ANTONIO MACHADO. a) BIOGRAFÍA

ANTONIO MACHADO a) BIOGRAFÍA Antonio Machado y Ruiz nació en Sevilla el año 1875. Su padre, Antonio Machado y Álvarez, era un estimable folklorista. E

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ANTONIO MACHADO a) BIOGRAFÍA Antonio Machado y Ruiz nació en Sevilla el año 1875. Su padre, Antonio Machado y Álvarez, era un estimable folklorista. En 1883, se traslada la familia a Madrid. Antonio, como sus hermanos, estudia en la Institución Libre de Enseñanza. Continúa el Bachillerato en los Institutos de San Isidro y Cisneros ( no lo terminaría hasta los 25 años). Al morir su padre (1893) y su abuelo (1895), sobrevienen dificultades económicas. Antonio trabaja como actor teatral, pero en 1899 -con su hermano Manuel- se traslada a París. Allí trabaja como traductor y entra en contacto con la vida literaria parisiense; en una segunda estancia en París (1902) conoce a Rubén Darío, con quien le unirán mutuos lazos de admiración. De nuevo en Madrid, colabora en la revista modernista Helios (cuyo redactor jefe es Juan Ramón Jiménez) y vive intensamente las preocupaciones de los jóvenes grupos literarios. La publicación de Soledades (1903) lo revela como poeta extraordinario. En 1907 obtiene la cátedra de Francés en el Instituto de Soria. Allí pasará una etapa fundamental de su vida. En 1909 se casa con Leonor Izquierdo, una muchachita de dieciséis años. Con ella va a pasar un año en París y asiste a las clases del filósofo Bergson; pero en julio de 1911 Leonor sufre una violenta hemoptisis y regresan a Soria, en donde ella morirá el 1 de agosto de 1912. Antonio, desesperado, abandona la ciudad castellana y se traslada a Baeza, pero su corazón queda en Soria, en el “alto Espino”, el cementerio donde reposa Leonor. En 1919 se traslada a Segovia, en donde desarrolla una intensa actividad de cultura popular. Es elegido miembro de la Real Academia Española en 1927. Conoce por entonces a Pilar Valderrama, la Guiomar de sus últimos poemas amorosos, y en 1931 obtiene una cátedra en el Instituto Calderón, de Madrid (más tarde pasará al Instituto Cervantes). En Madrid le sorprende la guerra. Firme partidario de la República, tiene que trasladarse a Valencia. En un pueblecito vecino, Rocafort, vive y escribe en defensa de su España. En 1938 va a Barcelona, para refugiarse al año siguiente en Francia con su madre. Ambos, muy enfermos, son acogidos en un hotelito de Collioure. Allí, el 22 de febrero de 1939, muere el poeta “... ligero de equipaje / casi desnudo, como los hijos de la mar”. Tres días después fallece su madre.

b) IDEOLOGÍA Y PERFIL HUMANO Fue Machado un hombre bueno (“en el buen sentido de la palabra...”), ensimismado, de sobria y honda sensibilidad. De ahí que se identificara tanto con el austero ambiente castellano. Humildísimo, rehuyó siempre los honores. Al ser elegido

académico, le comenta a Unamuno que “Dios da pañuelo al que no tiene narices”. Por Soria o por Baeza, por Segovia o por Madrid, se le veía paseando solo, con su “torpe aliño indumentario”; o escuchando en silencio a sus contertulios de café, mientras la ceniza de su cigarrillo -era un fumador empedernido- caía invariablemente sobre su chaleco. Sólo su mirada “tan profunda” -como la evocó Rubén Darío- parecía arder. La trayectoria ideológica de Machado ha sido resumida por J. C. Mainer con esta fórmula. “del institucionismo al populismo”. Su tradición familiar y su formación en la Institución Libre de Enseñanza lo situaban en la línea del liberalismo reformista de las clases medias. Pero sus ideas se radicalizarían con el tiempo, sobre todo al contacto con las desigualdades sociales de Andalucía y ante el incremento de los movimientos obreros, con los que simpatizó pronto. Su ideal de fraternidad le llevó, en sus últimos años, a proclamaciones netamente revolucionarias. (Ahora podrá verse, con más precisión, hasta qué punto su trayectoria ideológica es opuesta a la de los “noventayochistas”, y cuán poco afortunada era su adscripción al “98”). Mostró hasta el final de su vida una ejemplar consecuencia con sus convicciones profundas. Estuvo, según sus palabras, “a la altura de las circunstancias”.

c) TRAYECTORIA LITERARIA Escribió Machado en cierta ocasión que al poeta le conviene “desconfíar aun de sus propias definiciones”. No obstante, parece válida para su obra -en conjunto- esta definición que dio en 1931: “La poesía es la palabra esencial en el tiempo”. Con estas palabras quería sintetizar su doble objetivo: captar la esencia de las cosas, a la vez que su fluir temporal. Y añadía: “inquietud, angustia, temores, resignación, esperanza, impaciencia que el poeta canta, son signos del tiempo y, al par, revelaciones del ser en la conciencia humana”. Más adelante habría de precisar: “La poesía es el diálogo del hombre, de un hombre, con su tiempo”. En estas afirmaciones está la raíz de esa cálida y entrañable humanidad que impregna toda su obra. Pero más importante que estas declaraciones tardías esatender a las raíces de su poética. La historia de la literatura tradicional hacía de Machado “el poeta del 98”. Si, ideológicamente, esto es inexacto, desde el punto de vista estético, sin negar ciertas coincidencias con el 98, es indudable su arranque modernista. Y como en otros modernistas españoles, ello supone una doble raíz: Romanticismo tardío y Simbolismo. Lo veremos en Soledades. Pero precisamos que, junto a influencias españolas, Machado bebió directamente del Simbolismo francés: como él mismo nos dijo, el París de 1899 -fecha de su primer viaje- era la ciudad “del simbolismo en poesía”. Las huellas de este punto de partida no desaparecerán nunca de sus poemas. Pero también es cierto que pronto se propuso una tarea de depuración estilística que le llevaría hacia una sobriedad y una densidad personales.

Su trayectoria puede dividirse en cuatro etapas, que coinciden con las de su propia vida:  Hasta 1907 transcurren su infancia en Sevilla y su juventud en Madrid. Es su etapa de formación, que culmina con su estancia en París donde conoce el Simbolismo y a Rubén Darío. Es su arranque modernista, que cristaliza en su primera obra, Soledades, publicada primero en 1903, y después en 1907, con algunos poemas suprimidos y otros añadidos, y con el nombre de Soledades, galerías y otros poemas  Hasta 1919 se desarrolla su vida como profesor de instituto en Soria y en Baeza. Son los años en los que conoce a Leonor y se casa con ella. Su presencia, primero, y su muerte, después, marcarán su vida y su poesía. También es decisivo su encuentro con Castilla, concretamente con So-ria, su paisaje y sus gentes. Se produce en el poeta un cambio ideológico: Machado sale de su soledad, de su individualidad y se preocupa por la situación de España, representada en Castilla y en sus gentes. Y un cambio en su estética: su estilo es mucho más sobrio y más personal. En 1912, poco antes de la muerte de Leonor, se publica por primera vez Campos de Castilla. En 1917 aparece la segunda edición con nuevos poemas, escritos después de la muerte de Leonor y ya desde Baeza y Madrid. 

A partir de 1919, primero en Segovia y después en Madrid, tuvo una gran actividad literaria como crítico, conferenciante, etc. Es también la etapa en la que colabora con su hermano Manuel en varias obras de teatro. Pero poéticamente es una etapa de menor riqueza y producción. En 1921 escribe a Unamuno: “Escribo poco y aun esto no muy a gusto”. Tres años después, en 1924, publica Nuevas canciones. En este libro predomina lo reflexivo y lo filosófico sobre lo lírico.



A partir de 1924, con la irrupción de las vanguardias y de los poetas del 27, Machado se siente diferente y, en muchas ocasiones, muestra su desacuerdo con la nueva poesía “deshumanizada”. Los poemas que escribe en estos últimos años no aparecerán publicados con nuevos títulos, sino que se van introduciendo en sucesivas publicaciones de sus Poesías completas. Al estallar la Guerra Civil, Machado escribe sus Poesías de guerra, una serie de poemas entre los que destaca la elegía a la muerte de Federico García Lorca, que lleva por título El crimen fue en Granada. CAMPOS DE CASTILLA

El encuentro de Machado con Castilla es un encuentro privilegiado: como decía Salinas, Castilla es una tierra en la que Machado podrá seguir “buscando el alma”. En efecto, ante las tierras de Soria, exclamará: “Me habéis llegado al alma. / ¿O acaso estabais en el fondo de ella?”.

Se publica Campos de Castilla en 1912, poco antes de la muerte de Leonor (se incrementará con nuevos poemas en ediciones sucesivas). Son variados los temas de sus composiciones: señaló Machado que “a una preocupación patriótica responden muchas de las composiciones; otras, al simple amor de la Naturaleza, que en mí supera infinitamente al del Arte. Por último, algunas rimas revelan las muchas horas de mi vida gastadas [ ...] en meditar sobre los enigmas del hombre y del mundo. Los “enigmas del hombre y del mundo” le siguen inspirando, en efecto, poemas intimistas en la línea de su poesía anterior. Pero lo que aporta de nuevo este libro son los cuadros de paisajes y de gentes de Castilla o las meditaciones sobre la realidad española. 1.- Temas principales de Campos de Castilla: 1) El paisaje. En la primera edición del libro (1912) el paisaje descrito es el castellano, concretamente los alrededores de Soria. En la segunda edición (1917) aparece también el paisaje andaluz, generalmente en contraposición al recuerdo del paisaje castellano. * Visión objetiva. Algunas composiciones de este libro responden al simple amor a la naturaleza y, por tanto, representan una visión objetiva del paisaje, dentro de la objetividad que pueda permitir la lírica. Así lo vemos en la primera parte del poema A orillas del Duero (XCVIII), donde se nos muestra la tierra soriana descrita con mirada pictórica: vegetación, animales, orografía, el Duero rodeando la ciudad de Soria. * Paisaje noventayochista. El pasado histórico de Castilla (especialmente con aquellos rasgos que ofrecen significaciones guerreras) se hace presente metafóricamente en los elementos del paisaje. La segunda parte de A orillas del Duero es una transición lógica hacia el tema de la historia de Castilla. Tras apuntar las connotaciones guerreras en los versos anteriores, el poeta reflexiona sobre el contraste entre el ayer poderoso de Castilla y su mezquino presente: Castilla miserable, ayer dominadora, / envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora. Esta identificación del paisaje castellano con su pasado histórico vuelve a reflejarse en otras composiciones, donde se insiste en las mismas imágenes guerreras hasta quedar éstas convertidas en elementos esenciales que identifican y definen el paisaje. * Paisaje intimista y evocador. En otros poemas los elementos del paisaje castellano se convierten en símbolo de realidades íntimas. Se trata de una de las notas más características del hacer poético de Antonio Machado. Ya no hablamos de la mera descripción del paisaje, ni del paisaje como reflejo de una historia pasada común. Ahora nos referimos a los elementos que conforman el paisaje como reflejo del mundo interior del poeta. En su paso por el tiempo, en su vida, el poeta se relaciona con lo exterior, en este caso con la Naturaleza, y proyecta en diversos elementos (ríos, árboles, atardeceres…) su propia

realidad íntima, de forma que dichos elementos se constituyen en reflejo del estado de su alma. 2) La muerte. La serie de poemas dedicados a este tema es corta, pero intensísima. En el poema Caminos el paisaje andaluz, normalmente alegre en otros poemas, se carga de connotaciones de tristeza. También las personificaciones (“los montes duermen”, “tarde piadosa”, “luna jadeante”…) indican el cansancio espiritual y la profunda melancolía del poeta, el cual dialoga con la muerte, pero la muerte no responde. El poeta sólo puede clamar en el vacío su soledad con la muerte: “Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar”. 3) El tema de España: La preocupación patriótica le inspira poemas sobre el pasado, el presente o el futuro de España. En ellos se observa (junto a la señalada visión lírica) una visión crítica que motivó la discutida adscripción de Machado al “98”. Sólo en algún caso podrían verse puntos comunes con la línea regeneracionista. En el tratamiento del tema de la visión de España se pueden ver dos líneas distintas: - Lamento por la decadencia de España. Machado muestra una Castilla miserable tanto en lo material como en lo espiritual, pero su visión la hace extensiva a todo el país. Castilla -y, por extensión, el resto de España- es la culpable de su propia desgracia. En A orillas del Duero Machado nos habla de la tierra -poblada sólo de sombrías soledades, sin danzas ni canciones- que no parece satisfecha con sus hijos, que han olvidado el esfuerzo y el valor que adornaban a sus antepasados. En Por tierras de España Machado se lamenta de que el hombre de estos campos ha destrozado su patrimonio: En este mismo poema trata el tema del cainismo, uno de los tópicos de la llamada generación del ´98: la maldad intrínseca del hombre, la codicia como origen de todos los males; la presencia, en definitiva, del alma de Caín en nuestros prójimos. En El mañana efímero Machado hace apreciaciones duras sobre la psicología nacional (cerril, folclórica, inmovilista, superficial, ultramontana, cainita…).En el poema Del pasado efímero aparece un tipo en el que la crítica machadiana es especialmente agria: el bur-gués, del que se destaca ante todo su hipocresía, frivolidad o banales pensamientos. - Esperanza en el futuro de España. En el poema El mañana efímero es donde Machado, siguiendo las ideas regeneracionistas, expresa mejor su esperanza ante el futuro. La España pasada y presente es vacía e inútil, aunque tendrá quien la cante. La España falsamente pintoresca, confinada en devociones hipócritas, privada de espíritu, es descrita con abundantes imágenes, paródicamente burlescas, que introducen de forma progresiva la denuncia terrible-mente violenta del presente y el presagio de un futuro vacío y -por ventura- pasajero. A este destino inexorable del futuro inmediato se opone una nueva encarnación de España, una España redentora basada en el trabajo y la inteligencia. Machado parte ya de bases distintas: es una visión histórica y política netamente

progresista, animada por la nueva fe en “otra España”, con la que ahora se siente comprometido. 4) Elogios. Se trata de un grupo de poemas que da colofón al libro, en los cuales Machado alaba la figura de algunos de los españoles más significativos de su tiempo. Se trata de textos de muy distinta fecha de composición y, en general, no alcanzan la altura del resto del libro, pero no dejan de ser significativos para conocer algunos de los aspectos del pensamiento machadiano. Destaquemos, aparte, el largo romance La tierra de Alvargonzález, en que el poeta consigue revitalizar la vieja versificación, en un intento de “escribir un nuevo Romancero” que fuera expresión popular de “lo elemental humano”. Se trata de un estremecedor poema narrativo, cuya sombría historia gira en torno a la codicia, producto de la dureza y miseria de aquellas tierras. Por otra parte, en Campos de Castilla inicia Machado un aspecto de su creación que más tarde cultivará copiosamente: ese tipo de poemas brevísimos que integran la serie de Proverbios y cantares. Algunos se refieren al arte poético. Otros expresan una especie de sabiduría y algunos hasta parecen diálogos íntimos. En otras composiciones se puede notar la expresión filosófica del poeta. Para “conocer”, el hombre ha de luchar con “dos modos de conciencia”: el pensamiento lógico y el intuitivo. También critica las actitudes humanas: la ignorancia, la hipocresía, la envidia, la vanidad, el tema de España. Algunos de estos proverbios o cantares son bellísimos. Aparte de la serie Proverbios y cantares aparecen otros poemas agrupados bajo el título de Parábolas. Sobre todo, se puede percibir, la lucha de la razón y el corazón en busca de la verdad y la búsqueda de Dios. Entre los poemas añadidos al núcleo inicial, hay que citar las conmovedoras evocaciones de Soria, desde lejos, o de la esposa muerta; ambos temas se entretejen admirablemente en el poema A José María Palacio. En fin, el libro se completa con la ya mencionada serie de Elogios, algunos muy hermosos, como el poema A Don Francisco Giner de los Ríos, o los dedicados a Rubén Darlo, Unamuno o Juan Ramón.

2.- Principales símbolos machadianos en CdeC. Siguiendo la tradición simbolista que le llega a través del Modernismo, Machado empleará en sus poemas como recurso primordial la técnica de aludir a las realidades que le interesan (la muerte, el tiempo, la soledad…) mediante símbolos. Trataremos los símbolos de Campos de Castilla en relación a los dos grandes ejes temáticos: el problema existencial y el tema de España.

El problema existencial: el paso del tiempo, la muerte, la melancolía… 2.1.-

Muchos de ellos ya están desarrollados desde su primera etapa en Soledades: agua, tarde, camino, mar… Otros aparecen nuevos o adquieren otras connotaciones, como el olmo o el olivo. Algunos de los símbolos que hacen referencia al paso del tiempo, ya presentes en su primera obra, son: El agua

El agua de la fuente, del río, de la lluvia, en su fluir se hace símbolo de temporalidad, de existencia, de vida interior. En forma de fuente o lluvia, representa la monotonía. Pero el agua también puede representar la muerte, a la manera manriqueña, en el mar. El mar es donde desemboca el río, que es la vida, y, por lo tanto, el mar representa la muerte. Machado plasma la muerte en sus poesías a través del mar y del agua estancada. Así lo hace en su poema “Retrato” (XCVII): Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar. En la composición “Meditaciones rurales” (CXXVIII) alude a su trabajo como profesor de lenguas vivas, al invierno en el que se encuentra y a la monotonía y el aburrimiento que lo invaden, insistiendo en el “tic-tic” del reloj. Equipara al tiempo con el agua y al mar con la muerte. Insiste en el poder igualatorio de esta, al igual que había hecho Manrique, cuando dice que tanto siervos como libres, iremos a parar todos a la mar. Cada ser, como una ínfima gota, se pierde y desaparece en la inmensidad del marmuerte (Morir ¿Caer como gota / de mar en el mar inmenso?, “ Proverbios y Cantares”) Su actitud ante la muerte es variada: desde la angustia personal (ver “Es una tarde cenicienta y mustia”), a la melancolía o la rebeldía, que se manifiesta sobre todo en los poemas que tratan sobre la muerte de Leonor. En estos poemas, el recuerdo de su mujer se asocia al paisaje de Soria, evocado desde una lejanía espacial y temporal. El paisaje soriano trae connotaciones de ausencia, recuerdo, soledad… incluso, esperanza. - La tarde es símbolo de reflexión y recogimiento, aunque también significa decaimiento, fin del día y melancolía. En dicho momento, es cuando el poeta se entrega a su propia soledad, añoranza y recuerdo melancólico del pasado. Por esto, los adjetivos referidos a colores que acompañan a la tarde y a los elementos del paisaje en esa hora (rojos, cárdenos, violetas…) se cargan por contagio semántico de estas connotaciones de melancolía y tristeza. (Ver poema CXVIII- “Caminos”). - El camino es elegido por el poeta como gran símbolo de la existencia del hombre, de su temporalidad. El camino no es, el camino se hace: la vida no es, se va haciendo, viviendo, “se hace camino al andar” (CXXXVI- “Caminante, son tus huellas”). El camino aparece ya como lugar que se recorre, ya como acción del caminante. En ambos casos, se relaciona con la vida y las experiencias vitales. Así, Campos de Castilla se llena de caminos pedregosos, en paisajes asociados al pasado histórico; otros caminos reflejan la destrucción, o la fugacidad de las cosas, por el paso del tiempo. Después de la muerte de Leonor, vuelve Machado a recorrer nuevos

caminos en soledad. Contemplando los paisajes de Baeza y el Guadalquivir, evoca los caminos castellanos recorridos con ella. En ese recuerdo vuelve a vivirlos, solo momentáneamente, y deja de estar solo. El ensueño dura poco y retorna a la tristeza del camino en soledad. Son caminos del sueño, el recuerdo y la soledad.(“Allá, en las tierras altas”-CXXI). En la obra también hay caminos de la muerte, como el destino imaginado para el olmo seco, ardiendo “de alguna mísera caseta, al borde de un camino” (CXV-). Los caminos de “La tierra de Alvargonzález” (CXIV) son el teatro en que se produce el crimen. Los caminos de Machado son vida por vivir, camino que recorrer y vida vivida. Mirar hacia atrás es recordar lo vivido, sabiendo que no es posible dar la vuelta y recorrerlo de nuevo, “se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar” (CXXXVI) - Los elementos del paisaje y el tiempo vivido En el proceso de identificación del alma con las cosas del mundo adquieren especial relevancia los elementos de la naturaleza (los ríos, los atardeceres, los árboles,…). En Campos de Castilla entre los elementos configuradores del paisaje a los que el poeta dota de significación simbólica en relación con el paso del tiempo están los ríos – en especial el río Duero- (“A orillas del Duero”: como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar)- y los árboles -en especial el olmo, árbol de la infancia en algunas composiciones y de la madurez, la vejez en otras (¿Tienen los viejos olmos algunas hojas nuevas?). La diversidad arbórea del poemario sirve de vehículo para expresar tanto la emoción que siente el poeta contemplando los campos de Castilla como la fugacidad de la vida (los chopos, los álamos,.., -asociados a la frescura y el resurgir–, representan, además, una visión idílica de Castilla; incluso en la robustez y fortaleza del roble, se percibe el paso inevitable del tiempo, que se lleva tras de sí todo lo que encuentra en el camino…; las encinas, las hayas, los limoneros,…).

- Los árboles hacen referencia al alma del poeta. Utiliza cada uno de ellos en distintos contextos para dar a entender al lector las emociones o sensaciones del poeta o para que vea a través de sus ojos el paisaje que le rodea. Como decíamos en el apartado anterior, el poeta parece haber escogido el árbol para sintetizar no sólo su predisposición anímica ante el paisaje, sino también el correlato con el tiempo. Veamos los siguientes: + El olmo: en él se refleja el alma del poeta. Ya durante la infancia lo utilizaba para jugar y en la madurez para sus reflexiones más profundas. Es parte del simbolismo de Castilla y simboliza la enfermedad de Leonor en el tiempo que ella está enferma (“A un olmo seco” (CXV). + La encina: simboliza la pobreza, la humildad, la fortaleza interior y la dignidad del paisaje. Es también el símbolo de Castilla (“Las encinas” (CIII). + El roble: Machado lo interpreta como un gran guerrero y noble de Castilla, que ha estado presente durante mucho tiempo en sus campos, admirando los cambios del pasado. También se interpreta en ocasiones como la virtud y la fuerza (“Las encinas” (CIII). + El álamo y el chopo están asociados a la primavera, a la frescura (“Las encinas” (CIII) /Campos de Castilla” (CXIII).

+ El haya: el poeta ve este árbol como un misterio, algo sobrenatural o, incluso, lo interpreta como el miedo (“Las encinas” (CIII). + El limonero y el naranjo: el limonero es símbolo de la infancia de Machado en Andalucía. Frecuentemente, une este árbol con la fuente del patio. De pequeño, Machado creía que los limones estaban en el agua (reflejo de los limones del limonero) y cuando los intentaba coger, estos desaparecían, creyendo así que eran mágicos y un poco malintencionados. El naranjo también es símbolo de la infancia en su etapa más adelantada, pero estos dos símbolos también tienen en común la luminosidad y la felicidad (“Retrato” (XCVII). + El olivo simboliza el trabajo del campo. Machado ve este símbolo como una parte más de la cultura andaluza. Este, junto con los trigales y viñedos, forman las riquezas del campo andaluz (“Los olivos” (CXXXII-). 2.2. El tema de España En Campos de Castilla el paisaje –castellano y andaluz- se convierte en símbolo de España, en imagen de su pasado histórico que se hace presente a través del lenguaje figurado; esta identificación de los elementos del paisaje con el pasado da pie a reflexiones en las que se contrasta el pasado glorioso con el mezquino presente. Ante el paisaje castellano Machado realiza una selección que apuntará a destacar también el “alma” de Castilla vista desde su peculiar sensibilidad. Así, recoge, sobre todo, lo que va en dos direcciones: de una parte, lo pobre, lo adusto, lo austero (“yermos”, “páramos”, “pegujales”, etc.); de otra, lo recio, lo duro, lo fuerte (“alcores”, “roquedas”, “arnés de guerra”, “yelmo”,…). En suma, lo ascético y lo épico. Es, en palabras suyas, la “Soria, mística y guerrera”. El "descubrimiento" de Castilla, la apreciación de la belleza del paisaje castellano, mezclada con ciertas consideraciones y sentimientos sobre el pasado, presente y porvenir de España y sobre su decadencia es algo propio de la generación del 98. También son características de este movimiento las dos formas de mirarla: el punto de vista lírico y el crítico. Llamamos visión lírica a una emocionada captación de la belleza o la majestad del paisaje castellano, fruto de aquel “amor a la Naturaleza” o de esa fusión de paisaje y alma (Ver Campos de Soria CXIII Hoy siento por vosotros, en el fondo / del corazón, tristeza, / tristeza que es amor...). Y esa tristeza, esa melancolía nos lleva a lo que hemos llamado visión crítica, que nace además de aquella “preocupación patriótica” de que hablaba Machado (Ver la segunda mitad del poema “A orillas del Duero” XCVIII, “Por tierras de España” XCIX: En ellos aparece un poeta que da testimonio de la miseria y la decadencia de Castilla: frente a esplendores pasados, alude al despoblamiento, la desertización, la dureza de la vida, la necesidad de emigrar, las ruinas de los pueblos...; y habla de la apatía de las gentes o de sus miserias morales. No aborda Machado, en estos poemas, las causas históricas y sociales de tal estado de cosas, ni toma posturas ante ellas. De momento, es sólo una amarga toma de conciencia sobre una situación de marasmo nacional). De esta visión crítica será también buen ejemplo el poema “El Dios ibero” CI: en él se insiste sobre la miseria del campo castellano y se añade una meditación sobre cierta religiosidad tradicional. Por lo demás, su penúltima estrofa contiene una reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro de España y parece anunciar la necesidad de comprometerse para construir una España mejor. Se trata de aspectos que alcanzarán

mayor desarrollo en los poemas escritos en Baeza. Del pasado, Machado denuncia aquellos aspectos negativos que son un peso muerto sobre el presente. Y parece como si no tuviera grandes esperanzas en el mañana inmediato, sino en un “pasado mañana”, en una generación posterior. 3.- Principales rasgos formales en la obra Antonio Machado somete desde sus inicios poéticos su estilo a un proceso de depuración en busca de la esencialidad, hecho que explica que partiendo del Modernismo esteticista llegue a una poesía sencilla, breve y concisa. Son numerosas las declaraciones del autor que afirman su gusto por la sencillez, la naturalidad, la expresión directa; declaraciones donde se observa una clara voluntad antirretórica. 3.1. El léxico Machado tiene un vocabulario predilecto. Puede agruparse en torno a algunos temas, algunos sentimientos, algunas percepciones. Además de los símbolos examinados en el apartado anterior (el agua, el mar, el camino, los árboles…), toda la obra poética de Machado está marcada por el empleo de un vocabulario que evoca el tiempo que pasa, el ritmo de los meses y de las estaciones, la caducidad de las cosas. En este sentido, hay que señalar un vocabulario referido a lo que él mismo llamaba “signos del tiempo”. Siendo el tiempo el tema vertebrador de su obra, las palabras que pueden funcionar como deícticos temporales (adverbios —hoy, mañana, ayer, todavía, nunca, ya, aún…, demostrativos —estos, aquellos…—) aparecen de continuo en sus poemas. Estos deícticos no suelen aparecer solos, sino que se combinan en antítesis temporales para expresar vivencialmente la relación pasado-presente-futuro (ver El dios ibero CI). Los adverbios de lugar (aquí, allá…) y los demostrativos (estos, aquellos…) tienen también este valor deíctico; y sus antítesis espacio-temporales señalan también antítesis correspondientes a estados de ánimo (CXXI) En oposición a estos signos del tiempo, el poeta utiliza un vocabulario abstracto para referirse a lo que define como “revelaciones del ser en la conciencia humana” relacionados con los universales del sentimiento: sueño, mágico, alma, ilusión, encanto, armonía… Una de las características más señaladas entre los escritores de la llamada generación del ’98 es el uso —incluso la recuperación— del léxico arcaico y/o rural: tahúr, albur, sayal, juglar…arcadores, perailes, chicarreros… En Campos de Castilla es frecuente el uso de sustantivos y adjetivos que evocan la rudeza o la pobreza de esas tierras, junto con nombres seguidos de complementos nominales formados con la preposición sin, indicando dicha pobreza. (“A orillas del Duero”, XCVIII) 3.2. Procedimientos estilísticos Algunos procedimientos estilísticos atestiguan el mismo deseo de encantar a su lector, o bien de sorprenderlo o fascinarlo. Machado emplea generalmente procedimientos estilísticos que libran a sus poemas de toda impresión de monotonía: - La repetición de palabras o expresiones que produce un efecto de insistencia, de obsesión o de encantamiento: Campo, campo, campo; esta tierra de olivares y olivares… O sirve para imitar un movimiento: Se vio a la lechuza / volar y volar. O

trata de reflejar una emoción tan fuerte que resulta indecible: ¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría! - El uso de símbolos, que se convertirán en el universo imaginario de Machado: el agua, la fuente, el camino, el mar…Toda la poesía de Machado está recorrida por estas intuiciones que revelan que la realidad debe ser una conquista del lenguaje. - Dos aspectos manifiestan su deseo de comunión íntima con lo que le rodea; primero, se observa en la frecuente humanización de las cosas, de los objetos, de los paisajes: el agua clara que reía; cárdenos nublados congojosos; Hierve y ríe el mar… En segundo lugar en el empleo de la exclamación, uno de los rasgos más peculiares del poeta, puesto que le permite traducir su emoción ante los objetos, los seres humanos o los acontecimientos: ¡Hermosa tierra de España!; ¡Oh, flor de fuego!; ¡Tierras de la luna!... Con este gusto por la exclamación, se puede relacionar también el uso frecuente de la interrogación, que da a sus versos un tono personal. 3.3. La métrica La métrica merece también una atención especial en la caracterización del lenguaje poético de Machado: variedad de metros y estrofas y, al mismo tiempo, naturalidad y espontaneidad; armonía de los poemas, acentuada a veces por rimas internas; armonías vocálicas; mezcla de tradición y modernidad, de ecos clásicos y populares. En Machado se cumple la vieja aspiración poética de la difícil sencillez. a) En cuanto a los metros, los versos preferidos en Campos de Castilla son los clásicos de la tradición española: el octosílabo, de tradición popular, y el endecasílabo, de tradición culta. En numerosas ocasiones, el endecasílabo aparece combinado con el heptasílabo. En menor medida utiliza el alejandrino, que había sido uno de los preferidos en la obra anterior. b) En cuanto a las estrofas, encontramos gran variedad: - estrofas con versos de arte menor: romances {- a – a – a – a – a – a…}: el más significativo es la larga composición La tierra de Alvargonzález; cuartetas {abab}: CXXXVI-XIX, XXI, XXVII; redondillas {abba}: CXXXVI-XIII; coplas {—a—a}: CXXXVI-II, IV, VI, VIII…; décimas {aabccbdeed}: CIII, CXXVII, CXXVIII, CXXXII, CXXXIII, CXXXVI-XXXV, XXXIX y CXXXVII-VII, VIII) - Una de las estrofas preferida es la silva, combinación libre de un número indeterminado de versos endecasílabos y heptasílabos, cuya rima también se distribuye libremente; en especial abunda la silva arromanzada: serie libre de endecasílabos y heptasílabos que riman como en el romance {por ejemplo: 7—7a7—11A11—11A11— 7a11—7a11—11a7—, 11ª}: CXIII-VII, VIII y IX, CXVIII, CXXVI y CXXXIX,… - Estrofas en alejandrinos: pareados: en series más o menos extensas: XCVIII, CXXXVI-VII, XIV, XV, XVI, XVII… y serventesios {ABAB}: XCVII, XCIX, C, CXVI, CXLIV… - Combinaciones de pareados y serventesios: CXXXVI-XI. CXLVI. 4.- Importancia de la obra en la poesía española posterior. Aunque la obra machadiana gozó de gran respeto entre los poetas de la Generación del 27, a pesar de que la devoción del momento se orientaba hacia la poesía de J. R. Jiménez, fueron los poetas de posguerra los que realmente supieron valorarla.

Después de la Guerra Civil, algunos poetas, como Blas de Otero, vuelven hacia Machado y lo convierten en el más alto ejemplo de poesía y de humanidad. Precisamente un crítico del 27 como Dámaso Alonso dirá por entonces: “Era, ante todo, una lección de estética […]. Y era una lección de hombría, de austeridad, de honestidad sin disfraces ni relumbrones”. Si la denominada generación del 36 se había vuelto ya hacia Machado antes de la guerra, cuando después emerja de nuevo a la vida literaria, sabrá entonces con más conciencia cuáles han de ser sus guías. Y así se propondrá el reconocimiento y la exaltación de Antonio Machado, el poeta del tiempo y de la existencia, y el poeta en cuya doctrina estuvo siempre desterrada cualquier forma de virtuosismo verbal que impidiera la plasmación cálida de la vida. La presencia machadiana se percibe, sobre todo, en la poesía de Leopoldo Panero, seguidor entrañable de Machado en el tratamiento lírico del paisaje; y en la de Luis Rosales, especialmente en su poema-libro La casa encendida y en los proverbios y cantares, continuación de los de Machado. Cabe destacar también su influencia en José Hierro, Gabriel Celaya y a Blas de Otero. Los poetas de la llamada “segunda generación de posguerra” rescataron de Machado aquellos aspectos olvidados de su obra que, sólo en su absoluta interrelación de totalidad con el poeta cívico y el hombre comprometido que también hubo en él, nos han podido dar una imagen del Machado integral. Algunos de los autores más conocidos que mostraron afinidad o influencias evidentes de su poesía son: Ángel González, José Manuel Caballero Bonald y José Ángel Valente. También en Jaime Gil de Biedma se observan coincidencias de actitud con Machado, del mismo modo que no es infrecuente la mirada hacia Machado de Francisco Brines, Claudio Rodríguez y de José Agustín Goytisolo. Hacia 1970 surge una nueva promoción de poetas, los Novísimos. Machado para ellos era un obstáculo, fundamentalmente por la prioridad que nuestro autor dio a las preocupaciones morales y, en general, humanas, y por su obstinada defensa del habla natural en el verso,. Durante las décadas de los ochenta y los noventa, los poetas españoles jóvenes o no tan jóvenes volverán la mirada hacia la obra multiforme a integral de Antonio Machado; es el caso, por ejemplo, de Andrés Trapiello, José Mateos y, especialmente, Luis García Montero.

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