Carta pastoral de Cuaresma 2003 Señor, enséñanos a orar (Lc 11,1)

1 Carta pastoral de Cuaresma 2003 “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1) Queridos Amigos: Hemos pasado un año de verdadera prueba. Estoy seguro que much

1 downloads 27 Views 135KB Size

Recommend Stories


Cuaderno Pastoral. Cuaresma-Pascua. Seréis mis testigos
Cuaderno Pastoral 2014 Cuaresma-Pascua Seréis mis testigos Seréis mis testigos © Arzobispado de Valencia Edita: Arzobispado de Valencia Vicaría de

Danos entrañas de Misericordia Carta Pastoral CECOR
“Danos entrañas de Misericordia” Carta Pastoral CECOR Centro Nacional de Catequesis CONFERENCIA EPISCOPAL DE COSTA RICA “Danos entrañas de Miseric

Story Transcript

1

Carta pastoral de Cuaresma 2003 “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1) Queridos Amigos: Hemos pasado un año de verdadera prueba. Estoy seguro que muchos de nosotros hablaremos de un antes y un después del 2002. Las consecuencias negativas de la crisis están fuertemente reflejadas en el crecimiento de los índices de pobreza y exclusión social: hemos llegado ya al 57% de pobres en nuestro país. Esta situación condicionará fuertemente la vida de los argentinos en los próximos años y tardaremos mucho en revertir esta tendencia. Quizás lo más positivo del momento que estamos atravesando, es la toma de conciencia de nuestra situación real. Hoy no nos mentimos ni en las cifras, ni en la apreciación de nuestra realidad: somos mucho más concientes de lo que nos pasa. A esto hay que sumarle el ejercicio de la solidaridad. Hay más organizaciones que se ocupan de los problemas sociales, existe una mayor participación de los ciudadanos en los organismos vecinales y de control de gestión social. La sociedad civil creció ¿qué nos falta? Que esta sociedad pueda expresarse en estructuras políticas. Tarde o temprano la sociedad renovará sus dirigentes; sin esa necesaria renovación será difícil encontrar el camino. Pero no es ese el tema de esta carta, prefiero dejar pasar las elecciones para volver sobre estos asuntos. En esta pastoral quiero reflexionar sobre una cuestión esencial de la vida cristiana. Justamente porque los problemas son muchos y es arduo lo que tenemos por delante, hoy quiero hablar con todos ustedes del inicio de todo camino cristiano: la oración. Cuanto más serias son las situaciones que atravesamos, los cristianos más debemos volver nuestra mirada a Dios: Él es nuestro Padre, que nos acompaña incondicionalmente y está siempre deseoso de escucharnos y de recibir lo que más hondamente está en nuestro corazón. ƒ

¿Qué es la oración?

La oración es una disposición del corazón, por la que yo me abro a Dios, dando mi tiempo, mi libertad, mi cariño, para que el Espíritu me transforme. O sea, la oración es una cuestión de amor. Me acerco a Dios para estar con Él, para aprender de Él, para pensar y sentir como Jesús.

Con el Señor nos pasa algo parecido a lo que nos sucede cuando compartimos mucho tiempo con una persona a la que queremos: empezamos a conocerla más, sabemos lo que le gusta y lo que no le gusta, aprendemos a pensar y a sentir como él/ella. Si pienso y siento como Jesús, empiezo a actuar como Él y eso precisamente es ser “cristiano”.

¡Qué simple parece!, (y es simple), pero ¡Cuánto nos cuesta encontrar un tiempo y un modo para nuestra oración! Sin embargo, es muy importante. Más que importante, es “de vida o muerte” para nuestro camino cristiano, porque si yo no alimento mi relación con el Señor, (como sucede con cualquier otro vínculo), esta relación se va debilitando y finalmente no significa demasiado para mí.

2

Si yo tengo un amigo y le digo “vos sos mi gran amigo”, pero no lo llamo nunca ni lo voy a ver, los demás tendrían motivos para pensar que esa persona no es tan amiga como yo digo que es... y tendrían razón. Me parece que a veces nos pasa lo mismo con la oración. Incluso puede ser que hagamos muchas cosas buenas por el Señor y por su Reino, pero si no compartimos tiempo y vida con Él, ¿Cómo podemos decir que es nuestro amigo, que es lo más importante de nuestra vida? En este sentido, podemos afirmar que en la oración se pone especialmente de manifiesto si vivo o no el primer mandamiento: “Amarás al señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas...” (Dt 6,5). Es imposible amar a alguien con quien no tengo una profunda relación...¡cuánto más será amarlo sobre todas las cosas! ƒ

Lo que hace la oración en nosotros

La oración es fundamental para nuestra transformación interior, el Nuevo Testamento nos dice que cuando rezamos, es el Espíritu Santo el que reza en nosotros (Cf Rom 7,26-27). Unimos nuestra oración, a la oración de Jesús. Esa presencia de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que yo cultivo por medio de la oración, es la que transforma mi corazón y mi vida. ¿Qué significa “transformar el corazón”? Aprender a amar. No puedo amar al estilo de Jesús si no rezo, y todos sabemos lo difícil que es aprender a amar bien, de verdad... Cuando El Señor nos llama a seguirlo, nos invita a poner amor en la realidad, en casa, en el trabajo, en el barrio, en la parroquia. Tenemos que enseñarnos mutuamente a amar. La oración es la primera escuela del amor.

Decir que “no” a la oración es decirle a Dios que tenemos más confianza en nuestras propias fuerzas que en las suyas. Es no creer en el poder de Dios. La eficacia y la fuerza de su gracia se manifiestan en la oración. Cuando yo voy reconociendo que Dios es mi Padre, que yo lo necesito porque es mi Dios, empiezo a tener una actitud orante. Voy aprendiendo a vivir mi vida mirando a Dios, discerniendo lo transitorio de lo permanente. La fe me ayuda a ver a Dios presente en todas las cosas: aún cuando parece ausente, yo sé que está presente, cuando parece que está lejos, la fe alimentada por la oración, me dice que está cerca. Mi fe es un anticipo de la posesión plena de Dios en el cielo, me ayuda a comprender que todo lo que pasa tiene sentido.

¿Se dan cuenta de lo importante que es rezar? Porque es tan importante, no tengo que dejar la oración para cuando tenga ganas. Hay que rezar todos los días y encontrar un modo práctico, posible para mí, según las características y actividades de mi vida. Por ejemplo, cuando me levanto a la mañana, antes de entrar en el apuro de las actividades cotidianas, puedo poner el despertador diez minutos antes y ponerme en presencia de Dios, voy a pensar quién habita en mí, y ordeno mi día a la luz de esta comunión. Durante el resto del día voy a tratar de estar conectado/a con esta presencia del Señor en mí. Puedo rezar en el tren, en el colectivo o caminando por la calle. Puedo detenerme un instante mientras trabajo y hacer presente al Señor.

3

Sabemos que solos no podemos, no logramos perseverar, por eso sería importante que en la familia o en la comunidad tengamos un tiempo de oración juntos y podamos compartir lo que vamos viviendo y podamos alentarnos unos a otros. En este sentido son muy importantes los grupos de oración: reunirnos semanalmente o periódicamente para rezar, nos ayuda a crecer y a perseverar en este camino . Si quiero rezar en serio, no voy a estar sujeto a mi estado de ánimo, a que me sienta bien, a que quiera. Voy a empezar con decisión, y porque soy inteligente, voy a buscar todos los medios que me ayuden a perseverar en este camino que en mi libertad he elegido. “Sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15,5), dice Jesús. Meditemos esto y podremos tomar nuestra decisión de orar con seriedad. ƒ

Orar la vida

Si es tan importante rezar, ¿Cómo tengo que hacerlo? Esta es una pregunta de los cristianos de todos los tiempos. Si la oración no es para nosotros una actividad que hacemos sólo por “cumplir”, sino que es verdaderamente una actitud interior, a la oración llevamos, ante todo, nuestra vida. No es necesario que nosotros le llevemos a Dios sólo nuestros pensamientos y sentimientos lindos y religiosos. El Señor es nuestro amigo, nuestro gran amigo y como a todo gran amigo, le confiamos nuestras cosas más hondas: nuestros dolores y nuestras alegrías, nuestros logros y fracasos. Le pedimos una mano cuando la necesitamos y le agradecemos lo que hace por nosotros, sobre todo por estar “ahí” y ser amigo. Cuando quiero encontrarme con el Señor, no me fabrico un discurso, sencillamente le cuento lo que tengo adentro y quiero compartir con Él, o no le cuento nada y me quedo en su compañía, de la misma manera que hacemos con un amigo. De este modo, el ritmo de la vida y de mi amistad con Dios, me va llevando a dar gracias, a pedir y expresar los deseos de mi corazón, a alabar, a pedir perdón, a adorar.

Hay distintos modos de orar. La oración varía según la persona y el momento de la vida que estamos transitando. A medida que vamos aprendiendo a rezar, vamos “gustando” los distintos tipos de oración y vamos encontrando también nuestra particular manera de orar. Ese modo de oración, además, seguramente irá cambiando en las distintas etapas que nos toquen atravesar: así en algunos tiempos nos atraerá más rezar a partir de la lectura de la Palabra de Dios, en otro momento será el Rosario, o la oración frente a Jesús-Eucaristía, etc.

La Iglesia nos propone distintos caminos para el encuentro con Dios: -

La celebración Eucarística: la celebración de la misa es la principal manera de comunicarse con Dios. Es el modo más perfecto de orar. La misa es un momento importantísimo de la semana o del día si tenemos la gracia de poder participar en Ella. En la Eucaristía unimos nuestra vida al sacrificio salvador de Jesús y nos entregamos con Él al Padre. Es muy bueno que podamos ir acompañando interiormente el ritmo de la celebración Eucarística: pedimos perdón de corazón en el rito penitencial, escuchamos la Palabra como “luz” para nuestra vida, ponemos en la ofrenda nuestra existencia con sus dolores, alegrías y tristezas y dejamos

4

que el Padre nos transforme y nos consagre con Jesús. Nos alimentamos de su Cuerpo, pidiendo la gracia de poder ser alimento para los demás y volvemos a nuestras actividades fortalecidos para consagrar el mundo al Padre. -

La oración frente al Santísimo Sacramento: sabemos que en el sagrario está presente Jesús, que queda en la Eucaristía, una vez terminada su celebración. Él está allí para recibirnos y ser adorado, por eso es muy bueno habituarse a rezar, visitándolo en los templos. Además, en muchas de nuestras parroquias estamos realizando la Adoración Eucarística. Constatar que año a año crece en las comunidades el deseo de adorar a Jesús-Eucaristía, es uno de los hechos más significativos de la vida diocesana. Regalarle un rato a Jesús en la Eucaristía, es regalarnos a nosotros mismos un momento para estar con el Señor y dejar que el nos cure, nos ilumine, nos acompañe, nos consuele.

-

La lectura de la Palabra de Dios: si queremos saber quién es Dios y qué quiere de nosotros, tenemos que recurrir a su Revelación, a lo que Él ha dicho. Esto lo encontramos en la Sagrada Escritura, en la Biblia. Ella nos ayuda a conocer a Dios, cómo piensa y siente. Qué proyecto tiene para el mundo, qué cosas son importantes para Él. La Sagrada Escritura es un libro para “masticar” y “saborear” muchas veces, para dejar decantar en el corazón. Todo lo que allí se dice es demasiado profundo e importante como para leerlo una vez y decir: “listo, ya entendí”. Cada lectura de la Palabra es nueva y aunque hayamos leído cien veces esa parte, la volvemos a leer una vez más, y tendrá algo distinto que decirnos. Leer la lectura del Evangelio que corresponde a la fecha, es una linda manera de comenzar el día.

-

Las distintas devociones a la Virgen y a los santos, especialmente el rezo del rosario: quizás muchos de nosotros hemos aprendido a orar así, rezando oraciones hechas a la Virgen o a los santos, rezando el rosario o peregrinando a algún santuario. Son gestos de amor muy sencillos y concretos, lo importante es que nunca se vacíen de sentido, sino que nos vayamos renovando en el amor al realizarlos. El rosario es una linda oración para acompañar algunas actividades de nuestro día, por ejemplo los largos viajes en colectivo o en tren que tenemos que hacer los que vivimos en las grandes ciudades. María Santísima en su aparición de Fátima y también en otras, ha pedido que lo recemos en familia y el Papa ha declarado este año como “Año del Rosario”. Es un momento de gracia para re-descubrir su significado e importancia.

-

Un modo práctico de rezar es repetir incesantemente una frase del Evangelio que nos guste o nos atraiga (por ejemplo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”), dejando que esas palabras penetren en nuestro corazón. O recitar lentamente el Padrenuestro o el Ave María, “saboreando” el sentido de cada frase.

5

Estas no son las únicas formas, hay muchas otras que ustedes ya conocen e irán descubriendo. Lo importante es que crezcamos cada vez más en nuestra relación con el Señor. Rezar es tan importante para un cristiano como respirar, o tomar agua. Sin la oración nos vamos “secando” y vamos perdiendo el sentido de lo que hacemos. Descubrir el “manantial interior” que el Espíritu Santo hace brotar en cada uno de nosotros es una tarea difícil y hermosa que requiere nuestro tiempo y nuestro cariño. Cuanto más ocupados estemos, cuanto más preocupados y doloridos, más necesitamos de la oración para no naufragar en las tormentas de la vida. El tiempo dedicado a la oración, que muchos consideran inútil o desperdiciado, es en realidad la condición de posibilidad de una entrega más generosa a los hermanos y de un trabajo más fecundo. Los invito a que hagan la prueba, van a ver qué distinto es un día con oración o sin ella; qué diferente es un trabajo que reconoce en la oración su comienzo que cualquier otra actividad. Gracias a Dios, vivimos un tiempo de una intensa búsqueda espiritual por parte de la humanidad, hay una revalorización de todo lo que es interior, espiritual, e incluso místico. De diversas maneras, muchas personas en todo el mundo se vuelven a las grandes religiones, y a los grandes caminos espirituales de oriente y occidente anhelando un nuevo modo de vida y de encuentro con el absoluto. Creo que es un “signo de los tiempos” y una gracia, para nosotros los cristianos, que nos hace coincidir en nuestros anhelos con muchos de nuestros contemporáneos. Siguiendo este anhelo y este deseo gran cantidad de personas se inician en diversos métodos de meditación propuestos por escuelas orientales y occidentales. Estos métodos en general son muy buenos, propician la relajación y el crecimiento en la interioridad; aquietan la mente y el espíritu. Podríamos decir que son la “antesala” de la oración, una preparación muy buena para ella. Pero no son oración en sí mismos. Para que haya oración tiene que haber un encuentro con el Señor, tengo que ponerlo a Él en el centro de mi meditación, independientemente de que lo experimente presente o no. Yo sé que Jesús está, la fe me lo dice. Siguiendo el ejemplo de la “antesala” una meditación que no tiene al Señor como objeto de comunión, es como aquel que se queda en la puerta de una casa: llegó hasta allí, pero si no traspone el umbral, no se encuentra con quien la habita.

Ojalá que en esta Cuaresma tengamos el valor y la fuerza de ir con Jesús al desierto y que nos animemos a rezar en serio. Que María Santísima, que es maestra de oración, nos enseñe a tener un encuentro cada vez más vital con el Señor, Les deseo una Cuaresma “orante” y una muy feliz Pascua de Resurrección! +Mons. Jorge Casaretto Obispo de San Isidro

6

Carta Pastoral de Cuaresma 2003 GUIA DE TRABAJO: Tal como hicimos en otras cartas pastorales, nos vamos a ayudar con una guía de trabajo en nuestra reflexión personal y comunitaria. ¿Qué es una Guía de Trabajo? Es una serie de preguntas que nos ayudarán a interiorizar los contenidos de la CARTA PASTORAL. No se trata de encontrar la "respuesta correcta", sino de preguntarnos acerca de lo que estamos reflexionando, para ver qué repercusión tienen estas realidades en la vida de cada uno de nosotros. Sería bueno que escribamos las respuestas, ya que el ejercicio de escribir nos ayuda a concentrarnos y a ponernos en contacto con nuestro interior. Si queremos, después podemos compartir lo que hemos reflexionado, con nuestra familia o comunidad. Aquí van las preguntas: 1. ¿Cómo he vivido el año 2002? ¿Cuál ha sido, para mí o para mi familia, el momento más difícil del año pasado? 2. ¿Cómo me encuentro al comenzar el 2003? ¿triste, desanimado, esperanzado, con ganas de cambiar cosas? 3. ¿Tengo el hábito de rezar? ¿Cuándo rezo? ¿Cómo rezo? ¿Me cuesta rezar? ¿Por qué? 4. ¿Experimento al Señor como amigo? Si es así, ¿Cuáles son los gestos que caracterizan nuestra amistad? 5. ¿Recuerdo momentos de mucha presencia de Dios en mi vida? ¿Cuáles fueron? ¿Qué dejaron en mí esos momentos? 6. ¿Sentí alguna vez que la oración transformaba mi vida? ¿Cuándo? 7. ¿Participo de la Misa? ¿Me cuesta hacerlo? ¿Por qué? 8. ¿Leo y medito la Palabra de Dios? ¿Me cuesta hacerlo? ¿Por qué? 9. ¿Cómo me preparo para la oración? Si practico algún método de meditación o relajación ¿sé distinguir esta preparación de la oración en sí misma? 10. ¿Me gustaría crecer en mi relación con el Señor? ¿Qué cosa concreta podría proponerme en esta cuaresma para tener una vida de oración más intensa? 11. ¿Existe algún grupo de oración en mi comunidad? ¿Me gustaría formar parte de alguno? 12. En un momento de oración, le pido al Señor que me enseñe a rezar.

7

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.