Asamblea Matrimonial Muy Reverendo Obispo David O Connell, C.M

Asamblea Matrimonial Muy Reverendo Obispo David O’Connell, C.M. Como Obispo de la Diócesis de Trenton, junto con los sacerdotes, diáconos y ministro

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FILOSOFÍA DEL DERECHO MATRIMONIAL
Filosofía del derecho matrimonial Francesco D´Agostino 1 FILOSOFÍA DEL DERECHO MATRIMONIAL Francesco D´Agostino Curso 70362 Filosofía del derech

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Asamblea Matrimonial Muy Reverendo Obispo David O’Connell, C.M.

Como Obispo de la Diócesis de Trenton, junto con los sacerdotes, diáconos y ministros pastorales, estoy cada vez mas “preocupado” por el estatus de los matrimonios sacramentales en nuestra diócesis, Iglesia y cultura. No obstante a toda la preparación y formación que como Iglesia Católica ofrecemos a las parejas en preparación al matrimonio, las estadísticas indican que uno de cada dos matrimonios terminan en divorcio. Como nosotros, podemos y debemos responder? Como nosotros, podemos y debemos enfrentar esta situación? Que debemos hacer como Iglesia para contrarrestar esta alarmante realidad?

Es obvio que las respuestas no son fáciles: La primera entre ellas debe ser, el vivo testimonio de las parejas casadas. Para quienes, el pacto fiel matrimonial no es fácil y viene con sus obstáculos, pero para quienes, la Fidelidad es la meta, a la gracia y recompensa. Esa fidelidad requiere trabajo del día a día de parte de los esposos. La “fidelidad” es un compromiso intencional, por parte de cada uno. Es un cien porciento que cada esposo debe aportar a la vida matrimonial en su totalidad. Los antagonistas que están fuera de la iglesia pueden desafiarme preguntando: Que sabe un sacerdote de matrimonio y del matrimonio de hoy?

Un sacerdote , “Si” tiene experiencia, reconocemos cuando las personas necesitan ayuda. Le proveemos amor y compasión. Si entendemos y sabemos lo difícil que es convivir en la vida matrimonial y sabemos que el triunfo de un feliz matrimonio depende de la intención y el compromiso de la pareja entre ellos. Entonces, yo “Si” puedo hablar del matrimonio. Sacerdotes – no teman en conversar con las parejas que se preparan para el matrimonio. Ustedes tienen “mucho” que ofrecer: La Palabra de Dios, enseñanzas de la iglesia vivida por siglos, las formas sacramentales y oraciones litúrgicas; y tu mismo compromiso al Sacerdocio.

Diáconos y otros ministros pastorales casados – ustedes tienen la experiencia de como convivir y llevar acabo el compromiso matrimonial y fidelidad, que nosotros como sacerdotes no tenemos.

Por eso es importante que se ajunten a los sacerdotes y formen un equipo para complementarse unos a los otros, ese es la mejor manera de ayudar a las parejas.

Todo lo que es importante en la vida tiene “retos”. Esto es la realidad de la vida familiar, la sacerdotal, religiosos, solteros, el trabajo, la amistad con un verdadero amigo. El matrimonio es igual, tiene sus retos, pero vale la pena. El hombre y mujer que entran en el compromiso del matrimonio voluntariamente, es por que desean que su relación sea para siempre. Los votos matrimoniales son claros, “hasta la muerte”. No hay condiciones ninguna o peros, que si funciona o no. Es un compromiso permanente de vida y amor. Esta es la enseñanza de la iglesia.

El Catecismo de Baltimore enseña lo siguiente sobre el matrimonio: “Es un signo visible, instituido por Cristo para dar Gracia”. El signo “visible” es el hombre y mujer que se entregan unos al otro libremente, completamente y en fe (exclusiva.) Abiertos a la procreación en la presencia de Cristo y de la iglesia. “Instituido por Cristo” - viene escrito en el viejo testamento (Génesis 2:24) “y los dos llegan a ser una sola persona”, y en el nuevo testamento en (Marco 10:8). Esto no solo se refiere a la vida sexual (que es importante en la pareja) si no, a la “Gracia” de la presencia de Dios en la vida matrimonial, en los momentos buenos y malos. El nos da la “fuerza” para perseverar.”

Sociólogos religiosos indican que al principio del siglo 20 las parejas se casaban con la intención que el matrimonio era para toda la vida. En 1960 comenzó a cambiar y se casaban para ser feliz. Por eso vemos el cambio en las estadísticas de hoy día. Pues querer ser feliz es bueno pero no puede ser solo la razón y fundación del matrimonio. El matrimonio es la unión de un amor mutuo entre hombre y mujer, libremente consentido por los dos. La unión sacramental es una de, fidelidad, fructífero y para siempre. Por eso estamos aquí!

El Matrimonio expresa una doble realidad; una, de la ley civil --- un contracto humano con efectos civiles; y la otra, ante los ojos de Dios, testigos de la iglesia --- un convenio profundo espiritual.

Mientras respetamos las leyes civiles, nuestra preocupación como iglesia Católica son los efectos espirituales del convenio sacramental de matrimonio. En los dos casos, debemos considerar el impacto que el matrimonio tiene para el “bien común”, y no solo considerar los deseos de la pareja. La Iglesia Católica también tiene leyes que debe proteger y apoyar como institución de matrimonio con la amplia realidad del “bien común”.

La Conferencia de Obispos de Los Estados Unidos (USCCB) comenzó en el 2009 la carta pastoral de matrimonio “Amor y Vida en el Plan Divino” de esta manera. Entre todas las bendiciones que Dios nos a dado a nosotros y Cristo es la bendición del matrimonio, un regalo conferido por el Creador, desde la creación de la raza humana. Su mano inscribió la vocación de matrimonio en la naturalidad del hombre y la mujer (Génesis 1:27-28, 2:21-24)

Es importante captar la referencia del Libro de Génesis: Cuando dios creo al hombre, lo creo a su imagen; varón y mujer los creo, y les dio su bendición: “Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo; dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se mueven en la tierra.” El Señor Jesús mismo se refirió a este pasaje en la biblia en respuesta a una falsa pregunta de los Fariseos sobre el divorcio: No han leído ustedes que el que los creo en el principio, hombre y mujer dijo, “por eso, el hombre dejara a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán una sola persona (Mateo 19:4).

La Iglesia Católica ve en la unión matrimonial un imagen, un espejo de la relación entre Cristo y su Iglesia. La carta de los Efesios indica. De la misma manera deben los esposos amar a sus esposas como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, se ama a si mismo. Porque nadie odia su proprio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida, como Cristo hace con la iglesia, porque ella es su cuerpo y nosotros somos miembros de ese cuerpo. Los “Dos deben convertirse en uno. Este es el gran misterio.” Estos dos puntos son el Centro de nuestro entendimiento Católico del matrimonio.

El compromiso, permanente, y fiel relación entre esposo y esposas es la raíz de la familia. Fortalece a todos los miembros, provee lo mejor para los niños, y causa que la Iglesia Domestica sea un signo de Cristo en el mundo (Obispos Católicos de los E.E.U.U., Sigan la vía del Amor: Un Mensaje Pastoral de Familias, 1994) Los Obispos de los Estados Unidos lanzaron una iniciativa nacional para el matrimonio en el 2005, llamando atención al significado y valor de la vida matrimonial por la Iglesia y la sociedad. La coronación del logro de esta iniciativa fue la carta pastoral de los Obispos del 2009, Matrimonio: Amor y Vida en el Plan Divino.

Los Obispo reafirmaron su posición sobre el matrimonio y familia identificando el “Fortalecimiento del matrimonio y la vida familiar” como una de las cuatro prioridades estratégicas de los Obispos durante el periodo de planificación del 2008-2012 y otra vez en 2013-2016.

Las escrituras nos recuerdan Amado, amémonos unos al otro, porque amor es de Dios; todos el que ama esta con Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, pues Dios es amor. De esta manera el amor de Dios es revelado a nosotros: Dios envío a su único hijo al mundo para que nosotros tuviéramos vida a través de el. En su amor: porque el nos ama envió a su Hijo como expiación por nuestros pecados. Amado, si Dios nos amo, nosotros debemos amarnos unos al otro. Nunca nadie ha visto a Dios. Sin embargo, si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a la perfección. (Juan 4:7-16).

Como Católicos, nosotros creemos que con nuestra mente y corazón. Porque “Dios es amor,” la aserción del libro de Génesis citado anteriormente asume el máximo significado para nosotros. Hay un segundo relato de la historia de la creación en el segundo capitulo de Génesis que dice: Entonces el Señor Dios formo al hombre de la tierra y soplo en su nariz le dio vida, y así el hombre se convirtió en su ser viviente. El Señor Dios planto un jardín en Edén, en el oriente y puso allí al hombre que había formado… El Señor Dios entonces cogió al hombre para que cultivara la tierra. El Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre este solo. “Le voy hacer alguien que sea una ayuda adecuada para el.” Cuando el Señor se la presento el hombre dijo: “Esta si, que es de mi carne y de mis propios huesos! Se va a llamar mujer. Por eso el hombre deja a su padre y madre para unirse a su esposa y los dos se convierten en un cuerpo. (Génesis 2:7-25)

Dios nos creo para amarnos porque el es amor y Dios nos creo en su imagen. “Amor” es una de estas palabras e ideas que aparecen cientos de veces en la Biblia y probablemente igualmente de veces en nuestras conversaciones cotidianas. Que tiene varios significados. En el caso de matrimonio o “amor conyugal,” el Catecismo Católico de la Iglesia observa:

1643 “El amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona —reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad—; mira una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y un alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación recíproca definitiva; y se abre a fecundidad. En una palabra: se trata de características normales de todo amor conyugal natural, pero con un significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino las eleva hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos”. (Familiaris Consortio, art.13). Otra vez les digo, que por eso estamos aquí juntos con diáconos, ministros pastorales y parejas casadas católicas.

1644 El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos: “De manera que ya no son dos sino una sola carne” (Mt 19,6; Gn 2,24). “Están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la recíproca donación total” (Familiaris Consortio19). Esta comunión humana es confirmada, purificada y perfeccionada por la comunión en Jesucristo dada mediante el sacramento del Matrimonio. Se profundiza por la vida de la fe común y por la Eucaristía recibida en común.

1646 - El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. “Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, así como el bien de los hijos exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad” (Génesis 48,1).

1647 Su motivo más profundo consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de Cristo a su Iglesia. Por el sacramento del matrimonio los esposos son capacitados para representar y testimoniar esta fidelidad. Por el sacramento, la indisolubilidad del matrimonio adquiere un sentido nuevo y más profundo.

1648 Puede parecer difícil, incluso imposible, atarse para toda la vida a un ser humano. Por ello es tanto más importante anunciar la buena nueva de que Dios nos ama con un amor definitivo e irrevocable, de que los esposos participan de este amor, que les conforta y mantiene, y de que por su fidelidad se convierten en testigos del amor fiel de Dios. Los esposos que, con la gracia de Dios, dan este testimonio, con frecuencia en condiciones muy difíciles, merecen la gratitud y el apoyo de la comunidad eclesial (Familiaris consortio 20).

Y es por eso que YO, tu Obispo, he venido antes ustedes, para ofrecerles la gratitud de la Iglesia, por su fidelidad y testimonio de fe; para ofrecerles el apoyo de la Iglesia por su unión a la vida y amor: completa, libre fiel y fructífera.

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