Conociendo a Jesús Como Esposo y Juez Shelley Hundley Intensivo Latino 2011 IHOP-KC

Conociendo a Jesús Como Esposo y Juez– Shelley Hundley Intensivo Latino 2011 – IHOP-KC I. II. MI TESTIMONIO PERSONAL A. Creciendo en Medellín, Colo

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Este documento corresponde al trabajo final del Curso Intermedio "Instrumentos para la Implementación de un Sistema Acusatorio Oral" VI PROGRAMA INTER

Story Transcript

Conociendo a Jesús Como Esposo y Juez– Shelley Hundley Intensivo Latino 2011 – IHOP-KC I.

II.

MI TESTIMONIO PERSONAL A.

Creciendo en Medellín, Colombia

B.

Confrontando el dolor de abuso y ateismo

C.

Conociendo Jesús como el Esposo 1.

Juan 3:29

2.

Juan 17:23-26

3.

Isaías 62

UN CLAMOR POR JUSTICIA Y CONSUELO A.

Las Escrituras declaran que Cristo vino “a consolar a todos los enlutados” (Isaías 61:2), y Jesús reiteró esa promesa en su Sermón del Monte (Mateo 5:4). El verdadero cristianismo le ofrece al mundo esperanza extraordinaria, pero muy pocos creyentes saben esto. Contaminado por nuestra cultura humanista, el cristianismo moderno parece haber adoptado estrategias incapaces de llevar esperanza que no son diferentes para el creyente que para el incrédulo. Sin reconocer a Jesucristo como el Juez supremo, el consuelo que ofrecemos a los marchitados bajo el peso de un mundo malo y perverso se reduce a darles una palmadita de simpatía en la espalda y un aliento superficial: “Lo lograrás de alguna forma”.

B.

Sin la revelación de Dios como Juez, no tenemos ninguna respuesta real a la oscuridad y el tormento que seres humanos están trayendo a otros seres humanos. En definitiva no somos mejores que nuestros vecinos que no tienen siquiera un atisbo de la esperanza que viene y no ven fin a las tragedias de su vida. Con el tiempo dejamos de ser testigos de Jesús a un mundo que realmente nos ha dejado perplejos, ya que nos encogemos bajo la vieja pregunta de por qué existen el sufrimiento y la injusticia en el mundo. Nos avergonzamos de proclamar que Dios es un Juez. Ocultamos esta verdad como si fuera un tío borracho cuyo comportamiento indecoroso e impredecible nos avergüenza durante la reunión anual de la familia. Mientras tanto, nos desentendemos de cómo se desacreditan nuestra fe y testimonio habiendo quedado sin un conocimiento vivo de Dios como Juez. Influenciados por una cultura relativista, hemos enviado la teología cristiana histórica sobre el juicio a un rincón, y este mensaje “inconveniente” ya no se menciona en el testimonio o como parte de nuestra experiencia del Evangelio. Este aspecto del carácter y de la personalidad de Dios nos hace desconfiar porque no queremos ser vistos como intolerantes y sentenciosos o presentar a Dios de ese modo. Sin embargo, en el proceso de domesticación del Evangelio, hemos perdido uno de los beneficios que más necesarios (gramática: tal vez seria mejor “hemos perdido uno de los beneficios más necesarios”) de Jesús como nuestro Juez. Las Escrituras revelan que todo el mensaje de consuelo se gira sobre la declaración: “¡Consuélate, el Juez se acerca!”

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Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1 Tesalonicenses 4:16-18) y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). ( 2 Tesalonicenses 1:7-10) C.

III.

Este es un cambio radical en nuestra definición actual de consuelo. El apóstol Pablo consoló a los creyentes de Tesalónica con una verdad: ¡el Juez se acerca! Cuando Dios consuela a los que están siendo perseguidos, los llama a mirar hacia su próxima venida como el día en que su pueblo será completamente restaurado y liberado.

ISAIAS 63: EL DIA DE VENGANZA ESTA EN EL CORAZON DE JESUS A.

B.

Introducción: 1.

Cuando empecé a estudiar el tema bíblico de Dios como Juez, la visión del profeta acerca de Jesús en Isaías 63 captó mi corazón. En su interpretación literal, este pasaje describe un evento que tendrá lugar en el futuro. La Biblia nos dice que Jesús marchará por la tierra que rodea a Israel en una maravillosa procesión cuando Él regrese y esta era actual llegue a un dramático fin. Él es visto en Isaías 63 hollando Edom (la actual Jordania) y Bosra (su antigua capital), a través de las naciones que se han opuesto y han oprimido a su pueblo, y trayendo justicia y liberación.

2.

Este cuadro literal de Jesús el Juez tiene enormes implicaciones para cada uno de nosotros que lidiamos con nuestras propias áreas de opresión e injusticia. La apariencia de Jesús es gloriosa. Aquí se lo ve avanzar con fuerza arrolladora. Piense en un león majestuoso, con una mirada de absoluto dominio, avanzando hacia la presa. O un rey espléndidamente engalanado, seguido de todo su servicio a cada paso, indicando su completa resolución y determinación. Es de este Jesús de Apocalipsis 6:15 de quien los reyes y los nobles huyen, trepando para ocultarse bajo las rocas y esconderse en cuevas.

Isaias 63:1 ¿Quién es este que viene de Edom, desde Bosra, vestido de púrpura? ¿Quién es este de espléndido ropaje, que avanza con fuerza arrolladora? «Soy yo, el que habla con justicia, el que tiene poder para salvar.» (Isaias 63:1)

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C.

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1.

La imagen de Jesús el Juez fue tan sorprendente para Isaías que preguntó: “¿Quién es éste?” Jesús respondió: “Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar” (Isaías 63:1). En esencia, está diciendo: “Yo, quien dijo que te liberaría, estoy aquí ahora para respaldarlo con la acción indiscutible”.

2.

Jesús está decidido a terminar con el pecado. Se ha comprometido a terminar definitivamente con el dolor y el sufrimiento que nos infligimos unos a otros en este mundo. Y sobre todo, quiere terminar con el completo rechazo de la humanidad hacia Dios, y hacia todo lo que Él llama bueno. “No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley”. (Isaías 42:4)

3.

¿Conoce usted a este Jesús? ¿El Espíritu Santo verdaderamente ha impreso en la profundidad de su alma la imagen de un Dios que es fiel, y que no solo habla sino que también actúa como un poderoso Juez? Debemos alimentar esta revelación hasta que sea viva en nosotros.

Isaías 63:2-3: ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. (Isaias 63:2-3) 1.

Aquí vemos una imagen de Jesús como el único que es digno de desatar el temible juicio de Dios. Él bebió la copa de la ira de Padre en Getsemaní (Mateo 26:42) para ser ahora el único digno de derramarla (Vea Apocalipsis 5:1-10). En este rol de Juez, Jesús no está meramente bebiendo una copa de ira; está impartiendo justicia Él mismo, dispensando la perfecta medida de recto y justo juicio sobre los impíos.

2.

El pasaje de Isaías 63 usa la frase “su sangre”. No es la sangre de Jesús la que ha salpicado sus vestiduras. Jesús está cubierto con la sangre de sus enemigos. La imagen del lagar es constante en la Biblia para describir a un Dios justo dando su merecido a los impíos (Vea Joel 3). El rojo del vino también se refiere directamente a la sangre. A los que rechazan el regalo del Padre, su Hijo, se los describe como habiendo “pisoteado al Hijo de Dios” (Hebreos 10:29).

3.

Los que creen que tienen control sobre Jesús y rechazan el don gratuito de la salvación de Dios por considerarse por encima de eso, al final se encontrarán aplastados bajo los pies de un Dios temible. Él no permitirá que el pecado vuelva a corromper o dañar a su pueblo en la era venidera. La Biblia señala en Isaías 40:27 que en la última generación antes de que el Señor regrese, muchos creerán que Dios no ve o no oye, y que no tendrá en cuenta el pecado. La afirmación de Jesús en Isaías 63 de que en su actividad como Juez “manché todas mis ropas” habla del hecho de que, en la generación en la que el Señor regrese, todas sus acciones estarán en un contexto de juicio y agitación global. A través de la Escritura, las ropas se refieren a nuestros hechos y acciones. Jesús también habla a su esposa, diciendo, en esencia: “Si buscas que me ponga otra cosa porque no estás cómoda con mi actividad de Juez, entonces sabe esto:

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4.

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¡No tengo otra cosa para vestir! Este es quien soy, y esto es lo que voy a mostrar de una manera sin precedentes antes de regresar”. Si vamos a amar a Jesús, debemos amarlo en este aspecto de su actividad como Juez. Así es como se viste nuestro Esposo, especialmente cuando el día de su regreso se acerca. Jesús también viste estas “ropas de juicio” a su regreso. “…Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios… Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y… Estaba vestido de una ropa teñida en sangre” (Apocalipsis 19:9, 11-13).

D.

5.

Los estratégicos juicios temporales de Dios (tales como los listados en el libro de Apocalipsis) son las últimas llamadas a la puerta de la humanidad. Él quiere hacernos saber que estamos fallando la prueba y que estamos completamente equivocados al pensar que no toma en cuenta el pecado o que no le importa lo que nos hacemos unos a otros. Le preocupa profundamente cómo respondemos a su regalo de misericordia y a su provisión para la transformación y la santidad del corazón.

6.

Por medio de estos juicios justos, Él nos enseña lo que en verdad le importa. Sus pequeños juicios nos preparan para sus juicios globales eternos (Vea Isaías 26:8-9). Ellos son la invitación final a la humanidad para que se vuelva a Dios antes del momento en que el juicio eterno venga sobre nosotros y no tengamos más tiempo de arrepentirnos.

7.

Mientras aumentan los movimientos de Dios en la tierra antes de su regreso, la Biblia nos permite comprender la manera en que responderá la Iglesia. Inicialmente, mucha gente estará confundida y enojada mientras lucha por interpretar la actividad de Dios como Juez. Este será un paradigma completamente nuevo para ellos (Vea Mateo 11:6), pero el Espíritu Santo ha prometido conceder comprensión a la Iglesia a medida que renovamos nuestro entendimiento por medio de la Palabra (Jeremías 23:18-20). El libro de Apocalipsis nos dice que al final la Iglesia comprenderá y glorificará Dios en medio de sus juicios (Vea Apocalipsis 19:2).

Isaias 63:4 ¡Ya tengo planeado el día de la venganza! ¡El año de mi redención ha llegado! (Isaías 63:4) 1.

La visión de Isaías continúa cuando Jesús responde su pregunta: “¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar?” (Isaías 63:2). ¿Por qué una respuesta tan temible al pecado, Jesús? ¿Por qué una demostración tan aterradora de juicio e ira irreversible? Somos movidos a preguntar en este momento qué motiva esta parte de la naturaleza y la actividad de Dios. ¿Jesús está ejecutando un juicio porque está caprichoso o enojado? ¿Disfruta aplastar al débil y ver morir a la gente? Jesús presenta una respuesta desconcertante. Él dice que “el día de la venganza” está en su corazón, y vincula este aterrador tiempo de juicio y vindicación con el “año de mis redimidos” (Isaías 63:4).

2.

¿Qué está diciendo aquí? Hay un día soñado y esperado por Jesús: el día final de la venganza cuando Dios termine con el pecado y asegure el bienestar de todo aquel que se vuelve a Él.

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3.

Hay además días de venganza menores en los cuales Jesús desata su justicia sobre la enfermedad, la opresión, el pecado y la persecución. El manifestar sanidad, liberación, y avivamiento en el área de santidad y la capacidad de vencer en medio de la adversidad y la persecución son de alguna manera acciones de la justa venganza de Dios sobre el maligno.

4.

La venganza de Jesús obra de maneras misteriosas, y en la Escritura se nos recuerda que solo Él está calificado para manifestar ira con perfecta justicia. Le compete a Él hacerlo, no a nosotros entenderlo, pero hay una profunda verdad en esta revelación. Hay un día de venganza por usted en el corazón de Jesús. Si buscamos la frase “día de venganza”, encontramos que se usa en varios otros pasajes de la Escritura (Vea Isaías 34:8-10; 61:1-3; 63:4; Proverbios 6:34-35; Jeremías 46:10; Lucas 21:22). En Isaías 34:8-10 se usa esta frase en el contexto del juicio final sobre el pecado y “retribuciones en el pleito de Sion”.

5.

En Isaías 61, el día de venganza está ligado al ministerio de consuelo de Jesús para con los enlutados: El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. (Isaías 61:1-3)

E.

6.

El apóstol Pablo recoge este tema en 1 Tesalonicenses 4 cuando pide a la iglesia que se alienten unos a otros con el conocimiento de que el juez viene. El pasaje de Isaías 61 también muestra que el día de la venganza es parte de las buenas nuevas a los abatidos y la sanidad para los quebrantados de corazón. Esta es una rica verdad que examinaremos más plenamente en los capítulos siguientes.

7.

De todas las referencias al día de la venganza, la más pertinente a Isaías 63:4 puede ser Proverbios 6:34-35. Este pasaje revela un concepto importante en lo que motiva el día de la venganza. “Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni se contentará con muchos regalos” (Proverbios 6:34-35 NVI). Aquí vemos la razón precisa por la cual el día de venganza está en el corazón de Dios. Él es un Juez porque es un Esposo. La aterradora venganza que despliega proviene del corazón celoso de un Esposo que dice: “Esta es mi esposa. ¿Cómo te atreves a tocarla?” Las acciones temibles de Jesús provienen del corazón de un Esposo que intenta quitar todo lo que impide el amor, o lo que trata de prostituir a su esposa. Juan 3:29

Isaías 63: 5-6: “Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre.” (Isaías 63:5-6)

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1.

Ningún otro es digno de ejecutar el juicio final de Dios sobre el pecado y liberar a los justos (Vea Apocalipsis 5:1-10). El estándar del Padre es muy alto cuando se trata de quien se erigirá como Juez de toda la humanidad. Su corazón generoso va más allá de lo que merecemos. Dios desea poner delante de nosotros un Juez de quien nadie pueda decir que es indiferente. Este juez debe ser completamente hombre, tentado y probado como lo hemos sido nosotros, pero sin ser corrompido por el poder absoluto.

2.

Él debe usar su autoridad para levantar a los débiles en vez de aplastarlos. Jesús es el Juez justo, como dice Isaías 42:3: “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia”.

3.

Como el perfecto Juez de la humanidad, Jesús no obrará indiscriminadamente sus juicios, trayendo ira por accidente o perdiendo la calma. Ni en las imágenes más aterradoras del juicio Jesús monta en cólera, o usa su poder para aplastar al débil por despecho. Él ve al creyente en lucha que clama a Él como la “caña cascada”, y no la quebrará. No deja de ser misericordioso por manifestar justicia. No suspende un atributo para expresar el otro. Él juzga recta y justamente, y es perfectamente misericordioso y bondadoso en cada paso del camino.

4.

En Isaías 63, el Señor realiza una declaración profunda que sigue a la aterradora visión del Juez de los versículos 1-6, al describir una de las imágenes más tiernas y hermosas del amor de Dios por su pueblo en los versículos 7-9: De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus piedades. Porque dijo: Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fue su Salvador. En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad. (Isaías 63:7-9)

F.

CONCLUSION:

G.

Cuando descubrí estas joyas escondidas en Isaías 63, simplemente comencé a orar el pasaje a Dios frase por frase, poniendo mi nombre en las líneas del relato. En ese entonces, mi lugar de oración era un sótano sin terminar. Todavía recuerdo que caminaba de aquí para allá, declarando este pasaje en voz alta en una forma un poco dramática para lograr que esas verdades se escribieran en mi corazón. Gritaba: “¿Quién es este que peleará por Shelley?” Luego me respondía a mí misma desde la perspectiva del Señor, diciendo: “¡Yo, Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar! ¡El día de venganza está en mi corazón por ti, Shelley!” Puede sonar gracioso, pero el Señor comenzó a tocar mi corazón de una manera profunda durante esos momentos de oración. Empecé a recibir grande consuelo en mi corazón. El Espíritu Santo nos está señalando que todo lo que vimos en los versículos anteriores en que se describe a Jesús en su dureza, es cien por ciento consistente con el Dios que es el amor mismo. En realidad, es por causa de su gran amor que Él lucha fieramente contra todo lo que impide que su pueblo experimente su amor.

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Introducción de mi libro: “Un Clamor Por La Justicia” (Publicado Oficialmente 11 de noviembre 2011, Casa Creación) Con gran gozo lo invito a recorrer el camino de una atea que se volvió a Dios. Él ha sanado mi corazón con su amor incomparable y ha respondido a mi clamor por justicia. conclusiones acerca de jesus como el juez. Durante mi doloroso viaje a través de la desesperanza absoluta, de la depresión paralizadora, e incluso del intento de suicidio, llegué a conocer a Jesús como el Juez que pelea por nosotros. Él lleva cuenta de cada mal que nos hacen y pondrá todas las cosas en su sitio. Conocer a Jesús como el Juez que no se cansa de traer justicia ha sido el consuelo más grande de mi vida. He llegado a saber sin sombra de duda que Él ve, oye y conoce la profundidad de nuestro sufrimiento. Creo que Dios quiere que todos experimentemos el mismo consuelo. El mensaje central del apóstol Pablo a la iglesia perseguida de Tesalónica era que esperasen ser consolados por el Juez que vendrá. (Ver 1 Tesalonicenses 4:13-18.) Pero hoy, en nuestra cultura relativista y humanista, este aspecto del carácter de Dios incomoda a muchos cristianos, por lo que a menudo ponemos la teología cristiana sobre el juicio en un rincón y ya no la mencionamos en nuestro testimonio o experiencia del evangelio. Tratamos a la Palabra de Dios sobre el juicio como al tío borracho que en las reuniones familiares querríamos esconder en la habitación de atrás para que no nos avergüence. Pero nuestra fe y testimonio están en bancarrota sin un verdadero conocimiento vivo de Dios como el Juez justo. Sin reconocerlo como nuestro Juez, no tenemos respuesta a las tinieblas y al tormento que vemos en la tierra. Acabamos no siendo mejores que nuestros vecinos incrédulos, marchitándonos bajo el peso de la maldad y la perversión en el mundo sin respuestas. Vemos las noticias sin esperanza, no viendo fin a la tragedia y no entendiendo cómo el Señor responderá a esta maldad. El resultado es que simplemente dejamos de dar testimonio de Jesús al mismo tiempo que nos encogemos bajo la vieja pregunta de por qué hay sufrimiento e injusticia en el mundo. Intimidados, fácilmente nos persuadimos de evitar cualquier mención de juicio en nuestro evangelismo. Decimos que nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras, pero la realidad es que tenemos demasiado miedo de hablar siquiera. Vivimos en medio de personas que sufren, y la iglesia tiene la respuesta que están buscando. Ellos necesitan saber que Jesús es el Juez que vio y oyó lo que nadie más y que vengará esa injusticia. Por medio del corazón de Jesús, el Juez Esposo, podemos llegar a entender a un Dios que dice que lo que nos sucedió fue importante y que alguien debe pagar. No obstante, en su misericordia Jesús se ofrece a Sí mismo como la solución y el receptor del justo castigo. Entender a Jesús como nuestro Juez nos permite comprender verdaderamente el perdón. Nos damos cuenta de que no tiene que ver con que Jesús mire para otro lado sino con que nosotros le confiemos nuestro caso a Él. Al perdonar lo que parece imposible soltar, podemos hacer famosa la misericordia de Jesús y rogar a quienes no conocen a Cristo que lo invoquen y reciban el perdón que nosotros mismos hemos recibido. Cuando pensamos que a Dios no le interesan las injusticias que nos han hecho, no podemos reconocer nuestro verdadero valor. Nuestros corazones fueron hechos para clamar: “¿Quién peleará por nosotros?” Sin importar cuánto luchemos por ocultar ese clamor, supurará como una herida a menos que lleguemos a conocer a Jesús el Juez. Como alguien que ha experimentado el dolor del abuso, sé lo difícil que es expresar la angustia que viene cuando en un instante le arrebatan violentamente su inocencia, cuando le tapan la boca y silencian su alma. No se supone que el lenguaje humano deba describir adecuadamente estas cosas que el infierno ha inventado. Pero de alguna forma, Dios se muestra poderoso incluso en estos lugares. En mi dolor y mis momentos más oscuros, Él vino con mano fuerte. Vino con venganza en sus ojos, y con una sola mirada de sus ojos ardientes supe cuánto valía para Él. Ahora puedo olvidar el horror de lo que pasó porque Dios jamás lo hará. ¿Se unirá a mí para permitir que Jesús, el Juez Esposo, nos lleve a su consejo? Mi oración es que Él encienda el fuego de su amor y el temor del Señor en nuestros corazones para que en esta hora de gran inestabilidad podamos entender su corazón y nos volvamos a Él. Este libro fue escrito por una razón. ¡Usted necesita un Juez!

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