Aspectos políticos y constitucionales

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Mighetti, C. 2015. Aspectos constitucionales del derecho a la intimidad y a la privacidad, Revista del Departamento de Ciencias Sociales, Vol. 2 Nro.

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“Todos los constituyentes, en aras de aquel consenso básico orientado al establecimiento de un marco democrático duradero, hicieron importantes renuncias, incluso de posturas largamente defendidas a lo largo de la historia, para buscar puntos de encuentro capaces de superar viejos y endémicos conflictos.” Texto aprobado por todos los grupos parlamentarios de la Comisión Constitucional, Congreso de los Diputados, 20 de noviembre de 2002. “The Autonomous Communities of Spain [are] more powerful than any other subnational government structure in Europe.” Richard Gunther, Jose Ramón Montero, Joan Botella, en Democracy in modern Spain, Yale University Press, 2004. “Pero lo que más me asombra es que personas en apariencia juiciosas sostengan que la separación de Cataluña se produciría de forma cordial y sin traumas, y que casi todos parezcan creer que es imposible que la situación degenere en violencia: Dios santo, ¿ni siquiera hemos aprendido que en la historia no hay nada imposible, y que los grandes cambios casi siempre se han producido a sangre y fuego? ¿Nos hemos vuelto otra vez tan insensatos y pusilánimes como para no ser capaces de darle una salida civilizada a este embrollo?” Javier Cercas, escritor, El País, 28 de octubre de 2012.

1.1 ¿Cuál es el origen de la situación política actual en España?

“Este libro estudia la articulación de España como nación. Quiere ser, al tiempo, una visión no esencialista de la formación de España como tal nación, y una visión no nacionalista del problema de las nacionalidades y nacionalismos en España. Parte de una doble realidad: 1) que España fue, con Francia e Inglaterra, una de las primeras entidades nacionales de Europa. Entiendo, así, que hacia 1500 los pasos esenciales para la constitución de España, Francia e Inglaterra como naciones y Estados integrados ya se habían dado: pero también que aún tendría que transcurrir mucho tiempo, siglos, para que cristalizasen, en los tres casos, los Estados unitarios y los sentimientos de nacionalidad modernos; 2) que fue justamente al hilo de la transformación de la monarquía hispánica de los siglos XVI-XVIII en un Estado nacional moderno cuando el problema de la organización territorial del Estado –y ante todo, la aparición de los nacionalismos periféricos, problema, conviene anticiparlo ya, de extraordinaria complejidad- terminó por hacerse evidente y con tiempo, capital.” Juan Pablo Fusi, Catedrático de Historia Contemporánea, en su obra España, la evolución de la identidad nacional, 2000. “La afirmación de que España perpetró agresiones contra Cataluña es una desgraciada manipulación del pasado, que olvida deliberadamente cómo en los conflictos y guerras civiles en los que todo el país se vio envuelto, los catalanes, al igual que el resto de los españoles, se dividieron entre los diferentes bandos.”

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Del manifiesto de 2 de noviembre de 2012, firmado, entre otros, por los escritores Mario Vargas Llosa, Félix de Azúa, Juan Goytisolo, Almudena Grandes, Elvira Lindo, Eduardo Mendicuti, Rosa Montero y Antonio Muñoz Molina; los cineastas Pedro Almodóvar, José Luis García Sánchez, Carmelo Gómez, Charo López, Carmen Machi, Elías Querejeta, Mercedes Sampietro y Aitana Sánchez-Gijón; los periodistas Joaquín Estefanía, Miguel Ángel Aguilar, José Oneto y Carmen Rigalt; los políticos Joseba Arregi, Pío Cabanillas, Nicolás Sartorius y Carlos Solchaga; los catedráticos universitarios Javier Pérez Royo y Francisco Rubio Llorente; y el cantante Miguel Ríos. España es una de las más viejas naciones del mundo y su realidad histórica, como la de tantas naciones, es un proceso secular complejo de aciertos y de errores, de vacilaciones y utopías, pero también de ilusiones, de pautas comunes de vida, de deseos y de recuerdos así mismo comunes. Como tantos otros países, España ha sufrido la terrible experiencia de la guerra civil y de regímenes autoritarios. En ese pasado complejo, la articulación de la pluralidad y diversidad territorial de España ha sido motivo corriente de discordia y distanciamiento. Esta sucesión de conflictos y acuerdos, de retrocesos y progresos en la lucha por la libertad, el bienestar y la paz son intercambiables con los de cualquier otra historia nacional. No hay continente ni región en el mundo que no conozca problemas de crisis internas, de integración y de convivencia. Los españoles, conscientes de ese pasado, decidieron restablecer la libertad y la democracia y aprobaron por amplia mayoría la Constitución de 1978, fruto del más amplio consenso alcanzado nunca entre españoles. Es la Constitución de las libertades y la concordia, la de España como un Estado social y democrático de Derecho, que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran. Esa Carta Magna fue el fruto de la llamada transición española, un momento extraordinario de tensión moral que arrancó lo mejor de los españoles, un modelo de comportamiento que ha inspirado y sigue inspirando los procesos de transición en varios continentes. En resumen, el pacto constitucional, obra de todos y para todos, permitió sellar la reconciliación y fue el triunfo de la concordia y de la integración. Ese espíritu ha sido el fundamento de la modernización y transformación de España en las últimas décadas. En este contexto, tiene hoy día especial virulencia el separatismo y la pregunta natural que se hace mucha gente es: ¿Cómo es posible defender una separación que entraña la extinción de esta vida en común y de ese triunfo histórico de la concordia? “La Transición española ha admirado al mundo entero. Una experiencia emocionante y aleccionadora vivida de muy cerca y a ratos desde dentro.” Mario Vargas Llosa, 2010 “La Constitución de 1978, llamada por todos con indudable acierto como la Constitución de la Concordia, intentó poner punto final a un trágico pasado de enfrentamiento civil entre los españoles. Guerras civiles, pronunciamientos, dictaduras, en suma, regí-

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menes políticos o sistemas basados en la imposición violenta de ideologías o formas de gobierno, habían sido hasta entonces el negro balance padecido por la inmensa mayoría del pueblo español, como si nuestro sino histórico fuera el del fracaso colectivo. Aquel triste lamento del poeta Machado -“Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”- es fiel reflejo de esta dramática realidad existencial de la nación española. Pero, por fortuna, en 1978 una generación de españoles, recordando el lamento de aquel otro gran español Manuel Azaña, cuando abrumado por la magnitud de la tragedia civil pronunció aquellas dramáticas palabras desgraciadamente caídas en el olvido: “Paz, piedad, perdón”, decidieron no volver a cometer los viejos errores, mirar hacia delante y apostar, con un generoso impulso de reconciliación, por un nuevo sistema democrático para que nunca más hubiera dos Españas irreductiblemente enfrentadas. Los portavoces de los principales grupos políticos dejaron en las Cortes constituyentes testimonios concluyentes de este espíritu de concordia nacional, que no es ocioso recordar en este momento. La actual Constitución española está impregnada de esa voluntad de convivencia. Todos los constituyentes, en aras de aquel consenso básico orientado al establecimiento de un marco democrático duradero, hicieron importantes renuncias, incluso de posturas largamente defendidas a lo largo de la historia, para buscar puntos de encuentro capaces de superar viejos y endémicos conflictos […] El Congreso de los Diputados reitera que resulta conveniente para nuestra convivencia democrática mantener el espíritu de concordia y de reconciliación que presidió la elaboración de la Constitución de 1978 y que facilitó el tránsito pacífico de la dictadura a la democracia.” Texto aprobado por todos los grupos parlamentarios de la Comisión Constitucional, Congreso de los Diputados, 20 de noviembre de 2002. “Quienes creemos que el lenguaje es supremo don de la Humanidad, vemos en este constante diálogo, que sustituye la contienda por el debate, que supera la discrepancia por el acuerdo, la más alta forma de vida política”. Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno, en el Congreso de los Diputados, en el debate constitucional, el 31 de octubre de 1978. “El pueblo español no quiere estar condenado a repetir su Historia y por eso nos ha dado a todos ese mandato explícito de truncar de una vez la triste tradición de las reacciones pendulares, del pueril empeño de reescribir la Historia a cada paso, que ha constituido una penosa constante de nuestros dos últimos siglos y que ha hecho de nuestra convivencia civil un amargo relato de incivil discordia. Y ese mismo pueblo nos ha dado el mandato de elaborar un orden fundamental común, con voluntad de pervivencia, sin crispaciones, sin lugar para sentimientos irreconciliables, abrumándonos en todo momento con su inagotable testimonio de madurez y de moderación”. José Pedro Pérez-Llorca, diputado del Grupo de Unión de Centro Democrático, en el Congreso de los Diputados, en el debate constitucional, el 31 de octubre de 1978. Esta visión política la refrendan todas las fuerzas parlamentarias sin excepción, incluidas todas las catalanas: “Hoy, pues, los españoles –tanto los de derechas como los de izquierdas- hemos aprendido la sangrienta lección de la última guerra civil, cuando media España creyó que podía salvar a la otra media inmolándola en un combate fratricida. Hoy, pese a las pro-

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fundas diferencias que nos separan, hemos llegado, justo por eso, a un acuerdo, a una aceptación del adversario, ya no más enemigo. Por eso la Constitución no es más que la expresión jurídica de un contrato social, de un consenso colectivo; con la Constitución, por fin, la guerra ha terminado.” Joan Reventós i Carner, diputado del Grupo de Socialistas de Cataluña, en el Congreso de los Diputados, 21 de julio de 1978. En el ámbito académico, encontramos aseveraciones en las que sustentar dicha visión política: “Olvidar la tragedia que hemos vivido sin prescindir de sus enseñanzas.” Pere Bosch Gimpera (Barcelona, 1891-México, 1971), historiador catalán, en La España de todos. [Las primeras elecciones libres y democráticas tras la muerte de Franco, de 15 de octubre de 1977 fueron] “la victoria de España en concordia sobre todos los que quisieron –o siguen queriendo- volver atrás.” Julián Marías, España en nuestras manos, 1978.

1.2 La diversidad territorial en España

La articulación de España ha constituido uno de los problemas más recurrentes en su historia contemporánea, como en la de otros países: “En Europa, entre 1850 y 1920, aparecieron dos tendencias contradictorias […] Por un lado, se observa una tendencia hacia la unidad, y, por otro, un aumento de los separatismos […] Desde ese momento, los nacionalismos no dejarían de dividir a la opinión pública y a las fuerzas políticas, y, todavía hoy, el del nacionalismo es el problema más serio que tiene que afrontar la democracia española.” Joseph Pérez, profesor de la Universidad de Burdeos, Histoire de L’Espagne, París, 1996. Y es indudable que la transición iniciada a la muerte de Franco y el gran pacto de la Constitución de 1978 significaron la voluntad mayoritaria de dejar atrás un pasado dramático, donde, entre otras cosas, regímenes autoritarios y dictatoriales habían impuesto normas y políticas que reprimían las singularidades de las nacionalidades y regiones de España: “Franco […] immediately revoked the Statutes of Autonomy granted by the Republic to Catalonia and Euzkadi. The use of Catalan and Basque in schools was prohibited and all manifestations of regional culture –other than harmless folklore- suppressed […] Catalan culture, rooted in a living modern language, was too dynamic and rich to disappear.” Raymond Carr and Juan Pablo Fusi, Spain, dictatorship to democracy, London, 1979. “Hecho el balance de la legislación lingüística -sin las matizaciones exigibles, pero que el espacio impide- podría decirse que hasta 1936 eran ilustrados, liberales y organiza-

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ciones obreras quienes defendían la comunidad lingüística en español, a veces, proponiendo la erradicación de otras lenguas. De aquí nacen normas, a veces delirantes, para limitar o liquidar el plurilingüismo […] Al contrario de lo que se cree, la España plurilingüe nunca ha sido un proyecto ajeno a nuestro credo ultraconservador, ni al nacional-catolicismo. Eso sí, fue un proyecto vejado en la guerra civil por sus propios mantenedores. Alzaron, al calor de los aires nazi-fascistas del momento, una España donde sólo se hablaba español, que era entonces la lengua de la Raza, de la Patria, del Imperio. De ahí la sañuda y arbitraria persecución de otras lenguas (y de hablantes de cualesquiera de las de España, que fue más grave) como símbolos censurables de desafecto.” Juan Manuel Lodares, profesor de Lengua española de la Universidad Autónoma de Madrid, El País, 20 de mayo de 2001. Las protestas ante estas medidas de represión se alzaron no solo en los pueblos de España directamente afectados, sino también en el conjunto de la nación. Así, ante las medidas adoptadas por el Directorio militar, durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la reacción solidaria con la lengua y la cultura catalana reunió a los escritores en lengua castellana más prestigiosos: “Es el idioma la expresión más íntima y característica de la espiritualidad de un pueblo y, nosotros, ante el temor de que esas disposiciones puedan haber herido la sensibilidad del pueblo catalán, siendo en lo futuro un motivo de rencores imposible de salvar, queremos con un gesto afirmar a los escritores de Cataluña la seguridad de nuestra admiración y de nuestro respeto por el idioma hermano. El simple hecho biológico de la existencia de una lengua, obra admirable de la naturaleza y la cultura humana, es algo siempre acreedor al respeto y a la simpatía de todos los espíritus cultivados.” Azorín, Federico García Lorca, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ángel Herrera, Ramón Menéndez Pidal, Pedro Sainz Rodríguez, Concha Espina, Miguel Herrero, Luis Jiménez de Asúa, Gabriel Maura, Mercedes Gaibrois de Ballesteros, Fernando de los Ríos, Melchor Fernández Almagro, Ramón Gómez de la Serna, José Gutiérrez Solana, Manuel Azaña, Claudio Sánchez Albornoz, Ramón Pérez de Ayala (y muchos más), en el manifiesto de los escritores castellanos al Directorio de Primo de Rivera, en defensa de la lengua catalana, marzo de 1924. Varios años después, en 1930, vuelve a producirse una solidaridad plena con la lengua y cultura catalana: “Elementos culturales castellanos de todas las tendencias, después de celebrar acto inolvidable de fraternidad con los catalanes, rogamos al Gobierno con vivo empeño y por estimarlo de justicia […] que derogue todas las disposiciones de la dictadura que han reprimido y agraviado la lengua y libertad de Cataluña.” Telegrama firmado por muchos de los autores del manifiesto anterior y dirigido al Presidente del Gobierno español, en marzo de 1930. “Cuando visten de luto las lenguas y los Fueros es que hay algo más hondo que está siendo víctima de mancilla: la libertad civil y para luchar contra esto hemos de pedir la ayuda de la juventud para que cuando se planteen problemas de carácter general y de grandes dimensiones nos aporte su colaboración.”

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Fernando de los Ríos, 25 de marzo de 1930, en el acto de confraternidad de intelectuales catalanes y castellanos. “¿En qué puede consistir el acuerdo que entre nosotros ha florecido? En que hay una coincidencia que no excluye la discrepancia, porque se da el lujo de incluirla, como abarca un paisaje las mayores variedades, como en el horizonte aparecen unidos cielo y mar y como el torso de la tierra aguanta esa anécdota gigantesca de las montañas.” José Ortega y Gasset, 25 de marzo de 1930, en el acto de confraternidad de intelectuales catalanes y castellanos. “En momentos de pena para vosotros, los castellanos estuvimos a vuestro lado y tengo la firme seguridad de que vosotros en caso contrario hubierais hecho lo mismo, y para el caso de que el fenómeno se repitiera, y no es inverosímil, hay que tener fe en el corazón.” Ángel Ossorio y Gallardo, 25 de marzo de 1930, en el acto de confraternidad de intelectuales catalanes y castellanos. Otro ejemplo, en esta ocasión bajo la dictadura franquista (1939-1975). El filósofo Julián Marías, discípulo de Ortega y Gasset, hace medio siglo, en un libro dedicado a Cataluña, a la vez que celebraba la singularidad catalana, denunciaba los intentos de borrarla: “Es cierto que el Estado ha sido frecuentemente opresor, y no sólo sobre tal o cual región, sino sobre la totalidad nacional, y con frecuencia sus titulares han procedido de la periferia; quiero decir que las presiones, aun en la medida en que han sido “centrales”, no han sido de una región sobre otras, sino del Estado como tal sobre varias o todas ellas, y no ha sido Castilla la menos oprimida, aunque la opresión se haya ejercido “desde” ella” […] Nada hay más anticatalán que el intento de despojar a Cataluña de sus raíces […] La debilitación de Cataluña, el olvido de su historia, la atenuación de su vigor y su relieve, el empobrecimiento o sujeción de su lengua, el intento de borrar los signos y símbolos con que se ha hecho una historia gloriosa, la voluntad de que ingrese en una fila gris de provincias homogéneas, de que la Plaza de San Jaime sea una plaza cualquiera y no la expresión de una espléndida personalidad histórica, todo eso son esenciales, irreparables, inaceptables mutilaciones de España” Julián Marías, Consideración de Cataluña, 1966. La conciencia de que era preciso comenzar una nueva vida política, especialmente en relación con Cataluña, era muy firme en el Gobierno de la transición, apenas un año desde la muerte de Franco, incluso antes de conocer el sentir del pueblo español, del pueblo de Cataluña, que se expresaría más tarde, en las elecciones de 1977: “Con profunda satisfacción, me dirijo hoy por vez primera al pueblo de Cataluña. Lo hago como Presidente del Gobierno de un Rey que hace solo dos meses decía en el Salón del Tinell: “Quisiera hoy reafirmaros la importancia excepcional que atribuyo a Cataluña y a la personalidad catalana en el conjunto de las tierras de España”. Y lo hago como Presidente de un Gobierno que en su Declaración Programática señaló nítidamente “la importancia del hecho regional” y el reconocimiento de “la diversidad de pueblos integrados en la unidad indisoluble de España”. Ambas circunstancias son un indicativo claro de mi presencia en Barcelona. Por ello estamos asistiendo a un acto de

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honda dimensión política, inscrito en el marco de la nueva etapa constitucional que se anuncia para España […] Partiendo de estas consideraciones, el gobierno se plantea como tema capital el hecho catalán: el hecho de un pueblo con personalidad propia y perfectamente definida, el hecho de una comunidad resultante de un proceso histórico que le confirió carácter y naturaleza propia dentro de la armonía de la unidad de España. Por eso, porque nunca ha dejado de existir, el hecho catalán convive aquí con sencilla cotidianeidad. El sentimiento de Cataluña como unidad diferenciada no lo estamos inventando ni improvisando. Esto quizá sea demasiado elemental para decirlo en Cataluña, pero hemos de hacerlo para tratar de encontrar vías de solución y diálogo paralelas a ese reconocimiento. Nuestro tiempo nos impone la obligación de buscar lo que es cierto históricamente lo que tiene raíces sólidas y, por tanto, posibilidades para el mañana; lo que es testimonio y no sólo fórmula.” Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno, 20 de diciembre de 1976, discurso ante la Diputación de Barcelona. Precisamente esa conciencia general es aquella que, entre otras muchas, movió hace cuarenta años al conjunto de la sociedad española a recuperar las libertades y a pactar un modelo de convivencia radicalmente distinto, basado en la justicia, la libertad y la voluntad de “proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones” (Preámbulo de la Constitución española). Como declararon unánimemente en las Cortes todos los grupos parlamentarios (y, por tanto, todos los diputados catalanes) en 2002: “Por fortuna, en 1978 una generación de españoles, recordando el lamento de aquel otro gran español Manuel Azaña, cuando abrumado por la magnitud de la tragedia civil pronunció aquellas dramáticas palabras desgraciadamente caídas en el olvido: “Paz, piedad, perdón”, decidieron no volver a cometer los viejos errores, mirar hacia delante y apostar, con un generoso impulso de reconciliación, por un nuevo sistema democrático para que nunca más hubiera dos Españas irreductiblemente enfrentadas. Los portavoces de los principales grupos políticos dejaron en las Cortes constituyentes testimonios concluyentes de este espíritu de concordia nacional, que no es ocioso recordar en este momento. La actual Constitución española está impregnada de esa voluntad de convivencia.” Texto aprobado por todos los grupos parlamentarios de la Comisión Constitucional, Congreso de los Diputados, 20 de noviembre de 2002. O, más recientemente, cuando, en el cincuentenario del llamado contubernio de Munich, la Comisión mixta para la Unión Europea de las Cortes Generales, aprobaba por unanimidad una declaración institucional que, entre otras cosas, manifestaba: “Las Cortes Generales, a través de su Comisión Mixta para la Unión Europea, en la que están representados todos los grupos parlamentarios, quiere recordar este acontecimiento y rendir un homenaje a aquellos españoles que, con su altura de miras, supieron superar las diferencias que les separaban, contribuyendo a instaurar el sistema de libertades que actualmente disfrutamos. En este sentido, quisiéramos destacar también la enorme valentía de su lucha democrática, recordando las dificultades y persecuciones que sufrieron todos los participantes en Munich.” (21 de mayo de 2012).

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Por ello, un historiador como Juan Pablo Fusi Aizpurúa puede afirmar: “Los grandes problemas que en nuestra historia quebraron la convivencia –los problemas militar, agrario, social y religioso- o han desaparecido o han perdido radicalidad o vigencia o se han transformado en meras cuestiones técnicas y administrativas. Incluso el problema regional, que sigue siendo un formidable problema de Estado, ya que afecta nada menos que a la misma idea territorial e histórica de España, parece decididamente encauzado. El Estado de las autonomías ha funcionado menos mal de lo que se temía.” El País, 27 de octubre de 1989. Otras opiniones: “Ante el doble hecho (…..) -una realidad hispánica y una realidad catalana- caben tres soluciones; dos, claras y definitivas, y una, estéril y transitoria: considerar incompatibles los dos hechos, lanzándolos uno contra el otro; (…) considerarlos compatibles y armonizables(…) o la solución actual, de resquemor constante, que dura hace tantos años, sin paz definitiva ni guerra declarada. Esta tercera solución, a más del inconveniente de debilitar a todos, resultar estéril, porque fatalmente habrá de terminar en una de las otras dos indicadas. Frances Cambó, Por la Concordia, 1927. “Yo tengo la seguridad de que la amplia conciencia cívica de la sociedad catalana no quiere renunciar a lo mejor y más alto que ha pensado y sentido, no quiere desgarrarse a sí misma ni desgarrar España, y rechazará un neoindependentismo que se presenta irreconocible en su inteligencia, vacío de sensatez y exento de ilusión compartida y afán de concordia.” José Manuel García-Margallo, Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, “¿Dar la espalda al que tiende la mano?”, El Periódico de Catalunya, 4 de noviembre de 2012. “España fue la primera nación europea en el sentido moderno de la palabra, inventora de la nación como forma política y social, como unidad proyectiva de convivencia, distinta de todas las medievales. El hecho decisivo de que la invasión musulmana del año 711 fuese interpretada por los cristianos como “la pérdida de España”, de que la reconquista fuese la de “la España perdida” –no la de reinos o condados, que no existían y que fueron, precisamente, los resultados parciales de esa reconquista de España como tal- fue un factor decisivo y que suele pasarse por alto. Por esto, la unidad real de España estaba muy avanzada a fines del siglo XV, cuando la de otras naciones europeas era todavía remota –en algunos casos le faltaban varios siglos. Es curioso que a veces se aduzcan intentos o movimientos secesionistas en el siglo XVII; en otras naciones no podían producirse porque no se había llegado a la unificación, y los elementos que habían de integrarla estaban todavía en estado de escisión o división.” Julián Marías, Abc, 13 de julio de 1990. En resumen, hoy día, quienes ponen en riesgo la voluntad de concordia son aquellos que fomentan un proyecto político que no quiere contar con el otro, sino prescindir de él, un proyecto que no pretende mantener el bien de la convivencia, sino que persigue la separación, entroncando así con los momentos más graves de nuestra historia reciente.

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1.3 El restablecimiento de la Generalitat de Cataluña

"Nos damos cuenta que este Gobierno, ahora del PP pero antes con otros, no aceptan a Cataluña como es; nos quieren arrodillados; siempre obedientes; sin discutir lo que quiere el resto del Estado y que renunciemos a nuestra lengua." Artur Mas, Presidente de la Generalitat de Cataluña, 29 de septiembre de 2013. “El público que llenaba en Madrid o Granada los conciertos de Lluís Llach en los años setenta era tan fervoroso como el que había aclamado a Lorca en Barcelona. Mucho antes de que se hicieran habituales las banderas andaluzas ya se agitaban en aquellos teatros banderas catalanas y pancartas idénticas a las de Barcelona: “Libertad”, “Amnistía”, “Estatuto de autonomía” […] Los discos de Lluís Llach o de Raimon o de Pi de la Serra o de aquel angélico Jaume Sisa de Qualsevol nit pot sortir el sol se vendían en (toda) España lo mismo que en Cataluña. Y era también en toda España donde encontraba un público entregado el gran teatro independiente catalán”. Antonio Muñoz Molina, escritor, El País, 22 septiembre 2012. Antes de que existiera una nueva Constitución, el Gobierno nacional procede a restablecer, el año 1977, en la persona de Josep Tarradellas, la Generalitat de Cataluña, con audacia y plena y generosa asunción de las justas aspiraciones del pueblo de Cataluña: “Cataluña está de fiesta, Cataluña recobra su más arraigada institución. Hoy Cataluña inaugura para España un prometedor futuro de concordia. Por eso es también de esperanza en el resto de España; porque del acto de toma de posesión del Presidente de la Generalidad restablecida se desprende la evidencia de que a los pueblos de España les ha llegado –aunque sea con fórmulas transitorias de una etapa preconstitucional- la hora de su autogobierno. Y por eso, sin ánimo de incurrir en el tópico, hay que decir que hoy es un día histórico para Cataluña y para España. Esta noble tierra recobra, como acabo de decir, su máxima institución. Pero hay que decir algo más. Hay que decir que por primera vez desde hace siglos el hecho catalán se aborda desde el Gobierno de la Monarquía y desde Cataluña, sin pasiones, sin enfrentamientos, sin violencias, sin plantear a priori hechos consumados ni acciones de fuerza. Cuando todos somos protagonistas del compromiso colectivo de consolidar una democracia, Cataluña vuelve a ser testimonio y garantía de la eficacia del proceso. Si el respeto es esencia de la democracia, los negociadores de la Generalidad hicieron gala permanente de él. Si la democracia implica comprensión, la comprensión ha sido el gran factor permanente de tres meses de diálogo. Si la democracia supone serenidad y voluntad de pacto, éstas han sido las constantes de un proceso que hoy cierra uno de sus grandes capítulos con la toma de posesión. He de decir que una autonomía que nace en estas circunstancias, no puede fracasar. En su mantenimiento reside la garantía de que la etapa que hoy se abre permanecerá siempre en los cauces de la razón política y del realismo […] Señor Presidente, Catalanes todos: Enhorabuena.” Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno, 24 de noviembre de 1977, en la toma de posesión del Presidente de la Generalitat de Cataluña.

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Desde entonces, en el programa de investidura de los presidentes del gobierno, durante todo el proceso autonómico, con independencia de su opción política, ha figurado un compromiso explícito por ese desarrollo de las autonomías. Basten algunos ejemplos: “El gran reto que nuestra Constitución plantea es el de institucionalizar políticamente la diversidad real de España mediante una distribución territorial del poder estatal […] España, como realidad histórica y presente, es una Nación que se vertebra en una diversidad real de pueblos. Asumir esta realidad, asumir a España como realmente es constituye el primer elemento de un planteamiento adecuado […] Tratamos de afrontar, pues, simultáneamente, un problema histórico, un problema político y un problema funcional a los que no cabe encontrar soluciones mágicas ni de eficacia resolutoria inmediata. En la Constitución hemos marcado el punto de partida de un largo camino y hemos trazado un esquema viable dentro del cual habremos de movernos.” Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno 1976-1981, en su discurso de investidura, el 30 de marzo de 1979. “Quiero decir que asumo plenamente, resueltamente, la opción autonómica de la Constitución. Unión de Centro Democrático ha contribuido de manera decisiva a que el principio autonómico, como principio básico de la organización del Estado, se inscriba en nuestro texto fundamental y lo ha traducido luego en realidades operativas. Pocas veces un Estado con la complejidad y el entramado histórico del Estado español habrá emprendido un camino tan apasionante y difícil.” Leopoldo Calvo-Sotelo, Presidente del Gobierno 1981-1982, en su discurso de investidura, 18 de febrero de 1981. “Esa labor de reforma y saneamiento, imprescindible para alcanzar todos los demás objetivos, ha de articularse con la culminación del proceso autonómico, al aprobarse cuanto antes los estatutos de las cuatro comunidades autónomas pendientes. En este aspecto, cuya regulación tiene por objeto vitalizar la pluralidad dentro de la unidad integradora, afirmo nuestro compromiso de alcanzar el máximo constitucional en las competencias fijadas por los respectivos estatutos. Con los Acuerdos Autonómicos, y una vez aprobados los estatutos pendientes, habremos puesto las bases para que el proceso autonómico se produzca de modo ordenado, objetivo y solidario. Queda, no obstante, una gran tarea pendiente: no basta con transferir competencias, funcionarios y recursos; durante el próximo período legislativo hará falta, sobre todo, culminar la construcción del Estado de las autonomías, a través, principalmente del desarrollo legislativo del artículo 149.1. de la Constitución. Entramos así en una especie de segunda fase del proceso autonómico, en la cual el positivo desarrollo de cada autonomía ha de conciliarse con la construcción positiva del Estado de todos.” Felipe González, Presidente del Gobierno 1982-1996, en su discurso de investidura, 30 de noviembre de 1982. “Desde la aprobación de los primeros estatutos, catalán y vasco, hasta la reciente inclusión en el mapa autonómico de las ciudades de Ceuta y Melilla, todo el desarrollo del Estado de las Autonomías se ha venido realizando mediante amplísimos acuerdos políticos, prolongación del propio consenso constitucional. La preservación de ese consenso, en consideración de que estas materias forman parte del propio «bloque de la constitucionalidad», será orientación permanente de la acción del Gobierno, si obtengo

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la confianza de la Cámara. En lo que al desarrollo autonómico se refiere, el consenso no es un método: es un requisito. Y en esta legislatura, tenemos que dar un nuevo impulso a esta tarea.” Jose María Aznar, Presidente del Gobierno de 1996-2002, en su discurso de investidura, 3 de mayo de 1996.

1.4 ¿Cuál fue la actitud del resto de España ante las reivindicaciones catalanas sobre el Estatuto de Autonomía?

Dichas reivindicaciones autonomistas de los movimientos catalanistas fueron asumidas, históricamente, con la misma audacia, plenitud y generosidad de los gobiernos de la transición, por muchas otras fuerzas políticas no catalanas, que hicieron suya la bandera autonomista: “Las canciones en catalán nos emocionaban tanto como las canciones en inglés, y también tenían una cualidad de himnos […] Hubo una época en la que la reivindicación del catalán y del estatuto de autonomía para Cataluña formaban parte de un mismo proyecto progresista.” Antonio Muñoz-Molina, escritor, El País, 22 de septiembre de 2012.

"Cada vez que digo algo de Cataluña me insultan llamándome bellotari, nacionalista español, facha y no sé cuántas cosas más. Yo no soy ni nacionalista español ni centralista. […] ¿Quién nos engañaba cuando, en los años 60 y 70 del siglo pasado, gritábamos en los conciertos de Lluís Llach, de Raimon, de María del Mar Bonet o de Serrat, aquello de 'libertad, amnistía y estatuto de autonomía'? Los etarras que salieron de las cárceles españolas no querían libertad sino sangre. Nos equivocamos cuando se les amnistió. Los nacionalistas parece que tampoco era autonomía lo que pedían. También nos equivocamos, porque querían independencia. Unos y otros nos engañaron. Claro que entonces la izquierda catalana era para nosotros, el resto de demócratas progresistas españoles, el espejo en el que nos mirábamos. ¡Qué error, visto lo visto!". Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ex Presidente de la Junta de Extremadura, El Confidencial, 14 de septiembre de 2013.

1.5 ¿En qué consiste el régimen de las autonomías?

“La peculiar estructura del Estado compuesto o Estado de las autonomías busca el equilibrio entre el todo (España, la Nación española) y sus partes: las nacionalidades y regiones”. Francisco Tomás y Valiente, jurista y político, Intervención en el Curso sobre consti-

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tucionalismo español, 1812-1978, celebrado en la Cátedra de Estudios Hispánicos del Colegio Mayor Chaminade en Madrid, 1985. “Nos encontramos ante una Constitución netamente democrática. El constituyente, con sabiduría elogiable, ha querido tomar determinadas “decisiones políticas fundamentales” a partir de ciertas experiencias históricas y con voluntad de respeto para la estructura y articulación histórica de España”. Francisco Tomás y Valiente, jurista y político, Intervención en el Curso sobre constitucionalismo español, 1812-1978, celebrado en la Cátedra de Estudios Hispánicos del Colegio Mayor Chaminade en Madrid, 1985. Artículo 2. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas. Constitución española de 1978 Artículo 137. El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses. Constitución española de 1978 “El artículo 2 de la Constitución Española tiene tres aspectos igualmente fundamentales que están construidos en un equilibrio racional y complejo que desaparecería si se suprime alguno de ellos. Primer aspecto; España Nación cuya unidad se afirma vigorosamente; segundo aspecto; España compuesta por Comunidades, respecto a las cuales se predica el derecho a la autonomía; tercer aspecto; la necesaria solidaridad entre todas las nacionalidades y regiones.” Gregorio Peces-Barba, Cortes Constituyentes 1977. Las Comunidades autónomas, en número de 17, nacen a partir del reconocimiento de la autonomía por parte de la Constitución. Los Estatutos concretan el ejercicio del derecho al autogobierno y actúan como instrumento normativo fundacional de la Comunidad Autónoma. Igualmente, determinan sus instituciones y forma de gobierno, organización y competencias, así como las relaciones con los ciudadanos, el Estado y otras instituciones. Cataluña cuenta con un poder legislativo y ejecutivo propios, ejercidos sobre un número amplísimo de competencias. Cataluña ha logrado el reconocimiento de su vocación de autogobierno y de su personalidad, que tiene en la lengua y cultura catalanas uno de sus rasgos más acusados. Pese a que sean insistentes las declaraciones de cierto nacionalismo en sentido contrario, se puede afirmar, con todo rigor histórico, que nunca Cataluña, en su historia democrática, ha alcanzado mayor grado de autogobierno en todos los ámbitos, político, económico y cultural, y que nunca han gozado la lengua y cultura catalanas de una vitalidad, de una magnitud educativa, dimensión demográfica, respaldo político, institucional y jurídico y recursos presupuestarios

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tan amplios como desde el día en que, en virtud de la Constitución y el Estatuto, Cataluña recuperó plena y definitivamente sus instituciones de autogobierno. En lo que hace al principio autonómico, Cataluña, en tanto que una de las nacionalidades a las que se refiere el artículo 2 de la Constitución, se constituye, de acuerdo con su Estatuto de Autonomía, en Comunidad Autónoma, y ejerce su autogobierno de acuerdo con la Constitución y el Estatuto, que es, en los términos del artículo 147.1 de la Constitución, su norma institucional básica. El artículo 152.1 de la Constitución establece la organización institucional autonómica para aquéllas comunidades autónomas que, como ocurre en el caso de la Comunidad Autónoma de Cataluña, hayan accedido a la autonomía por el procedimiento previsto en el artículo 151.

1.6 La organización institucional de la comunidad autónoma catalana

Dicha organización institucional se basa en una Asamblea Legislativa, elegida por sufragio universal; un Consejo de Gobierno con funciones ejecutivas y administrativas y un Presidente, elegido por la Asamblea, de entre sus miembros, al que corresponde la dirección del Consejo de Gobierno, la suprema representación de la respectiva Comunidad y la ordinaria del Estado en aquélla. Asimismo, se prevé que el Presidente y los miembros del Consejo de Gobierno serán políticamente responsables ante la Asamblea. Un Tribunal Superior de Justicia, sin perjuicio de la jurisdicción que corresponde al Tribunal Supremo, culminará la organización judicial en el ámbito territorial de la Comunidad Autónoma. El Parlamento de Cataluña El Parlamento de Cataluña, como todos los parlamentos autonómicos, está formado por una sola cámara. Tiene atribuidas las clásicas funciones parlamentarias: legislativa, presupuestaria y de control del gobierno. El Presidente de la Generalitat, el Gobierno y la Administración de la Generalitat de Cataluña El Presidente de la Generalitat tiene la más alta representación de la Generalitat y dirige la acción del Gobierno. También tiene la representación ordinaria del Estado en Cataluña. Ocupa, por tanto, un papel destacado dentro del poder ejecutivo. El Presidente de la Generalitat es elegido por el Parlamento de entre sus miembros, y nombrado por el Rey. En cuanto a sus funciones, por una parte, ejerce la más alta representación de la Generalitat y la ordinaria del Estado en Cataluña. En el marco de esta función representativa, le corresponde mantener las relaciones con las otras instituciones del Estado y el resto de las comunidades autónomas, convocar las elecciones al Parlamento de Cataluña y nombrar los altos cargos que las leyes determinen. Como representante ordinario del Estado en Cataluña, promulga en nombre del Rey las leyes de Cataluña. El Gobierno, que se compone del Presidente, el Consejero Primero, si procede, y los Consejeros,

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es el órgano superior colegiado que dirige la acción política y la Administración de la Generalitat. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con el presente Estatuto y las leyes. El Poder Judicial en Cataluña De acuerdo con lo previsto por el artículo 149.1.5 CE, la Administración de justicia es competencia exclusiva del Estado y, por tanto las Comunidades Autónomas no pueden ejercer funciones jurisdiccionales. Por ello, el Estatuto de Autonomía de Cataluña habla del poder judicial en Cataluña y no de Cataluña, ya que, a diferencia de los poderes legislativo y ejecutivo, que tienen carácter de instituciones autonómicas, el poder judicial lo es del Estado. En efecto, de acuerdo con el vigente Estatuto de Autonomía aprobado mediante Ley Orgánica 6/2006 de 19 de julio, detenta competencias en materia de justicia a través de la denominada cláusula subrogatoria que supone competencias no sobre la administración de justicia sino sobre los medios materiales y personales que sustentan y precisa dicha administración.

1.7 Las competencias de la comunidad autónoma catalana

“Con el régimen de las autonomías y la organización de los poderes en Cataluña, tenéis posibilidades de acción que muchas regiones, en otros lugares de Europa, os envidian.” Jacques Delors, ex Presidente de la Comisión Europea, en Barcelona, 1998. Listado de materias asumidas por la Comunidad Autónoma de Cataluña: Agricultura, ganadería y aprovechamientos forestales. Agua y obras hidráulicas. Asociaciones y fundaciones. Caza, pesca, actividades marítimas y ordenación del sector pesquero. Cajas de ahorros. Comercio y ferias. Consultas populares. Consumo. Cooperativas y economía social. Corporaciones de derecho público y profesiones tituladas. Crédito, banca, seguros y mutualidades no integradas en el sistema de seguridad social. Cultura. Denominaciones e indicaciones geográficas y de calidad. Derecho civil. Derecho procesal. Educación. Emergencias y protección civil. Energía y minas. Deporte y tiempo libre. Estadística. La función pública y el personal al servicio de las Administraciones públicas catalanas. Vivienda. Inmigración. Industria, artesanía, control metrológico y contraste de metales. Infraestructuras del transporte y las comunicaciones. Juego y espectáculos. Juventud. Lengua propia. Medio ambiente, espacios naturales y meteorología. Mercados de valores y centros de contratación. Medios de comunicación social y servicios de contenido audiovisual. Notariado y registros públicos. Obras públicas. Ordenación del territorio y del paisaje, del litoral y urbanismo. La organización de la Administración de la Generalitat. Organización territorial. Planificación, ordenación y promoción de la actividad económica. Políticas de género. Promoción y defensa de la competencia. Propiedad intelectual e industrial. Protección de datos de carácter personal. Publicidad. Investigación, desarrollo e innovación tecnológica. Régimen jurídico, procedimiento, contratación, expropiación y responsabilidad en las Administraciones públicas catalanas. Régimen local. Relaciones con las entidades religiosas. Sanidad, salud pública, ordenación farmacéutica y productos farmacéuticos. Seguridad privada. Seguridad pública. Seguridad social. Servicios sociales, voluntariado, menores y promoción

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de las familias. Símbolos de Cataluña. Sistema penitenciario. Transportes. Trabajo y relaciones laborales. Turismo. Universidades. Video vigilancia y control de sonido y grabaciones. (La información anterior es un resumen extraído de la web del Congreso de los Diputados) Esta es la magnitud del autogobierno de Cataluña según el Estatuto del año 2006. “A ver si tiene la deferencia de contestarme a esta pregunta, ¿cree que Cataluña ha tenido alguna vez un poder autónomo superior al que tiene en la actualidad?” Alfonso Guerra, ex Vicepresidente del Gobierno de España (1982-1991), dirigiéndose a su entrevistador, en el diario El Periódico de Catalunya, 2 de junio de 2013.

1.8 ¿Con qué presupuesto y con qué personal cuenta la Comunidad Autónoma de Cataluña?

El título VIII de la Constitución reconoce y garantiza a las comunidades autónomas el ejercicio de la autonomía en la gestión de sus intereses y, particularmente, en el ámbito financiero. Esta autonomía financiera supone, entre otros aspectos, la capacidad por parte de las comunidades autónomas de regular, a través de su normativa propia, sus particularidades presupuestarias. Dentro de este marco constitucional, las comunidades autónomas tienen competencias para la elaboración y aprobación de sus presupuestos con arreglo a los principios de coordinación con la Hacienda estatal y de solidaridad entre todos los españoles. Para acometer la prestación de los servicios correspondientes a las competencias asumidas, así como para llevar a cabo la gestión de sus intereses, las comunidades autónomas pueden actuar a través de órganos de su propia Administración, crear entes públicos con personalidad jurídica propia o mediante entes de naturaleza jurídico privada (sociedades mercantiles y fundaciones) que son controlados o participados, en general de forma mayoritaria, ya sea directa o indirectamente, por la administración autonómica, que vienen a constituir el Sector Público Autonómico. Por otra, parte, la construcción del Estado de las Autonomías ha supuesto una trasformación radical de la distribución del personal al servicio de las administraciones públicas, así como de los presupuestos. La administración pública estatal cuenta, en toda España, con 570.691 personas y la administración de las comunidades autónomas cuenta con 1.307.343 personas. En Cataluña, la administración de la Comunidad Autónoma cuenta con 165.092 personas, mientras la administración pública estatal en Cataluña cuenta con 30.136 personas. Por otra parte, en Cataluña, la administración local cuenta con 86.657 personas y las universidades, con 25.091 personas.

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Todas estas cifras son relativas a enero de 2013 (Boletín Estadístico del personal al servicio de las administraciones públicas, enero de 2013) A su vez, para 2012, el presupuesto total consolidado de Cataluña ascendió a 37.024,5M€.

1.9 ¿Qué valoración hace el mundo universitario y académico del régimen de las autonomías en España?

Ya hemos visto la organización institucional de Cataluña, sus competencias, los recursos humanos y presupuestarios con que cuenta en el ejercicio del autogobierno. Todo ello, para los nacionalistas radicales, es insuficiente, por lo que resulta inusual encontrar en su balance de dicha autonomía una palabra que reconozca la magnitud histórica, en virtud del marco jurídico común, del autogobierno alcanzado por Cataluña. Por ello, la fuente más fiable para valorar cuál es el grado de descentralización en España procede de los estudios académicos. Se recogen a continuación diversos textos de expertos en ciencia política sobre el Estado de las Autonomías en España, un Estado que todos califican con el adjetivo de federal y consideran el más avanzado de Europa en materia de descentralización: “But neither can the territorial structure be regarded as a simple process of regional decentralization. Decentralization processes in other European countries have not come close to the profound transformation of the political, fiscal, and administrative structures and processes that has taken place in Spain. The Comunidades Autónomas (CCAA) can establish laws that have the same force as those of the Spanish state, and their respective administrations are not subordinate to central control. The existence in many CCAA of regional police forces and television networks and full jurisdiction in all of them over such important policy areas as education or health make the Autonomous Communities of Spain more powerful than any other subnational government structure in Europe. At the same time, however, while the regions are endowed with an impressive array of powers, this decentralization process is held within the limits of national unity proclaimed by the Constitution (as in article 2, which unequivocally states that Spain is indissoluble). This asymmetric mix of characteristics has been variously described as “federo-regional” (Trujillo 1979), as a “federal system with differentiating features” (Aja 1999, 36-39), as “multinational federalist” (Linz 1999), as “non-institutional federalism” (Colomer 1999), or as “incomplete federalism” (Grau 2000a).” Richard Gunther, Jose Ramón Montero, Joan Botella, en Democracy in modern Spain, Yale University Press, 2004. “As the estado de las autonomías (state made up of autonomies) unfolds in the workings of Spanish politics and government, federal arrangements continually emerge. The Spanish form of regional governance has intertwined federalism with other forces in constructing democratic constitutionalism […] Spain as one of a set of states (including Belgium, Ethiopia, Russia and South Africa) that appear to be meeting the challen-

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ges of regime transformation, ethnic and regional diversity, and problems of social and economic justice through federal evolution. As an early member of this group, Spain may offer some important lessons regarding the paradigm shift to federalism.” Robert Agranoff, “Federal evolution in Spain”, International Political Science Review (1996), Vol. 17, Nº. 4, 385-401. “L’État espagnol est donc bien, tout à la fois, unitaire et fédéral.” Pierre Subra de Bieusses, « Un État unitaire ultra-fédéral », Pouvoirs n°124 - L’Espagne - janvier 2008 - p.19-34. “In Spain, the Statutes of autonomy, apart from being the basic fundamental norm of the autonomous Communities, perform a constitutional function, by indirectly delimiting the powers of the central government. So, although according to the Spanish Constitution the central government has exclusive competences over international relations, including treaty-making, and the sub-state level lacks powers to sign international agreements or treaties, different Statutes of autonomy have nonetheless included special provisions on the foreign promotion of culture or vernacular languages, international contacts with overseas migrant communities and foreign aid.” Nikos Sloutaris, Perspectives on Federalism, Vol.4, issue2, 2013, “Comparing the Subnational Constitutional space of the European Sub-State Entities in the Area of Foreign Affairs.” “La independencia se pide porque, según dijo el presidente de la Generalitat, Cataluña necesita “estructuras de Estado”. Ahora bien ¿no las tiene ya? Hagamos la enumeración: gobierno, parlamento, órgano de garantías constitucionales, defensor del pueblo, representaciones en el extranjero; policía, instituciones penitenciarias, régimen local propio, sistema educativo configurado con plena libertad. Además, la policía catalana viste uniforme único en España, lo que no ocurre en Alemania, donde ciertamente cada “land” tiene su policía, pero el uniforme es el mismo para todas. Hasta Código Civil tiene Cataluña, el viejo privilegio de las naciones europeas. Ningún “land” alemán, ningún cantón suizo tiene código civil: hace largo tiempo que renunciaron a su antiguo derecho privado para permitir la aprobación de códigos civiles nacionales.” Leopoldo Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín, Profesor del Instituto de Empresa, Abc, 20 de noviembre de 2012.

1.10 ¿Cómo se acogió, en Cataluña, el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1979?

El lunes 13 de agosto de 1979, se aprobó, en sesión extraordinaria de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, el texto del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Todos los diputados votaron a favor, menos uno, Blas Piñar, del Grupo parlamentario mixto, que votó en contra y dos, que se abstuvieron: Alejandro Rojas Marcos, del Grupo andalucista, y Heribert Barrera, del Grupo parlamentario de Esquerra Republicana de Cataluña. Eran las once de la noche.

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Conviene recordar cómo valoraron las fuerzas políticas catalanas dicho Estatuto de 1979, por el que Cataluña recobró sus instituciones de autogobierno: “Por eso hoy nos suenan como proféticas aquellas palabras de una editorial del prestigioso periódico “El Sol”, de 13 de diciembre de 1918, cuando respondiendo a un discurso de Maura, contestando éste a su vez a una famosa intervención de Cambó, decía: “Hasta ahora, cuando Cataluña se ha puesto en pie para pedir su autonomía, ha tropezado con la política de nuestra edad muerta. Pero hay otra España mejor, y es necesario que Cataluña se dirija a ella. Por eso dijimos que era necesario entregar el problema catalán a otro Parlamento en cuyos escaños tuviera asiento lo mejor de España. Hay muchos millones de españoles —decía el editorial— que están dispuestos a resolver el problema de las autonomías. Son aquellos cuya voz no ha sonado todavía”. Yo hoy me congratulo de poder decir que me parece que finalmente esta voz ha sonado.” Miquel Roca i Junyent, portavoz del grupo parlamentario Minoría catalana, Congreso de los Diputados, 5 de mayo de 1978. “Hoy estamos viviendo una de esas situaciones históricas excepcionales que esperamos tengan norma a partir de ahora; una situación en la que quiere decir democracia, libertad; y aquí la novedad de hoy: autonomía para Cataluña. De esta nueva situación no es difícil distinguir la nueva y profunda significación de la palabra España. Por ello, hoy y aquí quiero gritar por primera vez y sin contradicción: , .” Joan Reventós Carner, del Grupo parlamentario Socialistas de Cataluña, 13 de agosto de 1979. “Desde los socialistas catalanes, señores parlamentarios de las Cortes Generales, España puede contar desde ahora y para siempre con la plena solidaridad de Cataluña. Muchas gracias”. Eduardo Martín Toval, Grupo Parlamentario Socialistes de Catalunya, 13 de agosto de 1979. “Quiero terminar diciendo que nadie se llame a engaño, ni nadie intente creer que con esta operación los catalanes vamos a encerrarnos en nosotros mismos; es decir, vamos a centrarnos, diríamos, en la reconstrucción exclusiva de Cataluña. Precisamente con esta operación se rompe este vicio del ensimismamiento para contribuir con todas nuestras fuerzas a hacer posible no únicamente que la Generalidad funcione, sino que España en su conjunto como Estado funcione.” Miquel Roca i Junyent, Grupo parlamentario de la Minoría catalana, 13 de agosto de 1979. “Ahora permitidme que diga, para terminar, pues a mí sí me gusta ser breve y cumplirlo:

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