CONFLICTO ESTUDIANTIL UNIVERSITARIO EN MADRID BAJO EL FRANQUISMO ( )

CONFLICTO ESTUDIANTIL UNIVERSITARIO EN MADRID BAJO EL FRANQUISMO (1956-1968) Autoras/es: Irene Fraguas, Miguel Luna, Silvia Nieto, Elena Cualladó, Be

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CONFLICTO ESTUDIANTIL UNIVERSITARIO EN MADRID BAJO EL FRANQUISMO (1956-1968)

Autoras/es: Irene Fraguas, Miguel Luna, Silvia Nieto, Elena Cualladó, Beatriz Álvarez Tema: Historia de Madrid del siglo XX Departamento de Historia Contemporánea Universidad Complutense de Madrid.

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Índice Introducción................................................................................................................................. 3 Objetivos ................................................................................................................................... 3 Definición del tema ................................................................................................................. 3 Estado de la cuestión ................................................................................................................ 4 Hipótesis ................................................................................................................................... 8 Metodología .............................................................................................................................. 9 Fuentes y técnicas .................................................................................................................... 9 1. La Universidad en los primeros años del régimen de Franco ................................................... 9 El marco jurídico. Legislación ................................................................................................ 10 Las organizaciones estudiantiles (SEU, FUE) ........................................................................ 12 El inicio de las disidencias (1951-1956) ................................................................................. 15 2. Desarrollo del movimiento universitario en 1950-1960 ..................................................... 18 Febrero de 1956: el primer movimiento estudiantil .............................................................. 18 Estructuración estudiantil: surgimiento de organizaciones a partir de partidos políticos ....... 19 Socialización y sindicalización del movimiento estudiantil (1962-1968) ............................... 20 Influencia de mayo del 68 en el movimiento estudiantil español: nuevas perspectivas reivindicativas ......................................................................................................................... 24 Conclusiones .............................................................................................................................. 25 Bibliografía ................................................................................................................................ 26

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Introducción

Definición del tema

La fecha de partida se sitúa en febrero de 1956 porque éste marca un punto de inflexión en la actividad contestataria por parte del sector universitario en Madrid. Como capital del Estado, esta ciudad centralizará las protestas de oposición al régimen, entre las que se encuentra el movimiento estudiantil, que desde Madrid se extenderá al resto de España. Desde ahí hemos querido desarrollar el tema hasta 1968, llegando a ese punto porque es en ese momento en el que los conflictos estudiantiles madrileños se enmarcan en un contexto europeo. Éste buscará nuevos objetivos, que irán más allá de los políticos para centrarse también en temas sociales, como el feminismo y el ecologismo.

Objetivos

En el presente trabajo se han planteado tres objetivos básicos. En primer lugar, tratar de ponderar hasta qué punto la disolución del SEU se debió al movimiento estudiantil o a los cambios dentro del gobierno. En este sentido hay que valorar las medidas gubernamentales destinadas a apaciguar las disidencias universitarias desde mediados de los años 50 por un lado y los movimientos estudiantiles del momento por el otro. Otro gran objetivo obedece a las razones que desencadenaron los movimientos del 68. En 1965 el SEU fue sustituido por las asociaciones profesionales de estudiantes, por lo cual uno de los motivos de lucha estudiantil de años previos desapareció. No obstante, en el año 1968, al igual que en otros países occidentales, se produjo un levantamiento estudiantil. En el caso Madrid se trata de investigar sobre si estos movimientos fueron producidos por influencia de estos países o por algo diferente. ¿Se seguía la corriente occidental o se buscaban otros objetivos? Por último, se busca entender hasta qué punto la oposición estudiantil ayudó en la descomposición de la dictadura. Es decir, qué influencia tuvieron los movimientos estudiantiles en favorecer la debilidad del régimen y en el paso hacia la Transición. 3

Estado de la cuestión

Dado que no hay monografías específicas sobre este tema, es necesario recurrir a la historiografía sobre la dictadura y de ellas tratar de hacer una compilación y selección crítica sobre los capítulos que afectan a los estudiantes. Son de gran utilidad también los estudios dedicados a la oposición al régimen de Franco, puesto que el movimiento estudiantil fue uno de los pilares fundamentales de dicha oposición (La oposición al régimen de Franco. Estado de la cuestión y metodología de la investigación, de Tusell, Alted y Mateos). Puesto que el centro neurálgico de las protestas estudiantiles fue Madrid, prácticamente todos los estudios están centrados en la ciudad, si bien en algunos casos, como el libro Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo, se refieren también a Barcelona, aunque sus documentos se centran a partir de 1964. La estructura que mantiene la obra abarca en primer lugar, desde la ruptura con el SEU a la construcción de los sindicatos democráticos de estudiantes, entre los años 1964 y 1967, con numerosos escritos de diferentes Asambleas, así como llamamientos o cartas, mientras que el segundo apartado que abarca el libro se desarrollaría entre los años 1968 y 1971, y se enmarca dentro de un radicalismo estudiantil. Al igual que sucede con el documento anterior, el libro de A. Sabio y N. Sartorious, El final de la dictadura: la conquista de la democracia en España (Noviembre 1975- Junio 1977), cuenta con el problema de que está enfocado a los últimos tiempos de la dictadura y a los factores determinantes que terminaron por descomponer el régimen y desarrollar el proceso de la Transición. Se trata, por lo tanto, de una obra general del final del régimen pero que, al incluir entre estos factores, el movimiento estudiantil sugiere que éste fue un impulso fundamental para la constitución de la democracia. Respecto a los primeros momentos del movimiento estudiantil es de gran utilidad acudir al libro de Ruiz Carnicer, El Sindicato Español Universitario (SEU), 1939-1965, se centra en la evolución política y social del SEU y en su función dentro de la universidad, ateniéndose a cómo la evolución del movimiento universitario y la evolución política del régimen van erosionando poco a poco los fundamentos de la organización hasta hacerlo desaparecer. El libro tiene una primera parte que trata sobre la evolución del SEU. Esto puede ser útil a la hora de ampliar información sobre el SEU 4

de un periodo anterior al trabajo, pero para conseguir una contextualización mayor ya que estudia la organización desde su creación en 1933. Sin embargo, resulta de mayor utilidad la segunda parte en la que se trata el funcionamiento del SEU, su repercusión en la sociedad y los mecanismos utilizados para el control de los estudiantes. La obra de Andrea Gurruchaga, Hijos de vencedores y vencidos, se centra también en la explosión del movimiento estudiantil en febrero de 1956 y las primeras brechas con el SEU, basándose principalmente en leyes y documentos jurídicos de diferente índole, y políticos para finalizar con una reflexión y el porqué del debilitamiento del SEU en pro de las nuevas asociaciones estudiantiles formadas en el nuevo lugar de política como fueron las universidades madrileñas, impulsadas además por el profesorado. En la obra defiende la tesis de que el surgimiento de una nueva generación que no había vivido la Guerra Civil fue la protagonista del nacimiento del movimiento estudiantil universitario, que se configuraría como uno de los elementos clave en la oposición al régimen en los años que siguieron a los acontecimientos de febrero de 1956. Así, la consecuencia fundamental fue la politización de la universidad, un resultado lógico de la conjunción de tres factores fundamentales: la crisis, el descontento y el aperturismo. Como ya se ha dicho, los estudios sobre la universidad española están dispersos en libros y trabajos de tipo general. Un buen ejemplo de esto son los trabajos de Giner, Libertad y poder político en la Universidad española, y el artículo de Perfecto García, El movimiento estudiantil durante el franquismo. Este último muestra una buena visión global y general del movimiento estudiantil a lo largo de todo el período de la dictadura, prestando especial atención a la configuración del movimiento a partir de los partidos clandestinos y del SEU, así como a la configuración social del colectivo estudiantil universitario en ese momento. Partiendo de los hechos ocurridos al inicio de la dictadura (depuración de las Universidades, instauración del SEU como el sindicato único y obligatorio desde la Ley de Ordenación Universitaria de 1943), estudia el grado de participación de los estudiantes dentro de estas estructuras y analiza cómo éstas van siendo utilizadas a través de los únicos canales de expresión que permiten (revistas, grupos de teatro) por los estudiantes, que van alcanzando mayores cotas de conciencia política. La oposición 5

al SEU supone así el inicio de las disidencias estudiantiles, a la vez que los partidos políticos clandestinos van poco a poco introduciéndose en estos grupos de oposición, si bien desde el punto de vista del autor el movimiento estudiantil siempre mantuvo una relativa independencia con respecto a estos partidos. La reivindicación fundamental se centra en la democratización de las estructuras universitarias y en la convocación de elecciones libres en la Universidad, lo que dota de cierta unidad al movimiento, que no es, a pesar de todo, ajeno a las tensiones internas de los partidos políticos, especialmente del PCE, y ello va rompiendo poco a poco la unidad anterior del movimiento estudiantil, proceso que se verifica a especialmente a partir de 1969, momento en el cual desaparece el Sindicato Democrático de Estudiantes. El artículo estudia también la política de gobierno ante esta situación, basada en la represión y en la adopción de medidas que introducen una mínima representatividad en el SEU, sin renunciar nunca a su control sobre el mismo. Una buena recopilación de los documentos referentes a la universidad en la época de la dictadura se encuentra en el libro de R. Mesa, Jaraneros y alborotadores, editado en el 2006 y que los divide cronológicamente, con un último capítulo dedicado a la prensa, las diligencias policiales y las actuaciones judiciales. Es, por lo tanto, una fuente fundamental para adentrarse en la historia de los movimientos estudiantiles en la universidad madrileña. Por su parte, el libro Educación, universidad y mundo estudiantil, editado por la Comisaría del SEU, plantea los problemas de la educación a la altura del año 1968. Debido a su origen oficial,

muestra la perspectiva de la

universidad desde dentro del régimen, por lo que su visión es siempre parcial. En ciertos aspectos muestra, sin embargo, una cierta crítica. Su valor reside en que es una fuente primaria que permite un reflejo del pensamiento oficial del momento. El artículo de Andrea Fernández-Montesinos Gurruchaga, “Los primeros pasos del movimiento estudiantil”, se centran sobre los orígenes del movimiento estudiantil y posterior formación. A través de un lenguaje mucho más técnico en términos políticos e históricos, con una narración quizás más compleja, pero también muy completa, ya que en todo momento hace constantes referencias y aclaraciones sobre las nuevas y viejas formaciones estudiantiles, sindicales y las influencias de la izquierda, comunista y socialista principalmente, muestra una visión global de la dirección que toma el 6

movimiento estudiantil desde un punto de vista organizativo y de contenido político, hasta el Febrero de 1956. Sin embargo también se han utilizado trabajos de investigación, que se han mostrado de gran utilidad gracias a la estructuración y desarrollo del mismo. En “Características generales, objetivos y adversarios del movimiento estudiantil madrileño bajo el franquismo”, el autor Arturo Camarero González, a través de un gran rigor histórico y haciendo uso de numerosas tablas y gráficas que ilustran, a lo largo de la exposición del trabajo, de manera clara y ayudan a comprender mejor el desarrollo del movimiento estudiantil,

hace un recorrido claro y completo sobre las ideas

generales, tal y como anuncia el título, del movimiento estudiantil, influencias políticas externas – relación con Mayo del’68 francés – e internas de la izquierda y los obstáculos legales y físicos a los que tuvo que enfrentarse. En el artículo de Montserrat Navarrete Lorenzo “El movimiento estudiantil en España de 1965 a 1985” la autora se centra en cómo, tras los acontecimientos del ’56 y las separaciones ideológicas y políticas entre movimiento estudiantil y SEU, evolucionan y se organizan estos movimientos y al incremento de los protagonistas en la lucha contra la opresión del régimen ofreciendo una visión clave y no siempre reflejada en demás textos concernientes al tema: se trata de la masificación de las aulas, gracias a la entrada de las mujeres en la vida universitaria y a la mayor afluencia de manera general de alumnos gracias al enriquecimiento de las clases medias. Hace también distintas alusiones a algunos eventos de trascendencia entre la lucha de estudiantes y policía: La Capuchinada de Barcelona en el 1966 y el incendio de la Universidad de San Bernardo en Madrid que a posteriori provocaría el estado de excepción del enero de 1969. Por último se puede acudir también a las memorias de los propios protagonistas de la época, como Laín Entralgo, Dionisio Ridruejo, Enrique Múgica, Jorge Semprún o Tierno Galván, si bien éstas deben ser tratadas cuidadosamente, puesto que, como toda memoria, mostraban la conciencia del protagonismo de sí mismos en este período pero no el protagonismo real que tuvieron.

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Hipótesis

Tras unas primeras lecturas de diversas monografías y artículos concernientes al tema se han planteado diversas hipótesis a desarrollar. Surgen principalmente tres hipótesis con las que jugar y que posteriormente llevarán a plantearnos otro tipo de cuestiones: hasta qué punto el movimiento estudiantil ayuda a una futura formación política, de corriente democrática, que formará a los personajes clave de la transición española; nacen verdaderamente, y pueden ser considerados como tal, las universidades como nuevos lugares de debate político e intercambio de ideas en los debates entre estudiantes para poder decir sin duda que se formó en las mismas una conciencia política por parte de las nuevas generaciones; y por último desde el gobierno qué elemento entre una política de apaciguamiento por parte del ministerio, como consecuencia de los movimientos estudiantiles, y la preeminencia del Opus Dei en la educación y gobierno (tecnócratas) fue más incisivo en los primeros cambios. A raíz de estas hipótesis iniciales se nos plantean otras nuevas que afrontar. Empezando desde la primera chispa del movimiento estudiantil, en qué medida en el 1956 el Sindicato Español de Universitarios (SEU) se separa de los intereses estudiantiles y si este acontecimiento puede considerarse como el derrumbamiento del sindicato. La universidad además del lugar de oposición se convierte también en la preocupación de la juventud y la formación académica, por ello la primera generación que no ha participado en la guerra muestra su rechazo hacia el SEU. Esta disidencia incipiente utiliza los propios recursos del SEU para iniciar sus reivindicaciones. Y dentro de este movimiento estudiantil qué grado de participación tenían los alumnos pertenecientes a cada clase social, con el objetivo de demostrar que la mayor parte de los estudiantes que integraron el movimiento estudiantil pertenecían a una clase social similar, independientemente de si eran hijos de vencedores o vencidos. Ya en un marco nacional y europeo, en el 1968, cómo evoluciona el nuevo modelo del movimiento estudiantil al compás de los demás movimientos estudiantiles europeos, principalmente francés, alemán e italiano,

y con qué retraso, además

buscando abarcar no solo metas políticas, sino también horizontes sociales, culturales y educativos, en un marco temporal de 1962 a 1969.

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Metodología

La perspectiva para abordar el movimiento estudiantil se lleva a cabo desde los postulados de la historia sociocultural y la historia política, considerando ésta como la surgida de un nuevo enfoque que dirige su atención no al que fuera su objetivo tradicional, es decir, el Estado o las élites, sino a la gente común. Así pues, se analizará la composición del movimiento estudiantil, valorando la extracción socioeconómica de procedencia de sus miembros y las diferentes corrientes políticas que, en el período de 1956 – 1968, establecieron sus características ideológicas. Desde el punto de vista de la historia social se estudia, por lo tanto, la idea de conflicto estudiantil, es decir, su morfología, instrumentos de acción y los objetivos del movimiento universitario. En el ámbito cultural se puede hablar de una creación de conciencia política en el seno de las universidades. Por lo tanto, se podría deducir que el enfoque general se basará en la interdisciplinariedad.

Fuentes y técnicas

Para la investigación sobre el movimiento estudiantil bajo el franquismo son fundamentales las fuentes secundarias (historiografía sobre el tema, comentada ya en el apartado “Estado de la cuestión”), así como los documentos que pueden extraerse de diferentes archivos, como el Archivo de la Universidad Complutense, el Archivo General de la Administración, en la sección del Sindicato Español de Estudiantes, o la sección del NO-DO dentro del Archivo de la Filmoteca Nacional. Otros archivos de importancia donde pueden encontrarse documentos relativos al tema de estudio son el Archivo Policial del Ministerio de Gobernación y la publicística y panfletos que pueden encontrarse en el Archivo del PCE. Por otro lado, es fundamental también acudir a la Hemeroteca Municipal, debido a la importancia de la prensa y de las revistas en el desarrollo de movimiento (revista Alcalá, entre otras). Se pueden valorar también como fuentes útiles la historia oral y las fotografías.

1. La Universidad en los primeros años del régimen de Franco 9

El marco jurídico. Legislación

Ya durante la Guerra Civil el régimen de Franco inició una represión sistemática contra los sectores y personas que habían apoyado el bando republicano o que fueran susceptibles de apoyarlo. Esta represión alcanzó también a la Universidad, donde se crearon las Comisiones de depuración, con el objetivo de desterrar de la Universidad toda conciencia política que pudiese poner en tela de juicio la legitimidad y gobierno del régimen. Como consecuencia de ello, en 1948 apenas 30,7% de los catedráticos de la Universidad anteriores a la Guerra Civil seguía manteniendo su puesto1. Fueron sustituidos por personas afines al régimen y, por lo tanto, por razones más políticas que científicas, inaugurando así un nuevo modelo de Universidad, donde el control de las ideas políticas y la creación de un estado de opinión afín al régimen serán fundamentales. Desde el punto de vista del régimen franquista, las Universidades, tradicionalmente centros de debate político, debían convertirse en simples centros de transmisión del conocimiento y adoctrinamiento en los principios del régimen. La institucionalización del nuevo modelo educativo universitario se llevó a cabo a través de la Ley de Ordenación Universitaria (LOU) de 1943, aprobada por el ministro de Educación José Ibáñez Martín, antiguo colaborador de Primo de Rivera y vinculado a la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP)2. Esta ley perduró hasta las reformas de Villar Palasí en 1970, casi al final de la dictadura, y fue, por lo tanto, la que organizó las bases de toda la Universidad franquista y la que estaba en vigor cuando se produjeron las primeras revueltas disidentes en los años cincuenta. No fue, sin embargo, una ley que representase un movimiento unitario ni una política uniforme desde el régimen, sino que la falta de modelo y la gran heterogeneidad de los grupos que apoyaron a Franco, entre los que tenían especial importancia la Falange y la Iglesia, representada por los jesuitas del Opus Dei y la Asociación Católica Nacional de

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Perfecto García, M. Á., “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, en De la Calle Velasco, M.D. y Redero San Román, M., Movimientos sociales en la España del siglo XX, 2008, p. 142. 2 Perfecto García, M. Á., “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 144.

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Propagandistas (ACNP) dio lugar a una lucha por el control educativo que quedó patente en la LOU de 19433. El interés de los católicos, tanto del Opus como de la ACNP, por la Universidad se centró en las posibilidades de ampliar su influencia a la política y a la administración a través del control de las cátedras. Por su parte, la Falange, ya en clara desventaja frente a la Iglesia, que mantenía su influencia también sobre el Ministerio, intentó dominar la universidad controlando a profesores y a alumnos a través del Servicio Español del Profesorado de Enseñanza Superior (SEPES) y el Sindicato Español Universitario (SEU), creado en 19334. Con el fin de la guerra civil, el SEU logró la sindicación única, aunque aún libre; y con la LOU de 1943 alcanzó su otro objetivo: la sindicación obligatoria. Así, a través de la Ley de Ordenación Universitaria el SEU ya no sólo era el único sindicato oficial, sino que se convertía también en obligatorio, pasando a ser el órgano de adoctrinamiento fundamental en las políticas del régimen dentro de la Universidad. El Sindicato, órgano de control de Falange en la Universidad, acabó sin embargo sumido en una profunda crisis que facilitó, ya en los años cincuenta, que el descontento estudiantil saliera a flote5. A través de la Ley de 1943 la Universidad asumía así dos funciones fundamentales para la estabilidad y continuación del régimen: la preparación de cuadros dirigentes y la función de propaganda y encuadramiento de alumnos y profesores6. Estas tareas quedan explícitamente expresadas en el discurso que el ministro de Educación Ibáñez Martín proclamó ante las Cortes el 15 de junio de 1943: “El Estado, por instinto de conservación, ha de contar con la Universidad como instrumento que le ayude a procurar la unidad de los españoles. Por eso tiene el derecho a preceptuar una formación política que alcance a todos los escolares. Por eso tiene el deber de encuadrar a profesores y alumnos en una 3

Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 22-24. 4 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 25. 5 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 22, 32. 6 Perfecto García, M. Á., “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 144-145.

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misma disciplina de servicio a los ideales concretos que hoy constituyen el nervio de nuestro Movimiento.”7

Este discurso refleja perfectamente el objetivo del régimen con respecto a la Universidad: convertirla en un espacio de adoctrinamiento político, impidiendo el surgimiento de nuevas ideas y la creación de una conciencia política crítica que pudiese cuestionar las medidas oficiales. La Universidad era así la cantera de la que procederían los nuevos mandos del régimen, la alta burocracia y el gobierno. La Ley de Ordenación Universitaria de 1943 propició los marcos jurídicos adecuados para este encuadramiento a través de la constitución del SEU en el sindicato único oficial y obligatorio. Las organizaciones estudiantiles (SEU, FUE) Durante la II República existían organizaciones estudiantiles de tendencias muy distintas. La FUE (Federación Universitaria de Española), creada en 1927, recogía las corrientes del liberalismo progresista, ligado a la Institución Libre de Enseñanza, hasta el socialismo y el comunismo. Era una asociación que respondía a la política educativa de la dictadura de Primo de Rivera. Tras la guerra civil, el FUE pasó a la clandestinidad, y tras tratar de revitalizarlo después de la Segunda Guerra Mundial, no consiguió sus objetivos. También en esta época había grupos ligados a la derecha clásica (Acción Popular, Renovación Española, Comunión Tradicionalista), cuya fuerza es escasa ante la práctica hegemonía de la FUE. El SEU, por otra parte, pertenecía a la Falange y fue creado en 19338. Durante sus primeros años careció de un gran apoyo, pero al llegar a la guerra civil apoyó al bando nacionalista, e incluso algunos de los integrantes del sindicato apoyaron a dicho ejército. “El apoyo “acrítico” del SEU a Franco (…) refleja la desorientación política de esta asociación”9. Tras la guerra civil, sus funciones se centraron en el encuadramiento político

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“Discurso del Ministro de Educación Nacional al Pleno de las Cortes”, Boletín de las Cortes españolas del 15 de junio de 1943, en Perfecto García, M. Á., “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 145, según Alzaga, O., “Marco jurídico. En torno a la Ley de Ordenación Universitaria”, Cuadernos para el diálogo, La Universidad, Extraordinario V, 1967, p. 71-74. 8 El Sindicato Español Universitario nació durante la II República (noviembre de 1933) como la sección universitaria de Falange Española, y se hizo notar a través de la lucha política en la calle”. FernándezMontesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008. p. 30. 9 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 31.

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y militar de los estudiantes a través de la Milicia Universitaria y extender el espíritu de la Falange a todo el conjunto universitario a través de sus autoridades e instituciones. El SEU se convirtió en un elemento mantenedor del orden y adquirió fama de informador policial entre los estudiantes10. Al mismo tiempo, pasó a ser no solo en el único sindicato universitario, sino también en obligatorio a través de la LOU11 . En esos momentos, “la vida en la universidad […] se concebía como un medio para el ascenso social en la Administración pública mediante la meritocracia y se centraba en el estudio, las tertulias de café y la religiosidad, como consecuencia de la movilización de la Iglesia y de sus organizaciones sociales. La politización era, por lo tanto, muy escasa. Una encuesta realizada en 1949 por los mandos del SEU en once universidades reflejaba el escaso interés de los estudiantes por las cuestiones políticas”12.

De todas maneras, también había una mayor permisividad en lo cultural, ya que debido a que se les consideraba el relevo generacional del régimen, necesitaban una formación completa en estos ámbitos13. Esto facilitó en cierta medida que el SEU fuera ‘uno de los principales coadyuvadores –a su pesar- en el proceso de evolución mental de la juventud universitaria española’14. En esta primera etapa de la universidad franquista, tras la Segunda Guerra Mundial se produce la llegada de una pequeña minoría de hijos de la burguesía republicana a partir del curso 1944-1945. Pertenecían a la clase media-alta y eran mayoritariamente hombres que cursaban las carreras tradicionales como Derecho y Medicina. Desde los años cincuenta el número de universitarios aumenta, puesto que la Universidad se constituye en un objetivo de progreso económico-social para muchas familias. En cuanto a las carreras estudiadas

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Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 147. “Con el fin de la guerra civil, el SEU logró la sindicación única, pero libre; y con la LOU (1943) alcanzó su otro objetivo: la sindicación obligatoria.” Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008,p. 32. 12 “Cuestionarios y resúmenes sobre el ambiente político entre los universitarios”, citado en Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 148. 13 Ruíz Carnicer, M. Á., “El sindicato español universitario (SEU), 1939-1965: la socialización política de la juventud universitaria en el franquismo, Siglo Veintiuno de España Editores S.A., Madrid, 1996. P. 506. 14 Ruíz Carnicer, M. Á., “El sindicato español universitario (SEU), 1939-1965: la socialización política de la juventud universitaria en el franquismo, Siglo Veintiuno de España Editores S.A., Madrid, 1996, p. 506. 11

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aumentan las de Filosofía y Letras y Ciencias, así como los nuevos estudios, como Economía, mientras que se reduce Derecho. Tras la llegada de este grupo, que se unió a los hijos de los vencedores, el primer paso fue la reconstrucción de la FUE y de la antigua Unión de Intelectuales Libres por antiguos estudiantes republicanos vinculados al Partido Comunista. Tras la detención de sus líderes, ésta se dividirá en dos ramas: una en Francia y una en España. El fracaso de los intentos de reconstrucción de la FUE se explica por la represión del régimen franquista y la composición sociológica de los universitarios del momento, hijos de los dirigentes del régimen15. Ya en los años 50 se dio un cambio gubernamental que influyó también en el desarrollo del SEU16. Aunque fue también importante la crisis interna del SEU que “permitió la aparición y exteriorización de la existencia real de una oposición creciente”17. Fue precisamente a través de la creación de focos culturales en el SEU, a través del Servicio Universitario del Trabajo (SUT) y el Teatro Español Universitario (TEU), por los que surgieron focos de crítica a la dictadura18. El año de 1954 fue decisivo, ya que tras haber una manifestación organizada por el Sindicato, hubo una carga policial. Esto provocó que los universitarios se distanciaran del SEU, que perdió el prestigio que tenía19. Tras dichos sucesos, ‘ante los estudiantes, la imagen del SEU, como institución abierta, se había acabado, y, ante el Gobierno, el Sindicato apareció como un órgano incapaz de controlar a los estudiantes’20. Desde ese momento hubo un progresivo rechazo al Sindicato.

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Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 148. “Las diferentes medidas que llevaron a cabo, a pesar de no ser de gran trascendencia, sí contribuyeron a crear un ambiente de apertura cultural que tuvo una gran relevancia ya que muchos estudiantes canalizaron su descontento a través de reivindicaciones culturales que finalmente les llevaron a posturas contrarias a la dictadura”. Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 40. 17 según Hernandez Sandoica en Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 46. 18 “El SEU, a través de ciertas organizaciones como el SUT y el TEU, y de la publicación de algunas revistas, contribuyó a crear conciencia política entre los estudiantes porque, al mismo tiempo que los controlaba, los animaba hacia el compromiso político y social.” Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008 p. 53. 19 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 47. 20 Fernández-Montesinos Gurruchaga, A., Hijos de vencedores y vencidos: los sucesos de Febrero de 1956 en la universidad Central, Madrid, 2008, p. 59. 16

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El inicio de las disidencias (1951-1956)

A principios de la década de los ’50 se produjeron una serie de cambios en la política educacional del régimen. Junto a la llegada de la primera generación de estudiantes que no había vivido de manera directa la guerra, se suma la llegada al ministerio de Joaquín Ruiz Jiménez en 1951, en un ambiente de desencanto y descrédito hacia el régimen y la opresión del mismo hacia los nuevos estudiantes que reclamaban mayor libertad de expresión y nuevas formas de política, ante todo democráticas. Joaquín Ruiz Jiménez, llevó a cabo, junto a un gabinete de cierta tendencia aperturista respecto a los más conservadores del régimen, un intento de abrir horizontes culturales de la mediocre vida universitaria del momento21, también para apaciguar el descontento que había entre los universitarios respeto a la política social del régimen que habían participado en los campos de trabajo del Servicio Universitario de Trabajo del SEU. Se produjeron por parte del ministerio la vuelta de antiguos profesores y catedráticos a la vida universitaria, una difusión de los valores sindicales y un cierto acercamiento entre campesino y obrero. Los estudiantes focalizaban su crítica hacia la represión intelectual y libertad de expresión que ejercía el régimen franquista, sin embargo también reclamaban un cambio en el sistema y método de enseñanza, anticuados y rígidos, exigían clases más abiertas y de cercanía entre profesor y alumno, de debate, ya que en numerosas ocasiones solo se encontraban profesores que se preocupaban exclusivamente de ganar su sueldo; por último la falta de salidas profesionales como es lógico. Todo este clima de descontento hizo que las que en un primer momento eran minorías políticas de izquierda, fueran cogiendo cada vez más fuerza y forma, influenciadas por la corriente marxista. La política “aperturista” se hizo patente también con la creación de nuevos servicios, como el de Extensión cultural, cuyos objetivos no eran solo culturales, reducción de analfabetismo y difusión de la cultura, pero también políticos, difusión de los valores de los sindicatos y cercanía por parte de los universitarios a los obreros y campesinos.

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Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 1.

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Precisamente en estos momentos de cambios dentro de la universidad y en el ámbito cultural se formaron el Servicio Universitario del Trabajo (SUT) y el Teatro Español Universitario (TEU), que serían en un futuro próximo focos de crítica a la dictadura y lugares de reunión y conciencia política, en contra de las pretensiones del SEU. Todos estos cambios se notaron sensiblemente en el ámbito cultural, sin embargo sí que denotaron una cierta inclinación por parte del régimen de apaciguar, más que de apertura política, los ánimos de la nueva generación de estudiantes, provocando de todos modos la crítica a estos cambios de los más conservadores: aunque no fueron de gran trascendencia los cambios, sí parecieron dar una luz de esperanza. Con la creación de estas dos nuevas organizaciones surgieron grandes tensiones dentro del SEU, único sindicato de estudiantes desde 1943, que buscaba un equilibrio entre las reivindicaciones y ánimos de los estudiantes y la presión política del régimen, con escaso éxito. Por un lado, los “primeros opositores ligados al PCE” concluyeron que el SEU se encontraba “definitivamente desprestigiado” y ofrecieron una alternativa de lucha en la Universidad: “luchar contra el SEU, dentro del SEU”22. Laín Entralgo, rector de la Universidad Complutense, comenzó a apoyar las iniciativas de los estudiantes dejando de lado las pretensiones del SEU, como el homenaje a Ortega y Gasset. Aprovechando este momento de formación y unión de fuerzas de estudiantes de tendencia mayoritariamente de izquierdas, volvieron a España ilustres personajes como Jorge Semprún, cercanos o militantes del PCE, instalado de manera clara ya en el estudiantado, que ayudo a la formación cada vez más frecuente de reuniones, eventos culturales de poesía y escritores (Congreso de escritores Jóvenes), siempre dentro de este ámbito de izquierdas. El Congreso de escritores Jóvenes finalmente no se celebró por razones políticas y supuso la ruptura definitiva y la instalación en 1956 del primer núcleo de estudiantes comunistas. A partir de este momento se sucedieron numerosos eventos violentos entre universitarios y policía, muchos de ellos infiltrados, de donde surgieron los primeros universitarios detenidos en contra del régimen. Esto vino acompañado de una reafirmación y fortalecimiento de la prensa franquista, a través de periódicos, revistas y 22

Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 7.

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slogan acusando, en muchas ocasiones sin fundamento y con una clara alteración de los acontecimientos reales, al estudiantado madrileño: se llegó a decir que poseían y hacían uso de armas de fuego, cuando en realidad eran los falangistas quienes las usaban. A pesar de todos los detenidos y altercados producidos en Madrid entre estudiantes y policía, y la falsa información que se daba sobre los mismos, no paró en absoluto los pies de la lucha estudiantil: surgieron nuevas acusaciones focalizadas a los partidos de izquierda, PCE y PSOE, alegando que estos recogían los nuevos estudiantes que no habían vivido la guerra entre sus filas. Antes de que se acábese el mes de febrero de 1956, tras los acontecimientos que hicieron saltar las chispas, los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense elaboraron un nuevo escrito con el fin de aclarar los acontecimientos reales. Las principales consecuencias de los sucesos de 1956 fueron dos: por un lado, el incremento de la influencia del Opus Dei, y, por otro, la “aceleración de la organización de la oposición de izquierdas”.23 El régimen franquista, a raíz de los acontecimientos del Febrero de 1956, y siguiendo las pautas de Carrero Blanco, cada vez más influyente en la política del régimen, completaron en un marco de un año el cambio gubernamental, dando paso a una nueva clase política, técnica y universitaria, y mayormente vinculada al Opus Dei: los tecnócratas: iniciaron una serie de reformas económicas que produjeron un importante crecimiento: el llamado desarrollismo. Por su parte, en la Universidad de finales de los años cincuenta, a la oposición tradicional de socialistas y comunistas se unió un nuevo grupo: el Frente de Liberación Popular. Según se producían estos cambios, ya sea desde la cúpula franquista o desde los movimientos estudiantiles y su relación con la izquierda, el SEU entraba en una crisis cada vez más acentuada y perdía crédito por días: los estudiantes reclamaban democracia y el gobierno lo dejaba de lado, era una situación que no sabían contener. En el período de crisis que comienza en 1956 y finaliza con la desaparición del SEU en 1965, vivió una profunda crisis caracterizada además por la necesidad de ampliar su representatividad y la obligación de no salirse de las líneas marcadas por la dictadura.

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Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 17.

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Finalmente el SEU acabo desapareciendo y fue sustituido por las Asociaciones Profesionales de Estudiantes (APE), nuevo órgano de control de la vida universitaria, que tuvo un escaso éxito. A pesar de todos estos nuevos cambios dentro del movimiento estudiantil, la dictadura franquista no corrió ningún riesgo gracias a tres elementos: consolidación exterior (pactos con EEUU, entrada en la ONU, concordato con la Santa Sede), estabilización económica y represión. Aun así los sucesos universitarios de 956 supusieron un punto de inflexión en la historia de la dictadura franquista. El fracaso intelectual del régimen de Franco, que vio alejarse a los jóvenes universitarios de sus postulados conservadores y reaccionarios, quedó patente.

2. Desarrollo del movimiento universitario en 1950-1960 Febrero de 1956: el primer movimiento estudiantil

Generalmente, la causa principal para el desencadenamiento de los sucesos de febrero de 1956 se sitúa en la prohibición de la celebración del Congreso de Escritores Jóvenes. Ante ello, se planteó la celebración de un Congreso Nacional de estudiantes, cuya organización y desarrollo debían producirse al margen del SEU, con el objetivo de atraer a los estudiantes de tendencias demócratas. El 31 de enero de 1956 se realizó la lectura de un manifiesto oficial por parte de los convocantes en el Club “Tiempo Nuevo”, con la asistencia de medios de comunicación extranjeros que causaron una cierta focalización de la prensa internacional sobre la situación española24. El 1 de febrero comenzó una recogida de firmas, con objetivo de que mostrasen el apoyo al manifiesto, escrito en un tono crítico mediante el que se expresaba el desacuerdo con el estancamiento de la vida universitaria, e incluso se rechazaba el retiro forzoso de la docencia de algunos profesores por razones ideológicas. Por su parte, el 2 de febrero de 1956 la Primera Línea del SEU publicó un manifiesto en el que mostró su apoyo al anterior, llegando a producirse una reunión de los redactores de ambos25. Sin embargo, este diálogo se rompió precipitadamente

24 25

Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 74. Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 75.

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cuando, el 7 de febrero de 1956, el SEU interrumpió el transcurso de las elecciones celebradas en la Facultad de Derecho. Los altercados provocaron daños en el edificio, teniendo lugar, al día siguiente, un nuevo asalto protagonizado por grupos falangistas (como la Guardia de Franco y Centuria 20). La situación se agravó cuando el 9 de febrero, día de conmemoración de la muerte de Matías Montero – considerado un mártir del falangismo, asesinado durante la II República – los universitarios se enfrentaron, de nuevo, a los falangistas. Miguel Álvarez, miembro de las Falanges Juveniles, resultó gravemente herido durante los altercados. La prensa oficial y las autoridades responsabilizaron a los estudiantes de lo ocurrido, obviando que los falangistas eran quienes llevaban armas de fuego, y trataron de introducir la amenaza comunista. Enrique Múgica, líder del incipiente movimiento estudiantil, fue detenido. Como consecuencias inmediatas, las clases fueron suspendidas, al igual que los artículos 14 y 18 del Fuero de los Españoles26. El rector Laín Entralgo dimitió, y dos ministros, Ruiz Jiménez de Educación Nacional y Fernández Cuesta de la Secretaría General del Movimiento, fueron cesados. Estructuración estudiantil: surgimiento de organizaciones a partir de partidos políticos

Una de las consecuencias del movimiento estudiantil iniciado en febrero de 1956 fue el nacimiento, el 26 del mismo mes, de la Agrupación Socialista Universitaria (ASU). Tras las detenciones producidas durante febrero ante la protesta estudiantil, los estudiantes de la Facultad de Derecho elaboraron un escrito mediante el que trataban de enfrentarse a la tergiversación llevada a cabo por la prensa del Régimen, que había comenzado una violenta campaña contra ellos. Ante la ausencia de reacción, en marzo de 1956 se redactó un nuevo manifiesto, que se considera el acta de nacimiento del ASU. En él, se realizaba una reivindicación de los acontecimientos de febrero y de la inocencia de los detenidos por su participación en los mismos. Como consecuencia, tuvieron lugar las primeras detenciones de sus miembros. Formada a partir de un grupúsculo de estudiantes, hijos de la pequeña burguesía y de las clases medias, su surgimiento se relaciona de forma estrecha con la situación 26

Montesinos-Fernández Gurruchaga, A., Los primeros pasos del movimiento estudiantil, Madrid, p. 78.

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del PSOE en el exilio, caracterizado por la inactividad y el desconocimiento frente a la situación interior en España. La crítica situación internacional del PSOE exiliado en Toulouse, dirigido por Rodolfo Llopis, llevó a un intento por establecer nexos con el interior, motivado por Antonio Amat, en una actividad que se puede comparar a la llevada a cabo por Jorge Semprún en el PCE. El núcleo socialista se desarrolló en una situación de menor capacidad organizativa y de medios que los comunistas que, no obstante, no monopolizaron completamente la oposición a la dictadura surgida desde el ámbito estudiantil universitario. A partir de 1956 surgió, entre comunistas y socialistas, una colaboración que se desarrolló ante las dificultades heredadas de las diferencias surgidas durante la Guerra Civil y ante la oposición de Rodolfo Llopis. La adhesión de los miembros del ASU al PSOE se manifestó en la visita realizada por Víctor Pradera a Rodolfo Llopis en agosto de 1956, de la cual se obtuvo la independencia de acción a nivel universitario. No obstante, las relaciones atravesaron distintas etapas, enfriándose en los años 1957 y 1958 debido a la reclamación de Toulouse de una definición orgánica del ASU. Ello tuvo lugar en agosto de 1958, durante la celebración del VII Congreso del PSOE en el exilio, al que asistieron como representantes Francisco Bustelo y Vicente Girbau. Se estableció una estrategia basada en la lucha interna mediante la colaboración de otros grupos de disidencia a la dictadura, como los comunistas y anarquistas, llegando a plantearse la reclamación de que el ASU permaneciese como organización independiente al PSOE, de forma que sus miembros no tuvieran que serlo también del partido. Los años de mayor importancia del ASU fueron los comprendidos entre 1956 y 1958. A partir de ese momento, la infiltración comunista, la actividad policial y las complicaciones derivadas de la difícil relación con el PSOE en el exilio se unieron para ocasionar su desaparición en 1961.

Socialización y sindicalización del movimiento estudiantil (1962-1968)

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Se debe recordar que los problemas universitarios son consecuencias de los problemas que afectan a la sociedad del país.27 La universidad estaba formada por los hijos de los vencedores, a los que se fue añadiendo una pequeña minoría de hijos de la burguesía republicana a partir del curso 1944-1945. Pertenecían por tanto a la clase media-alta y eran mayoritariamente hombres que cursaban las carreras tradicionales como Derecho y Medicina. Desde los años cincuenta el número de universitarios aumenta, puesto que la Universidad se supone un progreso económico-social para muchas familias. En cuanto a las carreras estudiadas aumentan las de Filosofía y Letras y Ciencias, así como los nuevos estudios, como Economía, en detrimento de Derecho. La universidad, pese al aumento de número de alumnos sigue teniendo un carácter elitista, quedando reservado a un restringido numero de alumnos. De igual manera queda restringido el libre acceso al profesorado, asociado de forma muy determinante a una clara línea ideológica, lo cual no implica que sean aptos como docentes. La universidad también posee a su vez problemas de financiación, a todos estos obstáculos debemos sumar la ausencia de representatividad de los estudiantes que no se encuentren cercanos a las ideas del SEU, tal y como queda patente en la Carta de los 1.161 intelectuales, que escriben al Ministro de Información y Turismo en marzo de 1965 en el cual afirman que los universitarios han tenido que manifestarse en la vía pública por no disponer de ningún otro cauce legal para poder expresarse.28 Entre 1961 y 1964 se desarrolla un movimiento obrero autónomo del sindicalismo oficial y sus acciones empiezan a influir en el movimiento universitario. En un principio los objetivos estudiantiles se centran en llevar a la práctica los propósitos democratizadores del SEU, como las elecciones democráticas de delegados de curso, pero la aprobación de la creación de la Universidad de Navarra, privada y perteneciente al Opus Dei, desencadenó protestas estudiantiles, además de provocar contradicciones internas en el SEU, que siempre había defendido el carácter estatal de

27 28

“Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo”, p. 9. “Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo”, p. 21.

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las universidades29. Las protestas que tienen lugar en Madrid se extienden al resto de España. Los estudiantes construyen un movimiento social que implica la socialización de los universitarios en torno a una serie de reivindicaciones, no todas ellas políticas, como la oposición a la extensión de las Universidades privadas, la lucha contra el SEU y la democratización de las estructuras universitarias30. La politización del movimiento estudiantil obligó a

los partidos políticos a tomar un cierto control de éste,

manteniéndolo dentro de unos límites, pero las disidencias dentro de los propios partidos, especialmente en el PCE, llevaron a la formación de pequeños núcleos de asociación con diversas características. Desde 1962-1963 el movimiento estudiantil tiene como objetivo principal la consolidación de un movimiento sindical unitario en toda España al margen del SEU. Todo ello aumentará la movilización y la coordinación entre las diversas organizaciones, exigiendo un sindicato democrático y realizando actos culturales con el fin de acercar a profesores y estudiantes disidentes, entre los cuales se encuentra la creación de Boletines Informativos de cada facultad al margen del SEU. Durante estos años, además, la entrada de antiguos universitarios en los puestos de profesores aceleró la colaboración entre ambos sectores. Los actos culturales y la celebración de la IV Asamblea Libre de Estudiantes en Madrid en marzo de 196531, todo ello censurado desde el régimen, culminaron en la elaboración de un manifiesto que protestaba contra la censura y la obligatoriedad de pertenencia al SEU, además de pedir la libertad sindical así como la libertad de expresión. Este mismo año se abrieron expedientes a varios de los catedráticos que participaron en las protestas, como Aranguren, Tierno Galván y Montero Díaz. La fuerte represión policial tuvo eco en el extranjero y se produjeron actos de solidaridad en otros países de Europa y en universidades españolas. Estas últimas movilizaciones serán el primer paso para la I Reunión de Delegados de Estudiantes en Barcelona, cuyo

29

Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 157. Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 161. 31 “Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo”, p. 19. 30

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objetivo será la constitución de un sindicato de estudiantes democrático y representativo32. Todo ello culminará con la caída definitiva del SEU y su desaparición el 5 de febrero de 1965, siendo sustituidas por unas Asociaciones Profesionales de Estudiantes, rechazadas por éstos y que desaparecieron ese mismo año. La caída del SEU supuso un cambio, que involucró más a las autoridades académicas en el control y represión estudiantil, infiltró a la policía política e intentó una reforma del sistema educativo a través de la Ley General de Educación de 1970 que sustituía a la de 1943.33 La creación del Sindicato Democrático en Madrid (SDEU) motivó discusiones entre el PCE y el FLP, ya que el FLP consideraba que un nuevo sindicato simbolizaba el control de la burguesía. Finalmente, el 23 de Abril de 1967 el SDEU se constituyó en la Universidad de Madrid, extendiéndose durante el siguiente curso al resto de España. Esto significó el cambio a una nueva forma de lucha, alejada de la clandestinidad de la primera etapa. Los estudiantes que lo componían se radicalizaron en parte por el intento policial de reprimir sus actividades34. En lo referente a las características específicas de un sindicato estudiantil cabe destacar que la institución posee unas finalidades propias y que estas tan solo se pueden alcanzar con la previa existencia de unas condiciones específicas. En cuanto a las finalidades, el sindicato pretende hacer tomar conciencia a los estudiantes de sus derechos y deberes, y asegurar que esto se lleve a cabo. Concibe al estudiante como un trabajador intelectual y por tanto debe tener derecho a una previsión social, en los terrenos físico e intelectual. Como trabajador tiene derecho al trabajo y al descanso. Y como intelectual tiene derecho a la búsqueda de la libertad y a la verdad.35 El sindicato debe ser entendido como una institución independiente con posibilidad de expresar la opinión de sus miembros frente a los poderos públicos, las autoridades universitarias y la opinión publica. Y además como institución 32

Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 163. Perfecto García, “El movimiento estudiantil durante el franquismo”, p. 164. 34 Erráuriz Tagle, “Movimiento estudiantil bajo la Dictadura: los casos de España (1960-1970) y Chile (1976-1986) en perspectiva comparada”, en Nicolás Marín, González Martínez (ed.), Ayeres en discusión, 33

Murcia, 2008, p. 167. 35

“Documentos del movimiento universitario bajo el franquismo”, p. 14.

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representativa debe acoger las inquietudes y los problemas de los universitarios y darles una solución.

Influencia de mayo del 68 en el movimiento estudiantil español: nuevas perspectivas reivindicativas

Entre el mayo del 68 francés, y el caso madrileño, las diferencias se dislocan en dos vertientes, resultantes de los actores fundamentales para este fenómeno. Por un lado, la respuesta desde las élites políticas, democráticas en el primer caso y autoritarias/dictatoriales en el segundo. Por otro, las propias motivaciones de los estudiantes, derivado de lo que hemos expuesto anteriormente. Los universitarios franceses, como ocurriría en 1977 en Italia, realizaban críticas a los partidos políticos, incluso a los de izquierda, y se encuadraban en una reivindicación internacional de rechazo a la Guerra de Vietnam. Una situación de este tipo no podía tener lugar en la España franquista, donde el motivo de lucha del movimiento universitario fue, fundamentalmente, el rechazo al Régimen y la defensa de una nueva sociedad democrática. Para conseguir estos objetivos, se estableció una concepción de “unidad antifascista”, consistente en la adhesión de movimientos demócratas e, incluso, del PCE. En este sentido, podemos concluir que el movimiento estudiantil madrileño consistió, en mayor grado, en un movimiento político que sociocultural. El movimiento estudiantil madrileño y, en general el de todo el país, a excepción de Barcelona, han predominado de manera clara las prioridades derivadas de la lucha contra el régimen de dictadura respecto a las planteadas por un desarrollo anticapitalista y contracultural, como pudiera pasar en otros movimientos estudiantiles de países europeos, principalmente en los ya citados francés e italiano. No se trataba de un ataque al dispositivo universitario como institución burguesa, sino contra la represión ideológica y libertad de expresión. Tenemos un situación en la que, un movimiento social debe afrontar luchas continuas, incluso contra la formación de cuerpos de policía con la única labor de reprimir cualquier acto fuera cultural o de protesta, y una continua autoorganización articulado en torno a un proyecto de reforma y democratización del sistema sociopolítico presente. Claro ejemplo de represión fue la respuesta policial dada tras el incendio de la universidad de San Bernardo en Madrid, en la primavera de 1968. 24

Una de las consecuencias que comparten el caso parisino y madrileño fue la descentralización de la Universidad, en el primer caso queda divida en siete partes, y en el segundo se abre el Campus de Somosaguas.

Conclusiones

Los sucesos de febrero de 1956 supusieron la ruptura de los estudiantes con el SEU y por tanto la separación de estos y el franquismo. El SEU creó una serie de organismos que sirvieron de forma involuntaria de plataforma para crear una primera conciencia política. De esta forma la universidad volvió a convertirse en un centro de debate político. La universidad se convirtió en uno de los mayores focos de oposición al régimen esto unido a su politización explica que de ella saliesen algunos de los políticos fundamentales que darán lugar al proceso de transición española. Algunos de estos personajes eran ya profesores, un ejemplo de esto es Tierno Galván. El movimiento estudiantil supuso el nacimiento de una cultura de contestación en la sociedad, fenómeno que se extendió debido a que, progresivamente, el acceso a ésta se facilitó. La causa común que unía al movimiento estudiantil era la democratización, tanto universitaria como estatal, lo que permitió que las diferentes corrientes que lo conformaron dejasen atrás sus diferencias para unirse en estas reivindicaciones. No obstante, esta unidad dentro del movimiento estudiantil se resquebrajó debido a las tensiones internas que superaron la cohesión inicial.

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