AQUELLOS MARAVILLOSOS PERIÓDICOS (I)

Mancheta del Diario Regional de Valladolid en el año 1966 AQUELLOS MARAVILLOSOS PERIÓDICOS (I) Entre mis otras “maldades” seudo vocacionales o seudo

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Mancheta del Diario Regional de Valladolid en el año 1966

AQUELLOS MARAVILLOSOS PERIÓDICOS (I) Entre mis otras “maldades” seudo vocacionales o seudo profesionales, siempre estuvo dentro de mi la prensa escrita, gráfica o como queramos llamarla. Podríamos definirlo como una especie de frustración de la juventud que casi todo humano hemos tenido. Claro está que unos pudimos hacer nuestros pinitos y otros solamente se quedaron en el intento. Creo que yo fui un afortunado.

En mis años mozos, hace ya muchos, colaboré en un entrañable diario provinciano de mi Valladolid natal, desgraciadamente desaparecido en 1980 por los oscuros motivos burocráticos-políticos de unos tiempos en que, por otro lado, alboreaba en este país una tímida, bendita y ansiada democracia. Por supuesto, no eran tiempos mejores aquellos años 60, no. Eran ciclos de represión férrea, falsa moralina y en el caso que nos ocupa de los medios de comunicación, (prensa), una voraz censura a la que, para bien o para mal, (más bien para mal), estábamos acostumbrados, aunque en muchos casos, no adaptados; digamos que muchos estábamos amoldados a las circunstancias, por aquello de “no conocer otra cosa”, aunque supiéramos que como las brujas en Galicia: “haberlas hailas” Pero volviendo a mi aparición en aquél “Diario Regional” vallisoletano, diré que fue totalmente casual, si se puede llamar así. Por entonces ya mi vena artística daba sus frutos y el dibujo de humor, aparte de la escultura, era otra de mis pasiones. Fue una decisión personal el dibujar un “inocente” chiste sobre la

emergente Feria de Muestras vallisoletana y enviárselo con una rimbombante carta de presentación al Director de aquél diario local, hermano menor del pomposo y tradicional “Norte de Castilla”. ¿Por qué no se lo envié a este segundo? Todo tenía su explicación; mi primo carnal, Medina, (Antonio), era ya el dibujante oficial del “Norte” y no estaba bien, “entre familia” hacerse la sombra o competencia… No se si es que cayó en gracia el ahora para mi, ingenuo dibujo o los 19 años recién cumplidos, pero el caso fue que en la última página de este periódico, un 25 de septiembre de 1966, apareció impreso mi primer dibujo de humor para regocijo personal y bien disimulado

orgullo

paternal.

Dicha

obra publicada la incluyo en este ensayo, a modo testimonial y también mustio recuerdo. A partir de entonces, una vez realizadas las presentaciones personales ante el director, pasé a formar parte del abanico de “colaboradores” del Diario Regional, por el nada despreciable precio para aquellos tiempos, de 25 pesetas por chiste o dibujo publicado. Recordemos que entonces 5 duros eran cinco duros y para un jovenzuelo como yo, se podían hacer muchas cosas, muchas más que con su equivalencia actual de 15 céntimos de euro en manos de alguien de la misma edad…claro que eran otros tiempos de nivel de vida. Fue así es como inicié mi andadura en el “canallesco” mundo de la prensa, pasando de dibujar humorísticamente la actualidad del momento, a ilustrar artículos y más tarde aventurarme incluso a escribir cositas, como critica de arte, reportajes y entrevistas que aunque sin gran calidad literaria al principio, supuso un enriquecimiento cultural de aprendizaje dentro de la “España profunda” de aquel momento. Sinceramente fueron años inolvidables en aquella familiar redacción compuesta por muchos grandes profesionales actuales del perio-

dismo y otros que lo fueron, desgraciadamente desaparecidos. Por citar algunos, señalemos a José Luís Cebrián, (represaliado por la censura franquista), Leandro Pérez y Miguel Montalvo, (fallecidos), Mª Aurora Viloria (Actualmente en el Norte de Castilla), Germán Losada (ahora Director de Informativos de TV Castilla La Mancha) y los míticos Francisco Javier Martín Abril o Mª Teresa Ortega Coca, entre otros muchos entrañables e ilustres personajes y amigos que diariamente sacaban a la luz aquél modesto diario.

LA REDACCIÓN La singular redacción de aquél periódico era de lo más variopinta. Personalmente me fascinaban todos esos pintorescos personajes en esas mesas frente las negras y míticas máquinas de escribir, históricas muchas de ellas. Yo pasaba horas y horas admirando el mecanismo del día a día de un periódico que para mi entonces era el New York Times o el París Mach, como poco. Señalemos que dicho diario estaba “clandestinamente” regido por el Opus Dei, siendo muchos de sus trabajadores, la mayoría directivos o jefes, miembros de esta para mi “secta”. Nunca pensé que esta organización tan criticada por mi posteriormente, fuese quien me brindase la oportunidad de cumplir esos sueños frustrantes de periodismo. Recuerdo que allí todo se confeccionaba en el plan artesanal. Un redactor jefe etílicamente traspuesto, iba recibiendo en su mesa los artículos, fotos y anuncios que una vez “bendecidos” por el Director, pacientemente iba maquetando en cada página “tipómetro” en mano. Las fotos y mis dibujos bajaban del taller de “Fotograbado” convertidos en plancha de cinc, después de un proceso mecánico-químico que el profesional de turno realizaba diariamente. Poco a poco se iban completando páginas a base de ir encajando material con la eficaz maquetación del sacrosanto Redactor Jefe, hasta que se escuchaba una irritada voz del mismo : “¡Me faltan 30 líneas para llenar la 7! , ¡Ir alguien a los teletipos a ver si hay alguna noticia de esa medida! ¡Vamos coño, que hay que cerrar el periódico!”…

Teníamos, como en la actualidad, nuestros periodistas de sección, aparte de Alejandro, el fotógrafo, gran puritano y fiel “militante” del Opus. La sección de deportes la llevaba el histórico de avanzada edad señor Montalvo, -ya fallecidocomo muchos de los que nombro; este era un “camisa vieja” que había estado trabajando en la emisora del “Movimiento” La Voz de Valladolid; un peculiar personaje lleno de “batallitas surrealistas” que hacían de la redacción una constante fiesta de divertimento y jolgorio. Recuerdo como anécdota curiosa, que este buen señor cogía la lista del sorteo de la lotería de Navidad a “oído” por la radio, equivocándose muy poco con la lista oficial posterior; era espectacular verlo en la mañana del 22 de diciembre en la redacción sentado en su mesa con la radio pegada a la oreja y junto a él un termo de café con leche y una torre de galletas “maría”. El redactor de la “Política” de aquellos tiempos era el señor Anta, hombrote campechano y aparentemente simpático, siempre que no tocases los principios nacionales del movimiento, por tener su principal ocupación oficial de militar. En cuanto a local, lo llevaban conjuntamente Germán Losada, “progre” de la época y Mª Aurora Viloria, la “bella musa” de todos y que después casose con otro colaborador que resultó ser, aparte de abogado si mal no recuerdo, un fanático “boina roja” requeté. Luego pululábamos por ahí los colaboradores “pipiolos” de cine, teatro, literarios, música y el que esto escribe, quien parecía una “mosca cojonera” todo el día metido en el periódico pese al desagrado y reticencia paterna… Colaboradores peculiares como Pepe Torices, (hoy consagrado escritor), Teresa Ortega Coca, (gran crítica de Arte) el ilustre Paco Martín Abril. Había más como Fernando Valiño, (otro progre y en la actualidad presidente del Ateneo republicano vallisoletano) Atienza (ejecutivo hoy de editorial Everest) y otros tantos convertidos posteriormente en grandes profesionales…, entre todos formábamos una original estirpe de la redacción de aquél Diario… ¡Ah! Se me olvidaba. No podía omitir a un personaje que también era imprescindible en empresa de esta índole: el Cura. Teníamos, como no, un apuesto y joven cura que la verdad nunca supe que es lo que escribía o más bien porque cobraba por aparecer por allí. Lo que sí recuerdo es que unas Navidades este “pater”, me regaló el libro dogmático de Monseñor Escrivá de Balaguer, “Camino”, debidamente dedicado…. Aún anda por ahí escondido en algún rincón de mi librería. Sinceramente nunca lo leí y espero morir sin hacerlo.

No hay que olvidar tampoco que nos lo pasábamos estupendamente la camarilla que podíamos llamar en los tiempos que corrían, “existencialistas”, bohemios o simplemente “pendones de la prensa inmaculada española”, que creo queda mejor. Nos reíamos de todo regándolo con vino e incluso intentábamos “meter un gol” a la censura que siempre acechaba en la sombra y de la cual hablo en el siguiente apartado.

LA CENSURA Era indudable que toda actividad en aquella España profunda estaba sometida a la férrea censura y por supuesto lo que hoy llamamos, medios de comunicación, mucho más. Aparte del filtro ejercido inicialmente por el Redactor Jefe o en su caso el Director supremo y amantísimo del periódico, finalmente había que pasar diariamente por lo que popularmente se conocía “la firma”. Este proceso consistía en lo siguiente: En la planta baja estaba el taller de impresión, donde una vez terminado de montar todo el periódico sobre las planchas por los cajistas, (auténticos profesionales de la imprenta), recordemos que previamente había habido un complicado proceso de confección semi-artesanal. Los artículos y páginas maquetadas bajaban en papel desde la redacción a la garita del “corrector”, quien con cigarro en boca y camuflado vaso de vino debajo de la mesa, realizaba un “riguroso” análisis de los textos con su lápiz corrigiendo los posibles “gazapos,” siempre involuntarios, de los redactores. Una vez dado de paso por este personaje, los textos pasaban a los linotipistas quienes convertían en líneas de plomo todo lo escrito en papel. Mientras, los cajistas iban confeccionando los titulares y cabeceros letra a letra, ajustando debidamente los textos en plomo, con fotos, ilustraciones anuncios y demás, hasta completar cada página en dobles planchas… Bien, el periódico estaba listo para ser impreso por la gran máquina rotaplana, pero… ¡ojo! primero se tiraban (editaban), unos ejemplares que había que llevar a “la firma”. Esto consistía que el botones o conserje del periódico debía de ir, generalmente en bicicleta, (lloviese o nevase) hasta la Delegación local del Ministerio de Información y Turismo, llevando dos ejemplares al “censor” de

turno para que una vez revisado con su temido lápiz rojo, lo diese por bueno, sellase y “firmase” con su puño y letra dando a entender que ya estaba bendecido y listo para su publicación. Hasta aquí todo estupendo pues una vez que el conserje regresaba a los talleres con los ejemplares firmados y sellados, podía comenzarse a editar el periódico del día; calculen que todo esto podía estar ocurriendo aproximadamente a partir de las cuatro de la madrugada. Pero la cosa cambiaba si por un casual esa noche el “censor” tenía el ojo torcido y escudriñaba más de la cuenta buscando no se que extrañas conspiraciones judeo-masónicas-marxistas en algún rincón del sacrosanto periódico. Entonces, el siniestro lápiz rojo comenzaba a “funcionar” e inquietantes círculos empezaban a circunvalar cabeceros, textos, ilustraciones, chistes o fotos,(según los casos) y el sufrido conserje aparecía en los talleres con el ejemplar de prueba garabateado por la censura y sin ser sellado ni firmado para poderse editar…Pueden imaginar los juramentos y despropósitos que salían de las bocas de los sacrificados trabajadores al tener que levantar planchas, cambiar titulares o rehacer textos en linotipias, según fuese la parte censurada….El ambiente en talleres nada tenía que ver con el carácter pío y ejemplarmente moral que presumía un diario del Opus. Como anécdota a esto de la censura, puedo comentar que personalmente para publicar un chiste diario, tenía que dibujar al menos media docena de ellos que debía presentar al redactor jefe y en muchos casos éste me remitía al director que era el censor final de todo. Aquí aparece, ilustrando este artículo, algún dibujo que fue censurado por entender que era capcioso y llevaba “doble intención”. Aún así entre el redactor de local Germán y yo, conseguimos a veces “colar”

algún

mensaje

subliminal

camuflado entre aparentes textos inocentes.

MÁS COSITAS CENSURADAS

Hubo muchos más que por el “cabreo” personal, los tiré a la papelera de la Redacción en el mismo momento de ser censurados…

PEQUEÑA MUESTRA DE CHISTES PUBLICADOS (1966-1970)

POLÍTICA NACIONAL

Todavía no se como pudimos meter un “gol” a la censura con estos textos llamados “atrevidillos”

POLÍTICA MUNDIAL En política mundial había mayor tolerancia y más si te metías con la madre Rusia. Las modas de esos años era la guerra del Vietnam, China que daba problemas y el ya prepotente Israel con Dayan a la cabeza.

PEQUEÑA MUESTRA DE CHISTES PUBLICADOS (1966-1970)

PROBLEMAS SOCIALES Había que tocar con mucho tacto y sutileza los problemas sociales

PEQUEÑA MUESTRA DE CHISTES PUBLICADOS (1966-1970)

ESPECULACIÓN Y VIVIENDA Ya en aquellos años la especulación voraz con terrenos y vivienda era un hecho conocido…con el tiempo ha terminado como todos sabemos

PEQUEÑA MUESTRA DE CHISTES PUBLICADOS (1966-1970)

CHISTES “BLANDOS” Se llamaban popularmente “blandos” por tocar la actualidad dentro de un orden, disciplina, moral y no se cuantas virtudes más de la gente bien

ACONTECIMIENTOS El 16 de Diciembre de 1966, fallecía el genio de la animación Walt Disney. Tuve que ilustrar la noticia de un modo lo más impresionable posible

“BHUS”, aquél malvado búho egipcio

Pese al estricto control a que estábamos sometidos, otro de mis numerosos trabajos en este singular periódico, ya en los años 70, fue la creación de un tira cómica diaria en la última página con un curioso búho egipcio al que llamaba “BHUS”. El creador y guionista inicial fue Germán y como al Director no le convencía los textos demasiado “atrevidos”, (palabra muy utilizada), de un plumazo se erigió como guionista de la tira y claro, las consecuencias fueron de lo más desastrosas cara a los lectores…, y mucho más para quienes lo creamos. RESUMIENDO Estas son,- muy resumidas -, las aventuras vividas en los primeros años de mi andadura “periodística” llena de gratificantes experiencias y gratos recuerdos donde la fiebre reivindicativa juvenil fraguaba un preludio de lo que viví después a partir del 68 en la ardiente ciudad universitaria madrileña…pero eso es otra historia. Cuando el estado de ánimo me lo permita les obsequiaré con otra “maldad” de este mismo tema, en años y lugares posteriores con circunstancias que inevitable y afortunadamente cambiaron para mejor, aunque sinceramente, reitero que estos comienzos que ahora pueden parecer increíbles y con todas las circunstancias adversas del momento, los recuerdo con gran cariño y nostálgica ternura. El “otro” Jesús Trapote

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