BLOQUE 2: LA LENGUA ORAL. Tema 5. Corrección y claridad en la expresión oral IV. Nivel semántico

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BLOQUE 2: LA LENGUA ORAL Tema 5. Corrección y claridad en la expresión oral IV. Nivel semántico

5.1. El significado de las palabras

Como ya sabemos, las palabras son el resultado de combinar un significante y un significado, o, lo que es lo mismo, una forma y un contenido. El estudio del significado de las palabras corresponde a la Semántica. En esta disciplina se estudian los rasgos significativos, las variaciones y cambios de significado, las agrupaciones en campos significativos, etc. El significado de una palabra está formado por una combinación de rasgos significativos mínimos llamados semas. Por ejemplo, la palabra perro posee, entre otros, los siguientes semas: “mamífero”, “cánido”, “doméstico”, “cuadrúpedo”, etc. Al conjunto de semas que posee una palabra se llama semema. Así, el semema de perro sería: “Mamífero doméstico cuadrúpedo de la familia de los cánidos, de tamaño, forma y pelaje distintos, según las diversas razas”. Ese semema es el que aparece, como definición de una palabra, en los diccionarios.

5.2. Denotación y connotación

En el significado de una palabra podemos distinguir dos tipos de semas: Denotativos, que son los que constituyen el significado o significados primarios, objetivos de la palabra y que son comunes a todos los hablantes. Es lo que se conoce como denotación. Es el significado que aparece en los diccionarios. o

Por ejemplo: pollo es un ave doméstica joven que se usa como comida.

Connotativos, que son asociaciones, significados subjetivos, que en una determinada situación un hablante o un grupo de hablantes añaden a la

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denotación y que no es, por tanto, el significado objetivo de la palabra. Es lo que se conoce como connotación. o

Por ejemplo: se llama pollo a un joven, con un sentido un tanto despectivo (es propio del lenguaje coloquial o familiar).

Las connotaciones de una palabra están relacionadas con un determinado contexto lingüístico o una situación comunicativa, que dependen de aspectos coloquiales, ideológicos, culturales, etc. Así, el uso de hipérboles, diminutivos, aumentativos, despectivos, metáforas, sinónimos, etc., llena el lenguaje de tonos connotativos, subjetivos o emocionales.

5.3. Los cambios semánticos

Con el tiempo, al significado de ciertas palabras se le añaden distintas connotaciones, con lo cual dicho significado puede sufrir cambios por ampliación, restricción o especialización del significado. Los cambios semánticos se deben a causas lingüísticas, históricas, sociales y psicológicas: a. Causas lingüísticas. Cuando una palabra aparece frecuentemente junto a otra, el significado de una de ellas puede transmitirse a la otra por “contagio”. El fenómeno más habitual es el de la elipsis de una de esas palabras: “cortado” (por café cortado); “danone” (por yogur de la marca Danone); “habano” (por cigarro habano); “rubio” (por tabaco rubio), etc. b. Causas históricas. Aunque permanecen los significantes o las formas de las palabras, se producen cambios en los significados. Por ejemplo, “pluma” significaba pluma de ave, y ahora se utiliza para designar una “estilográfica”. Es lo mismo que ha sucedido con otros casos, como “retrete”, “azafata”,” nevera”, etc. c. Causas sociales y psicológicas. Los prejuicios sociales han hecho que ciertas palabras estén cargadas de connotaciones negativas. Es el caso de las

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llamadas palabras tabú, a las cuales se intenta no nombrarlas. Para ello, son sustituidas por otras palabras que resultan más agradables o más elegantes, llamadas eufemismos. Éstos puede ser de varios tipos.



Por decencia o pudor, referidos a órganos o funciones fisiológicas y sexuales: “hacer pipí (por mear, orinar, etc.)



Por

cortesía

o

piedad,

referidos

a

hechos

dolorosos,

enfermedades, defectos físicos, etc. Ej.: “Tercera edad”, “invidente”, “disminuido psíquico”, etc. 

De carácter social y político, referidos a cuestiones de tipo ideológico relacionadas con hechos y situaciones poco gratas para

la

opinión

pública:

“conflicto

bélico”

(por

guerra),

“accidente” (por atentado), “conducción de agua” (por trasvase), etc. Esto es muy frecuente cuando se trata de usar un lenguaje un tanto hipócrita, también llamado o calificado como “políticamente correcto”. En cambio, el fenómeno contrario es el llamado disfemismo: cambio de significado por razones humorísticas o groseras. Por ejemplo, los distintos nombres dados a los órganos genitales.

En otras ocasiones, esos cambios sociales o psicológicos obedecen a una ampliación o restricción del ámbito del significado de determinadas palabras.

La ampliación o extensión del significado permite que palabras procedentes de determinados ámbitos sociales, culturales o profesionales pasen a formar parte del uso general de la lengua.

o

Por ejemplo: “mafia” es un término italiano referido a una determinada organización existente en determinadas zonas geográficas de Italia. De ahí ha pasado a referirse a cualquier organización, a nivel general, que actúe de forma similar (mafia china, rusa, albanokosovar, etc.).

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o

“Virus” es

un microorganismo no celular que causa muchas

enfermedades. De ahí ha pasado a designar un programa informático. o

“Villano” se decía del habitante de una villa o aldea. De ahí pasó a designar a una persona rústica, grosera, maleducada y, también, a personas indignas o innobles.

La restricción del significado se produce cuando, dentro de un grupo social o de una actividad determinada, se utilizan palabras de uso general que, así, adquieren significados especializados. Es el caso, por ejemplo, de lo que ocurre en la informática con términos como “menú”, “ratón”, “memoria”, etc.

Dentro de las causas psicológicas se incluyen, también, los recursos literarios de la metáfora, la metonimia y la sinécdoque.

o

La metáfora se produce cuando el mecanismo de asociación se realiza por semejanza entre objetos, bien sea de tipo real o de tipo imaginario. 

Por ejemplo, llamar “araña” a un tipo de lámpara en cuya forma se puede apreciar semejanza con las patas de ese animal.



Corazón de acero (designa a una persona que no suele mostrar sentimientos de pena, dolor, etc.)

o

A veces se utilizan metáforas sinestésicas, mediante las cuales se trasladan sensaciones propias de un sentido corporal a percepciones recibidas a través de otro sentido. Por ejemplo: “color chillón”, “perfume cálido”, etc.

o

La metonimia surge cuando la relación entre los significados de las palabras no es de semejanza, sino de contigüidad o proximidad: “el cuello” de la cornisa (por cercanía al cuello de la persona); “una copa” (por el licor); “golpear el cuero” (por el balón hecho de cuero), comprar “un picasso” (por un cuadro de Picasso).

o

La sinécdoque se produce cuando se designa el todo por la parte o la parte por el todo. Por ejemplo: 

Comprar cien “cabezas” de ganado (parte por todo).

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Fuga de “cerebros” (parte por todo).



Aplaudió “toda la ciudad” (todo por parte).

5.4. Las relaciones semánticas 5.4.1. Monosemia

La eficacia de la comunicación humana es óptima cuando a cada significante le corresponde un significado y viceversa. Es lo que se conoce como monosemia. Se trata de palabras que sólo poseen significado denotativo y que son muy abundantes en el lenguaje científico, ya que éste persigue la claridad y la precisión: fémur, abdomen, termómetro, etc.

5.4.2. Polisemia.

Una palabra es polisémica cuando a su significante le corresponden dos o más significados. La mayoría de las palabras son polisémicas, pues tienen varios significados o acepciones, que aparecen recogidos en los diccionarios en una misma entrada. El fenómeno de la polisemia es importante para conseguir el principio de economía del lenguaje, lo que permite que el esfuerzo memorístico del hablante sea menor que si cada palabra tuviese un solo significado, pues habría que memorizar más cantidad de léxico. El significado de una palabra polisémica está determinado por el contexto lingüístico en el que aparece. Ej.: o

Quítale la concha a los mejillones.

o

Me he bañado en una playa que es una concha.

o

El apuntador estaba en la concha del teatro.

o

Mi Hermano es muy tímido y se entierra en su concha (metáfora).

5.4.3. Homonimia

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La homonimia se produce cuando dos o más palabras, que en su origen tenían significantes y significados diferentes, han sufrido diversas evoluciones fonéticas hasta llegar a tener un significante igual o muy parecido, aunque poseen significados diferentes:

Clamat (verbo latino)

clama

verbo Llama

Flamma (sust. latino)

flama

Rideo (verbo latino: reír)

Rivus (sustantivo latino)

sustantivo

río (yo río)

río (corriente de agua)

Halta (árabe)

hasta (preposición)

Hasta (latín)

asta (cuerno de toro)

Fuimos (verbo ser)

Fuimos (verbo ir)

Las palabras homónimas se dividen en:

Homófonas, cuando sus significantes se pronuncian igual, pero se escriben de manera distinta. Por ejemplo:

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Onda/honda Sabia/savia Haya/aya Basto/ vasto Hojear/ojear Baca/vaca

Homógrafas, cuando sus significantes se pronuncian y se escriben igual. Por ejemplo:

Media (mitad de algo)/media (calza para la pierna) Orden (mandato)/ orden (ordenación de unas cosas) Cabe (preposición)/ cabe (verbo) Bala (de algodón)/ bala (de fusil)

Hay algunas formas de evitar la confusión entre palabras homónimas y palabras polisémicas:

Cuando son solamente homófonas, no existe confusión, dado que no se escriben igual. Cuando pertenecen a distintas categorías gramaticales:

Venta (nombre = posada o sitio para comer) Venta (participio de presente del verbo vender Como (yo como, verbo) Como (adverbio)

Cuando llevan determinativos diferentes de género o de número:

El orden/ la orden; el pez/ la pez; el corte/ la corte La esposa/ las esposas (grilletes); hinojo (planta)/ hinojos (rodillas)

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En caso de duda, habrá que buscar en un diccionario la etimología de cada una de las palabras. Si aparece más de una entrada en el diccionario, son palabras de origen (etimología) distinta y, por tanto, se trata de palabras homónimas. Si aparecer una sola entrada, es una única palabra polisémica.

5.4.4. Sinonimia

Cuando dos o más palabras tienen distintos significantes y el mismo o parecido significado. Los sinónimos pertenecen a una misma categoría gramatical. Existe sinonimia total o absoluta cuando las palabras tienen el mismo significado (es decir, comparten los mismos semas), y pueden ser intercambiables en todos los contextos. Por tanto, corresponden a un mismo campo semántico:



“Asno, burro”.



“Ileso, indemne”



“Infatigable, incansable”



“Oculista, oftalmólogo”

No obstante, este tipo de sinonimia no es muy habitual, Es mucho más frecuente la sinonimia parcial, en la cual cada una de las palabras sinónimas presenta unos rasgos significativos (semas) diferentes:

Burro, bestia, cafre, salvaje… Alterado, inquieto, preocupado, enfadado, irritado…

Ocurre, a veces, que no todos los sinónimos son intercambiables en todos los contextos lingüísticos. Entonces, se podría hablar de una sinonimia contextual:

-

Mi hermano se ha alterado

al conocer la derrota de su equipo.

enfadado cabreado

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-

Mi hermano ha alterado sus planes de viaje.

Los sinónimos enfadado no sirven en este contexto. cabreado

5.4.5. Antonimia

Se produce cuando dos palabras tienen significado opuesto: bueno/malo; bien/mal; pronto/tarde; sí/no. Las relaciones de antonimia pueden ser de dos tipos:

a) Antónimos gramaticales, formados con la ayuda de prefijos, especialmente de sentido negativo: no, in-, dis-, des-, etc. Por ejemplo: conformista/ inconformista; culpar/disculpar; hacer/deshacer; existencia/ no existencia/inexistencia; armado/desarmado.

b) Antónimos lexicales, cuando se dan mediante palabras distintas. A su vez, en estos casos existen tres clases: o

Graduales. Cuando las palabras se oponen entre sí por diferencias de grado dentro de una escala: frío/caliente (entre ellos caben los términos: tibio, templado).

o



Bueno/malo (entre ellos cabe regular)



Grande/pequeño (entre ellos cabe mediano)



Alto/bajo (hay distintos grados de altura)



Joven/viejo

Complementarios, cuando uno de esos términos supone la exclusión del otro: 

o

Vida/muerte; par/impar

Recíprocos, cuando la existencia de uno requiere la existencia del otro: 

Marido/mujer; macho/hembra; profesor/alumno; victoria/derrota.

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5.4.6. Hiperonimia, hiponimia, cohiponimia

Entre un conjunto de palabras pueden establecerse relaciones de tipo jerárquico. Se llama hiperónimo al término de mayor extensión semántica, el cual reúne en su significado los semas (rasgos de significación común) que comparten todos los elementos que forman un grupo. Las demás palabras, que tienen un significado más restringido y, por tanto, estará incluidas dentro de ese término mayor, se llama hipónimos:

Hiperónimos

Hipónimos

Árbol

Pino, chopo, abeto, encima,…

Flor

Rosa margarita, clavel, …

Calzado

Bota, zapato, zapatilla,…

Viento

Alisio, maestral,…

A su vez, los términos hipónimos son, entre sí, elementos cohipónimos.

5.4.7. Isotopía.

Se llama así al fenómeno que consiste en la repetición de términos que están relacionados entre sí por su forma o por su significado. La isotopía es muy habitual en los textos poéticos y puede ser de dos tipos:

Isotopía gramatical. Se repiten elementos de la misma categoría gramatical: nombres, verbos, adjetivos, adverbios… o

Así, por ejemplo, en un texto descriptivo habrá bastantes adjetivos calificativos, así como sustantivos. En cambio, en un texto narrativo,

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habrá muchos más verbos, especialmente, verbos que indican acciones.

Isotopía semántica. En este caso, las palabras se refieren a una misma significación, aunque sean de diferentes categorías gramaticales. Por ejemplo, la idea de “peligro” se asocia a expresiones como: “atreverse”, “ser osado”, “amante del riesgo”, “aventurero”, “peligroso”, etc.

5.4.8. El campo semántico.

Está formado por todas las palabras de la misma categoría gramatical que pueden agruparse bajo un contenido común, porque tienen rasgos significativos propios, y pueden aparecer en un mismo punto del mensaje, pues su intercambio no altera en profundidad el significado de dicho mensaje. Entre esas palabras se produce una relación de identidad parcial, ya que todas ellas tienen una base significativa común (semas). Así, por ejemplo, dentro del campo semántico de los muebles que sirven para sentarse, entrarían: silla, sillón, sofá, taburete, etc. Suele ser frecuente que, entre esas palabras haya una jerarquización de sus significados, de modo que uno de ellos puede incluir a los demás, Entonces, el término de mayor extensión sería el hiperónimo y los demás serían los hipónimos. Así, el hiperónimo “días de la semana” acoge a los hipónimos “lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo”, que están jerarquizados según su orden cronológico de aparición. En este caso, ocurre que el campo semántico de los días de la semana constituye un inventario cerrado, pues sólo tenemos siete alternativas, al igual que sucede con los meses del año. Otros, en cambio, son más abiertos, como puede ser el caso de los nombres propios, nombres de animales, etc. Además, en cualquiera de esos casos, hablaríamos de una isotopía de tipo gramatical, pues todos esos términos serían sustantivos. Dentro de un campo semántico tienen cabida tanto las palabras de significado denotativo, como las de significado connotativo (metáforas, metonimias, sinécdoques, eufemismos).

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Igualmente, pueden incluirse términos sinónimos y antónimos, siempre y cuando pueden ser intercambiables entre sí, dependiendo del contexto lingüístico del mensaje emitido. Por ejemplo, en un contexto en el que alguien habla de que ha de hacer un “trabajo” para entregar a un profesor, el término trabajo podría ser sustituido por: “tarea”, “investigación”, “práctica”, “taller”, etc.

5.4.9. El campo léxico-asociativo.

Además del campo semántico, el hablante puede establecer relaciones de tipo léxico-semántico entre palabras que no sólo pertenezcan a la misma categoría gramatical, Entonces, lo que podría ser un simple campo semántico se ampliará a otros términos que estarían relacionados entre sí por razones léxicas o semánticas. Así, dentro de este campo, más amplio que el campo semántico, entrarían las llamadas familias léxicas. Se llama así al conjunto de palabras que poseen un mismo lexema y presentan variaciones respecto de sus morfemas derivativos. Por ejemplo, el término “digno” formaría familia léxica con palabras como “dignidad, indignidad, indigno, indignar, indignado, indignante, indignamente, etc.”. Lo mismo ocurre, en el caso de “caballo” y “caballito, caballero, caballeriza, cabalgar, cabalgadura, encabalgamiento…” Como es lógico, al ser de mayor extensión léxica y semántica, dentro del campo léxico-asociativo se incluiría, como elemento específico, el campo semántico propiamente dicho. Y, por tanto, todas las relaciones de sinonimia, antonimia, etc. Además, también se incluirían las llamadas relaciones de causa-efecto. Por ejemplo, respecto del término “amor”, podríamos incluir, dentro del campo léxicoasociativo términos como “noviazgo”, “pasión”, “enamorarse”, “enamoramiento”, “enamorado”, “felicidad”, “divorcio”, “separación”, “romper el corazón”, “felizmente”, “apasionadamente”, etc.

Es decir, dentro del campo léxico-asociativo se incluyen todas aquellas palabras, de las diferentes categorías gramaticales, cuyos significados serían relacionables, bien porque aporten una misma idea o bien por aportar la contraria.

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Para ver un ejemplo concreto, aportamos el poema de Eloy Sánchez Rosillo titulado “Despedida”, que forma parte de su libro La vida. Y lo hacemos así porque los campos léxico-asociativos se aprecian mucho mejor dentro de un texto. Dicho poema comienza con el verso “El verano se acaba”. Pues bien, vamos a ver el campo léxico-asociativo del vocablo verano que podemos encontrar en este poema.

1.- En primer lugar, podemos apreciar una primera asociación léxico-semántica basada en la idea de progresión cronológica en el tiempo, ya que la idea de verano va unida a verbos como “llegó”, venía”, “quedarse”, “se acaba” “se marcha”. Como se puede ver, entre “llegó” y “se acaba” y “se marcha” existe, además una relación de antonimia. A su vez, también sería una antonimia la idea de que aunque en verano “se hicieron inmensas las mañanas” y “las tardes no terminaban nunca”, resulta que, al final, todo “se acaba”.

2.- La segunda idea es la de la breve duración del verano, parece que fue “ayer”, fue “breve en extremo”, “los días van menguando”, la dicha es “fugaz”. Además, los adjetivos “breve” y “fugaz” son sinónimos. A todo ello, se añade la percepción de “un indicio de otoño”, etapa que se opone, simbólicamente al verano.

3.- Idea de alegría, dicha o felicidad: el adjetivo “jubilosos”, “las tierras se colmaban de espigas y de frutos”: las sombras se apartan del corazón del hombre: crece la alegría en su pecho”,” prodigiosa estancia”, “dicha”. La idea de que el verano llega jubiloso es una relación de causa-efecto (metonimia), pues es la persona la que se muestra jubilosa con la llegada del verano. Observamos, también una isotopía gramatical en los sustantivos alegrías y dicha, en los adjetivos “jubiloso” y prodigiosa”, así como en los sustantivos “espigas” y alegrarías. Sería una isotopía por sinonimia. Una isotopía gramatical, por antonimia, se puede observar entre “se colmaban” y “se apartan”, así como entre “alegría” y “sombras”. A su vez, existe una isotopía semántica entre todos estos vocablos mencionados.

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4.- Idea de luminosidad del verano: “las sombras se apartan”, “todo lleno de luz”, “de intensidad”. Relación de antonimia entre sombras, por un lado, y luz e intensidad, por otro. A su vez, existe una isotopía gramatical. “Inmensas las mañanas”, “las tardes no terminaban”. “Mañanas” y “tardes” pertenecen al mismo campo semántico, aunque entre ellas puede verse una oposición antonímica. Al mismo tiempo podemos hablar de una relación de isotopía semántica, para indicar la duración e intensidad de la luz del, que se ve en “inmensas” y “no terminaban”.

DESPEDIDA

El verano se acaba. Parece que fue ayer cuando llegó de súbito en su carro de oro. Venía, jubiloso, por los campos y a su paso las tierras se colmaban de espigas y de frutos. Dispuso que las sombras se apartaran del corazón del hombre y que creciera la alegría en su pecho. Estaba todo lleno de luz, de intensidad. Se hicieron inmensas las mañanas, y las tardes no terminaban nunca. Daba la sensación de que el verano iba a quedarse aquí ya para siempre. Pero, mirad: se acaba. Y nos parece ahora que fue breve en extremo su prodigiosa estancia entre nosotros. Mirad cómo se marcha: invicto, fulgurante, se aleja por los campos en su carro de oro. Los días, poco a poco, van menguando. Y un indicio de otoño que hay en el aire dice que es muy fugaz la dicha.

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