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Adventista en Dios

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Parte I I. Introducción: Este tema es realmente sorprendente. Es increíble poder ver que muchas iglesias no toman en cuanta los aspectos planteados por Dios en este contexto. La mayoría de iglesias se halla inmersa en una dependencia total del brazo humano, habiendo hecho de lado los requerimientos de Dios para la organización de su pueblo. Nos encontramos en un momento de la historia de la Iglesia que evidencia un cumplimiento muy claro de la Escritura. Se puede ver a la distancia que Satanás no ha descansado un solo instante; ha aprovechado hasta el máximo el desenvolvimiento de la naturaleza humana, para ponerla bajo sus pies. La raza humana ha llegado a creer que con sus múltiples sistemas de organización ha alcanzado el pináculo de la administración. El hombre ha llegado a inventar tantos sistemas administrativos sofisticados, como la Reingeniería; este es un concepto que está llegando a socavar los fundamentos de la organización teocrática y/o administración de Iglesia, planteada por Dios, ya que este sistema propone los siguientes principios:

Principios de la Reingeniería 1º Para que una empresa adopte el concepto de reingeniería, tiene que ser “capaz de deshacerse de las reglas y políticas convencionales que aplicaba con anterioridad y estar abierta a los cambios” por medio de los cuales sus organizaciones puedan llegar a ser más prometedoras. 2º Una definición rápida de reingeniería es “comenzar de nuevo”. Reingeniería también significa el “abandono de viejos procedimientos” y la búsqueda de métodos que agreguen valor hacia la demanda (en este caso el feligrés). Imagínese, aplicar estos conceptos a la administración de la organización de Iglesia, llevaría inevitablemente, a deshacerse de las “reglas y políticas convencionales” o como dice la segunda premisa “comenzar de nuevo abandonando los viejos procedimientos organizacionales”, lo cual implicaría deshacerse de los conceptos de Organización basados en las Sagradas Escrituras, y obviamente por ser “muy viejos” en el concepto de la mayoría. La Reingeniería, como podemos ver, es un concepto que tiene el propósito de uniformizar mucho de los sistemas de organización, digámoslo así, es una forma de “ecumenismo organizacional”, un concepto estrechamente vinculado a la globalización. Por tanto toda amenaza de este sistema organizacional tenderá en la Iglesia a adjudicar a los principios de Dios el ser “obsoletos” o que “ya han fracasado”. Que quede bien claro lo siguiente: no estamos en contra de un sistema como lo es la

Reingeniería, el cual tiene su campo de acción, la administración secular. Lo que discrepamos, es su aplicación dentro del contexto religioso. Dios tiene lo suyo y es del más alto grado organizacional cuando se lo aplica estrictamente como el lo ha recomendado. II. Fundamento de la Organización del pueblo de Dios: La Organización General del pueblo de Dios estaba fundada en principios que emanaban total y al 100% de Dios. Moisés es quien presenta claramente que la Organización del pueblo de Dios emanaba del Altísimo. Era Dios mismo quien había organizado a su pueblo y lo seguirá haciendo. Ninguna regla, ley o mandamiento inventado por los hombres tiene parte activa en la Organización del pueblo de Dios, tal como lo dijo Moisés: Deuteronomio 32: 6 “¿Así pagáis a Jehová pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu Padre que te poseyó? El te hizo y te ha Organizado.” El desconocimiento del orden establecido por Dios a través de la historia bíblica del pueblo de Dios, hace que se nos considere en la misma condición con la que calificó el Profeta al Israel antiguo. La Organización dentro del pueblo de Dios dependía en su totalidad de las leyes o reglamentos o mandamientos del Altísimo. No existe nada, que pueda funcionar sin reglas, leyes o mandatos definidos. Dios en su sabiduría ha dejado claras leyes o mandatos establecidos en su Palabra, para el funcionamiento de la Organización de su pueblo. Estas reglas, las de Dios, como veremos, no buscan estar en pugna con las de los sistemas de organización humana, cuando a cada cosa le damos su lugar. Cristo mismo, jamás realizó acto alguno que desmereciese la organización humana debidamente establecida y que no contrarrestase los principios de derecho para con el prójimo, recuérdese lo que el dijo en cuanto a ambos sistemas de organización, el humano y el divino: Mateo 22: 21 “Pagad pues a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios.” Por tanto, cada una de estas dos organizaciones tiene su lugar, y la una con la otra nada tiene que ver. No nos olvidemos que nos debemos, en cuanto a la organización, totalmente a Dios, por esto Moisés al hablar del pueblo de Dios, que no gustaba depender de la organización establecida por Dios a través de su Palabra, lo catalogaba como “pueblo loco e ignorante”. La organización que Dios ha propuesto para su pueblo se fundamenta en principios totalmente diferentes de aquellos que se aplican en las organizaciones humanas. Por esta razón Cristo dijo: Mateo 20: 25 “Entonces Jesús llamándolos a sus discípulos les dijo: ‘Vosotros veis que los que son dirigentes en el mundo tienen autoridad sobre los que están debajo de ellos y los que son grandes ejercen sobre ellos poder. Pero entre vosotros no será así; sino que el que quisiere entre vosotros hacerse grande, será vuestro siervo. Y el que quisiere entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo’.” La Organización de Dios no tiene el propósito de someter a nadie. La Organización divina asume que el ingreso a ella es bajo un forma totalmente voluntaria; pero, con conocimiento de causa. El apóstol Pablo, declaró que es importante que quienes ingresan a la Iglesia tengan conocimiento. Al hablar acerca de algunos hermanos que tenían “celo por la obra de Dios”, recalcó el hecho, de que lo hacían sin conocimiento: Romanos 10: 2 “Porque yo les doy testimonio, que tienen celo de Dios, pero no conforme al conocimiento.” Estos feligreses adolecían de conocimiento, condición esencial planteada por Cristo antes del bautismo: Mateo 28: 19, 20 “Por tanto id y adoctrinad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Una vez bautizado el nuevo en la fe, cumplía entonces con la condición necesaria para ser miembro de Iglesia: Hechos 2: 41, 47 “Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados y fueron añadidos a ellos aquel día como tres mil personas… Alabando a Dios y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la Iglesia a los que habían de ser salvos.”

El desenvolvimiento dentro de la Organización de Dios, que es la Iglesia, es libre y no libertino ni anárquico. Todos dentro de esta Organización divina debemos hallarnos sometidos a Dios y no al hombre. Los hombres, sean dirigentes, pastores o laicos solo son medios de transmisión de las órdenes dadas por Dios, si y solamente si se sujetan estrictamente a lo que “está escrito”. Todos los hombres, sean dirigentes, pastores o laicos son parte de ese orden dentro de ella, tal como las células en el cuerpo. Ninguna célula en el cuerpo está sometida a la autoridad de la una sobre la otra. Cada una cumple con el propósito que le ha sido asignado. Es la cabeza a través del cerebro quien se encarga de asignarles cada tarea, el cerebro se encarga de verter las directrices, para consolidar el debido orden en el cuerpo. De igual manera la Organización de Dios tiene una “Cabeza”, que vierte todas las directrices a través de la Ley y el Testimonio, esta “Cabeza” es Jesucristo: Efesios 4: 15, 16 “Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas las cosas en aquel que es la cabeza, a saber Cristo; del cual, todo el cuerpo compuesto y bien unido entre si, por todos sus ligamentos basados en su alimento que recibe según la operación, cada miembro conforme a su medida, toma aumento de cuerpo edificándose en amor.” De donde tenemos:

Sinónimo Bíblico:

Cabeza de la Iglesia = Jesucristo Por esto Jesús dijo: Mateo 23: 8 “Mas vosotros no queráis ser llamados Rabbí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos.” Al ser la “Cabeza” Jesucristo, entonces todos deberíamos sujetarnos a Él, si todos en verdad fuéramos entes con una capacidad de raciocinio pensante, libre de sentimentalismo enfermizo, y a la vez tuviésemos la necesidad de “hacer de Cristo, mediante su Palabra” nuestro guía, sería distinto. Sino véalo por Vd. mismo Juan 12: 48 “El que me deshecha no queriendo recibir mis palabras, tiene quien le juzgue…” De donde tenemos que:

Sinónimo Bíblico:

Aceptar a Cristo = Aceptar su Palabra Por estas razones sabemos que Jesús es nuestro único fundamento. La Palabra de Dios nos dice tajantemente: 1 Corintios 3: 11 “Porque nadie puede poner otro fundamento, que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” Por tanto:

Sinónimo Bíblico:

Fundamento de la Iglesia = Jesucristo Mi querido hermano y amigo, ¿realmente Cristo es nuestro fundamento? Si Jesucristo es nuestro “fundamento”, y sabiendo que el es la Palabra, entonces, aceptar a Jesús es aceptar su Palabra. Por esta razón el apóstol Pablo exhortaba a las Iglesias cristianas de la manera siguiente: 1 Corintios 4: 60 “…aprended a no saber más de lo que está escrito…” Por tanto, exija por cada cosa que le prediquen a Vd., que este sustentado en las Sagradas Escrituras. No acepte solo un texto, si posible fuese que haya una muralla de textos. No debe de importar que quien nos predique pueda ser ministro, pastor o laico para tener que probarlo mediante las Escrituras. Los habitantes de la ciudad de Berea, no se dijeron a si mismos de los

apóstoles: “Estos han sido probados por el Concilio de Jerusalén, por tanto obedezcámoslos sin probarlos”, sino más bien se dice de ellos: Hechos 17: 10, 11 “Entonces los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a Berea; los cuales habiendo llegado entraron en la sinagoga de los Judíos. Y fueron estos más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la Palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, para saber si estas cosas eran así.” No les importó a los bereanos el alto cometido con el que fueron enviados los apóstoles, ya que el mismo Concilio de Jerusalén les encomendó la tarea de evangelizar. Los bereanos, anotaron todo lo que recibieron como enseñanza y fueron a casa a “verificar” si todo lo que se les había predicado, se hallaba sustentado por ella. Los apóstoles de Dios jamás se molestaron porque se los haya probado ni se sintieron mal por ello. Los verdaderos siervos de Dios jamás se molestarán cuando sean probados, ya que más bien los verdaderos siervos de Dios, nos aconsejarán, que es nuestro deber, como oidores, el tener que probar. Nótese en el texto citado, que estos primeros dirigentes de la Iglesia de Cristo llamaban “nobles” a quienes probaban el mensaje, sin importarles si la enseñanza venía de Pablo o de cualquier otro apóstol. Hoy en día algunos dirigentes de las diferentes iglesias cristianas, no suelen llamar “nobles” a estos fieles, sino “rebeldes”, “argumentadores” y cosas semejantes. Exigen ser obedecidos sin demostrar nada con la Sagrada Escritura. Cuando se enfatiza este principio divino, muchos entonces dicen: “ahí está el veneno”. Sinceramente, considerar el consejo de Dios que ha sido dado en su Palabra en este sentido; es decir, probar si lo que nos predican es de Dios o no, ¿es veneno? ¿No es su Palabra la que nos exhorta diciendo?: 1 Juan 4: 1 “Amados no creáis a todo espíritu sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” En tal caso estaríamos acusando a Dios de habernos dado este veneno, ya que el consejo es suyo. La Organización de Dios exige de cada fiel creyente tener que probar. Todos aquellos que lo hagan, están suscribiéndose en la verdadera Organización de Dios. Los que no lo hagan están fuera de ella, aunque tengan sus nombres escritos en los libros de la Iglesia. ¡Somos Adventistas del 7º Día, vivamos como tal! III. La Organización de Dios a través del Tiempo: En esta parte veremos cómo fue estructurando por Dios el sistema de la Organización de su pueblo. Se podrá notar que sea cual fuere el tiempo en el que se encuentre el pueblo de Dios, hay ciertas bases inalienables, intangibles e inconmovibles. Estas bases como veremos cumplen con ciertas condiciones que también conoceremos. Iremos avanzando en el tiempo, comenzando desde el Israel de los días de Moisés, puesto que allí se origina una estructura organizacional, hasta llegar a los días de Cristo y de los apóstoles: 1. Los Profetas y el Patriarcado: Ya hemos visto que la “Cabeza” de la Organización de Dios es Jesucristo; pero, Jesús como tal se manifiesta de la siguiente manera: 1 Pedro 1: 10, 11 “De la cual salvación los profetas que profetizaron de la gracia que había de venir a vosotros han inquirido y diligentemente han buscado, escudriñando cuando y en que punto de tiempo significaba que el Espíritu de Cristo que estaba en ellos el cual preanunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo y las glorias después de ellas.” Es indudable que Jesucristo se manifiesta por medio de sus profetas y que la profecía es un testimonio vivo de su autoridad. Juan al escribir el Apocalipsis, en este su libro dejó evidencia clara acerca de este asunto, diciendo: Apocalipsis 19: 10 “Y yo me eché a sus pies para adorarle. Y el me dijo: ‘Mira que no lo hagas, yo soy siervo contigo y con tus hermanos que tienen el Testimonio de Jesús. Adora a Dios, porque el Testimonio de Jesús es el Espíritu de la Profecía’.” Piense en esto:

Simbología:

Testimonio de Jesús = Espíritu de Profecía

Efectivamente, Jesucristo nuestro rey se manifiesta a través de la Profecía por medio de los Profetas. Esto nos indica que Jesús como la “Cabeza” de la Iglesia y como quien la gobierna lo hace por medio de sus Profetas. Por esto es que una vez que Dios envía sus mandatos expresos por medio de sus Profetas, y no son atendidos de la debida manera por su pueblo, a quien han desoído no es al hombre sino a Dios: Jeremías 29: 19 “Porque no oyeron mis palabras dice Jehová, las cuales les envíe por medio de mis siervos los profetas, madrugando en enviarlos, y no habéis escuchado dice Jehová.” Por tanto, el primer nexo en la Organización de Dios, establecido por Dios, entre Él y su pueblo son los Profetas. Estos se caracterizarían por traer Palabra de Jehová para su pueblo. Dios personalmente, dejó establecido que los Profetas serían un nexo entre Él y su pueblo, sus representantes, al dirigirse a Moisés con las siguientes palabras: Deuteronomio 18: 18, 19 “Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca y el les hablará todo lo que yo le mandare.” Nótese que es Dios mismo quien también llama a Moisés “Profeta”, al decir “…como tú…”. No solamente en esta ocasión le dio ese título. También se lo otorgó en ocasión de la rebelión de sus dos hermanos, Aarón y María. Además exaltó la posición mayor de Moisés por sobre todos los demás Profetas que vendrían en el futuro: Números 12: 6- 8 “Y él les dijo: ‘Oíd ahora mis palabras; si tuviereis profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con el. No así con mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa; boca a boca hablaré con el y a las claras y no por figuras y verá la apariencia de Jehová, ¿por qué pues no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?” Además se dijo de el: Deuteronomio 34: 10 “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés a quien haya conocido Jehová cara a cara.” Moisés es el primero de todos los Profetas, a quien se confía la labor de organizar al pueblo de Dios. Es a través de él, que se dan la mayoría de todos los lineamientos organizacionales para el pueblo de Dios. Si consideramos al primer Profeta elegido para organizar un pueblo, a Moisés, veremos que no existía nada que Moisés hubiese inventado o ideado a favor de la Organización del pueblo de Dios. Es más, el Patriarca, a pesar de estar al frente de la dirección de Israel, declaró, que la Organización emanaba de Dios y no de Él. Es en ocasión de la rebelión de Israel en las aguas de la rencilla de Cades y de su propio error como dirigente, que Moisés declaró que la obediencia a los mandatos expresos de Dios nos colocan en la debida Organización de Dios, el recriminó duramente a Israel, diciendo: Deuteronomio 32: 6 “¿Así pagáis a Jehová pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu Padre que te poseyó? El te hizo y te ha Organizado.” Realmente, es Dios quien estructura la Organización para su pueblo y no los hombres. Cuando ocurre tal cosa, que el hombre dicte acciones para el pueblo de Dios, entonces Dios ha sido hecho de lado y ahora el hombre gobierna. Por tanto, no se puede separar la “Organización del Pueblo de Dios” de los “Principios de la Palabra de Dios”, Palabra de Dios a la cual Isaías la llama la “Ley y el Testimonio”, como vemos en el siguiente texto: Isaías 8: 20 “Y si os dijeren: ‘Preguntad a los pitones y a los adivinos’, los que susurran hablando, responded: ‘¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Apelará por los vivos a los muertos?’. ¡A la ley y al Testimonio! Si no dijeren conforme a esto es porque no les ha amanecido.” Antes de poder ver la Organización Sacerdotal, es necesario contemplar el orden teocrático del gobierno de Israel. Al principio de la salida de Israel de Egipto, cuando se realizó el Éxodo, Israel solamente tenía como único gobernante y legislador a Dios, y su medio de transmisión era Moisés, quien era el Profeta y Patriarca. Cualquier persona, sin necesidad de ser un erudito en Biblia al estudiarla, (¿cuánto más si es erudito?), podrá darse cuenta de que Moisés jamás legisló en forma alguna ni dio ni una sola ley por si mismo. Toda la legislación que había extendido sobre Israel emanaba de Dios. Sino veamos:

Éxodo 18: 15, 16 “Y Moisés respondió a su suegro: ‘Porque el pueblo viene a mi para consultar a Dios. Cuando tienen algún asunto, vienen a mi y yo juzgo entre el uno y el otro y les declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes’.” Pero, hemos visto que Moisés era Profeta de Dios, esto lo sabemos por el texto ya citado: Deuteronomio 18: 18 “Profeta les suscitaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y el les hablará todo lo que yo le mandare.” Razón por la cual, nuestro organigrama inicial de la Organización del pueblo de Dios, el cual es bien sencillo, sería el siguiente:

DIOS Profeta o Mensajero de Dios

Pueblo

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