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193 INSECTA MUNDI, Vol. 14, No.4, December, 2000 Catalogue of the ectoparasitic insects of the bats of Argentina Analia G. Autino Consejo Nacional d

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Church of The Holy Name of Jesus The Franciscan Friars 207 West 96th Street New York, NY 10025 www.holynamenyc.org Our Mission Statement The Parish of

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Commonwealth of Puerto Rico Office of the Commissioner of Insurance Report Covered by Category and Line of Authority Individual - Authorized Represen

Story Transcript

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RARY

OF THE

UNIVER5ITY

Of ILLINOIS

8G9.3

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ESMERALDAS

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(cuentos mundanos)

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EDITOR

CLAUDIO QA.RCIA. SARANDÍ, 441

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18 21

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V

-

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.

Obras editadas por

'*La

Bolsa de los Libros'*



Asteig* y Marqnez Jubilaciones y Pensiones civiles 1 tomo $ 0.90 Apéndice 1918 a 1920 . » O.lü Poesías , con un estudio de Almafnerte (Pedro B. Palacios)» » 0.35 de Alberto Lasplaces . «Nuevas Poesías» y «Evangélica8>, con ün estudio do > Alfredo L. Palacios » 0.40 » «El Niño>, conferencia sobr^e enseñanza un folleto . > 0.10 «Lamentaciones», con un estudio de Más y Pí, 1 tomo » 0.35 > Acosta y Lara (Pederico E.) bisecciones de Derecho Constitu.

.



.



.

Instrucción Cívica a la Constitución Uruguaya de 1918 . . Filosofía del Derecho, 2 tomos » Arafijo Vinagran Horacio O. Primeros Elementos de Botánica, obra escrita con arreglo a los programas escolares en vigencia, 1 tomo con grabados «Marta Derval» y otros cuentos. 1 tomo » Agoilo Adofo La fragua, Apuntes sobre la Guerra Europea Fuerza y derecho aspectos morales de la Guerra Europea » » La Sombra de Europa, nuevos conceptos de la moral Berro (Aureliano O.) Vida Pública y Privada de Bernardo P. Berro, 1 tomo Barret Bafael «Diálogos, conversaciones y otros escritos» Bellán José Pedro «Doñarramona» Cuentos nacionales » «I Dios te salve!...» Comedia en 3 actos Baudelaire C. «PequeÁos poemas en prosa» Becq,tier. Gustavo A. «Eimas» con una notí preliminar de L. Lasso de la Vega y un poema de García del Busto, It. . Barl)nsse «El Resplandor sobre el Abismo» Bauza (P^ncisco) Estudios Constitucionales, 1 tomo CasaravlUa Lemos E. Las Fuerzas Eternas. (Verso) Cioue Otto Miguel «Caraguatá», Cuentos, 1 tomo » «Lauracha», novela, 1 tomo Cruz Alcides Incursión del Gral. Rivera a las Misiones . . Campoamor R. (de) ^El Tren expreso (Poema) Constitncito de la B. Oriental entró en videncia en 1919 Campo Estanislao del «Fausto», impr. del gaucho Anastasio el Pollo. Pról. de .Tuan C. Gómez Caillava (A. Domingo) T,a Literatura Gauchesca en el Uruguay. Sinorsis Histórico. ] tomo Sierras y Llsmurfls, novelas cortas uruguayas, 1 tomo . » Castellanos de Etchepare Delia ( Madre ) ^Mariposas, Cuencional

>

e

Comentario















.

.

» 0.50 » 1.00

.



» 2.50 » 0.35 » 0.40 » 0.50 » 0.50

» 0.35 » 0.35

...» ...» ...»

— ——



» 1.00

» 0.40 » 0.50 » 0.40

.

.

» 1.00 » 0.30



......





2.00 0.50 0.50 » 0.60 » 0.40 0.10 » 0.10

.





.

» 0.25

» 0.50 » 0.50

tos y Artículos, 1 tomo. 1 » Colombo O. Curso de Botánica, traducida por Más de Aya-

0.70

» a Profanas», con un prólogo do José E. Rodó » Azul... con prólogo de J. Valera » » De María Acides «Cnntos Tradicionales», Poesías Criollas 1 t. » De l^ría Pablo «Lecciones de Procedimiento Civil», 3 tornos rústica > 3 id. encuad. en tela. >

4.00

— tomo. Bubén— «Prosas

la,

Darlo

1

.

— —

.

0.40 0.35 0.50 7.50 9.00

ESMERALDAS

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(cuentos mundanos)

EDITOR

CLAUDIO garcía SARANDÍ, 441 1821

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LOS AZAHARES DE JUANITA L;

,N "í.

Mirar

los blancos

azahares con que se coen tren de matrimonio, y sentir una carcajada cosquillearme en la gar-

ronan

las novias

ganta, es todo uno. :

'

~

r

c

Y

sucede, no porque sea

Qué impresión

un

coto-

sentí

se

mi

casó con

cuando

la

vi

tío

coro-

emblema pureza, a aquella picara y graciosa mu-

nada de blancas de la

IV

me

na doña Antonia, que Juan Alberto. ¡

ti

esto

rrón canalla y desereido, sino porque me acuerdo de Juanita la hija de nuestra veci-

flores de naranjo,

chacha con quien había trincado

tantí^

en

el

jardín de mi casa!

Vino a mi mente,

con toda claridad,

la

tarde aquella en que por vez primera nos di-

mos un

beso,

llones en

que fué

el

incubador de

los

germen que Juanita escondía en

extremidades de su boquita rosa 5 a.

miJas

!

!

!

—6— *

*

Según costumbre, Juanita y yo



chachos de 13 años



habíamos ido

dos mual jar-

dín en busca de violetas, duraiitti una templada tarde de Agosto. sentados a la sombra de los grandes

Allí,

árboles, escudriñábamos entre las h )jas ver-

buscando

des,

las

pequeñas tlores fragantes.

Examinábamos la misma niara y de repente nuestras manos se encontraron sobre el tallo de una gran violeta nacida al reparo de una piedra, que yo me apresuré a cortar. Qué linda... dijo ePa, dámela! No es para mi ramo



!

.

.

.

Dámela,

un tono ra.

.

.

Y

¡



tal,

me repitió, perj ei^ta me obligó a mirarla

que

vez con a la ca-

no seas malo

me de que aún no me

sus ojos negros fijándose en los míos

liicieron

experimentar algo

doy cuenta.



á

No

rae la das

?

.

.

.



volvió a pregun-

tarme.

Y como

yo

al mirarla

mostrándome

ella,

sufs

me

sonriera, se rió

pequeños

blancos, mientras exclamaba con

reproche



.

.

.

¡

un

dientes

tono de

Malo

^Y si te la doy,

¿qué me das a mí?

pregunté mirándola fijamente.



le

!

.

r-Dámela

a

volvió

arrebatarme

!

!

!

queriendo

deeirnio,

la codiciada flor

y

sin respon-

der a mi pregunta.

—Bueno qué me das — Si no tengo nada que darte Y puso encendida — Dame un beso Quieres — Gran cosa ¿Y me das ?

.

,

.

.

¿

¡

se

¡

!

¡

! .

.

.

! .

.

.

.

.

¿

.

?

la

violeta

esa?

— ¡Sí

...

!

¡

no

¡

Dame

dos besos y te la

doy ^

—No

...

— No

nos ven

¡

glorieta

me

no quiero

!

Y

.

.

.

.

.

¡

nos van a ver

nos vamos allá ... a la

.

me acuerdo que

sin saber como,

encontré teniendo una de sus manecitas

lindas, entre las mías.

—No no — Vamos ...

Y

.

.

... te la

¡

al

doy tomé por

decirle esto la

la

cintura

para hacerla levantarse. Se puso de pié y como yo pho cosquillas, se reía. Riéndose

me

le

hubiera he-

siguió.

*

*

el

«

Nos sentamos en un banco perdido entre follaje, uno al lado del otro.

!

—Bueno me

!

!

.

.

dame

.

la



violeta primero,

dijo.

-»-¡

Qué esperanza

! .

.

.

Primero

los besos...

—No, no me vas a hacer trampa. —Bueno dos a un tiempo entonces —¡Oh! ¿Y cómo? — tomas violeta del tronquito y ...

,

.

.

¡

los

^Vos

la

cuando me des los besos, la largo. Así lo hicimos, pero yo recibí los besos y no largué el tronquito.

— Tramposo ¡

Y

se dejó caer a

mi lado haciéndose

la

que

lloraba.

— Si

me

los di ...

los

te

Es

lo

mismo después de

yo pasé mi brazo

al

rededor de su talle

no

i

Y

fui el que

!

— Pues todo

jYo

has dado.

.

.

! .

.

.

.

aún no bien formado, yendo a poner mi mano sobre su corazoncito que sentí latía tan ligero como el mío, sintiendo a la vez otra cosa que

—Bah

me ! .

.

.

deleitó tocar.

mano

larga

! .

.

.



me

riéndose porque le hacía cosquillas ...

dijo

y

— dé-

jame!

Como yo

continuara se echó para

atrás

descubriendo su cuello terso y se rió con toda franqueza, entrecerrando sus ojos negros.

Yo me

levanté sin retirar

mi mano de

so-

.

>

N

\

!

"'»-

"'

,.:]

, ,

m bre su corazoncito que seguía latiendo apresurado y estirándome hasta alcanzar su boea entreabierta traté de juntar con los míos sus labios rojos

y húmedos.

me pasaba la mano por el cuey reteniendo su cabeza junto a la mía, me

Sentí que llo

besaba sin contar cuantas veces

No

lo hacía.

que pasó por nosotros, sólo recuerdo que cuando adquirimos conciencia de nuestra situación, nos hallábamos fuera del se lo



banco, envueltos entre las madreselvas de la glorieta,

cia

que nos embriagaban con la fragan-

de las

Y

flores.

olvidamos

la

gran violeta crecida

al re-

paro de la piedra, pero no la escena de

^i?.

la

-'jt

glorieta.

Todas

las tardes

íbamos a

to de hacer nuestros

ella

ramos y

bamos tras largo rato, llevando como las habíamos traído. Después, hombre yo y mujer

la

con pretex-

las flores tal

ella,

muchas

mismo pretexto que cuando niños! *

^^ '

veces nos hallamos en la glorieta querida el

?

,

abandoná-



con

'

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10

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'l'i'^í;'^.'



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;

El destino nos separó y volví a verla renoche de su casamiento con mi tío .Juan Alberto, coronada de blancos azahares. Al verlos, recordé la glorieta verde del Jardín de mi casa y por eso me impresioné tanto; por eso exclamé lo que siempre repito cuando veo una no^da con su corona Aíién la

l)lanca.

— Ah ¡

...

los azaJiares

I .

,

.

representan la

pureza.

:, ...¿^v:?

!

.

.:,»;-

,-r.;

!

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.'-.(.

EL RAMITO DE NARDOS Tres meses hacía que Eosita, una íntima de mi mujer, y yo, sosteníamos unas relaciones algo más que amistosas, a escondidas ella

de su consorte y yo de la mía. Una tarde fui a su casa, y como encontréla extendida en

frío,

un

hiciera

sillón,

ca-

lentando en la estufa sus piecitos mononos

y

coquetamente calzados.

Al verme entrar exclamó:

— Qué milagro ¡

!

.

.

-

¡

Tres días que no* pi-

sas por acá!

— He estado sumamente ocupado — (Arreglando su vestido y bajando i

ta)

¿.Si?...

Pues me habían dicho que

bas entregado a la mujer de.



-

¡

la ins-

la conquista

esta-

de Josefina

B...

.

Son habladurías

— (Con tono seco)

¿Habladurías?... Pues teatro la otra noche, mi-

te he visto en el rándola con la boca abierta!

yo

ñ-'?i'

:V'' liÉliilHÉiliiií



.

'^i'- '^^i vv;> ^^^'i^' vuj'íívvsi^

-^

— 12 — — Bah ¡

! .

.

i

.

-

íS:^5^vs7

''



y'-

tenemos celos ; mi negrita ?

*

¿Celos?... Las mujeres como yo {arreglándose el pleguülo) no conocen eso...

{Haciendo un gestito). Cuando nos ofenden tomamos nuestras medidag en medio de una sonrisa y., nos vengamos alegremente... ¡cómo se nos engaña!

Y

al

y me

decirme esto

un

hizo

me miró

un modo

de

pucherito tan salado

tal

con su

pequeña boquita rosada, que no pude menos que acercar mi silla a su sillón y tomarle una mano, una de sus manos blancas y gorditas.



¿

Pero mi Rosita

.

.

.

cómo puedes imagi-

narte que yo voy a jugar tu cariño contra el

un instante? ¿Como crees que puedo desterrarme voluntariamente del paraíso en que vivo? Palabras y nada más que palabras No me pruebas que no quieras tener dos paraísos, o mejor dicho mudarte a otro! ¡Pero no seas mala! {pasando mi brazo capricho de



! .

¡

.



mi)

¿A

y atrayéndola hacia ¿a que no me Te apuespalabras crueles ?

de su

al rededor

repites esas to

un

talle

ver?... mírame!...

beso

.

.

.

.

!

.

.

!

— No.

!

.

!

no. déjame. Eres un falso Pero déjate estar yo te he de hacer corregir con tu misma mujer! ¡

.

.

.

.

.

.

:

.

— (Riéridome) —

Bueno... haga lo que mi negrita!... ¿Dame un besito ¿quieres?... uno sólo? Oh bah ¿ te has enloquecido ? Dame un besito ¿ Sí ? quiera

— — —¡No! — ¿Sí?

,

i

.

!

.

I

!

{y diciendo esto me incliné hacia haciendo resonar la estancia con un so-

ella,

noro y prolongado beso). Qué lindos nardos esos que tienes en el pecho » Dámelos ! ,

.

— Pues no ¿Lo quieres mi regalárselos a tu Josefina R no — ¡No seas mala! (besándola en repetidas veces)... ¡No seas mala! — (Riéndose). — ¡Eres un gran ¡

! .

.

.

un zalamero Bueno

— — (Haciendo ¡

los). ¡Si

no

! .

.

te

.

¿

Me

.

.

es

.

para

verdad ?

los labios

pillo...

das los nardos ?

un movimiento para

sacar-

puedo negar nada!

— (Apresurado).

los

! .

hijito

.

¡No, no, espera!...

¡Yo

voy a sacar con mi boca

E

inclinándome sobre su pecho y mirando

su cuello alabastrino y terso como un raso, saqué de su seno el ramo de nardos blancos

y fragantes que

se

encantos de Rosita.

expandía

al calor

de los

. '

';'>K,-'

——

.::Jx^^f.



.

J.4

.

!

!

f

Llegué a mi casa llevando

en las manos prueba de condescendencia con la íntima de mi mujer y fui a sentarme al lado de ésta en el diván del comedor. aquella

está mi mujercita esta tarde — Qué —¡Y mi esposo qué galante y que florido — son unos nardos. — Muv bonitos — Que compré de —¿A verlos? (Y tomando ramo exa^ bella

i

Sí.

.

í

.

.

i

!

.

.

al salir

la oficina. el

minó con todo , cuidado) te

..

lo

¿Ix)

.

compras-

no?

—¿Te — No — Pero

g:usta?

I

.

.

.

pregunto

lo

si

he dicho que

de la oficina con

al salir

quiarte

te

te

i



! .

compraste .

.

Lo compré

objeto de obse-

el

!

— Mientes i

!

.

.

.

Infame

(Y mi mujercita

se

.

me

.

Desleal

.

echó a llorar de'

sesperada)

—Pero ¿qué tienes? — Ah Bien me sospechaba yo Esa loca de Rosita — ¿qué tienes? —¡Calla, infame! ¿Con que has comprado ¡

!

f

lo

¡

...

^Pero

no? (Sollozando). ¡Estos nardos que yo misma le puse en el pecho a Rosita,

esos nardos

-ií'í'iiññ.

\

.'*.

.

!

w'-'-^mm'^M

mf^-^'-r^-

hoy cuando vino Yo voy a ver s mamá...Dios mío quién había de decirme que ! .

! .

¡

a los

seis

,

.

¡

¡

Todos

.

meses de casada

— Por Dios 1

.

los

.

Ah

! .

los .

.

.

puse

Yo voy

en

con este

los até

el

pechí)

escucha

a ver a mí

hilo' ver-^

de esa

.

.-

*

costó trabajo colosal disuadir a

suceso fatal

loca.

líiadre.

jercita de la idea de contarle el

.

nardos son iguales

*

Me

.

mi mujercita.

.

— Estos yo misma de y

! .

!' ! .

ná mu--

a mi suegra

y doble más probable que en

adelante sería la imagen de la fidelidad con-

yugal y un acérrimo enemigo de su íntima,

como

En

ella lo sería.

cuanto a Rosita, caída vez que la en-

cuentro "

me mira con

sus ojos negros y pi-

de tal manera, que yo^ leo de corrido su intención de decirme! carezcos

y

se sonríe

—¿Quieres los

los

nardos mí

nardos?

*

/

ri^ií'yÉííMiKiKt^v*;';^

hijito,

quieresf^

^

ív.

^x;:,:

.

LAS FLORES DE SAÚCO No me rubonzo

al confesar

que mi amor

primero, lo engendró una mujer que por sus

años podía ser mi madre que salí de él tan mal parado, que recién hoy, tras largos años,

me

atrevo a recordarlo.

*

*

Doce años tenía yo cuando fué a pasar *eou una temporada a nuestra quinta, aquella preciosa amiga de mi madre que se llamaba Adela y era viuda reciente de un ganosotros

llardo coronel.

Su

fisonomía ha quedado fijada en mi me-

moria y

el

tiempo ha sido

impotente para

lx)rrarla.

Aún me nada por

parece ver su cara morena coroel cabello

crespo

y negro; su boca

que dejaban ver chiquitos que daban a blancos unos dientes y roja, de labios carnudos,

:f:-Ky^^^^^^pitjr^:-k:':';í^^^

-

!

!

— 18 — SU rostro una expresión infantil;

sus ojoy-

pardos, velados por largas pestañas y que brillaban de ün modo tan particular; los ho-

yuelos de sus mejillas cuando reía

su jQariexpresión zafada y luego aquel lunar pequeño que tenía entre la comisura, cita ñata

izquierda de su labio inferior

Ese lunar fué

el

que

sólo él fué el autor de

y

la barba.

me enloqueció; él y mi aventura desgra-

ciada.

La

;

y de

-

tarde que llegó a la quinta llamóme

madre y enseñándome a

ella le dijo,

tras yo colorado hasta las orejas no

me

mf

mienatre-

y disimulaba mi bochorno manteniéndome tieso como una estaca. Ese es Francisco ... el mayor Un bonito muchacho... ¡Vén, dame un vía a mirarla

— —

¡

beso

Me

aproximé a

ella

y confuso

le

retribuí

en los labios, el que me y sentí que me dejaba un gusto tan encantador como grande fué el aumento de mi turdiera

al recibirlo

jbación.

Aquella frase «un bonito muchacho» me cantaba en el oído con tanta dulzura cuanto que estaba habituado a ser objeto de pullas'

por

pii deliciosa fealdad.

!

....

"*

>-.,.

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-

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(1.'

-•

« *

-..-

*

Repuesto de mi primera impresión, miréa la cara y desde ese momento cesó el re-

la

'.

\^-¿

mi pensamiento de niño, fijándose en una aspiración a algo que horas más tarde mi precocidad me hizo adivinar lo que

voloteo de

€ra.

Aquel bonito lunar de

me

los labios

En

y

barba

todo

el resto

del día sentí en el

atraía,

partes veía

Ocui)ó la

un

el

mi boca

beso de la viuda

reciente del gallardo Coronel,

de

me

besarlo frenéticamente.

buen gusto dejado por

el

la

hacía estirar imaginativamente hasta él

y en

todas

,-."-

detalle de su cara graciosa.

cuarto vecino al mío y a través

puerta medianera que se hallaba

cla-

vada, yo sentí en la noche como dormía; oí

de su cama que crucada vez que se movía y,

la respiración, el ruido

jía bajo su peso

más de una

vez;

mi imaginación, me hizo

creer que sentía entre mis labios aquel lunar

enloquecedor, mientras mis manos corretea-

ban sobre carnes duras como como la seda.

el

mármol y '^

CTiaves

Qué noche mártir la que pasé La imaginación no fué dominadla

'

minuto.

En

esos

momentos de

fiebre,

f -

.

I

ni

un

forjé.

,

-• 5



— 20—

;;:

el plan de agujerear la puerta para ver a que me robaba mis pensamientos, hasta momento en que apagara la luz.

*

la el

*

Al otro día realicé mi idea de la noche y nunca esperé con tanta impaciencia la hora de dormir como entonces! Llegada ésta, me instalé al lado de la puerta con mis ojos, fijos en los agujeros

y

co-

mencé a observar a la amiga de mi madre como se aprestaba a acostarse, enardecién-

dome

la

sangre cada detalle.

Soltó la cabellera negra, quitóse el vestido, luego dejó caer sus

prenderse

el corset,

enaguas y para des-

fuese ante el espejo del

tocador.

A

cada uno de sus movimientos, oleadas de

sangre subían a mi cabeza y cuando vi que soltaba los tesoros de su seno, que temblaban

de la camisa cada vez que se inclinaba, tuve que cerrar los ojos temeroso bajo

la fina tela

de que se saltaran de las órbitas.

Después

me

la vi trepar al lecho

que

al crujir

parecía que reía de placer al ser oprimi-

do por aquel euerix) encantador y en toda la noche no pegué los ojos pensando en mi

21 vecina y recordando detalle por detalle, que habia visto a través de la puerta.

* *

En

la

mañana

cochero de la casa

lo .

-

*

confié a. Santiago, el viejo



un compadre que

siem-

pre se complacía en hacerme malas pasadas la pasión que me agitaba.



Habiendo oído decir que había remedio para hacerme querer pedíle alguno y él rién-

me

dose

—Vea.

dijo: .

búsquese unas flores de saúco y

.

échelas en la caldera de que ella te.

¡el

.

.

Lo va a buscar después.

toma ma-

va a ver!... milagrosísimo para el amor!

saúco es

.

.

« *

Y yo

*

inocente, seguí el consejo.

después que la familjg^,

ella

A la

tarde,

había tomado mate con toda

cebado con la

infusión

por



preparada a escondidas de la sirvienta y de la cocinera, la observaba buscando en sus ojos una chispa de amor. Y como no lo viera, preparé para

el

mate de

la

noche una nueva

dosis.

Acostóse, previa

una nueva inspección mía

.

'

•^''-'v

v':-vi

— 22 —

';

'

'



'

a través de los agujeros de la puerta

'

y

/

sen-

inquieta en su cama. Varias veces vi que se bajaba y abría la puerta que daba al patio. tila

— Oh ¡

!

i

Ella

me ha

de buscar

decía temblando de gozo

Ella

Y

me ha

.

! .

.

.

— me

.

de buscar.

confiaba en los efectos del saúco sin no-

tar que

mi padre mis

en

habían abierto las puertas

fin,

tíos,

mi madre, todos de

sus

cuartos a altas horas de la noche.

,

¡

Qué revolución

*

*

al

día

siguiente

en la

casa!

Todos los habitantes mayores de edad andaban enfermos del estómago y yo, sin notarlo,

continuaba a

me

llamado que

Como

el

la

espectativa del primer

hiciera

mi adorada.

hecho no se produjera, al medio

día entré a la cocina a echar en la %ldera

mi

yerba milagrosa.

Al

ir

a hacerlo, fui sorprendido por la co-

cinera que inmediatamente fué a avisárselo

a mi madre.

—Señora, las calderas. I

el .

.

niño Francisco echa saúco en ¡

yo

lo

he visto con estos ojos

.

,

,

-.(•.«,-.Si*fc:i.ii«i

.

^-

í^ ^ÍSW'Vj!/

í!V-

i

,

^ue

---'

m'f!;V

.",:

*'.



'

comerá la tierra! ¡Con razón todos andamos de purga! se

*

\

Y

fui llevado

donde

al

escritorio

éste se encerró conmigo.

me comenzó

vero

*

Con

padre

gesto se-

a interrogar, e intimidado

confesé el móvil de

le

de mi

mi

acción.

Túvome encerrado unas dos horas y cuando

me

de

la casa

puso en libertad todos los habitantes

me miraban y

se reían a

mandí-

bula batiente.

En

cuanto a

ella, la

Diosa de mis pensa-

pudo menos que ruboy luego, como todos los demás, estallar en una carcajada y exclamar al ver a mi madre que atravesaba el patio. Ahí tienes tu hijo, el ^Magdalena enamorado del purgante. mientos, al verme no rizarse

\

\



\

\

! .

.

.

Y las lágrimas se

",

\

Cosechaba

me saltaron de los mi primer desengaño.

ojos.

í^^ "'-éW'|X'/V;íj j

;-;

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"2ii^tí¿-f-V':'js.^..'

i.

.ry,

.-»il...i¿- J, 'i' :^¡r^r. -^

S

r. '^íi*--:'

ACUSÓME PADRE Era

mo

ella

una mujer de

la vida alegre, co-

una horizontal, hoy en que afrancesarse es la

se decía antiguamente, a

como

se dice

moda. Inteligente, instruida lo bastante

mar

y narradora

la atención,

podían pasar momentos ^u compañía.

Yo

lla-

agradabilísimos

en

aún cuando con dada mi posición social.

cultivaba su amistad

ciertas reservas,

En

para

admirable., se

mis frecuentes conversaciones con ella

había notado su gran animadversión hacia

miembros del como los llamaba,

los

clero,

hacia los pollerudos

y, una noche en mayor intimidad tomábamos una

que, en la botella de

cerveza en su modesto comedor, le averigüé las causas.

—Vea, me de da.

ellos le .

.

dijo, los aborrezco

debo

el

porque a uno.

no ser una mujer honra-

o mejor dicho, ser lo que soy!

¡iife:';;;

( S-K.

-i-^J^feijSscfeiíí

'

•-.;•

/

^ -.-'/y..

'— 27

.

.mozo

y que dada

veía había



-:..,,

;

con que me conmigo cierta

la frecuencia

a tener

llegado

}

%^

-confianza.

Con motivo de mi primera comunión me atestiguó su afecto, regalándome varias es-

tampitas iluminadas y un libro de misa no de viñetas y con los cantos dorados.

como

Esos' obsequios

lo

comprenderá,

•elevaron a grande altura en

.

lle-

lo

^l"

mi considera-

ción de niña y estrecharon los vínculos de la especie de amistad

miéndole un

que nos ligaba,

impri-

de intimidad de que antes

sello

carecía.

Como prueba de por no oirme en

amistosa distinción acabó confesionario; lo hacía en

el

y en darme un beso en la sacristía,

la Secretaría

pués de terminada

Un

y

llegó hasta

la frente varias veces, des-

la confesión.

día de tantos llevóme a la Secretaría

y

el gran sillón forrado de seda punzó que había frente al escritorio, llamóme a su lado y levantándome en alto cuando yo menos lo pensaba, me colocó en sus faldas.

sentándose en

Este proceder el

'Cn

me

llenó de turbación, pero

respeto que le profesaba no dejó triunfar



la idea

lado y buscar

de me

que tuve de separarme de su asiento más propio y don-

un

hallara con

más

tranquilidad.

'

ift"

:

Me

.

acuerda que

me

latía el

muy

corazón

ligero.

Después de arreglarme puestas por

las

ropas descom-

esfuerzo hecho para alzarme,

el

i*s

me

recuerdo que

me daba un

mismo tiempo que

dijo al

beso en la boca sin que pudiera

impedirlo

— Si

vieras la sorpresa que te preparó próximo domingo Te voy a hacer regalo precioso, eres un la niña más a tí que ¡

para

él

! .

.

.

buena, más piadosa y más linda de la parroquia ... ¿A qué no adivinas lo que voy a regalarte ?

Y

un

su voz temblaba

— No ¡

padre

! .

.

.

poco.

contesté toda rubori-

le

zada porque sentí su mano izquierda apoyarse sobre

mis

rodillas,

descuido, mientras

dulcemente y como al la derecha me

que con

retenía en sus faldas.

— Bueno i

que más

! .

.

.

¡

Adivina

te guste ...

Y

!

.

.

.

piensa

en lo

volvió a besarme,

i)e-

ro esta vez en el cuello.

Permanecí muda, me preocupaba aquella mano izquierda que me acariciaba cada vez con más franqueza y que se había ocultado a mis ojos. ¡Pues



te

voy a regalar un bonito

relica-

rio de oro con una reliquia milagrosísima apretándome al mismo tiempo contra

! .

T

_.:'-./. í:>,.-V.*á'?-"iJV_-¿íl:;'i

2í>t«Js'iÍÉl'£i.i>'oí'j,.;

.

sí.

:

"""'-:'^-'

'

'^^:'}'f:\

i_ 29

'



;;:

;:.;

%....

--.

:/ ._

,

me dio un beso en la oreja que mientras que aquella mano qiie paba, avanzaba ..

avanzaba...

.

me mareó, me preocuy me hacía

deliciosas cosquillas.

Mi pudor revelándose súbitamente, pudo más que el placer que me causaba la promesa de

mi confesor y sus

Diovían

que de

a

risa.

Repuesta

cosquillas

del

me produjo su beso en la vergüenza, me dejé caer de



que

aturdimiento oreja

y roja y

sus faldas

quise alejarme.



¿

Qué

tienes

?

.

.

mo

.

preguntó con un

que algo me tranquilizó, reteniéndome no obstante por la cintura, vuelaire de inocencia

mi cara hacia

ta

galo...

Y llas

eh?.

él.

.

.

¿No

te gusta

mi

re-

..

nuevamente comenzó a hacerme cosquiaun cuando esta vez con ambas manos.

Yo me

eché a reir.

También

se rió

él

y continuó

acaricián-

dome.

Luego me pregunto

si

sus caricias

me

gus-

un momento en que me puse más encendida que nunca, y me dio un prolon-

taban, en

gado beso en

los labios

que yo recuerdo que y sin poder

devolví, sin saber ni lo que hacía

hablar una palabra.

Después volvió a colocarme sobre sus

fal-

das sin que opusiera la menor resistencia

'

}.

juna

%

emoción

desconocida

paralizaba

mis^

miembros. •

Mis manos temblaban, y mi corazón lo sentía latir como nunca ¡la sangre me comenzó» a subir a la cabeza y noté que mis mejillas ardían y mi boca se secaba al calor de aquel fuego de que era presa. Lejos de hacerme experimentar cosquillas' caricias de mi confesor, me producíanuna sensación voluptuosa que apesar de mi

las

turbación

me

deleitaba.

Largo rato estuvo besándome y yo devolsus besos; sus manos temblaban-^ tantos como las mías.

viéndole

De

reprente mi boca se unió a la suya ar-

dientemente y casi a mi pesar; algo como» una nube pasó sobre mí y creo que me des--

mayé. Solo sé que perdí la noción de mi propio ser y"

más

que en ese momento di besos como

los

ja--

he dado,

* »

Me

parece

esa tat-de cretaVía,

A

me con

los seis

*

innecesario

decirle

que desde-

confesé todos los días en la Se-la

puerta cerrada.

meses

de

abandoné furtivamente

confesión

continuar

esta ciudad

acompa--



.*-

¿

-

'.

•;>,.,

...í.-'f.

;

-

V

:.

31 ""''."•'i.

nada de mi confesor y me dirijí al Brasil der donde pasé a Europa. Regresé a los nueve años y ya no encontré'-^ familia en Buenos Aires; mis pobres viejoshabían fallecido! ^Y él, le pregunté, ¿qué se hizo? Me abandonó en Marsella... los curashí» pan para hoy yr son como todos ustedes

— —

.

.

.

hambre para mañana!

/

J¡^—..;•*.;'' -:-

;



-.-

---



Maximito como todas

me

milia sino que

las relaciones de la fallamaba Máximo haciendo

x entre sus dientitos adorados. Esto me enloquecía; no me dejaba comer y me metía tales ideas de elegancia en la

isonar con la

cabeza que

me

camisa todos

obligaban a querer

mudarme

a andar con los panta-

los días,

lones sin rodilleras, a enojarme con los pilletes

que en la

igual;

en

fin,

calle

me

me

trataban como a su

transtornaban por com-

pleto.

*

Una

tarde,

no sé

si

a propósito o por ca-

sualidad nos haUamoB solos en

el

jardín,

sentados en la pileta de las violetas, bajo el chalet verde

formado por

el viejo alerce ro-

deado de trepadoras. Afuera había un sol ardiente como una llama amorosa de esas que al freir un alma adolescente, la hacen proferir en poesías y versos de todo calibre.

Ella

me

pidió que le alcanzara

un jazmín

yo fui a traér-

que crecía a corta distancia y selo.

Cuando desmayé

regresaba, miré al suelo

al ver

mi sombra en

ant€ mí con las piernas na, con gran sombrero.

W>-'-Í¡Arf

.!li>i>.c*.,»-J«„,'..',jc^„>^'i.»&«j>,fÍKjS4......

'V-:,r

\

DRAMAS DEL TERCER PATIO La Por

conoció siendo vigilante. la

mañana cuando

estaba de facción en la esquina, arrebujado en su grueso capote azulado con botones de nickel, se quedaba

extasiado viéndola fregar los vidrios de las

grandes puertas que daban

Se

le

al balcón.

hacía agua la boca al mirarle los

brazos morenos, gruesos

y bien torneados. Le metía los ojos por la manga del vestido y los paseaba a lo largo de aquel lin^

cuerpo, acariciando

sus formas

exhuberan-

tes.

Francamente,

gozaba

contemplándola

y

su gozo se pintaba en su rostro obligándolo

a llevar la mano a la empuñadura del machete con un aire bravio. Ella lo miraba también y se deleitaba, mientras limpiaba los grandes vidrios, pen-

sando en

los besos

que se ocultaban bajo

gruesos bigotes del enamorado violante.

,-:..

-

-.;::.;

ÍS¿Í!!£to&íÍ!>kA;ri»''Í3í&':;í''^'

;^.,

.

-.

.,y

los

'^^^i'SJf^^^i^.i^V''^^ (->r*'flv»i;'-^r^-^vpfS?í'"'^^ '¡Sy^^wnp'H-^Ts.'ífí^^'^'Tit^

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r:"t,¿ :*^.íJ3^íips:1i;::•;íi^*;•?í .:;,;.

;•

:-*'^'íf^^pg

LA LECCIÓN DE LECTURA Mi primo Santiago se rió con toda franqueza al oir mi pregunta y exclamó con ese tono pi carezco que es peculiar al que diceuna cosa y quiere que

—No

jo

entiendan otra:

le

fué por raptor que

mayordomo de tu padre,

me

acusó

el vie-

sino por corrup-

tor de las buenas costumbres.

— Bueno — No i

! .

.

.

—Pero

el

j

Pero

mismo

es lo

¡

.

.

es .

¡

mismo

lo

cabe

un

distingo

hecho es que usted la robó a Fe-

lipa, la hija del

mayordomo y que

la saca-

ron de su cuarto ...

—¡No cuarto

es

A

verdad!

ella la

sacaron de mi

pero yo no la había robado ...

se

había venido por sus propios pies. Eso lo confesó ella

padre

me

.

.

.

Fué por

esta causa

que

acusó solamente de corruptor.

— Cuénteme entonces como — ¡Bah... bah. pequeño

fué.

.

.

crápula!

el

.

.

0.35 » 0.35

Encuadernado Gallinal Gustavo Crítica y Arte, 1 tomo Holleman (A. P.) «Química inorgánica», 1 tomo en tela Ns «Química Orgánica» rbarbcrou í Juana de) Las mejores poesías, 1 tomo El Cántaro Tretro, Cuentos, 1 tomo » Inireta Povcna .Tose El Delito de Homicidio, 1 tomo Tiueones Leopoldo T,a Montaña del oro, 1 tomo Iift«ra,nnilla Aleiandro «Fundanentos de la Moral» Lasplaces Alberto Oniniones literarias (Prosistas Uruguayos Con temporáneos 1 Lerena Acevedo Prp doras soleadas, 1 tomo Lagarmilla A. .Jurisdicción Voluntaria, 1 tomo Encuadernado » .

— —

.

.

,

.

i

» 1.00

> 1.30 » 1.00

> 6.00 » 7.00

...» 0.45 » 0.50 ...» 3.00



.

— — —

» 0.60

....»



'

los

empleados de los servi-

públicos

Ley de Divorcio Ley de Alquileres v Desalojos, Leyes. Decretos y Reglamentos

——

1 folleto del Eegistro

Estado Civil

Mark Tvrain Cuentos Escogidos, 1 tomo Más de Ayala ^I Lecciones de Química Inorgánica

1

t.

.

> 0.35

.



.



1

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.



» 1.20 » 2.50 > 0.35 » 0.40

> 0.35 0.25

•»

> 0.60

> 1-00

tomo

Morey Sebastián Constitución anotada de Uruguay 1 tomo

» 0.10 > 0.10 > 0.15 » 1.00

(compl. del universitario

de clase) de acuerdo con el prog. para el curso preparatorio «Elementos de Biología» con arreglo al prog. de prepa» rat. de la Universidad . Maetez'iinck Mauricio «La Muerte» «La vida de las abejas^ » «La inteligencia de las flores» » «El alcalde de Stilmonde», drama en 3 actos » Melián Lafinur (Luis) La acción funesta de los partidos tradicionales en la Reforma^ Constitucional Manual de Cálculos, Reducción de Monedas, Conversión de Medidas y Capacidades. Útiles al Comercio y a la Industexto

tria,

0.35

> 0.70

Ley de Jubilaciones y Pensiones a cios

0.50

» 2.50 > 3.00

La Nueva P^f^a, siptema Económico-Político de los Sovits. 1 t. > La Tercera Internacional con el manifiesto Comunista de Marx tomos

0.50..

» 0.80

.......

— —

2

2.00 0.70 0.40 0.35

» > > >

'



» 0.40:

» 0.75

la República O. del

> 0.80

í^



Amado «Florilegio (Recop.), 1 folleto. .' ; ; ^ Ñervo '*^í?r^ » «Perlas Negras», (Poemas), 1 tomo «Elevación» (Poemas), 1 tomo » ^¡Serenidad» (Poesías), 1 tomo I > «Ideas y observaciones filosóficas de Tello Tellez » .

":;

'^'^''''^''



^

.'» » » . »

.

.

» » » »

Obligado Bafael «Poesías» Pról. de Joaquín V. González, 1 t. » «Leyendas Argentinas», 1 tomo Poe Edgard (Poemas) Prólogo de Rubén Darío. . Paullier W. La Defensa Nacional y los Problemas Militares, 1 tomó de 304 páginas » Pereda (Setembrino E.) El Poder Ejecutivo, 1 tomo Bevilla (Manuel de la) Hist. de la Lit. Española,. 1 fasciuculo » Rodríguez, Dr. Juan Antonio— La Sífilis y sus consecuencias,

— —

.

...»

— —

L

folleto

.

.

»



Rodríguez Castro Actos Administrativos, 1 tomo » Carlos Roxlo El libro de las Rimas, seg. edic. c. y aumentada »



Shaw Bemard

.

.

.

.





dientes, >»

I

'

(i.r)()

ii.li (i.if)

0.2 ('..lo

0.2 U.',

^

1

I.ikj

u.so

(1.21

I.h) ij.:;.j

— La

Sensatez del Arte. Exposic. contra la opinión de que los artistas son degenerados, 1 tomo. » Sighele Scipio «Las ciencias sociales y sus aplicaciones» trad. de A. Lasplaccs (Obra recomendada por la dirección de Instrucción Pública, para el estudio de sociología) » Sayagués Lasso Vistas fiscales con las sentencias correspon»

(1,15

tomo

.

.



»

0.50

—Tabaré

O.fiO

» 0.60

y La Leyenda Patria, » 0.50 » 1-30 » 0.50

edición

' ...

.

» 0.70

corregida por el autor Encuademación en tela Detalles de Historia Rioplatense, 1 tomo novípínia

»

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1

......

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