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ENFOQUE ECONOMICO Año 2, No. 1 ENERO 2010
Como estimular el uso de las remesas mas allá del consumo en Cuba Por: Dr. Mario A. González Corzo, Profesor e Investigador Facultad de Economía, LEHMAN COLLEGE CITY UNIVERSITY OF NEW YORK Investigador Asociado Instituto de Estudios Cubanos y Cubano‐Americanos, Universidad de Miami
Magnitud de las remesas en la economía cubana Como en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, las remesas – o transferencias unilaterales de capital privado – desempeñan un papel de gran importancia en la economía cubana. Como demuestra el Grafico 1, se estima que el monto anual de las remesas enviadas a Cuba aumentó de unos $930 millones en 2001 a $1,200 millones en 2008, lo cual representó un aumento de 29%.
Grafico 1. Remesas a Cuba, 2001‐2008 (millones USD)
$1,400.0
$1,194.0
$1,200.0
$1,200.0
$1,194.0
$1,138.5 $1,100.0
$1,000.0
$1,000.0
$1,000.0
2006
2007
$930.0
$800.0
$600.0
$400.0
$200.0
$0.0 2001
2002
2003
2004
2005
2008
Fuente: Orozco, 2008
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En el 2003, las remesas representaron cerca del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) cubano; 70,7% del valor de las exportaciones de mercancías; y 59,7% de los ingresos brutos generados por el turismo. En 2008, las remesas representaron 2,6% del PIB; 32,6% de las exportaciones de mercancías; y 50.9% de los ingresos brutos generados por el turismo (Cuadro 1).
Cuadro 1. Magnitud de las remesas en la economía cubana, 2003 ‐ 2008 2003 2004 2005 2006 2007 2008 Remesas (R ), millones USD Producto Interno Bruto (PIB),millones de pesos a precios constantes de 1997
1,194
1,194
1,100
1,000
1,000
1,200
31,039 32,830 36,507 40,912 43,883 45,690
Exportaciones de mercancías (EX), millones de pesos
1,688
2,332
2,159
2,925
3,686
3,679
Ingresos brutos por turismo (TOUR), millones CUC
1,999
2,114
2,399
2,236
2,236
2,359
R/PIB 3.8% R/EXP 70.7% R/TOUR 59.7%
Relaciones porcentuales 3.6% 51.2% 56.5%
3.0% 50.9% 45.9%
2.4% 34.2% 44.7%
2.3% 27.1% 44.7%
2.6% 32.6% 50.9%
Fuentes: Orozco, 2008, Anuario Estadístico de Cuba (AEC), 2008; y elaboraciones propias del autor. A nivel microeconómico, o para ser más precisos, a nivel de consumo y bienestar personal, la importancia de las remesas en la economía cubana es palpable a simple vista. En cualquier parte del país, ya sea la capital, otras ciudades y municipios, o inclusivo en zonas rurales del “interior”, no es difícil deducir cuales son los hogares de las personas que periódicamente reciben remesas. Lo mismo sucede al observar los patrones y hábitos de consumo de la población. Los hogares o personas que reciben remesas disfrutan de niveles de vida más altos comparados con aquellos que no tienen acceso a esta valiosa fuente de ingreso suplementario; sus hogares tienden a estar en mejores condiciones y equipados con un mayor número de enseres domésticos y artículos de consumo personal; y gozan de mejor alimentación y mayor acceso a productos y servicios disponibles en divisas. Efectos socioeconómicos de las remesas La literatura sobre las remesas (Puerta, 2008; 2006; Fajnzylber y López, 2007; González‐Corzo y Larson entre otros) indica que las remesas tienen efectos positivos y negativos, tanto a nivel macroeconómico como microeconómico, sobre los países receptores y su población. A nivel macroeconómico, las remesas contribuyen a la estabilización de los indicadores macroeconómicos, generan ingresos en divisas (o moneda fuerte), fomentan el consumo, el ahorro y la inversión, incrementan las exportaciones de productos nacionales al mercado (a los mercados) nostálgico (o nostálgicos), reducen la pobreza y desempeñan un papel crucial en la mejora de los índices de desarrollo humano en la mayoría de los países receptores. A nivel microeconómico, las remesas fomentan la bancarización, facilitan la formación y/o expansión de pequeñas y medianas empresas (PyMEs) que crean nuevos empleos, contribuyen al aumento de la membrecía en cooperativas de crédito e inversiones y sirven como una de las fuentes principales para financiar reparaciones y
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mejoras de los hogares, mayor consumo de alimentos y artículos personales, al igual que mejor atención medica o a la salud y aumentos en el nivel de escolaridad de algunos miembros de los hogares que reciben remesas regularmente (Puerta, 2008; Fajnzylber y López, 2007;González‐Corzo y Larson, 2006;). Por otra parte, como han notado varios expertos (Puerta, 2008; Fajnzylber y López, 2007), las remesas también tienen efectos negativos sobre los países receptores y su población. A nivel macroeconómico, las remesas inyectan circulante a la economía sin conexión directa con la producción nacional, estimulan las importaciones – principalmente de bienes de consumo, lo cual en la mayoría de los casos repercute negativamente sobre la balanza de pagos – y reducen la competitividad de las empresas domesticas mediante la apreciación del tipo de cambio real con relación al dólar estadounidense u otra moneda fuerte en vigencia (Puerta, 2008). Las remesas también están relacionadas con el crecimiento de la desigualdad social entre los receptores y aquellos segmentos de la población o regiones del país que no reciben remesas o reciben montos inferiores con menor frecuencia; contribuyen a la propagación de una “cultura consumista” en la cual el consumo desenfrenado de artículos y bienes de “marca” – en su mayoría de proveniencia externa – y la ostentación de posesiones materiales sirven como pautas fundamentales y transforman los valores de la sociedad; incentivan la migración internacional y en algunos casos alientan la “fuga de cerebros” y en otros contribuyen al aumento de la vagancia, dependencia y “parasitismo” (Puerta, 2008; Fajnzylber y López, 2007).
Características fundamentales del “mercado de las remesas” cubano El “mercado de las remesas” de un país está compuesto por tres elementos fundamentales: (1) los remitentes, (2) los receptores, y (3) los mecanismos y regulaciones existentes para enviar y recibir remesas (González‐Corzo y Larson, 2006). En esta sección, nos apoyamos en una encuesta realizada en el 2009 por el Dr. Manuel Orozco, analista y experto en el tema de las remesas, del Inter‐American Dialogue en Washington, para brindar datos básicos sobre los componentes principales del mercado de las remesas cubano.
Cuadro 2. Remesas a Cuba: Datos selectos, 2005 y 2009 2005 2009 Enviadas desde EUA Enviadas desde España Monto promedio enviado Frecuencia anual Enviadas mediante Agencias de Transferencias Enviadas con "Mulas"
81% 53% 12% 23% $150 $150 6 8
60% 40%
Fuentes: Orozco, 2008; elaboraciones propias del autor. Como se puede apreciar en el Cuadro 2, la mayor parte de las remesas (en efectivo) (53%) enviadas a Cuba provienen de los Estados Unidos, seguido por España (23%). El monto promedio de remesas enviadas a Cuba en 2009 fue de $150 por envío. Cerca del 60% de los receptores indicó haber recibido remesas por mediación de mecanismos legales, es decir mediante organizaciones de transferencia de remesas que operan en la economía formal, mientras que el 40% recibe los envíos mediante “mulas” o personas particulares que viajan con relativa frecuencia a Cuba y operan en la economía informal.
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Otro aspecto fundamental del mercado de las remesas cubano son los relativamente altos costos de envío, sobre todo cuando se compara a Cuba con otros países receptores en América Latina y el Caribe. Según Orozco (2009), al cierre del 2009 el costo de enviar remesas (en efectivo) a Cuba represento un promedio del 17% del monto enviado, cuando dichos envíos se efectúan mediante organizaciones de transferencia de remesas en la economía formal, y 13% cuando se utilizan los servicios de las “mulas.” En términos del uso o empleo de las remesas, los receptores cubanos (los cuales en su mayoría son de raza blanca y residen en centros urbanos) muestran tendencias muy particulares, especialmente si se comparan con sus contrapartes en otros países receptores en nuestra región: • La mayor parte de las remesas (90%) se emplean o se usan para el consumo o adquisición de bienes personales. • Los patrones de compra o consumo de los receptores (de remesas) cubanos reflejan la segmentación del mercado interno de alimentos y consumo en Cuba: ¾ 31% de los receptores de remesas cubanos indicaron obtener alimentos y bienes de consumo en el mercado subterráneo (economía informal) o “bolsa negra,” ¾ 19% recurren a las tiendas en moneda nacional (o pesos cubanos), ¾ 18% adquieren comestibles, artículos de aseo personal, y otros bienes de consumo en las tiendas por divisas (o TRDs), y ¾ 13% compra alimentos en los mercados agropecuarios. Remesas y desarrollo Según indica la literatura sobre las remesas, la relación entre estas transferencias unilaterales de capital privado y el desarrollo en los países receptores se mide o cuantifica en términos de la capacidad o voluntad de los receptores a destinar parte de los montos recibidos a la inversión y/o ahorro (Orozco, 2009; Fajnzylber y López, 2007). Generalmente, los receptores de remesas exhiben una mayor propensidad para el ahorro y las inversiones. En el caso cubano, se estima que cerca del 36% de los receptores de remesas mantienen algún tipo de ahorro; el promedio anual de dichos ahorros es de unos $500, o un tercio (33,3%) del monto promedio anual de remesas (en efectivo) enviadas a Cuba desde el exterior (Orozco, 2009). Sin embargo, aunque estas cifras no difieren significativamente de las cifras reportadas en otros países con similares niveles de dependencia en las remesas, cabe notar que en el caso cubano existen una serie de trabas burocráticas y restricciones que limitan la capacidad de los receptores para emplear sus ahorros en actividades y fines productivos como la formación o expansión de microempresas particulares (o privadas) en el sector formal, inversiones en activos y/o pasivos de empresas, cooperativas u otras entidades de carácter comercial, etc. Como ya hemos notado, se estima que la mayor parte de las remesas a Cuba se emplean para financiar algún tipo de consumo. De acuerdo a Orozco (2009), 25% de los montos recibos por concepto de remesas en Cuba se usan para cubrir necesidades básicas de consumo (ej. alimentación, ropa, calzado, artículos de higiene personal, etc.), 21% se emplean en mejoras del hogar o reparaciones o mantenimiento de autos, motocicletas, bicicletas u otros medios de transporte personal o familiar, y 6% para el “disfrute familiar” o actividades de ocio, entretenimiento, recreación, etc. Según los encuestados en Cuba, apenas el 5% de las remesas (en efectivo) son destinadas para emprender un negocio particular o privado (Orozco, 2009).
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La situación actual de las remesas en Cuba ofrece una combinación particular de retos y oportunidades. Uno de los retos principales asociados con las remesas es su contribución al aumento de la emigración, ya que muchas personas se ven alentadas a emigrar para “ayudar” a sus familiares y amigos mediante el envío de remesas. Ese tipo de emigración es generalmente motivada por razones altruistas y por compromisos y obligaciones morales con familiares y amigos. Otro reto que enfrenta la sociedad cubana relacionado con la emigración y las remesas es la llamada “fuga de cerebros.” A medida que aumentan el flujo de remesas y la importancia de estas en la economía cubana, muchos profesionales y otras personas calificadas o con altos niveles de formación se ven estimulados a emigrar y de esa forma sacarle mejor partido al capital humano que han acumulado y mediante la venta de este en economías de mercado, donde recibe mayor remuneración o compensación, poder “ayudar” a familiares y amigos en Cuba. Como demuestra la literatura sobre las remesas (Díaz‐Briquets y Pérez‐López, 2007; González‐Corzo y Larson, 2006) existe una conexión bastante fuerte entre la emigración motivada por razones altruistas y obligaciones morales (con familiares y amigos) y la “fuga de cerebros” en países con altos niveles de dependencia en las remesas. Como ya habíamos mencionado, otro reto relacionado con las remesas es el parasitismo o la vagancia. Aunque en el caso de Cuba existe un conjunto de políticas para combatir este fenómeno, el parasitismo o vagancia relacionado con las remesas también afecta a la sociedad cubana (aunque posiblemente a un nivel más bajo que en otros países receptores). Finalmente, cabe mencionar que en el contexto cubano otro reto (o fenómeno socioeconómico) relacionado con las remesas es la creciente desigualdad que ha caracterizado a la sociedad cubana desde comienzos del Periodo Especial. Está claro que la desigualdad no es únicamente un resultado (o producto) de las remesas y la dualidad monetaria; como han notado algunos especialistas en la materia (Vidal Alejandro, 2008) sus causas son mucho más complejas. Sin embargo, el aumento de las remesas del exterior, combinado con un conjunto de medidas económicas que han impulsado a Cuba rumbo a socialismo de mercado, han contribuido al aumento de la desigualdad en la era post‐Soviética – mejor conocida como el Periodo Especial. Mirando hacia el futuro, cabe notar que las remesas tienen el potencial de desempeñar un papel fundamental en el crecimiento, desarrollo y transformación de la economía cubana, al fomentar actividades económicas que van más allá del consumo. Por ejemplo, • Las remesas pueden desempeñar un papel importante en la formación y creación de empresas y cooperativas particulares (o privadas) que complementen al Estado en algunas áreas de la economía como agricultura, transporte, comercio y vivienda. • Las remesas también pueden contribuir al aumento de la bancarización de la población cubana, al igual que al desarrollo, dinamismo y competitividad del sector financiero. • Las remesas ofrecen el potencial de establecer y fortalecer nexos económicos entre la diáspora y sectores emergentes de la economía nacional como agricultores, transportistas privados, intermediarios, cuentapropistas, etc. , con el fin de reanimar algunas ramas de la economía, entre ellas la agricultura, la construcción, el transporte y el comercio minorista. • Las remesas pueden proveer los fondos o financiamiento para “fondos de inversión” y cooperativas de crédito especializados en áreas claves de la economía como la agricultura, construcción, transporte, vivienda, industria ligera, e infraestructura. • Las remesas, por supuesto, también ofrecen el potencial de aumentar las posibilidades de consumo de la población y generar empleos y contribuciones tributarias mediante el llamado efecto multiplicador.
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No obstante todas estas posibilidades hay que recordar que las remesas por si solas no son una panacea para resolver los problemas económicos del país; las políticas y gestiones diseñadas para estimular el flujo de estas importantes transferencias unilaterales de capital privado deben basarse en instrumentos de mercado (ej. competitividad, propiedad particular o privada, etc.) para lograr mayor efectividad y beneficios. Sin embargo, como señalan Fajnzylber y López (2007), estas políticas deben ser complementadas y acompañadas por medidas y políticas reales para promover el crecimiento y desarrollo económico; de no ser así, el país (no importa de cual se trate) simplemente caería en un círculo vicioso de alto riesgo y muy difícil de superar. Fuentes Citadas Anuario Estadístico de Cuba [AEC]. (2008). La Habana: Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Diaz Briquets, S. y Perez‐Lopez, J.F. (2007). Fajnzylber, P. y López, J. H. (2007). El impacto de las remesas en el desarrollo de América Latina. Descargado el 22 de diciembre de 2009 de http://siteresources.worldbank.org/INTLACINSPANISH/Resources/Remittances_and_Development_Ch_1_ Spa.pdf González‐Corzo, M.A. y Larson, S. (2006). Cuba’s Unique Remittances Landscape: A Comparative Perspective. Journal of Latino and Latin American Studies, 2, 4,47‐73. Orozco, M. (2008). On Remittances, Markets and the Law: The Cuban Experience in Present Times. Washington, DC: Inter‐American Dialogue. Orozco, M. (2009). The Cuban Condition: Migration, Remittances and Its Diaspora. Ponencia presentada en “El Caribe en su Inserción Internacional.” San José, Costa Rica. 4 de febrero. Puerta. R. (2008). Lecciones para Cuba sobre las remesas. Cuba in Transition, 18, 349‐360. Washington DC: Association for the Study of the Cuban Economy (ASCE). Vidal Alejandro, P. (2008). La encrucijada de la dualidad monetaria. Nueva Sociedad, 216, 90‐106.
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