ACADEMIA 'ARG~~NrrINA

BOLETIN I DE I.A ACADEMIA 'ARG~~NrrINA DE LETRAS TOMO XX. - No 77 Julio-septiembre de 1951. BUENOS AIRES 19 5. 1 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ARGEN

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BOLETIN

I

DE I.A

ACADEMIA 'ARG~~NrrINA DE LETRAS

TOMO XX. -

No 77

Julio-septiembre de 1951.

BUENOS AIRES 19 5. 1

BOLETÍN DE LA ACADEMIA ARGENrrINA DE LErrRAS

SUMARIO 'Lorenzo de Mlldicis, poeta mí,lico ..••••..• , :J¡3 mis lectural. IContil\ua-' ci6n). • • • • •• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • .• • • • • • • • . • • . . • 289 Bscco, HORACIO JORGS, L~xicografía religiosa ~e los ofroamericanos ..•••••••••.•..••••••••••..••.•..•.•...•.••••.. ' 305 GH1UO, JUAlf CARLOS, El teatro de Sdnchez Gardel .••.•••••. . ' 33'9 TonR, ANTOlfIO, U" capItu/o de lingülstica general. Los prefijos posesivos en lllflguas del Chaco., '1 la lucha entre préstamos morfológicos en un espacio' dado .. '. .......................... 369 PAGAlfO, JosÉ LSÓlf, RAGUCCI, RODOLFO

M., Neologismos de

BOLETÍN DE

L~

ACADEMIA ARGENTINA BE LETRAS TOllo

XX

L()m~NZ() ))E Mí~DIClS, POETA MÍSTICO

.-l I.. tu"idmc ,le I'ediu.

El tema de mi disertaciún c\"Oca uua ciudad en los días I'cnacientes, ~-, denil:o de ella, a un ser en nada semejante a sus contemponíneos_ Esta condición de excelencia, aun .11.1 es de primacía en lo señero. Veamos por qué. Por la universalidad del Cristianismo, Roma continúa siendo Capllllllltlldi; pero en ese momento Italia esl¡í ell Florencia ~. Florencia irradia la proJigiosa Iloracilln de Sil genio a los cualt·o vientos del espÍl·itu. Momento I'mico, no producirlo ant.es. 110 repeti,do después en la historia de las naciones más fl\\"Orecidas. Es como si el genio de una !"aza se hubie\'8 condensado en una larga gestación mnltisecnlar para irl"llmpir de pronto y dato 1'11 bl'eYe tí~rlllillo, la 1101' J el fruto rle cnanto más ennoblecl'. embellece, J enaltece la ,-ida de los pneblos p,·ivilegiados. Floración dI' alma, he dicho, yeso fni, 1'1 HenacimienLo en los días luminosos rle FlorencIa. Fiure de I'flllrt!, Fiorell:a ! canLa el dulce poeta It·t;lcentista Chial'o Da\"allzati. Flol' de humanidad. En esos rlías, FllIrencia esL¡í glorilic8lla pI)/' IIIltl de la.~ nl/is .Iilla.~ (';l'i/i:aciolles 'lile j'"lJ(i.~ fUI)''' ,.!i.do el mUlldo, e1ice 1111 escritor de Franciu, 18

días de plenitud, cuya soberanía no ha logrado \'ulnerar el tiempo, siempre \'ol'a1. en Sil transclll'l'ir implacable, , En ese momento, señalado en la historia como una fulguración de espíi'itus inspil'ados; en ese momento predica en Flol'encia Sa\'ol1al'ola ; pintan Botticelli '! Ghil'landaio, filosofa M8l'silio Ficino; proyecta, construye y teorizá León Battista A'lbel'ti; esculpen, ,!cuaI'ltos~ Poetiza MessetAgnolo Policiano, inquieta el Al'etino, el de lengua viperina y pluma venenosa, pero fiel a la casa de los Médicis. Entre toda una cohorte de latinistas, helenistas y polígrafos, Hun le alcan1.anÍn otros plásticos en esa multiplicidad prodigiosa. Le alcanzará Donato Donatello, el del Saii Juan alucinado y alucinador; Luca Pacioli, el dc la divina proporción; LOI'enzo Ghibel,ti, el de las puertas del Bautisterio, consideradas dignas del paraíso; Andrea del Castagno, el de las vivientes personificaciones; Beato Angel ico, cuyadlllzura' es como un lil'io 'brotado entre ardores estremecidos, Allí, en esa Fl,orencia de suaves colinas. tle cielo azul y cipreses pel'fumados ; allí donde Rafael paseará más tarde la gracia juvenil de su genio, y Pico de la )Iirándola pasma ahora a los eruditos ·por sus pocos alios y su enorme saber; allí donde la grandeza ~s norma comlÍn, alli todavía SOI1 posibles otras I¡¡titudes mentales, porque allí precisamente ,emergen y dominan sefieras l~s tallas gigantes de Leonardo _ de Villci y Miguel Ángel Bl1onal'l'Oti, Ahora, y sólo ahom, podremos comprendel' el alcance de esta pre9unta : ,! (Jllién rige los destinos de la replÍblica de Florencia? ¿ Quién gobierna y se cree apto para gobemada 11 Un hombre en quien todo es extraordinnio. Precoz en todo, ann lo es más en el arte de regir a los hombl'es y doblegar!os según Sil albedl'Ío. Ese hOlllbre sólo tiene veintiün

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LORJ.:no 1Jt: !\U.DICIS~ POETA "'¡Sl'lCO

años cuando asume el poder, y lo asume CI~ .esa FIOI'cncia donde, como se ha visto, sólo se perciben cumbres, A partir de allí, su voluntad es ley, dura o suave, según lo exijan las circunstancias. Un hombre semejante, eno se' sustrac a la norma comlln:' Florencia es, entre todas, la favorecida, pero ed también la más envidiada. A la oposición interna se unen los peligros del exterior. Reyes y pontílices suelen estar en disidencia con la esti¡'pe de los banqueros ftorentinos, elevados al poder, y asentados en la Señoría pOI' la volúntad del pueblj) más vivaz y dúctil de Italia, El dominio de las armas sería insuficiente pa¡'a afi¡'marse en el gobierno. Era necesal'Ía oh'a fue¡'za, más segura y más duradcra: la sagacidad política y, cm) el talento, el don persuasivo, a ratos fascinador, Dos fechas ahora: 1469-1492. En los veintitrés años mediados entre ambas, va a correr la síntesis de nueslro dis· cmso. Observemos la figüra central de ese ambiente. c! Qnién es, Y 'lité es el hombre llamado a ¡'egir el gobierno de Florencia? La histOl'ia contestó a esta pregunta de dive¡'so modo. Su fisonomía íntima no se deja caplar por ninguna definición aceptada unive¡'salmente. Es una ¡'ealidad y es un enigma, multánime como su época y como Sil época ¡'ico en contradicciones; Polifacético y cambiante, resume no pocos aspectos de una sociedad trabajada por ideales contr81'ios. Pero en medio de choques y discrepancias, ese hombre lo· gra estar siempre de acue¡'do consigo mislno, y atl'8er a Sil conformidad a quienes no consiguen esa armonía inte¡'ior. Éste es, sin duda, el secreto de la p¡'epónderancia ejercida sobre los homb¡'es de su tiempo. Su rostro distaba de se¡' agraciado. Abunda la documentación para refrenda¡' el aserto. Los, a¡,tistas - pintores y

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escullOl'es - no le adulan al repl'Oducir SIIS !"asgos lisonúmi·· eos. Ticne lIariz chata, mandíbulas salientes, y es corlo de ,·isla. Su ,'07. es velada y uu poco ronca. Es de bllella talla, ". fUCl'le ; y si biell las espaldas son anchas, no qll itan eshellez a Sil pel'solla. Pel'O cse hombre de '1'07. sin timbrc sonoro, cauli,'a cllando habla, y si tiene la ,'ista cDlta, eltalenlo ha('1' de él IIn !-argo'vidente. Es buen jinete y hába depOl'lisla. Mancja puiial y cspadín como IIn maestro de armas. Si acude a los torneos de lanza y cabalgadll!"a, a la manera medieval, cs piú'a lIe\'llr en triunfo los colOl'es de la llama. Pero acude COIllO quien es, como un pl'Íncipc. Los arreos de su caballo son fastuosos; la gualdl'apa luce brillante y costosa pedrería. Micntras 1(> veían justal', ¡'Igil y fuerte, las damas debiel'OlI mirarlo como a 1111 paladín de ensueiío. Placíale la ca7.a. Tenía halcones adiestrados y Ic agl'adaba cazar COIl ellos. De estas cacerías hará luego materia para lino de SIlS poemas mejores. Está en' 'todo y halla tiempo para estarlo, aun cuandu no' es !le su ¡.rusto madru~ur, pese a quien sc 1" I'eprocha. Hábil diplomático, astuto parlamentario, es a~imismu orador elocuente, como lo [Il'l1eba Sil discurso pronunciado en lloma con moti '1'0 de la cOl'onucióu del pontíficc Pío 1\', en dil, y el no menos notahle. pI'onunciado en la Dieta de (.;I'emona, el ailO 1 1¡83. Cuando se arriesga a misiones diplOllHíticas difícilcs, no exentas de peligl'O. toma ,'ictol'ioso de ellas. La advei'sidad no logra hacel' presa en este hombl'e escudado siempre [101' la biena\'(mturauza. Sus maneras son afables, hasta logral' d '(enel' el brazo del sicario "en ido de Roma para asesinarle. Otl'O lo intentará. pero sel'á quien no lo haya tratado, quien no hay=! etperimclltado la fa~cinación de ,.;n persona,

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El abuelo construye templos y palacios, ~. tras adqllirir costosos manuscl'itos y valiosas obras de al'le, alln Pllede ccimpl'ar ciudades sin aligeral' demasiado sus arcas. Comprar ciudades, sin metáfora, así, al pie de la lel"'I, Elil 'I!a 1, Coslile de Médicis le compra al papa Eugenio IV la importan"! ciudad de Borgo de San Sepolcro y la adqniere para Flon'lIcia, Cosme deja, al morir, I'iqlle:a,~ '¡e.~medida,~, Pasan ellas a su heredel'o,. Pedro el Gotoso; pel'o cuando de '1ste llegan a manos de su hijo Lorenzo, 1; cómo las administra él:i . ~n tudan en l'evel3l'Io sus aprietos económicos, Derl'Ocha si 11 medida y sin OI'den los caudales de IIl1a ingente fortuna, Cuando en 147 I va u Florencia Galeazzo 8for1.a coil sn mlljer Bona, duquesa dll Saboya, le acompaña un séquito de lIIil personas, o más, LOl'enzo aloja a los huéspedes angustos en sn palacio, los colma de dones valiosos, y hospéda en la cilldad al cOl'tejo harto pl'ofuso, y todo a expensas del Estado, y el Estado es él. Sus dispendios no tienen límites, Invierte sumas elevadas en adqniril' obl'as de al'te, cuadros y esclIltlll'8S de alto valor, manllscritos, bl'onces, monedas y medallas antiguas, pOl'celanas, camafeos, testimonios todos de llfinada cultul'a, Seg,ín es notorio, de la colecci(¡n del Magnílico se. formó el núcleo inicial y pl'incipal de la Galería de los Oficios; y la Biblioteca Laurentina constituye hoy 111\0 de los más nobles tesol'os de la literallll'a cJ¡ísica, El precio de SIlS colecciones huía a todo cálculo, '\lIlaba In cllltura y la belleza en todas sus manifestaciones; pel'o Sil Ilusión dominante flleron los libl'Os, los códices preciosos, caros siempre, y raros y ,le dificil hU'lIazgo: "Quisiera IIdquirir tantos - dijo - hasta ,'el'me precisado 11 yender todos mis muebles para pagarlos Il, Gllstabll locamente sus caudales, .Y cllallllo 110 le alcan·

zaba lo suyo, echaba mano tle lo ajeno, Se alude aqllÍ a 1111 episodio halto lamentable de Lorenzo, no perdonado por la histnria, ExisUa en L,'lorencia el llamado Monte d'l!lIe jí/llcilll1", donde se depositaba la dote delas muchachas casaderas. Los dineros reunidos allí eran sagrados, el lugar inviolable. Pues sin vacilar, y sin escl'úpulos, el magnífico seilol' de Florencia se apoderó de ellos: cien mil flOl'ines de oro, en moneda dc la época. i Nada menos ~ Para hacer aun más triste la drpredaoión, el despojo causó la muerte de algunas de sus "íctimas. Lorenzo de Médicis intento justificarse, aduciendo razones de estado: la expedición contra Volterra, saqueada a sangre y fuego por las tI'opas de Lorenzo. Generoso con los amigos, implacable con el adversario, ese hombre tuvo el culto de'la familia, Fué hijo amantísimo y padre ejemplar. Si las ,'irtudes domé!'ticas no alcanzan en Lorenzo al marido, logró, al menos, ser respetuoso con Sil esposa, Clarisa Orsini, de noble abolengo l'Oman!}, Alimentaba pOI' ignal sentimientos delicados y pasiones oscllrt'cidas par el disimulo, No era fácil Ilegal' al fondo de Sil alma, El hombre de puertas afuera, el político, el gobernante, nn se dejaba descifrar, no mostraba en su exterioridad lo CllstOdiado dentro, lo recóndito de su corazón 'y de Sil mt'nte. Así rros lo muestra el óleo de Vasari: enigmático, con un le\'e tinte de sarcasmo, Enjuto, enflaquecido, parece concentrado, pel'O tiene la atención alerta, ,Detrás de él, en la sombra, una mascarilla junto a su rostro parece SUSlIlTar palahras sólo escuchadas por él. Se dijera la \'07. del misterio. Otro enigma, En la parte inferior del cuadro, junto a la mallO derecha, IIna mano huesuda, descarnada, de largos dedos, ríe groLcsca olra m¡íscara, m¡ís peqneiía ésta. »r mayor la-

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maño es la m¡íscara ~'accnte, colocada 80hre el mueble de la derecha: una cli;{i!' sin "ida, con los labios 'e'ntreabiertos y los ojos cenados, 1: Son tI'es símbolos:' ,: Quién los descifró jamás;' e Quien tlcscifraní nnnca al retratado, :y nos da)'¡í la verdadera iDlagell1~e sn fisonomía integral ;, Ese príncipe COIItradictOl'io, de firme sabe)' y dotado como pocos para percibil' la belleza~' prodncirla, sagaz y generoso, avaro y pródigo, disim'nlador astulo, tiemo en los afectos y cruel ('tI la venganza, tentado siempre por la carne, y cuidadoso en la~ prácticas de la religión; es el político aferrado al poder y tenaz en los propósitos de no dej¡Íl's!'lo arrebatal', dispuesto a valerse de todos los medios para asentar Sil predominio, así sean los menos.atendibles o los más execrables, Discutido y combatido, amado y odiado por igúal, ese hombre filé un púeta, un gl'an poeta, y lo fué en los días de una aurora, cuya IIIZ esparce su claror en el despertar de un nuevo mundo. Si algunos de sus cantos no redimen al· pecador, otros rescatan al poeta y lo preservan de la injuria del tiempo. Prínc.ipe de una Hepública del Renacimiento lo es, también, de la poesía, Es miíltiple y vario. Pasa de un génem a otro con igual destreza, con parejo dominio. El ferVOl' lírico lo divcl'sifica, lo extiende, lo amplía. Muda metro y rima,' cambia tono y acento, y, con el ritmo del ,'erso, modifica la sustancia poética en su forma y en su esencia. Compone diálogos filos6ficos, idi¡'ios campestres, canciones burle~cas, poemas initol6gicos, dramas saCl'OS y loas espirituales. Tanto como el contenido de su fluir poético val"Ía y extiende la amplitud del movimiento r.mado, siempI'e diverso en la riqueza de número y rima. Veamos las poesías religiosas, tema de nuestl"a disertacirm ; pero antes detengámonos en otro poema suyo: L'AI-

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terclI:ilJlw, controvcl'sia de contenido platónico y rcli!!ioso en no pocos de sus mutices, l~a Altercación es un peqneño poelllujuvenil, desal'l'ollado en seis breves capilulos lel'llal'ios, En él expone el untor lu teoría platónica de la felicidad, no d~rivada de los dones de la Fortuna y de la Natnraleza, sino del 8\11110 Bien, al cual se llega por el amor celesle, el de la Venus Urnnia, En Lfl Altercación dialogan Lorenzo, el pastor Alfeo y llarsilio Ji'icino, Las abstl'Ucciones metafísicas y teológicas se sobreponen.al fervor lírico y lo compromelen amorteciéndolo, La inspiración - dice un pensador - es una llama que, cuando del cora1.ón sube a la cabe1.a, alli se apaga, Esto le aconteció al joven LOI'enzo, estndioso de'fiIosofía, poco ducho a la sazón en el manejo del vel'SO, Si como obra poética La Alten:ación desfallece, el capitulo final tiene destellos reveladores, Es una Oración a Dios, Así la denomina el jo. ven poeta, En los .tercetos de ese canlo, se exalta la omnipotencia del Sumo Hacedor, su infinitud, origen de toda gracia, de toda bondad, de toda perfección, Este canto tiene lu forma de /LIt salmo penitencial, Pese a lo lI'abado del vel'SO, late allí el dramatismo de qnien implora y mnestra, encendida, la lIa'ma de la fe, En las Ll}a,~ espi,.illtale,~ el cI'eyenle y r.I poeta se elevun a niayor plano, El género está en el ambiente d,' Florenciu, Oll'6~'I;iilladOl'es ·lo culti,'an, Lorenzo lo dola de un sello s¡jyo propio, Los himnos de su antología son traducciones admil'ables '0 iniitaciones perfectas, pero el Magnifico lo~ hace su)"os, pOI' asimilación, o mejor, por transmutaciúu consubstancial. Las 1.{J(t,~ surgen de sn intimidad enfervorizada, En ellas canta a la Vil'gen lladre tlel Hedentor, y se postra re"el'ente mienh'as la ciiíe en el fenor de sus

l.oln:utI ..... MiIlICIF. 1'4)1': ... 0\ MisllCO

versos purilicados. Contempla al Mártir del Gúlgotay padece el UH\I·til·io del Dios hecho homhre. Con Jesús - dice - acaba la verdadera ,ida; y ariade : pCI"O no muere nunca lJuien mnCl'e con 1~1. En otra I.aude su ritmo se aviva y adquiel'e un dinamismo exhortatorio. Se vuelve a los pecadores. los llama. los convoca y los iuvita a la exaltación y al canto. Explica la misión telTenal del Sah'adOl'. sin cuya mnerte no diera frutos el huerto de Mal'Ía, Yanuncia solemne: pecador: la mlLerte es qlLien Ita IIllLerlu, Cesa" ron las tinieblas d('l alma. J en el cielo cantau los Santos, Así como en la OI'acióu a la Vil'gen la belleza de la Santa llallre enamora inclusive a la belleza. aflUÍ la muerte se tml'ca en vida, En.la cuarta Loa. el acento es admonitorio: muy dlll'o tendrá el corazón lJuien no siga a Jeslís el Salvador, Luego es el lledentor quien habla y dice: ven. pues [t' agual'do, que muel'o para salvarte del pecado, Y Imis adelante, en la quinta Loa. el poeta proclama gozoso: después de habel' gustado tn dnl1.nra, oh .JesÚs, mi alma ya no ced!' a otl'a dicha del mundo ciego, A e~ta Loa sucede IIna, toda ella henchida de quejumbre J desánimo. i Oh, Dios - dice - oh Snmo Bien, 1: qué haces:1 siempre .te bu~co y unnca te encuenh'o! Y tel'miua : ya qlLe lil!lle,~ el ('I)ra;óll 1l'{!Jw[", C/U'fl la llaga 'lILe ltici.~te en el mío, ~o era artilicioso, no, el sentimiento de Lorell1.o poeta, \" así lo dijo el paganizante Cardncci. Actuaba en él lo re~­ pirado desde la nifiez. \: Su fe cristiana no tnvo acaso el mejor y más pmo ejemplo en la madre, la piadosa Lucrecia T01'llabuoni, sua\-c y encantadora poetisa;1 ¿ No perduraba I'n el ánimo de Lorenzo la doctrina de su antiguo 'maestro, Gentile de lrbino, más tarde obispo de Arezzo. a quien profes" el lIagnílico venel'ación inalterable ¡I Adquieren aqnÍ

valor de ~1I1110 interés las noticias aportadas por el maestro de religión del flHuro príncipe florentino. Cua"du Loren:,. era /01 rapa: - dice - no. .~alía él de lu i9Ie.~ia ha.~t(/ tanlu no. hubieran terminado lo.~ .~alZl{)s o..licio.~. }' a8í com,. le a!Jra(laban lu.~ e.~peclá('ul(J.~ mundano.s, de. i!JlUjl modo hablafl (1 SIL fantasía y a .~It co.razón las po.mpas de lal! festividades católicas. De igual modo; no más, pero no menos. Corazón y fantasía, activos en las resonancias de Sil fina sensibilidad. Pese a sus distracciones mundanas, a veces ligeras, y

también poco edificantes, 110 olvida en ningllll momento las prácticas religiosas. eNo asistió a misa, con escrupulosa regularidad, inclusive cuando. en alegre y numerosa cabalgata, iba de fiesta a sus poscsionesde ta riente campiña toscana? Nos ilustm al "respecto Policiano, el docto humanista ~. delicado poeta, amigo entrañable de Lorenzo. Hay conll'iciól\ y penal' sincero.s en la melancolía de sus oraciones rimadas. Para desmerecerle, se le quiso contraponer a Fra Iaco.pone da Todi, todo fuego en su arrebato llameante. EI'fol' de concepto y, más todavía. extravío de sentido. histórico. Lorenzo. el Magnífico no escribió en la baja o alta edad media. No podía sentir ni expresar sus fervores como los intuitivos medio.evales. Un siglo y medio lo sepal'an del fray herido. por el ray.o de Dios para ventura de su redención y gloria .de la cl'istianl1ad poética .. Un siglo y medio, entre ambo.:;;. la total transformación psicológica de Europa. Situemos al señor de Florencia en el clima espiritual de Sil tiempo, y veamos cómo se expresan los poetas de esa edad ~. cómo conciben' la forma los plásticos de esos días. No se percibe en aquéllos ninguna voz de estrídulo arrebato, ni se observan entre los pintores y escultores figuras retorcidas en el espasmo. La Virgen Madre y los Santos no se evocan maci-

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LURE"ZO DE MiOIGIS. I'UJ:TA lIi!HICO

Icntos y llorosos, ni sanguinolentos como c.n algunos primitivos. Evoquemos las madonas de Rafael, lan di\'inamente puras, en su dulce e inefable candor. r las de Botticelli, (; no se las dijera iluminadas por una luz cuyo sec'l:elo nadie logra explicar:1 eEstán acaso ellas desprovistas de místico 8I'1'obo J:lorque no se emparentan con las imágenes del Medioevo? Si de la pintura pasamos a los organismos corpóreos estl'Ucturados por los escultores, nos detienc de s¡'¡J)ito Donatello, cuyo bajorrelieve de La Anullciación, de Sanla' CI'oce, en Florencia, modelado con el alma puesta de rodillas, nos conduce, con levedad alada, al per!il de Salita Cecilia, en el cual la materia se volatiliza, como en una emanación del cspíritu:' Pero forma, espíritn y materia resueltas con gracia serena, de honda sugestión, en nada ceñidos al goticismo estremecido, Así, en otro orden, son Le Lalldi spiritltali, dc Lorenzo el Magnífico, Pl'ocede en conformidad coil el ambiente de su tiempo, Evoquemos a los poetas de esos días, Todos, sin excepción, escriben composiciones religiosas. En esl' clima de altos estudios clásicos, mientras descirran códices gl'iegos )' cultivan el latín, todos, digo, vnelven los ojos al cristianisllW y entonan loas a la Virgen, a Cristo, a la Natividad, a la Cruz, a la vida ascética, así como antes lo habían hecho inclusive los escritores más licenciosos, (~iovanni Boccaccio y Franco Sacchetti para el caso. Perdnraba en aquéllos, como en éstos persiste, un vivo destello dI' fe, próximo a irradiar con luz ma)'or. Lorenzo de Médicis compuso asimismo un drama sacro: San Jitan y Pablo, cuyo personaje cel;tral es Juliano el Apóstata, figura exect:ada por los cristianos a causa de las persecuciones sufl·idas.

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Despojado de incidencias, el tema central del poema sacro de Lorenzo el Magnifico puede resumirse en breves térmi110S_ Asistimos pI'imeramente a la conversión de Galicano, grlln capitán alas órdenes del emperadol' Constantino_ La conversión se I'ealiza merced a un IFlilagro, y también, a instancias de Juan y Pablo_ En el desan'ollo del drama sigue la ascensión al trono de Juliano el Apóstata, y, tras ello; el sacrificio de los santos mártires, mandados ejecutar por el sucesor de Constancio_ Asistimos pOI' fin a la muerte del empel'8dor cuyos labios quedan sellados para la eternidad, después de haber pI'oclamado en un grito postrero el triunfo de la fe redentora_ El drama de Juan y Pablo termina con el endecasílaho cuya l'esonancia es como un estremecimiento admonitorio: i O Cri,flo Galileo, tn hai pUl' "into ! El Apóstata, dice Lorenzo en su poema, muel'e por la "indicia de la sangre cristiana_ Perseguidor implacable de la nueva fe, cuyos preceptos intenta tOl'llar contra la religiún impugnada', afirma Sil orgllllo y lanza este apotegma contra (púen no puede alcanzade en Sil hiriente soberanía: El rey y el ,~abiu e.fltÍn pUl' mcillla de la,f estrellas: Jl re e il sal,io ,fl)ll liopra le slelle_ Pero la humildad del cI'istianismo le hizo ver cuán fugaz es el orgnllo de quien pretende..sitnarsE' sobrE' las estrellas, donde sólo hay espacio para Sil cI'eadOl'_ Una pregunta ahora: cqué nos dice en Lorenzo de Médicis, el Magnifico, esta necesidad de volver, una y otra n~7., a los temas religiosos, a los motivos cristianos de iner¡uí\'Oca sustancia catúlica? \: No aspiraba con ello a colmar IlIJ ,'acio dejado en su alma pOI' una vida, cuyo eje espiritual SI' había' des,'iado a pesar suyo;l Este disipador pal'a (lllien todo el'a "icil, \: no sentía cu Sil lacerada intimidad al acibarado amargor de no pocos hartazgos) \ada se le resistía, Bashi-

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bale COIl extender la mauo para recoger las .más fl'agallles nores del Janlill Venusino, A.dulado, enaltecido, sl'!iíor dI'! la ciudad más fa\'orecida por el genio humano, lo lenía todo, pero teniéndolo lodo, algo le Callaba y ese algo esencial p:u'a quien, como M, sentía la llI'gencia de libel'al' al espíriln, de no consll'eiíil' la anhelosa expansión de su alma, para "obreponel'se a la materia, causa no confesada dc su qlJ(~­ In'anto inleriol', ¡; Cómo no sentil'se conmovido ante su .tristeza, anle :m desgarramiento, al preseulir la caducidad ine,·ilable traída pOI' el rodal' de las hOl'as? Tcme el otoiío, No ('U vano la ciudad del li,'io rojo hace de lu estación 110ral Jlad/JI/,/jI/ PrimUl'era, Así: Mi ,~eñ{JI"a lt¡ primat'e/"(/, Lorenzo quería perpetual'lil, dl'!teniendo el CIII'SO de los días, pero ¡ay! el tif'mpo Itnye~· tras el t.iempo se va todo lo pl'!rl'!~e­ (Iero.

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Lorenzo uo siente il'sele la vida, ni le inquieta, Pero Sil'lIte y leme como nadie otro pel'ecer. Lo atemOl'iza observar no cÍlmo t.ranscu1"I"e, sino cómo hUJe la juventud, Esa fuga es casi una traición hecha a su anhelo de relenel'la; pl'!fO le hll)'e, a pesar suyo; se le evade, Y uo [Il1diendo aferrarla, impotente para lenerla cautiva Ijlliere aplll'Ul' sus doues, embl'iugarse de alegría, Es mtiy reconlada la eslrora CII octosílabos de lino dI' sus tt'illnfos, el de Baeo y ¡\I'iadna : (¿mlll/'" {,el/II yi",'i,wz:/1 che ~i .IilJ!le /I/I/at,i" ! Chj "",,1 e.ser lie/o, ci/l : di "","(11/ 1/"/1 (,'" ce"/"::/I,

¡ Cuán "rila es la j 1\\ ('ulud . ~in emhal"go ! Qail'n (1'1i~I'a SI'I' di('hoso, s,:ul .. ya ; pi rnaii:lIlu es incil'l"lo ..

Il"l' hUJe

BAAL, XX, '90'

La idea tle lo fugaz le persigue. En los Amores de Venus y Marte, tlice la anadiomena a su amante: no te demo/'es, que el tiempo huye velo= : Mn indugia,., che il lempo pasa e vola; o cuando el pa,slor Corinto insta a Galatea diciéndole: coge la rO.~a, oh Ninfa, ahora que el·tiempo ('S bello; cogli la rosa, o Ninfa, (JI' eh'e il bel tempo. Es el instante en el ahora huidizo. El pastor de la bellísima égloga, Corinto, contempla los rosales en flor, y vé algunas rosas ya abiertas, y; junto a ellas, pimpollos prometedol'es, pero también ven 'sus ojos otras ya deshojadas. De donde la exhortación adolol"itla : cO!Je la ,.o,~a, oh Nillfa, ahora que el tiempo e.~ bello. Muchas rosa~ de" pasión había visto deshojar LOl'enzo, y no pocas, había deshojado él, amadOl' insaciable, a quien vimos arder en tollas las llamas del pecado. De todo ello queda.cn su corazón, no el rescoldo, sino la ceniza de la desesperanza. Es el principio del ledium vitre. Llega el descont.ento, y, tras la disconformidad consigo mismo, el desánimo, y la tl'isteza después. Es la telTible melancolía de quien siente el vacío de su propia alma, y esto en la plen¡tud de Sil .vida, e~ el total y absoluto dominio de la virilidad. I..oreQzo de llédicis - /lO se olvide - murió joven, cuando apenas tQcaba la madurez. Joven en años, digo, pel"O los ocho Instt·os de su edad habían desgastado en él la raigambre de toda dicha ten'enal, de la esperanza de verla rebrotar en los días venidel"Os, Así es como su ánimo ellsombl'~cido, proclama la vanidad de iodo, Si por este andal' se llega al pesimismo, si!l'á el pesimismo del Eclesiastés, como advierte uno de sus biógrafos. El pesimismo de Lorenzo \"a referido siempre a lo terrenal, a la huyenl,r jmcntnd, a lo estél·il del esfuerzo humano pOlo al-

8.'..1.1., XX, l~ál

l.lJftl-:liII7.0

n ..: ~I'UICIS, PI)~TA Mis"u;l)

:.187

canlar la sabiduría en su esencia, a lo quebl"¡¡dizo de 1I111'Str'as pasiones, y por ello llega a desdeñarse a sí mismo, Entre tanto acaecer de cosas fugaces, quedau firmes sólo el llanto y el dolol' y la muerte, realidad liltima: 1; Quien esto siente y eXllI'esa c~n acentos tan agudos, no está, todo él y lo mejol' de sí mismo, en la más pura I'everbemeión rel igiosa ~ Se lo dijo un epicúreo, y .10 fué sin duda en los días de las tentaciones, Pero este epicúre() creía el! Di(),~, Sab.emos cuán sineel'amente iluminados son los reto 1'11 os en estos gozadOl'es de la vida, Hetol"flo a la hlaneUl"a de su fe primeru, empañada alguna \'el, pero jamás extinguida, Al sentir las pulsueiones de Sil corazón contrito es lícita IIna IlI'egunta : 1; fü'é el de Lorenzo un retorno o un despertar:' Diwl'ge el contenido de ambas ausencias. La realidad del resultado es la misma. El gran pecador se halla en su propio centro; pel'O quien retorna debe desandar todas las sendas del extravío, sendas ásperas siempre, por eso trae en sus cames quien las reeOITe las punzadas de no pocas espinas. No así qllien despierta, En éste, el alejamiento fué ilusorio, Le bastó readquil'il' conciencia de su ser re~ponsable pa,í'a eontinual' en sí mismo. Lorenzo el Magnífico deja de existir a los ellarentu y tres aiíos, en su "'illa de Cal'eggi, próxima a la eilldad, Con Sil muerte, el fasto de los Médieis pasa de Flol'encia aHorna. Lo continúa allí Sil hijo ,Juan, el predestinado. Hecho cardenal a los trece años, sucede en la catedra de San Pedl'o a Julio 11, a los treinta y siete. Su pontificado dió nombre a to(lo IIn siglo: el de Le,'m X. El Henac.imicnto ~onlilllía, pues, en plena flJlgnración. ,lOSÉ

LE,í:"l

P.\G.\:o!o.

NEOLOGISMOS DE MIS LECTURAS (Contiilllació/I)

Amujar. Este verbo se lee en los vocabularios de Alemany, Sanlamal'Ía, SOJJbidel, Ambruzzi, Malaret, etc., como corriente en A1'gentina, Chile y Uruguay, con el significado de (Iml!.~9a,.., que trae el Dice., o de "agachar las orejas el animaln. "En UIl minuto estuvieron ellsillados los dos calJallos, {fue amujaban las orejas y cavaban la: tierra con sus cascos 11. (Huno 'VAS1', La rasa de lo .• rl/I'/·!'('.•. EdtH'V, 1930, p.235).

Amuseur. Galicismo vitando, por "jocoso, divertido, entretenido; bufón n. " A)'er ('ra Dumas, padre, el gran 'amuseur'; hoy ('S Sardou n. (CALIITO OVUELA, I?s/I/dio .• li/era,·jos, AA!., 1943. t. 1, p. 2(1). " Scribe pasa por un amuseur 1). (E. PAItDO BA7.ÁN, L/I lite"a/I/m !m'lCesa, 11, p. 211, ci\. por R. Morales, (f" l}(f,'rido li/I'rm'io, S~oCh, 1!J29, p. 19)'

Anacahuita. Nombre indígena. Lo traen Malaret, Toro y Gómez, Toro y Gisbert, Alemany, Santamaría, Ambrllzzi, etc., como de IlS0 en Mí'jico, Cuba y Puerto Rico. 18

'9 0

RODOU·O

M.

IlAAL, XX, '95.

Ro\GUCCI

« Curaba tuberculosis con la anacahuita yel molle n. (EuDALDO G. MONTES, Fruta de Tala, Mont., 1!142, p. 8~).

Anaconda. Se encuentra en Alemany, Toro y Gisbert, González de la Rosa, Santamaría, Or.oz, Ambruzzi, etc. En el DicM. está con corchete y así definido: « serpiente americana >l. Ochoa, Barcia y Salvá- Toro y Gómez escriben 'anacondo': « serpiente de Ceilán)). «... y "an las grandes anacondas / subiendo al silbo del llamado! n (GABRIELA MISTRAl., Antología poética, Bs. As., [946, p. 29)' « La anaconda suele medir hasta [O metros de largo »). (TORO y GISBEIIT, PL, París, 1940, p. 6[).

Anacreon. Lo corriente es A nacreonlc. A \'eces se encuentra Anacreóll, agudo. « Poesías de Anacreon, Teócrito ... )) BRAE, Cuad. CXVI, p. 4:)9).

(Bibliogl'afía,

Anacrusa. Variante de allacr/tsis. V. esta voi. « [Esos bailes] se inician con la 'alzada' • o anacrusa >l. (J UAN PABLO Mu5íoz Suz, Del fol/dore argentino, 'Amér.', Quito, 1948, núms. 90-!)2, p. 44).

Anacrusis. Del griego

~·¡;XZP:;:J"~;,· preludio.

EsevelTi

Hualdc así Jo define: « silabas del principio del verso griego, anles del tiempo fuerte del primer pie

>l.

". [El dodecasílabo] equivale a un endecasílabo anapéstitico con 'anacrusis' o adición de una sílaba inicial no acentuada >l. (~hNf:~DEZ y PELAYO, Crítica litemria, t. 11, Santander, Ig!I[, p. 114).

BAAL. XX. '95.

NEOLOGISUOS DI!: MIS LECTURA.S

2U 1

Anadeo. Susto der. del verbo allad~al' (de (!nade). « y nos preguntamos con honda alarma adónde va América en pos del pesado anadeo de esos cantos suyos ... 1I (AnTURO CAPDEVILA, Adolescen~;tZ y l'ollllllnd. EdtLH, '947. p.

34).

Anagnosia. Del griego' rd¡",w¡t;', lectura. Así se llamaba un antiguo método de lectura de Marcos Sastre. con el cual aprendieron a leer muchas generaciones de argentinos. . « Se siente chiquito ante un libro, aunque sea una anag1l (FIIAY MOCHO, Cuentos, EdtSoA, 1940, p.85). « Se cierra así el ciclo que comenzó con la Anagnosia de Marcos Sastre ... » (VIDAL FEIIREYIIA VIDELA, J/emo/"alia, Bs. As., 1!)~7, 39)·

nosia ...

p:

Analfabeta. Femenino deanalJabelo~ El Dic. no da más que la forma en O. Las dos formas, en o y en a, se hallan en Toro y Gómez, Salvá, Alemally, Garzón, Segovia, Santamaría, Ambrllzzi, Bacci, etc. R. Restrepo sostiene que debe decirse invariablemente analfabeto para los dos géneros, y pone este ejemplo: .« Una mujer ana{fabelo es deshonor para su familia 11. « Esta masa analfabeta y adulta. pesa no obstante en la balanza de la cultura general... 11 (JOAQUIN V. GOlizÁLEl, Discurso, en Pergamino, 'El Paí.~', B. A., :15/1\./90;;). « Profesor de primeras leh'as para bestias analfabetas, el domador tiene que ser, a la vez, indulgente ... , inexorable ... 11 (RIC.\RDO HOGG, Una tropilla de mi.~tu/"ao~, dI. pOI" Garzón, DicAr·., Barc. 1910, p. 24). « .•. la clase inferior se mantiene tolal,úcllte ana:1fabeta. y la intermedia lo es en gran parte 11. (:\RTURO Cosn. ALnREZ, Nuestr'a lengua, SEdA, 1922, p. 22).

lluPOLllo

:.\1.

nAUUCCI

11.\..1.1., XX,

1~r.1

" ... ulla doncelia aldeana, pobre, humilde yanalfabeta, se siellll' l'lIi'endida en espíritu guerrel'o ... II (RODOI.FO ¡"ut11110 TOIIlIES, Sigile tll estl'ella, Madr., 194¡, p. 158). « ... cll~a mayoda I'ra analfabeta ... II (RAFAEL A. AIIRm'fA, La li/el'a/1l1'U argentina y .;,.• l,íIlCll/o .• con Espaiia, leK

B. A., 1948, p. 19)'

.

" ... no faltará la comadre analfabeta ... ~IO

M".

R\KDIEIII, F;/os(~rí"

II

y le/ras, BANL. 1,

(Mons. n" 2,

AN'CO-

p. ji).

Analfabético, ca. Adj. del'. de annlfabelo. En el lJicM, ligura

eDil "

corchete. Lo registra Ambl"ll1.1.i.

... UII

sistema analfabético de notación fonética ... /leseii" de libro .• , BICe, 1, p. 18p).

II

(LUIS «'1.ÓltEZ,

Analgésico, ca. SIlSt. y adj. der. de analgesia: Esllí tan bien formado como alle¡¡lé,~ico y eugenésico, de anestesia y eugenesia, respectivamente. Figura en PL, Casares, Alemany, Toro y GóIllez, GOllzále1. de la Hosa, Oroz, Grates, Schallman, 11. Restrepo, Eseverri Hualde, Ambru1.zi, etc. El DicM. lo tiene con corchele, y 1'1 Dic. lo admite sólo como adjetivo. « Su triunfo sobre la vida lo' constituyó el dominio Sl'rl'no l'on '[Ul' aceptara la enfermedad y el dolor físicQ, pri"álldose de analgésicos, para vivil' 'el padecimiento material y conoc.I.'rlo ... 11 (M,'IIIA ALICIA DO!\lINGt.'EZ, ta vida y I"s pol'/as. BCPBP, n° 2, 1948, p. 23). « La anlipirina y'la aspirina son excelentes analgésiCOfilll (Talla y GiSBEIIT, DiePL, París, 1940, p. 61). ti Analgésico, remedio contra el dolo\' >l. (TOMÁS CAD.'VID lhsTREI'O, Raírl'.• gl'iega .••v la/illa .• , Bog .. 1942, p. 31).

Analista. Del'. de (l/uílisi,~, nó de anale,~, pues está autoril.ado anali.~/a por ,. autor de anales >l, y aun analisla pOI' ,. versado I'JI an¡ílisis matemático >l. 'El nrologismo I'eside

H.\AL, XX. "95,

XtlOI.OGUOIOS Dt: Mlf1 I.KC1'VIIAS

en extendCl' la acepciól1 a otros análisis, E11~uevo'D¡dJ. amplía I1U\s: ct Matemático o químico que se dedica al estlldio de la análisis 1), ct Ello eM muy natural; un p~ieólogo, un analista de' verdad, no puede prescindir de él.). (GUSTAVO J, FIIANC'~S­ l. (G¡;STA\O J. FU.\NCESCHI, l'spil·illlali.mlo en /" liler. ¡mnc. conlem}J .. EdtDi. 1945, p. ,(i4l. "t No I'S pl"Ofundaml'ntl' anti~)cial, anarquizadora. la religión dI' la naturaleza librl', exaltación dl'sl'nfrl'nada del indiyidualismo?>l (ID., il,., p. 260). l. Tl'nl'mos honda I'xperil'ncia dc lo qul' importan l'stas creacionl'S anarquizadoras ... )) (EMIR E. MEIICADEIl, n.'\D, 211/rX/948, p.3goo).

m

Anarquizar. Pura el Dic., fJue ha admitido ya este vel'l!o, no es más qlle intransitivo, y lo cierto es que se emplea más comúnmente como.!ransiti,'o, siquiera reflexivo algunas veces :anarquizarse. Figura como transitivo en el· DicM .• Alemany, Salvá-Toro y Gómez, Rancés, Santamaría, Ambruzzi, Vastus. etc. Ochoa y Barcia lo calilican de activo y neutro. " ... andaba sicmprc estudiando... cómo anarquizar la República ... » (Jv.\~ MUUI':L DE ROSAS, Carla dI' ,5/IY/ M3g. cit. por C. Ibarguren I'n Juall !Jf""llel de RORaR, EdtF.

1933, p. 2i 6). " ... la sociedad, en VI'Z dI' anarquizarse, se mantl'Jlga cn orden ... )) (PEDRO GO'I:ElU, Discllr.UMBIDE, El o,.de/io, Rev. jurídico-literaria de Quito, 1911i, p. 182). (l . . . es despertar el lalido ancestral ... 1) (ARTURO lt..RASSO, Esludios lilc/'IlI'Ws, EdtAt, '!j20, ll. ,58). Lo que hubiera en él de sangre blanca estaba anegado 6n la ola ancestral de sangre de cacique n. (HvGO 'VAST, La ca.a /le los elle/'pos, EdIHW, '93o, p. ¡8). (1

l\obou'O

!.\J. R.\o UCCI

" Ariosto, 1'a8so, Ercilla, Milton, .CamoCII8, tampoco ('Scapan 11 esaintlllellcia ancestraL .. II (HICAIIDO HOJAs, Ce/'I'all/es, EdtU" 1(135, p. 39!')' " ... estirpe noble, pl'ro cargada d(' "icios ancestrales ... " (l'. GIIOUSSAC, La diIJi.m punzó, EdIJM, 193¡, p. 62). " Emana de no stl qué ancestrál experiencia hecha instinto H. (EUUAIIUO BARIIIOS, El He/'ma/1O A .• /IO, EdtNa, SgoCh, Ig3¡', p. 139)' « En guitarra ancestral su m('lodía / desgranan por la noche tus troveros H. (ATAI.I"~ HERIIEIIA, Bamba, EGSA, 1933 , p. 29)' "Evocaban ancestrales ritos mágicos ... H (AI.BERTO ZUM FELDE, Proce.m in/electual del [:ruguay, INe, 1930. t. 1. p. 3(1). " En medio del terror ancestral que, en la gl'Uta penumbrosa ., ásaltaba mi personalidad de moderno, sentó ... H (CARI.OS OBLIGADO, l~a cuelln de/fósil. EdtLF, 1938, p.25). « Agobiados de ancestral Ilaqueza ... 1) (L. LVGONES. en' Cisne .•, neg/'os 'de Los crepúsculos del Jardíll). « Bravo conquistador como sus ancestrales .. 1) (ATAl.IVA HERRERA, Lo~' vírgenes del Sol, EdtLC, 1939, p. 69)' « La moneda de cobre vuel ,'e con su sentido ancestral". (RAMÓN GÓMEZ DE LA SEIU'iA, Cobres, EIM, 20/XI/939)' « ... opinan que la humanidad vive sobre la falsa has!' di' un lamentable error ancestral H. (WEIICESLAO FEIIN.\I"iUEZ l~I.OIIES, Las gafas del diablo, EdtECA, 19~0, p. 38). " Como Sarmiento tiene, aunque no lo quiera, 'al espaliol adentro y su realismo ancestral H. (Cum:1.O M. BonT, Voces argentina.• , EdtLC, '9[,0. p.l¡8). u Algo misterioso y ancestral nos apropincua • a su per~ona H. (AZOllíN, En /0/'110 a Jos; Hemállde:, EdtSA, 19 39, p. 96). u [León el Hebreo ]doclo ... en rumiar un dolor ancestral sobre sus curvas espaldas~' narices H. (LUIS .\I.BERTO , SlNCHF.Z, La lilera/I/m 111'1 Pe,.,í. B.A., 1939, p. 38).

NEOLOGIS .. OS DE )lIS I.EC','UIU.!I

'99

(([Dio] su espíritu ancestral / a los nue.v~s hombres ,,". EDGARDO UBALDO GENTA, La Rpopeya de Amp,.ica. 1M, Mont., 1939). « [Lope] acaso socarrón ante la crítica solemne y el magisterio ancestral, demerita • lo genuinamente suyo ... , pero sigue creándolo 1>. (AUONSO JUNCO, San!ve de Hi.'pania, EdtECA, 1940, p. 148). (( Pensaba entonces que él mismo no era sino un flll'go fatuo, escapado de aquellos huesos ancestrales ... " (\11 parLr An.,,,, .IIalé,.iallx, pág, 80, die" de 11: « elpril\lt'-t-il I'élat ah.olll, ou n'e.l il .pas qu'ulI dem"stratit" issu de ellú indi'luanl la pr.'senee .Ie I'~Lre dont .011 parle? Quoi 'I"'il en soit, jI' couslale que c.-t i ...licc esl .. siL;' dans lou> le. di ..lecLes, et 'lu'un certaill nomur" des lhi,ID'" qll'il afT.-el" s.. conj"g"cut po.st'ssi,·cmenl

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