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Año 2. Nro. 66. C . actualidad a diario, se entrega gratuitamente con el diario Crítica de la Argentina del 31 de mayo de 2009. Prohibida su venta por separado.
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Bayly Cucurto Diseño Autos Moda Restó
Reconquista Vendedores Pedro Almodóvar del desierto de sonrisas actualidad a diario
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“Hollywood te promete todo pero después te quita la libertad”.
Crónica de las nuevas tácticas indígenas para recuperar sus tierras.
Los odontólogos, inesperadas vedettes de la estética.
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Un osito internacional
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or estos días el diseño argentino se destaca con un objeto en la tienda del Moma de Nueva York. Se trata de una cartera tipo bandolera con forma de oso de la marca Pesqueira, realizada 100 por ciento en cuero argentino. Pero esta simpática carterita se consigue también en Buenos Aires, en el local de Pesqueira de Palermo o en la tienda del Malba. Vale 268
pesos y para los que lean C desde Nueva York: en el Moma cuesta 110 dólares. Valeria Pesqueira, dueña, diseñadora y creadora de esta singular firma -que ya tiene ocho años y logró en este tiempo destacarse por sus diseños simples pero con estampas originales-, creó una línea conceptual en donde incluyó esta bandolera, un bolso y una remera de manga larga en la cual rescata a este osito, uno de los motivos que inspiran su estilo, que hace eje en la naturaleza y lo orgánico. Pesqueira: Armenia 1493.
Todo se transforma
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na butaca ($1.800) cuyo asiento está hecho con persianas de madera que ya no servían o asientos en fetas (entre los $800 y $900) también realizados con materiales de descarte como OSB, MDF, aglomerado y hierro, son dos de los nuevos muebles que acaba de lanzar Gruba, un estudio de arquitectura y diseño industrial que crea objetos y propuestas arquitectónicas a partir de la sustentabilidad y el uso eficiente de los recursos. Al frente de Gruba están los arquitectos Constanza Núñez y Gabriel Pires Mateus, quienes en 2006 participaron del concurso Incuba IV del Centro Metropolitano de Diseño y3(asiento )-23(está )-23(hecho )]TJl ce40dpolitano en 3eeno de Diseño este ose Diolma (que )-23(aca3
Un chico llamado Frin
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lega al teatro Frin, uno de los personajes más queridos que inventó el escritor Luis María Pescetti, uno de los escritores infantiles más populares del país, que supo llevar a sus divertidas historias el lenguaje y los gestos de los chicos de hoy. Frin vive en un pueblo pequeño que parece un poco aburrido. Para este chico, cada día es una fotocopia del anterior, pero alguien, una chica llamada Alma, logra quebrar la monotonía, como también la llegada de un nuevo amigo y un profesor bastante particular, quienes ayudan a que Frin descubra un nuevo sentido de la amistad, el amor por la literatura y el amor de verdad. Frin: Sala Beckett (Guardia Vieja 3556), todos los domingos a las 17. Localidades: $20.
Antigüedades truchas
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“Me convertí e Para Pedro Almodóvar que algo pueda definirse como "almodovariano" cliché, aunque asuma riesgos, como con su última película, el film noir
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Por Roald Rynning/IFA
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l director español Pedro Almodóvar se reencontró con Penélope Cruz para su dramático film noir (esa mezcla tan francesa de melodrama con elementos del policial) Los abrazos rotos. Es su cuarto trabajo juntos y la película número 17 del manchego. Los abrazos rotos es también el film más largo (127 minutos) de este director de 58 años, el más caro (12 millones de euros) y el que más tiempo de producción significó (quince semanas de filmación). Es también su trabajo más complejo y un tributo
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Yo quiero poder controlar mi trabajo. Me ofrecieron hacer Secreto en la montaña y era una historia interesante, pero pensé que podía terminar peleando con el estudio."
a su propia profesión. Los abrazos rotos cuenta la historia de un director de cine (Lluis Homar) que quedó ciego en un accidente que mató a su estrella (Penélope Cruz). El personaje de Cruz es el centro de un triángulo amoroso que incluye al director y al adinerado productor, los dos igualmente obsesionados con ella. Cuando todo parecía indicar que el director, que en la Argentina se hizo famoso y querido por su película de 1983 Mujeres al borde de un ataque de nervios, se llevaría algo grande en la premiación del Festival de Cannes del domingo pasado, se fue sin nada de un país, Francia, 8
que recibió mucho mejor que España su última película, que aquí tiene fecha de estreno para el primero de octubre. Almodóvar ganó en 2000 un Oscar a la mejor película extranjera, en 2003 otro por mejor guión por Hable con ella y en 2007 una nominación como mejor actriz para Cruz por Volver. –Usted es uno de los directores más reconocidos en el mundo, ¿cómo lo afectó la fama? –Mi vida en Madrid se vio afectada. Yo amo observar a la gente y no puedo hacerlo por mucho tiempo, como no puedo ir a los bares o salir a caminar por ahí. Si voy a encontrarme con alguien, no puedo esperarlo en un lugar público. No me cuesta nada hablar con la gente, pero no puedo quedarme ahí parado mientras me hacen fotos con los celulares. El único hábito que no cambié fue el de ir al cine. Voy dos o tres veces por semana. –¿Es verdad que sufrió terribles migrañas mientras hacía Los abrazos rotos? –Tuve migrañas ocasionales hace tiempo, pero en 2006, durante la gira promocional de Volver, empeoraron. Sufría dolores de cabeza casi todos los días y, cuando estaba en la Argentina promocionando la película, empecé a tomar pastillas. Tarde descubrí que si abusás de las pastillas como yo lo hice, no te ayudan por demasiado tiempo y te crean un problema crónico. Son dolores tan intensos que no puedo tolerar la luz; se me hace imposible ver televisión, sentarme con la computadora o leer. O escribir. Mis sentidos quedan dominados por el dolor. –Sus migrañas le dieron vida al personaje masculino de Los abrazos rotos. –Mateo, el director y escritor que pierde la vista, es obviamente mi alter ego, y él vive en la oscuridad. El personaje fue inspirado por mi condición. El dolor no mata la imaginación. –¿Fue dura la filmación de Los abrazos rotos con esas migrañas? –Sí. Usaba lentes oscuros y sombreros para protegerme de la luz, lo cual es irónico porque el cine es, sobre todo, luz. Pero solo cancelé un día de filmación por causa de las migrañas y, ocasionalmente, acorté el día de trabajo. Con todo, sufrí menos de lo usual. Filmar es aparentemente terapéutico para mí. Pero tuve un duro período de post–producción. –¿Está de acuerdo con la afirmación de que Los abrazos rotos es su película más compleja? –Siento que cuanto menos hable de esta película, mejor. Si dependiera de mí, no lo promocionaría. Quiero que el público descubra por sí mismo las sorpresas de esta película. Diré solo que es una película romántica con historias de amor entrelazadas. Pero, por debajo de eso, todo es mi amor por el cine. Hay
referencias a mis primeros trabajos. En cierto sentido, adapté mis primeros trabajos sin tener que pagar derechos. Y estoy muy contento con los elementos del film noir que hay en la película. –¿Por qué quería hacer un film noir? –Siempre disfruté del film noir. Es drama, con elementos más oscuros y melodramáticos, y la historia siempre tiene un arma y un asesino. Amo los maravillosos films noir de John Houston y Howard Hawks, en los que el diálogo es pura ironía. –¿Por qué ambientó la historia en el mundo del cine?
pensé que podía terminar peleando con el estudio. Me prometieron libertad creativa, pero Hollywood te promete todo y después te quita la libertad, poco a poco. Al final, te dicen que necesitan cierta audiencia y vos tenés que cortar la película para que la puedan ver los chicos. –¿Cambia el guión cuando está filmando? –El guión está vivo. Reescribo hasta el último minuto. La noche anterior a rodar una escena, improvisamos, cambiamos diálogos. Pero buena parte del guión de Los abrazos rotos –cinco o seis versiones– fue escrito entre 2007 y 2008 en el Hotel Mirage en Tanger.
–Hacer películas es un estilo de vida, y amo todo lo que sucede detrás de cámara y durante la realización de una película. Los abrazos rotos es un homenaje a mi profesión, especialmente a los actores. –En su historia, la película se le va de las manos al director, es reeditada y convertida en un desastre por su vengativo productor. –Es la peor pesadilla de un director y la razón por la que no hice películas en Hollywood. Yo quiero poder controlar mi trabajo. Me ofrecieron hacer Secreto en la montaña y era una historia interesante, pero
–Es su cuarta película con Penélope Cruz, que ganó el Oscar a mejor actriz este año por Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen. –Somos muy amigos. Escribí este papel para permitirle llevar su actuación a un nuevo nivel. Disfruto reinventándola y descubriendo la cantidad de personajes que residen dentro de ella. Está más hermosa que nunca, mejor como actriz dramática y con una vulnerabilidad que hace su trabajo más completo, impresionante e inolvidable. Es un papel difícil, una mujer rota que fue destruida en su viaje por la vida, pero ella está maravillosa. 9
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Tengo migrañas tan intensas que no puedo soportar la luz. Es irónico porque el cine es, sobre todo, luz”.
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oscuridad. El cineasta ciego (suerte de alter ego) de Los abrazos rotos, y Cruz en su personaje. –¿Cómo llegan sus películas a tener siempre esos personajes femeninos tan intensos? –Es que es más fácil contar historias sobre mujeres; ellas son más fuertes, interesantes y complejas que los hombres. Ellas tienen la más genial capacidad de sorprender y su sufrimiento es más espectacular. Para mí, es más duro hacer una película sobre hombres. Creo que soy uno de los hombres menos machistas del mundo, un auténtico feminista. –Los abrazos rotos tiene interesantes escenas de sexo. ¿Cómo las planifica? –Las escenas de sexo son difíciles de filmar. A los actores no les gusta hacerlas, a los técnicos no les gusta filmarlas y yo me siento incómodo. Siempre trato de encontrar una nueva manera de mostrar el arte de hacer el amor. –Hay un estilo visual diferente al de otras películas suyas. –Para bien o mal, usé la cámara de otro modo. –¿Cómo eligió la música? –La música que elijo para mis películas es una parte importante del guión, como voces que aportan información adicional, revelan secretos de los personajes y enriquecen la historia. Las canciones nunca aparecen por azar. –¿Qué directores admira por el uso que hacen de la música? –David Lynch tiene bandas de sonido geniales. Me identifico mucho con él. Me gustan también las elecciones musicales de Quentin Tarantino y las de Carlos Saura. Su película de los 70, Cría cuervos, es fantástica y le debe parte de su éxito a la canción "Por qué te vas". –Sus primeras películas eran comedias. Después de Todo sobre mi madre su trabajo tomó otro camino. ¿Qué sucedió? –Mi madre murió en 1999. Murió sola en la sala de emergencias y fue inmensamente traumático para mí. Siendo agnóstico, no tuve la ayuda de la fe para atravesar el trauma. Todo sobre mi madre fue la primera película que hice después de perderla y fue un tributo a ella y a todas las madres. Hable con ella, La mala
educación, Volver y Los abrazos rotos, todas se relacionan con el tema de la muerte. Por supuesto, mis últimas películas también reflejan mi edad. En los ochenta, mi vida era más liviana y estaba rodeado de gente. Ahora soy más introspectivo. Es un síntoma de madurez, me temo. Me he convertido en una interesante persona madura. –Las comedias son más exitosas. –Y por largo tiempo, tenía miedo de estar haciendo historias demasiado personales. Quería hacer películas exitosas e hice las comedias que la gente esperaba de mí. Pero finalmente necesité explorar cosas nuevas. Se volvió una presión sostener mi imagen, y mi estilo se convirtió en un lugar común. Me convertí en un adjetivo: "Esto es almodovariano". Es lo peor que puede pasarle a tu creatividad. –¿Cómo se convirtió en director de cine? –Desde muy chico, mi pasión eran las películas. Adoraba las películas americanas de los 50 y 60, pero cuando llegué a Madrid, a mediados de los 70, no podía pagarme la escuela de cine, entonces inventé una historieta, actué como transformista, canté en un grupo de rock y trabajé en una compañía telefónica mientras hacía películas experimentales los fines de semana. Me vi obligado a aprender cine por mis propios medios. Todo en mi vida lo hice a mi manera. Quería estudiar cine, pero mi familia no tenía dinero, entonces no tenía muchas más alternativas que hacerlo. Que fue lo mejor porque, yo creo que en el caso del cine, la mejor manera de aprender es filmar. Lo importante es tener tu propio punto de vista, tu propia mentalidad. Y esa es la razón por la cual yo hago películas diferentes a las de otros directores. –¿Se ve a sí mismo retirado de los sets? –No. Me veo en mi silla de ruedas dirigiendo films, como John Houston en Dublineses (NdelaR: estrenada como The Dead, aquí como Desde ahora y para siempre). No es una imagen patética para mí, sino una escena armónica y llena de belleza.
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Hice las comedias que la gente esperaba de mí. Pero finalmente necesité explorar cosas nuevas. Se volvió una presión sostener mi imagen y mi estilo se convirtió en un lugar común”.
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La doble nacionalidad de Pedro almodóvar
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Qué diferencia a Pedro Almodóvar del resto de los cineastas de este mundo? Bueno, muchas cosas, entre ellas estéticas. Pero una que vale la pena destacar es que sea quizás el único que lee todo lo que se escribe respecto de él en todo el mundo. Eso por lo menos es lo que ha comentado su amigo Álex de la Iglesia. Lo que implica necesariamente que habrá de leer estas líneas, a menos que don Álex, campeón de la comedia guarra a pesar de ese crimen que cometió en Oxford, haya ejercido el humor en tal declaración. Como fuere, queremos bastante el cine de Almodóvar aunque no sabemos qué pensar de Pedro Almodóvar, algo que debería tenernos sin cuidado. Para cerrar este comentario mítico, algo de verdad: Almodóvar se enfureció esta última semana –no sin razón– con el crítico del diario español El País Carlos Boyero y con su jefe, Borja Hermoso, por el trato que desde hace años vienen dispensándole en sus textos, algo que hizo explosión en el último Festival de Cannes, que cerró el domingo pasado ignorándolo en las premiaciones. Almodóvar lo publicó todo en su blog; uno podría pensar que el no haber ganado la Palma de Oro que, desde hace años, Cannes le viene prometiendo, hizo estallar su cólera. Pero basta con leer los textos de sus acusadores para comprender que hay algo de hartazgo legítimo. Almodóvar es sospechoso de éxito, en gran medida. Y mucho más desde que Hollywood le abrió unas puertas que no termina de franquear aunque estén adornadas de Oscars. Busquemos cuáles son los motivos que lo vuelven importante. Un manejo impecable de la puesta en escena, una precisión que excede decorados que semejan, en su artificio, al del dibujo animado. Luego, una cinefilia caótica y galopante que abreva especialmente en el cine clásico de Hollywood. Sigamos: el humor. Almodóvar es, sobre todo y a pesar de su debilidad por el melodrama, un experto en la comedia de todo tipo, desde el diálogo cómico –a mitad de camino entre Woody Allen y Groucho Marx– hasta la coreografía de entradas y salidas de escena a lo Blake Edwards. Más: el manejo del suspenso y la sorpresa, más cerca de Brian De Palma que de Hitchcock. El modo de tratar a las mujeres que recuerda la mano delicada y férrea de George Cukor. Demasiados nombres estadounidenses, ¿verdad? ¿Demasiado Hollywood? ¿No estamos hablando del mejor cineasta español, acaso, nacido en la tierra de Buñuel y Berlanga? No hay ninguna contradicción: España es famosa por haber sido, durante el franquismo, uno de los países más cinéfilos del mundo. Gran parte de los cineastas de la generación de los 70 (para entendernos, por ejemplo, José Luis Garci) viven homenajeando aquel cine de los 40 y 50 (y más también) que cristalizó en universal. Almodóvar, ese que fue joven y alocado durante los míticos años de la Movida, es un cinéfilo desaforado del mismo cuño, sólo que más joven. Pero hay otro pequeño detalle: el cine de Hollywood que fue un espacio de resistencia y el sueño fantasía durante "los cuarenta años" hablaba en rabioso español, merced al doblaje. Así que se volvía propio, la propia lengua. Y además estaban Berlanga y Azcona, transformando el mediocre paisaje hispano en puro humor cruel, negro y (recuerden a Gila) "a lo bestia". No por nada España es el país de Valle Inclán y el esperpento de las caricaturas terribles de Goya. No por nada, Almodóvar no es menos que ninguno de esos nombres. Hay que oír las películas de Almodóvar para comprender el contraste entre la intención melodramática y el efecto cómico. Hay que entender esa pirueta fundamental en la que el cliché se transforma en sentimiento: ahí, en La flor de mi secreto, cuando la escritora rosa Marisa Paredes dice a Imanol Arias: "¿Hay alguna manera, por difícil que
sea, de salvar lo nuestro?" Hay que reírse con los gritos desaforados de cada personaje en la sorprendente escena de violación de Kika. Hay que sentir el lenguaje raspando el alma cuando se escucha confesar ante cámaras a Victoria Abril en Tacones lejanos. Esos aciertos son los que hacen que Todo sobre mi madre suene falsa: Cecilia Roth habla fuera del tono de la película y hace que la falsedad -porque Almodóvar juega todo el tiempo a mostrarnos el artificio- no cuaje. A Hollywood, que no sabe escuchar del castellano ni sus riquísimas inflexiones, no le importa: en realidad (se teme) lo votan porque es divertido y "exótico". Peor para ellos. Del desaforado anarquista de Pepi, Luci y Bom, Entre tinieblas y Laberinto de Pasiones, Almodóvar mutó en el encantador de multitudes de Matador, La ley del deseo y Mujeres al borde de un ataque de nervios. Y entonces volvió a mutar. Y ahora es un señor que mira hacia atrás, que recuerda a su madre (la mamá de Almodóvar, con la de Martin Scorsese, han sido las viejecitas más encantadoras de los últimos veinte años de cine) y que se encuentra con que su mundo es más que nada el cine, que le ha entregado todo su amor y que ese amor lo ciega (un poco Los abrazos rotos, su última película). Ha recuperado a Penélope Cruz y a Carmen Maura, pero parece lejos del sosiego. Por lo menos su cine (que es cine puro, hecho de retazos de otros cines tejidos en vestidos propios) es el punto donde Hollywood y España, países tan disímiles, han terminado de hacer las paces. 2 12
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el canalla sentimental
Morir en sus brazos
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na noche de septiembre de 2006, una mujer cubana de setenta años estaba a punto de irse a dormir cuando me vio en la televisión de Miami y decidió que yo sería su hijo. Ella había tenido un hijo llamado Henry, que, con apenas veinticuatro años, había muerto en un accidente aéreo en 1986. Veinte años más tarde, me vio en la televisión y pensó que yo era tan parecido a su hijo muerto que no podía no ser él o que en cierto modo una parte de Henry se había reencarnado y habitaba en mí y que en consecuencia estaba en mi destino ser su hijo. La mujer se llamaba Talía y no había tenido otros hijos con su esposo de toda la vida, Hugo, un médico ya jubilado. Se habían conocido en La Habana cuando eran un par de quinceañeros, habían escapado de la revolución y se habían casado atropelladamente nada más llegar a Miami. Talía fue a verme la noche siguiente al estudio, me abrazó con una intensidad desusada y me dijo que yo era idéntico a su hijo Henry, me enseñó fotos de Henry, me contó que había muerto en un vuelo al Caribe, rompió a llorar, la consolé, le dije que Henry era muy guapo, me dijo que había esperado veinte años a que llegase este momento, el de encontrar al hijo que había perdido. Pensé que hablaba metafóricamente. Desde entonces no faltó
un lunes ni un viernes en el estudio de Miami donde hacía el programa. Como decía que no le gustaba manejar su auto de noche, llegaba en compañía de otras amigas, todas guapas, señoras elegantes, llenas de joyas, que me colmaban de halagos y regalos. Todos los lunes y viernes Talía me esperaba en el estudio una hora antes de que comenzara el programa, y apenas terminaba se me acercaba y me daba una bolsa llena de comida. Yo nunca le pedí nada, pero ella decía que era feliz comprándome comida. Me traía tantas cosas que no alcanzaba el tiempo para comérmelas todas. No me preguntaba qué me gustaba, ella elegía por mí. No faltaban nunca el salmón ahumado, el queso cremoso, las tostadas, la tortilla española, los sánguches de miga, las sopas de pollo que se derramaban en la camioneta, frutas exóticas, chocolates, pirulines, caramelos de menta, sales digestivas, laxantes y boletos de la lotería. No sé por qué, Talía deslizaba siempre, entre las bolsas de comida, boletos de la lotería que se jugaba el sábado. Yo le agradecía y tiraba a la basura casi todo lo que me regalaba. También me traía regalos muy lindos para mis hijas (vestidos, joyas, perfumes), que yo llevaba a Lima y les entregaba como si fueran regalos míos, sin mencionar a esa extraña señora que había decidido ser mi madre. No contenta con esas
muestras desmesuradas de cariño, Talía viajó a Lima para conocer a mi madre. Me pidió el teléfono de mi madre, cometí la imprudencia de dárselo, le conté a mamá que Talía señora había perdido a su único hijo y era muy cariñosa conmigo y que por favor la atendiera. Talía y mamá tomaron té en el hotel Country. Talía me dijo al volver a Miami que habían llorado juntas y que le había rogado a mi madre que fuese más tolerante y compasiva conmigo. Durante un tiempo Talía no hacía sino preguntarme si mi madre había cambiado gracias a ella y yo, por supuesto, le decía que sí, que era increíble cómo había cambiado mi madre gracias a ella. Talía decidió entonces que
debía viajar a Buenos Aires para conocer a mi amigo Martín y a su madre, Inés. No hacía mucho, Inés había visto morir de cáncer a su hija Carolina, la hermana mayor de Martín. Enterada de esa desgracia, Talía decidió que debía ser amiga íntima de Inés, pues ambas habían pasado por la tragedia de perder hijos, y eso la llevó hasta Buenos Aires en pleno invierno. A pedido de Martín, Inés se resignó a reunirse con esa señora cubana que había viajado desde Miami para consolarla. Tomaron el té en el hotel Alvear, donde se alojó Talía. Inés se sorprendió con la cantidad de regalos que Talía le entregó. Por supuesto, Talía lloró al recordar a su hijo Henry y fue inevitable que Inés llorase también. Cuando
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Por jaime bayly regresó a su departamento en San Isidro, Inés le dijo a Martín que esa señora estaba loca y que no quería verla más. Martín, que la había conocido en alguna de sus visitas a Miami, le dio la razón y dejaron de contestarle las llamadas y los correos electrónicos. Talía se fue llorando desconsolada de Buenos Aires, sin entender por qué su nueva amiga se había hartado tan pronto de ella. Llamó al teléfono de Inés y dejó un mensaje quejumbroso en el contestador. Al volver a Miami, Talía me pidió explicaciones. Le dije que Inés y Martín todavía estaban de duelo por la muerte de Carolina. Le sugerí que dejase de escribirles. Por supuesto, no me hizo caso. Cada semana, Talía llamaba a mi madre y hablaban largamente de mí. Mamá estaba encantada de que una señora tan religiosa me cuidase con tanta generosidad. Lo atribuía a la Divina Providencia. Talía era una enviada de Dios, mi ángel de la guarda. De vez en cuando, durante el programa, viéndola allí sentada entre el público, yo mencionaba su nombre y eso la hacía muy feliz y luego me daba un montón de comida que terminaba tirando a la basura. De tanto insistir, acepté tomar un café con ella un sábado en la isla de Key Biscayne. La cité en una panadería. Acudió sola en su auto de lujo. Me contó de su hijo Henry. Me enseñó fotos de él. Me contó todo lo que
encontrarme. Se instaló a mi lado, me puso un rosario en el pecho y no se alejó de allí. Rezaba, me acariciaba, me peinaba, me llevaba al baño tratando de que orinase (pero yo no podía, y ella quería mirarlo todo) y no paraba de decirme mi hijito, yo soy tu mami, no te preocupes, tu mami está aquí para cuidarte. Pero yo no quería que ella fuese mi mami, yo quería que se largase y me dejase en paz. Fue un pesadilla que duró cuatro días con sus noches. Talía me volvió loco. No dejaba de tocarme, peinarme, acariciarme, acomodarme las almohadas, darme de comer gelatinas. No dejaba de rezar por mí. Cuando el médico me dio el alta, salí en silla de ruedas del hospital, acompañado de Talía. Le pregunté si había traído su auto. Me dijo que no, que iría conmigo en mi auto y se quedaría cuidándome en mi casa. No lo pude creer. Caminamos hasta el estacionamiento, subió a mi auto, se molestó porque no la dejé manejar y, llegando a mi casa, entró conmigo y dijo: –Vamos a ducharte, no te preocupes que yo estaré a tu lado para jabonarte y para que no te resbales. Fue demasiado. Le dije que le daba diez minutos para irse de mi casa o llamaría a la policía. Me dijo que no tenía auto. Le dije que llamase a un taxi. Me pidió que lo llamase yo. Le dije que no tenía fuerzas. Se sentó en el sofá y rompió a
había sufrido cuando murió. Me dijo que no amaba a su esposo Hugo, el médico retirado. Me dijo que Hugo no la tocaba hacía años. Me dijo que Hugo tenía una amante, una enfermera de Puerto Rico bastante menor que él. Me dijo que sufría mucho por eso. Lloró. La animé a que le dijera a Hugo que sabía de sus amoríos escondidos, la animé a separarse de él. No puedo, me dijo. No sé vivir sola. Por eso te necesito más que nunca, hijo mío. Luego me siguió hasta mi casa. Fue un error permitirle saber dónde vivía. Desde entonces, las bolsas de comida aparecían en la puerta de mi casa, rodeadas de hormigas. Un día me tocó la puerta y me entregó llorando un montón de ropa que había sido de su hijo Henry. Le agradecí, le invité un café, la vi llorar una vez más. Cuando se fue, pensé en tirar la ropa a la basura, pero no me animé. La guardé en el depósito. Me daba miedo tocarla. Además era ropa extraña, pantalones de cuero negro, guayaberas, ropa que no usaría en ningún caso. En febrero enfermé y me interné en un hospital de Miami sin decirle nada a nadie. Al registrarme, pedí que ocultasen mi identidad. Me operaron. Al día siguiente, Talía apareció en el cuarto donde me tenían enganchado al suero y la morfina. ¿Cómo se había enterado? Su esposo Hugo, médico retirado, era amigo del doctor que me había operado. Talía siempre sabía dónde 15
llorar. Mi hijito adorado, cómo puedes hacerle esto a tu mami que tanto te quiere, repetía, sobándose los ojos. –Si no te vas, llamo a la policía– le dije y abrí la puerta. Se fue sin mirarme, llorando. –No quiero verte más, le dije. Desde entonces, prohibí que entrase público al estudio. Han pasado tres meses y todos los días me escribe correos que borro sin leer. A veces me deja mensajes condolidos en el contestador de casa. A veces encuentro bolsas de comida al salir. Siempre me deja boletos de la lotería con una nota que dice: "Tu mami que te quiere". Pensé que no la vería más. Anoche al salir de casa estaba abriendo la puerta de mi auto cuando ella detuvo su auto gris, bajó deprisa y se acercó a mí. Pensé que me mataría. Esperé el disparo. He venido a despedirme, me voy dos semanas a Madrid, me dijo. No le permití que me tocase, retrocedí, puse mala cara. Buen viaje, le dije secamente. Hasta pronto, hijo mío, me dijo ella, con la mirada alunada. Nos vemos en Madrid, añadió. ¿Cómo sabe Talía que en una semana viajaré a Madrid? Subí al auto y aceleré. Miré por el espejo. Ella venía detrás de mí. Me temo que estoy condenado a ser su hijo y morir en sus brazos.
retro moderno
moda real
El vintage es casi obligatorio entre los visitantes a la feria ArteBA, por lo menos entre los del ambiente.
fotos: luis MaRÍa heRR pRoDucción: MaRÍa feRnanDa Mainelli
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Rafael, 28 años, BRasileño, y stephan, De 30, austRÍaco. Rafael: toda su ropa es comprada en vintage de San Pablo, la camisa le costó cinco reales y la bermuda, siete. Tiene medias de fútbol y zapatillas New Balance. Stephan: no recuerda las marcas ni los precios de su ropa.
Raúl, 30 años y Marcela, 29. Raúl: la parte de arriba es prestada, el pantalón es de diseño propio y la campera es de un local vintage. Marcela: el vestido es un diseño propio y el pañuelo es vintage.
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Lautaro y Constanza (es fotógrafa y expone en arteBA). Lautaro dice que todo es "made in Córdoba". Constanza dice que todo es "made in Francia".
Paula, 25 años. Vestido vintage y chaqueta de cuero Ricky Sarkany (arriba de $700). Atrás, un cuadro del artista plástico Alejandro Avakian.
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Philipe, 25 años y es galerista chileno. Collares de Ignacia Zordán, una diseñadora de Chile. Toda su ropa es vintage.
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Cintia, 27 años. El vestido y el cinto se los trajo su papá de Australia; el sobre vintage lo heredó de su abuela.
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vidrieras
Un viaje a Nadinelandia diego levy
Nadine Zlotogora fue una pionera del diseño de autor en la Argentina y su local es uno de los más visitados por extranjeros. El lujo de sus prendas pasa por la calidad de las telas, el trabajo artesanal y modelos que crean un mundo propio.
E
n la nueva colección de invierno de Nadine Zlotogora se destacan las prendas funcionales y precisas, pero también simples y no porque lo sean estrictamente hablando -lejos está esta diseñadora de los básicos-, sino porque se trata de una línea fácil de usar, compuesta por vestidos largos y cortos, blusas, abrigos tejidos o calzas en donde no se escatima ni un poco de tela, porque, como asegura la diseñadora, "hoy el lujo pasa por la tela": "Los costos son imposibles, entonces decidí no hacer trapitos porque está cara la tela, sino ofrecer prendas que tienen muchísima materia prima", explica. La colección se destaca por una silueta adaptable a cualquier cuerpo y es atemporal, en el sentido de que contiene prendas perdurables, de esas que se pueden usar en años y hasta pasar de manos a través de las generaciones, y también porque exceden al invierno. El concepto que atraviesa esta nueva propuesta (presentada en el desfile Six O Clock Tea a beneficio de la Fundación Creando lazos) es la de un campamento nómade de un pueblo que vive en un lugar imaginario llamado "nadinlandia" y está muy bien representada por una campaña que se puede
apreciar en la página www. nadinez.com y para la cual la diseñadora convocó a dos hermanas, el novio de una de ellas y una modelo más para dar la idea de cierta intimidad de un grupo que construye su morada a donde puede, con lo que hay y en medio de una naturaleza a la que hay que adaptarse. "Mis colecciones están influenciadas por mis sentimientos y estados de ánimo pero también por lo que sucede en el plano social, por eso creo que en esta propuesta logré plasmar, por ejemplo, la problemática que sufrimos gran parte de los diseñadores independientes que estamos en Palermo, que pagamos alquileres exorbitantes y nunca estamos seguros de a dónde vamos a ir a parar. Entonces, el concepto de la colección es lo nómade, una forma contestataria de decir que vamos a seguir haciendo lo nuestro en cualquier lugar", explica Zlotogora. También su colección del verano último estuvo cargada de la realidad del país, inmerso en una crisis que la diseñadora prefiere relativizar: "Para mí la crisis de la que se empezó a hablar cuando surgió el conflicto del gobierno con el campo fue un bluff. Reconozco los reclamos de un sector pero no estoy de acuerdo con
que se pare un país. También me molesta toda esa gente que se queja y a la par viaja a Miami o a París para comprar ropa de outlet y venderla en sus casas de country privados. Entonces, me parece que hay que sincerarse y de una vez por todas dejar de ser tan individualistas y pensar más en el conjunto", reclama. Será por eso que Zlotogora para el último verano presentó una propuesta cargada de colores estridentes (una novedad dentro su estilo) y recreó en su local una verdadera florería porque ante
la crisis ella prefirió hacer una fiesta. "Desde el verano pasado tengo la sensación de que mi lugar, mi local, debía tener adelante un jardín, y atrás, donde funciona mi estudio y taller, la cocina donde se asan o se cuecen las ideas; lo más parecido a una casa contenedora donde circulan personas de verdad con sus sentimientos y problemáticas. Creo que el diseño que me caracteriza sale de macerar en una cocina las ideas que después devienen en siluetas, texturas exclusivas y formas únicas".
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Por siempre Jackie Las prendas de Zlotogora están cargadas de signos de la infancia, en ellas se pueden reconocer otras épocas: "Para diseñar mi primera colección, allá por el año 2000, tuve que hacer el ejercicio de recordar las imágenes de mi niñez, los cuentos que me contaban, los juegos de una infancia privilegiada si se la mira desde la actualidad, cómo se vestían mis abuelos o los olores a comida casera que se desprendían de nuestras casas; por eso creo que todo esto me caracteriza aunque ya no tenga la necesidad de recordar nada porque todos esos recuerdos los llevo conmigo y salen naturalmente", dice. Estas características convierten en especial la propuesta de esta diseñadora, que tiene muy buena llegada a los extranjeros (asegura que durante los días de festivales internacionales como el Bafici su local se llena), un público para nada "fashionista" sino clientes que saben "comprar porque yo estimulo el consumo consciente, ofreciendo prendas perdurables" y "seres sensibles" porque "mis prendas no aportan lujo y no hacen pertenecer a ningún lugar, sino que te muestran diferente, te hacen especial". Se trata de prendas con muchísimo trabajo artesanal, lo que impacta en el precio (los vestidos pueden valer 900 pesos; los tapados más de mil; un saquito, 400 y una blusa, 300), siempre con el atenuante de que son para toda la vida. Pero hay un dato interesante que aporta Zlotogora cuando define su estilo: "Para mí,
el interior de la prenda es tan o más importante que el exterior, porque la parte de adentro es para quien lo consume y la parte de afuera para quien lo ve, por eso pongo mucho cuidado en los detalles que no se perciben a simple vista, pero son para que los disfruten quienes llevan la ropa. Creo que mi ropa es de esa que cada tanto se redescubre en el placard como eterna, como era antes la ropa de las abuelas o como ese jean con pitucones que jamás ibas a permitir que te lo tiraran. Pretendo que la gente se enamore de mi ropa". Esta diseñadora, que no sabe de crisis creativas, se reconoce aislada de la tendencia mundial -ni siquiera tiene televisor para ver desfiles internacionales- y de lo que se usa en la calle, afirma que su trabajo como el de otros colegas que proponen estilos muy personales, cuesta mucho y que se ha planteado varias veces dejarlo todo: "Empecé a hacerme muchas preguntas y a sentir que había cumplido mi sueño que era tener un local-casa e instalar un diseño que se convirtió en una marca sin afiches en la calle ni publicidad en revistas, porque no tengo cómo pagarla. Pero cuando veo hasta dónde llegué, siguiendo un camino de pura intuición, y cuando veo que puedo seguir mostrando mi estilo que está basado en el diseño, recobro fuerzas. En definitiva, soy una privilegiada, hago sólo lo que me gusta".
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o falta mucho para que algunos de los diseños de Jackie Smith se conviertan en genéricos, esos modelos a los que se los llama con el nombre propio de su marca. Reafirmando este camino, el de convertirse en una firma icónica (sólo se logra con productos de alta calidad), Jackie Smith acaba de lanzar la línea Black is black, para la cual reedita sus clásicas carteras de la colección Limit Edition todas en negro, como el modelo de la foto, de cuero charolado, con manija de cadena y pespunte visible. Como sugiere el nombre de la colección, para justificar el gasto, el negro es el negro y aunque cueste, como esta cartera, $1.390, se termina amortizando. Jackie Smith: Gurruchaga 1660 y Paseo Alcorta.
El costado culto de la moda
¿Quién podría negar que la moda es un arte? Sólo los que no perciban más allá de la frivolidad que suele rodearla. Pero, para el resto, la moda es un arte dedicado al diseño de ropa creada dentro de las influencias culturales y sociales de un período histórico determinado. Para conocerla, la señal FashionTV lanzará el próximo jueves 11 de junio el programa mensual Historia de la Moda en el que profundiza, por capítulos, en temas como: la historia del vestido, la historia del traje, las celebridades que marcaron moda, los fiascos de la moda, la historia de la lencería, moda y arte, moda y tecnología, la moda y las tribus urbanas, la moda y el rock, la moda y el cine, la moda y el deporte, entre otros. Historia de la moda: Fashion TV, a partir del jueves 11 de junio a las 19.30 horas.
A la calle otra vez
El recorrido de diseño Por la Calle, organizado por la Fundación Pro Tejer y el Inti, se traslada el viernes 5 de junio a la Recoleta, otro de los epicen-
Nadine Zlotogora: El Salvador 4638
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La docdira Su personaje desopilante, la médica Susana Lamedi, llegó a la televisión después de pasar pir varios escenarios del ariedé. arina ti, una revelación que empieza a ser cara conocida. Por Laura Eiranova Fotos Leandro Sánchez
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ola! ¿Qué tal? Soy Susana, soy siempre igual. Me pidieron unos tipcitos para combatir todo lo que es gripe porcina, aviar, dengue y la gripe de toda la vida. Básicamente la diferencia de síntomas es… ninguna, así que más que nada hay que ver lo que sí y lo que no ante estas pandemitas. Lo que no: aspirarle el estornudo a otro. Darse besos con extraños y con conocidos. Mirar muy fijo a nadie. Salir de casa en horas pico. Entrar en pánico. Lo que sí: tener laner fábrica de barbijitos y varios medios de comunicación. Y estar atento, lógico". La que pone al servicio del lecdir estos sabios consejos es la mismísima docdira Susana Lamedi (MN 03. XB6598), en una rarísima excepción de su parde, ya que no acostumbra andar publicando gr sus conocimientos pir ahí, más allá de su espacio en las medianoches de Canal 7, en el progr auspiciado pir los dudosos Laner Dormevú, a cargc1so de Mex Urdizberea, y antes en el m c1sdutino Mañana vemos, dambién de Mex y Carla Czudnowsky, ariedé de c1sdro under pirdeño. Si usted no conoce a esta especialista "en todo lo que es salud y enfermedad", no tiene más que sintonizar la emisira estac1sdal antes de irse a dormir leer ta vista probablemente le despierde la necesidad. Quien está debajo de la peluca despeinada y el ambo desprolijo es la acdriz Marina Bellati, a repasar cómo construyó tan querible y desencajado personaje. "La médica surgió pir mi vieja
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vive cerca del Fernández y yo me tomaba el colectivo enfrente del hospital para ir a la facu. Frente a la parada había un barcito, yo veía mesas con los tipos con ambo, tomando birra y fumando puchos que daba calambre, en pleno mediodía, y no la podía creer. Parecía como que estaban delinquiendo, como que eran chorros de la medicina, y yo los miraba y a veces dejaba pasar un par de 110 y me quedaba escuchando. Eran muy guarros, hablaban mucho de sexo, puteaban mucho. Y un día dije: 'Esta es la mía'." –¿Cómo y cuándo esa observación de ojo clínico pasó a la acción? –Lo empecé a hacer en (el varieté) Veladas temáticas hace muchos años. Me escribí un monólogo para el que tardé bastante, porque soy muy detallista, y después lo hice durante tres años en el Cabaret del Anfitrión (otro varieté). Fuimos muchos los actores que usamos ese escenario para redondear personajes que después fueron populares, y ahí se terminó de dibujar perfectamente lo que era para mí esta médica". La creación de Bellati tuvo sincera aceptación por parte de facultativos y facultativas. "Muchos se me acercan y me dicen que es tal cual, y piensan que me metí en el Churruca seis meses a investigar. Mi ginecóloga, que muchas veces también es fuente de inspiración, se muere de la risa. Algunos se sienten más identificados que otros, porque hay médicos más relajados y otros que son muy ortodoxos, pero todos se lo toman con humor, porque es simpática la doctora, no es garca, y hace mala praxis de colgada nada más, no de mala mina". Susana Lamedi es capaz de practicar, en cámara, el "prequirúrgico y la operación todo junto" para extraer un radiador del estómago a un paciente que, según le comenta por lo bajo a Mex, "tiene las valijas hechas para irse de gira en cualquier momento"; o de dejar al enfermo abierto "para que antes de coserlo lo vea un gasista matriculado". También puede recordar con ternura el caso de otro paciente que cayó en coma en el 84 y quedó "mirame y no me toques"; o hasta tiene el don de solucionar en vivo la angina galopante de una televidente con sólo una palabra: "Nebulizacioncitas". Bellati tiene 28 años y se confiesa hipocondríaca y "re–nazi" de la medicina ("me hago chequeos todo el tiempo y consulto todo"). No tiene médicos en la familia y, curiosamente, tampoco tiene televisor. En realidad tiene uno para ver películas, con una antena casera como para sintonizar el programa: "Se ve pésimo, no se distingue si soy yo o Mex, y a mi novio le tengo que explicar todo lo que voy haciendo para que entienda lo que pasa. Es un plomo", reconoce. La falta del servicio televisivo en su PH de Palermo es sin embargo coherente con su vida: la chica que hace publicidades, participó en varias tiras y desde hace tres años fatiga programas diarios no es –ni de lejos– hija de la televisión.
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"Me críe en Don Torcuato en algo bastante parecido a una granja hippie. Llovía, todo era barro y no podíamos ir al cole, era como si viviéramos en Purmamarca pero en Don Torcuato, y yo tenía mucha dicotomía porque iba a colegios ingleses, en la zona de Pilar. Mis compañeras tenían casa con ascensor y yo no tenía ni tele ni teléfono. Era todo rarísimo", cuenta. Siempre quiso actuar, pero en aquella época –dice– la Panamericana "tenía medio carril" y "era un plomo" trasladarse para estudiar actuación. Hasta que, a los 16 años, su familia se mudó por fin a la Capital. "Mi mamá (la diseñadora de ropa Clara Ibarguren) es amiga de Inés Estévez y ella le recomendó que fuera al taller de Nora Moseinco. El primer día que fui, me volví loca", resume sobre el lugar en el cual se entrenó durante siete u ocho años. Luego pasó por el taller de Ricardo Bartís, hizo dos obras de Mariana Chaud (Sigo mintiendo y Helecho) y después participó del elenco de Teatro para pájaros, una obra de Daniel Veronese que estuvo en cartel dos temporadas en Buenos Aires y giró intensamente por México. En medio de su formación, partió a Barcelona a estudiar con Manuel Lillo ("una perlita", lo califica).
Los médicos se lo toman con humor, porque es simpática la doctora. Hace mala praxis de colgada nada más, no de mala mina”. Ahora, Marina transita el tercer año de la carrera de locución en la escuela Eter ("me encanta jugar a la radio y poder cobrar más haciendo comerciales"), piensa retomar Letras en algún momento, y lamenta no poder participar en otros proyectos para los que la convocan por sus trasnochados horarios en la tele. Pero tampoco es que la tienta cualquier propuesta que le acercan y, menos, si se trata de exponer demasiado a sus personajes. –¿Te piden a Susana Lamedi para humorísticos o publicidad? –Sí, pero no hace, la re cuido, la verdad es esa, no hago cosas que me den mucha vergüenza ajena, no me gusta que irrumpa en un lugar donde están cuatro tipos sentados y hacerlos reír. No me gusta entrar a lo de Marcelo (Tinelli) y hacerle el caldo gordo y que se rían de mis chistes. No soy un payaso, soy una actriz. –Los médicos la aceptaron, ¿y el público qué te dice? –Aunque estoy muy caracterizada, porque en realidad soy rubia y de pelo largo, me pasó hace poquito que me tomé un colectivo, el 93, y le digo al chofer "1,20, por favor" y me dice, "No, doctora, a usted no le voy a cobrar". Después le mandé saludos en el programa.
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Fiebre de ceviche Siguen abriendo restaurantes peruanos. Después de Astrid & Gastón, llega Francesco, que en Lima ya tiene 25 años. Por Silvina Pini
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palta, con una crema secreta. Para el frío, las suculentas sopas peruanas pueden funcionar casi como un principal, sobre todo al mediodía, como el chupe de langostinos ($47), bisque típico del sur del Perú, con langostinos, arroz, choclo y huevo, o la parihuela ($43), una boullabaisse de
Francesco Público: peruanos high class. Barra: excelentes tragos sour y machacados, cócteles, piscos y otras bebidas. Amuse bouche: Los "entretiene bocas" son lo primero que llega a la mesa. Un riquísimo consomé de pescado y una panera completísima. Auto: estacionar en el barrio es imposible, es cierto, pero recuerde que hay valet parking. Art decó: sólo las almas sensibles notarán los aparadores art decó del salón y el que está próximo a los baños. Estado de ánimo al pagar: y… un poco picó y eso que en este restaurante casi no usan rocoto. Si es experto en peruanos, sabe que come por una quinta parte, y muy bien, en los comederos del Abasto, pero acá puede ir a echarse un ratito al Rosedal si se pasó con el pisco.
patricio cabral
a invasión peruana no cesa, afortunadamente, y lo que empieza a distinguirse entre la gran cantidad de restaurantes que han abierto –superan los treinta– son las sutilezas de las fusiones y la ambientación. Francesco es decididamente de los cool, no solo porque está en una paquetísima esquina donde funcionaron siempre buenos restaurantes, sino porque la ambientación es elegante y sobria. Las mesas están bien alejadas unas de otras, lo que es un alivio. Hay obras de arte en las paredes blancas, pisos de madera, mantelería, vajilla y copas premium. Su dueño, el peruano Aldo Danovaro, abrió Francesco en el Puerto del Callao, Lima, en el 84 y con el estilo actual en el barrio de Miraflores en el 95. Después se animó a abrir en Coral Gables, Miami, en el 95 y ahora llega a Buenos Aires, donde la cocina peruana está en
esplendor, pero piensa seguir multiplicándose en Mendoza, Santiago de Chile, Bogotá, Panamá, San Pablo, Madrid, Londres y Nueva York. Danovaro lleva sangre italiana –por eso el nombre, Francesco– y le da un toque a las recetas que redondea la intensidad de los platos criollos clásicos. En Francesco no se ve a nadie queriendo aplacar los picores del rocoto con cerveza porque las recetas originales, con influencia italiana, se han moderado aun más para no espantar al argentino que le teme al picante. Para entender el estilo, basta probar el ceviche Francesco ($42), dados de lenguado y langostinos marinados al limón y bañados en la salsa blanca (que no es bechamel, sino una crema de hierbas), cebolla morada, choclo y batata: ningún sabor vibrante sacude la boca. Otra de las entradas es la causa de langostinos ($40), la papa amarilla prensada en frío, rellena de langostinos y
mariscos, rocoto y vino blanco. El piqueo criollo ($63) es un plato para compartir. Son trozos de salmón rosado y langostinos, salteados en vino blanco, ají amarillo, tomate y cebolla en juliana acompañados con tacu tacu de mariscos. El tacu tacu es arroz y frijoles (porotos pallares), en este caso relleno con pulpo y calamares. Un plato rico y contundente. Más delicado es el salmón a la miel de soja ($64), salmón con piel crocante a la parrilla en reducción de miel de soja acompañado con risotto de hongos. Hay pastas rellenas con mariscos, como los canelones ($52) rellenos con crema de espinaca, vieras y langostinos, grati-
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imperdibles Caprichitos Tres israelíes de Tel Aviv –Eli Cohen, Avidan Kimchi y Morris Mayzel– se asociaron para abrir Cilantro, tragos & platos, un espacio ecléctico de platos y tragos en un ambiente íntegramente rojo con diseños que evocan a Klimt. Con amplia experiencia en restaurantes en Israel y muchos kilómetros recorridos por el mundo, la idea de los socios fue armar una carta caprichosa con sus platos preferidos, no importa la procedencia. Así es como hay salteados tailandeses, sandwiches mediterráneos, rabas, sushi, hamburguesas caseras, costillas Goa (al estilo indio). La barra es el otro pilar: el menú de tragos incluye clásicos y otros creados por el bartender, como el Spicy Margarita, Mojito japonés, Caipirinha asiática, Fusión de melón y Vodka mint y los frozzen Sensual coco, Soho jengibre, Camparinha y Malibú sea breeze. Happy hour de 18 a 21.30. Tomás de Anchorena 1122, Barrio Norte. Tel. 4966-2941
Datos Sinclair 3096, esquina Demaría, Palermo. Tel. 4878-4496. Abierto de lunes a viernes mediodía y noche, sábados por la noche. Valet parking. Precio promedio por persona: $150, tres platos y copa de vino.
Preguntale a Brascó ¿Qué mejor que tenerlo a Miguel Brascó, el mismo que viste y calza, frente a frente? En la Bibliothéque del hotel Sofitel –encantador espacio– Brascó guiará una degustación de vinos seleccionados por él de la bodega Fin del mundo, acompañados por un plato. El estilo divertido y didáctico del anfitrión permite aprender y enterarse del último alarido de la moda en polémicas sobre el vino. ¿Empieza el fin de los vinos hiperconcentrados? ¿Vuelven los tintos drinkeables o habrá que seguir echándole soda al tinto tinta? Las citas serán los martes 2 de junio, 7 de julio, 4 de agosto y 1 de septiembre, $110 por persona. Arroyo 841, Retiro. Tel. 4131-0100 .
el bartender Mauro Sleive, 23 años, 2 en Tazz -¿Qué diferencia hay entre los tragos que te piden las chicas y los de los hombres? -La diferencia pasa por los colores, la textura y el sabor. Chicas y gays piden tragos cremosos, dulces, vistosos, como un licor de amaretto y los hombres tragos más secos, como un fernet, un martini. -Ahora atendés al mediodía, ¿te aburrís? -Preparo muchos menos tragos, pero cuando vienen norteamericanos, me piden un Bloody Mary o un mojito. -¿Cómo manejás cuando alguno se pasa de copas? -Hay que encontrarle la vuelta psicológica. Nunca hay que reírse ni ponerse agresivo, sino hacerle entender que tiene un amigo, que tome agua, que no siga bebiendo. Hay que darse cuenta de qué tipo de ebrio es. -¿Cuál es tu trago preferido?
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nados con queso parmesano y salsa de tomate, receta familiar. Los postres peruanos son especialmente dulces como el suspiro de limeña ($23). Hay otros menos ortodoxos, igualmente dulces, como el cheesecake de maracuyá ($24), servido en copa Martini, que es casi una mousse de maracuyá o los sorbetes de fruta ($16) de ananá y frutilla. Las mozas peruanas asesoran con simpatía sobre los platos. Hay buena carta de vinos con excelentes opciones de vino por copa, como el Chardonnay de Lindaflor, poco usual. Si es de los que les cuesta salir del asado, si le tiene miedo a los picantes, Francesco es una buena puerta para entrar al gran mundo de la cocina peruana.
-El mojito. -¿Cuántos sabés hacer? -Calculo que unos doscientos. -¿Y cuál es el que mejor te sale? -El que me pide el cliente. -¿Cuántas clientas te levantaste? -Al revés, ellas a mí. Un par de
norteamericanas. -¿Atendiste a algún famoso? -A Pachu y Pablo, que se tomaron unas caipiroskas y a Narda Lepes que entró y se pidió un agua. Se ve que estaba de compras. Tazz, Armenia 1744, Palermo.
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Para pasar el invierno En la estación de los guisotes y las suculencias, las mejores opciones de varietales tintos, a una sensata relación calidad-precio. Por Elisabeth Checa inos especiados, con cierta presencia del roble que otorga aromas vainillados y cálidos, chocolatados, son ideales para el invierno: vinos que abrigan y con precios que no dejan helado. Aparecen cada día nuevas opciones. Muchas merecen probarse. El Tempranillo es la compañía perfecta para pucheros y guisos, especialmente los que son a base de legumbres, como el de lentejas de toda la vida. Familia Zuccardi es pionera en el tema, desde su vino top Tempranillo Q, hasta los Santa Julia Reserva. Urban Uco Tempranillo es otra opción a tener en cuenta, genial para tortillas y empanadas gallegas (ambos, Santa Julia y Urban Uco, rondan los $20). Entre los Malbec, la mejor compañía para la carne, hay mucho para elegir: Yauquén, de Bodega Ruca Malén, cosecha 2007, es una explosión en boca, frutado y sabroso (alrededor de $23); de Bodega Salentein acaban de aparecer dos varietales de la línea Dos Leones, Cabernet Sauvignon y Malbec, éste último con las características de los Malbec del Valle de Uco, marcados por la sagrada amplitud térmica. La Consulta Malbec, de Finca La Celia, también del Valle de Uco, tiene una intensidad y un color apabullante, con una virtuosa relación calidad- precio.
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De Vistaflores, en la misma zona, la francesa Monteviejo tiene un Malbec poco frecuentado: Festivo 2007; seguramente ya está en el mercado el 2008, con nariz superexpresiva, un tinto fiestero, como canta su nombre, a alrededor de $30. Para quienes aprecian la madera bien integrada, esa apenas insinuada, un casi clásico: Fond de Cave Malbec ($25), con muy buena estructura y volumen, ideal para acompañar carnes salseadas o estofados. La región de San Patricio del Chañar está dando cada vez mejores Malbec: para tener en cuenta Postales del Fin del Mundo Reserva, de Bodega de Fin del Mundo, que apareció hace poco en el mercado y el Picada15 Malbec de NQN ($25), muy razonable para el día a día. Los Malbec de la misma bodega Malma, y Malma reserva 2005, resultan buenísimos. Según algunas opiniones de expertos foráneos, el Bonarda es tan representativo de una identidad argenti-
na como el Malbec. Colonia Las Liebres, un Bonarda sin paso alguno por madera, de la bodega Alto Las Hormigas tiene las características únicas del Bonarda argentino. De Durigutti, joven enólogo, asesor de importantes bodegas, probé un Bonarda magnífico con su apellido como marca (alrededor de $45), en la sencilla parrilla barrial de la esquina de mi casa. Trapiche tiene también en su línea Fond de Cave un Bonarda para tener en cuenta a la hora de pizzas y ravioli salseados fuerte. Y el Álamos de Catena Zapata tiene lo suyo en sutilezas. Syrah sigue siendo mi preferido a la hora del cordero, especialmente en curries. El de Callia, puro varietal, se mantiene en el ranking entre los mejores Syrah sanjuaninos. Mezclado con Bonarda o con Tannat, da vinos opu-
la botella Bodega Lagarde Lagarde Malbec DOC Reserva 2006 ($ 47) En Argentina las denominaciones de origen no tienen el mismo papel que en algunos países europeos como Francia, España o Italia. Se las ignora. De todos modos, este es un varietal muy representativo de la denominación de origen Luján de Cuyo, donde se pone en primer plano no solamente el cepaje sino también las características del terruño. Nadie le da demasiada importancia a la DOC Lujan de Cuyo, pero si se prueban algunos de estos Malbec, éste los supera ampliamente -con DOC o sin DOC- por su carácter frutado, su estructura y su personalidad. Entre lo mejor de la bodega.
lentos y ricos, hijos del sol sanjuanino. Xumek Syrah, con uva del Valle del Zonda, es un varietal muy personal, para chivos o corderos a la parrilla ($45). En cuanto a los Syrah mendocinos, Finca Flichman es la mejor opción ($17). Barrancas, donde se encuentran la bodega y los viñedos, es un terruño óptimo para la variedad en la que esta bodega fue pionera, antes de que La Anita pusiera la moda Syrah como un must a mediados de los 90. De Barrancas también es el Syrah de Toso, algo más caro. El Tannat salteño es una opción reciente a tener en cuenta. Sus taninos poderosos se ablandan junto a carbonadas y locros criollos. El de Quara, es un buen ejemplo, a increíble relación calidad precio ($15).En cuanto a los Pinot Noir -caros casi siempre y en general difíciles-, esta variedad a la que tan bien le van los aromas otoñales de hongos y tierra mojada, recomiendo como el Pinot nuestro de cada día para risotti con hongos o pastas, Génesis Pinot Noir de Casa Bianchi y el de Álamos con tipicidad acentuada. En otro escalón, el Newen de Bodega de Fin del Mundo, muy diferente.
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Las estrellas de la odontología son las que se dedican a la estética. Un boom que crece y tiene sus extremistas: así como hay gente que no puede parar de hacerse liftings, están los que buscan tener los dientes cada vez más blancos.
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Por Cicco Fotos de Patricio Cabral y Patricio Pidal
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n un mundo de cáscara sin huevo, de sal que no sala, de camioneta todo terreno al divino botón, no importa que uno no tenga razones para sonreír. Lo importante es que uno tenga una buena sonrisa para mostrar. Antes fueron las lolas. Las narices. La lipo. Hoy, el negocio estético más creciente es el de los dientes. Hay una razón social para explicarlos: cada vez que uno tiene una cita, tal vez olvide el color del pelo, el tono de voz, la ropa que lleva el otro y quizás hasta el precio de la cuenta, pero, según algunos estudios, usted retendrá nítidamente la mirada y la sonrisa. Excepto, claro está, que su cita tenga los pechos como almohadones de living, algo que, llegado el caso, usted también recordará. Sin embargo, si todo avanza por los carriles humanos normales, la sonrisa es algo que nunca dejará pasar. Esta es la historia que le cuenta todo odontólogo a su paciente, como si fuera un nuevo evangelio. Surte efecto. Los argentinos se colocan 200 mil implantes dentales al año. El importador más grande del país vende entre 40 y 60 mil jeringas blanqueadoras de dientes al año. La Argentina es el quinto destino médico del turismo del mundo, y buena parte de los turistas vienen también a arreglarse los dientes. De los 25 mil odontólogos en actividad -hay 35 mil matriculados-, la mitad se dedica a tratamientos estéticos. Y la tecnología alcanzó un punto donde usted puede sentirse en una fiesta miserablemente y que el resto de los invitados se vayan convencidos de que la dicha lo acompaña. Los famosos tomaron nota de este fenómeno que surgió allá lejos y hace tiempo cuando el gran Rodolfo Valentino se hizo el comedor completo para filmar una película en Hollywood. Pero los tratamientos eran aun tan precarios que no podía comer ni un choclo sin riesgos de perderlo todo.
Hoy, las sonrisas le ganan a los choclos. Semanas atrás, los programas de chimentos debatían largamente si Wanda Nara, recién llegada de Rusia, se había puesto porcelana o empleaba ortodoncia color piel. "El último viaje de Susana Giménez a Miami no existió -revela un odontólogo que esconde su nombre-. Fue a hacerse, en secreto, un blanqueamiento y varios implantes". Y entre especialistas es tema de análisis la sonrisa lozana de Mirtha: ¿es perfecta para su edad o es demasiado resplandeciente como bola de boliche? El mundo del rock tiene dos casos emblemáticos de sonrisas convertidas. Lo primero que hizo Fito Páez cuando se enamoró de Cecilia Roth y grabó el disco más exitoso de su carrera fue cambiarse la dentadura de piano apaleado por un simio, por una mordida madura, armónica y blanca como polvo de lavar la ropa. El propio Charly García vivió una estampida de dientes que, al igual que sus éxitos, partían para no volver, hasta que sus amigos lo llevaron, se dice que dormido, al odontólogo. Y así fue cómo obtuvo la facultad de sonreír en todo su esplendor, por lo menos, desde la clínica. Hollywood tiene su propio odontólogo estrella. Se llama William Dorfman. En los Estados Unidos, un país donde la práctica del blanqueamiento dental creció 300% en los últimos años, Dorfman le renovó la dentadura al staff de Friends, Baywatch, Seinfeld y Los Osbournes, y puso la cara y los dientes en la serie Extreme Makeover, aquella que le realizaba un recauchutaje total a alguna persona poco agraciada. "También tratamos a muchos agentes y magners -dijo Dorfman a la prensa-. Así que la semana de las Oscar estamos tapados de trabajo". Los mismos odontólogos -si los llama dentistas, algunos se enojan- saltan el mostrador y se ocupan de que su sonrisa esté a tono con los tiempos que corren.
Como artistas
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La sonrisa es tu carta de presentación, te hace ganador, te llevás la vida por delante, te ilumina la cara”, vende Luis Alberto Brandam.
Luis Alberto Brandam, por ejemplo, tiene clínica con su padre, su hermano y su hijo de 24. Inaugurada en tiempos de Menem, su lema es "Nos gusta ver gente sonriendo". Una de sus especialidades es operar sonrisas tristes. Abrió en 1994. En la actualidad, tiene diez veces más pacientes que en sus primeros años. Además, Brandam conduce un programa en cable donde expone historias de vida donde la estética odontológica se vive como si fuera un truco de Copperfield: gente sin trabajo, chicas sin novio, pelados sin suerte, gente que vive con culpa su risa que, luego de un puñado de sesiones en su consultorio, consiguen trabajo, novio y son afortunados en la vida. "La sonrisa es tu carta de presentación en el mundo, te hace más ganador, te llevás la vida
por delante, te ilumina la cara. Por más que tengas lindos pechos, o te hagas un lifting, si tenés la sonrisa fea, seguís siendo fea; ahora, te cambiás los dientes y te cambia todo". Brandam, dos gemelos azules geométricos en los puños como incisivos de alien, carga con cinco bolsitas de implantes de porcelana. "Cuando te ponés carillas, te mirás en cada espejo que encontrás. Te mejora la calidad de vida. Es como sacarte la espina del zapato. Yo tuve de paciente a Florencia San Román, una chica de Patito Feo, que tenía poco trabajo. 'Esto te va a cambiar la vida', le dije. No me creía. Cuando le puse las carillas de porcelana fue a cuatro audiciones y quedó en las cuatro. Andá a decirle ahora que se las saque, te mata". Brandam sabe de qué habla. Diez de sus dientes tienen porcelana. Se las puso su hermano. Ahora se calza unas gafas rojas espaciales, trae a un paciente y enciende una lámpara azul-telo que tiñe el ambiente de una atmósfera espacial. "Esto -dice Luis-. Esto es el blanqueador. La nueva vedette del tratamiento estético". La lámpara es de xenón y tiene un espectro de banda que descompone el gel blanqueador y ayuda a que penetre el oxígeno y los dientes queden como camisa nueva. Brandam recibe cien consultas al mes, la mayoría por blanqueamientos. Ahora saca algo que a este cronista le parece una birome de mejor calidad que la que él tiene. "Este es el láser. No tiene ruidos. Mirá, poné la uña". El cronista pone la uña. Hay un zumbido, la uña queda envuelta en humo con una innegable aureola blanca. Brandam se entusiasma. Sienta al cronista en el consultorio, le pide que abra la boca y le dice: "Vos necesitás carillas de porcelana. Tenés un incisivo montado sobre el otro. Si lo tratás con ortodoncia, necesitás dos años hasta que se corren todos los dientes y generás el espacio para que vuelva a su lugar. Yo, con dos sesiones, te cambio la sonrisa de la noche a la mañana". Brandam fue uno de los primeros en el rubro en traer las carillas de porcelana a la Argentina, por eso las defiende tanto. Vienen en polvo: hay originarias de Alemania, Japón, Estados Unidos y Suiza. "Son todas buenas -dice canchero, agitando las bolsitas de implantes-. La diferencia está en la mano de uno". Antes de despedirse, Brandam dice que está contento con el rumbo que ha tomado su profesión. "Hoy en día, te digo, es mucho más divertido ser odontólogo. Yo siento que somos como más artistas, viste."
Perfectos o saludables Eduardo Maiucci preside la Asociación Odontológica Argentina, fundada hace 114 años, con 12 mil socios en todo el país y 150 cursos anuales.
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"En la actualidad, el odontólogo está incluido dentro de un equipo de trabajo con los cirujanos plásticos", dice Maiucci en su despacho rodeado de placas de bronce, y con tres coronas de oro, un puente de porcelana y dos implantes en la boca. "Hoy existe, por ejemplo, un scanner tridimensional que te toma una imagen de tu dentadura y la envía a los Estados Unidos, Suiza, Brasil o Chile donde un ordenador recibe la información y unos robots construyen la estructura para colocar implantes a su medida, y en 15 días te la mandan por correo". Esto no es todo: en la Universidad de Harvard ya se hicieron las primeras experiencias con animales para recuperar dientes perdidos con el empleo de células madres. ¿Por qué tanta obsesión con la sonrisa? "La sonrisa está ubicada en el tercio facial más preponderante de la cabeza -dice Maiucci-. Los ojos, al igual que las orejas están detrás. La nariz es la que más sobresale, por eso, las primeras operaciones estéticas fueron de nariz". Ocho de cada diez pacientes piden blanquearse los dientes. "La cantidad de cursos, conferencias y productos relacionados con esto es increíble. Hasta Sprayette sacó una especie de esmalte de uñas para blanquear los dientes. Pero no es recomendable usar esas cosas por cuenta propia". Maiucci es un defensor a ultranza de la naturalidad. "Tener todos los dientes como teclas de piano es demasiado artificial. La modelo Liz Solari tiene los incisivos centrales inclinados. Y para mí, esa alteración la hace más atractiva.
No todo lo estándar es lo más lindo". Maiucci cuenta que, como todo en la vida, hay dos caras. Y el boom de los odontólogos que se convierten en modeladores estéticos no escapa de esto. Por un lado, está el perfil entusiasta que usted leyó hasta ahora. "Por ejemplo -cuenta Maiucci, con 40 pacientes semanales y la agenda llena-, se pasó del aparato horrible que se usaba antes, a unos brackets del color del diente. Y a técnicas especiales con las que el aparato queda del lado de la lengua. Puede ser más incómodo, es cierto, pero no se ve". Al presidente de la asociación hasta le tocó una paciente que, al ver los cambios, se echó a sus brazos a llorar. "Pobre, no quería que le tomaran fotos. No salía de noche. Su vida era un horror hasta que le hice odontología restauradora y blanqueamiento. Me dijo: 'Ahora soy la que quiero ser'". Del otro lado del boom, en la Asociación advierten que la necesidad de sonreír más y mejor ha llevado a los pacientes a ponerse sonrisas que son imposibles de obtener, aun cepillándose 24 veces al día. "Digamos que a veces se venden parámetros estéticos que no son del ser humano -dice-. Además, hay algunos colegas que hacen tratamientos estéticos en dientes sanos". Una vez, llegó un agregado cultural de la embajada de Arabia Saudita. Quería que Maiucci le colocara dos fundas de oro con un diamante. "Tenía los dos dientes perfectamente sanos. Yo me negué a hacerlo. Es que no ofrezco la estética a mis pacientes. Tengo que ver si se justifica o no hacerlo. En otros lugares, la estética es la premi35
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A veces se venden parámetros que no son humanos. Y hay colegas que hacen tratamientos estéticos en dientes sanos”, advierte Eduardo Maiucci.
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Hoy las obras sociales más caras compiten por ver cuál ofrece el mejor tratamiento de estética dental”, dice el odontólogo estrella Sergio Kohen.
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En los Estados Unidos el 60% de los pacientes admiten que se quieren cambiar la sonrisa”.
sa. A mí no me importa que los dientes de mis pacientes sean perfectos, mi meta es que sean saludables. Si además son lindos estéticamente es una consecuencia de lo otro. Gracias a esto, a la noche duermo en paz". "¿Y cómo serán los dientes del hombre del futuro?", se le pregunta a Maiucci. "El hombre de las cavernas tenía cuatro molares. Hoy en día, ya perdimos el cuarto y estamos a punto de perder el tercero. La comida exige cada vez menos masticación y el organismo se mantiene en base a la función. Los dientes empezarán a perderse de atrás para adelante. Y quién le dice: quizás en el año 3000 ya no nos quede ninguno en pie".
Efectos especiales Carlos Palmieri tiene consultorio propio desde 1972. Fue jefe del servicio odontológico del Hospital Francés hasta 2005. Y es un testigo de primera mano de cómo cambió su profe-
sión en los últimos años. Quizás si lo visitabas a Palmieri veinte años atrás, te mostraba sus títulos. Hoy, te muestra algo mejor. Te muestra sus láser. "¡Pablo! -Palmieri llama a su hijo, también odontólogo-. Pablo, ¿dónde está la carpeta de los láser? Quiero mostrarle a este periodista cómo funcionan." La carpeta de los láser está precisamente entre una carpeta de IVA, otra de Monotributo y otra de Impuesto a las Ganancias. A los 59 años, Palmieri está como nene con chiche nuevo. "Tengo un láser de erbio que sirve para arreglar caries sin torno y sin anestesias, un láser de CO2 quirúrgico, un láser de diodo para cirugía. Y un radiovisiógrafo para tomar placas dentales con mínima cantidad de radiación. Hasta lo pueden usar las embarazadas". En el consultorio, Palmieri instaló una computadora, con teclado, mouse y pantalla plana.
Hasta aquí llegaron la modelo Belén Francese a hacerse un blanqueamiento y Natacha Jaitt, a colocarse implantes y coronas de porcelana. "Mi criterio de estética es lo que no se nota. Si no te das cuenta de que alguien tiene un implante, es un buen trabajo. Ya si ves a Susana Giménez te das cuenta de que no es natural. Ese no es mi estilo. Yo, por ejemplo, le hice dos coronas de porcelana a una famosa de la televisión y después ella se hizo un lifting y se le veían todas las encías. Quedó horrible. Si me hubiera dicho que se hacía el lifting, le armaba otra cosa".
Dientes con luz propia A veces, cuando se juntan a almorzar en familia, los Telo encienden la tele y se ponen a criticar famosos. No hay nada que les guste más. Tanto los tres hijos, Marisol, Melina y Gustavo, como sus padres Alberto y Graciela, son odontólogos. Así que, encendida la tele, usted imaginará qué parte del cuerpo le critican a los famosos. "Al igual que Scarlett Johansson, Tom Cruise tenía la línea media desviada, por eso salía siempre en las fotos de perfil", dice Gustavo, quien junto a Marisol dirigen la clínica Siderman de estética dental. "Una vez, lo vimos a Tom en la tele estrenando sonrisa nueva. Se hizo, seguramente, tratamiento con ortodoncia y carillas. Yo decía que con la ortodoncia bastaba. Pero papá insistía en que con la odontología restauradora se podía lograr lo mismo". Con ambos padres odontólogos también deducirá que la sonrisa de su hijo Gustavo resplandece como espuma de mar. "De chico, me hacían cepillar tres veces al día y a los 14 tuve ortodoncia. Es que la boca expresa muchas cosas. De ahí, su importancia. Fijate que en Hollywood lo primero que hacen al crear un monstruo es afearle los dientes". Durante un buen tiempo, los odontólogos contaban con un muestrario de 25 tonos de dientes naturales. Pero años atrás, llegó el cambio: irrumpió en el mercado el muestrario Bleach con cuatro tonos extra: el más blanco es el llamado B1, casi idéntico a porcelana china. Todos ellos, para decirlo en sus justos términos, naturalmente artificiales. Sin embargo, por más que le parezca una locura, hay pacientes que no están conformes. El B1 no les alcanza. Quieren más blancura. "Me piden algo más blanco que el más blanco -dice Telo, quien inició la clínica cinco años atrás con veinte pacientes y hoy atiende a 200 por mes-. Tendría que ser un diente que largara luz propia, como una estrella". Entre odontólogos, hay dos conceptos estéticos básicos y rivales. El americano, con dientes perfectos y blancos -no importa la edad ni la
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piel-, y el europeo, con una tendencia a obtener más naturalidad, de acuerdo a la pigmentación y los años. "Acá han venido turistas norteamericanos con una foto de Eva Mendes o Halle Berry diciendo: 'Quiero esta sonrisa'", recuerda Telo. "Vienen chicas que quieren la sonrisa de Mariana Fabiani. Pero les explicamos algo que
POR FEDERICO KUKSO
L
a tecnología, como la mayoría de las vidas de las personas, atraviesa cuatro etapas o fases: infancia, adolescencia, madurez y muerte. Y, si bien ciertos inventos, artefactos, servicios o gadgets permanecen más tiempo en una que en otra categoría, son sus
Un distribuidor de videojuegos THQ le regaló una consola Wii dorada a la reina de Inglaterra. La tarjeta decía: “Pensamos que Su Majestad no querría jugar en una vieja consola”.
disfruten del juego!" Lo cierto es que la tecnología es más que uso y función. Las tecnologías -porque el plural engloba un arsenal heterogéneo de artefactos- implican una forma de vida, un modo de ser. Y el caso de los usos tecnológicos impulsados por la crisis (como si fuera
discontinuos- pueden conseguirse con descuentos de entre 25 y 70% en promociones de corta duración. Vaya a saber cómo se enteraron, 30 mil usuarios ya se registraron en la Argentina. Parecido a Buyvip.com y Privalia.com, Geelbe funcionaría como un
una sola) lo ratifican. Hace no mucho, por ejemplo, surgió el sitio "Geelbe" (geelbe.com) que se autodenomina el "primer club privado de compras de Internet de Latinoamérica". O sea, para que quede claro, un "outlet premium" en el que productos top -pero
country o un barrio privado: son los propios miembros los que deciden quién forma parte del club selecto que remarca siempre los límites entre el afuera y el adentro,
ellos y nosotros. La tecnología, así vista, no inventa nada. Más bien, recicla. Permite que viejas configuraciones, tácticas y estrategias, en lugar de extinguirse, se reacomoden, reactualicen y, pese a todo -crisis, terremotos, gripes-, aun así, persistan.
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tiempo
El reloj del doctor Casi todas las grandes marcas han tenido piezas con pulsómetro, esa función que permitía a los médicos tomar el pulso. Hoy son codiciados modelos vintage y de colección.
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acieron en las primeras décadas del siglo pasado como esos relojes de bolsillo portentosos que los doctores sacaban de algún pliegue de su guardapolvo para clavarles la vista mientras, con otra 2ano, tomaban el pulso de sus pacientes, sembrando el silencio. Se los llama medical chronograph, relojes de 2édico. También pulsómetros, porque incluyen, ade2ás de la función horaria, la lectura de 2edidor de treinta o sesenta minutos. Sobrevivieron la transición entre el bolsillo y el reloj de pulsera y hoy son pieza codiciada en los remates especializados. Aunque hoy, digámoslo, la del pulsómetro no es una información cronográfica que suele presentar la relojería contemporánea, las casas relojeras les dedicaron grandes capítulos y todavía guiñan el ojo vintage para evocarlos. Lo que determina al reloj del doctor, un simple cronógrafo que, en lugar de una estimación taqui2étrica -esa escala con numeritos que se lee en un anillo interno-, incluye la de una o 2edia hora que permite tomar el pulso. Fueron muy populares en los relojes
de bolsillo y no hay casi marca que no haya tenido grandes relojes con pulsómetro, aunque Patek Philippe, Ulysse Nardin y Longines se destacan especialmente. Muy en el principio, fueron relojes colgantes, que las nurses exhibían en su cuello durante la práctica clínica. Muchas veces, la indicación está marcada en colorado, con la numeración del 1 al 60 sobre el cuadrante, que solía ser de enamel, esmalte o porcelana: eran piezas muy bellas y de buen diámetro. A estos relojes grandes le siguió el pulsómetro de muñeca. Primero, con
De colección. Un antiguo Omega “de doctor”.
clásico y no tanto. El Ulysse Nardin, entre los más destacados modelos con pulsómetro. Der.: un modelo vintage de Chopard.
piezas que parecían de bolsillo aunque iban atadas a una correa que se sujetaba a la 2ano. Parecidos en la forma, muy redondos, incluso algunos -los muy primeros- venían con encantadoras asas de alambre que permitían el movimiento de la caja. A mediados de los treinta, Ulysse Nardin creó una pieza emble2ática, que terminó rematándose en Antiquorum y era un pulsómetro hecho a pedido de un médico eminente con un tamaño especialmente extraordinario -de unos 48 milímetros de diámetro-. Rolex tiene un deportivo que incluye la función como una gracia, e incluso la 2ás joven Chopard creó su Mille Miglia vintage, inspirado en un modelo de entre los
cincuenta y los sesenta que re interpreta un cronógrafo con caja de 41 milímetros. Si bien antiguos, los pulsómetros son modelos ya 2uy vinculados a la identidad de la relojería suiza. Eran y son, por lo general, relojes de oro, como corresponde a la histórica prosperidad de los médicos. Los más viejos se reconocen por el cuadrante de porcelana y la pintura bicolor: negro y rojo; algunos negros y azules. Todavía puede encontrarse, incluso por estas pampas, alguna eminencia clínica, entrada en canas y amiga de los objetos valiosos, con un cronógrafo de estas características, un reloj importante, seguramente producido en los sesenta.
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“Muchos rockeros terminan como rufianes que solo cuentan plata” De militante trotkista a manager de estrellas del rock, Osvaldo González es un testigo implacable de talentos y miserias. Sus decepciones con Los Piojos y Manu Chao; amor y odio con Los Redonditos; el Chaban querible y el actual; la repugnacia por Callejeros.
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Por Jorge Symns fotos luis maria herr
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Mi decepción definitiva fue con Manu Chao, en la época de Mano Negra. El rock aun me apasiona , pero los músicos en su gran mayoría, me parecen personas repugnantes”.
E
l empresario Osvaldo González decidió involucrarse en el negocio de la música, a los 40 años, cuando se enamoró perdidamente del rock. González tenía una formación trotskista y militaba en fábricas convirtiéndose, con el tiempo, en un dirigente de envergadura. Hasta que la música del rock transformó salvajemente su alma. "No solo me había dado cuenta de que el rock ejercía una influencia determinante en la juventud, sino que además estaba cambiando mi propia vida, mis propios impulsos existenciales." En 1986 decidió pagar por dos años la posesión del Estadio Chico de Quilmes donde, hasta su llegada, se realizaban todo tipo de espectáculos de tango y obras de teatro. Él impuso la música rock. Desfilaron por ese anfiteatro Patricia Sosa,
"Me pareció que tenía una voz brutal y que tocaba la guitarra bastante bien. Aparte era un ex Rif. Él me dice que no puede sacar el primer disco y yo le propongo sacarlo. Y los sacamos. Yo tenía dinero y podía hacer ese tipo de inversiones. Cuando empezamos a trabajar me hizo una propuesta que a mí me pareció excesiva. Me dijo: "Vos poné la guita y te quedás con el 50%. Después supe que era un porcentaje usual en el medio. Firmamos un contrato, pero al poco tiempo lo deshice. Él me pide que siga siendo su manager, pero su vida era muy elemental, muy distinta a la que yo imaginaba o creía que tenía que ser la vida de un rocker. Cuando prepara el segundo disco veo que hace una música muy blanda, más comercial que rocanrolera. Pero el tipo era de buena madera, pasó un tiempo, yo ya estaba con Los Piojos y me lo encuentro en la calle Corrientes y me ofreció una ayuda económica. Terminamos muy amigos, hace poco nos encontramos en Bernal y compartimos cenas familiares."
Manu Chao. Recuerdos de Mano Negra.
ANdres Ciro. La voz de Los Piojos.
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Liberé a Los Piojos del contrato que nos ligaba a cambio de 46 mil dólares. En ese momento, era un dinero muy útil para mí”.
Jaf, Fito Páez, Charly García y muchas bandas de Quilmes. "Me iba siempre mal -confiesa-, cuando salíamos empatados hacíamos una fiesta. Yo le compraba números a Fígoli, un empresario que ha hecho mucho dinero con el rock. En aquella época era un pibe y nosotros ya éramos tipos maduros. Hasta que llevo a los Redondos de Ricota y por primera vez ganamos dinero. Yo conocía a la Negra Poly de La Plata, porque siempre mantuve relación con casi todos los integrantes de La cofradía de la Flor Solar. Me fui instruyendo y la Negra Poly fue muy importante en esa instrucción. Yo la escuchaba muy atentamente cuando me hablaba porque ella sabía mucho. Era una maestra."
El debut con Jaf González se transformó en representante cuando escuchó cantar a Juan Antonio Ferreira (J.A.F).
El descubrimiento de Los Piojos La Negra Poly me presentó en aquellos años a Osvaldo González y yo estaba con él en Villa Gesell en el verano del año 1989 cuando el bajista de los Redondos, Semiya Bucciarelli, le recomienda que vaya a escuchar a una banda de pibes de muy buen nivel que se llama Los Piojos. Al otro día de esa recomendación lo acompaño a Osvaldo al bolichón infame donde tocaba esa banda de pendejos e incluso me subí con ellos al escenario para hacer un monólogo. Enseguida los pibes le pidieron que fuera su manager. "Soy un tipo muy pasivo -dice Osvaldo-, siempre los demás son los que se ofrecen. Decido aceptar y les propongo que cada uno se lleve una parte, los músicos y yo también una parte. Mi esposa Cinthya y Pocho, que era muy joven y que es el actual manager, media parte cada uno y con esas condiciones firmamos un contrato con Cielito
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Records. Yo tenía una relación excelente con la banda. Los aconsejaba sobre su vida porque eran pibes muy jóvenes, los ayudé a resolver problemas con sus padres." Osvaldo dice que Andrés Ciro "era un pibe amoroso y quería muy especialmente al bajista, Micky, y también a Pocho. Sin embargo, trataron muy mal a la tecladista Lisa Dccioni, una tipa muy dulce. Su presencia en el escenario, su cuerpo espectacular y su buen manejo del teclado me decidieron a managerear la banda. Cuando la echan, no le pasan ni un mango. Le prometen que le van a dar, pero nunca se acuerdan de esa promesa. Con una audacia sin límites, ellos le ofrecieron un auto que habían estado usando durante mucho tiempo. Finalmente, Lisa los llevó a juicio y ahora está pidiendo 150.000 dólares y yo le estoy saliendo de testigo ante el juez. Ella participó en la elaboración de los primeros temas y grabó en el primer disco."
suerte, tenía papeles firmados así que acepté liberarlos a cambio de la suma de 46.000 dólares, que en aquella época a mí me resultó una suma muy útil." Le comento que actualmente existe una gran crisis entre los integrantes de Los Piojos y que, más allá del éxito, el clima interno es violento y conflictivo. "Ese fenómeno es muy generalizado -responde Osvaldo con tristeza-, es algo que sucede en casi todas las bandas. Yo soy el que escribí los temas, yo soy el que hice la música. Yo soy la figura. Los rockers pierden la luz que los iluminó para crear y se transforman en rufianes contabilizadores de dinero."
Mano Negra: la última decepción En París, 1993, Osvaldo compra los derechos de la película América Perdida, que habían filmado los integrantes de Mano Negra, y también la licencia para vender los discos en Argentina. "La película fue un éxito en Argentina, un golpe
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Hay un fenómeno muy generalizado en las bandas: yo soy el que escribí los temas, yo soy el que hice la música, yo soy la figura. Así, pierden la luz que los iluminó para crear”.
El Indio solari. Una de amor y odio redondo.
A través de contactos con argentinos inmigrantes en París, Osvaldo consigue que Los Piojos sean invitados a un festival internacional de bandas en un barrio marginal de la ciudad llamado Bondí que está habitada por negros y árabes inmigrantes perseguidos. En ese festival surge el conflicto que iba a generar el quiebre de su relación con la banda. "En París recibí un flechazo de amor con Mano Negra. Me pareció una banda extraordinaria. Los pibes de Los Piojos no se dieron cuenta de lo que estaban viviendo en París y de la trascendencia de Mano Negra. Hoy en día Andrés es amigo de Manu Chao, pero porque ambos son célebres. Vuelvo a Buenos Aires convencido de que tenía que traer a los Mano Negra a Buenos Aires. Los muchachos de Los Piojos me llaman a una reunión y me exigen que no trabaje para ninguna otra banda o, en todo caso, pedían liberarse del contrato. Por
comercial increíble. Además cobro bastante bien al Cielito Records por los derechos de sus discos. Pero todo ese flash de gloria se esfuma cuando no consigo traer a Mano Negra a Buenos Aires porque la banda se disuelve. Yo había hecho dos o tres viajes a Francia para engancharme con ellos y traerlos de gira por América Latina. El principal conflicto fue entre Manu Chao y su primo Santiago Casariego que era el baterista. Se pelean por el mismo motivo que se pelean todas las bandas. Hasta ese momento los temas estaban firmados por Mano Negra, es decir por todos los músicos. Pero Manu Chao exigió cobrar solamente él los derechos de autor como letrista y creador de las músicas. A mí me produjo una honda conmoción, fue muy triste... No solamente porque a partir de ese momento me quedé sin trabajo, sino también porque se separaba una banda que yo quería muchísimo. 45
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La jornada terminó con violencia. La Negra Poly, muy exaltada, partió una botella de cerveza e intentó clavársela en el rostro .”
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Yo era muy amigo de Santiago, salíamos con su señora a cenar. Él criticaba muy duramente a Manu, ya que lo veía como un tipo despótico. Siempre hay un buen argumento para esconder uno malo, y Manu Chao cuando hicieron un viaje a Colombia les exigió a los músicos que se vinieran a vivir a América Latina. Los tipos eran parisinos y era muy difícil que abandonaran París. Fue el comienzo del fin de mi larga aventura como empresario en el mundo del rock. También, el origen de mi decepción definitiva con respecto a la luminosidad de los artistas del género. El rock me sigue apasionando, los músicos en su gran mayoría, me parecen personas repugnantes."
Redonditos de amor y odio Después de la muerte de Walter Bulacio, mi amistad con los Redonditos entró en conflicto ya que en mi revista Cerdos y Peces los había denunciado como responsables de ese crimen. Sin embargo, nos seguíamos encontrando y cierta tarde negra del verano del año 1993 concerté una cita entre Osvaldo González, la negra Poly y Sky en el bar Británico con la intención
más de 30.000 personas reivindicando el derecho a justicia para Bullicio. Pero se produce un tremendo incidente que culmina con la muerte de un skinhead. En esa plaza, ellos tenían un kiosco de venta de libros neonazis. Esos tipos marchaban los 24 de marzo, el día del golpe militar, vitoreando a Videla. Esa tarde empezaron a provocar a los pibes punks y les pegaron a más de uno. Los punks vinieron tras el escenario y me comentaron lo que estaba pasando. Les pedí que no hicieran nada, que los íbamos a denunciar públicamente. Le expliqué a la gente por el micrófono lo que estaba pasando y que nuestra gente de seguridad se iba a hacer cargo del asunto. Pero me salió al revés. La multitud, cuando supo lo que estaba pasando, salió a buscar a los skinheads quienes trataron de enfrentarlos a cadenazos. Claro, los mataron a golpes, los dejaron apilados cubiertos de sangre y encima uno de ellos había muerto. El recital siguió adelante y muy tarde lo cerró La Renga."
Chabán y Callejeros "Siempre lo quise mucho a Omar. Siempre me dio una mano para organizar recitales en
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Yo lo quise mucho a Chabán. Pero voy al juicio con un amigo que perdió a su hijo y veo que no es el mismo. Lleva en el rostro y el alma los 194 muertos.
pato fontanet. la ley de los Callejeros
Omar chaban. Marcas en rostro y alma de que charlaran y recompusieran el vínculo quebrado. La jornada terminó con violencia. La Negra Poly, muy exaltada, partió una botella de cerveza e intentó clavársela en el rostro a Osvaldo. Este no solo logró esquivar el puntazo, sino que además humilló a la famosa pareja endilgándoles un discurso lleno de acusaciones y muy subido de tono. "Repito que yo la quería mucho a la negra -rememora Osvaldo-, pero mi indignación hacia ellos nace cuando soy testigo de que no hacen ninguna declaración pública con respecto a la muerte de Walter. Yo trabajaba en la Correpi, junto con la abogada María del Carmen Verdú, y organicé recitales para denunciar el asesinato impune del pibe. El más grande y resonado fue el que organicé en el Parque Rivadavia, donde tocaron muchas bandas como Todos Tus muertos, Los Piojos, Los Dos minutos, los chilenos de Los Miserables, La Renga. Acudieron esa tarde
Cemento, para que las inversiones no me costaran tanto. En Cemento yo hice varios recitales de Los Piojos, hice uno muy importante de Negu Gorriak. Pero ahora me encontré con un Omar muy distinto. Yo asisto habitualmente a las sesiones del juicio acompañando a un amigo que perdió a su hijo en esa noche terrible. Mi amigo fue un hombre con muchos problemas que hasta estuvo en la cárcel y la muerte de su hijo lo destrozó. Él hizo mucho esfuerzo para que el muchacho no fuera como él. Me crucé en una de esa jornadas con Chabán y ya no es el mismo. Lleva en el rostro y en alma esos 194 muertos. Pero también me impresionó la actitud de Los Callejeros, que tienen una enorme responsabilidad en la tragedia y que no quieren asumirla. Lo mínimo que tenían que hacer era disolver la banda, pero nada los conmueve ni siquiera la muerte de sus propios familiares. Los Callejeros son repugnantes."
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Los Callejeros tendrían que haber disuelto la banda. De mínima. Pero no los conmueve nada. Para mí, son repugnantes”.
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los discos de marcela “tigresa” acuña*
diego paruelo
“Me gustan las letras románticas”
Por Nicolás E. Peralta
–¿Qué es la música en su vida? – Para mí es una manera de relajarme y distraerme. Es salirme de todo, de la rutina y disfrutar. –En Formosa, ¿su familia escuchaba música? –En mi casa los que poníamos música éramos mi hermano y yo. Yo me inclinaba más a escuchar, sobre todo, canciones románticas. –¿Por qué? –Le presto más atención a las letras. Me gusta que digan cosas atractivas, que hablen de momentos lindos o, por qué no, de añoranzas de algún romance. Por eso no me va la cumbia villera o las letras que denigran a las mujeres o hablan de violencia y drogas. Soy muy creyente y esas cosas no me gustan. –¿Tenía algún cantante del cual era fanática? –Luis Miguel fue mi ídolo de chica. Me encantaba. –¿El mejor tema?
–"La incondicional". –¿Lo vio en vivo? –Es una cuenta pendiente. Aunque prefiero las canciones de estudio. No me gusta que improvisen o que las cambien en los recitales. Uno idealiza la canción y después la reversión no es de lo que vos te enamoraste. –¿Actualmente cuál es el más romántico? –Chayanne me encanta, me gusta muchísimo. Todo su trabajo y cómo baila, un maestro. Además, es re simpático, no lo conozco pero da esa sensación. –¿Qué se escucha en un gimnasio? –Cumbia a pleno: Damas Gratis,18 kilates, Rayito colombiano. Aunque cuando subo a güantear, pido que bajen el volumen para escuchar al rincón. Es vital para mí. Esto no es boxeo recreativo, es algo profesional. No es que me desconcentro, no me molesta la música en la previa o en el precalentamiento, pero cuando subo al ring necesito silencio. Soy
Calamaro. “Es lo que más me gusta del rock nacional”. Luis Miguel. “Era mi ídolo. Lo escuchaba todo el día”. Daddy Yankee. “El reggaeton es lo que más me gusta”. una persona que se automotiva mucho, no necesito canciones, pero si a alguien lo ayuda, me parece bárbaro. –¿Con qué canción entra a las peleas? –Van cambiando pelea a pelea. En la última defensa entré con rap freestyle, otra vez entré con Madonna ("No llores por mí Argentina" me emocionó)... Los Palmeras, no sé: entiendo el show y hay que levantar a la popular. –¿Y en su casa? ¿Cómo viene el asunto? –Desde El Aspirante hasta
Don Omar o Daddy Yankee. Mucha cumbia, mucho reggaeton: Nigga, las chicas de La Factoría, música colombiana o santafesina. En ocasiones, cuando nos aburrimos, escuchamos temas de Calamaro o La Renga, Michael Jackson, Britney Spears o Black Eye Peas. Escuchamos desde Shakira hasta algún popurrí de chacarera y chamamé. En Bailando por un sueño me enganché mucho con el hip hop. Ahora mis hijos escuchan bastante, también: LPA, Frescolate Freestyle, 50cent y Eminem. Mis hijos son los DJ de la casa. Comparto mucho con ellos. La computadora siempre está de fondo, sonando. Cuando estoy limpiando, cuando leo, tomando mate en el patio o en la pile. Obviamente, también cuando viajamos, suena música en la camioneta. –¿Qué es lo último que descubrió? –Ángela, romántica a full. Canta muy bien, en cumbia es lo que más está sonando. Wisin y Yandel son mis preferidos en reggaeton. –Debe elegir entre cumbia y reggaeton,¿qué elige? –Creo que reggaeton. Al menos por ahora. Mi gusto va cambiando; es por períodos, supongo. –¿Nunca le hicieron un tema? –Sí y está buenísimo. Se llama "Garra de tigresa" y es de Cachito Morales y su barra. La mejor barra cuartetera formoseña. *Boxeadora y candidata a concejal en el partido de Tres de Febrero, prov. de Buenos Aires.
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tras cartón
¡Vamos Juana todavía!
Washington Cucurto
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es dije, les dije, les dije! Les dije que un buen día iba a cambiar, que en cualquier momento iba a dejar de escribir pavadas e iba a usar este espacio para difundir gente que valiera la pena. Y este es un buen momento para el cambio, para olvidarme de la Fórmula 1, de Pueyrredón en doble mano, del recorte de las viandas en los colegios primarios; del abuso en los contratos de alquileres escalonados, donde cobran lo que quieren y el inquilino no tiene ningún derecho a nada. Nadie controla a los propietarios y a las inmobiliarias, lacras de esta sociedad. Niños del mundo: sean cualquier cosa menos inmobiliaristas. ¡La propiedad privada es lo peor que hay, por cada propietario hay veinte familias en las calles! Aquellos que defienden la propiedad privada cometen el abuso más grande de la vida: negarle el lugar a otro. Es así, pero no voy a perder el tiempo en estos temas diarios que nos aquejan a los argentinos, yo quiero hablar de gente que valga la pena, de angelitos nunca empantanados, sino todo lo contrario, angelitos luminosos. La señora Juana Bignozzi es uno de estos angelitos. Tiene una vida llena de lecturas, experiencias, libros y largas noches de vino que valen la pena leerlas en sus maravillosos poemas. Yo pensé: se murió Mario
Benedetti, todos hemos leído a Mario. Uruguay perdió algo muy importante, está más chiquito Uruguay con la muerte de Mario. Juana está viva, llena de frescura, poderosa como Marossa. Tenemos que leerla, conocerla, aprovecharla. Juana escribió unos cuantos libros memorables, finitos, de poesía, editados en pequeñas editoriales. Uno de sus editores fue José Luis Mangieri. José Luis, me regaló una vez un librito de Juana, Mujer de cierto orden. "Léelo", me dijo, y desde ese día me hice adicto. Lo mejor de la vida me tocó, por suerte de joven, descubrí la poesía de Juana. Gracias, José Luis. ¡Hace ya veinte años que leo a Juanita, hace veinte años que soy un lector de poesía! No puedo hablar de los poetas sin amor. Para mí los poetas son lo más, como el Potro Rodrigo, lo mejor de la vida.
Pero ustedes van a decir que macaneo, que soy un chanta y algo de razón tendrán. Pero miren con qué sabiduría empieza Mujer de cierto orden: "Yo me esfuerzo por enseñarle a los niños que me rodean/ que antes de abrir una puerta hay que decir permiso;/ ellos miran a sus mujeres y piensan que soy un arpía/ los más benévolos dicen es una mujer con veleidades,/ y como les han dicho que los hombres inteligentes ríen en voz baja/ los imitan en forma lamentable". Estos versos fueron escritos en 1967, muchachos. Ese es el gran mérito de Juana, haber escrito unos versos que pueden leerse cincuenta años después. Y eso pasa porque Juana es moderna, ya de la década del 60 no queda nadie, pero Juanita está cada día más joven, más fuerte, pasan los años y su poesía se vuelve invencible. Acepta solo un tipo de lectores: los jóvenes. Tiene la inmortalidad ganada, está del
lado de los jóvenes. Y por eso escribo esto, para los niños del mundo, que serán lo quieran y leerán a Juana. Uno escribe para comunicarse, así que espero que un buen día, del otro lado de la pantalla de la página en blanco y la foto ilustrativa, alguien reciba este mensaje. El que no lee poesía es un analfabeto funcional. Prefiero que haya muchos menos universitarios y más lectores de poesía. A este país le faltan serios lectores de poesía. Juana Bignozzi, una mujer extraordinaria en un país fundido, un país casi sin esperanza y sin rumbo junto a una poeta fuera de serie. Hace un par de días me la encontré en la librería de El librero de Rosario. Mi amigo, Francisco Garamona, me recibió con mucho afecto. Un día les tengo que contar cómo conocí a Francisco Garamona. Fueron unas horas de mucha nostalgia, me acordé de Edwards, un grande total, y me acordé de tantos amigos que me dio la poesía. La preciosa La Internacional Argentina, la librería de Francisco, nos acunaba en la noche de abril. Y ahora que lo pienso, la poesía siempre es una buena noticia, trae amigos, trae grandes charlas donde uno aprende un montón. Lean a Juana, todavía están a tiempo muchachos. Yo ya leí a Atilio Bertolucci. Gracias Juana.
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El arte chino contemporáneo explotó en la última década y batió récords en subastas. El barrio de Beijing que reúne a los artistas emergentes, entre viejas fábricas de la China comunista, referencias posmodernas a Mao y bares que se ponen de moda.
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Por Diego Salamone* n par de combinaciones de subtes desde el centro de Beijing son suficientes para llegar a la zona de Chaoyan, en las afueras de la ciudad. Después de haber estado unos cuantos días en China, moverse no parece tan complicado, a pesar de que en los carteles sólo se ven ideogramas, que para un occidental son difíciles de entender. La verdadera misión comienza una vez de nuevo en la calle. Mientras el sol de la mañana se hace cada vez más fuerte, hay que explicarle mediante señas a algún conductor de tuc tuc -esas motos con cabinas que transportan a dos o tres pasajeros- que queremos llegar al Distrito 798. A diferencia de lo que ocurre con atracciones famosas, como la Ciudad Prohibida o el Palacio de Verano, este barrio no está
15 mil trabajadores a partir de 1957. Una década más tarde, las fábricas se subdividieron -una medida que se tomó para hacer más fácil su manejo- y la sección principal recibió el número 798, que hoy le da nombre al lugar. Tras la muerte de Mao Tze Tung, las reformas económicas a manos de Deng Xiaoping significaron el fin de industrias estatales, y plazas fabriles como la de Dashanzi quedaron obsoletas. A partir de los 90, esos sitios vacantes comenzaron a ser ocupados de a poco por artistas que, hasta ese momento, no contaban con un lugar estable para exponer sus obras. En 1995, la Academia Central de Arte Chino fue pionera, al alquilar un pequeño loft donde comenzaron a montarse exposiciones y talleres. Tras este primer paso se desencadenó un boca a boca gracias al cual la comunidad bohemia de Beijing, junto a otros artistas chinos y también extranjeros, empezó a nuclearse en el Dashanzi.
marcado en muchos mapas turísticos. El 798 es el polo del arte contemporáneo de China. Este es el barrio donde el mercado del arte internacional ha puesto sus ojos, desde que el arte moderno chino multiplicó por nueve sus precios en una década -mientras el arte en general los triplicó en el mismo lapso- y algunos de sus consagrados batieron récords en subastas en el último año. El Distrito funciona, entonces, como lo más parecido a un Soho que uno pueda encontrar en la capital china. Este oasis artístico, también conocido como Beijing Art District, se ha erigido sobre lo que supo ser uno de los parques industriales más importantes de Asia. El complejo de fábricas de Dashanzi fue inaugurado durante los tiempos de la Guerra Fría, bajo el plan de Cooperación Industrial que existía entre China y la Unión Soviética, y empleó a más de
Estudios, talleres y galerías se multiplicaron a causa de lo económico que resultaba montar un lugar propio: el precio del metro cuadrado era menos de un Yuan, algo así como 13 centavos de dólar. De esa forma, los artistas iniciaron la transformación de un centro de producción de armas en un albergue de cultura posmoderna. A pesar de todos los cambios que ha experimentado su atmósfera, el 798 conserva aun la fachada original de la fábrica militar, diseñada por arquitectos de la República Democrática Alemana, bajo las influencias de la Bauhaus. Por ello, caminar por los interiores de este barrio es un viaje a otra época: veredas angostas, chimeneas de hormigón y enormes construcciones de ladrillo gastado que contrastan con el resto de la megalópolis que es Beijing. Se dejan de escuchar bocinazos y los gigantes carteles
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El Distrito 798 todavía no está marcado en los mapas como atracción turística.
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de publicidad son reemplazados por algún que otro slogan que se conserva desde hace décadas, como "Larga vida a Mao".
Mao con iPod Mientras uno trata de decidir en qué galería de las más de sesenta que ocupan este predio de 100 mil metros cuadrados entrar primero, sorprende en una entrada la escultura de un bebé gigante color púrpura enarbolando un par de banderas rojas. Adentro hay más estatuillas de niños vestidos de militares y montados a tanques, en clara alusión crítica a la edad en que el comunismo chino iniciaba el adoctrinamiento. En la galería está uno de los creadores de las esculturas, Ian Xi, quien cuenta que desde hace once años alquila un pequeño espacio donde "darle vida" a sus ideas. Sobre los orígenes del 798, dice Ian Xi: "Durante
mucho tiempo, los artistas de la generación del 60 fuimos nómades, moviéndonos de lugar en lugar con nuestras obras a cuestas, para exponerlas, a veces de forma clandestina, en casas abandonadas o lugares recónditos donde pocas personas podían apreciarlas. Pero a medida que esta zona nos fue atrayendo, se formó una gran comunidad y el lugar creció de manera tan acelerada que el gobierno no pudo oponerse a su desarrollo". El escultor, oriundo del sur de Beijing, entra en confianza y en el terreno político: "China no es un país con muchas libertades y por ello tocar temas que critican al gobierno o al poder militar puede ser peligroso. Hay que tener en cuenta que la figura de Mao es todavía sagrada -aparece en todos los billetes, por ejemplo- y no por nada sus estatuas y retratos siguen presentes en cada ciudad. Le dio mucho al pueblo, pero tener una
visión no-convencional de aquellos tiempos sigue sin estar muy bien visto. Por suerte, este lugar funciona como un refugio donde nos podemos expresar sin temor". La obra de Ian y compañía no es la única con referencias ácidas a los tiempos del maoísmo. Continuando con la recorrida por el 798, son recurrentes las alusiones respecto del período de la Revolución Cultural que se inició en 1966 y durante la cual gran parte de los intelectuales opositores al régimen fueron silenciados. En los cuadros de la siguiente galería una de las obras muestra fotos de libros rodeando a personas atadas de pies y manos; y otra es un dibujo de los Tres Monos Sabios, que no tienen los ojos, las orejas y las bocas tapadas con sus manos, sino con banderas chinas. La figura de Mao aparece por todos lados, pero siempre con algún detalle que le otorga un nuevo sentido: desde una
foto reproducida en versión pop àlla Warhol hasta una estatua en la que se lo representa escuchando música con un iPod. El culto a la personalidad del líder revolucionario, reciclado y resignificado.
Grandes y chicos Así como el 798 alberga a artistas emergentes que alquilan los espacios para montar sus propios estudios o talleres, también es el sitio donde han decidido instalarse grandes centros de arte como la Red Gate Gallery, Cheng Xin Dong International Contemporary Art y Alexander Ochs Galleries Berlin. Estos gigantes ocupan superficies de entre mil y nueve mil metros cuadrados y suelen invitar a reconocidos representantes del arte contemporáneo chino, tales como Cai Guoqiang, Xu Bing o Qiu Zhijie, quien actualmente se encuentra exponiendo
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La figura de Mao aparece por todos lados, con algún detalle que le da un nuevo sentido.
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Con la explosión comercial, los alquileres se multiplicaron por seis.
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El barrio no solo tiene la oferta artística sino además sus opciones gastronómicas.
Breaking through the ice en el Ullens Center for Contemporary Art (UCCA). Este último centro se extiende en un espacio de ocho mil metros cuadrados y, entre otras más de setenta actividades, está dando lugar a dos jóvenes artistas que conversan con C. Ye Nan tiene 24 años y en 2006 se graduó en la Academia China de Arte. "Con mis trabajos trato de expresar esa sensación de estar siendo enterrados bajo el mismo futuro que cada uno de nosotros ayuda a construir", cuenta mientras señala uno de sus óleos, que representa un universo lleno de cables e imanes. Ding Ding es otra artista invitada por la misma galería y expone una obra llamada "Inmunidad", pequeñas esculturas en arcilla pintada que emulan ser bacterias y virus. "Los expongo sobre teclados y artefactos electrónicos", cuenta la joven de 30 años a la vez que se acomoda sobre su nariz unas gafas coloridas, y agrega: "Son fan-
tasmas que se crearon en mí durante la paranoia del SARS en 2003, cuando todavía estudiaba en la Universidad de Tsingshua. Exteriorizarlos fue mi forma de vencer el miedo". Esa novedosa forma de generar anticuerpos a través del arte parece haber sido lo que motivó a Jerôme Sans, el director del UCCA, a invitar a Ding Ding al 798.
Los bares Desde hace un tiempo el Dashanzi no sólo brinda una oferta artística, sino que además, como un Soho que se precie, tiene sus opciones gastronómicas. De la mano del aumento de la popularidad del 798, diversos bares, cafés y restaurantes comenzaron a hacerse su propio espacio entre las galerías y al día de hoy funcionan casi treinta locales, cada uno con un estilo particular. Dentro del 798 Space -la galería más grande del Dashanzi- se encuentra el restaurante Old Factory. Entre mesa y mesa, se exponen unas máquinas que despiertan la curiosidad; uno de los meseros -de impecable uniforme- explica: "Es la maquinaria original, que se conserva desde la época indus-
trial". Resulta que el Old Factory funciona como un museo fabril. A pesar del atractivo menú italiano y la amplia carta de vinos, 65 dólares por persona no es lo que todos los paseantes tienen en mente para un almuerzo casual. Una opción un poco menos refinada son los bares que se encuentran en varias de las esquinas del barrio. Su mayor atractivo son las mesas al aire libre, que permiten observar el movimiento en las veredas del 798: artistas que pasan con sus óleos bajo el brazo, músicos trabajando a la gorra, grupos de jóvenes paseándose con sus atuendos de diseño y, a lo lejos, graffiteros pintando paredes con ideogramas chinos. Todos estos personajes se pueden divisar desde Dex o Niro Bar, que tienen precios razonables pero se especializan en cócteles, por lo que, en cuanto a comida, no se puede pretender más que un aperitivo. Sin duda, las propuestas más originales se encuentran en los llamados "Art Cafés". Se trata de locales fusionados con talleres y estudios, donde se puede apreciar el trabajo de artistas, que a veces se lleva a cabo en pequeños escenarios y otras en la mesa más próxima. XYZ es uno de estos sitios y su dueño, Zigg, un fotógrafo alemán de 51 años radicado en Beijing desde hace veinte, asegura: "Uno de los objetivos que buscan quienes vienen a pintar o a crear sus esculturas aquí es ser afectados por el público. Cada cliente que entra y sale produce un cambio en la atmósfera, que termina trasladándose a las obras". La variada carta de XYZ ofrece desde el clásico arroz frito con vegetales al wok, hasta el famoso pato pekinés estofado. Un pescado, acompañado de cerveza Dalí -el nombre no es por el artista, sino por la ciudad de China donde se produce la bebida- y un postre frutal no llega a los 25 dólares. Según algunos críticos, la proliferación de los comercios es una de las amenazas más grandes que puede sufrir el barrio. A los locales gastronómicos también se suman tiendas de ropa, oficinas y discotecas como Yan Club o Vibes, que han convertido al 798 en un lugar de moda. La consecuencia directa es el aumento de los alquileres, que el Seven Star Group, dueño del complejo, ha sextuplicado en menos de cinco años. Según otras voces, este proceso de popularización del 798 es beneficioso para toda la comunidad artística, dado que el precio de las obras sube, a la vez que el arte contemporáneo chino abre una vidriera al mundo y se afirma internacionalmente tras años en las sombras. Estas apreciaciones discordantes son otro ejemplo de la multiplicidad de voces que resuenan en el Distrito 798, el barrio que convoca desde los nombres de los protagonistas de subastas millonarias hasta los más ignotos artistas emergentes. Un futuro incierto, pero -sin dudasun presente plural. *Integrante de ProyectoKiwi junto con Martín Weiz y Santiago López.
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no tiene para elegir, no se crea. El ticket de entrada a la náutica puede ser un bote. Alguno fuera de borda, por ejemplo. De ahí para arriba. El velero es subir y bajar velas. El que sube, sabe que tiene trabajar, pero tiene su encanto. Sino, los más cómodos, pueden subirse a un yate, tocar un botón de arranque y tirarse panza arriba. Ojo, con el timón a mano, por si se cruza algún distraído. Cuestión de gustos, que ahora pueden aprovecharse porque está en auge la construcción de barcos con detalles muy personalizados, casi artesanales. Por ejemplo, uno de 46 o 70 pies -buenas dimensiones para los gustos de hoy-. Lo que prima es una motorización volvo, equipamiento con puerto en la comodidad y confort, al punto de ser una casa flotante. Y son muchos los que hoy se juegan a
invertir en este rubro, porque a diferencia de los autos, los barcos no pierden su valor con los años. Lo importante es el mantenimiento. El goce del ocio sobre el agua puede ser una bicoca. Es cierto que hay barcos que están entre los 50 mil y los dos millones de dólares, pero los hay desde los cinco mil dólares (el equivalente al valor de un auto), contacto con la naturaleza y aventura incluidos. En el mundo de la náutica, más allá del halo de glamour que lo rodea, no todo es grandes sumas de dinero invertidas en embarcaciones y detalles súper top. Los navegantes podrían dividirse en dos grupos: el de los megamillonarios, con cruceros personales con seis tripulaciones disponibles que van cambiando por regiones y se las mandan por avión, y el de los más austeros que dejan su vida en tierra para
encomendarse a Poseidón. Estos últimos generalmente son personas retiradas o que trabajan por Internet para financiar sus travesías. En cualquier caso, con espalda financiera para llevar esa vida. Hay quien va, también, por el estatus que brinda un barquito. El yacht club Puerto Madero, por tomar un emblema en el corazón del barrio más joven de la ciudad, tiene 197 lugares; marinas privadas con un calado siempre de siete metros y sin amarras libres en ningún período. Buenos Aires acoge seis megayachts de millonarios en recorrido mundial y un constante vaivén de veleros con visitantes extranjeros. Argentina ofrece, además, uno de los deltas más laberínticos del mundo. Navegándolo durante tres años, todos los fines de semana (llueva, truene o cai-
gan piedras) solo se puede conocer el 5 % del delta. Todos los días un paisaje y una experiencia distinta. El singular mundo de las embarcaciones revaloriza estas latitudes como destino. Ir al Caribe o a las Islas Canarias a esperar los vientos alisios, es la típica. Los navegantes modernos -en su mayoría europeos -recorren los puertos del mundo para conocer nuevas culturas. Lugares distintos y cómodos, como puede exhibir el lado cool de Buenos Aires. Además, desde aquí se puede ir a otros destinos que atraen: los más místicos. Y en ese sentido, al sur, el estrecho de Magallanes es un desafío para todo marinero. Una muestra de la movida de este medio acuoso son los eventos que tiene la ciudad, como la Exponáutica, la más importante del género. Allí los astilleros nacionales e internacionales ostentan sus creaciones. Los curiosos del planeta barco colman los stands y circula mucho caudal de dinero con la venta de barcos, veleros o barcopartes. Incluidos los usados. Una expo así tiene en promedio casi 60 embarcaciones -entre lanchas, minicruceros y veleros- y allí se ofrecen accesorios, como anfibios de fabricación nacional e industria. Y la ropa náutica -el famoso mocasín blanco de tela- desfila entre las chucherías para barcos y fotos de un yate de lujo, cocosafío par eta bariefab
autos
BMW x6
La potencia seductora
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n todo terreno, con silueta de "coupé" deportiva y detalles dignos de un alemán lujoso como él, que ostenta todo su poder de congelar miradas y generar preguntas tales como: ¿qué es esa nave?, ¿Puede circular por la calle? O mejor dicho ¿le conviene? Así es esta aguerrida y suntuosa 4x4 de BMW, que expone tres características como sus principales armas de seducción: lujo, deportividad y potencia si se encuentra fuera de pista. El X6 ruge y desaparece raudamente con facilidad. Lo hace como lo hacen los motores de hoy en día - más que nada, claro está, los de su nivel: los premium-, con sordos sollozos, acallando la explosión de su corazón biturbo 3.5 V8 de 304 CV. Un impresionante mecanismo 5.0 V8 que genera 406 C en el tope de la línea A pesar de la crisis, los amantes de los BMW pueden ver este modelo descendiente de la X5, guerrera y aparatosa. Hay versiones diesel que se ofrecen en Europa, pero en Sudamérica no se encuentra disponible para la venta. Volante de cuero y llantas de 19 pulgadas -con opción de que sean 20, para los obsesionados con las patas anchas- se combinan para ayudar a la tracción integral con dos funciones: deportivo
y off-road. En ese rubro compite con la Porche Cayenne turbo. Comparte tanto en prestaciones como dimensiones. Entre su equipamiento, las X6, tiene de serie todo lo que tiene un auto de esta categoría y sus características: sistema de asistencia para estacionar, los faros de xenón, equipo de sonido, botón para elegir el momento de endurecer o ablandar la suspensión-solo para entendidos-, un dispositivo electrónico para controlar y darle mayor estabilidad al auto- cuando el estado del camino no ayude-, butacas tapizadas en cuero, calefaccionadas individualmente y más funciones detallistas. Todo se controla mediante la computadora de a bordo. La caja de cambios es automática de seis velocidades, pero da la posibilidad al conductor de manejar la caja de manera secuencial. La palancas al volante, para subir y bajar la velocidades, pondera los rasgos deportivos de este vehículo, que acelera de 0 a 100 km/h en 4,7 segundos y gasta 13.9 litros la hora. Sus precios van desde los u$s115.900 y u$s145.900 para el mejor equipado. La máxima expresión de su potencia es de 250 km/h, por supuesto limitada electrónicamente.
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La reconquista
Crónicas de las nuevas estrategias indígenas pa
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a del desierto
as para recuperar y conservar sus tierras. Aun persisten los violentos atropellos de ambiciosos terratenientes -a veces con complicidad estatal-. Pero a diferencia de años atrás, cuando desaparecían casi en silencio, hoy hay comunidades mapuches y tehuelches que se organizan para utilizar al máximo las leyes que protegen sus derechos sobre la tierra. Vivencias cotidianas de los Cayún, los Cárdenas, los Huaitecas y los Curiñaco, un matrimonio emblema que enfrenta a Benetton. El espejo chileno, entre los zapatistas y el separatismo vasco.
Territorio. Liliana Cárdenas, de la comunidad Motoco-Cárcenas, Lago Puelo, Chubut.
Texto y fotos: Gonzalo Sánchez
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a vida en el paraíso a veces se complica. Corina Hermosilla murió de un golpe en la cabeza a principios de los años '90. Quedó tirada al pie de un álamo centenario, rodeada por los pocos animales que tenía y no hubo mucho que hacer: cuando sus familiares la encontraron, hacía rato que una majada de cabras lloraba y la mujer descansaba en paz. Cinco años después, Alfredo Cárdenas, su marido, falleció ahogado muy cerca de ahí, sobre un recodo del río Azul. La historia oficial señala que estaba deprimido y que decidió tirarse al agua para modificar cierto orden de cosas. Pero sus parientes –integrantes de la comunidad mapuche Motoco– Cárdenas– creen que tanto Alfredo como Corina fueron asesinados. Por lo tanto, no hablan de pérdidas, sino de crímenes e impunidad. Lago Puelo, Chubut, mayo de 2009. Una brisa helada arroja indicios de un invierno que se avecina crudo. Las gallinas avanzan como zombis en una procesión sin rumbo sobre un colchón de hojas amarillas. El otoño se apoderó del paisaje y esto parece la postal petrificada de un almanaque, quizás una foto de banco de imágenes. Pero adentro, mientras una cocina a leña mantiene caliente la pava y el mate gira, Liliana Cárdenas relata la
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Parecen hartos de convivir, a tiempo completo, con la idea de un exilio posible y violento a ninguna parte”.
historia de su vida, repasa aquellos crímenes. Su familia se instaló a orillas del río Azul en 1870, antes de la existencia de las fronteras, cuando la Patagonia era una sola, ni argentina ni chilena: un territorio lejano habitado por mapuches y tehuelches, anhelado por ingleses e ignorado por el gobierno central de Buenos Aires, tan aristocrático y porteño. Ocuparon un espacio de 1200 hectáreas con los pocos animales que traían de Chile, sembraron frutas rojas y edificaron sus casas con insumos provistos por la naturaleza. A partir de 1960 comenzaron a tener problemas con la posesión del espacio ancestral. Entonces aparecieron hombres blancos, funcionarios provinciales, que con papeles en la mano reclamaban como propia, la tierra que ellos habitaron desde antaño. Así empezó la guerra, el choque de dos mundos y la posterior resistencia.
El último capítulo se escribió algunos días atrás, cuando los Cárdenas recibieron un teleComunidad Santa Rosa. A 90 kilómetros de Esquel.
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Los mapuches, según su cosmogonía, no se consideran dueños de la tierra sino parte de ella. Por lo tanto, no poseen títulos de propiedad”.
grama en el que se les exigía que abandonaran la tierra porque esos campos, esa porción de belleza austral a la que se accede cruzando una pasarela por encima del río, pertenecen a un abogado poderoso de Chubut llamado Enrique Korn. El hombre se atribuye derechos forestales sobre el centenar de pinos y cipreses que la comunidad aloja en sus tierras y pretende entrar para desmontar todo y hacer rotundos negocios con la madera. Liliana Cárdenas lo explica: "Luego de dos crímenes contra miembros de la Comunidad que continúan impunes, seguimos sufriendo persecuciones. Hace poco encontramos un alambrado y tranqueras que manos anónimas habían levantado en nuestro territorio y nos vimos obligados a realizar una defensa extrajudicial. Después de aquel episodio, aparentemente las mismas personas nos rompieron nuestros cercos y robaron varios animales".
La ronda de mate no se detiene. El calor que despide el hogar a leña convierte la casa en un refugio acogedor. Liliana habla de amenazas y aprietes, de hombres extraños que aparecieron por el paraje en varias ocasiones. La escucha su gente: su tío Antolín, su padre Fernando, sus dos hijos pequeños, su marido, algunas personas más.
Con matices diversos y otros apellidos, el caso Cárdenas se repite en toda la Patagonia argentina, una región que suele ser más noticia por sus acontecimientos turísticos. Mientras el paisaje se colma de tranqueras levantadas por millonarios y gente de buen pasar, al sur del río Colorado, entre las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut, las comunidades mapuches parecen obligadas a dormir con un ojo abierto. Aunque ciertas leyes los protegen, los mecanismos y los modos de implementación no parecen aceitados para favorecerlos. Conviven, la totalidad del tiempo, con la idea de un exilio posible y violento a ninguna parte. Asesorados por grupos de abogados que creen conveniente discutir una suerte de reforma agraria moderna y que se ocupan de desmenuzar los mecanismos de defensa del derecho occidental para provecho de las comunidades indígenas, los mapuches del sur viven con una inquietud incesante, más habituados a visitar dependencias judiciales por pleitos que ellos jamás buscaron que a vivir en armonía con la mapu, la tierra, el territorio del que no se consideran dueños, sino parte. Los mapuches, según su cosmogonía, no se consideran dueños de la tierra sino parte de ella –un eslabón más en medio de la naturaleza que todo lo abarca–, por lo tanto no poseen títulos de propiedad. Es más, no existe en el mapugundun –la lengua original– un término que defina a la palabra propiedad tal como la concibe la mirada occidental y capitalista. Por lo tanto, hay aquí una guerra. O por lo menos, dos posiciones irreconciliables: la del huinca, el hombre blanco que accede a la tierra a través de la compra y la tenencia, y la del aborigen, que a la tierra se debe. El de los Cárdenas –que viven de la venta de los dulces y de las artesanías que producen en la feria de El Bolsón y de los pocos animales que engordan– es un conflicto abierto. Lo mismo le ocurre a la vecina Comunidad Cayún, dos kilómetros más al sur, sobre la misma margen del mismo río, donde una loma acribillada de pinos corona un valle fértil repleto de texturas y colores. Valeriano Cayún tiene 71 años, las mejillas de un juguete, los tonos de la tierra en la piel. Todavía busca explicaciones. El campo donde
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Atilio Curiñanco. Mapuche de la comunidad Santa Rosa, frente a una estancia de Luciano Benetton.
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Rosa Nahuelquir. Reflexiones frente a campos de Benetton.
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El convenio 169 de la OIT, la ley de emergencia indígena y el artículo 75 de la reforma constitucional del '94 son las armas con las que se libra la batalla”.
vive junto a varios de sus parientes, entre sembradíos de frutillas y criaderos de chanchos y ovejas, también es reclamado por el abogado Korn. "Pero yo no puedo, imagínese, entregar el lugar de mis padres, de mis ancestros, de mi familia", dice Cayún, no sobre un escenario agreste sino entre las cuatro paredes despojadas del estudio jurídico de sus defensores.
La historia detrás de los reclamos de las comunidades Cárdenas y Cayún, pero antes también de los Quilodrán y los Larenas, habitantes de un paraje llamada el Pedrogoso, a pocos kilómetros de El Hoyo de Epuyén, comenzó a mediados de los '70. Por aquellos años el gobierno de Chubut creó la Maderera Noroeste de Chubut S.A., conocida en la zona como Manosa. A ese consorcio le otorgó el derecho de explotación de 30 mil hectáreas de pino nativo cordillerano, desconociendo que en esas tierras vivían familias de pobladores originarios, sin títulos de propiedad. Korn fue apoderado de Manosa por largo tiempo hasta que, a mediados de los años '80, el estado provincial saldó una deuda con el abogado transfiriéndoles los derechos forestales de toda esa extensión. Ahora Korn quiere talar. Pero las leyes se lo impiden. Según trascendidos, el hombre manifiesta que quiere la madera, que los pinos son suyos y que tiene autorización de la Dirección de Bosques para voltearlos uno por uno. "Korn. quiere las 674 hectáreas que la municipalidad de Lago Puelo se niega a otorgarle en propiedad comunitaria
a Cayún porque le parece mucho ", dice Daniel Otal, periodista de la FM Cooperativa Alas. Otal, a quien todos llaman "El Moro", corta un pedazo de pan casero en su casa de El Bolsón –la ex aldea hippie, hoy mezcla de centro turístico y pueblo de clase trabajadora– y lo ofrece. Es una especie de vocero mediático de los conflictos por la tierra que brotan en la región cada vez más a menudo. Insiste: "Hay convenios y leyes que actualmente impiden cualquier desalojo. Pero suele ocurrir que los jueces trabajan para los terratenientes". El de la protección legislativa de los pueblos originarios en la Argentina, es un relato tan colmado de obstáculos como un pedregal empinado. Pero en los últimos años, el derecho aborigen –si se permite la licencia– avanzó posiciones, a veces con suerte extra. En el año 1992, el país adhirió al convenio 169 de la OIT, que reconoce el espacio ancestral de los pueblos preexistentes y garantiza que toda comunidad debe ser consultada sobre cualquier actividad productiva que pretende realizarse dentro de su espacio –lo que no ocurre con Cárdenas y Cayún–. Pero la adhesión argentina no fue completa. Tuvieron que pasar siete años para que el país culminara el trámite, con el depósito en Ginebra de la firma presidencial. Fue una de las pocas cosas que concretó Fernando De la Rúa, durante su efímero paso por la Casa Rosada. Y se estima que, sin entender bien de qué se trataba, lo hizo para complacer una visita a la Argentina de la premio Nobel Rigoberta Menchu.
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El otro elemento clave fue la reforma de la constitución nacional en 1994. En ella se introduce el artículo 75 inciso 17, que también legitima a los pueblos indígenas sobre el espacio ancestral comunitario y los reconoce como comunidad por encima de cualquier trámite de personería jurídica. La batería de leyes y tratados la completa la ley de emergencia indígena (26.160), sancionada en 2006, que prohíbe los desalojos por el término de cuatro años, ordena la elaboración de un registro/ censo de todos los pueblos originarios sobre suelo argentino, con la correspondiente situación catastral, y crea un fondo de 30 millones de pesos para la ejecución del programa. "Eso lo tenemos –dice el abogado indigenista Darío Rodríguez Duch–, pero el programa no se ha implementado. La plata no se usó, por lo menos, para eso. Y es cierto que se han frenado muchos desalojos, pero también es cierto que hubo otros casos de terratenientes que echaron a comunidades enteras de su tierra. Eso sigue pasando, porque así como existe la ley, está lo que se llama brecha de implementación de la ley, que es la interpretación de la norma que hace cada juez". Duch viaja a los orígenes. Finalmente, donde se puede hurgar en la búsqueda de todos los males de este país. Menciona la tristemente célebre Campaña del Desierto y otra vez comienza a girar alrededor de la conversación la idea de otro mal entendido histórico. "Convengamos en que los aborígenes estaban en la cordillera, tranquilos, cruzando con su ganado de un lado a otro, entre Chile y la Argentina, y para ellos no había fronteras. Pero un día vienen los ingleses y le dan a Julio A. Roca los rifles a repetición para incursionar en la Patagonia y extender territorios a cambio, claro, de tierras y títulos de propiedad. Bien, a partir de eso momento, todo está mal", dice Duch, y a través de la ventana de su oficina, en el Centro Cívico de San Carlos de Bariloche, el lago Nahuel Huapi parece un mural y el monumento a Roca, una sombra.
El mismo discurso se repite kilómetros más al sur, casi en el límite de Río Negro y Chubut, donde el dirigente del Consejo Asesor Indígena, Chacho Liempe, se cruza de piernas al lado de una salamandra que calienta y se permite sugerir que algo está cambiando. Cuando era chico y su padres le hablaban de su pueblo, Liempe se preguntaba por qué la nación mapuche estaba desapareciendo en silencio. Ahora, sin embargo, admite que ocurre lo contrario, que están surgiendo y que el conflicto por la tierra es parte de ese renacimiento. Lo dice con mirada de guerrero. "Nos confunden con el socialismo y podemos tener cosas en común porque no creemos en la
propiedad de la tierra, pero somos algo más que eso. Para los antropólogos, el pueblo mapuche puede llegar a tener diez mil años, por lo tanto la comprensión de la naturaleza es la comprensión de nosotros mismos. Queremos surgir. En esa lucha por la identidad, comprendimos que estábamos solos y nos unimos como pueblo. Así fue como empezamos a teorizar sobre nuestra situación, a estudiar los mecanismos del Estado Huinca para poder defendernos y desarrollar las formas de nuestro pueblo. Quizás casi la tercera parte de lo que es este país, es territorio nuestro. Hay pueblos enteramente mapuches y las recuperaciones de tierra tienen que ver con ese surgimiento. Porque antes solo salíamos en las páginas de policiales, pero ahora salimos en política, en deportes, en arte. No le debemos nada al Estado argentino, porque todo lo que conseguimos, con mucha lucha, lo conseguimos en soledad. Y el Estado argentino quiere nuestra tierra para vender sus recursos, mientras que nosotros queremos la tierra para poder vivir. Por eso, muchos son nuestros enemigos". Las palabras de Liempe, germen de un movimiento que sólo en la provincia de Río Negro ya recuperó 170 mil hectáreas y otras tantas, no contabilizadas, en la provincia de Chubut, son apropiadas para graficar lo que sucede a pocos kilómetros, en Chile, donde las organizaciones aborígenes avanzaron a estadios de luchas separatistas al estilo zapatista o vasco. Grupos indígenas organizados, adoctrinados y armados decidieron responder con violencia a los atropellos de un sistema jurídico, político y económico mucho más salvaje, y las operaciones de recuperación de tierra en fundos del sur suelen ser noticia a menudo, igual que la represión y detenciones de pobladores originarios, acusados de terrorismo de acuerdo con leyes del pinochetismo agudo.
En el lejano sur. Antolín Cárdenas (arriba) y Ambrosio Merino (abajo), mapuches de Chubut. Viven en conflicto por la tierra que ocuparon sus ancestros.
En la Argentina, mientras tanto, esta es una mañana normal. Ambrosio Merino toma mate en su casa, cuando ve llegar al cronista. Decodifica rápido. Le ordena a sus perros que paren de ladrar. Invita a pasar. Él también es descendiente de pobladores originarios y ocupa un espacio ancestral y comunitario que incluye bosques y lagunas y aves que vuelan y se posan sobre árboles milenarios. Cuenta que han querido quitarle la tierra argumentado también derechos de forestación, pero que se opuso y logró permanecer. Vive, sin embargo, en alerta. Todo el tiempo, dice, sabe que algo puede pasar. "Si no es un funcionario que viene por la tierra, son las mineras que amenazan con contaminarnos este lugar donde vivimos", explica. Su mujer lo mira, aprueba, prepara mate. Merino pide permiso, va en busca de un aparato de DVD. 63
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Nos confunden con el socialismo, porque no creemos en la propiedad de la tierra, pero somos algo más que eso”.
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Para que las leyes sean realmente protectoras y sus mecanismos de implementación ágiles, habría que iniciar un proceso de reforma como el que se vive en Bolivia”.
"Tienen que ver esto –dice–, una película llamada La segunda conquista, hecha por un norteamericano". La cinta gira. La cámara repasa desalojos: un despojo detrás de otro. Un testimonio de la desdicha impreso sobre imágenes, el drama al pie de los Andes. La palabra de los vencidos le da forma a la narración de una desgracia. La segunda conquista, entonces, se propone como una tesis del avance del poder económico sobre la tierra de los pueblos preexistentes. Merino aparece en varios tramos, alimentando a sus animales, caminando por el borde de la laguna celeste que se esconde en su territorio, varios metros arriba. La cinta termina y Merino, que ya la conoce de memoria, propone salir. Mil metros, por ruta, más al sur, vive Leopoldo Quilodrán, poblador mapuche que tuvo un amanecer agitado. Pasando la tranquera de su campo a la vera del camino, se accede a un pastizal inmenso verde claro. Al fondo, una cabaña que humea. Y más al fondo, como un telón, un corte de mon-
tañas de piedra negra, nevada en sus crestas. El termómetro, ahora, se clavó en tres grados bajo cero, a pesar de un sol suave que hace lo que puede. Quilodrán habla: –Fue hace un rato, si llegaban antes lo veían. –¿Qué cosa? –Quisieron entrar, por ahí quisieron entrar. De vez en cuando, enviados de alguien que se proclama dueño de la tierra irrumpen en los campos comunitarios y pretenden establecerse. Entonces, sobrevienen las amenazas, los gritos, la confusión, un mano a mano a puño limpio, algún tiro. –No, los saqué cagando. –¿Pero fue así como dice? Quisieron entrar y punto. –Así nomás. Se te meten y van a buscar la leña. Y por ahí te despertás y te hicieron un alambrado allá arriba. Minga van a pasar.
Y una mañana, sobre la ruta 40, en su tramo entre Esquel y El Bolsón, aparecen los campos de la familia Benetton, el mayor terrateniente de la Argentina, dueño de un millón de hectáreas repartidas por toda la Patagonia y la provincia de Buenos Aires. Si existe un conflicto por la tierra paradigmático y global, una pelea que dice mucho sobre la confrontación de dos mundos, esa es la que mantuvieron los italianos con un matrimonio mapuche por la posesión de 385 hectáreas conocidas como predio Santa Rosa, frente a la Estancia Leleque, de la Compañía de Tierras del Sur Argentino Limitado —antes de ingleses, hoy United Color—. Rosa Nahuelquir está ahora abocada a las tareas del día, algo preocupada porque falta leña y el frío se viene con todo. Sale a recibirnos secándose las manos con el delantal y lo hace con esa brevedad que la caracteriza. La voz neutra, una mueca de simpatía. Atilio Curiñanco, su marido desde hace 30 años, acaba de salir a pie hasta la estación Leleque, en el corazón de los campos de Benetton, para afilar un machete en la casa de un poblador al que conoce de toda la vida. La costumbre, como una forma concreta del ritmo, ha establecido un orden, una rutina amena, en el predio Santa Rosa, que según las banderas que adornan su entrada es Territorio Mapuche Recuperado el 14 de febrero de 2007. Si se rebobina la historia, Atilio y Rosa están en Roma, a fines de 2002, frente al magnate Luciano Benetton. Le exigen la devolución de esas tierras que ellos consideran su territorio ancestral y de las que fueron desalojados violentamente luego de la primera ocupación, meses atrás. Pero el italiano se niega. Ofrece a cambio 2500 hectáreas en el interior de la provincia, río Chubut arriba, en un paraje conocido como Piedra Parada. No hay acuerdo. Y el viaje a Roma, atractivo para la prensa mundial, se perfila como un fracaso. Después, el mundo se detiene. Los mapuches vuelven a la precariedad en una casa de mampostería de la periferia de Esquel. Todo va mal, porque ahora no son indígenas anónimos, sino Rosa y Atilio, los que litigaron con Benetton. "Es más difícil todo, porque es cierto que recibís ayuda de mucha gente solidaria, pero también es cierto que como estás en un conflicto conocido, cuesta que te den trabajo", explica Atilio. Desde ahí, en silencio, apoyados por huincas solidarizados con la causa mapuche y activistas de organizaciones aborígenes, preparan el regreso: la recuperación. El 14 de ferebro de 2007, Rosa y Atilio regresan a Santa Rosa. Ingresan al predio por medios pacíficos, sin cortar ni derribar alambrados para
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no ser acusados luego de usurpadores. Se han asesorado debidamente y cuentan con apoyo de sus congéneres para llevar adelante la acción. Anuncian en ceremonia la vuelta a la mapu. Construyen un entrepiso. Levantan una casa de madera y piedra. La acción sorprende a los abogados del mayor terrateniente de la Argentina. La Justicia, esta vez, parece más cauta. No hay jueces en la zona de Cordillera que acepten asumir el costo político de firmar un desalojo. Vuelta al presente. Pasaron dos años desde el retorno de Rosa y Atilio a Santa Rosa y la comunidad parece establecida. Aunque viven bajo el riesgo latente del despojo –el proceso con Benetton sigue abierto–, están protegidos por los tratados vigentes y por ingeniería de defensa que tejieron sus abogados, integrantes de asociación de juristas especializados en derecho aborigen conocida como Gajat (Grupo de Apoyo Jurídico por el Acceso a la Tierra). Ni la compañía ni la Justicia ordinaria provincial los reconoce como comunidad aborigen por no tener papeles, la famosa personería jurídica. "Pero una comunidad existe –dice el abogado Fernando Kosovski– desde el momento en que se reconoce como tal, como una sociedad. Vos y yo decidimos hoy conformarnos como comunidad y a partir de este momento existimos". El saldo, a la vista, parece positivo para Atilio y Rosa. Pero los problemas son otros. Curiñanco afila el machete a varios kilómetros de Santa Rosa, en el interior de la estación Leleque, donde trabajaban sus padres. "No es fácil sabés, no es fácil porque estamos solos. El gobierno entrega subsidios a las comunidades y a nosotros no. Cuando fueron las cenizas del volcán Chaitén, en Chile, repartían agua, pero a nosotros nada, porque fuimos los que estábamos en conflicto: tuvimos que tomar el agua del arroyo con cenizas. Por otro lado, muchos miembros de nuestra comunidad nos han dejado solos. Muchos han conseguido cosas, dinero de organizaciones de afuera. Pero nosotros seguimos acá, viviendo como podemos. Algunas veces, hemos encontrado más solidarios a los huinca que a los hermanos mismos de nuestra comunidad". La vida en Santa Rosa, mientras tanto, parece hecha de pequeñas cosas: la mujer de Atilio alterna entre la comunidad y Esquel y teje medias de lana y telares encendidos para vender a los visitantes de ocasión. Atilio suelta las cabras todas las mañanas y por las tardes sube al monte a buscarlas. Ahora que llegan la nieve y el frío impiadoso será tiempo de guardar y de esperar hasta octubre, cuando se produzca un nuevo florecimiento de la vida. Aquí en Santa Rosa, un domingo por la tarde, refugiados frente a las llamas del hogar precario que Curiñanco construyó, el conflicto con
Huaitecas. Tres geenraciones de esa comunidad viven a 30 kilómetros de El Bolsón. Benetton no parece real, parece, más bien, una entelequia, quizás un cuento viejo. Nada palpable. Lo real, claro, se juega entre despachos y oficinas judiciales, un ecosistema en el que Atilio y Rosa pueden parecer perdidos. Para ellos, otro mundo, el planeta de enfrente. Por eso, con cierta frecuencia, empujados por ideales principalmente de solidaridad, los abogados del Gajat, Eduardo Manosalva y Fernando Kosovski, se desplazan hasta las comunidades –Los Cayún, los Cárdenas, los Curiñanco, los Huaitecas, camino a Bariloche– en conflicto para explicarles a los integrantes, a través de talleres, el funcionamiento de la ley y ayudarlos a tomar decisiones de acción. "Es eso –dice Kosovski–, explicarles con qué elementos cuentan ellos para defenderse frente a los embates permanentes del huinca. Nosotros no decidimos por ellos, pero les ofrecemos los elementos para que ellos lo hagan. La constitución no los favorece, para eso habría que iniciar un proceso de reforma como en Bolivia, pero están estas leyes y hay que conocerlas al máximo para saber cómo proceder en el universo de la Justicia kafkiana argentina. Creemos que interviniendo de esta manera, pero sobre todo protegiendo y reivindicando los derechos de los pueblos originarios podemos hacer que el mundo sea un poco mejor".
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En Chile, grupos indígenas organizados decidieron responder con violencia a los atropellos de un sistema político, económico y jurídico más salvaje”.
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mi vida y yo por carolina balducci
Pensar
S
ba. Me paré, tenía el corazón acelerado de caminar tan rápido. Miré a los lados, estaba todo medio oscuro, había afiches de fútbol en las paredes, olía a milanesa frita. Estaba en el bar. Hay momentos en que siento que Mi vida y Yo somos dos cosas tan distintas. Vi a Diego: estaba en una mesita contra la pared y me miraba como si hubiese visto a un fantasma. Yo lo saludé con los dedos estirados, tensos. Él sonrió de lado, se levantó, hizo el ademán de invitarme a su mesa, a menos que ese movimiento de brazo fuera otro síntoma de que mi imprudencia lo había dejado al borde de la apoplejía. -¿Venís?- me dijo. Yo me acerqué, fui a darle un beso y él torció la cara. Mi beso se estrelló contra su pómulo duro. -Uh- dije. Diego me tomó por los hombros. -Disculpame, es que me agarraste por sorpresa, ¿qué hacés acá? -¿Qué? -¿Cómo supiste que estaba acá? No me invitaba a sentarme, eso sólo podía querer decir una cosa. -¿Estás esperando a alguien? Le pregunté. Diego respiró profundo y bajó la cara. -¿Por qué cambiás el tema? -¿Por qué no contestás? Entonces apareció ella, venía del baño. Ella era flaca, morocha, nada del otro mundo, pero era, sobre todo: ella. La reconocí por una foto que había visto en el placard de Diego, escondida entre montañas de remeras. -Hola- dijo, o preguntó. Me dio la mano. Yo no le di nada, estaba muda. Diego se aclaró la garganta, iba a proceder con las presentaciones incómodas, supuse, y decidí que no quería someterme a esa situación. -Hasta luego- dije y caminé hacia afuera. Escuché que Diego me llamaba pero nunca me di vuelta. En la puerta me alcanzó. -Dejame que te explique, necesitaba verla para un tema de los papeles del divorcio, pero realmente eso no importa, el tema es que vos no tenías por qué estar acá... -Pero el guardia me dijo que vos... -...yo te pedí que me dejaras solo por unos días, tengo demasiado en la cabeza, no quería aturdirte a vos también. Necesito pensar- se agarró la cabeza como si las ideas se le estuvieran escapando por las orejas y necesitara atajarlas. -No me importa que me aturdas, yo quiero estar con vos y... -Pará, Carolina, pará, por favor. Hacé lo que te pido, sino no vamos a poder estar juntos; y yo quiero que estemos juntos, pero ahora necesito pensar. Bajé la cara, qué se suponía que dijera, el hombre me quería fuera de su vida porque necesitaba pensar, pensar, pensar... ¿Quién mierda piensa tanto? Seguro que yo no. Diego seguía hablando: -...ahora tengo que irme, la dejé sola y... -Yo no quiero seguir así- por fin era yo quien decía esa frase. -¿Qué? -Eso mismo. Hablemos después- me di vuelta, me alejé. ilustracion fidel sclavo
iempre me causa curiosidad que cuando los hombres "necesitan pensar" desaparecen. Es como si para pensar necesitaran estar solos en el universo de los seres invisibles, sentados en una nube esponjosa y en posición de loto. Las chicas también pensamos, pero eso no nos impide hacer otras cosas como hablar, mirar tele, mandar mensajitos de texto a nuestros chicos: "¿Ya pensaste?" Pero cuando un hombre piensa está prohibido perturbarlo, cualquier mensaje o llamada es considerada una irrupción inadmisible en su ejercicio asceta. No importa el motivo de la llamada, no importa si no es una llamada sino un mail que está dirigido a un millón de personas y trata sobre el descubrimiento del gen de la mujer barbuda, no importa. Si viene de una, el hombre siempre lo va a tomar como una violación a su derecho a no ser perturbado. Yo sabía esto, claro que lo sabía, ¿qué chica no lo sabe? Y cuando Diego me dijo por teléfono, dame un par de días, linda, quiero pensar, relajarme, estar solo, le dije y me dije está bien, todo está bien. Pero todo estaba mal. Para mí estaba mal porque sabía que vendrían días tortuosos, incertidumbre. Por suerte, ya no caigo en la pregunta idiota que solía hacer antes: "¿Pensar qué?" Es obvio que cuando un chabón te dice "necesito pensar" se refiere a que se está cuestionando si estar con vos vale o no la pena; y que si vos estás al lado, lo de pensar no se les da del todo. Al principio fui una lady. No hubo más que un mensajito menor a los tres días de no tener noticias: "Te extraño, espero que estés bien". Y fue rápidamente contestado: "Gracia". Así, sin "s". Una de dos: o era un guiño a mi gracia natural, una manera de decirme: "Sos la gracia hecha mujer gordita", o bien, estaba tan apurado, tan complicado o tan hambriento que se comió la "s". No me cayó muy bien, en todo caso, ese mensaje escueto, pero lo dejé así. Él quería pensar, estar solo, por supuesto que yo podía entender eso. De todas formas, para quedarme más tranquila decidí darme una vueltita por su oficina algunos días en la semana... Todos. Pero él nunca me vio. Es decir, salvo el último día. Y fue así: Caminaba frente al trabajo de Diego. El guardia de seguridad inclinó la cabeza en ese gesto de saludarme. Todos los días hacía lo mismo. Yo le devolvía el saludo y aclaraba: "Estoy paseando" y el hombre asentía con una sonrisa que no pude decidir si era porque le hacía "gracia" o si se burlaba. Pero este día el guardia no sólo hizo eso de inclinar la cabeza sino que me habló: “Está en el bar de la vuelta, el de siempre”. Yo me detuve y lo miré. “¿Quién?” “Diego, me dijo que le avisara”. Miré a cada lado. “¿A mí?” El hombre asintió. Me encaminé hacia mi oficina, el hombre debía estar haciéndome una broma y eso era humillante. O quizá Diego me había visto deambular frente a su trabajo y había querido hacerme saber que él sabía, y eso era aun más humillante. No iba a pasar por ningún bar, primero muerta; ¿qué se creía, que él me mandaba un mensaje con el guardia y yo iba a correr a su encuentro? No, de ninguna manera, me dije: yo también necesito pensar y no puedo hacerlo frente a su cara porque su cara me estor-
C. Actualidad a diario, es una publicación propiedad de Papel 2.0 S.A. Maipú 271, Ciudad de Buenos Aires. Registro de la propiedad intelectual 722.212. Impresión: Kollorpress S.A. Uruguay 126 - Avellaneda. Distribuidora Sanabria S.A.
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