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M A N I F E S TA C I O N E S P O L Í T I C O - C U LT U R A L E S D E L S I G L O X V E S PA Ñ O L : LAS PRIMERAS TRADUCCIONES CASTELLANAS DE LAS MONO GRAFÍAS DE SALUSTIO

Avelina Carrera de la Red U N IV ERSIDA D DE VA L L A D OL ID

En el transcurso del siglo XV, aparecen en España las primeras traducciones castellanas de las dos monografías de Salustio, De coniuratione Catilinae y Bellum Iugurthinum; en el segundo tercio del siglo, se difunde manuscrita la traducción de Vasco Ramírez de Guzmán, y prácticamente finalizada la centuria, en 1493, se imprime en Zaragoza la versión castellana de Francisco Vidal de Noya. Las dos traducciones de Salustio se sitúan, pues, en dos contextos cortesanos diferentes, el de Juan II de Castilla (1407-1454) y el de Isabel y Fernando de Castilla y Aragón (1479-1504). Son dos reinados distanciados cronológicamente algunas décadas, y un análisis de contraste elemental deja ver cambios cualitativos importantes y, al mismo tiempo, una significativa continuidad entre ellos. Ambos períodos destacan por el empuje que los propios monarcas dan a la vida cultural. Las modas y las teorías literarias cambian y se encaminan hacia la recuperación de las formas clásicas, pero

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la literatura no pierde en ningún momento su función de instrumento del ​ poder. El mecenazgo, la formación de ricas bibliotecas y el gusto libresco caracterizan una forma de vida propia de la aristocracia de esta centuria. El enfrentamiento entre la nobleza y el poder real sacude la vida política castellana desde principios de siglo; el reinado de los Reyes Católicos significa el fin de este conflicto, aunque no por ello termine entonces el multisecular debate sobre la naturaleza y dimensión de la autoridad. Los letrados ejercen a lo largo de todo el siglo el control político y social, con la diferencia de que en la primera etapa son letrados-caballeros, con funciones civiles y militares, y en la segunda, letrados-universitarios, alejados de la actividad bélica y dedicados preferentemente a desarrollar la actividad intelectual en contacto con las grandes instituciones académicas. La doctrina moral que se acoge en los clásicos y que coloca la virtud como base de la nobleza está presente en buena parte de las manifestaciones literarias de ambas cortes, pero los siempre maestros de ideas y moralidad se van convirtiendo paulatinamente en testimonios también de un nuevo estilo de expresión para el nuevo mundo de ideas y conocimientos, a medida que la clase intelectual asimila el nuevo patrón humanista llegado de Italia desde comienzos de siglo. Los vaivenes que definen el panorama político y socio-cultural del siglo XV en España (y en toda Europa) condicionan decisivamente la intencionalidad y vocación literaria de los traductores de Salustio, sendos prelados, influyentes cortesanos, que acometen la traducción del historiador romano al servicio de la causa de los grandes de su tiempo. La mayor parte de la vida de Vasco Ramírez de Guzmán, autor de la primera traducción de Salustio, discurre en el primer tercio del siglo XV (ca. 13961439).1 Como arcediano de Toledo y miembro de una de las familias castellanas más influyentes, llevó a cabo una importante labor de clérigo-letrado. Estuvo en Italia entre 1421 y 1422, acompañando al Secretario Real de Juan II, Pedro Fernández de Laguardia. De su actividad literaria, sabemos que colaboró en la elaboración de la Biblia de Alba, a instancias de su primo Luis de Guzmán, 1  Para una revisión biográfica de este autor, con una breve pero sustancial presentación de los

datos que se conocen de la vida de Vasco Ramírez de Guzmán, remito al trabajo de Gemma Avenoza y José Ignacio Pérez Pascual.

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uno de los personajes más poderosos de la Corte de Juan II. Además, parece ser que tradujo del latín al castellano un pequeño texto, por encargo del rey Juan II, según se desprende del prólogo que hizo a esta versión. El título de la obra traducida no se conoce. El prólogo no lo dice y el códice que lo contiene (Biblioteca Nacional-Madrid MS 9513) es misceláneo, con distinta letra y distinto papel en cada tratado que lo componen (Rubio 93-95). La traducción castellana de Salustio es la gran obra del arcediano. La composición puede situarse a finales del primer tercio del siglo, tras la vuelta de Italia del autor. En el breve prólogo que antepone a su versión, señala que emprendió esta obra “a grande ruego e afincamjento” de Fernán Pérez de Guzmán, primo suyo también. Las vinculaciones de familia que hemos visto ligadas a la producción de Guzmán nos sitúan en el centro de la nobleza castellana dominante en la primera mitad del siglo XV. Pérez de Guzmán, sobrino de Pero López de Ayala, se formó en la Corte de Enrique III. Con Juan II entra a formar parte de la curia regia, aunque después de haber apoyado al infante don Enrique, lo que representa una situación personal un tanto comprometida. Va a ocupar el cargo de procurador del reino y participará en diferentes campañas militares. Bien fuese por propia iniciativa, decepcionado y cansado por el desorden de su tiempo, o bien se viese impelido a salir de la Corte por no encajar en el entorno caballeresco que Álvaro de Luna había creado, el hecho es que en 1432 se retira a Batres. Allí se dedica a la literatura, especialmente la historia, la traducción y la poesía, sin llegar a abandonar las relaciones sociales. La corrupción que lo rodea y la desesperanza de alcanzar el mundo de orden y justicia por el que dice haber luchado son lamentos que brotan por doquier en la obra de este autor, donde la crítica a los individuos y a la sociedad, y la búsqueda del ideal de la nobleza humana y el valor de la verdadera amistad aparecen como una constante. No es de extrañar la atracción que sentía por la vida y la obra del romano, tan próximas a su propia experiencia personal.2 De la traducción de Vasco Ramírez de Guzmán se han redescubierto, hasta 2  Lee (“Fernán Pérez de Guzmán”) analiza muy bien la situación coyuntural, la tradición literaria y la experiencia personal como claves del interés de Fernán Pérez de Guzmán por la obra de Salustio.

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ahora, siete copias manuscritas. Charmaine Lee ha descrito cinco (“Un ​ ffamoso libro”):

A = Biblioteca Nacional-Madrid MS 8724



B = Biblioteca Nacional-Madrid MS 10445 (Catilina y prólogo de Jugurta)



E = Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, MS g.III.113



S = Biblioteca Menéndez Pelayo, Santander, MS 312



V = Biblioteca Histórica de Santa Cruz, Valladolid, MS 305

Avenoza y Pérez Pascual describen las otras dos:

M = Madrid, Biblioteca de la Escuela Diplomática, MS 160



C = Barcelona, Biblioteca de Cataluña, MS 3190 (Jugurta, hasta 41.3)

Todos son códices del siglo XV (en V, los seis últimos folios están escritos en humanística bastarda, del siglo XVI), copias bastante cuidadas, escritas en gótica, redonda o cursiva (S y C). Excepto en estos últimos, donde no aparece, la traducción está precedida de un prólogo del traductor. En E se antepone al texto un índice que recoge los epígrafes de los capítulos en los que se dividen las obras, “Tabla del libro llamado Salustrio (sic)”; en M y A hay también un índice inicial, aunque incompleto. En E, M y V aparece el nombre del traductor. La referencia de M al hecho de haberse elaborado la traducción castellana desde un original toscano es importante. La educación de los caballeros en las casas de los nobles colocaba a los clásicos como modelos políticos y de persuasión; se coleccionaban libros, se leía con avidez, pero no existía la preocupación de hacerlo en la lengua original y las traducciones en lenguas vernáculas sustituyen a los textos de partida.4 Las obras que se habían de traducir se seleccionaban atendiendo a su fama internacional, a la disponibilidad de sus manuscritos, o a los intereses particulares de 3 La edición facsímil de este manuscrito y sus concordancias han sido preparadas por Jerry Rank. 4  Paralelamente, en el tema de los textos originales “la norma era que nuestros antepasados

aceptasen el textus receptus sin pestañear”, pero, al menos, se salía de las enciclopedias y las polianteas medievales, a decir de Ángel Gómez Moreno (España y la Italia de los humanistas 60).

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las personas que encargaban la traducción.5 Como explica Peter Russell, la escasez de instrumentos auxiliares para resolver las dificultades de la gramática latina y el escaso nivel de conocimiento de esta lengua justifican que se buscasen las traducciones romances anteriores para utilizarlas como base y así, ahorrar tiempo (36-37). La primera traducción italiana completa de las monografías de Salustio fue elaborada por Bartolomeo da San Concordio entre 1302 y 1313.6 Aunque este tema merece un estudio aparte, un primer análisis de ambas traducciones permite suponer que la del autor de Pisa está en la base de la versión castellana. Los proemios, originales en cada uno de ellos, coinciden en el tono; ambos consideran la traducción como un servicio a un señor (Nero Cambi, de Florencia, para el traductor italiano; Fernán Pérez de Guzmán, para el español) y con él, a la comunidad; y ambos mencionan la multisecular disquisición acerca de la dificultad intrínseca que supone verter a la propia lengua un texto escrito en otra diferente. También aproxima los dos textos su división en capítulos, idéntica en algunos casos (bien es verdad que esta labor es obra en ocasiones del copista, más que del propio traductor); se puede comparar el epígrafe que preside el proemio de Catilina para comprobar que el espíritu que anima ambas traducciones es el mismo (se confronta E): “In questo Proemio intende Sallustio di confortare e inanimare gli uomini ad operazione di virtú e di mostrare quello di che propone di scrivere” / “La intençion del Salustio delo que entiende de tratar anjmando los onbres a virtuosamente obrar”. En el estilo hay un aspecto que acerca extraordinariamente a los dos traductores, su voluntad de mantener a lo largo de toda la obra la brevitas densa y colorista del escritor latino. Esta intencionalidad común, esta comunidad de espíritu y estilo sitúa la traducción italiana de Bartolomeo da San Concordio en la base de la versión castellana, bien de forma directa, o bien, a través de otra versión que estuviese apoyada en ella. El hecho de que la traducción de Salustio se realizase sobre una versión romance anterior y no sobre un original latino se inserta en la corriente de romanceamientos que en los siglos XIV y XV se hicieron a través 5  Así se comprueba en el estudio de Naylor sobre Pero López de Ayala. 6  Existe de esta obra una edición de 1863, Il catilinario e Il giugurtino. Volgarizzati da fra Bartolommeo da San Concordio.

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de una versión intermedia, y no directamente del original.7 No podemos ​ saber el nivel de conocimientos que Vasco Ramírez de Guzmán tenía de la lengua toscana, como tampoco se conoce el grado de difusión que esta lengua tuvo en la Castilla del siglo XV.8 Lo que sí está claro, después de los excelentes estudios que a ello se han dedicado, es que la cultura italiana en España se expandió durante la primera mitad del siglo con más intensidad de lo que hasta hace poco se pensaba. La relación de la primera traducción castellana de Salustio con un original italiano significa un nuevo hito en este panorama de contactos inter-peninsulares. Y precisamente será el camino recorrido por la lengua toscana en Italia el modelo que van a tomar los autores castellanos que pretenden la dignificación de su propia lengua.9 En relación con la vida y la obra de Francisco Vidal de Noya, el segundo traductor de Salustio, se pueden señalar algunos datos.10 Doctor en Artes, a menudo se le menciona como docto humanista. El 20 de octubre de 1466 es inscrito en el Archivo de la Corona de Aragón como “maestro de leer y de artes” del príncipe Fernando, y el 10 de diciembre, como su secretario (ARP, reg. 939, fol. 39v i.41). Ejerció como protonotario apostólico y prior de El Pilar de Zaragoza, desde 1477. Entre las noticias de que disponemos acerca 7  Uno de los casos paradigmáticos en este sentido es la traducción de Nuño de Guzmán de las

Epístolas de Séneca a partir de una versión italiana, traducción, a su vez, de la versión francesa que sobre el texto latino se había hecho a principios del siglo XIV; el itinerario de esta traducción es estudiado por Andrea Zinato (“Volgarizzamenti delle Epistulae Morales” 371-390). Joaquín Rubio Tovar (“Traductores y traducciones” 243-53), en el ámbito de la Biblioteca del Marqués de Santillana, y Ángel Gómez Moreno (España y la Italia de los humanistas 43-44) ofrecen ejemplos de este proceso de traducción de unas lenguas vernáculas a otras; el segundo estudioso lo inserta en una de las tendencias que caracteriza el panorama cultural del siglo XV, la aceleración en la producción de libros.

8  Santiago Aguadé Nieto recuerda el carácter deficiente de algunas de las primeras apostillas y

traducciones al castellano de la Divina Comedia y de los comentarios a esta obra, así como la preocupación de uno de los traductores del comentario de Benvenuto de Imola por facilitar a los posibles lectores castellanos no iniciados algunos rudimentos de ortografía y fonética italianas (239), tal como recoge Margherita Morreale (Apuntes bibliográficos). Sobre las traducciones castellanas del italiano en esta época versa el trabajo de Carlos Alvar.

9  Véase el capítulo de Gómez Moreno “El pulso de la lengua vulgar con las clásicas” (España y la

Italia de los humanistas 109-120).

10  Para las principales referencias bio-bibliográficas de este autor pueden consultarse Félix de Latassa y Ortín, y Jordi Rubió i Balaguer.

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de su actividad literaria, se encuentra la que ofrece el Manuscrito Add. 15192 de la British Library, escrito en Italia en el siglo XV, donde se menciona la participación de este autor en la revisión de la obra de Antonio Beccadelli, el Panormita, Dicta aut facta Alphonsi regis (Kristeller, Iter Italicum 97b). Rubió i Balaguer indica que Vidal de Noya escribió versos en catalán, y se mencionan unos sermones suyos existentes en el MS J,159 de la Biblioteca Nacional-Madrid (Rubió i Balaguer 235-36).11 Nicolás Antonio da noticia de un manuscrito titulado Salustio Catilinario que se encontraba en Pedrola, en la biblioteca de los Duques de Villahermosa. También Félix de Latassa y Ortín (497) y Marcelino Menéndez Pelayo (Bibliografía Hispano-Latina Clásica 8: 19-20), siguiendo un borrador de Juan Francisco Andrés (BN-Madrid MS 9391, fol. 476), hablan de la ubicación del manuscrito de Vidal de Noya en esta localidad zaragozana. Según el colofón, el manuscrito se habría escrito en Nápoles, en tiempos de Fadrique de Aragón, hijo natural de Martín de Aragón, que fue rey de Sicilia y quinto señor de Pedrola. A través del obispo de Nápoles, el ejemplar pasaría a manos de Fernando de Aragón, duque de Calabria, bibliófilo de espíritu renacentista de la corte napolitana12. Avenoza y Pérez Pascual incluyen entre los manuscritos de la traducción de Vasco Ramírez de Guzmán el siguiente:

R = Biblioteca Borja, San Cugat del Vallès, MS C

De él dicen que “ofrece el interés añadido de presentar una versión de la Conjuración de Catilina diferente a la de los restantes testimonios; más cercana a la traducción impresa de Vidal de Noya, toma partido por construcciones latinizantes, que oscurecen el sentido del texto” (18). Avenoza ya había apuntado en 1991 la posibilidad de que este códice recogiese la traducción de Noya (58-67). En efecto, parece que se trata de la primera versión manuscrita de la obra del aragonés, lo que es evidente en Catilina. Algunas correcciones 11  La información que este autor ofrece sobre la traducción de Noya de la obra de Salustio es errónea; habla de una versión aragonesa de Catilina, que no es otra que la traducción castellana de la que se trata aquí. 12  La actividad de castellanos y aragoneses en la corte napolitana se describe pormenorizadamente

en Gómez Moreno (España y la Italia de los humanistas 296-314).

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manuscritas anotan, en las dos monografías, breves sentencias que aparecerán ​ incorporadas a la edición del texto. Catilina no presenta los epígrafes de los capítulos, lo que sí se da aún en Jugurta. El excelente estudio codicológico de Avenoza permite localizar el códice a finales del siglo XV. La primera edición impresa del texto se publicó en Zaragoza en 1493, en la imprenta de Pablo Hurus. La obra debía de estar acabada bastantes años antes (como se comprueba con las versiones manuscritas que he mencionado). El libro lleva por título: “El Salustio Cathilinario, e Jugurtha en Romançe”, y comienza así: “Este libro se llama Salustio Cathilinario, el qual fue traduzido de latin en romançe castellano por Maestre Francisco Vidal de Noya, en stilo assaz alto e muy elegante segund se sigue”. La calidad artística de la estampa del libro es muy alta, característica común a las obras salidas de esta imprenta zaragozana (Ruiz Lasala 39-55). De esta edición se hicieron diversas reediciones en pocos años:

Valladolid: Juan de Burgos, 1500



Valladolid: Arnao Guillén de Brocar, 1519



Logroño: Miguel de Eguía, 1529



Medina del Campo: Pedro de Castro, 1548



Amberes: Martín Nucio, 1554

En 1475 se publicaron en Valencia y Barcelona los Opera de Salustio. En la edición de Valencia no hay indicaciones tipográficas, aunque el impresor fue el alemán Lambert Palmart, el primero que se estableció en esta ciudad. En Barcelona, Juan de Salzburgo y Pablo de Constanza (el mismo Pablo Hurus de Constanza, impresor en Zaragoza de la traducción de Noya) publican las dos monografías de Salustio (junto a su vida y las invectivas) y algunas obras de Floro y Cicerón, en la misma caja. El explicit de Salustio y Floro se data también en 1475.13 El texto de ambas ediciones se ajusta al de las primeras ediciones de Salustio, basadas, a su vez, en la princeps, publicada en Venecia, en 1470, a cargo de Vindelinus de Spira. Aunque prácticamente coinciden, pequeñas variantes permiten localizar la edición de Valencia como posible 13  Francisco Vindel describe la edición de Barcelona (1: 15-18) y la de Valencia (3: 3).

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texto base de la traducción castellana, frente a la de Barcelona.14 Si pensamos en posibles fuentes romances de la versión de Noya, aparte, por supuesto, de la traducción de Vasco Ramírez de Guzmán (según vamos a ver), habría que considerar el empleo, o, al menos, la lectura que este autor pudo hacer de la traducción italiana del ferrarense Ludovico Carbone (1436-1482). Una primera comparación de ambas muestra que el estilo y la expresión se cuidan más en la traducción castellana, en tanto que la italiana presenta una mayor literalidad.15 En tanto, como he dicho, los ocho manuscritos coinciden en el tipo de letra, gótica redonda o littera textualis, la letra de la impresión es una cuidada gótica humanística, redonda universitaria, herencia, fundamentalmente, de la escuela de Poggio Florentino, adoptada por los primeros tipógrafos establecidos en Italia. En España, el camino normal de penetración de la humanística fue Aragón, especialmente la cancillería de Alfonso V y los códices de su escriba Bernardo Andor, uno de ellos, precisamente, un magnífico ejemplar de Salustio, copiado en Tarragona en 1469.16 Serán los Reyes Católicos quienes, a partir de la herencia de la Corona de Aragón, unifiquen el tipo de escritura también en Castilla. Pero hay un aspecto formal que distancia esencialmente la primera traducción de Vasco Ramírez de Guzmán de la versión de Vidal de Noya, e incluso establece diferencias también entre las diversas copias manuscritas: la capitulación de las obras. A, E, M y V, siguiendo una forma medieval de accesus ad auctorem, dividen el texto en capítulos señalados por títulos o epígrafes; S prácticamente suprime estos epígrafes (se recogen únicamente los más generales de Catilina), 14  Sirva de ejemplo el final de Jugurta:

“Isque Kalendiis ianuariis magna gloria triumphauit” (Barc.) “Isque Kalendiis ianuariis cum magna gloria consul triumphauit” (Val.) “E triunfo ansi consul enlas Kalendas de enero con gran gloria” (Noya) 15  Los dos manuscritos de la Biblioteca Universitaria de Valencia que contienen la versión de este autor son datables hacia la mitad del siglo. Procedentes de la Biblioteca del duque de Calabria, están ricamente adornados y contienen el escudo de los Reyes de Nápoles. 16  Ms. O.III.6 de El Escorial. Agradezco al profesor Mauricio Herrero Jiménez la ayuda que me ha

prestado para este breve reconocimiento paleográfico de los manuscritos.

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y B, C, R y la edición los omiten completamente. Como señala Russell, el lector ​ medieval se despistaba si no se le proporcionaban indicadores que pudieran guiarlo en la progresión de las argumentaciones, especialmente en los textos de contenido filosófico-doctrinal (40-41). Al “capitular” el texto quedaban marcados los temas particulares que pudieran interesarle. Se trataba de ayudar al “perezoso leedor”, como argumenta Enrique de Villena en su traducción de la Eneida (1427), dividida en 366 capítulos. Las versiones vernáculas solían estar acompañadas de este instrumento pedagógico.17 Según Jeremy N. H. Lawrance, la introducción de elementos de esta naturaleza (titula o argumenta) en la dispositio del texto, tomados de los textos técnicos (jurídicos o teológicos) testimonia el notable aumento de la lectura individual que se había producido en el entorno cultural de la tardía Edad Media y que demandaba estas marcas literarias, visuales, de acceso al texto (“The Spread of Lay Literacy” 82-83). Vasco Ramírez de Guzmán divide su traducción en capítulos. En la distribución de éstos y en sus títulos hay una discordancia importante entre las diferentes copias, demostrando que no se trata de una simple anotación temática, sino de una manifestación personal por parte de quien está copiando el texto. Sólo dos ejemplos. El título de la obra tiene en algunos ejemplares el tono de presentación de una obra de historia antigua de Roma: Aqui comjença el libro llamado Salustio que fabla delos fechos rromanos que acaesçieron enlos tienpos que Rroma comnenço la su gloriosa fama. E comiença luego la conjuraçion de Cathalina18 e enel prinçipio deste libro comencare el prologo que se dirige a Fernand Perez de Guzman. (A) Aquj comjenca el libro llamado Cathelinario e Jugurttino, en que contiene alguna suma delos fechos Romanos. (B) Aqui comjença vn ffamoso libro e muy noble llamado Salustio. (S)

17  En la tradición manuscrita latina, en cambio, es menos frecuente el uso de los titula. He revisado

los MSS latinos 10089 (siglos XII y XIII), 9460 (siglos XIV y XV), Vit. 16-4 (siglo XV) y 11551 (siglo XV) de la Biblioteca Nacional-Madrid y el MS 448 (1472) de la Biblioteca de Cataluña, y no se da en ninguno de ellos.

18  El nombre del protagonista de la narración alterna en esta copia entre las formas ‘Cathalina’,

‘Cathelina’ y ‘Cathilina’. También el índice de E, en el capítulo 31, escribe ‘Cacalina’. Según João Castro Nunes, los manuscritos de El Escorial que tienen la forma romance Catelina por Catilina son de procedencia hispánica.

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Otras copias señalan en la cabecera el carácter de traducción del texto: Capitulo primero, del prologo que fizo don Vasco de Guzman al Salustrio para lo tornar en romançe, a rruego de Fernan Perez de Guzman. (E) Aqui comiença el Libro llamado Salustrio, el qual romanço de toscano en esta lengua el honrrado don Vasco Ramirez. (M) Comienca el libro de Salustio Catelinario e el tratado de Jugurta. Comjenca el prologo del que rromanço el dicho libro. (V).

Por la ausencia de capitulación en B (manuscrito que, por cierto, perteneció a Don Íñigo),19 es curiosa (y significativa) la anotación que precede al capítulo final de Catilina: “Comjença la amarga y cruel batalla de Cathelina, en la qual dolorosamente, avnque commo claro cauallero, fenesçio” (33v) y termina: “Aquj ha fenesçido la conjuraçion de Cathelina y fenesçieron sus dias” (34v). Teniendo en cuenta que es la única anotación de esta copia, y por el tono que en ella se da, parece que puede deducirse una toma de posición “pro Catilina” por parte del copista, quien participaría del “catilinarismo” que vive Europa desde la Edad Media, fascinada por la figura de Catilina y sus reclamos de libertad y gloria.20 La declaración teórica que aparece en los dos autores sobre su traducción es escueta pero significativa. Vasco Ramírez de Guzmán “romancea” Salustio; Francisco Vidal de Noya lo “traduce”. Durante la Edad Media, “trasladar en romance” aplicado a la traducción significa transportar o copiar un texto, verterlo en la lengua de destino; se trata de tradere –no mecánica, sino conceptualmente– el contenido de lo que se encontró escrito en latín o en árabe para utilidad de quienes lo leyesen (Montoya, esp. 247-55). Traducere, a partir de Leonardo Bruni, implica los procesos de imitación y emulación, conversión o explicación, y traducción en el sentido moderno.21 Debemos 19  Mario Schiff (68-69). Una de las revisiones más recientes de la dimensión cultural de la obra

del Marqués de Santillana es la de Gómez Moreno, “Don Íñigo López de Mendoza, sus libros y su empresa cultural”.

20  Al “catilinarismo” (pasión política, amor a la gloria) de los hombres del Renacimiento se

refieren Ezio Bolaffi (258-60) y Giuseppe Toffanin (326-35).

21  Sobre el uso y significaciones de estos términos trata el libro de G. Folena (especialmente

60-84).

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recordar que la primera versión está hecha sobre un texto italiano, en tanto ​ la segunda rehace la traducción romance con la fuente original latina y que el latín sigue siendo entonces la “lengua de prestigio”.22 El autor aragonés no escribe ningún prólogo a su traducción, mientras que Guzmán coloca abriendo su trabajo unas breves consideraciones en las que recoge algunos de los tópicos tradicionales sobre el ejercicio del traductor. Cita a San Jerónimo, no el paradigmático pasaje de la Epistula ad Pammaquium acerca de la traducción verbum ex verbo o ad sensum, sino una fórmula inicial en la que contrapone su poca capacidad con la grandeza de la materia que acomete, “segund dize Sant Geronjmo, los jngenjos pequeños non sufren grandes materias”; menciona también a San Agustín y San Pablo, Padres de la Iglesia muy queridos por los escritores hispanos de esta primera parte de la centuria; señala los beneficios que el bien público experimenta con el conocimiento de los grandes hechos de la Antigüedad, y, por supuesto, muestra la modestia del traductor de la época, refiriéndose a la dificultad que tiene para expresar en su propia lengua la esencia del texto que traslada: “para que pueda acabar lo que entjendo escreujr a su serujçio, vssando manera de njño o tartamudo, los quales qujeren e cobdiçian fablar lo que oyen aunque non puedan formar la palabra acabadamente”.23 Francisco Vidal de Noya coloca en el incipit y en el colofón su declaración de principios: “traduzido de latin en romançe castellano … en stilo assaz alto e muy elegante”; “la presente obra acabada e de nouo emendada”. No hay más prólogo ni más conclusión, y precisamente esta no expresión de otras ideas es la mejor expresión de la voluntad del traductor. La traducción en la Edad Media tardía juega un papel fundamental en la transmisión de valores culturales y de autoridad, la translatio studii et imperii. Traducir significa traspasar textos y, con ellos, estructuras de pensamiento y 22  María de Francia hablaba de romancier o enromancier cuando se traducía de una lengua

romance y escrivre, turner, traire, retraire o translater para las traducciones del latín, lengua de prestigio (Muñoz Raya 17).

23  La mayor parte de los argumentos que se repiten en los prólogos de las traducciones del siglo

XV se recogen en Morreale (“Apuntes para la historia de la traducción en la Edad Media” 3-10) y María Isabel Hernández González.

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poder político.24 En la primera mitad del Cuatrocientos, Lorenzo Valla acuñó una expresión muy gráfica a propósito de la vertiente de utilitas que tienen las traducciones como intermediarias de cultura entre unos pueblos y otros, unas comunidades y otras: “peregrina mercatura rerum optimarum” dijo que eran.25 También Leonardo Bruni había resaltado en los primeros años del siglo XV la utilitas de las traducciones para el hombre moderno.26 Así se entiende que en España los aficionados al Humanismo, sobre todo en su primera época, se nutran de traducciones más que de originales, como Francisco Rico ha señalado a propósito de Alfonso el Magnánimo (54). Y así se interpretan las dos traducciones castellanas de la obra de Salustio formando parte de ese mundo de “signos propagandísticos y literarios” de los que habla Fernando Gómez Redondo, propios del universo socio-cultural que la cambiante aristocracia cortesana va dando forma a lo largo y ancho de la Península durante todo el siglo.27 La tradición retórica de Salustio y otros autores de la Antigüedad sostiene la historiografía de la época, caracterizada por los intereses políticos que de ella emanan y la imbricación en la vida contemporánea. El historiador clásico es un referente para los protagonistas de esta etapa de nuestra historia, llena, como en el resto de Europa, de incertidumbres y contrastes. A partir del siglo XIV, proliferan en España los manuscritos, las traducciones y las citas del historiador.28 La zona oriental trabaja muy a fondo este autor 24  Sobre el tema hay trabajos muy interesantes en el volumen que editan Renate Blumenfeld-

Kosinski, Luise Von Flotow y Daniel Russell.

25  Prólogo a su traducción latina de Pro Ctesiphonte de Demóstenes. Para conocer la concepción

de la traducción en Lorenzo Valla es interesante el artículo de Mariangela Regoliosi.

26  “Habemus quidem in animo hos omnes Plutarchi viros … in latinum convertere et famam ac gloriam summorum virorum renovare, ut simul cum utilitate nostra, quam ex Graecorum cognitione percepimus, nostrorum quoque hominum sit coniuncta utilitas” (citado en Morales Ortiz 30). 27  Para conocer y comprender la importancia de la literatura como instrumento propagandístico en este período de la historia de España es fundamental la lectura de las diferentes contribuciones del volumen que dirige José Manuel Nieto Soria. 28  Al hablar de la obra de Salustio en esta época se habla, fundamentalmente, de sus monografías, Catilina y Jugurta. Las Historiae, Epistolae e Inuectiuae se transmiten en numerosos manuscritos medievales (especialmente las dos últimas obras); pero a lo largo del siglo XVI, más que en objeto de traducción se convierten en materia de estudio, debatiéndose, al más puro estilo renacentista,

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latino, a quien se siente ideológicamente vinculado a la lucha por el poder que ​ se da en Cataluña entre el monarca y las cortes, que va a desembocar en 1462 en un largo período de enfrentamiento civil.29 Salustio ofrece a los lectores del siglo XV la narración de dos acontecimientos de la historia romana, la sublevación de un grupo de nobles contra el poder de su tiempo, que, entre otras cosas, les priva de derechos económicos que les corresponderían, y el episodio de la guerra de Numidia, en el que se ve cómo la idiosincrasia del pueblo númida, proclive al abandono y la desidia, y la ambición de un rey, que va a acabar desheredado, enfrentado por el reino a sus propios hermanos, lo conducen a su situación de sumisión frente al ordenado y virtuoso poderío romano. Se muestran así códigos de comportamiento, en un período, recordemos, de constantes cismas y guerras civiles.30 La forma narrativa de la historia le da al letrado que la traduce la posibilidad de traspasar a la vida real la experiencia del pasado, “realimentando”, en palabras de Brian Stock, su propio tiempo con la transcripción de esa experiencia, de la que se hace una nueva versión al “revivir” el texto (16-19). La traslación de textos históricos y moralizantes vincula el pasado y el presente con una eficacia que no se consigue con otras fórmulas literarias.31 El honor y el valor militar, el arte de la guerra, el ejercicio de las armas, de gran peso y estima, a juicio de Leonardo Bruni,32 parte sustancial de los tratados de caballería y de la literatura de regimine principum, tan importante en la época y tan del gusto de la aristocracia, tienen en Jugurta una rica colección los numerosos problemas textuales y de autoría que plantean. 29  La tradición salustiana en la Península es brevemente reseñada por Robert B. Tate al estudiar

la biografía de Juan II de Aragón, obra de Gonzalo García de Santa María (237 y ss.). Para los cultivadores de Salustio en la zona oriental peninsular, véase Rubió i Balaguer (233-49). También puede comprobarse la presencia de Salustio en Cataluña en la documentación que recoge José María Madurell Marimón. Hay muchos otros trabajos que analizan la influencia del historiador clásico en aspectos concretos de la literatura peninsular de la época.

30  Las glosas que se hacen en Italia a los textos de los historiadores clásicos durante el siglo XIV

suelen indagar en el nacimiento del despotismo italiano (Black 296).

31  “E certo non e lectione alcuna piu conueniente alli signori che quella de le historie doue

insiemi se ritroua li acti uirtuosi con li soi exempli”, dice Ludovico Carbone en la introducción a su traducción (Valencia, Biblioteca Universitaria MS 849, fol. 3v). 32  Texto del De militia, citado en Rico 82.

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de técnicas de adiestramientos, emboscadas y diplomacias. El problema de la paz interna y la legitimidad de la lucha contra el infiel encuentra en los primeros pasajes de Catilina un apoyo moral para algunos autores castellanos.33 La literatura sapiencial, las colecciones de dichos y sentencias, que conocen un importante desarrollo en el siglo XV, también extraen de las dos monografías (especialmente de sus proemios) abundante material; recordemos los Dichos de Salustio, integrantes de la Floresta de Philósophos junto a los de Platón, Cicerón, Séneca, Lucano o Boecio.34 El retrato, la epístola, el discurso, componentes sustanciales de la historiografía salustiana, también interesan a los hombres de estado y a la clase dirigente del momento, tal como ya antes había sucedido en Italia. Además, Salustio menciona España en sus monografías; entre sus referencias, destacan la guerra de Numancia y la alusión a la leyenda que situaba en nuestra tierra la estancia y muerte de Hércules (Iugurta 18.3), héroe griego considerado mítico fundador de España, de profunda significación política en la historiografía medieval.35 Cuando por entonces los sentimientos nacionales recorren Europa entera, los autores peninsulares que escriben la historia de su comunidad buscan sus raíces en los textos de la Antigüedad, en busca de argumentos de excelencia histórica que les permitan colocarla por delante de las demás.36 Por eso, no es una casualidad que la primera traducción castellana de la obra de Salustio naciera en el seno de una de las familias nobles de mayor influencia en la vida política e intelectual del siglo XV en Castilla. Aristócratas, religiosos, 33  Una breve panorámica de la presencia de este tema en la literatura castellana se encuentra en

Guido M. Cappelli 140-45.

34  La traducción de Jugurta del MS 3190 de la Biblioteca de Cataluña se encuaderna en este códice

facticio junto a la traducción de Medea y otros dos textos pertenencientes a la literatura sapiencial, Algunos buenos dichos de philósophos por instruir los omes a buena vida, y Doctrina de hablar e de callar hordenada por Marcho Tullio, curiosa unión que estudia Morrás en un artículo que versa sobre estas dos últimas obras (“‘Buenos dichos por instruir a buena vida’”). 35  Es muy interesante el apartado que Cappelli dedica a este tema en su estudio sobre el

Humanismo romance de Juan de Lucena (105-14).

36  Recuérdese la Apologia pro praecedentia oratoris regis Castellae super legatum regis Angliae,

discurso pronunciado por Alfonso de Cartagena en el Concilio de Basilea (1434). Testimonios de este orgullo nacional manifestado por los autores españoles se encuentran en el capítulo “Autores patrios, antiguos y modernos” de la monografía de Gómez Moreno (España y la Italia de los humanistas, 133-52).

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caballeros, mecenas, literatos y políticos, el clan familiar de los Guzmán ​ y los Mendoza, desde el Consejo real y el cenáculo de sus palacios y casas señoriales, participan durante la primera mitad del siglo en la configuración del entramado político, social y cultural de su entorno. El mayor interés de los traductores durante la primera mitad del siglo XV en España es trasladar con acierto la sententia, el mensaje de los autores que se traducen, conscientes de que la eloquentia de la lengua original (sobre todo, “la brevedad” del latín y su riqueza léxica) es muy difícil de conservar. Conocido es el lamento del hijo del Marqués de Santillana, Pedro González de Mendoza, al acometer la traducción de Homero sobre la versión latina de Pier Candido Decembrio, cuando siente que se haya perdido en el camino de la versión la “elocuencia como trompa resonante” del vate griego.37 Según Vasco Ramírez de Guzmán, “ussando manera de niño o tartamudo, los quales qujeren e cobdiçian fablar lo que oyen aunque non puedan formar la palabra acabadamente”, al dar al castellano los textos de Salustio dará a conocer “los grandes e antiguos fechos, por la sabiduria de los quales el entendimjento de los que con derecha voluntad estudian de acresçentar el bien publico es auisado”(Prólogo, E). Él, como muchos de sus contemporáneos traductores, considera tener como obligación primera poner en lenguaje comprensible la obra que traduce; “res velim, non verba consideres” había dicho Coluccio Salutati, hacia 1392;38 y al servicio de la res se colocarán el adorno retórico de la sententia y el ornatus. Con este servicio a la comunidad, cumple en su sociedad el papel de interpres que entiende los textos y está preparado para traspasar su mensaje verbalmente a otros. Iniciado en la Baja Edad Media, cuando las lenguas vernáculas nacen para la literatura, el proceso de absorción y difusión cultural del que habla Stock, posibilita que las normas morales de los individuos de una comunidad textual puedan ser cambiadas; el conocimiento de las lenguas (sobre todo, la latina, cuyos dominios son la 37  Preámbulo-dedicatoria de Pedro González de Mendoza a la Ilíada latina (Ms.Add.21.245 de la British Library), en la que responde a algunas cuestiones que en torno a la traducción le había planteado su padre Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. La dedicatoria se recoge en Serés 81-91. 38  Epístola de Coluccio Salutati a Antonio Loschi, citada en Petris 18.

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cultura entera) proporciona a los letrados dominio social sobre aquellos que no las conocen. Esto enlaza con el programa de acción que los humanistas proponen, porque es posible “cambiar la vida, corregir el mundo”, en palabras de Rico, a partir de la enseñanza de la historia, con esa dimensión histórica que la vida humana aprende del Humanismo (34-44). Enseñanza moral y didáctica es el mensaje que el autor de la primera traducción de Salustio quiere ofrecer a sus lectores, empezando por el promotor de la obra, como él mismo declara en el prólogo. Las copias de la traducción colocan en primer plano tal didactismo y moralización, en casi todos los casos. En este sentido es significativo en E el encabezamiento del proemio de Catilina: “La jntençion del Salustrio, delo que entiende tractar anjmando alos onbres a virtuosamente obrar”. La pauta doctrinal y religiosa marca la recuperación de la trama de las traducciones en la segunda mitad del siglo XIV y la primera del XV, después del parón de romanceamientos que se da en la Península a comienzos del primero de estos siglos, en medio de una grave crisis de valores (Gómez Redondo 2111-71). La acción virtuosa como principio básico del auténtico éxito individual, en su dimensión política, social y personal, y el cultivo de la virtus frente al desorden moral, a la codicia y al afán de riquezas, se retratan en Salustio como en pocos autores de la Antigüedad. Así lo dejan bien claro los copistas de la traducción a través de los epígrafes de los diferentes capítulos de las obras. El retrato de Catilina y sus costumbres se incluye en el capítulo de descripción de las corruptas maneras de Roma, como si se quisiera asociar su maldad a la maldad de todo el pueblo romano, no sólo la de sus dirigentes (por muy perverso que hubiese sido Sila): Demuestra qujen fue Cathiljna e de sus costunbres e delas corruptas maneras de Roma (E, cap. 3) Que non auja quien descubriese la conjuraçion e que a toda la gente menuda plazia dela nouedad (E, cap. 16) De que fabla delos viçios en que pecauan los Romanos (A, cap. 6) En que cuenta avn las grandes maldades delos rromanos (A, cap. 7)

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Que fabla delas muy grandes maldades de Cathilina e desu vida suzia ​ (A, cap. 9) De las diferençias e poca concordia delos romanos (V, cap. 26)

La pérdida de la virtud es la causa de la decadencia del Imperio Romano, que si alcanzó el grado de gloria que alcanzó en sus primeros tiempos fue gracias al noble comportamiento de aquellos gobernantes: Que los fechos delos romanos fueron grandes por virtud e despues vjnjeron a menos (E, cap.4) Que fabla delas virtudes delos nobles varones de Rroma (A, cap.3) Que fabla commo se pierde la rrepublica por las malas costunbres delos que la rigen e commo ovieron comjenço de Silla (A, cap.5) De commo se augmento el jmperio de Roma por buenas costumbres delos primeros (V, cap.2).

La prosperidad y el éxito excesivo acarrean el nacimiento de la soberbia en los gobernantes y, con ella, el mal uso del poder: “De commo por causa del cresçimiento e buenas venturas del ynperio los sus prinçipes ensoberueçieron e vsaron non commo sus anteçesores” (V, cap.3). La historia es importante como testigo de la gloria de reyes y grandes hombres: “Commo los grandes fechos son tanto ensalçados quanto han grandes ingenjos de escritores” (A, cap.4 y V, cap.5). Como señala Andrea Zinato en su edición del Mar de historias de Fernán Pérez de Guzmán, las traducciones de esta época son, ante todo, una práctica necesaria para el accessus, el conocimiento y la divulgación de los textos traducidos; el texto vulgar se convierte aquí en vehículo de contenidos morales. Y, en efecto, todas las amonestaciones que Salustio enfrenta a la historia de su pueblo son bien aprovechadas por Pérez de Guzmán, quien llena sus obras de denuncias de “vicios”, “malicias”, “poca verdad”, “malas artes”, “poca virtud”, “cobdicia”. La tradición didáctica del siglo XIV, la tendencia moralizadora que recorre la literatura latina y vernácula de esta época, los exempla que la historia proporciona, la búsqueda del hombre noble, la búsqueda de la verdad en el orden de la vida civil y religiosa, en la lealtad y la amistad auténticas, la necesidad de huir de la ambición desmedida, el creciente interés que

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despiertan los personajes históricos como seres humanos, según se comprueba en la proliferación de retratos y biografías (Pontón), todo ello está presente en su literatura. Salustio, a quien conoce a través de la traducción castellana,39 le proporciona un buen material, además de, seguramente, un bálsamo personal frente a la desilusión y el desengaño. La recriminación de los vicios y malas costumbres de sus contemporáneos recordando citas o frases de Salustio llenan también la obra de los secretarios de la cancillería catalana durante los dos primeros tercios del siglo XV. Es la “real doctrina” de Salustio de la que hablaba Tirant lo Blanc o el salustianum dogma del que se trataba en las Cortes catalanas en 1416 (citado en Rubió i Balaguer 235). Años más tarde, los “ingenios españoles” consagrados a las letras, los “que se enderezan hacia la virtud”, los “buenos”, se asocian al nombre de Salustio en la epístola que Pedro Mártir de Anglería, uno de los historiadores más insignes del tiempo de los Reyes Católicos, dirige a Diego de Córdoba, a quien aconseja que se “empape” de este autor y lo incluya en la impedimenta militar, porque es “muy digno Acates para los generales y dirigentes de guerras y no es tampoco inútil para los filósofos” (1: 52-53).40 Y los monarcas quieren incluir esta doctrina en su “círculo literario romance”, el que configuran en torno a la imprenta, nuevo vehículo de propaganda política (Yeves Andrés), y en el que la nobleza continuaba la tradición de cortesanismo literario que le había caracterizado en tiempos pasados.41 El rey Fernando respira con su maestro el ambiente de erudición libresca en el que se desenvuelve su actividad intelectual, heredero directo de la cultura literaria y el espíritu de exaltación monárquica que cultivó la corte napolitana de Alfonso el Magnánimo. La obra de Salustio le interesa; sabe que este autor se está leyendo con pasión en los círculos cultos catalanes, aragoneses 39  Las máximas correspondientes a Salustio que recoge en su Floresta de Philosophos están tomadas

de la traducción de Vasco Ramírez de Guzmán (véase la edición de Foulché-Delbosc 21-29).

40  Al mismo destinatario, el conde de Cabra, Pedro Mártir le envía otra epístola, fechada en 1494,

en la que analiza desde la perspectiva estoica las distintas actitudes de César, misericordioso como sabio, y Catón, inmisericorde, como sabio también (1: 267). 41  Vésase el capítulo que José García Oro Marín y María José Portela Silva dedican a la política

libraria de los Reyes Católicos (25-46).

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y valencianos, inspirados políticamente por el pensamiento de este autor. ​ La reina Isabel, dedicada a atesorar libros, tiene en su biblioteca un Salustio en latín (Sánchez Cantón 43); seguramente, le guste leer en castellano al autor de la rebelión nobiliaria y la agonía de los malos gobernantes. Y para suplir esta carencia, el preceptor le entrega a su discípulo y señor esta obra, trasladada, eso sí, en un elegante romance.42 De paso, Pablo Hurus (que ya había colaborado en Barcelona en la edición latina de Salustio) aprovecha el tirón de este autor, y da impulso a su negocio económico, “para honra y utilidad del Reino”, al abrigo de la normativa oficial que sobre confección y circulación del libro se elabora entre 1470 y 1480. Entre 1480 y 1490, la imprenta tiene un rápido desarrollo en Castilla. La mayor parte de los incunables aquí producidos están en lengua vernácula (Painter ixxxxv). Cuando se imprime la traducción de Noya, la restauración de la lengua latina acaba de comenzar para los letrados castellanos. Los testimonios del conocimiento de esta lengua en los hombres cultos castellanos de la época anterior coinciden en marcar un nivel medio, si no, elemental. El propio Juan II, Fernán Pérez de Guzmán, el Marqués de Santillana, Vasco Ramírez de Guzmán se desenvuelven en la atmósfera de cultura vernácula que domina Castilla desde la Edad Media, donde incluso la administración prácticamente ha prescindido del latín; ellos conocen esta lengua pero con el poso que deja la que durante siglos ha sido en Europa lengua culta, la lengua que ha conservado la unidad de comunicación. Era la lingua litteralis o grammatica, portadora de la litteratura, de lo “escrito”, tesoros encerrados tras la puerta de esta lengua, cuya llave, la grammatica, sólo podían usar los oratores en tiempo de los escolásticos, y los liberales en tiempo de los humanistas.43 El proceso de iniciación gramatical no está aún ni mucho menos establecido en la Península. Tampoco disponían de materiales auxiliares para su tarea de traductores, cosa que se irá supliendo a medida que avanza el siglo con la aparición de diccionarios latino-vernáculos. 42  El ejemplar de la BN de Madrid que recoge la primera edición del texto (Zaragoza, 1493) tiene

un precioso grabado en la contraportada; en él, un clérigo le está entregando un libro a un rey.

43  La imagen es de Lawrance, quien en un magnífico artículo (“La Autoridad de la letra”) analiza las coordenadas sociológicas del acceso a “lo escrito” en Castilla durante el siglo XV.

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La academización de la cultura a través de las aulas universitarias, y las posibilidades que proporciona la imprenta para la difusión de los textos, material de trabajo de profesores y alumnos, favorece el posible destino escolar de la nueva traducción de Salustio. La historia alcanza con los humanistas una valoración particular en el mundo de la educación; con ella los escolares conocerán los orígenes de la propia nación, las consecuencias de los actos humanos, ejemplos de conductas, etc. Las numerosas apostillas impresas que aparecen en los márgenes de la edición de Vidal de Noya publicada en Valladolid en 1500 (treinta años antes de que Philipp Melanchton redactara sus Adnotationes a la obra de Salustio, con similar finalidad) parecen apuntar en esta dirección. Los prosistas latinos le dan al estudiante de gramática la oportunidad de profundizar en el conocimiento de la historia de Roma, con la que suele conectarse la vida contemporánea. Breves sentencias recogen todo el contenido didáctico-moralizante que el texto de Salustio transmite: peligros de la avaricia y excesivo afán de riquezas, versatilidad de la fortuna humana, horror frente a la tiranía que oprime a los hombres y destrucción personal que sufren los propios tiranos, etc. También las ediciones latinas de Valencia y Barcelona de 1475 debieron de ser libros de texto para las clases. Inspirándose en la retórica de la exégesis patrística, los teóricos de la traducción del siglo XV italiano articulan un programa filológico para enseñar a traducir; las escuelas utilizan empíricamente las traducciones vernáculas, como ya se hiciera en la Antigüedad, enseñando formas de las lenguas clásicas a partir de las que se encuentran en estos textos en lengua materna. Y Salustio figura entre los autores clásicos que forman parte del curriculum oficial de las escuelas en la segunda mitad del siglo XV. El Cuatrocientos italiano transformó notablemente la posición de este autor en las escuelas, pasando a ocupar un lugar destacado entre los historiadores romanos.44 Como parte de esta vertiente didáctica, de Salustio se aprecian en esta época su lengua y estilo. Recordemos que será Lorenzo Valla el primero que elabore un comentario de Catilina, y que este italiano fue el artífice de la retorización 44  Así lo demuestra Black (260-62). En España, Salustio, Tito Livio y Quinto Curcio serán los representantes de los historiadores antiguos impresos en los primeros talleres tipográficos (Beardsley.).

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de la historiografía de su tiempo (Gardiner Janik). También en España se ​ valora al Salustio estilista. Entre los juicios que se emiten sobre él destaca el que Pedro Mártir de Anglería escribe a Diego de Córdoba: “Es terso, lleno de jugosidad, conciso y claro y, por último, tan elegante y armonioso, que nadie puede quitarle, añadirle o mudarle nada, sin que se adultere la totalidad, como la sustancia sin su sujeto” (1: 52-53). Y estas consideraciones sobre el estilo del latín de Salustio se trasladan a la lengua castellana. La voluntad de estilo que se declara en la presentación de la traducción de Francisco Vidal de Noya (“en stilo assaz alto e muy elegante”), se engarza con el sentido de “autoría” y la “voluntad de estilo” que caracteriza a los hombres del saber cuatrocentistas castellanos, intelectuales que adquieren consciencia de que la literatura “ya no es únicamente cosa del Arcipreste, del Canciller o del Infante, se ha extendido al “bachiller”, al doctor, y aspira, en los casos más distinguidos, al “poeta” y al “orador” (Cappelli 22-23). La conjunción de estilo y elegancia alinean la obra con la corriente humanista italiana. Cuando en 1425 Leonardo Bruni reflexionaba por escrito sobre el tema de la traducción, poniendo en juego su propia experiencia como traductor del griego, determinaba tres condiciones que un traductor ha de cumplir si quiere legitimar su obra: en primer lugar, el dominio de la lengua de la que traduce debe ser vasto y beneficiarse en su base de la lectura de toda clase de escritores; además, el traductor ha de dominar la lengua a la que traduce, conociendo en profundidad la esencia y naturaleza de las palabras, a fin de acoger sin errores su significado y sentido; por último, debe tener un cúmulo de conocimientos tal, que pueda comprender a fondo la materia de este texto. Además, si se trata de textos literarios, habrá de conservar el estilo original “de modo que las palabras no se aparten de su sentido ni falte en ellas el brillo y la belleza del original”.45 Veritas e imitatio, conservar el sentido último del texto que se traduce y re-producir el estilo del texto base son, pues, objetivos que ha 45  De interpretatione recta. Edición moderna en Maurilio Pérez González, “Leonardo Bruni y

su tratado De interpretatione recta”. Como revisión de la teoría de la traducción de los primeros humanistas italianos son útiles el primer capítulo de la obra de Glyn P. Norton, “The Humanist Background” (25-54), el artículo de Mariarosa Cortesi, el estudio de Guillermo Serés, “La traducción en el Quattrocento italiano y sus precedentes clásicos y medievales” (23-49), y el capítulo “Reflexiones sobre la traducción en el siglo XV” de Pérez González, G. Manetti y la traducción en el siglo XV 47-73.

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de cumplir una traducción que pretenda ser calificada como “fiel y verdadera”. No es tanto el fidus interpres de Horacio, entendido como “traductor literal”, sino que más bien se trata de los fidi interpretes precisamente de Salustio (Jugurta 109.4), traductores que en las difíciles negociaciones entre Boco y Sila inspiraban plena confianza en su trabajo por la lealtad de su servicio, transmitiendo el mensaje sin distorsión de ninguna clase.46 La búsqueda de la interpretationis ueritas, la verdad de una traducción, acercarse al máximo al mensaje del texto de partida, tal como señala San Jerónimo,47 se sitúa en el centro de la teoría de la traducción humanista, igual que es pieza esencial del engranaje de toda su concepción literaria, en especial, de la historia. Así, uno de los pocos teorizadores de la traducción en el siglo XV español, Alfonso de Madrigal, a medio camino entre la tradición y la renovación humanista, señala como uno de los defectos más graves que puede tener una traslación o interpretación el hecho de faltar a la verdad u omitir algo.48 Seguramente, Ramírez de Guzmán y Vidal de Noya coincidirían con Fernán Pérez de Guzmán en considerar buen historiador aquel que “sea discreto e sabio, e aya buena retórica para poner la estoria en fermoso e alto estilo; porque la buena forma onrra e guarneçe la materia” (Generaciones y semblanzas 5). La diferencia está en que en tiempos de Noya se ha asimilado la ciceroniana concepción de la historia ligada a la ars oratoria y se aplican al relato histórico las reglas del apte dicendi para hacerlo más verídico a los ojos del lector.49 También la traducción de Noya trata de reflejar el “fermoso e alto estilo” que muestra la parte de la literatura de la época que tiene inspiración italiana, en tanto que Guzmán se acerca más a su “manera de fablar” y “al lenguaje común”, en expresión de Alfonso de Cartagena.50 En 1772, Francisco Pérez Bayer en 46  Norton matiza la expresión horaciana y llama la atención sobre esta aproximación entre

Horacio y Salustio (38).

47  “Ut Graecam veritatem servaret Latina translatio” (Epistula ad Avitum 124.1). 48  Para conocer la teoría de la traducción en este autor resultan clarificadores los trabajos de Roxana Recio, “Alfonso de Madrigal (El Tostado)”, y Curt Wittlin. El sentido de ueritas en Alfonso de Cartagena se analiza en Morrás, Los libros de Tulio 45-48, 52-53 y 71-72. 49  Los postulados de Jorge de Trebisonda en su Rhetorica sobre la teoría humanística de la historia

se sintetizan y exponen con clarividencia en el trabajo de Gregorio Hinojo.

50  La posición de los estudios literarios en el pensamiento de Alfonso de Cartagena y su actitud

ante los clásicos se comprueba en la Epistula que Lawrance atribuye a este autor y en el breve estudio

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el prólogo a la traducción de Salustio del Infante don Gabriel denunciaba la ​ apropiación de la versión de Vasco Ramírez de Guzmán por parte de Francisco Vidal de Noya, quien “especialmente en el Jugurta, apenas hizo otra cosa que copiar a este autor, aunque no le nombra” (Salustio 10). Menéndez Pelayo se hace eco de esta amonestación y, frente a ella, reivindica el mérito del aragonés, quien, dice, elaboró una traducción nueva, casi siempre más fiel y ajustada al original latino (Menéndez Pelayo, Biblioteca de Traductores Españoles 2: 206). En el mismo sentido, aportando la presentación confrontada de algunos pasajes de ambas traducciones, se pronuncia José Manuel Pabón (421-22); reconoce la deuda de Noya hacia Guzmán en Jugurta, pero en lo que se refiere a Catilina acentúa aún más que Menéndez Pelayo el valor de la traducción del primero, pues revela mejor, dice, el contenido del original, “alcanza el sentimiento de su estilo”, y abre el proceso de imitación que sostendría la creación de la gran prosa castellana del siglo siguiente. Que Vidal de Noya toma como punto de partida para su traducción la primera versión castellana se comprueba con la sola lectura paralela de ambas versiones. Sin embargo, esta lectura también pone ya de manifiesto la voluntad del autor de corregir y perfeccionar la primera versión, lo que justifica el empleo que Noya hace del texto latino y, con ello, de las posibilidades literarias de un original directo. Parece que el certamen, la lucha que muchos humanistas sostienen enfrentando en sus traducciones el griego frente al latín o el latín frente al griego, aquí se convierte en una apuesta castellano frente a castellano. Por otra parte, en el siglo XV no es extraño que un autor actualice una versión anterior, revisando la lengua y cotejando el texto romance con el original latino, como hace Vidal de Noya.51 La edición crítica de estos textos favorecerá poder precisar con exactitud el que precede a la edición se sitúa la obra en su contexto (Un tratado de Alonso de Cartagena). Para la figura de Alfonso de Cartagena y su actitud como traductor, véanse entre otros, Ottavio Di Camillo (133ss); Tomás González Rolán, Antonio Moreno Hernández y Pilar Saquero SuárezSomonte, y los estudios de Morrás: Alonso de Cartagena, “Latinismos y literalidad” 35-58, Los libros de Tulio y “El debate entre Leonardo Bruni y Alonso de Cartagena” 33-57. 51  Carmen Parrilla analiza tres manuscritos de El Escorial, uno de los cuales contiene la “supuesta” revisión sobre la traducción castellana del siglo XIII del De ira de Séneca a cargo de Nuño de Guzmán.

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camino que toman las variaciones de Noya respecto a la traducción de Guzmán. En general, puede decirse que son muchos los pasajes que reelabora por completo (en ambas monografías, aunque, ciertamente, de forma constante en Catilina y con menor frecuencia en Jugurta). Hay en Guzmán fragmentos de cierta oscuridad que Noya clarifica; por ejemplo, en el proemio de Catilina: Ca el señorio ligeramente se tiene con aquellas artes con las quales fue ganado en escomjenço, pero despues que por los trabajos de la guerra viene cobdiçia desordenada e soberuja alos tales luego la buena fortuna se muda con las costumbres. (G) 52 Ca el imperio facilmente con aquellas artes se conserua con las quales al comienço fue ganado. Mas despues que en lugar del trabajo la pereza, en lugar de templança e justicia desenfrenada cobdicia e superbia nos saltearon, la fortuna junto con las costunbres se es mudada. (N)

En ocasiones, Noya corrige errores de la primera versión. Reguli interea in loca propinqua thesauris ali(i) alios concessere (Val., fol. 36) Los reyezillos en tanto partieronse e el vno dio a otro parte de los thesoros. (E, fol. 59 r, igual en el resto de las copias) Los Reyzillos en tanto partieron se para algunos lugares muy propinquos a los thesoros, vnos a vna parte, otros a otra (N, fol. 24 r)

Varios de estos errores se corrigen ya en alguna de las copias de Guzmán; por ejemplo: memoriam nostri q(uam) maxime longam efficere (Val., 1r) los nuestros donde venijmos pensaron dela fazer luenga por gloria de fama (E, 6r, y el resto de las copias, excepto B, 2r: “la memoria de nosotros conujene hazer muy luenga”) dejar memoria de nos la mas luenga que podremos (N, 2 r) Ceterum fama tanti facinoris per omne(m) Africa(m) breui diuulgauat(ur) (Val., 36v) Esto fecho la fama de tan grand mala fazaña se publico por toda Africa (A, 52r; V, 44r; y S, 40r) 52  En adelante, G se refiere a la traducción de Ramírez de Guzmán, sin especificar copia, y N a la edición impresa de Vidal de Noya.

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y, en cambio



...se suplico por toda Africa (E, 59v) Esto hecho la fama de tan gran crueldad se publico por toda Affrica. (N, 24r).53

Al tiempo que corrige imprecisiones textuales respecto al texto latino, Vidal de Noya evita la literalidad de Guzmán. Véase como ejemplo el siguiente pasaje: Verum ego liberius altiusque processi dum me ciuitatis morum piget tedetque. Nunc ad incoeptum redeo (Val., 33r) E yo con mayor libertad mas altamente lo considero quando he vergueña delas maneras dela çibdad delas quales so enojado (E, 54r) Yo empero con mayor libertad e mas altamente delos malos costumbres dela ciudad me pesaua de verlos. Boluamos porende al negocio que començamos. (N, 22r)

También suprime las frecuentes glosas del tipo “ynperio o señorio”, dejando sólo el segundo término correspondiente al imperium del latín. En algún caso, parece que Noya se inclina por el latinismo directo (“amicicia” frente a “amistança”, “memoria” por “remembrança”, “animo” por “coraçon”), aunque no es constante en esta elección. En otros casos, escoge un término más adecuado en castellano que la traslación latina de aquél (“capitanes” por “emperadores”) o busca la variación respecto al latinismo, como en el uso de “nascidos” por “mortales”, “obsequios” por “esequias” (iusta), etc. En líneas generales, puede decirse que las claves del “mejoramiento” de la traducción de Noya respecto a la anterior son, por una parte, la lógica modernización de la lengua en los diferentes niveles (grafía, sintaxis, léxico), con un uso más maduro del castellano, y, por otra, una búsqueda precisa del embellecimiento de la elocutio, con un especial cuidado en revisar el orden 53  Por contra, resulta curiosa la conservación en la segunda traducción de uno de los errores

más llamativos de la primera, la confusión de “Numancia” con “Zamora” (también llamada “Neumancia”, “Neumantia”, “Neumanzia” en la documentación medieval): “De commo Micipsa enbio a Jocurta con hueste a Çamora...” (A, cap.2), “en la batalla de Çamora o Numançia” (V, fol. 41r), “enla guerra contra Çamora” (N, fol. 22v). También Nuño de Guzmán confunde los nombres de ambas ciudades (incluso arrastra en su error a Giannozzo Manetti), como hace saber Alfonso de Palencia en sus Antiquitates Hispaniae (Lawrance, “Humanism in the Iberian Peninsula” 228 y 230). La lectura del Salustio de su pariente pudo llevarle a esa confusión, aunque lo cierto es que el error estaba muy extendido.

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de palabras, buscando el efecto de estilo, las gradaciones, según la naturaleza de cada pasaje, la fuerza expresiva, la variatio, la intensificación de algunos fragmentos y la selección léxica. Son la dignitas y el ornatus ciceroniano del original latino aplicado al usus uernaculus del traductor. Transcribo sólo algunos ejemplos como muestra: Todos los onbres que qujeren ser mas que las otras anjmalias deuense esforçar a fazer algo porque la su vida non pase sin fazaña en silençio asy commo bestias fazen, las quales la natura formo jncljnadas a obedesçer al vientre (G) Todos los hombres que dessean ser mejores que los otros animales, con sobirana diligencia deuen trabajar en que no passen la vida en silencio, como las bestias, las quales la naturaleza formo enclinadas a obedescer ala sensualidat e apetito del vientre (N) Empero lo uno auemos comarcança conlos dioses, enlo otro conlas bestias (G) Con el vno participamos con los dioses, el otro tenemos comun con las bestias (N) commo el ljnaje humanal sea conpuesto de cuerpo e de alma, ansy todas las nuestras cosas e ymaginaçiones dellas siguen la naturaleza del cuerpo e dellas las del alma (G) Ca ansi como el linage humanal es compuesto de cuerpo e de alma, ansi de todas nuestras cosas e pensamientos, dellos siguen la naturaleza del cuerpo, dellos la del alma (N) Njn menor syn lo guarnjr de virtudes (G) Ni mejor enla naturaleza delos mortales sin los guarnescer de virtudes (N) Crueza que fizo en nuestro pariente mj hermano muerto e de mjs desauenturas (G). Despiadad que cometio contra nuestro padre e dela muerte de mi hermano e demis miserias e desuenturas (N). Agora la cosa e manera lo demanda que el asentamjento de Africa sea dicho en pocas palabras (G) Al negocio requiere que digamos algo dela poblacion e sino de Affrica en pocas palabras (N) Para quele fuese fecha jnjurja medroso mas que non onbre deue ser temjdo de otro (G) Para recebir injuria ante que para fazerla, dispuesto para temer mas que para ser temido (N)

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Aujase sseguido por el contrario (G) ​ Hauiale seguido el contrario (N) Estaua en anxia por yra e por mjedo que auja. Porende ymaginaua e aparejaua e ponja en su voluntad manera commo Yensal fuese tomado por engaño (G) Estuuo en cuydado por temor e por ira e comienço de pensar e apparejar assechanzas e ordenar en su voluntad ... (N) Muchos (G) Los mas dellos (N) La discreçion e bondad en su cabo poco anparo han (G) La bondad por si tiene muy poco amparo (N) Non sofridera (G) De no çufrir (N)

En definitiva, la traducción de Vidal de Noya acerca la traducción al original latino, gana en precisión y claridad. Noya consigue mayor intensidad o emotividad en los fragmentos del texto que lo requieren; también concisión, graduación en la impresión causada en el lector, dramatización de determinadas situaciones, etc. En este sentido se puede entender el “de nouo emendada” que aparece en el colofón de la traducción. Se trataba de llegar a la misma meta per aliud iter, en ese esfuerzo de aemulatio que Lorenzo Valla se autoimponía para dar sentido al arduo trabajo de la traducción.54 La traducción de Noya es más filológica que la anterior; refleja (o, al menos, lo intenta) la asimilación de la latinización de la lengua castellana. En la traducción de Guzmán, la lengua se muestra menos retórica. Seguramente su original italiano tendría también el “estilo llano” de algunas traducciones romances. Pero no debemos olvidar que fue él el primero en desbrozar el texto de Salustio y que el camino se recorre mejor cuando otro ha allanado los obstáculos. Las dos traducciones tuvieron amplia difusión, una manuscrita y la otra, 54  Cuando emprende la traducción de Pro Ctesiphonte de Demóstenes, discurso que ya había

traducido Leonardo Bruni, Lorenzo Valla se propone un triple flanco de combate: “Et nunc ad emulationem trium maximorum oratorum me exerceo: [...]. Leonardi quidem ut alio itinere secum ad metam perveniam, Ciceronis vero ut quem cursum tenuisse se dicit eundem ego teneam, Demosthenis autem ut non peius loquatur per me latine quam per se grece” (citado en Regoliosi 457).

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impresa. Probablemente, durante mucho tiempo la traducción de Guzmán seguiría leyéndose en las bibliotecas de muchos letrados, conviviendo con el texto impreso; así lo prueba el ejemplar de Valladolid, completado en el siglo XVI. Nos encontramos ante dos testimonios de lo que Lawrance llama “Humanismo vernáculo”: “translation and adaptation of classical works for the entertainment and instruction of noble and unprofessional works” (“Humanism in the Iberian Peninsula” 222). Ambos textos se inscriben en sendos reinados de índole humanista, el de Juan II de Castilla, con sus ilustres amigos italianos (Pier Candido Decembrio, el mismo Leonardo Bruni), y el reinado de los Reyes Católicos, promotores del afianzamiento en la Península del Humanismo llegado de Italia. De este trasfondo humanista participan las dos traducciones de Salustio, mostrando en la interpretación de este autor la misma diferencia de grado que conoce la evolución del Humanismo español a lo largo del siglo XV.55 La primera traducción responde al espíritu del Humanismo castellano de las primeras generaciones, el que representa Alfonso de Cartagena, el que, tal como muestra Francisco Rico, entiende la eloquentia como arte de la persuasión y el saber como principio activo que impregna la vida privada y repercute en la pública, porque el Humanismo es “escuela de erudición, instrumento político y estilo de vida para grandes señores” (55). Salustio para Ramírez de Guzmán es, ante todo, un modelo educativo ejemplarizante, portador de lecciones que encajan con los objetivos morales de su comunidad, en busca de la virtud perdida en la vida política y social; el “Humanismo cívico”, de utilidad para los ciudadanos, propugnado por Leonardo Bruni, encuentra en la traducción de este autor latino un buen instrumento. Se trata de hacer asequible la obra de un autor latino para sacar de ella aplicaciones prácticas. En consecuencia, el castellano es sencillo, directo, claro, al tiempo que persigue la elocuencia y “dulçura” que estimulan al lector a no abandonar la lectura del texto hasta el final. Además, la sociedad de Guzmán está necesitada de solaz y consuelo, dos sensaciones que en el siglo XV parecen buscar con auténtica pasión los 55  Una magnífica síntesis de las diferentes etapas de la evolución cultural y literaria del “prerrenacimiento” español se encuentra en el estudio preliminar que Serés hace a la edición de Laberinto de fortuna y otros poemas de Juan de Mena.

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lectores de esta clase de literatura (Lawrance, “The Spread of Lay Literacy” 90). ​ La sociedad de Vidal de Noya se siente más segura, más orgullosa de sí misma; el mundo se está abriendo ante ella en mil vertientes, con una dimensión no soñada nunca antes, y su misión parece que va a ser liderarlo. El castellano ha de ir parejo a esa misión, trabajando por el camino de la literatura en la perfección, riqueza y estabilidad, proprietas y copia dicendi. Por eso, la traducción de un historiador clásico acoge ahora sin complejos (aunque sí con trabajo) la dignidad estilística “latina” que la tradición de vulgarizadores italianos ya había dado a su prosa tiempo atrás. La eloquentia romance valora la latinitas del original, siguiendo el ideal ciceroniano de no traducir “ut interpres sed ut orator” (De optimo genere oratorum V.14). Los partidarios de los nuevos studia humanitatis, las bonae litterae, han aumentado en la Península de forma notoria, animados por la política de los gobernantes y los cambios sociales y económicos que favorecen una mayor apertura y universalidad cultural. El público que tiene acceso a la literatura es ahora mucho más numeroso que a comienzos de siglo; este público valora, especialmente a través del Humanismo vernáculo, el nuevo gusto literario traído de Italia, y se familiariza con el mundo clásico, revitalizando con él cuestiones morales y éticas que afectan a la vida cotidiana (Binotti). La valoración moral, la interpretación histórica siguen anejas al texto de Salustio, pero ahora van parejas a la belleza de la lengua a la que se vierte. Avanzando en este mismo espíritu hasta colocar la restauración de la latinitas en el centro de la interpretación cultural del Humanismo, situando la corrección y elegancia estilísticas en la base de la renovación de cualquier disciplina intelectual, la segunda traducción de Salustio se aproxima más al Humanismo italiano, el Humanismo que traslada con orgullo a las lenguas vernáculas el pensamiento y el estilo de un autor latino, con la consciencia de estar re-escribiendo una parte de la historia de la Antigüedad. El papel impreso, además, iba a prolongar la vida de su “elegante” traducción de Salustio por mucho tiempo, destinándolo a un incalculable número de lectores, en un compromiso ante todo literario, y, en consecuencia, pedagógico, cultural y social. Pero la estrecha proximidad de la segunda traducción a la primera (recordemos que en Jugurta hay fragmentos copiados casi literalmente) representa de

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forma plástica que al menos en la figura de Francisco Vidal de Noya, si bien se iban consolidando las bases del Renacimiento, aún no se había producido la auténtica simbiosis del modelo clasicista y el tradicional, la adecuada asimilación de los géneros, modelos y propósitos del Humanismo que se va a dar en España en otras personalidades de su misma generación. Parece claro que si su traducción va a reemplazar a la de Guzmán no es tanto por ser más elegante y más rigurosa sino más bien por tener la imprenta a su servicio y el signo de los tiempos de su parte. No sabemos si el público lector de su momento supo valorar el esfuerzo de ambos traductores, pero lo que sí es seguro es que la deuda de Noya con el arcediano será reconocida siempre por los traductores de Salustio al castellano y por aquellos que estudiamos su obra, como también reconocemos a ambos el haber imbricado en su modernidad la Antigüedad de Salustio y habérnoslo, así, acercado también a nosotros.

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