Acerca de los anafóricos y los denominados conectores pragmáticos

RAFAEL LIMIA GRAJALES Universidad de Oriente Santiago de Cuba, Cuba E-Mail: [email protected] Acerca de los anafóricos y los denominados cone

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RAFAEL LIMIA GRAJALES Universidad de Oriente Santiago de Cuba, Cuba E-Mail: [email protected]

Acerca de los anafóricos y los denominados conectores pragmáticos En los incesantes esfuerzos por profundizar en la naturaleza de la comunicación humana, vienen destacándose a lo largo de las últimas décadas dos aspectos íntimamente relacionados que, en mi opinión, son merecedores de abordarse en este Simposio, hasta donde su límite de extensión lo permite. Me refiero a los denominados “anafóricos” y “conectores pragmáticos” de los cuales, a pesar de estar muy lejos de ofrecerse aquí una teoría unificada acerca de sus diferentes conceptualizaciones y funciones en el discurso, decidimos exponer nuestros criterios al respecto desde una perspectiva semiótica, a modo de pequeña contribución a su estudio (1). Desde el punto de vista lingüístico, se llama comúnmente “anafóricos” a las unidades con propiedades distribucionales disímiles pero a las que a la vez se les reconoce una misma función se sustitutos (2). Son así considerados medios económicos para reintroducir un constituyente que ya ha aparecido antes en el discurso, sin tener que repetirlo íntegramente; su función, por tanto, sería la de representar y reemplazar un “antecedente” (3) que previamente debe haber aparecido en alguna parte del discurso en cuestión. El anafórico y su “antecedente” pueden pertenecer a la misma frase o a dos frases sucesivas : es esta última posibilidad la que permite valorar a la anáfora como una “relation potenciellment transfrastique” (4). Vemos los siguientes ejemplos : - Si su esposa viene, él se recuperará enseguida. Antecedente

Anafórico

-

Me encontré con un amigo que me habló mucho de ti.

-

Roberto, Juan y María llegaron. Todos estaban contentos por los resultados obtenidos en el examen.

Antecedente Anafórico

Antecedente

Anafórico

Por medio de los mismos se puede apreciar, por una parte, que el “antecedente” puede ser de índole y extensión variadas y, por otra, que los anafóricos pueden aparecer en las más disímiles partes del discurso, aunque en atención a su función, más particularmente en la categoría de pronombres (5). Esa es la razón por la cual el gramático griego Apolonio, uno de los primeros en hablar de la anáfora según Ducrot, utiliza tal noción para distinguir, entre los pronombres, a aquéllos que se remiten a objetos – los “deícticos “(6) – y a aquéllos que se remiten a segmentos del discurso – los “anafóricos”. Es muy interesante además, destacar que un mismo anafórico puede tener por “antecedente” tanto un segmento del discurso anterior como un suceso extralingüístico tal como un simple gesto, una acción o estado de cosas constitutivo de la situación del hablante (7), en cuyo caso dicho referente no verbal será el que cumpla la mencionada función de “antecedente”, aun cuando de no pocos de estos empleos “deícticos” pudieran resultar en ocasiones situaciones de ambivalencia. Veamos: a) Todo crimen tiene un motivo : aquí, sin embargo, es necesario esclarecer todavía algunas interrogantes. b) Aquí (+ gesto) podemos observar uno de los manuscritos originales de Dostoievski. a) Eran dos hermanos muy diferentes : ése era muy tranquilo y aquél muy revoltoso. b) Yo compro ése (+ gesto) y tú aquél (+ gesto). Pero ocurre también que un anafórico no siempre tiene un “antecedente “ explícito ; es decir, que no todas las veces es posible encontrarlo ni en su contexto anterior ni entre las evidencias que ofrece la situación de habla, por lo que se debe admitir entonces que el mismo se refiere a una información implícita, un sobreentendido al que se accede solamente, en el mejor de los casos, por inferencia lógica. Digamos por caso, en los ejemplos : “¿ Has visto eso ? “, o en “ ¡ A eso hay que añadir que se trataba de un desequilibrado mental ! “, ¿ podemos determinar el “antecedente” del demostrativo neutro eso ?. Ciertamente, no dentro del texto mismo. Lo que funciona aquí como “antecedente” es más bien todo un movimiento argumentativo que precede al acto de la conversación, e integrado generalmente por informaciones entrelazadas, no verbalizadas y por ende desconocidas por el simple lector (8).

Otro tanto sucede en expresiones del tipo : - A los efectos del examen y en los tópicos abordados , consulten a Gili y Gaya y a Roca Pons, y demuéstrenme lo contrario . En esta ocasión, el “antecedente “ se sustenta en un conocimiento científico muy específico de carácter lingüístico–sintáctico o morfológico –, ausente por completo en el discurso en sí e imposible de determinar por nosotros. De manera similar, se encuentran ejemplos en los cuales la anáfora es interna al contenido sobre el que recae un mismo acto, y entonces tiene por “antecedente” no una simple frase sino una proposición, como en : - ¿ Es verdad que ustedes se ausentaron del aula y eso para no escuchar al profesor de Semiótica? - Los estudiantes afirman que ellos pensaban que le correspondía el turno a otra asignatura, pero eso no es seguro. En ambos casos, el pronombre neutro eso – tan frecuente y disímilmente utilizado en el español hablado – representa el conjunto de conceptos y argumentaciones que preceden a su explicitación. Llegados a este punto y antes de continuar, creo que estamos en condiciones de valorar que la anáfora no debe ser concebida como un fenómeno de carácter puramente sintáctico, de sustitución, cuya función principal es la de entrelazar “constituyentes” de un discurso, sino como un proceso semántico–pragmático mucho más complejo destinado a garantizar la coherencia del discurso. Si a esto le añadimos que no puede sostenerse categóricamente que un anafórico tiene un “antecedente” preciso e identificable en el contexto verbal anterior, entonces, ¿será que la misma noción de “antecedente“ es incapaz de ajustarse a un modelo general y debe ser sometida a revisión?. Cabe expresar, finalmente, que de acuerdo con Ducrot, muchos lingüistas tienden a excluir la anáfora de los fenómenos sintácticos por entender que la función sintáctica de expresión anafórica es perfectamente independiente de su “interpretante” – entiéndase “antecedente”– y puede ser determinada sin ninguna referencia a aquél. Esa es la razón por la cual Tesnière subraya que la anáfora es una ‘connexion sémantique supplémentaire à laquelle ne corresponde aucune connexion structurale” (9), a lo cual el mencionado especialista francés objeta que la misma desempeña un rol esencial en los fenómenos de concordancia y que es obligado tomarla en consideración para poder explicar determinados enunciados, a lo que Martinet – afirma – respondería que la concordancia es un fenómeno superficial, morfológico y no sintáctico. De igual manera subraya Ducrot que el pronombre relativo – que parece típicamente un anafórico – desempeña asimismo un rol esencial en la organización de las relaciones de dependencia en el interior de la frase, toda vez que permite unir una proposición a otra (10). Por otra parte, desde hace algún tiempo se ha establecido costumbre de denominar “conectores” a aquellos morfemas como “pero”, “pues”, “después”, “entonces”, etc., que ayudan a explicitar la existencia de una relación entre dos segmentos constitutivos de un mismo discurso o diálogo (11). De entre éstos, se ha dado en llamar “lógicos” a aquéllos que se caracterizan por su homogeneidad combinatoria; esto es, su comportamiento y resultado en el discurso tienen estatuto idéntico y están aptos para cumplir las mismas funciones semánticas o discursivas– digamos, recibir un valor de verdad o servir de premisa en una deducción. Sirvan, a modo de ejemplos, los siguientes : - Pues irás de todas maneras a pensar de lo que dices. - Quisiera ir de vacaciones a la capital pero no tengo dinero. - Cumplirás con mi encomienda después que yo me haya marchado. Contrariamente a ellos, los denominados “conectores pragmáticos”, no presentan tal homogeneidad – al menos en su gran mayoría – , se caracterizan por su aptitud para presentarse en configuraciones semánticas situadas en niveles diferentes y relacionar, además, a dos o más términos heterogéneos. Observemos algunos ejemplos: Pero - Ella es bonita pero un poco engreída. - Comenzaron los carnavales. Pero ¿ y qué me quieres decir con eso? - Te invito a conocer a mi familia, pero no te sientas obligado si no deseas venir. - ¡ Pero eso no puede ser . Te lo dije desde el principio ! . Porque - Se marchó sin despedirse porque estaba avergonzado.

- El buque se hundió porque chocó con un iceberg. – ¿ Es cierto que se ofendió por lo que dije? Porque , lo hice sin ninguna mala intención. - ¿ Tardarás mucho en la consulta ? Porque yo pudiera esperarte si lo deseas. Así - Mandó a su novio a paseo. Así la dejará en paz. - ¿ Así que te mudaste para La Habana?. - Te alerto que esa especialidad es muy difícil para ti. Así que luego no te quejes. - Yo la quiero así. Mejor dicho - Te avisaré en cuanto llegue. Mejor dicho, te telefonearé. - Los buenos deportistas son como los espartanos, mejor dicho, llevan una vida muy rigurosa. Primero – enseguida – luego – finalmente. - Primero haz la reservación, enseguida regresas, luego tomamos un taxi y finalmente marchamos para el aeropuerto. Ahora bien - Todo lo que planteas tiene lógica, ahora bien , eso requiere de una mayor argumentación. - Todos los hombres son mortales, ahora bien , mueren también las plantas y los animales. Entonces - Ya estaba cansado de esperar, entonces me fui. - Terminó todo entre nosotros después de tanto tiempo. ¿Y entonces ?. ¿Qué vas a hacer ? Como puede apreciarse, esta heterogeneidad combinatoria constituye un serio obstáculo para la definición de dichos “conectores pragmáticos”, dentro de un modelo fijo, unívoco, y es difícil concebirlos exclusivamente como funciones estables que contribuyen a enlazar unidades lingüísticas marcadas sintácticamente. A esto pudiera añadirse que, con harta frecuencia, el “antecedente” de muchos de estos elementos tampoco suele encontrarse en algún segmento del discurso en cuestión sino más bien en informaciones implícitas inferidas de ese mismo contexto, pero, reitero, no explicitadas y no pocas veces sobreentendidas y hasta dadas por verdaderas en virtud de la práctica social o experiencias repetidas por parte del hablante. Digamos por caso, cuando la radio o la televisión anuncian el pronóstico del tiempo para el día siguiente y dicen : “Mañana tendremos buen tiempo durante todo el día”, esto puede desencadenar una serie de asociaciones y reflexiones de diversa índole como las que a continuación se ofrecen: - Entonces, puedo irme a la playa como pensaba. Ahora bien, no está de más que regrese temprano por si llueve por la tarde ; mejor dicho ; llevaré mi tienda de campaña por si acaso. - ¿ Así que anuncian buen tiempo ?. Entonces seguro que llueve. No saldré a ninguna parte. Obsérvese en el primer discurso cómo entonces establece la información anunciada como pertinente y verdadera, apoyada seguramente en una experiencia verificada durante mucho tiempo. Ahora bien enlaza orgánicamente una proposición con otra, sin embargo, no hay dudas que cuestiona internamente la citada información debido tal vez a equivocaciones o desengaños anteriores, y se acerca bastante a un sobreentendido del tipo “probablemente ese pronóstico es falso “, lo cual se ratifica con el enunciado “mejor dicho, llevaré mi tienda de campaña por si acaso “. A partir de ahí, en razón de un complejo proceso semántico – pragmático que va mucho más allá de una simple relación inter–proposicional y el cual se apoya, seguramente, en un conocimiento científico del comportamiento regional o local de los fenómenos atmosféricos o, en su defecto, en razón de una equivocación reiterada por parte de los responsables de ese parte meteorológico, se concluye con una inferencia de signo contrario, reforzada por “así’ y “entonces”. Estos ejemplos y razonamientos consecuentes me permiten expresar que la noción de “conector pragmático” comporta, al igual que la de los “anafóricos”, serias dificultades para ser fijada gramatical y sintácticamente en cualquier intento de definición de la misma, porque si bien se insiste en ver “conectores” a morfemas tales como “pero”, “pues”, “después”, “entonces”, etc. , habrá que convenir que son susceptibles de aplicarse en todo tipo de objetos o situaciones inconexos, ya que resultaría muy difícil proceder a una descripción absoluta y unívoca de cada uno de ellos, y esto impediría una

generalización. Cabría preguntarse entonces : ¿ existe alguna relación entre los llamados “anafóricos” y “conectores pragmáticos” ?. Todo parece indicar que sí. Los mismos ejemplos ponen de manifiesto que, al menos en apariencia, los “conectores pragmáticos” no constituyen más que un caso particular de “anafóricos”, aunque no siempre sea factible marcar una semejanza o diferencia tajante entre ellos. No obstante, entre ambos están presentes matices que es bueno destacar. De este modo, si algunos “conectores” son a su vez “anafóricos”, se está admitiendo que lo que enlazan o conectan es únicamente y en todo los casos una información que ya se encuentra cuando menos, en la memoria discursiva (12) de los interlocutores, ya sea un sobreentendido, un saber compartido, una información almacenada o algo similar, que funciona en este caso a modo de “antecedente” no siempre explicitado. Además, los “conectores” son, como los “anafóricos”, morfemas que presuponen y caracterizan la enunciación como implicando la presencia de cierta información, variable según el conector. Lo específico de los “conectores”, lo que los diferencia de los “anafóricos” es, a mi modo de ver, la naturaleza original de la proposición que ellos presuponen. Esto es, en el caso de los “anafóricos” se trata de una proposición que denota la existencia de objetos de la realidad aun cuando sea de carácter extralingüístico, mientras que en el caso de un “conector pragmático” parece ser de otra naturaleza : se trata siempre de una proposición generalmente referida a una información o conocimiento compartido entre los interlocutores, en los que cada uno sabe lo que el otro sabe, ad infinitum. En conclusión, somos del criterio de que tanto la noción de “anafóricos” como de la de “conectores pragmáticos”, comporta aún dificultades de consideración para una modelización lingüística, imposibles de ser resueltas en este marco, y que no constituyen sino un reto para los investigadores del siglo XXI. Vaya este acercamiento a modo de contribución a su estudio. Notas 1- Otros autores que se han referido a ambos fenómenos son, hasta donde conocemos, L. Tesnière, quien trata de la anáfora en general en los capítulos 42 y 43 de su libro Éléments de syntaxe structurale (1965) ; J. Dubois, en Grammaire Structurale du francais ; nom et pronom (1965), sobre la concepción sustitutiva de la anáfora, y Oswald Ducrot, en Dictionnaire encyclopédique des sciences du langage (1972). Más recientemente, Alain Berrendonner en “Conectores pragmáticos y anáfora”, en la revista Morphé (1986) y Rosángela Francischini, en su artículo “¿ Quién es “él” o “ella”? – reflexiones sobre la utilización del pronombre personal en el establecimiento de cadenas anafóricas en narraciones producidas por niños “, aparecido en ACTAS – I (1999). 2- Berrendonner : Op.cit. , p.61. 3- Oswald Ducrot, en su citado Dictionnaire , p.358, declara que prefiere utilizar el término de “interprétant” – en vez de “antecedente”– para denominar el segmento del discurso que es representado por el anafórico, mientras que Tesnière propone, en este caso, la expresión “source semántique” (“fuente semántica”). Valga aclarar que el uso del término “antecedente”, según Ducrot, obedece al hecho de que el “interpretante” precede generalmente al anafórico. 4- Oswald Ducrot : Op.cit. p.358. 5- Rosángela Francischini, en su citado artículo, p.359–364, señala que el estudio de la anáfora representa un dominio al que un número significativo y creciente de investigadores se han ocupado pero que, en su mayoría, éstos se centran en producciones textuales de adultos, y muy poco de ellos procura entender el fenómeno en textos producidos por niños. Comenta asimismo tres estudios realizados desde esta última perspectiva en los que se demuestra la importancia de los pronombres personales en la construcción de las cadenas anafóricas. 6- La noción de “deixis”– palabra griega que significa “señalamiento” o “indicación”– y que se ha convertido en un término técnico de la teoría gramatical, se introduce para aludir como bien afirma Lyons, a los rasgos “orientativos” de la lengua relativos al lugar y al tiempo de la expresión. Los llamados pronombres personales según el propio autor, constituyen tan sólo una de las clases de elementos de la lengua cuyo significado se establece con relación a las “coordenadas deícticas” de la situación típica de la expresión (hablante – oyente). Otros elementos que incluyen un componente de “deixis” son , como se conoce, adverbios de lugar y de tiempo – “aquí “ ( cerca del hablante ) , “ahí” (cerca del oyente ) y “allí” (alejado del hablante y del oyente), al igual que “ahora”(en el momento de hablar) y “entonces” ( no en el momento de hablar). Los pronombres demostrativos (“éste”, “ése”, “aquél”, etc.) incluyen también, por supuesto, elementos de “deíxis”, y tienen un carácter definido en oposición a otros indefinidos como “uno”, ”alguno”, ”otro”, ”todos”,

“en alguna parte”, etc., que deben distinguirse sobre la base de una categoría de proximidad, asociada a su vez con la categoría de persona. 7- Tal cual sostiene Vygotsky : “El diálogo presupone siempre un conocimiento del tema común a las partes que permita el lenguaje abreviado, y en ciertas condiciones, oraciones puramente predicativas. También presupone el hecho de cada persona puede ver a su interlocutor, su expresión facial y gestos, y escuchar el tono de su voz “. P.155. 8- Esto, aplicable a otros aspectos que observamos en el trabajo, es en esencia lo que plantea el propio Lyons cuando señala que “el contexto de una expresión no puede identificarse simplemente con la situación espacio–temporal en que aparece : debe tener cabida para incluir, no sólo los objetos y acciones relevantes que tienen lugar en el momento, sino también el conocimiento, del que participan el hablante y el oyente, acerca de lo que se ha dicho anteriormente, en la medida que esto sea pertinente para la comprensión de las expresiones. Debe asimismo incluirse la aceptación tácita que hace tanto el hablante como el oyente de todas las convenciones, creencias y presupuestos importantes que ‘se tomen por sentados’ por los miembros de la comunidad hablante a la cual pertenecen aquellos’. P.426–427. 9- Dictionnaire ..., p.359. 10- Para profundizar en esta controversia en la que participan connotados lingüistas, consúltese el acápite “Relations sémantiques entre phrases “ , en Dictionnaire ..., p.358–367. 11- Berrendonner : Op.cit. , p.53. 12- La llamada “memoria discursiva “ tiene aplicaciones muy generales en semiótica; digamos por caso, en los sordomudos, la misma se manifiesta por lo general, por medio de la señalización de los objetos a que ellos apuntan en su diálogo – silente. Bibliografía - Actas I–II . Santiago de Cuba, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Centro de Lingüística Aplicada, VI Simposio Internacional de Comunicación Social, 1999. - Berrendonner, Alain : “Conectores pragmáticos y anáfora”, en Morphé. Semiótica y Lingüística. México, Universidad Autónoma de Puebla, Año 1, enero–junio de 1986, Nro. 1. - Dubois J. : Grammaire Structurale du francais ; nom et pronom. París, 1965, apud Dictionnaire encyclopédique des sciences du langage, p.362. - Ducrot, Oswald y Tzvetan Todorov : Dictionnaire encyclopédique des sciences du langage [France], Editions du Seuil, 1972. Francischini, Rosángela : “¿ Quién es “él” o “ella”? “, en ACTAS– I , p.359–364. - Gili y Gaya , Samuel : Curso superior de sintaxis española. Cuarta edición. La Habana, Instituto Cubano del Libro, Editorial Pueblo y Educación, 1975. - Lyons, John : Introducción a la Lingüística Teórica. Versión española Ramón Cerdá. Tercera Edición. Barcelona, Editorial Teide, 1975. - Roca Pons, José : Introducción a la Gramática. Prólogo de A.M. Badia Margarit. Instituto Cubano del Libro, Edición Revolucionaria, Habana, 1972. 2 t. - Tesnière, L. : Éléments de syntaxe structurale. París, 1965, apud Dictionnaire encyclopédique des sciences du langage , p.360. - Ullmann, Stephen. Semántica . Introducción a la ciencia del significado. Segunda edición. Tercera reimpresión. Madrid, Aguilar, 1976. - Vygosky, Lev S. : Pensamiento y lenguaje . La Habana, Instituto del Libro, Edición Revolucionaria, 1968.

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