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Ciencia en su PC ISSN: 1027-2887 [email protected] Centro de Información y Gestión Tecnológica de Santiago de Cuba Cuba

Reyes Cardero, Juan Manuel INVESTIGACIONES SOBRE LAS PROPIEDADES RURALES DE LA FAMILIA MACEO GRAJALES EN MAJAGUABO Ciencia en su PC, núm. 1, 2009, pp. 28-39 Centro de Información y Gestión Tecnológica de Santiago de Cuba Santiago de Cuba, Cuba

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=181321570003

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INVESTIGACIONES SOBRE LAS PROPIEDADES RURALES DE LA FAMILIA MACEO GRAJALES EN MAJAGUABO Autor: MSc. Juan Manuel Reyes Cardero Jefe de Departamento e Investigador de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba [email protected]

RESUMEN En este trabajo se dan a conocer los resultados de las investigaciones realizadas desde el punto de vista arqueológico y documental, en torno a las propiedades rústicas que poseía la familia Maceo y Grajales, en la zona de Majaguabo, que pertenece actualmente al municipio de San Luis, Santiago de Cuba. Se reseñan las labores excavatorias efectuadas y los resultados obtenidos a partir de ellas. En específico, la determinación de la filiación colonial de los objetos encontrados en la finca y las tareas de excavación realizadas en función de determinar el área habitacional de la familia. Se realizaron, además, investigaciones orales y documentales que permitieron erradicar imprecisiones históricas relativas a la ubicación de otras propiedades rústicas. A estas se les situó en tiempo, espacio y extensión para arrojar más luz sobre la etapa de convivencia de los héroes en aquellos parajes. Palabras clave: Maceo, propiedades, arqueología. ABSTRACT In this work they are given to know the results of the investigations carried out from the archaeological and documental points, around the rustic properties that it possessed the family Maceo and Grajales, in the area of Majaguabo that belongs at the moment to the municipality of San Luis, Santiago de Cuba. The works made excavations and the results are pointed out obtained starting from them. In specific, the determination of the colonial filiations of the objects found in the property and the excavation tasks carried out in function of determining the residence area of the family. They were also carried out oral and documental investigations that allowed eradicating relative historical mistakes to the location of other rustic properties. These ownerships were located in time, space and extension to throw more light on the stage of the heroes' coexistence in those places. Key words: Maceo, properties, archaeology

INTRODUCCIÓN

La zona de Majaguabo, situada al nororiente de la ciudad oriental cubana de San Luis, se ha considerado a través de la historia la cuna de la familia Maceo Grajales.

Crédito

a

esa

afirmación

la

dan

historiadores,

biógrafos,

contemporáneos y familiares de la venerable familia. El patriota Fermín Valdés Domínguez escribió en plena guerra de 1895, cuando pernoctaba en la referida zona, que “[…] aquí nacieron y se criaron los Maceos en estos zapotales, ya no queda ninguna casa en pie […]”1 Con posterioridad, Eusebio Hernández, otro luchador por la independencia cubana, muy cercano al quehacer de Antonio Maceo, notificó que la familia poseía la finca Majaguabo en la Curía de nueve caballerías, dedicadas al cultivo de frutos menores y al tabaco, que además poseía una casa de mampostería, varias casas de tabaco, depósito para viandas y otros usos2. En el propio libro de Hernández existe una acotación a pie de página en la que se afirma que, según Gonzalo Cabrales, el padre de los Maceos tenía tres fincas: La Esperanza, La Delicia y Majaguabo3. Otras fuentes bibliográficas repiten más o menos esos argumentos, con la singularidad de que en ocasiones se habla de dos fincas en Majaguabo, una de nueve caballerías, denominada la Delicia y otra conocida como La Esperanza, en la cual vivieron previo a la insurrección de 1868 Antonio Maceo y María Cabrales. El historiador José Luciano Franco es el primero que hace esas declaraciones,4 basándose también en lo descrito por María Cabrales en carta enviada desde San José Costa Rica, el 6 de Mayo de 1897 a Francisco de Paula Coronado. Al referirse a los sucesos ocurridos en vísperas de la insurrección y centrando la atención en Marcos Maceo, progenitor, diría la heroína: [...]Él tenía otra finca llamada La Esperanza. Esta finca estaba al resguardo del camino y por consiguiente, a salvo de la mirada de los transeúntes y delatores. En esta vivíamos Antonio y yo y para hacer ellos sus preparativos revolucionarios, sin ser vistos de la misma familia, dispuso él que yo me pasara donde la madre, que estaba en la otra finca llamada Granada y que después se conoce como La Delicia[...]5 Para nuestro pesar, María Cabrales no define con exactitud los lugares donde estaban enclavadas las propiedades, pero posteriormente las mismas

son

reconocidas al darse a conocer por los investigadores Nidia Sarabia y Abelardo Padrón, la compra por Marcos Maceo de tres parcelas de tierra en el año 1852, cuyo cómputo general era de cuatro caballerías6. No se destaca en esas investigaciones la filiación de dichas parcelas respecto a La Delicia y La Esperanza, solo es referido por Padrón que José Maceo había nacido en La Delicia, cuartón de Majaguabo, en donde también habían nacido Antonio y María Valdomera, y que la niñez de José transcurriría en las tres propiedades compradas en 18527. La historiadora santiaguera Olga Portuondo establece por primera vez que estas últimas posesiones corresponden a la finca La Esperanza y nos lleva, en los últimos tiempos, a pesar de algunos desaciertos en cuanto a definición de los bienes rústicos dentro de la división político administrativa de entonces, en el análisis temporo espacial de los mismos. Destaca, además, la existencia de otra finca propiedad de Marcos, nombrada el Desengaño, según el padrón de fincas rústicas de 1866-1868 y da a conocer nuevas propiedades, pertenecientes a otros miembros de la familia8. Excavación arqueológica en territorio reconocido como la finca de los Maceo (zona de Majaguabo) Los presupuestos teóricos anteriormente señalados nos daban, lógicamente, la certeza de la existencia de la finca de los Maceo Grajales en Majaguabo, a donde se nos había comisionado para realizar una excavación arqueológica que obtuviera evidencias necesarias para el tributo a esos héroes, con la fundación de una pequeña sala museo; sin embargo, desde el punto de vista práctico y espacial, se hacía necesario algún tipo de información que arrojara luz sobre la localización aproximada o cierta de la propiedad y de los extintos bienes inmuebles. Solo se tenía como asidero los criterios de Pedro López, actual dueño del espacio donde se encuentra un horcón que se considera una impronta de la casa de los Maceo Grajales. Este morador, en 1939, fungió como testigo de la Delegación de veteranos de la guerra de independencia de San Luis, para avalar el nacimiento de Antonio Maceo en Majaguabo, este testimonio lo dio ante el gobernador de Oriente Angel Pérez André. El testigo también declaró los límites de la finca, según relatos que oyera de su padre, que había servido a las órdenes del general Antonio Maceo: “Que la situación de los linderos de la

citada finca son los siguientes: “Por el norte, con la finca de Hipólito Hechavarría; por el sur, con otra de Serapio Rodríguez, y por el este y oeste, con terrenos de la compañía azucarera Santa Ana.”9 Se agrega, además, en una nota que la finca tenía 9 caballerías. En función de paliar, en alguna medida, esa escasez de datos históricos se dispuso la realización de entrevistas a diferentes personas de la localidad, incluidos algunos individuos emparentados con la tribu heroica10. Se obtuvo, a partir de las indagaciones, un panorama confuso: de las once personas encuestadas, algunas como Pedro López y Rafael Rizo, nietos de Baldomera Maceo, refirieron que la finca en la actualidad estaba dividida en posesiones de diferentes propietarios y que otrora tuvo algo más de una caballería, cuando pertenecía a Pedro Rizo, padre de Rafael11. Para colmo de males, el entrevistado antes mencionado y Luz María Soto Salcedo, nieta de Lucila Rizo Maceo, testimoniaron que la casa de la familia mambisa no se encontraba situada donde ahora se aprecia el aludido horcón, sino en posición

un área más al sureste, a unos cien metros del sitio anterior, en más

elevada.

Según

ellos,

ese

espacio

fue

reconocido

tradicionalmente por el bosque, en virtud de la plantación de diferentes árboles frutales12. Es justo reconocer que la investigadora sanluisera Cira Vaillant había realizado también averiguaciones al respecto, e incluso nos mostró una fotografía con la imagen de una tarja expuesta por los veteranos de la guerra de independencia durante 1945, al cumplirse el centenario del natalicio del lugar teniente general Antonio Maceo Grajales, precisamente en el área donde está la actual escuela de la localidad y cuyo perímetro se sitúa en el “bosque”. Las excavaciones arqueológicas Con los anteriores inconvenientes, pero con la viabilidad reportada por el peso de los demás datos históricos, se decidió realizar las excavaciones arqueológicas, con la alternativa de profundizar en las dos áreas señaladas: área No 1, donde se encontraba el supuesto horcón de la casa de los Maceos Grajales y área No 2, lugar conocido por el “Bosque”13. Descripción del área arqueológica No 1 El área donde, según testimonios de Pedro López, estuvo la casa de los Maceo Grajales fue insertada arqueológicamente dentro de un perímetro aproximado

de 50 m2, en el que se destacan numerosos árboles frutales como guayabas, naranjas, plátanos y nuestra insigne Palma Real. Se situaba el epicentro de la excavación en dirección centro oeste, en donde se hacen visibles el horcón y un obelisco que recuerda a los patriotas la casa de Pedro López, situada a escasos metros de los referidos puntos, hacia el sureste. Exploración y excavación del área No 1 De acuerdo con la panorámica presentada, se decidió realizar exploraciones y algunos sondeos excavatorios, que rápidamente nos indujeron, de acuerdo con la aparición de loza fragmentada, a desarrollar pozos excavatorios de 1m x 1m y una trinchera de 2 m x 1m. Estos trazados obedecían fundamentalmente a la búsqueda de estructuras paralelas o consecutivas respecto al horcón, ya que según Pedro López existieron, de forma equidistante, y distribuidos a razón de cuatro filas, otros quince postes de madera que servían de base a la extinta casa. Otra microzona a excavar la constituía el área que estaba contigua a la casa del propietario de la finca, en su porción sur. La excavación se estructuró, siguiendo las direcciones sur, este y oeste, a partir del referido poste. Un resumen de los pozos excavados, nominados como No 1, No 3, No 4 y No 5 notificó la aparición de escasas evidencias, exhumadas dentro de una estratigrafía extendida hasta los 40 cm y que se presentaban a partir de los 20 cm. Lo más importante a destacar es que en el pozo No 1 se encontraron dos fragmentos de loza en el nivel 0.20 cm y que en el nivel 0.10-0.20 del pozo 4 fueron hallados dos restos de caneca, además de un clavo de época colonial. Área arqueológica No 2 “El Bosque” Está enclavada en medio de una elevación o promontorio cercano a donde se halla actualmente la escuela primaria de la localidad, dicha pendiente desciende suavemente hacia una llanura en la que se sitúa, una vez recorrido aproximadamente unos 500 metros al oeste, la casa de Pedro López y el área arqueológica anteriormente trabajada. En la zona en cuestión existía un pequeño bosquecito, donde se hacían visibles árboles frutales, entre los que predominaban mangos, aguacates, cocoteros, etc., y ya en zona más llana abundaban plantaciones de maíz y caña. El sitio, al igual que el anterior, ha sido sometido a la antropización durante años, no solo por la roturación, sino además por las construcciones de tres

escuelas, como consecuencia de esto, han aflorado, según los campesinos, infinidad de lozas y otros materiales cerámicos. Las faenas arqueológicas en esta área tampoco fueron muy alentadoras. El resultado de las excavaciones en cinco pozos practicados denotaron gran esterilidad arqueológica, solo los estratos se diferenciaban de los del área No 1 pues en esta zona la capa vegetal era más extensa. Estas circunstancias conllevaron a centrar los mayores esfuerzos en la recopilación de material superficial,

que

fue

obtenido

en

apreciable

cantidad;

los

restos

encontradoscorrespondían, según su hechura, a técnicas de confección y decoración de diferentes momentos cronológicos. Resultado del análisis de los materiales colectados De acuerdo con la clasificación realizada de los materiales desde el punto de vista tipológico y cronológico, hasta donde fue posible, según áreas arqueológicas de referencia, se llegó a las siguientes determinaciones: -Todo el material fue clasificado tipológicamente. La cantidad de restos era en general de 46, distribuidos en: 38 de cerámica, fundamentalmente porcelana, semiporcelana, whilow; dos fragmentos de ladrillos, tres de vidrios y otros cinco metálicos. -La mayor parte fue difícil de clasificar por épocas, por no encontrarse en estratos, ni asociada a contextos determinados, además de no hallarse objetos completos que definieran un estilo epocal. Ejemplo: la mayoría de los restos procesados corresponden a la recogida de superficie. De estos, pertenecen al área de la escuela los consignados en el análisis de los materiales con los números 3, 4, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13,14, además de los numerados 1y 2, correspondientes al pozo 2 del área arqueológica No 1. -Los aproximados cronológicos dados a los objetos en su clasificación tipológica trascienden diferentes épocas, comenzando por la etapa anterior a la convivencia de los Maceo Grajales en la zona, y con trascendencia hasta el siglo XX. Ejemplo: ver Trinchera No 1, sección Norte, pieza No 6; Pozo No 2, superficie, piezas 2, 5 y 6. También Área No 2, superficie, piezas numeradas como 1 y 2. -Aparecen restos del siglo XIX, en su fase más tardía. Ejemplo, en el área No 2 se muestra la semiporcelana “white stone ware”, clasificada con el No 6.

-En casi todas las secciones practicadas emerge mezclado material colonial y contemporáneo. Ejemplo área No 1, superficie. Además, en la trinchera No 1, sección sur. -En las dos áreas arqueológicas fueron encontrados restos representativos de la

etapa

colonial

decimonónica

o

algo

anterior.

Son

escasos

los

correspondientes a una determinada estratigrafía, han aparecido solo en el área No 1, casi siempre en los niveles de arriba, que presentan alto grado de alteración y de ahí su poca confiabilidad. En la reconocida como área No 2 todos esos restos son de superficie. Ejemplos que ilustran: Área No 1 - Subárea: detrás de la casa de Pedro López, veinte metros al suroeste del área donde se supone estuvo la casa de la familia mambisa. Superficie: a) clavo de punta cuadrada (1820 en adelante) b) fragmento de caneca (stone ware). Fines del siglo XVIII y principios del XIX. - Subárea que se encuentra cerca de la casa de Pedro López (obelisco) -Subárea: Trinchera No 1. Sección norte. Nivel 0.00 cm. – 0.10 cm. a) fragmento de cuello de botija (estilo transicional de medio a tardío), 1780 en adelante. Sección sur (más cercano al obelisco). Nivel 0.00 cm – 0.10 cm a) fragmento de caneca (stone ware). Fines del siglo XVIII y principios del XIX. - Subárea. Sur de la casa de Pedro López. Pozo No 2. Nivel 0.00 cm – 0.10 cm. a) clavos de cabeza plana 1780 – 1820. b) Semiporcelana whilow. motivo de sance. Principios del siglo XIX. c) Fragmento de plato, borde de concha. 1780 en adelante. d) Semiporcelana pearl ware. Fines del siglo XVIII en adelante. Área No 2 “EL Bosque” a) semiporcelana cream ware (decoración por calcomanía). 1780 en adelante. b) Semiporcelana borde de concha, azul y verde. c) Fragmento de borde de plato. Semiporcelana pearl ware, decorada (shell Edge). Fines del siglo XVIII (1780) hasta mediados del siglo XIX.

d) Whilow, motivo de sance. Finales del siglo XVIII, principios del siglo XIX. Consideraciones sobre el trabajo arqueológico Las evidencias obtenidas, aunque no permitieron reconocer una convivencia cíclica y perenne en el lugar, solamente obtenible por seguimiento estratigráfico, sí hicieron patente que por aquella zona hubo presencia humana desde finales del siglo XVIII y que la misma se extendió hasta las dos centurias siguientes. Todo ello ligado a las referencias históricas que hasta entonces se tenían. Para definir con claridad que se trataba de la casa familiar de los Maceo Grajales, se hacía necesario encontrar restos de estructuras o, por lo menos, improntas dejadas por estas. Nunca fueron percibidas

las huellas de los

restantes postes de madera que según el propietario de la finca existieron y que de acuerdo con documentos de archivos, manejados por Abelardo Padrón, debieron ser horcones de Cagüeyran14, tampoco se observó algún tipo de basamento que demostrara la existencia de una casa de mampostería, como señalaron Eusebio Hernández y José Luciano Franco. Por otro lado, el hecho de encontrarse material trasegado por todas las áreas y subáreas excavatorias, dejó la duda sobre dónde realmente estuvo la morada, ¿en la zona donde está el obelisco o en el bosque? Nuevas investigaciones documentales Las incógnitas planteadas, que relacionadas, por supuesto, con los límites imprecisos que se dan actualmente a la extinta propiedad familiar, llevaron a la búsqueda de archivo con el objetivo central de seguir, a través de diferentes décadas, a los dueños o propietarios de las diferentes posesiones rurales de la localidad. La lectura de protocolos notariales y de padrones de fincas rústicas, pertenecientes a las décadas que transcurren del 40 al 90 del siglo XIX, posibilitaron dejar organizada la colindancia entre vecinos circunscritos a una zona situada en los límites entre los partidos de Guaninicum LLeonard y Maroto, antes del año 1855 y entre los de Enramadas y Jutinicú con posterioridad a esa fecha15. A ello contribuyó también la revisión de las anotadurías de hipoteca que dieron la posibilidad de encontrar una nueva finca de Marcos Maceo. Se trata de una vega de tres caballerías, que Juan Abad Sánchez decide comprar en octubre de 1859 a Francisco de Dios Granado, por el precio de 1

064 pesos. El primero se obliga a pagar la cantidad adeudada en el término de un año, para garantizar el pago dejó hipotecada la vega. Como Abad Sánchez no pudo pagar la finca, Francisco de Dios Granado, que la tenía hipotecada a su favor, la remató, luego la compró Marcos Maceo, quien lo hace por el valor de 1 296 escudos (equivalente a 640 pesos) el 30 de septiembre de 1865, a pagar en el plazo de los dos años siguientes, con la condición de dejar hipotecada dicha vega16. Esta finca terminada de pagar por Marcos Maceo en septiembre de 1865, según consta en el citado documento, quedaba situada muy cerca, algo más al norte de las cuatro caballerías compradas en 1852 y que sin dudas constituyen la finca La Esperanza. La previa localización planimétrica realizada, de acuerdos con los accidentes geográficos referenciados en los documentos, así como a los deslindes seguidos, destacan a esta última propiedad dentro de una zona próxima al río Majaguabo, en su confluencia con el arroyo Curia, situado algo más al noreste. De esta forma quedan ubicadas dos propiedades en Majaguabo, una de cuatro caballerías, La Esperanza; y otra de tres caballerías y media, La Granada. La sumatoria de ambas da una cantidad de siete caballerías y media, lo cual coincide con la misma cantidad definida por Magín Rizo, esposo de Baldomera Maceo, cuando testifica en la declaratoria de herederos. Ello, a su vez, desmiente la existencia de una finca de nueve caballerías en Majaguabo, como afirman varios autores. Las tierras compradas en 1865 son las que quedaron en posesión de los Rizo Maceo, según la repartición familiar realizada de acuerdo a la referida declaratoria, promovida entre los años 1904 y 1906 por Tomás Maceo Grajales17. Su ubicación más al norte, le da una mayor proximidad al camino de Bucuey o de Mayarí, que actualmente pasa bordeando la finca de Pedro López, en su parte también septentrional. De acuerdo con investigaciones realizadas por Cira Vaillant, la historiadora de San Luis, Rosa Rizo Maceo, autorizó a su hermano Pedro Rizo Maceo, mediante documento avalado por el notario Dr. Ernesto Larrea y García y fechado el 10 de noviembre de 1928, a otorgar a los señores José, Ricardo, Pedro y Pablo López un lote de tierra que tenía una extensión de un caró y medio de tierra18.

En parte de estos terrenos es donde hoy se dignifica a través de un obelisco la cuna familiar, es decir, la finca La Delicia o Granada. Salvo lo acertado de su denominación, que parece devenir de su antiguo dueño, Juan de Dios Granado, recurso muy utilizado en la época, no es correcto presentar a esta propiedad como aquella en la que nacieron y se criaron la mayoría de los Maceo, sino que, como se ha señalado, fue obtenida en vísperas de la contienda del 68; precisamente de allí partió la tribu heroica para unirse a la insurrección. Ella constituye la misma que a partir de su inserción en los padrones rústicos de 1866 se le denomina El Desengaño. La posesión originaria en aquella zona la constituye La Esperanza que, como se expresó antes, fue comprada por Marcos Maceo en 1852 y aparece refrendada en un censo rústico de 1861 como La Isabelita19, de esta filiación no se tienen dudas porque en uno y otro caso aparecen registrados los mismos vecinos, además de que coinciden la misma cantidad de caballerías, o sea cuatro20. De lo apuntado se desprende que los hermanos Antonio, Baldomera, José y Rafael no nacieron en estas propiedades, aunque sí absorbieron toda la savia familiar dentro de ellas, allí convivieron, desde pequeños, la mayor parte de su vida. Quizás las primeras semillas de ese fecundo proceso germinal MarianaMarcos hayan visto la luz en una zona vinculada al Cristo o a San Rafael, cerca de San Luis. En el primer lugar, según la tradición oral, los padres de Mariana tenían fincas, ella incluso llegó a convivir allí durante un tiempo que excede al de su casamiento con Fructuoso Regüeiferos, también Olga Portuondo documentó la presencia de Marcos como labrador de Arroyo Chote.21 Por otra parte, la existencia de una propiedad de Mariana Grajales en San Rafael ha quedado destacada en los censos rurales de la segunda mitad del siglo XIX22. No se descarta tampoco la ciudad de Santiago de Cuba como posible lugar de nacimiento de Antonio Maceo. Actualmente no nos quedan dudas de que la zona excavada en Majaguabo constituyó parte del patrimonio de los Maceo Grajales desde 1865 y de algunos de sus descendientes, los Rizo Maceo; pero faltarían otras intervenciones investigativas en el marco documental, incluido el planimétrico, para definir perimetralmente

la ubicación tanto de esta finca como de la otra, que se

considera cuna familiar en la zona. Solo así podrían planearse otras

incursiones arqueológicas que arrojen mejor luz acerca del entorno en que vivieron aquellos patriotas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1

Fermín Valdés Domínguez y Quintanó: Diario del soldado, T,2 p. 454 Eusebio Hernández: Maceo, dos conferencias históricas, pp. 32-33 3 Ibidem, p.33 4 José Luciano Franco: Antonio Maceo, apuntes para una historia de su vida, t. I, p. 28 5 Carta de María Cabrales a Francisco de Paula Coronado , en. Papeles de Maceo Tomo II, p. 74 6 Ver: Nidia Sarabia: Historia de una familia mambisa p. 70 (anexo 1), p.72 (anexo 2), p.73 Anexo 3); también el libro de Abelardo Padrón: El General José, apuntes biográficos, p.16-17. 7 Abelardo Padrón: Op cit, pp. 15-16 8 Ver los trabajo de Olga Portuondo en el trabajo” El padre de Antonio Maceo ¿Venezolano?” en Del Caribe No19, 1992 pp. 93-97; Marcos Maceo el santiaguero en” Visión múltiple de Antonio Maceo”. p. 19-37 y” Ascendencia paterna de Antonio Maceo” en Del Caribe No. 35, 2001 p. 88-94 9 Nidia Sarabia: Op cit, p.228 10 Esta actividad la desarrollamos junto al colega Jorge Ulloa, quien también nos acompañó en la recopilación de parte de la información bibliográfica, así como en tareas arqueológicas de diferentes órdenes (campo y laboratorio). 11 Entrevista realizada a Pedro López el 9 de octubre de 1994 en Majaguabo y entrevista realizada a Rafael Rizo Daussá el 15 de octubre de 1994 en San Luis. 12 Entrevista realizada a Rafael Rizo Daussá el 15 de octubre de 1994 en San Luis y entrevista realizada a Luz María Soto Salcedo el 9 de octubre de 1994 en Majaguabo. 13 Reproducimos aquí parte de los resultados del trabajo de campo que puede ser visto con más detalle en: Juan Manuel Reyes Cardero y Jorge Ulloa Hung; ”Investigaciones Arqueológicas en la finca de los Maceo en Majaguabo. (Inédito) .Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. 1995. Debemos hacer constar aquí que los materiales exhumados fueron llevados al centro de antropología en La Habana donde se nos auxilió para su identificación cronológica. 14 Abelardo Padrón: Op cit, p.130. aquí se afirma que la casa donde nació y vivió José Maceo, era además de guano, forrada en cedro, alta en pilotaje. 15 Una explicación pormenorizada de los límites, deslindes de los partidos y fincas pueden verse en: Juan Manuel Reyes: “Consideraciones en torno a las propiedades rústicas de la familia Maceo Grajales” en Aproximación a los Maceo, pp. 316-320. 16 Ibidem, p. 318-319, apud AHPSC; Leg. 40 (1864- 1880). F. 48v-49. 17 Juzgado de primera instancia de Santiago de Cuba, Juzgado No 241, escribanía 280: Declaración de herederos y cuenta divisoria de los esposos Marcos Maceo y Mariana Grajales Cuello. Escribanía de Emilio Puente, octubre 6 de 1906. Promovido por Tomás Maceo Grajales. (agradecemos la colaboración prestada para la lectura de este documento a la MS.c Yamila Vilorio del Centro de Estudios Maceístico). 18 El documento en cuestión fue enseñado por Rafael Rizo, hijo de Pedro Rizo a Cira Vaillant y esta investigadora lo plasmó en su trabajo inédito: “Propiedades rústicas de los Maceo Grajales”p.6- 7. Al mismo tuvimos acceso a través de la licenciada Dagmaris Torres del Centro de Estudio Maceístico. 19 ANC, Gobierno General, Leg. 343 No 16546, año 1861. ¨Padrón de fincas rústicas rectificado en 1861. 20 Nosotros en el Archivo Nacional revisamos un padrón rústico de 1845, año en que nace Antonio Maceo y en ese documento que registra toda la zona de Guaninicum 2

lleonard, incluye a Majaguabo, no aparece ningún miembro de la familia, sí son apreciables los nombres de algunos de los que posteriormente serán vecinos de Marcos Maceo.Ver: ANC, Gobierno Superior Civil, Leg. 1673, No 83632. Estado de las fincas rústicas jurisdicción de Cuba, año 1845. 21 Olga Portuondo: Ascendencia paterna de Antonio Maceo” en Del Caribe No35 ,2001 p. 92 22 Juan Manuel Reyes: “Consideraciones en torno a las propiedades rústicas de la familia Maceo Grajales” en Aproximación a los Maceo, pp. 323-325.

BIBLIOGRAFÍA Cabrales, María (1947): “Carta a Francisco de Paula Coronado”, en Papeles de maceo Ed. del centenario del nacimiento del Mayor General Antonio Maceo y Grajales, Academia de la Historia de Cuba, La Habana, t. 2, p. 74. Colectivo de autores (2005): Aproximación a los Maceo. Compilado por Olga Portuondo, Israel Escalona y Manuel Fernández Carcassés. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, pp. 323-325 Franco, José Luciano (1973): Antonio Maceo, apuntes para una historia de su vida, 3t., Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, t.1, p. 28. Hernández; Eusebio (1968): Maceo, dos conferencias históricas, Instituto cubano del libro, La Habana, pp. 32-33. Padrón Valdés, Abelardo (1985): El general José. Apuntes biográficos, Ed. De Ciencias Sociales, La Habana, pp.16-17. Portuondo, Olga (1992): “El padre de Antonio Maceo ¿Venezolano?”, en Del Caribe, No 19, Santiago de Cuba, pp. 93-97. --------------------- (1999): “Marcos Maceo el santiaguero”, en Visión Múltiple de Antonio Maceo, Ed. Oriente, Santiago de Cuba, pp. 19-37. ---------------------( 2001): “Ascendencia paterna de Antonio Maceo”, en Del Caribe, No 35, Santiago de Cuba, pp. 88-94. Reyes, Juan Manuel ( 2005): “Consideraciones en torno a las propiedades rústica de la familia Maceo Grajales”, en Aproximaciones a los Maceo, Compilado por Olga Portuondo, Israel Escalona y Manuel Fernández Carcassés. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, pp. 323-325 Sarabia, Nidia (1975): Historia de una familia mambisa: Mariana Grajales, Ed. Orbe, La Habana, pp. 70-73. Valdés Domínguez, Fermín (1972): Diario del soldado, transcripción y revisión de Hirán Dupótey Fideaux, Centro de Información Científico Técnica de la Universidad de la Habana, La Habana, t. 2, p. 454.

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