Adolfo Kolping: El carisma de un pastor

Adolfo Kolping: El carisma de un pastor Alocución para la 31a Asamblea General de la Obra Kolping Internacional 2007 Mons. Axel Werner Alocución A

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Adolfo Kolping: El carisma de un pastor

Alocución para la 31a Asamblea General de la Obra Kolping Internacional 2007 Mons. Axel Werner

Alocución

Adolfo Kolping: El carisma de un pastor Mons. Axel Werner, Asesor General y Presidente de la Obra Kolping Internacional

Si reflexionamos intensamente sobre la vida y el trabajo de Adolfo Kolping, se nos presentan muchas facetas: docente, educador, publicista y teólogo. Aún hoy, muchas de las cosas que Adolfo Kolping escribió y dijo a lo largo de su vida, nos siguen fascinando. De su persona y de su carisma surge algo que ya hace 150 años fascinaba a la gente y - permítanme subrayarlo particularmente a la gente joven. Moldeado por la familia, por la Iglesia y por la sociedad, Kolping sabe llegar a las personas jóvenes en su situación específica. Su vida no se caracterizó por las soluciones teóricas ni por los trabajos científicos sino por su preocupación pastoral por los miembros débiles de una sociedad que en el siglo XIX parecía haberse salido de cauce debido a la revolución industrial. Adolfo Kolping se convierte en un pastor "que se preocupa del cuerpo y del alma de las personas por las cuales se siente responsable". En este punto no necesito subrayar que no deseo darle nueva actualidad a una concepción tradicional del cuidado pastoral como relación entre "pastor y ovejas". Sin embargo, la relación entre el sacerdote y las personas a su cuidado se basa en la confianza. ¿Está permitido entonces ver en Adolfo Kolping al precursor de una nueva concepción de la función del pastor en la Iglesia?

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En el transcurso de mi exposición deseo intentar describir de modo más detallado el carisma de Adolfo Kolping como pastor de la Iglesia y de sus "jóvenes artesanos". Si el beato Adolfo Kolping nos fue presentado a todos como "modelo y guía para la Iglesia actual" por nuestro fallecido Santo Padre Juan Pablo II, también ese aspecto del carisma de nuestro fundador debería encontrar su lugar en nuestro trabajo actual. En ese sentido, dejando de lado una "imagen preconciliar del pastor", en mi exposición deseo intentar describir a Adolfo Kolping como modelo de un "nuevo pastor".

a)

¿Un nuevo pastor?

Todos nosotros conocemos el famoso texto del buen pastor del Evangelio según San Marcos (Mc 6,30-34). De modo decidido, pero lleno de cariño, Jesús da forma a la imagen del pastor que cuida de sus ovejas. Un pastor que no vacila en dejar solo al rebaño que creía seguro para seguir a una oveja extraviada. Este texto marcó la religiosidad a lo largo de muchas generaciones. No sólo es uno de los temas preferidos de prédicas y catequesis, sino que también encontró su expresión en numerosas obras de arte. Los cuadros románticos que ilustran el tema adornan los dormitorios de muchas familias católicas. Debemos admitir que, en la actualidad, la comparación entre los seres humanos y las ovejas sin pastor, se nos ha vuelto extraña. A menudo suscita incomprensión o incluso resistencia. Pero, para la época inicial de la Asociación Católica de Jóvenes Artesanos y para definir la relación entre 2

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Adolfo Kolping y los jóvenes artesanos, con los que se encontró en su parroquia San Lorenzo de Elberfeld, parece totalmente justificada. Creo que es legítimo afirmar que las "necesidades de la época" le depararon una vida semejante a la de las ovejas sin pastor a la gente joven del siglo XIX. Lejos de la acogida que brindan la familia y los amigos y apartada también de los lazos con la Iglesia, la joven generación del siglo XIX se vio enfrentada a desafíos particularmente difíciles. Una formación deficiente, la desorientación, la sensación de falta de sentido y de dignidad caracterizaban la vida diaria de muchas personas jóvenes en las zonas industrializadas de Europa. La industrialización transformó la vida de generaciones enteras. El trabajo - ya no la naturaleza - determinaba el ritmo de vida. Las necesidades de una producción que requería el empleo de miles de nuevos trabajadores, se superponían de modo dramático a las necesidades existenciales de la generación joven. ¿No es entonces especialmente acertada la imagen del pastor para un hombre que intenta paliar las necesidades de muchas personas jóvenes y resolver de modo duradero sus problemas sobre el fundamento de la imagen cristiana del ser humano? Las ovejas sólo gozan de especial protección junto al pastor. Saben adónde pertenecen, pues una de las funciones principales del pastor es brindar orientación y marcar el rumbo. Y justamente a eso aspiraba Adolfo Kolping en relación a los jóvenes miembros de su asociación de artesanos: a la formación de grupos donde las personas jóvenes pudieran encontrar protección, orientación y un hogar. En ese aspecto, Adolfo Kolping cumple específicamente la misión del Evangelio del Buen Pastor. Cuando leemos allí que Jesús sintió "compasión de la gente" y "se puso a enseñarles muchas cosas" (versículo 34), reconocemos en esto, sin duda, algo esencial del carisma de Adolfo Kolping como padre de los jóvenes artesanos. 3

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Después de dificultades iniciales, pronto conquista los corazones de sus jóvenes. Evidentemente, con la idea de la asociación, logra ofrecerles algo que hasta ese momento les había faltado: Una comunidad que protege y que brinda acogida, en la que se transmite formación y cultura, que permite disfrutar entre semejantes y que ayuda a profundizar las convicciones religiosas. Los jóvenes artesanos de entonces seguían con gusto a un pastor de ese tipo. Él les brindaba orientación, modelos y parámetros de valores y les recordaba de modo infatigable que esos valores constituían la base para mejorar sus vidas. A través de Adolfo Kolping se vuelve visible el amor de Dios hacia nosotros los seres humanos. Dios le hizo un regalo alentador a la generación joven del siglo XIX: un pastor que muestra el camino hacia una vida mejor, no haciendo en última instancia otra cosa que recomponer la dignidad de la filiación divina que parecía amenazada por las circunstancias sociales. En la actualidad, el ejemplo del pastor y sus ovejas se recibe con cierta sorna y burla, por considerarlo el fundamento de una pastoral mal entendida. ¿A quién le gustaría que lo tildasen de oveja, es decir, un ser algo tonto, poco apto para la vida, demasiado manso. Una oveja sigue al rebaño, obediente y un tanto boba. Cuando falta el pastor, queda desorientada e indefensa. La autoimagen del ser humano actual es diferente: Queremos asumir responsabilidad por nosotros mismos. Queremos decidir por nosotros mismos y el bien más valioso al que aspiramos parece ser la autorrealización de cada individuo. Ser tutelados por alguien como ovejas, ciertamente no es nuestro ideal en la vida. Por supuesto que, hoy como ayer, nadie nos quita la organización de nuestra vida y de nuestro camino en ella. También Adolfo Kolping apelaba enfáticamente una y otra vez a la autorresponsabilidad. El término alemán "Tüchtigkeit", que significa una virtud caracterizada, a la vez, por el esfuerzo, la eficiencia y la honradez, aparece reiteradas veces en 4

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sus discursos, cartas y alocuciones. En la actualidad, el trabajo y la vida profesional con sus exigencias marcan de muchas maneras la vida social del individuo, de la familia y de las distintas comunidades. El pluralismo social permite que las personas de nuestra época sean bombardeadas por cada vez más propuestas que les prometen encontrar el sentido de la vida. Cada vez más personas - también jóvenes - se rinden indefensas ante la avalancha abrumadora de estímulos de nuestra época. En nuestro mundo cada vez más complicado, con su exceso de propuestas de vida y de sentido y con sus posibilidades tecnológicas, resulta cada vez más difícil orientarse. En mi opinión, la imagen de las ovejas sin pastor no deja de estar justificada. Como ovejas sin pastor, sin orientación, sin protección y sin un objetivo que nos indique el rumbo, podemos perdernos y hundirnos en este mundo. Tal como lo hicieran los miembros de la asociación católica de jóvenes artesanos, también nosotros hoy podemos encontrar orientación en Adolfo Kolping. Su enfoque de la vida que miraba el trabajo, la familia y la sociedad a la luz de la fe, sigue orientando hoy la vida de muchos cristianos. Esto se pone especialmente de manifiesto al observar las conductas sociales que se dan en sistemas políticos que muy a menudo gobiernan dejando de lado las necesidades de las personas. El anhelo de comunidad y comprensión, de intercambio de ideas y opiniones y especialmente el fortalecimiento mutuo en la fe vuelven imprescindibles a nuestras Familias Kolping como grupos vivos y activos dentro de la Iglesia. Adolfo Kolping encarnó de modo muy particular esa función de pastor que las Sagradas Escrituras, en realidad, nos confían a todos nosotros. Al preocuparse por las múltiples dimensiones de nuestras vidas, el pastor vuelve tangible de modo particular el amor de Dios hacia nosotros. El pastor y el rebaño constituyen una comunidad que puede enfrentar los desafíos cotidianos. 5

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Ni el peor tiempo - para seguir con la imagen del rebaño - puede atentar contra ella. Así, cabe subrayar una vez más que no puede tratarse de desarrollar una "mentalidad de torre de marfil" para los cristianos, sino de enfrentar los desafíos de la época sobre la base de la fe, de los valores y de las convicciones. Adolfo Kolping nos sigue ayudando también hoy a encontrar el rumbo correcto. ¡Él es un pastor en el mejor de los sentidos!

b) Su carácter infatigable El carácter infatigable de Adolfo Kolping ya se hizo notar en su juventud. Cuando nació el 8 de diciembre de 1813 como hijo de un pastor de ovejas en Kerpen, no era previsible que este niño pudiera llegar a convertirse en santo. Su carácter infatigable ya se puso de manifiesto en su más tierna juventud: No quería seguir siendo zapatero, por lo menos no toda su vida. Las posibilidades de su espíritu le piden más. El joven Adolfo Kolping comprende rápidamente que la base para poder ampliar su horizonte de vida la constituye la formación. Sin embargo, la formación no sólo costaba dinero; el deseo de formarse académicamente, después de haber aprendido el oficio de zapatero, requería una gran fuerza de voluntad. Pero una vez que tiene un objetivo en la cabeza, Adolfo Kolping no se deja apartar de su camino. Su perseverancia y su fuerza de voluntad lo llevan a terminar el bachillerato y a estudiar teología como era su anhelo. La ordenación como sacerdote y su primer cargo como vicario parroquial en Elberfeld constituyen los acontecimientos decisivos en la vida del joven Adolfo Kolping. Durante su estudio aún piensa en continuar una carrera académica. Pero Dios cambia el rumbo de la vida del joven sacerdote de modo maravilloso. Se abre a las necesidades de la época. Rápidamente Adolfo Kolping comprende que en las zonas industrializadas de Alemania no se necesitaba un teólogo altamente calificado. Las personas esperaban sacerdotes que tuvieran ojos, oídos y corazones abiertos a sus necesidades. 6

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Las personas necesitaban pastores que emprendieran sin vacilar la tarea de cambiar su suerte - en el verdadero sentido de la palabra. En adelante, esto se convirtió en la idea central del padre de los jóvenes artesanos, Adolfo Kolping. Infatigable, llevó esta idea más allá de Elberfeld, pasando por Colonia, a todo el territorio de Europa Central. Y su carácter infatigable se manifestó como un rasgo decisivo de su tarea. No conoce el desaliento. No se puede decir de él que haya mirado hacia otro lado o que haya huido ante el desafío. Dios le había planteado el esfuerzo por la superación de las necesidades sociales y espirituales como la tarea de su vida. Así lo concibió Adolfo Kolping. "Sólo en uno está la salvación, también para la situación social, y a ese uno pertenecemos, y ningún poder terrenal puede ni debe apartarnos de él". En esta frase resume su programa. El padre de los jóvenes artesanos no se contentó con sólo mirar las falencias del mundo y lamentarse por los sufrimientos, por la maldad y las tentaciones; por el contrario, abordó con todas sus fuerzas la tarea de superar esas falencias. Adolfo Kolping dedicó su fuerza de trabajo y su espiritualidad a la construcción de una sociedad mejor porque "Mejores personas hacen una sociedad mejor". Fue un hombre de acción y de palabra y como tal, sigue siendo nuestro guía y modelo en una época en que aparentemente el desaliento se ha vuelto característico para los que ponen sus esfuerzos al servicio de la Iglesia y de la sociedad. Su carácter infatigable fue, en ese sentido, un aspecto decisivo de su trabajo. "Arraigado en Dios en medio de la vida", ese es el modo más certero de describir el carisma de nuestro fundador. El carácter infatigable constituyó una característica de su trabajo.

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c)

"La relación con Dios" o la "espiritualidad"

En la oración por la canonización de Adolfo Kolping leemos: "De los Sacramentos, de las Sagradas Escrituras y de la oración sacaba sus fuerzas para crear una obra que debía servirte a Ti y a los seres humanos". En esa breve frase se describen las fuentes fundamentales de la vida espiritual de nuestro fundador. Y éstas no son distintas de aquellas fuentes que deben ser válidas para todos los cristianos en su vida de fe. La revelación de Dios en las Sagradas Escrituras, el fortalecimiento mediante su presencia en los sacramentos de la Iglesia y el vínculo personal con Él en el diálogo espiritual que denominamos oración siguen siendo los recursos fundamentales de nuestra vida espiritual. Es impresionante cómo la información que tenemos sobre Adolfo Kolping, nos transmite su confianza en la oración. En particular una frase del año 1858 (13 de junio) ilustra claramente nuestra descripción del carisma de Adolfo Kolping. "Si sólo se trabaja y no se ora, entonces el pan se va desmenuzando en la mano y deja de alimentar al hombre; pues la bendición de Dios está en orar y trabajar". Sin duda, en la dedicación de Adolfo Kolping a la oración, fue decisiva la educación que recibió en su familia. Adolfo Kolping subraya muchas veces el rol que cumplió ante todo su madre, quien evidentemente lo introdujo en el poder y en la fuerza de la oración. En los momentos decisivos de su vida, Adolfo Kolping se sentía acompañado y sostenido por Dios mediante la oración. En las informaciones que nos han llegado sobre la vida de Adolfo Kolping, se pone de manifiesto hasta qué punto puso su vida en manos de Dios a través de la oración. Su deseo de ir a la escuela y formarse académicamente, la decisión de seguir la vocación de Cristo como sacerdote, están marcados por la petición de ayuda divina en la oración. 8

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A su amigo Karl Statz le escribe: "Ora a menudo, aunque sea poco, pero ora con toda tu alma, para que el Padre de la luz te dé conocimiento y fuerzas". Los numerosos testimonios que nos han llegado acerca de la vida de oración de nuestro fundador nos permiten decir hoy que la oración fue una de las principales fuentes de energía para el trabajo de Adolfo Kolping. Su vida estuvo caracterizada por una extraordinaria confianza en la oración. Sin duda también pensando en sus jóvenes artesanos y su vida alejada de la Iglesia, forjó la siguiente frase: "La oración sincera, aunque venga de corazones descarriados, sin duda no será en vano" (1863). Pero Kolping no sólo estaba convencido de la utilidad de su propia oración, sino que también confiaba una y otra vez en la oración de los demás. De su convicción de que la oración mueve montañas también da testimonio su última voluntad. Siguiendo su deseo, la placa conmemorativa en la Iglesia de los Minoritas fue provista de la frase: "Él pide la limosna de la oración". Como miembros de una asociación social católica, la oración constituye un elemento irrenunciable de nuestras vidas. La Familia Kolping no sólo se caracteriza por su solidaridad en los asuntos de la vida cotidiana, sino que es especialmente una comunidad de oración y de fe. Ser un cristiano comprometido implica la fe que se articula en la palabra y en los hechos. La fe personal de cada uno encuentra su expresión en la oración, que debe practicarse tanto en forma comunitaria como en forma individual. En la oración nos confiamos y confiamos nuestras vidas a Dios. En la oración nos fortalecemos en la convicción de que Dios es un Dios que acompaña nuestras vidas y que realmente nos regala todo lo que necesitamos para vivir. En este contexto, reconocemos a Adolfo Kolping como nuestro gran modelo. Señalar el trabajo cotidiano y la oración como dos espacios vitales distintos significaría malentender su vida - su vida espiritual. 9

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A pesar de la necesidad de resolver las tareas cotidianas, Adolfo Kolping confió siempre en la fuerza y en el valor de la oración. "He experimentado quién sabe cuántas veces que a través de la oración a menudo se puede llegar mejor al corazón de las personas que mediante otros recursos humanos. Por supuesto, no se pueden bajar los brazos". En ese punto, Adolfo Kolping expresa una exigencia a la que no podemos cerrarnos en la actualidad como Obra Kolping y como Familia Kolping. De modo autocrítico, debemos plantearnos una y otra vez la pregunta si como Obra Kolping o como Familia Kolping somos una comunidad donde la fe está viva. ¿Somos una comunidad que comparte la vida y la fe y donde el individuo puede sentir que es apoyado por la oración de todos? ¿Somos una comunidad donde es posible hablar de la fe e interpretar de modo conjunto la experiencia de la fe? ¿Impera en nuestros grupos un clima que permite percibir la presencia de Jesucristo? Es la voluntad de Adolfo Kolping que en nuestras Familias Kolping las dimensiones sociales y espirituales de nuestra fe puedan vivirse de modo cada vez más intenso.

d)

Mirar al ser humano

Sin duda una de las frases más conocidas de Adolfo Kolping dice: "El amor activo cura todas las heridas; las meras palabras sólo aumentan el dolor". La profundidad de estas palabras se pone de manifiesto en la siguiente anécdota: "Un sabio judío les pregunta a sus alumnos: ¿Cómo se puede determinar el momento en que termina la noche y comienza el día? El primer alumno le contesta: Cuando en la distancia se puede distinguir una higuera de una palmera. La respuesta del segundo alumno es: Cuando puedo distinguir una oveja de una cabra. Hasta que el rabí finalmente da él mismo la respuesta:

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Cuando miras el rostro de un hombre y reconoces en él a tu hermano o a tu hermana, entonces ha terminado la noche, entonces comienza el día". A nosotros los cristianos no sólo se nos mide por nuestras palabras, sino que se juzga si nuestras palabras coinciden con nuestros hechos. Se nos juzga por cómo nos tratamos entre nosotros. Lo decisivo en esto es que orientemos nuestra vida en el Evangelio de Jesucristo. Los ejemplos bíblicos nos enseñan el trato de Jesús con el prójimo. Del modo en que trata con las personas, respeta su dignidad, las toma en serio y les señala el camino correcto para superar la crisis. En el encuentro con los enfermos, los pecadores y los "casos problemáticos" de su época, Jesús establece un contraste con las formas de trato social habituales de entonces. Se acerca a personas que atraviesan situaciones muy especiales en su vida. Se para y se detiene frente a ellas. Las mira y así se gana su confianza. A menudo incluso se narra que las toca. Cuando Jesús mira a un suplicante, su mirada rescata su dignidad; y esto es algo tan especial que el suplicante ya siente que se encuentra en el camino de la curación. Como amigos Kolping, revisemos la dirección de nuestra mirada: Fijémonos cuándo aprovechamos la oportunidad para mirar para otro lado, mirar para abajo o, incluso, para pasar algo por alto. Aprendamos de Jesucristo y de Adolfo Kolping lo que significa mirar a las personas que necesitan algo, rescatando su dignidad. Aprendemos de Jesucristo y de Adolfo Kolping a no adoptar delicadas conductas evasivas al toparnos con la necesidad evidente. Aprendemos de ellos que quien cayó en la necesidad, requiere interlocutores para sus pequeñas y sus grandes preocupaciones. Aprendemos que los problemas - las grandes y pequeñas necesidades de los niños, los paralíticos, los sordos, los publicanos y los adúlteros - deben tomarse en 11

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serio. Cristo no conocía evasivas o excusas por falta de tiempo ni salía corriendo cuando algo parecía demasiado molesto. Adolfo Kolping realizó lo mismo a su modo en el siglo XIX. Se involucró para desarrollar nuevos horizontes y posibilidades a partir de atolladeros y callejones sin salida. "El amor activo cura todas las heridas; las meras palabras sólo aumentan el dolor": este lema de su vida se pone de manifiesto una vez más en el trato de Kolping con las personas que se le confiaban: Adolfo Kolping vio la vida como una tarea que había que encarar y resolver. Quiso presentarles a sus jóvenes amigos la vida como una oportunidad que vale la pena aprovechar. He intentado delinear el particular carisma de Adolfo Kolping en cuatro puntos para que saquemos provecho de él para el trabajo de nuestra asociación. También en la actualidad, la importancia de darles orientación a las personas a través de nuestro trabajo, sigue constituyendo una aspiración irrenunciable de las actividades de la Obra Kolping Internacional. La vida de Adolfo Kolping fue ejemplar por su confianza en Dios, su empeño y su carácter infatigable, virtudes que durante mucho tiempo no se consideraron valiosas y que fueron estigmatizadas por representantes pseudomodernos. Cada vez más descubrimos cuán imprescindibles son estas así llamadas "virtudes secundarias" para nuestra convivencia social. En épocas de pluralismo social, la firmeza, la perseverancia y un carácter infatigable constituyen elementos imprescindibles de nuestro trabajo. Sostenido por la oración y por la conciencia de la ayuda divina, hace más de 150 años Adolfo Kolping asumió el enorme desafío de mejorar la vida del individuo contribuyendo así al desarrollo de una sociedad mejor. Adolfo Kolping sólo pudo enfrentar ese enorme desafío a partir de la fuerza de la oración. Quien malinterprete los acentos espirituales de nuestro trabajo como asociación social católica o los considere secundarios, no comprendió a Adolfo Kolping.

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El verdadero encuentro entre las personas adquiere su particular valor cuando acontece de corazón a corazón. Quien desee ayudarle a un ser humano, primero debe acogerle de manera adecuada. "Quien desee ganar a las personas, deberá dar en prenda su corazón", esto constituye un elemento irrenunciable del carisma de Adolfo Kolping. Una vez más reconocemos lo recomendable que es, convertir los carismas de Adolfo Kolping en guía para nuestro trabajo actual – desde la Familia Kolping hasta la Obra Kolping Internacional. Les agradezco su atención.

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Edición KOLPING INTERNATIONAL Obra Kolping Internacional Kolpingplatz 5-11, 50667 Köln / Alemania www.kolping.net Redacción Mons. Axel Werner Asesor General y Presidente de la Obra Kolping Internacional 16

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