Arraigados en Dios. Para leer la Biblia con provecho. Devocional Lecturas bíblicas diarias. Traducciones del alemán Zeit mit Gott

“Arraigados en Dios“ Para leer la Biblia con provecho Devocional Lecturas bíblicas diarias Traducciones del alemán “Zeit mit Gott” Tema: El Dios qu

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EN CONTACTO LECTURAS DIARIAS PARA UNA VIDA DEVOCIONAL SEPTIEMBRE 2016
E N C O N TAC TO L E C T U R A S D I A R I A S PA R A U N A V I D A D E V O C I O N A L S E P T I E M B R E 2 0 1 6 Construya su vida sobre un firme

Story Transcript

“Arraigados en Dios“ Para leer la Biblia con provecho

Devocional Lecturas bíblicas diarias

Traducciones del alemán “Zeit mit Gott”

Tema: El Dios que habla – El profeta Jonás cap. 1 (13 días)

Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización del editor. ©Diakonissenmutterhaus Aidlingen

El Dios que habla – El profeta Jonás cap. 1 (13 días) Día 1 Jon. 1:1-16; Ez. 22:30 Vamos a detenernos a estudiar el libro de Jonás y dejemos que hable a nuestro corazón, porque tiene un mensaje para nosotros. Sobre todo es el mensaje del amor de Dios hacia todos los hombres, precisamente también hacia las personas de Nínive a punto de ser juzgadas por su maldad. Y también es el mensaje de que Dios busca mensajeros que comuniquen su amor. “¿Quiero yo la muerte del impío? dice el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?” (Ez.18:23; 33:11; Is. 55:6.7) Jonás nos ha transmitido su historia con mucha franqueza. Seguramente estaba muy avergonzado por lo que Dios había hecho con Nínive y con él. (Lea Sal. 103:8.10.) “Vino palabra del Señor a Jonás, hijo de Amitai ...” Jonás era un profeta, un siervo del Señor. 2. Reyes 14:23-27 nos cuenta algo acerca del servicio anterior de Jonás: “Jeroboam ... restauró los límites de Israel ... conforme a la palabra del Señor ... la cual él había hablado por su siervo Jonás ... porque el Señor miró la muy amarga aflicción de Israel; ... que no había quien diese ayuda a Israel ... por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo de Joas.“ Se trataba de Jeroboam II; esto nos indica la época en que vivió Jonás; un período en el cual comenzó la decadencia moral y religiosa del pueblo de Israel. Los profetas Amós y Oseas, contemporáneos de Jonás, también lo mencionan. (Lea Am. 1:1.2; 2:6 ss; Os. 1:1-6.) “Dios se mueve y va tejiendo los hilos de la historia.” (C.D.B.) (Lea Ro. 15:4.)

Día 2 Jon. 1:1.2; 2.P. 3:9 Posiblemente Jonás haya sido aprendiz de Eliseo (G. Maier). Tal vez recibió instrucción en alguna de las escuelas de profetas, como las que tenía Samuel, Elías y Eliseo. De la época de Eliseo sabemos que Dios no sólo cuidaba de su pueblo Israel y Judá, sino que salvó también al sirio Naamán. ¡El amor de Dios no tiene fronteras! (Lea Jn. 3:16; 10:16; 1.Ti. 2:4-6.) Durante la época de Jonás el amor de Dios para con un pueblo pagano se manifestó de manera muy clara: “Vino palabra del Señor a Jonás hijo de Amitai, ... diciendo: Levántate y vé a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella.” Dios necesitaba un hombre para hablar a la gran ciudad de Nínive. “Enséñame, Jonás, pero no el odio. ¿Qué Nínive es idólatra y perversa? Tú y yo, Jonás, tenemos un mensaje que Dios nos ha confiado para ella. Dame tu verbo rápido y conciso, tu voz adamantina y verdadera, para que aquel que mi advertencia escuche en polvo y ceniza se arrepienta. Que yo doy voces y mi voz se pierde en la expansión de una ciudad desierta. Y cuando nuestra Nínive podrida vuelva a Dios su mirada plañidera y Dios derrame, como sabe hacerlo, misericordia y gracia sobre ella, entonemos tú y yo sus alabanzas.” (Santos García Rituerto)

En el principio de su ministerio, Jonás había obedecido a Dios transmitiendo Su mensaje. Era algo grande que Jonás pudiera transmitir al rey Jeroboam las promesas de Dios y que estas promesas se cumplieran. Y ahora, Jonás también oye las palabras de Dios. Pero, qué insólito es lo que Dios le dice: “Levántate, vé a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella.”

Jonás debía predicar contra Nínive, “su maldad ha subido delante de mí.” Dios sabía todo lo que pasaba en Nínive; nada estaba escondido ante Sus ojos. La luz de Dios lo penetra todo, alumbra hasta las profundidades. Si Ud. tiene la impresión de que Dios está en contra suya, que tiene algo contra Ud., lo único que debe hacer es volverse a Él, arrepentirse, cambiar de actitud y entonces Él estará a su favor. (Lea Sal. 34:17; Is. 66: 2; Jl. 2:13; 2.Co. 7:10.) “El verdadero cristiano desea el bienestar aún de sus enemigos.” (G. Robinson)

Día 3 Jon. 1:1-3; Jer. 23:23.24 “Levántate y vé a Nínive ...” Jonás escuchó y se levantó, pero no fue a Nínive sino que salió en dirección opuesta. ¿Escuchó mal? ¡NO! Se fue sin responder al Señor, sin hablarle de su miedo, incapacidad y falta de disposición. “Y Jonás se levantó para huir de la presencia del Señor a Tarsis.” “Y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis [situada probablemente en el suroeste de España]; y pagando su pasaje, entró en ella para irse ... lejos de la presencia del Señor!” (Lea Gn. 3: 8; 4:16; Pr. 4:25-27; Job 1:12; 2:7.) “Jonás se alejó calladamente queriendo esconderse de la presencia del Señor. Incluso pagó su pasaje, pensando que con esto había dado punto final al asunto. No quería ver la verdad; trataba de huir de la mirada divina. Pero finalmente experimentó aquello que deseaba evitar: los ojos de Dios estaban sobre él.” (E. Rüesch) (Lea Job 34:21.22; 31:4.) Aparentemente las circunstancias favorecían el plan de Jonás; todo marchaba de acuerdo a sus deseos. Si algo anda bien, uno puede tomarlo como confirmación de parte de Dios. Pero aún así, la meta de Jonás y ese viaje no estaban de acuerdo con la voluntad de Dios. Uno no debe dejar que las circunstancias decidan luego que Dios ha hablado. “Si Dios ha hablado hay una sola meta, obedecerle.” (C.D.B.)

Día 4 Jon. 1:3; Is. 30:1 Un joven estudiante escribe: “Jonás huyó en una nave, yo montado en una bicicleta. Durante el semestre me había llamado la atención el “Proyecto 40-Hungría” organizado por Cruzada Estudiantil para Cristo, al cual fui invitado a participar. Pero, me decidí por un viaje de seis semanas de duración desde Heidelberg en Alemania hasta Gibraltar. Dios me señaló mediante tres cosas que pasaron durante nuestro viaje, que Él quería que yo estuviera en Hungría. Lo primero que sucedió fue que me robaron todo mi dinero. Pero continué viajando. Después robaron la bicicleta de mi amigo y continué mi viaje sin él. Finalmente me sobrevino una depresión muy profunda. Entonces me di cuenta que solamente quería satisfacer mi ambición y que estaba huyendo de Dios. (Lea Pr. 10:17; Stg. 4:13-15.) Dios me dio la disposición de cambiar de actitud y volver. Llegué a casa a tiempo para participar en el proyecto de Hungría. Después de esto percibí cuánto esfuerzo le había costado a Dios llevarme al lugar donde Él me quería usar.” (Lea Jon. 3:1-10; Mt. 28:19.20.) Dios mostró después a este joven que quería enviarle como embajador suyo a su universidad. “Dios te llama: ¡Vé por mí! Vé y ten valor el mensaje ha de salir, no te dé temor. Corre, avisa, llama y ruega, Su palabra dí Dios te llama: ¡Vé por mí! Dios te llama hoy: ¿y tú renunciarás? ¿vas a huir? ¿por los perdidos no trabajarás?

Si dices “No” a tu Señor, tu gozo perderás Dios te llama hoy: ¿irás? ¡Díle sí!, ¡entrégale tu voluntad! Y llenará tu corazón de paz. No sigas tu camino, él te hará capaz. Dios está contigo. ¿Por qué no vas?” (Canción cristiana)

Día 5 Jon. 1:2.3; Hch. 26:16-19 “Levántate y vé...” “Parece fácil obedecer esta orden, pero a algunos les resulta extremadamente difícil cumplirla. Es fácil cuando uno conoce a Aquel que la dio, cuando uno confía en Él para todas las situaciones de la vida; es sencillo si uno cuenta con el Señor, pero es imposible ir a Nínive si uno no renuncia a su propia vida.” (H. Kemner) “¡Se busca supervisor de construcción en África!” Este anuncio apareció en el boletín de una agencia misionera, cuya meta era reclutar expertos para el servicio en el tercer mundo. Un ingeniero de 66 años, reaccionó inmediatamente y se puso en contacto con la agencia. Dijo que podría supervisar la construcción de dos hogares estudiantiles en África. Y aunque su esposa, sorprendida, tuvo que cerrar su tienda sin pensarlo, él dijo: “Si Dios nos llama, nos vamos.” (Lea 1.Jn. 3:16; Mt. 9:36-38; Jn. 4:34-36.) Levantarse significa dejar atrás, separarse de seres queridos y cosas de valor, aceptar cambios que nos cuestan. Los sacrificios deben ser de corazón, fruto de la obediencia al Señor. “Por el camino de tus mandamientos correré...” (Sal. 119:30.32; lea Jn. 1:41.42; Ro. 9:1-3; 10:1; 1.Co. 9:19-23). Muchísimas más personas podrían ser salvadas si todos los creyentes obedecieran; y muchísimos más estarían en el campo misionero o en el servicio de Jesús. “Señor, heme aquí, envíame a mí.” (Is. 6:8)

Día 6 Jon. 1:3; 2.Cr. 24:20 “Y Jonás se levantó para huir ... a Tarsis” “Jonás quería ignorar el llamado de Dios yéndose lejos. Esperaba poder olvidarlo durante el largo viaje en barco y pensar en otra cosa, gozando de la vida placentera en aquella ciudad. ¡Cuántas veces sucede que alguien oye la voz de Dios bien nítida, quizás durante una enfermedad, o en un culto, durante un retiro, o al leer Su Palabra! Pero tiene otros planes y deseos propios que no está dispuesto a dejar atrás; entonces se esfuerza por no escuchar a Dios y enterrar toda inquietud. Muchos viajes se hacen por esta razón. Demas viajó a Tesalónica, porque el amor al mundo le había vencido. (Lea 2.Ti. 4:10; Lc. 9:62; 16:13; 1.Co. 10:12; He. 3:12-14.) Juan Marcos también volvió a Jerusalén abandonando el servicio encomendado; pero no tuvo tranquilidad hasta que retomó la lucha al lado del apóstol. (Lea Hch. 13:13; Col. 4:10; 2.Ti. 4:11; Sal. 18:20-22; 139:23.24.) Jonás tuvo que pagar mucho dinero por el pasaje a Tarsis; cuesta huir de la presencia del Señor; perdemos el gozo, la paz, la seguridad, la conciencia limpia. Podemos llegar al punto de decir: Cuesta demasiado seguir a Jesús; pero cuesta mucho más huir de su presencia” (E. Rüesch) “Una vida sin Dios cuesta tu alma. ¿Y una vida con Dios? Para eso el precio ya ha sido pagado.” (E. Rüesch) Enséñame, Jonás, pero no a huir ni a renegar por enramadas secas.

¿Adónde huirás del Dios que va contigo si a donde vayas sin querer le llevas? (Santos García Rituerto)

Día 7 Jon. 1:4.5; Am. 4:13 “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.” Jonás se sentía seguro, pero “el Señor hizo levantar un gran viento...” Tanto la tripulación del barco como Jonás se dieron cuenta de que Dios estaba detrás de esa tempestad. Jonás no había logrado huir de Su presencia. ¿No conocía Jonás el salmo de David? “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.“ (Lea Sal. 139:7-12; 119:168; Pr. 5:21.) ¿Qué pasó con este siervo de Dios que, cegado por el miedo y queriendo hacer su propia voluntad, ya no quiere escuchar la voz de Dios? Nos llama la atención la dirección descendente por la cual va: Jonás descendió a Jope, descendió bajando al interior de la nave, fue descendiendo cada vez más. ¡Jonás! ¡Presta atención! ¡Este descenso es demoníaco! ¿A dónde te llevará? ¿En qué terminará esto? La desobediencia, como todo pecado, es como descender de la altura de la comunión con Dios hacia abajo. Empezamos a descender tan pronto como haya alguna cosa que nos separa de Dios, tan pronto como hacemos nuestra voluntad rechazando a Dios. El camino que eligió Jonás al decir ‘no’ a Dios, no termina en el interior de la nave donde se sentía tan seguro. Fue imposible detener la bajada. Le llevó a las profundidades del mar. “Descendí a los cimientos de los montes” (Jon. 2:4-7; lea Pr. 14:12; 16:25; 1.S. 15:22.23). “Cuando uno se propone frustrar los planes de Dios, se levanta una tempestad.” (G. Robinson)

Día 8 Jon. 1:4.5; Ap. 3:20 “Pero el Señor hizo levantar un gran viento en el mar.” Cinco veces leemos en la historia de Jonás que el Señor hizo o preparó cierta cosa: “Pero el Señor tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás...” (1:17). “Y preparó Dios una calabacera,...” (4:6). “... Dios preparó un gusano...” (4:7). “... Preparó Dios un recio viento solano...” (4:8). Dios preparó todo. Todas esas cosas fueron medios que Dios utilizó como mensajeros para Jonás. Es importante que reconozcamos los mensajeros de Dios en todo lo que pasa a nuestro alrededor y que estemos dispuestos a dejar que actúen en nuestra vida. Son mensajeros del amor, de la corrección, que nos quieren sacar del error. Dios buscó a Jonás y no se apartó de él, quería tenerlo a Su disposición, quería usarlo para salvar la gran ciudad de Nínive. Por eso le hizo volver. (Lea Ef. 1:4.5; 1.R. 19:9-18; Sal. 104:4; Mr.4:37-41.) La tempestad fue un mensajero de Dios para Jonás. Muchas veces no reconocemos los mensajeros de Dios que se presentan en distintas formas. La confusión genera amargura: ¿Qué he hecho yo para que Dios me castigue así? Pero no se trata de un castigo, sino de una corrección, porque Dios quiere traerle otra vez al hogar, a la comunión con Él. Porque Él le ama y porque ud. es importante para Él, Dios utiliza todos los medios para volverle a Su presencia. “Con cuerdas de amor los atraje” (Oseas 11:4). No parece ser amor – la tempestad, el mar embravecido, la vergüenza – pero, a pesar de todo, ¡es amor! (Lea Os. 13:16-14:1; Mi. 7:18.19.) “El sufrimiento abre la puerta del corazón para que la Palabra entre más fácilmente.” (Richard Baxter)

Día 9 Jon. 1:5.6; 1.Ts. 5:5.6 “Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir. Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.“ El siervo de Dios está durmiendo. – El profeta durmiendo. Tiene una tarea de parte de Dios y ¡está durmiendo! Muchos están en peligro, y él está durmiendo. Arriba está rugiendo el huracán – pero Jonás duerme profundamente. ¿Cómo podía Jonás dormir en esas circunstancias? No participaba en las oraciones, ni tampoco en el duro esfuerzo de los marineros para salvar la nave. La desobediencia y la infidelidad a Dios nos llevan a que seamos vencidos por el cansancio, siendo víctimas de la apatía e indiferencia. (Lea Pr. 6:4.5.10.11; Mt. 26:40.41.) ¡El mundo necesita que nosotros, los creyentes, estemos despiertos! ¿Estamos soñolientos? ¿Somos de los que están dormidos? ¡Nosotros tenemos la solución del problema, poseemos el mensaje salvador del evangelio! Pablo escribe a los cristianos en Éfeso: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos...” ¿Qué quiere decir? Quizás tengamos que admitir que somos indiferentes a los sufrimientos y las tragedias que ocurren a nuestro alrededor. Pensamos: “no importa, con tal que nadie me moleste a mí.” Habiendo huido de la presencia de Dios, el profeta ya no espera nada de la vida. El que huye de Dios, huye de la vida; A quienes vuelven a Él, no los echa fuera. (Lea Jn. 6:37; Ef. 5:14; Is. 52:1.2; Jer. 20:9; Jn. 9:4.) “Muchos cristianos están durmiendo la “linda siesta evangélica”. ¿Qué está haciendo ud.?” (C.D.B.)

Día 10 Jon. 1:6; Is. 29:15 Dios utiliza al patrón de la nave para despertar a Jonás: “¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios...” Es vergonzoso que un hombre pagano tenga que decirle al siervo de Dios que ore, y obligarlo a tomar su responsabilidad. Sucede a menudo que personas ajenas a la fe ven nuestras faltas más rápidamente que nosotros mismos. (Lea Gn. 20:1-13; 1.S. 2:27.29.) Quizás vivimos muy seguros de nosotros mismos. Ya no somos humildes y sensibles escuchando la voz de Dios; no vivimos para servir a otros. Necesitamos despertar y ver en qué situación estamos. ¿Será que la infidelidad en nuestra vida paraliza nuestra oración y el dar testimonio de nuestra fe? Jesús quiere actuar en nuestros días, eso está claro y nosotros no debemos ser un impedimento. Él desea ayudarnos a estar alertas. Jesús nos pregunta hoy lo mismo que con tristeza preguntó a Sus discípulos en Getsemaní: “¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?” Ha llegado la hora de levantarnos del sueño. (Lea Ro. 13:11-14; Mr. 13:35.36; Lc. 12:35-40.) Dios tiene muchos medios para despertarnos y hablarnos sobre nuestra condición y nuestra responsabilidad. “... He aquí, todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre, para apartar su alma del sepulcro y para iluminarlo con la luz de los vivientes.” (Job 33:15-18.29.30)

“¿Tendrá que enviarnos Dios una tormenta, por estar nuestra conciencia tan dormida?” (C.D.B.)

Día 11 Jon. 1:7; Pr. 16:33 Mientras el capitán habla con Jonás, la tripulación trata de averiguar quién tiene la culpa de la desgracia. “y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.” ¿Por qué no cayó la suerte sobre uno de los marineros? ¿Habían pecado menos que Jonás, el siervo de Dios, el profeta? La suerte cayó sobre Jonás, porque él, siendo siervo de Dios, había pecado huyendo de la presencia de Dios. Jonás sabía que se trataba de él, antes que hablase la suerte. “Pusiste nuestras maldades delante de ti. Nuestros yerros a la luz de tu rostro” (Sal. 90:8; lea Jos. 7:3-21; Mal. 2:7). “Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?” (v.8) Los marineros tenían todo el derecho del mundo de preguntarle así. Todavía rugía la tempestad. Jonás que pensaba viajar de incógnito, se vio obligado a confesar que era siervo de Dios (v.9): “Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.” Nos gustaría preguntarle a Jonás: ¿Realmente todavía temes a Dios? Porque has actuado como si no tuvieras ningún Dios. Le desobedeciste y lo traicionaste al huir de Su presencia. Algo debe haber pasado en Jonás. ¿Se habría dado cuenta de la locura que fue huir? Los marineros se asustaron aún más y le dijeron: “¿Por qué has hecho esto?” (v.10). La confesión de Jonás confirmó la decisión de la suerte: Jonás era culpable. (Lea Sal. 130:3.4.) “Cuando Dios interviene, la suerte está echada.” (L.B.)

Día 12 Jon. 1:11-16 Los marineros preguntaron a Jonás: “¿Qué haremos contigo? ... Él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará...” Jonás no rogó por su vida, tampoco pidió que Dios calmara la tempestad, sino que dijo: “... yo sé que por mi causa ha sobrevenido esta gran tempestad sobre vosotros.” El mismo hombre que quería salvarse de ir a Nínive, en aquel momento estaba dispuesto a entregarse a la muerte, para que la tripulación de la nave fuera salvada. La confesión de Jonás abarcó dos cosas: Sabía que merecía la muerte, porque había pecado contra Dios; y sabía que era culpable de la desgracia que les había sobrevenido. La confesión de la culpa es el primer paso al perdón y al restablecimiento de la relación con Dios. Viviendo en pecado, somos una desgracia para nuestro entorno. No sólo cargamos de culpa nuestra conciencia, sino que dañamos también a otros por nuestro pecado. Pero Dios dice: “... pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados! ¿Es ésta promesa también para Jonás? ¡Para Jonás, para ud. y para mí! “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.” (Lea 2.S. 12:13; Sal. 51:1-12; Lc. 18:9-14.) “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados , y limpiarnos de toda maldad” (1.Jn. 1:9). Enséñame, Jonás a ser valiente: > Un submarino vivo irá al rescate y nos traerá a la abandonada senda (Santos García Rituerto)

Día 13 Jon. 1:13-16; Sal. 107:23-31 La tripulación no actuó inmediatamente de acuerdo al consejo de Jonás. Una vez más todos se esforzaron para salvar la nave “... más no pudieron...” (v.13). ¿Qué hacer? ¡No podían vencer las olas! Entonces sucedió algo maravilloso. Se levantó la primera oración conjunta dirigida al Dios verdadero, Creador del mar y de la tierra. “... Te rogamos ahora, Señor, que no perezcamos ...” (v.14). “Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor” (Sal. 89:8.9; 93:3.4). “Y temieron aquellos hombres al Señor con gran temor, y ofrecieron sacrificio al Señor, e hicieron votos.” Jonás fue entregado al mar, a la muerte, pero toda una tripulación conoció al Dios vivo y verdadero. Sintieron Su presencia, le ofrecieron sacrificios e hicieron votos. Se propusieron servir al Dios viviente a partir de aquel momento, como lo hizo también Naamán, el general sirio. “De aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.” (Lea 2.R. 5:15-17; Dn. 4:34.) Dios amaba a la tripulación del barco así como amaba a la gente que vivía en Nínive. Y también amaba a Jonás que, habiendo sido echado a las profundidades del mar, estaba en gran angustia. Entonces surge la pregunta: ¿Lo abandonará Dios? Pero sabemos certeramente que Dios no abandonará a su siervo. (Lea Jer. 29:11-14; Is. 1:16-18; 44:2226.) “Porque el Señor al que ama disciplina y azota a todo el que recibe por hijo” (He. 12:6).

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