Comentario de textos literarios

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Comentario de textos literarios Incluyo a continuación una serie de muestras de comentarios de textos literarios muy representativos de la historia de la Literatura española. Se trata, por supuesto, de obras y autores que forman parte obligatoria e indispensable del programa de Lengua castellana y Literatura, bien para primero de Bachillerato, bien para segundo. La mayor parte de ellos habrán sido realizados previamente en clase, de modo que las pautas que rigen su desarrollo ya os resultarán familiares. Aquí se ofrece un desarrollo más amplio y sistemático de los mismos. Comencemos, pues, con el Romance del prisionero.

Romance del prisionero Localización del texto y caracterización general.Se trata de un romance juglaresco, el tipo de romances que, dentro del inmenso conjunto de poemas que forman el Romancero Viejo (siglos XIV, XV y primer tercio del siglo XVI) no proceden de ningún cantar de gesta, sino que son obra de ficción, independiente de fuentes previas. Es, por supuesto, como todo el viejo romancero, un poema de autor anónimo y constituye por su intenso dramatismo una de las joyas indiscutibles de este género épicolírico, creación absolutamente original de la literatura española a fines de la Edad Media. Genero literario y forma de expresión.En cuanto al subgénero literario, se trata en este caso de un romance de carácter lírico: en él, los sentimientos y las emociones tienen mucho más peso poético que el relato de hechos o acontecimientos. La forma de expresión predominante es la narrativa, pero la intensidad expresiva del narrador-protagonista al señalar el carácter singular y único de su situación y el dramatismo de los últimos versos le dan a toda la composición un sello más lírico que narrativo. Tema y tono sentimental.Contraste entre la sensación de vida y alegría del mundo exterior y la desesperación del prisionero al que le arrebatan su único y mínimo contacto con aquél. En cierto modo, el tema presenta una cierta originalidad dado que utiliza los elementos del locus amoenus (flores, pájaros…) y los tópicos del mes de mayo para resaltar no la alegría y la felicidad, sino la tristeza y la soledad del hombre El tono es de amargura, de verdadera desesperación, el llanto amargo de la soledad más absoluta. Estructura externa.Se trata, por supuesto de un romance (el género dio nombre a la estrofa): una serie indeterminada de versos -16 en este poema- de arte menor (octosílabos). Los versos impares tienen una rima asonante o imperfecta, mientras que los impares quedan sueltos (en esquema: -a-a-a…). Nótese que todos los versos pares tienen en realidad 7 sílabas; sin embargo el hecho de ser agudos los convierte métricamente en octosílabos.

Estructura interna.-

El poema está formado por dos subnúcleos muy desiguales: los 14 primeros versos, en los que el prisionero evoca la alegre realidad del mundo exterior contrastando con su triste soledad; finalmente, los dos últimos, en que maldice a quien le quitó su único contacto con ese mundo. Dentro del primer núcleo, podemos observar dos subnúcleos: los 8 primeros versos: la alegría primaveral del mundo, que se manifiesta mediante cuatro elementos simbólicos; los 6 siguientes: la tristísimo realidad del prisionero que sólo dispone del consuelo de la avecilla. Actitud lírica.En general, los romances se definen como poemas épico-líricos, combinación de lo narrativo y lo intimista o sentimental. En este caso, la fuerza y dramatismo de los dos últimos versos, con el protagonista manifestando toda su rabia, convierten al poema entero en una verdadera canción lírica. Análisis de la expresión y del contenido.Observemos antes de pasar al análisis por núcleos que, desde el punto de vista de la selección léxica, hay un dominio absoluto de sustantivos sobre otras categorías gramaticales, y de sustantivos concretos. Se trata, en efecto, de un lenguaje sustantivo e inmediato, sin imágenes ni metáforas o palabras polisémicas. Lo cual en este poema no solo no es un defecto o imperfección, sino una cualidad poética indiscutible. Precisamente ahí reside la expresividad y la fuerza emotiva y afectiva de este romance. En los 8 primeros versos, el protagonista evoca, ya que no la puede ver, la gozosa y prometedora realidad del mes de mayo, palabra que enfáticamente repite en el primer verso. A continuación encadena en una estructura paralelistica las cuatro subordinadas temporales (cuando hace la calor, cuando los trigos encañan…, cuando canta la calandria…, cuando los enamorados...). El calor, el florecimiento de los campos, el canto de los pájaros, los juegos amorosos, todo constituye una invitación a gozar del simple hecho de vivir y ser libre. Obsérvese cómo la selección léxica escoge sustantivos con connotaciones muy positivas: mayo, calor, flor, calandria, ruiseñor, amor. En tremendo contraste, nos ofrece en los seis versos siguientes su propia situación, triste, cuitado (únicos adjetivos calificativos del poema), enajenado de toda esa vida y ese calor, encerrado en una mazmorra en que ni siquiera penetra la luz y sólo con el mínimo consuelo de la avecilla que canta al amanecer y que, al menos, le permite medir el paso del tiempo. Finalmente, los dos últimos versos, utilizando un recurso muy habitual en el Romancero, el del final abrupto, nos ofrecen sin transición alguna, lo que refuerza su brutal dramatismo, la incomunicación absoluta, la soledad ahora ya definitiva en que se ha quedado el infeliz prisionero, tras la muerte de la avecilla. Dios castigue al frívolo e insensible ballestero que la mató, concluye desesperado el protagonista. Conclusión.El poema es, en efecto, una auténtica joya del Romancero. Su dramatismo, la fuerza con que hace sentir la tragedia de ese ser humano aislado del mundo y de la vida, la emoción que sabe transmitir con elementos retóricos muy sencillos (repeticiones, anáforas, paralelismos, contrastes) lo convierten en una pequeña obra maestra de la poesía española. Pocas veces se nos transmite con tanta eficacia y patetismo ese grito de un ser humano condenado a la soledad y a la desesperación.

El Lazarillo de Tormes -Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas nunca medrará. Digo esto porque no me maravillaría alguno, viendo entrar en mi casa a tu mujer y salir de ella. Ella entra muy a tu honra y suya, y esto te lo prometo. Por tanto no mires a lo que puedan decir, sino a lo que te toca, digo a tu provecho. -Señor –le dije-, yo determiné de arrimarme a los buenos. Verdad es que algunos amigos me han dicho algo de eso, y aun por más de tres veces me han certificado que antes que conmigo casase había parido tres veces, hablando con reverencia de Vuestra Merced, porque esta ella delante. Entonces mi mujer echó juramentos sobre sí, que yo pensé la casa se hundiera con nosotros. Y después tomóse a llorar y a echar maldiciones sobre quien conmigo la había casado; en tal manera que quisiera ser muerto antes que se me hubiera soltado aquella palabra de la boca. Mas yo de un cabo y mi señor de otro, tanto le dijimos y otorgamos, que cesó su llanto, con juramento que le hice de nunca más en mi vida mentarle nada de aquello, y que yo holgaba y había por bien que ella entrase y saliese, de noche y de día, pues estaba bien seguro de su bondad. Y así quedamos todos tres bien conformes.

Localización del texto e introducción general.El texto es un fragmento del tratado séptimo y último de La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554), novela de autor anónimo* con la que nace el género picaresco. Es, prácticamente, el final de la novela. Un Lázaro ya adulto entra por fin en el tratamiento del caso, tal y como una persona de alta condición social (a la que suele dirigirse el protagonista reiteradamente con ese Vuestra Merced** del prólogo y de la primera frase de la novela) le había solicitado. El séptimo es un tratado muy breve. Después del trabajo con el capellán y la consecución de ciertos humildes logros materiales, Lázaro sirve a un alguacil, del que nada sabemos, salvo su peligrosa profesión, lo que lleva al pícaro a abandonarlo. En su nueva situación logra un oficio real, es decir, al servicio de la Administración local, como es el cargo de pregonero, del que se muestre muy orgulloso, a pesar del desprecio social que merecía tal profesión. En esas circunstancias, el arcipreste de San Salvador, cuyos vinos pregonaba Lázaro, casa a nuestro protagonista con una criada suya. Tras relatarle a Vuestra Merced los avatares más importantes de su vida, sus fortunas y adversidades, más de las segundas que de las primeras, y su relación con los numerosos amos que ha tenido, Lázaro se enfrenta ahora a la obligación de aclararle lo que hay de cierto en esos rumores que corren por Toledo y que lo involucran a él, a su esposa y al arcipreste. Se cierra así la carta iniciada en el prólogo, que da estructura a la novela, la cual, efectivamente, está concebida y organizada como una novela epistolar, género por otra parte, muy frecuente en el Renacimiento. La originalidad absoluta de esta novela es que sea un personaje de bajísima extracción social el protagonista. Género literario y forma de expresión.Aunque a Lázaro nunca se le llama pícaro ni en toda la novela aparece ni una sola vez esa palabra, la novela funda indudablemente, el género picaresco, que tendrá su más importante desarrollo dentro ya del siglo XVII, especialmente en las otras dos grandes muestras del género: El Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, y El Buscón, de Quevedo (narración autobiográfica del protagonista, hijo de padres sin honra, mozo de muchos amos, carácter antiheroico del pícaro, que carece de toda conciencia moral, y final deshonroso son algunos de sus rasgos más característicos, repetidos una y otra vez partiendo del modelo inicial). No obstante, la crítica ha insistido en el carácter absolutamente moderno de esta novela en el sentido de que Lázaro es moldeado por sus aventuras, le ocurren cosas y éstas lo van marcando, cada incidente deja su poso y condiciona su comportamiento posterior; en suma, se trata de una obra realista, la historia de un personaje contemporáneo a los lectores, un modesto pregonero, en este caso, descrita con verosimilitud, como una historia verídica en la que todos los episodios están articulados con absoluta coherencia para justificar la situación de indignidad en la que al final de la obra se encuentra el protagonista. Se trata, en ese sentido, de la primera novela moderna, precursora indiscutible del Quijote. En cuanto a la forma de expresión, si en el conjunto de la novela, es la narrativa la predominante, en este fragmento la forma dialogada ocupa los dos primeros párrafos, siendo el tercero totalmente narrativo.

Técnica literaria.Por supuesto, la novela se presenta en primera persona central (solo en el capítulo del buldero el narrador se convierte en un mero testigo), lo cual, como hemos visto, es el primer rasgo formal de las novelas picarescas. Es el yo protagonista, con fusión de visión, voz y

personaje, en que el propio narrador es el eje de la historia. En este tipo de novelas suele aparecer explícitamente un destinatario o receptor del discurso novelístico, el cual justifica la propia existencia del texto. Se trata del llamado narratario. Indudablemente, en este caso, ese o esa Vuestra Merced que ha obligado a Lázaro a redactar la carta. En este fragmento, el narrador en los dos primeros párrafos incluye dentro de su relato un diálogo entre él mismo y el arcipreste, pero la perspectiva narrativa, el punto de vista es siempre el del narrador-protagonista. Resumen del argumento.El arcipreste advierte a Lázaro de que no debe prestar oídos a las murmuraciones, sino a sus intereses. Lázaro responde que, a despecho de aquéllas, él está decidido a obtener el favor de “los buenos”. Por su parte, la mujer de Lázaro, al oír a su marido, comienza a gritar y a maldecir tan desaforadamente que al final el propio Lázaro y el arcipreste tienen que pedirle perdón y consolarla: podrá seguir haciendo lo que se le antoje. Tema y tono del texto.La aceptación definitiva por parte de Lázaro de su bochornosa situación, aun siendo muy consciente de la misma, convencido por las cínicas razones del arcipreste. El tono, más que irónico, es realmente sarcástico. Todo lo que hacen y dicen los personajes es una muestra de total hipocresía y desvergüenza. Y ellos, los tres, lo saben. Estructura.El texto se presenta dividido en tres núcleos, los tres párrafos de que se compone. En el primero, rechazando las murmuraciones sobre las entradas y salidas de la mujer de Lázaro, el arcipreste, con un cinismo absoluto, le dice que si quiere prosperar debe estar sordo y ciego ante los dichos de malas lenguas y que su honra está en su provecho. En el segundo, el pregonero se muestra dispuesto, como él dice, a arrimarse a los buenos, es decir a aquéllos de los que pueda obtener algún beneficio material, a pesar de conocer perfectamente el dilatado “currículum” de su mujer. En el tercero, ya totalmente narrativo, la mujer de Lázaro, tan hipócrita como los otros dos, realiza una verdadera interpretación teatral, fingiendo haber sido ofendida. Así que al ¿pobre? Lázaro no le queda más remedio que aceptar su situación y permitirle que siga haciendo lo que le parezca. Personajes.Lógicamente, en primer lugar el propio narrador-protagonista. Un Lázaro ya adulto y plenamente lúcido en cuanto a su situación de proxeneta de su mujer. Ha sido educado para el deshonor porque ha aprendido de sus amos una moral invertida que lleva a los hombres a perseguir su propio bienestar y su medro personal a costa de los demás y de su propia honra, hasta el punto de identificar ésta con provecho o utilidad. Es Lázaro no un tonto, sino un listo que parece tonto, que literalmente se hace el tonto para sobrevivir en un mundo egoísta, hipócrita y carente de dignidad. El ha determinado arrimarse a los “buenos”, ya se ve quiénes son los buenos para él, y es perfectamente consciente tanto de la catadura moral del arcipreste como del historial de su mujer. En cuanto al arcipreste, es, como el resto de los clérigos que aparecen en la novela, un buen ejemplo de esa inversión de valores, de falta absoluta de moral cristiana y de un cinismo verdaderamente indecoroso: olvídate de la honra y atiende a tu provecho, tal es la consigna desvergonzada, el mensaje que sin tapujo alguno le envía a Lázaro.

Finalmente, la mujer de Lázaro, sobre cuya conducta -anterior y posterior a su matrimoniopocas dudas quedan, muestra en este breve fragmento ese rasgo de carácter ya señalado – y en ella exagerado y teatral- que a las gentes humildes podía serles tan útil, la hipocresía. En definitiva, se trata de tres sinvergüenzas, movidos cada uno de ellos por intereses muy pragmáticos y egoístas, al margen de cualquier consideración sobre la honra o la dignidad. Análisis de la forma.El texto es una buena muestra de las cualidades formales y estilísticas que, entre otros valores ya señalados, se le atribuyen al Lazarillo y que le han permitido gozar del favor de los lectores y de la crítica desde el momento de su aparición: el recurso a la ironía de que hace gala el narrador, burlándose de la hipócrita conducta de los personajes, se materializa, no obstante, en un estilo llano, plenamente realista y hasta vulgar, por el que el propio narrador se disculpa en una ocasión. No olvidemos que se trata de un humilde pregonero: resulta muy realista, por tanto, que el estilo sea coherente con la condición del personaje. La comicidad es consecuencia, como tantas veces en esta obra maestra, de la distancia abismal entre lo que dicen, juran y perjuran los personajes como justificación de su conducta y lo que verdaderamente piensan y hacen. Conclusión.El fragmento es un magnífico ejemplo del carácter satírico del Lazarillo. Una España aparentemente muy religiosa en la que, sin embargo, no se vive la exigencia de la caridad: gentes pertenecientes a los estamentos más importantes de la sociedad de la época (sobre todo a la Iglesia) no solo no son un espejo de virtudes, sino que carecen de dignidad y observan una conducta verdaderamente anticristiana. En el sarcástico desenlace de la novela se ejemplifica el gran pecado de todos los personajes del Lazarillo, el de la inversión de valores: no hay verdadera moral cristiana y la vida carece de caridad y de virtud. Es ese fuerte anticlericalismo, siempre dentro del ambiguo sentido de la novela, lo que ha llevado a muchos críticos a pensar que su autor pueda ser un erasmista (como lo era el propio Alfonso de Valdés), que, entre otros motivos, quería denunciar la falsedad, hipocresía y materialismo de las gentes de Iglesia, su falta de verdadero espíritu cristiano.

*Recientemente la profesora Rosa Navarro ha aportado importantes razones para atribuirla al gran humanista Alfonso de Valdés. ** Razones gramaticales y estilísticas hacen pensar a la citada profesora que ese Vuestra Merced se refiere en realidad a una mujer.

GARCILASO DE LA VEGA Oh dulces prendas por mi mal halladas! Localización del texto y caracterización general.Es éste uno de los aproximadamente 40 sonetos que junto con las églogas, las elegías, las odas y las canciones forman parte de las obras completas de Garcilaso, publicadas por la viuda de su amigo Juan Boscán tras la muerte de éste. Concretamente es el soneto que lleva el número 10. Suele admitirse que su composición es posterior a la muerte de Isabel Freire, la dama portuguesa de la que se enamoró Garcilaso y que convirtió en referente principal de sus versos. Garcilaso de la Vega (1501-1536) es el más importante poeta renacentista español y uno de los más grandes de toda nuestra historia literaria. Fue el autor que adaptó definitivamente a nuestras letras las novedades temáticas y formales del Renacimiento italiano y principalmente de Petrarca (1304-1374). Una de ellas es precisamente el soneto. Tema y tono sentimental.Súplica del autor (a Dios, al destino, quizás a la propia Isabel) de ser liberado del dolor que le produce la contemplación de los tristes recuerdos de su amada muerta. Se trata de uno de los sonetos escritos tras la muerte de Isabel. El tono es, por tanto, de dolor, y de incredulidad en este caso, por no entender cómo algo tan dulce como una prenda de amor puede ahora despertar recuerdos tan dolorosos. Estructura externa.Soneto de estructura formal absolutamente clásica: 14 versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos, con rima consonante y sin ningún verso suelto: ABBA ABBA CDC DCD. Estructura interna.También en este caso se revela la estructura característica de los sonetos clásicos en los que los cuartetos suelen ejercer una función o misión de marco, contextualizando en algún sentido el motivo principal, normalmente desarrollado en los tercetos. De ese modo, este soneto se presenta estructurado en dos partes: los dos cuartetos y los dos tercetos, estrechamente vinculados estos últimos tanto en su significado como en su estructura gramatical. Efectivamente, en los cuartetos se produce el descubrimiento y contemplación de las prendas (primer cuarteto) y la percepción por parte del autor del contraste entre el gozo pasado y el dolor presente (segundo cuarteto). En cuanto a los tercetos, desarrollan la súplica del autor a las propias prendas o quizás a Dios o al destino de ser liberado de tanto dolor. Actitud lírica.Es un apóstrofe lírico con un “tú” como referente y destinatario del poema. En este caso, quizás dos diferentes. En los cuartetos, indudablemente, las propias prendas de amor; en los tercetos, Dios, el destino o Isabel misma. La presencia de ese referente en segunda persona confiere especial dramatismo al poema, mucho mayor que si éste apareciera en 1ª persona. Análisis de la expresión y del contenido.-

El poema arranca con un apóstrofe, que personifica a esas prendas de amor, quizás algún regalo de Isabel, y señala el primer contraste de los varios que encontramos en el soneto: gozo / pena: dulces prendas / por mi mal halladas. Esas prendas tan doloridamente contempladas y que están tan ligadas a sus recuerdos: unos y otras lo acompañarán hasta su muerte. El segundo cuarteto desarrolla una interrogación, que es más bien una manifestación de incredulidad: la imposibilidad de prever un contraste tan grande entre el bien pasado y el dolor presente. Le parece asombroso tal contraste. Los dos tercetos tienen, por su parte, una rigurosa construcción lógica y sintáctica, presidida por el imperativo lleváme del undécimo verso, núcleo de esa larga oración compleja, constituida por los seis versos. Exhortación a Dios, o al destino, o tal vez a Isabel de que, ya que le ha llevado de un golpe (en una hora junto) todo el bien que le ha ido suministrando a plazos (por términos), le arranque ahora también de un golpe ese dolor que le ha producido su pérdida. Ese junto del verso 11, se opone, pues, al del verso 9. Continúan, por tanto, los contrastes y antítesis: mal / bien; una hora / por términos. Finalmente, el segundo terceto, en relación de subordinación condicional con respecto al núcleo lleváme, expresa la masoquista sospecha de que se le han dado tantos bienes para hacerlo sufrir, morir de amor cuando se los arrebataran: verme morir entre memorias tristes, concluye el poema con ese verso en el que la fuerte aliteración, esa especie de tartamudeo silábico que produce la acumulación de erres y emes acaso traduce la agonía de tener que vivir sin la persona amada. Conclusión.El soneto constituye un extraordinario ejemplo de la lírica amorosa de Garcilaso y de toda la poesía española del periodo clásico en uno de sus temas más característicos: el sentimiento de dolor por la pérdida o la muerte de la mujer amada, que ya se había convertido en un tópico literario desde Petrarca (y sus poemas in morte de Laura). Sin embargo, en Garcilaso tiene un aire, más allá del tópico, de absoluta sinceridad. Esa presencia constante y reiterada de las antítesis y los contrastes en relación con el sentimiento amoroso están traduciendo la propia biografía sentimental del poeta, lo anecdótico de esas dulces prendas parece vivido y auténtico, así como el tremendo dolor de vivir sin Isabel.

Quevedo.Muestra lo que es una mujer despreciada Disparado esmeril, toro herido, fuego que libremente se ha soltado, osa que los hijuelos le han robado, rayo de pardas nubes escupido. Serpiente o áspid con el pie oprimido, león que las prisiones ha quebrado, caballo volador desenfrenado, águila que le tocan a su nido. Espada que la rige loca mano,

pedernal sacudido del acero, pólvora a quien llegó encendida mecha. Villano rico con poder tirano, Víbora, cocodrilo, caimán fiero, es la mujer si el hombre la desecha.

Localización.Soneto de Quevedo, perteneciente a la faceta satírico-burlesca de su producción poética. Sátira misógina que contrasta fuertemente con otros momentos de su obra tanto lírica como en prosa. Tema y sentimiento dominante.La mujer, cuando es despreciada, se convierte en un ser diabólico, una fuerza de la naturaleza desatada e incontrolable. Domina un tono sarcástico, caricaturesco, enormemente despectivo en la terrible misoginia de un autor que amaba a la MUJER, pero que odiaba a las mujeres. Estructura.Actitud lírica.Es una enunciación lírica. El poeta es, en este caso, simple testigo de una esfera objetiva, marcando ostensiblemente la diferencia entre poeta y objeto. Estructura externa.Soneto clásico, con los tercetos en rima CDE CDE. Sin encabalgamientos. Estructura interna.El poema consta, en realidad, de un único enunciado, una oración atributiva en la que los 16 atributos, en yuxtaposición copulativa, se sitúan antepuestos al núcleo oracional: la mujer, si el hombre la desecha, es… Así, cada atributo es una especie de mínimo subnúcleo y todos se van sumando hasta el último: “caimán fiero”. Estructura, por tanto, de enumeración de elementos que, metafóricamente, identifican a la mujer despechada. Análisis de la expresión y del contenido.En el primer cuarteto se va identificando a la mujer alternativamente con un elemento de la naturaleza y con un animal. Cada uno de esos elementos se refuerza con un adjetivo calificativo o estructura equivalente (oraciones de relativo o adyacentes preposicionales). Construcciones bimembres y paralelismos presentan una sucesión de metáforas: las fuerzas de la naturaleza o los animales más peligrosos y, además, en sus actitudes más violentas. Esa alternativa de elementos se extiende a la totalidad de las dos siguientes estrofas. En el segundo cuarteto las metáforas son todas de animales, forjadas sobre animales que igualmente reaccionan con violencia por la circunstancia en que los sitúa el autor. De nuevo, adjetivos o estructuras equivalentes completan a cada animal. El primer terceto lo forman de nuevo elementos de la naturaleza o creados por el hombre para producir violencia en gradación ascendente: espada, pedernal, pólvora.

Finalmente, el segundo terceto, más complejo, está formado por cuatro metáforas: la primera de ellas es la identificación, por única vez, con un ser humano, tan pletórico de maldad como las fieras o las fuerzas de la naturaleza enumeradas. Las tres metáforas finales se basan en los animales más repugnantes o terroríficos, víboras y reptiles. Concluye el poema con la condición para que la mujer se transforme en semejante monstruo. Se trata, en fin, de una desmesurada pero logradísima figura de hipérbole del Quevedo más conceptista y, a la vez, más cruelmente misógino.

ANTONIO MACHADO A un olmo seco Localización y caracterización general.Tras el intimismo de Soledades, Antonio Machado se convierte en cantor de Castilla (vive en Soria entre 1907 y 1912). A pesar de la aparición en su poesía de un tono más descriptivo y objetivo, el intimismo del primer libro no desaparece en Campos de Castilla; por eso en este poema (número CXV en la numeración global de los poemas de Machado y el que inicia el llamado “ciclo de Leonor”) se entrelazan la observación de la realidad externa y las preocupaciones más íntimas y graves de Machado como poeta y como hombre. Género literario.Se trata, por supuesto, del género lírico en su más alta y honda significación. Una canción lírica en la que la expresión de los sentimientos –y de los deseos- íntimos es la clave absoluta del poema y todo se subordina a ese designio. Véase más adelante la actitud lírica. Tema.La observación de un olmo seco con un milagroso brote primaveral cobra un hondo alcance simbólico. Como suele ocurrir en Machado, las más inmediatas realidades se cargan de resonancias que apuntan a los grandes problemas de la existencia. El olmo es el símbolo de una existencia asediada por la muerte a la que se opone otro símbolo, la rama verde, de una milagrosa salvación. Esos símbolos pueden ser interpretados en dos niveles: Leonor gravemente enferma (el poema está fechado el 4 de Mayo de 1912. Leonor morirá el 1 de agosto) o la esperanza de salvarse de la aniquilación total, o quizás la de algo que dé sentido a la vida. Machado se cuidó de no precisar cuál era ese milagro que esperaba. Quizás no hacía falta. Tono.-

De esperanza en la angustia. De la melancolía que produce la contemplación de la caducidad de lo vivo al deseo de renovación, salud y vida, latiendo emocionadamente en el deseo de un milagro semejante. Estructura externa.El poma está formado por treinta versos endecasílabos y heptasílabos (los 2, 21, 25 y 28) con rima consonante cruzada, pareada o alterna (el verso 24 queda suelto). Se trata en conjunto de una silva; sin embargo, dentro de ella, los 14 primeros versos forman un soneto, aunque sin la estructura de rimas y medidas clásicas. Es, sin duda, una métrica muy influida por el Modernismo, las variaciones y experimentos que éste intentó con la métrica tradicional. Indudablemente, esos 14 primeros versos forman una unidad o bloque en la estructura interna del poema: la descripción del olmo y los síntomas de muerte que presenta. Estructura interna.El texto se estructura en dos núcleos muy desiguales de extensión: los 27 primeros versos presentan, describen y desarrollan el símbolo; los tres últimos revelan su sentido, condensando el sentido del texto. Estructura, pues, muy característica de la poesía simbolista. En esquema: Primer núcleo: Los 27 primeros versos: Versos 1-4 y 5-8, descripción del olmo, viejo, podrido y desvencijado, al que, sin embargo le ha salido un brote primaveral. Y versos 9-14, insistencia en los signos de podredumbre y muerte. Versos 15-27, destino del olmo tras su “muerte”. Segundo núcleo: Tres últimos versos, revelación del símbolo. Actitud lírica.Los catorce primeros versos, los que conforman el soneto, se singularizan por constituir una enunciación lírica, con predominio de elementos y de valores descriptivos. A partir del verso 15 y hasta el 27 se desarrolla el apóstrofe al olmo. El autor se dirige dramáticamente al árbol para anotar, conmovido, el humilde milagro previo a su definitiva desaparición. Finalmente, en los tres últimos versos, el autor, en lenguaje de canción, manifiesta en primera persona sus más íntimos y ardientes deseos, también los más secretos. Análisis de la expresión y el contenido.Los primeros versos establecen el recurso literario que da sentido y es eje de todo el poema: la contraposición esencial del mismo: muerte/vida, que continúa en la segunda estrofa con un léxico que connota soledad, abandono, decadencia y ruina. A continuación, lo que no será el olmo (negación de un futuro de vida) y lo que sí produce: impresión de muerte, símbolo de muerte.

El segundo subnúcleo, versos 15-27, está formado por una larguísima oración compleja, que pone en evidencia la obsesión de Machado por la temporalidad: el efecto de esas cuatro subordinadas temporales (antes que…) en anáfora insiste en la inminente destrucción y desaparición del árbol. El clímax lleva a la imagen del río hacia la mar, tan querida por Machado. A todas esas imágenes de destrucción y muerte se opone la gracia de tu rama verdecida, con lo que irrumpe el yo del poeta en apóstrofe al olmo. Finalmente, en los tres últimos versos, lógicamente en primera persona, se aclara definitivamente adónde apuntaba el símbolo del olmo, viejo y reverdecido a la vez, mi corazón espera. El corazón es la sede de la esperanza, para Machado. La de que se produzca ese otro milagro en torno al que se aprietan nociones tan positivas como primavera, luz y vida. Conclusión.Enorme hondura y emoción en este poema de madurez, testimonio de esa delicadísima veta intimista y simbolista que pervive siempre en Machado. Sobriedad, valores descriptivos, con una selección léxica de clara influencia modernista, y alcance simbólico, con una gran densidad de connotaciones que elevan el poema a “los universales del sentimiento”, meta de todos los poemas de Machado.

Para que yo me llame Ángel González Poema perteneciente a Áspero mundo (1956), primer libro publicado por el autor y, por tanto, uno de los que más decididamente asumen la temática social de la poesía de su tiempo. Sin embargo, el propio planteamiento lírico, voz en 1ª persona, la del autor, lo distancia de esa poesía más objetiva y enunciativa de los poetas sociales: y se trata del primer poema de su primer libro. Tema.Generaciones de hombres y mujeres han sido necesarias para que el autor tuviera una existencia real, “un peso sobre el suelo”, humilde, pero capaz de luchar contra fuerzas aparentemente invencibles. Se trata, pues, de un poema en que algo tan inconfundiblemente personal como el homenaje a la estirpe va convirtiéndose en su parte final en un texto indirectamente social: mucho dolor ha sido necesario para dar como resultado algo tan humilde, pero, al mismo tiempo, tan capaz de resistirse a su ruina, palabra con obvias connotaciones sociales. Estructura externa.Poema en versos libres, pero formado por versos endecasílabos, algún eneasílabo (verso 3), heptasílabos y pentasílabos, con un dodecasílabo, el penúltimo verso, que atrae la atención precisamente por su ruptura del ritmo poético. Además, con una cadencia de romance, los versos pares riman en asonancia, quedando sueltos los impares. Estructura externa.El poema se estructura en tres núcleos de contenido: Primer núcleo: desde el comienzo hasta el verso doce: para que el poeta pudiera tener existencia real: un nombre y un cuerpo, fue necesaria una interminable serie de hombres y mujeres, una historia milenaria, generación tras generación. Este primer núcleo se puede dividir en dos subnúcleos: versos 1-4, ¿qué hubo de ocurrir para que el poeta llegara a tener existencia real?; versos 5-12, lo que ocurrió para que se cumpliera ese designio. Versos 12final; el resultado de esa milenaria historia, el propio autor, que, a pesar de lo humilde de su condición, lucha tenazmente con la fuerza que le da el propio desaliento. Análisis de la expresión y del contenido.El poema se configura como un verdadero homenaje a una estirpe que daría al propio autor con su nombre y apellido como último representante de la misma: lo ilimitado del espacio y el tiempo necesarios para que él llegara a ser, a tener existencia real, un peso sobre el suelo, como dice en el segundo verso. Todo tipo de hombres y mujeres procreando incesantemente, a través de los años y los siglos (solsticios y equinoccios…. trepando por los siglos y los huesos) y protagonizando un lento y doloroso viaje milenario. Él es el resultado de esa historia, y no es más que eso: esto que veis aquí; el neutro despersonaliza, quita valor y convierte en algo más precario y humilde a ese resultado. Pero ese fruto podrido, ese escombro, metáforas que, en efecto, confirman la humildad de ese resultado, se define como tenaz, resistiéndose a una previsible ruina, y capaz de luchar con la fuerza que da la propia desesperación o el pesimismo: la enloquecida fuerza del desaliento, sacando, pues fuerzas de la propia debilidad y hasta de la desesperación. Como si ese viaje milenario de su estirpe mereciera, en efecto, esa resistencia al fracaso del último de sus vástagos.

Inventario de lugares propicios al amor Localización.Poema perteneciente a Tratado de urbanismo (1967). Obra que, en la trayectoria de su autor, supone el comienzo de un cambio de rumbo, con un progresivo alejamiento de los contenidos más directamente sociales, que caracterizaban a sus libros anteriores, y una más notoria presencia de esa ironía triste, que define en conjunto a toda su obra. Tema.La insensibilidad es la única posible respuesta en un tiempo (y un lugar) más propicio al odio que al amor. Estructura externa.Poema en versos libres, aunque predominan los heptasílabos y endecasílabos. El ritmo poético lo consigue el autor mediante la utilización de unidades léxicas pertenecientes a idénticos campos semánticos: la primavera, el otoño, el invierno; o por medio de la repetición paralelistica de estructuras sintácticas: quicios de puertas orientadas al norte / orillas de los ríos / bancos públicos/. O bien: ojos bizcos / córneas torturadas / implacables pupilas / retinas reticente/; y también en Queda quizá el recurso de andar solo / de vaciar el alma de ternura. Estructura externa.El poema presenta la curiosa particularidad de que el título funciona casi como si fuera el primer núcleo de un texto cuyo segundo núcleo fuera el poema propiamente dicho. En todo caso, los 31 primeros versos conforman el primer núcleo, en que el autor, efectivamente, constata la escasez de lugares propicios a cualquier tipo de expansión amorosa, mientras que los cuatro últimos hallan la solución a tanto desamor en la indiferencia y la soledad. Análisis de la expresión y del contenido.Ya desde el título nos encontramos con el recurso intelectual que caracteriza toda la obra de Ángel González, la ironía, que consiste ahora en proponerse un inventario de lugares propicios al amor y, al final, observar con melancolía que, en realidad, no hay ninguno en un tiempo (y un país) semejante: ni para él ni para nadie son posibles las efusiones amorosas o sentimentales cuando son la desconfianza, la represión y el odio las fuerzas predominantes. Ya se ve que, de un modo mucho más sutil, el poema sigue ofreciendo unos contenidos sociales inequívocos: la protesta (indirecta y saturada de ironía) por un tiempo y un lugar –España, sin duda- en que de la ciudad (Tratado de urbanismo se titula la obra a la que pertenece el poema) y del país se han apoderado fuerzas que impiden cualquier manifestación de libertad, gozo o alegría. Así que, efectivamente, como respuesta al título, el poema comienza con la desolada constatación de que son pocos los lugares –y las estaciones del año- propicios al amor. Y sigue a continuación un verdadero inventario, realizado con la frialdad –irónica- que tendría una especie de informe técnico. El lector no puede evitar una sonrisa triste al leer que incluso los lugares más humildes y precarios quedan descartados por las bajas temperaturas y los vientos húmedos, cuyo sentido político es evidente. Pero el poema se hace aún más explícito cuando señala cómo las ordenanzas prohíben todo lo que puede proporcionar auténtico gozo o placer (obsérvese a ese respecto la graciosa pero melancólica ironía del paréntesis). Y la desolada constatación de que el terrible mandamiento de “no tocar, peligro de ignominia” es lo único que se advierte en las miradas, unas miradas siniestras y amenazadoras porque las caracterizan ojos bizcos, córneas torturadas, implacables pupilas, retinas reticentes. Los terribles adjetivos que describen a esos sustantivos, el paralelismo sintáctico y la dura y feroz aliteración de esas corneas torturadas, implacables pupilas y retinas reticentes que, en gradación ascendente, vigilan, desconfían, amenazan bastan por si mismos para darnos un retrato moral de aquel tiempo de España. Así que, segundo núcleo del poema, el autor halla el tristísimo recurso de refugiarse en la soledad y la indiferencia, frente a un tiempo –y ahora el autor no puede ser más directo y dramático- hostil y propicio al odio. De modo que, al final, entendemos que todo el poema es en sí una amarga alegoría de aquel tiempo y aquel país: aquella España, que era un lugar más dado a la vigilancia, a la amenaza y a la represión que a la ternura, al amor y a la libertad.

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