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Manejo Condición corporal Una herramienta para optimizar el manejo de la nutrición del rodeo en momentos de crisis forrajera. Tomado de Revista CREA N°376
El manejo de la nutrición es un aspecto fundamental en el rodeo de cría, íntimamente relacionado con las posibilidades de lograr altos porcentajes de preñez y destete. Sin embargo, esto no significa brindar una alimentación abundante al costo que sea y en cualquier momento. Por el contrario, existen diversas estrategias de manejo que se adecuan a las condiciones anuales y a los recursos disponibles y permiten cubrir satisfactoriamente los requerimientos nutricionales de los vientres, que son muy distintos a lo largo del ciclo reproductivo. Es decir, son estrategias que permiten otorgar a los animales el tipo y la cantidad de forraje que necesitan en cada estadio fisiológico. La vaca de cría tiene una gran tolerancia a la restricción nutricional a lo largo del año (tanto en cantidad como en calidad), en concordancia con los estadios fisiológicos de menores requerimientos. Dentro del ciclo productivo, una adecuada nutrición en los momentos de mayor demanda es el factor más relevante para el logro de altos índices reproductivos. Los momentos de mayores requerimientos se encuentran definidos por el último tercio de gestación (en el cual la carencia influye directamente sobre el intervalo entre el primer parto y el primer celo) y el período de lactancia posparto, en el que la desnutrición repercute sobre el grado de concepción logrado en el primer servicio. En este sentido, el manejo de la condición corporal resulta una herramienta útil para realizar un manejo eficiente de la nutrición del rodeo, y asignar los recursos disponibles en función de los requerimientos fisiológicos de mayor impacto sobre la producción de carne del establecimiento. Existen fundamentalmente dos escalas para la clasificación de la condición corporal, que se gradúan del 1 al 5 y del 1 al 9. Ambas se basan en la observación de rasgos similares: deposición de grasa en la estructura ósea general, huesos de la cadera, base de la cola, costillas, punta de la cadera, apófisis espinosas y transversas (prolongaciones óseas de las vértebras hacia arriba y hacia los costados, respectivamente; cuadros 1 y 2). Cuadro 1. Equivalencias de grados de escalas de 1 a 5 y de 1 a 9 (Herd y Sprott, 1986) Escala Equivalencia de grado 1a5 1 1,5 2 2,5 3 3,5 4 4,5 5 1a9 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Cuadro 2. Escala de grados de condición corporal (1 a 5) Condición corporal Aspecto visual Aspecto a la Estado general (estructura ósea, palpación huesos de la cadera, (costillas, apófisis base de la cola, espinosas y
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costillas, apófisis espinosas y transversas). Muy prominentes, hundidas, muy angulosas.
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Visibles, ligeramente prominentes.
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Se visualiza tejido graso y sólo algunas estructuras óseas. Formas ligeramente redondeadas.
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No visibles y estructuras bien cubiertas. Apariencia redondeada con cúmulos de grasa a los lados de la cola. Dificultad para caminar.
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pero
transversas).
Muy fácilmente palpables. Pueden diferenciarse individualmente al tacto. No tan prominentes (primeras costillas no visibles), pero aún fácilmente palpables. Pueden diferenciarse individualmente al tacto. No visibles pero pueden distinguirse individualmente por palpación detrás de capas de tejido graso. Difícil de palpar y de individualizar por la capa grasa No palpables. Tejido graso en movimiento al caminar.
Abatido
Delgado saludable.
pero
Óptimo
Ligeramente gordo
Muy gordo
Fuente: Síntesis adaptada de Lowman, 1976; Van Niekerl y Louw, 1980.
Condición corporal y nutrición La utilización de esta herramienta parte del criterio de que la alimentación y la condición corporal de la vaca se encuentran íntimamente relacionadas. La condición corporal de un animal resulta de la cantidad de tejido de reserva del que dispone; es decir, de la proporción de grasa presente en el cuerpo. El tejido de reserva es consecuencia del estado nutricional de los animales, efecto del balance entre el consumo de energía y su utilización. Cuando los saldos son positivos, la energía excedente se transforma en tejido corporal y reservas grasas. Cuando es negativo, el animal cubrirá las demandas insatisfechas a partir del consumo de sus propias reservas corporales. Por tal motivo, la proporción de reservas del animal es uno de los indicadores más eficientes para definir su estado nutricional.
Diferentes estudios demostraron la relevancia de la condición corporal sobre el desempeño reproductivo de la vaca. Para su mejor comprensión, se consideran los efectos de la condición corporal sobre los índices reproductivos y la evolución del peso corporal en distintos estadios fisiológicos. De esta manera, se cuenta con una base técnica para lograr el nivel de nutrición mínimo en el momento requerido para que los vientres maximicen su resultado reproductivo. Período 1: Esta fase va desde la parición hasta el final del servicio y es la de mayores requerimientos nutricionales y a la cual se le debe destinar más atención. Dentro de ella, los primeros 60 días luego del parto constituyen el período más importante; en él se deben arbitrar los medios necesarios para satisfacer los requerimientos nutricionales (reservar una pastura o un verdeo de alta calidad, aplicar suplementación estratégica, manejar previamente la condición corporal). El objetivo es muy claro: promover que luego del parto (y en condiciones de lactancia) la vaca disponga de los nutrientes necesarios para realizar una rápida involución y readecuación del útero, el inicio del ciclo estral y la manifestación de la ovulación, con altas posibilidades de fecundación. La involución intrauterina empieza inmediatamente después del parto. Consiste en la reducción del tamaño del órgano y en la renovación de las capas de sus tejidos. La situación óptima para alcanzar este fin se define por un buen nivel nutricional 60 días antes del parto, con una condición corporal mínima de 2,5-3 que pueda ser mantenida hasta el parto y conservada o mejorada posteriormente. Esta condición asegura que las vacas manifiesten su primer celo antes de los 60 días. En esta situación puede presentarse un porcentaje de vientres con ovulación muy pronta (a los 15 días), pero generalmente se trata de una ovulación sin celo visible y de corta duración. Como puede inferirse, en el posparto son muchos los cambios y funciones que se deben satisfacer simultáneamente para que ninguna afecte a la otra (la desnutrición afecta la producción de leche y genera un anestro posparto). En este sentido, se requieren inicialmente 19 Mcal de energía metabolizable (EM) y de 1 a 1,1 kilos de proteína bruta (PB) por cabeza y por día para una vaca de 400 kilos. En este período se debe focalizar toda la atención en la estrategia de nutrición, por su importancia sobre el acortamiento del período improductivo hasta la próxima preñez. Hay que considerar que si a los 365 días del año se les restan 285 de gestación, restan sólo 80 días para lograr una nueva preñez, si se apunta a lograr un ternero por vaca y por año. Los requerimientos de la vaca que no se desteta precozmente a los 60-70 días y permanece en lactancia se incrementan paulatina y sustancialmente después del parto (26 Mcal EM y 1,5 kilos de PB/cab/día para una vaca de 400 kg) hasta el tercer mes de lactancia. En este momento, la condición corporal permite implementar algunas estrategias nutricionales prácticas. Se pueden armar lotes de animales cuyo estado nutricional sea semejante, a los que se les asigna una dieta exclusiva y precisa acorde a sus requerimientos de engorde. Si se encuentran animales por debajo de los niveles óptimos (condición corporal menor de 2,5), se los debe separar y suministrarles una dieta que les permita ganar peso rápidamente. No obstante, si se les asigna una ración que les permita alcanzar la condición corporal objetivo, estos animales manifiestan una aparición del primer celo más retardada respecto de los de condición corporal óptima al parto. En este sentido, se destaca la importancia de desarrollar la estrategia nutricional de mejora de la condición corporal hasta el rango 2,5-3 60 días antes del parto. Se pueden enfrentar las siguientes situaciones:
Cuando la nutrición 60 días antes del parto es buena y la condición corporal es mayor de 2,5. La situación objetivo es de vientres con condición corporal 2,5 a 3 a partir de los últimos 60 días preparto, que se debe mantener hasta el parto y posteriormente ganar peso y condición en posparto. En este caso teórico, se puede esperar un 80% de preñez al primer servicio y el 100% al concluir el servicio (90 días). Por lo tanto, es la situación de manejo nutricional que permite acercarse más a la posibilidad de alcanzar un ternero por vaca y por año en el 100% del rodeo, con un gran porcentaje de terneros cabeza (80%). Teniendo en cuenta que el ciclo estral de la vaca es de 21 días promedio, cada celo en que falle la concepción resultará en un ternero con menor peso al destete. Si la condición corporal de 2,5-3 al inicio del servicio continúa en mantenimiento de peso y condición, la probabilidad es de un 65% y de un 95% de preñez, respectivamente. Si la condición corporal de 2,5-3 lograda al parto se reduce en los siguientes 60 días, es esperable un 40 y un 75%, respectivamente. Más allá de la situación posterior al parto, se destaca la importancia de llegar a él con una condición corporal mínima buena (2,5-3). Ésta es la primera variable objetivo y la de mayor peso para la manifestación del primer celo antes de los 60 días después del parto. Cuando la nutrición 60 días antes del parto es mala y la condición corporal es menor de 2,5. Si la nutrición a partir del parto mejora y la condición corporal se incrementa rápidamente a más de 2,5-3, se puede esperar un 55% de preñez al primer servicio y un 90% de preñez final a los 90 días. Si la condición corporal se mantiene por debajo de 2,5 o se deprime más aún por inadecuada nutrición, la situación puede llegar a ser crítica, con un 3 y un 35% de preñez, respectivamente. Ésta es una situación que se debe evitar planificando con anticipación la carga adecuada y la asignación de los recursos presentes en función de ese período. Período 2. Concluido el servicio y hasta el destete, la demanda nutricional de la función reproductiva es prácticamente nula, ya que el embrión es de mínimas dimensiones y se encuentra en sus primeros estadios de desarrollo. En el caso de un destete tradicional, los requerimientos de una vaca de 400 kilos son todavía elevados (20-26 Mcal EM y 1,2-1,5 kilos de PB por cabeza y por día), ya que se encuentra produciendo leche, aunque en menores cantidades. En el caso del destete precoz, la vaca, al reducirse abruptamente sus requerimientos a los dos meses de edad de los terneros, podría ganar condición corporal con una alimentación de muy baja calidad –característica de los veranos en la región subhúmeda del sur bonaerense– y sobrellevar mejor el período invernal (transferencia de reservas nutricionales a través de la condición corporal). Ésta es una estrategia nutricional muy adecuada, que permite prolongar el período de menores requerimientos de los vientres (en cuatro meses más) con múltiples ventajas en zonas marginales, ejerciendo una adecuación de los requerimientos nutricionales de los vientres a los recursos forrajeros que, por lo general, son de baja calidad. Los terneros de destete precoz deben recibir una alimentación diferencial de alta calidad, preferentemente con suplementación estratégica.
Con respecto a los rodeos que van a destete tradicional, hay que considerar que la escasez de forraje en el verano en la zona puede afectar su crecimiento (forraje de baja calidad para el ternero y baja disponibilidad de leche en la vaca). Por esta razón, se debe evaluar si no es necesario efectuar un destete anticipado y ofrecer una dieta acorde a estos animales en crecimiento con altas tasas potenciales de conversión de alimento en carne. Período 3. Desde el destete a 60 días antes del parto, es el período de menores requerimientos nutricionales, tanto de PB como de EM (14 Mcal EM y 0,8 PB cab/día para una vaca de 400 kilos). La vaca se encuentra seca en los dos primeros tercios de la gestación, prácticamente con requerimientos de mantenimiento. Por lo tanto, en este período se pueden ejercer restricciones en la nutrición. En relación con este hecho, la práctica de restricción controlada de la alimentación diseñada por la EEA del INTA Balcarce es muy útil, pero exige un seguimiento estricto de los animales y algunos requisitos iniciales que pueden planificarse. Dicha planificación consiste en llegar al invierno con una condición corporal de los vientres de entre 3 y 4, situación que resulta de una acumulación de reservas grasas. Como se mencionó, esta condición corporal puede ser alcanzada a través de un destete anticipado, que permite una recomposición muy rápida del estado corporal. Posteriormente, con una buena acumulación de reservas grasas en el animal, es posible aplicar una restricción controlada del consumo voluntario mediante la asignación de recursos limitados en cuanto a cantidad y calidad, como pueden ser potreros de campo natural, rastrojos de cosecha, verdeos de verano y pasto llorón diferido, e incluso campo de monte. Las pérdidas presupuestadas pueden llegar hasta 30-40 kilos de peso vivo. Las limitaciones en cuanto a la cantidad del forraje se pueden realizar de una manera simple, a través del alambre eléctrico rotativo en parcelas de avance frontal. Los bajos requerimientos en el inicio de la gestación, en combinación con una provisión de reservas satisfactorias en las madres, permiten llegar al invierno con tranquilidad. En el último tercio de la gestación, la alimentación de las madres debe mejorar, debido a que sus requerimientos empiezan a aumentar. No obstante, cuando se utiliza este tipo de forrajes, sobre todo los de muy baja calidad, caracterizados por su alto contenido de fibra, muy baja digestibilidad y proteína bruta y carencias minerales severas, se debe tener la precaución de administrar una suplementación proteica y mineral que permita optimizar el aprovechamiento de los forrajes y cubrir los requerimientos nutricionales y, sobre todo, minerales (carencia característica de los forrajes de baja calidad). Los minerales son nutrientes que no deben restringirse durante la gestación (además, son de muy bajo costo en forma de piedras para lamer), debido a que el feto los asimila por vía intrauterina para la formación de su estructura ósea. Su escasez en la dieta deriva en el síndrome de la vaca caída durante la gestación, con mayores riesgos en el parto (hipocalcemia, hipomagnesemia). Se debe tener en cuenta que esta estrategia es adecuada para el rodeo de vacas de cría adultas. En el caso de las vaquillonas de primera y segunda parición, que se encuentran aún concluyendo su crecimiento, no se debe imponer este tipo de restricciones nutricionales por los perjuicios posteriores que podría ocasionar. Período 4. Desde el período de últimos 60 días de gestación hasta el parto, vuelven a cobrar dimensión los requerimientos nutricionales crecientes (17 Mcal EM y 0,95 kg PB cab/día para una vaca de 400 kg).
Como se mencionó, lo óptimo es asegurar a los vientres una alimentación que permita cubrir estos requerimientos y alcanzar una condición corporal mínima de 2,5 y óptima de 3 al parto. En el parto, es común una caída de medio punto de la condición corporal provocada por el estrés. Por lo tanto, si la condición corporal previa es menor, se debe asignar una ración que permita elevarla rápidamente al rango especificado. En este momento, el monitoreo de la condición corporal permite separar aquellos animales que presentan un déficit nutricional y asignarles una ración diferencial para recomponerla. En las vacas, cobra importancia el desarrollo de la glándula mamaria y se comienza a sintetizar, en función del nivel nutricional, una mayor cantidad de inmunoglobulinas que se transmitirán al ternero a través del calostro. Esto lo fortalecerá, disminuyendo los porcentajes de muertes al nacimiento y posteriores. En este período se incrementa la tasa de desarrollo del ternero, por lo que la nutrición tiene gran repercusión sobre el peso que tendrá al nacer. En los últimos 10 días, la tasa de crecimiento no debe ser inferior a los 350 gramos por día; para ello, la alimentación no debe ser limitante, sobre todo en términos de energía, ya que se promueve la síntesis de glucógeno en el hígado. Ésta es la fuente de energía que el ternero tendrá disponible al nacer para su locomoción y para enfrentar las condiciones climáticas. Como se puede apreciar, la provisión adecuada de energía preparto es muy importante. En condiciones limitantes, se registra un incremento de terneros nacidos muertos del 5 al 10%, y otro 6-8% más de muertes entre el nacimiento y el destete, que suman una pérdida total final del 11 al 18%. Por lo expuesto, la condición corporal es un indicador muy eficiente del estado nutricional, incluso mejor que la medición del peso vivo, que presenta dificultades con el desbaste y con el peso del ternero y la placenta, en la vaca gestante. También se posiciona favorablemente frente a otros métodos, tales como la relación entre el peso y la altura o las mediciones de grasa subcutánea por ecografía. En este sentido, y a diferencia de estas técnicas, es un método que no encierra ningún costo ni necesidad de implementos de medición, además de ser menos trabajoso. A través de un período breve de observación y adiestramiento del personal a campo, se puede lograr una buena base para comenzar a realizarlo y mejorarlo a través de la práctica. Frente a situaciones de sequía y escasez ocasional de forraje, esta herramienta permite tomar determinaciones rápidas y oportunas haciendo más eficiente el apoyo nutricional en el período en que se determinan los índices reproductivos. En este sentido, es conveniente cualquier alternativa, incluso de suplementación, que involucre un costo inferior al del mantenimiento de un vientre improductivo durante un ejercicio entero. *Síntesis de un trabajo preparado por Carlos Torres Carbonell y Ángel Marinissen, técnicos del INTA Bordenave.
Destacado: La proporción de reservas del animal es uno de los indicadores más eficientes para definir su estado nutricional.