Catequesis. Powered by serviciosit.com. Titulo de documento: Nivel V Caminar en el Espìritu (Temas 13-16) Fecha publicación: 20 de Marzo de 2011

Catequesis Titulo de documento: Nivel V Caminar en el Espìritu (Temas 13-16) Fecha publicación: 20 de Marzo de 2011 Escrito por: Anonimo Para mayor i

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Titulo de documento: Nivel V Caminar en el Espìritu (Temas 13-16) Fecha publicación: 20 de Marzo de 2011 Escrito por: Anonimo Para mayor información visite www.padremartin.org.sv Publicado por: www.serviciosit.com

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Catequesis PARROQUIA “INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA” UNICO CATEQUESIS PARROQUIAL CAMINAR EN EL ESPIRITU TEMA 13: VIVIR EN LA FE Fe es la primera virtud teologal. En el Nuevo Testamento la fe se entiende de varias formas: -Fe de encuentro con la Persona Después de aceptar la Persona de Jesús como Señor y Salvador en el Kerigma, viene en la catequesis la enseñanza de la doctrina cristiana en la que tenemos fe como adhesión a esa verdad. -Carisma de Fe Es uno de los Carismas de los que habla San Pablo en 1Cor 12: “A uno se le da por el Espíritu… a otro, fe, en el mismo Espíritu…” Carisma de fe es la certeza y seguridad de que Dios va actuar en una situación determinada. -Fe como fruto del Espíritu Esta entre los frutos del Espíritu que San Pablo menciona en Gálatas 5, 22. El inicio de todo es la aceptación de Jesús, el cristiano comienza con el encuentro vivo con Cristo. “Yo les propongo esto para reavivar su fe: un encuentro personal, vivo, de ojos abiertos y corazón palpitante con el Señor resucitado”. Y en Catechesi Tradendae el Papa habla de una adhesión explícita y personal a Jesucristo. Con esto queda claro que la vida cristiana empieza con la vivencia de la evangelización kerigmática. Esa es la primera fe de adhesión a Jesús como Persona. Al Kerigma le sigue la Catequesis, el conocimiento de la doctrina cristiana, y ahí es la fe como adhesión a la verdad revelada. El fruto de la identificación con Cristo tiene diversas manifestaciones. La persona transformada en Jesús tiene varias facetas: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (Gal 5, 22) La palabra fe, desde el Antiguo Testamento, también puede entenderse por fidelidad. Se habla de “vivir en la fe”. La expresión vivir en… implica todo el ser y toda la vida, es la manera en como uno se comporta y se conduce. La consigna es vivir en la fe. Por fe entendemos el matizar, impregnar y transformar nuestra vida por razón de la presencia y acción de Dios en nosotros. Esto tiene muchas implicaciones: reaccionar en la fe y no solo con racionalismo, en el espíritu y no en la carne, con motivaciones espirituales y no puramente mundanas. En la

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Catequesis fe, significa la voz y la acción de Dios que me lleva a buscar de forma global los valores del Reino. La fe es virtud infusa depositada en nosotros germinalmente en el bautismo. Desde la gracia santificante recibimos lo que la Iglesia llama organismo espiritual, esto es: la Vida en Cristo, las virtudes teologales, las virtudes morales, y los dones del Espíritu Santo. Recibimos en germen todas estas virtudes y dones como capacidades, auque por lo pronto sean potencialidades que debemos actuar. Todo esto tiene un proceso de crecimiento, de desarrollo, de perfeccionamiento y maduración. En proporción de la fe crece nuestra vida espiritual, pero sabemos que siempre es en términos de comunión con ese Dios vivo y en cada Persona divina. Las tres virtudes producen la comunión con Dios, pero la esperanza y la caridad no funcionan sin la fe, que es como la llave que abre la puerta y pone condiciones. No basta tener conocimientos sobre esto, la consigna es vivir en la fe. Hay que aplicar en la vida todos estos principios. El título de este curso es Caminar en el Espíritu, y fruto de la acción santificadora del Espíritu en nosotros es justamente vivir en la fe. Se termina el tema insistiendo lo que se decía al inicio: la santidad cristiana se entiende en términos de las virtudes teologales, que son la causa de esta, las virtudes morales son efecto y consecuencia.

TEMA 14: FIRMES EN LA ESPERANZA La virtud teologal de la Esperanza: “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa”, y en Romanos 8, 24-25 dice: “Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿Cómo es posible esperar una cosa que se ve? Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia”. Esta es la actitud de la persona ante lo que no ve, y a lo que todavía no esta presente. Firmes en la esperanza, porque esperanza siempre se fundamenta en la roca que es Dios. La firmeza esta en uno mismo, pero se apoya en la garantía de la fidelidad de Dios a sus promesas y a su palabra. El fundamento de la esperanza es la presencia de Dios, en el futuro, su providencia y su fidelidad a la alianza. Creer que El va a cumplir su parte de esa alianza estando ahí que es justamente el significado del nombre de Yahvé. El nombre que Dios revela a Moisés como credencial para presentase ante el faraón más que Yo soy el que es, significa el que siempre está, el que estará ahí. En los prodigios de Egipto…en el paso del Mar Rojo… en el acompañamiento durante el éxodo… en la entrada a la tierra.

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Catequesis Dios prometió, y estuvo ahí. El Pueblo de Dios confió en la fidelidad de Dios, tiene una garantía. Garantía que es también prenda, como un adelanto para asegurar que se va a cumplir. En el Antiguo como en el Nuevo Testamento se habla también de “en prenda” como una garantía que Dios me da, cuando ya me dio como adelanto: el Espíritu Santo es la prenda, la garantía, las arras. San Pablo dice en 2Cor 1, 22; 5, 5 que el don del Espíritu, presente ya en nosotros, son las arras, la garantía, la presencia del regalo final. Decimos que hay que estar firmes en la esperanza. Para futuro está la garantía de la presencia del poder de Dios. Garantía que esta cimentada en su amor y fidelidad. Amor y Fidelidad es la definición de Dios que se afirma en el Antiguo Testamento. El cristiano debe estar firme y tener seguridad de todo lo que pueda pasar a futuro, porque Dios es fiel; ese es el sentido de la virtud de la esperanza. Firmeza es sinónimo de seguridad, seguridad en la oscuridad, en lo que no tengo todavía en mis manos. En la virtud de la esperanza siempre hay una forma de oscuridad, porque todavía no esta presente. Hay muchas cosas que no dependen de uno, y sin embargo, hay que tener firmeza; no por mí, no por los acontecimientos exteriores falibles e inseguros, sino por la fidelidad de Dios. Algo semejante sucede en las relaciones humanas donde esperanza es sinónimo de confianza. Uno no confía gratuitamente en otra persona, que no es lo mismo que desconfiar. No confío porque no la conozco. Confiar en el otro es apoyarse en él con tranquilidad y seguridad. La confianza real y plena es un fruto maduro que se da después de ejercitarse mucho tiempo y de un conocimiento del otro por mayor cercanía y mayor trato. La memoria nos lleva a la certeza de que Dios no sólo existe, sino que actúa. Entre más conciencia haya que Dios actúa en uno mismo y en los otros, más constato la fidelidad de Dios. Como dice Éxodo 20 “… escucha Israel yo soy el Dios que te sacó de Egipto…” recuerda, no se te olvide. Lo que nosotros no debemos de olvidar nunca es como Dios ha actuado en nuestras vidas siendo siempre fiel a su Alianza. La confianza es un fruto que no se da de la noche a la mañana y no puede ser firme si no se conoce suficientemente a la otra persona como para estar seguro de que no me va a fallar. Dios no puede fallarnos nunca. Por su naturaleza Dios no puede fallar, conoce todo, lo puede todo, me ama y quiere lo mejor para mi. La firmeza de Dios esta fundamentada en la calidad de Dios mismo, como omnipresente que es, sabe todo en su sabiduría infinita, nada se le oculta. Es omnipotente y todopoderoso, nada se le impide.

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Catequesis En su Palabra donde El se manifiesta a nosotros, afirma su fidelidad, la experiencia personal en la relación con El y en todo lo que vemos en los demás, nos hace constatar que Dios es fiel. Por eso confío, y puedo ser firme en la esperanza. Teóricamente todo esta muy claro, cualquier persona podría afirmar que Dios es sabio, omnipotente, que quiere lo mejor para sus criaturas e hijos. La diferencia esta en que todo esto esté en mi memoria, en mi experiencia personal, y luego multiplique actos de amor y de fe para el presente, y esperanza para el fututo. Ser firmes en la esperanza implica conocer a Dios por comunión íntima con El, y repetición de actos de confianza. No basta tener o sentir el amor, es necesario expresarlo. Hay que expresar actos de fe, de amor, de esperanza: “creo en ti…” “confío en ti…” “te amo”. Obviamente esto debe decirse de corazón y no sólo como palabrería hueca. La inteligencia y la voluntad lo entienden y lo quieren. Para poder ser firmes en la esperanza necesitamos actuarla. Actuarla en la oscuridad, actuarla cuando pareciera que la memoria se apaga, actuarla dentro del dolor, en los momentos de dificultad. La fe, la esperanza y el amor crecen en la medida en que se expresan y se ejercitan. Nuestra memoria humana y espiritual, deben estar firmes en El, de tal manera que podamos emerger como un periscopio aún en medio de la oscuridad, del dolor o de los momentos de dificultad.

TEMA 15: AMAR A DIOS CON EL SER ENTERO Se habla ahora de la tercera virtud teologal, el amor en sus dos dimensiones: a Dios y al prójimo. Hacemos alusión explícita a ese texto clásico del Deuteronomio 6, 4-6 “Escucha Israel, Yahvé tu Dios es el único Señor, y por eso, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Y como consecuencia el Catecismo añade: “Y sobre todas las cosas”. La versión inicial de este mandamiento en el libro del Éxodo, cuando Dios entrega a Moisés el Decálogo fue: “No habrá para ti otros dioses delante de Mí. No te harás escultura ni imagen alguna. No te postrarás ante ellas ni les darás culto”. Ex 20, 35. La esencia de este mandato es la proscripción de la idolatría y del politeísmo. “Escucha, Israel: Yahvé nuestro Dios es el único Señor. Amarás a Yahvé tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Queden en tu corazón estas palabras. Se la repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado; las atarás a tus manos como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas”. Deuteronomio 6, 4-9

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Catequesis Amar a Dios con el ser entero es una relación de amor personal. Como relación interpersonal de un Yo y Tu, sólo que ese Tu divino son tres Personas. Relación con el único Dios, porque no había sido revelada la trinidad de personas. La comprensión exacta y precisa de las tres Personas fue progresiva, sólo hasta el Nuevo Testamento, sobre todo en San Juan, está ya clara la pre-existencia eterna del Verbo de Dios. La revelación de las tres Personas divinas implica tener una relación personal can cada una de ellas. Tener un amor con el ser entero significa que debe ser con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. La palabra “corazón” en la Biblia es el núcleo profundo del ser. Con todo tu corazón debe significar, que parte desde lo más profundo, e impregna todo el ser. Con toda tu mente, el conocimiento, la ubicación hacia quién nos dirigimos en esa relación. Con todas tus fuerzas, con todas tus capacidades. Todo esto se sintetiza en la frase: con el ser entero. El catecismo añade…sobre todas las cosas, a lo que también se le podría añadir…sobre todas las personas. En el Evangelio Jesús dice: “el que ama mas a su padre, a su madre, a sus hijos mas que a mí, no es digno de mí”. La prioridad absoluta es Dios. San Juan expone muy claramente el orden en el amor: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amo primero”. Imaginemos una fuente de tres niveles, el agua brota por arriba llena el primer nivel y se desborda al segundo, se llena el segundo y se desborda al tercero. El primer paso es el amor de Dios para mí de manera personal o par nosotros, el segundo mi amor a Dios y el tercero el amor al hermano. Ahora esta de moda ese “amar a los demás”. Y amar a Dios queda implícito y no se pone de manifiesto. En el momento actual se insiste tanto en el servicio y en la transformación social y se dice que a Dios se le ama en el hermano; mejor es decir que a Dios se ama en el hermano, porque Dios es término directo de relación. El amor al hermano sin el amor a Dios es una obra de la carne, porque no esta animado por el Espíritu. Un amor verdaderamente cristiano supone haber experimentado primero el amor de Dios y los beneficios de este amor en mi vida, dar una respuesta de amor a El, y finalmente expresar mi amor a los demás. Amar a Dios sobre todas las cosas, no es consejo, es un mandamiento. La vocación a la santidad es la perfección del mandamiento de la caridad, y todos estamos llamados a amar a Dios con el ser entero y sobre todas las cosas.

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Catequesis El amor consiste en acciones concretas congruente con el amor. El que dice que ama lo manifiesta de muchas maneras, evitando primero aquello que lastime o hiera a la otra persona, y expresando actos de amor de forma directa. Fe y amor son los reversos de la misma medalla, son dos aspectos de un mismo camino, son lo fundamental en la vida cristiana; todo lo demás tiene sentido por razón de la fe y el amor. No basta comprender lo que esto significa, ¿quiero realmente ser fiel a Dios? Entonces en la práctica tengo que buscar de veras a Dios. Buscar el Rostro de Dios, ser fieles en el seguimiento de Jesús, no es más que Amar a Dios sobre todas las cosas. Por lo tanto mi actividad mas intensa debe ser intensificar el amor.

TEMA 16: AMAR AL PRÓJIMO Y AL HERMANO Se habla de “prójimo” y “hermano”, mandamiento antiguo (Lev 19,18) y mandamiento nuevo (Juan 13,34). El Nuevo Testamento habla de hermano, mientras que en el Antiguo se habla de prójimo. El mandamiento de Dios en Levítico 19, 18 dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, de aquí hacia allá, unilateral, y el modo es, como a ti mismo. En Juan 13, 34 dice: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como Yo los he amado”. Aquí ya no es unilateralmente, sino amor recíproco: “unos a otros”, es decir, entre los hermanos de la comunidad cristiana como Yo lo he amado, y además como se ama a sí mismo. Jesús se refiere a este como mandamiento nuevo, amor y servicio recíproco, lavándose los pies unos a otros. No se esta hablando de sentimiento de amor, esto es imposible. Amar es querer el mejor bien del otro, auque no sienta nada por el, o éste no me lo devuelva. No es el sentimiento de amor, sino la voluntad de dar un bien, de beneficiar y servir al otro “como a ti mismo”, es decir, como lo harías por ti. Pero el mandamiento nuevo dice, no sólo a ti mismo, sino como Yo te he amado. “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” Jn 15, 13; “No los llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se los he dado a conocer” Jn 15,15. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” Jn 13, 1. Esta con la calidad del amor de Jesús, amar en el Espíritu Santo. Cuando el escriba le pregunta a Jesús: de todas las leyes y preceptos ¿cuál es el mandamiento más importante que hay en la ley? Jesús responde citando Deuteronomio: “Amarás a Dios con todo tu ser entero” en Deut 6, y Lev 19 “y a tu prójimo como a ti mismo”. Le preguntaban el mandamiento más importante y Jesús les da dos inseparables.

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Catequesis En el tema anterior se habló del amor a Dios. Ahora del amor al prójimo y al hermano. El mandamiento es amar al prójimo. ¿Quién es el prójimo? La respuesta de Jesús ante la pregunta de ¿quién es mi prójimo? No es conceptual ni académica, sino con el ejemplo del buen samaritano: no era su vecino, su amigo ni su compañero; lo encontró en necesidad, se detuvo, se compadeció y actuó en servicio de el. Fue un próximo casual, donde no necesariamente la acción es bilateral. Prójimo es el que está próximo, cercano, de forma habitual u ocasional, que está en necesidad y me compadezco de el. Compadecerse es sufrir lo mismo que el otro, y luego actuar en la solución del problema concreto, incluso desprendiéndose de cosas personales. ¿A que renunció el buen samaritano? Renuncia a la prisa que lleva, a todo el tiempo que invierte, a su propia cabalgadura yendo él mismo a pie, a sus propios bienes cubriendo la cuenta con el posadero, y responsabilizándose por todo lo que haga falta. Sin muchas definiciones conceptuales, Jesús pone este ejemplo, y finaliza diciendo: “haz tú otro tanto”. Esta es la forma de cumplir con este antiguo mandamiento. De ninguna manera esto quiere decir que el otro tenga que serme simpático, que sea afín, o que tenga que sentir amor con un sentimiento especial por el, puede incluso la otra persona serme indiferente o antipática, pero lo importante es la voluntad de detenerme, ver su necesidad, y ver por la solución, renunciando incluso a lo propio. No basta entender todo esto, hay que saber vivirlo, querer verdaderamente para el otro lo mismo que quiero para mí. Y hay un hecho inseparable, lavarle los pies al hermano. “Si Yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, hagan lo mismo los unos con otros”. La actitud de amor y de servicio son inseparables una de otra, que es lo mismo que cuidar, estar pendiente, preocuparse por el otro, tenerle atención, y luego contar unos con otros. Este amor y servicio recíproco en la comunidad cristiana, no es en términos naturales, carnales, o mundanos. Los hermanos de sangre, como los de comunidad, no se escogen, los amo porque son mis hermanos, lo cual implica ir más allá y superar dificultades relacionales, antipatías y situaciones que me molestan. Amar significa comprender, aceptar, respetar, valorar y disponibilidad de servir. Tener la voluntad, no necesariamente los sentimientos, de querer el mejor y auténtico bien del otro, el mejor de entre muchas alternativas, y auténtico, no aparente. Hay que preguntarse, que bien produzco en la persona que amo, como individúo, en su mente, en su espíritu, en su estado de vida, en su vocación. El amor mismo produce, como fruto, el desarrollo de la persona que se ama. Y la persona que ama se preocupa del crecimiento y desarrollo del otro, como consecuencia de este amor. El amor verdadero es la mejor terapia porque ayuda a superar lo negativo, los conflictos interiores, debe ayudar a sanar y liberar, no a crear más conflictos. Pero es un amor que parte del respeto, de la valoración y la aceptación incondicional.

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Catequesis La vida cristiana en último término es cumplir la Voluntad del Padre: el amor misericordioso al hermano. “VENGAN BENDITOS DE MI PADRE, RECIBAN LA HERENCIA DEL REINO PREPARADO PARA USTEDES. PORQUE TUVE HAMBRE…………… CUANTO HICIERON A UNOS DE ESTO HERMANOS MÍOS MÁS PEQUEÑOS, A MI ME LO HICIERON. ” Mt 25, 34-40.

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