APROXIMACIÓN MULTIDIMENSIONAL A LA EVALUACIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD URBANA: EL CASO DEL MANEJO DEL AGUA EN LA CIUDAD DE GUATEMALA

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Máster en Espacios Naturales Protegidos 2008 Programa interuniversitario Fundación Fernando González Bernáldez Becario Fundación Carolina – Fundación BBVA

APROXIMACIÓN MULTIDIMENSIONAL

A LA EVALUACIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD URBANA:

EL CASO DEL MANEJO DEL AGUA

EN LA CIUDAD DE GUATEMALA

Elaborado por: Lic. Estuardo Solórzano Lemus Asesorado por: Dr. Antonio Gómez-Sal

Ciudades de Madrid y Guatemala, AGOSTO 2009

PREFACIO “Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules.

Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles (…), luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles (víboras), guardianes de los bejucos.

-Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno. Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y serpientes.

Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y graznaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.

-¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; ¡hagamos al que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y alimenten. De este modo hicieron a los seres humanos que existen en la tierra.”

La Creación según el Popol Vuh (s. XVI)

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ÍNDICE ÍNDICE ............................................................................................................................... 3 I. INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 5 II. RESUMEN EJECUTIVO ............................................................................................. 6 III. ANTECEDENTES Y CONCEPTOS ACTUALES SOBRE SOSTENIBILIDAD URBANA.......................................................................................................................... 10 3.1 Sostenibilidad Urbana en el campo del Desarrollo Sostenible ............................... 10 3.2 Conceptualización de Sostenibilidad Urbana ........................................................ 12 IV. MODELOS DE EVALUACIÓN E INDICADORES PROPUESTOS ..................... 14 4.1 Un modelo planteado en Estados Unidos desde la perspectiva ecológica ............ 15 4.1.1 Fundamentos y dimensiones ............................................................................ 15 4.1.2 Indicadores urbanos y de sostenibilidad .......................................................... 17 4.1.3 Selección de indicadores .................................................................................. 20 4.2 Un marco de trabajo conceptual español para evaluar la sostenibilidad en sistemas ecológicos urbanos ........................................................................................................ 21 4.2.1 Descripción general y fundamentos del modelo teórico .................................. 21 4.2.2 Revisión de anteriores marcos de trabajo con indicadores .................................. 22 4.2.3 Propuesta metodológica ....................................................................................... 26 4.3 Un modelo de evaluación de la sostenibilidad con 6 dimensiones ......................... 28 4.3.1 Descripción general ......................................................................................... 28 4.3.2 Fundamentos teóricos: aspectos característicos y distintivos del modelo ....... 29 4.3.2.1 El número y naturaleza de los componentes............................................. 29 4.3.2.2 Equilibrio entre componentes ................................................................... 30 4.3.2.3 El modelo de relación entre componentes ............................................ 30 4.3.2.4 Compromisos funcionales ..................................................................... 31 4.3.2.5 Sostenibilidad ecológica o fuerte .......................................................... 31 4.3.2.6 Escalas de aplicación, huella ecológica y umbrales de deterioro........ 32 4.3.2.7 El capital natural y su conexión con el mundo físico ........................... 33 4.3.2.8 El Sistema de producción, el componente olvidado ............................. 34 4.3.3 Escenarios e índices agregados ........................................................................ 35 4.3.4 El contexto latinoamericano ............................................................................ 36 4.4 Un modelo de evaluación cuantitativa de la sostenibilidad como instrumento de gestión, aplicado en ciudades brasileñas....................................................................... 40 4.4.1 Indicadores de sostenibilidad local ................................................................. 41 4.4.2 Manejando el modelo....................................................................................... 43 4.4.3 Curvas de aprendizaje y planificación de largo plazo .................................... 43 4.4.4 Aplicación del modelo de manejo de indicadores de sostenibilidad: el caso del manejo del agua ........................................................................................................ 44 4.5 Un modelo de indicadores de proceso para monitoreo de desarrollo sostenible aplicado en Asia ............................................................................................................ 47 4.5.1 Fundamentos y consideraciones generales ...................................................... 47 4.5.2 La idea de un “bucle de viabilidad” ................................................................. 49 4.5.3 El monitoreo de un sistema urbano de agua para el desarrollo sostenible...... 50 4.5.4 Los límites del sistema .................................................................................... 50

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4.5.5 Los valores y las interrogantes esenciales ..................................................... 51 4.5.6 El caso del monitoreo del sistema urbano de agua en la ciudad de Teherán para alcanzar el desarrollo sostenible ....................................................................... 54 V. EL CASO DE LA EVALUACIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD EN EL MANEJO DEL AGUA EN LA CIUDAD DE GUATEMALA ........................................................ 57 5.1 Descripción general de la ciudad y su situación actual.......................................... 57 5.2 Contexto multidimensional y avances alcanzados en la temática desde la perspectiva ambiental.................................................................................................... 60 5.3 Herramientas para medir insostenibilidad asociada al agua .................................. 61 5.4 Naturaleza y estado del caso de estudio: perspectivas, condicionantes y variables desde modelos y concepciones con distintos enfoques y escalas ................................. 63 5.5 Propuesta para la evaluación de la sostenibilidad aplicada al caso del manejo del agua en la ciudad de Guatemala.................................................................................... 66 5.5.1 Opinión sobre la situación y bases del marco actual del “sistema de manejo del agua” ......................................................................................................................... 66 5.5.2 Elementos e Indicadores propuestos para monitorear la sostenibilidad del sistema....................................................................................................................... 69 VI. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................... 73

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I. INTRODUCCIÓN Guatemala, tradicionalmente conocido como el país de la Eterna Primavera, cuenta con un paisaje de naturaleza muy diversa, compuesto por volcanes, lagos, bosques y ríos en los trópicos de América Central. Estas características fisiográficas, así como un clima privilegiado y la dinámica de variados ecosistemas, le permiten contar con abundante agua en todo su territorio, tanto de forma estacional como permanente e inclusive en las regiones semi-áridas del oriente.

Dentro de este contexto, el presente proyecto busca abordar la temática del recurso “agua” en la ciudad de Guatemala desde la perspectiva de su manejo con ayuda en un análisis previo de distintos modelos de evaluación generados por profesionales de muy variadas disciplinas. En este sentido, el objetivo general del mismo se centra en analizar los puntos críticos del manejo aplicado a este vital recurso en esta ciudad y de allí presentar las directrices estratégicas capaces de brindar una base sólida para formular un modelo de evaluación de su sostenibilidad en un futuro cercano.

Una primera parte del documento buscar poner en contexto al lector respecto a los fundamentos teóricos sobre desarrollo sostenible y la sostenibilidad urbana que han sido divulgados más recientemente.

A pesar de las extensas búsquedas, la información

recopilada sobre los principios y mecanismos de evaluación de la sostenibilidad urbana se tomó de una sola autora del ámbito académico, lo cual lejos de acarrear una eventual parcialidad, mostró que poco se ha trabajado esta temática, De hecho esto provocó la búsqueda en otras fuentes de documentos generados desde otros ámbitos.

Una segunda parte agrupa la información característica de 5 modelos de evaluación de la sostenibilidad aplicados o aplicables al recurso hídrico en el contexto urbano. Estos modelos fueron seleccionados de las exhaustivas revisiones bibliográficas efectuadas en revistas internacionales y se consideran representativos del amplio mosaico de abordajes posibles.

Las descripciones permiten comprender sus principios y

fundamentos, las características que examinan en los sistemas, así como la lógica de

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análisis aplicada, para luego conocer las propuestas de indicadores y mecanismos que sugieren para evaluar la sostenibilidad y eficiencia de los sistemas en sus diferentes contextos.

Finalmente, dada la complejidad de esta temática en un contexto de escasa información y condiciones particulares, mi propuesta plantea, primero que todo y de forma simplificada las principales realidades y variables que gobiernan el sistema actual de manejo del agua en la ciudad de Guatemala, lo cual constituye el primer paso para dar inicio a un proceso de cambio estructural. Sobre esta base, el análisis abstracto de la problemática generó la definición de preceptos sustantivos para comprender mejor las grandes limitaciones. Posteriormente, se redactaron los elementos e interrogantes que se sugiere utilizar para diseñar indicadores que sean eficaces en el monitoreo y evaluación de la sostenibilidad de un nuevo sistema basado en una amplia participación y consenso de los habitantes y usuarios.

El presente trabajo con la tutoría del Dr. Antonio Gómez Sal, Profesor del Departamento de Ecología de la Universidad de Alcalá de Henares, quien guío desde la concepción del abordaje de la temática, la estructura para la presentación del documento y también facilitó fuentes bibliográficas y revisó el trabajo en el transcurso del proceso de su elaboración.

II. RESUMEN EJECUTIVO El presente estudio persigue aportar las directrices de una aproximación multidimensional a la sostenibilidad urbana aplicada al manejo del recurso “agua” en la ciudad de Guatemala, la cual pueda emplearse como una línea base de evaluación y análisis en una fase futura próxima.

Después de la coyuntura mundial ocasionada a raíz de la Convención de Brundtland, el estudio y los avances en materia de sostenibilidad y desarrollo sostenible

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han cumplido más de 15 años de atraer la atención y esfuerzos de toda una comunidad heterogénea de expertos, observadores, operadores políticos, habitantes locales, comunitarios, empresarios, agricultores y profesionales interesados.

Bajo el marco actual de la polémica que desata, el mosaico de visiones y acciones asociadas engloba desde el más indiferente actor social cuyos intereses se centran en temáticas distanciadas hasta al más dedicado científico cuyo trabajo investiga el más mínimo factor y aspecto que pueda ser tomado en cuenta desde la óptica de su disciplina, pasando por directores de espacios naturales y técnicos ocupados en instancias y procesos involucrados pero con limitada incidencia.

Más allá de que los debates semánticos y políticos en torno a la sostenibilidad continuarán por muchos años más, el campo de la sostenibilidad urbana puede visualizarse como un espacio donde vale la pena focalizar análisis, recursos y atención, con la finalidad de evidenciar y fortalecer el potencial de contribuir con las soluciones de las problemáticas ambientales actuales, tanto a nivel teórico como sobre la aplicación práctica de modelos para su evaluación profunda. En este sentido, los esfuerzos de algunos expertos y estudiosos de esta temática son bastante incipientes pues no se han atrevido a plantear metodologías identificables con nombre propio y fórmulas que inviten a ser puestas a pruebas.

Con base en extensas revisiones bibliográficas y minuciosas consultas a expertos locales y nacionales y dado que no existe aún un método consensuado, este estudio ha seleccionado cinco planteamientos provenientes de autores de formaciones académicas, experiencias, regiones geográficas y filosofías distintas, con tal de revisar la idoneidad, alcances y facilidad de aplicación para el caso de Guatemala. En este sentido, los primeros tres modelos analizados surgen desde profesionales de la conservación y la ecología, mientras las propuestas de indicadores para evaluar desarrollo sostenible en ciudades brasileñas de M. Fehr et al. y el marco de trabajo con indicadores de proceso de Ali Bagheri y Peder Hjorth constituyen aproximaciones provenientes de enfoques bastante diferenciados y aplicables también.

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Por un lado, el enfoque de Marina Alberti desarrolla desde la perspectiva ecológica los elementos, factores e indicadores a considerar dentro de un planteamiento en cascada y bastante desglosado. Por otro lado, el marco conceptual para sistemas ecológicos urbanos de Miguel Ángel Olalla-Tárraga constituye una aproximación de naturaleza más teórica que no ha sido puesta a prueba en el campo de la sostenibilidad urbana, pero que aporta una intención de simplificar la complejidad de tal objeto de estudio, a través de su propuesta de utilizar la huella ecológica. Frente a este estudio, pero siempre desde la óptica de la ecología, Gómez-Sal y colaboradores ha centrado el interés en profundizar los análisis a través de un desglose de las tres dimensiones originales de la sostenibilidad sumándole 4 más, donde la dimensión productiva se separa y toma importancia propia de la económica, la dimensión social se desprende de la cultural y se añade una dimensión ética muy prometedora.

Un cuarto tipo de aproximación ya nos traslada a los contextos de la región latinoamericana, donde desde Brasil, M. Fehr nos plantea un modelo más empírico y diferenciado de comprender el abordaje de la temática del desarrollo sostenible para el medio urbano, empleando indicadores cuantitativos en políticas municipales relacionados con la densidad demográfica, el transporte público, abastecimiento de agua y energía, entre otros, al caso de la ciudad de Toribaté. Las curvas de aprendizaje y las iniciativas de planificación de largo plazo constituyen ejes fundamentales entre sus postulados.

Por último, la aproximación de A. Bagheri y P. Hjorth parte de un axioma donde “la sostenibilidad no se entiende como un ideal fijo, sino como un proceso que evoluciona hacia el mejoramiento del manejo de los sistemas mediante la comprensión y el aprendizaje”. De hecho manifiestan la existencia de una analogía con la teoría de evolución de las especies de Darwin, cuando señalan que el proceso es no determinístico por lo cual posee un punto de fin que no se conoce con anticipación. Esta es un planteamiento de un modelo más empírico que teórico, en el cual los sistemas funcionan en torno de bucles de viabilidad (también conocidos en inglés como viability loops). Así, el desarrollo sostenible se comprende como un proceso donde los bucles esenciales de

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retroalimentación del sistema, como también se les llama a los bucles de viabilidad, deben mantenerse sanos y funcionales. El caso específico aplicado a un sistema urbano de abastecimiento de agua fue aplicado a la ciudad de Teherán, la capital de Irán, y se fundamenta en “indicadores de proceso” que evalúan (i) la diferencia entre la percepción pública de la abundancia de agua y los costos de abastecimiento de agua e inversión energética y (ii) la realidad en cuanto a la disponibilidad del recurso y los costos asociados para proporcionar el servicio.

Los análisis de los 5 enfoques sugieren recomendaciones para el caso específico elegido, en función de la información necesaria disponible para ser aplicados en la práctica pero también reflexionando sobre aquella nueva información que pueda ser más fácil de iniciar a recopilar y sostenible en el largo plazo. Las conclusiones derivadas de las revisiones minuciosas de los postulados, fortalezas y debilidades de cada uno permiten iniciar un proceso de análisis y evaluación de la sostenibilidad para el contexto guatemalteco, mientras aclaran la compleja naturaleza de un entorno caracterizado por la falta de información y una serie de factores que dificultan su generación y subsiguiente recopilación.

Posteriormente, mi propuesta parte de un análisis y entendimiento profundo de la realidad del manejo del recurso en este contexto urbano, en la cual la producción, suministro y distribución del agua obedece a un modelo o lógica inexistentes, donde se sobrepasan ampliamente las capacidades de la empresa que provee el servicio de agua para la cantidad de usuarios. Adicionalmente, los procesos de conurbación difusa dan lugar a un boom de casas y asentamientos justo en las zonas de recarga hídrica, las plantas de tratamiento de aguas servidas no existen o no funcionan, la distribución en desigual según zonas y sectores, la ciudad continúa centralizando las fuentes de empleo y oportunidades de desarrollo y no obedece a ninguna planificación de la ciudad… y así continúa la lista de características.

Ante esto, se identificaron 5 axiomas sustantivos que pueden resumir la esencia de la problemática, los cuales giran alrededor la historia y falta de planificación de la

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ciudad, la falta de un régimen educativo y cultural propio de una sociedad organizada y justa, la percepción respecto a la propiedad y disponibilidad del recurso y la falta de información socializada.

Sobre las bases aportadas por los 5 modelos antes mencionados, se plantea la propuesta de instauración de una plataforma

multisectorial y permanente de

representantes que se encargue de desarrollar el diagnóstico actual de la problemática y guíe la elaboración de una planificación de un sistema integrado para un largo plazo (2025 años). En este punto se insiste en la necesidad de que se tomen en cuenta todas las dimensiones que abarca la problemática. Finalmente, la propuesta termina presentando los elementos e interrogantes que den origen a los indicadores que sirvan para evaluar la sostenibilidad del nuevo sistema de forma periódica y a través de datos y mecanismos públicos.

III. ANTECEDENTES Y CONCEPTOS ACTUALES SOBRE SOSTENIBILIDAD URBANA 3.1 Sostenibilidad Urbana en el campo del Desarrollo Sostenible En nuestros días, el amplio campo del desarrollo sostenible es abordado desde un mosaico muy amplio de expertos, científicos y profesionales que pertenecen a las más diversas disciplinas, ramas y áreas de especialización. De hecho, la revisión exhaustiva de una extensa variedad de revistas científicas internacionales y otras fuentes1 dio como resultado toda una serie de planteamientos, posturas y opiniones que convergen en gran medida hacia la poca sostenibilidad de la actividad humana en el planeta, la complejidad y multidisciplinaridad de la sostenibilidad, limitaciones para su medición y la necesidad de nuevos paradigmas, entre otros puntos. En este sentido, Glasby (2002) señala que en la actualidad existe resistencia en muchos círculos (por ej. a niveles gubernamentales) para aceptar la idea de que vivimos en un mundo notoriamente insostenible; además de que de todos los factores, la población mundial continúa siendo la variable clave respecto 1

Dicha revisión fue realizada con la finalidad de alcanzar una profundidad de análisis significativa dada la complejidad de esta temática.

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a nuestro impacto sobre el planeta. Mientras tanto, Giuseppe Munda (2005) apunta a la necesidad que posee la evaluación de la sostenibilidad de contar con un set de indicadores multidimensionales, con tal de hacer operativa esta medición. Respecto a los límites de la ciencia de la sostenibilidad, Paul H. Reitan (2005) manifiesta que la contribución a la solución de las problemáticas ambientales requiere la vinculación con ciencias dispares y que las consecuencias de largo plazo de la mencionada ciencia implican actuar en función de ciertos aspectos morales asociados, al tiempo que da a conocer abiertamente que su preocupación por el mundo en que vivirá su nieto lo impulsa a colaborar por un mundo mejor. Por otra parte, la perspectiva global del avance de la controversia en torno a la idea del desarrollo sostenible como un eje articulador revela la necesidad de crear modelos epistemológicos, capaces de reorientar la investigación científica (Ríos Osorio et. al., 2005).

El concepto de sostenibilidad urbana o desarrollo urbano sostenible encuentra sus orígenes en el momento histórico que hace popular el concepto de “desarrollo sostenible”, a través de la publicación del informe Brundtland en 1987 por la Comisión Mundial de Ambiente y Desarrollo (WCED), también conocido en inglés como “Our common future”. Si bien su significado específico e implicaciones todavía son motivo de muchos debates teóricos y prácticos, el significado general es ampliamente conocido (Lumley & Armstrong, 2004). También existen antecedentes previos que dieron origen a este término, pero que quedan fuera del tema central de este documento.

En medio de varias décadas de estos grandes dilemas, el concepto sobre desarrollo sostenible se puede comprender mejor al revisar las opiniones de algunos científicos, comisiones y organizaciones nacionales e internacionales que se han dado a la tarea de hacer planteamientos o propuestas innovadoras y más críticas.

Por ejemplo, Pearce (1999) nos explica que “definir lo que es desarrollo sostenible no es un asunto difícil, sino que lo difícil es determinar que es lo que hay que hacer para alcanzar ese desarrollo sostenible, asumiendo que ese es el objetivo deseado”. Desde una percepción más crítica, Geoffrey Glasby (2002) plantea abiertamente la

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necesidad de un nuevo paradigma de desarrollo sostenible, cuando advierte que la ocupación del ser humano en el planeta es notoriamente insostenible, especialmente desde el inicio de la era industrial, por lo que requerirá medidas drásticas más allá de las comúnmente propuestas para alcanzar la sostenibilidad. El señala puntualmente que su idea de reducir la población mundial y el consumo de recursos parece ser revolucionaria pero se plantea quizás como la única forma de alcanzar un equilibrio ambiental más sostenible.

Por otra parte, la iniciativa HABITAT de la Organización de las Naciones Unidas considera la urbanización sostenible como un proceso de desafíos y respuestas debido a que no le encuentra respuestas prefabricadas, ni rápidas ni fáciles ni tampoco atajos. El debate asociado lo enmarca dentro del ODM sobre garantizar la sostenibilidad ambiental y más específicamente el objetivo 7/11: 11: “Mejorar las condiciones de vida de 100 millones de habitantes de barrios pobres para el año 2020, avanzando lentamente hacia ‘Ciudades sin barrios pobres.” (UN-HABITAT, 2004).

3.2 Conceptualización de Sostenibilidad Urbana De forma más puntual, la sostenibilidad aplicada a ambientes urbanos es entendida por Alberti y Susskind (1996) como un proceso más que un resultado. De hecho, Alberti (1996) plantea que la sostenibilidad urbana en sí es todavía un objeto de estudio dinámico. A pesar de que el concepto es bastante vago todavía y tiene poco consenso, Susskind (1995) manifiesta que ya se han podido identificar ciertas áreas de consenso o al menos delimitar las áreas de disenso. Arrow et. al. (1995) plantea que existe cierto consenso respecto a que las actividades humanas para ser sostenibles tienen que contar con un stock de capital constante y también un considerable consenso dentro de la comunidad científica en que la humanidad ha alterado aspectos importantes de la base de recursos naturales y que su uso imprudente puede reducir irreversiblemente su capacidad para soportar a la población en el futuro.

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Para una mejor comprensión y definición de lo que es sostenibilidad urbana, Marina Alberti (1996), quien trabaja en el Centro para la Biología de la Conservación de la Universidad de Stanford (CCB/U. Stanford), parte del concepto de “ecosistemas urbanos”, con tal de entender las relaciones entre los sistemas urbanos y el ambiente. Ella señala que para los ecólogos las ciudades son ecosistemas heterotróficos, altamente dependientes de grandes inputs (“ingresos”) de energía y materiales y una vasta capacidad de absorber emisiones y desechos.

En este punto, varias iniciativas

internacionales, entre ellas el Programa Intergubernamental del Hombre y la Biosfera (MaB), se han enfocado en explicar los mecanismos que afectan la sostenibilidad del desarrollo urbano y facilitar la transformación de los sistemas urbanos en “sistemas autoregulados sostenibles”.

Adicionalmente parte también del concepto de “espacio

ecológico urbano”, entendido como “el capital natural y flujos totales en los cuales depende para saciar las necesidades de largo plazo de sus habitantes”. Este capital incluye tanto las fuentes como los sumideros, así como los sistemas y servicios ecológicos de soporte que proveen a la población humana (ver figura 1) (Alberti, 1996).

Figura 1. El (eco) sistema urbano. Modelo simplificado de la ciudad como una ecosistema basado en la aproximación ecológica de los sistemas (1983; 1994) de Odum TH y en el lenguaje de circuito energético. Fuente: Alberti 1996

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A lo anterior, Fehr (2003) añade que no existe una definición definitiva todavía y que hasta ahora el crecimiento o desarrollo sostenible no ha sido cuantificado para las municipalidades brasileñas.

Bajo esta línea de pensamiento, el desarrollo urbano

sostenible está representado por una serie de disposiciones que nacen de la administración pública y la sociedad organizada para que los indicadores de una ciudad insostenible dada se acerquen tanto como sea posible de los valores deseados dentro del marco temporal seleccionado.

En el siguiente apartado se presentan 5 modelos tipo con sus propuestas de marcos de trabajo e indicadores aplicables a la evaluación de la sostenibilidad urbana, mediante los cuales será posible comprender mejor los aspectos teóricos y las variables o parámetros que en estos tipos de casos se han empleado. Cada uno de estos 5 modelos es producto del trabajo de un o una pareja de profesionales o investigadores y por haberse diseñado desde ámbitos y profesiones tan diversas fueron seleccionados como “tipo de referencia”.

IV. MODELOS DE EVALUACIÓN E INDICADORES PROPUESTOS Desde hace más de tres décadas, la gestión e investigación científica en materia de sostenibilidad ambiental se han aplicado principalmente a los ambientes naturales, rurales o no urbanos, con ningún o algún grado de intervención humana, pero muy poco en ambientes urbanos. Por tal razón, los modelos de evaluación enfocados directamente a esta última clase de ambientes cuentan con un grado incipiente de desarrollo, parece entonces que en la mayoría de casos, los expertos prefieren limitarse a proponer únicamente algunos indicadores para su evaluación. A este respecto, no se ha encontrado algún modelo que se identifique con algún nombre o institución propiamente pues se considera que los experimentos aplicados a ciertas urbes son muy cuidadosos en señalar que los mismos pueden no ser aplicables en otros contextos geográficos, sociales, ambientales o económicos.

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4.1 Un modelo planteado en Estados Unidos desde la perspectiva ecológica 4.1.1 Fundamentos y dimensiones Marina Alberti (CCB/U. Stanford) explica que la evaluación de la sostenibilidad urbana se interesa tanto por la calidad de los sistemas urbanos como por el impacto que las ciudades ejercen sobre la base de recursos a nivel local y global (Alberti, 1996). Desde la perspectiva ecológica, la interacción entre los sistemas urbanos y el ambiente puede ser descrita a través de indicadores de fuentes, sumideros, sistemas ecológicos de soporte y el bienestar y salud humanas. El desafío está en relacionar el espacio ecológico de las ciudades con sus tendencias en los patrones urbanos. En este sentido, un útil set de indicadores debería ser capaz de indicar:

(1) Si la calidad y el desempeño urbanos en las ciudades está mejorándose o deteriorándose respecto de ciertos criterios y metas de sostenibilidad y (2) Cómo estas tendencias de calidad y desempeño urbanos se vinculan con las tendencias de las estructuras espaciales, organización urbana y estilos de vida.

Ella identifica tres dimensiones que se deben considerar cuando se evalúa la sostenibilidad urbana: (a) calidad urbana, (b) flujos urbanos y (c) patrones urbanos. La explicación de cada uno se ha centrado en describir los vínculos entre estas dimensiones y la base de recursos naturales, y los indicadores asociados se deben entender como los síntomas o factores causales que afectan la sostenibilidad (Alberti, 1996).

Por una parte, la dimensión de la calidad del ambiente urbano depende de elementos físicos y condiciones socioeconómicas, así como de la cultura y los valores de las comunidades urbanas. Se identifican aquí 7 criterios de calidad ambiental. Así, la vida requiere de una buena calidad ambiental (primer criterio) –aire, agua y suelo limpios- pero también de adecuados abastecimientos de alimentos, vivienda e infraestructura, así como áreas verdes y espacios abiertos. Todos estos elementos son dependientes de stocks de recursos naturales tales como fuentes, sumideros y sistemas

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ecológicos de soporte, de los cuales dependen la salud y bienestar humanos (segundo criterio). Luego, para que éstos sean sostenibles, la asignación o reparto de recursos tiene que ser tanto eficiente (cuarto criterio)–maximizar la salida económica por unidad de entrada de recurso- y equitativa (quinto criterio)–maximizar el beneficio social por unidad de salida económica- entre grupos sociales, regiones y generaciones. En los sistemas urbanos, la diversidad de actores –en términos de los comportamientos culturales e individuales de las comunidades- y la diversidad de los paisajes artificiales y naturales –en términos de las formas y funciones- son muy importantes para la flexibilidad (cuarto criterio) y adaptabilidad al cambio continuo y para su regeneración (o “resiliencia”). Más aún, se reconoce cada vez más que la accesibilidad (sexto criterio) (en las configuraciones urbanas es vital para la sostenibilidad pues la carencia de los recursos y servicios esenciales provoca que la gente genere mayor impacto en el ambiente local y global. De hecho, se plantea que la sostenibilidad urbana sólo puede alcanzarse si otros objetivos tales como la seguridad alimentaria nutricional, la salud y seguridad públicas y un mayor acceso a los recursos y servicios son garantizados. El séptimo criterio que caracteriza a la ciudad sostenible es la habilidad para aprender y modificar su comportamiento –tanto a nivel individual como de la comunidad- en respuesta al cambio ambiental. Si bien la definición de medidas objetivas de la calidad física es relativamente fácil, poco se conoce sobre como incorporar la dimensión subjetiva para valorarlas, lo cual es la clave para construir un modelo completo de evaluación de la sostenibilidad urbana.

Para la dimensión de los flujos urbanos, el impacto de las ciudades sobre el ambiente puede analizarse por medio del análisis de los flujos de los recursos naturales que dan soporte a sus actividades. En 1983 y 1994, la medición de la sostenibilidad se trabajó por medio del impacto urbano que explicaba el espacio ecológico utilizado por las ciudades, iniciándose con Odum que analizó el balance de energía urbana en términos de flujos energéticos –los requerimientos energéticos para el soporte de la vida urbana y la energía perdida desde los sistemas de soporte de vida. Más recientemente, en 1994 y 1995, Rees y Wackernagel propusieron el concepto de huella ecológica, esto es las áreas ecológicas productivas necesarias para dar soporte a la población en una región urbana

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dada. Mientras estas medidas agregadas son cruciales para reconocer la dirección de las tendencias urbanas, otras medidas desagregadas serían necesarias si los planificadores fuesen capaces de interpretar el cambio urbano y diseñar estrategias para alcanzar patrones urbanos sostenibles.

La tercera dimensión, la de los patrones urbanos, se enfoca en comprender las interacciones entre los sistemas urbanos y el ambiente mediante el examen de como las ciudades funcionan y como sus estructuras espaciales, organización urbana y estilos de vida afectan su calidad y desempeño. Los enfoques actuales hacia la definición de indicadores urbanos se han concentrado muy poco en el monitoreo de los patrones urbanos, respecto a las tendencias ambientales locales y globales. Esta información sería clave para orientar el manejo y planificación urbana hacia la sostenibilidad.

No

solamente proporcionarían una base para evaluar las tendencias urbanas, sino que también mejorarían nuestro entendimiento sobre como los patrones urbanos afectan la calidad y desempeño ambiental de las ciudades.

El caso de los vínculos entre la

contaminación del aire, el consumo energético y los patrones de transporte público permite ilustrar que los cambios evidenciados son consistentes con una tendencia más grande: las ciudades se apropian ya de un espacio ecológico a escala global más que local. De hecho, varias ciudades de países desarrollados han respondido a las señales impulsadas por las regulaciones ambientales, lo cual se ha evidenciado mediante una mejora sustancial durante los últimos veinte años. Sin embargo, la señal está incompleta o es incorrecta, pues no resolverá el problema, sino que únicamente lo desviará hacia otra región o la siguiente generación. En tal sentido, el monitoreo de la sostenibilidad exige que se redefina el espacio ecológico urbano y se seleccionen señales cuidadosamente, de modo a enlazar los patrones urbanos con el estado de la base de recursos (Alberti, 1996).

4.1.2 Indicadores urbanos y de sostenibilidad Este modelo establece dos tipos de indicadores: los indicadores urbanos y los indicadores de sostenibilidad.

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Los primeros son clave para ayudar a los planificadores que elaboran políticas locales y nacionales a mejorar su acción hacia la sostenibilidad. Sus distintos fines son: (1) monitoreo sistemático de los cambios ambientales urbanos, (2) alerta temprana de problemas ambientales urbanos, (3) dirigir esfuerzos hacia la configuración, (4) revisiones de desempeño e (5) información y comunicación pública.

Los indicadores proveen información de una forma que facilitan la comunicación entre expertos, elaboradores de políticas y el público en general. En sí, los indicadores ambientales proveen una medición del estado del ambiente y permiten a los planificadores y al público en general evaluar el desempeño de la política a lo largo del tiempo.

Por ejemplo, el Centro para los Asentamientos Humanos de las Naciones Unidas (UNCHS) y el Banco Mundial (1995) se refieren a una “ciudad que funciona bien” como resultado de sectores “que funcionan bien” y clasifican los indicadores en 7 categorías: (1) desarrollo socioeconómico, (2) infraestructura, (3) transporte, (4) manejo ambiental, (5) gobierno local, (6) vivienda asequible y (7) abastecimiento de la vivienda. Adicionalmente, el programa de indicadores de la UNCHS incluye un módulo de datosantecedentes, el cual proporciona indicadores demográficos seleccionados (Alberti, 1996).

A diferencia de los primeros, los indicadores de sostenibilidad deben decirnos no sólo cuanto estrés ambiental es generado por actividad humana o cuán bien está reaccionando el ambiente a tal estrés, sino también si los sistemas ambientales pueden absorber tal estrés en el largo plazo. La gran interrogante es como relacionar las medidas tradicionales de la calidad y desempeño ambientales urbanos con el estado de la base de recursos naturales. Para tal propósito, Marina Alberti propone las 4 categorías empleadas por el Banco Mundial y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), para identificar áreas clave que necesitan ser exploradas para vincular sets de indicadores locales y globales.

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Estos incluyen indicadores de 4 tipos diferentes: (1) de fuente, (2) de sumidero, (3) de sistemas ecológicos de soporte y (4) de impacto y bienestar humano.

Para los indicadores de fuente, la sostenibilidad en el uso del recurso a escala urbana puede ser monitoreada estableciendo claros vínculos entre las tendencias urbanas en el consumo de alimentos, energía, materiales y agua y el estado de los recursos naturales. Estos deben ser capaces de medir cuando cierto nivel de uso del recurso se separa de su uso sostenible, considerando tanto el estado de los recursos naturales como los procesos biológicos que los sostienen. Por su parte, los indicadores de sumidero han sido desarrollados, en su mayoría, para evaluar la capacidad de la atmósfera local, del suelo o de los cuerpos de agua de absorber las emisiones y los desechos. Más compleja es la tarea de seleccionar indicadores urbanos para sumideros relevantes a escalas regional y global, a manera de encarar problemáticas como el calentamiento global, acidificación, eutroficación y contaminación. Mientras puede resultar un tanto arbitrario definir umbrales urbanos para sumideros globales, las tasas de emisiones de contaminantes globales tales como CO2 o CFCs puede confrontarse con las metas establecidas por las regulaciones nacionales y las convenciones internacionales (Alberti, 1996).

Los indicadores del sistema ecológico de soporte pueden servir a escala local para identificar cambios en el estado de los ecosistemas, de las áreas protegidas y de la biodiversidad. La mayoría de los programas actuales incluyen indicadores urbanos para medir la pérdida de hábitats naturales a escala local. Tanto el UNCHS como el Banco Mundial, así como la Agencia Ambiental Europea (conocida como EEA por sus siglas en inglés), incluyen medidas tales como el porcentaje de pérdida de tierras agrícolas o bosques por causa de la urbanización. Sin embargo, estas medidas generalmente no se refieren específicamente a áreas de ecosistemas, ni tampoco muestran como las ciudades y los sectores específicos de actividades contribuyen a la degradación de los sistemas globales de soporte de vida.

Por último, dado que muchos problemas ambientales

urbanos han sido asociados con problemas locales, particularmente de salud pública y calidad de vida, y que las ciudades son los lugares donde la gente vive y donde dichos

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problemas afectan a la población, los indicadores de impacto y bienestar humanos, en su mayoría, han sido propuestos por el Programa de Ciudad Saludable de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tan importantes como los indicadores de salud pública son los indicadores sociales y económicos, desarrollados por la OMS, el UNCHS y el Banco Mundial. En este punto, las comunidades locales han sido las más innovadoras en el desarrollo de indicadores urbanos que vayan más allá de la dimensión ambiental. Las listas de indicadores seleccionados por el Foro Cívico de “Sustainable Seattle” en Estados Unidos y en Leicester, Reino Unido, muestran que la sostenibilidad en un contexto urbano depende primariamente de lo que la gente en la comunidad urbana valora y percibe como sostenible. En esta temática, la gran interrogante continúa siendo como hacer que estas perspectivas globales y locales sean convergentes (Alberti, 1996).

4.1.3 Selección de indicadores En principio, el efectivo monitoreo de la calidad y desempeño ambiental urbanos deben proveer a los planificadores la información que éstos requieren para diseñar planes sostenibles de uso del suelo, sistemas de transporte eficientes y un mayor acceso a los servicios e infraestructuras para los habitantes urbanos, por mencionar algunos ejemplos. Esta información debe también mejorar la forma en que los habitantes urbanos viven en y usan las ciudades y las utilizan. De hecho, los indicadores funcionan como mecanismos de retroalimentación que mejoran cuando los usuarios modifican su comportamiento a la luz de la nueva información disponible.

La mayoría de programas de indicadores urbanos se refieren a cuatro características clave de indicadores exitosos: a. la relevancia política, b. fundamentación científica, c. pronta implementación y d. utilidad para la toma de decisiones (Alberti, 1996).

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4.2 Un marco de trabajo conceptual español para evaluar la sostenibilidad en sistemas ecológicos urbanos 4.2.1 Descripción general y fundamentos del modelo teórico Desde el departamento de ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, este modelo de marco de trabajo es desarrollado por el ecólogo Miguel Ángel Olalla-Tárraga, quien plantea que se necesita canalizar la diversidad de las distintas iniciativas y estandarizar también algunos conceptos y métodos sobre desarrollo sostenible.

Su

propuesta teórica combina distintos métodos previamente aplicados en algunos campos de la investigación científica. En síntesis, el modelo aquí presentado parte del marco de trabajo jerárquico, desarrollado para evaluar manejo forestal sostenible, el cual es representado gráficamente a través de un modelo visual que fue presentado en la Cumbre de Johannesburgo en 2002, el tablero de ajedrez de la sostenibilidad, el cual se complementa con la incorporación de la huella ecológica dentro de la metodología con tal de evaluar la contribución local hacia la sostenibilidad global.

Recientemente, el doctor Olalla-Tárraga (2006) indica que la complejidad para desarrollar una determinada metodología de evaluación a distintas escalas y niveles de análisis, mientras se desciende a la escala local, provoca que las iniciativas en materia de sostenibilidad se multipliquen. Un ejemplo de esto lo constituye el Instituto Internacional para Desarrollo Sostenible (también conocido en inglés como International Institute for Sustainable Development- IISD), el cual aglomera alrededor de 600 iniciativas.

En la actualidad, pocos aspectos de la estructura y funcionamiento de los ecosistemas están libres de la influencia humana, por lo que el estudio de los sistemas ecológicos urbanos tiene mucho que decir al respecto. Los impactos de las ciudades son evidenciados no sólo a nivel local (dentro de los límites metropolitanos), sino también en la dinámica espacio-temporal de los ecosistemas y en la conservación de los ecosistemas fuera de estos límites (Olalla-Tárraga, 2006).

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En este contexto, reconociendo que la agenda sobre sostenibilidad global debe tomar muy en cuenta a las ciudades, las organizaciones internacionales como Naciones Unidas, la Organización Internacional para la Cooperación y el Desarrollo (OECD), la Unión Europea e inclusive el Banco Mundial, poseen ahora programas de ciudades sostenibles (Newman 1999).

Además, Selman (1996) ha estimado que el 60% del

contenido de los programas sobre acción en sostenibilidad requerirá ser abordado a nivel local. En la actualidad, la urbanización es una tendencia demográfica dominante y un componente importante de la transformación global de la tierra, la cual provoca que las ciudades continúen a crecer en tamaño: así, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ha determinado que en el mundo 400 ciudades tienen ya más de 1 millón de habitantes y 20 “mega-ciudades” poseen poblaciones que exceden los 10 millones.

4.2.2 Revisión de anteriores marcos de trabajo con indicadores Este modelo teórico plantea que la selección de un marco de trabajo de indicadores apropiado para evaluar la sostenibilidad urbana debe tomar en cuenta las fortalezas y debilidades de las 8 categorías identificadas.

La categoría basada sobre el dominio posee un marco de trabajo definido por dimensiones clave de la sostenibilidad (ambiente, economía y sociedad) e identifica indicadores para cada una. Es efectiva para asegurar la cobertura de las dimensiones de la sostenibilidad, pero necesita ser modificada para agregar categorías para vínculos y así fortalecer el aspecto integrador de la sostenibilidad (McLaren 1996). Otra debilidad importante es que no considera los vínculos entre los indicadores y las metas de la sostenibilidad. La categoría centrada en la temática, plantea el uso de indicadores organizados alrededor de temáticas claves de la sostenibilidad, específicas y relevantes, tales como el manejo de desechos sólidos, consumo energético, empleo, etc. Es de fácil construcción y bastante popular porque es fácilmente comprensible. Sin embargo, este enfoque carece de la estructura del marco antes mencionado, al no buscar la convergencia de los indicadores con las metas en sostenibilidad (Olalla-Tárraga, 2006).

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Una tercera categoría basada en metas, establece que las metas son términos cualitativos capaces de marcar una dirección general, según las teorías de la organización. Estos planteamientos generales respecto a objetivos son necesarios para dirigir los esfuerzos hacia la sostenibilidad.

De hecho, esta categoría sí vincula las metas en

sostenibilidad con los indicadores, al identificar dichas metas y luego crear indicadores para cada meta.

Este marco es también una forma recomendable para abordar la

disyuntiva entre problemáticas ambientales locales y globales, necesaria para alcanzar la sostenibilidad urbana. Sin embargo, una debilidad es que no captura algunas complejas interrelaciones entre las diferentes dimensiones de la sostenibilidad.

Una cuarta categoría, planteada desde el enfoque sectorial, trabaja considerando los diferentes sectores de la actividad económica por separado. Este es el caso de los sectores agrario (e.g. Popp et al. 2001; Cornelissen et al. 2001), energético (e.g. Afgan et al. 2000), turístico (e.g. Ahn et al. 2002) o industrial (e.g. Azapagic & Perdan, 2000), entre otros. Un claro ejemplo de una metodología sectorial es el Monograph “Signals”, publicado anualmente por la Unión Europea. Este marco de trabajo ayuda a determinar las explicaciones relativas a aspectos particulares de la sostenibilidad. De cualquier manera, no se puede usar para mostrar vínculos entre distintas áreas pues ubica los indicadores dentro de áreas específicas del gobierno (McLaren 1996). No da respuestas a la evidente necesidad de integración y consolidación que requiere una aproximación holística hacia el desarrollo sostenible debido a que analiza los sectores por aparte (Olalla-Tárraga, 2006).

Una quinta categoría se enfoca en las aproximaciones causa-efecto, las cuales son ampliamente utilizadas debido a su gran aplicación en sistemas de indicadores ambientales. Estos marcos de trabajo van más allá de los tipos de aproximaciones anteriores pues introducen la noción de las relaciones causa-efecto. Esto se basa en el hecho que las actividades humanas son la causa principal de las Presiones en el ambiente, el cual padece cambios de Estado ante los cuales la sociedad provee una Respuesta para mantener el adecuado equilibrio. La mayoría de los indicadores ambientales urbanos se

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clasifican de acuerdo con este marco de trabajo P-S-R, aunque cada propuesta se centra en sus particularidades.

La desventaja más obvia es el supuesto de que la relación causa-efecto es lineal. Dado que la mayoría de sistemas son complejos y no están todavía bien comprendidos, las relaciones causa-efecto no son siempre fáciles de identificar (Dahl 1997; Gallopin 1997; Fürst 1998; Quiroga 2001). Otra desventaja es la falta de metas de sostenibilidad y la escasez de información relacionada con la estructura y funcionamiento de los ecosistemas (Quiroga 2001).

Sin embargo, como lo manifiesta la Organización

Económica para Cooperación y Desarrollo de Naciones Unidas (OECD), el punto más fuerte de este marco es que permite comparaciones entre países. Varios autores señalan la incompatibilidad e ineficacia del modelo PSR (Moldan y Billharz 1997; Ronchi et al. 2002) dentro de las dimensiones social y económica del desarrollo sostenible, por lo que éste fue adaptado al marco DSR donde las fuerzas impulsadoras (conocidas en inglés como Driving Forces) reemplazan el término Presiones (UNSSD 1995). Luego éste fue substituido por el sistema Tema/Sub-tema, el cual, al discriminar entre fuerzas impulsadoras, presiones, estado, impactos y respuesta, dio origen al marco PFPSIR (Jesinghaus 1999), más amplio y que convierte en más complejo el proceso de diseño y es utilizado por la Agencia Ambiental Europea y EUROSTAT (Olalla-Tárraga, 2006).

La quinta categoría es de índole comparativa debido a que plantea marcos de trabajo organizacionales vinculados con la necesidad de integrar los campos relevantes de la vida por medio de la selección de indicadores específicos. Estas aproximaciones comparativas persiguen establecer algunos indicadores comunes para comparar tendencias en las diferentes áreas. Poseen la desventaja de perder la habilidad de evaluar problemas específicos en zonas concretas y usualmente abarcan un número muy limitado de indicadores, por lo cual no reflejan todas las posibilidades subyacentes a su capacidad de promover la sostenibilidad. Las desventajas incluyen la falta de claridad y efectividad para comunicar ideas a los ciudadanos y formuladotes de políticas. Un ejemplo es la reciente iniciativa de la Agencia Ambiental Europea (2000, 2002) para desarrollar diez

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Indicadores Europeos Comunes, originadas de las exigencias de las conferencias de las ciudades europeas sostenibles (Olalla-Tárraga, 2006).

Una sexta categoría establece marcos de trabajo ecosistémicos que enfatizan en la presentación de la información en forma de unidades territoriales con diferentes características ecológicas interrelacionadas. Se considera una aproximación ecosistémica al funcionamiento urbano y rol de los aspectos ecológicos para proporcionar las bases materialistas y funcionales para toda actividad de iniciativa humana.

Tales marcos

conceptuales se focalizan en evaluar los requerimientos estratégicos de la sostenibilidad a través de indicadores sistémicos, donde los términos como salud ecosistémica e integridad ecológica son puntos clave (Müller et al. 2000). Sus bases son principalmente la recopilación y manejo del flujo de material, energía e información. Diversos marcos como el método respuesta-función (Malkina-Pykh 2000, 2002), los indicadores ecosistemáticos de efecto (Merkle y Kaupenjohann 2000), necesarios para evaluar la sostenibilidad ecológica global, carecen de medidas de xxx, la cual debería ser agregada a los flujos metabólicos para lograr la integración socio-ecológica (Newman 1999). Si la sostenibilidad es entendida como un problema moldeado por la interacción y retroalimentación entre naturaleza y sociedad, los marcos de trabajo ecosistémicos deberían contribuir a su comprensión. El marco de trabajo MEFA (Haberl et al. 2004) es una herramienta integrada recientemente desarrollada, la cual promete explicar, al mismo tiempo, el metabolismo socio-económico y los procesos naturales.

Por último, la séptima categoría, la combinación de marcos de trabajo, aportan juntos dos o más de los marcos individuales mencionados anteriormente. De esta manera muchos de las desventajas antes descritas pueden resolverse. Estos marcos de trabajo organizacionales pueden consolidar las ventajas de varios marcos individuales mientras superan simultáneamente algunas de sus debilidades (McLaren, 1996) (OlallaTárraga, 2006).

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4.2.3 Propuesta metodológica Según Olalla-Tárraga (2006), mientras esperamos un mejor conocimiento de la dinámica de las complejas interacciones naturaleza-sociedad, “un buen marco de trabajo conceptual” debería, tanto como fuese posible, reflejar los límites de nuestra comprensión sobre los sistemas sostenibles y proveer los vínculos entre los cambiantes objetivos de la sociedad en las distintas áreas y los esfuerzos en el seguimiento y recopilación de datos (Rump 1996, citado en De Kruijf y Van Vuuren 1998).

Esta aproximación conceptual parte de la necesidad de abordar marcos de trabajo combinados que reflejen, tanto como sea posible, las consideraciones para manejar los complejos sistemas socio-ecológicos y también persigue plantear un método que optimice los dos grandes objetivos de los indicadores sobre desarrollo sostenible: ser una herramienta en el proceso de planificación de políticas y funcionar como herramientas de comunicación. Este nuevo modelo conceptual combina 3 métodos distintos previamente utilizados en algunos campos de investigación. Primero, el marco de trabajo jerárquico, utilizado en el campo de los indicadores de manejo sostenible de bosques, describe los niveles jerárquicos para facilitar la formulación de un set de parámetros de un forma consistente y coherente. Paso a paso son desglosadas las metas de la sostenibilidad en parámetros que pueden ser manejados o evaluados y se definen objetivos entre las áreas o los atributos para orientar el sistema, no así al momento de la agregación. El primer nivel representa el índice agregado general, el segundo denota índices agregados para varias dimensiones, el tercero expresa los valores de las áreas, mientras la cuarta capa representa los atributos calculados desde indicadores observables. De esta forma la agregación temática se vincula con la necesidad de una información más legible y fácil de procesar y se establecen totales para las subcategorías de datos (Olalla-Tárraga, 2006).

De acuerdo con Van Bueren y Blom (1996), este método posee las ventajas de: (1) incrementar las posibilidades de permitir los alcances de todos los aspectos importantes a ser monitoreados y evaluados; (2) evitar redundar por limitar los sets a un mínimo sin

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parámetros superfluos.; (3) produce una relación transparente entre el parámetro medido y el cumplimiento con el principio a que se refiere y (4) puede ser utilizado como un estándar para sustentar y promover decisiones consistentes de manejo.

El segundo método es el Tablero de Ajedrez de la sostenibilidad, el cual es un modelo visual que puede ser usado como una herramienta para tomadores de decisión o como un “barómetro de desempeño de las políticas” para no-expertos. Recientemente, el Grupo Consultivo sobre Indicadores de Desarrollo Sostenible (IISD) facilitó la funcionalidad de este Tablero a través de un simple programa de computación, calculando 46 indicadores para más de 100 países. Sus dos principios básicos son: (a) que la importancia dentro de cada nivel puede ser observada en un gráfico mediante el tamaño de cada sector. Así, el sopeso de las discusiones asociados con los índices agregados pueden reflejarse a través del uso de coeficientes sopesados. (b) El desempeño de la política, mostrada en pantalla a través de un código de 7 colores, yendo desde el rojo oscuro (“crítico”) hasta el verde oscuro (“mejor”).

Esta escala representa una

evaluación rápida para ciudadanos y personas involucradas respecto a los puntos débiles y fuertes rumbo a la sostenibilidad. El barómetro de sostenibilidad es una herramienta innovadora para presentar visualmente el Índice de Bienestar Humano (HWI) y el Índice de Bienestar del Ecosistema (EWI).

Finalmente, el doctor Olalla-Tárraga propone incluir la Huella Ecológica a este marco de trabajo organizacional pues toda ciudad es un hoyo negro desde el punto de vista ecológico, llevando los recursos materiales y la productividad más allá de sus límites. Ninguna ciudad puede existir sin depender del soporte de las áreas rurales del entorno (Folke et al. 1997), y una evaluación de la sostenibilidad urbana debería evaluar sus consecuencias. Herendeen (2000) ha enfatizado en que los urbanistas necesitan incluir las problemáticas generadas fuera de los límites en los estudios sobre ciudades sostenibles. El concepto de Huella Ecológica (Wackernegel y Rees 1996) posee la ventaja de poner los resultados de una manera más accesible porque las exigencias humanas por espacio ecológico se pueden comparar fácilmente con la capacidad finita de la Tierra para proporcionarlo (Wackernagel y Yount 1998). A pesar de varias críticas a

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este concepto (Van der Bergh y Verbruggen 1999; Van Coten y Bulte 2000), esta herramienta se ha convertido en un indicador de sostenibilidad ampliamente aceptado.

Al incluir un cálculo de la Huella Ecológica Local como un área dentro del marco de trabajo propuesto, el costo de agregación asociado con tal sólo usar este concepto para evaluar sostenibilidad puede ser superado. De esta forma, el marco de trabajo conceptual propuesto puede alcanzar un buen balance entre los dilemas de sostenibilidad local y global (Olalla-Tárraga, 2006).

4.3 Un modelo de evaluación de la sostenibilidad con 6 dimensiones 4.3.1 Descripción general Este modelo de evaluación multicriterio de la sostenibilidad es propuesto por el Dr. Antonio Gómez-Sal, Profesor del Departamento de Ecología de la Universidad de Alcalá de Henares, y cuenta con la definición de los siguientes siete componentes: ECOLÓGICO, PRODUCTIVO, ECONÓMICO, CULTURAL, SOCIAL Y ÉTICO (Gómez-Sal, 2007).

El Dr. Gómez-Sal encuentra fundamentos sólidos para dicho modelo en lo que ha llamado “los puntos críticos de la sostenibilidad”, los cuales son puntos conflictivos que han impedido un avance continuo hacia los objetivos de Brundtland. Indica que éstos se deben manejar de forma separada para no confundir la importancia y proyección del concepto de sostenibilidad del concepto de desarrollo sostenible. Dicho dilemas giran en torno al número, naturaleza, carácter y tipo de relación reconocidos en sus componentes, así como sobre los postulados respecto a su independencia.

Resulta muy importante hablar antes de todo un poco sobre los antecedentes y orígenes del concepto de “desarrollo sostenible”. Desde la primera vez que se utilizó dicho término se dotó de un carácter impreciso o ambiguo y se convirtió en un axioma casi incuestionado. Ante ello la postura frecuente ha sido convivir con este problema y 28

avanzar en cuestiones relacionadas o periféricas sin afrontar las definiciones de fondo. Según el economista José Manuel Naredo (1996, citado en Gómez-Sal, 2007), se ha contribuido a incrementar el acervo de datos, resultados y visiones en torno a los problemas ambientales y esto ha incentivado también la aparición de nuevos espacios de actividad económica al abrigo del término sostenible –su papel de “burladero”-, lo que evita (o aplaza) enfrentarse al toro de la economía convencional y el esquilme de los recursos. De forma paralela, este planteamiento o forma de actuar genera resultados escasos a la hora de orientar de forma efectiva un modelo económico que disminuya la presión sobre la base físico-natural de la producción y frene el deterioro de los ecosistemas (Gómez-Sal, 2007).

El modelo posee dimensiones independientes en que los sistemas ecológico, de producción y económico, forman un eje básico conectado por relaciones causa-efecto, al que se agregan otras dimensiones relevantes. Se trata de un enfoque más en la línea de las visiones de no equilibrio –con prevalencia para la dimensión ecológica- que son propias de América Latina y los países en desarrollo.

4.3.2 Fundamentos teóricos: aspectos característicos y distintivos del modelo 4.3.2.1 El número y naturaleza de los componentes

Aparte de la ambigüedad conceptual y la imprecisión de los objetivos del término “desarrollo sostenible”, uno de los axiomas del modelo plantea que los componentes de la sostenibilidad son lo social, lo económico y lo ambiental, pero el Dr. Gómez-Sal (2001) añade los componentes cultural, ético y el sistema de producción. En este punto, el Dr. Di Castri (2004) destaca como requisito para la sostenibilidad la necesidad de fortalecer una nueva gobernanza local y la asunción de poder (conocido como empowerment en inglés) funcional y operativo por parte de las sociedades (Gómez-Sal, 2007).

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4.3.2.2 Equilibrio entre componentes

Por otra parte, el equilibrio entre componentes se basa en el planteamiento de que no existe razón objetiva alguna para que los tres componentes tradicionalmente utilizados deban tener un rango equivalente y que esto pueda asegurar el equilibrio entre componentes. La idea del equilibrio, que pone en un mismo plano el componente ambiental con los económico y social, ha sido criticada tanto por razones de enfoque – cada componente tiene niveles de abstracción diferente y además mantienen intrincadas interacciones causa efecto, como porque refleja una línea de pensamiento propia del club exclusivo de los países desarrollados (Guimaraes, 1994, citado en Gómez-Sal, 2007).

4.3.2.3 El modelo de relación entre componentes

A pesar de que a los componentes se les denomina dimensiones, se hace habitualmente sin ningún contraste para demostrar el requisito necesario de independencia que avalaría su carácter de dimensiones, como si se tratara de los ejes ortogonales de un hipotético sistema de coordenadas.

En realidad, estos términos se aplican en el modelo de las tres patas sin consecuencias ni presunciones sobre el tipo de relación entre componentes. Sin embargo, los componentes interaccionan manteniendo relaciones causa-efecto y se pueden ver como eslabones de una cadena de relación más o menos pasiva o como ruedas de un engranaje con efectos derivados, dinámicos y alterables, cuya resultante puede tener sentidos y consecuencias claramente opuestos.

De hecho, el modelo conceptual de

engranaje ha sido propuesto por (Gómez-Sal, 2001) y desarrollado en (Gómez-Sal et. al., 2003) y (Gómez-Sal, 2004), al reconocer relaciones jerárquicas entre los componentes. Se descarta pues la idea de equilibrio y se establecen niveles de importancia y jerarquías funcionales entre los distintos componentes de la sostenibilidad.

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4.3.2.4 Compromisos funcionales

La modificación humana de los ecosistemas, adaptándolos para responder a diferentes demandas de servicios, pone de manifiesto la existencia de conflictos o compromisos funcionales –trade-offs- entre los distintos componentes de la sostenibilidad, de forma que la expresión o de uno de ellos –en función de los servicios a él asociados- está condicionada por el valor o importancia de los restantes.

Se ha advertido ya el peligro que existe en que, por basarse en un modelo poco cuantificado y con numerosas vaguedades, cada país o grupo de interés puede fijar los parámetros de equilibrio a su antojo, de forma que cuadren para intereses propios.

El incorporar a los modelos de evaluación del desarrollo escenarios definidos en función de la importancia relativa de los distintos componentes (Gómez-Sal, 2001); Gómez-Sal y González García, 2006; MEA, 2004), permite por una parte ponderar los “trade-offs” entre componentes, es decir las ventajas e inconvenientes de avanzar hacia uno u otro escenario y, por otra apreciar como los componentes adquieren en cada desigual protagonismo, descartando la idea del equilibrio si se pretende el avance realista hacia la sostenibilidad.

4.3.2.5 Sostenibilidad ecológica o fuerte

El stock de capital experimenta una depreciación que se produce como consecuencia de la actividad económica, en la cual puede incluirse tanto el deterioro de capital natural como el desgaste que sufren las infraestructuras y la naturaleza transformada por la acción humana –el llamado capital manufacturado-. Por esto, el requisito básico de la sostenibilidad, consistente en mantener constante el capital natural –los bienes de fondo de la naturaleza- puede interpretarse de dos maneras y tiene consecuencias importantes.

La disyuntiva entre éstas surge del origen de las dos

acepciones principales que en la actualidad tiene el concepto de sostenibilidad. La

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primera consiste en considerar el stock de capital como una cantidad física de recursos naturales, la segunda tiende a expresarlo a través de un cálculo económico. Las distintas opciones contables de la segunda coinciden en permitir la reducción física del capital natural si ésta va acompañada por un aumento en su valor unitario o precio. Con frecuencia tiene por consecuencia atribuir carácter “sostenible” a un determinado sistema económico por el mero hecho de ser viable en el tiempo, es decir rentable, con independencia de sus efectos destructivos sobre el capital natural y ayudado por ejemplo por la buena imagen que genera (Gómez-Sal, 2007).

Se ha distinguido entonces una sostenibilidad “fuerte” o ecológica, formulada desde la racionalidad de la ecología, que implica una mayor exigencia de integridad en la naturaleza –los procesos ecológicos básicos-, compatible con el beneficio que pueda obtenerse por servicios y recursos; y una sostenibilidad “débil” o contable –Norton, 1992; Daly and Cob, 1994- formulada desde la economía estándar y que considera intercambiables los servicios que presta el capital natural y los de la naturaleza transformada –manufacturada-.

4.3.2.6 Escalas de aplicación, huella ecológica y umbrales de deterioro

Las posibilidades de renovación de los recursos son limitadas, tanto por el tiempo que requieren los procesos naturales asociados a la recuperación de los ecosistemas, como por la imposibilidad física (mecánica, termodinámica, ecológica) de que la recuperación se produzca. José Manuel Naredo (1996, 2006; citado en Gómez-Sal 2007) comenta respecto a las escalas de aplicación de la sostenibilidad que si la actividad económica depende del aporte de recursos procedentes de otras zonas, cualquier experiencia de desarrollo local o regional podría ser sostenible e el caso de que todos los recursos de la tierra estuviesen a su disposición, pero insostenible si dicha experiencia se extendiese a la escala planetaria. En este sentido, la idea de la huella ecológica de la economía (de un país, ciudad, sociedad) ilustra precisamente el impacto que ésta deriva hacia el exterior del territorio que ocupa –con frecuencia hacia zonas muy alejadas-. Un autor señala que ésta es una buena expresión de las desigualdades en lo referente a

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consumo de energía y recursos entre los distintos grupos humanos y representa un verdadero talón de Aquiles del modelo de sostenibilidad que practican los países desarrollados, basado en el presunto equilibrio entre componentes (Gómez-Sal, 2007).

Por otra parte, el establecimiento de un umbral de deterioro para estimar la sostenibilidad no depende sólo de la caracterización físico-natural de la integridad y la resiliencia, sino que depende también de opciones éticas y políticas sobre el tipo de naturaleza que una determinada sociedad desea mantener para su bienestar y preservar como legado. Distintos estudios tratan de documentar la importancia del conocimiento tradicional sobre los recursos naturales –adaptación eco-cultural- y la resiliencia de los sistemas socio-ecológicos, como mecanismos de respuesta frente a distintas manifestaciones del cambio global (clima, ocupación de territorio, cobertura de la vegetación, etc.) (Gómez-Sal, 2007).

4.3.2.7 El capital natural y su conexión con el mundo físico

Bajo una idea fuerza del concepto de sostenibilidad, el carácter de la naturaleza se subraya como fuente u origen del bienestar humano.

El inglés “sustain” puede

entenderse como una base física (idea, estabilidad, apoyo) o como sustento, alimento. Desde estos enfoques se reclama la conexión con el mundo físico. En este sentido, las propuestas de eco-desarrollo (Sachs, 1981, citado en Gómez-Sal 2007) en cada ecoregión deben buscar sus propias soluciones a la luz de su cultura y sus condiciones ecológicas, así también los trabajos de ecoplanificación estaban más cerca de la valoración física y social, de lo que en la actualidad se sitúan en general los planteamientos de desarrollo sostenible. Si, para el caso de los sistemas sobre los cuales se organiza la actividad humana (agrarios, industriales, urbanos) la sostenibilidad depende de la posibilidad de abastecerse de recursos y deshacerse de residuos, Naredo (2006) indica que hay desandar críticamente el camino andado, romper el “cajón de sastre” de la producción de valor para enjuiciar el comportamiento físico de las actividades que contribuyen a ella. Estas razones del conflicto llevar a replantear el precario edificio de la sostenibilidad –desandar el camino andado-, lo que reside

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precisamente en que el término producción es confuso, pues se aplica tanto a la abstracta producción de valor (identificable con dinero y cuantificado habitualmente en términos monetarios más o menos directos, incluidos los análisis costo-beneficio de la economía ambiental) como a la producción física, identificable con la producción primaria de los ecosistemas (“riquezas renacientes”) (Gómez-Sal, 2007).

4.3.2.8 El Sistema de producción, el componente olvidado

La búsqueda de respuestas a las preguntas: ¿Qué es lo que ha de sostenerse? ¿Qué es lo que ha de desarrollarse? ¿Es la economía la que se apoya o sustenta directamente sobre los ecosistemas o lo hace a través de una instancia intermedia, a la que correspondería entonces el atributo de la sostenibilidad? El modelo de Gómez-Sal toma al sistema de producción como un componente independiente, constituyendo un eslabón –rueda de engranaje- intermedio entre el sistema ecológico y el económico. Se trata de recuperar una valoración basada sólo en magnitudes físicas (rendimiento, eficiencias) con independencia de su valor económico. Por trabajar directamente sobre el ecosistema y relacionarse directamente con el capital natural, el sistema de producción será sostenible si permite que se mantenga –con el nivel de integridad necesario- la base (ecosistema) sobre la que se sustenta y actúa (Gómez-Sal, 2007).

El concepto de coherencia propuesto por Gligo es considerado como una característica del sistema de producción y desempeña un importante papel en el modelo de evaluación. La coherencia ecológica está referida al aprovechamiento de los recursos naturales en función de la aptitud (capacidad sustentante) de los agroecosistemas y valor por tanto la calidad de la relación entre ambos componentes. La falta de coherencia procede de no tener en cuenta la aptitud natural de los ecosistemas respecto a los usos que se pretende implantar ni los posibles efectos de empobrecimiento o colapso provocados por usos inadecuados.

En muchos casos la incoherencia no se debe a la falta de

conocimientos por parte de los usuarios –de hecho la agricultura tradicional contaba con esquemas empíricos sobre coherencia y aptitud obtenidos de la selección de técnicas

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adecuadas y la eliminación de errores-, sino más bien de opciones políticas y de precios, provenientes de instancias de decisión alejadas (Gómez-Sal, 2007).

4.3.3 Escenarios e índices agregados Considerando distintas hipótesis de cambio de los componentes de la sostenibilidad, la definición de escenarios es un procedimiento eficaz e integrado para evaluar el desarrollo. Se representan también los diferentes valores de los servicios y los compromisos funcionales –trade offs- entre éstos. El presente modelo maneja escenarios como método para caracterizar las situaciones deseadas según el grado de similitud con los escenarios preestablecidos.

Su manejo permite visualizar la interacción de los

distintos componentes y la secuencia de los efectos derivados entre ellos.

Con base en la dialéctica sobre la sostenibilidad se plantea el modelo compuesto por 6 componentes básicos: ecológico, de producción, económico, social, cultural y ético, que por su carácter claramente independiente (ver tabla 1.a y 1.b) pueden interpretarse y representarse como dimensiones. Tres de ellos –los más implicados en el manejo de los recursos- están también conceptualmente conectados como formando un engranaje con efectos jerarquizados, de forma que su importancia para el tema tratado, a saber – preservar el capital natural-, es marcadamente desigual. Teniendo en cuenta que el fin del desarrollo es el bienestar de las personas, los componentes ecológico y social deberán ser favorecidos como objetivo principal (Gómez-Sal, 2007).

El escenario denominado “sostenible sensato” se describe en la figura 2, entendido como el más adecuado –se podría decir imprescindible- para orientar el desarrollo con equidad hacia el futuro. La evaluación multicriterio debe dotarse de un sistema de indicadores para cada dimensión obtenidos según la respectiva racionalidad y sistemas de medidas. Para el caso de España, la batería de indicadores de la Unión Europea y el seguido según un criterio similar por el Observatorio de la Sostenibilidad en España, tienen también carácter independiente. Tal como indica el Foro Económico Mundial (Sánchez Núñez, 2004, citado en Gómez-Sal, 2007), no existe base científica ni 35

empírica suficiente para integrar las dimensiones de la sostenibilidad.

Un punto

importante es la solicitud de una evaluación fuerte e independiente para el sistema ecológico –la integridad de la naturaleza- pues constituye un denominador común entre los autores latinoamericanos (Gómez-Sal, 2007).

‚ Mantener una amplia base de naturaleza ‚ Un sistema de producción no intensivo. Coherente, compatible con la capacidad sustentante del ecosistema ‚ Valor económico creciente mediante la mejora de la calidad (bienes y servicios) ‚ Incrementar el patrimonio cultural (tramas, elementos y conocimiento adaptado sobre los recursos ‚ Buscar la equidad, integración social y distribución de la riqueza

‚ Un requisito imprescindible para orientar el uso de los recursos en países en desarrollo ‚ ¿Opción de calidad u obligación ética para el mundo desarrollado?

Figura 2. Escenario de desarrollo sostenible sensato según el modelo de evaluación propuesto por Gómez-Sal (2001, 2004), Gómez-Sal et al. 2003 Fuente: Gómez-Sal 2007

4.3.4 El contexto latinoamericano Si consideramos que el origen de los servicios para el bienestar humano se sitúa en los ecosistemas, es a su integridad a la que se debe prestar atención preferente. Si la pregunta es: ¿A qué sujeto se dirige el bienestar? ¿A la población o la economía? Si es a la población, la dimensión social debe prevalecer sobre la económica. Todas estas respuestas apuntan hacia el escenario de la figura 2.

Al considerar el desarrollo sostenible en América Latina, López Ornat (2004) aporta datos reveladores de la magnitud con que se está destruyendo la base productiva,

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hasta el punto de que las opciones de incrementar cuantitativamente la explotación de los recursos está tocando techo.

Previene también sobre el hecho de considerar la

sostenibilidad sólo como un tema ambiental.

Es importante su llamamiento a la

responsabilidad –social, combate a la pobreza, la sostenibilidad- de las grandes corporaciones multinacionales, que no deben dejar estos retos sólo en manos de los gobiernos, mientras se concentran en la búsqueda de beneficios (Gómez-Sal, 2007).

Por su parte, Gligo (2007, citado en Gómez-Sal, 2007) indica que la realidad es que en la mayor parte de los casos el medio ambiente no es una dimensión que potencie y enriquezca la concepción del desarrollo, sino más bien se concibe como un reservorio al que echar mano para cumplir con las metas del crecimiento económico. La distintas caras de la sostenibilidad en Latinoamérica se complementan con la propuesta de Di Castri (2004) quien nos presenta una relación de países perdedores y ganadores en el torbellino de la información mundializada.

Extrae un decálogo de claves para el

desarrollo y cinco herramientas para acceder a un desarrollo sostenible en el nuevo contexto de la sociedad de la información (Gómez-Sal, 2007).

A través del caso expuesto por Guevara (2004, citado por Gómez-Sal, 2007) sobre la historia de sobreexplotación de los recursos en los suelos del altiplano mexicano, Antonio Gómez-Sal ilustra la necesidad de que los países cuenten con una estrategia general de planificación para la sostenibilidad a escala territorial amplia –en el caso mexicano, a escala federal- que debe estar incluida en la Estrategia Nacional para el Desarrollo Sostenible y coexistir con las experiencias de carácter más local.

Una

planificación exigente de los usos del suelo es un requisito esencial para evitar el esquilmo de recursos, tal como ha puesto de manifiesto para España el reciente informe temático del OSE (por sus siglas significa Observatorio de la Sostenibilidad (2006 b, citado en Gómez-Sal, 2007).

Resulta urgente pues contar con el inventario del

patrimonio natural incluyente de elementos de muy distinta naturaleza (desde las especies amenazadas a los paisajes agrarios valiosos; por ejemplo las dehesas) y su articulación en una red básica de infraestructura natural, con conectividad adecuada, que asegure la viabilidad

del

mismo

en

toda

su

extensión

(Gómez-Sal,

2007).

37

Tabla 1.a Componentes de la sostenibilidad 1. ECOLÓGICO Ecosistema 2. PRODUCTIVO Sistema de producción 3. ECONÓMICO Sistema económico convencional 4. CULTURAL

5. SOCIAL Sistema social 6. ÉTICO

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OBJETIVO

CARÁCTER

MAGNITUDES

Conocer la capacidad sustentante (integridad, salud, funcionalidad) de los ecosistemas y su valor de conservación (Índices de rareza de especies, diversidad) Obtención de productos. Considera aspectos físicos (energía, materiales), tecnológicos y de gestión.

No finalista

Ecológicas: Biomasa, Energía, Diversidad, Rareza, Tiempo, Espacio, Persistencia, etc.

Finalista

Asegurar un medio de vida. Puede incluir los subsistemas monetario y financiero.

Finalista

Físicas, biológicas y tecnológicas, Energía, Materiales (físicos, químicos y biológicos), cosechas, Tecnología de la Información Monetarias: Dinero

Documentar y evaluar el patrimonio cultural. Tiene un carácter básico, de fondo, comparable al del ecosistema. Asegurar el bienestar de la población, la calidad de vida, entender necesidades básicas. Asegurar que el modelo de desarrollo está de acuerdo con las disposiciones y sentimientos éticos de la sociedad.

No finalista

Finalista

No finalista

Patrimoniales; arquitectura, artesanía, infraestructuras, conocimientos, paisajes culturales, etc. Desarrollo humano; Integración social, salud, cultura, etc. Normativa legal sobre la relación sociedad-recursos-naturaleza. En las escalas del territorio, el paisaje y los ecosistemas.

Tabla 1.b Componentes de la sostenibilidad 1. ECOLÓGICO

VALORACIÓN

Eficiencias de distinto tipo. Cocientes entre las Ecosistema magnitudes anteriores. 2. PRODUCTIVO Rendimiento, razón entre recursos y productos. Sistema de Eficiencia y eficacia. producción Coherencia. 3. ECONÓMICO Rentabilidad, razón entre inversiones y ganancias. Sistema económico Mercado como referencia. convencional Originalidad, rareza, etc. 4. CULTURAL 5. SOCIAL Sistema social 6. ÉTICO

Indicadores de desarrollo humano y social. Equidad, redistribución de la riqueza.

VARIABLE DE ESTADO Estabilidad (recuperabilidad, valor patrimonial) Sostenibilidad (grado de afectación a la base productiva; los ecosistemas, los recursos). Viabilidad económica

Valor patrimonial (fruto de la interacción hombre-naturaleza) Equidad, redistribución de la riqueza.

Paisaje cultural en armonía y coherencia con los usos humanos. Salud de los ecosistemas y las poblaciones biológicas.

CONEXIÓN ENTRE SISTEMAS Se sitúa la base. Escaso dinamismo. Frágil. Posición Intermedia. Genera los recursos. Dinamismo medio. Dominante. Capacidad de control. Muy dinámico. Desestabilizador. Básico, frágil. Resulta de la conexión entre varios sistemas (1,2 y 5) Posición Intermedia. Afectado por la degradación de 1 y 4 y por las disfunciones de 3. Transversal. Sus características proceden del correcto engranaje entre el conjunto de los sistemas antes citados.

Tablas 1.a y 1.b. Se representan las principales características de los componentes de la sostenibilidad incluidos en el modelo de evaluación multicriterio propuesto por Gómez Sal (2001, 2004). La comparación de las columnas permite apreciar la diferente racionalidad de los componentes, motivo por el cual pueden ser considerados como dimensiones independientes. En Gómez Sal et al. 2003 se calcula también la escasa correlación entre los tres primeros, lo que respalda la inclusión del sistema de producción de forma separada. Ocupa una posición intermedia entre el ecológico y el económico y de él depende la sostenibilidad en su acepción fuerte o exigente. Fuente: Gómez-Sal 2007

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4.4 Un modelo de evaluación cuantitativa de la sostenibilidad como instrumento de gestión, aplicado en ciudades brasileñas Este es un modelo empírico, propuesto por Fehr et. al (2004), que plantea la identificación de indicadores cuantitativos de sostenibilidad para ser usados en la elaboración de políticas municipales de largo plazo respecto al ambiente. Busca definir procedimientos desde los niveles jerárquicos más bajos hacia arriba, involucrando la participación de la sociedad organizada y planteando iniciativas que se puedan implementar mediante esfuerzos y costos administrativos razonables. Se ha basado en algunos preceptos de Alberti y Susskind (1996) y fue aplicada de forma práctica a la ciudad de Toribaté.

La ansiedad ambiental del Tercer Mundo prevalece aún más en las áreas metropolitanas donde la infraestructura sanitaria no se da abasto con el crecimiento poblacional. De hecho, las ciudades brasileñas de tamaño mediano, en el rango de los 200,000 y 700,000 habitantes, empiezan a enfrentar esta clase de problemas. Si bien los parámetros y modelos locales no pueden extrapolarse, éstos contribuyen con ideas y principios generales para lineamientos regionales e internacionales futuros, y pueden servir como ejemplos para ser imitados en otras latitudes con circunstancias similares (Taylor 1999). El modelo de manejo insiste en manejar personas, en contraposición al equipo operativo e infraestructura, en la búsqueda de la vida sostenible. Se ha diseñado para encaminar la convicción de que el manejo ambiental en el siglo veintiuno no será un reto técnico, sino más bien educativo. Mayores expectativas de calidad de vida pueden alcanzarse solamente a través de sistemas formativos y educativos más eficientes (Westphal and Mendes 2000).

Los indicadores de sostenibilidad elegidos fueron cuantificados hasta un punto razonable y se relacionan a escalas temporales de 8 años para su aceptación y de 2 generaciones para proveer resultados. Éstos serán reevaluados anualmente de manera a permanecer actualizados respecto a la dinámica situación ambiental de la municipalidad

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estudiada. En este contexto, el desarrollo urbano sostenible es entendido acá como la representación de series de capacidades originadas desde la administración pública y la sociedad organizada que moverán todos los indicadores de una ciudad insostenible dada tan cerca como sea posible de los valores deseados dentro un marco temporal elegido. Se plantea que estas acciones reducirán la huella ecológica de la ciudad, un concepto introducido por Rees y Wackernagel (1996) para indicar la cantidad de tierra y agua necesaria para dar soporte a las diferentes formas de vida en la ciudad (Fehr et. al., 2004).

4.4.1 Indicadores de sostenibilidad local Antes de determinar la propiedad de los indicadores, es conveniente seleccionar un grupo de parámetros para los cuales los indicadores serán asignados. En términos de la matriz descrita por Fehr (1998), los parámetros representan a los sistemas ambientales presentes en la unidad social bajo estudio, es decir la Municipalidad de Toribaté. Los sistemas deben entenderse como entidades pasivas o sectores administrativos que necesitan ser manejados. Las mediciones de los indicadores reflejan el estado de cada sistema. A cada sistema se le pueden asignar varios indicadores, los cuales cuando son comparados al “manejo meta” proveerán un valor residual. Un valor residual negativo significa que la meta ha sido sobrepasada y que la unidad es sostenible respecto a la particular característica evaluada. Un valor residual positivo revela que el resultado del manejo quedó muy corto respecto al valor deseado y por ende que la unidad está en camino a colapsar para la característica evaluada. De acuerdo con el modelo de matriz ambiental, la suma total de los residuos describe la situación ambiental de la unidad como un todo. Las tendencias hacia la sostenibilidad o el colapso pueden leerse directamente desde el vector, lo cual indica que la sostenibilidad se maneja como una característica aditiva, pero no excluye la posibilidad de asignar pesos relativos a los diferentes ítems en el vector residual (Fehr et. al., 2004).

La tabla 2 enlista los parámetros ambientales seleccionados y representa el grupo de sectores administrativos municipales que determinan la calidad de vida y sus posibilidades de alcanzar la sostenibilidad. 41

Tabla 2. Parámetros ambientales que contribuyen a la calidad ambiental en Toribaté Fuente: Fehr et al. 2003

La cuantificación de los indicadores es difícil. Cualquier unidad social debe desarrollar definiciones razonables de conceptos tales como bajo, alto, adecuado y deficiente. Algunos parámetros desafían el control administrativo. A esta categoría pertenece la expansión demográfica, las fuentes de agua dulce y fuentes energéticas disponibles. Los otros parámetros pueden ser monitoreados y controlados por administraciones públicas competentes.

Estos procedimientos permitirán a los

ciudadanos comprender y aceptar las medidas tales como los subsidios al transporte público, los impuestos por remoción de basura, tratamiento de efluentes y abastecimiento de agua. Quienes pagan impuestos necesitan saber, por ejemplo, cuanto cuesta mantener y mejorar el sistema educativo público, y qué fracción de impuestos se aplica a ese sector. Estas consideraciones conducen al hecho obvio de que el alcance de los valores meta para los indicadores ambientales es esencialmente una cuestión de manejo del comportamiento (Fehr et. al., 2004).

42

4.4.2 Manejando el modelo El gran reto consiste en hacer que las ciudades, es decir sus poblaciones, acepten los indicadores y los valores propuestos y participen también en el esfuerzo, pues la definición de las metas para los indicadores de sostenibilidad es relativamente fácil, subjetiva y de sentido común. dinamizadores competentes.

La tarea requiere la gestión del modelo y de

Para ilustrar este proceso se resume a continuación el

ejemplo de como el manejo de los procedimientos actuales de manejo de desechos se acercan a la situación sostenible.

En este punto, la recolección amontonada a la

recolección separada de desechos y procesamiento y asigna alta prioridad a la desviación del vertedero, de modo a alcanzar tasas de reciclaje de por lo menos 85%. El manejo del esfuerzo de esta iniciativa puede leerse desde la curva de aprendizaje presentada más adelante (Fehr et. al., 2004).

Después de 4 meses de esfuerzo sostenido, la fracción de reciclaje domiciliar en ciertos edificios seleccionados pasó de 0% a 58%. Plantearse como meta este mismo resultado para toda la ciudad parece ser una expectativa deseada realista. Partiendo de que la tierra es el capital natural más importante (Ekins et al. 2003), la reducción de la cantidad de basura que va al vertedero incrementa la tierra que permanece como capital natural. Este punto busca documentar los resultados que mueven a la ciudad más cerca de una unidad sostenible, el cual es el propósito del modelo (Fehr et. al., 2004).

4.4.3 Curvas de aprendizaje y planificación de largo plazo Una vez que los indicadores de sostenibilidad han sido seleccionados y consensuados, lo que queda por determinar es la curva de aprendizaje de la población, de modo a predecir el esfuerzo educativo requerido. El éxito del manejo del modelo para alcanzar la meta dependerá de la intensidad de orientación proporcionada a la población. El trabajo experimental de Fehr y colaboradores con la recolección de desechos sólidos en Brasil provee los datos iniciales para la curva, la cual al paso de los años tomó la forma empírica de la figura 2. Un aproximación al 90% de comportamiento meta es el

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máximo que se puede esperar normalmente. No existen personas perfectas y siempre hay personas que por sus propias razones no cooperarán. Esta curva representa un fenómeno bidireccional pues tan pronto como la orientación se detenga, el comportamiento meta comenzará a regresar a lo largo de la curva a valores menores correspondientes a una intensidad de orientación reducida. Por otro lado, se observa que después de alcanzar el comportamiento meta, el esfuerzo continuado requerido para mantenerlo depende de parámetros locales y debe ser dimensionado por administradores regionales (Fehr et. al., 2004).

Figura 2. Curva de aprendizaje general obtenida para una población experimental grande Fuente: Fehr et al. 2003

4.4.4 Aplicación del modelo de manejo de indicadores de sostenibilidad: el caso del manejo del agua

44

En el caso del manejo del agua dulce, la ciudad de Toribaté dispone de reservas para incrementar el consumo de agua desde la cuenca hidrográfica en un 10%, mientras la expansión demográfica está estimada en 19.6% dentro del marco temporal que es de 25 años. Es obvio que la tasa actual de consumo no es sostenible para el final de este período, menos aún para periodos más largos. Este modelo ha recurrido lógicamente a medios de contención. La expansión anual del universo de consumo de agua se estima como sigue: sector residencial 1.0072, sector industrial 1.0037, y sector comercial 1.0041. De modo a mantener bajo control la situación del abastecimiento de agua, la contención de estas mismas magnitudes fue estipulada. La información transparente fue proporcionada a la población y la curva de aprendizaje fue utilizada para dimensionar adecuadamente el esfuerzo correspondiente.

El modelo le pide a cada consumidor que reduzca progresivamente su consumo a tasas anuales razonables. Por ejemplo, un consumidor residencial que utilizaba 120 litros/día en 2000 aceptaría usar solamente 1/1.0072 de este valor, o 119 litros/día en 2001. Las metas se presentan de forma resumida en la tabla 3. Esta meta que se relaciona específicamente con el indicador denominado “patrones de uso” (conocido en inglés como usage pattern) que tuvo que ser promovido de derroche a controlado (Fehr et. al., 2004).

Tabla 3. Equilibrio entre el crecimiento relativo y el consumo de agua en Toribaté Fuente: Fehr et al. 2003

En términos de esfuerzo educativo, alcanzar el 90% de ajuste al modelo, de acuerdo con un valor de orientación de 1 persona-año indicado por la curva de

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aprendizaje, requiere de las 1000 unidades residenciales. Como hay 160,000 unidades familiares en la ciudad, para alcanzar la meta en un año y mantenerla, el equipo de manejo tuvo que ser de 160 personas para este sector. En la práctica, el equipo se conformó por estudiantes de nivel diversificado que recibieron el entrenamiento necesario y a quienes se les pagó una cantidad simbólica por su dedicación. La tarea fue incorporada a sus programas educativos y ellos se sintieron muy felices por su contribución.

El indicador de sostenibilidad correspondiente a esta situación fue:

reducción anual de uso de agua de 1 litro/día/residencia. El manejo del modelo fue sencillo, el costo fue insignificante, la meta fue alcanzada y la población estuvo satisfecha con los resultados. Este es un ejemplo de iniciativas creativas para detener el agotamiento de un recurso natural clave, como lo propusieron Halachmi y Taylor (1979) hace mucho tiempo ya (Fehr et. al., 2004).

De forma general, para el modelo se seleccionaron indicadores municipales básicos para la sostenibilidad bajo criterios de sentido común. Una situación municipal típica fue descrita, pero no está específicamente relacionada a alguna localización geográfica y puede por ende usarse como referencia para muchos estudios de indicadores de sostenibilidad. Si bien es necesario tomar en cuenta factores locales, los conceptos básicos de la tabla 4 son tan generales que pueden servir como referencia para una escala mayor. La única cualidad propia de la sostenibilidad es su búsqueda objetiva de una calidad de vida garantizada de forma permanente. La definición de esta calidad puede variar de un lugar a otro, pero la obligación de su mantenimiento no (Fehr et. al., 2004).

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Tabla 4. Indicadores municipales básicos para la sostenibilidad Fuente: Fehr et al. 2003

4.5 Un modelo de indicadores de proceso para monitoreo de desarrollo sostenible aplicado en Asia 4.5.1 Fundamentos y consideraciones generales Desde hace pocos años, Ali Bagheri y Peder Hjorth, en el Departamento de Ingeniería de Recursos Hídricos del Instituto Tecnológico de Lund, en la Universidad de Lund, Suecia, han estado desarrollando un modelo que constituye en sí una propuesta metodológica para abordar la temática del monitoreo de sistemas dirigidos hacia el desarrollo sostenible y su aplicación a sistemas urbanos de agua.

El planteamiento parte de preceptos tales como que dado que el desarrollo sostenible se relaciona con el ecosistema completo, se debe tener muy claro, cuando hablamos de sostenibilidad de una parte específica de un sistema (por ej. La sostenibilidad de los recursos hídricos de los sistemas urbanos de agua), en realidad se refieren al comportamiento de esos sub-sistemas respecto a los requerimientos del desarrollo sostenible del ecosistema completo. De una manera distinta, ellos buscan un

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abordaje distinto de esta temática, con el fin de que el desarrollo sostenible no se trate de una forma parcial o incompleta (Bagheri & Hjorth, 2007).

Por su parte, muchos científicos mantienen un entendimiento del desarrollo sostenible como un reto que les exige manejar grandes niveles de incertidumbre con relación a lo que dicho concepto en su sentido amplio significa y su comportamiento resulta en una forma de pensar bastante reduccionista cuando describen la forma en que éste debe iniciar. A pesar de abogar por un enfoque holístico en el manejo de sistemas complejos, ellos siguen teniendo dificultades para abandonar las bases de la Ciencia “Moderna” tales como las ideas de predictibilidad, condición óptima y equilibrio. Desde un enfoque contrario al de estos científicos, Bagheri & Hjorth argumentan que el desarrollo sostenible consiste en esencia de procesos capaces de enfrentar los desafíos de la incertidumbre, complejidad, carácter incompleto y conflictividad. Por tal razón, ellos no identifican un tipo único de desarrollo sostenible. En este punto coinciden con Cary (1998) cuando plantea que: “La sostenibilidad no es un ideal fijo, sino un proceso evolutivo de mejoramiento del manejo de los sistemas, a través de un entendimiento y conocimiento mejorado.

De una forma análoga a la evolución de las especies de

Darwin, el proceso es no-determinístico planteando una meta no conocida con antelación.”(Bagheri & Hjorth, 2007)

Por lo anterior, se postula que ese entendimiento y conocimiento mejorado vendrá del desarrollo de nuevas oportunidades, de ponerlas a prueba y luego evaluar los resultados obtenidos. Así, la identificación de nuevas oportunidades y evaluación de sus impactos requieren del diseño de un set de indicadores eficientes.

Con base en un enfoque sobre dinámica del sistema y considerando la naturaleza del proceso del desarrollo sostenible, la propuesta metodológica se sustenta en el diseño y manejo de Bucles de Viabilidad (conocidos en inglés como “Viability Loops”) (Bagheri & Hjorth 2006 y Hjorth & Bagheri 2006, citados en Bagheri & Hjorth 2007), para definir indicadores de proceso, con el fin de monitorear sistemas urbanos de agua en la línea del desarrollo sostenible.

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4.5.2 La idea de un “bucle de viabilidad” Sobre la base de H.L. Mencken de que “cada sistema complejo posee una solución que es simple, ingenua y equívoca”, los autores dirigieron sus esfuerzos bajo el consejo de Albert Einstein, de “llevar las cosas a expresiones tan simples como sea posible, pero no más”.

De esta manera, Bagheri y Hjorth trabajaron bajo las

planteamientos de Hollow (2000) y promovieron una aproximación alternativa diferente, en la cual sugieren que la complejidad que tradicionalmente caracteriza la forma de entender el desarrollo sostenible está en los ojos del espectador, y que la mayoría del gran número de elementos que interactúan son, de hecho, la consecuencia de un número pequeño de procesos controladores. La visión del entendimiento de este menor número de procesos controladores que abre la línea de investigación profunda sobre sistemas evolutivos complejos (Bagheri & Hjorth, 2007).

Así, en cualquier sistema complejo, algún tipo de mecanismos auto-organizados están funcionando para mantener el sistema en equilibrio de acuerdo con los stocks de recursos y la capacidad de carga del sistema. En términos de la aproximación basada en la dinámica de los sistemas, el balance crítico o los bucles de retroalimentación negativa dentro de un sistema necesitan auto-corregir el sistema mediante el ajuste o fortalecimiento de bucles de retroalimentación positiva. Los elementos clave en estos mecanismos críticos de equilibrio, denominados “bucles de viabilidad” por Hjorth y Bagheri (2006), son el desarrollo y flujo de información / conocimiento y/o materia / energía para mantener el sistema en balance.

De acuerdo con el concepto de “bucles de viabilidad”, ellos le llaman desarrollo sostenible al proceso en el cual estos bucles permanecen intactos y funcionales. La planificación para el desarrollo sostenible consiste en identificar los bucles de viabilidad y hacer / lograr que sean funcionales (Bagheri & Hjorth, 2007).

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4.5.3 El monitoreo de un sistema urbano de agua para el desarrollo sostenible En 2006, Bagheri y Hjorth sugirieron aplicar a los sistemas urbanos de agua el marco de trabajo para el monitoreo sistémico en pro del desarrollo sostenible, del cual se indican los siguientes pasos generales: y Determinación de los límites del sistema en función del propósito del sistema. y Aplicación de los principios del desarrollo sostenible basados en los valores e ideales del sistema y las leyes de la naturaleza, y Identificación de las interrogantes principales con relación a las condiciones del sistema y sus metas de largo plazo, y Esbozar un diagrama causal de bucles (DCB) basado en cada interrogante principal, y Identificación de los bucles de viabilidad, a través de los DCB´s. y Seleccionar, con base en análisis, aquellos indicadores asociados con los bucles de viabilidad y; y Evaluación de las tendencias de los indicadores.

4.5.4 Los límites del sistema Un sistema urbano de agua es comúnmente entendido como el conjunto de elementos que interactúan entre sí, respecto a las siguientes tres áreas: abastecimiento y distribución de agua, recolección y manejo de aguas servidas, y manejo del alcantarillado del agua de lluvia. Sin embargo para el caso de estudio de la ciudad de Teherán, el sistema se limita a las dos primeras funciones y los supuestos incluyen que abarcan el área de la ciudad y sus recursos hídricos y consumidores, respecto al abastecimiento de agua y eliminación de aguas residuales.

El sistema urbano de agua de Teherán afecta los sistemas de suelo, aire y agua y por otro lado resulta afectado por el sistema de alcantarillado de agua de lluvia, así como por el sistema socio-económico de la ciudad y los de otras áreas. La figura 3 muestra los límites de este tipo de sistema (Bagheri & Hjorth, 2007).

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Figura 3. Límites de un sistema urbano de agua Fuente: Bagheri & Hjorth 2007

4.5.5 Los valores y las interrogantes esenciales Con base en la Ética de Bossel (Bossel, 1999; Peet & Bossel, 2000) y los pasos fundamentales naturales para alcanzar el desarrollo sostenible (Holmberg, 1995; Holmberg et al., 1996; Robert et al., 1997; Robert, 2000), se emplean los siguientes principios para un sistema urbano de agua que redacta con otras palabras los principios mencionados anteriormente:

I.

La explotación de recursos hídricos en una cuenca no debe violar su balance hidrológico natural,

II.

La eliminación de desechos hacia la naturaleza –debida indistintamente al consumo de agua o energía- no debe exceder la capacidad de carga ambiental,

III.

Los daños persistentes o permanentes al ecosistema ocasionados por servicios de agua deben prevenirse,

IV.

El sistema debe ser capaz de adaptarse a los cambios, de manera a distribuir equitativamente y usar eficientemente el agua,

V.

Deben haber varias oportunidades para el ser humano para alcanzar sus necesidades de agua.

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Con base en estos principios, los siguientes cuestionamientos básicos sirven para abordar las metas de un sistema urbano de agua:

i.

¿Está mejorando el sistema su capacidad para satisfacer las necesidades humanas de agua de una forma equitativa?

ii.

¿Los stocks de recursos sistémicos, por ejemplo agua y energía, se están deteriorando?

iii.

¿Estará la generación de desechos sobrecargando la capacidad del sistema para procesarlos?

De los distintos mecanismos dinámicos que existen en un sistema urbano de agua, a continuación uno que fue seleccionado para ilustrar estos planteamientos. Este se origina del pensamiento ingenieril que fundamenta una política orientada por el abastecimiento en el manejo de servicios públicos y está dominado por el arquetipo “FIXES THAT BACK FIRE” (nombre técnico sin traducción). La estructura dinámica trabaja para alcanzar la demanda creciente de agua en la ciudad, a través del suministro de más recursos.

La percepción de la escasez del agua inducida por el AGUA

UTILIZADA promoverá los esfuerzos para suministrar más agua tanto de recursos internos como externos. Esto generará más AGUA SUMINISTRADA, lo que actuará como solución de corto plazo. A medida que más agua es suministrada, el síntoma del problema es aliviado; pero por otra parte, los bucles de reforzamiento (R1 y R2) son mejorados (por supuesto con un cierto retraso) con un incremento en la PERCEPCIÓN DE LA UTILIDAD DEBIDA A LA ABUNDANCIA DE AGUA EN LA CIUDAD, la cual conducirá eventualmente a una mayor DEMANDA TOTAL DE AGUA debida al incremento de la POBLACIÓN DE LA CIUDAD, así como al COMPORTAMIENTO EN EL CONSUMO DE AGUA. Esto ocasiona de nuevo la reaparición del síntoma original del problema, pero ahora de forma más severa (Bagheri & Hjorth, 2007).

Tal y como se ve los bucles de reforzamiento en el mecanismo descrito no tienen límites. Lo que hace falta aquí es una retroalimentación negativa, en la cual la tendencia

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creciente del AGUA UTILIZADA ocasione alarma respecto a la limitación del recurso para satisfacer las demandas de los habitantes y, consecuentemente desencadene esfuerzos para mejorar la eficiencia en el manejo y uso del agua.

En resumen, este primer bucle de viabilidad se asocia con el control de la demanda y suministro del agua. Funciona a través del flujo de información para cerrar la brecha entre la percepción pública sobre la abundancia del agua en el área y lo que realmente existe con base en los recursos renovables locales (Bagheri & Hjorth, 2007).

De forma complementaria, un segundo bucle de viabilidad se centra en dar alerta al público y las administraciones de los costos marginales crecientes de los abastecimientos en agua debido tanto a la trasvase del agua como a la sobre-explotación de los recursos locales.

Se enfoca en influir sobre los esfuerzos en materia de

abastecimiento de agua a través de las retroalimentaciones emergentes de los costos actuales. El esquema completo del sistema se puede apreciar en la figura 4.

Ambos bucles de viabilidad intentan obstaculizar los piezas reforzadoras de los arquetipos “fixes that back fire” y “éxito para lo exitoso” dentro del sistema, los cuales con frecuencia dominan los planteamientos de política dado que el paradigma ingenieril sigue una estrategia orientada en función del suministro del recurso.

Finalmente, los bucles de viabilidad números tres y cuatro persiguen balancear la explotación de los recursos energéticos e hídricos, respectivamente. Estos trabajan bajo un mecanismo de retroalimentación basado en la tecnología del mercado, para generar señales informativas de incrementos en los precios de los recursos para promover la capacidad de la tecnología para utilizar los recursos de un modo más eficiente (Bagheri & Hjorth, 2007).

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Figura 4. El bucle de viabilidad para controlar el abastecimiento de agua Fuente: Bagheri & Hjorth 2007

4.5.6 El caso del monitoreo del sistema urbano de agua en la ciudad de Teherán para alcanzar el desarrollo sostenible Después de ser la capital de Irán durante los últimos 200 años, Teherán empezó como una pequeña ciudad de 15,000 habitantes en 1788. Desde entonces, su población se ha incrementado fuertemente debido al crecimiento de la administración gubernamental y las firmas industriales, así como a causa de la inmigración masiva desde otras ciudades y zonas rurales en busca de empleo; pasando de 1.04 millones de habitantes en 1950 hasta un aproximado de 6.8 millones en 2000. El consumo anual de agua en el área metropolitana es ahora de más de 900 millones de metros cúbicos (Tehran

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Water & Waste Water Co., 2001). En síntesis, el sistema de abastecimiento de agua de Teherán se basa en los acuíferos de la ciudad (un 40 % o sea 350 MCM year-1), luego en el reservorio de Karaj (33% o sea 300 MCM year-1) y, por último, en los reservorios de Latyan y Lar (27% del total).

El sistema doméstico de aguas servidas se fundamente en pozos absorbentes que fueron cavados en la capa aluvial de entre 20-30 metros.

Las aguas servidas son

liberadas a través de sistemas sanitarios de drenaje dentro de los pozos y auto-purificadas en el suelo de gran porosidad. Las aguas servidas tratadas son la fuente principal de recarga de las fuentes de agua subterránea, aunque una parte de éstas es bombeada hacia afuera de la cuenca para mantener niveles estables.

Figura 5. Los márgenes entre los costos de los servicios de agua y las tarifas correspondientes en Teherán. (para un consumo promedio de 24 m3. mes-1) Fuente: Bagheri & Hjorth 2007

Dado que el desarrollo de las organizaciones de servicios públicos ha sido dominado por estrategias orientadas por el abastecimiento, los incrementos en la tendencia en la población y la demanda por servicios públicos han sido continuos.

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Durante las décadas pasadas, la percepción del público es que el agua será proveída sin importar cuanta agua renovable esté disponible de los recursos locales. La mayor parte del agua para Teherán es transvasada desde las cuencas vecinas.

El fenómeno que tiene lugar es que el agua disponible –la cual proviene de los recursos locales renovables- per capita, ha ido decreciendo debido al crecimiento poblacional.

A pesar de la disponibilidad local decreciente de agua per capita, la

percepción pública en cuanto a la abundancia de agua en la ciudad es diferente debido al abastecimiento de agua desde otras cuencas, así como del sobre-bombeo de los acuíferos. Más aún, a pesar de que los administradores del agua intentan persuadir a los consumidores para bajar su consumo, la gente no está, de hecho, correctamente informada respecto al estado de la abundancia del agua en el área. El monitoreo continuo de la brecha entre la abundancia real del agua en Teherán y la percepción pública empleando el agua disponible per cápita proveniente de recursos locales como indicador de la abundancia de agua y los recursos hídricos per cápita proveídos como un indicador suplente para la percepción pública, indica que ésta persiste aún en años recientes, lo cual indica que el bucle de viabilidad Demanda–Abastecimiento de agua no es suficientemente funcional como para influenciar la pieza reforzadora asociada a éste (Bagheri & Hjorth, 2007).

Por otra parte, el abastecimiento de más agua a través del trasvase y sobrebombeo ha llevado a un incremento de los costos marginales de los servicios de agua, debidos ambos a la explotación del recurso como al tratamiento de deshechos. En vez de incrementar los costos de dichos servicios, las tarifas de agua no han subido en la misma medida. Como consecuencia, no se ha enviado ninguna información para influenciar sobre los esfuerzos para el abastecimiento de agua y ninguna señal se ha generado para dirigir inversiones para mejorar la tecnología para el uso del agua. La brecha creciente indica que los bucles de viabilidad para equilibrar el abastecimiento de agua y la explotación de recursos hídricos son están tan saludables como para influir eficientemente sobre las piezas reforzadoras del sistema (Bagheri & Hjorth, 2007).

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Un problema similar ocurre con la problemática energética. Cualquier forma de energía, utilizada para retirar, tratar o distribuir agua está fuertemente subsidiada. Esta situación limita la funcionalidad del mecanismo de tecnología potenciado por las leyes del mercado para incentivar el bucle de viabilidad de recursos energéticos. Las políticas que definen los precios de la energía no han seguido una estrategia rectora, y por varios años, han sido dominadas por la tasa de inflación determinada en la economía nacional. La comparación entre el incremento promedio de los precios de la energía y la tasa de inflación de 1992 a 2004 demuestra notables fluctuaciones que inhiben la posibilidad de que la tecnología se oriente rumbo a inversiones para mejorar el uso realizado de la energía (Bagheri & Hjorth, 2007).

V. EL CASO DE LA EVALUACIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD EN EL MANEJO DEL AGUA EN LA CIUDAD DE GUATEMALA 5.1 Descripción general de la ciudad y su situación actual La ciudad de Guatemala es la ciudad más grande de América Central, y está localizada al sur central del país, a una altitud de 1,533 metros, latitud: 14º 37' 15" N, longitud: 90º 31' 36" O. Se constituye en la cabecera departamental y municipio de Guatemala, ubicado en el altiplano central; colinda al Norte con Chinautla y San Pedro Ayampuc; al Este con Palencia; al Sur con Santa Catarina Pinula, San José Pinula, Villa Canales, Petapa y Villa Nueva y al Oeste con Mixco. Su extensión territorial es de 228 km.2 -según estimaciones del Instituto Geográfico Nacional-2.

Posee una densidad

poblacional de 5,264 habitantes por km.2. La densidad bruta promedio en la ciudad de Guatemala es de 57 Hab. / km2 (Municipalidad de Guatemala, 2008).

Según proyecciones de población, en la actualidad, la ciudad cuenta con un total de 980,160 habitantes, de los cuales 463,698 son hombres y 516,462 son mujeres. Estando 404,286 personas en el rango de 0 a 6 años, mientras que 502,018 entre 7 a 19 2

IGN. 1999. Diccionario Geográfico Nacional de Guatemala. pp. 224.

57

años. La ciudad se caracteriza porque en ella vive el 20% de la población del país, tiene la mayor oferta de empleo y el mejor índice de desarrollo humano, donde se ubican las principales sedes políticas, económicas y sociales y se concentran las actividades económicas.

La ciudad en su ambiente interno tiene condiciones favorables tales como: su posición geográfica, condición climática, servicios básicos, patrimonio histórico-cultural, oferta financiera, mercantil y participación ciudadana. Así mismo se identifican como prioridades las siguientes: falta de acceso a servicios básicos y saneamiento, crecimiento desordenado, alto costo de vida, gestión ambiental, transporte colectivo y sistema vial primario, entre otros (Municipalidad de Guatemala, 2008).

Por otro lado, en su ámbito externo tiene condiciones que permiten desarrollar actividades tales como: operaciones turísticas, inversión local y extranjera, acceso a tomadores de decisiones, coordinación regional, incentivos de actores, desarrollo económico. Definiéndose en este mismo ámbito como prioridades: la seguridad ciudadana, crecimiento poblacional periférico, transparencia administrativa, fluctuaciones económicas y la previsión social.

El principal problema que afrontará el Municipio de Guatemala en el futuro próximo es el aumento de la población que vive en su territorio, lo cual tiene implicaciones negativas desde la perspectiva económica y ambiental, pero principalmente social. Sin embargo, no sólo se trata de un tema cuantitativo, sino cualitativo en el sentido de proveer distintas opciones de vivienda, salud, educación, empleo y acceso equitativo al desarrollo3 (Municipalidad de Guatemala, 2008).

Un hecho que evidencia la sistemática migración interna que existe hacia la ciudad, es que para el año 2002, 3,140 personas solicitaron cédulas de vecindad en el municipio de Guatemala, siendo los departamentos de procedencia más importantes San

3

Plan de ordenamiento territorial, para el Municipio de Guatemala, plan de desarrollo metropolitano 2006, Documento de soporte.

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Marcos, Escuintla y Santa Rosa (31.40%). Para el año 2006 el número de personas se incrementó a 6,206 solicitudes, lo que representa 1.99 veces más que el 20024.

En cuanto a su composición, el municipio se integra en 500,000 viviendas, 203 colonias, 102 asentamientos, 67 áreas residenciales, 5 barrios, 22 zonas, de éstas las de mayor población son: la zona 18 (198,850), zona 7 (139,269), zona 6 (75,580), zona 21 (75,265), zona 1 (67,489) y la zona 5 (65,578).

Para el 2,000, el área metropolitana de Guatemala tenía una extensión de entre 22,500 y 35,000 ha. (Dependiendo la forma de medición que se utilice). En los últimos doce años se ha producido más suelo urbano que en los 218 años de ocupación desde la fundación de la ciudad, siguiendo el crecimiento espacial a un ritmo proyectado del 4.4% anual. Las estimaciones indican que la mancha urbana de la Ciudad se duplicará para el año 2020, si el crecimiento espacial continúa al ritmo actual.

En cuanto al ritmo del crecimiento poblacional, éste es muy parecido al de la expansión geográfica urbana (4.3% anual), lo cual indica que las densidades promedio existentes en la ciudad se han mantenido. Esto quiere decir que la ciudad está desarrollándose de una manera horizontal más que vertical (Municipalidad de Guatemala, 2008).

La segregación socio espacial de la población, la distribución de los distintos usos del suelo y el crecimiento desordenado han producido varios efectos. Con el transcurrir del tiempo se ha observado el aumento del costo de los servicios públicos, particularmente agua, alcantarillado y transporte colectivo por la ampliación del área de cobertura de estos servicios. Como consecuencia se ha dado una dependencia creciente de la provisión de servicios por parte del sector privado (pozos, plantas de tratamiento, necesidad de vehículo propio, etc.).

4

Registro Civil, Control de solicitudes de cedulas de vecindad; Comportamiento de la migración interna hacia el municipio de Guatemala, 2002-2006, dirección de salud y bienestar, municipalidad de Guatemala abril 2007.

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Por otro lado, se observan problemas relacionados con la ocupación de áreas de alto riesgo de sismos, deslizamiento e inundación para la vivienda, tanto en el sector formal como informal, la fuerte presión sobre el medio ambiente por contaminación de cuencas, disposición de desechos sólidos, erosión del suelo y tala de árboles, hechos que son producto de la expansión y ocupación desordenada del territorio. Importante es también la contaminación auditiva y del aire, lo que implica cierto deterioro de la calidad de vida de las personas. Otros factores como el aumento del costo de vida, la segregación social y familiar de los habitantes del área metropolitana son determinantes en el incremento de la inseguridad ciudadana que afecta actualmente a esta principal urbe del país5 (Municipalidad de Guatemala, 2008).

5.2 Contexto multidimensional y avances alcanzados en la temática desde la perspectiva ambiental El contexto social, económico, ambiental y político de la ciudad de Guatemala es bastante diferente a los contextos de los modelos presentados anteriormente. Por tal razón, los supuestos relacionados con una suficiente o abundante disponibilidad de datos para los parámetros y variables sugeridos por estos estudios, sencillamente no se cumplen. Las evidencias más contundentes (por ej. tesis de postgrado y estudios de consultorías) plasman grandes limitantes que los obligan a tomar como referencias fuentes tales como el Censo Nacional de Población y de Locales de Habitación del año 2001, que levantó solamente cierta información general relacionada con el agua y a nivel del país.

Otra realidad es que las iniciativas de construir sostenibilidad en el manejo de los recursos naturales para Guatemala no datan de más de 8 años. En síntesis, el agua se ha manejado históricamente de forma poco planificada y según los sectores que han requerido más disponibilidad del recurso, que han tenido y también mantienen más interés y poder económico sobre ésta. En este punto, se desea hacer explícitas las condiciones específicas de esta ciudad. 5

Plan de ordenamiento territorial, Municipalidad de Guatemala

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5.3 Herramientas para medir insostenibilidad asociada al agua La evaluación de la sostenibilidad aplicada al manejo del agua en la ciudad de Guatemala debe conocer la existencia de índices tales como los índices de marginación y el de necesidades básicas insatisfechas (NBI) (Municipalidad de Guatemala, 2008).

Respecto al abastecimiento del agua, la disponibilidad permanente de agua, de buena calidad y en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades básicas de higiene y alimentación, es indispensable para que los integrantes del hogar puedan gozar de una salud adecuada. En este sentido el índice de NBI integra la variable relacionada con la fuente por medio de la cual es adquirida el agua para uso del hogar.

Según se observa el 10.7% de los hogares no logran cubrir esta NBI. Siendo especialmente alto el número de hogares en esta condición, en la zona 25 en donde aproximadamente 1 de cada 4 hogares obtiene el agua de fuentes que para el área urbana son consideradas como precarias, siendo estas el pozo, ríos, manantiales, camión o tonel, etc. Se considera que la obtención del agua por medio de las fuentes citadas, implica problemas en cuanto a la calidad del agua y la continuidad en la que se dispone.

Por otro lado, se determina que las zonas 2, 5, 9 y 11 presentan el menor número de hogares con esta NBI -con porcentajes menores al 5%-. Es decir que en estas áreas la gran mayoría de hogares dispone de un medio de abastecimiento de agua que satisface los requerimientos mínimos esperados.

61

A pesar de lo anterior, al observar los números absolutos la zona 18, aunque no reporta mayor el porcentaje, registra el mayor número de hogares con 5,320 casos. Esto ubica a la zona como aquella con más hogares insatisfechos dentro de la ciudad de Guatemala (Municipalidad de Guatemala, 2008).   Mapa 3: Porcentaje de hogares con fuente de abastecimiento inadecuada 

  Fuente: Perfil Sociodemográfico del Municipio de Guatemala 2008

62

5.4 Naturaleza y estado del caso de estudio: perspectivas, condicionantes y variables desde modelos y concepciones con distintos enfoques y escalas El caso de estudio que nos ocupa se dirige directamente a evaluar la sostenibilidad en el manejo del agua dentro del contexto y los límites físicos de la ciudad de Guatemala, en la actualidad.

Bajo un contexto singular, la ciudad de Guatemala es el hábitat de al menos 4 millones de personas que diariamente desarrollan actividades en sectores tan diversos como la construcción de nueva infraestructura, las grandes industrias, la economía informal, el comercio y los negocios, entre cientos más, los cuales podemos englobar bajo el término de “desarrollo sostenible” cuando deseamos referirnos a lo mismo. Sin embargo, las realidades del estado y manejo del recurso agua, tanto antiguas como presentes, evidencian que el modelo de sostenibilidad empleado para promover el desarrollo del país, en sus términos más sencillos, no está generando los resultados esperados. Mientras un funcionario de gobierno señala que “No hay agua disponible ni donde ni cuando se necesita (sic).” (Velásquez Vásquez, 2005), el ciudadano de a pie puede ser que no reciba agua potable en su vivienda o que no tenga recursos suficientes para costearse este servicio, así como los cultivos agrícolas y/o la industria sigan utilizando la mayor parte del recurso disponible sin retribuir proporcionalmente al sistema.

En cuanto al régimen institucional, la administración del agua no cuenta con un régimen legal especial, sino que aplica el criterio de los usos únicos, lo cual se refleja en un sinnúmero de disposiciones sectoriales correspondientes a las atribuciones de ministerios del Estado, instituciones descentralizadas y autónomas, las cuales no asignan a entidad alguna el manejo integrado de los recursos hídricos, entendido como el proceso para promover el manejo y desarrollo coordinado del agua, la tierra y los recursos relacionados, con el fin de maximizar el bienestar social y económico, bajo el criterio de equidad y sin comprometer la sustentabilidad de los ecosistemas vitales, definición propuesta por la Asociación Mundial del Agua (URL & IIA, 2004). 63

El recurso agua en la ciudad de Guatemala es administrado por la Municipalidad de Guatemala, a través de la Empresa Municipal de Agua Potable (EMPAGUA) y también según disponibilidades legales y operativas de los Ministerios de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), de Saluda Pública y Asistencia Social (MSPAS) y las autoridades de cuenca (Perfil Ambiental de Guatemala, 2005). Históricamente, estos instrumentos y mecanismos de las instituciones más cercanamente vinculadas al recurso resultan implementando un modelo poco definido, débil y unisectorial, bajo enfoques no consensuados ni participativos.

Desde la perspectiva regional centroamericana, el Segundo Informe sobre Desarrollo Humano en Centroamérica y Panamá señala como elemento clave para la sostenibilidad aplicada al agua: “Aunque los acuíferos siguen siendo la principal fuente de abastecimiento de agua en la región, esta realidad contrasta con la escasez de información fidedigna, pública y actualizada sobre su estado, las tasas de extracción y los ritmos de recarga” (PNUD, 2003).

Finalmente, el análisis encontrado más reciente es la tesis de maestría en Economía de los Recursos Naturales, desarrollada en agosto 2008 dentro del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Wageningen, por el Ingeniero Jaime Luis Carrera, titulada “Desempeño del Sector Agua: identificando factores institucionales clave para la toma de decisiones en materia de política”.

Dicha

documento identificó una institucionalidad relacionada al agua muy complicada, la cual para mejorarse requiere, en primer término, un marco coherente que no existe aún, pero adicionalmente que los aspectos de participación, financieros y económicos y la capacidad de recopilar y divulgar la información de interés sean desarrollados paralelamente (Carrera, 2008). De esta forma se pone de manifiesto el alto nivel de complejidad y la especial interacción de la dimensión institucional con una serie de múltiples variables que no es posible dejar fuera de la integralidad de esta problemática.

Desde la perspectiva latinoamericana, con base en análisis de los problemas enfrentados y las políticas adoptadas por los gobiernos para solventarlos, Terence Lee

64

indica que el abordaje del manejo urbano del agua para lograr una mejor vida urbana en dicha región, gira alrededor de la carencia generalizada de intentos serios por establecer políticas adecuadas al manejo del agua urbana, lo que ocasiona la ausencia de arreglos institucionales dirigidos a mejorar las políticas públicas. De hecho, este experto señala que la diferencia en el desempeño de las instituciones encargadas del manejo del agua no depende únicamente de la estructura institucional (entidades abiertas, transparentes y representativas), sino también del dinamismo del manejo. Este dinamismo proviene de una adecuado financiamiento, el cual es el mejor indicador de un compromiso real para resolver los problemas en el manejo urbano del agua, tanto desde el gobierno como los usuarios. Varios elementos de la estructura institucional pueden contribuir a un mejor manejo. Muchos casos evidencian que una clara delimitación de las responsabilidades entre las institucionales responsables del manejo del recurso y las instituciones responsables por el manejo de los servicios de agua puede dar un gran aporte a un mejor manejo y adecuado financiamiento. Además, existe evidencia que a mayor participación del usuario, mejor manejo del agua. Pese que las responsabilidades de los servicios de agua han sido transferidos a la municipalidad, puede ser que esta opción no sea siempre la mejor. En síntesis, la prestación de los servicios de agua en áreas urbanas debe ser, tanto como sea posible, auto-financiable. Si esto no ocurre, entonces se puede esperar que los recursos de agua en la vecindad de las grandes ciudades en Latinoamérica continuará a degradarse, así como ha sido en el pasado (Lee, 2000).

Desde fuera de esta región, se puede partir sobre la base de experiencias en otros continentes, como por ejemplo en Egipto, donde recientemente Tina Jaskolski demuestra como, cuando se estimula la participación de los usuarios y personas interesados, en lugares sin disponibilidad de agua como el desierto, se pueden superar los retos generados por las diferencias étnicas y culturales e inclusive hasta los obstáculos del sistema político imperante ((Jaskolski, 2008).

65

5.5 Propuesta para la evaluación de la sostenibilidad aplicada al caso del manejo del agua en la ciudad de Guatemala Con base en la extensa revisión de bibliografía relacionada con las temáticas de la sostenibilidad, desarrollo sostenible y la situación de la ciudad de Guatemala en múltiples aspectos desde los urbanos, pasando por los económicos y ecológicos hasta los sociales y humanos; algunas publicaciones internacionales o regionales sobre el tema como el Informe del Foro Mundial de la Juventud por el Agua (Forum, sin fecha), informes y estudios regionales sobre la temática y varios estudios técnicos específicos más recientes tales como “Valoración Económica del agua en la ciudad de Guatemala” (Martínez Tuna, 2002), “Capital Hídrico y Usos del Agua” (López Choc, 2002), El agua: situación actual y necesidades de gestión (Cobos, 2002), Institucionalidad del Agua en Guatemala (Cobos, 2003), Anuario Estadístico Ambiental 2005, Situación del Recurso Hídrico en Guatemala (Perfil Ambiental de Guatemala, 2005), Estrategia para la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos de Guatemala (GUATEMALA & DESARROLLO, 2006), Water Sector Performance: Identifying key institutional factors for policy decision making; Case Study for Guatemala (Carrera, 2008), así como las opiniones y recomendaciones de expertos nacionales procedentes de distintas profesiones y ramas, yo presento la siguiente propuesta de lineamientos para orientar la formulación futura de un modelo de evaluación de la sostenibilidad para ser aplicado al manejo del agua en la ciudad de Guatemala.

5.5.1 Opinión sobre la situación y bases del marco actual del “sistema de manejo del agua” Dada toda una serie de variables clave, aspectos críticos y circunstancias limitantes que interactúan entre sí y hacen de “El manejo del agua dentro de la ciudad de Guatemala” toda una problemática que funciona bajo una dinámica de círculo vicioso difícil de romper, yo parto de un profundo y detenido análisis, una reflexión filosófica y técnica, logrando una depuración selectiva y replanteamiento en términos transversales

66

de los principales elementos, realidades y actitudes, los cuales dieron como resultados los siguientes cinco axiomas sustantivos:

I.

Más allá de las lógicas ecológica y económica, el manejo histórico y actual del agua en la ciudad de Guatemala es, a todas luces, INSOSTENIBLE6.

II.

Las políticas educativa y cultural no pueden quedar fuera para formar y potenciar al elemento central del sistema: el recurso humano.

III.

Una profunda falta de consenso y planificación respecto al abastecimiento y distribución del agua entre los habitantes y usuarios de esta ciudad, en función de las necesidades, usos y responsabilidades demostradas.

IV.

Los principales orígenes de esta insostenibilidad pueden ubicarse alrededor de la “Percepción actual de la Propiedad y Disponibilidad del Recurso” por parte de los distintos actores y sectores.

V.

La falta de un sistema de registro y monitoreo periódico de las variables clave vinculadas con el recurso (por ej. tasas de extracción y ritmos de recarga de los acuíferos, costos de descontaminación y producción del agua potable y aguas servidas y su relación con los precios al público) y su divulgación a todo nivel.

Por tanto, la presente propuesta plantea como punto de partida la instauración de una plataforma permanente de representantes de la mayor tipificación posible de actores y sectores que conforman la comunidad urbana de la ciudad de Guatemala (que incluya habitantes permanentes, campesinos, productores agrícolas e industriales, agencias de gobierno, ONG`s, consorcios, asentamientos, etc.) con la finalidad de poner en marcha un proceso participativo continuo, que inicie un proceso consensuado de decisiones al generar al menos dos productos:

1) Un diagnóstico de la situación actual del recurso en la ciudad y sus percepciones respecto la naturaleza de la problemática y los orígenes asociados, así como la

6

El carácter de insostenible se define en función de que el uso excesivo, el desperdicio y la falta de eficiencia coinciden con la creciente escasez e insuficiencia del recurso (Panayotou, 1994). En palabras más simples, las necesidades por cubrir son infinitas mientras que los satisfactores son finitos.

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argumentación basada en registros históricos y datos objetivos que sustenten sus opiniones;

2) La planificación de un sistema integrado de la ciudad, en el cual se maneje el agua de una forma SOSTENIBLE (PROYECTO  GUATEMALA  2032) que abarque los aspectos determinantes siguientes7: •

Primero: desde la perspectiva ecológica, porque si no existe suficiente agua para un plazo indefinido, no puede existir la ciudad misma, ni nada más;



Segundo: desde la dimensión humana y social puesto que nuestra población puede existir y desarrollarse en los confines de una ciudad, siempre y cuando exista suficiente agua para su supervivencia y desarrollo.



Tercero: desde la perspectiva económica debido a que los procesos de abastecimiento, suministro y distribución del agua, así como su producción y descontaminación, requieren de un sistema que asegure que los costos relacionados con los procesos antes mencionados puedan cubrirse con el pago de los usuarios, en toda la ciudad y también de forma indefinida. Además, se debe tomar en cuenta que el agua una vez utilizada debe ser transportada, procesada y descontaminada de nuevo antes de ser liberada.



Cuarto: desde la dimensión ética, puesto que se necesita garantizar que el desarrollo que una sociedad se plantee coincida con y refleje las disposiciones y sentimientos de sus integrantes.



Quinto: desde la dimensión política e institucional ya que cualquier sociedad requiere de una estructura o arreglo participativo que le permita gobernarse bajo algún modelo o sistema y que las gestiones de las actuales autoridades y entidades de apoyo no continúen agravando la situación.

7

No se entienden conceptualmente ni citan bajo algún orden jerárquico, más bien se busca su integración.

68

Después de haber planteado lo necesario para caminar rumbo a una meta colectiva sostenible, lo siguiente es revisar los lineamientos requeridos para poder evaluar sobre la marcha que los logros y decisiones tomadas están efectivamente acercando a la meta escogida en el plazo establecido.

5.5.2 Elementos e Indicadores propuestos para monitorear la sostenibilidad del sistema Para tal propósito, los procesos y cambios a monitorear permanentemente son indicadores que se relacionen con los siguientes parámetros y elementos: ¾ Que la captación del agua esté asegurada por la recolección de la precipitación pluvial en las zonas periféricas de la ciudad (por ej. Cerro Alux) que coinciden con ser las zonas altas del valle; ¾ Que la empresa o entidad productora de agua potable pueda producir y distribuir la cantidad de agua necesaria y en las condiciones requeridas, según lo definido por el “PROYECTO GUATEMALA 2032”;  ¾ Con base en el modelo de Bagheri y Hjorth (2007), que se mantenga un margen razonable entre la percepción pública de la disponibilidad del agua y la existencia real del mismo; ¾ Que el sistema de abastecimiento, suministro y distribución del agua a los usuarios y la recolección y tratamiento de las aguas servidas sea eficiente y eficaz en el tiempo; ¾ Que los costos de funcionamiento del sistema puedan cubrirse con los precios aplicados al público y la disposición a pagar de los usuarios.

69

¾ Con base en el modelo de Gómez Sal (2007), que el aprovechamiento que los usuarios hagan del recurso obedezca a altos niveles de ética. A pesar de ser un fenómeno difícil de monitorear, se debe ser ingenioso para diseñar mecanismos de control para evitar desperdicios, y más en tiempos de crisis. ¾ Tomando en consideración la dimensión social propuesta por Gómez Sal (2007), un indicador debe verificar que el acceso a los servicios de agua para saneamiento ambiental está influyendo sobre la incidencia de enfermedades gastrointestinales.

A manera de conclusión y de forma más esquemática, el cuadro sinóptico siguiente busca sintetizar la compleja dinámica de las interacciones entre las variables clave y los indicadores identificados, rumbo a la gran meta de manejar un sistema integrado y que orienta hacia la sostenibilidad:

70

Crecimiento económico

Un éxito de la política es la corrección de las fallas del mercado por medio de: y El agua con títulos seguros para ser manejada como un bien público y Un precio adecuado para el agua y Impuestos sobre las exterioridades negativas y Subsidio para la exterioridades positivas

Crecimiento de la población

La demanda de recursos aumenta ante una oferta dada.

El mercado tiene éxito cuando: y Encuentra modalidades de toma de decisiones que se basan en la participación y opinión de los diversos sectores y Ningún recurso carece de un precio definido en función de su valor dentro de la sociedad y Los mercados son competitivos y además actúan tomando en consideración la biocapacidad de regeneración del recurso y No existen mercados cautivos para el agua

El mercado falla cuando: y Los recursos de acceso abierto son muy abundantes y La tenencia de la tierra no es segura y Hay un gran número de exterioridades y Los bienes públicos son muy abundantes y Los mercados son de tipo monopolístico y Los costos de transacción son altos y Los mercados son miopes y Muchos recursos carecen de precio

El fracaso de las políticas es una distorsión de los mercados, por medio de: y El agua continua siendo manejado como un bien privado del propietario de la tierra donde nace o circula y Topes para las tasas de interés y Subsidios para los plaguicidas y Subsidios para la energía y Exenciones fiscales

Figura 6. Esquema general comparativo de un sistema integrado de manejo del recurso agua en Guatemala (parte 1)

71

Con los éxitos del mercado y las políticas y Los precios se definen según el manejo y disponibilidad del recurso. y Se reduce el desperdicio. y Aumenta la eficiencia. y Se incrementan los esfuerzos de conservación relacionados con el libre flujo del ciclo hidrológico. y La inversión y la tecnología desarrollan nuevos procesos e instrumentos para apoyar la conservación, descontaminación, reciclaje y uso eficiente del recurso.

Con las fallas del mercado y las políticas: y Los precios (si existen) no responden a la creciente escasez de los recursos. y Persiste el desperdicio en su utilización. y La eficiencia sigue siendo baja. y No hay incentivo alguno para la conservación. y No hay incentivos para la inversión y la tecnología que permitirían elevar la eficiencia de los procesos de abastecimiento, reciclaje y distribución del recurso.

Con el desarrollo sostenible:

Con el desarrollo no sostenible:

y La población está informada y toma parte activa en las decisiones relativas al agua y se manifiesta. y Se promueve el desarrollo de la economía con bases sociales, ambientales, culturales y educativas, capaz de enfrentar mejor la crisis y cambio globales. y Se reduce la pobreza. y El crecimiento de la población se refrena y adecua a la disponibilidad y sostenibilidad del agua en el área. y Se aprende a valorar el medio ambiente y la biodiversidad y aplican medidas de conservación y mejora. y Mejora la calidad de la vida.

y Se refrena el crecimiento económico. y Se incrementa la pobreza. y Continúa el crecimiento rápido y desmedida de la población. y Se agotan los recursos hasta quizás alcanzar el nivel de la irreversibilidad. y El medio ambiente se deteriora a niveles desconocidos. y Decae la calidad de la vida.

Figura 6. Esquema general comparativo de un sistema integrado de manejo del recurso agua en Guatemala (parte 2) Fuente: Panayotou, 1994, modificado por Solórzano-Lemus 2009

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