ARTICULO. Juntos, Pero no revueltos La recogida selectiva de vidrio, papel, cartón y evases ligeros en La Rioja avanza a buen rtimo

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ARTICULO Juntos, Pero no revueltos La recogida selectiva de vidrio, papel, cartón y evases ligeros en La Rioja avanza a buen rtimo

Seguro que todos nosotros nos hemos preguntado en más de una ocasión de dónde demonios sale tanta basura. "Parece increíble, si sólo estamos tres personas en casa y hay días que tengo que bajarla dos veces…". Frases como ésta las hemos escuchado a menudo y seguramente las hemos pronunciado nosotros mismos. Lo triste del asunto es que no son exageraciones, sino un fiel reflejo de la realidad.

Botellas, frascos, tarros, restos de comida, papeles, cartones, latas, envases de aluminio, bricks, plásticos... Nuestros hogares son una inagotable fuente de residuos. Antes, todos estos residuos que “nacían” juntos terminaban también juntos, mezclados unos con otros en los vertederos. Poco a poco, los ciudadanos vamos comprendiendo el inmenso problema que esto supone, y hoy ya son miles los hogares riojanos que no dejan que la basura que se genera en sus casas llegue a los contenedores revuelta.

El volumen de residuos que genera nuestra sociedad no para de crecer y nuestros hogares son el mejor exponente de esta tendencia. Basta con fijarse en algunos ejemplos: no hace tantos años era algo habitual bajar a la tienda con las botellas vacías de vidrio y dejarlas allí para su reutilización a cambio de unas cuantas pesetillas, hoy en cambio casi todos los envases de vidrio son de usar y tirar; antes muchos productos se vendían a granel, hoy incluso los productos frescos como frutas, verduras, carnes y pescados se ofrecen muchas veces dentro de envoltorios de diferentes materiales; por si esto fuera poco, los productos envasados dan una importancia creciente al continente sobre el contenido, y así lo normal es encontrar una caja de cartón que en su interior lleva una bolsa plastificada que a su vez envuelve una bandeja en la que hay unos cuantos bombones, todos ellos envueltos en su correspondiente papel o plástico. Casi nada. Todo esto se traduce en una ingente cantidad de residuos de todo tipo de materiales, colores y tamaños que salen a diario de nuestras cocinas, de nuestros cuartos de baño, de todas las estancias de nuestras casas. La cantidad y la composición de estos residuos poco tiene que ver con la de hace unas décadas. A principios de los setenta, cada español generaba algo más de medio kilo de basura al día, mientras que en la actualidad la cantidad de basura generada por habitante ronda 1,25 kg. Por lo que respecta a la composición, ha disminuido la proporción de materia orgánica y de cenizas y se ha incrementado el contenido de papel y cartón, plásticos y, en general, residuos de envases: de vidrio, metálicos, cartones de bebidas, etc.

De cada botella de vidrio que se recicla se puede obtener una nueva

Afortunadamente, este aumento en el volumen de residuos y en la variedad ha traido consigo también la puesta en marcha de soluciones y medidas para tratar de que esta tendencia, para muchos inevitable, de la actual sociedad de consumo haga el menor daño posible al medio ambiente.

Desde el punto de vista normativo, la década de los noventa se ha caracterizado por la proliferación de leyes y planes de todo tipo en las que se reconoce la urgencia de solucionar el problema de los residuos urbanos, y se marcan unos objetivos a cumplir a medio y largo plazo. En estos años, junto a diversas Directivas europeas sobre la materia, han aparecido la Ley 10/98 de Residuos, la Ley 11/97

de Envases y Residuos de Envases y el Reglamento que la desarrolla y, en nuestra región, el Plan Director de Residuos de La Rioja 2000-2006. En el aspecto organizativo, se han construido y mejorado las infraestructuras necesarias para la recogida y tratamiento de los residuos que generamos en pueblos y ciudades. Y desde el punto de vista de la sociedad, la mayoría de nosotros como ciudadanos vamos comprendiendo la importancia que esto tiene y vamos colaborando cada vez en mayor medida en la solución a este problema, tanto con nuestra implicación personal como con la inculcación de hábitos más sostenibles a las nuevas generaciones. Los colores del reciclaje La mayor parte de los materiales que componen ese kilogramo largo de basura que cada uno de nosotros generamos al día pueden aprovecharse nuevamente. Plásticos, metales, aluminio, vidrio, papel y cartón, entre otros, sirven como materia prima para fabricar otros objetos. Permitir que acaben sus días en un vertedero es, además de un ataque a nuestro medio ambiente, un despilfarro de recursos que no podemos ni debemos permitirnos. Existe otra opción mucho más inteligente: apostar por el reciclaje y por la actividad que permite que este se lleve a cabo, la recogida selectiva. Si echamos la vista a trás tal vez recordemos cómo hace poco más de veinte años, a comienzos de la década de los ochenta, las basuras se recogían puerta a puerta, en bolsas que se depositaban por la tarde en las aceras. Pronto este sistema dio paso a los contenedores con lo que se mejoró en higiene, rapidez y seguridad. Primero fue un solo contenedor en el que se mezclaban todos los residuos que salían de nuestras casas. Pero enseguida las cosas volvieron a cambiar.

En 1987 las calles de La Rioja estrenaron un nuevo contenedor en el que teníamos que depositar las botellas y tarros de cristal. El vidrio fue el primer material con el que dio comienzo la recogida selectiva tanto en España como en La Rioja. Enseguida los iglús verdes encontraron compañero de acera. En 1994 llegaron los contenedores azules para la recogida de papel y cartón. Y, cinco años después, en la primavera de 1999, la recogida selectiva llegaba a los envases ligeros y un nuevo color de contenedor, el amarillo, se colaba en nuestra vida cotidiana. Este proceso, que así resumido apenas ocupa unas líneas, ha supuesto un giro de ciento ochenta grados en la gestión de los residuos domésticos y una auténtica prueba de madurez para todos y cada uno de nosotros que somos, en definitiva, los únicos que podemos conseguir que el ciclo del reciclaje se cierre o, por el contrario, que los residuos se queden sin aprovechar.

Cuando entre en funcionamiento el Ecoparque de La Rioja, los envases ligeros se enviarán allí para su clasificación

Los contenedores, las plantas de transferencia, de triaje y el resto de instalaciones de reciclaje y valorización de residuos son eslabones de una cadena que se inicia en nuestras casas cada vez que introducimos un residuo en la bolsa de basura. Si separamos los residuos en origen, y cada uno termina en su contenedor específico, la cadena seguirá y habremos contribuido a la consecución de numerosos beneficios ambientales. Cifras muy positivas

En La Rioja, la gestión de la recogida selectiva de vidrio, papel y cartón y envases ligeros la realiza el Consorcio de Aguas y Residuos. Las estadísticas de la recogida selectiva en La Rioja en los últimos años ponen de manifiesto el esfuerzo que han realizado la administración y el conjunto de la sociedad riojana para llevar a cabo una correcta separación y gestión de los envases. Con un gesto tan sencillo como el de separar los tarros, frascos y botellas usados para depositarlos en los iglús los riojanos conseguimos recuperar el pasado año 4.875 toneladas de vidrio, un 80% más que en 1999, y bastante más del triple que en 1996. Para comprender lo que estas cifras representan basta con saber que el envase de vidrio es 100% reciclable, es decir, que a partir de un envase utilizado puede fabricarse uno nuevo que puede tener las mismas características que el primero. En este momento, en las calles de la Rioja hay 811 contenedores para la recogida selectiva de este residuo. El 100% de la población riojana Cadena de clasificación de dispone de un iglú para el reciclado de vidrio. Concretamente, los riojanos envases ligeros cuentan con un iglú verde por cada 347 habitantes, cifra que incluso ha superado los objetivos establecidos por nuestro Plan Director para el año 2006, momento en que se pretendía que hubiese un contenedor de vidrio por cada 385 personas. En los últimos años La Rioja se ha situado a la cabeza de las Comunidades Autónomas en cuanto a la recogida selectiva de envases de vidrio, no sólo por el esfuerzo realizado en contenerización, donde hemos mejorado sensiblemente la media nacional que se sitúa en un contenedor por cada 400 habitantes, sino también en cuanto a la respuesta ciudadana. Cada riojano recicló el pasado año 17,3 kilogramos de vidrio, cifra sólo superada por el País Vasco y Baleares. Papel y cartón son otros de los residuos con más tradición en el mundo del reciclaje. 128 municipios que representan al 99,1% de la población de La Rioja disponen hoy en día de infraestructuras para la recogida selectiva de este residuo.

En los últimos años, la recogida selectiva de papel y cartón también se ha reforzado conside-rablemente, tanto por el incremento del número de contenedores como por el aumento de las toneladas recogidas. En 1996 los riojanos depositamos 680 toneladas de este residuo en los contenedores azules; en el año 2000 ya superábamos las 3.700 toneladas y, el pasado 2003, se recogieron 5.225 toneladas de papel y cartón para reciclar. A esta progresión ha contribuido, sin duda, el incremento del parque de contenedores que ha pasado de 452 en el año 2000 a 767 contenedores a finales de 2003. Esto significa que si hace sólo cinco años había un contenedor azul por cada 571 habitantes, ahora en La Rioja tenemos uno por cada 364 personas, lo que cumple una vez más las expectativas que el Plan Director marcaba para el año 2006. La tasa de recogida de papel por habitante y año se sitúa en 18,7 kg. En La Rioja, en la actualidad, se recogen 18,7 kg. de papel y cartón por habitante y año Los últimos contenedores que se integraron en el paisaje de los pueblos y ciudades de La Rioja fueron los contenedores amarillos destinados a la recogida de plásticos, materiales férreos, latas de aluminio y envases tipo brick, lo que se conoce como envases ligeros. La llegada de este tercer contenedor vino acompañada de la puesta en marcha de una campaña de información y sensibilización ciudadana con el lema “Separar para reciclar”. El objetivo de esta campaña que se ha repetido en estos últimos años era enseñar a la población a distinguir los envases recuperables y mostrarles dónde se deben depositar cada uno de ellos.

Los resultados, una vez más, han sido satisfactorios. En 1999, primer año que se empezaron a recoger este tipo de envases, había 985 contenedores en los que se obtuvieron 359 toneladas de residuos para reciclar. En 2003 había ya 1.758 contenedores y la recogida ascendió a 2.647 toneladas. En estos cinco años se ha multiplicado por siete la cantidad de envases ligeros recogidos y se ha pasado de recoger 2,5 kg. por habitante y año a recoger 9,5 kg. Junto a estos residuos “mayoritarios”, de nuestros hogares salen también una variada colección de objetos, desde pilas de botón a A finales de 2003 había en La muebles, pasando por otros como ropa usada o electrodomésticos Rioja 811 contenedores para la que se suelen incluir en el epígrafe de “otros” en las tablas de recogida de vidrio, 767 para composición media de los residuos. El Plan Director de Residuos de papel y cartón y 1.758 para La Rioja estima que estos residuos “varios” representan, en peso, el envases ligeros 14% del total. Muchos de ellos son objeto de recogidas específicas, o a través de Puntos Limpios o del sistema de recogida puerta a puerta. Pero alguno de estos residuos también cuentan ya con su propio contenedor en nuestros municipios. Es el caso de las pilas, uno de los residuos domésticos más contaminantes, especialmente las llamadas pilas de botón. Con una sola de estas pilas se contaminan 600.000 litros de agua, los que se bebe una familia de cuatro miembros a lo largo de su vida. En el año 2000 se acordó la implantación de un servicio consorciado de recogida y tratamiento de pilas usadas basado en la colaboración entre los municipios, el Consorcio de Aguas y Residuos y la administración regional. Cuando se puso en marcha el programa Regional, a mediados de 2001, se habían adherido al mismo 72 municipios, con un total de 141 contenedores instalados y 50 cajas para establecimientos colaboradores. A estos datos hay que añadir los del municipio de Logroño que mantiene su servicio basado en la utilización de los contenedores como soporte de publicidad comercial, con contenedores de exteriores y contenedores de exterior en centros públicos. En la actualidad el 93% de la población riojana dispone de servicio de recogida de pilas usadas mediante contenedor específico. Hay 108 contenedores de pilas en Logroño y otros 188 repartidos por diferentes municipios. A lo largo de 2003 se recogieron 27.000 kg de pilas. La media de recogida por habitante y año se sitúa en 0,103 kg. Todos estos datos ponen de manifiesto que la cultura de la recogida selectiva va calando en todos nosotros. Pero estas cifras de toneladas que se reciclan, que nos pueden parecer muy elevadas, representan todavía una parte pequeña dentro del total de los residuos urbanos. En el año 2000 el destino del 94% de los residuos urbanos de La Rioja era el vertido controlado y sólo el 6% restante se reciclaba. Para el año 2006 el objetivo es lograr un 22% de reciclaje de residuos de envases, un 48% de valorización de materia orgánica y un 30% de vertido controlado. Por ahora vamos por el buen camino. Si no recicláramos los vertederos abundarían, se haría un uso menos racional de la energía y las materias primas naturales escasearían antes. La recogida selectiva es la vía para conseguir unas gestión más racional y lógica de los residuos sólidos urbanos. Sin embargo, no debemos olvidar que el reciclaje es la última de las "erres" de ese ya famoso eslogan que pretende conducirnos hacia un mundo más sostenible y con mayor calidad de vida. Es importante reciclar, pero es aún mucho mejor reducir y reutilizar. Cuantos menos residuos generemos, menos tendremos que preocuparnos por tratarlos. Cuanta mayor vida le demos a un producto, más tardaremos en necesitar otro que al final, como el primero, acabará también siendo un residuo. Podrían llenarse varias páginas explicando las razones por las que los ciudadanos deberíamos gestionar de forma correcta todos y cada uno de nuestros residuos. Pero los datos son tan elocuentes que unos pocos ejemplos bastan para ver que la contrapartida a ese pequeño esfuerzo merece realmente la pena. Cada botella o tarro de vidrio que termina en un vertedero permanece más de 3.000 años sin descomponerse. En cambio, por cada 3.000 botellas de vidrio que se vuelven a fundir se consigue ahorrar más de una tonelada de materia prima que no se tiene que extraer de las canteras, generar 1.000 kilos menos de basuras, reducir hasta en un 50% el consumo de agua necesario en la fabricación de nuevos envases de vidrio, disminuir la contaminación del

aire en un 20% y... tan sólo con la energía que ahorra el reciclaje de una botella se podría mantener encendida un bombilla de 100 watios durante cuatro horas. Una lata de aluminio que arrojemos al suelo tarda 500 años en desaparecer; mientras que con cada tonelada de aluminio recuperado ahorramos 29 barriles de petróleo, y con cada tonelada de plástico que reciclemos ahorramos otra tonelada de petróleo importado. De los envases elaborados a partir del plástico PET, el que se utiliza en las botellas de agua mineral, se pueden fabricar productos como jerseys, fibras o algunas alfombras. Los cartones de bebidas tipo brick contienen celulosa que se puede separar para elaborar sacos, bolsas o cartón ondulado; con el plástico y el aluminio se puede producir "mapolar", con el que se fabrica numeroso mobiliario urbano.

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