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“CARACTERIZACION Y PERFIL DE MADRES QUE CONSULTAN / CEDEN SUS HIJOS/AS PARA ADOPCION EN SENAME” Ministerio de Justicia Servicio Nacional de Menores D

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“CARACTERIZACION Y PERFIL DE MADRES QUE CONSULTAN / CEDEN SUS HIJOS/AS PARA ADOPCION EN SENAME”

Ministerio de Justicia Servicio Nacional de Menores Departamento de Adopción y Primera Infancia

Mayo 2007.

INDICE

MATERIA

Pág.

A) Descripción de Problema

3

B) Marco Teórico

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C) Propósitos y Objetivos

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D) Metodología

33

E) Presentación y Análisis de Resultados

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F) Conclusiones y Recomendaciones

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G) Bibliografía

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H) Sugerencias de modificaciones en ficha entrevista familia de Origen

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ANEXOS ANEXO Nº 1: INSTRUMENTOS ANEXO Nº 2: RESULTADOS

63 68

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“CARACTERIZACION Y PERFIL DE MADRES QUE CONSULTAN / CEDEN SUS HIJOS/AS PARA ADOPCION EN SENAME” A) DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA Coherente con la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y la doctrina de Protección Integral a la Infancia, que sitúan al niño/a y adolescente como sujetos garantes de derechos y conciben a la familia como espacio natural y principal responsable de su desarrollo, crecimiento y educación, el Servicio Nacional de Menores (SENAME), asume como misión el rol subsidiario en materia de restitución, promoción o protección de derechos de los niños/as y adolescentes, cuando la familia se ha visto incapacitada de cumplir responsablemente dichas funciones o cuando en el interior de la misma se ha cometido una grave vulneración. Dicha función es desarrollada a través de la oferta de programas especializados, en coordinación con actores públicos y privados, orientados a restituir los derechos que han sido vulnerados, ya sea a través de procedimientos encaminados a habilitar a la familia de origen, potenciar a otros referentes significativos dentro de su contexto familiar extenso o proporcionar al niño/a una familia adoptiva, de modo que pueda continuar su proceso de crecimiento y desarrollo en un ambiente familiar estable y nutricio, evitando los efectos de la institucionalización. Particularmente, en el caso de niños/as o adolescentes en situación de abandono, cuya familia de origen no ha podido o no ha querido asumir su cuidado responsable y de acuerdo a lo contemplado en el articulo 7° de la Ley N° 19.620 y 7° de su Reglamento, el SENAME -a través de sus Unidades de Adopción presentes en las 13 regiones y de sus organismos privados acreditados en materia de adopción1-, desarrolla el Programa de Adopción, definido como el conjunto de actividades tendientes a procurar al niño/a una familia responsable, el que contempla tres ámbitos o subprogramas fundamentales de acción: a) Apoyo y orientación a la familia de origen del niño/a, b) Recepción y cuidado del niño/a o adolescente, y c) Evaluación técnica de los solicitantes y su preparación como familia adoptiva. Específicamente, el Subprograma de Apoyo y Orientación a la Familia de Origen del Niño/a, está dirigido a las/los usuarias/os madres, padres biológicos o familias de origen en conflicto con su rol parental, quienes acceden 1 Fundaciones San José y Chilena de la Adopción, en la región metropolitana e Instituto Chileno de Colonias y Campamentos, en la sexta región

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a atención a través de demanda espontánea o derivados por Tribunales, Servicios de Salud, establecimientos de acogida a la mujer embarazada, centros de la red SENAME u otros organismos de la comunidad, en los cuales se ha planteado inicialmente su intención de ceder al niño/a en adopción, expresado sentimientos ambivalentes hacia el niño/a en gestación o manifestado su incompetencia para desarrollar su rol protector. Del mismo modo que el objetivo último en relación al niño/a es prevenir la vulneración de su derecho a crecer bajo el cuidado y protección de una familia responsable, el objetivo principal del subprograma es brindar asesoría psicosocial y jurídica a las personas en conflicto con su maternidad/paternidad, acompañándolas en su proceso de discernimiento en relación al futuro de su hijo/a, de manera que tomen una decisión libre, consciente e informada, ya sea que ésta concluya en la determinación de asumirlo/a responsablemente o en la de cederlo/a en adopción. Estas personas en general corresponden a mujeres que acuden y vivencian en soledad el proceso de toma de decisión en torno a ceder en adopción o asumir al hijo/a. Dentro de sus objetivos específicos, el subprograma considera: - Evaluar y orientar psicosocial y jurídicamente a la familia, a objeto de determinar conjuntamente si efectivamente se encuentra impedida de hacerse cargo del cuidado del niño/a. - Apoyar terapéuticamente a quienes han decidido cederlo/a en adopción, tanto para afrontar el proceso de duelo asociado a la vivencia de pérdida y/o separación, como para asumir las consecuencias legales y prácticas de su decisión. - Apoyar a la familia que ha decidido asumir al niño/a, activando redes de prevención del abandono y fortalecimiento de la parentalidad. - Coordinar acciones de capacitación y sensibilización al personal de instituciones que participan en procesos de adopción (Hospitales, Consultorios, Tribunales, etc), de modo de procurar una atención responsable y digna a quienes manifiesten su intención de ceder en adopción. - Promover acciones educativas generales sobre la prevención del abandono y visualización de inequidades de género que pudieran estarse promoviendo en el trato discriminatorio hacia las personas en conflicto con su parentalidad. Ahora bien, no obstante este subprograma está diseñado para atender al padre, madre o familia de origen que se encuentre en conflicto con su parentalidad, en la práctica destaca una demanda significativamente superior de mujeres que acuden y vivencian en soledad el proceso de toma de decisión en torno a asumir a su hijo/a o cederlo/a en adopción, ya sea porque presentan un embarazo no deseado o se sienten incapacitadas para ejercer su rol, razón por la cual buscan apoyo y orientación de los/as profesionales ejecutores/as del subprograma, a fin de esclarecer su decisión. Al respecto, entre el 2002 y 2005, se han atendido 1050 personas en conflicto con su parentalidad, de las cuales 1046 son mujeres y sólo 4 son hombres, apreciándose –de manera general- una diversidad de perfiles usuarios/as de

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orden social, educativo, económico y/o laboral, los que son necesarios de profundizar y contrastar con las generalizaciones o supuestos culturalmente transmitidos para identificar, valorar o incluso discriminar – negativa o positivamente - a este grupo de atención. De acuerdo a la experiencia acumulada por el Servicio así como por los Organismos Colaboradores acreditados, cabe destacar que estas mujeres acuden mayoritariamente a esta prestación al enfrentarse al dilema de saberse embarazadas y en condiciones poco favorables para ser madres, experiencia especialmente reforzada por el hecho de no contar con apoyo familiar. Gran parte de las mujeres atendidas “confiaba” fundada o infundadamente que el progenitor les brindaría apoyo para asumir adecuadamente su embarazo y por consiguiente al niño/a ya nacido/a, sin embargo, la realidad que deben enfrentar es la opuesta, transformándose la ausencia de éste en una de las principales razones para ceder al hijo/a en adopción. Situación que las hace percibir de manera más consciente, la soledad y el dolor que conlleva, la llegada de este hijo/a no planificado/a. La mayoría de estas madres son solteras y con más de un hijo, muchas de ellas han tenido historias de abandono, falta de protección de sus padres, provienen de familias uniparentales con graves conflictos intrafamiliares, con necesidades materiales y morales no satisfechas, todo lo cual conduce a un profundo daño afectivo que dificulta la relación con otros/as, incluso con su propio hijo o hija. Las motivaciones para la entrega de su hijo/a en adopción son múltiples: económicas, incapacidad para asumir su rol de madre, inmadurez emocional, falta de apoyo de su familia y del padre del niño/a, la situación en que se produjo la concepción (por ejemplo, violación, incesto), y otros. El embarazo es un problema para ellas y para su solución se han planteado múltiples alternativas: el aborto, hacerse cargo del hijo/a, o si conoce la posibilidad, entregarlo en adopción. En estas durísimas circunstancias es dónde los equipos de trabajo que tienen un contacto previo con ella, tal como profesionales de consultorios, hospitales, municipalidades entre otros, cumplen un rol importante de derivación y coordinación de la futura madre, con instancias que ejecutan este subprograma proporcionándole la asesoría requerida, antes y después de la entrega de su hijo en adopción, si ha sido ésta, la decisión. Es importante dar cuenta que más de la mitad de las madres atendidas en el subprograma terminan asumiendo a sus hijos/as biológicos/as, aunque la idea original hubiera sido entregarlo/a en adopción. Considerando que para la ejecución y supervisión de dicho subprograma, SENAME ha definido orientaciones técnicas, que demandan una continua revisión de estrategias para focalizar la atención y abordaje de dicho grupo usuario, agregada la situación de aislamiento en que estas personas tienden a permanecer previo a cualquier conexión con servicios de apoyo, muchas veces genera el paso a graves situaciones de abandono de sus hijos/as –de alto impacto en la comunidad-, es que se concibe como altamente relevante caracterizar fundadamente a dicho grupo, de modo de optimizar la calidad de la

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atención brindada por SENAME, en materia de accesibilidad, oportunidad, personalización, eficiencia y eficacia metodológica de la prestación. En consecuencia, el problema de investigación puede resumirse en la falta de conocimiento de las características de los progenitores que ceden a sus hijos/as en adopción, junto con los posibles factores causales que llevan a la familia a esta situación de conflicto para asumir su rol parental. Desconocer con precisión a dicho grupo, puede significar –en cambioperpetuar la no detección oportuna de situaciones de grave vulneración de derechos en niños/as, de otro modo posibles de revertir, así como errar o desviar la estrategia de trabajo, perdiendo recursos y efectividad en el logro de los objetivos esperados de este ámbito de acción. Teniendo presente las necesidades descritas, las cuales fueron detectadas al realizar la actualización del Diagnóstico en el PMG enfoque de Género en la etapa IV año 2005, es que se ha comprometido la realización de un estudio para el año 2006, definida como un “Estudio exploratorio con enfoque cuantitativo, cuyo objetivo es caracterizar a los usuarios padres, madres y familias de origen que consultan los Programas de Adopción por encontrarse en conflicto con su rol parental o porque han manifestado su intención de ceder a su hijo/a en adopción”.

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B) MARCO TEORICO El marco teórico que presentamos, tiene por propósito orientar el plan y el análisis de la información e insumo para la elaboracion de las conclusiones y recomendaciones que pudieran obtenerse en este estudio. 1. EL ENFOQUE DE GÉNERO, CONSTRUCCIÓN SOCIOCULTURAL DE LO FEMENINO Y MASCULINO. La configuración de la identidad personal es un fenómeno complejo, ya que intervienen tanto predisposiciones individuales como el proceso de socialización. Por lo tanto la adopción de una identidad personal es el resultado de un largo proceso, en que se configura el ser mujer o ser hombre, a partir de la organización de la identidad sexual en interacción con el medio familiar y social. Este proceso radica en la determinación que la sociedad hace a partir de la elaboración de normas diferenciadas para niños y niñas, y que además no tienen la misma valoración jerárquica, pues se determina una asimetría que se internaliza en el proceso de adquisición de la identidad de género, que se inicia desde el nacimiento con una socialización diferencial, mediante la cual se logra que los individuos/as adapten su comportamiento y su identidad a los modelos y a las expectativas creadas por la sociedad, para los sujetos/as masculinos y femeninos. Así mismo estas normas, que definen el “ser mujer” y el “ser hombre”, cambian de una cultura a otra, de una época a otra, incluso de unas mujeres a otras y de unos varones a otros. “Las definiciones de género son, pues, variables que responden a las necesidades e intereses de las diversas culturas o sociedades y son prescriptivas y, como cualquier norma prescriptiva, tienen una doble faz, ya que por una parte se presentan como un modelo o prototipo a imitar, al que se debe ajustar la conducta y por otra, como una prohibición, señalando lo que no se debe hacer. Pero aunque dichas definiciones no son idénticas en todas las culturas ni en todas las épocas históricas, sin embargo, tienen una característica común: la división sexual del trabajo que se constata en todas las sociedades, incluso en aquellas de carácter más igualitario y con una consideración social de los sexos más o menos equiparables. En virtud de ese división sexual del trabajo, las mujeres han desarrollado un género social relacionado con el ámbito de la reproducción, entendida en un sentido amplio y que incluye no sólo la reproducción de la especie sino el cuidado de los/las hijos/as, de las personas enfermas, minusválidas, ancianas, la preparación de alimentos, la atención y protección toda la familia, la socialización de la infancia, el confinamiento en el ámbito privado etc. Por su parte, el hombre desarrolla una identidad de género asociada al control de la naturaleza, a la guerra, al desempeño de un trabajo remunerado, al dominio de la técnica, a la

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organización y representación social y política, a la ocupación del ámbito publico etc.”2 La antropóloga Martha Lamas explica que la construcción de género en los seres humanos se basa en el cuerpo, el cual presenta el aspecto biológico, psicológico y social y está constituido por tres elementos que son carne, mente e inconsciente. La dificultad radica en asumir al cuerpo como un controlador que articula lo social y lo psíquico, en él se encuentra la identidad, la sexualidad, la función y la cultura. Agrega que desde nuestra subjetividad establecemos un imaginario de la diferencia sexual a partir de las mujeres y hombres que nos rodean y que al nacer ingresamos a un orden simbólico como un producto histórico y cultural.3 El enfoque psicoanalítico plantea que el sujeto humano se constituye en la alteridad, en la relación con el otro a partir de introyecciones, proyecciones, identificaciones que suponen un proceso de estructuración mediado por lo pulsional, el deseo, el lenguaje, concretados en el tacto, la mirada, la palabra. Todo proceso de subjetivización supone tanto la diferenciación como la integración (Balimberti, 1992, en Vegetti Finzi, 1996). Según el Psicoanálisis la construcción del sujeto femenino pasa por un proceso de indiferenciación menos intenso y más prolongado que en el caso del varón, con respecto a la madre, al ser la hija del mismo sexo que la madre. El primer objeto de amor de la niña es su madre por tanto deberá acomodarse a los ideales culturales predominantes (elección por un objeto heterosexual) lo cual implica hacer un cambio en la elección del objeto de amor desde la madre hacia el padre. Sin embargo, la niña no abandona totalmente al objeto materno y mantiene ese amor por más tiempo, lo cual se evidencia en un proceso edípico más prolongado que en el varón, que se va a resolver con la pubertad. La identidad genérica entre madre e hija facilita que la primera proyecte más fácilmente aspectos de si misma con su hija y se identifique con ella de manera más narcisística, percibiéndola como una prolongación de si misma, como su doble. (Arvelo, Leslie Maternidad, Paternidad y Género, diciembre 2004, cita a Chodorow (en Sandoval, 2001) Sandoval (2001:85) recoge muy bien esta idea de facilitación que la niña tiene para identificarse con la maternidad de su madre cuando señala que “... La niña que ha sido tomada como semejante, continuadora de la madre, tenderá a permanecer como parte de la relación con ella. Mantiene en su self una relación empática con lo fusional, no amenazante”. En relación a la construcción del sujeto masculino, Percovich (1996) sostiene que, a diferencia de la mujer, el hombre se ve sometido en su proceso de individuación, a una doble separación del cuerpo de la madre: como individuo y 2

La construcción de la identidad personal en Una cultura de Género. Purificación Mayobre Rodríguez. Universidad de Vigo 3 Primer Foro Interdisciplinario de Identidad y Estudios de Género. El Género se construye a partir de lo biológico, lo psíquico y lo social: Marta Lamas

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como sexo. La subjetivación masculina se realiza a costa de una fuerte represión del primer vínculo simbiótico con la madre, pues la sola posibilidad de fusionalidad con la madre, le genera angustia. Agrega la autora que este doloroso proceso de separación-individuación lleva al hombre a usar defensas disociativas y sociales para evitar el deseo y el dolor, utilizando la ley y lo simbólico para dominar al otro y controlarse a sí mismo. 2. MATERNIDAD Y MATERNAJE Es central para nuestro estudio entender la relevancia de la maternidad, desde una mirada integradora que incorpore aportes conceptuales históricos, antropológicos, psicológicos, pues sólo a partir de esta comprensión podremos llegar al ámbito de lo subjetivo vivenciado por las mismas mujeres. La maternidad y la paternidad constituyen construcciones simbólicas relativizadas por lo histórico y lo sociocultural, sin embargo, especialmente en el caso de la maternidad, estas construcciones están impregnadas por elementos de orden biológico que orientan el proceso constructivo estableciendo identidades y diferencias entre estos conceptos entendidos como estructuras y funciones. La maternidad históricamente ha estado asociada a la fecundación, a la fertilidad, a lo biológico, a lo natural, a lo instintivo. Así mismo se la vincula con la protección, el afecto, la conservación, el cuidado, la incondicionalidad, el sacrificio entre otros atributos. Desde un punto de vista genérico se ubica lo maternal con el eterno femenino, con lo inmutable, universal y a la vez con lo enigmático y misterioso (Loraux, 1996; Vegetti-Finzi, 1996). Por otra parte históricamente la función materna o maternaje, como constructo sociocultural, ha constituido parte del núcleo identitario de la feminidad. No siendo fácil separar lo femenino de lo materno. Desde el punto de vista del psicoanálisis, “la maternidad no es puramente natural ni exclusivamente cultural; compromete tanto lo corporal como lo psíquico, consciente e inconsciente; participa de los registros real, imaginario y simbólico...” (Tuber, Silvia, 1996). Al analizar la constitución de la identidad genérica con las funciones maternas se observa que para la mujer es más difícil que para el padre, separar la maternidad de su núcleo de identidad, no sólo por la valoración social sino por el propio recorrido de su subjetivación. Estos elementos aportados por el Psicoanálisis constituyen un esfuerzo por encontrar claves explicativas que integran lo biológico con lo cultural, la pulsión con lo simbólico, el cuerpo con el significante, el inconsciente con la conciencia. Como ya se ha mencionado el fenómeno de la maternidad sobrepasa lo puramente biológico, ya que representa además, un significado a nivel social,

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cultural y psicológico, a lo que muchos autores denominan Maternaje o Maternalización.4 En un sentido amplio, el concepto de maternaje, apunta al conjunto de cuidados entregados al niño(a), dentro de un clima de ternura activa, atenta y continuada, que caracteriza el sentimiento maternal. (Recamier, 1961). Sin embargo, este sentimiento caracterizado por la ternura, es también ambiguo. Estas características se producen por distintas situaciones, como por ejemplo, el hecho de que el recién nacido es vivido por su madre como un ser diferente, pero propio a la vez; es una realidad propia y una fantasía materializada. A ello, se mezcla que la maternidad es una fase del desarrollo psicoafectivo de la mujer, y los procesos que se desarrollan en esta etapa encuentran sentido en la relación (consciente o inconsciente) de la madre con su hijo(a), y a su vez, estas relaciones se basan en las que ella tuvo con sus propios padres. La realidad de tener a su hijo(a), hace emerger la historia de la misma como hija. La maternidad como fenómeno psicobiológico, y como crisis vital y evolutiva, reactiva conflictos del pasado y potencia las problemáticas presentes, sobre todo, las relacionadas con los vínculos con los otros. La maternidad representa entonces, una crisis evolutiva que afecta a todo el grupo familiar, y la mujer atraviesa esta crisis en función de: • • • •

Su historia personal La estructura de su personalidad Su situación presente (conyugal, familiar y social) Las características del hijo(a)

Resulta importante introducir dentro de estas reflexiones sobre la maternidad, los conceptos de Parentalidad y Marentalidad biológica y social acuñados por Jorge Barudy. Este autor plantea que no porque un padre o una madre sean capaces de procrear un niño, significa que cuentan con las competencias que aseguren el bienestar y desarrollo sano de ese niño de esa niña. Introducir el concepto de Competencias Parentales o Habilidades Parentales en el modelo del buen trato es un elemento fundamental, para hacer propuestas constructivas, para poder evaluar y determinar intervenciones que permitan la promoción de la Parentalidad y la Marentalidad, la rehabilitación, la complementariedad de ésta cuando los padres biológicos no tengan la capacidad de asumir los cuidados y la protección de los niños y las niñas. La parentalidad bien tratante es aquella que tratamos de ejercer todos los padres o madres de buena voluntad, con torpeza, con deficiencia, ciertamente, pero lo intentamos como seguramente lo hicieron nuestras madres y nuestros padres con nosotros. También hablamos de la parentalidad mínima y de la parentalidad parcial, y tratamos de conceptualizarlas. En el caso de la parentalidad mínima, a lo mejor 4

Oiberman, Alicia. (2001). Observando a los bebés

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la sociedad no tiene que intervenir, pero cuando la parentalidad comienza a ser parcial, la sociedad tiene la obligación de intervenir, y de hacer algo. Después de hablamos de la parentalidad disfuncional severa y crónica, y estamos hablando de experiencias y contextos que provocan mucho daño, y por último de la parentalidad tóxica, padres y madres que por sus desgracias históricas son capaces de hacerle mucho daño a los niños. La maternidad es una experiencia compleja; gratificante, absorbente y conflictiva. Ser madre ha sido, en casi todas las culturas el rasgo determinante del ser femenino. Por lo tanto se podría plantear que ésta encarna de manera innegable la diferencia sexual. El proceso de gestación transforma el cuerpo de las mujeres y altera su subjetividad, la experiencia del parto marca profundamente, y el amamantamiento propicia una cercanía con la criatura recién nacida que es difícil alcanzar por los padres. Resumiendo aun cuando la distinta sexuación de cuerpos femeninos y masculinos se expresa de muchas maneras, ninguna es tan obvia y contundente como la de la maternidad. Sin embargo, ésta no ha tenido la misma valoración a lo largo de las épocas y las culturas, por lo tanto el control de la natalidad se ha expresado en las distintas sociedades a partir de sus propias especificidades, incluyendo como métodos de control, el aborto y el infanticidio. Sin embargo el desarrollo masivo de los medios de anticoncepción a mediados del siglo XX, transformó la práctica ya existente de evitar los embarazos por métodos rudimentarios y a veces crueles, en una más fácil y segura. Por otro lado la maternidad como función biológica o deseo existencial, ha sido idealizada a lo largo de siglos, sólo desde los años 60 ha sido cuestionada y desnaturalizada por considerar que en torno a esta labor de “amor” 5 se tejían formas sutiles y brutales de opresión personal y social de las mujeres: la renuncia a un proyecto propio, la doble jornada de trabajo, la resignación ante la violencia intrafamiliar (por la defensa de los/las hijos/as). Paralelamente en este período se postuló la maternidad voluntaria, sin embargo al poco tiempo se desnudó nuevamente la crítica ya que también la maternidad servía para algunas mujeres, como escudo, para actitudes abusivas, incluso crueles con sus hijos/as y demás miembros de la familia. Hoy la maternidad con sus críticas y cuestionamientos continúa siendo un eje central en la vida de la mayoría de las mujeres aunque sea (minoritariamente) para rechazarla. Por ende la maternidad se nos aproxima desde diversas realidades; madres gozosas de serlo, madres que trabajan, madres discapacitadas, madres que pierden a sus criaturas, madres que no desearon o no planificaron serlo, madres que asesinan, o “malas madres”6 quienes no son incluidas en los mitos elaborados respecto de la maternidad, estas “malas madres” son mujeres acusadas de maltrato, abandono, filicidio7 y aborto,

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Maternidades año 15 volumen 30, octubre de 2004 Entenderemos por malas madres en este párrafo a aquellas mujeres que por diversos motivos no cumplen con las expectativas determinadas culturalmente en torno a la maternidad. 7 La palabra filicidio proviene del latín filuis, hijo y caedére, matar y designa la muerte del propio hijo por mano del padre o de la madre. 6

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consideradas, en muchas ocasiones, no aptas por los saberes psiquiátricos y psicológicos. También y aunque al margen, es importante visibilizar a aquellas madres que han perdido su hijo/a in útero, y que según reflexiones acerca del duelo por la muerte prematura, Araceli Colin sostiene que no hay en la mayor parte del mundo, una experiencia del vínculo más que para la mujer, que tuvo la pérdida, pero no para la ley, los médicos o los familiares, y es necesario reconocer esta situación de maternidad que involucra pérdida real y que las madres/padres no tienen como elaborarla. En otro extremo están las buenas madres, representantes del ideal social de la maternidad, donde es importante atender las razones por las que una mujer decide tener hijos/as, sin dar como hecho natural el que las mujeres quieran serlo, sin preguntarse en qué condiciones lo serán.

3. PATERNIDAD Y PATERNAJE Al igual que los intentos por entender la maternidad y el maternaje desde distintos aportes teóricos, la paternidad y paternaje se abordará desde una visión interdisciplinaria. Tradicionalmente se ha ubicado al padre como figura de autoridad, de respeto, el que impone la ley, el que sabe o supuestamente sabe, el que protege, el que provee, el que brinda seguridad por su mayor fortaleza (Aray, 1992). Históricamente y a diferencia de la mujer, al hombre, se le ha definido principalmente por los atributos anteriormente mencionados y no por el de ser padre. Para Lacan el padre se coloca más dentro del registro simbólico y su papel se relaciona con un distanciamiento de lo biológico, de lo instintivo. Desde un punto de vista psicoanlítico, la construcción de la paternidad y la masculinidad, aunque no marchan paralelas, suponen una mayor separación de la madre, postura desde la cual el hombre utiliza defensivamente lo simbólico para normar y dominar. Como señalaba Tuber (1996) también la paternidad, al igual que la maternidad, circulan en los tres registros: real, imaginario y simbólico. El padre puede no sólo hace paternaje sino también maternaje. El componente afectivo de la función paterna, aunque siempre ha existido, ha sido asumido y construido más recientemente. Oiberman (1998) agrega una función que pocas veces se explicita como es la de servir de modelo a los hijos para el “paternaje”. Freud (en Aberastury y Salas, 1978) a lo largo de su obra considera cuatro papeles fundamentales del padre: como modelo identificatorio, como objeto afectivo, como auxiliar de la madre y como rival.

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Al relacionar estos aspectos diferenciales de la constitución de la identidad genérica con las funciones materna y paterna se observa que para el hombre esta relación entre paternidad y masculinidad no sólo es más débil sino que puede contraponerse. De hecho la virilidad puede convertirse en un obstáculo para el ejercicio de una paternidad que valore las expresiones tiernas, afectivas hacia el niño y las actividades de cuidado de éste (Arvelo, 2001). En síntesis la función paterna es una función sociocultural que va más allá de lo psico afectivo, de carácter real y simbólica, polisémica, no restringida al género masculino ni a la función genitora (Narotzky, 1997; Arvelo, 2002). Reconocer la igualdad de lo genérico ante lo legal, ante los derechos ciudadanos, ante las oportunidades de desarrollo, no implica desconocer las diferencias, que si bien no responden a esencias estáticas, expresan la estabilidad de las estructuras que van más allá del orden de la conciencia y lo social-colectivo, al estar atravesados por el orden de lo inconsciente e irracional. 4. SALUD REPRODUCTIVA “En Chile en las últimas décadas se han producido transformaciones en lo que dice relación con la manera en que las personas conforman sus relaciones familiares, afectivas y sexuales. Si bien las relaciones familiares en gran medida se establecen en base al matrimonio, junto a ello coexiste una multiplicidad de formas de constituir familias, las que adquieren cada vez mayor visibilidad y legitimidad social: entre 1992 y 2002 aumentaron los hogares unipersonales, los monoparentales y parejas establecidas sin hijos. Otro cambio significativo es el aumento de la jefatura de hogar femenina, de 25 a 32% para el 2002”. 8 “Aun cuando el matrimonio continúa siendo la alternativa mayoritaria para hombres y mujeres, ha perdido importancia relativa como forma de constituir relaciones afectivas y familiares: ha disminuido la tasa de matrimonios celebrados y de nupcialidad y, han aumentado las personas que viven en uniones de hecho y las personas separadas. Otro indicador de lo anterior, es el mayoritario nacimiento de hijos/as fuera de relaciones matrimoniales, que corresponde al 52.2% de los nacimientos del año 2002”9. Esto se ve reflejado en las estadísticas del INE, que dice que: En 1992, el 25,3% de los hogares tenía como jefe a una mujer, tendencia más notoria en los hogares unipersonales (44,9%). Los datos de 2002 indican un aumento al 31,5%. En los hogares de hasta 1 persona el 44,8% de los jefes de hogar son mujeres. La jefatura de hogar masculina es de 68,5% del total de los hogares, predominando en aquellos compuestos por 5 personas (76,5%).10 El hogar nuclear -padre, madre e hijos- sigue siendo predominante (57,0%).

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Informe Regional de Derechos Humanos de las Mujeres y Justicia de Género” Primera Ed. 2005. Idem. 10 Censo 2002, INE. 9

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Respecto a otros tipos, el censo de 2002 muestra la persistencia de un aumento de los hogares extenso, mientras que se produce un incremento gradual, aunque sistemático, del hogar unipersonal, de 8,3% en 1992 a 11,6% en 2002.11 Asimismo,“La sociedad chilena se transforma y se distancia de las posturas que limitan el ejercicio de la sexualidad a la reproducción y dentro del núcleo familiar legalmente constituido: “la sexualidad se vuelve relativamente autónoma de los fines de procreación y de la institución del matrimonio” y se concibe “como una dinámica fundamental de las relaciones de pareja y también en la realización personal”. TASAS DE NATALIDAD, MORTALIDAD, NUPCIALIDAD, MORTALIDAD INFANTIL, NEONATAL Y MORTINATALIDAD. 1973-2003 TASAS POR 1.000 HABITANTES / TASAS POR 1.000 NACIDOS VIVOS AÑO Natalidad Mortalidad Nupcialidad Mortinatalidad Infantil Neonatal Mortalidad 1973 2003

26,8 15,6

8,1 5,3

8,3 3,6

65,8 7,8

27,4 4,9

16,9 5,7

“En el campo de lo reproductivo, los cambios se acompañan con la disminución de la tasa de fertilidad, la postergación de la edad para tener el primer hijo-a y la mayor utilización de métodos anticonceptivos”. Según se señala en el Informe Regional de Derechos Humanos de las Mujeres y Justicia de Género, Ed. 2005. “La sexualidad y reproducción, para las mujeres en Chile, sigue signada desde lo institucional en la madre. Esto repercute en el mejoramiento sustantivo de algunos índices de salud reproductiva como la atención prenatal y del parto y, la reducción de la mortalidad materna. Sin embargo, otros ámbitos que precisamente dicen relación con la opción de no ser madres, siguen presentando los mismos déficit: el aborto está penalizado en todas sus formas, y se sanciona con prisión para las mujeres que se lo practican y quienes lo efectúan. (Me parece que esto no es políticamente correcto, por cuanto el aborto no es una forma de control de la natalidad) OJO Por otro lado la cobertura de los programas de regulación de la fecundidad es limitada así como la gama de anticonceptivos ofrecidos; no se promueve públicamente la utilización de métodos anticonceptivos y, por lo regular, los servicios de salud dan respuesta solamente a la demanda espontánea. La Revista Médica de Chile dice que entre un 27 y 40% de los embarazos ocurridos en el medio urbano de Santiago serían no deseados. El número y la frecuencia de Hijos No Deseados no han sido medidos con exactitud, pero en los años 80 se realizó un estudio en Curacaví, y encontró una prevalencia de un 4,6% de Hijos NO deseados y de 7,4% de casos dudosos en lactantes en control, estudiándose en forma retrospectiva, algunos factores asociados al rechazo o 11

Censo 2002, INE

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aceptación de los niños. El segundo estudio se realizó, en un consultorio de atención primaria, el cual encontró prevalencias de 3,7% de HND y 0,6% de casos dudosos; mientras que el tercer estudio, en puérperas del Hospital San Juan de Dios, detectó 4,5% de HND y 4,1%, de casos dudosos. Finalmente en un estudio realizado en las Puérperas del Hospital San Juan de Dios entre 1999 y el año 2000 arrojó los siguientes resultados: Un 5,4% de los niños fue calificado como Hijo No Deseado (n=40) y 7% (n=52) quedó en situación dudosa. A continuación se muestra gráficamente los resultados de dicho estudio.12 La Tabla 1 muestra el control del embarazo. El grupo HND tuvo una frecuencia significativamente menor de control adecuado (cuatro controles y más) que el grupo deseado (Z=8,3; p

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