Story Transcript
Araceli González
CE[ CJ\erst de C{)afpor'luero En memoria de Isidoro González
Málaga 20 11
Edita: Arael·li Gonz:ilez ISBN 978·84-615·0022·2 Depósito Legal: MA-645-20 I I
Imprime: Graficas Esga, S.L. - Telr: 952 32 63 97
A¡jradecimíenlos A Maruj a, Beatriz y Beni gno Candanedo González por la ayuda en ajustar los rec uerdos. A Gloria Va lle Ca ndanedo. A Sa l vador y A mancio Diez. A M elc hor e Ira.
A Hi pó lilo Vidal por su cuidado con las rOlos. A Manue l Ol medo Checa, Académ ico de San Te llllo, a c uyo cuidado ha estado este libro.
En rec uerdo de Isidoro Gonzá lez. mi padre.
qntroáucción Alejada de León desde hace años, aunque solo en la distancia, he seguido puntualmente la transformación que se ha producido en mi ciudad de origen, así como los cambios que ha experimentado cllugar donde pasé la mayor parle de las vacaciones de mi infancia y adolescencia; Valporquero. Ten iendo en cuen ta esos cambios y dado que di sponía de documentos gráficos y referencias curiosas, algunas inéditas, que ti enen gue ver con la historia de ese pequeño pueblo donde nació mi padre, así como algunas publicaciones suyas en la prensa leonesa hace 75 allos, he creído gue deberían figurar en una publicación para que quede constancia de ellos y tal vez puedan servir a futuros investigadores que estudien la historia de ese lugar. Asimismo este trabajo ha sido fruto de mis recuerdos de infancia y adolescencia, de lo vivido durante las vacaciones en una tierra privilegiada por la naturaleza. Cuando llegaba Jun io, viajábamos hacia la libertad. Hacia la montalia. Y en aque l castillo perd ido entre nubes permanecíamos hasta que llegaban las nieves de septiembre, para regresar a las aulas carmelitas. Val porquero era un lugar donde el tiem po se detenía, donde no había obligaciones, donde podíamos dedicarnos a vivir aventuras prohibidas y sobre todo entrar en el recinto sagrado de la cueva, el karst mágico, el reino de la piedra y el agua. De aquellas exploraciones f.lb ulosas, todavía conservo en la mesa de mi despacho algunas piedras recogidas en sus lagos cristalinos, que son un vínculo indisoluble con aquella tierra. Algunas de ellas, de singulares formas, Ilustran estas palabras prelimi nares, e igualmente otra muestra geológica que, adoSolda a una pequeúa placa de mármol, recuerda una pila de agua bendi ta, y qu e hemos querido figure como colofón de esta obra.
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Escnbiendo este tr.lb.1JO he vucl to.1record.u la cordialidad de sus gentes, el olor del campo, el silencio de la noche, el sonido acomp.1s.1do de la c.1l11pana Ilam.lIldo a misa el domingo, o su toque .1presur.1do cuando llamaba a rebato alertando de un fuego que abrasaba el monte, el olor .1 p.1sto húmedo, .1 leli.1 quemada, el sabor dulce de las avellanas, el estruendo de los arroyos .11 precipitarse por los barrancos, el zumbido de las abejas aleteando junto J las fuentes, d C.1I1to de los pájaros, el sabo r de las manzanas verdes, el despertar de las culebras al levantar una láb:ma, sorprender una lagartija millletizada sobre una piedra, llenar un cántaro de agua bajo 1.1lllirad.l cauta de las ranas, el gusto de la mantequ illa recién hecha sobre una rebanada de pan de centeno, el pi cor de las ortigas, d mugir dd ganado, el sonar de las esquilas, el chancletear de las m.1dreiias, el inútil intento de ordeJi;lr las c.lbras, el ladrido de los perros, enfrentar el mi edo at ravesand o el p.ueblo de noche dibujando con la linterru sombras misteriosas, y en algunas ocasiones, oír ya anochecido el grUli.ido de una manada de lobos pasa ndo bajo la ventana. Este libro tiene como soporte grafico parte de I.t colección de fotografías de Isi doro Gonz.i!ez y su fami lia, así como algunas f.lcilit.ldas por vecinos de Valporqucro, particularmente la f.unilia Candanedo, Manija, Beatriz y Benigno, Salvador y Amancio Díez, Melchor e Ita y los espeólogos Manuel Riesco y Manuel Martín Solé. Todas las imágenes est;ín en blanco y negro y fueron hechas el pasado siglo por aficionados con los med ios precarios de la época. Otras de princi pios del siglo XX pertenecen al fotógrafo Vinocio. Esas fotografías nos permi ten conocer algunos aspectos de la vida en un pequel'lo pueblo del norte de León hace casi cien alios. Son testimonios de un momento preciso de su historia, mCllloria grtlfica de un instan te congelado en el tiempo. Forman parte del patrimonio cultural de aquellas gen tes. Testigos oculares y registro informativo, social, e histórico de la vida de Val porquero.
Ama/¡ GOlluílez
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, dentro de grandes baliles de l1udera forrados de cuero para protegerlos de [.¡ humedad, todos esos tesoros así como el aju,lr (Imili.lr. O!ledaban muebles antiguos y algunos recuerdos sacros del tío José de indudable c~lli(lJd artístic,\. COllserv.11l10S unJ talla en Iluder:t de un Cristo ensangrentado de nl.lgniflca factura frt'nle .11 clue rezaba el cura todas l.ts noches y recordamos un pequeflo y curioso arlll.lrito con Ull espejo giratorio quc élUliliz.lba para ateitarse. En el ROI11.1llcero General de León de 1899-1989, public,ldo por l,¡ Fundación Ramón Menéndez Pidal y 1;1 Diput,lCión Provincial de León sobre tradiciones orales !eones,ls y su recopil.lCión de rOI11,II1(eS y cuentos dI.' tradición or;ll, encontramos noticias directas de Diego Gonzálcz y su e~poSJ Mari.l. En la recuper,lción de eS,lS tradiciones or.\les fu e decisivJ ].¡ labor de los colectores que salvaro n de! olvido, localizando y recogiendo directamente de los recitadores la tradición or.li de las distintas !oc.llicbdes. Ellos los transcribieron y enviaron para su rL'copibción y catalogación. En aquellos pueblos se había 111.lIltenido viva la tradición romancer.1 que se remonta a v;uios siglos, yque había pasado de gc'ncración en generación manteniendo la cul tura popular de sus antepasados. El m.lestro Diego González fue uno de aquellos colecton.'s instruido por el propio Menéndez Pidal para la re,lliz.1ción de eS.1 larea. El contaba;¡ sus hijos .lquella Jntigu.l relación con el filólogo. Hay IltllllerOSas versiones de rOm,IIlCeS localizados en Val porquero por Diego González, que recogió muchos de ellos directamente de parientes suyos. En alguno identificJ a la recitadora, Maria González Canscco, como su seliora. La tradldón filmi]¡ar y el gusto por esta lorm.1 de poesía la encontramos I,unbién en las hermJllJs de Maria y en otros f.lIni li.lres muy próximos, Agust ina González Canseco y Viccnl.l González, Enrique González, Isidoro Fernández, Antonia González, Rosal ía Fern.indez y Agustina Gonzálcz CIIlSCCO, entre otras. Ll tradición continuó y !legó 11.lSI,1 J.¡ hij.\ de Diego, Gu.Kblupe, llue i..'ra unJ. conocedor.1 excepcional de ese tipo de pocsí.lo Podí.! recitar de memoria muchísimos romances que no solo declamaba sino que también los cant.ilxl y tral.lba de tr.lI1smitirsclos en los alias de nÍlicz a la ,Iutora, siguiendo el modo como ella los habí,l.1prendido de boca dt' sus padres, abuelos y convecinos, Diego GOllúle'lcnvió para su recopi].¡ción y c;¡t:llogación en 19 17 numerosos recitaciones L'saitas a mal1~ como sc indic.1 cn el mencionado estudio. Algunos de los que se recuperaron en aquella zon.1 fueron conserv.ldo~ graci.ls.1 la Illt'l1loriJ. de Maria Gonz:ílez, esposa de Diego y sus f.1mili.lres más directos. De esos romances, ll1uchos se c.lIlt.lban, .\Unque en su m.lyor partl' solo enviaban la letra, porque los medios de entonces no pcnnitían incluir la composición musical.
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Recordamos algunos de esos rOIl1J.nccs que no solo conocía y recitaba la t:1I11il ia Gonz.ilez sino que ,aban parte dcl.lCervo cultural del pueblo de Valporquero y también eran conocidos por sus l1.lbitalltc~ ~ los rnantuvieron vivos hasta que se produjo la di.ispora de sus vecinos. Hoy probablell1ente casi nadie recuerda. - 33-
GERlNELDO y LA CONDES ITA
Mes de Mayo, ",es de III(1)'O, (I/audo fas }lCrtcs cafores, (l/alldo los loriles bl'llllall, los mballos corredores, C!/{lJ/(lo los emllllO/udos go::abmr de sus amores. Il'Ístccrlo de mí, metido en estas prISIones, sin sabcr Cllillldo e5 de día, y 1I1C110S Cl/mulo es de lIoe/re. Si IJO es por fa tortolita, quc c{l/rla/m por los 1II0lltes. )'0
Mes de //layo, //les de II/ayo, (I/m,do Gcrmeldo iba, a dar agua a sus caballos, a las eorrimtes de/111m; ",ielltras los caballos I,elml, Gerilleldo edra WI cal/tm: La romera qllt' le eSCl/c¡'a, IlIego le empezó a flalllari Gerineldo, Germeldo, paje del rey lIIás querido, sifueras nco elllwciellda C0/l10 eres gafán pulido, dicllOsi/a de la dama, que se ((lsaril con/igoj COIllO soy vI/estro criado, seljora burláis CO/lllIIgo. No lile burlo Gerillcfdo, que de veras tt' fo digo.
Si lile lo dt'cís ae veras a que hora he de ir al castillo? A las diez se aCl/esta el rey, ya las ""ce está dOn/udo ya/as doce es la OcaS/Óll ellmldo cmlta el gallo pío. A eso de la media lIoche, el rey /ll/s/le/l0 Iw tolido que le duermeHcon/a illfan /a, que le arroball el (astillo. ·34·
- - -- 'le.S