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BOLETÍN

J OVELLANISTA •0GIJÓN00•0MMIII00•0AÑO IV00•0NÚM. 4

Iovinalis sulcus nostram laborem illustrat

© Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias Depósito legal: AS-738/1999 ISSN: 1696-1226 Fotos: archivo de la Fundación

BOLETÍN

J OVELLANISTA •0GIJÓN00•0MMIII00•0AÑO IV00•0NÚM. 4

Iovinalis sulcus nostram laborem illustrat

BOLETÍN JOVELLANISTA Nº 4 - 2003

Contenido

Presentación ......................................................................... Jesús Menéndez Peláez I. ARTÍCULOS Y BIBLIOGRAFÍA JOVELLANISTA ............................. – Jovellanos y Flórez Estrada ............................................... Rafael Anes y Álvarez de Castrillón – Jovellanos bajo la divina proporción .............................. Juan Cobo Plana – Proyección del pensamiento de Feijoo en Jovellanos ..... María Elvira Muñiz – Nuevas postrimerías de Jovellanos ................................. Agustín Guzmán Sancho – Gaspar Melchor de Jovellanos y el Centro Asturiano de La Habana .................................................... Moisés Llordén Miñambres – Bibliografía Jovellanista .................................................... Orlando Moratinos Otero II. HEMEROTECA .......................................................................... – El Real Club Astur de Regatas nombra socio de honor a Francisco Álvarez Cascos .................................... Discurso de agradecimiento ....................................... Francisco Álvarez Cascos – Premio de Investigación .................................................... El régimen de propiedad en el pensamiento de Jovellanos.. Pablo Fernando Luna – Homenaje a Luis Adaro Ruiz............................................ Presentación de don Luis Adaro ................................ Guillermo Quirós Pintado Presentación del libro «Jovellanos y la Minería en Asturias» ................................................................... Luis Adaro Ruiz – Presentación del III Boletín............................................... La sombra de Jovellanos… aún más alargada......... Cuca Alonso – Viaje a Mallorca ................................................................... De Bellver a Valldemossa............................................ Nery González Vallina – Marcha Jovellanista ............................................................ La marcha jovellanista fue a Trobaniello ................. Bernardo Canga Jovellanos y la naturaleza ........................................... Bernardo Canga – Curso de Extensión Universitaria ................................... Clausura del curso ........................................................ «Cuanto menos conocimientos se tiene más fácil es ser explotado» .................................................. Daniel Fernández III. ICONOTECA JOVELLANISTA ....................................................... – Don Gaspar de Jovellanos y don José Sampil ............... Fermín Canella Secades – Joaquín Manzanares ........................................................... La «campana» de Joaquín Manzanares .................... Orlando Moratinos Otero – «Don Boni» ........................................................................... Recordando a don Boni ............................................... Jesús Menéndez Peláez – Padre José María Patac de las Traviesas, S.J., una figura señera de la cultura asturiana ....................... Isidoro Cortina Frade IV. MEMORIA DE ACTIVIDADES ...................................................... V. APÉNDICE GRÁFICO ................................................................. VI. BASES DEL VI PREMIO DE INVESTIGACIÓN .............................. VII. RELACIÓN DE PUBLICACIONES ................................................ –

Editado por la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS Presidente: Jesús Menéndez Peláez Vicepresidente Primero: José Antonio Hevia Corte Vicepresidente Segundo: Moisés Llordén Miñambres Secretario General: Orlando Moratinos Otero Vicesecretario Económico: Fernando Adaro de Jove Vocales: Domingo CienfuegosJovellanos Caramés Vicente Cueto Fernández Agustín Guzmán Sancho Rafael Loredo Coste

Director del Boletín: Agustín Guzmán Sancho Comité de Redacción: Jesús Menéndez Peláez Orlando Moratinos Otero Vicente Cueto Fernández Fernando Adaro de Jove

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Presentación

Un año más sale a luz el Boletín Jovellanista, nuestra publicación periódica con la que pretendemos cumplir varios objetivos que no son otros que los de investigar y divulgar la vida y la obra de Jovellanos. Varias secciones, bien delimitadas en su estructura y en sus contenidos, tratan de llevar a nuestros lectores distintos aspectos, unos de investigación y aportación bibliográfica (sección I: «Artículos y bibliografía jovellanista»); con esta sección nuestro «Boletín» desea convertirse en uno de los órganos que canalice las investigaciones que aportan alguna novedad al mundo jovellanista; desde el acercamiento a la reconstrucción física o los avatares de las postrimerías de nuestro prócer hasta la recepción del pensamiento de Jovellanos en tierras de Ultramar, pasando por la intertextualidad de la obra jovellanista con otros ilustrados asturianos configuran una sección en la que la «Bibliografía jovellanista» es el colofón que desde un análisis puramente cuantitativo –doscientos nuevos registros– pone de manifiesto la importancia que tiene la vida y la obra de Jovellanos en la investigación y la divulgación biobliográfica; la sección II: «Hemeroteca» recoge algunos de los artículos con los que la

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prensa, regional y nacional, contribuye, dentro de una tonalidad más divulgativa, a expandir aspectos de la obra jovellanista en estrecha relación con las actividades de nuestra Fundación; la prensa local y regional fue con frecuencia el canal más habitual para mantener vivo el calendario jovellanista; por eso nuestro «Boletín» dedica la sección III «Iconoteca» a desempolvar viejos artículos que conservan la misma frescura y actualidad que tuvieron en el momento de salir a la luz pública. El Boletín Jovellanista quiere ser al mismo tiempo crónica de las actividades realizadas a lo largo del año; es, de alguna manera, nuestro libro de actas público y al mismo tiempo testigo permanente para que permanezca viva la memoria histórica de un quehacer en el que están involucradas muchas personas que desinteresadamente colaboran en esta noble causa. Sin caer en un narcisismo ingenuo, creo que podemos estar satisfechos del número y de la calidad de nuestras actividades; el buen hacer de todos cuantos colaboran en la realización de estas actividades programadas por la Fundación Foro Jovellanos es reconocido pública y privadamente; algo que nos llena de orgullo, pero a la vez se convierte en un reto para mantener y, si fuera posible, aumentar un estilo de decoro que singularice el fondo y la forma de todo cuanto lleve a cabo nuestra Fundación. Como Presidente de esta Fundación, al hacer el balance de lo acaecido en el año 2003 quiero señalar algunos actos cuya relevancia es necesario destacar. El 28 de abril se presentaba, en colaboración con Unión Española de Explosivos, el libro de Luis Adaro Ruiz, Jovellanos y la minería en Asturias; un acto que quedará grabado por mucho tiempo en la mente de cuantos asistieron a una presentación que se convirtió en homenaje a una persona que es punto de referencia, no solo en la historia de nuestra Fundación, sino en el devenir de la historia más reciente de nuestra región, como es don Luis Adaro; con la interpretación de la Cantata a Jovellanos, como cierre de aquel acto, se recuperó también una parte de la memoria histórica. La concesión y entrega del Premio Internacional de Investigación en su 5ª edición puso de manifiesto la importancia que tiene el pensamiento jovellanista en la investigación universitaria dentro del hispanismo internacional; el número y la calidad de los trabajos presentados así lo testifica. Por primera vez nuestra Fundación colaboró con la Universidad de Oviedo en un curso sobre Jovellanos y su tiempo con atributos académicos; sesenta muchachos,

Presentación

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procedentes de distintas Escuelas y Facultades de nuestra Universidad, recibieron, en la Casa Natal de Jovellanos, de manos de nuestro Rector el diploma acreditativo. Durante el mes de agosto asistimos a dos fechas que ya forman parte del calendario estival en honor de Jovellanos: el 6 de agosto con la tradicional ofrenda floral que en este año 2003 fue ennoblecida con el estreno de la Obertura fanfarre, dedicada a Jovellanos, de don Vicente Cueva, partitura que el músico gijonés donó a nuestra Fundación; el Día de Jovellanos en la Feria –en esta ocasión el día 13– contó con la colaboración del Ayuntamiento de Somiedo para unir la trayectoria existencial de Jovellanos y Flórez Estrada. De todas estas actividades la prensa dejó amplia información de la que el Boletín Jovellanista se hace también eco para permanente recuerdo visual «antes que el tiempo muera en nuestros brazos». Unas notas necrológicas que evocan la personalidad de tres patronos, don Joaquín Manzanares, el P. José María Patac de las Traviesas y don Bonifacio Sánchez, Don Boni, con un resumen completo de todas las actividades realizadas del año 2003 cierran el contenido del presente boletín. Solo me resta agradecer a todos los que de una u otra forma han colaborado en hacer de esta publicación periódica de nuestra Fundación una obra que asegura la presencia anual de la Fundación Foro Jovellanos no solo en anaqueles de bibliotecas privadas sino que ya forma parte también de los fondos bibliográficos de muchos departamentos universitarios y de otras instituciones culturales y científicas nacionales y extranjeras. Jesús Menéndez Peláez Presidente

I Artículos y Bibliografía Jovellanista

Jovellanos y Flórez Estrada* por Rafael Anes y Álvarez de Castrillón

Don Álvaro Flórez Estrada, a quien el Foro Jovellanos le dedica el «Día de Jovellanos» en la Feria de Muestras, al cumplirse 150 años de su muerte, nació en Pola de Somiedo el 27 de febrero de 1766, siendo el primero de los once hijos habidos en el matrimonio de don Martín de los Santos Flórez Estrada y doña Ramona Pola y Navia. Quien ha sido calificado como «ingente figura» debió pasar su infancia en la casa solariega de sus padres, antes de estudiar latín en Grado para cursar la Licenciatura de Derecho en la Universidad de Oviedo. En esta Universidad se licenció y, según Manuel Pedregal y Cañedo, recibió el título de Abogado en la Chancillería de Valladolid, quedando habilitado para ejercer de Abogado en los Reales Consejos. Se trasladó Flórez Estrada a Madrid, según alguno de sus biógrafos, en fecha tan temprana como la del año 1886, cuando apenas tenía veinte, lo que no le parece pueda ser cierto a Luis Alfonso Martínez Cachero. También se dice que en la Corte gozó del patrocinio de don Pedro Rodríguez de Campomanes y de don Gaspar Melchor de Jovellanos, amigos de su padre don Martín de los Santos, pero tampoco hay prueba de que ello sea cierto. Jovellanos no hace mención de don Martín de los Santos en sus Diarios, ni cuando visitó el Valle de Somiedo; y de su hijo anota el domingo 7 de diciembre de 1794: «Llega Carreño de Oviedo. Flórez no viene; le esperaba en Grado Ibáñez; tratan de cierto negocio. La *

Conferencia pronunciada el día 13 de agosto de 2003 en el Pabellón de la Feria de Muestras de Asturias.

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contrata de éste con el Rey, muy ventajosa… Carreño indica que tiene que irse luego; que acaso Ibáñez vendrá aquí con Flórez; en duda». En Madrid se incorporó Flórez Estrada a una de las muchas sociedades políticas que había y a causa de ello fue confinado en Asturias, hacia 1794, cuando Godoy ordenó la disolución de esas sociedades y que sus miembros fuesen devueltos a sus provincias de origen. En 1796 pudo regresar a Madrid, al ser nombrado en ese año Tesorero Principal de Rentas de la Corte. Un año más tarde pudo volver Jovellanos de su destierro en Asturias, también con un nombramiento oficial, el de Ministro de Gracia y Justicia, después de haber sido designado embajador en Rusia. Al suprimirse la Dirección General de Rentas y Tesorerías Provinciales, regresa a su tierra Flórez Estrada y en ella permanece hasta el año 1808. En 1798 la Junta General del Principado le designa procurador general y en 1802 le asigna puesto en la Diputación. Señala Luis Alfonso Martínez Cachero que en esos años de estancia en Asturias montó una ferrería, que no llegó a funcionar, porque, primero, su hijo mayor Carlos, enfermo mental, prendió fuego a las instalaciones, y porque un corrimiento de tierras le ocasionó destrozos grandes. Cuando se produce la invasión francesa es designado Flórez Estrada, el 9 de mayo de 1808, Procurador General del Principado de Asturias y él será quien redacte la «Proclama de guerra». Miembro de la Junta Central y, disuelta ésta, de la Regencia, tratará de que se reúnan Cortes, y en Cádiz desarrollará una muy importante labor y estará entre los redactores del proyecto de Constitución. Desilusionado por el poco eco que consigue tengan sus ideas, embarca para Inglaterra y se residencia en Londres. En la capital inglesa publica Introducción para la historia de la revolución de España, en 1810, y Examen imparcial de las disensiones de América con la España, en 1811, con el subtítulo «de los medios de su recíproco interés y de la utilidad de la España». En este trabajo ya se muestra Flórez Estrada como un economista notable. Cuando recibe noticia de que en Cádiz se prepara una Constitución para España, Flórez Estrada regresa. En ese mismo año del regreso, el de 1812, funda en Cádiz el periódico El Tribuno del

Jovellanos y Flórez Estrada

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Pueblo Español, que se publicará durante seis meses y será medio de expresión del pensamiento liberal. En 1813 es nombrado Flórez Estrada Intendente militar de Andalucía. Desde ese cargo prepara y escribe Plan para formar la estadística de la provincia de Sevilla. Pero poco le dura la nueva ocupación, ya que en 1814 tiene que dejarla. Ocupado el trono por Fernando VII, el asturiano se expatría para librarse de la persecución del monarca. Londres es de nuevo su refugio y ahí coincide con otros exiliados españoles, pero fue él uno de los que más empeño puso para que en España se restableciese el régimen constitucional, para que Fernando VII repusiese la Constitución de Cádiz; en 1818 escribirá Representación al Rey en defensa de las Cortes. Cuando Fernando VII jura la Constitución de 1812, Flórez Estrada vuelve a España y es elegido diputado por Asturias a las Cortes que se convocan en ese año de 1820. Reintegrado al mundo político español, cuando en el verano de 1821 termina el mandato de las Cortes convocadas el año anterior, aunque no tiene acta de diputado, Flórez Estrada se queda en Madrid y el 28 de febrero de 1823 es nombrado Ministro de Estado, en un Gabinete que es disuelto el 20 de abril sin que sus miembros tomen posesión de sus cargos. El 23 de abril de ese año de 1823 se produce la entrada de «Los cien mil hijos de San Luis», viéndose el Gobierno español obligado a refugiarse primero en Sevilla y después en Cádiz. Flórez Estrada, como otros, tuvo que emprender nuevamente el camino del exilio y en Gibraltar embarca para Gran Bretaña. Ahora, como en 1814, será condenado a muerte. Aunque no podía saber cuánto iba a durar, y seguro que pensaba que poco tiempo, se enfrentaba Flórez Estrada a diez años de exilio. Ese tiempo lo dedicó, en gran medida, a preparar el Curso de economía política, que publica en 1828. El éxito de la obra fue tal que se reeditó siete veces en 25 años. El Curso le da notoriedad al liberal asturiano, al liberal que, según José Manuel Pérez-Prendes, en el «Estudio preliminar» a la obra de Flórez Estrada, Examen imparcial de las disensiones de la América con la España, editada por la Secretaría General del Senado, en 1991, tuvo una trayectoria con tres dimensiones: «linealidad y fidelidad en la fe acerca del sistema de

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libertades, como eje de la organización estatal. Habilidad y perseverancia en su defensa, no abandonando nunca la lucha y usando de todo…, para conseguir su implantación. Un alto bagaje de preparación intelectual, más espectacularmente exhibido en lo económico, pero muy notable también en otros campos, como el jurídico». En la introducción al Curso escribe Flórez Estrada que «sin el conocimiento de la Economía Política no es dable mejorar las costumbres, promover la industria, ni hacer salir a los pueblos de un estado habitual de marasmo, de atraso y descontento», por lo que creía que «ninguna faena literaria sería preferible a la de perfeccionar una ciencia de tamaño interés». Además observa Flórez Estrada que no se disponía de un tratado completo de economía escrito en castellano, ni en España ni en América del Sur. Las palabras que dedica Flórez Estrada a la Economía Política son muy parecidas a las de Jovellanos en su Discurso a los miembros de la Real Sociedad de Amigos del País de Asturias, escrito con fecha del 22 de abril de 1781. En él dice que el socio debía «procurar aquellos conocimientos que son indispensables para promover el bien común», por lo que desea que «el estudio de la economía haga familiares a la Sociedad y a los socios las buenas ideas de administración y gobierno», ya que «sin este estudio se pueden cometer mil errores, y con él se pueden inventar y verificar muy útiles establecimientos», ya que la Economía Política, añade, «es la ciencia del ciudadano y del patriota». Partidario Flórez Estrada del establecimiento de una política económica librecambista, está, naturalmente, en contra de las prohibiciones y de la protección arancelaria, incluso de la protección a la industria naciente, pues, considera, con un sistema de libertad económica es como mejor puede aprovechar cada país sus ventajas comparativas. En el análisis que hace Flórez Estrada del crecimiento a largo plazo sigue a David Ricardo. Considera que el crecimiento económico depende de la división del trabajo, que a su vez está condicionada por el tamaño del mercado, y sostiene la conveniencia de que la administración pública mejore las infraestructuras, para que el acceso a los productos fuese mejor y éstos tuviesen un coste menor. También

Jovellanos y Flórez Estrada

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consideraba beneficiosas las reformas institucionales, sobre todo en el campo de la agricultura, pues con ellas se podrían limitar los efectos de los rendimientos decrecientes y con ello retardar la llegada al estado estacionario. En lo que se refiere a las mejoras que cabía hacer en el sector agrario sigue Flórez Estrada a Jovellanos y piensa, como éste, que si se removían los estorbos que había se podía lograr un crecimiento equilibrado en la agricultura, que, dentro de un sistema económico de mercado, estimularía el de la industria y el del comercio. Señalaba ya hace unos años José Luis Sampedro, en 1950, en su artículo La teoría de la Hacienda en Flórez Estrada, que la parte que más sobresale en la obra del asturiano es la que dedica a la Hacienda pública. Defendía Flórez Estrada que para atender los gastos públicos productivos, los dedicados a la seguridad interna y externa del Estado, así como al desarrollo de obras públicas y a la educación, y los que deben cubrir atenciones auténticas, los únicos ingresos justificables son los obtenidos con los impuestos. Estos debían responder a los principios jurídicos de generalidad, obligatoriedad y proporcionalidad, y la fuente de esos ingresos tenía que ser la renta, bien de la tierra, del trabajo o del capital. De vuelta a España después de la muerte de Fernando VII, en 1833, representó Flórez Estrada a Asturias en el Estamento de Procuradores y después, hasta 1840, en el Congreso. En esta etapa, señala Constantino Suárez, en su obra Escritores y artistas asturianos, volvió a brillar el parlamentario liberal y reformador. En 1843, al ser apartado el regente Espartero, se instituye en Oviedo una Junta Provisional de Gobierno, para ocuparse de los asuntos de la provincia. Naturalmente, al frente de esa Junta fue colocado Flórez Estrada. Al aprobarse la Constitución de 1845, es nombrado senador Flórez Estrada, cargo que, según lo dispuesto en el artículo 17, era vitalicio. Con ese nombramiento se ve obligado a dejar Noreña, a donde había trasladado su residencia, probablemente con el propósito de que fuese la última. No obstante, su salud le obligó a retornar a Noreña, donde fallece el insigne economista el 16 de diciembre de 1853. Enterrado en el cementerio de Noreña, en una sepultura en tierra sin indicación alguna de que allí reposaban sus restos, cuenta

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Juan Antonio Cabezas, en artículo publicado en El Sol en 1936, según refiere Constantino Suárez, que encontrándose en Gijón el sociólogo Luis Augusto Blanqui, teórico socialista y revolucionario francés, quiso trasladarse a Noreña para ver la tumba de Flórez Estrada; preguntó dónde estaba y el enterrador lo llevó al lugar donde había sido enterrado, que seguía sin ninguna señal de que era su sepultura; añade Cabezas que con gran congoja se arrodilló Blanqui y besó el musgo que cubría la tierra de la sepultura del maestro, de la figura de talla universal que allí había sido enterrada, de la figura que Manuel Pedregal y Cañedo calificó de gran patriota, de hombre de ánimo esforzado, de hombre de ideas generosas, de gran talento y de egregio escritor.



Jovellanos bajo la divina proporción* por Juan Cobo Plana

Ilustrísimo Sr. Presidente de la Fundación Foro Jovellanos, señoras, señores, compañeros y amigos: Es para mí un gran honor, que nunca pude imaginar, encontrarme ante todos Vds. en un marco tan extraordinario como es el Museo Casa Natal de Jovellanos y poder exponerles nuestros hallazgos sobre el rostro de Jovellanos. Con su permiso disertaré sobre el tema: Hacia la recuperación del verdadero rostro de Jovellanos. Dividiré la exposición en los siguientes apartados: 1) Paradigmas de la relación dento-facial. 2) La divina proporción. 3) Armonía y Disimetría Contemporánea. 4) El Prognatismo de Jovellanos.

PARADIGMAS DE LA RELACIÓN DENTO-FACIAL

Iniciaré el primer apartado, «Paradigmas de la relación dentofacial», dejando constancia que la Ortodoncia es una especialidad de la Odontología que tiene como objeto el estudio del desarrollo y crecimiento cráneo-facial, de la etiología, diagnóstico, pronóstico y tratamiento de las alteraciones del crecimiento maxilofacial y de las *

Conferencia pronunciada en la Casa Natal de Jovellanos el día 30 de mayo de 2003.

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maloclusiones y evolución de la oclusión; de las medidas preventivas, interceptivas y terapéuticas de índole ortodóncico u ortopédico; y, finalmente, de la rehabilitación neuromuscular, psicobiología aplicada y armonía facial. Nace como especialidad en Estados Unidos de la mano del médico Edward H. Angle, que, nacido en 1855, desarrolló en 1900 la primera Escuela de Ortodoncia en los Estados Unidos. Desde su creación, la Ortodoncia estuvo influenciada por el arte, especialmente por la estética y la armonía facial. De hecho, Angle encontró en Wuerpel, profesor de Arte de la Universidad de Washington, un extraordinario foro de debate para hacer progresar sus ideas sobre la estrecha relación que existe entre la Ortodoncia y la armonía facial. Angle estableció los principios sobre la oclusión dentaria ideal y su clasificación de las distintas maloclusiones dentarias y esqueléticas sigue vigente en el siglo XXI. Su libro Treatment of Malocclusion of the Teeth sigue siendo referencia inevitable para cualquier especialista en Ortodoncia. En su primer capítulo «Oclussion» describe como ideal la dentición que observó en el cráneo «Old Glory». Estableció como armónicas e ideales las curvas que dibujan su oclusión dentaria en sentido transversal y sagital. Consideró fundamentales la adecuada oclusión de los caninos, premolares, molares y los contactos y posición de los incisivos superiores e inferiores. El tercer capítulo, denominado «Facial Art», establece como prototipo de belleza la cara del Apolo del Belvédere. El Apolo preconizaba un ideal estético canonizado por los antiguos griegos, cuyo perfil está dominado por la continuación fronto-nasal, y un tercio facial inferior muy disminuido y birretrusivo. El hecho de que hoy se sepa que es una copia romana modelada según una escultura griega perdida, del siglo IV a. C., probablemente nos haga perder algo de atractivo, sin renunciar a su indiscutible valor histórico-artístico. Una mirada crítica por los expertos que hoy nos acompañan y con un poco de imaginación los no tan expertos encontrarán imposible compatibilizar los maxilares y la dentición del cráneo del «Old Glory» con el perfil del Apolo. El mencionado cráneo, con todos sus dientes,

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incluso los terceros molares, con unos maxilares «potentes» y unos incisivos proyectados hacia delante, no tienen cabida en el suave, corto y retrusivo tercio facial inferior del perfil del Apolo. Mediante manipulación digital sería necesario aumentar el tercio facial inferior y recrear una biprotrusión labial, para intentar compatibilizar la oclusión dentaria descrita con el perfil del Apolo. Repitiendo el proceso pueden observar cómo cambiaría el mencionado perfil, incluso utilizando los rangos mínimos de tamaño dento-maxilar asignados al «Old Glory». El perfil obtenido es más acorde con el de Javier Bardem (quizás el Apolo contemporáneo). No obstante, mientras Angle permanecía aferrado en conseguir un patrón facial de belleza, Wuerpel rechazaba esta teoría por simplista y literal, aconsejándole descartar un patrón estándar único para juzgar la estética facial en la heterogénea población de los Estados Unidos. Años mas tarde, Angle aceptaría estos hechos, aunque no es menos cierto que mantuvo al Apolo como el más agradable desde el punto de vista estético. En 1993 el Prof. Juan Sebastián López Arranz inauguraba el curso académico de la Universidad de Oviedo con el tema: Armonía y Estética de la Cara. En su calidad de doble Catedrático, de Anatomía y de Cirugía Maxilofacial, planteaba que: «pacientes considerados dentro de parámetros de normalidad recurrían a la Cirugía Maxilofacial y/o Estética, para reclamar cambios en su fisonomía facial». Observó que los cambios que solicitaban se podían generalizar en todas las latitudes, apreciando que la pretensión actual es la mezcla de rasgos como: «la biprotrusión maxilar negroide, la nariz de tipo caucásico y pómulos altos de tipo asiático». En 1999, aunque para muchos sería una sorpresa, la representante de la India, Yutka Mookeyín, fue elegida Miss Mundo. En el año 2000 dos representantes suyas, Lara Dutta y Prinya Chopra, fueron elegidas Miss Universo y Miss Mundo. Se eleva así el mestizaje, en su versión más trivial, al rango de una inagotable explotación de las distintas etnias que va a idealizar un nuevo arte. El rostro se convierte en un elemento de análisis social en el que la evolución de las formas y la propia inconformidad, consustancial al ser humano, lo someten a una continua crítica evolutiva.

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Sorprende que casi 3.500 años separen los rasgos faciales y la sonrisa de Yutka Mookeym de la de Nefertiti, esposa del faraón Amenofis IV que cambió su nombre por el de Akenaton y que sería conocido como el «faraón hereje» por su pretensión monoteísta hacia Atón, el Sol. El rostro de Nefertiti se hace contemporáneo, remarcados sus labios en ese rostro femenino con una suave birretrusión y el leve hipercrecimiento transversal y sagital de su mandíbula, en el que resaltan sus líneas y ángulos, son un extraordinario marco para la fuerza que transmite su rostro. De cualquier modo la representación del Arte, la Ciencia y la Belleza tiene uno de sus máximos exponentes en La Gioconda, de Leonardo da Vinci. Su sonrisa ha sido considerada «placenteramente divina» (Vasari); provista de una «hipnótica maldad» (Jules Michelet); «odiosamente altanera» (Bernard Berenson); «coqueteadora» (Paul Ekman); e incluso totalmente desprovista de ningún misterio (Paul Valéry). Se ha intentado encarcelar el controvertido espíritu de la sonrisa de La Gioconda en encantos particularmente subjetivos. Sin embargo y con seguridad, el «sfumato», el estudio de la visión con dos ojos y, por qué no, la extraordinaria publicidad que propició su sencillo robo del museo del Louvre, seguido de su espectacular e internacional recuperación, le han valido, para algunos, la consideración de ser el cuadro más ambicioso de la Historia. En todo caso, ha quedado pendiente su relación dento-maxilofacial. Para analizarla bajo este nuevo prisma es preciso considerar que en el Renacimiento italiano prevalece un realismo particularmente interpretado y sujeto a perfiles de población minoritaria. Por primera vez se representan los factores hereditarios de las maloclusiones, especialmente de la denominada clase II de Angle: el retrognatismo mandibular. En la supuesta elegancia de esta maloclusión se esconden algunos cambios sociales que operaron durante este siglo en Italia. Para algunos autores el uso del tenedor individual, que rápidamente se popularizó, propicia un nuevo estilo de comer. La aproximación de la comida a la boca por debajo y entre los dientes superiores e inferiores traería en su «elegancia» una falta de estímulo al crecimiento mandibular y por tanto un retrognatismo mandibular.

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Hoy, y desde este extraordinario foro, podríamos plantear que en el retrato denominado La Gioconda se percibe un predominio del tercio superior, la frente, como expresión fisiognómica de intelectualidad, muy acorde con la época. La presencia de un acortamiento del tercio facial inferior con excesiva competencia labial, como muestra de la deformidad al gusto del Renacimiento Italiano, le impide una sonrisa franca. Por otra parte descubre la maloclusión esquelética que el renacimiento italiano asumió como un delicado y contemporáneo compromiso estético. Del cuadro que tenemos a la izquierda1 se ha especulado como un autorretrato de Leonardo da Vinci; sin embargo, detalles de tipo estilístico como, entre otros, los trazos paralelos, hacen posible pensar que el cuadro apareció antes del 1500, y, si así fuera, se descartaría que fuera un autorretrato. A su derecha un dibujo que representa probablemente a Leonardo da Vinci tal como era en los últimos diez años de su vida. «La finura del dibujo lleva a suponer que la lámina es una copia fiel de un autorretrato de Leonardo». Parece proceder de su entorno directo, probablemente de su último aprendiz, Francesco Melzi. En el siglo XVI se utilizó casi exclusivamente este perfil como modelo de la representación de Leonardo. De La Gioconda se ha dicho casi todo; se habló, ratificó y rectificó que podría ser el retrato de un hombre. Les puedo plantear una nueva duda. Mostrando el perfil citado y el de La Gioconda no encuentran ustedes un extraordinario parecido en la sinuosidad de la frente, glabela, nasión blando, en la nariz, en la sigma nasolabial, en sus labios o en la penetrante suavidad de su mirada. Su barba, para el experto, «no» esconde el retrognatismo mandibular que ya hemos citado. Todos conocemos, en la historia del arte, la inevitable necesidad de numerosos autores por autorretratarse. Dejo a su instinto una opinión más, marcada por la confrontación de una obra de arte en 3/4 y en perfil.

01 El presente trabajo estuvo expuesto con el apoyo de un importante reportaje fotográfico, cuyas imágenes no podemos incluir en su totalidad en este boletín (Nota del editor).

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De cualquier modo la Gioconda presenta signos de innegable disimetría en su sonrisa. Su comisura izquierda asciende levemente, mientras la derecha se mantiene recta; un signo atractivo de sonrisa. Para Catherine Zeta Jonnes la sonrisa, que no su éxito, tiene una explicación anatómica; su doble ascensión comisural explica un concepto de sonrisa perpetua. De cualquier modo lo que sí es cierto es que ambas comparten la belleza y, sin embargo, aspectos morfológicamente contradictorios. Su tercio facial inferior aumenta, el superior disminuye y el tercio medio se acorta proporcionalmente. Su rostro se flexiona levemente en la Gioconda y se extiende en Catherine Zeta Jones.

LA DIVINA PROPORCIÓN

Corresponde a Leonardo da Vinci el espíritu del Renacimiento que los griegos desde la época de Pitágoras, Platón y Euclides manifestaron para entregar fórmulas matemáticas que dieran explicaciones a los fenómenos naturales de las que no quedaba exenta la belleza facial. Uno de los métodos a los que se aludió fue la «proporción aúrica», la que nos dejaron como expresión matemática de la que debe regir y que establecía una relación entre las proporciones 1/1,618 y su recíproca 0,618. En 1498 el franciscano Luca Pacioli escribió el libro De divina proportione. El tratado plantea que: «todo cuanto ha sido creado cae, necesariamente, bajo el número, el peso y la medida». Leonardo da Vinci, su amigo, realizaría los sesenta dibujos de cuerpos regulares que ilustran su obra. Durante toda su vida Leonardo tipificó la nueva integración de arte y ciencia, con su búsqueda interminable de explicaciones matemáticas para fenómenos naturales. En 1981 Robert Ricketts incorporó las divinas proporciones a la Ortodoncia. En su artículo El significado biológico de la divina proporción y de las series de números de Fibonacci, da explicación a una fórmula encontrada repetidamente en el ser humano que estableciera en el siglo XIII Fillius Bonacci. Éste observó que los números del sistema numérico indoarábigo 0, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144…

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siguen una progresión de tal forma que el último número es el resultado de la suma de los dos anteriores. Llegado a este número cada nueva suma es precisamente 1,618 veces el número anterior, continuando así hasta el infinito. La longitud de las distintas falanges de los dedos tiene la divina proporción. También el cuerpo humano puede fragmentarse en la misma proporción, como hemos observado en el Huomo Universale. En su trabajo sobre fotografías de modelos nos muestra, por ejemplo, cómo la anchura de la boca tiene una divina proporción con la de la nariz, o que la anchura facial temporal sea divina con la de los ojos. También que la anchura de los incisivos centrales superiores estén en la misma proporción divina con los inferiores, etc. Es sencillo hacer un breve análisis de una cara «considerada bella» y encontrar, incluso sonriendo, divinas proporciones del tercio facial inferior con los superiores, de pronasale, labio superior e incisivos superiores, entre los epicantos de un ojo y la pupila del otro. La situación del borde incisal de los dientes superiores con el tercio facial inferior entre el tamaño de los dientes y el labio superior, etc. Rostros muy peculiares como el de Emilio Aragón, que nos acercan especialmente a lo humano; y que parecen conformados para desarrollar, con naturalidad, expresiones de confianza y afecto, reúnen las «divinas proporciones». En ellos, con frecuencia, los ojos determinan la cara. Su sonrisa se anima conjuntamente por el cigomático mayor y el orbicular de los ojos.

ARMONÍA Y DISIMETRÍA CONTEMPORÁNEA

Es conocido que incluso las caras más bellas son asimétricas en mayor o menor grado. En el Siglo XIX, Alexander Walker consideraba en su libro Belleza: Análisis y Clasificación que «una irregularidad ocasional hace apreciar mejor la simetría». En el siglo XXI, es prioritario en la boca y por ende en el rostro considerar el dimorfismo sexual. Así en el hombre se interpretan y «prescriben» perfiles rectos o retrusivos. La sonrisa del hombre debe, «supuestamente», mostrar una posición en la que entre los bordes incisales de sus dientes superiores y el labio inferior se obtenga un

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espacio negativo o la visión incipiente de los dientes inferiores. El mismo espacio negativo debe llenarse hacia sus comisuras. En la mujer, la situación «natural» busca la estética proyectando los dientes hacia delante, alcanzando una «sensual incompetencia labial», incluso estáticamente. Estos hechos se relacionan con los criterios neoténicos en los que el ser humano, hombre, mujer, o dibujos animados, pretenden perpetuar su imagen infantil, especialmente en sus rasgos faciales como: nariz pequeña, pómulos prominentes, labios adelantados. Nancy Etcoff, licenciada en Medicina por la Universidad de Harvard y doctorada en Psicología por la Universidad de Boston, publicó en 1999 un best seller con el título La supervivencia de los más guapos, una extraordinaria síntesis, en ocasiones dramática, del alcance y naturaleza de la belleza. En su libro describe una situación en la que Donald Symons, antropólogo de la Universidad de Santa Bárbara en California, asistió a una charla de un cirujano plástico que presentaba diapositivas de personas muy bellas. Todas eran muy bellas pero tenían alguna imperfección: un labio muy alargado, una nariz era o parecía demasiado angulosa. Éste se preguntó: ¿demasiado alargado o demasiada angulosa en comparación con qué? Para Symons, la experiencia de ver unas caras tan increíblemente hermosas y ver aquellas desviaciones imperceptibles de la supuesta perfección era la prueba evidente de que poseemos un modelo de belleza innato al que no accedemos directamente, pero con el que medimos todo lo que vemos. Lo que impresionó a Symons fue que cada ejemplo que había visto era bello pero imperfecto. A pie de página Nancy Etcoff cita: «Mi agradecimiento a Symons por esta idea, así como por muchas otras». Ciento cincuenta y seis hojas más tarde cita como intachables y «perfectas», las amplias sonrisas como las que lucen los actores Tom Cruise y Matt Damon. Resultan, dice, encantadoras. Para numerosos autores la línea media trazada entre los incisivos superiores, inferiores y su relación con la línea media facial es determinante en la estética facial y de la sonrisa. Probablemente la mayoría de la audiencia se ha dado cuenta de que es Tom Cruise el actor en pantalla; para la revista «Forbes» el personaje del año

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2000 en Estados Unidos. Según publica el European Journal of Orthodontics, el 56% de ustedes debería considerar su sonrisa como poco atractiva porque como pueden observar tiene una desviación de su línea media interincisal mayor de 4 mm. Repito la subjetividad a la que está sometida la belleza. Durante años la Ortodoncia clásica ha considerado que la denominada «sonrisa gingival» definida como aquella en la que se muestran 2 o más mm. de encía en la sonrisa completa y en cuya aparición se mezclan con frecuencia combinaciones de crecimiento vertical del maxilar superior, tamaño o tonicidad del labio superior, excesivo resalte o sobremordida, microdoncia dentaria, erupción pasiva alterada de los dientes superiores, etc., demanda un exceso de tratamiento ortodóncico, quirúrgico y restaurativo. Zachrisson demostraba en 1999 que la mencionada sonrisa, como la de Inés Sastre, que no era especialmente agradable para especialistas en estética facial como cirujanos estéticos, maxilofaciales y ortodoncistas, no sólo no desagradaba a la población que es objeto de sus tratamientos, sino que la consideran muy atractiva cuando es armónica. Zacrhisson ha ido más allá y plantea rigurosamente la pertinencia de conseguir una sonrisa gingival adecuada en la adolescencia y juventud para obtener sonrisas más hermosas en la madurez. De hecho no deja de ser paradójico que el 80% de los profesionales dedicados de algún modo a la estética insistiría en tratarla y el 80% de la población la encontraría muy bella. Vemos en la pantalla a Pierce Brosnan. Para llegar a ser el célebre agente 007, creado por Ian Fleming, probablemente se requiera una sonrisa leve y asimétrica. A partir de la sonrisa asimétrica se ha especulado y se han establecido todo tipo de apreciaciones psicológicas. En el siglo XXI sabemos que el 80% de las asimetrías en la sonrisa responden a un defecto dentario unilateral en la infancia que determina un reflejo de sonrisa asimétrica de ocultación o protección. Tener los dientes pequeños y/o la boca grande es uno de los «defectos» que más hieren a los adolescentes americanos. La visión detenida de Julia Roberts les quitaría muchos complejos. ¿Es posible tener como ella una sonrisa fascinante en la que se ven veinticuatro de sus dientes?

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Nuestra tendencia habitual es limitar el concepto de belleza o de estética a la armonía estructural, al equilibrio, a la unidad o a aquel término tan bello denominado gracia. Sin embargo, a muchas personas poco atractivas se las clasifica como bellas en términos de su carácter. Por ello la estética no puede limitarse a las formas físicas ya que el rostro humano es extraordinariamente rico en expresiones faciales. Son muchos los casos donde la sonrisa es difícil y su propia complejidad se abate «casi siempre en un sustrato anatómico» que hace imposible esta demostración. En la pantalla, el actor Tom Hanks; nadie ha podido negar en esa dificultad de su sonrisa la sensibilidad, y en su cara la multitud de expresiones que puede transmitir.

EL PROGNATISMO DE JOVELLANOS

Llegado a este punto, mi propósito es rebatir las pruebas que sustentan la teoría de que don Gaspar Melchor de Jovellanos tenía un prognatismo mandibular. La primera referencia médica sobre el rostro de Jovellanos la describe don Justo González Valdés Granda, doctor en Teología, del gremio y claustro de la Universidad de Oviedo, el 20 de abril de 1842 cuando se exhumaron y trasladaron los restos de Jovellanos a la iglesia parroquial de San Pedro y cita: «El médico de la villa (don Antonio del Valle) sacó un exacto dibujo de la calavera, observándose con satisfacción ser de una hermosa proporción, y que presenta con la mayor exactitud las formas del busto o camafeo con que se adorna el monumento». A partir de los cuadros de Jovellanos pintados por Goya y especialmente del busto realizado por Ángel Monasterio que se encuentra en la Real Academia de la Historia de Madrid, el doctor don Jesús Martínez Fernández, eminente jovellanista y médico asturiano, escribió en 1966 la obra Jovellanos: Patobiografía y Pensamiento Biológico.

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Del mencionado busto describe: «El labio inferior aparece siempre proyectado hacia adelante y la mandíbula pesada y prominente. En el busto de Monasterio, que reproducimos en perfil, se observa claramente un acentuado prognatismo, que no parece reconocer una causa familiar hereditaria ni una responsabilidad endocrina. Su hermano Francisco de Paula poseía más bien un mentón retraído y diminuto». También cita: «Jovellanos “pudo” haber sufrido una pérdida de las relaciones normales entre los maxilares superior e inferior, montando los incisivos inferiores sobre los superiores y dando lugar a una protrusión de la mandíbula y del labio inferior y a una especial fisonomía». El 31 de julio de 1978 en su nuevo trabajo Postrimerías de Jovellanos (Aproximación a un estudio Antropológico), el doctor Martínez Fernández hace un estudio del esqueleto craneal, poscraneal y biotipo, a partir de la exhumación de sus restos en 1978. En su apartado correspondiente a «Dientes. Prognatismo» describe: «En el perfil del busto de Don Ángel Monasterio, Jovellanos ostenta un mentón indudablemente sobresaliente». El doctor Martínez, que no estuvo presente en la exhumación de los restos, realizó su trabajo sobre las fotografías lateral y frontal del cráneo. Sobre ellas dibujó y describió las medidas lineales y angulares con las que determinó el biotipo de Jovellanos. En su trabajo cita: «La observación de las cavidades alveolares del maxilar superior (abiertas, sin signos de reabsorción o cicatrización) demuestran que tenía 11 piezas al morir, que se desprendieron post mortem. Tenía los cuatro incisivos superiores e inferiores, los cuatro caninos, los cuatro primeros premolares y el segundo premolar inferior izquierdo. Los segundos molares superiores y un cordal superior izquierdo». Gracias a esta apreciación, podemos considerar que las relaciones intermaxilares que se aprecian en la fotografía lateral del cráneo no se corresponden con el verdadero perfil de Jovellanos.

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La mandíbula, aún estando bien apoyados sus cóndilos en sus cavidades glenoideas, da una falsa sensación de prognatismo mandibular ya que al faltar los dientes contactantes superiores, que Jovellanos tenía en el momento de su muerte, se encuentra en una rotación antihoraria y el reborde alveolar lingual de la mandíbula contacta con el reborde alveolar del maxilar superior. Por el mismo hecho las medidas lineales y angulares intermaxilares en las que se sustenta el estudio tampoco pueden darse por válidas. Lo mismo ocurre en la fotografía frontal de cráneo y, por ende, en sus mediciones. Así en ambos trabajos considera que Jovellanos tenía un «prognatismo mandibular», a partir del busto realizado por Ángel Monasterio, que se encuentra en Madrid en la Real Academia de la Historia, y que representa para la mayoría de los jovellanistas «la imagen más fiel de Jovellanos». Estamos hablando del busto de Jovellanos que el 26 de julio de 1809 Ángel Monasterio concluía, y que le había sido encargado por su amigo Lord Holland. El 13 de diciembre del mismo año llegaba a la mansión de los Holland en Inglaterra. «Ya tenemos su busto en casa, y tan parecido, que algunas veces hace ilusión, y se nos puede persuadir que tengamos luego (la satisfacción) de disfrutar el amable trato de don Gaspar». A la muerte de Lord Holland, en 1840, su esposa Miss Elizabeth Vasall lo donó a la Real Academia de la Historia. Sobre él, Julio Somoza describe: «El busto, está colocado casi en faz (7/8). Frente despejada, débilmente rugosa; calva la cabeza, con cabello suelto, escaso y ligeramente rizado sobre las sienes. Orejas carnosas y grandes. Fruncido el ceño, espesas las cejas; nariz magistral, boca correcta, barba carnosa, y facciones perfectamente modeladas. Expresión grave, aire solemne, y ejecución certera». Nuestro trabajo se inicia a partir de un comentario personal que don Emilio Marcos había descrito en su catálogo sobre la exposición Personajes Asturianos/Retratos para la Historia, publicado en 1988. En él, y con relación a una miniatura de Gaspar Melchor de Jovellanos, el autor escribe: «la única diferencia se aprecia en el labio superior al no acusar Suárez Llanos su abultamiento en la parte derecha…».

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Considerando que las fotografías de frente y de perfil del Busto de Jovellanos, realizado por Monasterio y que ilustran los trabajos del doctor Martínez, a nuestro juicio no eran coincidentes, buscamos, como solicitaba Somoza, en las fuentes originales. De hecho, con relación a un concurso para una estatua de Jovellanos, «no estando de acuerdo ni con las bases, ni con la remuneración ni con el modelo exigido a utilizar» cita: «¿y si alguno de los concursantes hubiera ido a Londres a inspirarse en el busto original?». El original del busto de Monasterio se encuentra actualmente, como hemos comentado, en una hornacina en la Sala de Juntas de la Real Academia de la Historia. Las fotografías de frente que realizamos muestran la similitud con el descrito en los trabajos citados. Sin embargo, las fotografías de perfil dan al rostro de Jovellanos una apariencia distinta. Observamos el perfil en que el doctor Martínez sustentó su teoría sobre el prognatismo de Jovellanos. El perfil es indudablemente prognático. A la derecha el que nosotros tomamos recientemente del busto de Jovellanos, realizado por don Ángel Monasterio que se encuentra en la Real Academia de la Historia de Madrid. Consultado el Director del Museo de Bellas Artes de Asturias, sobre el perfil del busto de la izquierda que propició el error, sugiere que se trata de Leandro Fernández de Moratín, no de Jovellanos, y que fue realizado por Esteban de Agreda (hacia 1829), no por Ángel Monasterio. Ahondando en las fotografías obtenidas, la aproximación de la visión frontal estandarizada nos permite observar la disimetría descrita por Emilio Marcos. En una visión inferior se puede observar la magistral realización por Monasterio. En ella no descuida un extraordinario detalle, como es el adelgazamiento labial que provoca, como comentaremos, la posición vestíbulomesial del canino superior derecho infraerupcionado. Con mayor aproximación no sólo se observa el «defecto labial», sino que también es perceptible que la distancia desde la línea media hasta la comisura derecha del busto es mayor que la izquierda. Estos hechos son signos compatibles con la «mordida cruzada posterior derecha». Expresan una disimetría que aunque puede pasar

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desapercibida, como hemos citado de Somoza en su descripción del busto: «…boca correcta…», también nos aproxima a un hecho muy frecuente en estos rostros como es la dificultad para «retratarlos». Un importante detalle recogido de nuevo por Somoza, en relación al cuadro de Goya que actualmente descansa en el Museo de Bellas Artes de Asturias, del que expresa: «La cara es llena, rubicunda (causando la desesperación de los que intentan reproducirla)». Posteriormente citaría: «…y la boca, que es el escollo donde todos se estrellan, desfigurada». Es también una evidencia que estos rostros varían ostensiblemente según se observen de un 3/4 derecho o izquierdo. Prueba de ello y una vez más Somoza describe con relación a otra obra en la que consta «Cónsul lo dibujó y Vázquez lo grabó»: «Busto a la derecha, de tres cuartos de frente; ojos grandes, nariz aguileña de anchas ventanas, “boca algo incorrecta”, frente espaciosa, escaso de cejas, lleno de cara, y cabellera con bucles rizados, remedando la peluca». En un grabado en sentido inverso, hacia la izquierda, al de Vázquez cita: «Rostro muy hermoseado, de tres cuartos de frente, vuelto a la izquierda. La nariz y los ojos bien estudiados; melena artística con un solo bucle; rostro ovalado, “y la boca de expresión muy distinta de la verdadera”». No dejen de observar los retratos de Goya. A su izquierda, el cuadro del Museo de Bellas Artes de Asturias: Jovellanos, en un 3/4 hacia su derecha, nos muestra su perfil izquierdo, «dispersando su disimetría». En el de Jadraque, apoyando la cara sobre su mano izquierda, y en la observación de su lado derecho, Goya nos ofrece, con su cotidiano realismo, una valiosa información de Jovellanos, como es la ligera elevación del labio superior o la sobreposición, en reposo, del inferior. Gracias a la extraordinaria recopilación del doctor Martínez Fernández y partiendo de los nuevos datos aportados por el Padre Patac, don Agustín Guzmán, don Isidoro Cortina, y don Emilio Marcos, es posible aproximarse con más fidelidad al rostro de Jovellanos. Es fundamental considerar que en el momento de su muerte Jovellanos tenía dientes en el maxilar superior, contactantes con el inferior.

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Superposición de la calavera de Jovellanos, según foto tomada en 1978, y el perfil del busto realizado por Monasterio

Detalle de la boca de Jovellanos, según Monasterio

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La comunicación personal del Padre Patac nos aproxima a ello. «Cuando cogí la calavera, al momento de levantarla y sacarla de la caja, se le cayeron dos dientes y aún vi otros más, por lo menos tres, entre el carbón vegetal que rodeaba los huesos, todo ello muy bien colocado por el médico municipal, abuelo del pintor Evaristo Valle». Partiendo de la posición anómala de la mandíbula, en rotación antihoraria, en la fotografía lateral del cráneo y considerando como centro de rotación puro, el centro del cóndilo mandibular establecemos en primer lugar una rotación horaria de la mandíbula. La gradación del giro se establece a partir del tamaño inciso-coronal inferior. Utilizando «falso color» y tecnología digital; y; «se puede conocer, con un alto grado de aproximación, la posición real de la mandíbula, que en absoluto sostiene la teoría del prognatismo de Jovellanos». La visión frontal del cráneo es más explícita y en ella al efectuar la rotación horaria y partiendo de otras observaciones, es posible delimitar y observar las cavidades alveolares de los dientes superiores, y en especial de la inclinación y posición del reborde alveolar del canino superior derecho. La cara se alarga, se normaliza y recrea una visión frontal. La aproximación a la visión frontal del rostro nos sitúa, de nuevo, más cerca de don Gaspar Melchor de Jovellanos. Como podemos observar, don Gaspar Melchor de Jovellanos tenía un extraordinario ortognatismo, del que da fe la multicomposición con el rectángulo de la divina proporción. Llegado este momento de la disertación, consideramos refutadas las pruebas expuestas, en las que se sustentaba el prognatismo de Jovellanos. Aún más allá, en la pantalla, la fotografía de la caja recién abierta de los restos de Jovellanos. La segunda fotografía muestra los mismos restos, que una vez fotografiados, fueron delicada y respetuosamente reposicionados. En ambas pueden observarse resaltados en falso color (tono dorado) los cóndilos de la mandíbula de Jovellanos. La ampliación digitalizada de éstos, en ambas fotografías, nos muestra desde las dos perspectivas un cóndilo izquierdo mucho más romo, desgastado. Una nueva imagen, en la que se muestra el cráneo de Jovellanos desde una visión caudal, nos muestra las cavidades glenoideas del

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temporal. La izquierda de nuevo más pequeña y aplanada. Posiblemente la visión de una sola de las fotografías podría conducirnos a un error de diagnóstico; pero la coincidencia de la misma patología en las tres fotografías desde distintas proyecciones nos puede llevar a concluir, con un alto grado de aproximación, que Jovellanos padeció una disfunción de la articulación témporomandibular. Las articulaciones témporo-mandibulares son las que relacionan la mandíbula con el cráneo y que se encuentran delante de los oídos. Sus alteraciones pueden ir desde pequeños desarreglos, debidos a malposiciones dentarias, estrés, pérdida prematura de dientes especialmente posteriores, hasta enfermedades degenerativas como una artrosis, un traumatismo en la infancia, una artropatía seronegativa, etc. Esta enfermedad tiene como signo-sintomatología más común (Natinal Institute of Dental Resarch) los dolores de la mandíbula, oídos, mareos, desorientación, chasquidos o crujidos de la mandíbula, dolores de espalda e incluso sensación de hormigueo en los dedos, llegando en muchos casos a crear un elevado grado de ansiedad. De otro modo la disfunción de la articulación témporomandibular es una enfermedad «moderna»; pues aún hoy en día se encuentra en estudio e infradiagnosticada. ¿Pudo Jovellanos padecer esta enfermedad? Sí, porque Goya nos hizo la mejor radiografía diagnóstica de amigo en tan insuperable retrato (el de Jadraque). Un retrato que va más allá, y que nos muestra un aspecto de la vida tan humano como tristemente cotidiano. En estos procesos el paciente muestra los primeros signos para su diagnóstico como son la clásica expresión facial, y el acto reflejo inmediato de desplazar y apoyar la palma de su mano en el lado afecto. En Jovellanos el izquierdo. Gracias.



Proyección del pensamiento de Feijoo en Jovellanos* por María Elvira Muñiz

Ante todo, quiero expresar mi profundo agradecimiento a este Foro por el honor que me hace invitándome a hablar de Jovellanos, aun cuando –así lo he advertido– mis palabras nada nuevo puedan presentar ante ustedes acerca de la personalidad y la obra del patricio gijonés. Para responder a esta invitación, opto por recordar, en somero repaso, la relación del pensamiento de Jovellanos con el de Fr. Benito Jerónimo Feijoo. Proyección del pensamiento del promotor de la Ilustración en España sobre la obra del representante más cualificado de ella. González de Posada escribió que «[Jovellanos] estudió Gramática latina en Gijón y Filosofía en Oviedo». Ceán Bermúdez se extendió algo más: «Aprendió primeras letras y Latinidad en Gijón y le enviaron a Oviedo a estudiar la filosofía de aquella Universidad»1. Las escuetas referencias que aportan acerca del período estudiantil de Jovellanos sus dos primeros biógrafos han dado lugar a la repetición de ciertas imprecisiones, tanto en lo que respecta a *

Conferencia impartida por la autora el 15 de mayo de 2001 en el salón de actos del Centro Cultural Antiguo Instituto, de Gijón. 01 GONZÁLEZ DE POSADA, C.B.: «Memorias para la biografía del Sr. Jovellanos», en De Ilustración y de ilustrados, por J.M. CASO GONZÁLEZ. Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, Oviedo, 1988. CEÁN BERMÚDEZ, J.A.: Memorias para la vida del Exmo. Sr. Don Gaspar Melchor de Jovellanos, Madrid, 1814.

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titulaciones académicas como a cronología. Por los datos que aduce el profesor Caso González en sus estudios me guiaré para mi exposición. Según esto, nos situaremos en Oviedo, en el otoño de 1756. Gaspar de Jovellanos ha comenzado la segunda etapa de sus estudios, los correspondientes a Filosofía, en el Colegio de los franciscanos, que en este mismo año inicia su andadura, sumándose a otros colegios veteranos de Oviedo. Colegios de las órdenes religiosas –benedictinos, dominicos, jesuitas– que, a mediados del siglo XVIII, pugnan por mantener su prestigio frente al de la Universidad, mientras los maestros arrastran ancestrales controversias de escuela, pero coincidiendo, todos, en su aristotelismo. Jovellanos, pues, en el Colegio de San Francisco, se instruye en la Filosofía Escolástica pasada por la doctrina de Duns Scotto, como referirá Ceán Bermúdez. Ahora, otoño de 1756, el muchacho Gaspar de Jovellanos ha cerrado el primer capítulo de su vida, el de su infancia feliz en una familia de la que escribirá que «era contada entre las más nobles y distinguidas de la Villa de Gijón desde los fines del siglo XV». Familia en la que ha recibido, junto al sentido de la dignidad de clase, el de la responsabilidad inherente a ella. Y en la plenitud de su madurez, al redactar sus Memorias, aun aflorará en el hombre de Estado aquel sentimiento de orgullo infantil que le invadió cuando su padre, el Alférez Mayor de la Villa, fue comisionado «a la corte para solicitar de Su Majestad la construcción del nuevo muelle y con su eficacia y talento consiguió cuanto pretendía»2. El muelle de Gijón, en frase del historiador Rendueles Llanos, «era una completa ruina en el año de 1750»3. Para Jovellanos, desde su niñez, fue una constante obsesiva. Familia, la de don Francisco Gregorio de Jovellanos y doña Francisca Apolinaria Jove de Ramírez, que, si no abundante en medios materiales, procuró a sus hijos la mejor instrucción. Aunque el Ayuntamiento costeaba un maestro, Gaspar y sus hermanos debieron de cursar Gramática y Latinidad –equivalentes a una actual enseñanza

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RENDUELES LLANOS, E.: Historia de la Villa de Gijón, Gijón, 1867. JOVELLANOS: Memorias Familiares. Obras de D.G.M. de Jovellanos. Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, 1956. 03

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secundaria– con un preceptor privado, como consta del menor de ellos, Gregorio. Esto explicaría el alto grado de conocimientos que alcanzó en diversas materias, todavía desde Gijón, Alonso, el marino malogrado. Lo mismo, Benita, la primera de la familia, aquella Benita de notoria fealdad, al decir de su hermano Gaspar, pero, también según él, «de raro talento y virtud y de una instrucción no menos rara en su sexo»; aquella doña Benita que descifraba documentos antiguos, la que, al cuidado de los pequeños, no debió de ser ajena a los primeros estudios de Gaspar, como sugiere Gómez de la Serna4. Atrás ha dejado el colegial de San Francisco, con su infancia junto al mar, el mundo de sus primeros intereses y de sus afectos, la ternura maternal, la compañía de sus hermanos más queridos por más próximos en edad: Francisco de Paula y Josefa, Pachín y Pepa en cartas y diarios. Ante el muchacho gijonés se extiende, ahora, el futuro en forma de carrera eclesiástica, a la que es destinado como segundón de familia hidalga que ha de asegurarse unas rentas; en este caso, las del Beneficiado de Nava que le procura su tía la Abadesa de San Pelayo, doña Isabel Jove de Ramírez. De momento –ese sentido de la dignidad y de la responsabilidad–, estudio y disciplina… Cuando, dentro de unos meses, cumpla los trece años y entre en la adolescencia, el obispo de Oviedo, Manrique de Lara, le conferirá la tonsura. En este mismo otoño de 1756, en una celda del benedictino monasterio de San Vicente, un monje octogenario rememora su vida. Nacido en Casdemiro, de Orense, desde los treinta y tres años de su edad ha vivido en Oviedo, a donde, en 1709, le trajo la obediencia, y donde voluntariamente permanece –cincuenta y cinco años serán a su muerte, en 1764–, pues considera un privilegio residir en Asturias. Por ello, ha rechazado brillantes destinos, como las prelacías de los monasterios de San Martín, en Madrid, y de Samos, y un obispado en América. Desde su llegada a Oviedo, el Padre Benito Feijoo fue escalando los grados –Licenciado y Doctor en Teología– y las cátedras

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t. 1.

GÓMEZ DE LA SERNA, G.: Jovellanos, el español perdido. Madrid, 1974,

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universitarias, hasta la de máxima categoría, la de Prima de Teología. Integrado en la sociedad asturiana, ha vivido como propios los problemas del Principado, campo de sus observaciones, compaginando la actividad en el claustro monacal –por dos veces Abad del monasterio– con las del claustro universitario. Ya retirado, evoca episodios de la vida asturiana, como aquellas trágicas plagas del hambre, en los años de 1710 y de 1741 a 1742, debidas a la falta de cosechas. «Por los caminos, por las calles, en los umbrales de las casas, en los templos, caían exánimes los enjambres de pobres»5, escribió, de la primera, en tanto que, a socorrer a las víctimas de la segunda plaga en Oviedo, aplicó los beneficios de sus libros. O recuerda la penuria de la universidad ovetense en las primeras décadas del siglo, a punto de desaparecer, y cómo él, monje y catedrático, ha contribuido, eficazmente, al restablecimiento de esa universidad. Feijoo reconoce su deuda con Asturias. Aquí halló el ambiente propicio para escribir su obra llevado por el propósito de «combatir la ignorancia e ilustrar las mentes de los curiosos»: los ocho tomos de El Teatro Crítico Universal, entre 1727 y 1739, y las Cartas eruditas y curiosas, comenzadas en 1742, en cuyo V y último tomo ahora se ocupa. Una obra que ha alcanzado ya múltiples impresiones, y, a la vez que le ha granjeado admiraciones y elogios, desde los medios intelectuales al Papa Benedicto XIV, le ha acarreado no pocos sinsabores derivados de los roces con la Inquisición que ponen en entredicho su ortodoxia. En esta celda austera cuyo único adorno son los libros, poblada de objetos heterogéneos, entre otros: un telescopio y un microscopio, ha recibido el Padre Feijoo a personas de diversa condición, unidas por el afán de saberes nuevos. Unos, nobles, hidalgos provincianos; otros, hombres de ciencia o eclesiásticos versados en letras, o sencillos artesanos. En las reuniones de la celda monacal, junto a la chimenea bien caldeada, en las tardes invernales, se comentan los últimos libros recibidos del extranjero –de Francia, de Italia, de Inglaterra–, se habla de la nueva filosofía, la cartesiana;

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FEIJOO y MONTENEGRO, Fr. B. J.: Teatro Crítico Universal, T. VIII, Discurso XII, Impta. D. J. Ibarra, Madrid, 1778.

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incluso, se realizan pequeños experimentos científicos, como el examen de unos fósiles traídos de Teruel, que Gaspar Casal –«el sabio y digno médico», dirá Feijoo– ha estudiado al microscopio, o se ha observado el corazón de un carnero al que otro médico, el francés Jean d’Elgar, ha realizado la vivisección. «Pero mejor que los buenos libros es la buena conversación. La lengua escribe en el alma como la mano en el papel», opinaba el Padre Feijoo, y de este modo estimaba la compañía de sus amigos, los que a lo largo de los años frecuentaron su celda, desde el obispo y su defensor en pleitos don Juan Avello y Castrillón, o el Regente de la Audiencia, Gil de Jaz, con quien ha intercambiado libros, hasta sus alumnos predilectos, como Juan González de Valdés que habría de ser preceptor del Conde de Toreno, y el gijonés Juan de Jove y Muñiz, orador sagrado, pasando por los hermanos Velarde y Cienfuegos. Larga sería la nómina de los asiduos de Feijoo. En todos ellos, amigos, confidentes, colaboradores, enfrentado a la ignorancia, ha encontrado siempre defensa. Y falta le ha hecho el apoyo, porque, dado su carácter, primer polemista en un siglo de polémicas, una tras otra se ha visto envuelto en ellas; la más virulenta, la que hubo de dirimir, a favor del monje, el rey Fernando VI, la mantenida con el franciscano Soto Marne, por el milagro de las Flores de San Luis del Monte. La devoción popular, desde el medievo, consideraba milagrosa la aparición de unos racimos de supuestas florecillas blancas en el interior de aquella ermita de Cangas del Narcea, al abrirse a mediados de agosto, para la fiesta del santo. Ante la noticia de ese hecho, escéptico como hacia cuanto presentara cualquier viso de sobrenatural, Feijoo recabó información de testigos. Tras un largo proceso de indagaciones y refutaciones, salió humillado en su prestigio de religioso y catedrático, vencido por ignorante y maliciosa credulidad. Pero logró deshacer la superchería cuando, según refiere en el t. I, de Cartas Eruditas, sus amigos de máxima confianza, los hermanos Velarde y Cienfuegos, «Don Joaquín, capitular mayor de esta Iglesia [la Catedral], en compañía de su hermano Don Romualdo, entonces colegial de S. Bartolomé de Salamanca»6, subieron

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FEIJOO y MONTENEGRO, Fr. B. J: Eruditas y Curiosas, T. I, Carta XXX, Impta. De D. A. Muñoz del Valle, Madrid, 1777.

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a la ermita recogieron las florecillas y otras idénticas que se hallaban en los alrededores, las guardaron en una caja, vieron que se movían como larvas de insectos que eran y posteriormente pudieron comprobar al microscopio en la celda del monje. Mediado el siglo XVIII, en torno a la controvertida personalidad de Feijoo, se había creado en Oviedo un clima de inquietud intelectual y científica. La curiosidad universal del benedictino, con criterio independiente, se abría hacia las corrientes de pensamiento por las que ya Europa vivía el Siglo de las Luces. Formado en monasterios de Galicia y de Salamanca dentro del Clasicismo y la Escolástica, acudía Feijoo como a fuentes actuales de información, a obras de carácter divulgativo: las Memorias de los jesuitas de Trévoux, el Diccionario Histórico del abate Moreri, en tanto, entre sus lecturas recurrentes figuraban los textos de Bacon, de Malebranche y de pensadores tan olvidados hoy como Kircher y Gessnero, éste citado por Jovellanos en la carta que remitió a González de Posada, fechada «en el cuarto de la torre» el 6 de julio de 1793, carta en la que, antes de notificar al amigo que «nuestra Pepa es monja en Gijón de dos horas acá», le comunica, con deleite de bibliófilo, que tiene «una colección completa de textos latinos geoagráricos […] de bellísima y correctísima edición, y con excelentes notas del Gessnero»7. De «pensador crucial que separa dos tiempos […] y sobre las huellas del pasado apoya las plantas de lo venidero»8, calificó Sánchez Agesta a Feijoo, y desde esa posición se explican su pensamiento, su actitud y su obra. Conocimiento experimental, objetividad crítica, mas ortodoxia bien probada, sustentaban la obra del polígrafo ecléctico que conciliaba tradición y modernidad. Obra que, como lectura amena y novedosa, habría de circular por el Colegio episcopal de Ávila, hacia 1760. «El obispo Velarde le sacó de Asturias para su familiar» escribió de Jovellanos el canónigo González de Posada.

07 JOVELLANOS: Obras de, B.A.E., t.1, Madrid, 1858. Correspondencia con el Sr. Posada. 08 SÁNCHEZ AGESTA, L.: El pensamiento político del Despotismo Ilustrado, Madrid, 1953.

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Porque aquel don Romualdo Velarde, el que se llegó a la ermita de San Luis un 19 de agosto, en sus primeros años de estudiante en la universidad ovetense había recibido las enseñanzas de Feijoo en la cátedra de Sagrada Escritura, y, tras una brillante carrera universitaria desarrollada en Salamanca –con un breve paso como Oidor en la Audiencia de La Coruña–, en 1758 fue designado obispo de Ávila. A través de los años, entre alumno y maestro se mantuvo la amistad propiciada por el trato de Feijoo, en Oviedo, con los hermanos de don Romualdo. En su equipaje viajaron las obras del benedictino hasta el Colegio para estudiantes selectos, la mayoría asturianos, que el obispo dispuso en su palacio. Para estudiantes selectos: un principio del pragmático Feijoo, a fin de «economizar esfuerzos inútiles», es el de que sólo deben cultivarse los espíritus despiertos. Y al Colegio abulense llegará en 1759 Gaspar de Jovellanos para proseguir unos estudios que concluirán en el mes de noviembre de 1763 con la Licenciatura en Cánones por la Universidad de Ávila, después de haberse graduado de Bachiller en la de Burgo de Osma, en junio de 1761, ambos títulos obtenidos en condición de «alumno libre», pues aquel Colegio, de carácter privado, no podía otorgar títulos académicos. Durante cuatro años permanecerá Jovellanos en Ávila bajo la tutela del obispo Velarde, con quien se halla emparentado por el matrimonio de su hermana Benita con el conde de Peñalba. A continuación, en la Universidad de Alcalá de Henares, abrirá un tercer capítulo de su vida. Pero, entre tanto, la sensibilidad estética del estudiante gijonés, a la vez que se cultiva en la lectura de los autores de la Antigüedad Clásica, recibe la sugestión de una prosa directa, despojada de artificios retóricos, que con hábil dialéctica, con un lenguaje inusitado, desde la cita de los últimos filósofos europeos, se adentra en cuestiones de vivo interés: la prosa de los Discursos del Teatro Crítico y de las Cartas Eruditas con los que Feijoo incorporaba a las letras españolas el género de ensayo. Cuando el ahora estudiante de Cánones se relacione con los hombres de la Ilustración, en el círculo del peruano Olavide, su mente se hallará dispuesta para acoger el nuevo pensamiento.

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«Naturaleza es una perfección, una gracia, un no sé qué. La afectación, un defecto»9, había escrito Feijoo, quien al reconocer que el estilo personal emana del talante propio, dejaba abierta la vía hacia la expresión libre del sentimiento que, andando los años, informaría la escritura del gijonés, oscilante entre preceptiva neoclásica y emotividad prerromántica. Claridad en el estilo, veracidad en el historiador, que no ha de ser «ni vulgar ni poético», propugnaba Feijoo. Mantuvo empeñada lucha contra supersticiones y milagrerías; contra mitos y fábulas en los que, opinaba, no subyace la verdad del hecho histórico. Al emitir sus informes sobre tratados de historia, biografías, memorias, Jovellanos rechazará en el texto el «estilo desaliñado, la ligereza, las inexactitudes», mientras elogiará, junto a las noticias «útiles y curiosas, el método, la claridad, la limpieza y juicio». Razón y naturaleza, experiencia y utilidad, son conceptos por los que transita el pensamiento de Feijoo. Bien conocida es su animadversión hacia los médicos anclados en dogmatismos, desconocedores de la naturaleza del enfermo, que pretendían curar por aforismos. A este respecto, en la Carta a un amigo proponiéndole un régimen de vida, Jovellanos parece seguir las teorías del monje. Después de considerar las características personales del destinatario –físicas y anímicas– concluye: «Si estuviésemos en otra estación, yo aconsejaría a usted más bien los baños en el mar […] aunque –puntualiza–, sin zambullir ni mojar la cabeza»10. Desde Oviedo, reclamaba Feijoo la atención hacia el estado social de España. Sus ideas reformadoras radican en el deseo de dignificación del hombre, de utópica felicidad, por la condición de vida adecuada a cada persona: «Esta es la verdadera felicidad temporal: lograr aquel estado y modo de vida que pide el genio». Idéntico deseo en el Discurso de Jovellanos a la Sociedad de Amigos del País, adoptará apasionado acento: «…quisiera llegar de un vuelo hasta la cumbre de la felicidad que es mi objeto».

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FEIJOO: T.C.U.,T. VI, Disc. XII JOVELLANOS: Obras de. - B.A.E., T.1, Madrid, 1858. «Carta a un amigo proponiéndole un régimen de vida». 10

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Feijoo dirigía sus dardos contra arraigadas lacras sociales: ociosidad, ignorancia. Ambos de estirpe hidalga, Feijoo, que en la mocedad había trocado el mayorazgo por la vida monástica, y Jovellanos, nieto del Marqués de San Esteban del Mar, censuraban los vicios de la nobleza degradada. Para Feijoo, la nobleza de cuna carece de valor si no es acompañada por la nobleza de las obras. A las palabras de Jovellanos que califica a la nobleza de «cualidad accidental, porque no fue establecida por la naturaleza, sino por el arbitrio», a los versos de la Segunda Sátira a Arnesto: «¿Y es esto un noble, Arnesto? ¿Aquí se cifran / los timbres y blasones? ¿De qué sirve/ la clase ilustre, una alta ascendencia,/ sin virtud?…»11. Había precedido el contundente juicio de Feijoo: «La nobleza no es una cualidad activa, la riqueza sí. El noble, por noble no puede hacer bien ni mal»12. Era preciso promover la economía y había que proceder a una reforma radical de la enseñanza. Consideraba Feijoo como una de las actividades más honrosas, y provechosas, la del agricultor, pero, mirando a su entorno, lamentaba el estado de miseria que afligía al campesino siendo de gran riqueza la tierra que cultivaba: tanto a su propia ignorancia como a la injusta distribución de bienes, atribuía la causa de que «sea más penosa (la vida) de los míseros labradores que la de los delincuentes que la justicia pone en “galeras”»13. Con el discurso del Teatro Crítico «Honra y provecho de la agricultura», iniciaba Feijoo una trayectoria que culminaría con el Informe sobre la Ley Agraria. De aquí son estas palabras: «Sólo una propiedad cierta y segura puede inspirar aquel vivo interés sin el cuál jamás se mejoran ventajosamente las suertes»14. Feijoo era, ante todo, un maestro que extendió la vocación docente a su obra escrita. La experiencia de la cátedra –realidad cotidiana durante casi treinta años– le evidenciaba la urgencia de una reforma sustancial del espíritu de la enseñanza, de las materias, de los

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Ibídem, B.A.E., Madrid, 1956. FEIJOO: T.C.U., T. IV, Disc. I. FEIJOO: T.C.U., T. VIII, Disc. XII. JOVELLANOS: Obras de.- B.A.E., t. I, Madrid, 1858.

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métodos. Desde la censura a la estrechez de criterio que impedía el intercambio intelectual con otros países, a la denuncia del anquilosamiento en las aulas, a la pedantería de los engolados maestros, al aprendizaje memorístico, calvario de estudiantes. Sobre esto, diría: «¡Qué dispendio de tiempo más lamentable! […] yo, ni esclavo de Aristóteles, ni aliado de sus enemigos, escucharé siempre […] lo que me dictaren la Experiencia y la Razón», leemos en el Teatro Crítico. Incuestionables la Teología Escolástica y la Moral –pero despojadas, eso sí, de «cuestiones inútiles» que más que clarificar, dificultaban el estudio–, Feijoo propugnaba una poda de enseñanzas superfluas, hojarasca inútil, en la Metafísica y en la Dialéctica («Y si la lógica natural no es buena, no sirve la artificial, sino es para embrollar y confundir», concluye el Discurso XI, del tomo VII, del Teatro Crítico), en tanto proponía suprimir el estudio de la lengua Griega, depositaria de mitos y fábulas, y anteponía el de la Francesa, vehículo de conocimientos nuevos, al de la lengua Latina. En contrapartida, centraba el interés en las «ciencias y artes útiles», las que sus coetáneos consideraban simples «curiosidades»: además de la Física experimental y la Medicina práctica, la Óptica, la Botánica …15. Estas ideas renovadoras de la enseñanza que Feijoo, entre polémicas, fue sembrando a través de su obra, serían sistematizadas por Jovellanos, educador vocacional. No podía prescindir don Gaspar del andamiaje aristotélico de su formación, pero, porque en su memoria pesaba el tedio de las horas escolares, rechazaba la rutina de «las malas escolásticas», propugnaba el estudio de las ciencias útiles, la observación y la experiencia como «fuentes primitivas de la instrucción humana». En las Ordenanzas y Planes de estudios para el Instituto de Náutica y Mineralogía, así como en la Memoria de Instrucción Pública16, redactada en Sevilla un año antes de su muerte, Jovellanos exponía en su ideario pedagógico un logro tan difícil como la armonía de saberes en la formación integral del alumno. Al estudio de las materias propias de la especialización, había de preceder el de las disciplinas de Humanidades, con el de idiomas modernos. La

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FEIJOO: T.C.U., T. VII, Discs. XI-XIV. JOVELLANOS: Obras de.- B.A.E., Madrid, 1858, t. I.

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instrucción –o ilustrar la razón– no puede ser privilegio de unos pocos porque: «Todas las clases sociales tienen derecho a ser instruidas». En las Ordenanzas para el Instituto, Jovellanos desarrollará aquella idea de Feijoo –«sólo debe cultivarse los espíritus despiertos»– insistiendo en el aspecto social: «No se establecerá ninguna diferencia entre los alumnos, pues todos tendrán igual derecho a la enseñanza, sin otra distinción que la que dará a cada uno su talento y aplicación». El lema del Instituto: «Quid verum, quid utile» resume el concepto que de la educación tenía Gaspar de Jovellanos, profesor frustrado tras el injusto rechazo sufrido en las oposiciones a la cátedra de Cánones en la Universidad de Alcalá. El diácono veinteañero a cuya vida imprimía un cambio de rumbo el primer tropiezo, no podía prever que aquella vocación de magisterio se realizaría en el contacto inmediato con un puñado de muchachos, los primeros alumnos de este Instituto –de este edificio que ahora nos acoge– a los que impartiría lecciones de «humanidades» y de idiomas. Lecciones de clase que el Académico de la Historia y de la Lengua, el Caballero de Alcántara, ejerciendo de dómine, preparaba cada día con humildad de principiante, y transmitía con palabra cálida, como recomendaba a los profesores, «sin el ordinario aparato de la enseñanza para hacerla más y más agradable». En el discurso del Teatro Crítico, «Defensa de las mujeres», la voz de Feijoo es la primera que se alza en España para defender la igualdad de hombres y mujeres en lo concerniente a inteligencia. Con su habitual ironía, escribió: «Hombres fueron los que escribieron esos libros en que se condena por muy inferior el entendimiento de la mujer […] Ven que por lo común no saben sino de aquellos oficios caseros a que están destinadas […] y de aquí infieren que no son capaces de otra cosa»17. El Conde de Campomanes, que había completado su formación en Madrid, junto al Padre Sarmiento, paisano, hermano de Orden, y alter ego de Feijoo, sintetizaría el pensamiento del monje de Oviedo: «El ingenio no distingue de sexos»18. Jovellanos, que supo valorar las dotes intelectuales de las

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FEIJOO: T.C.U.,T. I, Disc. XV. RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES, J.: Discurso sobre la educación popular de los artesanos, Madrid, 1775. 18

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mujeres con las que se relacionaba –empezando por las de su familia, sus hermanas Benita y Josefa–, seguirá la misma dirección. No obstante, cuando, en 1787, con la oposición de su amigo Cabarrús, defienda el acceso de las mujeres a la Sociedad Económica de Madrid, todavía teñirá sus palabras un tono de condescendiente paternalismo –así lo apreciamos en el siglo XXI– en expresiones como «el ejercicio de su virtud y su talento, honrémoslas con nuestro aplauso, con nuestras adoraciones, hagámoslas un objeto de emulación y competencia en medio de su sexo…». De todos modos, en aquella ocasión, Jovellanos consiguió su propósito. Pero la opinión de Jovellanos, en gran medida heredero del pensamiento de Feijoo, no siempre estuvo acorde con la opinión del Padre Maestro. En el tomo IV, del Teatro Crítico –1731– el monje, adusto, había censurado las romerías asturianas cuyo espíritu y significado no supo comprender. En la Octava Carta a Ponz sobre «Romerías de Asturias», Jovellanos dedica a las acres palabras del discurso feijoniano calificativos como «estilo pedantesco», «trozo de sermón trabajado en los primeros años», «frívolos argumentos». En ese punto, los gustos del gijonés, gozador en romerías, no podían coincidir con los del benedictino. Apunta la primavera de 1764. En la celda monacal, Fr. Benito Feijoo, inclinado sobre el escritorio, siente que entre sus dedos se desliza la pluma de ave, que las sombras velan su mirada. Su labor está concluida. Su vida, sólo unos meses de silencio. Allá, en Alcalá de Henares, Gaspar de Jovellanos inicia con brillantez la tercera etapa –la última– de sus estudios que, por caminos insospechados, le conducirán a las más altas magistraturas. En la obra del estudiante gijonés cobrarán realidad las ideas del monje de Oviedo. Feijoo y Jovellanos, las dos figuras emblemáticas de la Ilustración en España, incomprendidos en su tiempo, con harta frecuencia, mal interpretados. Sus nombres significan modernidad en la cultura española. Muchas gracias.



Nuevas Postrimerías de Jovellanos* por Agustín Guzmán Sancho

Ilma. Señora alcaldesa de Gijón; Ilmo. Señor Presidente de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias; Señoras y señores patronos y amigos de Jovellanos; Señoras y señores: Debo decir, aunque es notorio, que las palabras de don Fernando Adaro, al hacer nuestra presentación, han hecho también sin él quererlo la presentación de la elegancia, cortesía y amabilidad de su propia persona, y han dejado de manifiesto el buen trato y la simpatía que nos une, por ello les ruego que permitan que se las agradezca, antes que nada, para que no deje de ser mi agradecimiento tan patente como su generosidad. Muchas gracias por tus palabras… Palabras que nos recordaban cómo en el año 1978 fueron trasladados los restos de Jovellanos a la capilla de los Remedios, cómo en este mismo patio fueron exhumados, siendo testigos de aquella efeméride algunos de nuestros patronos, como el propio don Fernando Adaro, don Antonio Martín, don Isidoro Cortina, don Domingo Caramés, don Bonifacio Sánchez, y otras personalidades, bajo la dirección de nuestro recordado y entrañable Padre Patac. De este suceso se publicó un libro bajo el título Postrimerías de Jovellanos (aproximación a un estudio antropológico), en el que el insigne jovellanista y cronista de Navia, doctor Martínez Fernández, llevó *

Conferencia pronunciada en la Casa Natal de Jovellanos el día 27 de noviembre de 2002.

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a cabo un examen detallado de los huesos de Jovellanos. Este estudio antropológico ha sido corregido y ampliado el año pasado, por el catedrático de Ortodoncia de la Universidad de Oviedo, doctor don Juan Cobo, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina de Asturias. Un trabajo que fue presentado en Biarritz con tan extraordinario éxito, que hace tan sólo unos días, el 16 de noviembre, fue de nuevo presentado en París, con igual o mayor éxito si cabe. Mientras el doctor Cobo trabajaba en él, me propuso llevar a cabo una obra que recogiera lo relativo a la muerte y post mortem de Jovellanos, en la que él aportaría sus tan estimables hallazgos científicos y yo contribuiría con la parte histórica, llevando a cabo lo que podría llamarse la tanatografía de Jovellanos, es decir, una biografía que empieza donde las demás acaban, que narra los acontecimientos y vicisitudes que rodearon y siguieron a la muerte de Jovellanos; acontecimientos a los que los biógrafos apenas le dedican, el que más, un par de páginas. Cumplida esta tarea, este compromiso, me complace ofrecerles a ustedes esta noche, antes de su publicación, un anticipo de ella bajo el título de Nuevas Postrimerías de Jovellanos. Ustedes se preguntarán sin duda cuáles son las novedades que el adjetivo «nuevas» sugiere y añade a las ya conocidas postrimerías de Jovellanos. Alguien habrá que se pregunte si no se ha dicho ya todo sobre Jovellanos, para que venga uno anunciando novedades. Permítanme que les diga que soy de los que creen y esperan novedades en la vida y la obra de Jovellanos, de la misma manera que, por ejemplo (ya que mi amigo Fernando ha recordado mi origen toledano), desde que era monaguillo en la iglesia de Santo Tomé de Toledo vengo viendo novedades en el cuadro del Entierro del Conde de Orgáz. Si esto nos ocurre respecto de un cuadro, que no puede cambiar, que no ofrece novedades, que todo lo que es se muestra a la vista, cerrado en sí mismo e inmutable en el tiempo, y aún así lo miramos, remiramos y admiramos como nuevo generaciones tras generaciones, mucho más la figura de don Gaspar, que es una imagen animada, que ofrece posibilidades de cambiar su fondo y crear nuevo juego de luces y sombras, y que permite al espectador variar más ampliamente su perspectiva al poder mudar

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con todo desembarazo el lugar de observación. No, no, de Jovellanos no se ha dicho todo, del genio no se dice nunca todo. Novedades se dan en la investigación cuando aparece un documento, un objeto, una fuente nueva de información y conocimiento. Es el hallazgo. En mi obra hay alguno, o al menos por tal lo tenemos, pero eso sí: no se me asusten, no es de gran valor, no es una pepita de gran tamaño; pero es de oro. Porque hemos encontrado dos documentos de primerísima mano, inéditos hasta la fecha, en el que se nos relata el último viaje de Jovellanos, aquel que huyendo de los franceses le llevó a Puerto de Vega donde murió. Por primera vez tenemos documentada de forma fehaciente la marejada y el oleaje que arrojó al bergantín Volante a Puerto de Vega. Gracias a este documento no se puede poner en duda no ya el viaje ni la realidad del Volante, de sobra acreditados por otros testimonios, pero ni siquiera otros detalles que nos cuenta Ceán Bermúdez, y además aparecen otros más que se ignoraban, como el día de la partida, la hora de la llegada, el cargamento que trasportaba, el final del Volante, muy detalladísimo con su encallamiento en las rocas, presagio de que aquel viaje no tendría retorno, etc. El testimonio es de un testigo de excepción, ni más ni menos que del propio capitán del barco cuyo nombre hasta ahora desconocía la Historia. Todo ello ratificado por la tripulación, cuyos nombres igualmente ignorábamos. Fue el caso que, llegados a Puerto de Vega, el capitán del bergantín, preocupado por la posible pérdida de la carga, levantó sendas escrituras de «protesto a la mar», para quedar a salvo de las responsabilidades por la posible pérdida tanto de las mercancías como del barco. En la primera de estas escrituras, se nos dice comparecieron a bordo del propio barco su capitán don Juan de Sertucha, vecino de la villa de Plencia, señorío de Vizcaya, y los tripulados Juan Bautista Domingo Muniategui, Antonio de Basterra y Juan Bautista de Garivi, vecinos de dicho sitio de Vizcaya, quienes juraron por Dios Nuestro Señor y una señal de cruz que hicieron, entre otras cosas que habían salido de Gijón con cargamento de muchas personas, para seguir a la villa de Ribadeo, por causa de la invasión del enemigo francés; que a las dos leguas de mar les sobrevino un tiempo malo de este o noreste que les hizo navegar a la mar hasta el día catorce a la boca noche; que con mucha olería y

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bancos de mar entraron en el Puerto de Vega; y que aunque salieron el día cinco del puerto de Gijón no pudieron consignar el rumbo, manteniéndose en el mar con bordes en ella a causa de no arribar a donde los cogiesen los enemigos; etc., etc. En la segunda protesta, al día siguiente, se nos aclaran otros puntos más: que el barco llevaba «carga de cajas de cigarros, papeles y otros efectos de la Real Hacienda» (tal vez dinero para la continuación de la guerra, según ha visto Luis Suárez Fernández); que la orden de partida le fue dada in voce (tal vez por el propio amigo de Jovellanos Pedro Valdés Llanos, como administrador que era en Gijón de la Real Hacienda); y tras hacer referencia a los vientos contrarios y mareas fuertes que sufrieron, termina dando exhaustiva cuenta de las penurias del barco, la rotura de las amarras sujetas a tres bolardos, la quiebra del bauprés; el encallamiento sobre las peñas de junto a la fuente de Coborno; la insuficiencia de las dos bombas que llevaba para achicar la mucha agua que se entraba, y en fin la ayuda de mucha gente para salvar el barco y la carga. He aquí en estas dos escrituras nuestro pequeño hallazgo. Pero novedades investigadoras ocurren también cuando un hecho histórico olvidado se trae a la memoria de los actuales estudiosos pareciendo novedoso. El investigador, como si fuera entonces el guía de un museo que llama la atención sobre la escena de un cuadro dirigiendo hacia ella el interés de los visitantes, trae a la memoria de sus contemporáneos un detalle olvidado, apenas apreciado y sabido de unos pocos, pero que siempre estuvo allí. Síganme, sigan a Jovellanos embarcándose en el Volante, vean la escena de su partida; examinen quiénes se montan en el bergantín. ¿No lo han visto aún? Entre las 70 personas, más o menos, que se hacinan en el barco, hay también, fíjense, un perro. Si no se han percatado antes de este detalle es porque quizá la sensibilidad de una época no le dio apenas importancia, pero en el siglo XIX, un poeta en bable, Bernardo Acevedo Huelves, llamó la atención sobre este detalle al describir así la escena de Jovellanos moribundo: En ca Trelles, rodiaron l’amistá y el dolor so cama triste y el batallar miraron del mal que fier’y el vieyu que resiste

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‘Tufo’, el perrín, que llanxía, inquieto, ansioso, como si acertase qu’era el mal quien vencía o vaos de mort’el probe respirase Tufo, el perrín inquieto y ansioso que adivinaba la muerte de su amo, existió de verdad. Es más, fíjense en el collar que lleva puesto; es un collar de tres cascabeles de plata que fue adorno de Piccolín, otro perro que Jovellanos tuvo en Mallorca. Había sido un regalo del capitán Firuel, del regimiento suizo que hacía la guardia en el castillo de Bellver: «fue el entretenimiento del día». La esposa de don Conrado Durwel, uno de los que visitaban a Jovino en Mallorca, le regaló el collar. Paseó Jovino por Son Dureta con su perro. Gozó Piccolín el privilegio de ser pintado por Luis Kenel para adorno de las estancias de Jovellanos en su destierro. Alteró a su dueño por culpa del moquillo y muy probablemente muriera de esta enfermedad. Su collar de cascabeles de plata lo heredará Tufo. El amor de Jovellanos por los animales está, pues, muy bien documentado. Es la consecuencia de su extremada sensibilidad hacia la Naturaleza: Otro día en Mallorca, otro capitán del regimiento suizo, Le Roy, le regaló «un globo de cristal con siete pececitos» que fueron añadidos a los que quedaban de los que se habían traído de la cartuja de Valldemuza. Alegraron también con sus trinos los canarios las largas horas del destierro y en su crianza ocupó Jovino ratos de asueto. Sidi Abdarahamam, embajador tunecino, le pide a Jovellanos al marchar de Mallorca, uno de sus canarios. Don Gaspar se lo envió «con recados de expresión y deseos de buen viaje»; y aún llegó, en otra ocasión, a pedir un segundo canario. De manera que nada tiene de extraño que Jovellanos, siendo amante de los animales, se embarcase con su fiel amigo Tufo, si es que no llevaba en su equipaje alguna otra criaturilla. Consta que Tufo quedó en Puerto de Vega y la familia Trelles conservó, ignoramos si todavía lo siguen conservando, el collar de plata, como recuerdo de la ternura de un gran hombre. Novedad es también cuando, siendo dudoso el hecho que se discute por los investigadores, se traen nuevos argumentos para inclinar la balanza hacía un lado u otro en la discusión. La novedad

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es entonces la de los argumentos, no la de los hechos. Así ocurre, por ejemplo, con la fecha de la muerte. La partida de defunción que figura en el libro V de defunciones del archivo de la iglesia de Santa Marina, correspondientes al año 1811, folio 65 v. da fe de que el veintinueve de noviembre de mil ochocientos once, su cura párroco dio sepultura eclesiástica al cadáver del Excmo. S r. Dn. Melchor Gaspar Jove Llanos, «muerto –dice– en el día anterior». Según esto Jovellanos murió el día 28 de noviembre de 1811. ¿Podemos dudar de esta partida de defunción? ¿Puede alguien dudar de una partida de defunción? En realidad, no es partida de defunción sino de enterramiento. El párroco de Santa Marina no puede darnos fe de la muerte de Jovellanos, pues por su ministerio sólo puede acreditar la celebración de funerales y enterramiento, pero no la hora de la muerte, que solo podría certificarla un médico. Pero, además, esta supuesta partida de defunción sólo lleva del párroco la firma, está escrita por otra mano, seguramente un amanuense, y redactada conforme a todas las demás, lo que apunta a la idea de un modelo o plantilla que se copia en todos los casos. Y, por otra parte, contiene otros errores, aunque ajenos a este punto; fíjense que nombra a Jovellanos como pocas veces se le nombra: Melchor Gaspar y no Gaspar Melchor; que en nota marginal se dice que fue trasladado a Gijón en 1814, cuando lo fue en 1815. Por todo ello no sólo podemos, sino que como historiadores en busca de la verdad de los hechos y no de la verdad formal que podría bastarle al derecho y a la ley, no sólo podemos sino que debemos dudar de ella. Jovellanos no es un difunto cualquiera, y por eso sus funerales se van a hacer de forma solemne, y tuvieron que ser preparados con la anticipación necesaria. Sabemos que al funeral de cuerpo presente asistieron cuarenta sacerdotes de las feligresías inmediatas, que no se convocan en pocas horas; que presidieron el duelo probablemente los señores don Juan Nepomuceno San Miguel y don José Cienfuegos Jovellanos vocales de la Junta del Principado, refugiada con todas las autoridades legítimas en la villa de Castropol, distante seis leguas del Puerto de Vega; que asistió el Oidor de la Audiencia de Oviedo, señor Acebedo, el provisor de la propia diócesis que, a decir de Ceán Bermúdez, «se puso la capa pluvial», gran concurrencia de gentes y hasta una compañía de soldados que rindieron honores. Todas estas

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personas acudieron desde diversos puntos de la comarca en condiciones climáticas adversas, en un tiempo en que no había ni móviles ni automóviles. Verdaderamente, todo esto no se prepara en unas horas. Creemos que el adjetivo «anterior» no deba entenderse el «inmediato». Y aún hay otros argumentos: su sobrino y heredero don Baltasar Cienfuegos Jovellanos, al personarse en la Audiencia para reclamar el equipaje de su tío, señala la fecha del veintiocho, porque sin duda tiene que acompañar la partida de defunción, pero en los demás documentos rectifica y señala el día 27, incluso al redactar el testamento de Jovellanos en virtud del poder para testar que éste le otorgó en Mallorca. La falta de tiempo no me permite hablarles a ustedes de algo tan interesante como es el equipaje de Jovellanos, que llenaba seis carros y que su criado, Domingo García de la Fuente, rescató del Volante y lo llevó a Coaña, a la casa de su hermano. Era de una importancia clave porque se esperaba encontrar en él documentos importantes de Estado. Sin embargo, para nosotros revisar estas maletas y bultos tiene también otra importancia, la de conocer la personalidad de Jovino. ¿No tienen ustedes curiosidad por saber qué preparaba para un viaje de destino tan incierto, qué cosas quería salvar consigo a toda costa? Allí, entre sus objetos, aparecen, ya lo imaginaban seguramente, libros, cuya relación no nos ha llegado completa, sólo unos cuantos títulos; objetos personales como su espada, su sombrero de tres vientos, su casaca con la que le retrató Goya, sus cubiertos de plata; su colección de monedas; sus veneras de brillantes; sus documentos y escrituras, etc., etc. Pero les hablaré de un solo objeto. El objeto más llamativo para nosotros es sin duda un cáliz con su patena y cucharita de plata. Quien escriba algún día sobre Jovellanos y la Religión habrá de tener en cuenta este detalle ¿Qué decir de esto: el autor del Informe de la Ley Agraria, el que había sido delatado ante la Inquisición, el acusado de ateo viajaba con objetos sagrados? No será el único objeto religioso que llevase consigo, también llevaba figuras de santos, relicarios y un rosario de plata, objetos todos ellos más normales; lo chocante es el cáliz. Dos causas pueden explicar este hallazgo: su valor artístico o la devoción religiosa. Descartamos que fuera un obsequio personal, ya que un regalo o donación no tendría sentido

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hacerlo a una persona que no había recibido todas las órdenes sagradas. Descartamos también que fuera una obra artística, porque no se dice nada en el inventario que se llevó a cabo por las autoridades de Coaña, de su valor, ni de si está labrado, ni ninguna característica, más parece un cáliz normal, y además si su valor hubiera sido grande no hubiera sucumbido al paso del tiempo y habríamos sabido algo de su paradero, como lo sabemos de su escribanía de plata. Más parece que obedeciese a fervor religioso. Y se nos ocurre pensar en Mallorca, donde se agudizó el sentimiento de piedad en Jovellanos, como lo demuestra el hecho de que más tarde en Sevilla hiciese una novena a san Ramón Nonato para el feliz parto de Lady Holland. Ahora bien, creemos que hay algo más. Jovellanos en Mallorca solía oír dos misas, una la que se decía en el castillo para el público (entiéndase, presos, soldados y familiares) y otra la que le decía en privado el doctor Bas y Bauzá. No tendría nada de particular que este cáliz lo conservase en recuerdo de su confesor y amigo, y sobre todo porque ese cáliz y esa patena le sustentaron en tan ayunos días. He aquí algo que podría convertirse en novedad el día que se averigüe. En un retrato el pintor nos muestra a través de la expresión de un rostro el alma de un personaje. En el gran cuadro de la Historia, en una biografía, los hechos nos traducen el alma de una persona que es toda ella una respuesta a los estímulos de la vida. Pero el gesto dice cosas distintas a personas distintas. Cada interpretación es una novedad. Voy a poner delante de ustedes el cuadro vivo de Jovino, van a contemplar ustedes ahora un gesto de su alma, estoy seguro que a cada uno de ustedes les causará una tan profunda como distinta impresión. Y que encontrarán en él una novedad. Voy a contarles cómo y por qué Jovellanos cambió su última voluntad. Mucho tiempo y muchos desvelos le había llevado en Mallorca reunir todos los documentos necesarios para redactar con toda minuciosidad y escrupulosidad sus últimas disposiciones. Para Jovellanos un testamento era algo más que un documento jurídico; era un acto en virtud del cual los intereses materiales se hacen cuestión de conciencia. No pierdan esta perspectiva, por favor; es importante para entender y descifrar lo que van a ver.

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Por escritura pública de 2 de marzo de 1794, Josefa Jovellanos, al entrar en religión, había donado a sus hermanos Francisco de Paula y Gaspar la hermosa finca de Las Figares, que ocupaba el solar que hoy forman las manzanas de casas comprendidas entre la plazuela del Carmen, Álvarez Garaya, plaza del Humedal, calle Asturias y calle Libertad. Y lo hace bajo la condición de que después de disfrutarla en sus días, de mancomún o en la forma que fuese de su voluntad, y con supervivencia del uno al otro, la dejasen y destinasen a beneficio del público de la villa de Gijón, bien para mayor fomento de la escuela que se daba en el Real Instituto, es decir la de Santa Doradía, o para otro cualquiera de pública utilidad de esta dicha villa. Muere Francisco de Paula y la finca pasa según esta cláusula a Jovellanos con la obligación, como hemos visto, de que a su muerte la deje en beneficio de un interés público de Gijón. Y muerta también su hermana Josefa, Jovellanos otorga en Mallorca su poder para testar en el que dispone que: «cumpliendo con la citada condición y con lo que el dicho mi hermano tenía comunicado conmigo, declaro ser mi voluntad que la referida hacienda de Las Figares, con todas sus pertenencias, sea y pase al dominio y propiedad de la ya mencionada escuela de primeras letras que yo fundé en la mencionada villa; como que es uno de los establecimientos más beneficiosos y provechosos a su común.» Sin embargo, pese a esta primera intención, Jovellanos no cumplirá la condición impuesta por su hermana, sino que, cambiando de planes, regalará la finca a su criado Domingo García de la Fuente, quien la poseerá y disfrutará en plena y libre propiedad hasta su muerte. He aquí, pues, al magistrado, al doctor en Leyes y Cánones, al insigne jurista reformador de la patria y padre de su primera Constitución, al autor de El delincuente honrado, saltándose las condiciones de los documentos públicos. A la luz de esto cabe preguntarse si Jovellanos creía en el derecho y la justicia como valores supremos de la persona o si tenía por más sublimes otros valores. Permítanme que les anticipe mi opinión: Jovellanos no tenía alma de jurista, sino de filósofo y era más pedagogo que legislador.

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Veamos las circunstancias por las que Jovellanos cambia de opinión antes de juzgarlo. Regresaba Jovellanos a su tierra, desengañado y mal pagado de sus afanes por el bien público. A punto de partir, se entera de que su criado, Domingo, ha perdido su empleo y no tiene dinero, porque todo cuanto tenía: 12.000 reales de vellón, se lo había prestado a su amo. Al punto, allí mismo, a bordo del bergantín Nuestra Señora de Covadonga, redacta don Gaspar la escritura de cesión de la finca de Las Figares, en presencia de testigos, para «asegurarle un recurso en su actual desamparo y librarle de la necesidad y miseria». Si loable era el fin, digno era el destinatario de tal recompensa, a juzgar por las palabras con que Jovellanos le recuerda en su Memoria en Defensa de la Junta Central, que no podemos dejar de citar, así era Domingo para su amo: «uno de aquellos hombres que no se llaman héroes porque no trastornan imperios ni ganan batallas, ni acometen atrevidas y ambiciosas aventuras; pero que realmente lo son, por el constante ejercicio de las virtudes pacíficas de su estado; virtudes nunca más sólidas, ni más difíciles, que cuando ningún estímulo de vanidad las provoca, ninguna esperanza de recompensa o gloria humana las anima, y nacen sólo de los purísimos principios de religión, honor, y benevolencia». En verdad no sabe uno qué admirar más si la fidelidad del mayordomo que acompañó voluntariamente al destierro a Jovellanos o la generosidad del amo. Pero ¿y la ley? ¿Y la voluntad de su hermana? ¿Y el compromiso contraído con una persona ya muerta? ¿Y lo comunicado con su hermano muerto? ¿Y la fé pública? ¿Y el interés público? Dirán ustedes que en tales circunstancias, a punto de partir, la precipitación, la conmoción del momento de ver al amigo despojado de bienes justificaría el olvido; ¿quién podría acordarse de tal condición en tal caso? ¿Cabría pensar entonces que Jovellanos no se acuerda de la condición? No lo creemos así. Cuando en el castillo de Bellver se prepara para disponer su última voluntad y pretende reunir todos los documentos que puedan ayudarle a redactarla, le escribe a su hermana Josefa [con fecha 28 de julio de 1804], lo siguiente acerca de Las Figares: «A tu entrada en religión nos la cediste a nuestro difunto hermano y a mí; mas me parece que, por consejo mío, añadiste a esta

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cesión la cláusula de que a la muerte de los dos hubiese de ser destinada a algún objeto de pública utilidad que señalase el que sobreviviese. Aunque recuerdo esta especie, no tengo presentes los términos precisos de aquella cláusula, y ya ves que debo tenerla a la vista en mi última disposición para arreglarme a ella. Es, pues, preciso que me remitas copia de la escritura de cesión de Las Figares o, por lo menos, de la cláusula referida, con extracto de lo demás». Si Jovellanos recordaba la cláusula, aunque no los términos exactos, después de diez años que hacía de la cesión, porque la idea de esta cláusula había sido suya, cuánto más en menos de tres años que hacía que había tenido a su vista la copia del documento, la había meditado y había redactado conforme a ella sus disposiciones de su última voluntad. Ni siquiera las circunstancias que rodearon aquel momento justificarían a nuestro entender el olvido de la obligación de dejar la finca en interés público. Jovellanos sabía bien lo que hacía. Había, eso sí, una escritura pública que le obligaba a una conducta, la de dejar Las Figares después de su muerte a un fin público, pero ello no por voluntad de la ley, sino de su hermana, y en última instancia, y para el fuero de su conciencia, en su propia voluntad, pues la idea había sido suya. Por otra parte, como la última voluntad es por su naturaleza un acto revocable, todavía no había derechos, ni producidos ni en ciernes, ni tan siquiera expectativas de derechos para nadie. En cambio, hay un amigo que necesita una ayuda. Jovellanos salta por encima de la formalidad jurídica, para salvar al hombre interior. Por encima de todo estaba su conciencia. Cuestión de conciencia era para él todo lo relativo a su testamento, y en la conciencia estaba la Ley. Jovellanos une a sus conocimientos jurídicos una delicada conciencia y un gran humanismo. El autor de El delincuente honrado, con este gesto, ha roto una lanza a favor del hombre, por encima de la ley y del derecho. Poniendo oído atento, como nuevo Sancho Panza, a los consejos de aquel Catón que fue el inmortal manchego, no sólo ha doblado sino que ha roto la vara de la justicia con el peso de su misericordia. Nunca un juez se ha mostrado más humano. Esto es lo que nos sugiere el gesto de Jovellanos que les he mostrado. Éstas son las novedades que hemos encontrado nosotros.

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Ahora son ustedes muy dueños de hallar las suyas. Porque de Jovellanos no se ha dicho todo, del genio no se dice nunca todo. Muchas gracias por su atención.



Gaspar Melchor de Jovellanos y el Centro Asturiano de La Habana por Moisés Llordén Miñambres

Si bien la presencia de asturianos en América está constada en los primeros tiempos de la conquista y colonización del Nuevo Mundo, sería a partir del siglo XVIII, y, sobre todo desde mediados del siguiente siglo, cuando se puede hablar de colectividades asturianas en ultramar. En el transcurso de estos siglos, y al tiempo que se conformaban las colectividades de asturianos transterrados, éstas fueron incorporando en su acervo distintas figuras como claves identificadoras de la propia singularidad regional. De ellas, sin duda, fueron las de Covadonga, Pelayo y Jovellanos, las tres figuras que alcanzaron mayor relevancia para nuestros emigrantes y, desde luego, las primeras en ser asumidas de forma colectiva y generacionalmente transmitidas a los nuevos contingentes de astures que sucesivamente se incorporaron a la diáspora americana, logrando insertarse firmemente en sus sentimientos y mentalidades. En el transcurso de este largo proceso temporal, que se inicia en el siglo XVI y se extiende hasta las últimas décadas del siglo XIX, cada una de las figuras de esta trilogía individualmente fue convirtiéndose en auténtico estandarte de Asturias y de la asturianía de nuestros emigrantes en ultramar. De toda Iberoamérica, fue en Cuba donde la figura y pensamiento de Gaspar Melchor de Jovellanos tuvieron tempranamente mayor proyección y sus ideas económicas alcanzaron más amplio eco entre los reformistas criollos cubanos del primer tercio del siglo XIX, entre otros:

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Francisco de Arango y Parreño, Alejandro Ramírez o Claudio Martínez de Pinillos; pero sobre todo, serían sus propuestas y proyectos pedagógicos las que calaron hondamente en los pedagogos y pensadores cubanos, en especial los formados en el Seminario de San Carlos, considerados precursores de la «cubanidad»: José Agustín Caballero y Rodríguez de la Barrera, Félix Varela Morales, José Antonio Saco, Antonio Bachiller y Morales o José de La Luz y Caballero1. A este último se debe el Informe sobre la Escuela de Náutica de 1833, en el que exponía la conveniencia del traslado, reforma y ampliación de la Escuela de Náutica de Regla, a fin de transformarla «en un instituto a imitación del que existe en Gijón, bajo el nombre de Asturiano»2. No habían pasado dos años de la inauguración del Instituto Asturiano, cuando los dirigentes del Real Consulado de La Habana trabajaban ya en un proyecto para establecer «una Escuela Náutica y un Instituto Habanero… a imitación de la que se había fundado en Asturias»3. Jovellanos tuvo noticia de este proyecto a través de su paisano Juan de Cobo y en las anotaciones en su Diario del 01 Entre otras obras, pueden consultarse: ARANGO Y PARREÑO, Francisco, Obras, 2 Vol., Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, La Habana, 1952; CABALLERO, José Agustín, Escritos varios, Editorial Universidad de La Habana, La Habana, 1956; VARELA MORALES, Félix, Proyecto de instrucción para el gobierno político de las provincias de Ultramar, Imprenta de D. Tomás Abán y Cía., Madrid, 1823.; SACO, José Antonio, Colección póstuma de papeles científicos, históricos, políticos y de otros ramos sobre la isla de Cuba, ya publicados, ya inéditos, Editor Miguel de Villa, La Habana, 1881; BACHILLER y MORALES, Antonio, Apuntes para la historia de las letras y la instrucción pública en la Isla de Cuba, 3 Vol., Cultura, S.A., La Habana, 1936-1937; LA LUZ Y CABALLERO, José de, Elencos y discursos académicos, Editorial Universidad de La Habana, La Habana, 1950; SIMPSON, Renate, La educación superior en Cuba bajo el colonialismo español, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984; Instituto de Historia de Cuba, La Historia de Cuba. La Colonia, evolución socioeconómica y formación nacional, Editorial Política, La Habana, 1994. 02 LA LUZ Y CABALLERO, José, «Informe sobre la Escuela de Náutica», en Escritos Educativos, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1991, pág. 166 y ss. 03 Actas de la Junta de Gobierno del Real Consulado de La Habana, 9 de noviembre de 1796.

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sábado 28 de enero de 1797, escribía: «(…) Correo: a don Juan Cabo, de La Habana, gracias, y le ofrezco auxiliar el proyecto de un nuevo Instituto allí, que medita el asesor del Consulado (don Francisco de Arango y Parreño, y copia de la Ordenanza y a su tiempo maestros de matemáticas y dibujo»4. Aunque no sabemos si don Gaspar llegó a cumplir su oferta, parece ser que los planes de estudios de esta institución cubana se habían hecho con gran detalle, incluyendo la enseñanza de las Matemáticas, Náutica, Química, Lenguas y Dibujo, estimándose además el costo de los instrumentos que habrían de importarse de Europa para la enseñanza de las ciencias aplicadas. Este primer proyecto, sin embargo, resultaría un ensueño costoso todavía difícil de realizar, pero la idea continuaría latente. Veinte años más tarde, cuando Alejandro Ramírez fue nombrado presidente de la Sección de Educación de la Sociedad Económica de La Habana, se fijó como una de las principales tareas la de establecer «una escuela central o instituto en donde se reúna la enseñanza de todos ramos de instrucción que concurren a formar hombres de provecho para la patria». A pesar de que el plan de Ramírez no llegó a prosperar, un año más tarde (1817), la Escuela de Náutica que, 1812, existía en Regla como institución privada, comenzó a ser costeada mediante impuestos sobre las mieles y, con ello, se iniciaba una cierta asunción pública de su mantenimiento. En 1826 la Escuela de Náutica pasó a depender exclusivamente del Real Consulado, que no tardó mucho en proponer su traslado a La Habana para constituir en ella el Instituto Habanero. Un instituto que comprendería las asignaturas de Matemáticas, Pilotaje, Mecánica, Arquitectura Civil, Geografía, Lenguas y Dibujo civil y, si los fondos lo permitían, también Literatura Española, Economía Política y Geografía Física. Aunque en 1828 el Real Consulado de La Habana había vuelto a descartar este viejo proyecto, algunos años más tarde solicitó de José de la Luz Caballero, entonces Inspector de la Escuela Náutica de Regla,

04 JOVELLANOS, M. G. de, Diarios, Cuaderno 7º, sábado 28 de enero de 1797, en Biblioteca de Autores Españoles, Tomo LXXXV, Madrid, 1956, pág. 409.

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la redacción de un Informe sobre el futuro de la institución. Finalmente, cuando en 1833 de la Luz Caballero presentó finalmente su informe, le dio por título: «Expediente sobre la traslación, reforma y ampliación de la Escuela de Náutica»5. Después de una exposición razonada sobre la necesidad de trasladar el establecimiento a La Habana, dedicada el 90% del expediente a la transformación de la Escuela de Náutica «en una especie de instituto a imitación del que existe en Gijón, bajo el nombre de Asturiano y sostenido largo tiempo por el genio y perseverancia de nuestro inmortal Jovellanos… (y) a la manera que el establecimiento de Gijón, destinado para beneficio de todos los Astures, como lo será el de La Habana, para todos los hijos de Cuba, fue llamado Asturiano y no Gijonés por su celebradísimo fundador… El de La Habana se llamará Instituto Cubano»6. A pesar de que el informe de José de la Luz Caballero recibió grandes plácenes de la Junta de Fomento (sucesora del Real Consulado), el Capital General de Isla Miguel Tacón no daría la definitiva luz verde al proyecto. A lo largo del siglo XIX, la admiración por Jovellanos fue extendiéndose en Cuba, primero y sobre todo en los ámbitos intelectuales de la colonia a través de los discípulos de aquellos pensadores y pedagogos cubanos pioneros, si bien, desde comienzos del último tercio, cuando la inmigración asturiana comenzaba a alcanzar preponderancia entre las colectividades españolas en la Isla, al tiempo que se iba acrecentando la figura del ilustrado gijonés también éste adquiría notable popularidad entre nuestros emigrantes. Una de las manifestaciones más singulares y sorprendentes a este respecto fue la autorización oficial del capitán general de la Isla para designar con el nombre del ilustrado gijonés a un importante municipio de la provincia de Matanzas. A partir de entonces, septiembre de 1870, el nombre de Jovellanos quedaba incorporado a la toponimia cubana7.

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ANC, Junta de Comercio, leg. 98, núm., 4132 LA LUZ Y CABALLERO, José de, Escritos Educativos, Editorial de la Universidad de La Habana, Tomo I, La Habana, 1952, págs. 216-391. 07 En septiembre de 1870 el gobernador superior y capitán general de la Isla de Cuba, Antonio Caballero y Fernández de Rodas, aprueba oficialmente el cambio de nombre del municipio matancero de San Miguel 06

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Para los asturianos de Cuba, esta admiración inicial se transformaría en auténtica devoción por Jovellanos, en una continuidad ascendente y en paralelo a su cada vez mayor presencia en la Gran Antilla. Una devoción que se articularía de forma efectiva desde la creación, en 1876, del Centro Asturiano de La Habana, asociación de beneficencia, instrucción y recreo que, a partir de entonces, se convirtió en el principal promotor y singular propagador popularizador de la figura del polígrafo gijonés en la colectividad asturiana en la Isla. Y ello, en un transcurso simultáneo al del proceso de consolidación de esta asociación asturiana, y de su reconocimiento público como la institución española de más alta consideración social entre las constituidas por los inmigrantes españoles en América. En este sentido, y al margen de las diversas veladas de homenaje en sus propias instalaciones habaneras y de las colaboraciones en eventos jovellanistas organizados en Asturias, cabe citar entre las manifestaciones más notables del Centro Asturiano de La Habana en pro de la figura de D. Gaspar, la designación con el nombre de Jovellanos a la principal avenida interior de acceso a las instalaciones y pabellones de la Quinta de Salud Covadonga, en cuyo final se situaría en 1911 el monumento a Manuel Valle Fernández, bajo cuya presidencia, en 1894, se había adquirido la originaria Quinta del Cerro y se comenzaron a construir los primeros pabellones del futuro del sanatorio de los asturianos en Cuba. Sin embargo, la más relevante fue dar el nombre de «Jovellanos» a las Escuelas del Centro Asturiano, pues, como atinadamente diría cuarenta años después un ilustre pedagogo cubano, «Don Gaspar Melchor de Jovellanos no pudo obtener mejor tributo que éste de señalar con su nombre esclarecido a un Plantel de Enseñanza que dignifica a Asturias y que dignifica a Cuba»8.

de Bemba por el de «Jovellanos», que pocos meses antes le había sido solicitado su alcalde, el asturiano Manuel Antonio González, durante una visita realizada por aquél al municipio y en reconocimiento por todo lo que había representado el ilustrado gijonés para el progreso de Asturias, España y América. 08 «Discurso producido por el doctor José Capote Díaz en los salones del Centro Asturiano», Memoria de 1952, La Habana, 1953, págs. 53-61.

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La devoción jovellanista en la señera asociación de los asturianos en Cuba se había iniciado con la colaboración en el homenaje popular a Jovellanos que se organiza en su villa natal con motivo de rescatarse el viejo proyecto de la colocación en Gijón de una estatua en su honor, cuya ejecución había sido establecida por una ley aprobada en las Cortes un cuarto de siglo antes. Esta primera participación de los astur-cubanos se canalizó a través de una comisión, creada en La Habana en 1890 para recaudar fondos entre la colectividad asturiana en la Isla, que estaba coordinada por tres destacados inmigrantes gijoneses: José García Álvarez, almacenista e importador de tejidos, como presidente; Faustino Prendes, doctor en medicina, como vicepresidente; y Donato Argüelles Busto, almacenista de tabaco en rama, como secretario, y de la que formaban parte otros distinguidos gijoneses9 todos miembros del Centro Asturiano de La Habana. Institución ésta que, además, colaboró a este evento con sendas aportaciones económicas de cien pesos oro, una a la suscripción abierta por la comisión de La Habana y la otra en respuesta a la petición epistolar formulada al Centro por Acisclo Fernández Vallín, promotor del homenaje y presidente de la comisión ejecutiva organizada en Gijón para llevarlo a cabo. A petición del secretario de la comisión habanera, una parte del dinero recaudado en Cuba se destinaría a la financiación de los premios «JovellanosHabana y Fernández Vallín-Habana», que se concederían anualmente a los alumnos más destacados del Instituto creado por el patricio gijonés y a los de su aneja «Escuela de Artes y Oficios», creada en 1887 bajo el decisivo impulso de Acisclo Fernández Vallín, entonces consejero de Instrucción Pública10. Aunque desde ya desde el curso académico 1892-93 el Centro Asturiano estableció escuelas nocturnas para los asociados, el inicio y desenlace de la última guerra emancipadora no facilitó el desarrollo de las actividades de instrucción durante esta década final del siglo. Independizada la Isla y en plena fase de expansión de la

09 Su relación completa está recogida en GUZMÁN SANCHO, A. y SANCHO FLOREZ, J. G., El Instituto de Jovellanos, Gijón, 1993, pág. 298. 10 Ibídem, pág. 264 y ss.

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inmigración asturiana en la misma, el Centro también implantó, en 1906, la enseñanza elemental para niños y niñas, escuelas después extendidas a todos los grados de primaria y que unos años más tarde recibirían el nombre de «Jovellanos». El segundo homenaje al ilustrado gijonés en que participó el Centro Asturiano de La Habana fue una velada escolar organizada por la Sección de Instrucción en honor de Jovellanos que se celebró en el salón de fiestas de la institución astur-cubana el domingo 9 de enero de 1910. Esta primera velada jovellanista de la institución asturiana en La Habana llenó los salones de la Sociedad y fue presentada por el secretario de la Sección José González Aguirre, participando en ella especialmente alumnos y alumnas de las escuelas de Centro y un profesor de las mismas, el gijonés Valentín Varas, que pronunció una interesante conferencia sobre la imaginación en el niño. Tanto la prensa habanera como la de la colectividad española recogieron ampliamente este homenaje a la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos, en esta ocasión en su faceta de pedagogo, dedicando grandes aplausos y loas tanto al ilustrado homenajeado como a los organizadores del acto, similares al siguiente párrafo entresacado de una de ellas: «¡Qué acto más solemne y conmovedor el realizado el domingo en el Centro Asturiano por los asturianos al ilustre gijonés, quien debió estremecerse de júbilo al contemplar desde la mansión eterna como los hijos de la noble tierra cubana, por manos de sus encantadores pequeñuelos, coronaban sus sienes con el laurel de la victoria alcanzada con su privilegiado talento! ¡Loor y gloria al inmortal Jovellanos!»11. Año y medio más tarde, de nuevo el Centro Asturiano vuelve a participar en un homenaje a Jovellanos, en esta ocasión fue el celebrado en Gijón con motivo del centenario de la muerte del ilustrado gijonés, en agosto de 1911 y, ahora, además de económicamente, la colaboración se extendió al envío a Gijón de una amplia representación de la institución astur-cubana, integrada por varios expresidentes y otros destacados miembros

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La Unión Española, La Habana, lunes 10 de enero de 1910.

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de la misma, algunos ya retornados de Cuba y residentes en Asturias12. Los actos del centenario tuvieron amplia resonancia en la colectividad asturiana en La Habana y en especial en el Centro Asturiano, donde hubo gran satisfacción por los elogios que la prensa asturiana dedicó a sus representantes, en especial al discurso pronunciado por el veterano líder anarquista Maximino Fernández González. Estos exitosos ecos de la prensa se renovaron cuando regresaron a La Habana las personas que tan dignamente habían representado al Centro, coadyuvando todo ello a una mayor identificación de éste con la figura del patricio gijonés. En este sentido se puede explicar el acuerdo tomado por la Sociedad astur-cubana dos años más tarde, referente a colocar en el aula superior de sus escuelas un retrato en tamaño natural de don Gaspar Melchor de Jovellanos, copia del realizado por Goya que se conservaba en el Museo del Prado y cuya ejecución fue contratada al pintor gijonés Ventura Álvarez Sala. Con ello se pretendía, según el acuerdo, que «el célebre polígrafo y estadista» tuviera su adecuado lugar en el Centro Asturiano, un modesto y fervoroso tributo «al esclarecido patriota gijonés» del que se honraba extraordinariamente la institución asturiana. Al año siguiente, 1914, el encargo estaba realizado y el retrato de Jovellanos había llegado a La Habana. Su presentación y descubrimiento fue el número extraordinario elegido por el Centro para la velada del dos de mayo, solemne acto anual instaurado cinco años antes para conmemorar el aniversario de la fundación de la Sociedad13 y en honor de los socios fundadores. Según las crónicas del momento, el solemne acto tuvo una magna concurrencia y fue presidido por el

12 Ramón Pérez Rodríguez, Juan Bances Conde, Maximino Fernández Sanfeliz, Maximino Fernández González, Luis R. Rodríguez, Rafael María de Labra, Donato Argüelles Busto, Valeriano González, Ángel G. Posada y Emilio Alvargonzález, vid., GARCÍA, O., El Libro del Centro Asturiano de La Habana, La Habana, 1928, págs. 117-1118. 13 La conmemoración del aniversario de la fundación del Centro Asturiano había sido propuesta por el propio Eduardo González Bobes en 1909 y aprobada el mismo año por la Junta General de Asociados.

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presidente general del Centro Asturiano Vicente Fernández Riaño. Correspondió la presentación del mismo a Maximino Fernández González, vicepresidente primero de la institución y uno de los oradores más notables, y popularmente reconocidos, entre los muchos que a lo largo de su historia ha tenido la institución asturiana. Maximino Fernández, antiguo líder obrero de ideas anarquistas, exaltó los ánimos y la asturianía de los concurrentes a través de la bella y florida oratoria cubana que empleaba en sus mejores discursos. A continuación, y después de ser descorrido el lienzo que cubría el retrato de don Gaspar Melchor de Jovellanos, tomó la palabra el asociado Eduardo González Bobes, otro antiguo líder sindicalista del anarquismo cubano y también «uno de los líderes más ponderados e inteligentes de la Sociedad» por la que venía laborando intensamente en los últimos veinticinco años14, quien por su fácil oratoria de verbo inspirado y grandilocuente había sido designado para glosar la figura de Jovellanos. Si bien no era ésta la primera vez que el nombre del ilustrado gijonés se oía en los discursos pronunciados en los vetustos salones del Centro Asturiano, para buena parte de los muchos asistentes, la glosa de González Bobes representaba su primer acercamiento a la vida y obra de Gaspar Melchor de Jovellanos, lo que desvelaba el significado de este nombre. Además, la sencilla exposición de su relato, salpicado de las formas y figuras habitualmente utilizadas por el veterano anarquista en su reconocida oratoria, como puede observarse a través de la trascripción que incluimos seguidamente, además de favorecer al gran auditorio una más fácil comprensión de lo escuchado, Un auditorio éste, en el que sobre los conocimientos apriorísticos y la formación de sus integrantes, predominaban los hombres sencillos, con sentido común y de gran fidelidad a sus orígenes –un arquetipo representado lúcidamente por el disertante–. Eduardo González Bobes15, pleno conocedor de su auditorio, iniciaría su parlamento disculpándose por no ser el más capacitado

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GARCÍA, Oscar, op. cit., pág. 592 y ss. Nacido en Oviedo hacía 1865, emigró a Cuba en su juventud donde trabajó en el oficio de tabaquero y muy pronto se convirtió en reconocido líder de los sindicatos anarquistas. En 1885 formaría parte del 15

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para glosar la figura de un personaje de tan elevada altura como Jovellanos, pero ello lo hizo a través de una introducción alegórica que, sin duda, pretendía acercar a los oyentes originarios en Asturias al sentido recuerdo de sus orígenes. Veamos cómo se desarrolló este primer discurso. Señor Presidente; Señoras y señores: Debo empezar haciendo una declaración sincera: voy a defraudar las esperanzas de la Comisión Organizadora de esta fiesta y no las vuestras, porque vosotros habéis venido invitados a oír y a apreciar los méritos de los números que en este programa se van desarrollando y no es vuestra la culpa si uno de los que ha de tomar parte en la Velada, no está a la altura del papel que se le ha encomendado. Figuraos un rincón delicioso de la Naturaleza. Por la izquierda va desarrollándose un bosque que desciende hacia una

comité de dirección del «Círculo de Trabajadores de La Habana», organización obrera que agrupaba el primer grupo libertario de Cuba, y cinco años más tarde, en octubre de 1890, fue detenido, junto con otros dieciséis líderes obreros, acusado de pertenecer a la sociedad secreta «La Cámara de Sangre», argumento utilizado por el capitán general Camilo Polavieja para reducir el movimiento obrero radical, aunque, tras juicio celebrado a finales de enero de 1891, quedó en libertad. Participó en el Congreso Obrero de 1892 de tendencias anarquistas, que fue suspendido por la policía al aprobarse una moción a favor del separatismo. En el año 1894 inauguró un colegio llamado «La Instrucción», en la villa de Colón, que dirigió durante algún tiempo, alternando esta actividad con la de periodista. En estos años comenzó a intervenir en la vida del Centro Asturiano, ocupando diferentes vocalías de Secciones y de la Junta Directiva, formando parte de comisiones y presentando propuestas, como la creación de una Caja de Ahorros de los Socios del Centro Asturiano (de la que fue secretario del primer consejo de administración), la admisión de la mujer en el Centro, la conmemoración del aniversario de su fundación, etc., etc. Eduardo González Bobes falleció en La Habana el 21 de septiembre de 1927.

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pequeña llanura rocosa a la que limita una encantadora playa: a la derecha se extiende la campiña risueña. Va desenvolviéndose en ondulaciones ascendentes hasta confundirse con imponente cordillera. Aquí y allá pequeñas casitas blancas cuyas chimeneas denotan la laboriosidad de la hacendosa mujer que en aquellos momentos prepara la alimentación para los hombres que, inclinados sobre el campo, van regando el sudor de su frente a la tierra, que, merced a su trabajo, se mantiene constantemente verde. Al fondo el mar, el majestuoso mar limitando el horizonte visible, uniéndose al firmamento esmaltado de blancas nubes, y cubriendo este delicioso cuadro de la naturaleza el sol que desciende a su ocaso, dando con su luz vigor a los contornos, haciendo más firmes las sombras, bañando con la indescriptible poesía del crepúsculo vespertino el hermoso conjunto. ¿Queréis un pintor para ese cuadro? ¡Ah! tenéis que buscar un artista. ¿Queréis un hombre capaz de trasladar al lienzo toda la poesía de ese pedazo de la Naturaleza? Tenéis que buscar un genio. Sólo un hombre dotado de excepcionales cualidades, que sienta intensamente el arte, que viva en contacto con la Naturaleza, que la sienta, y que la ame; un ser extraordinario, un hombre privilegiado en contacto con la divinidad podrá hacer que la copia se confunda con el original, porque la inspiración es don divino, es el efluvio que hace a los hombres superiores, que eleva el hombre a Dios, que une lo divino con lo humano, el Cielo con la Tierra». «Jovellanos no es una entidad cualquiera; Jovellanos no es un general célebre por batallas ganadas sacrificando innumerables semejantes; Jovellanos no es un sujetador de pueblos; Jovellanos no es una figura de la Historia que se destaca en los tiempos pasados rodeada de dolores y miserias en un período difícil para la Humanidad; Jovellanos es algo majestuoso, sublime, excelso, incomparable; Jovellanos es el español de cerebro más vigoroso del siglo XVIII, el hombre que con su poderoso talento ha podido dar relieve al reinado pecaminoso de Carlos IV. Y para hablar acerca de un hombre de estas condiciones, comprenderéis que se necesita un apologista que hubiese pisado las aulas universitarias; un

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hombre que viniese aquí documentado, no con una documentación ligera adquirida de momento en las bibliotecas; era preciso que viniese a esta tribuna un hombre eminente por su saber y su ciencia que os hablara de la obra de Jovellanos, tal como ella es, a la altura de su privilegiado talento. Y esto es muy difícil para mí que no poseo los conocimientos necesarios ni reúno las condiciones intelectuales para este empeño: para hablaros de nuestro gran Hombre, de Gaspar Melchor de Jovellanos». ¿Conocéis el retrato moral de este gran asturiano? ¿Queréis ver cómo Jovellanos es la personificación de nuestro carácter? Oíd a Nocedal; oíd a uno de los que más sinceramente y con más cariño, a pesar de sus ideas, se ha ocupado del gran hombre público. «Era religioso si afectación –dice Nocedal–, ingenuo, sencillo como un niño, amante de la verdad, apasionado del orden, suave en el trato, firme en las resoluciones, agradecido a sus bienhechores, en la amistad constante, en el estudio incansable, duro y fuerte en el trabajo. Oía con placer los consejos de sus amigos y respetaba la opinión de los doctos; pero cuando su convicción o su conciencia le impulsaban a obrar de una manera, todos los esfuerzos del mundo no fueran bastantes a desviarle de su propósito». Como veis Jovellanos era un carácter que oía el consejo de los sabios y atendía como un niño a la solicitud de la amistad; pero cuando tomaba una resolución, cuando en la cosa pública se afirmaba a un propósito; cuando él entendía que debía vituperar los actos de aquellos que gobernaban por derecho divino la nación o mostrarse inconforme con las liviandades de María Luisa, Jovellanos, como buen asturiano, como hombre de entereza, no se detenía ante el perjuicio que aquella censura y la oposición de sus austeros principios podía proporcionarle. Sólo iba al cumplimiento de su deber tal como él lo entendía. Su amor a la verdad créale grandes dificultades. Aunque se le reconoce talento tan superior que lo mismo diserta ante su pueblo que ante los doctos de la Academia acerca de la mejor manera de explotar los productos naturales de la tierra; que se

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inspira en la poesía y trata de literatura; que lo mismo emite su famoso informe sobre la Ley Agraria que habla al pueblo de la conveniencia de los medios de comunicación y dicta el hermoso escrito que hace la apología de Carlos III, el gran Rey que había impulsado nuestra nación por derroteros de progreso, precisamente la antítesis del otro Rey de su mismo nombre que le sucede, de Carlos IV, del que había de ser Jovellanos ministro; aunque se le reconocen estos méritos y nadie duda de su exquisito talento y todos le consideran un hombre superior y utilísimo para los negocios del estado, su amistad con Cabarrús, caído en desgracia, hace que Lorena, entonces ministro de Hacienda, consiga el encierro de aquél y enviar a Jovellanos a Asturias con el encargo de estudiar las minas de carbón. Aquel destierro en el fondo y aquella amargura por la que pasó al ver que sus servicios a la Nación son recompensados así, no abatieron nada su vigoroso espíritu. Este disimulado destierro marca, precisamente, una de las etapas más gloriosas de nuestra provincia. Durante ese destierro, en 1794, si no me es infiel la memoria, fundó el Instituto Gijonés, que entonces se llamó Real Instituto Asturiano. Él, que tanto trabajo para conseguirlo, sabía lo que esta obra de cultura significaba para el porvenir de nuestra Asturias. Hombre de temple tal que lo mismo intervenía en los asuntos públicos que predicaba moralidad; que disertaba acerca de literatura con la misma facilidad que estudiaba la mejor manera de explotar los productos naturales, fundaba ese Instituto que hoy justamente lleva su nombre, porque él estimaba que ese Instituto en el gran puerto de Gijón, en la hermosa villa en que había nacido, era el motor que había de impulsar el progreso de nuestra amada región. Las primeras asignaturas de la naciente institución denotan sus propósitos: matemáticas, física, mineralogía y náutica para crear hombres prácticos capaces de explotar los tesoros minerales que empezaban a descubrirse y de guiar, como hábiles pilotos, nuestros barcos a todas las partes del mundo. Todo su afán en aquel disimulado destierro fue obtener ventajas para la provincia, y así después del Instituto solicitó y obtuvo la construcción de la carretera de Oviedo a León, llamada Central de Asturias, de la que se le nombró Director.

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Comprenderéis que no es este el lugar ni yo soy el llamado a estudiar a Jovellanos desde los distintos puntos de vista que él se merece. En primer término porque aún siendo ésta una Sociedad Asturiana y estando todos en el deber de estudiar a nuestros grandes hombres, no es una sociedad política y fuera necesario que al hacer yo, modestamente, un estudio de Jovellanos, entrara en la crítica de los reinados en los que, como político, tomó él tan principal parte. Aparte de todo esto, señores, se ha escrito tanto de Jovellanos, tantos han sido los hombres que se han ocupado de esas eminencias del siglo XVIII, que sus obras, sus pensamientos, sus profundos estudios, toda la asombrosa actividad de su cerebro está analizada desde el punto de vista social, desde el punto de vista político, desde el punto de vista científico, desde el punto de vista literario; y es más, fue tan raro y privilegiado el talento de este hombre prodigioso, que ¡admiraos! todos los políticos, todos los partidos que después han ido destacándose al calor de la evolución política. Desde el más absoluto al más liberal, todos, absolutamente todos, quieren tener puntos de contacto con el gran Jovellanos. Y, efectivamente, el absolutista que mantiene la ortodoxia busca las obras de Jovellanos y encuentra en ellas algo que afecta a su causa, un moderno escritor le conceptúa como el precursor de la doctrina conservadora y los liberales, los republicanos y hasta los socialistas encuentran que Jovellanos ha sido uno de sus iniciadores. Y es, señores, que el talento y la rectitud de conciencia, cuando el hombre procede a impulsos del corazón, sean cuales fueren sus ideas, no puede proceder más que con arreglo a un principio inmutable: con sujeción a la Justicia. Jovellanos era esclavo de ese principio. Presenciando un día, allí en su querida provincia, que en una iglesia se le daba a los vaqueiros la comunión en la puerta, él clamaba porque llegara un día en que no se escarneciese a los pobres, a los humildes. Por este hecho y otros parecidos fue tildado de irreligioso. Nada más inexacto. Era religioso, sencillo, creía en Dios; pero consideraba la religión, no como dogma sino como base de principios morales para mejor estabilidad de la familia. A pesar

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de esto se buscaron motivos para que se le aplicaran las leyes religiosas de aquel tiempo y para que contribuyera el Santo Oficio a su segundo destierro por hereje. A indicación de Cabarrús fue designado ministro por el Príncipe de la Paz, en contra del parecer de la venal María Luisa, a quien no convenía cerca de la Corte un hombre de tan austeros principios morales. A su regreso de Asturias se encontró con la Corte en Aranjuez, Cabarrús le esperaba para decirle cómo y de qué manera había conseguido que se le nombrase Ministro y la oposición de la Reina. Don Melchor presintió que aquel nombramiento sería una gran desgracia no sólo para él sino para sus amigos. Su primer impulso fue no acercarse a la Corona y retroceder, pero la amistad hacia los hombres que habían de acompañarle en la dirección del Estado le hizo desistir de semejante actitud y fiel a sus principios, se dispuso a arrostrar los peligros que más tarde habían de llevarle conducido y sin miramiento alguno a la cartuja de Jesús Nazareno en Palma. La pérdida del poder y el destierro no le apenaron tanto como la calumnia de hereje en que se fundó su separación del ministerio, siendo él temeroso de Dios, amante del Trono, para el que quería un reinado justo y esplendoroso como el de Carlos III y no la caricatura que representaba el indolente Carlos IV, rodeado de su venática mujer, del mediocre Godoy y la turba de medianías aduladoras que rodeaban el trono, entre los que figuraba Caballero, su enemigo, que le sucedía en el Ministerio de Gracia y Justicia. A pesar del dictado de hereje, los buenos monjes de la Cartuja tuvieron para él sus más cariñosas atenciones y allí también aprovechó el tiempo en detenidos estudios de la botánica; más aquella vida tranquila y sosegada no podía complacer a sus enemigos a quienes molestaba que Jovellanos se dirigiese al Rey, no en queja, pues él no se quejaba de su destierro, sino pidiendo justicia, solicitando que se le juzgase y oyese. Su traslado al castillo del Bellver señala la época más penosa de nuestro egregio paisano. La vigilancia a que sus enemigos le someten es tan estrecha que hasta para las necesidades más íntimas ha de estar presente el oficial de guardia a fin de evitar que el criado hablarle

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ni facilitarle medios de comunicación con el exterior. Y en esta situación angustiosa, sin protestas, resignado a su desgracia, perdiendo la salud pero no las energías, le sorprende, después de algunos años de cautiverio, la Real Orden poniéndole en libertad, suscrita por el mismo ministro que había contribuido a perderlo, por Caballero. Los ejércitos de Napoleón habían puesto planta en nuestra patria; Jovellanos era libre; España ardía en guerra sangrienta contra el invasor, la misma libertad que disfrutaba era obra de la influencia napoleónica y en esta situación, enfermo de cuerpo y alma, todavía le quedaban alientos suficientes para rebelarse, para defender la integridad de su patria. Jovellanos fue un gran patriota. Muchos de sus mejores amigos habían aceptado el nuevo régimen y acataban la soberanía de José I como rey de los españoles impuesto por la autoridad guerrera del gran Napoleón Bonaparte. Jovellanos se mantiene fiel a sus principios y a su patria. Murat y el mismo Napoleón entienden que deben despachar correos directos para convencer al gran asturiano, para atraerle a su causa, sabiendo que es un espíritu abierto a todos los sentimientos de libertad y de justicia. A ello le excitan sus amigos y en los mensajes no sólo se le ofrece una cartera de ministro sino que se le promete una era de prosperidad y paz para su patria, asegurándole el desarrollo de su programa y su doctrina en el poder. Jovellanos sordo a todos los halagos prefiere ir modificando nuestras costumbres políticas, venciendo todos los obstáculos, destruyendo los malos hábitos de nuestros gobernantes, a ver dominado nuestro país y en manos extranjeras el cetro de nuestra patria. Miembro de la Junta Central para la defensa del territorio nacional, por nuestro Principado, en ella dio pruebas de su saber y con ella corrió los riesgos a que le expusieron sus enemigos internos y en su defensa escribió una de las páginas más hermosas que han salido de su pluma. Ya veis, señores, pálidamente, lo que fue Don Melchor Gaspar de Jovellanos; un político eminente y austero, un gran

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patriota, un gran sociólogo y el padre de las modernas teorías que en parte se están realizando en los países más adelantados y las que arrancan de ese famoso trabajo que se llama Informe sobre la Ley Agraria. Un hombre de estas condiciones, que tienen en el mundo de los inmortales un puesto tan elevado, bien merece lo que acaba de hacer el Centro Asturiano en su honor; bien merecido tiene que el Centro haya adquirido su retrato para que sea colocado en esta casa asturiana, en el departamento de estudios, en esa Biblioteca a la que se va a aprender y a meditar, para que se recuerde con admiración y con cariño la egregia figura de Jovellanos, el primer español, el hombre más eminente, el hombre más genial de la España del siglo XVIII16.

El éxito de esta velada jovellanista fue completo y, en palabras de los cronistas del acto, uno de los que hicieron época en el capítulo de grandes fiestas del Centro Asturiano de La Habana. A partir de la colocación del retrato de don Gaspar17 y hasta la desaparición de la asociación, la narración de la vida y obra de Jovellanos se iría convirtiendo en un acto habitual y periódico entre los organizados por la Sociedad astur-cubana. Así, dos años más tarde, ahora en el transcurso de la velada anual correspondiente a la entrega de premios a los alumnos de las escuelas del Centro Asturiano, ahora ya conocidas como «Escuelas Jovellanos» o «Plantel Jovellanos», la vida la vida de Jovellanos volvió a ser rememorada, en esta ocasión por el abogado Antonio García Hernández, «dominador del tema y quien rindió un fervoroso homenaje al ilustrado polígrafo asturiano»18.

16 Discurso recogido en GARCÍA, Oscar, El Libro del Centro Asturiano de La Habana, La Habana, 1928, págs. 145-149. 17 El retrato de Jovellanos, copia de Álvarez Sala, desapareció en el incendio que destruyó las instalaciones del Centro Asturiano en la mañana del día 24 de octubre de 1918. 18 Ibídem, pág. 181.

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El nombre de Jovellanos era el más adecuado para el Plantel, como años más tarde justificaría de forma razonada Antonio Iraizós, subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes de la República cubana, en la apertura del curso de las Escuelas del Centro, celebrada en el Teatro Campoamor de La Habana el 14 de septiembre de 1924: Lleva el nombre preclaro de Jovellanos vuestro plantel. Ningún nombre más apropiado. ¡Qué manera más gallarda y hermosa de rendir los hijos de Asturias tributo de admiración y afecto, al varón esclarecido, gloria del Principado y gloria de España, honra de su siglo y honra de la Humanidad! Si en el campo de las letras aquel polígrafo extraordinario tocó casi todos los géneros con su talento portentoso, y acaso en alguno de ellos su espíritu recto y austero, ajustado a la tendencia seca y preceptiva imperante, contuvo los arrebatos de su imaginación espléndida, no hay duda de que fulge todavía su altísima personalidad moral, la entereza y civismo de su carácter y tiene una significación valiosa que no puede la acción destructiva del tiempo, ni el cambio de los valores estéticos, negar su justa fama: son sus ideas pedagógicas, que mueven al agradecimiento de todos los que a la enseñanza se dedican. Con la visión serena del porvenir de su patria, lleno de un liberalismo que no rebasó nunca la ortodoxia de sus principios ético, comprendió los males de sus tiempos, y con su palabra y su acción señaló los remedios y tendió las alas de su esperanza a conquistar lo futuro. Intuición magnífica de las modernas normas pedagógicas, demostró cuando pedía que se sacudieran las cadenas de la imitación, que se separaran del rebaño de los copiadores y que se atrevieran a subir a la contemplación de la Naturaleza. Elocuente cuando decía: si algo sobre la tierra merece al nombre de felicidad, es aquella interna satisfacción, aquel íntimo sentimiento moral que resulta del empleo de nuestras facultades en la indagación de la verdad y en la práctica de la virtud; y vidente y sabio, escribía informes y memorias, levantaba centros de enseñanza, procurando el mejoramiento de su pueblo y aconsejando una preparación científica e industrial que le pusiese en posesión de todas las riquezas naturales, y le habilitara para surcar todas las latitudes con su comercio; pedía, en fin, una cultura general y armónica, donde

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el poder de la reflexión y los anhelos espirituales satisficiesen las nuevas demandas de la civilización y del progreso, y donde el maestro, al poner la mente infantil en contacto directo con la obra del Todopoderoso, pudiese recibir de ella las impresiones más nobles, más fuertes y más santas19. Aunque fueron muchas las vicisitudes que años más tarde y durante largo tiempo hubo de solventar el Centro Asturiano, la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos había quedado ya definitivamente identificada con la señera institución asturiana en Cuba. En el transcurso de este tiempo, el «Plantel Jovellanos» del Centro Asturiano de La Habana, aunque tendría que adaptarse a los cambios impuestos por el final de la emigración española a Cuba, seguiría desarrollando sus actividades docentes para sus socios adultos y, sobre todo, para sus socios infantiles, ahora casi en su totalidad de nacionalidad cubana. El retrato de Jovellanos destruido en el incendio de 1918 no fue restituido en el nuevo palacio social del Centro inaugurado a finales de 1927, sin embargo, en febrero de 1952, se colocó un busto del ilustrado gijonés en las instalaciones utilizadas en este edificio por el Plantel de enseñanzas. Era el llamado «Rincón de Jovellanos», que se situaba enfrente al anteriormente establecido en honor de José Martí, cuya inauguración se efectuó el 9 de febrero, en una concurrida velada en la que participó como conferenciante el ilustre cubano Dr. Roberto Agramonte, para quien enaltecer una figura española de la jerarquía de don Gaspar Melchor de Jovellanos era una honra «que sabemos apreciar en todo su valor. Convivir intelectualmente con una personalidad de sus dimensiones es sentir el orgullo de la comunidad en el ancestro y la cultura. Los asturianos de Cuba, que han sabido levantar estos monumentos de esfuerzo y tenacidad que son sus asociaciones cooperativas, pueden ostentar en lo adelante un nuevo galardón: haber levantado, como ejemplo de la España inmortal, el busto de este noble grande de las letras, de la política, de la economía y de

19

Ibídem, págs. 292-293.

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la justicia de su patria, pues la patria de la virtud es la misma para todos los hombres de la tierra»20. Cuatro años después, desde el inicio del curso académico 1956-1957, el Plantel Jovellanos alcanzaba un pretérito anhelo y quedaba definitivamente instalado en un hermosos edificio, construido por el Centro Asturiano en la llamada finca «San José» o «Trujillo», con frente a la Calzada de Buenos Aires, que se comunicaba por el fondo con la Casa de Salud «Covadonga», el prestigioso sanatorio de la institución asturiana. Y, hasta la incautación del Centro por el gobierno revolucionario cubano en el verano de 1961, el Plantel Jovellanos continuaría desarrollando una importante labor de instrucción primaria para el pueblo cubano.



20

Centro Asturiano de La Habana, Memoria de 1952, La Habana, 1953, pág. 52.

Bibliografía Jovellanista Apéndice IV por Orlando Moratinos Otero

NOTA

El transcurso de un solo año ha sido suficiente para localizar nuevos registros jovellanistas en diferentes medios escritos o electrónicos. Con éstos y aquellos otros no incluidos hasta la fecha (obras, ensayos, artículos o referencias), la Bibliografía Jovellanista se enriquece día a día, procurando lograr un doble resultado en el aspecto histórico-bibliográfico: por una parte, la aportación de una herramienta útil a la investigación sobre Jovellanos y su época y, por otra, ser fiel testigo de la trascendencia en la historiografía dieciochesca, especialmente de la obra y las ideas de Jovellanos. En este nuevo Apéndice se mantiene la pauta de los anteriores y se continúa la numeración corrida. Como complemento, en algunos registros se ha introducido una pequeña síntesis, en forma de nota descriptiva, con el objeto de ayudar al lector a decidir si necesita acudir al texto que pretende consultar. El autor Gijón, diciembre de 2003 [email protected]

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ABREVIATURAS art./arts.

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También editor/es

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reseña/s bibliográfi -

edit.

editorial

est. tip.

establecimiento tipográfico

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revista

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sin año de edición conocido

s.e.

sin mención del edi tor

s.l.

sin lugar de edición

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selección

seud.

seudónimo

indistintamente

ss.

siguientes

il.

ilustraciones

tall./s

taller/es

int.

introducción

t/tt.

tomo/s

lám./s.

lámina/s

trad.

traducción

lib.

libro

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véase (ficha entrada

may.

mayor

men.

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vol./s

volumen/es

ms./mss.

manuscrito/s

vda.

viuda

n./s

nota/s

vv. Aa.

varios autores

registro)

Bibliografía Jovellanista

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SIGLAS1 AABADOM. AHDE AHN. BAE. BA. BBMP. BHi. BIDEA. BMP. BOCES.XVIII BRAH. CAA. CAE. CEHIMO. CES. XVIII CSIC. ICE. IDEA. IFES. XVIII MAPA MyC. RAE. RAH. RIDEA RSMAP. RDP. RHE. R.CC. RL. ROCC. RUO.

1

registro.

Boletín de la Asociación Asturiana de Bibliotecarios, Archiveros, Documentalistas y Museólogos (Oviedo). Anuario de Historia del Derecho Español (Madrid). Archivo Histórico Nacional (Madrid). Biblioteca de Autores Españoles. Biblioteca Asturiana del P. Patac (Gijón). Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo (Santander). Bulletin Hispanique (Burdeaux). Boletín del Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo). Biblioteca Menéndez Pelayo (Santander). Boletín del Centro de Estudios Siglo XVIII (Oviedo). Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid). Caja de Asturias (Oviedo). Cuadernos Aragoneses de Economía (Zaragoza). Centro de Estudios de Historia de Monzón. Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII (Oviedo). Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid). Información comercial Española (Madrid). Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo). Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII (Oviedo). Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Madrid). Moneda y Crédito (Madrid). Real Academia Española (Madrid). Real Academia de la Historia (Madrid). Real Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo). Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Revista de Derecho Político (Madrid). Revista de Historia Económica (Madrid). Revista de las Ciencias (Madrid). Revista de Literatura (Madrid). Revista de Occidente (Madrid). Revista de la Universidad de Oviedo.

Se refiere a las siglas que se vienen utilizando desde el primer

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I EDICIONES DE OBRAS DE JOVELLANOS Obras completas, parciales y antologías (Por orden cronológico)

2668

Jovellanos, Gaspar Melchor de.- Il reo per onore ossia il delinquente onorato commedia urbana in cinque atti. Tradotta dal castigliano dal signor abbate d. Antonio Garzia.- Venezia, presso Andrea Santini, 1807.- XVI, 149 págs., [3] págs.- En 8º.

2669

— Representación dirigida desde Muros de Noya, en marzo de 1810 al Consejo de Regencia. Por los Vocales de la Junta Central Don Gaspar [Melchor] de Jovellanos y Marqués de Campo-Sagrado y extendida por el primero.- Mallorca, Melchor Guasp, [S.a.].- 30 págs.

2670

— Borrador de la carta dirigida por Gaspar Melchor de Jovellanos a los pueblos de Asturias para promover la suscripción en favor del Real Instituto Asturiano. Autógrafo [Manuscrito]. Acompaña impreso.- Oviedo, en la Oficina de D. Francisco Cándido Pérez Prieto, único impresor del Principado, año de 1811.- 2 bifolios, papel.- 29,7 x 20,5 cm.- 20,3 x 14,6 cm.

2671

— Tragi-commedia in prosa Il delinquente onorato caso accaduto in Segovia l’anno 1738. Tradotta dall’idioma spagnuolo nell’italiano dall’ab. D. Francesco Pomares spagnole.- Roma, Carlo Mordaechini, 1816.- 64 págs.- En 12º.

2672

— Du Pain et des courses de taureaux, discours prononcé à Madrid, en 1796, dans l’enceinte où ont lieules courses de taureaux / par don Melchor de Jovellanos. Trad. al francés por Manuel Galo de Cuendias.- Toulouse, J. M. Corne, 1837.- 71 págs.- 21 cm.

2673

— Don Torquato Ramirez; dramma in cinque atti / del signor Jovellanos; tradotto dallo spagnuolo da Antonio Madernino Gresti.- Milano, P. M. Visaj, 1844.- 80 págs.- 24 cm.

Bibliografía Jovellanista

85

2674

— «El delincuente honrado». En El teatro español. Historia y antología. (desde sus orígenes hasta el siglo XIX). Estudios, retratos literarios, notas de Federico Carlos Sainz de Robles.Madrid, M. Aguilar, [Bolaños y Aguilar], 7 vol., 1942-1943.Págs. 599-652.-14 cm.

2675

— Teatro español del siglo XVIII; antología. Ed., estudio preliminar y bibliografía seleccionada por Jerry L. Johnson.Barcelona, Bruguera [1972]. Col. Libro clásico, 102.- 888 págs.18 cm. Entre otros, contiene «El delincuente honrado».

2676

— «Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas, y su origen en España». En La España del siglo XVIII y su valoración por la Ilustración germánica: dos perspectivas.- München, Spanisches Kulturinstitut, Col. El Arcaduz, 8, 1990.- 133 págs.- 30 cm.

2677

— Prosa selecta. Ed. de Ana María Freire López.- Sant Andreu de la Barca, Barcelona, J. M. Ollero y Ramos S.L., Random House Mondadori S.A., Col. Clásicos comentados, 23, 2002.- 220 págs.- 18 x 11,5 cm.

2678

— Cartas del viaje de Asturias. (Cartas a Ponz). Ed. de Álvaro Ruiz de la Peña y Elena de Lorenzo Álvarez.- Oviedo, Ed. KRK, 2003.- 169 págs.- 24 x 17 cm.

2679

— Antología. Ed. de Teresa Caso.- Oviedo, Ed. Nobel, Biblioteca Básica de Autores Asturianos, 2, 2003.- 213 págs.22 x 15,5 cm. Selección de poesía, prosa, correspondencia y fragmentos del «Diario» escritos entre 1768 y 1810, con especial atención a los de temática asturianista. La obra poética está representada por epístolas y sátiras. La correspondencia por 56 cartas. Tres cartas del Viaje de Asturias (6ª, 7ª y 8ª), las ordenanzas del

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Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía; cinco textos con discursos, informes y memorias, y 23 fragmentos del «Diario» completan la obra.

II ESTUDIOS, ENSAYOS Y ARTÍCULOS SOBRE JOVELLANOS (Por orden alfabético del primer apellido del autor)

2680

Adaro Ruiz, Luis.- Jovellanos y la minería en Asturias.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias y Unión Española de Explosivos S.A., 2003.- 481 págs.- 23,5 x 17 cm. Res. bibl. de Pedro García-Rendueles Aguado. Oviedo, La Nueva España (Gijón), 28 de abril, 2003, pág. 2.

2681

Aguilar Piñal, Francisco.- «Jovellanos y la aguas de Trillo». En Salina, Revista de Lletres, 16. Tarragona, Facultat de Lletres. Universitat Rovira i Virgili, 2002.-Págs. 107-108. En el último cuarto del siglo XVIII la política sanitaria de la Ilustración española apoyó la puesta en funcionamiento del Real Balneario de Carlos III en el pueblo de Trillo, al que acudió Jovellanos entre 1798 y 1808 para sanar de un estreñimiento crónico y de molestias digestivas.

2682

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— Rasgos y riesgos del desencanto astur. Pról. de Juan Ramón Pérez las Clotas.- Gijón, La Industria, 1987.- 359 págs.- 24 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 21, 25, 31, 78, 79, 112, 159, 167, 277, 301.

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— «Orígenes, posteridad y colaterales de Ceán Bermúdez». En Revista Ateneo Jovellanos, núm. 5. Gijón, abril, 2003.- Págs. 34-35.- 29,5 x 21 cm. Breve repaso a la vida de Ceán Bermúdez, casi paralela con la de Jovellanos, en el que Álvarez-Valdés da fe de que la familia Ceán Bermúdez entronca, a través de Beatriz, su hija, con la gaditana familia de los Ruiz de Arana, uno de cuyos hijos, José Ruiz de Arana, esposo de la condesa de Sevilla la Nueva, fue Secretario de S.M., caballero de varias órdenes civiles y militares.

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«Las armas y las letras». 23 de abril, 2003.- Pág. 10. «Amores y descendencias». 24 de abril, 2003.- Pág. 9. «El alférez mayor de Gijón». 25 de abril, 2003.- Pág. 10. «Regidor de la villa y concejo de Gijón». 26 de abril, 2003.Pág. 10. • «Director del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía». 30 de abril, 2003.- Pág. 8. • «Testamento, muerte y reconocimiento». 1 de mayo, 2003.Pág. 8. 2759

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Martín Herrero, Ramón.- Un siglo de reforma política y literaria. España 1750-1850. (Cultura dirigida y cultura popular - Parnasillo

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— «Unos versos que no escribió Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España, 27 de enero, 1944.- Pág. 5. El autor se refiere a unos versos escritos a punzón en la pared del Castillo de Bellver. Descarta, por varias razones, la autoría de Jovellanos.

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Martínez Lorca, Andrés.- (Vid. 2845).

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Mases, José Antonio.- (Vid. 2858).

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Mato Díaz, Ángel.- (Vid. 2866).

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Ocampo y Suárez-Valdés, Joaquín.- «Caminos y economía (II): Jovellanos y la carretera de Castilla (un informe y tres cartas inéditas)».- Oviedo, CES. XVIII, 10 y 11, IFES. XVIII, 2000-2001.- Págs. 75-91.- 24 x 17 cm.

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Pérez Las Clotas, Juan Ramón.- (Vid. 2886).

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Pérez Mateos, Juan Antonio.- Los confinados. Relato vivo de los desterrados. Pról. de Ricardo de la Cierva.- Barcelona, Plaza & Janés, Col. El Arca de papel, 127, 1973.- 352 págs.- 22 x 15 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 22-23.

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Pérez Sánchez, Alfonso E.- Catálogo de la Colección de Dibujos del Instituto Jovellanos de Gijón.- Gijón, Ayuntamiento de Gijón, Museo Casa Natal de Jovellanos, KRK Ediciones, 2003.- 668 págs.- 27,5 x 22 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 15-20, 22-32, 34-37, 217, 234, 484, 490. Nueva edición del «Catálogo» del legado de dibujos de Jovellanos a través de 320 láminas y 404 dibujos reproducidos.

Bibliografía Jovellanista

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Constituye el estudio más actualizado y novedoso de los existentes. El autor ofrece como novedades atribuciones personales a Benefial, Cambiaso, Caravaggio, Carraci, Caxés, Conchillos, Domenichino, Rafaelino del Garbo, Lucas Jordán, Herrera Barnuevo, Saraceni o Tibaldi en dibujos antes imperfectamente catalogados.

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Pérez Samper, María Ángeles.- La España del Siglo de las Luces.- Barcelona, Ariel, 2000.- 256 págs.- 21 x 13 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 11, 38-39, 40-41, 47, 52-54, 100, 103-104, 127, 133-134, 140, 212-213, 221-222, 226, 246.

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Piñera, Luis Miguel.- «Un retrato de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España (Gijón), 1 de agosto, 2003.- Pág. 4. Reproducción de una serie de acuerdos, reflejados en sendas actas municipales de Gijón, que se refieren al encargo de un retrato al pintor Ignacio Suárez Llanos (1868) y, otras que tratan sobre la desestimación de compra del cuadro de Jovellanos pintado por Goya, aduciendo razones de escasez de recursos.

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Pomares, Francesco.- (Vid. 2671).

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Porta Allende, Xuan.- «Iniciativa llexislativa dedicada a Xovellanos».- Oviedo, La Nueva España (La Nueva Quintana), 11 de marzo, 2003.

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— «Los Jovellanos de Gijón».- Oviedo, La Nueva España (Gijón), 18 de febrero, 2003.- Pág. 8.

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— «Himno y cantata».- Oviedo, La Nueva España (Gijón), 3 de mayo, 2003.- Pág. 8.

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— «Flórez Estrada y la parroquia de San José».- Oviedo, La Nueva España (Gijón), 15 de agosto, 2003.- Pág. 2.

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— «Las estatuas de Pelayo y de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España (Gijón), 3 de agosto, 2003.- Pág. 6.

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Reglá, J.- (Vid. 2865).

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Riaño M.- «Díaz Padrón da la razón a Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España, 23 de noviembre de 2003.- Pág. 56. El profesor Díaz Padrón, ilustre conservador del Museo del Prado, confirma que el boceto de «Las Meninas», que poseyó el ilustrado asturiano y hoy se conserva en Kingston Lacy (Gran Bretaña), fue pintado por Velázquez.

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Robles Piquer, Carlos.- (Vid. 2687).

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Roces Felgueroso, Carlos.- «Los documentos de la familia Patac».- 2003.- Oviedo, La Nueva España (Gijón), 8 de mayo, 2003. «Más Gijón». Pág. 10.

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Rodríguez Vigil, Juan Luis.- El confín del Santo Oficio. Inquisición, inquisidores y reos en las Asturias de Oviedo.- Oviedo, Ed. Nobel, Col. Jovellanos de Ensayo, 16, 1998.- 407 págs.- 21 x 14 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 14, 37, 140, 160, 231, 239, 240, 241, 242, 244, 254, 272-273, 315, 316, 317, 318, 319, 320, 321,

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328, 333-341, 345, 353. n. 34, n. 247, n. 248, n. 250, n. 298 bis. - n. 311. El autor trata de clarificar cómo el Santo Oficio no puso excesivo celo en controlar el territorio asturiano debido al escaso riesgo de la existencia de herejes. Así todo, los efectos de la intolerancia religiosa fueron intensamente percibidos y sufridos por la sociedad asturiana. Finalmente, Rodríguez-Vigil hace un repaso a las actitudes de quienes en mayor medida se opusieron al poder del Santo Tribunal; por ello dedica un buen número de páginas a reflejar las ideas de Jovellanos, Campomanes, Feijoo y Rubín de Celis.

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Rodríguez Muñoz, Javier.- (Vid. 2866).

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Román, Arturo [Seud.].- «La peluca de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España (Gijón), 10 de agosto, 2003.- Pág. 39.

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Ruiz de la Peña, Álvaro.- (Vid. 2679).

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Sainz de Robles, Federico Carlos.- (Vid. 2674).

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Sánchez-Blanco, Francisco.- El Absolutismo y las Luces en el reinado de Carlos III.- Madrid, Marcial Pons, Historia, 2002.454 págs.- 21 x 13,5 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 50, 142, 154, 155, 193, 194, 196n, 211n, 269-271, 279, 302, 304, 314, 323, 324, 326, 333, 336, 372, 394n, 406, 425, 438. Res. bibl. de Ricardo García Cárcel, «Las raíces del patriotismo constitucional». En ABC Dominical, Madrid, 26 de agosto, 2002. A Carlos III no se le presenta como un rey ilustrado, sino como rey absoluto, con pocas luces y sordo a los signos de los tiempos. En este ensayo se exponen las tesis centrales de lo que fue la Ilustración durante su reinado, prescindiendo de la categoría de “despotismo ilustrado” que se ha venido imponiendo a la época y subrayando, en cambio, la existencia y vitalidad de otro tipo de pensamiento, la filosofía de las Luces, que no encontró buena acogida en los medios oficiales.

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Sánchez Jiménez, Antonio.- «¿Elogio o espejo de príncipes?: el Elogio de Carlos III de Jovellanos frente al reinado de Carlos IV».- Charlottesville, The University of Virginia, Dieciocho, Hispanic Enlightenment, XXV, 1, 2002.- Págs. 39-48.

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Boletín Jovellanista IV - 2003. Orlando Moratinos Otero

El autor trata de dar a conocer un texto inédito que lleva por título Curso de Cosmografía del Rl. Instituto Asturiano año de 1816. Para ello, parte de la Ordenanza Provisional para el Gobierno del Real Instituto Asturiano, fechada de puño y letra por Jovellanos el 20 de julio de 1793.

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Vv. Aa.- Bellver 1300-2000. 700 anys del castell.- Palma, Ajuntament de Palma, Servei d’Arxius i Biblioteques, 2001.88 págs.- 27 x 19 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 7, 44, 56-57, 64, 67, 69, 83-84, 88.

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Vv. Aa.- Boletín Jovellanista.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, III, 2002.- 242 págs.- 24 x 17 cm. Contiene: • Cueto Fernández, Vicente.- «El monumento a Jovellanos», págs. 9-28. • Fernández Méndez, Servando. «Jovellanos y Puerto de Vega», págs. 29-46. • Noriega Iglesias, Juan Ignacio y Vicente Cueto Fernández.«Aquellos “mundos” de Jovellanos», págs. 47-71. • Guzmán Sancho, Agustín.- «Jovino en Villafranca». págs. 75-84. • Menéndez Peláez, Jesús. «Evocación jovellanista en el Día de la Poesía en Villafranca del Bierzo», págs. 97-110. • Álvarez-Valdés y Valdés, Manuel.- «Presentación Biografía de Julio Somoza», págs. 115-129. • Moratinos Otero, Orlando.- «Bibliografía Jovellanista. Apéndice III», págs. 131-183. • M. A.-V.- «In Memoriam Roberto Paraja Álvarez», págs. 186-188. • A.G.S.- «La vitrina del Padre Patac», págs. 191-194. • Menéndez Peláez, Jesús.- «La Fundación Foro Jovellanos inicia una nueva singladura», págs. 195-209.

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Boletín Jovellanista IV - 2003. Orlando Moratinos Otero

Vv. Aa.- Mesta, trashumancia y lana en la España moderna.Barcelona, Crítica, Col. Crítica / Historia del mundo moderno, Fundación Duques de Soria, 1998.- 415 págs. + mapas.- 20 x 13 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 23 y n. 8, 26 y n. 12, 42-43, 44, 45-46, 54, 64, 71, 72 y n. 21, 84, 85 y n. 57, 89, 293.

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Vv. Aa.- Compilación de José Antonio Mases. Pról. de Juan Cueto.- Escrito sobre Gijón. Selección de textos desde la antigüedad a nuestros días.- Oviedo, KRK Ediciones, Ayuntamiento de Gijón, 2002.- 987 págs.+28 hh., fot.- 18 x 12 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 19, 27, 37, 93, 100, 107, 111, 115, 118, 120, 123, 124, 131, 132, 135, 141, 145, 151, 158, 164, 167, 168, 174, 201, 213-215, 225, 233, 234, 240, 253, 272, 276-279, 284, 370, 415, 433, 435, 438, 439, 467, 470, 471, 481, 522, 523, 554, 556, 591, 597, 607, 610, 616, 628, 630, 665-667, 676, 689, 690, 702, 713, 726, 738, 739, 757, 763, 774, 787, 788, 791-793, 798, 818-821, 825, 835, 837, 838, 843, 844, 849-852, 861, 866, 875, 908, 935, 947. Antología sobre la villa de Gijón donde se traza, a través de cientos de textos, una insólita línea desde la antigüedad hasta la posmodernidad. El compilador los ha tomado de cientos de autores y textos extraídos de libros de historia, novelas, ensayos, poesías, epistolarios y cualquier género escrito.

2859

Vv. Aa.- Antología de poetas asturianos. Jovellanos, Campoamor, Pérez de Ayala, Alfonso Camín, Teodoro Cuesta, Ángel Pola, Pepín de Pría, Joaquín Bonet, Constantino Cabal, etc.- Prol. de Pachín de Melás. Portada e il. de Germán Horacio.- Madrid, Los Poetas, Imp. de Sordomudos, 57, 1929.-78 págs.- 17 x 12 cm.

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Zorrozúa, Pilar.-«Literatura femenina en la España del siglo XVIII». En Actos de la XIX Selmana de les Lletres

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Asturianes, dedicada a Xosefa Xovellanos, 1745-1807.- Asturies, Principáu d’Asturies, Conseyería de Cultura, Serviciu d’Enseñanza Llingüística, Col. «Documentos», 26, 1998.113 págs. il.- 24 cm – Sobre Jovellanos vid. págs. 9-29.

ESTUDIOS, ENSAYOS Y ARTÍCULOS SOBRE JOVELLANOS ANÓNIMOS (Por orden alfabético)

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«El mejor homenaje a Jovellanos».- 1944.- Oviedo, La Nueva España, 6 de abril, 1944.- Pág. 8.

2862

«Gijón conmemora el segundo centenario del nacimiento de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España, 6 de enero, 1944.Pág. 4.

2863

«La figura de Jovellanos».- Oviedo, La Nueva España, 18 de Setiembre, 1940.- Pág. 2.

ARTÍCULOS Y CITAS EN DICCIONARIOS Y ENCICLOPEDIAS (Por orden cronológico)

2864

Vv. Aa.- «Jovellanos». En Historia de la literatura Española. Desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Vol II.- Madrid, Ed. Cátedra, Crítica y Estudios Literarios, 1990.- 404 págs.- 25 x 17 cm. – Sobre Jovellanos vid. págs. 91, 832-833, 838-842, 859, 869870, 881, 885-886, 896, 944, 1265.

2865

Vv. Aa.- Diccionario Literario de obras y personajes de todos los tiempos y de todos los países.- Traduc. y adaptación, Valentino Bompani, Editor.- Barcelona, Hora, 1992.- 20 x 15 cm.

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Boletín Jovellanista IV - 2003. Orlando Moratinos Otero

Contiene: • • • •

«Jovellanos». T-I, pág. 262. E. Lunardi.- «Delincuente honrado, El», T. II, pág. 866. J. Molas.- «Elogio de las bellas artes». T. IV, págs. 436-437. L. Monreal.- «Informe en el expediente de la Ley Agraria». T. VI, pág. 167. • J. Reglá.- «Memoria en defensa de la Junta Central». T. VII, pág. 31. • N. González Ruiz.- «Pelayo», T: VIII, págs. 10-11. • A. Pacheco.- «Poesías», T. VIII, pág. 326. 2866

Vv. Aa.- Diccionario Histórico de Asturias. Oviedo, Edit. Prensa Asturiana, S.A., La Nueva España, 2002.- 29 x 22 cm. Contiene: • Rodríguez Muñoz, Javier (J.R.M.).- «Colección de Asturias», págs. 248-249. • Mato Díaz, Ángel (A.M.D.).- «Instituto de Jovellanos», págs. 573-575. • Rodríguez Muñoz, Javier (J.R.M.).- «Jovellanos y Jove Ramírez, Gaspar Melchor de», págs. 583-585.



II Hemeroteca

El Real Club Astur de Regatas nombra socio de honor a Francisco Álvarez Cascos El 14 de febrero de 2003 tuvo lugar en el Real Club Astur de Regatas una comida-homenaje en la que le fue entregado a nuestro patrono, don Francisco Álvarez-Cascos, el nombramiento de socio de honor de tan distinguida entidad gijonesa. En ella pronunció el homenajeado las siguientes palabras, que por su contenido jovellanista traemos a nuestro «boletín».

Discurso de agradecimiento* por Francisco Álvarez-Cascos Fernández

Recibo con inmensa gratitud, con indisimulado orgullo y con una honda emoción este título tan honroso que me habéis concedido de Socio de Honor. Siempre me he sentido orgulloso de mi doble origen asturiano, luarqués por mi padre, gijonés por mi madre, y de ello presumo todo lo que puedo. Hace unos meses tuve la oportunidad de presumir de Gijón como sede del Consejo Europeo de Transportes, como hace cuatro años disfrutamos de la mejor exposición de pintura conmemorativa del Centenario del 98, o de la más importante presencia de pintura de Goya nunca vista en España, fuera de Zaragoza o de Madrid, con ocasión del 2º Centenario del ministerio de Jovellanos. Si presumir es tener un alto concepto de algo, reconozco mi pecado de tener el más alto concepto imaginable de Gijón, sólo superado en España por el reconocidísimo concepto de Sevilla que tienen los propios sevillanos, que con sana envidia yo admiro, y me gustaría que imitáramos con éxito los gijoneses a la hora de defender nuestra ciudad. Dicen que el orgullo se perdona cuando procede de causas nobles y ninguna puede serlo tanto como el motivo de afecto y de amistad que esta noche nos reúne aquí. Hace ochenta años, en el verano de 1923, el entonces Presidente del Congreso de los Diputados, Melquíades Álvarez, recibió el título de Socio de Honor

* Fue pronunciado el viernes, 14 de febrero de 2003, en el Real Club Astur de Regatas de Gijón, y publicado por toda la prensa local al día siguiente.

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del RCAR. Me gustaría que me permitierais hacer mías algunas de sus palabras de aquel día: «Aquí veo representaciones separadas por el abismo de las ideas, pero no por los efectos del corazón. No me desvanecen las alturas. Soy inflexible en el cumplimiento de mi deber. Cuando recuerdo lo que fui y recuerdo dónde me hicieron llegar las circunstancias, no puedo olvidar mi procedencia humilde, ni la modestia de mi cuna, ni el encanto inefable de mis primeros años. No olvido a los humildes. Soy el Melquíades que todos conocisteis». Este título de Socio de Honor que recibo con orgullo de vosotros, mis amigos gijoneses, es un motivo más para sentir reafirmadas las raíces y para recordarme siempre el norte verdadero de lealtad a uno mismo y a todos vosotros, que me sigan haciendo acreedor a la distinción. Para que la gratitud que intento transmitiros sea mucho más que una respuesta de cortesía, os reconozco mi deuda personal y me comprometo a redoblar mis esfuerzos y elevar mi autoexigencia para poder cancelarla con el tiempo. Recibo el titulo de Socio de Honor con más motivación que conformidad. Estamos haciendo muchas cosas pero quedan muchas más por hacer en Gijón y este reconocimiento de hoy me da ánimos para seguir superando las metas trazadas. En Gijón todos los ciudadanos somos depositarios de la herencia y de las ideas de Jovellanos. Hace doscientos años, a nuestro más ilustre paisano, a pesar de las dificultades que le tocó vivir, las mezquindades que se cometieron con él, y las penalidades que tuvo que soportar, nunca le pudo ni el pesimismo ni el conformismo. Del mismo modo que el compromiso absoluto con su tierra gijonesa y asturiana nunca fue incompatible ni le apartó del compromiso con España, su patria. Por eso hoy, cada vez que levantamos la vista para buscar nuevas ideas y nuevos caminos, seguimos encontrando la referencia insuperable de Jovellanos. Jovellanos unió inseparablemente el progreso de Gijón al de Asturias en torno a cuatro ideas matrices para remover los obstáculos que se oponían entonces, y ahora, al progreso.

Discurso de agradecimiento

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Primera, las comunicaciones interiores concentradas en la Carretera Carbonera, abortada por el ruinoso proyecto de hacer navegable el río Nalón de Casado de Torres. Medio siglo después lo hizo realidad Alejandro Aguado (Marqués de las Marismas del Guadalquivir), pero se perdieron 50 años. Segunda, las comunicaciones con la Meseta representadas por el Camino de Castilla que había promovido antes que él su paisano Campomanes y que estaba parado. Tercera, la libertad de comercio en cuyo nombre patrocinó las mejoras del puerto y el establecimiento de la Aduana en Gijón, para equipararlo a La Coruña, Santander o el País Vasco. Jovellanos soñaba con «un día en que ninguno aspire a más ventajas que las que le ofrezcan su situación y la instrucción, la industria y la actividad de sus naturales. Entonces, el comercio de Asturias, sin ser más que lo que la Naturaleza y la Razón quieran que sea, será de los más poderosos del Reino»1. Estas tres ideas matrices hoy se traducen multiplicadas por dos. Donde Asturias necesitaba un puerto hace doscientos años, hoy necesitamos un puerto y un aeropuerto, y donde necesitaba una carretera interior y otra hacia Castilla, hoy necesitamos esas mismas carreteras llamadas autovías del Cantábrico y de la Meseta, y unos nuevos ferrocarriles de Alta Velocidad conocidos como variante de Pajares, como el metrotrén y como el AVE del Cantábrico. Unas están más cerca, como el aeropuerto, la Autovía del Cantábrico hacia Oriente, el metrotrén o la Autovía de la Meseta. Otras están a medio camino, como la ampliación del puerto de El Musel, la Autovía del Cantábrico hacia Occidente o la variante de Pajares. Y otra comienza ahora, como el AVE del Cantábrico, que será la última en concluir desde Bilbao hasta Ferrol, pasando por Gijón. Pero por primera vez en doscientos años, Gijón y Asturias tienen todo en marcha, todo completo para ponernos al día en comunicaciones, si nadie lo impide.

01

JOVELLANOS, Gaspar Melchor de. Apuntamiento para el diccionario de Martínez Marina sobre Gijón. 1804.

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La cuarta y última idea matriz de Jovellanos era la formación y las luces, proyectadas en el Real Instituto que él gestó, vio nacer y vio morir. Pero sobre el que nunca le abandonó la esperanza. «¿Quién sabe si este niño renacerá algún día de sus cenizas?»2 Ese niño que Jovellanos no vio crecer porque lo impidieron las envidias y los fulanismos de sus contemporáneos, capaz de aportar buenas luces a la sociedad, hoy se llama Universidad Politécnica, la universidad que le falta a Asturias para sumar capacidades a la tradicional Universidad de Oviedo, y que en homenaje a Jovellanos algunos soñamos que se haga realidad antes de 2011, para que conmemoremos el 200 aniversario de su muerte con algo más que con discursos retóricos. Llevo ininterrumpidamente casi 25 años desempeñando, en representación de los gijoneses y de los asturianos, cargos públicos en el Ayuntamiento, en la Diputación Provincial, en la Junta General del Principado, en el Senado, en el Congreso y en el Gobierno de España. A todos vosotros estoy agradecido por la confianza concedida, y esta noche también quiero hacerlo con José María Aznar de manera muy especial porque me ha brindado la oportunidad de trabajar desde la Vicepresidencia, primero, y desde el Ministerio de Fomento, hoy, para hacer realidad estos proyectos que miden nuestra capacidad de respuesta a los retos de Asturias. En la política no es lo mismo ser que estar. Ser es superarse y hacer cosas. Estar es sobrevivir y mantenerse, aún sin hacer nada. Con vuestro apoyo, y hoy con vuestro reconocimiento, he tenido la oportunidad estos años de ser político y de hacer poco a poco realidad los sueños del progreso de España, de Asturias y de Gijón. El título de Socio de Honor es un nuevo estímulo para mantener en lo más alto, además, el orgullo de ser gijonés, y para alcanzar nuevas metas colectivas en beneficio de todos los gijoneses.

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Ídem.

Discurso de agradecimiento

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Quiero terminar dándoos, de nuevo, las gracias de todo corazón con unos versos del poeta andaluz José Martínez Álvarez de Sotomayor3: Y por bien nacido, y porque os adeudo esa larga cuenta de agradecimiento, pagué vuestras obras con mis pobres versos. Un abrazo a todos.

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MARTÍNEZ ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR, Romancero del Almanzora.

V Premio de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias El

día 13 de junio se hizo público el fallo del Jurado correspondiente al V Premio de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, patrocinado por «Esmena», con la colaboración de la Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias y Ayuntamiento de Gijón. El Jurado estuvo compuesto por los profesores de la Universidad de Oviedo don Jesús Menéndez Peláez (Presidente), don Rafael Anes y Álvarez de Castrillón (Vocal), don Santos M. Coronas González (Vocal), don José María Martínez Cachero (Vocal) y don Moisés Llordén Miñambres (Secretario). El Premio, en esta edición, recayó en el historiador don Pablo Fernando Luna, Maítre de Conférences en la Universidad de París, Sorbona, Institut Espanique, especialista en Historia Española e Hispanoamericana, siglo XVIII y XIX. El galardonado se formó en historia y economía en la universidad peruana de Pacífico. El trabajo presentado lleva el título La reforma de la sociedad y la defensa de los derechos del propietario, según Gaspar Melchor de Jovellanos. El Jurado tuvo en cuenta la aportación que dicho trabajo supone en la bibliografía jovellanista, al poner de manifiesto la contribución de Jovellanos en la configuración del derecho a la propiedad privada como elemento transformador de la sociedad del Antiguo Régimen, para pasar a la sociedad moderna, donde el derecho a la propiedad privada se constituye como raíz del progreso y bienestar social, núcleo fundamental del pensamiento jovellanista.

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El Jurado, en esta ocasión, hizo también una mención especial, con concesión de accésit, al trabajo del Catedrático de Filosofía del «I.E.S. Alarcos Llorach», de Gijón, don Silverio Sánchez Corredera, titulado Jovellanos: ideas religiosas y religiosidad, por ofrecer un tema poco tratado en la bibliografía jovellanista y que explica la realidad existencial de Jovellanos en relación con la institución eclesiástica, a la vez que pone de manifiesto su espíritu religioso crítico, pero dentro de la más genuina ortodoxia católica. La ceremonia de entrega del premio tuvo lugar el día 16 de octubre, en un solemne acto celebrado en la Casa Natal de Jovellanos, presidido por la ilustrísima señora doña Paz Fernández Felgueroso, alcaldesa de Gijón y presidenta de honor de la Fundación, en la que el galardonado pronunció las siguientes palabras:

El régimen de propiedad en el pensamiento de Jovellanos por Pablo Fernando Luna

Distinguido Señor Presidente de la Fundación Foro Jovellanos, Distinguidos Señores miembros del Patronato de la Fundación, Distinguida Señora Alcaldesa de Gijón, Presidenta de honor de la Fundación, Distinguida Señora Consejera Cultural del Principado de Asturias, Señoras y Señores, Amigos jovellanistas: En primer lugar mi agradecimiento a la Fundación Foro Jovellanos, a su distinguido Presidente, a su Patronato y a los eminentes miembros del Jurado del V Premio de Investigación, quienes decidieron conceder a mi trabajo este preciado y prestigioso galardón, el cual es para mí un estímulo invalorable que me mueve a proseguir mi actividad de investigador. Me siento muy feliz además de estar entre ustedes, en Gijón y en el Principado de Asturias, y poder disfrutar de su amistad y simpatía. Una de las satisfacciones del oficio de historiador es la de cruzarse, de vez en cuando, con grupos de hombres y personalidades extraordinarios; grupos y personajes cuyo encuentro, al tiempo que le da a conocer naturalezas humanas desconocidas o inesperadas, le permite al modesto practicante de la reconstitución histórica el poder comprender mejor procesos y momentos, estructuras y coyunturas (tanto materiales como mentales e intelectuales), movimientos y resistencias en la sociedad, y echar luces sobre lo que está en juego durante su época. Algunos de ellos, grupos o personalidades, se vuelven amigos nuestros; casi podría decirse que recobran vida, que nos acompañan, que nos hablan y que escuchan nuestros planteamientos y dudas, e incluso que nos despiertan por la noche con alguna de sus frases y formulaciones, contestando nuestras preguntas e interrogantes,

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aportándonos claridad sobre un problema, abriéndonos perspectivas de comprensión. Eso me ha ocurrido, estimados amigos, con Gaspar Melchor de Jovellanos, asturiano y gijonés eminente del siglo XVIII; un pensador y hombre de acción original (en un tiempo singular), un infatigable trabajador de la reflexión, un erudito poseedor de una inteligencia aguda, permanentemente interrogada por su entorno y situada, conviene recordarlo, ante potentes exigencias internas y externas, a saber: – su profundo sentido de España, – su vocación reformadora, – su calidad de hombre público, – su aguda e implacable crítica del atraso y, – en el contexto general, una revolución económica, social, intelectual y política que sacude a una Europa que ya es para él (y desde hace bastante tiempo) horizonte de civilización y cultura al que adhiere, a pesar del agitado y hasta doloroso corto plazo. Como lo saben sus especialistas, los que han trabajado sobre su obra y su vida, la confrontación y la contradicción están en él, presentes e inherentes, actuantes y constantes, pero están sobre todo en las tensiones de la época. Una época de pugna entre nuevos valores y estructuras, frente a enraizadas tradiciones y consolidados estamentos. Sin embargo, cabe recordarlo, confrontación y contradicción no son nunca para el ilustrado gijonés sinónimo de indefinición o eclecticismo en la forma de enfocar los problemas y proponer soluciones. El que les habla, y permítanme la indiscreción de hablarles personalmente de mí y decirles muy rápidamente el porqué de mi interés personal por Jovellanos; quien les habla, entonces, es solamente un modesto historiador e investigador de un asunto muy específico, el de la transición del régimen de propiedad en el mundo hispánico, desde el Antiguo Régimen hacia el paradigma propietal1 de la sociedad liberal.

1

Hemos decidido utilizar este neologismo para poder calificar tanto los regímenes de propiedad (con su pluralidad de posesiones, dere-

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Es decir, que me intereso en las formas en que se produce, entre el segundo siglo XVIII y el primer siglo XIX, el cambio en el poseer y disponer la tierra, los hombres, los derechos y los bienes, tanto desde el punto de vista socioeconómico como desde la perspectiva jurídico-institucional; esto es, el tránsito del dominium a la propiedad moderna. No me voy a extender en la generalidad de este muchas veces árido asunto; simplemente quisiera subrayar que, desde esta perspectiva, los hechos nacionales, los entes nacionales, del mundo hispano e hispanoamericano (embrionarios o afirmados desde el punto de vista estatal) ofrecen, desde la segunda mitad del siglo XVIII y casi hasta nuestros días, un terreno amplio y casi virgen, abierto a la curiosidad y al trabajo minucioso del historiador apasionado de historia comparativa. Trabajo necesario para la comprensión (y el conocimiento) del propio mundo contemporáneo en dichos países y territorios. Trabajo que la pasión y el drama de la ruptura operada en el primer cuarto del siglo XIX han retardado, al considerar que la separación política cerraba definitivamente perspectivas de análisis conjunto, cuando en verdad, realidades históricas que habían evolucionado reunidas durante varios siglos iban a proporcionar respuestas similares y comparables a los desafíos contemporáneos. La realidad suele dar lecciones de historia que casi siempre toman de sorpresa a la política.

chos y desdoblamientos bajo el Antiguo Régimen) como la transición entre un régimen o estatuto de propiedad, el de antes de la Révolution al de después de la misma, movimiento que se traduce en un cambio importante como sabemos (a saber, el paso a la exclusividad, a la unificación de dominios y al predominio del individuo propietario sobre la corporación). Pero utilizamos también el adjetivo propietal para expresar la condición de poseer, antes y después de dicho cambio. Para esos tres usos entonces nos hemos decidido emplear esta voz, puesto que nos resulta difícil aplicar el adjetivo propietario, ya que éste nos retrotrae inmediatamente a la idea actual y no necesariamente a la realidad de antes de la Révolution. Es todo el problema del dominium de Antiguo régimen y de la propiedad en el Nuevo, que es indispensable distinguir y al mismo tiempo relacionar.

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He pronunciado, estimados amigos, el término hecho nacional para hablar de los grupos nacionales o los fenómenos nacionales o la también denominada «cuestión nacional», y permítaseme al hacerlo rendir homenaje a la memoria de mi maestro Pierre Vilar, desaparecido el verano pasado, eminente hispanista, historiador y maestro francés, quien acuñó esta formulación y consagró buena parte de su vida a desentrañar el secreto de tales hechos, en particular en la península ibérica, en la España que tanto amó2. Pero volviendo al gran Jovellanos, como también lo designaba Pierre Vilar, deseo indicar entonces que ha sido con este objeto de investigación y desde esta perspectiva analítica, es decir, la transición del régimen de propiedad desde el Antiguo Régimen, como me he acercado al ilustrado asturiano y me he propuesto reconstituir su aporte fundamental (y original) en torno a esta problemática, situándolo en el mediano plazo, es decir, formando síntesis sucesivas y restableciendo el edificio lógico de su proyecto. Desde hace ya varios años trato de restituir y resituar en su contexto la reflexión y la acción concreta de varios de los más importantes ilustrados y reformistas del siglo XVIII, tanto en España como en América española, quienes elaboran e imaginan propuestas para reformar y adaptar su sociedad, en particular, desde el punto de vista de la propiedad3.

2

Ver, en particular, sus siguientes trabajos: Cataluña en la España moderna. Barcelona, Ed. Crítica, 1987-1988, 3 vol.; Iniciación al vocabulario del análisis histórico. Barcelona, Ed. Crítica, 1982, 315 págs.; Historia de España. Barcelona, Ed. Crítica, 1984, 180 págs.; Nations, nationalismes et questions nationales. Paris, Université Paris Sorbonne, 1994, 205 págs.; Une histoire en construction. Approche marxiste et problémartiques conjoncturelles. Paris, Fayard, 1982, 428 págs. 3 Hemos efectuado trabajos similares, de análisis y reconstitución histórica sobre el mismo asunto de la reforma de la propiedad, para varios ilustrados españoles e hispanoamericanos. Sólo desearía citar los que tratan de Pedro Rodríguez de Campomanes y del eclesiástico Manuel Abad y Queipo, obispo electo de Michoacán, en Nueva España, fines del siglo XVIII, comienzos del XIX. Ver: «Sociedad, reforma y propiedad: El liberalismo de Manuel Abad y Queipo, fines del s. XVIII - comienzos del

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Muchos de ellos son asturianos y esto abre otra vía de investigación que también me gustaría asumir en algún momento, para comprender las razones estructurales (de «constitución» habría dicho Jovellanos en su época) de esta afición asturiana por la reforma. ¿Es tal vez por un mayor rejuvenecimiento demográfico relativo, en la segunda mitad del siglo XVIII, respecto al resto de España? ¿Tal vez por sus peculiares relaciones sociales en la agricultura y el mundo rural, con un propietario y un colono que encuentran frecuentemente puntos de concordia? ¿Quizá por un peso relativo inferior de la propiedad eclesiástica y el estancamiento del patrimonio? ¿Por las luces que importan y las perspectivas que entreabren emigrados e indianos? Sólo una investigación efectiva podría darnos respuestas efectivas y confirmar o negar tales hipótesis. Frente a jovellanistas consagrados, convictos y confesos me atrevería a decir, y delante de un auditorio familiarizado con la vida del ilustrado gijonés, no me detendré en presentaciones biográficas, ni en los detalles de su acción pública, ni en la admiración que ya suscitó por parte de sus propios coetáneos. Sí quisiera recalcar sin embargo que las dos columnas sobre las que se asienta el conjunto de su proyecto de reforma son fiel reflejo de las preocupaciones de su siglo: la libertad individual y la defensa de la propiedad.

s. XIX ». in Secuencia, n° 52, Instituto Mora, México, 2002, págs. 152-179; «El intocable dominio y las reformas de la posesión; los planteamientos de Campomanes», inédito, París, 2002, 30 págs. Tales investigaciones se han efectuado también, vale la pena indicarlo, en el cuadro de actividades del grupo de trabajo sobre transformación del régimen de propiedad en España y América que funciona en el seno de la AHILA (Asociación europea de historiadores latinoamericanistas), el que contribuye desde hace algunos años a reactivar los estudios concretos y el debate general. Ver al respecto la introducción de Rosa María Martínez de Codes a Cuadernos de Historia Latinoamericana n° 7: «El proceso desvinculador y desamortizador de bienes eclesiásticos y comunales en la América española, siglos XVIII y XIX». Ridderkerk, 1999, págs. 7-31. Ver también el espacio web de la AHILA: www.ahila.nl, en donde se puede consultar el programa de dicho grupo y sus actividades.

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Pero no se trata, en primer lugar, de una libertad utópica o abstracta, o desenfrenada, o de una libertad a la inglesa, que sería importada o calcada en España, sino de una libertad propia, que responde a las condiciones de la España de su momento, según los estrictos requerimientos de su proposición reformadora. Una libertad que se concilia y que hasta requiere la complementariedad (e incluso la dirección) de la autoridad estatal y la del monarca ilustrado; un «laissez aller» y un «laissez passer» organizados y orgánicos; una libertad pragmática y útil. Sobre este asunto se podría disertar ampliamente y sobre todo concretamente, sector por sector, política por política, medida por medida, momento por momento, pero no lo haré en esta oportunidad porque desearía fundamentalmente concentrarme en el segundo pilar de su propuesta, la defensa de la propiedad. La propiedad, según Jovellanos, es consustancial a la definición del hombre social y son los errores políticos, es decir, legales (dentro de aquella comprensión que prevalece en su época de que lo político es lo legal); son tales errores legales los que han contrarrestado la tendencia al crecimiento del número de propietarios. Pero es la misma ley, simplificándose y adaptándose, a veces sacrificándose (y desapareciendo) en aras de su propia precisión y unificación, es dicha ley la que puede corregir tales errores y desarrollar la propiedad (o una forma de ella). Si el historiador sabe que la propiedad es signo, resultado y factor en cada época y en cada circunstancia y que la propiedad no es un hecho ni eterno ni inmóvil (porque no hay historia inmóvil), dicho historiador no puede tampoco dejar de valorar esta definición del magistrado gijonés, de la condición propietal gracias a la ley, en momentos como los suyos, en los que se consolidan tanto el imperio del instrumento legal como la creciente individuación del agente económico. Aquí está una de las claves del aporte de Jovellanos, situado en su tiempo y en su espacio histórico, a la definición del estatuto de la propiedad en su época, y lo que es original, de su reforma mediante la ley. Porque Jovellanos aboga claramente por dicha reforma, al mismo tiempo que le abre al trabajo (independientemente de su condición o nacimiento) el acceso a la propiedad. No todos los reformadores del siglo XVIII contemplan esta última posibilidad, vale la pena recalcarlo.

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Es decir, que para el ilustrado gijonés ambos dominios, el directo y el útil (y no sólo uno de ellos), deben de abrirse para reformar la sociedad. Porque reformar la propiedad es reformar la sociedad, la suya, la realmente existente. Pero ello no significa para Jovellanos menoscabar los fundamentos de la monarquía y el orden en vigor, sobre los que se asienta el poder real, sino, por el contrario, se trata de depurarlos, dinamizarlos, adaptarlos; hacer que la nobleza y el clero, gracias a la razón y las luces, no se contenten con su suerte de órdenes dominantes, sino que asuman un activo papel de grupos dirigentes, en primer lugar, reformándose a sí mismos, apoyándose en su propia autoridad moral, en su poder material y en los mecanismos del mercado puestos a su servicio. Y la reforma de la propiedad, de su propiedad, está en el corazón de dicho proyecto. Pero no basta, queridos amigos, con señalar dicho núcleo si no se precisan al mismo tiempo los dos instrumentos o herramientas de mediano plazo mediante los cuales se podría llevar a cabo dicha reforma. Queremos hablar por un lado de la enfiteusis y por otro lado de la consolidación de los derechos reales del propietario. La primera afianza el dominio útil, la segunda reafirma el dominio directo. Ambas nos predican la conservación del denominado desdoblamiento de la propiedad que los teóricos del liberalismo combaten y combatirán por considerarlo «imperfecto» e inapto para el progreso y la modernización de las relaciones socioeconómicas. Para Jovellanos, en cambio, no existen tal imperfección ni tal inaptitud4.

4

Pensamos que la mejor forma de acercarse a Jovellanos es prescindiendo de los adjetivos que se han utilizado frecuentemente para calificar definitivamente (y con un solo término) su obra: «liberal», «reformista», «conservador», «escolástico», «fisiócrata», «postmercantilista», etc. En nuestro trabajo hemos optado por ignorar la exigencia de dicho adjetivo y enfrentar directamente el esquema argumental de Jovellanos, adquiriendo poco a poco la certeza de que ninguno de los apelativos empleados (o tal vez todos, según las circunstancias) permiten comprender la complejidad y la totalidad de su obra.

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Así, en primer lugar, si para él la propiedad y su seguridad son potentes estimulantes psicológicos para que el individuo tienda a dinamizar la producción, en la que plasma su trabajo, el que a su vez le abre acceso a la propiedad, dichas propiedad y seguridad pueden ser alcanzadas mediante contratos enfitéuticos de duración garantizada, que reconozcan las mejoras incorporadas al patrimonio por el enfiteuta mediante su trabajo, sin que por ello se quebrante el dominio directo. La enfiteusis reconcilia propiedad y trabajo, propietario y colono, ciudadano enfiteuta censatario y ciudadano propietario censualista. La enfiteusis es, además, un arma para reducir los efectos nocivos del estancamiento de la propiedad amortizada y vinculada y movilizar dominios y tierras con fines productivos. Conviene recalcar que no son muchos los ilustrados del siglo XVIII para los que enfiteusis rima con acceso a la propiedad o por lo menos a una forma de propiedad. Pero al mismo tiempo, y en segundo lugar, tanto la enfiteusis como otros mecanismos que promuevan la circulación de la propiedad (Jovellanos no inventa nuevos mecanismos ya que los que existen le parecen útiles y suficientes), dichos mecanismos entonces son sobre todo instrumentos para acrecentar la renta, es decir, el ingreso natural del propietario directo, su fracción del producto total. La racionalización de dicha renta, con la finalidad de que sea la mejor y la mayor, es claramente un objetivo en la propuesta del asturiano, para cualquier tipo de propiedad, en la ciudad y en el campo, en el suelo y el subsuelo, en la agricultura y la minería. La defensa de la renta (sin distinguir entre ellas y tal vez por ello precisamente) es la defensa de los derechos reales del propietario. Estimados amigos, Jovellanos es un conocedor agudo y minucioso de los problemas de la tierra y la agricultura, tanto en Asturias (de cuya realidad, o de la percepción que tenía él, se nutren numerosas propuestas), como también en el resto del territorio del Estado; y propone medidas concretas y realizables, para la España de su época. Al hacerlo intenta, en cada momento, conciliar doctrina y realidad, objetivo y posibilidad, movimiento y reacción, necesidad y opinión, con la finalidad de avanzar.

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Es su método para la reforma: el equilibrio de puntos de acuerdo cambiantes, en continuo movimiento, casi itinerantes, en transición permanente. Si en el análisis de sus propuestas el historiador no puede olvidar ni los orígenes ni el lugar social que ocupa Jovellanos en la España en la que vive, ni su calidad de hombre público e hidalgo asturiano, ni esquivar la obligación de comparar tales propuestas con otras que también brotan en la misma coyuntura, tampoco puede permitirse el anacronismo de juzgarlas a la luz de acontecimientos futuros que su autor desconocía evidentemente. Sin embargo, resulta evidente que Jovellanos establece y anticipa a finales del siglo XVIII un programa de medidas concretas que va a inspirar todo intento de reforma de la propiedad en el mundo hispánico, durante más de siglo y medio. Las medidas directas que propone, y cuya simultaneidad de aplicación es indispensable, son (muy rápidamente): – la distribución de baldíos y tierras abandonadas, con derecho a cerramiento y protegidas contra los privilegios de la trashumancia; – la racionalización rentística de las tierras y dominios concejiles, con protección de la corporación municipal; – la prohibición de fundar nuevos mayorazgos y vinculaciones, liberando de dichos peligros a las nuevas y antiguas tierras disponibles; – la prohibición de nuevas amortizaciones eclesiásticas; – la rentabilidad elevada a principio para la utilización de las tierras vinculadas de toda corporación o instituto, incluso contraviniendo la voluntad escrita de los fundadores (aunque no el «espíritu», según se desprende de los argumentos de Jovellanos); – en fin, la utilidad erigida en valor para sacudir el letargo de las prácticas de explotación retrógradas. Y al mismo tiempo evocando con claridad la posibilidad de ir hacia una desamortización y desvinculación integrales. ¿Qué proyecto reformador de la propiedad del siglo XIX (y hasta del siglo XX) no encuentra en este programa, y en su lógica

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conceptual, fuentes de inspiración, no sólo en España sino también en América, incluso en nuestras contemporáneas reformas agrarias? No obstante, la evidencia de dicha influencia tendría que ser demostrada con trabajos concretos, lo que abre otras vías para investigaciones comparativas ulteriores. Pero la originalidad de Jovellanos es aún más grande cuando se le sitúa en el contexto de la Europa de su época. No quisiera extenderme demasiado en mi intervención y trataré de ser lo más breve posible. Pero vale la pena explicitar. Cuando aparece y se difunde el Informe sobre Ley Agraria, a fines de 1795, ya desde hace seis años en Francia se aplican efectivamente una confiscación y nacionalización de bienes eclesiásticos, reales y nobiliarios y su venta masiva a campesinos y burgueses, bajo la forma de bienes nacionales; es la «desamortización» a la francesa, en la que al nacionalizar al clero se nacionalizan también sus bienes y patrimonio. Cuando Jovellanos, en 1798, promueve y apoya la aplicación de medidas en favor del crédito público y en detrimento de fundaciones y obras pías (controladas por el estamento eclesiástico),

Don Pablo Fernando Luna recibe de manos de nuestra Presidenta de Honor, Dª Paz Fernández Felgueroso, los galardones del V Premio de Investigación

El régimen de propiedad en el pensamiento de Jovellanos

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en Francia el clero ya ha perdido casi todo su patrimonio y los eclesiásticos emigrados a España desde el inicio de la Révolution no se privan de hacerlo saber y de agitar la reacción clerical contra el conjunto del ejemplo francés. Es decir, que a pesar del vendaval revolucionario francés que él también reprueba, su voluntad de reforma de la propiedad persiste, porque le parece que para España es indispensable. Evidentemente se trata de una reforma gradual, de transición permanente, pero precisamente, dicha voluntad no desaparece ni merma delante de una coyuntura desfavorable. Es una actitud que vale la pena no soslayar, sabiendo que más adelante volverá a manifestarse para rechazar con firmeza todo compromiso con el ocupante militar extranjero, a pesar de las reiteradas invitaciones y presiones de las que fue objeto. Desde este punto de vista y para terminar desearía dejar abierta una comparación que tal vez pudiera inspirar estudios ulteriores. Con toda seguridad Jovellanos leyó a Edmund Burke, el conservador-liberal británico cuya influencia ya era considerable en su época. Y seguramente leyó las Reflections on the Revolution in France5 y no sólo las obras filosóficas o doctrinarias del whig inglés. Como Burke, Jovellanos examina las propuestas políticas del Nuevo Régimen que encarna la Revolución Francesa y como Burke opta por la «constitución» histórico-normativa que le ofrece su propia realidad, su propia historia, su propio pasado; Jovellanos incluso sugiere una adaptación en España del sistema inglés (o de la idea que de él se hacía, en una coyuntura de búsqueda de paradigmas). Pero, a diferencia del británico, la defensa de los derechos de la propiedad individual que Jovellanos propugna incorpora su propia reforma, la corrección de los excesos de la amortización y

5 Nos hemos basado en la edición francesa de la obra de E. Burke, preparada y anotada por P. Raynaud, A. Fierro y G. Liébert: Réflexions sur le révolution de France. Paris, Pluriel Hachette, 1989, 816 págs.

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la vinculación (e incluso su cuestionamiento formal e institucional) y preconiza la reforma de los cuerpos de la monarquía. La diferencia es fundamental y pone otra vez de manifiesto con claridad su autonomía intelectual (la de Jovellanos) de cara a la realidad española. Muchas gracias. En Gijón, Principado de Asturias, a 16 de octubre de 2003



Homenaje a Luis Adaro Ruiz La presentación del libro Jovellanos y la Minería en Asturias, de don Luis Adaro, que tuvo lugar el día 28 de abril en la Colegiata de San Juan Bautista, de Gijón, bajo la presidencia de la alcaldesa de Gijón, doña Paz Fernández Felgueroso, contó con la asistencia de importantes personalidades, como el ilustrísimo señor consejero de Industria del Principado de Asturias, don Jesús Urrutia García, y de don José Fernando Sánchez-Junco Mans, patrono de la Fundación y presidente de Unión Española de Explosivos S.A., patrocinadora de la obra, y constituyó un rendido homenaje de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias al autor que es Patrono de Honor y fue su presidente. El acto estuvo realzado por la Coral Polifónica Gijonesa «Anselmo Solar», que bajo la dirección del maestro Joaquín Baldeón interpretó la Cantata a Jovellanos, compuesta en 1891 por el maestro Arrieta con motivo de la inauguración de la estatua de Jovellanos, con letra del Vizconde de Campogrande, en versión para esta ocasión de don Fernando Menéndez Viejo. Recogemos a continuación las palabras de presentación que pronunció nuestro patrono don Guillermo Quirós Pintado y las que pronunció el propio homenajeado.

Presentación de don Luis Adaro por Guillermo Quirós Pintado

Excmas. e Ilmas. Autoridades; Ilmo. señor don Don Luis Adaro y Ruiz-Falcó; Señores Presidentes de la Fundación Foro Jovellanos y de Unión Española de Explosivos S.A.; Señoras y señores: Quisiera comenzar esta intervención agradeciendo a la Fundación Foro Jovellanos, en la persona de su presidente, don Jesús Menéndez Peláez, y al presidente de Unión Española de Explosivos S.A., don José Fernando Sánchez-Junco Mans, por haberme concedido el honor y la satisfacción de presentar al ilustrísimo señor don Luis Adaro y Ruiz-Falcó, con ocasión de este acto, en que ve la luz una obra científica, que constituye sin duda otro de los eventos que han de quedar para la rica historia cultural de Asturias. Su excepcional autor es un hombre al que debería comenzar definiendo como meritorio heredero del espíritu de don Gaspar Melchor de Jovellanos. Una persona en la que se dibuja un perfil rico, complejo pero completo, precursor de iniciativas valiosas para el desarrollo de Asturias, incansable investigador del pasado de nuestra industria, minería e historia económico-social y benefactor, promotor y copartícipe de numerosas acciones, no sólo para mayor gloria de nuestra tierra, sino también en favor del bienestar de los más débiles. Y es que su labor pública y más conocida se une a otras mucho más silenciosas, pero que ayudan a conocer su extraordinaria personalidad, aportando una visión sobre su persona que le definiría como un hombre que une su hombría de bien a su inteligencia, su basta cultura y sus conocimientos. Cuando cito en don Luis Adaro la herencia del espíritu de Jovellanos, lo hago porque admiro y destaco su clarividencia, su capacidad de adelantarse a su propio tiempo, virtud que es, en

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definitiva, el motor del progreso. Él siempre ha sabido que las respuestas han de llegar antes que la propia necesidad, evitando así que la falta de previsión imponga un freno al crecimiento. Esa clarividencia, junto a su permanente estado de sana inquietud y a sus profundas creencias religiosas, ayudan también a definir a don Luis. Nacido un 11 de agosto del año 1914 en Gijón, cursa sus primeros estudios de Bachiller en Ciencias en el Instituto Jovellanos. Posteriormente los completa, como Ingeniero de Minas, en el año 1941, en la Escuela Superior de Ingenieros de Minas de Madrid, recibiendo el Premio Gullón, al mejor proyecto fin de carrera. En esa misma Escuela alcanza el grado de doctor en 1945. Contrajo matrimonio con Doña María de Jove, de cuya unión nacieron sus hijos: Luis, Fernando, María Covadonga y Gonzalo, quienes me honran con su amistad, al igual que Don Luis. Desgraciadamente enviuda muy joven, pero el permanente recuerdo de su esposa y un gran amor por sus hijos imponen en don Luis una vida retirada de las diversiones mundanas, que acentúa su profunda fe. Una de las etapas públicas, más fructífera en la intensa vida de don Luis Adaro, fue su presidencia de la Cámara Oficial de Comercio, Industria, y Navegación de Gijón durante 16 años, desde 1963 hasta 1979. Un tiempo en el que, gracias a su empeño y obstinación, consiguió la recuperación, después de largos años, de la Feria Internacional de Muestras de Asturias. De igual forma, en ese periodo promovió la creación del Museo Etnográfico «Pueblo de Asturias», del Depósito Franco en el Puerto de «El Musel», de la Hemeroteca Provincial o de la Cámara de Compensación Bancaria. Logró también, gracias a su tesón, otro hecho destacable, cual fue la celebración, en el año 1972, de la Primera Semana de la Pequeña y Mediana Empresa. Ese esfuerzo favoreció la creación de la Comisión Nacional de la Pequeña y Mediana Empresa, en el seno del Consejo Superior de Cámaras, comisión que el propio don Luis Adaro presidiría y que sería germen de lo que luego fue el Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa, de cuya directiva también formó parte. Su visión de futuro le hizo asimismo promover y apoyar la construcción del Aeropuerto de Asturias, de la Autopista del

Presentación de don Luis Adaro

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Don Luis Adaro Ruiz recibe, de manos de su hijo, don Fernando Adaro de Jove, la estatuilla de Jovellanos

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Huerna, del Parador del Molino Viejo, de la carretera de Langreo por San Miguel de la Barreda o de los polígonos industriales de Gijón y Lugo de Llanera. Desde 1964 hasta el año 1981 fue miembro del Órgano de Administración de la Junta de Obras del Puerto de Gijón, desempeñando primero el cargo de Vicepresidente, ostentando luego, durante los dos últimos años, el Cargo de Presidente del Puerto, tiempo durante el cual se llevó a cabo una importante ampliación en el mismo, con la construcción del dique de Levante, el contradique exterior, el muelle de minerales y el de la Osa. Entre otras de sus múltiples responsabilidades, ha sido Consejero de la Caja de Ahorros de Asturias y Consejero de la Empresa Municipal de Aguas. Desde el punto de vista estrictamente empresarial ha sido promotor y fundador en el año 1963 de Bankunión, uno de los primeros bancos industriales y de negocios de España, en la que ostentó el Cargo de Consejero-Delegado. Ha sido, durante 38 años, presidente y gerente de la Sociedad Anónima Adaro; presidente durante 25 años de Suministros Adaro S.A. (hoy denominada Adaro Tecnologías S.A.); y durante 3 años de Sílices Asturianas S.A. Ha sido presidente de Gestiberia S.A. y de Ibérica de Inversiones S.A., consejero de FEISA, y presidente de la Junta de Fundadores de Protemas S.A. Es presidente de honor de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Gijón y de la Feria Internacional de Muestras de Asturias, así como de los Colegios Oficiales de Agentes Comerciales de Oviedo, Gijón y Avilés. Dando vía libre a sus muchas inquietudes culturales ha sido vicepresidente del Ateneo Jovellanos, del que fue socio fundador, presidente de la Asociación de Amigos de Covadonga y miembro activo de la Biblioteca Antigua Asturiana, de la que también fue socio-fundador. Don Luis Adaro es académico de número de la Real Academia de Doctores, en la rama de las Ciencias, y Académico de Número del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), desde el año 1981. Es Académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de la

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Comisión Internacional de la Geología con sede en Sydney, Australia, en la Universidad de Nueva Gales del Sur. Entre otras muchas actividades, me gustaría subrayar una reciente y relacionada con el acto en el que nos hallamos, ya que don Luis ha sido uno de los promotores del Foro Jovellanos y, durante casi un año, tras la muerte de Francisco Carantoña, presidente interino del mismo. Ha recibido múltiples y merecidos reconocimientos entre los cuales se halla la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, que le fue entregada en el año 1987 en el Palacio de Congresos del recinto de la Feria de Muestras de Asturias. También ha recibido las Encomiendas de Número de la Orden del Mérito Civil en 1967 y de la Orden de Isabel la Católica en 1980. En el año 1994 recibe el Premio Asturias, en su segunda edición; es Medalla de Oro al Mérito de las Cámaras del Consejo Superior de Cámaras de España e Insignia de Oro y brillantes del Centro Asturiano de La Habana en Gijón, Afortunadamente para Gijón, una de nuestras calles lleva el ilustre nombre de don Luis Adaro y Ruiz-Falcó y para orgullo de la Cámara de Comercio de Gijón y del Consorcio de la Feria de Muestras de Asturias, se encuentra muy próxima a sus instalaciones. Lo dicho hasta ahora con gran esfuerzo sintético no debe hacernos pasar por alto que estamos hablando de realizaciones que han tenido valor estratégico para el desarrollo de Gijón y en las que el nombre de don Luis Adaro fue denominador común. Pero si nos sumergimos en el otro aspecto de su personalidad y vivencias, tenemos que hablar de su meritoria contribución a la recuperación de la historia industrial, minera y portuaria asturiana. Su arduo trabajo tuvo como fruto un legado valiosísimo de publicaciones y conferencias cuya enumeración sería casi interminable, pero de cuya relación quiero destacar los siguientes títulos: – El Puerto de Gijón y otros puertos asturianos. – Datos y documentos para una historia minera e industrial de Asturias. – 175 años de la sidero-metalurgia asturiana. – Noticias y comentarios sobre asuntos y realizaciones asturianas (Pasado, presente y futuro de Asturias).

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– Historia de las Ferias de Muestras de Asturias. – Breve resumen sobre las comunicaciones sociales y los comienzos del periodismo en el mundo. – La Hemeroteca Provincial de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Gijón. – Historia resumida del desarrollo económico y mineroindustrial de Asturias en los siglos XVIII y XIX. – Historia Antigua de Gijón. – Documentos Inéditos de Jovellanos relativos al Real Instituto Asturiano. – Asociación Gijonesa de Caridad (1890-1990). 100 años de existencia. Pero hacía alusión antes a otra faceta de su persona que ha sido una constante en su vida, su profunda fe cristiana y su hombría de bien. Yo creo que don Luis Adaro sintió de corazón que el esfuerzo por la prosperidad de toda una sociedad también había de pasar por reconfortar y dar medios a los más débiles. Don Luis tiene un gran sentido de la utilidad del dinero y del trabajo, como instrumentos necesarios en la generación de cosas útiles, para la sociedad en general y para el prójimo en particular y así se empleó a fondo en acciones benéficas, entre las cuales es digna de mención su labor en los dispensarios de la Sagrada Familia y de la Milagrosa, que funcionaron hasta la aparición del sistema de la Seguridad Social. Más meritoria aún fue su intervención en la Asociación Gijonesa de Caridad, a cuyos órganos de gobierno lleva décadas perteneciendo, ayudando a quienes menos fortuna han tenido. Promovió, entre otras cosas, la creación del nuevo edificio de esta asociación, para ofrecer una atención digna y completa a las personas más débiles. Pero no quisiera dejar de recoger en esta intervención, algunos rasgos de la parcela humana de don Luis: – Tiene un escaso sentido del humor, aunque en honor a la verdad, ha conseguido mejorar esta faceta con los años, y hasta es posible, en este momento, conseguir de él una sonrisa, contándole un chiste.

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De izquierda a derecha: don Luis Adaro Ruiz, don José Fernando Sánchez-Junco Mans y don Jesús Menéndez Peláez.

Colegiata de San Juan Bautista. De izquierda a derecha: don Luis Adaro Ruiz, don José Fernando Sánchez-Junco Mans, don Jesús Menéndez Peláez, doña Paz Fernández Felgueroso, don Jesús Urrutia García y don Guillermo Quirós Pintado

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– Está reñido con el ocio, es incapaz de estar sin hacer nada. – Ha sido gran aficionado, mientras pudo, al senderismo de fin de semana, lo que le ayudó a conocer todos los rincones de Asturias. – Es hombre vehemente, pero gracias a ese carácter consigue lo impensable. – Sólo le preocupa su salud, en la medida que le ayude a alcanzar las metas que se fija. – Es gran aficionado al fútbol y era asiduo visitante del Molinón hasta que en los años ochenta lo deja, en evitación de que su natural vehemencia le dé algún disgusto cordial. – Hasta tuvo un vicio conocido, el tabaco, que abandona con gran esfuerzo a sus sesenta años.

La Coral Polifónica Gijonesa «Anselmo Solar», dirigida por el Maestro Joaquín Baldeón, interpreta la Cantata a Jovellanos

Presentación de don Luis Adaro

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En definitiva, ese espíritu dinámico y de permanente búsqueda ha acabado por rendir a sus pies nuestra ciudad, que se siente enormemente agradecida a este hombre*, de quien seguimos recibiendo maravillosos regalos, como es el libro que hoy se presenta. Creo que Jovellanos se hubiera sentido muy orgulloso de don Luis Adaro, al que Gijón y Asturias tanto deben. Las palabras se quedan cortas, pero quisiera que una de ellas encuentre su más literal y amplio sentido, al decir, en nombre de cuantos nos reunimos aquí y en definitiva de todos los gijoneses y asturianos, ¡GRACIAS, LUIS!



* Con posterioridad a este acto y coincidiendo con el XXV aniversario de la Constitución, don Luis Adaro ha sido nombrado Hijo Predilecto de Gijón (Nota del editor).

Presentación del libro «Jovellanos y la Minería en Asturias» por Luis Adaro Ruiz

Ilustrísima señora alcaldesa de Gijón; Señor presidente de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias; Señoras y señores: El período que en este libro se comenta, se narra, se explica y analiza corresponde a un momento interesantísimo de la historia de Asturias, en el cual se fundamentan los prolegómenos de un cambio radical de la concepción de la vida, la sociedad, la cultura, el trabajo, el comercio, el transporte y un sinfín de temas y elementos que van a removerse en años, cuando antes eran inmutables en siglos. Por eso he procurado hacer un trabajo, dentro de una orientación divulgativa, sobre un período de tiempo muy pequeño, tomando a Jovellanos como núcleo aglutinante –de ahí el título de la obra Jovellanos y La minería en Asturias–; se trata de un período de veinticinco años, los comprendidos entre 1780 y 1805, durante los cuales se producen los comienzos de la minería del carbón de piedra acompañada de los intentos de obtener cok y de la canalización del río Nalón desde Langreo a San Esteban de Pravia para facilitar el transporte del carbón de piedra al mar por medio de chalanas. Pretendo dar a conocer no solamente la forma de desenvolverse aquellos comienzos, sino también la forma de pensar de los hombres de fines del siglo XVIII, sus ideas, proyectos y preocupaciones; sus costumbres y ambiciones, sus ideales, esperanzas, ilusiones y anhelos; sus disputas, pleitos y enfrentamientos; en fin, todo cuanto pueda ayudarnos a conocer la realidad de aquel período separado de nosotros, en «el túnel del tiempo» por más de 200 años.

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Nos encontramos en la época de la Ilustración; nuevas corrientes de ideas se enseñorean del mundo y, como es natural, también de España. Asturias iba a dar un salto brusco, pasando de un régimen agrícola, pastoril y patriarcal a un proceso de industrialización trepidante que avanzaría sin descanso. Entonces surgen los hombres de la Ilustración, y entre ellos tenemos a una pléyade de «ilustrados asturianos» con proyección nacional en las diversas facetas del saber; destacando, en primer lugar, don Gaspar Melchor de Jovellanos, hombre extraordinario, dotado de unas cualidades excepcionales en todos los órdenes, que se adelantó a su tiempo en más de doscientos años, pues muchas de las cosas que dice y explica a finales del siglo XVIII tienen hoy la máxima actualidad. He repetido en varias partes de este libro, y en otras circunstancias, este pensamiento sobre Jovellanos y aporto otras ideas sobre su luminosa figura, pues considero que aún no se valora bastante en el nivel verdaderamente fundamental que le corresponde por sus concepciones, ideas, discursos, aportaciones de todo tipo y documentación que nos dejó sobre Asturias, la forma en que debía hacerse el futuro desarrollo. En los comienzos industriales y mineros asturianos, como veremos a lo largo de este libro, tuvo una participación fundamental y destacadísima la Real Armada, nuestra Marina de Guerra. Aquí en Asturias tiene mucha solera la labor desarrollada por tan esclarecidos marinos. Ello hace que los asturianos tengamos grandes motivos para sentirnos unidos a los hombres de la Armada española. En aquella época los conocimientos científicos y técnicos sobre las ciencias (llámense matemáticas, física, química, siderurgia, náutica y astronomía) que se desarrollan en los centros de estudios de los establecimientos de la Marina de Guerra tenían el nivel más alto que se podía encontrar en las más renombradas escuelas europeas entre los años 1791 y 1805; fueron los hombres de la Marina de Guerra quienes desarrollaron las minas de carbón de piedra, comenzando por Fernando Casado de Torres, encargado por el Estado español para la explotación de estas minas que alimentarían, en un principio, los hornos de la fábrica de cañones de La Cavada, en Santander, la cual se estaba tragando la madera no solamente de los bosques cercanos, sino también la de los lejanos, pues dicha fábrica en 200 años de existencia llevaba producidos 22.000 cañones.

Presentación del libro «Jovellanos y la minería en Asturias»

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Hubo otras muchas contribuciones muy valiosas a la causa común del carbón. Interminable sería la lista de los hombres de la Ilustración asturiana, de la Marina de Guerra, de la sociedad y del pueblo, que intervinieron en general con gran entusiasmo en este extraordinario acontecimiento que se producía al final de un siglo y que auguraba cambios básicos y trascendentales en el siglo siguiente. Pero era necesario que, ante esa explotación del carbón de carácter masivo que se pensaba realizar en el Principado, se crease un centro de estudios adecuado para impulsar esta importante rama relativa a la técnica minera, y para ello el gran Jovellanos solicitó la creación de una Escuela de Mineralogía, consiguiendo además que albergase el citado centro una Escuela de Náutica. Con detalle veremos después todo el esfuerzo que tuvo que realizar Jovellanos para poner en marcha el Real Instituto Asturiano. Creo haber logrado una importante aportación a los estudios sobre los comienzos de la minería asturiana en este libro. Es posible que aún existan otros archivos o bibliotecas en donde puedan permanecer olvidados muchos documentos correspondientes a esta época, que nos aclarasen más la visión de nuestros primeros tiempos mineros. El problema es que pueden estar en los lugares más insospechados. Pues, ¿quién podía imaginarse que documentaciones tan importantes sobre esta materia se encontrasen en El Viso del Marqués (Ciudad Real) o en El Ferrol? Sería muy interesante que alguna institución asturiana patrocinase y sostuviese un equipo de investigadores que, no solamente sobre este asunto minero, sino también ocupándose de otros temas muy específicos del Principado, abordase con rigor la búsqueda en todas las instituciones, organismos, bibliotecas y archivos particulares y cuanta documentación se hallase para poder así crear un Centro de Documentación sobre la Minería en Asturias. El Museo de la Minería podría desempeñar esa función de aglutinar y acoger esa documentación como patrimonio de nuestra región. La dispersión en la que ahora se encuentra puede poner en peligro su conservación, cuya pérdida sería irreparable. Quizás en un futuro no muy lejano el Museo de la Minería sea el único testimonio de una de las etapas más gloriosas de la historia de Asturias. Por tanto, permítaseme que haga esta propuesta de que dicho Museo sea al

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mismo tiempo ese Centro de Documentación sobre la Minería asturiana. A lo largo de mi vida fui publicando mis modestas investigaciones sobre la minería en Asturias en libros y artículos, así como en conferencias impartidas en distintos centros regionales y nacionales; su relación se consigna también en este trabajo. El presente libro tiene como novedad ser una síntesis divulgativa de lo que ya adelanté en esas publicaciones con un carácter más técnico. Esta versión ha sido posible gracias a dos instituciones para mí muy apreciadas: Unión Española de Explosivos y la Fundación Foro Jovellanos. Por razones empresariales he mantenido y sigo manteniendo una estrecha vinculación y relación con el entorno de Unión Española de Explosivos. Vínculos de afecto y de amistad con sus gentes son los que, sin duda, hicieron posible esta publicación que, estoy seguro, incrementará nuestras relaciones. La Fundación Foro Jovellanos es para mí algo muy querido y me siento muy orgulloso de haber sido miembro fundador y presidente de la misma. La función que esta institución viene desarrollando en el ámbito cultural de nuestra ciudad y de nuestra región está profusamente consignado en la prensa desde su fundación, allá en 1995. Mi agradecimiento a la Junta Rectora que con tanto empeño asumió este compromiso de añadir esta mi pequeña contribución al elenco de publicaciones a través de las cuales se divulga la vida y la obra de quien pasa por ser el personaje histórico más señero de nuestra ciudad que no en vano lleva el apelativo de Villa de Jovellanos.



Presentación del III Boletín Jovellanista El 28 de enero de 2003 hicimos en la Casa Natal de Jovellanos, sede de la Fundación, la presentación del tercer Boletín Jovellanista. El acto estuvo amenizado con un breve concierto de música clásica. La prensa local se hizo eco de la noticia en la primera página. Agradecidos, publicamos el siguiente artículo.

La sombra de Jovellanos… aún más alargada por Cuca Alonso

«A este paso, el recinto acabará quedándonos pequeño», comentaba Orlando Moratinos, secretario de la Fundación Foro Jovellanos, al término del acto en el que fue presentado el III Boletín Jovellanista. El recinto al que se hacía referencia es el precioso patio de la casa natal del ilustrado, un enlosado por el que tantas veces hubo de atravesar don Gaspar Melchor sin poder imaginarse que allí se congregaría la élite de la cultura asturiana para seguir las directrices marcadas por su notable entendimiento. El mismo claustro, las mismas columnas y hasta las mismas estrellas –ahora atravesando el cristal– con la única salvedad de las sillas, cada vez más apretadas para dar cabida al eminente auditorio. Allí estaba buena parte de los patronos y amigos del Foro, encabezados por el presidente del mismo, el profesor Jesús Menéndez Peláez; el director del Boletín, Agustín Guzmán Sancho, y el mencionado secretario, Orlando Moratinos. «La presentación de un libro siempre será un acontecimiento cultural por excelencia», dijo el presidente, para hacer a continuación una bella apología de los libros, que con sumo gusto suscribimos. Nada que ver con una pantalla; el libro establece con el lector una relación sensual, su tacto, su olor… Con el tiempo, incluso, cambia de fragancia. «Hemos querido que el Boletín Jovellanista invite a ser leído, razón por la que hemos cuidado al máximo su forma y su fondo». Y añadió que en todas las bibliotecas asturianas debería haber un sitio reservado para la bibliografía referente a Jovellanos. Jesús Menéndez Peláez tuvo palabras de gratitud para las instituciones, el mundo empresarial y todos aquellos que prestan su ayuda al Foro: «Saben que la educación y la cultura son la base del desarrollo de los pueblos».

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Boletín Jovellanista IV - 2003. Cuca Alonso

Uno de los padres de la criatura, Agustín Guzmán Sancho, trazó una síntesis del contenido del boletín haciendo un paralelismo con las potencias del alma. Desde la memoria: «hemos querido fijar para el futuro nuestro pasado; las actividades, la inauguración de la sede en la calle María Bandujo, el cambio de presidente… Los premios recibidos y otorgados, el acto fundacional de los «Amigos del Foro» y como novedad, la Iconoteca, que recoge la semblanza de dos patronos, el padre Patac y Roberto Paraja. Roberto Paraja, hijo, asistía en primera fila al homenaje a su padre. El entendimiento queda centrado en las interesantes aportaciones de personalidades como Vicente Cueto, Ignacio Noriega y Manuel Álvarez-Valdés y Valdés, entre otros. En cuanto a la voluntad, el boletín es una suma de voluntades que han puesto en él su esfuerzo, y mencionó al secretario económico Fernando Adaro, y a Orlando Moratinos… (Si alguna vez se me escapa Leandro, sepa disculparme el señor secretario, pero no puedo evitar que las muletillas de la mente me empujen hacia el Fernández Moratín). Éste, hoy por hoy Orlando Moratinos, dio cuenta de los trescientos nuevos registros que recoge el boletín, «escritos que estaban perdidos u olvidados», con los que la documentación bibliográfica actual asciende a 2.667 asientos. «Tal escaparate puede contemplarse en nuestra página web». «Desearnos ofrecer deleite y amenidad, conjugar lo dulce y lo útil», había dicho el presidente, Jesús Menéndez Peláez, al inicio del acto, al anunciar la novedad que cerraría éste. «El Conservatorio de Gijón también tiene que implicarse». Si Jovellanos las hubiera visto… Tres chicas muy jóvenes enfundadas en ceñidos pantalones negros… Dos oboes y un contrabajo. Pero, no, imposible; en aquel tiempo la música también estaba vedada a las mujeres, al menos de un modo oficial. Eugenia Fernández Valdés, Duna Tablóan –un magnífico oboe primero– y María García Palacios, contrabajo, ofrecieron varias cantatas de Haendel. Afortunada idea; la música suena perfectamente en el patio; y el autor elegido… puede que hayan temblado las paredes al recordado… (La Nueva España; «Más Gijón, fin de semana». Sábado 1 de febrero de 2003.)



Viaje a Mallorca En la última semana del mes de marzo, organizó el Ateneo Jovellanos un viaje a Mallorca, visitando la Cartuja de Valldemossa y el castillo de Bellver. Acompañaron al Ateneo el presidente y secretario de nuestra Fundación, señores Menéndez Peláez y Moratinos Otero. En el salón del trono pronunció una magnífica conferencia nuestra patrona doña María Teresa Caso. Como recuerdo de este viaje publicamos el artículo aparecido en «La Nueva España» de Gijón el 29 de marzo.

Castillo de Bellver. De izquierda a derecha: doña Nery González, don José Luis Martínez, doña María Teresa Machicado, viuda de Caso, doña María Teresa Caso, don Jesús Peláez y don Orlando Moratinos

Del Bellver a Velldemossa con el Ateneo Jovellanos por Nery González Vallina

Salida al amanecer, seis de la mañana y un frío de pelar de 4 grados centígrados. Caras de sueño por todas partes, a ver quién es el guapo que duerme ni media hora sabiendo que o te levantas a las cinco o no llegas y pierdes el viaje, este viaje preparado con todo detalle por el Ateneo Jovellanos y su presidente, José Luis Martínez; un acto cultural en memoria de la estancia en Palma de Mallorca del insigne jurisconsulto, estadista y polígrafo gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, un amplio programa para celebrar el cincuentenario de la fundación del Ateneo que lleva su nombre. Prisioneros del tiempo abordarnos el primer avión con el fantasma de la guerra pasando sobre todos nosotros, y el temor sobre algunos, los del «¿qué nos puede pasar?», pues nada, y nada malo pasó. El viaje fue rápido y sin incidencias, a las once estábamos en Palma recuperando el contacto con la espléndida y luminosa ciudad, la de la catedral más bella, más esbelta y más visible, mires donde mires siempre la ves; aquí sufrió entre multitud de penalidades su largo destierro el entonces ministro de Gracia y Justicia. El acto llevaba aparejada la visita a los lugares de su aislamiento: el castillo de Bellver y la cartuja de Valldemossa. A nuestra llegada al castillo de Bellver fuimos recibidos por el consejero de Asuntos Sociales del Gobierno balear, señor Nadal, que nos ofreció una breve visita por este sueño de castillo circular medieval, gótico catalán construido como palacio de verano y posterior prisión de Jovellanos, «castillo como salido de las entrañas del cerro sobre el que se asienta», decía de él nuestro paisano.

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Boletín Jovellanista IV - 2003. Nery González Vallina

En la sala del trono, la historiadora María Teresa Caso ofreció una magnífica conferencia sobre la vida del alcalde de Casa y Corte, desde su triste peregrinar durante cuarenta días por los pueblos castellanos hasta su destierro y obligado aislamiento en la isla, primero en Valldemossa y luego en el castillo de Bellver de mayo de 1802 a abril de 1808, allí escribió sus «Meditaciones de un cautivo» y monografías sobre la arquitectura de Palma ya enfermo y casi ciego por las cataratas. Fue una magnífica conferencia perfectamente documentada, digna de la hija del profesor Caso, el hombre que más conocimientos poseía sobre la vida de Jovellanos. «¿Cómo puede ser feliz un preso inocente?», decía el profesor cuando se refería a tan injusto destierro. Es opinión generalizada que la injusticia produce siempre aversión y es una regla moral que tiene aplicación donde quiera que la injusticia nos sorprenda. Ella fue capaz de mantener nuestra atención todo el tiempo, por su persona y su amplio conocimiento del tema, su perfecta dicción, su voz modulada y grave de excelente oradora, una cualidad que no todo conferenciante posee. Nos acompaña también su madre, doña María Teresa Machicado, viuda de Caso, elegante y delicada mujer, cordial y educada, mantuvo un exquisito entendimiento con todo el grupo. En representación de la Fundación Foro Jovellanos nos acompañó don Jesús Menéndez Peláez, su presidente, y Orlando Moratinos Otero, secretario de dicho Foro, interesados como todos en que el acto resultara tan solemne como la memoria de tan ilustre personaje se merecía; maestros en la colaboración entre dos entidades culturales con la misma denominación y en la misma ciudad. «Los motivos de unión entre los pueblos de España son todos importantes, el motivo cultural de hoy es irrepetible», se dijo en el acto; definición acertada, momentos como éstos son los que unen a las personas y las culturas en un buen entendimiento, se unen las intenciones y se facilita la convivencia. El siguiente acto programado estaba dedicado a la cartuja de Valldemossa. En plena sierra de la Trasmuntana, en uno de los más bellos parajes de Mallorca, entre encinas, pinos, algarrobas y olivos

Del Bellver a Velldemossa con el Ateneo Jovellanos

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milenarios de retorcidas y fantásticas formas, despunta la cartuja de Valldemossa coronando el pueblo arropado por la montaña. Edificio de estilo neoclásico, castillo rural de la dinastía mallorquina, fue construido sobre un alcázar árabe para residencia del rey Sancho y habitado más tarde por los monjes, aún hoy alberga el legado histórico-artístico de los cartujos, conserva igualmente intacta en su origen la celda en la que Jovellanos pensó su reclusión y soledad. ¡El frío que debió pasar el ilustre asturiano cuando escribió su tratado teórico-práctico! El frío calaba los huesos entre las viejas paredes de piedra, morada temporal de personajes de la política y las artes (Rubén Darío, Sorolla, Unamuno, Azorín, etcétera) y retiro voluntario de Federico Chopin el invierno de 1838-39. En la antigua capilla de los frailes sonaron para nosotros los acordes del preludio de Tristeza de amor en improvisado concierto como si el tiempo se hubiera detenido sobre los más de ciento cincuenta años transcurridos. Durante casi toda nuestra estancia en la isla nos acompañó un asturiano de los que aparecen por obra y gracia para hacerte la estancia más amena y más fácil. Afincado en aquellas tierras, adscrito a la Consejería de Cultura, Miguel Morilla estaba encantado con sus paisanos y nosotros con él; gran conocedor de la isla, nos contó todo de Palma, pero rezumando añoranza de su Asturias del alma. ¡Ah!, los viajeros asturianos, que en cualquier parte te encuentras uno, o dos, o tres siempre recordando el terruño. Viaje corto en el tiempo, amplio en sensaciones, una misión cumplida, unos amigos nuevos, otros recuperados, el viajero ha encontrado su senda y su momento para el recuerdo. Sobre un mar mañanero volamos en busca de Jovellanos.



Excursión jovellanista El 27 de julio de 2003 tuvo lugar la tradicional «marcha jovellanista», organizada por el programa de educación medioambiental «Naturaleza y Cultura» de El Comercio. Discurrió por el Camín Real de Trobaniello, comenzando en Puerto Ventana (Teverga) y concluyendo en los pueblos de Ricabo y Ronderos (Quirós). La Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, con nuestro presidente a la cabeza, se unió un año más a esta iniciativa, colocando una placa en Trobaniello en recuerdo del paso de Jovellanos el 5 de junio de 1792. La marcha jovellanista cumplió así su décima edición y reunió anualmente a más de un centenar de personas con amplio despliegue de medios. El diario El Comercio recogía la noticia con sendos artículos del propio promotor de esta ya decenaria actividad:

La marcha jovellanista fue a Trobaniello por Bernardo Canga

El camino real de Trobaniello enlazaba el interior de Asturias con La Babia. Se cree que fue una importante vía romana, empleada durante muchos siglos. Tenía en las cercanías de Puerto Ventana dos capillas o ermitas, una, en la parte asturiana: Trobaniellu; y otra en la vertiente leonesa: Porcinero (con venta adosada a ella). Ambas ermitas se conservan aún en buen estado. Ayer se pasó por ese antiguo camino real, entre Asturias y León. Fue una nueva marcha popular del programa de educación ambiental Naturaleza y Cultura, en el que colabora el Principado de Asturias, Autocares Medina, Coca Cola y ADARSA (que puso vehículos de apoyo), así como los Ayuntamientos de Teverga, Quirós y Gijón, y la Fundación Foro Jovellanos, que recordó al ilustre prócer gijonés, descubriendo una placa en Trobaniello, en la que consta la siguiente inscripción: «En recuerdo de Jovellanos (junio 1792) y como homenaje al proyecto jovellanista desarrollado por Naturaleza y Cultura (julio 2003)». En esta actividad participó, asimismo, el programa Recreo en la Naturaleza, precursor de las mismas, y la Sección Verde de Protección Civil de Gijón y el SEPRONA de la Guardia Civil de Oviedo. Y se contó con la asistencia, entre otras autoridades, de la actual alcaldesa de Teverga, María del Carmen Fernández Alonso; acompañada del anterior edil tevergano (gran impulsor de estas actividades), José Ramón Álvarez Argüelles; el primer teniente de alcalde de Quirós, Vicente Álvarez; y el presidente de la Fundación Foro Jovellanos, Jesús Menéndez Peláez, que intercambiaron recuerdos y felicitaron a los organizadores de la actividad y a este diario. A los excursionistas, junto con el periódico del día, se les entregaron publicaciones de la zona, refrescos de Coca Cola y

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pósters de plantas medicinales y de mariposas obsequiados por Du Pont e Hidrocantábrico. La marcha a pie, de algo más de cuatro horas de duración, comenzó en el Puerto de Ventana, para seguir a Trobaniellu y de allí bajar a Ricabo. Es el mismo camino que recorrió Jovellanos el 5 de junio de 1792, según cita en sus Diarios. Él lo hizo subiendo, pero en esta marcha fue dirección opuesta, bajando. Esta vía histórica también es conocida por los quirosanos como el Camino Real del Puerto Ventana o de Las Reliquias. Y enlazaba el entorno de Pedroveya y Peñerudes, La Collada de Aciera y el Valle de Quirós, con el Alto de Ventana y tierras leonesas. Durante la jornada de ayer, todo salió según lo previsto. (El Comercio, 28 de julio de 2003).



Jovellanos y la naturaleza por Bernardo Canga

Jovellanos comentaba hace dos siglos en su Diario, al pasar por el Camín Real de La Mesa, cerca de Torrestío, en la que supuso su excursión más famosa: «subida larga, harto suave y accesible a carros. La Mesa, sin duda llamada así por alusión, pues es una grande y tendida llanura entre dos altos. El vulgo dice que allí comió don Pelayo y juró no dejar moro a vida en Asturias. En ella está la divisoria de Asturias y León, en el punto de las vertientes. Acá entra el concejo de Somiedo. Mucho ganado: los puercos parecen a los teverganos. La Prida dice que un cura mejoró aquella casta trayendo padres de Extremadura (téngase en cuenta que esa vía romana unía tierras extremeñas y asturianas). Venta de La Mesa, perteneciente al lugar de Saliencia y que sirve por turno un vecino para disfrutar su producto. Es sólo para arriería y no tiene comodidad alguna. Ermita del Ángel, llena de pellejos de vino y camas de arrieros. Son edificios nuevos y están cubiertos de tablas de roble bien clavadas, no permitiendo los vientos otra techumbre. Están situados en la montaña que corre de la derecha del puerto de La Mesa. Comimos con gran incomodidad, aunque bien, refrescados con el agua de su buena fuente. Salimos siguiendo la misma cordillera hasta una garganta, en que, dejando a la izquierda el camino de Somiedo, se entra al de Teverga (La Madalena) y empieza a bajar el peor camino que pasé en mi vida». «Lo que más incomoda es la grande altura por donde se va y el enorme precipicio que hay a la derecha. La bajada es cruel, por la peña viva, arenisca, en vueltas y revueltas tomadas por una senda estrechísima. Después de mil afanes se baja al lugar de Barrio». Como se ve, lo describe todo con detalle de buen divulgador y estudioso.

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Ahora que se celebran tantos actos en honor de este ilustre gijonés, no está de más recordar algunas de sus frases relacionadas con la Naturaleza. Con el fin de que se tengan en cuenta esas sabias palabras que él nos legó, pues los demagogos e imitadores malos abundan cada vez más, algunos, incluso, invocando su nombre y sus enseñanzas, aunque ellos con sus continuos hechos sean todo lo contrario a lo que él fue y quiso decir a los asturianos.

¡OH, NATURALEZA!

Entre otras cosas dejó escrito Jovellanos, al pasar entre Castañedo del Monte y Trubia, bajando por Linares del tramo principal de la calzada de La Mesa: «descanso a la orilla de un arroyo abundantísimo que baja de lo alto a entrar en el río por su izquierda. Es sitio delicioso a la margen de las sonoras aguas y a la sombra de un hermoso avellano. Todo es poético; a la imaginación ayudaba, pero pasó la edad de esta especie de ilusiones. Voy a dejarlo, aunque sienta arrancarme de tan agradable situación. ¡Oh, Naturaleza! Que desdichados son los que no pueden disfrutar en augustísimas escenas donde despliegas tan magníficamente tus bellezas y ostentas tu majestad». Asimismo, habló de los valles y de los lagos. Al bajar de La Mesa hacia Teverga decía en su célebre Diario: «este concejo se compone de tres valles: el primero, valle San Pedro, que comprende las parroquias de Riello, San Salvador, Carrea, Torce y Barrio. Segundo, Valdesantibáñez, que encierra las de Santianes y Villamayor. Tercero, Valdecarzana, que tiene las demás. Compréndese en la demarcación el concejo de Páramo de la Foceya, que encierra las parroquias de los dos nombres (Páramo y la Foceya) con la Villa de Sub, que pertenece a Páramo. Son arciprestazgo de Teverga. En el concejo o distrito de la Foceya está el lago de Hoceya, como de trescientos pasos de diámetro, sin salida conocida, aunque se le hizo una a mano para que no inunde el pueblo. Se hiela en el invierno. El de Somiedo, en el sitio de Balbarán (La Cueva o La Calabazosa) es mayor. En la altísima Peña de Sobia, que parte este concejo del de Quirós, hay otro lago en la misma cima y otro a la parte de Quirós,

Jovellanos y la naturaleza

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junto a Villamarcel. Por todas partes, restos de volcanes. La Peña de Sobia es caliar y une con la de Ubiña, que lo es también».

10 AÑOS DE «MARCHAS»

Este año, la Marcha Jovellanista (que lleva 10 años celebrándose) se discurrió por el Camín Real de Trobaniello. Y de esa zona decía Jovellanos: «madrugada; salimos a las seis, caminando al poniente; se ve en la falda opuesta el lugar de Villajime, bien cultivado y frondoso; y luego a la de acá Villanueva que es de la parroquia de San Vicente de Nimbra. Esta iglesia se halla al paso, cerca de donde se vuelve a encontrar el camino real que viene por la orilla del río. A la opuesta, Ricabo, lugar de muchos prados; treinta vecinos. Se ve abajo el puente para pasar, y a la parte de acá algunas tierras de labor y bellísimos prados; al frente, y como cerrando la salida Occidental del concejo, la Peña de Parada, alta, escarpada y arenisca, como todas las alturas de este concejo a la misma parte». «La parroquia de Cienfuegos está en el seno que corre Norte Sur, y en lo alto de él nacen las aguas principales del río que baña el centro (Quirós); pero son también caudales las que nacen al pie de Peña Parada, que corren Poniente-Oriente hasta unirse a las otras junto a Bárzana. Antes de empezar las famosas revueltas (Garrafe) nos dejaron el presbítero D. Pedro y el colegial de San Pelayo D. Miguel Terrero; subida penosísima; lo fue más por habernos cogido una copiosa lluvia. En lo alto de las revueltas se ve la gran cañada y montes que describen el concejo de Teverga. Ermita de Nuestra Señora de Trobaniello. El puerto alto, de excelente suelo, y donde se pudiera hacer un buen camino veraniego. A fuerza de subir y dar vueltas, se dobla la Peña de Parada, y sigue buen camino hasta encontrar el de Teverga, que se une en la garganta misma que hacen las alturas, y en una bajada, que acaso tomó el nombre de Ventana, acaba Asturias… Se baja a Porcinero, donde no hay abrigo alguno. Serenidad; descanso; continuación del camino (hacia León); encuentro de un gran rebaño de merinas Se conoce otro clima y otro país».

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Se puede apreciar en los escritos el amor que este ilustre asturiano sentía hacia nuestra hermosa naturaleza, con referencias a árboles, animales, rocas. (El Comercio, 6 de agosto de 2003)



Curso de Extensión Universitaria La Universidad de Oviedo ha realizado, con la colaboración de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias y bajo la dirección de su presidente, el profesor doctor don Jesús Menéndez Peláez, el curso de verano de Extensión Universitaria, titulado Jovellanos y su tiempo, que se desarrolló de acuerdo con el siguiente

PROGRAMA Lunes, 7

10:00 a 12:00 Principales hitos en la biografía de Jovellanos Mª Teresa Caso Machicado Instituto Universitario P. Feijoo de la Universidad de Oviedo. 12:00 a 14:00 Los biógrafos de Jovellanos Agustín Guzmán Sancho Profesor de Enseñanza Secundaria (Gijón) 17:00 a 19:00 La iglesia española en el siglo XVIII Juan José Tuñón Escalada Centro de Estudios Teológicos del Seminario de Oviedo

Martes, 8

10:00 a 12:00 Jovellanos y su relación con la iglesia asturiana Juan José Tuñón Escalada Centro de Estudios Teológico del Seminario de Oviedo 12:00 a 14:00 Jovellanos y la literatura: su obra poética Jesús Menéndez Peláez Universidad de Oviedo

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UNIVERSIDAD DE OVIEDO CURSO DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

JOVELLANOS Y SU TIEMPO DIRECTOR JESÚS MENÉNDEZ PELÁEZ

CURSO DE LIBRE CONFIGURACIÓN: 4,5 CRÉDITOS FECHA: 7 AL 11 DE JULIO DE 2003 LUGAR: CÁTEDRA DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA- GIJÓN

Colabora:

Curso de Extensión Universitaria

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17:00 a 19:00 Jovellanos y la literatura: su obra dramática Jesús Menéndez Peláez Universidad de Oviedo Miércoles, 9 10:00 a 12:00 La economía española en el siglo XVIII Rafael Anes Álvarez Universidad de Oviedo 12:00 a 14:00 El pensamiento económico de Jovellanos Rafael Anes Álvarez Universidad de Oviedo 17:00 a 19:00 La ideas urbanísticas de Jovellanos Moisés Llordén Miñambres Universidad de Oviedo Jueves, 10

10:00 a 12:00 La impronta de Jovellanos en Hispanoamérica Moisés Llordén Miñambres Universidad de Oviedo 12:00 a 14:00 Jovellanos y las bellas Artes Javier González Santos Universidad de Oviedo 17:00 a 19:00 Jovellanos, aficionado y coleccionista Javier González Santos Universidad de Oviedo

Viernes, 11

10:00 a 12:00 Jovellanos, jurista ilustrado Santos Coronas González Universidad de Oviedo 12:00 a 14:00 El pensamiento constitucional de Jovellanos Santos Coronas González Universidad de Oviedo 12:00 a 20:00 Conferencia clausura. Museo Casa Natal de Jovellanos Jovellanismo y empresa en la Asturias de hoy José Antonio Hevia Corte Fundador de Esmena y Presidente de la empresa Ideas en Metal

Clausura del curso La conferencia de don José Antonio Hevia Corte abrió el acto académico de clausura del curso y entrega de los diplomas acreditativos a los alumnos participantes que tuvo lugar en la Casa Natal de Jovellanos, presidido por el Rector Magnífico de la Universidad de Oviedo, don Juan Vázquez; la ilustrísima señora alcaldesa de Gijón y presidenta de honor de la Fundación; y director del curso y presidente de nuestra fundación, doctor don Jesús Menéndez Peláez. Por su interés recogemos a continuación el artículo con que el diario «El Comercio», de Gijón, daba la noticia al día siguiente:

La alumna Carla Menéndez recibe de manos de su padre, don Jesús Menéndez, el diploma del curso: Jovellanos y su tiempo

«Cuantos menos conocimientos se tiene, más fácil es ser explotado» por Daniel Fernández «Las ideas de Jovellanos no están obsoletas, aún nos sirven». Esta afirmación la realizó ayer el empresario y vicepresidente de la Fundación Foro Jovellanos, José Antonio Hevia Corte, durante la conferencia que ofreció en el Museo Casa-Natal de Jovellanos de Gijón, bajo el título Jovellanismo y empresa en la Asturias de hoy. Hevia Corte dejó bien claro en su disertación que las ideas que puso en marcha el ilustrado gijonés «son las mismas que hoy reclama la sociedad». La conferencia sirvió para clausurar los cursos de verano dedicados a Jovellanos que la Universidad de Oviedo celebró en Gijón, durante esta semana. Durante su charla, el empresario asturiano defendió la participación de todos los sectores sociales para lograr avances económicos y de bienestar social. «El motor de la economía debe contar con la participación voluntaria de todos. Cuando la gente es explotada el país no funciona, no hay riqueza», afirmó Hevia Corte. En este sentido apuntó que Jovellanos «siempre luchó contra la explotación porque la consideraba un freno para el funcionamiento de la economía. Él quería el bienestar de todos los ciudadanos». El empresario asturiano recordó que la premisa que siempre defendió el ilustrado «para acabar con la explotación» era la de que «sólo un pueblo se levanta con la cultura y con la formación profesional y humanista». FORMACIÓN CONTINUA

José Antonio Hevia Corte extrapoló el modelo de Jovellanos a la actualidad, y afirmó que «si en el siglo XVIII los explotados eran

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los campesinos, hoy en día lo son los inmigrantes». De esta forma, la solución pasa, según el conferenciante, por la cultura: «Cuantos menos conocimientos se tienen, más fácil es ser explotado». Hevia Corte prosiguió su conferencia centrándose en la situación formativa actual. «Hoy en día la clave ya no es la formación en sí misma, sino lo fácil que lo tienen los jóvenes para acceder a esta formación y las grandes dificultades que encuentran para acceder al mercado laboral», explicó. En lo que no está de acuerdo el conferenciante es en el modelo de formación que está vigente en España y que, según comentó, «nada tiene que ver» con el que impulsó el político ilustrado asturiano. «Jovellanos defendía una formación práctica y teórica, de forma simultánea. Lamentablemente, en España los que estudian no reciben la necesaria formación práctica, mientras que en EE. UU. o Alemania se compaginan estos dos modelos», afirmó. Además, lamentó la desaparición de la figura laboral de los aprendices. «Es una pena que ya no existan. Jovellanos fue el creador de las primeras escuelas de artes y oficios, que han nutrido de grandes oficiales a Asturias. Con el actual sistema de formación nos encontramos actualmente sin oficiales», declaró el empresario José Antonio Hevia Corte.



III Iconoteca Jovellanista

Don Gaspar de Jovellanos y don José Sampil* por Fermín Canella y Secades

Pocos momentos después de consumada en Gijón la prisión injusta de Jovellanos, confinado a la isla de Mallorca, su apoderado y capellán, don José Sampil, escribió, disponiéndose a trabajar por su libertad, a don Juan Arias de Saavedra, consejero de Hacienda, quien le contestó en 13 de septiembre de 1801 agradeciendo sus generosos ofrecimientos, pero manifestando no poder aceptarlos hasta obrar con acuerdo del prisionero en las Baleares y consultarlo también con su íntimo amigo el gijonés don Pedro de Valdés Llanos. Hecho todo esto, en 25 de octubre ordenó Arias de Saavedra que Sampil fuese a Madrid, después de arreglar en Gijón los intereses de don Gaspar. Formado el inventario de los papeles de S. E. y entregado a don Baltasar Cienfuegos, en 13 de noviembre, salió cautelosamente Sampil para la corte, contando a todos la causa de su viaje, y antes escribió a su primo don Antonio García Tuñón, participándole que, desavenido con Jovellanos, deseaba dejar su servicio y, para asuntos de un beneficio eclesiástico, pasaba a la capital de España. Tuñón afeó la conducta de su deudo, por las circunstancias en que se hallaba el ilustre prisionero, autor de El delincuente honrado, pero, insistiendo Sampil, le preparó alojamiento en su misma casa de la corte, a donde llegó el viajero en 24 de noviembre. Cuando se vieron los primos, Sampil enteró secretamente *

Artículo publicado en El Carbayón, de Oviedo, del 14 al 17 de septiembre de 1886.

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a Tuñón del encargo que llevaba y, como éste no hubiese recibido entonces orden ninguna del señor Arias, consultaron con gran reserva a don Ángel Colodrón y a la condesa de Montijo. No tardó el señor Arias en remitir a Sampil las enérgicas representaciones de Jovellanos, en que, narrando los atropellos de que había sido víctima, pedía al rey su defensa y libertad. Con las enérgicas instancias venían también acertadas instrucciones del señor Saavedra, confinado en Sigüenza, en un convento de franciscanos. En aquellos documentos se ordenaba a Sampil visitase al señor Mallo, funcionario de gran favor en la corte y hábil para excogitar los medios de que llegasen a manos de Carlos IV las representaciones. Tuñón dudó enseguida de la lealtad del señor Mallo para [con] Jovellanos, con noticias de su adhesión servil a los favoritos Godoy y Caballero, perseguidores del asturiano insigne. Puestos estos detalles en conocimiento del señor Arias, repitió sus órdenes y, sin más equipaje que su breviario, Sampil emprendió viaje para San Lorenzo del Escorial, donde estaban los reyes, pero depuesto con decisión a todo, si bien un tanto temeroso de las personas y tiempos en que corrían sus encargos. La inocencia de Jovellanos le animaba, y antes tuvo la precaución de sacar dos copias más de las protestas, una de las cuales cosió entre el forro y paño de la chaqueta de Tuñón para remitir a Asturias, y otra la llevó éste a las oficinas del marqués de Villafranca, donde servía. Sampil llegó al Escorial en la mañana del 12 de diciembre. Se dirigió enseguida a casa del asturiano Patricio Fernández; pero, como hubiese allí muchos huéspedes, solamente se facilitó provisional descanso al leal capellán, y después le buscó otro alojamiento más cómodo y seguro. Entonces se dirigió a la casa del médico don Ignacio Sabregi, a quien no encontró, pasando a la del señor Mallo, cuyos porteros le impidieron el paso en virtud de órdenes terminantes. Volvió Sampil a la posada, donde redactó una esquela reservada, pidiendo una pronta audiencia; pero los porteros del mismo funcionario se negaron a introducirla a su señor, rechazando una espléndida gratificación de Sampil, y únicamente pudo éste averiguar que bien pronto el señor Mallo saldría en coche para palacio.

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Estando así en espera, se vio molestado el capellán asturiano por un militar, comisario del Real Sitio, que le preguntó por su nombre, condición y estancia en El Escorial, y, si bien dijo que se llamaba Sampil, natural de Mieres, en el obispado de Oviedo, añadió que aún no tenía posada y que venía a San Lorenzo para ver las pinturas. Al separarse el comisario, probablemente para dar cuenta al ministro, ya el coche esperaba a Mallo, y poniéndose cerca de la portezuela dijo Sampil: –Señor Mallo, soy un apoderado del señor Jovellanos, tengo que hablar con V. S. de asuntos importantes y deseara hacerlo al momento. –¡Hombre, hombre! –se limitó a contestar Mallo, avanzando hacia el carruaje. De pronto se volvió atrás ordenándole que le siguiese. –¿Qué es lo que usted tiene que mandar? y despache pronto –dijo en su despacho, con tanta brevedad como recelo. –S. E. me encarga ponga en mano de V. S. estos papeles, contestó Sampil entregándoselos: por ellos se enterará V. S. de mi comisión, deseando que me facilite los medios de entregar al soberano las representaciones. Guardó Mallo la carta en el seno, ofreciendo fríamente hacer cuanto pudiera por Jovellanos, pero ordenando a Sampil que al momento saliese sin detención del Real Sitio. El capellán insistió: –Pues que V. S. se presta a servir a mi amo, dígame dónde entregaré a S. M. el Rey las solicitudes, –Mañana –contestó Mallo– vamos a Madrid: hágase usted «encontradizo» en uno de los pasillos de palacio, por la noche, dentro de dos o tres días, allí le diré lo que usted debe hacer. Mas, por ahora lo dicho: salga usted pronto de aquí, porque importa. Sampil le enteró brevemente de lo ocurrido con el militar ayudante, y entonces el palaciego insistió en sus órdenes con mayor premura y desasosiego, y desapareció en el coche. El capitán llamó a su paisano Patricio; le encargó buscase un calesín para regresar a Madrid, donde un amigo moribundo le aguardaba. Sin esperar la comida, tomando sólo una pastilla de chocolate, quemó la carta escrita para Mallo y, subiendo con premura

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al vehículo que trajo el diligente posadero, salió enseguida de El Escorial, pagando al cochero veinte reales más sobre los cien que había pedido. Y fue a tempo: comisarios y alguaciles le buscaban con ahínco por el Real Sitio y, dando con Patricio y con la casa del calesero, despacharon requisitorias a Madrid para el juez Marquina, magistrado de la confianza especial del ministro. También se dio parte al vicario eclesiástico de la coronada villa. Una vez en mitad del camino, unos ojeadores dijeron a Sampil que el rey iba a cazar por aquellos lugares, y el presbítero dudó en esperar al monarca con el fin de entregarle las representaciones; pero pensando mejor el caso continuó el viaje y llegó a Madrid, dejando el calesín antes de entrar en la capital. Apresuradamente se dirigió a la casa de su primo Tuñón. Éste se confirmó en sus pasados temores y desconfianza de Mallo, mientras que Sampil el siguiente día daba cuenta de todo lo pasado en San Lorenzo al señor Arias Saavedra, por conducto del citado Colodrón. Tuñón manifestó al presbítero que había recibido carta de don Antonio Arango, mayordomo del marqués de Camposagrado en Barcelona, preguntando por su comisión en Madrid, y ya el eclesiástico de Mieres se disponía a escribir a Cataluña, cuando, a las cuatro de la tarde, entraron por la habitación de los primos el juez don José Marquina, alcalde de Casa y Corte, con no pocos alguaciles. Fue detenido Sampil, mostrándole una orden del ministro Caballero para prenderlo. El agudo capellán se disculpó y [se] defendió con Marquina de la manera que pudo; pero no valieron pretextos y protestas, apoderándose la turba curialesca de todos sus papeles, llevándole a la cárcel. Antes se despidió de su primo con estas intencionadas palabras, que fueron la salvación de Tuñón: –Adiós, primo, perdóname este mal rato que te di y el no haberte manifestado el motivo de mi venida a Madrid, el tiempo aclarará esto y entonces conocerás que soy inocente. Ruégote que no me abandones en la cárcel, cuidándome con los recursos que tengo y, cuando se acaben los pocos reales, escribe a mi madre para que te libre lo necesario. Mostrábase Marquina muy gozoso con la prisión del presbítero. Cuando recibió las requisitorias del Escorial no paró hasta dar con el

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calesero y preguntarle por la vivienda del viajero; pero, como éste no la supiese, el portero de tal alcalde de Casa y Corte, que era casualmente asturiano, se dio buena mañana para averiguarlo entre los paisanos. Era esto el 14 de diciembre. Sampil fue encerrado en la cárcel de la Corona de la calle Cabeza, primero en regular habitación; pero después en un calabozo húmedo y oscuro de los subterráneos. Antes vino el primo Tuñón con cama y algunos recursos y pudo manifestarle, en latín, que se había salvado la carta de fray Francisco (era Arias de Saavedra, que vivía vigilado por los franciscanos de Sigüenza) y que avisaba a Mieres del Camino lo que pasaba. Los alcaldes recelaron siempre del preso tratándole con rigor, creyéndole reo de Estado, abusaron de su situación tristísima y le explotaron miserablemente consumiendo poco a poco sendos recursos, y los carceleros y mozos de llaves hicieron otro tanto con increíbles groserías y crueldad, particularmente desde que, con intervención de la Vicaría eclesiástica, fue el inocente Sampil trasladado al calabozo. Más que de sus propios padecimientos dolíase el capellán de la suerte de su ilustre amo, Sr. Jovellanos, cuando el ministro Caballero se enterase de los papeles recogidos por Marquina; porque entre ellos estaban los cosidos en la chaqueta de Tuñón y los que había llevado a las oficinas del marqués de Villafranca. La miserable vida en la catacumba (así se llamaba el local frío y oscuro donde encerraron al sacerdote asturiano), le ocasionó una grave enfermedad al verse privado de movimientos, comunicación y lectura; y otro tanto aconteció a varios desgraciados que le habían precedido en aquel sitio de horrores y que escribieron sus nombres e impresiones en las húmedas paredes de aquel recinto. Al llegar a este punto, confiesa Sampil con suma gracia que, sin ser poeta, llegó a trazar los siguientes «renglones desiguales», que no se atrevió a bautizar de versos: Sin más crimen que ser agradecido, ni otra culpa que amar a un desgraciado, en este calabozo fui metido, y el trato de los hombres me es negado.

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Practicar la virtud, me ha prevenido, estar a eternas noches sentenciado: Patria, si a la virtud das estas penas, ¿a cuáles, al vicioso, di, condenas? Con igual donosura el presbítero narra, en sus Memorias de estos sucesos, la conducta escandalosa y venal de dichos alcaldes y del carcelero tío Pepe. Éste, grandísimo borracho y glotón, que consumió las raciones del prisionero, hasta que, rendido a la avaricia de sus guardianes, ajustó con ellos la manutención en doce reales diarios; cantidad excesiva para aquellos tiempos, pero sin librarse por eso de perros y gatos hambrientos que del mismo plato llevaban las viandas. Un pretencioso caballero de Malta quiso vender protección a nuestro paisano, desde otra prisión inmediata, donde el cruzado también estaba a buen recaudo, pero Sampil no cayó en la trampa. Cuando estuvo enfermo, gratificó mucho de lo que debía a un médico ignorante y hambriento que vino a duras penas a visitarle, logrando así cambiar de habitación, porque en la que había vivido más de veinte días estuvo a las puertas de la muerte con intensa calentura. Pasada ya la primera mitad del mes de enero, se presentó el juez Marquina a tomar declaración, y es justo consignar que éste fue tan sólo un servil instrumento de los perseguidores, sin mala intención por su parte: fue, sí, bastante perezoso en el cumplimiento de su cargo, aunque se disculpaba con las variadas ocupaciones que en aquellos tiempos le daba el receloso ministro Caballero. Dijo enseguida a Sampil que le estaba muy recomendado por don Antoñito Posada, canónigo de san Isidro, y llegó la confianza al punto de indicarle que la Reina doña María Luisa, por influencia de una señora de la corte, le había hecho nombrar, primeramente secretario de la Superintendencia, y después alcalde de Casa y Corte. Las diferentes entrevistas del juez y del inocente reo son en extremo curiosas e indican perfectamente cómo se sostenían los favoritos y cómo por entonces nada importaba la libertad y la honra de los ciudadanos. Los porteros de Mallo en El Escorial fueron los que sospecharon y denunciaron a Sampil. Cuando éste, desentendiéndose y en

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ocasiones burlándose de las preguntas capciosas de Marquina, manifestó su celo y decisión por su amo el Excmo. Sr. Jovellanos, el alcalde llegó a prohibirle que diera tratamiento al confinado en Mallorca. No se ocultó en cambio Marquina, para decir que mal había hecho en confiar en el señor Mallo; después preguntó por los papeles recogidos al presbítero, llegando éste a indignarse cuando supo que S. M. el Rey no los había leído, pues sufriría contento prisión y padecimientos si las representaciones hubiesen llegado a las reales manos. El juez deseaba saber las instrucciones que había recibido de Jovellanos, sin duda para conocer a los amigos del virtuoso y sabio ministro y fuesen tratados como Saavedra, de quien decía el astuto alcalde que era hombre honrado y muy amigo suyo. También intentaron y presentaron a Sampil una carta, de don Alonso Cañedo Vigil, dignidad de la metropolitana de Toledo, al capellán de Mieres, en la que tenía por inconveniente su venida a Madrid, añadiendo que más adelante, por «otra persona», se podría hacer algo a favor de su tío don Gaspar, y mientras tanto no olvidara don José la real orden prohibiendo a los clérigos venir a la Corte. El preso explicó la epístola diciendo que su lealtad le hizo olvidar toda clase de obstáculos y añadió con gran aplomo que, siendo apoderado de Jovellanos, en su persona venía a la corte el poderdante, y la persona a que se refería el futuro arzobispo de Burgos sería nada menos que el generoso Godoy. El alcalde supo prescindir de semejante irónica respuesta y presentó otra de las cartas de Sampil a su primo Tuñón, en que aquel se burlaba del famoso episodio de «las naranjas» del favorito, y hubo sobre esto severas recriminaciones al capellán, así como preguntas insidiosas sobre sus relaciones con las señoras de Amandi (una de ellas casada con el director del Banco de San Carlos, [otra] con don Agustín Pedrayes, insigne matemático, natural de Lastres, en Asturias, y [la tercera] con su paisano don Juan Cuervo, segundo director de la Academia de San Fernando a quienes saludaba en la carta). Hasta terminar el mes de febrero no se formaron por Marquina de una manera secreta los cargos contra Sampil, y fueron estos: su carta y amistad con Arango, mayordomo de Camposagrado, que fue preso durante varios meses en el fuerte de Canaleta, de Cataluña; la sangrienta alusión de ser el Príncipe de

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la Paz el protector que ofrecía el canónigo Cañedo para Jovellanos; y además la real prohibición de venir los clérigos a la corte. Aquí una vez más estalló la indignación del apoderado del insigne Jovino y el alcalde tuvo que oír cómo condenó con energía las desgracias de la patria, entregada a favoritos, añadiendo que si él estaba perseguido por su adhesión al sabio autor del Informe sobre la ley agraria, ya querría el ministro Caballero contar con un amigo leal para cuando cambiasen los tiempos. Pocos días después tuvo lugar la visita de cárceles por la Asociación de Jesús Nazareno, presidida por el conde de Miranda, y Sampil no pudo conocer al vicario para quejarse de las vejaciones que había sufrido en aquella cárcel de [la] Corona. El canónigo don Antonio Posada, que venía con los visitantes, saludó a nuestro preso con cariño y lo mismo el señor Jáuregui, que se ofreció en su nombre y en el de las señoras de Amandi, «temerosos todos del resultado de su prisión». Otro día vino don José Seragui, que por sí, por la condesa de Montijo y el consejero Pontejos, hizo toda clase de ofrecimientos en aquellas y otras visitas, no recatándose para hacer ante los alcaldes que las presenciaban enérgicos y sentidos elogios de la virtud de Jovellanos, facilitando a su leal capellán libros para distraerse, y algunos en francés, en cuanto le dijo que don Gaspar le había enseñado dicho idioma. Pasaron días y meses sin que Samplil supiera nada de su causa y, mientras tanto, fueron sus compañeros de prisión un canónigo de Gerona, que había venido a la corte para regalar a Godoy un cuadro de mérito, tasado en cien doblones, preso después de aceptada la pintura y con orden de volver a su diócesis a costa de su prebenda, y un don Francisco Clemente, ex secretario del superintendente señor Alarcón y con el cual logró juntarse Sampil, protestando, con auxilio del médico, que necesitaba su compañía para entrarle y atenderle bien. Por entonces pidió Caballero el extracto de la causa a Marquina, mientras que en Madrid el primo Tuñón no se descuidaba en dar los pasos conducentes a la libertad del capellán. Un día volvió Marquina para hacer ciertas preguntas y no es para olvidado que el dicho Tuñón, por consejo del canónigo Posada, regaló al alcalde de Casa y Corte, primeramente, una escribanía de plata y, después,

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ciertas piezas de lencería en que se invirtieron tres mil y tantos reales, no estorbando nada los agasajos para que el protegido de la reina María Luisa fuese constantemente a referir a Godoy el resultado de las declaraciones. De nuevo enfermó Sampil por falta de ejercicio; otra vez le pidieron las instrucciones de Jovellanos para venir a la corte, y llegó el día 13 de abril, que, por fin, se declaró su libertad «provisional», confinándole a Oviedo a las órdenes del prelado; pero habiendo de ser conducido a su costa para Asturias, lo cual no dejaba de ser costoso, porque no eran de escasa monta las dietas de los alguaciles acompañantes. Vinieron a felicitarle enseguida el afectuoso Tuñón, don Antonio Posada, don José Argüelles, archivero del Consejo de Guerra, don José Acebedo, el ama de llaves de don Juan Arias y Saavedra (a cuyo cuidado y por orden de su señor había corrido la mudanza y limpieza de la ropa del capellán) y don José Gil, apoderado de Camposagrado en Madrid, el que participó cómo circulaban por la corte no pocas copias de las representaciones de Jovellanos, que los embajadores extranjeros habían remitido a sus gobiernos, y uno de ellos no había ocultado, para manifestar su horror contra el procedimiento seguido a Sampil. Lo gracioso del caso fue que las copias se sacaron del bufete del mismo Marquina. Ante éste y don Juan Cuervo, el citado asturiano, arquitecto del Príncipe de la Paz, se otorgó la escritura de fianza para librarse de la custodia alguacilesca. Sampil se despidió llorando de su compañero Clemente, y al salir de la cárcel subió a una calesa, después de abrazar a sus primos, el mencionado Tuñón y don Antonio Vázquez Prada. Doce años después, en la misma prisión de la Corona, fueron presos e insultados por las turbas los diputados liberales más notables, cuando la reacción de 1814. En seis días llegó a León y, sin detenerse en su casa de Mieres, se presentó el apoderado de Jovellanos al obispo de Oviedo, en 28 del mismo abril. El prelado y su curia lo trataron con escasa consideración, porque la orden de libertad decía: «El Rey ha determinado que don José Sampil, presbítero, vaya conducido a la orden de V. I., y quiere S. M. no se le permita salir de esa ciudad sin expresa orden suya y que V. I. vele sobre su conducta. Aranjuez,

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etcétera. = Caballero». Así el gobierno diocesano le ordenó presentarse «diariamente»; pero no fue mudo Sampil para quejarse respetuosamente al prelado, señor Llano Ponte, pues es lo cierto que tuvo bastantes dificultades hasta para decir misa, y que se le prohibió ir a Gijón para arreglar los papeles del virtuoso prisionero en Bellver. No mejoró mucho su suerte con el provisor y vicario, señor Palacio, arcediano de Gordón, amigo de Jovellanos, y llegó el 10 de septiembre cuando pudo celebrar el santo sacrificio, refrendándosele las licencias que entre sus papeles había recogido y después remitido Marquina desde Madrid, interviniendo en el pronto despacho el fiscal eclesiástico, señor Ferrería, su amigo, en la tertulia del marqués de Camposagrado. Volvieron a recogérselas sin motivo en Sede Vacante y, si pudo salvarse de nuevos disgustos, fue retirándose a Mieres, haciendo allí vida de ermitaño sin trato de gentes, sin que con este aislamiento dejase, en diferentes ocasiones, de comparecer en Oviedo para desvanecer infundadas calumnias y poder regresar al seno de su familia. Todo esto duró hasta el decreto de Fernando VII, que ofreció desagraviar a los injustamente perseguidos por el anterior gobierno; pero prisionero el monarca, que no se distinguió por su gratitud, y, muerto pronto Jovellanos, su amigo y favorecedor, Sampil, como otros muchos patriotas, fue olvidado. Tal es el extracto de la minuciosa Relación que hizo el presbítero don José Sampil, de su infructuosa comisión en 1801 para libertar a don Gaspar Melchor de Jovellanos. Consta la dicha Relación en un tomo en 4º de 358 páginas hasta hoy inédito, y que se conserva en poder de su familia*, con otros trabajos suyos y numerosa

* Desgraciadamente se ignora el paradero de esta importante Relación, de la que este trabajo de Fermín Canella es un resumen o extracto. Sobre Sampil puede verse MONTERO PRIETO, Alberto, Vida y obra de José Sampil, capellán de Jovellanos (1756-1829), Mieres, 1995, en cuyo prólogo el profesor Caso González invita al autor a seguir investigando. Tal vez, pensaba el insigne jovellanista en que algún día encontrara Montero Prieto, gran conocedor de la historia de Mieres y sus gentes, la propia Relación de Sampil (Nota del editor).

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correspondencia, dignos de ser conocidos para precisar bien las costumbres de aquellos tiempos. Los biógrafos del sabio Jovellanos, señores Ceán y Nocedal, también refieren la comisión del honrado capellán, cuando no atreviéndose a presentar al Rey la primera representación del insigne asturiano, su primo, el marqués de Valdecarzana, sumiller de corps, redactó otra nueva que con la primera remitió Arias de Saavedra a Sampil. Aquellos ilustres escritores explicaban la prisión del presbítero apoderado por denuncias de espías asturianos a la gente palaciega, añadiendo que ésta disparó postas camino de León y de Sigüenza, y que le aprisionaron el entrar en Madrid por la puerta de Segovia. El mismo Jovellanos coincide con aquellos publicistas por no se saber entonces los pormenores de la curiosa relación que nosotros hemos visto autógrafa y casi desconocida, extractándola y publicándola para recuerdo de hombres tan bien nacidos y agradecidos como don José Sampil y don Antonio Arango. La prisión de éste duró ciento veintinueve días, en Cataluña, con las mismas molestias y vejaciones que su amigo en la corte, hasta que, no resultando el menor indicio que confirmase las vanas y cavilosas sospechas, fue puesto en libertad. Pero el autor de las representaciones era Jovellanos, «y en mí fue castigado con mayor rigor por el enorme delito de haber reclamado en ellas la justicia del Rey», escribe aquel lustre estadista en los apéndices de su Memoria en defensa de la Junta Central. Allí refiere cómo por esta natural defensa, en 5 de mayo de 1802, se le arrancó de la santa y tranquila reclusión de Valdemoza, fue trasladado al castillo de Bellver y allí encerrado con rigor y estrechez, cual si se tratase de un criminal feroz o repugnante. Bien es cierto que, andando el tiempo, con gran reserva y cuidados y merced a buenos amigos, pudo comunicarse con otros y con su familia, venciendo mil obstáculos y después dedicarse a sus estudios históricos y literarios; pero es probable que no lo supieron los inicuos perseguidores de Madrid; y a tanto se debe que hubiera escrito allí sus más notables obras el famoso ministro asturiano. Sampil fue siempre, en próspera fortuna y en amarga desgracia, amigo consecuente y servidor incondicional del fundador esclarecido del Instituto de Gijón. A éste dedicó su libro titulado: «El jardinero instruido, tratado físico de la vegetación, cultivo y poda de los árboles frutales,

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extractado de las mejores observaciones sobre la agricultura, hechas por MM. Duhamel, Bonet, Buffon, La Ville, Herve, Oliver de Schrres, La Quintanié, Rocier, etc.; Madrid, Oficina de don Benito Cano, 1798, en 8º; 344 páginas». De esta obra se hizo nueva edición en Oviedo, 1867, por la redacción de El Faro Asturiano. Encarece en este libro la nobleza e importancia de la agricultura, tratando, según dichos autores, de la nutrición, duración y clasificación de los árboles, examen de sus raíces, ramas, frutos y organización, y se ocupa también de los viveros, injertos y enfermedades del arbolado. También escribió y dedicó a Jovellanos el «Nuevo plan de colmenas o tratado histórico natura, físico-económico de las abejas, en que se compendian las observaciones de MM. Swammerdas, Reamur, Maraldi, Rien, etc., y los curiosos ensayos que hicieron varios aficionados extranjeros por medio del ingenioso sistema que aquí se presenta, Madrid, 1798, por B. Cano. En 8º, 264 páginas 4 láminas. En esa obra se lamenta el señor Sampil del atraso de este ramo industrial de la agricultura, entregado a la rutina y a prácticas supersticiosas que difundieron Virgilio, Plinio, Columela y Herrera. Es un excelente tratado de apiescicultura donde describe la organización de las colmenas y su mejor establecimiento y administración. Sin embargo, según don Antonio Antón Ramírez, en su excelente Diccionario de bibliografía agronómica, son lunares de este libro, cuyo manuscrito tienen los herederos del ilustrado capellán de Mieres, la omisión que hace de los autores españoles que trataron de las colmenas, y muy particularmente igual preterición que hace del sabio Rezier, a quien sigue con frecuencia y cuya obra comenzó a difundirse por España un año antes del trabajo de Sampil, en 1797. Era el capellán hombre de natural despejo y de no escasos conocimientos, adquiridos con el trato, enseñanza y libros de Jovellanos. Tenía además extraordinarias disposiciones para las artes y, sin maestro de oficios, le fueron bastante conocidos el de relojero, carpintero y otros. Fue de carácter jovial, pero enérgico e incapaz de doblarse a los poderosos para ser instrumento de sus caprichos, cuando en algunas ocasiones fue solicitado por ellos. Profesó ideas liberales y guardó siempre profunda indignación contra el gobierno de Godoy y sus satélites, que con tanta saña y encarnizamiento habían perseguido a Jovellanos, Saavedra y otros sabios y virtuosos

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varones, cuyos generosos esfuerzos no bastaron para libertar la patria de la defectuosa administración del apocado y débil Carlos IV. También Sampil fue molestado bajo el gobierno de Fernando VII con el pretexto de haber sido afrancesado o haber manifestado simpatías por los que él creyó noblemente reformadores de la patria. No tenemos detalles sobre estos extremos, pero viendo a Jovellanos libre de la prisión de Mallorca, mas no desagraviado de sus injustos padecimientos, mirándole después perseguido en Cádiz y vejado en Galicia, en indigna recompensa de tantos esfuerzos por la libertad y progreso de España, tal vez dudó de la gente hasta entonces encargada de los destinos públicos. Además, Jovellanos murió en 1811 y entonces quedó el animoso y diligente capellán sin protector, sin amigo leal y consejero. El presbítero don José Antonio Sampil y Laviades nació en Mieres del Camino en 1757 y, a la edad de 72 años, en septiembre de 1829, falleció en su misma patria.



Joaquín Manzanares El 18 de junio falleció a los 80 años, en su casa de Oviedo, en Prau Picón, a consecuencia de un fallo cardiaco, el que fuera Cronista de Asturias y Patrono fundador de nuestro Foro Jovellanos, don Joaquín Manzanares Rodríguez-Mir, considerado por muchos el último gran asturianista. Fue fundador y director del Tabularium Artis Asturiensis, que creó en 1947 bajo la divisa «Deus et nostrum»; descubridor de la iglesia prerrománica de Santa María de Bendones; Académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes desde 1952; miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos, etc. Era persona independiente, de fina ironía y agradabilísimo trato personal. Manifestamos nuestro profundo pesar trayendo a este boletín el artículo que a su memoria dedicó en La Nueva España nuestro Secretario.

La «campana» de Joaquín Manzanares por Orlando Moratinos Otero

No nos tenía acostumbrados al silencio, con él se marchó. Joaquín se nos ha ido casi de puntillas. El Tabularium Artis Asturiensis se queda solo; los guardeses y guardesas de capillas no recibirán más su visita. Las ermitas e iglesias desperdigadas por nuestra geografía astur no tendrán que aguantar más las críticas a su nuevo atuendo. Las piedras de Santa María de Bendones, sus mejores amigas, las de la Catedral, incluso las «ventaninas», las campanas y, en general, todos y todo lo relacionado con nuestras señas de identidad, le vamos a echar mucho de menos. No llegué a formar parte de sus íntimos amigos. Ojalá hubiera sido así. La diferencia generacional, posiblemente, fue la responsable. Han pasado escasamente unos diez años desde que me honraba con su amistad. Comenzó gracias a Manolo Arregui (Oviedo), cuando algunos amigos como Fermín Palicio (Tudela de Agüeria), Vicente Cueto y quien esto escribe (Gijón), tuvimos el privilegio y la ocasión de compartir, durante un par de jornadas, la grata compañía de nuestro querido Cronista Oficial de Asturias, durante unas pequeñas excursiones cargadas de intenso asturianismo. Comenzábamos con lo que, por sí mismo, justificaba nuestra presencia: la preceptiva visita al Tabularium de Joaquín Manzanares. Luego, por añadidura, vendrían las excursiones a lugares y zonas que él deseaba mostrarnos (Teverga, Priorio, Santa María de Bendones, Santa Cristina de Lena, Valdediós, no logró que se derribara el muro que lo rodea ni rebajar el suelo de escombros circundante a partir del mismo). Aquellas cortas rutas visitando algunas iglesias de la monarquía asturiana, realizadas sin manual ni guía, casi al estilo del siglo XVIII (salvo la carretera y el medio de transporte) donde, cuando llegábamos a un lugar, parecía que ya nos estaba esperando.

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Allí nos encontrábamos frente a una pequeña iglesia mal restaurada o con posibilidades de que los que intervinieron en el proyecto de restauración no fueron capaces de apreciar o de aprovechar. La totalidad de las campanas de Asturias estaban perfectamente catalogada por Joaquín. A lo más le faltaba alguna medida o datar el año de fabricación. Ni corto ni perezoso se encaramaba en el campanario con su cinta métrica y máquina fotográfica en ristre para concluir su ficha. Y siempre así. Luego, una vez abajo, comentaba alguna anécdota sobre el lugar y algún que otro desatino que se había cometido con ciertas partes del monumento o de los alrededores que lo circundaban. Joaquín seguía en sus trece, y de su sana terquedad aprendíamos, ¡vaya si aprendíamos! Su capacidad crítica y su forma de expresarla ya la quisieran algunos… Aunque natural de Oviedo, que lo vivía y lo quería con toda su alma, como buen asturiano no entraba en las guerras estériles de las dos ciudades. Gracias a sus gestiones, en 1968, se consiguió que el Ayuntamiento de Gijón adquiriera los terrenos donde se ubica el Torrexón de San Pedro de Veranes (Cenero). Como patrono de la Fundación Foro Jovellanos, con ocasión de acudir a los actos organizados por nuestra Fundación, no le dolían prendas para, al pasar por delante, criticar el recrecido de ciertos trozos de muralla romana en Cimadevilla. Su defensa no se quedaba en los monumentos construidos por el hombre, sino que partía del principio de que éstos forman pareja en una perfecta conexión y armonía con la naturaleza. Por ello siempre fue un profundo y casi utópico defensor de ésta. Guerreaba en una batalla que ya se había iniciado perdida: la limitación del crecimiento de las ciudades. Muchos abogamos porque alguien tome la «cuerda» de la campana de Joaquín y se atreva a tocarla como él lo hacía. Continuar en la defensa de nuestros monumentos, de los espacios naturales que rodean nuestras villas y ciudades y la denuncia de posibles desaguisados que, en algunas ocasiones por intereses económicos, otras por ignorancia, se cometen con nuestro Patrimonio Cultural.



«Don Boni» El 2 de diciembre de 2003 moría repentinamente don Bonifacio Sánchez Alonso, párroco jubilado de la iglesia de San Pedro de Gijón. Fue testigo del traslado y examen que de los restos de Jovellanos se llevaron a cabo al ser depositados en la capilla de los Remedios, donde reposan en la actualidad. Ayudó y acompañó a nuestra fundación cuando daba sus primeros pasos como socio fundador de la entonces Asociación Foro Jovellanos. Ofició junto con el padre Patac en nuestras funciones religiosas, tales como la celebración de la misa funeral por nuestro recordado primer presidente don Francisco Carantoña, misas de aniversario por Jovellanos en la capilla de los Remedios, etc. Valga como recuerdo cariñoso a su memoria esta semblanza que de su entrañable persona hizo en La Nueva España de Gijón, de fecha 3 de diciembre de 2003, nuestro presidente.

Recordando a don Boni por Jesús Menéndez Peláez

Fue don Femando Fueyo, arcipreste de Gijón, quien ayer, en una fugaz visita a su despacho, me dio la noticia y las circunstancias de la muerte de don Bonifacio Sánchez, párroco emérito de San Pedro y uno de los sacerdotes que a partir de hoy formará parte de la historia del Gijón de nuestros días. Siempre admiré en don Boni su capacidad de comunicador con un estilo tan peculiar que lo hacía inimitable; sólo él podía utilizar una retórica que, conculcando los más elementales principios de las «artes praedicandi», conseguía, sin embargo, mantener la atención de un público asiduo a sus homilías de San Pedro; intentar imitar aquel estilo conducía al más estrepitoso fracaso; pero en don Boni aquellas breves admoniciones homiléticas, salpicadas de un anecdotario doméstico y con glosas del vivir cotidiano, le daban una frescura discursiva que encandilaba a su auditorio. Su originalidad la llevaba don Boni al trato personal; era lo que en Asturias llamamos un cura campechano; un adjetivo que en nuestra Asturias adquiere una ampliación conceptual de difícil equivalencia semántica en castellano. Esta cualidad le permitió siempre una fluida relación con el poder político, a veces de signo poco propicio al mundo eclesiástico. Hubo un tiempo en el que, cuando me encontraba con don Boni, le solía llamar don Camilo, ya que su figura –incluso física–, su personalidad y su originalidad pastoral me recordaban al protagonista de la novela italiana «Don Camilo» y sus relaciones con el alcalde don Pepón. Don Boni era uno de esos clérigos que, manteniendo la idiosincrasia de hombre rural, la propia de sus orígenes alleranos, la sazonó de una cultura eclesiástica, si bien alejada del conceptualismo teológico-canonista y muy encarnada en la vida. Tanto en sus

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homilías como en sus escritos periodísticos don Boni recurría a los «ejemplos» o anécdotas, siguiendo el viejo aforismo de San Ambrosio de que «exempla priús docent quam verba». Sus ejemplos y anécdotas no eran extraídos de ejemplarios al uso de predicadores, sino sacados del vivir diario, fruto de su aguda observación. Más que un voraz lector, don Boni era un fino observador. Desde San Pedro don Boni desarrolló una inestimable labor social como presidente de la Fundación San Eutiquio. Ahí está la Guardería Infantil, donde inició su formación humana una pléyade de niños que hoy, desde la atalaya de una ya madura juventud, recuerdan con afecto y gratitud a las personas que en aquel lejano ayer hicieron de aquel centro educativo una institución ejemplar en Asturias. Ahí está la Residencia de la Tercera Edad, lugar de acogida para esa etapa de la vida en la que el ser humano, apartado ya de los protagonismos sociales, suele recibir el olvido y la marginación; durante el breve tiempo que formé parte de su junta rectora fui testigo de la preocupación de don Boni por dar las mejores atenciones de confort y de cariño afectuoso a los mayores que allí residían y a los que acudían a disfrutar de las actividades lúdicas allí programadas. A partir de hoy don Boni formará parte de la historia de Gijón. Quiero que esta breve evocación de su original personalidad sea testimonio de afecto al sacerdote, al antiguo compañero y al amigo con sus luces y sus sombras.



Padre José María Patac de las Traviesas, S.J., una figura señera de la cultura asturiana por Isidoro Cortina del Frade

In memoriam.

A

media mañana del día 21 de octubre de 2002, casi inmediatamente después de la salida de la Misa, a la que a diario asistíamos un muy reducido grupo de personas, acompañantes de los miembros de la Comunidad, enfermos o impedidos, en la intimidad del oratorio de la enfermería, fallecía en su contigua celdahabitación de la última planta de su Colegio de la Inmaculada de Gijón, en el cual residía desde hacía una cincuentena de años, el padre José María Patac de las Traviesas. Nonagenario –iba a cumplir noventa y un años en el inmediato mes de noviembre–, hasta sus últimos días se mantuvo firme en su interrumpida línea de trabajo y de entrega a los demás, en la forma que tan destacadamente había definido su larga vida. Tuve el honor y, a la vez, el profundo sentimiento de dolor de haberlo acompañado en sus últimos momentos, sumido en la emoción y la angustia de ver partir de este mundo al que consideré como un segundo padre. Su óbito fue el plácido tránsito de un justo hacia la gloria. La muerte del insigne jesuita causó gran impacto en toda Asturias y, en particular, en la villa de Jovellanos, de quien él fue un profundo estudioso y especialista. Muchos fueron los representantes

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de los diversos estamentos, tanto provinciales como locales; amigos, antiguos alumnos y gijoneses que desfilaron para significar su último adiós, tributarle su afecto y ofrecer una oración ante su cadáver, expuesto en la capilla ardiente instalada en la sala de visitas del Colegio. En los días siguientes, la prensa de toda Asturias se hizo eco de su desaparición con destacados titulares y amplios espacios informativos que contenían esquelas, biografías, necrológicas y diversos artículos referidos a su personalidad y obra. Por la tarde del 22, en la iglesia de la Inmaculada, se celebraron unas solemnísimas exequias. El funeral, de cuerpo presente, estuvo presidido por el señor arzobispo de Oviedo don Carlos Osoro, con el que concelebraron el oficio una cincuentena de sacerdotes. Entre ellos se encontraba presente el provincial de la orden ignaciana. Las autoridades civiles regionales y locales estuvieron encabezadas por el presidente del Principado y la alcaldesa de Gijón. La asistencia de público fue multitudinaria, y muy emotiva la parte musical, en la que destacó la intervención como solistas de la soprano Margarita Pescador Benavente y su hermano Guillermo, tenor, éste antiguo alumno del Colegio y del finado Padre Patac. Acto seguido el cadáver fue trasladado al cementerio de Ceares, en donde recibió sepultura en el panteón de la Compañía de Jesús. La ceremonia fúnebre fue cerrada con el canto por todos los asistentes de la «Salve, Regina…». El padre Patac había nacido en Oviedo, en la calle de San Francisco, enfrente de la Universidad, en el inmueble en que luego se instaló el hotel Covadonga y en el que hoy radica el hotel Principado, el 20 de noviembre de 1911. Fue bautizado el 26 del mismo mes en el iglesia de San Juan el Real, aunque su lugar de residencia era feligresía de San Tirso el Real. Pertenecía a una distinguida familia, en la que a lo largo de la Historia no faltan hijos muy ilustres dentro de los respectivos linajes. Su padre, don José Patac y Pérez-Herce, había nacido en Gijón el 13 de noviembre de 1876. Era coronel de Artillería e ingeniero industrial; director de la Fábrica de Armas de la Vega, de la capital asturiana, en cuyo cargo cesó al retirarse voluntariamente del Ejército, acogiéndose a la Ley de Azaña de 25 de abril de 1931. Falleció en

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Madrid el 2 de febrero de 1961. Su madre era doña Purificación Victoria de las Traviesas Calvo, nacida en Oviedo (en donde vivían sus padres), en la calle San Francisco nº 13, el 9 de abril de 1887, y falleció en Gijón el 25 de agosto de 1979. José María era el segundo de los tres hijos del matrimonio: Mª Teresa, la mayor, nacida en Oviedo en 1910 y presente a su lado en la última etapa vital de su hermano jesuita, y Luis Ignacio, nacido también en Oviedo en 1914, destacado doctor ingeniero agrónomo, ya fallecido, el cual fue jefe del Gabinete Técnico del Sindicato Nacional del Olivo y autor de numerosas publicaciones, conferencias y estudios sobre temas agrícolas y, especialmente, sobre el olivo. Hermano de su padre fue don Ignacio Patac y Pérez-Herce, ingeniero de Minas y geólogo, nacido en Gijón en 1875 y que falleció en 1967. Ostentó la jefatura del distrito minero de Palencia; fue Premio Hispano-Americano en 1932 por la Real Academia de Ciencias Exactas y diputado provincial durante la dictadura de Primo de Rivera. Publicó numerosas obras profesionales sobre las cuencas carboníferas de Gijón y otras asturianas y nacionales. Fue también miembro de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias y miembro de número fundador del Instituto, hoy Real, de Estudios Asturianos; de la Real Sociedad Española de Historia Natural y galardonado con numerosas condecoraciones. Ambos hermanos eran primos del celebrado escultor don Sebastián Miranda y Pérez-Herce. El padre José María Patac, gran genealogista, rehizo gráficamente las líneas y los grados genealógicos de todo su árbol ascendiente y colateral. En primer lugar, figura la del apellido Patac. Era de origen y desarrollo francés. Su primera referencia se halla en Honoré Patac, y data del año 885. Tenía dos ramas. La primera finalizó con Pedro Patac, coronel de la guardia del Duque de Grign, capitán general de Provenza, el que se casó con la Marquesa de Guilieriny. Desde 1607 existen al completo las referencias de sus antecesores. En 1696 figura como cabeza de familia Antoine Patac, el cual era primer cónsul, equivalente a alcalde, en Marsella, su lugar de procedencia. Sus descendientes se trasladaron a Valencia en el siglo XVIII. En Cádiz nace en 1837 Ignacio Patac y Capin. A mediados de siglo se descubre, y comienza a explotarse poco después, el carbón de hulla. El hijo del

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anterior, Ignacio Patac y Triay, abuelo del jesuita, viene a Gijón a trabajar como contador mayor de don Oscar Olavarría, el primer naviero asturiano en buques de vapor y representante de la compañía Duro, de La Felguera, y alcalde de Gijón en los años 1878-79. En 1874, Ignacio Patac contrae matrimonio con doña Dolores Blanca PérezHerce, hija mayor de don Victoriano Pérez-Herce y de doña Cándida Alvargonzález Sánchez. Esta última era hermana del brigadier de la Armada don Claudio Alvargonzález Sánchez, nacido en 1816 en Gijón, que fue alcalde de su concejo natal, falleciendo en 1896. Don Claudio era conocido por el glorioso nombre de El Héroe de Abtao. En su honor el ayuntamiento de la villa puso una placa en la fachada de la casa en donde nació. Asimismo dio el nombre de Abtao a una calle, y tiene dedicado a su nombre el paseo del muelle de Oriente de la población. En este típico e inigualable rincón gijonés se levanta hoy un monumento con su efigie, en lo alto de una monumental escalinata que da acceso al corazón de Cimadevilla, al lado de donde radica la casona de los Alvargonzález y contigua a la Comandancia Militar de Marina de Asturias. Fue solemnemente inaugurado el día 6 de julio de 1995 por las más altas representaciones oficiales asturianas, gijonesas y familiares y en presencia del Almirante jefe de la Zona Marítima del Cantábrico, dentro de los actos de los III Juegos Florales de la Mar. En el salón de recepciones del Ayuntamiento de Gijón se expone un retrato suyo, obra del laureado pintor gijonés Ignacio Suárez Llanos, en cuya galería figuran los de los más insignes hijos de la villa. Persona del máximo relieve en el mundo marino, su recuerdo no resiste el olvido de estas páginas enaltecedoras de un descendiente que lleva su sangre familiar. Era hijo de Mateo Alvargonzález y Pérez de la Sala y de Josefa Sánchez y García Jove, ambos de arraigadas y esclarecidas familias gijonesas. Comienza su andadura marítima en un bergantín de su padre, realizando las prácticas reglamentarias en la Marina Civil. Ocupó plaza de piloto. Pronto siente la vocación de marino de guerra. Ingresa en la Escuela de Guardiamarinas de El Ferrol en 1835 y luego es destinado a la flota del Cantábrico durante cuatro años, distinguiéndose durante la guerra carlista en la toma del puerto de Pasajes y en los ataques a

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Fuenterrabía e Irún. En 1838 es ascendido a alférez de navío y en 1844 a teniente de navío. Viaja a Cuba y pasa a mandar su primer buque. Por los méritos de guerra alcanzados asciende a segundo comandante de infantería de marina. Hasta 1855 viaja en la escuadra por mares europeos y americanos. En 1853 realiza la travesía del Atlántico más rápida hasta entonces, al mando del vapor Fernando el Católico y es ascendido a capitán de fragata. Recibe destino como jefe de la Estación Naval de La Habana. Al siguiente año viene a Santander como comandante del Tercio Naval de dicha plaza. Por servicios de salvamento prestados a un buque francés, el gobierno de dicha nación le concede la Medalla de Honor de oro. En 1861 es ascendido a capitán de navío y toma el mando de la fragata de hélice Villa de Madrid Tras viajar a las Antillas, se une a la escuadra del Pacífico y toma el mando de una expedición a dicho océano acompañado de otras dos fragatas. Cruzan el estrecho de Magallanes y se suma a la dicha escuadra. El 7 de febrero de 1866 las fragatas españolas Villa de Madrid, que manda don Claudio, y Blanca, de don Juan Bautista Topete, se encuentran en aguas de Abtao con la escuadra chileno-peruana. Navegando entre arrecifes e islotes, la escuadra que manda Alvargonzález persigue al enemigo, el cual ve obligado a refugiarse batido en Abtao, una islita del archipiélago de Chiloé, reuniéndose a continuación, victorioso, con el grueso de la escuadra al mando de célebre marino Méndez Núñez. Seguidamente la flota ataca al puerto de El Callao. La fragata mandada por don Claudio recibe varios impactos, tras haber cañoneado intensamente al enemigo y se ve obligada a retirarse, escorada, del combate. El fuego español desmontó todas las piezas enemigas, excepto tres. Seguidamente la escuadra regresa a España, llegando a Cádiz, en donde los héroes fueron clamorosamente recibidos. En 1866 don Claudio es ascendido a Brigadier, por elección y como recompensa a su comportamiento en el combate de El Callao. Igualmente, le fue concedida la gran cruz de Isabel la Católica por su acción en Abtao. Al triunfar la revolución de 1868, con el destronamiento de Isabel II, solicita el retiro. Posteriormente, al producirse la restauración monárquica, volvió de nuevo al servicio activo, en 1874, y en él permaneció hasta su retiro definitivo por edad. Falleció en Gijón, en donde vivía, a la edad de 80 años.

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Por otro lado, la familia Alvargonzález, de gran raigambre en la villa, fundará en Gijón la primera fábrica de conservas alimenticias enlatadas y el primer molino harinero movido a vapor. Don Ignacio Patac sigue sus pasos e instala otra fábrica de conservas. Vivía en la calle del Convento y falleció en 1909. Con esta misma familia están asimismo entroncadas otras ramas gijonesas, llenas de prestigio, entre otras, como son las de los Pérez Lantero, uno de cuyos miembros don Pedro, fue alcalde de Gijón en la década de 1970, la de los Tinturé y la de don Paulino Antón Trespalacios, enraizado por matrimonio con los Valdés Patac, propietarios de la gran finca de La Isla, en Cabueñes, a punto de convertirse ahora en el Jardín Botánico de Gijón, así como la de los Oliva-Valdés. La familia por línea de su madre, doña Purificación, con su apellido De las Traviesas, procede de Caleao, en Campo de Caso. Su solar radica en una casona asturiana de raigambre, que había levantado su padre, el abuelo del padre Patac. Lleva esta inscripción: «Esta obra se hizo a expensas de don Juan de las Traviesas del Valle, Años de 1870 y 71». La madre del padre Patac, como ya se indicó, había nacido en Oviedo en 1887. En este entorno familiar nacieron otros varios e ilustres asturianos. El primero de ellos, primo del citado don Juan de Las Traviesas, Jerónimo Antonio del Valle Coviella, diputado por Asturias, fue Consejero del Banco Español de La Habana. Falleció en Oviedo en 1889 y era abuelo del célebre pintor Evaristo Valle. Otro primo, por parte de doña Purificación, era el ilustre y erudito catedrático don Manuel de Miguel de Las Traviesas, Hijo de Toribio de Miguel Calvo y de Joaquina de las Traviesas Calvo, también de Caleao. Don Manuel de Miguel y de Las Traviesas fue uno de las más afamados catedráticos de la Universidad de Oviedo en el siglo XX. Nació el 2 de Marzo de 1878. Cursó el Bachillerato en la capital asturiana e ingresó en la Universidad en 1894. Eran los días más gloriosos de la Escuela ovetense –dice Silva Melero, siguiendo a Canella– llamada entonces La Atenas española, donde profesaban Alas, Sela, Posada, Altamira, Serrano, Canella, Melquíades Álvarez y «tantos otros que imprimieron al Principado de Asturias una verdadera pasión por la cultura, formando allí una

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especial concepción del mundo y de la vida, que cambió radicalmente la mentalidad de sus hombres más representativos, orientándola en las líneas de la modernidad»1. De Miguel y De las Traviesas finalizó brillantemente su carrera de Derecho, obteniendo la licenciatura y alcanzando el Premio Extraordinario. Cursó después el doctorado y amplió estudios ocupando auxiliarías en Valladolid y Zaragoza. Realizó oposiciones a cátedra, ingresando en el escalafón de catedráticos numerarios de Universidad en 1911, como titular de Derecho Romano en la Universidad de Sevilla. En 1913 permutó su cátedra con el catedrático de la de Oviedo en Procedimientos Judiciales don José López de Rueda y posteriormente con el insigne tribuno don Melquíades Álvarez. Luego le fue acumulada la cátedra de Derecho Civil, la cual desempeñó hasta su muerte. Gran jurista, se le deben numerosos tratados y monografías sobre los más diversos temas de Derecho Romano y Civil. Sus lecciones eran auténticamente magistrales. Por sus méritos fue designado para ocupar la vicepresidencia del Tribunal de Garantías Constitucionales. Aún recuerdo vivos en mi memoria los grandes elogios que de él me hicieron durante mis estudios de Derecho, sobre su señera figura, tanto mi padre, quien fue alumno suyo, como mi entrañable profesor, quien también lo fue, don Fermín García-Bernardo y de la Sala-Valdés, ambos fallecidos este año de 2002. Don Manuel falleció el 19 de septiembre de 1936, durante el asedio de la ciudad de Oviedo. Fue asistido espiritualmente en su enfermedad por uno de sus alumnos, después Profesor encargado de las Cátedras de Derecho Romano y de Canónico en la Universidad de Oviedo, también mi profesor, don Benjamín Ortiz Román, Canónigo Magistral de la Catedral ovetense, que tanto le admiraba y quería2. En este cultivado ambiente familiar creció el ilustre jesuita, el cual realizó sus primeros estudios en las Ursulinas de Oviedo, luego

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Archivo Fundación Alvargonzález. SILVA MELERO, Valentín. Un emigrante jurista asturiano: D. Manuel Miguel de las Traviesas. IDEA. Oviedo, 1968. 02

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en el Colegio de León XIII, de Madrid, y en las Ursulinas de Gijón. El Bachillerato y su preparatoria, en el Colegio de la Inmaculada, su Colegio, de Gijón, desde 1920 hasta 1928. El sano ambiente, la piedad y la formación obtenida en su hogar y en el Colegio, se plasmaron en una decidida vocación religiosa. Finalizada la Enseñanza Secundaría, ingresó en la Compañía de Jesús el 7 de Setiembre de 1928, en el Noviciado de Salamanca, adscrito a la provincia jesuita de León. Sus primeros votos los pronunció el 12 de Setiembre de 1930 en Salamanca, tras el primer bienio de Estudios Clásicos y de Humanidades, el cual constituía el llamado propiamente noviciado. El ciclo total, con su segunda parte, denominada juniorado, tenla una duración normal de cinco años, según la preparación alcanzada por el alumno. El 14 de abril de 1931 advino la II República Española. Entre las medidas que se adoptaron por el nuevo orden constitucional cabe destacar el artículo 26 de la Constitución, aprobada por las Cortes Constituyentes el 9 de diciembre de 1931, el cual establecía: «Quedan disueltas aquellas Ordenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y sociales». Este precepto apuntaba directamente a la Compañía de Jesús. Las Constituciones de la Compañía son meridianas. En su Capítulo 1 se establece: «Para mejor conseguir este fin –la salvación y perfección de las ánimas propias con la gracia divina y ayudar a la salvación y perfección de las de los próximos– hácense en ella tres votos, de obediencia, de pobreza y castidad». Seguidamente disponen: «Asimismo la Compañía hace voto expresso al Sumo Pontífice, como Vicario que es o fuere de Cristo nuestro Señor, para ir dondequiera que Su Santidad le mandare….». El texto constitucional se refería, sin ninguna clase de dudas, a la Compañía. Así lo entendió, además de sus redactores –como dice Quintín Aldea– «el cardenal Francesc Vidal y Barraquer, quien se lamentaba de la redacción hipócrita con que se decretaba la disolución y de la bochornosa forma de tomar por motivo el cuarto voto de obediencia». Los jesuitas se distinguen de todas las demás órdenes religiosas por la obediencia especial a la Santa Sede, cuyas

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Constituciones los consagran al servicio de la Sede Apostólica y, por ello, ésta fue la causa de su culpabilidad política 3. Ante esta situación, de nada sirvieron recursos, protestas oficiales del Nuncio ni de la Jerarquía eclesiástica –el Episcopado español dirigió una Declaración colectiva a los fieles el 20 de diciembre de 1931– razonamientos jurídicos ni interpelaciones parlamentarias, como la realizada en las Cortes por el Diputado don José María Lamamié de Clairac. El 13 de enero, como nos recuerda el padre Victoriano Rivas de Andrés, antiguo e ilustre Profesor del Colegio, los Padres provinciales españoles habían dirigido un dictamen al Gobierno, apoyados por la firma de cinco letrados insignes del Colegio de Abogados de Madrid y el 21 pedían justicia ante las Cortes. Entresacamos de dicho documento primero los siguientes párrafos, en los cuales fundamentaban básicamente su argumentación: «Somos españoles, amantes como el que más de nuestra Patria. Somos miembros de familias honradas, y somos jesuitas; y como tales pertenecemos a una Corporación que, si bien está extendida por todo el mundo, tiene más íntima y singular conexión con España. Español fue su fundador, españoles los más insignes de sus primeros compañeros: y española en gran parte su historia. Tiene por lo tanto la Compañía de Jesús todos los derechos de asociación genuinamente española». «Oponemos a las acusaciones de nuestros enemigos el hecho público de la actividad religiosa, cultural y benéfico-social que al lado del clero secular y de las demás Ordenes y Congregaciones religiosas ejercitamos en bien de la sociedad española»4. Como colofón de la cuestión suscitada se promulgó el Decreto firmado el 23 de enero y publicado al día siguiente en la Gaceta, diario oficial, por el que cesaba la existencia legal de la Compañía

03 O’NEILL, Charles. E.S.I. y DOMÍNGUEZ, Joaquín Mª, S.I. Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Institutum Historicum Societatis Ihesu. Roma. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2001. 04 RIVAS DE ANDRÉS, Victoriano. Siguiendo a Joaquín Arrarás, antiguo alumno del Colegio, en ???? colegio les saltó a la Historia. Gijón, 1966.

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de Jesús en España y eran incautados sus bienes por el Estado en el plazo perentorio de diez días a contar de su publicación. La letra de la Disposición y su motivación eran meridianas. En su Preámbulo se dice textualmente: «La Bula de Pablo III, que sirve de fundamento canónico a la institución de la Compañía de Jesús, y las propias Constituciones de ésta, que de modo evidente la consagran al servicio de la Sede Apostólica….». Se volvían a repetir los tristes avatares que tuvieron lugar en 1767, 1820, 1835 –esto por convenir a la prosperidad y bien del Estado, como especificaba el Decreto de 4 de Julio de dicho año– y de 1868. En 1931 la medida afectó a 3.600 miembros de la Compañía de Jesús. Un insigne y eminente jesuita que se destacó en aquellos tiempos fue el padre Enrique Carvajal, asturiano de Avilés, el cual desempeñó el cargo de Provincial de la Orden y llegó a ostentar el de Secretario General de la Compañía de Jesús en Roma. Se erigió en un firme bastión de los Derechos de la misma y en cabeza organizadora de toda la logística que conllevaron la expulsión y el exilio. Precisamente al día siguiente de la publicación del Decreto en España –continúa diciendo el padre Rivas– el Papa Pío VI, que se distinguió siempre con paternal afecto hacia los jesuitas, decía solemnemente y en público discurso que en medio de esta tristeza hay algo supremamente bello para el Sumo Pontífice y para sus hijos de la Compañía de Jesús, y es aquello mismo que hacía gozar a los apóstoles cuando iban alegres porque eran tenidos dignos de padecer afrentas por el nombre de Jesús. Por eso los consideraba, afirmaba el Papa, mártires del Vicario de Cristo y ponía a los religiosos de la Compañía de Jesús a la faz del mundo en el Orden del día de toda la Iglesia, de todo el reino de Cristo. Aquel mismo año envió su palma del domingo de Ramos al General de los jesuitas con esta inscripción: «¡et palmae in manibus eorum!». El padre Patac se encontraba entonces en Salamanca cursando el juniorado, el cual tenía una duración, normalmente, de tres años. El 3 de Febrero de 1932 tomaron el tren camino del exilio, tanto él como sus compañeros y superiores. En la estación de la capital charra hubo una gran algarada, con motivo de la masiva despedida,

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que trataron de perturbar los contrarios de sus simpatizantes, que fueron a despedirles. De allí, en ferrocarril, llegaron a Irún, cruzaron la frontera y atravesaron Francia para llegar a Arlón, en Bélgica, no sin sufrir el tren algún apedreamiento en el viaje por territorio hispano. No faltaron tampoco ostensibles demostraciones de afecto. En este lugar pasaron Patac y sus compañeros grandes penalidades. El frío helado de Bélgica alcanzaba en aquel invierno los 19 grados bajo cero. Allí pasaron unos meses. Entre los compañeros más allegados del padre José María estaban tres asturianos: los padres Joaquín García Granda –que luego fue un gran Apóstol social en Gijón– fallecido en 1986, Luis González-Posada y Manuel Monasterio. Con ellos se encontraban también otros viejos conocidos, que llevan cincuenta y más años en el Colegio de Gijón y que siempre coincidieron con él en diversos destinos: los padres Luis Outeiriño, Gumersindo Treceño, quienes continúan en el Colegio, y Manuel Balbona, recientemente fallecido en el mismo. Posteriormente, todos se trasladaron a un castillo abandonado, en donde se acomodaron como buenamente pudieron. Dormían apiñados en jergones en el suelo, para poder soportar el intenso frío, cubiertos solamente con una manta de borra. Dicho castillo tenía un lago en centro de la finca, en donde los novicios y lugareños practicaban durante el invierno, en que estaba helado, el deporte del patinaje. A cuatro kilómetros de Tournaí, en un pintoresco pueblecito llamado Marquain, nos contaba Outeiriño, había un antiguo cuartel abandonado desde la Primera Guerra Mundial, en cuyos sótanos –según nos confirma Q. Aldea– se almacenaban aún proyectiles de artillería. Este edificio, en que los juniores se acomodaron después, tenía una magnífica finca que lo circundaba. Esta posesión fue comprada por la Compañía de Jesús para instalar allí el noviciado y juniorado de la provincia de León. Eran unos sesenta juniores; luego se les unieron novicios españoles hasta un total de 190. Los jesuitas fueron muy bien acogidos en muchos lugares y recibidos con júbilo, tocando las bandas de música, con repique de campanas y colocando pancartas de bienvenida con arcos de triunfo, donde se leía en castellano: «Bienvenidos sean». Las mismas autoridades civiles salían a demostrarles su cariñosa recepción.

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En Marquain, Patac y sus compañeros recibieron clases de Humanidades. Permanecieron en este lugar de 1932 a 1934. Los estudios de Filosofía, finalizado el juniorado, los cursaron en otro lugar, Marneffe (Lieja), en donde permanecieron de 1934 a 1937, hasta concluir el ciclo filosófico. Uno de los jóvenes jesuitas que estuvo de filósofo en Marneffe fue el padre Segundo Rodríguez del Busto, asturiano de Perlora y después incansable y celoso misionero popular de la Compañía de Jesús por tierras hispanas. Había nacido en 1899 y falleció en Santiago de Compostela en 1984. Las sensaciones y emociones que afloraron en aquella juventud que tuvo que sufrir el extrañamiento de su Patria están perfectamente reflejadas y condensadas en una emotiva carta, que conservo, destinada a los niños del Catecismo de Perlora y escrita por aquél, antiguo catequista de la parroquia del municipio de Carreño. La envió desde dicha población belga y lleva fecha de 28 de febrero de 1932. Son ilustrativos al respecto alguno de sus párrafos, del tenor siguiente y que reflejan, sin duda alguna, el sentir de todos los afectados jesuitas españoles. «Ante todo, no puedo ocultaros los sentimientos de gratitud que mi alma experimenta para con Dios, que me ha dado esta gracia de la vocación religiosa para con la mil veces bendita Compañía de Jesús, que sin merecimiento alguno mío, me recibió en su seno y para nuestros perseguidores que no sólo me han ofrecido ocasión de sufrir algo por Jesucristo sino que me han hecho más estimable que antes, si cabe, esta vocación de jesuita, a la que Dios por sola su bondad, me ha llamado. El día que celebrabais ahí la fiesta de San Antonio Abad, a la hora misma en que estabais en la misa solemne, me dieron la noticia de la disolución de nuestra amada Compañía de Jesús. Pronto supe que yo tendría la suerte de ser uno de los primeros que iban a salir de España. La última tarde que pasé en Oña, estaba un grupo de niños y niñas en la portería del Colegio y me conocía mucho de tratar con ellos en el Catecismo y en la Congregación de San Estanislao y, cuando les dije adiós, me dijo un niño: Padre, ¿no volverá más a Oña? No lo sé, le

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dije; Dios lo sabe. ¿Y ya no volverá a vernos? Quizá no. Y dice otro: ¡Oh, sí, Padre; si nos morimos alguno y vamos al cielo, le veremos allí! ¿no? ¡Claro que sí! Las niñas no decían nada; estaban muy tristes y algunas se metían detrás de las columnas a lloriquear. Aquel día me levanté a medianoche; oí la última misa en España a eso de las tres de la madrugada, comulgué y en auto salí de Oña, camino del destierro. Con ser muy temprano, ya había pocos hombres y mujeres levantados para vernos marchar, llorando muchos de ellos al arrancar el auto. Pero a todo esto, íbamos dejando atrás campos y tierras de España y al fin llegué a la frontera. Era la una de la tarde del martes 26 de enero cuando El Topo (que es un tranvía que va de Irún a Hendaya) paró en seco, me santigüé instintivamente, volví por última vez los ojos hacia España y me despedí de ella hasta que Dios quiera. Por fin, llegamos a nuestro destino. La impresión que recibí al llegar a esta tierra fue de lo más grato. En todos los pueblos sobresale la torre de la iglesia parroquial, como en España. Todos nos recibían con una amable sonrisa, saludándonos en su lengua, con marcadas muestras de satisfacción por vernos en su país y hasta los niños y niñas se hacen muy simpáticos con su cortesía en el saludo; ellos no se contentan con levantar la punta de la gorra o tirarse de los pelos si no la tienen; y las niñas dicen los buenos días o buenas tardes con una respetuosa insinuación de rostro. Vosotros cuando pidáis ante ese Sagrario por España, no os olvidéis de ese amado Catecismo, que ha de ser para vosotros el más seguro refugio en esa deshecha tempestad que el infierno ha desencadenado contra vosotros los niños. Permitidme una palabra de exhortación que es lo que espontáneamente brota hoy en los pechos católicos al animarse mutuamente a la lucha por los derechos de Jesucristo nuestro Señor. En vuestras oraciones, pedid por todos alguna vez al Señor, por los que hemos tenido la dicha de ser las primeras víctimas de esta gloriosa persecución, para que, pasada la tempestad, podamos volver pronto a reparar los destrozos causados por ella en la Viña del Señor».

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Terminados estos estudios, «los filósofos», con excepción de Patac y algunos otros, regresaron a España por Navarra, radicándose en la zona Nacional. Tras la Filosofía comenzaba un nuevo ciclo: el de Magisterio, el cual se realizaba impartiendo clases en un Colegio de la Compañía. El padre Patac fue destinado al de Santiago de Cuba. La isla caribeña pertenecía a la provincia jesuita de León y era una subprovincia, dependiente de aquella. Embarcó en Bélgica rumbo a La Habana y desde allí se trasladó a Santiago de Cuba, incorporándose como docente al Colegio, puesto bajo la advocación de «Los Dolores de la Bienaventurada Virgen María», en donde ejerció su magisterio de 1937 a 1940. En Preparatorio enseñó Aritmética y en tercero de Bachillerato la asignatura de Geometría, a la vez que ejercía el cargo de Subprefecto de Disciplina. Entre los alumnos de su docencia estaban los hermanos Castro, Fidel y Raúl. De ellos siempre tuvo Patac presente su recuerdo. Fidel era muy inteligente, ya resaltaban en él sus cualidades de líder, pero era muy revoltoso; Raúl era más díscolo, me decía. El padre Patac era sereno, pacífico por definición, paciente, indulgente, comprensivo, mas ambos hermanos lo sacaban, en ocasiones, de sus casillas. Hubo una, en que por impulso natural, irrefrenable, tuvo que dar la única bofetada de su vida. Fue a Fidel Castro, en una situación extrema. Normalmente le imponía como castigo a sus travesuras o indolencias la realización, durante el recreo, de grandes cuentas u operaciones matemáticas, que él resolvía rápida y eficazmente. Fidel también recordaba en estos tiempos actuales a su antiguo profesor. Hace unos años, habiendo viajado a Cuba el político y concejal gijonés Luis Felipe Capellín, antiguo alumno del Colegio de la Inmaculada, se entrevistó con Fidel Castro. Al comunicarle que era de Gijón, éste le preguntó si todavía vivía el padre Patac. Ante la contestación afirmativa, el Presidente le encomendó le diera un abrazo y afectuosos saludos suyos. A mí me lo contó a su regreso, dado que era Concejal del Ayuntamiento y conocedor del contacto que me unía con el jesuita. Me lo participó y rogó me adelantara a comunicarle tales expresiones cariñosas de recuerdo. Finalizada esta experiencia de «Maestrillo», regresó de nuevo a España, ya plenamente unificada y pacificada tras el periodo bélico.

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En nuestra Patria de nuevo, se incorpora a la Universidad Pontificia de Comillas, en Santander, en donde cursó los tres primeros años, de los cuatro del ciclo de Sagrada Teología. Los jesuitas se ordenaban al final del tercero. La ordenación sacerdotal se celebró en una solemne ceremonia que tuvo lugar en el Santuario de la Gran Promesa de Valladolid, recibiendo la sagrada unción el 29 de julio de 1943, de manos de Monseñor Antonio García y García, el cual ocupó la silla Arzobispal de la capital castellana desde 1938 hasta su fallecimiento en 1953. En aquella ocasión se ordenaron dieciséis jesuitas y otros tres sacerdotes seculares. La Primera Misa solemne individual la celebró el padre Patac el 31 de julio, festividad de San Ignacio de Loyola, en la Iglesia de las MM. Dominicas (Las Calderonas) de la capital vallisoletana. Seguidamente, se trasladó a Gijón y celebró otra ceremonia de la misma naturaleza en el templo del Sagrado Corazón de Gijón, regido por los padres Jesuitas. Tras la ordenación, los nuevos sacerdotes regresaron a Comillas, en donde cursaron el cuarto y último año de Teología. El siguiente curso, 1944-1945, el padre Patac estuvo en Salamanca para realizar un período de retiro espiritual, previo a la vida conventual o colegial activa. Finalizado éste, recibió destino en el Colegio de San José de Valladolid. Sus grandes dotes y amor por las Ciencias motivaron que sus superiores le propiciaran la matriculación en la carrera de Ciencias Químicas en la Universidad de Valladolid, que finalizó en 1950, obteniendo la Licenciatura con Premio Extraordinario. Pronunció sus últimos votos el 2 de febrero de 1946 en Valladolid, siendo su Instructor el ya antes citado padre Enrique Carvajal. A partir de este momento comienza su vida sacerdotal y apostólica con proyección externa, a través de un profesorado ejemplar de formador eminente en su propia tierra. Durante un quinquenio, hasta 1955, es Director del Colegio Técnico Profesional del Sagrado Corazón de Jesús, de Gijón, Fundación Revillagigedo, en donde realiza una gran labor como Profesor de Electrónica, Geometría descriptiva, Física, Química y Matemáticas, que simultanea con clases que imparte en el Colegio de la Inmaculada. A este último es definitivamente destinado en 1955, en donde ejerce los cargos de Secretario General, Prefecto de Estudios, responsable

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de la Biblioteca y de los Laboratorios, a la vez que es Profesor de Ciencias, Física y Química. Su actividad científica trasciende muy pronto del recinto del Colegio. Sus inquietudes son desbordantes en muchos otros campos: Archivos y Bibliotecas, Historia, Genealogía y Heráldica e Informática, labor esta última que emprende a sus 70 años, convirtiéndose en un experto en la materia. Todo ello sin olvidar su esencia sacerdotal que, en todo momento, le sobreimprime carácter: «Tu es Sacerdos in aeternum». Aúna su piedad y ministerio eclesiástico –fue capellán de religiosas durante muchos años– con la Ciencia, el profesorado, actividades académicas y científicas de las ramas en que se especializó. Humilde, afable, atento, sencillo, amigo de todos, es la entrega indiscriminada la que impregna su trato en todos los ámbitos de su actividad: conventual, colegial, social, con los humildes y los necesitados y, coetáneamente, en sus relaciones directas con científicos, académicos, nobleza y blasonados e incontables amigos, entre los que desarrolla labores plenas de ejemplaridad y de saber. Vio siempre a su prójimo como a un alter ego y al que tenía que tratar y servir como a un hermano, siguiendo las líneas evangélicas que le eran consustanciales. Así se hizo querer y respetar por todos, de forma indiferenciada entre grandes y chicos, poderosos y sencillos. Tomando el ejemplo temático especializado que había visto en el Colegio de Belén, de La Habana, funda, en 1964, la Biblioteca Asturiana, que radica en el viejo Torreón del antiguo Colegio y, durante un tiempo, cuartel del «Simancas». Muy pronto sus fondos, que él va engrosando con una laboriosa, diversificada y perseverante tarea, se van convirtiendo en fuente indispensable de consulta, de máxima magnitud, para tesis y tesinas asturianistas, para estudiosos, bibliófilos y demás amantes de los temas regionales. Es única en su género. El padre Patac consiguió reunir 12.500 obras literarias de la especialidad y unas 40.000 fichas con ella relacionadas. En la actualidad, por expreso deseo del padre Patac, ha sido cedida, para uso público, por la Compañía de Jesús, a la Biblioteca Pública Jovellanos, del Ayuntamiento de Gijón, instalada en la sede del antiguo Banco de España. Toda ella se encuentra informatizada y su fichero susceptible de ser consultado por Internet.

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En 1976 es cofundador, con Elviro Martínez, de la Colección bibliográfica denominada «Monumenta Histórica Asturiensia», con la finalidad de publicar, en transcripción impresa, antiguos manuscritos de valor vital para el conocimiento de la Historia de nuestro Principado. Es, asimismo, cofundador con el citado autor, de la colección «Monumenta Bibliófila Asturiensia» (Serie Minor). Gran dominador del arte fotográfico, recorrió Asturias entera tomando instantáneas de monumentos, templos, palacios, paisajes, escudos y cualquier tema interesante o destacado, que ha integrado en su obra, La Biblioteca Asturiana, junto con valiosas e importantes, a la vez que numerosas adquisiciones, conformando una gran colección de fotografías relacionadas con la Región. Igualmente, ha participado directamente en numerosos trabajos de investigación científica, documental y fotográfica. Cabe destacar entre ellos: Copartícipe, con el que estas líneas escribe, en las tareas de fotografiado de las despiezadas Reliquias del Tesoro de la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, objeto de expolio en 1977, como trabajo previo a su restauración. Igualmente, tuve la oportunidad de efectuar, junto al incansable y polifacético padre Patac, la plasmación gráfica y medición de los restos mortales de Jovellanos, como testimonio de futuros estudios antropométricos, realizada con motivo de su inhumación definitiva en la restaurada Capilla de Los Remedios de Gijón, en 1978. Como archivero, ha trabajado en la ordenación y clasificación de varios de los más importantes archivos particulares asturianos que actualmente se conservan, como el de los condes de Revillagigedo, el de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado, el de los marqueses de Mohías, y familia Cuervo-Arango, entre otros. A lo largo de su vida, nuestro infatigable padre Patac ha publicado trabajos de carácter científico y pedagógico en diversas revistas, ha prologado numerosos libros y escrito colaboraciones en otros, sobre todo con el fondo de temas asturianos y ha confeccionado numerosos árboles genealógicos. Igualmente ha sido pregonero festivo en Certámenes regionales, como en el del «Arroz con leche» en el concejo de Cabranes.

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En volumen, en ediciones no venales, ha publicado varios libros de carácter histórico, regional y genealógico, completados con CD-ROM. Son dignos de destacar, por su importancia: La Guerra de la Independencia en Asturias, tema de su discurso de ingreso en el Instituto de Estudios Asturianos. El Vínculo del Mayorazgo de Jovellanos. Historia del Colegio de San Matías de Oviedo, en colaboración con Elviro Martínez. El ilustre jesuita tiene en su haber la contestación, al menos, a tres Discursos de Ingreso en el R.I.D.E.A. Al autor de esta su biografía le cabe el honor de haber sido recibido en dicho Instituto por el padre Patac, en 1981, con una brillante contestación del ilustre académico jesuita al neófito, cuyo discurso de presentación llevaba por título San Julián de Lavandera, San Juan de Fano y Santa Eulalia de Baldornón. Historia de tres Parroquias gijonesas. Fue miembro activo del Patronato Municipal del Museo-Casa Natal de Jovellanos, en cuyo catálogo de obras allí expuestas ambos participamos. La ingente labor del padre Patac ha sido reconocida en muchas esferas oficiales y académicas. Ejemplo de ello son las siguientes: Concesión de la Encomienda con Placa de Alfonso X El Sabio, en 1969. El Ayuntamiento de Gijón te honra con la asignación de su nombre a una calle, contigua al Colegio de la Inmaculada. El Centro Asturiano de Madrid le concede el Urogallo de Bronce en 1991. La Asociación de Antiguos del Colegio de la Inmaculada le nombra Alumno Distinguido. Miembro de Número Permanente, últimamente Emérito, del Real Instituto de Estudios Asturianos. Ingresó en la Institución, como miembro Correspondiente, el 17 de junio de 1968. Fue elegido miembro Numerario Permanente en votación entre sus Académicos, el 27 de junio de 1969, pasando a ocupar

Padre José María Patac de las Traviesas, S.J., una figura señera…

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la vacante que había dejado, por fallecimiento, su tío don Ignacio Patac y Pérez-Herce. Leyó su discurso de ingreso, que llevaba por título La Guerra de la Independencia en Asturias en los Archivos del Marqués de Marcenazgo, el 9 de noviembre de 1979. Miembro Fundador del Ateneo Jovellanos de Gijón, quien le concedió su Medalla de Oro. Miembro de Honor del Ateneo Obrero de Gijón. Miembro Fundador y Presidente de la Academia Asturiana de Genealogía y Heráldica. Miembro de Honor de la Academia Matritense de Genealogía y Heráldica. Miembro Fundador del Foro Jovellanos del Principado de Asturias. Miembro de varias Academias de Genealogía y Heráldica de América. Premio «Asturias 1993» con motivo del Día de Asturias. Premio AABADOM de 1995 (Asociación Asturiana de Bibliotecarios, Archiveros, Documentalistas y Musicólogos). Premio «Francisco Jordá» del año 2002, otorgado por el Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y Ciencias del Principado de Asturias. Premio Año 2002 de la Sociedad Española de Genealogía y Heráldica y Ciencias Históricas. El 11 de octubre de 2002, unos días antes de su fallecimiento, el Ayuntamiento Pleno le otorga el nombramiento de Hijo Adoptivo de Gijón. El Principado de Asturias ha instituido un Premio de un millón de pesetas, de convocatoria anual, que lleva el nombre del padre Patac, para fomento de la investigación asturianista en los campos de la Historia, Archivística, Bibliotecas, Genealogía y Heráldica; Lengua y Literatura y Humanidades. Actualmente ha alcanzado la octava edición. El anteriormente enunciado curriculum es por sí mismo elocuente. Los talentos que Dios otorgó al padre José María Patac de las Traviesas, creemos, han sido adecuadamente administrados y utilizados en bien del prójimo, de la Cultura y de todos los asturianos.

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Boletín Jovellanista IV - 2003. Isidoro Cortina del Frade

No dejó nada para sí mismo. Todos sus empeños se vertieron, cual grano de trigo que cae en buena tierra, transformándose en un torrente de amor, de bien y de paz a manos llenas, con la sonrisa del cumplimiento de los postulados que señala el amor divino y sin distinciones; a todos por igual, como hermanos suyos que eran, como hijos de El Salvador, al que dedicó toda su vida y todos sus afanes. El conjunto de su existencia se condensó en el cumplimiento y ajuste fiel al lema de su Orden: «A.M.D.G.» (Ad maiorem Dei Gloriam). Pedimos y estamos seguros de que, por sus merecimientos, Dios se lo haya premiado ya con ella. Que en la misma descanse en paz, él, que supo confesarle ante sus semejantes con una vida ejemplar y fructífera, llena de amor hacia los demás y de desinterés por sí mismo. Gijón, 8 de diciembre de 2002, festividad de la Inmaculada Concepción.



IV Memoria de actividades

Memoria de actividades

PRESENTACIÓN DEL III BOLETÍN JOVELLANISTA Fecha: 28 de enero de 2003 Lugar: Museo Casa Natal de Jovellanos Hora: 20,00 Intervinieron: D. Jesús Menéndez Peláez Presidente de la Fundación D. Agustín Guzmán Sancho Director del Boletín Jovellanista D. Orlando Moratinos Otero Secretario General de la Fundación

Pequeño concierto con piezas de Haendel a cargo de Dª María García Palacios (violonchelo) Dª Eugenia Fernández Valdés (oboe) Dª Duna Tablón Fernández (oboe)

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Boletín Jovellanista IV - 2003

PRESENTACIÓN DEL LIBRO Jovellanos y la minería en Asturias por Luis Adaro Ruiz Fecha: 28 de abril de 2003 Lugar: Colegiata de San Juan Bautista Hora: 20,00 Intervinieron: D. Jesús Menéndez Peláez Presidente de la Fundación D. Guillermo Quirós Pintado Patrono fundador D. Jesús Urrutia García Consejero de Industria del Principado de Asturias D. Luis Adaro Ruiz-Falcó Autor del libro, Patrono de Honor y ex Presidente de la Fundación D. José Fernando Sánchez-Junco Mans Patrono de Honor de la Fundación Dª Paz Fernández Felgueroso Alcaldesa de Gijón y Presidenta de Honor de la Fundación Concierto a cargo de La Coral Polifónica Gijonesa «Anselmo Solar», dirigida por el maestro Joaquín Baldeón

Estreno de la Cantata a Jovellanos, compuesta por el maestro Arrieta, con letra del Vizconde de Campogrande

Memoria de actividades

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CONFERENCIA Jovellanos bajo la divina proporción por D. Juan Cobo Plana Fecha: 30 de mayo de 2003 Lugar: Casa Natal de Jovellanos Hora: 20,00 Presentado por D. Juan José López Arranz Ex Rector de la Universidad de Oviedo Intervinieron: D. Jesús Menéndez Peláez Director de la Fundación D. José Antonio Hevia Corte Vicepresidente primero de la Fundación

MARCHA JOVELLANISTA Fecha: 27 de julio de 2003 Organizada por el diario «El Comercio» Colocación de una placa en el lugar de Trobaniello:

EN RECUERDO DE JOVELLANOS (JUNIO

1792) Y COMO HOMENAJE AL

PROYECTO JOVELLANISTA DESARROLLADO POR NATURALEZA Y CULTURA

(JULIO 2003)

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Boletín Jovellanista IV - 2003

CLAUSURA DEL CURSO DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA JOVELLANOS Y SU TIEMPO Conferencia: Jovellanos y empresa en la Asturias de hoy por D. José Antonio Hevia Corte Presentado por D. Ricardo Tucho Fecha: 11 de julio de 2003 Lugar: Casa Natal de Jovellanos Hora: 20,00 Intervinieron: D. Juan Vázquez Rector de la Universidad de Oviedo D. Jesús Menéndez Peláez Presidente de la Fundación y Director del curso Dª Paz Fernández Felgueroso Alcaldesa de Gijón y Presidenta de honor de la Fundación

Memoria de actividades

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OFRENDA FLORAL A JOVELLANOS Fecha: 6 de agosto de 2003 Lugar: Plaza del 6 de Agosto Hora: 12,00 Estreno de la «obertura fanfarre», dedicada a Jovellanos, de Vicente Cueva

Representaciones que acudieron a la ofrenda floral a Jovellanos en la Plaza del Seis de Agosto

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Boletín Jovellanista IV - 2003

JOVELLANOS EN LA XLVII FERIA DE MUESTRAS DE ASTURIAS Ofrenda floral Intervinieron: D. Jesús Menéndez Peláez Presidente de la Fundación D. Belarmino Fernández Fervienza Alcalde de Somiedo Dª Paz Fernández Felgueroso Alcaldesa de Gijón y Presidenta de honor de la Fundación

CONFERENCIA Jovellanos y Flórez Estrada por D. Rafael Anes y Álvarez de Castrillón Fecha: 13 de agosto de 2003 Lugar: Pabellón de la Feria de Muestras de Asturias Hora: 12,00 Presentado por D. Jesús Menéndez Peláez Presidente de la Fundación

Memoria de actividades

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CONFERENCIA Josefa de Jovellanos y la Educación de la mujer en el siglo XVIII Por Dª. María José Álvarez Faedo Fecha: 30 de septiembre de 2003 Lugar: Casa Natal de Jovellanos Hora: 20,00 Presentada por Dª María Luisa Donaire

Pequeño concierto de música clásica del siglo XVIII

ENTREGA DEL V PREMIO DE INVESTIGACIÓN FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS Fecha: 16 de octubre de 2003 Lugar: Casa Natal de Jovellanos Intervinieron: D. Jesús Menéndez Peláez Presidente de la Fundación D. Domingo Cienfuegos-Jovellanos Caramés En representación de la empresa ESMENA, patrocinadora del premio D. Moisés Llordén Miñambres Secretario del Jurado D. Silverio Sánchez Corredera galardonado con el accésit

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Boletín Jovellanista IV - 2003

Dª Paz Fernández Felgueroso Alcaldesa de Gijón y Presidenta de Honor de la Fundación Obra Galardonada: La reforma de la sociedad y la defensa de los derechos del propietario, según Gaspar Melchor de Jovellanos por Pablo Fernando Luna Accésit: Jovellanos, ideas religiosas y religiosidad por Silverio Sánchez Corredera

CONFERENCIA Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos (Revisión a la luz de la Medicina moderna) Por D. Eduardo González Menéndez Fecha: 27 de noviembre de 2003 Lugar: Casa Natal de Jovellanos Hora: 20,00 Presentado por D. Joaquín Fernández García Responso en la capilla de los Remedios oficiado por el Vicario del Norte, Rvdo. D. José Antonio González Montoto

Interpretación por el Grupo Melisma del motete «Absolve, Domine»



V Apéndice gráfico

Presentación del III Boletín Jovellanista

Homenaje a Luis Adaro

Publicación del fallo del Jurado del V Premio de Investigación Foro Jovellanos del Principado de Asturias

Estreno de «Fanfarre-Obertura», 6 de agosto de 2003

Conferencia de Mª José Álvarez Faedo, titulada «Josefa de Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII».

Encuentro religioso en la capilla de Los Remedios en honor de Jovellanos, 28 de noviembre de 2003

Conferencia del doctor González Menéndez, titulada: «Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos» (revisión a la luz de la Medicina moderna)

VI Bases del VI Premio de Investigación

VI Premio Internacional de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias BASES

11ª Al «PREMIO DE INVESTIGACIÓN FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS» podrán concurrir autores de cualquier nacionalidad, para lo cual deberán aceptar las bases de la presente convocatoria. No podrá presentarse al premio ninguno de los patronos de la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. 12ª Los trabajos deberán ser originales, inéditos y versarán sobre alguno de estos temas: a) Vida, obra y pensamiento de Jovellanos. b) Proyección del pensamiento de Jovellanos en los aspectos: intelectual, económico, empresarial, social, político y humanístico del mundo actual. c) La Ilustración en el mundo hispánico. Podrán ser individuales o colectivos. Cada autor o equipo de autores solamente podrá presentar una obra por convocatoria. Deberán presentarse por quintuplicado y carecer de datos exteriores de identificación de su autor o autores.

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Boletín Jovellanista IV - 2003

Tendrán una extensión mínima de 100 folios y máxima de 250 folios mecanografiados a doble espacio por una cara, y podrán ir acompañados de material documental inédito (cartas, grabados, etc.), así como de un original en disquete o CD grabado por cualquier procedimiento de uso común. Los trabajos de investigación deberán remitirse a FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, Museo Casa Natal de Jovellanos, Plazuela de los Jovellanos, 2.- E-33201 Gijón- Principado de Asturias.- España. Se enviarán acompañados de un sobre con plica cerrada en la que figurarán los datos personales del autor o autores con su dirección postal completa y número de teléfono. En el exterior del sobre deberá constar el título del trabajo presentado así como un seudónimo si se desea utilizar, debiendo figurar en la parte superior la expresión «PREMIO DE INVESTIGACIÓN FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS». Los trabajos estarán redactados en castellano. Se podrán entregar directamente o ser enviados por correo certificado o servicio de mensajería dentro del plazo de presentación que se iniciará el día 15 de julio de 2003 y finalizará el 15 de mayo de 2004, ambos inclusive. La FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS no se hace responsable del extravío de los originales remitidos o entregados. 13ª El Patronato de la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS procederá a la elección de los miembros del Jurado que decidirá el trabajo premiado entre personas de reconocido prestigio del mundo de la ciencia, la cultura y las artes. Dicho Jurado, que será presidido por el Presidente de la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, estará compuesto por un mínimo de 5 y un máximo de 7 miembros, incluido su Presidente, y su composición se hará pública oportunamente. 14ª La presentación de cualquiera de las obras que participen en este premio implica la autorización a la FUNDACIÓN FORO

VI Premio Internacional de Investigación Fundación Foro Jovellanos…

15ª

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JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, por parte del autor o autores de dicho trabajo para su publicación si así se acordase, con el único ánimo de divulgar la obra, sin finalidad lucrativa y por un periodo no superior a seis meses. Dicha autorización no traerá consigo, en ningún caso, que se cedan o limiten los derechos de propiedad de su autor sobre ellas, incluidos los derivados de la propiedad intelectual o industrial. Si la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS lo creyese necesario, el autor premiado justificará debidamente su personalidad y la autoría del trabajo. El fallo del Jurado tendrá lugar durante el transcurso de la segunda quincena del mes de junio de 2004. Si por algún motivo el Jurado no pudiera reunirse en tal fecha lo haría en otra próxima. La comunicación del veredicto se realizará seguidamente a la decisión del Jurado, procediéndose a la apertura de las plicas por parte del Secretario del Jurado a fin de identificar al autor o autores premiados. El premio estará dotado con 6.000 Euros, entregándose al ganador diploma acreditativo e igualmente una réplica a escala de la estatua de Jovellanos inaugurada en Gijón el 6 de agosto de 1891 en la plaza del mismo nombre, obra, en su día, del escultor Manuel Fuxá. Asimismo, el Jurado, podrá conceder, si lo estima oportuno, un accésit con derecho a diploma y réplica de estatua. El Jurado estará facultado también para declarar desierto el premio si, a su criterio, los trabajos presentados no reunieran méritos suficientes o no se ajustaran a las bases establecidas en la convocatoria. Si por sus méritos más de un trabajo fuese valorado como merecedor al premio, éste sería compartido , así como su dotación. El fallo será inapelable. Los trabajos no premiados podrán ser retirados directamente en el plazo máximo de seis meses a contar desde la publicación del fallo o pedir su devolución por escrito siendo los gastos de envío a cargo de su autor o autores.

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Boletín Jovellanista IV - 2003

19ª La entrega del premio tendrá lugar en la fecha que se señale en su momento y en el lugar que la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS estime conveniente. El premiado deberá acudir personalmente al acto de entrega del premio. En dicho acto el autor premiado o representante del grupo premiado deberá intervenir con una breve exposición referente al contenido de la obra galardonada de una duración mínima de diez minutos y máxima de veinte aproximadamente. 10ª La interpretación de estas bases y la solución a las dudas que éstas pudieran plantear en cuanto a su correcta aplicación corresponderá a la Junta Rectora de la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS. 11ª La participación en este Premio de Investigación supone la aceptación automática de las bases anteriormente expuestas.



Gijón, 16 de octubre de 2003

VII Relación de Publicaciones

Fundación Foro Jovellanos Publicaciones 11. DISCURSOS de Puerto de Vega.- Gijón, Foro Jovellanos, 1996.32 págs.; 20 cm. (AGOTADO). 12. CARANTOÑA, Francisco. La estancia de Jovellanos en Muros de Galicia.- Francisco Carantoña.- Gijón, Foro Jovellanos, 1997.- 56 págs., il.; 24 cm. (AGOTADO). 13. SAGREDO, Santiago.- Jovellanos y la educación en valores: (antecedentes en la reflexión y práctica de un Ilustrado).Prólogo por Francisco Carantoña.- Gijón, Foro Jovellanos, 1998.- 139 págs.- 24 cm. Trabajo premiado en el Concurso Nacional «Contribución de la obra de Jovellanos y del pensamiento ilustrado español a la mejora de la enseñanza en España». (AGOTADO). 14. MORATINOS OTERO, Orlando, CUETO FERNÁNDEZ, Vicente.Bibliografía jovellanista.- Prólogo, Ana Rodríguez Navarro; ilustraciones, Juan MARTÍNEZ RIONDA y Nacho NORIEGA IGLESIAS.- 1ª ed.- Gijón, Foro Jovellanos, 1998.- 277 págs., il., 24 cm. + 1 cd-rom. ISBN 84-920201-4-8. (AGOTADO). 15. JOVELLANOS, Gaspar Melchor de.- El «Diario» de los viajes.Introducción, selección, estudios y notas de Jesús MENÉNDEZ PELÁEZ.- Gijón, Foro Jovellanos, ALSA Grupo, 1998.- 238 págs., il.; 25 cm. (AGOTADO). 16. CASO GONZÁLEZ, José Miguel.- Biografía de Jovellanos; adaptación y edición de María Teresa CASO; prólogo, Jesús

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Boletín Jovellanista IV - 2003

MENÉNDEZ Peláez.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 1998. - 122 págs., il. ; 24 cm. 17. BOLETÍN Jovellanista.- (Vid. apartado Boletín Jovellanista). 18. JOVELLANOS y el siglo XXI.- Conferencias organizadas por la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias.- Gijón, Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 1999.- 106 págs.; 24 cm.- Contiene los textos de las conferencias pronunciadas por Francisco ÁLVAREZ-CASCOS, Fernando MORÁN LÓPEZ, Agustín GUZMÁN SANCHO, Antonio del VALLE MENÉNDEZ y María Teresa ÁLVAREZ GARCÍA. 19. CORONAS GONZÁLEZ, Santos M.- Jovellanos, justicia, estado y constitución en la España del Antiguo Régimen.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2000.- 353 págs., 28 h. de lám.; 24 cm.- Obra galardonada con el Premio de Investigación Fundación Foro Jovellanos. ISBN 84-607-0169-7. 10. INFORME de la Sociedad Económica de Madrid al Real y Supremo Consejo de Castilla en el expediente de Ley Agraria / extendido por su individuo de número el Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos, 2000.- 192 págs.; 21 cm. + 1 folleto. Reprod. Facs. de la ed. de Palma, Imprenta de Miguel Domingo, 1814. 11. BOLETÍN Jovellanista (Vid. apartado Boletín Jovellanista). 12. GUZMÁN SANCHO, Agustín.- Biografía del insigne jovellanista Don Julio Somoza y García-Sala, correspondiente de la Academia de la Historia, Cronista de Gijón y de Asturias, escrita y anotada por Agustín Guzmán Sancho, para la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2001.- 427 págs., il.; 24 cm. ISBN 84-607-2737-8.

Fundación Foro Jovellanos. Publicaciones

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13. ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel.- Jovellanos: enigmas y certezas. Pról. de Gonzalo ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN.Gijón, Fundación Alvargonzález y Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2002.- 585 págs. + 2 hh.- 24 x 17 cm. ISBN 84-922-159-2. 14. JOVELLANOS y la Educación Física.- Estudio introductorio, selección y comentarios de José Gerardo RUIZ ALONSO.Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, Real Grupo de Cultura Covadonga y Fundación Ángel Varela, 2002.- 154 págs.- 24 cm. ISBN 84-607-6207-6. 15. ADARO RUIZ, Luis.- Jovellanos y la minería en Asturias.Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, Unión Española de Explosivos, S.A., 2003.- 481 págs. il.- 23,5 cm. ISBN 84-933191-0-4.

BOLETÍN JOVELLANISTA BOLETÍN JOVELLANISTA.- Año I, nº 1.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 1999.- 125 págs. [Publicación núm. 7]. BOLETÍN JOVELLANISTA.- Año II, nº 2.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2001.– 177 págs. [Publicación núm. 11]. BOLETÍN JOVELLANISTA.- Año III, nº 3.- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2002.- 242 págs.



Cuadro de Patronos de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias Don Mariano Abad Fernández Don Fernando Adaro de Jove Don Luis Adaro Ruiz Don Isidoro Álvarez Álvarez Don Vicente Álvarez Areces Doña María Teresa Álvarez García Doña Mercedes Álvarez González Don José Luis Álvarez Margaride Don José Ramón Álvarez Rendueles Don Francisco Álvarez-Cascos Fernández Don Manuel Álvarez-Valdés y Valdés Don Rafael Anes y Álvarez de Castrillón Don Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón Don Agustín J. Antuña Alonso Don Luis Argüelles Sánchez Don Álvaro Armada Barcaiztegui Don Ángel Aznárez Rubio Don Domingo Caramés García-Platas Don José Luis Carballo González Dña. María Teresa Caso Machicado Don José María Castillejo y Oriol Don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila Don Domingo Cienfuegos-Jovellanos y Caramés Doña María Teresa Cienfuegos-Jovellanos Piquero

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Boletín Jovellanista IV - 2003

Doña María Jesús Cienfuegos-Jovellanos Vigil-Escalera Don Santos Manuel Coronas González Don Isidoro Cortina Frade Don José Cosmen Adelaida Don Vicente Cueto Fernández Don Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos Don Isaac del Rivero de la Llana Don Miguel Díaz Negrete Don Celso Diego Somoano Don Sabino Fernández Campo Doña Paz Fernández Felgueroso Don Joaquín Fernández García Don Claudio Fernández Junquera Don Servando Fernández Méndez Don Enrique Fuentes Quintana Don Fernando García Albella Don Víctor García de la Concha Doña Nieves García Rivera Don Juan José García Rúa Don Rafael Gasset Muñoz-Vargas Don Javier Gómez Cuesta Don Martín González del Valle Doña Alicia González Domínguez Don Eduardo González Menéndez Don Javier González Santos Don Agustín Guzmán Sancho Don Ignacio Herrero Álvarez Don José Antonio Hevia Corte Don Mariano Linares Argüelles Don Moisés Llordén Miñambres Don Rafael Loredo Coste Don Julio Maese Guisasola Don Emilio Marcos Vallaure Don Antonio Martín García

Cuadro de Patronos de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias 269

Don José María Martínez Cachero Don José Luis Martínez Martínez Doña Ana María Matute Ausejo Don Carlos Menéndez de Alba Don Álvaro Menéndez Franco Don Manuel Menéndez Menéndez Don Aurelio Menéndez Menéndez Don Jesús Menéndez Peláez Doña Ana Rosa Migoya Diego Don Fernando Morán López Don Orlando Moratinos Otero Don Arturo Muñiz Fernández Doña María Elvira Muñiz Martín Don Manuel Muruais Cancio Don Juan Ignacio Noriega Iglesias Don Roberto Paraja Tuero Don Luis María Pascual Pino Doña Lucía Peláez Tremols Don José Luis Pérez de Castro Don Juan Ramón Pérez las Clotas Don Juan Antonio Pérez Simón Don Juan José Plans Martínez Don John H. R. Polt Don Guillermo Quirós Pintado Doña Liliam L. Rick Don Carlos Roces Felgueroso Don Matías Rodríguez Inciarte Doña Ana Rodríguez Navarro Don Santiago Sagredo García Doña Margarita Salas Falgueras Don Vicente Sánchez de Arza Don José Fernando Sánchez-Junco Mans Don Pascual Sisto Pérez Don Emilio A. Somoano Gutiérrez

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Boletín Jovellanista IV - 2003

Don Luis Suárez Fernández Don Luis Manuel Tejuca Suárez Don Hugh Thomas Don Vicente Trelles Pérez-Abad Don Antonio Valdés y González-Roldán Don Juan Antonio Vázquez García

Normas que han de tenerse en cuenta para publicar en el Boletín Jovellanista 1.

Los originales se enviarán a la secretaría de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias con una extensión no superior a los 30 folios a doble espacio, en versión impresa y con soporte informático.

2.

Para las citas se seguirá el siguiente criterio: citas a pie de página haciendo explícita la ficha bibliográfica en toda su extensión conforme a: a) En cuanto al autor de la cita: APELLIDOS (en versalita) y nombre (en minúscula). b) Si se trata de un libro: I.

Título del libro: en cursiva, seguido de lugar de impresión, editorial, año y la(s) página(s). Ejemplo: CASO GONZÁLEZ, José Miguel, La poética de Jovellanos, Madrid, Editorial Prensa Española, 1972, p. 75.

II. Si se trata de artículo: el título del artículo irá entre comillas, seguido del título de la revista, número o volumen de la revista (en cursiva), año (entre paréntesis) y la(s) página(s). Ejemplo: NORIEGA IGLESIAS, Ignacio; CUETO FERNÁNDEZ, Vicente, «Aquellos mundos de Jovellanos», Boletín Jovellanista, nº 3 (2002), 47-71. III. Si se trata de una monografía o libro colectivo: 1.

Si lleva un director/es se indicará su nombre poniendo entre paréntesis (dir.) (coord.), el título de la obra, lugar, editorial, fecha y páginas. Ejemplo: MENÉNDEZ PELÁEZ, Jesús, «El teatro escolar latinocastellano», en HUERTA CALVO, Javier (dir.), Historia del Teatro Español. Volumen I. De la Edad Media al Siglo de Oro, Madrid, Gredos, pp. 581-608.

2.

Si es un trabajo colectivo, las siglas AA.VV. servirán para referirse a la autoría genérica de la obra, título, lugar, editorial, fecha, páginas. Ejemplo: ANES, Gonzalo, «Jovellanos y la Inquisición», en AA.VV., Jovellanos, Ministro de Gracia y Justicia, Gijón, Banco Herrero-Fundación «La Caixa», 1998, pp. 114-116.

c)

Si dentro del artículo se citan textos superiores a tres líneas, dicho texto irá sangrado y en cursiva.

d) En esta manera de citar no se requiere bibliografía de referencia al final del trabajo, ya que se supone que el autor hizo las referencias bibliográficas oportunas a lo largo de las citas a pie de página.

Este BOLETÍN JOVELLANISTA se terminó de imprimir en los talleres de Gráficas APEL de Gijón el día 5 de enero de 2004, festividad de Santa Amelia, en el CCLX Aniversario del nacimiento de Jovellanos.

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