahora le d i r é á usted. Nuestra p r o f e s i ó n nos b r i n d a con suma a r r o g a n c i a á conquistar toda l a j u v e n t u d . —¡Hombre! Y a tengo grandes deseos de verle en una de esas batallas, cuya v i c t o r i a veo cercana. ^ —Dudo si me h a b r é explicado bien... E l modo de hablar de usted me parece sospechoso de... r. De h e r e j í a , ¿ v e r d a d ? ¡ja, ja!. F- —No sea nunca malicioso. D i g o que usted no tiene ganas de seguir esta c o n v e r s a c i ó n . —No es eso precisamente, aunque sí es verdad que y a v a

—130 — A £, r;. i'^%cs&y^ a c e r c á n d o s e la hora de t o m a r alijo, y si nos detenemos.más perderemos ese a l g o , t a n indispensable como "1 üi^pw» uJ. t a f í s i c a trascendental; pero puede seguir liasta nueva orden. ^ —Mire usted; q u e r í a decirle lo siguiente: podemos los maestros llamarnos los padres de la sociedad, y así nos colm a r á n de improperios, y con derecho, los que vean la perdición de la j u v e n t u d . Por eso siento v i v a m e n t e •tta/deseo,)'y^fe l l e v a r la c o n v i c c i ó n del deber á todos los compañeros)de p r o f e s i ó n . M i r e , amigo: somos en esta ciudad unos quince ó diez y seis entre maestros y maestras; á las escuelas añada usted los Colegios)de religiosos y religiosas, el S.'niiiiario y l a Universidad;[pues bien, entre todos estos Centrosjde en s e ñ a n z a se h a l l a n repartidos todos los j ó v e n e s de la ciudad^" ó por lo menos, la m a y o r parte. Si cada centro cumple con su o b l i g a c i ó n ¿no puedo prometerme una mudanza complet í s i m a en la juventud? ^ — A h o r a hablo y o : ¿ q u i é n le asegura á usted que en la calle y otras m i l partes no aprenden los j ó v e n e s cosas cont r a r i a s á la buena e d u c a c i ó n y á... todo lo que sea decente? Porque, mire usted; para uno bueno hay media docena de malos; y lo malo se pega p r i m e r o que lo bueno, y es muy difícil de desterrarlo del c o r a z ó n de t i e r r a . /¿? —Ese reparo, c r é a m e usted, y a lo oí muchas veces en conversaciones semejantes. Y o contesto: «no hay c a m p a ñ a sin s u d o r e s » , y « Z a m o r a no se c o n q u i s t ó en una hora»; usted c o m p r e n d e r á que el fundamento de toda e d u c a c i ó n está en los padres de f a m i l i a . Estos m á s de una vez se hallan agobiados de trabajo, y necesariamente, el descuido se impone; digo necesariamente, considerando las cosas s e g ú n suceden á diario en los hogares. Por eso los educadores de los jóvenes tenemos que ser nosotros; y los maestros de los padres de hoy tienen que ser sus hijos; nada, h o y es preciso ir á los 'padres por los hijos. L e aseguro una cosa; h á g a m e un nmo santo en su escuela, y con sola una sonrisa de inocencia, ese á n g e l humano ha partido el arco de H é r c u l e s , ha reblandecido el acero del c o r a z ó n de sus padres. —En verdad que siento gozo de v e r l e t a n entusiasmado; y de veras que me va abriendo u n horizonte m u y hermoso.

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Sí; sembrado de flores y rosas de d i v i n a fragancia... No; de veras; ya c o m p r e n d í su i n t e n c i ó n . Y ahora aflado yo: si por este medio se consigue tener un santo en c a d á hogar, y por ende, u n hogar cristiano, e s t á el problema de la r e g e n e r a c i ó n resuelto. —¡Hombre!.. Y o creo que usted adelanta los sucesos. D i g o yo que este medio lo considero eficaz; y á la postre, ¿diga usted si acaso pido milagros? S é que no se ha cuidado mucho de esto hasta el presente, y por lo tanto tengo derecho á esperar buen resultado. Claro e s t á que los padres son m á s difíciles de conquistar que el tierno n i ñ o ; sin embargo, se puede conseguir. D u r o de e s p í r i t u h a b r í a de ser el padre que no se conmoviese de a l e g r í a , al ver á su hijo hecho un hombre, útil para él y para sus nietos y viznietcs y tataranietos... y así hasta el fin del mundo. Nada, nada; la r e g e n e r a c i ó n ha de venir del n i ñ o , de abajo; y ese n i ñ o t r a e r á la i n n o v a c i ó n que nosotros le inspiremos. T, —Una vez m á s me c o n v e n c í de su v o c a c i ó n á l a e n s e ñ a n za: yo t a m b i é n p a r t i c i p o de su entusiasmo y quiero ser participante de sus trofeos. ^ — ¡ V a y a , don, don...! —No es broma, Pepe; ahora comprendo que no estuve acertado, al decir que no e s t á b a m o s llamados á ser redentores de la humanidad, y hablando m á s concretamente, á ser los bienhechores m á s grandes de nuestra amada P a t r i a . Y o muchas veces l o pienso: si todos los que tienen fe en E s p a ñ a tuviesen esta c o n v i c c i ó n bien encarnada en ellos, creo que v e r í a m o s prodigios. ^ " - - Y digo y o ; ¿no podemos asegurar que hay por lo menos un hombre de bien en cada hogar e s p a ñ o l ? ¿Y no hay innumerables colegios de suma rigidez en el sentido en que hablamos, y por lo mismo, que E s p a ñ a p o d r í a ser nueva y a hace tiempo? ^—Siento r e c o r d á r s e l o . A f i r m o yo que esos hombres de bien se incapacitan para hacer su c a m p a ñ a por el m a l ejemP}0; y esos centros cristianos de e n s e ñ a n z a no abundan suficientemente y e s t á n contrarrestados por una corriente pestilencial. Me refiero á ese despotismo con que ciertos hombres esclavizan á los profesores. D i c e n que t a l ó cual autor es el

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oficial y nada m á s ; a ñ á d a s e á esto que el que impone esa ofic i a l i d a d no tiene m u y buenas intenciones, y vé a h í el secreto de tanta d e s c r i s t i a n i s a c i ó n . Pero como usted v é , la campafia de los Institutos cristianos cuenta con muchos miembros que la pueden sostener á todo trance. — M u y bien, m u y bien; usted y yo no nos dormiremos: en nuestros hijos y en los n i ñ o s de nuestras escuelas va á regemerarse la sociedad; con nuestro esmero conseguiremos dism i n u i r el n ú m e r o de los ignorantes de las cosas buenas, de las doctrinas cristianas, las ú n i c a s que vuelven á E s p a ñ a su nombre glorioso. —Esa es la cuenta que se deben echar los padres y los maestros; y é s t o s a ú n m á s . Bueno, ahora ya podemos irnos acercando hacia casita. —Sí...; y a son las seis; iremos ú tomar un refrigerio; vamos los dos á m i casa. —Eso no; tengo compromiso con m i amigo don Cipriano; otro d í a s e r á . —Como usted disponga; y a sabe m i franqueza. — ¡ V a y a ! , lo dicho; muchas gracias, y a d i ó s . No pierda de vista eso de hacer á E s p a ñ a nueva. —Pierda el cuidado: por m i parte h a r é todos los esfuerzos - • posibles por la e d u c a c i ó n de la j u v e n t u d , y hago votos porque llegue la c o n v i c c i ó n de usted á todos los educadores de los n i ñ o s . —Quiera Dios que venga pronto ese h a l a g ü e ñ o porvenir, y que esa r e n o v a c i ó n no sea pasajera c ó m o d a s cosas de este mundo. 9" — i A d i ó s ! ¡Y v i v a E s p a ñ a nueva! — ¡ V i v a la E s p a ñ a cristiana! FR. W .

ECOS DE ULTRATUMBA (1) E l día 11 de Setiembre del a ñ o 1910, h a l l á n d o s e el P. Presidente F r . S. S. en la s a c r i s t í a de este Santuario de P e ñ a de Francia, á punto de revestirse para celebrar, se le acercaron dos caballeros, uno de los cuales, como de edad de 38 años, se a d e l a n t ó y dijo: « P a d r e , vengo á decirle lo que me ha ocurrido. E l d í a 7 del presente m e s — S e t i e m b r e — á eso de las nueve de la noche, apenas acostados m i esposa y yo, de repente, estando las puertas y ventanas cerradas, se i l u m i n ó con u n resplandor g r a n d í s i m o la h a b i t a c i ó n , sin que se pudiera asignar u n foco de donde p a r t i e r a la luz. Aquello no p r o c e d í a de luz e l é c t r i c a que no h a b í a , n i de otra causa n a t u r a l visible. M i esposa se a s u s t ó e x t r a o r d i n a riamente, y y o me e x t r a ñ é del caso, pero t r a t é de calmar e l sobresalto de m i c o m p a ñ e r a , y me a c o r d é de decir lo que me han e n s e ñ a d o debe decirse en casos semejantes: S i es cosa de Dios, que se venga con É l ; y s i es cosa del d i a b l o , que se vaya con él. D i c h o esto, como la luz continuara, hice a d e m á n de coger las cerillas que se hallaban debajo de la almohada, y me puse á encenderlas; en este momento la luz d e s a p a r e c i ó sin verse n i oirse cosa alguna. Desvelado el s u e ñ o de ambos, nos levantamos y comunicamos lo sucedido á algunos parientes nuestros del pueblo; de manera que y a no pudimos dormir m á s en aquella noche. E l día siguiente—8 de setiem(!)

Del Album del santuario de Ntra. Sra. de P e ñ a de Francia.

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b r e — t r a n s c u r r i ó sin notar n i n g u n a novedad, y sin sospechar siquiera la causa productora de t a n e x t r a ñ o f e n ó m e n o . A l anochecer, m i esposa se ocupaba en preparar la cena en la cocina, cuando, inesperada y bruscamente, sintió como que le t i r a b a n de la ropa, y lanzando un ¡ay Dios mío! v o l v i ó la cabeza y v i ó distintamente, sentada en el lugar donde solía sentarse, á su madre p o l í t i c a , que h a b í a fallecido hace p r ó x i m a m e n t e un a ñ o , teniendo una vela encendida en la mano, vestida como v e s t í a en v i d a , la cual se expresó así:—«Hija, no tengas miedo, vengo á decirte de parte de Dios que y o en vida hice promesa de i r á v i s i t a r la V i r g e n de P e ñ a de F r a n c i a con m i m a r i d o y m i hijo, marido tuyo; pero dilaté el cumplimiento de la promesa y entretanto murió m i m a r i d o y m i hijo se fué a l A f r i c a occidental á hacer negocio. V i é n d o m e en la imposibilidad de cumplir yo sola la promesa hecha, dije al s e ñ o r C u r a lo que me o c u r r í a , y le di una limosna, que compensara los gastos del viaje á P e ñ a de F r a n c i a . Pero esto no me ha valido para nada; vengo á encargaros que m i hijo y esposo t u y o v a y a á la P e ñ a de F r a n c i a á cumplir la promesa que yo hice por él. Te adv i e r t o que me ha costado g r a n dificultad del S e ñ o r el lograr la gracia de venir á deciros e s t o » . — D i c h a s estas palabras, sin esperar m á s , d e s a p a r e c i ó , sin dar tiempo á la interesada para hacerle otras preguntas. Esto s u c e d i ó , como acabo de decir, el día 3 de Setiembre por l a tarde, al anochecer, y al d í a siguiente 9, viernes, por la m a ñ a n a temprano, nos hemos puesto en camino este s e ñ o r , que es c u ñ a d o m í o , y yo, y hemos llegado a q u í ayer, d e s p u é s de dos d í a s de caminar, siendo ya de noche. «Tome V . , Padre, esta limosna, para que nos diga V . una misa». Para que á nadie quede duda acerca del c a r á c t e r sobren a t u r a l de este suceso, diremos que el que lo refirió era persona nada sospechosa de p a r c i a l i d a d en el caso, puesto que, por c o n f e s i ó n del mismo, era bastante abandonado en materias de r e l i g i ó n , de pocas creencias, y que no se inclinaría a s í como quiera á a d m i t i r la i n t e r v e n c i ó n de una fuerza sob r e n a t u r a l , hasta no verse obligado por la evidencia, como en otro tiempo los magos del E g i p t o , al ver los grandes pro-

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digios obrados por el caudillo del pueblo escogido, no pudieron dejar de exclamar: D i g i t u s D e i est h i c ; esto no puede ser cosa humana, sino que a q u í ha obrado el dedo de D i o s . De modo que, ante la c o n f e s i ó n e x p l í c i t a de un testigo de esta clase, no puede darse cabida á duda racional; m á s , por si acaso, no dejaremos de poner a q u í otro dato, y es o t r a pregunta hecha a l mismo interesado y concebida en los siguientes t é r m i n o s : —¿De manera que V . no o y ó nada n i vió m á s que la luz del día 7? —Nada m á s , pero aquello fué claramente u n aviso, para que diese y o c r é d i t o á lo que o c u r r i ó a l d í a siguiente. Soy poco propenso á creer estas cosas y aun otras; pero ahora. Padre, y a no se t r a t a de b r u j e r í a s , sino de decir las cosas que han sucedido. A h o r a , para concluir, transcribiremos las ú l t i m a s palabras del Padre S. S. que entonces era Presidente del Santuario y fué el que o y ó este relato y lo e s c r i b i ó en el á l b u m : «Yo doy fe de haber oído el relato anterior, t a l cual lo acabo de t r a n s c r i b i r » . Por la copia:

FR.

S. A .

ATAllDEGIENDO E r a una tarde serena que rebosaba en encantos, en tiernas m e l a n c o l í a s , en sentimientos n o s t á l g i c o s , y en u n m i l l ó n de recuerdos indefinidos y vagos... Por el lejano horizonte í b a s e el sol y a ocultando, y con pincel sin i g u a l entre pinceles humanos, iba las nubes t i ñ e n d o de rosa, de l i r i o , nardo, de azucena, de c o r a l . . . figuras m i l dibujando de tipos de efigie h u m a n a , de querubines alados de m i l y de m i l colores...; y t a l las iba pintando, que, a l verlas M u r i l l o a s í , fresco ideal, soberano, de colosales medidas allí j u z g a r a colgado... E n las tierras los g a ñ a n e s alzaban ya del arado, rendidos, m á s satisfechos, sus encallecidas manos:

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y , al suspender sus tareas, y al abandonar el campo, los humildes labradores i b a n alegres cantando. Cantad, sencillos labriegos la p o e s í a de los campos, que nadie como vosotros la ha sentido n i gozado: cantad á vuestras labores, á la vez que vais limpiando el sudor de vuestra cara, que es sudor santificado. E n v u e s t r o querido nido, que es el hogar venerando, os esperan las familias llenas de amores cristianos... E n el monte resonaban con sones de tinte m á g i c o que suspende y embelesa los ecos dulces y mansos de l a flauta p a s t o r i l , que se callaba á intervalos, a l dar el pastor silbidos para j u n t a r el ganado: y v o l v í a n á sonar con sones de tinte m á g i c o que suspende y embelesa los ecos dulces y mansos de l a flauta pastoril que continuaba tocando... FR. ANTONIO PASTOR, O. P.

U n a v o c a c i ó n perdida.—Poco tiempo antes de la revoluc i ó n francesa de 1789, p r e s e n t ó s e u n j ó v e n de buena familia de la ciudad de A r r a s al convento de Capuchinos, rogando al P r i o r confirmase por sí mismo la v o c a c i ó n religiosa que s e n t í a ; la cual c o n f i r m ó , en efecto, el buen capuchino, quien le dió una carta de r e c o m e n d a c i ó n para el Padre G u a r d i á n del Convento p r ó x i m o . A l marcharse el postulante, c r e y ó deber i r á visitar, por ú l t i m a vez, á su familia, y a s í lo hizo, resultando de dicha visita que los ruegos de sus padres, las observaciones que le hicieron respecto á lo poco favorables que eran aquellos tiempos para abrazar la v i d a religiosa, etc., le hicieron desistir de su p r o p ó s i t o , marchando poco d e s p u é s á P a r í s , donde e s t u d i ó leyes y se hizo abogado, llegando m á s tarde á ocupar uno de los principales puestos durante la revolución francesa. T i e m p o es y a de decir su nombre. E r a Maximiliano Robespierre. ¡ C u á n t o s males no hubiera evitado á su. p a í s , si hubiese seguido su vo'cación religiosa! F a s e s del matrimonio.—El que se casa por amor, tiene mujer; el que por comodidad, esposa, y el que lo hace por conveniencia ó i n t e r é s , s e ñ o r a . — L a mujer quiere al marido, la esposa l o respeta, y l a s e ñ o r a lo tolera. Enfermo, la mujer le asiste, la esposa le visita, l a s e ñ o r a se i n f o r m a de su salud.—Para uno mismo h a y la mujer, para los amigos la esposa; para la sociedad, la s e ñ o r a . — A p i é se sale á paseai

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con la mujer, en carruaje con la esposa, y se va á los teatros, á los bailes y á los lugares veraniegos de moda con la s e ñ o r a . — L a mujer comparte nuestras penas, la esposa nuestros capitales, y cuando al fin se llega al t é r m i n o de l a vida, la mujer l l o r a , la esposa nos acusa y la s e ñ o r a viste de gran luto. i r por lana...—En N u e v a Y o r k un periodista e s c r i b i ó un artículo d u r í s i m o contra el juego, escitando á la vez el celo de las autoridades para que lo persiguiesen y multasen á los dueños de las casas y garitos en que se j u g a b a á los prohibidos. A l d í a siguiente r e c i b i ó el D i r e c t o r del p e r i ó d i co un a n ó n i m o lleno de amenazas; pero él c o n t e s t ó con otro artículo m á s duro t o d a v í a . A vuelta de correo r e c i b i ó el periodista otro a n ó n i m o i n v i t á n d o l e á cortar l a c a m p a ñ a emprendida, pues de lo c o n t r a r i o le p e s a r í a . Apesar de las amenazas se m a n t u v o firme y s i g u i ó fustigando el vicio del juego. Mas un d í a , estando trabajando en la r e d a c c i ó n , se presentó un hombre m u y fornido, con cara de b r u t o , y llevando en la mano u n grueso garrote. —¿Es V . el D i r e c t o r del p e r i ó d i c o ? — p r e g u n t ó con mal talante el r e c i é n llegado.—El periodista, que vió el peligro, contestó: —No, s e ñ o r , pero si V . desea hablarle le a v i s a r é . —Sí, s e ñ o r ; d í g a l e V . que deseo darle u n recadito al oído. Salió el periodista con i n t e n c i ó n de v o l v e r a c o m p a ñ a d o de dos policías; m á s en la escalera se h a l l ó con otro hombre de iguales trazas que el anterior, el cual v e n í a de parte de otra casa de juego y t a m b i é n p r e g u n t ó por el D i r e c t o r del Periódico. Entonces el periodista t u v o una ocurrencia diabólica. —Suba V . , le dijo, que a h í e s t á sentado en la r e d a c c i ó n . Es un hombre parecido á V . y tiene en la mano u n b a s t ó n como ese que V . lleva. El último visitante e n t r ó en l a h a b i t a c i ó n y sin decir palabra, la e m p r e n d i ó á garrotazos con el p r i m e r o , que, a l verse agredido en t a l f o r m a , c o n t e s t ó con b r í o á su adversari0 _y tales se pusieron, que, al v o l v e r el periodista con dos Policías, fué menester l l e v a r á los combatientes al h o s p i t a l , eii vez de meterlos en l a c á r c e l como pensaban hacer.

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¡ P o b r e s i n c r é d u l o s ! , . — M . V i e n n e t d e c í a á su coleo-a B e n j a m í n Constant, diputado de las Constituyentes de 1820 —Soy u n desgraciado, porque no creo en nada. ¡Ah! si yo tuviese hijos los l i b r a r í a de esta desgracia, h a c i é n d o l o s educar en un colegio c a t ó l i c o . —Para m í , r e s p o n d i ó B e n j a m í n , t a m b i é n es un g r a n suplicio el no tener fe. ¡ A y ! c u á n t o d e s e a r í a yo creer en algo. Este es el g r i t o de todos los i n c r é d u l o s . Y aunque muchos no lo d i g a n y acaso aparenten hallarse tranquilos, dentro les queda el gusano que les roe las e n t r a ñ a s . E l vacío que deja l a p é r d i d a de l a fe, d e c í a otro i n c r é d u l o que a ú n v i v e y sufre su desventura, no se puede llenar con nada. Q u i é n pierde m á s . — A t r a v e s a b a cierto sabio un caudaloso r í o en una barca cuyo p a t r ó n c a r e c í a de todo conocimiento l i t e r a r i o . E n t a b l ó s e entre ambos, sin saber c ó m o , el siguiente diálogo que inició el sabio: ¿Sabéis lo que es Filosofía?—¿Filosofía? y ¿ p a r a qué vale eso?—Por lo menos ¿ s a b r á s lo que es Astronomía?—¡Desa s t r o n o m í a ? ¡quiá! Y o no entiendo nada de zarandajas.—Ya que no otra cosa ¿ s a b r á s lo que es T e o l o g í a ? — ¿ T e b o l o g í a , dice? y eso ¿cómo se come?—Por lo visto eres un ignorante de cuerpo entero; pues, amigo, has perdido las tres cuartas partes de. t u v i d a . E n esto tropieza la barca en una roca y se va á pique, quedando t r i p u l a n t e y barquero hechos juguete de las olas. Entonces el palurdo, que nadaba admirablemente, preg u n t ó á su vez al sabio: ¿ S a b e usted n a d a r ? — Ñ o , no, cont e s t ó é s t e . — P u e s entonces ha perdido usted toda l-a vida, c o n c l u y ó el nadador. Quien no sepa nadar sobre el r í o del mundo pierde su vida, v a á pique, cae en el abismo del infierno; aunque sea m á s sabio que S a l o m ó n y m á s rico que Rotschild; tanto si l l e v a blusa d e m o c r á t i c a ó g o r r o f r i g i o , como si lleva chistera de intelectual. L o que vale el trabajo. — u n economista ha hecho un curioso c á l c u l o sobre el inmenso valor que puede adquirir un objeto por el trabajo. Una l i b r a de h i e r r o , que apenas vale un real, se convier-

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te en acero, y con este acero se fabrica el muelle que hace mover la m á q u i n a de u n reloj. Cada resorte no p e s a r á n i la cuarta parte de un gramo, y puede venderse sin embargo, por 4, 6, ó m á s duros. Pues bien, con una l i b r a de hierro, desechando la parte inútil, pueden construirse m u y bien 80.000 muelles, y c o n v e r t i r por medio del trabajo la l i b r a del hierro, que solo vale u n real, en un v a l o r de millón y medio de reales p r ó x i m a m e n t e . L o que c o s t a r í a u n a guerra europea.—Una revista profesional lo calcula de este modo. Para evaluarlo es preciso fijar el precio del sostenimiento de un hombre en c a m p a ñ a . Ven Bloch, en su obra D e r K r ü g lo ñ j a en 10 francos. E l capitán L a u t h lo encuentra excesivo y estima que lo que costana s e r í a 7,50.' Como el n ú m e r o de hombres disponibles en una g u e r r a futura s e r í a de 4.087.000 para F r a n c i a y de 4.884.000 para Alemania el gasto aproximado, por d í a , s e r í a de 30.500.000 francos para la p r i m e r a y de 36 millones para l a segunda. Francia, por tanto g a s t a r í a , por mes, 918 millones; por año 11.000 millones. A l e m a n i a g a s t a r í a por mes 1.100 m i l l o nes y por a ñ o 13.000 millones. Y en total, ambos p a í s e s por día 67 millones, por mes 2.307 millones; por a ñ o 27.00') y pico millones. Si la g u e r r a se generalizara y t o m a r a n parte A u s t r i a , Inglaterra, Rusia, etc., el gasto s e r í a enorme, fabuloso. D i c e bien un senador f r a n c é s , M . Gervais, que estas cifras deberían publicarse en todas partes, para que todos las conocieran y pudiera advertirse la insensatez de una g u e r r a que causaría fatales ruinas, que d e s t r u i r í a el progreso de la humanidad y que s e g a r í a - e n flor tantos talentos, tantas esperanzas y gloriosas promesas.

SECCIÓN DE NOTICIAS De E s p a ñ a . — A causa de la última huelga revolucionaria estuvieron suspendidas las garantías constitucionales en toda España hasta el día 23 de Octubre. Nadie se quejaba de la situación, sino periódicos liberales que echaban de menos la licencia de decir

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atrocidades contra la religión y contra las instituciones. Ahora empiezan á desquitarse de lo pasado, vomitando blasfemias y disparates. Las Cortes siguen cerradas y no se abrirán hasta mediados de Noviembre. E l día 12 tendrán lugar las elecciones de Concejales y sería bueno que los católicos acudiesen sin miedo alguno á las urnas para que no triunfen los candidatos indignos. Dánse por terminadas las negociaciones entre Francia y Alemania y pronto empezarán otras entre Francia y España. Todo debemos temerlo de nuestra vecina que aspira á quedarse ella sola dueña de Marruecos. Dícese que Inglaterra pondrá coto á s u s ambiciones y apoyará á España; si así es, aún le queda á Francia mucho hierro que limar. Muertes ilustres —En el mes de Octubre esperimentó la Iglesia en España dos sensibles pérdidas. Con pocos días de diferencia fallecieron el Excmo. é limo. Sr. D . Tomás Costa, Arzobispo de Tarragona, y el limo. Sr. D r . Massanet, Obispo de Segorbe. Con estas dos defunciones son ya cinco ó seis las sedes vacantes que hay en España. F i e s t a b r i l l a n t e . - E l día 1.° de Octubre se celebró en Bilbao una fiesta muy brillante con motivo del sorteo de varios premios en metálico entre los suscriptores del periódico L a Gaceta del Norte. Por la mañana hubo una magnífica función religiosa en la iglesia de las religiosas dominicas, celebrando Misa Pontifical el limo, señor Obispo de Ciudad Real, predicando el limo. Sr. Obispo de Jaca y asistiendo después los dos á la hermosa procesión del Rosario. Por la tarde hubo fiesta literaria en el teatro Arriaga, pronunciando elocuentes discursos los dichos señores Obispos y el P. Dueso, después del sorteo de los premios. L i g a del decoro femenino. - En Barcelona un grupo de señoras católicas proyectan fundar con este título una asociación que ponga coto á las indecencias que en el vestido introducen las modas que vienen de Francia. Quiera Dios que prospere el proyecto y se establezca la Liga en todas las ciudades de España. De Salamanca.—La fiesta del Rosario se celebró con la magnificencia y esplendor que esperábamos. Por la mañana hubo misa á toda orquesta, magistralmente interpretada por la Capilla del Convento reforzada con algunas voces de afuera, y dirigida con acierto insuperable por el Sr. Mingóte, Maestro de Capilla de la S. I . C. E l panegírico del Rosario lo pronunció el M . R. P- Prlor Fr. Secundino Martínez, que cantó las glorias de esta devoción y remembró con la elocuencia de siempre, los triunfos conseguidos por su mediación en los sietes siglos que cuenta de historia. Por la tar-

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de salió la gran procesión por las calles de la ciudad, durando el re. corrido cerca de dos horas. A la vuelta no cabían tantos fieles en el espacioso templo y fué necesario abrir las puertas del claustro, para que pudiesen contemplar la majestuosa ascensión de la Virgen á á su camarín. En aquellos momentos el entusiasmo religioso se desbordó, manifestándose en vivas y aclamaciones á la Virgen del Rosario, á la Religión y á la Orden de Santo Domingo. Ejercicios en el Seminario.—Fueron dirigidos este año por el infatigable P. Secundino y terminaron el día 15 festividad de Santa Teresa de Jesús. De Benavente.—La Asociación del Rosario Perpetuo progresa admirablemente en dicha villa, gracias sobre todo al celo de las monjas Dominicas allí existentes. Y a se han formado ocho coros de asociados y es de esperar que todavía se aumenten en lo sucesivo. El entusiasmo de las Dominicas no perdona trabajos ni sacrificios, para que alguna que otra vez en el año vaya allá algún religioso Dominico á predicar y á imponer las medallas, á fin de que la devoción al Santísimo Rosario de este modo se aumente y se consolide más cada día. Este año, para cumplir una promesa que habían hecho, quisieron dar nuevo realce y esplendor á la fiesta del Rosario que celebraron el día 8 de Octubre, último de la octava y también de la novena que á la Virgen Santísima dedicaron. Con este fin, el sábado por la tarde llegaron á Benavente cuatro Padres Dominicos de Salamanca y aquella misma noche oficiaron en la exposición y reserva del Santísimo en la novena y uno de ellos, el P. Luis Guitart, Subprior del Convento de Salamanca, dirigió la palabra á los fieles, exhortándoles á practicar la devoción del Rosario y á ingresar en su Cofradía. En la Misa Mfiyor del día siguiente, también oficiaron los Padres, llamando mucho la atención de la numerosa concurrencia, la gravedad y devoción que traspira, el rito dominicano. E l panegírico de la solemnidad estuvo á cargo ael mismo orador de la víspera, el cual supo unir con acierto y elocuencia las excelencias del Rosario y de la devoción al Santísimo Sacramento. Por la tarde antes del Rosario tuvo lugar la imposición de las medallas á los nuevos asociados. Después del Rosario y ae una plática alusiva á los cultos que se celebraban, salió por las calles de la villa la procesión del Rosario, formada por gran multitud de fieles y presidida por tres PP. Dominicos, revestidos con los ornamentos sagrados. E l tiempo desapacible y amenazando con lluvia obligó á acortar el trayecto. E n la procesión figuraban tres preciosas imágenes: la Virgen del Rosario, Sto. Domingo y el Niño Jesús. Terminó la fiesta con el himno de los Guardias de Honor de Alaría, cantado por las Religiosas, quienes igualmente interpretaron

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con perfección una gran Misa por la mañana y una hermosa let por la tarde. cma La Virgen Santísima del Rosario bendiga tanto amor y acrezca la devoción á su Rosario en la villa de Benavente. Progresos del Hosario Perpetuo.—El Rosario Perpetuo de Salamanca sigue ensanchando su radio y alistando cada día más fieles en los Guardias de Honor de María.'En estos meses se han formado coros en Arcediano, Mata de Ledesma y Aldeaseca de Alba Pero donde ha sido recibido con más entusiasmo es en Madroñera (Cáceres). Allí el Párroco don Donato María Sánchez formó hasta seis coros y nombró una Junta Directiva con las personas más distinguidas por su posición y por su piedad. E l domingo último del mes harán gran función y por primera vez se verá en las procesiones^de aquel importante pueblo, la medalla de los Guardias de Honor. Además se proponen restaurar cuanto antes la Cofradía y ya hay centenares de personas dispuestas á entrar. Madroñera es un ejemplar que desearíamos ver imitado en Extremadura, cuna de hidalgos y de héroes en las mejores épocas de nuestra historia. Y ya se sabe que la primera cualidad de aquellos hombres heróicos era la fe religiosa. —También sabemos que los Guardias de Honor de Santiago de la Puebla celebrarán la fiesta del Rosario el último domingo de Octubre, y en ese día estrenarán un hermoso estandarte hecho en Madrid y predicará un Padre Dominico del convento de Salamanca. De Macotera.—La V . O. T de Santo Domingo ha celebrado con fervor y entusiasmo la fiesta de su Santo Patriarca. Conocida es la piedad del pueblo de Macotera; las faenas del campo podrán obligar á los fieles macoteranos á retrasar una fiesta, pero no á dejarla. Los Terciarios dominicos hicieron su función el cuarto domingo de Octubre. Por la mañana comunión general pudiendo asegu• rarse que ningún hermano ni hermana dejó de acercarse á la Santa Mesa. Luego misa cantada en la cual celebró las grandezas del santo Fundador el P. Miguel Flores. Lo que es predicar en la iglesia de Macotera sólo lo sabe bien quien lo haya hecho; el silencio es sepulcral, el auditorio, todo el pueblo, el orador se ve como constreñido á tomar cada vez acentos más levantados. E l P. Flores tuvo que ser aún más elocuente porque Macotera le evocaba recuerdos de la infancia y el cariño de muchos macoteranos. Por la tarde hubo procesión con la imágen del Santo y á continuación junta general para dar hábitos y profesiones. Allí están todos los hermanos y hermanas esperando la plática familiar, insinuante, sólo para ellos, que los deja siempre más animados, mas unidos y más deseosos de que llegue el día en que sean más frecuentes esas juntas. Bien merecen tener esa suerte. S A L A M A N C A . — I m p . Católica Salmanticense y Encuademación.

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