CAPÍTULO 5 LA ESTRUCTURA VARIABLE DE LAS CONSONANTES RESONANTES

CAPÍTULO 5 LA ESTRUCTURA VARIABLE DE LAS CONSONANTES RESONANTES Se abordan en las siguientes páginas diferentes aspectos relacionados con las consona
Author:  Luz Ruiz Martin

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CAPÍTULO 5 LA ESTRUCTURA VARIABLE DE LAS CONSONANTES RESONANTES

Se abordan en las siguientes páginas diferentes aspectos relacionados con las consonantes resonantes, es decir, con las nasales, las laterales y las róticas. Ciertamente, la parte mayor se dedica al comportamiento de la asibilación entre las róticas1, proceso que parece haber experimentado un alza notoria y luego un descenso a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Dadas las características del fenómeno, resulta bastante revelador de las propiedades de

los cambios fónicos, tal como se desarrollan en su contexto social. La fuente principal de datos para el análisis de la asibilación son los materiales del Corpus sociolingüístico de la ciudad de México, aunque se harán algunos comentarios generales sobre su difusión a través de la geografía mexicana. Para completar el panorama, en las secciones iniciales del capítulo se consideran algunas cuestiones relativas al comportamiento variable de las nasales y la lateral, en especial a partir de los mapas incluidos en El español en México (Alvar 2010) en lo referente a las nasales y a partir de algunas grabaciones de laboratorio en relación a las laterales. En especial, las nasales presentan no pocos aspectos interesantes que hasta ahora han sido relativamente poco explorados, como ocurre con el comportamiento variable en posición final absoluta.

1

Para la redacción del apartado dedicado a las róticas se han aprovechado varios materiales previos, en particular el informe que redacté junto con Yolanda Lastra ("Un posible cambio en curso: el caso de las vibrantes en la ciudad de México", en Estudios sociolingüísticos del español de España y de América. Ed. A. M. Cestero Mancera, I. Molina Martos y F. Paredes García. Madrid: Arco Libros, 2006, pp. 35-68), un capítulo en el que el comportamiento de las róticas se ve a la luz de los llamados líderes lingüísticos ("Líderes lingüísticos en la ciudad de México", en Líderes lingüísticos. Estudios de variación y cambio. Ed. P. Martín. México: El Colegio de México, 2006, pp. 185-208) y varias secciones pertenecientes a un capítulo más extenso dedicado al problema de la retracción de los cambios lingüísticos (“Retracción lingüística”, en Teoría de la optimidad: estudios de sintaxis y fonología. Ed. R. Gutiérrez Bravo y E. Herrera Zendejas. México: El Colegio de México, 2008, pp. 159-196). Todos los materiales se han revisado y corregido en numerosos puntos, además de organizarse con vistas a la integración en este capítulo y ampliarse con respecto a determinados aspectos y reducirse con respecto a otros.

535 ACERCAMIENTO A LAS NASALES

Los sonidos nasales presentan en los datos mexicanos diferentes aspectos variables que no carecen de interés. Se encuentran entre ellos el proceso de despalatalización de /ɲ/, que da lugar a soluciones intermedias en que el segmento llega a desdoblarse en consonante nasal alveolar [n] más vocal [i], o a aparecer como alveolo-palatal [nj] más vocal, e incluso en casos extremos como alveolar [n]; la cuestión de la soltura o adición nasal a final de palabra; y el comportamiento experimentado por la /n/ final de palabra, ya que ésta, además de articularse como la alveolar canónica, puede labializarse en [m], puede ejecutarse como velar [ŋ], y puede también elidirse [Ø]. No voy a referirme aquí a otros procesos bien conocidos y presentes también en el español mexicano, como es el caso de la asimilación de las nasales en coda silábica al LUGAR de articulación de la consonante siguiente. La despalatalización ha sido analizada en algunos trabajos. Rosado (2011) considera el caso de Mérida, comparando sus resultados con los presentados por Lope Blanch (1987a), así como por García Fajardo (1984) para Valladolid y por Pérez Aguilar (2002) para Chetumal. Para llevar a cabo sus cálculos a partir de una muestra de 989 casos en las grabaciones efectuadas para un estudio sociolingüístico mayor, Rosado distingue entre formas estándar y no estándar (que incluye de manera conjunta las formas mencionadas supra), encontrando un 73% de las primeras y un 27% de las segundas en el total de los datos. Entre los factores que resultaron significativos para el surgimiento de variantes no estándar, se cuenta el hecho de que la sílaba en que aparece la palatal sea tónica (con 0.623 de probabilidad logística escalona), frente a los casos en que la tónica es la sílaba anterior (0.488) o posterior (0.111). En cuanto a los factores sociales, resultaron significativos la edad, el género, el nivel de estudios y en bilingüismo. En lo que toca a la edad, la probabilidad de una forma no estándar se incrementa según crece la edad: así, los mayores presentan una probabilidad de 0.607, los adultos de 0.512 y los jóvenes de 0.400. Por género, son las mujeres quienes presentan más alófonos no estándar (0.541), frente a los hombres (0.461). De forma interesante, las no estándar se incrementan notoriamente en el grupo de estudios medios (0.713), frente a las personas de bajos estudios (0.410) y de altos

536 estudios (0.406). Por fin, son los no bilingües quienes, de manera ligera pero significativa (0.530) favorecen más la aparición de soluciones no estándar (0.434 los bilingües). De hecho, uno de los aspectos más notables en la aportación de Rosado es la significatividad de los factores sociales, frente a estudios anteriores en los que tiende a restarse importancia a estos mismos factores en lo que toca a la distribución de la variable. El problema de la soltura o adición nasal merece desde luego análisis más detallados de los disponibles hasta el momento. Siguen siendo iluminadores los comentarios que dedica Cárdenas al problema en su estudio sobre el español de Jalisco:

La s en posición final absoluta (rara vez después de -r o -d) presenta la peculiaridad de una adición nasal ya descrita por Marden. Apareció en las palabras pez, es, más, diez, dos, voz y res después de la consonante, en Zacoalco, Huejúcar, Villa Guerrero, Yahualica y San Juan de los Lagos. Según mis observaciones, se agrega una e relajada nasal, ya sonora, ya sorda. El sonido de esta e es indistinto, los labios son influidos por la articulación de la vocal precedente. Esta resonancia nasal se produce porque baja el velo al momento de terminarse el sonido de la s y permite que pase la corriente respiratoria por las fosas nasales produciendo la nasalidad. La lengua guarda la posición predorsal de la s contigua. En San Juan de los Lagos y en Yahualica parece agregarse una e relajada más una n alveolar (1967, p. 52).

Además de precisar las variantes y la distribución geográfica del fenómeno en Jalisco, Cárdenas añade que el proceso también ha sido mencionado en las ciudades de Chihuahua, Zacatecas y Durango, así como en Guanajuato, en México, y en Nuevo Laredo (Texas). Se ha notado asimismo en Panamá, en Colombia (comarcas de Huila y Tolima) y en interior de Venezuela (ibid., p. 53). Entre los trabajos recientes sobre variación de las nasales finales absolutas de palabra debe destacarse el de Michnowicz (2008) sobre el español de Mérida2. En conjunto,

2

Entre los estudios anteriores, recuerda especialmente los de Alvar (1969), Yager (1982), García Fajardo (1984), Lope Blanch (1987a), Yager (1989), Pfeiler (1992) y Michnowicz (2006).

537 Michnowicz encuentra un 61% de formal alveolares [n], 25% de labiales [m], 9% de velares [ŋ], y un 5% de elisiones [Ø] (p. 289)3. Es claro que la posición final absoluta desempeña un papel crítico, pues en el recuento con todas las nasales en cualquier tipo de coda, las alveolares ascienden a un 97% (p. 288). Al realizar un análisis de probabilidad logística, entre los factores lingüísticos [n] es favorecida por las sílabas átonas (0.597), así como por las clases adjetivo/adverbio (0.604), verbo (0.532) y determinante (0.864); para [m] el único factor favorecedor es el carácter tónico de la sílaba (0.559); [ŋ] es apoyada por las clases de nombre (0.550), verbo (0.571) y preposición (0.768), las sílabas tónicas (0.596) y /a/ precedente (0.584); por fin, las elisiones [Ø] son favorecidas por los nombres (0.624) y las preposiciones (0.509). El origen de la palabra (maya o español) no contó para ninguna variante, y sólo la tonicidad de la sílaba fue significativa para las tres variantes más frecuentes (pp. 289-291). En lo que toca a los factores sociales, el género no es significativo para [n], pero sí a las otras variantes, de modo que las mujeres producen más [m] (0.561) y los hombres más [ŋ] y [Ø] (0.584 y 0.582, respectivamente); la edad es significativa para las variantes alveolar y labial, de modo que [n] es auspiciada por las personas de más edad (0.556), y [m] por los individuos de mediana edad (0.621) y por los jóvenes (0.526); todas las variantes experimentan efectos debidos a la clase social/lenguas habladas, de modo que [n] es favorecida por los monolingües en español, todos de la clase alta (0.567), [m] por los maya-hablantes de clase alta (0.612) y muy levemente por los de clase baja (0.504), [ŋ] por los maya-hablantes de clase alta (0.620) y ligeramente por los de clase baja (0.510), mientras que la elisión [Ø] sólo es apoyada en la probabilidad por los maya-hablantes de clase baja (0.621) (pp. 291-293). En la discusión de Michnowicz, destaca el hecho de que se interprete la presencia de [m] como un desarrollo reciente, ocurrido durante los últimos treinta o cuarenta años (p. 295 y otras)4, variante que parece ser efecto del bilingüismo 3

Debe tenerse cuidado en no proyectar las conclusiones obtenidas en Mérida, por llamativas que sean, sobre el conjunto del español yucateco, entiéndase éste como estado del país o como la península de Yucatán, en parte por la peculiaridad de las condiciones sociolingüísticas de Mérida, en parte porque parte de la variación sobre nasales en posición final absoluta va más allá de los estados peninsulares, y afecta incluso a Tabasco y a Chiapas. 4 Cabe preguntarse aquí, en todo caso, si más que de la "presencia" de [m] debe hablarse del "ascenso" de la variante, lo que me parece que casa mejor con las razones de contacto lingüístico histórico aducidas por el propio Michnowicz y con la geografía lingüística del fenómeno, bastante extensa, como puede observarse en las figuras incluidas y comentadas infra.

538 (aunque esto deba explorarse más, p. 299), y que es apoyada particularmente por las personas de menos de 50 años (p. 294), las mujeres y los bilingües de maya y español, de modo que para algunos hablantes [m] sea un marcador de identidad regional, mientras que para otros esté en camino de convertirse en un estereotipo lingüístico (p. 299). Parece poder decirse, en definitiva, que la variable relativa a las nasales que seguramente presenta mayor interés, es el comportamiento de la nasal a final de palabra, pues permite esbozar algunas generalizaciones espaciales que zonifican dialectalmente la República. En las figuras 5.1 a 5.3 se presentan tres mapas de EEeM, los correspondientes a cajón (747), tapón (746) y fin (557), entre los que existen en realidad bastantes connivencias.

FIGURA 5.1. Mapa de cajón (EEeM, 747)

539

La carta correspondiente a cajón resulta bastante clara con respecto a la distribución de las principales variantes con las que se realiza el segmento /n/. Aunque la solución alveolar [n] es la más común a lo largo y ancho de la geografía del país, es también claro que su área de predominio es en realidad el centro y el norte, con zonas de convivencia con la elisión en el noroeste, y lo que podría llamarse una zona de transición con la forma velar en los límites del centro del país con el sur. Aparecen también algunas formas alveolares en Chiapas y en la península de Yucatán, pero no son los alófonos más comunes. El área correspondiente a las variantes labiales [m] está también muy claramente delimitada, pues todos los casos aparecen en el sureste, empezando por Tabasco y siguiendo por localidades ubicadas en la península yucateca, en los estados de Yucatán y Quintana Roo, pues Campeche no ofrece ejemplos de labiales finales en este mapa. De hecho, el sureste es un área de intensa variación en cuanto a las nasales finales, pues conviven los alófonos velares con los labiales, los velares y las elisiones. Las variantes velares parecen tener su límite septentrional en los estados de México y Tlaxcala; de hecho, el de cajón es, entre los tres mapas considerados, el que muestras más soluciones y más extendidas geográficamente de la velar, quizá bajo un cierto efecto asimilatorio con respecto a la previa velar fricativa sorda [x]. En la figura 5.1, en cualquier caso, se documenta ampliamente también en Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Campeche y Yucatán. Las elisiones, por fin, tienen dos áreas de distribución, en extremos opuestos del país. Por una parte, se registran en los tres estados yucatecos, además de en un punto aislado de Oaxaca. Por otro, presentan en el mapa de cajón una distribución relativamente amplia por el noroeste, desde Zacatecas y a través de Durango, Chihuahua y Sonora. Conviene comparar los resultados de este primer mapa con los dos siguientes para tener una idea más clara del grado de estabilidad del dato geográfico, aun considerando que no es posible decir mucho acerca del efecto del contexto lingüístico con tan pocos datos, fuera de recalcar la importancia de la posición final.

540

FIGURA 5.2. Mapa de tapón (EEeM, 746)

La carta correspondiente a tapón muestra bastantes coincidencias con la anterior, aunque también se pueden observar algunas discrepancias. Las alveolares, ocupando un área semejante a la documentada en el mapa anterior, tienden a extenderse un poco más, especialmente a costa de los registros de variantes velares (lo que podría avalar la idea de la influencia del contexto velar en el caso de cajón). Como sea, la frontera septentrional de las velares retrocede ahora hasta Guerrero, la costa occidental de Oaxaca y el sur de Veracruz, aunque siguen siendo muy prolíficas en Chiapas, amén de aparecer en un punto de Campeche. Las labiales siguen mostrando una concentración muy clara en el sureste mexicano, pues salvo en un punto aislado de Oaxaca, todos los registros se concentran desde Tabasco hacia el este. Es claro también que la península yucateca es el área más variable del país, pues registra todas las variantes mencionadas, incluidas las elisiones. De

541 hecho, las áreas que presentan formas elididas de /n/ se extienden por dos sectores muy claramente delimitados. Por un lado, el sur-sureste del país, desde ciertas áreas contiguas de Oaxaca y Chiapas y sobre todo por la península de Yucatán y, por otro, por el norte del país, especialmente por el noroeste, pero también por el norte central e incluso por el noreste. Es decir, las elisiones en el mapa de tapón incluyen las áreas ya registradas en el mapa de cajón, pero se extienden al tiempo por regiones claramente más amplias, especialmente en los estados septentrionales. Quizá merece completar el panorama geográfico por medio de la consideración de una carta dedicada a una palabra monosílaba, como es el caso de fin, que aporte un nuevo punto de vista acerca de la influencia de las condiones contextuales.

FIGURA 5.3. Mapa de fin (EEeM, 557)

542 Aunque en complementariedad con lo visto en los mapas anteriores, es claro que la proyección de fin presenta una simplificación en la variabilidad de los registros, por lo que es tentador suponer que el carácter monosílabo del vocablo limita un tanto las libertades fónicas disponibles para los hablantes, en especial aquellas que parecerían en una cierta dirección debilitadora, entendida ésta como una mayor imprecisión con respecto a los objetivos fónicos, es decir, en los casos de hipoarticulación, como es el caso de las formas elididas, desde luego y, más discutiblemente, en el caso de los procesos de velarización. La extensión de las formas alveolares ha crecido enormemente en el mapa de fin, ocupando con claridad las áreas septentrionales y llengando, por el sur, a ocupar prácticamente todos los registros correspondientes hasta Veracruz y Oaxaca. Sólo cabe reseñar un ejemplo de elisión en Sonora, compartido en el punto con una forma alveolar, en realidad, y un par de registros de variantes velares en el estado de Guerrero. Es el sur-sureste el que muestra, una vez más, un mayor grado de variación. Aunque no se presentaron elisiones, toda el área muestra gran variabilidad, que sin duda amerita estudios más detallados. Aunque no faltan ejemplos de alveolares y de velares, son los alófonos labiales los que muestran un mayor grado de difusión, desde Chiapas y Tabasco hasta los tres estados de la península yucateca. Si se pretendiera llevar a cabo un esbozo fonético-fonológico de las condiciones que regulan el comportamiento de la nasal final, podría atenderse a las restricciones *CODA, *CORONAL, *DORSAL y *LABIAL. De hecho,

MAX-IO

MAX-IO,

y *CODA van a tener el mismo

efecto sobre el conjunto de materiales, pues la primera sanciona a las elisiones [Ø], y la segunda a todas las demás, trátese de la forma labial [m], de la alveolar [n] o de la velar [ŋ]. Éstas, a su vez, infringen, respectivamente, *LABIAL, *CORONAL y *DORSAL. Así las cosas, el cuadro de restricciones podrían tener más o menos este aspecto:

CUADRO 5.1. Restricciones relativas a la variación de /n/ final MAX-IO

*LABIAL

*DORSAL

☞ [n] [ŋ]

*CORONAL *

*!

543 [m]

*!

[Ø]

*!

El cuadro 5.1 se presenta teniendo en cuenta la restricción de fidelidad

MAX-IO

y

tres restricciones referidas a la marcación de LUGAR, tal como ésta se expuso en el cap. 4 a propósito de la discusión de la naturaleza articulatoria de la /s/ mexicana, teniendo en cuenta entonces una jerarquía general

MAX-IO

» *LABIAL » *DORSAL » *CORONAL.

Obsérvese, de todos modos, que según los tipos dialectales por regiones, esta jerarquía debe readaptarse, de forma que refleje mejor las realidades locales; el cuadro 5.1 puede ser válido, en líneas generales, allí donde el predominio cabe atribuirlo a la variante alveolar [n], pero cabe hacer algunos ajustes cuando las predominantes son otras variantes:

CUADRO 5.2. Tipos dialectales fundamentales para /n/ final Tipo dialectal

Jerarquía

Tipo I (predominio de [n])

MAX-IO

» *LABIAL, *DORSAL » *CORONAL

Tipo II (predominio de [ŋ])

MAX-IO

» *LABIAL, *CORONAL» *DORSAL

Tipo III (predominio de [m])

MAX-IO

» *DORSAL, *CORONAL» *LABIAL

Tipo IV (predominio de [Ø])

*LABIAL, *DORSAL, *CORONAL » MAX-IO

Por supuesto, sería importante disponer de información aún más detallada, del tipo de la empleada en otras partes de este libro, que permitiera obtener los coeficientes probabilísticos de uso por localidades o por zonas, para poder trazar con mayor precisión los modelos fonéticos-fonológicos variables.

ALGO SOBRE LA LATERAL

La lateral del español es aproximante; presenta una transición relativamente brusca con respecto a las vocales contiguas, de modo que presenta. formantes más débiles que los de

544 las vocales, aunque más fuertes que los de las nasales, que son menos intensos (Martínez Celdrán y Fernández Planas 2007, pp. 134 y 136); aunque presenta una oclusión, el aire sale de forma continua y simultánea al cierre, sea por un lado de la boca o por ambos, a la altura de los molares (ibid., pp. 136-137). Las figuras 5.4 sirve para ilustrar estos planteamientos generales.

Frequency (Hz)

5000

0

0

1.64 Time (s) e l n

iño güero

come

he

l

a

0

do 1.64

Time (s)

F1 (Hz)

e

l

n

e

l

a

377

297

317

514

296

681

F2 (Hz) 1945 1584 1333 2019 1804 1606 I (dB)

72.7

72.8

72.3

69.8

70.1

71.4

T (ms)

76

48

34

71

96

80

FIGURA 5.4. Realización de El niño güero come helado (Adán, Oaxaca, estudiante universitario)

545 El ejemplo El niño güero come helado, obtenido en condiciones de habla de laboratorio contextualizada, proporciona dos contextos útiles para considerar el comportamiento de /l/, el niño y helado. En ambos casos es claro en el espectrograma el relativo desvanecimiento de los formantes vocálicos contiguos, que presta a la lateral precisamente su carácter de aproximante; lo mismo cabe decir con respecto a las medidas de F1 y F2 en los puntos medios de su estructura, de nuevo en comparación con las vocales adjuntas, como puede comprobarse en el cuadro de mediciones que acompaña a la figura. Aunque las diferencias no son muy abultadas, es evidente también que la intensidad general, manifestada por el menor negro en los formantes de la lateral, es menor con respecto al material vocálico vecino. Aun cuando la intensidad en el punto medio (anotada en el cuadro) no refleja con claridad el hecho, la curva de intensidad asciende hacia al final de la primera /e/, para luego descender en el transcurso de la /l/ y permanecer relativamente baja en la nasal. En cuanto a la curva de intensidad de la /l/ de helado, es obvio que comienza baja y que sólo se va recuperando hasta llegar al dominio de la /a/ que le sigue. El tiempo de duración de la primera lateral, seguramente por encontrarse en posición de coda silábica, es muy reducido, en contraste con el empleado por la segunda lateral, en el ataque de una sílaba que además es tónica. En principio, el Atlas Lingüístico de México menciona, además del alófono alveolar lateral aproximante sonoro [l], que puede estar ensordecido [l ̥], algunas otras formas (habitualmente surgidas por procesos asimilatorios en coda silábica): un alveolar adelantado lateral aproximante sonoro [l ̟] (interdental); un alófono dental, o dento-alveolar [l ̪]; un retroflejo [ɭ], igualmente lateral aproximante sonoro; una solución alveolo-palatal [lj], diferenciada del sonido propiamente palatal [ʎ]; e incluso un alveolo-velar [ɫ] y un velar [ʟ]. En cuanto a las formas transcritas como palatales en el ALM, ya se mencionó su carácter postléxico como posible realización de /ʝ/ (cap. 4). La forma alveolo-palatal, en cambio, sería forma adscribible a /l/ en contexto previo a consonante palatal. Todas estas cuestiones quedan, desde luego, pendientes de ser examinadas con mucho mayor detalle, tanto en su vertiente acústica y articulatoria como variable. También se ha hablado ya de la

546 dento-alveolar africada [t͡l], que también puede aparecer como levemente lateral [t͡l] (cf. cap. 3). Otra cuestión pendiente de análisis son las connivencias de la lateral con las róticas, sea con la alveolar aproximante sonora [ɹ] o con la intermedia alveolar aproximante lateralizada sonora [ɹl], es decir, el espacio líquido que llega a neutralizarse en algunas variedades de habla del español. No hay muchos datos disponibles al respecto para el español de México, pero sí parecen existir indicios en algunas zonas (como en la Costa Chica, en proceso de investigación por Espinosa), que habrá que considerar con gran cuidado. También interesante es el surgimiento en ciertas ocasiones de formas hipoarticuladas que no completan todos sus objetivos fónicos, como sucede en ejemplos de habla rápida, como el presentado en la figura 5.5.

Frequency (Hz)

5000

0

0

0.7439 Time (s) e

l

n

i

ño

güero

0

0.7439 Time (s)

e

l

n

F1 (Hz)

520

465

459

F2 (Hz)

---

---

---

547 I (dB) T (ms)

64.6 67.7 68.8 18

45

34

FIGURA 5.5. Realización de El niño güero (Alina, Guadalajara, estudiante universitaria)

La informante grabada presenta como característica, tanto en habla espontánea como en habla de laboratorio, un habla caracterizable por comparación como rápida5. De hecho, el ejemplo El niño güero se pronunció tan rápido que, en especial su comienzo, experimenta una clara reducción de sus objetivos fónicos: la vocal /e/ es apenas un apoyo para la realización de la lateral, y la nasal y la vocal /i/ se perciben también con alguna dificultad; como puede verse en el cuadro adjunto a la figura, las duraciones de los tres primeros segmentos, si es que se pueden deslindar, son muy breves. En términos de estructura formántica, es posible medir el F1, pero el no el F2, como era de esperarse ante la debilidad de la región central del espectrograma. Tampoco la curva de intensidad resulta de gran ayuda; en todo caso, el carácter inicial de emisión hace que ésta vaya ascendiendo, sin que en sí misma parezca útil para la determinación de las fronteras entre segmentos. En contraste, el ejemplo presentado en la figura 5.6, procedente de la misma informante, ha sido pronunciado también de manera rápida (en contraste, hay que insistir, con otros hablantes), pero las pistas fónicas parecen haber permanecido con suficiente solidez como para ser útiles para la caracterización de los segmentos, quizá por encontrarse en un punto intermedio de la emisión.

5

Sin que importe ahora delimitar, me parece, si se trata de un hábito individual o de un rasgo dialectal.

548

Frequency (Hz)

5000

0

0

1.274 Time (s) ¿y

cuándo vas a hacer

lo

que te dije?

0

1.274 Time (s)

F1 (Hz)

l

o

339

528

F2 (Hz) 1995 1963 I (dB)

67.5

72.8

T (ms)

50

33

FIGURA 5.6. Realización de ¿Y cuándo vas a hacer lo que te dije? (Alina, Guadalajara, estudiante universitaria)

Como puede verse, la lateral presenta la típica resolución de las aproximantes, con una estructura formántica que se presenta como transición de menor energía (véanse las cantidades anotadas en el cuadro adjunto a la figura). Además de un evidente menor negro, es obvio también que la curva de intensidad transita en forma de valle durante la realización de la lateral.

549 TIEMPO APARENTE, TIEMPO REAL Y LIDERAZGO EN LA ASIBILACIÓN DE LAS RÓTICAS

El Atlas Lingüístico de México menciona una serie de variantes de las que conviene partir para tener cierta claridad en el tratamiento de la variación de las consonantes róticas, /ɾ/ y /r/. En primer término, las variantes más fieles son, respectivamente, la alveolar percusiva sonora [ɾ] y la alveolar vibrante sonora [r]6. Aunque estos alófonos son normalmente sonoros, no es raro que puedan documentarse más o menos ensordecidos, como [ɾ̥] y [r̥]. Tampoco es infrecuente que en la pronunciación habitual de muchos hablantes, los segmentos se debiliten y adquieran las propiedades acústicas y articulatorias de una aproximante, trátese simplemente de una alveolar aproximante sonora [ɹ] o de una alveolar aproximante sonora larga, [ɹː]. Cuando las características aproximantes son reemplazadas con material dotado de ruido fricativo, tiene lugar la llamada asibilación de las róticas. Si el alófono no es completamente fricativo, sino en parte aproximante y en parte fricativo, y conserva básicamente su

LUGAR

de articulación, aparecen formas alveolares aproximante-

fricativas sonoras, transcribibles como [ɹ̝] o como [ɹ̝ː], según su duración, que corresponden, perceptual y tradicionalmente, a las “levemente asibiladas”. Cuando el registro es completamente fricativo, y existe además un desplazamiento del

LUGAR,

se

producen los alófonos alveolo-palatales fricativos sonoros, [ʑ] y [ʑː], en función de su duración; estos alófonos, por otra parte, a veces se manifiestan como sordos, dando lugar a [ɕ] y [ɕː]. Todos ellos constituyen el grupo de los conocidos como “plenamente asibilados”. Mucho menos comunes, aunque no tan excepcionales, son las variantes de corte retroflejo, sean retroflejas percusivas sonoras [ɽ] o retroflejas aproximantes sonoras [ɻ] y, en un momento dado, sus correspondientes pares largos, [ɽː] y [ɻː]. Ya se ha hecho referencia a la necesidad de estudiar las connivencias entre róticas y lateral (supra), que dan lugar en

Para la vibrante, por otra parte, puede a veces hacerse la distinción entre una breve [r]̆ , con sólo un par de vibraciones, y una larga, [r]̄ , con más vibraciones, aunque en las páginas que siguen no se hará mayor referencia a esta cuestión. Véase el alfabeto fonético incluido en los preliminares de este libro para considerar la correspondencia entre las formas adaptadas al AFI en lo posible y las soluciones tradicionales del ALM. 6

550 algunas áreas a formas alveolares aproximantes lateralizadas sonoras, [ɹl]7. Algunas de estas formas se describen infra con un poco más de detalle. Con este breve panorama en mente, es claro que hay todavía mucho de intrigante en el comportamiento de la variación involucrada con respecto a las consonantes resonantes róticas. Como ocurre en general con la variación fónica segmental, la relativa abundancia de datos, la estabilidad del significado y, en general, la posibilidad de aislar con cierta nitidez los factores en juego, permiten que este tipo de variables pueda ser un buen laboratorio de muchos aspectos relacionados con la innovación y la difusión de cambios lingüísticos. Llama la atención, de hecho, que los estudios sobre la variación y el cambio lingüístico en comunidades de habla emprendidos en los últimos diez o quince años puedan estar matizando en algunas ocasiones, confirmando en otras e incluso desdiciendo más de lo previsible, parte de los adelantos y las proyecciones expuestas en los años anteriores, sobre todo en lo que toca a cambios en curso que han venido resultando ser casos de variación más o menos estable. Puestos a pensar en ello, si hay algo que llama la atención es la relativa estabilidad de la variación fónica presente en las comunidades hispanohablantes. Son pocos, en comparación, los casos de cambio lingüístico confirmados, sobre todo considerando los hechos en el corto plazo. Además, quizá no sea aventurado decir que muchos de los cambios en curso forman parte de procesos de desdialectalización: de resultas del contacto dialectal experimentado por los inmigrantes que se dirigen a las zonas urbanas de México, Madrid, Bogotá, Lima, Buenos Aires y otros muchos lugares y, más en general, por la urbanización y los modos citadinos que van llegando a todas partes. Se ha llegado a sugerir que los cambios por desdialectalización son típicamente europeos, mientras que Estados Unidos, en cambio, estaría envuelto en una gran cantidad de procesos de diversificación. Aunque haya algo de apresurado en estas justas continentales, da la impresión que Hispanoamérica toma partido en estas cuestiones más por los modos europeos que por los norteamericanos. 7 Otras variantes que pueden resultar de interés son la uvular vibrante sonora [ʀ] y la uvular fricativa sonora [ʁ], más allá de hábitos individuales. Por fin, sería interesante determinar la extensión del alófono alveolar percusivo sonoro aspirado, [ɾɦ], pero la pesquisa habrá de quedar para otra ocasión.

551 Todo este contexto afecta directamente al problema de la asibilación de las róticas en la ciudad de México, en el marco del comportamiento general de /ɾ/ y /r/, que es la cuestión que se aborda en las páginas siguientes, que son a su vez las últimas del primer volumen de la FVEM. Tiene este proceso, en principio, algún interés, pues se propuso hace algunos años que se trataba de un cambio en curso y en decidida expansión. La asibilación, además, no parece en este caso asociada a procesos de desdialectalización. Estaría promovida por mujeres de clase media. Ciertas analogías sugieren que es posible relacionar el comportamiento de la variable con el problema de los líderes lingüísticos. Buscando una muestra relativamente amplia que permita trazar con alguna confiabilidad el comportamiento de los fenómenos, se analizan los datos procedentes de 54 informantes. El propósito es explorar algunos aspectos lingüísticos y sociolingüísticos de los datos, y compararlos, en tiempo real, con descripciones efectuadas en el pasado. Como se irá viendo, se ha preferido considerar todos los contextos en que aparecen las róticas, y no sólo aquéllos de los que se sabía con antelación que privilegiaban la aparición de formas alveolo-palatales fricativas; a posteriori, esta decisión no ha sido la más cómoda para el estudio de la asibilación en sí misma, pero parece la solución más coherente para el análisis de toda la variación correspondiente a las róticas, sin privilegiar de entrada una variante específica.

Naturaleza fónica de las variantes Como en otros casos de variación fónica, debe tratarse con cuidado la descripción de la naturaleza fonética, articulatoria, acústica y perceptual, de las variantes, y la consideración de los procesos fonológicos en que estas variantes se involucran8. De entre el panorama 8

Esto es importante, en primer término, para ser explícitos en las discusiones. Términos como tenso y relajado, por ejemplo, suelen esconder un conjunto extremadamente complejo de consideraciones fonéticas, y puede no ser lo mismo hablar de debilitamiento para referirnos al ensordecimiento de las llamadas vocales debilitadas (cap. 2), que para hablar de la aspiración de /s/ implosiva o a su pérdida (cap. 4), o a las realizaciones aproximantes de /b, d, g/ (cap. 3). Y, en segundo término, porque si entendemos qué es lo que está ocurriendo, vamos a tener una imagen mucho más clara de la naturalidad, o no, del proceso, y de si tenemos entre manos fenómenos continuos o abruptos. Por ejemplo, la diptongación de hiatos que se produce en algunos dialectos del español por medio de la elevación de vocales en palabras como cohete y teatro, que pueden llegar a dar cuete y tiatro, atravesando por innumerables realizaciones intermedias, tiene un aspecto continuo y un aspecto abrupto. La elevación de la /o/ y de /e/ es un proceso continuo, pero que haya una o dos sílabas es una cuestión abrupta. O hay una, o hay dos.

552 expuesto a partir del ALM (supra), los principales procesos que se dan con /ɾ/ y /r/ en la ciudad de México son cuatro o cinco: se pueden articular, respectivamente, como percusiva y vibrante, como aproximantes y como fricativas; además la percusiva puede articularse como vibrante (es decir, hiperarticulada) y, en casos problemente ligados a contacto lingüístico, la vibrante como percusiva. Salvo algún raro caso, no hay lateralizaciones en los datos de la ciudad de México9, ni tampoco vocalizaciones; llama la atención, sin embargo, la aparición de cierto número de retroflejas. Aunque estos son los procesos esenciales, hay muchos aspectos intermedios que considerar. La alternancia de las articulaciones percusivas y vibrantes, con las aproximantes, en ambos segmentos es quizá general en español y suele estar asociada a la formalidad o énfasis del estilo, además de a ciertas tendencias dialectales. Ambas pueden presentarse más o menos ensordecidas, y más o menos definidas (es decir, hipoarticuladas). En todo caso, en el material procedente de la ciudad de México predominan ampliamente las variantes más fieles, es decir, la percusiva y la vibrante10. También es bastante general en español la aparición esporádica de variantes largas, sean vibrantes o aproximantes, de /ɾ/ en coda. Suelen ser características de los momentos de habla más enfáticos, aunque hay que decir que en la ciudad de México aparecen también en numerosas ocasiones, especialmente en habla popular, sin estar necesariamente ligadas a consideraciones estilísticas. Por fin, no es general, pero sí muy común, la asibilación de /ɾ/ y /r/11. Se trata “de una fricativa hendida, relativamente más tensa y estridente que [la percusiva o la vibrante] o [la fricativa] y de articulación alveolar o posalveolar (prepalatal)” (Zamora Munné y Guitart 1988, p. 98). Puede ser sonora o ensordecida, y su articulación se acerca a la de las sibilantes. Sin embargo, una sibilante como la [s] ápicoalveolar cóncava es acanalada, mientras que las róticas asibiladas son hendidas (id.). La caracterización acústica de las principales variantes puede aclarar algunos problemas. Como es bien sabido, las róticas canónicas presentan breves interrupciones de

9

Sin embargo, no es imposible encontrar algún ejemplo. Muchas veces se ha observado la solidez del consonantismo mexicano, y no es necesario insistir en ello. 11 Cf. Lipski (1994), Penny (2000, pp. 157-158). 10

553 energía que generan incluso barras de explosión, una la percusiva /ɾ/, dos o más la vibrante /r/, como se ilustra en seguida12:

Frequency (Hz)

5000

0

0

0.381 Time (s) pe

ra

0

0.381 Time (s)

FIGURA 5.7. Espectrograma de pera con [ɾ] percusiva

Como puede apreciarse en la figura 5.7, hay un silencio con interrupción de la energía tras la [e], “que corresponde a la rápida oclusión articulatoria del ápice de la lengua contra los alvéolos” (Quilis 1981, p. 290)13; la [ɾ] puede aparecer incluso con barra de explosión, prefigurada en el ejemplo (cf. Martínez Celdrán 1998, p. 94). En contraposición, la [r] vibrante se ve de esta manera:

12

Los ejemplos de las figuras 5.7 a 5.11 fueron obtenidas como habla de laboratorio y seleccionadas tras varios ensayos; su valor sólo es ilustrativo. Agradezco la colaboración de Laura M. (de Xalapa, estudiante universitaria). Para una caracterización fonética detallada de las róticas, cf. Martínez Celdrán y Rallo (1995), Martínez Celdrán (1997) y Blecua Falgueras (2001), entre otros trabajos. 13 De hecho, “el carácter vibrante de la r aparece en realidad como resultado de la momentánea interrupción de un sonido vocálico, producida por una rápida oclusión apicoalveolar” (Navarro Tomás 1982, p. 117).

554

Frequency (Hz)

5000

0

0

0.9211 Time (s) vi un

ca

rro

0

0.9211 Time (s)

FIGURA 5.8. Espectrograma de Vi un carro con [r] vibrante

Puede verse en la figura 5.8 un ejemplo típico de [r], con varias interrupciones, entre las que se intercalan los momentos vocálicos. En las variantes aproximantes desaparecen las barras de explosión, y la transición de los formantes de las vocales contiguas aparece sin interrupciones. “El movimiento de la lengua es más lento y suave que en la vibrante; la tensión muscular es menor; la punta de la lengua se aproxima a los alvéolos, sin llegar a formar con ellos un contacto completo; [...] es prolongable” (Navarro Tomás 1982, p. 118). Es lo que ocurre en la figura 5.9, que reproduce la grabación del ejemplo Vi a Ramón:

555

Frequency (Hz)

5000

0

0

0.9019 Time (s) vi a

R

a

0

món 0.9019

Time (s)

FIGURA 5.9. Espectrograma de Vi a Ramón, con [ɹː] aproximante larga

La estructura acústica es, por tanto, la de una consonante aproximante, sin interrupciones, con formantes que son transiciones de los de las vocales contiguas. Tiene, entonces, la estructura de lo que también se ha llamado una fricativa de resonancias bajas (cf. Quilis 1993, p. 258 y ss.). Por fin, las variantes sibilantes, como la de la figura 5.10, dejan ver una estructura acústica de gran interés. Puede desaparecer de ellas la estructura formántica o no, pero lo que parece rasgo pertinente es la “fricación turbulenta que ocupa la mitad superior de su espectro” (Quilis 1981, p. 302), como ocurre con las fricativas de resonancias altas (Quilis 1993, p. 262 y ss.; Martínez Celdrán 1998, pp. 69-70).

556

Frequency (Hz)

5000

0

0

1.132 Time (s) quiero

co

m

0

e

r 1.132

Time (s)

FIGURA 5.10. Espectrograma de Quiero comer, con [ɕ] fricativa sorda

Según el estudio acústico de Quilis y Carril de 1971 sobre asibilación de /r/, que todavía es uno de los más detallados14, y que fue realizado a partir del análisis de cuatro personas cultas, un hombre y una mujer argentinos, una mujer costarricense y otra mujer chilena, la asibilada normalmente es sonora, y en pocos casos (12.5%) se ensordece, a veces en contacto con una consonante sorda15. Esta es una observación muy interesante, pues en contraposición muchas de las observaciones de los dialectólogos asocian la asibilación al ensordecimiento. Las figuras 5.10 y 5.11, en todo caso, presentan ejemplos, sin barra de sonoridad. La figura 5.10, por su parte, muestra un ejemplo de realización [ɕ], como alófono de una [ɾ] final, mientras que la figura 5.11 exhibe una variante [ɕː] a partir de una /r/.

14

Para espectrogramas con informantes mexicanos, véanse los de rascar y raya incluidos en las figuras 1 y 4 de Alvar (1965-1966, pp. 367, 375-376). 15 Navarro Tomás comenta que tras p, t, k, la asibilación va unida al ensordecimiento de una parte de la /ɾ/ (1982, p. 120).

557

Frequency (Hz)

5000

0

0

0.4818 Time (s) pe

rr

0

o 0.4818

Time (s)

FIGURA 5.11. Espectrograma de perro, con [ɕː] fricativa sorda larga

La asibilación puede describirse en parte como el paso de una aproximante a una fricativa. Ello es patente en algunos ejemplos, en los que el espacio ocupado por una /r/ comienza siendo una aproximante, con barra de sonoridad más o menos nítida y sin turbulencia en la parte alta, para luego convertirse en una fricativa propiamente dicha, con turbulencia y con un F0 muy desdibujado o inexistente. En otras palabras, empieza siendo aproximante para luego hacerse asibilada, lo que puede transcribirse, como se ha dicho, como [ɹ̝]16. Según Navarro Tomás, la asibilación de /ɾ/ parte precisamente de la variante aquí llamada aproximante (1982, p. 120). En cuanto a la /r/, la variante ápicoalveolar fricativa asibilada se distingue “no sólo por su asibilación, debida a un cierto redondeamiento de la abertura apical, sino además por formarse con mayor tensión de los órganos articuladores y por ser menos sonora y vocálica que la relajada” (ibid., p. 124).

Antecedentes: distribución geográfica y social 16 Quilis comenta que cuando está presente el F2 en la realización asibilada, en la mitad de los casos es totalmente armónico. Ahora bien, cuando es inarmónico su frecuencia crece y entonces “nos parece ver un reflejo de tendencias hacia un mayor carácter sibilante” (1981, p. 302).

558 La idea de que la asibilación es un fenómeno reciente en México parece provenir del trabajo de 1967 de Lope Blanch (cf. 1983), trabajo escrito fundamentalmente para rechazar la idea expuesta por Malmberg (1952, cf. 1965), acerca de que las articulaciones de la /r/ final mexicana como múltiple [r] o asibilada —[ɹ̝], [ʑ], [ɕ]— se deberían a sustrato indígena17. Lope ofrecía tres argumentos principales para datarla en tiempos recientes: a) en primer término, que Boyd-Bowman no hubiera encontrado en su investigación de Guanajuato en 1948 ninguna asibilación de /ɾ/ ni de /r/, pero que sí hallara una incipiente asibilación de /r/, de /ɾ/ final ante pausa y del grupo /tɾ/ cuatro años después, en una visita posterior a la ciudad, en 1952; b) en segundo lugar, que en 1950 Matluck apenas hubiera encontrado casos de asibilación en su estudio del Valle de México; c) por fin, tampoco el propio Lope reparó a su llegada a México en 1951 en ningún caso de asibilación: “sólo dos o tres años después —señala— advertí alguna vitalidad en ese tipo de articulación” (1983, p. 90), en particular en posición final ante pausa y en mujeres. En concreto, lo que Matluck apuntaba en su tesis de 1951 y su artículo de 1952 sobre el Valle de México era que la /ɾ/ intervocálica de cara, colorado, pero, era casi siempre vibrante simple ápicoalveolar sonora, aunque con gran frecuencia se oía entre personas incultas una variante fricativa sonora o sorda, en formas como verde o puerta. En posición final absoluta, en cambio, aun entre personas cultas, lo más frecuente en cantar era una fricativa sorda; menos frecuentes eran una vibrante sorda, una fricativa sonora y una vibrante sonora. En cuanto a la /r/, la más común era la vibrante múltiple sonora, pero sobre todo a principio de palabra, como en reja, encontraba también una fricativa alargada; la segunda variante más común era una semivibrante que empezaba con dos vibraciones linguales y terminaba con fricativa sonora, como en perro. Encontraba también formas asibiladas. Todas las /r/, por cierto, eran ápicoalveolares (cf. 2003, pp. 394-395). Todas estas variantes, desde luego, aparecen en los datos actuales. Es necesario acotar, sin embargo, que cuando en la bibliografía tradicional se habla de alófonos “fricativos” o “relajados” hay que entender en realidad que se está hablando de registros aproximantes,

17

En el mismo sentido, Moreno de Alba (1972, p. 365).

559 pues las fricativas propiamente dichas, las que muestran ruido en el espectro, son en realidad las formas tradicionalmente conocidas como “asibiladas”. No es seguro que la asibilación sea necesariamente un fenómeno tan reciente. Por un lado, es un fenómeno de gran extensión en español: se ha recogido en Navarra, La Rioja, Álava, Aragón, Cuba, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Argentina18, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Bolivia, Venezuela, Colombia, México y Nuevo México, quizá entre otros lugares —las listas difieren ligeramente (Alonso 195319; Canfield 1988, p. 28; Resnick 1975; Lope 1983, p. 91; Vaquero 1998, pp. 46-48; Quilis 1993, pp. 347-348; Penny 2000, p. 15720; Silva-Corvalán 2001, pp. 100-101)—. De hecho, su consideración sociolingüística es diferente, y tampoco coinciden los entornos fónicos: si en Chile aparece en habla inculta y también en habla culta informal, es pronunciación estigmatizada en Ecuador, en Costa Rica y en otros lugares. Se ha observado que en Bogotá, antes foco de irradiación, el fenómeno estaría en retroceso, quizá por efecto de los medios de comunicación. En algunos lugares, como la misma Bogotá o Paraguay —donde la asibilación es mayoritaria, pero las mujeres de sociolectos altos prefieren la vibrante— la asibilación aparece en la /r/ vibrante, pero en otros lugares es frecuente también con la /ɾ/ percusiva, sobre todo en grupos tautosilábicos, y a veces también a final de palabra. Hay consenso en rechazar el origen por sustrato. Ante la gran extensión del fenómeno, no habría razón para pensar, en principio, que los casos mexicanos hayan de ser sólo de tiempos muy recientes21. Por otro lado, aunque Matluck señalaba que la /ɾ/ solía hacerse fricativa sorda en pr, tr y cr, y su

Pero Buenos Aires y sus zonas de influencia presentan /r/ múltiple. En Corrientes, en cambio, [r]̄ > [ž] (cf. Alcina y Blecua 1982, p. 369). Véase también Moreno de Alba (1972, pp. 363-364, n. 2). 19 En España, Amado Alonso encuentra para tr una pronunciación semiculta (ápico-alveolar semiexplosiva) y otra rústica (con fricación de ordinario doble, dorso-prepalatal y ápico-alveolar). La r fuerte se asibila, con reducción de sonoridad; también se reduce la sonoridad de la r- simple agrupada; las oclusivas sordas ante l, r ensordecen la explosión; la r- agrupada de sonoridad reducida se contamina de esa articulación; t, d, k se atraen al punto de articulación de la r. 20 El libro de Penny considera la asibilación dentro de un apartado más general en que se estudian “other effects of migration from the Peninsula”. Lo mismo piensa Lapesa (1981, pp. 578-579). Frago señala que los datos sobre la presencia riojana en América “no autorizan a atribuir esta procedencia dialectal a la asibilación de /r/̄ , y de la /ɾ/ precedida de /t/, en amplias, y a veces muy distanciadas, áreas americanas” (1999, p. 26). Canfield propuso que el rasgo provendría, no de los primeros pobladores, sino de inmigrantes llegados en el siglo XIX (1962, pp. 87-88). 21 Aurelio M. Espinosa menciona haber oído también a mexicanos la pronunciación nuevomexicana asibilada de tr. Una señora mexicana, profesora de español en la Universidad de California, pronunciaba treinta casi como tchreinta (1930, p. 143; el trabajo original se había publicado en 1909). 18

560 asibilación era muy rara y sólo ocurría en los grupos tr y dr, como en triste o pondré, también observaba la presencia de una /r/ asibilada sobre todo al principio de palabra y tras n y l, como en alrededor, enredar y cine Rialto (2003, p. 394), variante que estaba lejos de ser el tipo más común, pero que no debía ser tan rara como para ameritar que se señalara, por ejemplo, su carácter muy esporádico, como en el caso de /ɾ/. Es más, el propio Lope Blanch menciona en su trabajo cuando menos ocho estudios dialectales ya disponibles en aquel momento (sobre Tepotzotlán, el Valle de México, el Ajusco, Guanajuato, Zacapoaxtla, Azompa, Tuxtepec y Tamazunchale), terminados o publicados entre 1951 y 1967. Pues bien, en realidad en siete de los ocho trabajos se anota algún tipo de asibilación, aunque su frecuencia de aparición sea modesta. Otros dos datos, vistos en la perspectiva de los materiales actuales, no encuentran fácil acomodo con la idea de que se trataba de un fenómeno reciente: por un lado, el área relativamente extensa de asibilación que habría de documentar el Atlas Lingüístico de México, que difícilmente habría emergido como tal en un período muy breve de tiempo. Por otro, si bien la asibilación es más notoria en las mujeres de clase media e incluso alta en lo que toca a la ciudad de México, ya Alvar había encontrado en el Ajusco casos de asibilación en 1964, cuando la zona debía ser abiertamente rural (hoy es semirrural y se requiere de unos treinta minutos “para ir a México”, como dicen los informantes encuestados en la zona)22. Más bien parece necesario pensar en un fondo patrimonial latente que, de alguna manera, se activa a mediados del siglo XX. Como sea, Lope aporta varios datos importantísimos en su trabajo. En un recuento con doce informantes, encontró para /ɾ/ un 75% de vibrantes o fricativas, un 13% de asibiladas y un 12% de vibrantes múltiples. Al comparar estos datos recogidos en 1966 con los examinados por Matluck en 1950 señala que “en primer lugar, las articulaciones asibiladas parecen ser bastante más frecuentes ahora, y, en segundo lugar, la articulación de –r final absoluta como vibrante múltiple —que Matluck no encontraba entonces— sí se

22

Alvar habla de “la aldea” de Santo Tomás Ajusco. Encuentra casos de /r/ asibilada sonora y asibilada relajada en los cuatro informantes (un hombre de 52 años sin cultura escolar, una mujer de 43 sin instrucción, un niño de 12 que sabía leer y escribir y un hombre de 25 con cuarto de primaria); encuentra también una variante fricativa relajada ensordecida, ésta sólo en la mujer.

561 produce ahora, y con mayor frecuencia —creo— que cuando la –r es final de sílaba interior de palabra” (1983, p. 83)23. Los datos de Lope son bastante diferentes a los que ofrece Perissinotto que, aunque publicados en los años setenta (1972, 1975), se basan en encuestas que “se hicieron entre los años de 1963 y 1968” (1975, p. 22). Esto hace a los datos de Perissinotto contemporáneos de los de Lope (supra). El artículo de Moreno de Alba de 1972 ofrece un resumen cuantitativo de lo que se estaba encontrando en las encuestas del Atlas, a partir de las grabaciones de 380 informantes (237 hombres y 143 mujeres) en diferentes puntos del país. Trabaja con tres niveles generacionales y cuatro socioculturales. Clasifica los datos según el nivel “general, frecuente, medio, escaso o esporádico” con que los hablantes presentan la asibilación de /ɾ/ final y /r/. Por nivel sociocultural, las modas de las dos variables quedan siempre en las casillas de “escaso” o “esporádico” (menos en una ocasión: la moda para /ɾ/ del grupo 3, semianalfabetos, llega al nivel “medio”); por edades, la moda siempre fue “escaso” o “esporádico”; lo mismo por sexos, menos en el caso de las mujeres y /ɾ/: el 15.2% quedaron en la casilla de frecuencia “media”. Concluye que era fenómeno todavía24 poco frecuente, pero muy perceptible, que se asibilaba más la /ɾ/ final que la /r/, y que asibilaban más las mujeres, y las personas de edad intermedia más que los jóvenes, y éstos más que los de edad más avanzada. Dada la menor frecuencia del país con respecto a la ciudad de México, sugiere que ésta sería un foco irradiador. El propio Moreno de Alba ofrece un resumen sobre la asibilación de la /ɾ/ final en su libro de 1994, a partir de datos tomados del Atlas Lingüístico de México, tal como se recoge aquí en la figura 5.12.

23 Moreno de Alba (1994, p. 127, n. 11) aduce el testimonio de Bolaño, quien escribe que “en México y entre nuestros alumnos, estamos notando, cada día con más frecuencia, sin que podamos explicarnos el fenómeno, la tendencia a convertir la r fricativa, principalmente en pausa, en una r asibilada” (1968, p. 127). Sobre róticas, véase también Lope Blanch (1978). Puede añadirse a este otro testimonio de la misma época. Al llegar a México el lingüista argentino Jorge Suárez hacia 1969, le resultaron muy llamativas la gran cantidad de asibilaciones que podían oírse en la ciudad de México. 24 “Puede preverse que el fenómeno va a adquirir mayor extensión y mayor frecuencia” (1972, p. 367, n. 11).

562

FIGURA 5.12. Zonas de asibilación algo frecuente de /ɾ/ final. Fuente: Moreno de Alba (1994, mapa 39, p. 133)

Como puede apreciarse, la zona de asibilación más característica es el centro del país, en especial en poblaciones de los estados de México, Hidalgo, Querétaro, Guanajuato y el Distrito Federal (p. 130)25. Ello no quiere decir que no se documente más o menos esporádicamente en otras regiones ajenas a la sombreada en el mapa. Anota Moreno de Alba (p. 136) que de alguna forma habría que sumar a estos ejemplos los de alargamiento de /ɾ/ final, por tratarse en ambos casos de procesos de tensión. Como sea, los casos de alargamiento no muestran, a diferencia de la asibilación, un patrón claro a lo largo del territorio mexicano, ni tampoco en términos de distribución social. Para /ɾ/, Moreno defiende que la posición implosiva ante pausa es la que más propicia la asibilación. Tomando en cuenta los puntos en que la asibilación alcanza frecuencias superiores al 50% (Amecameca, Guanajuato, Apan y El Salto), las mujeres obtienen un promedio de 75% y los hombres sólo alcanzan el 52%. Ahora bien, ni las diferencias por edad ni por nivel

25

Berruecos y Ávila describían en un trabajo de 1969 la pronunciación de róticas en zonas dialectales de México.

563 sociocultural son tan claras ni muestran patrones tan definidos como las que oponen a hombres y mujeres. Parecía, sin que fuera definitivo, que los jóvenes y los adultos asibilaban más que las personas de edad (p. 132). A mi juicio, los resultados geográficos no son concluyentes. Hará falta ver de manera conjunta qué ocurre con las otras posiciones de /ɾ/ y con la /r/, y probablemente trabajar de manera global los datos de los informantes para ver qué diferencias son realmente significativas y qué zonas y qué sectores sociales emergen entonces. Por lo pronto, es cierto que las cantidades que se manejan —el mapa anterior sombrea el área que incluye los puntos con asibilación de /ɾ/ final ante pausa en el 40% o más de los casos— son compatibles con los datos de Perissinotto de mediados de los años 60, en especial considerando la relativa contemporaneidad de sus materiales sobre la ciudad de México y los documentados en el Atlas. De hecho, resulta tentador explicar los altos porcentajes de Perissinotto como el imán que desata en una amplia geografía de México la asibilación de las róticas, fenómeno que continuaría en expansión. En ese sentido, podrían darse como ejemplos los trabajos de Rissel sobre la ciudad de San Luis Potosí (ciudad en cuyo estado varias localidades recogidas en el Atlas muestran porcentajes significativos de asibilación de /ɾ/ final), y algunas observaciones de Mendoza acerca de su difusión en Culiacán, Sinaloa. Rissel (1986, 1989) estudió a fines de los años ochenta la asibilación de /ɾ/ y /r/ en San Luis Potosí, y encontró que estaba correlacionada con el sexo, el nivel sociocultural y las actitudes, tradicionalistas o no, hacia el papel de hombres y mujeres26. Uno de los resultados más interesantes es que las mujeres con actitudes más tradicionales asibilaban más, pero entre los hombres la asibilación disminuía cuanto más tradicionales eran sus actitudes. El estudio tiene dos limitaciones, con todo. Una, que aunque se trabaja con

26

Quizá habría que matizar algunos de los comentarios de las pp. 271-272 de Rissel (1989). No parece que la tesis de Marden de 1896 (1938, p. 152) diga que la /ɾ/ final se asibile. Normalmente se han interpretado los comentarios de Matluck (1952) como que la asibilación de /ɾ/ final era más esporádica que común, o el caso de Boyd-Bowman en Guanajuato quizá no de manera tan radical como que la asibilación apareció entre 1948 y 1952 —quizá más bien como que hacia esa época fue siendo patente, y que estos estudios y los de Perissinotto y Moreno de Alba de 1972 muestran el predominio de las mujeres en la asibilación, pero no en sentido estricto, aunque sea una hipótesis razonable, que el fenómeno comenzó entre las mujeres de las clases medias y alta, lo cual haga en consecuencia que tenga prestigio local—.

564 cincuenta y seis informantes, todos están en la franja de edad de entre 12 y 22 años, así que no es posible tener una imagen de lo que ocurre en las generaciones anteriores. Por otra parte, la actitud tradicionalista o no se infiere sólo a partir de dos preguntas, relacionadas con la posibilidad de que las mujeres trabajen, o no, una vez casadas27. Otro dato interesante para cartografiar en tiempo real la difusión de las variantes asibiladas es la observación de Mendoza (2003) acerca de su expansión en el habla de Culiacán, Sinaloa. En 1988, al levantar muestras para un corpus de habla sinaloense no registró ningún ejemplo. En los años siguientes, sin embargo, se empiezan a oír algunos casos de asibilación, en especial en posición ante pausa y en el grupo /tɾ/, a partir de su introducción en los medios de comunicación masivos, en los que todavía hoy siguen escuchándose ejemplos con más frecuencia que en otros ámbitos. Los resultados que se presentan a continuación proceden del análisis del habla de 54 personas, distribuidas por edad28, género y nivel de instrucción29. De cada informante se tomaron datos de conversación, 50 de /ɾ/ y 20 de /r/, más los datos de una serie de palabras aisladas, en principio casi una treintena con /ɾ/30 y siete con /r/31. Se decidió trabajar con todas las posiciones, pues sólo así es posible tener un panorama completo de lo que ocurre.

El caso de /ɾ/ El total de casos que han sido estudiados es de 3 924. Como refleja el cuadro 5.3, el material se ha reducido a cuatro variantes principales: las soluciones percusiva,

27

Cárdenas había encontrado para Jalisco un 43% de asibilación de /ɾ/ en posición final absoluta (1967, p. 41). Garza Cuarón documentaba en su estudio sobre la ciudad de Oaxaca una persona de clase alta que asibilaba /r/ con frecuencia, y atribuía el fenómeno a contacto con personas del Distrito Federal —pero no lo consideraba una tendencia del dialecto oaxaqueño (1987, p. 48)—. En el estado de Tabasco, Williamson documenta de manera sólo esporádica el uso de variantes asibiladas sordas y sonoras, y también el de variantes aproximantes y róticas retroflejas (1986, pp. 109-113). En Tamazunchale, Ávila encuentra, para /ɾ/ en posición final casos de asibilada sonora o sorda, y aproximantes a veces con ligera asibilación (1990, p. 67), y para /r/ menciona que raras veces encontró “realizaciones asibiladas suaves, nunca fuertes” (p. 70). 28 La generación 1, o de jóvenes, va de los 20 a los 34 años; la 2, la de los adultos, de 35 a 54; por fin, la 3, formada por las personas mayores, de 55 en adelante. 29 El grupo 1 (o bajo) comprende hasta 5-6 años de escolarización; el grupo 2 (medio) hasta 10-12 años; el grupo 3 (alto), 15 o más años de escolarización. 30 Peor, voltear, comer, madrina, marzo, pared, platicar, aire, observar, franceses, regar, extranjero, teatro, verdad, suspirar, sudor, septiembre, ignorante, octubre, atmósfera, tres, viernes, submarino, cuerpo, maestro, admiración, persignarse, doctor. 31 Reúma, el revés, ropa, regar, perro, ritmo, raíz.

565 aproximante, fricativa (es decir, la asibilada) y vibrante. No ha importado ahora si los alófonos han sido sonoros, parcialmente ensordecidos o simplemente sordos32. La variante más frecuente, con mucho, es la percusiva, seguida por la aproximante, la vibrante y, en último lugar, por la fricativa. Debe considerarse que el cuadro se refiere a todas las posiciones posibles ocupadas por /ɾ/.

CUADRO 5.3. Distribución de variantes de /ɾ/. N= 3 924 F

f

[ɾ] 3292 0.83 [ɹ]

421 0.10

[ʑ]

76 0.04

[r]

88 0.05

A la vista de estos resultados generales, se consideran tres factores lingüísticos, a saber: i) la posición en la sílaba, sea ésta en ataque simple, en grupo o en coda; ii) la posición en la palabra, que puede ser interior o final; y iii) el contexto posterior, sea vocal, /s/, otra consonante diferente de /s/ o pausa. Se distinguió también iv) el estilo, sea de entrevista o de palabras aisladas. Se toman en cuenta tres factores sociales: v) el nivel de estudios, que puede ser bajo, medio o alto, en los términos descritos supra; vi) la edad, trátese de la generación de jóvenes, de adultos o de personas mayores (también supra); y vii) el género, es decir, según el dato proceda de hombres o de mujeres. Los cálculos que aparecen en los cuadros que siguen se han realizado con Goldvarb 2001; se menciona la importancia jerárquica de cada una de las variables tenidas en cuenta, a la vista del rango obtenido por la diferencia entre las variantes, y se anota también la frecuencia relativa, la probabilidad de un nivel y la probabilidad escalonada, de modo que la aparición de datos en esta última categoría garantiza la significatividad del grupo de factores. Se examinan uno

32

Ha habido 15 casos que no encajan en ninguna de estas cuatro variantes. Algunos son casos de elisión y de lateralización, y otros parecen tratarse de articulaciones retroflejas.

566 por uno los resultados obtenidos para cada una de las variantes mencionadas en el cuadro 5.3, en el mismo orden en que quedan allí anotadas.

CUADRO 5.4. Jerarquía de variables para [ɾ] jerarquía 1

variable

ante /s/ 0.89

0.598

0.600

ante otra consonante 0.83

0.552

0.552

ante vocal 0.90

0.514

0.514

ante pausa 0.51

0.243

0.242

ataque 0.94

0.663

0.664

grupo 0.89

0.492

0.492

coda 0.74

0.388

0.388

interior 0.90

0.544

0.544

final 0.62

0.347

0.348

palabras aisladas 0.84

0.624

0.626

entrevista 0.84

0.441

0.440

mujeres 0.86

0.535

0.536

hombres 0.82

0.461

0.460

jóvenes 0.85

0.524

---

adultos 0.83

0.487

---

mayores 0.83

0.486

---

0.511

---

posición en la sílaba

rango= 0.276

3

posición en la palabra

rango= 0.196

4 rango= 0.186

5

estilo

género

rango= 0.074

6 rango= 0.038

7 rango= 0.031

P1 nivel P escal.

contexto

rango= 0.358

2

f

edad

nivel de estudios alto 0.85

567 medio 0.84

0.506

---

bajo 0.82

0.480

---

La forma percusiva [ɾ] es la variante mayoritaria, y se presente de manera casi exclusiva en algunos informantes. Llama la atención que los tres factores más significativos fueron precisamente los de naturaleza lingüística, empezando por el contexto subsiguiente y siguiendo por la posición en la sílaba y la posición en la palabra. El estilo ocupa el cuarto rango en términos de significación, mientras que las variables sociales tienen un papel francamente modesto en su distribución, pues sólo emerge como importante el género, y aun así en el quinto rango. En cuanto al contexto posterior, cualquiera de ellos es propicio para la aparición de la percusiva, con una excepción, la pausa, que como se irá viendo es contexto especialmente proclive para la aparición de otras variantes. Aunque en términos de frecuencia la solución percusiva predomina en todas las posiciones silábicas, es la colocación como ataque la que favorece más plenamente su aparición, con 0.664 de probabilidad escalonada. En consonancia con su menor aparición en coda silábica, tampoco la posición final de palabra favorece comparativamente su presencia, con 0.348 de probabilidad. Como era de esperarse, la percusiva es más favorecida por el estilo de palabras aisladas (0.626 frente a 0.440). Resulta muy interesante que, aunque en el cálculo de probabilidad de un nivel sea apoyada por las personas de instrucción media y alta, así como por los jóvenes, ninguno de estos factores haya sido seleccionado en el modelo de regresión escalonada, lo que sugiere un relativo equilibrio en su aparición. El único factor social lo suficientemente importante ha sido el género. Las mujeres, con 0.536, favorecen su aparición algo más que los hombres, con 0.460. No se trata de una variable de gran importancia, pues ofrece un rango modesto, pero desde luego supera el listón de significatividad.

CUADRO 5.5. Jerarquía de variables para [ɹ] jerarquía

variable

f

P1 nivel P escal.

568 1

posición en la sílaba

rango= 0.290

2

coda 0.16

0.636

0.636

grupo 0.08

0.457

0.458

ataque 0.05

0.347

0.346

final 0.21

0.658

0.660

interior 0.08

0.454

0.454

ante vocal 0.08

0.550

0.550

ante pausa 0.21

0.482

0.480

ante otra consonante 0.13

0.447

0.447

ante /s/ 0.09

0.408

0.406

hombres 0.13

0.557

0.557

mujeres 0.09

0.449

0.449

entrevista 0.11

0.531

0.531

palabras aisladas 0.10

0.434

0.435

bajo 0.13

0.554

0.553

alto 0.10

0.489

0.489

medio 0.09

0.466

0.466

adultos 0.12

0.544

---

jóvenes 0.10

0.487

---

mayores 0.10

0.472

---

posición en la palabra

rango= 0.206

3

contexto

rango= 0.144

4

género

rango= 0.108

5

estilo

rango= 0.096

6

nivel de estudios

rango= 0.087

7 rango= 0.072

edad

La forma aproximante es la segunda variante más importante. En varios aspectos ofrece un patrón complementario al de la percusiva, aunque existen muchas analogías en

569 cuanto al orden jerárquico de las variables puestas en juego: las variables propiamente lingüísticas vuelven a ocupar los tres primeros lugares de importancia, y las novedades consisten en una ligera mayor importancia del género, pues supera ahora en la jerarquía al estilo, al tiempo que el nivel de estudios se vuelve significativo; la edad sigue sin desempeñar ningún papel importante. Sólo la posición en coda silábica (0.636) favorece en especial su articulación. Además, aunque es más fácil de oír en posición final de palabra (0.660), el único contexto posterior que la reclama claramente es el prevocálico (0.550). Tal como era de esperarse, aparece más en la conversación grabada o entrevista que en las palabras aisladas (0.531 frente a 0.435). El nivel de estudios sí superó ahora el filtro de la regresión escalonada, pero sólo las personas de baja instrucción favorecen la articulación aproximante (0.553). Prueba de que, como la percusiva, no parece asociada a ningún proceso de cambio lingüístico, es que la edad no fue seleccionada en el modelo de regresión escalonada. De nuevo el género desempeña un papel interesante, el más importante entre los factores sociales. Son los hombres, como seguramente cabía esperar, quienes más favorecen (0.557) la variante aproximante, en distribución inversa a los resultados obtenidos con la forma percusiva.

CUADRO 5.6. Jerarquía de variables para [ʑ] jerarquía 1

variable

rango= 0.394

3 rango= 0.250

P1 nivel P escal.

contexto

rango= 0.592

2

f

ante pausa 0.11

0.907

0.930

ante /s/ 0.01

0.506

0.390

ante otra consonante 0.01

0.436

0.339

ante vocal 0.02

0.304

0.338

entrevista 0.05

0.638

0.639

palabras aisladas 0.02

0.247

0.245

0.747

0.649

estilo

posición en la sílaba grupo 0.03

570

4

rango= 0.166

7 rango= 0.227

0.399

ataque 0.00

0.000

---

medio 0.05

0.582

0.582

alto 0.04

0.505

0.504

bajo 0.02

0.399

0.400

mujeres 0.05

0.580

0.581

hombres 0.03

0.412

0.412

mayores 0.06

0.609

0.608

jóvenes 0.03

0.453

0.454

adultos 0.03

0.441

0.442

final 0.08

0.655

---

interior 0.02

0.428

---

género

rango= 0.169

6

0.326

nivel de estudios

rango= 0.182

5

coda 0.05

edad

posición en la palabra

Aunque mucho menos frecuente, la solución fricativa es una variante de gran interés cualitativo. Desde el punto de vista de la jerarquización de las variables, ofrece grandes diferencias con los alófonos anteriores. Por un lado, las variables lingüísticas pierden su preeminencia absoluta. Aunque el contexto subsiguiente ocupa el primer lugar, el estilo ha ascendido hasta la segunda posición, por encima de la posición en la sílaba. En cuanto a la posición en la palabra, de forma un poco sorprendente, por su rango elevado, no ha resultado significativa en el cálculo de regresión escalonada, probablemente porque lo importante para la asibilación no es en sí mismo la posición final, sino que ésta sea prepausal. Aunque se documentan algunos ejemplos de asibilaciones en codas no prepausales, es el contexto prepausal el verdaderamente decisivo para atraer la asibilación —con una probabilidad escalonada de 0.930—. No se documenta ni un solo caso de asibilación en

571 ataque silábico. La posición en grupo —de hecho prácticamente siempre en el grupo /tɾ/, como en trabajar, maestros, nosotros—, en cambio, sí favorece la asibilación. Es interesante que la posición en coda no favorezca en sí misma la asibilación, y que la posición en la palabra, interior o final, ni siquiera haya sido seleccionada en el modelo estadístico. La asibilación es más típica del estilo de entrevista que del estilo de preguntas aisladas (0.639 frente a 0.245). En cuanto a los factores sociales, favorecen la asibilación las personas de estudios medios y altos, las personas de más edad y las mujeres. Aunque las diferencias de rango son modestas, el orden de importancia respecto a los factores sociales sitúa en primer término el nivel de estudios, seguidos por el género y en tercer lugar por la edad. En lo tocante a ésta, es sumamente significativo que sean los mayores quienes más asibilan. La retracción de las personas adultas y jóvenes es un primer indicio en tiempo aparente de que las cosas pueden estar empezando a ser diferentes de lo que fueron en otro momento. Más adelante se discute qué es lo que parece estar ocurriendo en tiempo real.

CUADRO 5.7. Jerarquía de variables para [r] jerarquía 1

variable

ante pausa 0.17

0.869

0.833

ante otra consonante 0.02

0.317

0.348

ante /s/ 0.01

0.162

0.173

ante vocal 0.00

0.000

---

coda 0.05

1.000

---

ataque 0.00

0.000

---

grupo 0.00

0.000

---

hombres 0.08

0.559

---

mujeres 0.06

0.445

---

posición en la sílaba

rango= 1.000

3 rango= 0.114

4

P1 nivel P escal.

contexto

rango= 0.660

2

f

género

posición en la palabra

572 rango= 0.098

5

interior 0.02

0.540

---

final 0.13

0.442

---

mayores 0.08

0.555

---

adultos 0.06

0.486

---

jóvenes 0.06

0.462

---

medio 0.08

0.520

---

bajo 0.07

0.502

---

alto 0.06

0.477

---

entrevista 0.04

0.513

---

palabras aisladas 0.10

0.483

---

edad

rango= 0.093

6

nivel de estudios

rango= 0.043

7 rango= 0.030

estilo

Las formas vibrantes son también poco frecuentes, pero interesantes desde el punto de vista cualitativo. Sólo aparecen en posición de coda, de forma que la posición en la sílaba no funciona en realidad como una variable, sino como un hecho categórico, y si bien se han puesto en segundo término por no pasar el filtro de la regresión escalonada, bien podrían ocupar el primer lugar jerárquico precisamente por su comportamiento no variable. El modelo de regresión escalonada, de hecho, aparece prácticamente despoblado, pues sólo el contexto subsiguiente ingresa en él, y eso después de haber dejado fuera de los cálculos el contexto prevocálico, que no documenta ningún caso de vibrante. Sólo la posición prepausal es decisiva, con 0.833 de probabilidad. Por otra parte, no importa para el modelo de regresión escalonada que las /ɾ/ estén dentro o al final de la palabra. A juzgar por la nula selección de ninguno de los tres factores sociales, la variante no parece estar ligada a ningún tipo de estratificación sociolingüística. Lo que resulta más sorprendente es que tampoco el estilo, sea de entrevista o de palabras aisladas, haya resultado de peso en su distribución. Es probable que haga falta una consideración mucho más matizada del estilo de habla para poder estar seguros de su asociación o no con la formalidad o el énfasis.

573 Conviene referirse ahora a la distribución general de las variables que afectan el comportamiento de /r/, para obtener una imagen general de las róticas.

El caso de /r/ El total de casos estudiados es de 1 289, distribuidos en tres variantes principales (vibrante, aproximante y fricativa), sin importar si las realizaciones fueron sonoras o ensordecidas33, tal como se puede apreciar en el cuadro 5.8.

CUADRO 5.8. Distribución de variantes de /r/. N= 1 289 F [r]

f

844 0.65

[ɹː] 250 0.19 [ʑː] 189 0.14

Se distinguieron los siguientes factores: i) la posición inicial o media dentro de la palabra; ii) el contexto, en términos de si la rótica aparece tras /s/ o si no; iii) el estilo de entrevista o de palabras aisladas; iv) el nivel de estudios, sea bajo, medio o alto (en los mismos términos ya expresados); v) la edad, igualmente referida a personas jóvenes, adultas o mayores; y vi) el género, trátese de hombres o de mujeres. Los cálculos se han realizado también con Goldvarb 2001, bajo los mismos criterios que con el segmento percusivo. Los tres cuadros siguientes exhiben el comportamiento de los diferentes grupos de factores con respecto a cada una de las tres variantes en que se organiza el segmento vibrante, de la misma manera en que se hizo con la otra rótica, ofreciendo la jerarquía en términos de rangos, la frecuencia relativa, la probabilidad de un nivel y la probabilidad escalonada como filtro de significatividad de la variable.

33

Hubo al menos 6 casos que no encajan en ninguna de estas variantes, procedentes en particular de un informante que articulaba algunas de las /r/ como [ɾ] percusivas. Se trata de una persona mayor, varón, de una zona semirrural, crecido en un entorno donde se habla todavía náhuatl. Posee este hablante varios otros rasgos fónicos notables y convendrá, en su momento, examinarlo más despacio.

574 CUADRO 5.9. Jerarquía de variables para [r] jerarquía 1

variable

alto 0.81

0.694

0.692

medio 0.59

0.416

0.416

bajo 0.55

0.363

0.364

no tras /s/ 0.67

0.521

0.520

tras /s/ 0.36

0.193

0.194

jóvenes 0.68

0.548

0.549

adultos 0.69

0.527

0.527

mayores 0.59

0.426

0.425

entrevista 0.67

0.526

0.525

palabras aisladas 0.59

0.410

0.410

media 0.72

0.572

0.573

inicial 0.62

0.466

0.465

hombres 0.66

0.515

---

mujeres 0.65

0.487

---

contexto

rango= 0.326

3

edad

rango= 0.124

4

estilo

rango= 0.115

5

posición en la palabra

rango= 0.108

6 rango= 0.028

P1 nivel P escal.

nivel de estudios

rango= 0.328

2

f

género

Es la variante más frecuente, pero está lejos del predominio que la variante percusiva tiene en el caso de /ɾ/. La [r] vibrante es propia del 65% de los casos, y buena parte de los factores postulados ingresan al modelo logístico escalonado, de forma que ofrece un modelo bastante rico y matizado. Un factor social, el nivel de estudios, ocupa el rango más importante; la edad, por su parte, se sitúa en el tercer lugar, mientras que el género no es significativo y queda en el rango más bajo. Entre los factores lingüísticos, el

575 contexto es bastante más importante (segunda posición) que la posición en la palabra (rango quinto). Por fin, el estilo queda en una ubicación intermedia, en cuarto lugar de importancia. Favorece la aparición de la vibrante que en el contexto previo no haya una /s/ (que en cambio favorecerá la forma asibilada, presumiblemente por un efecto asimilatorio), así como la posición media (0.573), pero no la inicial. Llama sin embargo la atención, que sea más favorecida en la entrevista (0.525) que en las palabras aisladas (0.410). Probablemente ello se deba al predominio de /r/ inicial —que no favorece la vibrante— en las palabras extraídas de la lista general de preguntas: reúma, el revés, ropa, regar, ritmo y raíz, frente a un solo caso de /r/ media, en perro. En cuanto al nivel de estudios y la edad, se comportan de manera parcialmente semejante a los resultados obtenidos para el segmento percusivo /ɾ/ cuando se considera la probabilidad binomial de un nivel: la vibrante es favorecida por los de más instrucción en los dos casos (aunque la [ɾ] también por los de instrucción media) y por los jóvenes (aunque también por los adultos en el caso de [r]). Pero si con [ɾ] ninguno de los dos factores entraba al modelo escalonado, ahora sí lo hacen. Esto a diferencia de lo que ocurre con el género, pues aunque en la probabilidad de un nivel el predominio es ahora para los hombres, las diferencias en frecuencia son prácticamente inexistentes, y el sexo no forma parte del modelo escalonado final.

CUADRO 5.10. Jerarquía de variables para [ɹː] jerarquía 1

variable

tras /s/ 0.33

0.697

0.714

no tras /s/ 0.19

0.488

0.487

bajo 0.28

0.629

0.627

medio 0.17

0.467

0.466

alto 0.14

0.414

0.417

nivel de estudios

rango= 0.210

3

P1 nivel P escal.

contexto

rango= 0.227

2

f

género

576 rango= 0.194

4 rango= 0.119

5

hombres 0.26

0.603

0.602

mujeres 0.13

0.406

0.408

palabras aisladas 0.24

0.582

0.593

entrevista 0.18

0.477

0.474

inicial 0.21

0.520

---

media 0.17

0.458

---

mayores 0.20

0.512

---

jóvenes 0.20

0.494

---

adultos 0.19

0.493

---

estilo

posición en la palabra

rango= 0.062

6 rango= 0.019

edad

La segunda variante más frecuente es la aproximante, que muestra un modelo de comportamiento bastante diferente al de la vibrante. El contexto ocupa el primer lugar jerárquico, pero es el único factor lingüístico seleccionado. Siguen a éste dos variables de orden social, el nivel de estudios y el género, y en cuarto lugar el estilo. Ni la posición en la palabra ni la edad resultaron significativas, y ocupan los dos últimos rangos. Aunque la posición inicial favorece la aparición de aproximantes en la probabilidad de un nivel (0.520), la diferencia no es lo bastante grande como para entrar al modelo. Quizá esa tendencia, junto al predominio ya mencionado de /r/ iniciales en el estilo que en principio suscita más atención por parte del informante, sea la causa del hecho inesperado de que las aproximantes hayan resultado más apoyadas (0.593) en las palabras aisladas. Más interesantes parecen el resto de hechos: el claro predominio de aproximantes tras /s/ (0.714), el papel favorecedor del nivel de estudios bajo (0.627) y el predominio de los hombres (0.602), que ahora sí forma parte del modelo escalonado. Como con la [ɹ] aproximante, tampoco ahora con la [ɹː] la edad forma parte del modelo, lo que sugiere de nuevo que no anda en juego ningún cambio en curso: precisamente la ausencia de

577 importancia de la variable edad es el indicio más evidente en contra de que la variante aproximante pudiera estar involucrada en ningún proceso de cambio.

CUADRO 5.11. Jerarquía de variables para [ʑː] jerarquía 1

variable

medio 0.23

0.683

0.682

bajo 0.16

0.605

0.604

alto 0.05

0.251

0.253

mujeres 0.21

0.660

0.659

hombres 0.07

0.325

0.326

tras /s/ 0.31

0.764

0.750

no tras /s/ 0.14

0.483

0.484

mayores 0.20

0.600

0.601

adultos 0.12

0.478

0.474

jóvenes 0.12

0.423

0.424

inicial 0.16

0.539

0.544

media 0.11

0.419

0.409

palabras aisladas 0.17

0.559

---

entrevista 0.14

0.483

---

género

rango= 0.333

3

contexto

rango= 0.266

4

edad

rango= 0.177

5

posición en la palabra

rango= 0.135

6 rango= 0.076

P1 nivel P escal.

nivel de estudios

rango= 0.429

2

f

estilo

Aunque es la variante menos frecuente, la asibilación global alcanza niveles muy superiores a los obtenidos en el caso de /ɾ/ —aunque no si se considera sólo la /ɾ/ ante pausa— y es, en definitiva, la forma más interesante desde el punto de vista

578 sociolingüístico. El modelo variable es muy rico, y sólo queda fuera del margen de significatividad el estilo, que ocupa el sexto y último rango. Dos factores sociales, el nivel de estudios y el género, se sitúan en los primeros lugares de importancia, y la edad, que sí es ahora significativa, queda en cuarta posición. Más modesta en conjunto es la aportación de los rasgos lingüísticos, pues el contexto ocupa la tercera plaza jerárquica, y la posición en la palabra la quinta. La asibilación es favorecida por la posición inicial en la palabra (0.544), y muy claramente por la /s/ como contexto previo (0.750), como en los reyes o las razones, seguramente por un efecto asimilatorio, como se adelantaba supra. A pesar de que el estilo de palabras aisladas domina en la probabilidad de un nivel (0.559), seguramente por lo ya apuntado, el factor no fue lo suficientemente fuerte como para ingresar al modelo. Las tres variables sociales sí resultaron pertinentes. La asibilación es favorecida por la clase baja y media (0.604) y (0.682) y, al igual que la asibilación de /ɾ/, por las personas de más edad (0.601), lo cual vuelve a sugerir una retracción de la asibilación en el tiempo aparente. Por fin, en cuanto al género, son las mujeres quienes adoptan (0.659) la asibilación mucho más que los hombres. La sección siguiente aventura una interpretación del panorama cuantitativo general que surge tras el examen de los principales factores que afectan la distribución de las dos róticas.

Discusión de los resultados Si comparamos los resultados obtenidos para los factores sociales en relación con las variantes fricativas (asibiladas) de /ɾ/ y /r/, quizá lo fundamental que habría que decir es que en ambos casos las personas de nivel de estudios medio se mantienen como las más favorecedoras de las variantes asibiladas. Por otra parte, llama la atención que el nivel alto sólo haya obtenido un saldo favorecedor con la /ɾ/, no con la /r/, con la que apenas se alcanza una probabilidad escalonada de 0.253. Ahora bien, aunque el factor instrucción ingresa en bloque al modelo de la asibilación de /ɾ/, lo cierto es que el nivel alto apenas alcanza un 0.504, que parece más bien estar abonando la neutralidad de la variante social.

579 Es interesante que los informantes de menores estudios, que no favorecen las formas fricativas de /ɾ/, sí avalen con claridad las de /r/. De confirmarse estos hechos, podrían poner parcialmente en tela de juicio la vigencia de la idea tradicional que asigna a las personas de instrucción media y alta la asibilación. Es posible que la asibilación haya estado asociada, más que a la instrucción de manera absoluta, a la idea de ascenso social, se realice éste de manera efectiva o no. Más interesantes todavía son los resultados que surgen con la edad. En ambos casos, el grupo que más favorece la asibilación, y el que en consecuencia debería entrar al modelo social asociado a una hipotética regla fónica, es el de las personas de más edad. Ello sugiere una retracción del cambio lingüístico en tiempo aparente. Más adelante de discute esta posibilidad al confrontar datos en tiempo real. Por fin, son las mujeres en ambos casos las que dominan en los procesos de asibilación. Es exagerado decir, sin embargo, como se hace en ocasiones, que son las mujeres las que asibilan. Es verdad que son las que asibilan más, pero algunos hombres también asibilan, y seguramente sea muy productivo descender a las historias sociales de cada informante para ver qué tienen en común las mujeres y los hombres que asibilan. Si estos son los hechos sociales que emanan de la consideración de los datos en el tiempo aparente que surge de un muestreo sociolingüístico, la comparación en el tiempo real con algunas de las observaciones realizadas en el pasado permite discutir los hechos con una nueva perspectiva. En particular, los datos presentan varias diferencias con los de Perissinotto en lo que se refiere a la asibilación de /ɾ/ en final absoluto y /r/ (1975, pp. 103115), que es la comparación más detallada que puede hacerse. En cuanto a la /ɾ/, Perissinotto encontró un 68.1% de asibilación en posición final absoluta. En los datos actuales, la posición ante pausa otorga un peso probabilístico elevado a la asibilación, 0.907 en el cálculo de un nivel y 0.930 en el escalonado, pues en efecto tal posición favorece la asibilación más o mucho más que otras posiciones. Sin embargo, sólo el 10% de los 425 casos documentados en esa posición se asibiló. Ahora bien, existe una fuerte diferencia entre el estilo de entrevista y el de palabras aisladas con respecto a la asibilación de /ɾ/ ante pausa. El 27% de los casos de [ʑ] prepausales se asibiló en la

580 entrevista, frente a sólo un 4% en las palabras aisladas. Dado el carácter de los datos de Perissinotto, la comparación más directa puede hacerse sólo con los materiales de entrevista, que son los siguientes:

CUADRO 5.12. Asibilación de /ɾ/ en final absoluto en entrevista. N= 104 nivel de estudios bajo

edad

22% (p= 0.477)

medio

30% (p= 0.524)

alto

33% (p= 0.480)

jóvenes 17% (p= 0.375) adultos

32% (p= 0.567)

mayores 36% (p= 0.584) género

hombres 21% (p= 0.430) mujeres 34% (p= 0.569)

Es decir, la asibilación de sólo /ɾ/ ante pausa es favorecida por las personas de instrucción media (0.524), por los adultos y más aún por las personas mayores (0.567 y 0.584) y por las mujeres (0.569). Ahora bien, en el cálculo escalonado, ningún factor se seleccionó en el caso de [ʑ] ante pausa en entrevista. La principal objeción a estos datos es que el número de casos es pequeño, pero el hecho es que el patrón surgido de estos datos es diferente al presente en los materiales de Perissinotto:

CUADRO 5.13. Comparación para el caso de /ɾ/ en final absoluto entre Perissinotto (1972, 1975) y los datos del CSCM (c. 1997-2007) a. Género Perissinotto (%) CSCM (%) CSCM (P1 nivel) mujeres= 81.8%

34%

0.569

hombres= 38.9%

21%

0.430

b. Edad Perissinotto (%) CSCM (%)

CSCM (P1 nivel)

581 I= 73.5% jóvenes= 17% II= 64.5%

0.375

adultos= 32%

0.567

III= 31.3% mayores= 36%

0.584

c. Nivel de estudios Perissinotto (%)

CSCM (%)

CSCM (P1 nivel)

(grupos socioeconómicos) (nivel de estudios) (nivel de estudios) I= 53.9%

bajo= 22%

0.477

II= 80.8%

medio= 30%

0.524

III= 59.8%

alto= 33%

0.480

Aunque hay algunas coincidencias, hay también varias diferencias notables. Así, en ambos casos las mujeres son las predominantes. Pero si en los datos de Perissinotto las mujeres asibilaban cuatro de cada cinco veces, en el CSCM apenas lo hacen una de cada tres. Lo mismo puede decirse de los hombres: dos de cada cinco veces en Perissinotto, una de cada cinco en el CSCM. La edad es particularmente reveladora. Recuérdese que se ha encontrado una retracción de la asibilación en el tiempo aparente. Pues bien, en el tiempo real no sólo hay, en conjunto, una disminución global de los niveles de asibilación, sino que se manifiesta una inversión del patrón: si a mediados o fines de los años sesenta quienes más asibilaban eran los jóvenes y las personas de mediana edad, lo que sugería un cambio pujante y vigoroso, en los datos obtenidos treinta y tantos años después la edad está directamente asociada a la asibilación, lo que sugiere una retracción del fenómeno, quizá por tratarse de una etapa más avanzada del cambio y encontrarse en vías de convertirse en una forma de variación más o menos estable. Por fin, el patrón para el nivel de estudios es bastante semejante en ambos casos, aunque ahora manifestándose a unos niveles globales mucho menores. Es interesante volver a reflexionar en una cita de Lope Blanch, ya considerada, también acerca de los niveles propios de comienzos o mediados de los años sesenta:

582 De acuerdo con los materiales por mí reunidos [de 12 informantes nacidos o radicados en el Distrito Federal], la -r simple (vibrante o fricativa, sonora o ensordecida) aparece, en México, en un 75% de los casos aproximadamente; las variantes asibiladas, en un 13%; y las vibrantes múltiples, en un 12% tan sólo. Aunque estas proporciones pudieran alterarse un tanto si se analizase el habla de un mayor número de mexicanos, no creo que cambiaran hasta el grado de otorgar a las realizaciones múltiples de -r el primer puesto (Lope Blanch 1983, p. 82; original de 1967).

Obsérvese que las proporciones presentadas por Lope Blanch están mucho más cerca de las actuales que las de Perissinotto: 51% de percusivas (las "vibrantes"), y 21% de aproximantes (las "fricativas"), lo que suma 72%; 10% de fricativas (las "asibiladas") y 16% de vibrantes, contando todos los casos de /ɾ/; si se toma en cuenta sólo el estilo de entrevista, se documenta un 24% de percusivas y un 25% de aproximantes, lo que da un 49%; un 27% de fricativas asibiladas y un 22% de vibrantes. A diferencia también del trabajo de Perissinotto, se encontró asimismo niveles inferiores de asibilación con /r/, pues el 14% de ahora es bastante menor que el 31.5% de dicho autor:

CUADRO 5.14. Comparación para el caso de /r/ entre Perissinotto (1972, 1975) y los datos del CSCM (c. 1997-2007) a. Género Perissinotto (%) CSCM (%) CSCM (P escal) mujeres= 38.5%

21%

0.659

hombres= 21%

7%

0.326

b. Edad Perissinotto (%) CSCM (%) I= 35.8% jóvenes= 12% II= 34.5%

adultos= 12%

CSCM (P escal) 0.424 0.474

583 III= 0% mayores= 20%

0.601

c. Nivel Perissinotto (%)

CSCM (%)

CSCM (P escal)

(grupos socioeconómicos) (nivel de estudios) (nivel de estudios) I= 17.7%

bajo= 16%

0.604

II= 39.7%

medio= 23%

0.682

III= 30%

alto= 5%

0.253

Aunque en ambos momentos son las mujeres quienes más asibilan la /r/, los niveles alcanzados ahora son semejantes a los otorgados para los hombres en los años sesenta. En cuanto a la edad, las diferencias son muy importantes, en consonancia con lo visto para la /ɾ/ ante pausa. Al igual que con la percusiva, los datos del CSCM muestran que son las personas de más edad quienes más asibilan. El patrón es inverso al presentado en Perissinotto. Allí la edad estaba asociada inversamente a la asibilación: eran los jóvenes quienes más asibilaban. Además de la disminución global, hay un hecho de gran interés. Perissinotto no documentaba ni un solo caso de asibilación de /r/ para las personas de más edad —lo que por cierto contrastaba con el 31.3% de asibilación que encontraba para /ɾ/—, mientras que ahora es ese mismo grupo el que documenta un nivel mayor, uno de cada cinco casos. Esto sugiere una cima del proceso en las personas que hace unos 35 años eran de mediana edad, y una cierta retracción a partir de ahí. En cuanto al nivel, el intermedio sigue siendo el que más asibila, aunque casi la mitad de veces de lo que lo hacía en los años sesenta. El nivel bajo también favorece hoy la asibilación, en términos probabilísticos, pero la comparación de frecuencias en tiempo real revela que, en realidad, su peso no ha aumentado hoy: la frecuencia de asibilación es prácticamente la misma entonces y ahora. Lo que ha ocurrido más bien es que los otros grupos han disminuido sus índices de asibilación. Perissinotto escribía al final de su libro de 1975:

584 Creo que se puede proyectar la asibilada hacia el futuro y afirmar que irá adquiriendo más popularidad debido al impulso recibido por las mujeres de todas las edades y grupos socioeconómicos, por la clase media de ambos sexos, y con el consentimiento tácito de los hombres de la clase alta (p. 115).

No parece que estas previsiones, derivadas del análisis de los datos en tiempo aparente de mediados de los años sesenta, se estén cumpliendo. Si es que es cierto que el fenómeno sólo ha adquirido notoriedad en las últimas décadas, parecería que el peso de los factores patentes entonces no ha sido suficiente para decantar la situación a favor de la variante asibilada. Es verdad que es prominente perceptualmente, y que es fácil escucharla en ciertos ámbitos pero, empujada por las mujeres de clase media, no ha calado plenamente en las clases populares, y parece en recesión entre los más instruidos. En conjunto, lo que este tipo de observaciones muestra es que la interpretación de los hechos lingüísticos es más compleja de lo que sugerían muchos de los primeros trabajos sociolingüísticos, casi siempre delimitados por perspectivas construidas en tiempo aparente. Parece que muchos problemas tradicionales necesitan de la consideración del tiempo real para encontrar respuestas más exactas a las cuestiones planteadas. Puede intentarse, de manera muy provisional, trazar la evolución en tiempo real de la asibilación en la ciudad de México. Será necesario, más adelante, continuar enriqueciendo esta estimación. Para ello, hará falta, ante todo, examinar de manera directa materiales del pasado, pues no siempre las descripciones pretéritas son lo bastante explícitas para conocer en detalle el desarrollo de los acontecimientos. Puede acudirse, para una primera cala de unos treinta años, a materiales lingüísticos disponibles, básicamente a grabaciones levantadas para el Atlas Lingüístico de México y a los materiales de las hablas culta y popular de la ciudad34. Una segunda cala temporal podría conseguirse por medio del examen de materiales de los años treinta, cuarenta y cincuenta. Para ello, puede trabajarse con películas de la época y habrá que ver qué clase de registros radiofónicos o de otro tipo

34

Tal como está haciendo Serrano para el caso del habla culta y popular de la ciudad de México en el contexto de su tesis doctoral en preparación.

585 es posible localizar. Por el momento, esto es lo que puede ofrecerse, de manera muy provisional:

586

—— [-ɾ](-r#) —— [r] (rr) 80 70 60 50 40 30 20 10 0 1950

1970

2000

FIGURA 5.13. Estimación en tiempo real de la asibilación en la ciudad de México (1950-2000)

Lo que presenta la gráfica de líneas suavizadas expuesta en la figura 5.13 es, en buena medida, una estimación. Para los años 50 se asigna un 5% con valor convencional tanto para /ɾ/ en final absoluto como para /r/, que no es más que un intento de apreciar las observaciones acerca de su carácter esporádico en Matluck (1951, 1952), y acerca de su posible comienzo o eclosión en esa época, a juzgar por los comentarios de Boyd-Bowman y de Lope Blanch. No existen cuantificaciones, y escribir 5% tiene sólo como objetivo sugerir que el fenómeno empezaba a ser perceptible35. Para los años sesenta, dejando el 35 Ya se ha dicho que para los años sesenta, Lope menciona en un trabajo publicado originalmente en 1967 un 13% de variantes asibiladas (1983, p. 82); se está refiriendo a la /ɾ/ final, pero podría asignarse la misma cantidad a la /r/, ya que en el trabajo se dice que, como en otros sitios, quienes asibilan /r/ suelen ser los mismos que asibilan también la /ɾ/ final y la del grupo tr (ibid., p. 91, n. 34). Es una inferencia discutible. Moreno de Alba señala que en México al menos no puede decirse enteramente que quienes asibilan /ɾ/ en final absoluto asibilan también /r/ (1972, p. 365; 1994, p. 128). De todos modos, en la figura se tiene en cuenta los datos de Perissinotto, en principio los más detallados.

587 pico en 1970, se anotan las cantidades de Perissinotto (1972, 1975), 68.1% para /ɾ/ ante pausa y 31% para /r/, y para el 2000, las del CSCM, 27% y 14%, respectivamente. Si pudiera demostrarse que los hechos son así, se tendría un fenómeno incipiente hace unos 50 años, quizá parte de un fondo común, un residuo no plenamente activado, que se va convirtiendo en un cambio nuevo y vigoroso en las décadas siguientes, hasta alcanzar cotas muy elevadas, para luego, en una época posterior, retroceder o estabilizarse36.

Algunas observaciones cualitativas La variación lingüística asociada a /ɾ/ y a /r/ no ha formado parte hasta ahora de la conciencia lingüística explícita de los hablantes. No es algo de lo que se hable, de lo que se escuchen opiniones o se dejen oír reconvenciones. La escuela no da ninguna recomendación abierta a los hablantes. Y, sin embargo, empieza a aparecer algún indicio, leve todavía, de que algunos aspectos de la variación desplegada, podrían convertirse en estereotipo. Por ejemplo, en la televisión mexicana algunos cómicos imitan el habla de cierto tipo de mujeres asibilando las róticas37. Si pudiera confirmarse esta solidificación de los procesos variables, estarían hablando de una etapa ya muy madura del cambio lingüístico. Otro aspecto que podría ayudar a entender la recesión actual es que no todas las herederas esperables —las mujeres jóvenes de clase media— parecen querer tomar el relevo de sus antecesoras, como si las posibilidades abiertas en los años sesenta hubieran perdido parte de su prestigio. Como sea, ciertos aspectos de los procesos variables con las vibrantes, especialmente la asibilación, siguen siendo lo bastante exitosos como para significar todavía algo. En un recuento adicional de 39 personas más se ha anotado en fichas una estimación de las asibilaciones presentes en su habla, así como los rasgos sociales más notables de cada individuo. Dado el azar cotidiano con que están recogidas, en el grupo se privilegia a los informantes de instrucción media y alta. En el conjunto de las 39

36

Los porcentajes que ofrece Rissel para San Luis Potosí parecen en líneas generales mucho más cercanos a los del CSCM. Véase por ejemplo la figura 1 de la p. 276 de Rissel para las diferentes proporciones de asibilación en hombres y mujeres. 37 Comunicación personal de Julio Serrano.

588 personas, 23 presentan asibilación de /ɾ/ o /r/, aunque este recuento incluye desde quien asibila esporádicamente, como es el caso de varias mujeres y de los hombres de este grupo, hasta quien lo hace con notable frecuencia, y 16 no presentan ninguna asibilación perceptible. Ahora bien, el sesgo en este grupo de personas es muy grande: incluye 28 personas de nivel de instrucción alto (16 que sí asibilan y 12 que no), 6 de nivel medio (5/1) y 5 de nivel bajo (2/3); 9 personas mayores (4/5), 21 adultos (13/8), 7 jóvenes (5/2) y dos niños (1/1); y 27 mujeres (20/7) y 12 hombres (3/9). Aunque algunos de los rasgos de la muestra general se reproducen aquí, el verdadero interés de esta última colecta es de carácter cualitativo. Una vez más el hilo conductor son las mujeres con ciertas características sociales. No es nada inhabitual que M, quien es esposa de A, asibile bastante, pero su marido no lo haga nunca. O que de dos jurados universitarios, en uno, F, mujer, asibile bastante o casi siempre, y de tres varones más sólo uno, G, lo hace esporádicamente. Y que en otro más ocurra aproximadamente lo mismo. Al igual que en los datos de la muestra general, no es inhabitual encontrar patrones interesantes, de mujeres de mediana edad y también mayores que asibilan (por ejemplo, una informante nacida en 1930 en una zona semirrural, mudada luego hacia el centro de México, cuya hija de mediana edad no asibila en absoluto). La imagen que ofrece un grupo de clase media es muy diferente a la obtenida en otros contextos. Entre los puestos del tianguis o mercado callejero, un paseante curioso puede acopiar en una hora, domingo tras domingo, una amplia cosecha de /ɾ/ y de /r/, como en a) Le damos rabanitos; b) Qué le vamos a dar; c) Quiere la flor; d) La riega cada ocho días; e) Quiere el pollo y la res; f) Qué va a llevar, etc. Y lo que encontrará en su canasta es una amplia mayoría de percusivas y vibrantes, alguna que otra aproximante y ninguna asibilación. ¿Qué tienen en común entonces las personas que asibilan? La hipótesis, que se desarrolla infra con más datos cuantitativos y con el examen particular de algunos aspectos vinculados a las historias sociales y personales de los informantes que lideran el cambio lingüístico, es que es el ascenso social, en la medida en que se considere posible o deseable, con independencia de que se haya conseguido o no, el motor que mueve a muchos de los

589 informantes que encabezan el uso de asibilaciones. Estos informantes son, de manera típica, mujeres, muchas de ellas de origen humilde, trabajador o semirrural (como X, que proviene de Milpa Alta, y alcanza una posición mediana en Iztapalapa, o Y, de Ciudad Neza, que estudia y construye una gran casa al sur de la ciudad, o Z, de padres con poca instrucción, quien es la primera en su familia en tener estudios universitarios), involucradas en la consecución de objetivos muy específicos que las llevan a superarse por encima del entorno inmediato que las rodea. Cambio que puede retraerse, o desvanecerse incluso, una vez que las posiciones sociales se afianzan, como ocurre en varios casos en que las hijas no siguen en este aspecto a sus madres. Antes de desarrollar el análisis del liderazgo en más detalle, sin embargo, conviene referirse a la constitución fonético-fonológica del proceso variable para entender mejor las dimensiones en que se estaría produciendo la posible retracción lingüística.

Retracción lingüística: aproximación fonético-fonológica En cuanto a la fonologización de los hechos, Cárdenas había propuesto ya en 1958 una explicación de carácter estructural. La irregularidad de los cambios sería prueba de su carácter en curso. En el caso de los grupos consonánticos con /ɾ/ podría apelarse a la presencia de un proceso de asimilación para explicar la asibilación, pero quedaría el problema de explicar el proceso con /r/. Cárdenas relaciona los hechos con la evolución de las geminadas latinas ll y nn, que evolucionan cualitativamente, frente a la rr, que retiene su cantidad en español. De esa forma, se tendría un cuadro consonántico con una serie de parejas, de forma que la serie [n], [l] tendría parejas en las palatales [ɲ] y [ʎ], pero a /ɾ/ le correspondería una casilla vacía, pues /r/ establecería una relación diferente. La economía del cambio fonético operaría aquí, de modo que la asibilación de /r/ produciría un cuadro mucho más regular, “forced by the influences of the other two palatal sounds [...] or through the lack of quantity in any other consonant and through the influence of the single

590 –r– which persists to maintain the phonemic distinctiveness” (p. 413). Así, la pareja natural de /ɾ/ sería una /ʑ/38. Los hechos pueden plantearse también en términos de geometría de rasgos (cf. Martín Butragueño 2002, cap. 3), a través de procesos de asociación para generar las variantes aproximante y fricativa de /ɾ/39. La pronunciación vibrante de la percusiva se ha visto tradicionalmente como un proceso de tensión, aunque la consideración de /r/ como una geminada, es decir, como un solo segmento a nivel de rasgos, pero como dos a nivel prosódico, tiene la ventaja de permitir aplicar un conjunto de reglas muy parecidas al conjunto de las róticas40. Se esbozan a continuación sendos modelos fónicos en términos optimales, buscando precisamente encontrar el mayor número de paralelismos entre las restricciones aplicadas a la variación presente en cada una de las róticas en los materiales de la ciudad de México. El modelo fónico variable para /ɾ/ incluye las cuatro variantes principales comentadas hasta ahora, a partir de N= 3 924 casos (supra), cuyos rasgos fonéticofonológicos, acompañados por su frecuencia relativa, quedan enlistados de la siguiente forma: (1)

[ɾ] [+percusiva], [–continuo], [–estridente], [+anterior] (f= 0.830). [ɹ] [+aproximante], [+continuo], [–estridente], [+anterior] (f= 0.100). [r] [+vibrante], [+continuo], [–estridente], [+anterior] (f= 0.050). [ʑ] [+fricativa], [+continuo], [+estridente], [–anterior] (f= 0.040). Se trabaja, por tanto y como hasta ahora, con cuatro variantes, diferenciadas

inicialmente por su modo de realización, sea éste percusivo, aproximante, vibrante y fricativo, y a pesar del carácter más fonético que fonológico de algunas de estas distinciones. De modo más fonológico, en cualquier caso, los signos atribuidos al rasgo [continuo] siguen los cuadros de Hall (2007), ya reproducidos en el cap. 1. La idea del 38 Quizá fuera interesante relacionar el proceso con el paso s → r en latín (flos, floris, Bassols 1992, pp. 178179) y en español (ler dije, cf. Moreno Fernández 1992-1993). 39 Se dice que algunos dialectos del español muestran róticas asibiladas rehiladas (cf. Zamora Munné y Guitart 1988, pp. 98-100). Recuérdese que el rehilamiento es una vibración producida en el LUGAR articulatorio de algunas consonantes, y que se suma a la vibración originada en las cuerdas vocales. Sin embargo, no parece que las variantes mexicanas alcancen el grado de rehilamiento que se da en otras partes. 40 Pero véase Valiñas 1994.

591 carácter asibilado de la variante [ʑ] se capta a través del supuesto de que es [+estridente]; también se podría haber añadido que las tres primeras soluciones continúan manteniendo un carácter [resonante], mientras que [ʑ] se comporta como [obstruyente]. Otra diferencia de interés es que este último alófono asibilado es demás, que son

CORONAL

CORONAL

[–anterior], a diferencia de los

[+anterior]41. Para fonologizar el material variable se postulan

tres restricciones de fidelidad y dos restricciones de buena formación, tal como puede apreciarse en (2). (2)

a. Restricciones de fidelidad pertinentes: IDENT

/R/ — el tipo de rótica presente en el input tiene que permanecer en el output (adaptado de Colina 2009, p. 150).

IDENT(estridencia)

— el tipo de estridencia del input permanece idéntico en el

output. IDENT(LUGAR)

— los rasgos asociados al

LUGAR

articulatorio en el input

permanecen idénticos en el output. b. Restricciones de buena formación pertinentes: *GEM — se prohíben las soluciones geminadas. *CODA [–continuo] — no debe haber codas que sean [–continuo]. Las restricciones

IDENT

serán las encargadas de velar por el mantenimiento de los

diferentes rasgos, de manera que se sancione su modificación; IDENT /R/ vigila la presencia del tipo básico del input, es decir, el percusivo (la forma estándar y la más común en los datos generales);

IDENT(estridencia)

es autorizada por los tres primeros alófonos, pero no

por el asibilado, y su efecto podría haberse conseguido igualmente por IDENT(obstrucción); por fin,

IDENT(LUGAR)

busca captar las diferencias en el lugar articulatorio, y a efectos

prácticos se comporta igual que la restricción anterior. Por su parte, *GEM y una especificación de *CODA son condiciones sobre la buena formación de la estructura silábica. El papel de *GEM en el modelo para /ɾ/ tiene que ver en la infracción cometida por la variante [r], entendida como forma geminada, larga a nivel infrasegmental, pero

41 Ya se ha dicho que se trata de fricativas alveopalatales cuyo timbre recuerda al de las sibilantes. Suelen presentar redondeamiento labial, flexión del ápice, que queda tras los incisivos inferiores, con constricción predorsoalveolar o mediodorsoprepalatal.

592 compleja en las gradas superiores de carácter prosódico42. Por fin, *CODA [–cont] especifica una condición adicional para las codas silábicas, en términos tales que, en caso de tener coda, es preferible que esta sea [+continuo] a que sea [–continuo]; de hecho, la restricción general *CODA sería violada por cualquiera de las cuatro variantes cuando se encuentran en posición implosiva. Bajo tal perspectiva, las jerarquías por variante quedarían de la siguiente manera: (3)

[ɾ] — IDENT /R/, IDENT(estridencia), IDENT(LUGAR), *GEM » *CODA [–cont] [r] — IDENT(estridencia), IDENT(LUGAR) , *CODA [–cont] » IDENT /R/, *GEM [ɹ] — IDENT(estridencia), IDENT(LUGAR), *GEM, *CODA [–cont] » IDENT /R/ [ʑ] — *GEM, *CODA [–cont] » IDENT /R/, IDENT(estridencia), IDENT(LUGAR) Lo que ocurre, en suma, es que [ɾ] respeta las condiciones de fidelidad, además de

la de *GEM entre las de buena formación. Por su parte, [r] respeta dos de las restricciones de fidelidad, pero no la de IDENT /R/ ni, desde luego, la de buena formación *GEM. El alófono aproximante, por su parte, es respetuoso de todas las restricciones, salvo con una de las de fidelidad,

IDENT

/R/. Por fin, la variante [ʑ] no infringe las restricciones de buena

formación, pero sí las tres de fidelidad. A la vista de las frecuencias de aparición general, tales que [ɾ] > [ɹ] > [r] > [ʑ], la jerarquía de restricciones quedaría como se muestra en el cuadro 5.15. CUADRO 5.15. Jerarquía de restricciones para todos los datos de /ɾ/ IDENT(LUGAR)

IDENT(estridencia)

*GEM

IDENT /R/

☞ [ɾ]

*

[ɹ]

*!

[r] [ʑ]

*CODA [–cont]

*! *!

*!

* *

La situación es la misma en realidad si se considera sólo el contexto más favorecedor a la asibilación, el prepausal; el orden de frecuencia sigue siendo el mismo, aunque en diferentes proporciones. Los hechos cambian cuando sólo se considera, dentro 42

Se salva así el problema de la igualdad de rasgos atribuida en el sistema de Hall (2007) a [r] y [ɹ].

593 de ese contexto, los casos provenientes del estilo de conversación, pues la forma asibilada llega a ser la ligeramente más frecuente, aun tomado en cuenta que la distribución de las cuatro formas es prácticamente equitativa. En ese sentido, Perissinotto (1975, pp. 63-65 y 103-109) había documentado en posición prepausal la variante asibilada como la forma más abundante, tal como resume el cuadro 5.16. CUADRO 5.16. Distribución de /ɾ/ Todos los datos

Sólo prepausales

modernos

Sólo prepausales en

Perissinotto

conversación

(prepausales)43

[ɾ]

0.830

0.510

0.240

---

[ɹ]

0.100

0.210

0.250

---

[r]

0.050

0.170

0.220

---

[ʑ]

0.040

0.110

0.270

0.681

Si la frecuencia de aparición es tal que [ʑ] > [ɹ] > [ɾ] > [r], tal como se desprende del contexto prepausal en conversación, el orden de restricciones quedaría de la manera que se aprecia en el cuadro 5.17. CUADRO 5.17. Jerarquía de restricciones para /ɾ/ prepausal en conversación *GEM *CODA [–cont]

IDENT /R/

IDENT(LUGAR)

IDENT(estridencia)

☞ [ʑ]

*

*

*

[ɹ]

*!

[ɾ] [r]

*! *!

*

El cuadro 5.17 deja en la posición derecha, y por tanto menos prominente, a las tres restricciones de fidelidad, mientras que las dos de buena formación se encuentran en el extremo izquierdo. El cuadro 5.15, en conjunto, concedía mayor importancia a las condiciones de fidelidad, pues dejaba a dos de ellas en el extremo izquierdo, y a una restricción de buena formación, *CODA [–cont], en el extremo derecho. Quizá podría 43

El recuento de Perissinotto divide todas las realizaciones en dos categorías, la asibilada y la no asibilada (pp. 103-104).

594 postularse un cuadro parecido al 5.15 para los materiales de Perissinotto, pero dado el carácter más generalizador de su recuento, podrían compararse los materiales de entonces y los de ahora en términos del respeto a

IDENT(estridencia)

o

IDENT(LUGAR),

lo que

atendiendo al sexo, la edad y el nivel de estudios arroja los siguientes resultados: CUADRO 5.18. Frecuencia relativa de respeto a IDENT(estridencia) o IDENT(LUGAR), en los datos de Perissinotto —mencionados como 1970— y los actuales —sea c. 2000—, por sexo, edad y nivel —estas dos últimas categorías según grupos sólo aproximadamente análogos— 1970 mujeres

2000

0.182 0.660

hombres 0.611 0.790 jóvenes

0.265 0.830

adultos

0.355 0.680

mayores 0.687 0.640 bajo

0.461 0.780

medio

0.192 0.700

alto

0.402 0.670

Aunque las mujeres son las menos respetuosas en ambos momentos, lo son mucho más en los datos listados como 2000; también los hombres, aunque en proporción menor, infringen menos la

IDENTIDAD(LUGAR,

estridencia) ahora que antes. Por edades, el respeto

ha crecido extraordinariamente entre los jóvenes, de 0.265 a 0.830, lo que sugiere una fuerte retracción generacional. Además, si los jóvenes de 1970 corresponden básicamente a las personas adultas o de edad intermedia de 2000, estos hablantes en sí mismos habrán aumentado en mucho el respeto, pasando de 0.265 a 0.680. Algo semejante puede decirse de los adultos de 1970, con 0.355 entonces, pero convertidos quizá ahora en los mayores de 2000, llegando hasta un respeto de 0.640. Por fin, todos los niveles socioculturales han aumentado el respeto, pero el incremento más espectacular se da entre las personas de nivel intermedio. Si la falta de respeto a

IDENTIDAD(LUGAR,

estridencia) era un movimiento con

gran pujanza entre las mujeres, los jóvenes y las personas de nivel medio en 1970, para el 2000 sólo es ligeramente promovida por las mujeres, las personas de más edad y los niveles

595 medios y altos. Todo ello sugiere que los datos se encuentran involucrados en un fuerte proceso de retracción, tal como refleja la figura 5.14. 3.500   3.000   2.500   2.000   1.500   1.000   0.500   0.000   mayores  

adultos  

jóvenes  

IDENT(LUGAR,  estridencia)  1970   IDENT(LUGAR,  estridencia)  2000   velocidad  de  retracción  

FIGURA 5.14. Proyección del respeto a IDENT(LUGAR, estridencia) para /ɾ/ en dos momentos, según edades, y velocidad de retracción La figura 5.14 resume algunos de los hechos más llamativos. La línea más baja ofrece el decrecimiento en tiempo aparente del respeto a la identidad en los datos de 1970. La segunda línea muestra el crecimiento del respeto en tiempo aparente en 2000. La comparación de ambas líneas permite observar en tiempo real los datos de 1970 y de 2000, tanto en el patrón general como en el desplazamiento natural de los hablantes de unos a otros grupos de edad, representado este por medio de las flechas que unen los jóvenes de entonces con los adultos de ahora, y los adultos de entonces con los mayores de ahora. Por fin, la velocidad de retracción, calculada como IDENT(LUGAR,

IDENT(LUGAR,

estridencia) 2000 /

estridencia) 1970, y de la que se obtiene unos coeficientes de 0.932, 1.915 y

3.132, de más a menos edad, estima la enorme pujanza del respeto a la restricción, lo que es lo mismo que decir que una fuerte retracción de las formas asibiladas. Existen, entonces, diferencias jerárquicas entre las restricciones según los contextos que se consideren, pero

596 existen, también y sobre todo, diferencias cuantitativas notorias dentro de semejantes órdenes jerárquicos, cuando se considera el aspecto y naturaleza del cambio fónico. El caso de la variable /r/ es semejante al anterior. Se trabajó con N= 1 289 casos. El modelo fonológico consta ahora de sólo tres variantes: (4)

[r] [+vibrante], [–estridente], [+anterior] (f= 0.655). [ɹː] [+aproximante], [–estridente], [+anterior] (f= 0.194). [ʑː] [+fricativa], [+estridente], [–anterior] (f= 0.147). Se dispone, por tanto, desde el punto de vista fonético, de una solución vibrante,

otra aproximante y una tercera fricativa. Al igual que con el caso anterior, la asibilada se caracteriza como [+estridente]. Además, el LUGAR es CORONAL anterior en las dos primeras y no anterior en la tercera. El conjunto de restricciones es asimismo muy semejante al empleado para la variable /ɾ/, a las que se aplican las mismas considerciones ya expuestas supra. (5)

a. Restricciones de fidelidad pertinentes: IDENT

/R/ — el tipo de rótica presente en el input tiene que permanecer en el output (adaptado de Colina 2009, p. 150).

IDENT(estridencia)

— el tipo de estridencia del input permanece idéntico en el

output. IDENT(LUGAR)

— los rasgos asociados al

LUGAR

articulatorio en el input

permanecen idénticos en el output. b. Restricciones de buena formación pertinentes: *GEM — se prohíben las soluciones geminadas. La ordenación de las restricciones para cada variante queda entonces según se indica en (6). (6)

[r] — IDENT /R/, IDENT(estridencia), IDENT(LUGAR) » *GEM [ɹ] — IDENT(estridencia), IDENT(LUGAR), *GEM » IDENT /R/ [ʑ] — *GEM » IDENT /R/, IDENT(estridencia), IDENT(LUGAR)

597

La variante [r] es respetuosa con las condiciones de identidad, pero no con la de buena formación, pues se analiza como doble, de forma que infringe *GEM. Las otras dos formas, [ɹ] y [ʑ] tienen, en cambio, problemas con varias de las restricciones de identidad; son, sin embargo, cumplidas con la restricción de buena formación. Dadas las proporciones generales documentadas, siendo que [r] > [ɹ] > [ʑ], el cuadro de restricciones quedaría de la siguiente forma: CUADRO 5.19. Jerarquía de restricciones para /r/ IDENT(estridencia)

IDENT(LUGAR)

IDENT /R/

☞ [r]

*GEM *

[ɹ]

*!

[ʑ]

*!

*!

Bajo tal escenario, por tanto, las restricciones de fidelidad quedan a la izquierda, escalonándose como siendo seguidas por

IDENT(estridencia) IDENT

e

IDENT(LUGAR),

que tienen la misma jerarquía,

/R/, y quedando en el extremo derecho la condición de buena

formación, violada, pero no de forma crucial, por el candidato [r]. Como con /ɾ/, las anotaciones de Perissinotto permiten exponer el proceso de retracción, al comparar los datos antiguos con los actuales. CUADRO 5.20. Distribución de /r/ expresada en frecuencia relativa44 1970

2000

[r]

--- 0.655

[ɹ]

--- 0.194

[ʑ] 0.315 0.147 La asibilación no presentaba en los datos antiguos unas proporciones tan elevadas como en el caso de la /ɾ/. Aun así, se documentaban más del doble de casos que en la

44

El trabajo de Perissinotto suma juntos todos los casos de /r/ no asibilada, siendo estos en total 546, es decir, f= 0.685 (1975, pp. 66 y 109).

598 actualidad.

Es

IDENT(estridencia)

interesante

considerar

también

las

proporciones

de

respeto

a

e IDENT(LUGAR) desglosadas según diferentes factores sociales.

CUADRO 5.21. Frecuencia relativa de respeto a IDENT(LUGAR, estridencia), en los datos de Perissinotto —mencionados como 1970— y los actuales —sea 2000—, por sexo, edad y nivel —estas dos últimas categorías según grupos sólo aproximadamente análogos— 1970 mujeres

2000

0.615 0.790

hombres 0.790 0.930 jóvenes

0.642 0.880

adultos

0.655 0.880

mayores 1.000 0.800 bajo

0.823 0.840

medio

0.603 0.770

alto

0.700 0.950

Las diferencias patentes entre los datos de hacia 1970 y los datos contemporáneos apuntan en la misma dirección ya vista para la variable /ɾ/. Hay un aumento del respeto a la restricción en casi todos los subgrupos, con la única excepción de las personas de más edad, que muestran una cuota de respeto inferior a la de las personas mayores de hace 30 años. Los hechos principales aparecen resumidos en la figura 5.15, que incorpora la velocidad de retracción, calculada de la misma forma que con la variable anterior (IDENT(LUGAR, estridencia) 2000 / 1.371).

IDENT(LUGAR,

estridencia) 1970, con coeficientes de 0.800, 1.344 y

599 1.600   1.400   1.200   1.000   0.800   0.600   0.400   0.200   0.000   mayores  

adultos  

jóvenes  

IDENT(LUGAR,  estridencia)  1970   IDENT(LUGAR,  estridencia)  2000   velocidad  de  retracción  

FIGURA 5.15. Proyección del respeto a IDENT(LUGAR, estridencia) para /r/ en dos momentos, según edades, y velocidad de retracción La velocidad de retracción es, en suma, notoria, aunque mucho mayor en el salto que va en tiempo aparente de las personas mayores a las adultas, que de los hablantes adultos a los jóvenes. En tiempo real, por otra parte, los hechos no son muy diferentes a los documentados para el caso de la /ɾ/. Las diferencias principales no consisten ahora, probablemente, en diferentes órdenes jerárquicos de las mismas restricciones, sino en la diferente aportación cuantitativa de las mismas restricciones en el mismo orden jerárquico.

Sobre los líderes lingüísticos en la ciudad de México Los líderes lingüísticos son, en primer término, aquellos hablantes que se encuentran a la cabeza de los cambios lingüísticos. El énfasis en la caracterización de los líderes lingüísticos supone un cierto cambio en la forma de concebir la investigación sociolingüística en la lingüística de corte variacionista. Aunque la información macrosocial permite obtener un perfil básico de las características generales de los grupos prominentes, la descripción detallada de los líderes precisa detenerse en las características particulares de

600 individuos específicos, en busca de las razones por las cuales ejercen su liderazgo y lo detentan en la comunidad de que forman parte. La importancia de esta caracterización se vuelve trascendental, toda vez que se considera que la vía fundamental para la difusión de los cambios lingüísticos y de los patrones de variación son los intercambios cotidianos cara a cara45. Por otra parte, resulta tentador ampliar el concepto de líder lingüístico, o cuando menos vincularlo con otras estrategias de comportamiento relacionadas con estructuras de control o preeminencia de unas personas sobre otras en diferentes contextos sociales. Uno de esos aspectos tiene que ver con el dominio ejercido por ciertos hablantes precisamente en los encuentros de habla cotidianos, en términos de su relevancia a la hora de mantener los turnos de habla e interrumpir los de los demás, de imponer sus puntos de vista y de regular, en suma, la contextura de todo el proceso comunicativo46. En cualquier caso, tanto los líderes del cambio y la variación como los líderes en los grupos pequeños de interacción son líderes privados, que ejercen su liderazgo desde ciertas posiciones especiales en ciertos tipos específicos de redes sociales. Por contraposición a los líderes privados, es inevitable pensar en los líderes públicos. Existen cuando menos dos tipos de líderes públicos que pueden tener un papel de interés sociolingüístico en la comunidad de habla. En primer término, personas con puestos relevantes en las estructuras intermedias de la sociedad, identificadas a veces con las instituciones mismas de que forman parte: maestros, sacerdotes, directivos, militares, investigadores, académicos, periodistas, etc. (parte y razón de ser de la escuela, la iglesia, la empresa, el ejército, la universidad, la academia y los medios de comunicación). Estas estructuras están vinculadas

45

El problema de los líderes del cambio lingüístico es uno de los ejes rectores del libro de Labov dedicado a los factores sociales (2001); resulta especialmente pertinente la revisión de la parte C, dedicada precisamente a la caracterización de los líderes, y dentro de ella las páginas finales del cap. 10. Cinco de los rasgos más llamativos de los líderes del cambio lingüístico son el hecho de que se trata sobre todo de mujeres, que la concentración más alta de líderes se encuentra en el centro de la jerarquía socioeconómica, que los líderes tienen contactos estrechos en los grupos locales, al tiempo que —y es el cuarto rasgo— no se limitan a sus redes más próximas, sino que tienen amigos íntimos en la zona y que, por fin, estos contactos más amplios incluyen a personas de diferentes estatus, hacia arriba y hacia abajo en la escala social. 46 Sobre el surgimiento de líderes en grupos pequeños, véanse las pp. 94-97 de Lazarsfeld (1973).

601 en última instancia al mercado lingüístico, que determina el valor de los intercambios lingüísticos en la vida cotidiana47. El segundo tipo de líderes públicos lo constituye el grupo de personas que abiertamente tienen el carácter de personas públicas. Sus declaraciones pueden tener valor constitutivo, permitido por su carácter rector de instituciones públicas, aparecen en los medios de comunicación y están sometidos, en última instancia, al escrutinio de la crítica especializada y de la opinión, por definición, pública. La relación pertinente de estos líderes con el entorno social que lideran no tiene lugar cara a cara. Esta es la diferencia sociolingüística más importante con todas las demás figuras esbozadas. El liderazgo, en suma, necesita del reconocimiento de los miembros de un grupo social; el líder puede ser de algún modo el modelo para los demás pero, ante todo, es la persona que consigue que los demás pongan en práctica su voluntad. “El liderazgo es el proceso de persuasión o el ejemplo por el que un individuo o equipo de liderazgo induce al grupo a perseguir objetivos sostenidos por el líder o compartidos por sus seguidores” (Gardner 1991, p. 15)48. Se ha propuesto, a juzgar por lo que parece ocurrir en ciudades y sociedades en principio tan dispares como Filadelfia y El Cairo49, que los líderes lingüísticos son, en lo que respecta al género, mujeres (entre otros rasgos sociales). Las razones para ello son varias, aunque la más básica es que también en la adquisición de los patrones variables, como en la de los categóricos, son las mujeres —las madres— los modelos básicos para los niños que aprenden su lengua materna. Por todo ello, un estudio acerca de los líderes lingüísticos en la ciudad de México podría partir precisamente de esa hipótesis de trabajo, que son mujeres quienes lideran los

47

Recuérdese desde luego el conocido trabajo de Sankoff y Laberge (1978); véase al respecto también los comentarios de López Morales (2004, pp. 114-118). 48 El liderazgo —comenta Gardner— no debe confundirse con los conceptos de estatus, poder o autoridad legitimada, aunque todas estas dimensiones, en su variante superior, suelan convivir en las personas que ejercen el liderazgo (pp. 16-17). Sobre la cuestión clásica de la definición de clase y estatus, véanse los comentarios del excelente libro de Burke (1997), en especial las pp. 73-78, y sobre el poder, las pp. 91-95. Portes (2003) presenta una revisión actualizada del problema de las clases, por otra parte; modernamente, habría clases dominantes —grandes capitalistas, capitalistas y rentistas— y subordinadas —trabajadores de élite, trabajadores comunes, micro-empresarios y trabajadores redundantes—. 49 Sobre los líderes de la palatalización en árabe cairota, a partir del trabajo de Haeri, véase Labov (2001).

602 patrones de cambio y variación lingüística. Y precisamente no deja de llamar la atención la importancia de las diferencias detectables entre hombres y mujeres en la ciudad de México a la hora de considerar el comportamiento de los segmentos róticos, tal como se ha descrito supra. Aunque muchos aspectos del problema disten de estar claros, y precisen más investigación, varios hechos sugieren que el comportamiento de las llamadas róticas asibiladas (es decir, las fricativas) se encuentra sometido a un proceso de cambio en curso, lo que viene a consistir en que el volumen total de casos y la distribución social de esos casos, ha venido modificándose a lo largo, por lo menos, de las últimas cinco décadas. Como se ha visto, algunos de los indicios de cambio tienen que ver con el tiempo aparente, mientras que otros están asociados a la consideración del cambio en tiempo real. Conviene recapitular los hechos detectados hasta el momento. En tiempo aparente, la consideración de los datos actuales permite, entre otras, tres consideraciones: i) Un primer indicio de que existe un proceso de cambio en curso es que la edad resultó ser un factor significativo tanto para /ɾ/ como para /r/. De hecho, el único grupo de edad seleccionado en los dos casos es el de las personas de más edad, es decir, el de las personas con 55 o más años. Este hecho, en sí mismo, podría interpretarse de dos formas: o como cambio en los individuos al avanzar en edad, o como diferencia generacional. Lo primero, referido a la producción de las formas fricativas en la ciudad de México, es decir, que las personas asibilen más según se van haciendo mayores, no se ha propuesto nunca, hasta donde sé. Ahora bien, si los datos han de interpretarse en el segundo sentido, como diferencia generacional, lo que expresan es una retracción del proceso de asibilación, por el mismo hecho de que las generaciones joven (20 a 34 años) y media (35 a 54) no fueron seleccionadas por el modelo estadístico. Hay más indicios que sugieren una retracción del fenómeno. ii) En segundo lugar, es la clase de nivel sociocultural medio la que más promueve la asibilación, tanto con /ɾ/ como con /r/. No es nada nítido que las personas de nivel alto favorezcan claramente la asibilación, pues con /ɾ/ apenas alcanzaron un 0.504 de probabilidad logística escalonada (recuérdese que con 0.500 ni se favorece ni se deja de

603 favorecer el cumplimiento o aplicación de una regla), y con /r/ claramente no la favorecen (0.253). No deja de ser interesante que las personas de nivel bajo, que no favorecen la probabilidad de asibilar /ɾ/, con 0.400, favorezcan en cambio con claridad la asibilación de /r/, con p= 0.604. iii) Son las mujeres quienes dominan con claridad el proceso de asibilación: 0.581 frente a 0.412 los hombres con /ɾ/; 0.659 frente a 0.326, con /r/, lo cual no significa que los hombres no asibilen también en un número llamativo de casos. La comparación de los datos recogidos ahora con los de Perissinotto ha permitido establecer algunas consideraciones acerca del desarrollo de los acontecimientos en tiempo real: iv) Reduciendo en el caso de /ɾ/ la comparación a los datos en posición prepausal en el estilo de conversación, pueden observarse varias diferencias. Con nivel y género persiste la jerarquía de factores, pero a un nivel de ocurrencia más bajo. Las mujeres asibilaban en el 81.8% de los casos en los datos de Perissinotto, y sólo en el 34% de los datos actuales. Por nivel sociocultural, el grupo medio era el más avanzado en ambos casos, seguido por el alto y por el bajo en último lugar, pero los promedios globales son igualmente diferentes: 80.8% antes y 30% ahora el grupo medio, 59.8% y 33% el grupo alto, y 53.9% y 22% el grupo bajo. La diferencia más interesante, sin embargo, radica en los grupos de edad. En Perissinotto quienes más asibilaban eran los jóvenes (73.5%), seguidos por las personas de mediana edad (64.5%) y por los mayores en último término (31.3%). En los datos actuales, quienes más asibilan son las personas mayores (36%), seguidos por las personas de mediana edad (32%) y en último lugar por los jóvenes (17%). v) La /r/ ha permitido también formular algunas observaciones interesantes. Las mujeres eran en ambos casos las líderes, de nuevo a niveles inferiores ahora (pasan de 38.5% a 21%), siempre sobre los hombres (21% y 7%). Por niveles, el grupo medio sigue siendo el más prominente, pero del mismo modo a niveles más bajos (39.7% antes y 23% ahora). El grupo alto era en Perissinotto el segundo en asibilar (30%), pero muestra en 2000 una reducción radical (5%) que lo lleva al último lugar, y el grupo bajo ha mantenido porcentajes semejantes (17.7% y 16%), pero ese mismo mantenimiento ha permitido al

604 grupo pasar ahora a un segundo lugar. Una vez más, las diferencias por edad son las más interesantes. En Perissinotto, quienes más asibilan /r/ son los jóvenes (35.8%), seguidos por las personas de mediana edad (34.5%) y, en último lugar, por las personas mayores, en las que no se documentaba ni un solo caso (0%). En los datos actuales aparece un patrón prácticamente inverso. Los que más asibilan son los mayores (20%), seguidos por las personas de mediana edad (12%) y por los jóvenes (12%). La consideración de los datos en tiempo real suma entonces nuevos argumentos a la idea de que se trata de un cambio en curso instalado actualmente en una fase de retracción. No sólo los porcentajes de aparición son menores en todos los subgrupos, sino que la escala de edades muestra un patrón inverso hoy día. La aparición de variantes asibiladas se ve más favorecida por las personas de más edad, y menos por las de menos edad, lo cual es exactamente lo contrario a lo mostrado por los datos obtenidos hace más o menos unos treinta años50. A continuación se examinan los rasgos sociolingüísticos de las personas según la posición que ocupan con respecto a la frecuencia con que asibilan. En primer término, se ha creado un índice de asibilación global para cada informante, que consiste en dividir el número absoluto de casos en un individuo por el número máximo de casos de asibilación documentados en un informante (que es 44 casos). De cada informante se dispone por lo regular de unas cien muestras, contando juntos los casos de /ɾ/ y de /r/, con independencia del estilo de habla, el contexto o cualquier otro factor de orden lingüístico, pues lo que interesa ahora es subrayar los aspectos sociolingüísticos y las diferencias entre hablantes. Una vez hecha la operación se dispone de una escala que va de 0 a 100 y en la que es posible situar a los 54 informantes, tal como se resume a continuación:

CUADRO 5.22. Serie de puntuaciones obtenidas en el índice de asibilación por 54 hablantes de la ciudad de México

50 Seguramente estas cuestiones puedan iluminarse a partir de la consideración del problema más general de las relaciones intergeneracionales y los procesos de cambio social involucrados. En lo que se refiere a las mujeres de clase media en la ciudad de México, puede consultarse el trabajo de Blanco (2001).

605 0, 0, 0, 0, 0, 0, 0, 0, 0, 0, 0, 0, 0, 2, 2, 2, 5, 5, 5, 5, 5, 5, 7, 7, 7, 7, 7, 7, 7, 9, 9, 9, 9, 11, 11, 11, 11, 16, 16, 16, 16, 18, 20, 20, 23, 30, 30, 32, 32, 41, 41, 45, 48, 100.

Un primer hecho llamativo es que una buena proporción de informantes presentó por lo menos algún caso de asibilación. De hecho, 41 de 54 informantes (el 75.9%) asibiló en mayor o menor grado, lo que de alguna manera es prueba de la gran difusión social del fenómeno. Ahora bien, como muestra la figura 5.16, las diferencias entre hablantes son

Índice (0-100)

muy grandes.

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

Asibilación

1

5

9

13

17

21 25

29

33

37

41 45

49

53

Hablantes

FIGURA 5.16. Índice de asibilación en 54 hablantes de la ciudad de México

La mediana del grupo es 7 y la media 13, lo que de entrada sugiere una desviación estándar grande, que de hecho es de 17 puntos, cantidad que se reduce a 13 si se retira del cálculo el índice 100 obtenido por el hablante más destacado en el índice de asibilación. Se emplea la la mediana, la media y la desviación estándar para subdividir cualitativamente el grupo de hablantes, de forma que pueda decirse que “asibilan muy poco” los hablantes que queden por debajo de la mediana, que “asibilan poco” los que quedan por debajo de la media pero por encima o igual que la mediana, que “asibilan llamativamente” los que están por encima de la media pero no superan el umbral marcado por la media más la desviación

606 estándar, y que “asibilan mucho” los hablantes que quedan en ese umbral o por encima de él. Con esos supuestos puede redactarse el cuadro 5.23.

CUADRO 5.23. Grupos de hablantes Nunca asibilan: 13 personas. Asibilan muy poco: 9 personas. Asibilan poco: 15 personas. Asibilan llamativamente: 8 personas. Asibilan mucho: 9 personas.

En principio, es en este último subgrupo donde habría que buscar los rasgos de esos hipotéticos líderes del cambio lingüístico. De entrada, hay varios hechos notables. El primero y más importante es que de esas 9 personas, 8 son mujeres. Por edades, hay 3 personas jóvenes, 1 de mediana edad y 5 mayores. Por niveles socioculturales, 3 personas son de nivel bajo, 5 de nivel medio y 1 de nivel alto. Puede llamarse al subconjunto caracterizado de esta forma grupo I de líderes lingüísticos, que son precisamente los

f acumulativa

informantes que ocupan el extremo derecho de la figura 5.17.

1.000 0.900 0.800 0.700 0.600 0.500 0.400 0.300 0.200 0.100 0.000 1 4

7 10 13 16 19 22 25 28 31 34 37 40 43 46 49 52 Hablantes

FIGURA 5.17. Frecuencia relativa acumulativa de asibilación en 54 hablantes de la ciudad de México

607

Para elaborar la figura 5.17, se ha calculado en primer término la frecuencia relativa de casos documentada por cada informante con respecto al total de casos de asibilación documentados en el total de la muestra. Después, una vez que los hablantes se han situado en una escala que va de menos a más casos, se traza la figura atribuyendo a cada individuo su puntuación en frecuencia relativa más la suma de las frecuencias relativas de todos los individuos previos en la jerarquía. Las curvas de frecuencia relativa acumulativa son interesantes para describir procesos de cambio lingüístico, porque permiten considerar simultáneamente el papel de la muestra general y el de los casos individuales. Por otra parte, el uso de frecuencias y no de probabilidades permite un acercamiento menos abstracto a los rasgos sociales de los individuos, como aquí se pretende. Como las curvas procedentes de funciones logísticas, las curvas de funciones de frecuencia relativa acumulativa pueden tener forma de “S”51, lo que da idea del avance de los cambios. Como salta a la vista en la figura 5.17, la curva no tiene forma de “S”. Lo que tal hecho sugiere es que la concentración de asibilación es muy diferente según las secciones de la muestra que se esté considerando. Recuérdese que la mediana (que equivale al segundo cuartil) es apenas de 7 en la lista de índices del cuadro 5.22. En la figura 5.17, por otro lado, hay que esperar al informante 48 para superar la barrera del 0.500 de frecuencia relativa acumulativa (con 0.521). Los nueve líderes según el cuadro 5.23 suman juntos más de la mitad de los casos documentados (el 52.1%). Los líderes del tipo I, entonces, son, de menos a más en frecuencia de asibilación, Carmen M. (quien es joven y con pocos estudios, trabaja en el servicio doméstico y vive en casa propia), Fabiola R. (de mediana edad, es maestra de jardín de niños, con casa propia), Gilberto G. (el único hombre, es bastante joven, de 25 años en el momento de realizar la encuesta, es perforador en un estudio de tatuaje y tiene también casa propia), Enriqueta R. (con estudios técnicos de administración, pero en el momento ama de casa, es la persona de más edad del grupo, 70 años, con casa propia), Lourdes M. (empleada de intendencia del

51

La configuración de la curva tiene que ver con la dispersión de los datos, particularmente la de los que quedan en los intervalos centrales (cf. Woods, Fletcher y Hughes 1986, pp. 37-40).

608 grupo joven, con estudios que llegan al bachillerato, con casa propia), Carmen C. (del grupo de más edad, analfabeta, es lavandera y tiene casa propia), Alicia G. (del grupo de edad mayor, sólo con primaria pero con hijos en la universidad, también con casa propia), Margarita C. (con secundaria, vendedora de mediana edad) y, por fin, Enriqueta M. (de 63 años, con estudios de secundaria, con casa propia). Difícilmente va a poder encontrarse un hilo conductor en las historias de vida de estas personas, por lo menos en la muy relativa medida en que tales biografías quedan incorporadas a un proyecto sociolingüístico. Los tres hechos que más llaman la atención son, en primer lugar, el ya mencionado del absoluto predominio de las mujeres en el grupo líder en asibilación; en segundo lugar, que entre ellas no haya ninguna que alcance el nivel 3 de estudios. Tampoco las profesiones que desempeñan ocupan un lugar muy alto en la escala de actividades laborales, y otro tanto puede decirse de sus ingresos. Con respecto a estos últimos, hay que matizar que todas las personas del grupo viven en residencia propia, aunque el tipo de vivienda y la colonia en que se encuentra son muy variadas y cubren un amplio arco social. La propiedad de la vivienda habla, por otra parte, de su integración social y su relativa estabilidad económica. Los hijos de varias de estas mujeres, por otra parte, tienen claramente más estudios que ellas. Sin pretender forzar la interpretación, pues los datos disponibles, por desgracia, son insuficientes a la hora de formular consideraciones globales, es posible decir que por lo menos son compatibles con la idea de que los líderes de la asibilación en la ciudad de México pueden sentirse integrados en procesos de ascenso social. Para ir un paso más allá en la consideración social de los datos, véase ahora la figura 5.18.

f acumulativa

609

0.50 0.45 0.40 0.35 0.30 0.25 0.20 0.15 0.10 0.05 0.00

Jóvenes Adultos Mayores

1

3

5

7

9

11

13

15

17

Hablantes

FIGURA 5.18. Frecuencia relativa acumulativa de asibilación por hablante y por grupos de edad en la ciudad de México

La figura 5.18 permite señalar dos hechos: por un lado, en cuanto al patrón general, que son las personas de más edad quienes han acumulado más frecuencia relativa. De hecho, el solo tercio de las personas de más edad es capaz de reunir un 0.447 de la frecuencia relativa acumulativa, casi la mitad de la frecuencia disponible. Puede llamarse grupo II de líderes al grupo de personas de más edad que muestran coeficientes de asibilación más altos y que se despegan de la proyección de los otros grupos, es decir, aproximadamente los cinco informantes con coeficientes más altos en esta generación. Los cinco líderes del tipo II son mujeres. Se trata, de menos a más asibilación, de Fabiola R. (índice de asibilación de 30 y frecuencia acumulativa en su subgrupo de edad de 0.139, 57 años), Enriqueta R. (32, 0.184, 70), Carmen C. (41, 0.242, 65), Alicia G. (45, 0.306, 69) y Enriqueta M. (100, 0.447, 63). Todas ellas formaban ya parte del grupo de líderes del tipo I, así que resulta que el conjunto de líderes según el criterio II es un subconjunto del tipo I. Por otra parte, hay un hecho tan interesante o más que ese patrón general. En la parte izquierda de la tabla los tres grupos de edad prácticamente coinciden, y las verdaderas diferencias se van a producir del lado derecho. Los jóvenes y las personas de mediana edad, por otra parte, prácticamente coinciden también en el lado derecho. La diferencia se produce entre las personas líderes en el subgrupo de más edad y los líderes en los

610 subgrupos de mediana y menor edad; estas personas más destacadas son precisamente las que aportan una mayor inclinación a la curva. Es decir, aunque la correlación es fuerte entre los tres subgrupos (la r de Pearson siempre fue superior a 0.9 en todas las comparaciones posibles52), son unos pocos hablantes los que marcan la diferencia. Bajo la hipótesis de la existencia de líderes en la interacción cara a cara que determina la difusión o retracción de los cambios lingüísticos, lo que el patrón sugiere es que los líderes marcados presentes en la generación de más edad han desaparecido de las generaciones más jóvenes. Esas pocas personas desequilibran la muestra global y, en caso de que pueda confirmarse que estos datos corresponden en alguna medida a los hechos sociolingüísticos, la retracción del cambio estaría íntimamente ligada al relativo desinterés mostrado hacia la asibilación por parte de los líderes de referencia para las personas más jóvenes. De hecho los llamados líderes II, es decir, las personas de más edad con coeficientes mayores, fueron líderes de gran importancia para las personas de su generación. Existe, por otra parte, un nuevo grupo de líderes, al que podría llamarse líderes III, formado por las personas de mediana edad con coeficientes mayores de asibilación; son líderes para su propia generación en la medida en que son las personas que asibilan más. Se trata de Socorro A. (con 16 en el índice de asibilación, 0.126 de frecuencia relativa acumulativa en su subgrupo, de 47 años; intendente con sólo el comienzo de la primaria), Alicia S. (16, 0.149, 53; médico cirujano), Miguel R. (16, 0.172, 43; es el único hombre del subgrupo, tiene un negocio de plantas y estudió hasta la secundaria), María R. (20, 0.201, 36; secretaria con bachillerato) y Margarita C. (48, 0.269, 42; era ya líder en el criterio I). Estas personas, como ocurría con las escogidas según los criterios anteriores, poseen casa propia. Su nivel de estudios, por otra parte, es claramente superior al de las líderes II. Con II, las cinco personas sumaban apenas 8 puntos (2 + 2 + 1 + 1 + 2) de nivel de estudios, sobre una escala con un mínimo de 5 (cinco casos de 1) y un máximo de 15 (cinco de 3); en III se suman 11 puntos (1 + 3 + 2 + 3 + 2). No tenía por qué haber sido así, pues el nivel de estudios fue uno de los factores que

52

Recuérdese que el producto o momento r de Pearson es un coeficiente de correlación que consiste en un índice adimensional acotado entre -1 y 1, que refleja el grado de dependencia lineal entre dos conjuntos de datos.

611 sirvió para cuotificar la muestra, y hay el mismo número de personas con diferentes niveles de estudios según los grupos de edad. Los líderes III son más jóvenes, pero no intrínsecamente por ello debían mostrar mayor escolaridad, y sin embargo lo hacen. El comportamiento de los líderes III se ha desvinculado del de los líderes de más edad; los líderes más jóvenes, en cambio, siguen en este punto a los líderes de la generación intermedia y no tienen un papel protagónico en líneas generales. Si los hechos se plantearan de esta forma, una manera de proyectar las diferencias aproximadas entre los líderes del tipo III y los del tipo II es restar hablante por hablante las diferencias de frecuencia relativa acumulativa entre la generación de más edad y la generación de edad intermedia. El

Diferencia de f acumulativa

resultado se presenta en estos términos:

0.20 0.18 0.16 0.14 0.12 Retracción

0.10 0.08 0.06 0.04 0.02 0.00 1

2

3

4

5

Pares de líderes II y III

FIGURA 5.19. Diferencias en frecuencia relativa acumulativa entre los líderes del tipo II y del tipo III

Lo que la figura 5.19 presenta es básicamente una estimación del crecimiento del proceso de retracción de la asibilación de róticas. Puede irse incluso un paso más allá, con la conciencia de que cuanto más se pide a los datos más arriesgadas se vuelven las observaciones. Bajo una hipótesis que aceptara el papel central de los líderes, puede de alguna manera calcularse la época de inflexión en su comportamiento. Para ello, bastaría con restar linealmente a la edad real de cada uno de los líderes del tipo II (57, 70, 65, 69 y

612 63 años) los valores correspondientes del tipo III (47, 53, 43, 36 y 42 años), par a par según la jerarquía de asibilación que ocupan en su propio grupo y calcular luego el promedio de la diferencia generacional. Así, dado que el promedio de las diferencias de edad es 20.6 años, y que el promedio de realización de estas encuestas es alrededor del año 2001, el punto de inflexión en la proyección de los datos lingüísticos de los líderes habría que situarlo alrededor del año 1980. Ya se ha visto a lo largo del libro que varios cambios lingüísticos en proceso parecen tener un punto de inflexión alrededor de esa época (o en años anteriores).

Líneas de investigación de líderes de grupos La investigación lingüística de los líderes supone, ante todo, abordar el problema de las repercusiones sociolingüísticas de cualquier tipo de líderes sobre la estructura de entidades de habla de diferentes dimensiones, entendiendo por entidades desde pares dialógicos hasta comunidades de habla de gran tamaño y complejidad. Claro está que con ese propósito una de las tareas indispensables es la observación y descripción del comportamiento lingüístico de las personas que ejercen algún tipo de liderazgo sobre los otros hablantes. Hasta ahora, esta sección se ha venido refiriendo a las características de personas que desempeñan un papel prominente en los patrones sociolingüísticos asociados a variables estratificadas y quizá en proceso de cambio. La visión ampliada de lo que podría suponer el estudio de los líderes lleva de inmediato al problema del control y del dominio lingüístico. Dado que el problema se ha abordado y se puede abordar de muchas formas diferentes, es posible subrayar los aspectos en principio más interesantes, más pertinentes o más productivos a la hora de examinar el efecto de los líderes sobre las entidades de habla. 1) Hay por lo menos varios problemas de interés a la hora de considerar el papel de los líderes en entidades de pequeño tamaño que descansan en la interacción cara a cara entre sus miembros. Podría distinguirse entre relaciones a corto plazo, como las efectuadas o activadas en encuentros conversatorios entre grupos pequeños de hablantes, y relaciones a largo plazo, tal como se van sosteniendo en las redes sociales de que forman parte los hablantes. En cuanto a las conversaciones entre grupos pequeños de hablantes, pueden

613 formularse algunas hipótesis acerca de lo que esperamos sobre el comportamiento de los líderes. Dicho en pocas palabras, el líder en una conversación es quien lleva la iniciativa. De este principio básico se deriva la realización de las diferentes subestructuras conversatorias vinculadas a la interacción entre participantes. El líder tiene más derechos que los demás hablantes con respecto al momento adecuado para iniciar y para terminar las conversaciones, puede agilizar o demorar las secciones más rituales propias de las aperturas y de los cierres, tiene un margen de maniobra mayor a la hora de mantener, ceder o tomar el turno, al tiempo que sus intervenciones son realimentadas en mayor grado de lo que él mismo realimenta las de los demás. No son los únicos rasgos que permiten establecer al líder de un grupo. El líder tiene preeminencia al seleccionar los temas y al construir la audiencia, incluyendo o excluyendo participantes. Sus narraciones son más largas y complejas, sus descripciones son más sostenidas y sus argumentos suenan más persuasivos. Su figura afina el tono de la cortesía y, sobre todo, es el interlocutor principal al que se dirigen los otros hablantes, pues el liderazgo se ejerce en la medida en que es reconocido y que existe un consenso al respecto. Se trata, desde luego, de un proceso que resulta en parte del propio transcurso de la conversación. Los interlocutores, sin embargo, son conscientes de todos los antecedentes previos que pueden contar a la hora de configurar las relaciones específicas entre los participantes en el encuentro (por ejemplo, las diferencias de posición social entre unas y otras personas)53. Gran parte de la memoria social construida a partir de los antecedentes tiene que ver con las relaciones que los hablantes mantienen en las redes sociales de que forman parte. Hay muchas dimensiones pertinentes que considerar, como es bien sabido. Por un lado, la naturaleza de la relación (familia, trabajo, amigos), por otra la densidad (mayor cuanto más se relacionan entre sí los miembros de la red), la multiplicidad (mayor cuantas más dimensiones de relación están involucradas entre dos hablantes) y la frecuencia de la interacción entre hablantes. Además, las personas ocupan posiciones diferentes dentro de las redes. Algunas personas justifican la existencia misma de las redes, en la medida en que son los nudos de enlace entre los miembros de la red; puede llamarse a estas personas núcleos formales. Otras toman decisiones e influyen sobre los otros 53

Sobre el trabajo con grupos pequeños puede ser útil la lectura de Cervantes Barba (2002).

614 miembros: son los núcleos funcionales. Por fin, el resto de los miembros ocupan posiciones periféricas54. 2) El ámbito de las instituciones es especialmente propicio para el trabajo sociolingüístico con líderes. Como se mencionaba supra, los maestros, los sacerdotes, los directivos, los militares, los académicos y los periodistas, entre otros, son parte y al tiempo razón de ser de la escuela y la universidad55, la iglesia, la empresa, el ejército56, las academias y los medios de comunicación. En estos ámbitos, los líderes toman decisiones, dan órdenes, exhortan y aconsejan a sus alumnos, fieles, empleados, subordinados, consultores y lectores. Los líderes encabezan instituciones a las que se reconoce una función pública específica, y lo que sabemos al respecto es muy variable según los casos. Sobre la escuela, por ejemplo, existe una amplia tradición de estudios, procedentes, cuando menos, de la pedagogía, la psicología educativa y el análisis del discurso, que se han ocupado de la forma en que el maestro interacciona con los alumnos y de la forma en que dirige el proceso educativo. De hecho, ciertas etapas están más trabajadas que otras (en general, parece haber menos trabajo específico cuanto mayor es la edad de los alumnos), pero en cualquier caso sería problemático aventurar un retrato del tipo de interacción verbal que tiene lugar en las escuelas mexicanas, más allá de los estudios de caso. En contraposición, las relaciones lingüísticas asociadas a las cadenas de mando en empresas o en el ejército están, hasta donde alcanzo a conocer, escasa o nulamente estudiadas57. Muy poco se ha hecho para sacar a la luz los mecanismos de control vinculados de manera íntima con la naturaleza de la organización institucional. Quizá menos todavía se sabe de

54

Véase el trabajo de Musselman (2006). Hay que considerar no sólo las relaciones jerárquicas entre maestros y alumnos, sino que “los establecimientos educativos pueden considerarse sistemas sociales creados para alcanzar ciertas metas y, en este sentido, en la misma medida que las corporaciones empresarias y los hospitales, precisan ser administrados” (Gross y Fishman 1971, p. 130). 56 Sobre el ejército, puede ser útil la lectura del trabajo de Bowers (1971) sobre “La institución militar”, en particular las pp. 79 y ss., en que se aborda el problema de la eficacia de la organización y el alcance de algunos estudios sobre el liderazgo en el medio, en particular sobre el conflicto de roles, la percepción social, la afectividad y la comunicación, así como sobre el comportamiento de grupos pequeños. 57 Lo mismo vale decir, por ejemplo, de la iglesia. Ni la católica, con el radical cambio de relaciones postconciliar, ni los modos discursivos propios de otras iglesias, desde las formas de tratamiento o la posibilidad de intervención de los fieles, pasando, desde luego, por el valor constitutivo concedido o no a diversos materiales léxico-semánticos (en el sentido discutido por Dittmar 1996) parecen haber sido estudiados con el detalle necesario. 55

615 los recursos lingüísticos disponibles para otro tipo de organizaciones: mercados, asambleas de barrios, gremios, sindicatos, asociaciones de comerciantes formales e informales, clubes deportivos y recreativos, etc. Estas asociaciones intermedias son, precisamente, el eslabón entre el individuo y sus relaciones de primera mano, por un lado, y las grandes estructuras macrosociales que determinan en parte el comportamiento lingüístico de las personas, por el otro. En su momento, el mercado lingüístico fue una variable destinada a ponderar el peso de la actividad lingüística en el conjunto productivo de una persona. La forma en que los líderes de instituciones y organizaciones ejercen su liderazgo será tanto más lingüística en tanto tengan que apelar al mercado lingüístico para ejercerlo. Además, la actividad verbal es diferente según medie un nombramiento más o menos definitivo en el seno de una institución organizada jerárquicamente, o si el liderazgo depende de un consenso que ha de negociarse en cada reunión o asamblea. Obviamente, las estrategias puestas en juego para conseguir la persuasión, llevar a cabo la volición propia y sacar partido del delicado tejido trazado por el poder y la solidaridad son distintos en cada uno de estos dos casos. 3) Un punto de partida para la consideración de la dimensión sociolingüística de los líderes públicos podría empezar por poner a prueba la manifestación verbal de una serie de máximas de comportamiento. Entre ellas podrían encontrarse las siguientes: i) sé persuasivo; ii) sé contundente; iii) descalifica a tus rivales; iv) subraya lo apropiado de tus actos, y otras por el estilo. Gran parte de los actos políticos no son otra cosa que la construcción discursiva de los líderes58. Como en muchos otros campos, es difícil decir si es este un terreno sobre el que sabemos mucho o sobre el que apenas se conoce nada. Tampoco está claro el papel que sobre el comportamiento verbal general puedan tener los líderes públicos, dada su presencia más allá de las relaciones cara a cara. La influencia parece manifiesta, sin embargo, en los modos lingüísticos de la clase política misma. Basta pensar en cierto tipo de entonación circunfleja, con un pronunciado alargamiento de la última sílaba acentuada, que llegó a ser enormemente llamativo por su frecuencia en el México de hace unos quince años, en apariencia puesto en boga por los mandatarios del 58 Como comenta Dubet, “las instituciones son formidables máquinas retóricas capaces de reducir las contradicciones normativas” (2004, p. 5); véanse también sus observaciones sobre la institución escolar (pp. 15-17).

616 momento59. Con todo, no serían estos aspectos lingüísticos los hechos más interesantes, sino la propia construcción discursiva del liderazgo, ejercida de continuo ante audiencias directas e indirectas, expuesta o exhibida en todo momento al escrutinio de lo que conviene o no conviene decir a la luz de las circunstancias del momento60. Se ha propuesto entonces la siguiente taxonomía de los líderes sociolingüísticos: líderes del cambio (las personas que van por delante en la difusión de los cambios lingüísticos); líderes de la variación (los hablantes adscritos con más firmeza a las variantes prestigiosas); líderes en la interacción (los individuos dominantes en las conversaciones y otros encuentros lingüísticos); líderes en instituciones (con más peso cuanto mayor es la participación de la institución en el mercado verbal); líderes públicos (constructores del discurso de liderazgo). Es probable que poco tengan que ver los líderes privados (los tres primeros tipos) con los de carácter más público, y que las consecuencias sobre el establecimiento y consolidación de modos lingüísticos sean en realidad de índole muy diversa. Todos, sin embargo, son fundamentales para entender la complejidad de la comunidad de habla y la constitución misma de la ciudad lingüística61.

59

Otro ejemplo muy obvio es la duplicación de masculino y femenino en lexemas dotados de género referidos a personas, al parecer de buen tono en las manifestaciones públicas de algunos de los gobernantes posteriores. 60 “Los líderes no pueden ser analizados fuera del contexto histórico del que surgieron, el medio circundante en el que funcionan (por ejemplo, cargo político a través de las elecciones), y el sistema sobre el que presiden (por ejemplo, determinada ciudad o estado). Son parte integral del sistema, sujetos a las fuerzas que lo afectan” (Gardner 1991, p. 15). 61 En diferentes momentos se ha presentado la ciudad como texto, con el trasfondo de una visión de las ciudades como diversidad y desigualdad, en el seno de la evolución hacia las ciudades mediáticas (Margulis 2002). Sobre sociología y discurso, véase también Gutiérrez Vera (2004).

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