CÓRDOBA DE LA NUEVA ANDALUCÍA

AÑO 3. Nº 10. DICIEMBRE DE 1916 CÓRDOBA DE LA NUEVA ANDALUCÍA NOTICIAS ETNO-GEOGRÁFICAS E HISTÓRICAS ACERCA DE SU FUNDACIÓN HOMENAJE DEL AUTOR A LA

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AÑO 3. Nº 10. DICIEMBRE DE 1916

CÓRDOBA DE LA NUEVA ANDALUCÍA NOTICIAS ETNO-GEOGRÁFICAS E HISTÓRICAS ACERCA DE SU FUNDACIÓN

HOMENAJE DEL AUTOR A LA JUNTA DE HISTORIA Y NUMISMÁTIOA AMERICANA

'Llegada del conquistador.

En prosecución de su memorable jornada al país de los Comechingones, llegaba D. Gerónimo Luis de Cabrera el día 24 de junio de 1573, a las márgenes de un río que los naturales llamaban Suquía ( 1), en un paraje designado por los mismos, en su idioma, con el nombre de Quisquisacat. ·Ensayos etimológicos.- El Suquía.

D. Gerónimo le llamó de San Juan, por haberle avistado y detenídose a sus orillas e1 día del Santo Precursor ( 2) : nombre "COn que fué .cor:ocido desde los primeros años de la vida d~ Cór-

(1) También Zuquía en impresos y manuscritos de vieja data. (2) "Dijo (don Gerónimo) que puebla y funda (la nueva ciudad) ... 'Cerca del río que los indios llaman Suquía y el dicho señor Gobernador 'le ha nombrado de San Juan por llegar a él en su día." (Acta de funda·dón de Córdoba: Arch. Municip., t. I, pág. 22).

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-185doba, hasta que se le trocó por el de Río Primero, que conserva• hasta hoy (3). El nombre Suquía, aplicado por los moradores de sus orillas. al río de San Juan, era el de la comarca o región indiana limítrofe por el oeste o aguas arriba con el asiento de Quisquisacate ( 4) ; y ella, a su vez, tomábalo de un pueblo, así llamado, el principal quizás de la "Provincia" de su nombre, situado a ocho' leguas, poco más o menos, de la ciudad de Córdoba, perteneciente en un principio a la encomienda de D. Lorenzo Suárez de Figueroa, y cuyas tierras, por el acabamiento de sus primitivos dueños o abandono que éstos hicieron de ellas, pasaron a poder del referido conquistador (S). ~-Para dar con la fonética o pronunciación de este tema geo-

• (3)

Algunos geógrafos e historiadores antiguos le aplicaron e,l de·

río Pucará. (Véase Murillo Velarde, Geografía Histórica, año 1752, volumen IX-X, pág. 329.- Guevara, Historia del Paraguay, edic. Groussac, en

"Anales de la Biblioteca", t. V, pág. 290 -Alcedo, Diccionario GeográficoHistórico, t. I, pág. 658.- Relación histórica de la ciudad de Córdoba, año 1801, en el "Telégrafo Mercantil", t. III, núm. 4, fol. 41, edic. fac¡:;im~ de la Junta de Hist. y Numism. Americ., año 1915. (4) De ordinario, acá, como en todas partes, los ríos tomaban sucesivamente lo.s nombres de las tierras o comarcas por ellos atravesadas. (5) Por uno de los empadronamientos de indio1s de Córdoba, 16161617, se hace constar que para aquella fecha poseían estancias e indios. en terrenos de Suquía, Alonso Díaz Caballero y don Juan de Avila y Zárate, yerno de don Lorenzo Suárez de Figueroa. Este 11-ltimo, siendo gobernador de Chucúito- año 1598- hizo donación de terrenos en Su-quía a Diego Días Caballero. (Arch. de Trib. de Córdoba, Escrb. l.a, le- ,. gajo 51, exp. l.o). Contiénense detalles interesantes acerca de estas tierras en el testamento e inventario·s del expresado Suárez de Figueroa, en el Archivo del convento Mercedario de Córdoba. Por una e'scritura otorgada en esta ciudad el 14 de junio de 1596, Antonio Suárez Megía arrienda en nombre de don Lorenzo Suárez de F., gobernador de Chucúito, un terreno a 7 u 8 leguas de la ciudad de Córdo·ba, "río abajo, hacia Suquía. (Protocolo de la fecha, fol. 537).

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:gráfico- Suquía o Zuquía- he querido valerme de otro, de morfología similar a la suya, tomado no ya de la región sanabirona, sino de procedencia diaguita, sobreviviente hasta hoy, in_ gúrgite vasto} tras de ,¡a ráfaga huracanada devastadora de nomhr,es, y cuyo fonetismo nos ha conservado la tradición: PatquíaJ que en los vetustos papeles - uno de los cuales se custodia en el Archivo de Gobierno de la ciudad de Tucumán - aparece escrito zsí, Patquiad (6). Entre 'los SanabironasJ Diaguitas y TonocotésJ mediaban, a mi juicio, vinculaciones léxicas bastante pronunciadas, mer·eed a la colindancia o vecindad, y al intercambio comercial sustentado entre ellos. "Es un hecho cierto - as·evera un filólogo español- que las lenguas y las razas se propagan por territorios contiguos y contínuos : países unidos, no separados por barreras infranqueables, es presumible que estén poblados ab initio por una sola raza : y no es menos cierto que los nombres de los lugares se pegan con tal fuerza a los lugares, que resisten las invasiones de nuevas razas y de nuevas lenguas; por eso ·es regla casi inquebrantable que toponimia igual o semejante en países conti·guos es signo de haber habitado por pr~mera vez aquellos territorios gentes de la misma raza y de la misma lengua" ( 7). Téngase presente, además, que la familia sanavirona, arrancando desde las :sierras de Salavina, habitat o natural que le asignaran los papeles de la conquista ( 8), penetraba en jurisdicción de Córdoba o Provincia de los Comechingones, se esparcía a través de ésta, en la (6) En el Archivo intitulado de la Real Audiencia, anexo a la Biblia· teca Nacional de Santiago de Chile (vol. 674) tropecé con una merced de tierras hecha por D. .Juan de Samudio, gobernador de Tucumán, en 1702, a Francisco González Corzo, en que figuraban las aguadas de Patquia y Aguango, en jurisdicción de la Riada. (7) Andrés Giménez Soler: La España primitiva según la FilologíaZaragoza, 1913, pág. 20. ~ (8) Obran documentos en mi poder que lo acreditan, copiados del .Arch. de Tribunales de Córdoba.

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eo ( I I), nos ofrece desde luego un tema precioso, interesantísimo, para nuestro caso: éste, tzulcque = ( tzuc) dulce ( I2). En cuanto a la segunda parte del vocablo, o sea, al subfijo at que suena ata por ,continuar vibrando a través de la f la a que la precede, el Pbro. Miguel A. Mossi, verdadera autoridad en la materia, nos proporciona la dave para descifrarla, en la traducción que hiciera :al castellano del tema geográfico santiagueño, Atamisqui) en esta forma: ata) árbol, misqui) dulce (13). El sabio Lafone (14) ad1

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(9) Los indios la apellidaban de Viarapa o Viarava. En muchas de las piezas documentales antiguas se la designa Primera Sierra o Cordillera de Viarapa, para distinguirla de la "Cordillera grande" o sierra de 'Charavé:\, Chalava o Chalagua, hoy Achala. Huaico, palabra quichua, significa quebrada. Véase el primer tomo de mis Ensayos de Etnología Argentina. (12) El ilustrado señoir S. A. Lafone Quevedo publicó un vocabulario de este idioma en el tomo XVI del Boletín del Instituto Geográfico Argentino, que también lo reprodujeron los Anales de la Sociedad Científica Argentina, t. XXXVIII, pág. 150. (13) Citado por Lafone Quevedo en su Diccionar,io de Catamarqueiíismos, pág. 45. (14) En el propio lugar a que se ha aludido en la nota precedente. (10)

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-188mite con un sr es no es de repugnancia la versión hecha por el filólogo itaEano, del tema ata = (ata o ad), que evidentemente: no es de prooedencia quichua. Habría que buscársela en algún otro de nuestros idiomas indígenas. Y ·en efecto, uno de los hablados por los indios Huarpes, el Allentiac, nos presenta la palabra ZAAT, yerba, y por ampliación, árbol ( I 5), dicción indígena, que en virtud de los contactos étnicolingüísticos que mediaban entre Ios indios de Cuyo y los de Córdoba ( A 1lentíacos y Comechingones, especialmente) y de una de las licencias consagradas entonces por el léxico general de estos. países ( I 6), se trocaba por los indios de habla sana:birona y sus afines, en esta desinencia at o ata. De suerte que el tema por nosotros estudiado, Suquía o Tzucqttiat, equivalía en orden a su significado, al A tamisqui ( I 7), de la flora santiagueña, y a este otro, perteneciente a ésta y a la de Córdoba, MISTOL (miz. . . qu!tolo); ya que en boca de los aborígenes de la última, las expre;siones tolo, tulo, tulu, tola, tala= (ctala), significaban algarrobor tala, árbol, en fin, por antonomasia, a similitud del tacu, de lo~. quichuas ( 18). Matienzo, en su "Gobierno del Perú", trae ZAMIZQUE por Atamisque. Lo que es sugestivo. 1

(15) Véase el Vocabulario breve en Jengua Allentiac, del Padre Luis. de Valdivia, editado por don José T. Medina- Sevilla, 1894- y los estudios .sobre la materia por el señor general Mitre, bajo el rubro de Lenguas: Americanas.

(16) Me refiero al uso vigente a la sazón en todos o la mayor parte de los idiomas tucumanenses, de eliminar la consonante inicial en muchas de sus voces. (17) González Holguín trae mizqquí, miel, azúcar, cosa dulce, micl de a vejas.- Así también la reproduce el P. Mossi: Dic. Quichua-Castellano- Sucre, 1860. (18) La serie de temas que acabo de consignar, de los cuales cada uno traduce la idea de árbol o de un árbol, en particular, confirma lo que· en su memorable carta de 1594 decía el ilustre y venerable jesuíta Alonso de Barzana, a propósito de los idiomas usados por los indígenas de Cór-

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-189Un paréntesis.

Y acá. . . creo muy del caso una advertencia. Cuando dejo rodar sobre el papel conclusiones como las precedentes y otras análogas que las seguirán de inmediato, aventurándome sobre un terreno tan erizado de dificultades, no preten.,. do~ declárolo con todas veras -ceñirme las ínfulas de un ~tn­ gido de la ciencia. Mis aseveraciones, postulados o juicios a este respecto, son el fruto de la observación, de la experiencia, de la literat~tra que atesoran nuestros viejos archivos, de procedimientos de inducción, diremos así, realizados con el concurso de, ese auxiliar tan poderoso, inapreciable, de la etno-geografía y de la lingüística, que se llama toponimia. Dejo, ¡pues, caer de la pluma, ·en una forma sencilla, natural, espontánea, esas ideas, observaciones y noticias, con la esperanza de que ellas serán útiles en manos :de los hombres de ciencia, de buena voluntad y patriotismo, que darán cima, en hora no lejana, al edificio de la historia y de la etnografía cordobesas.

QUISQUISACATE

Una página de etnología cordobesa.

Era el nombre con que se designaba por los indios comarcanos la junta o confluencia de dos ríos. Y el sitio en que D. Gerónimo Luis de Cabrera estaMeció sus reales, .con ánimo de abrir

doba: "para enseñanza del distrito de los indios de Córdoba que son mucho,s millares (son sus palabras), no hemos •sabido hasta agora con qué lengua podrán ser ayudados, poi!'que son tantas las que hablan, porque a media legua se halla nueva lengua (léase dialecto). No ha dejadG

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en el mismo los cimientos de una nueva ciudad, señalábase por esta cricunstancia. Era' una especie de isla, dice la vieja documentación, como quiera que lo cercaban o ceñían en la dirección oeste a este el río de Zuquía, y de norte a sud, "una madre de río antiguo que de avenidas corre por ella", y unías e con el primero a inmediaciones del actual puente Alvear. Un conocido aguaducho, tan antiguo como Córdoba, señala en aquel punto y confitma el detalle, accidente o particularidad topográfica, que diera origen al nombre .que le asignaron a dicho pedazo de suelo los naturales de él. Y esta aseveración etimológica :no ·es antojadiza. Por las mismas vías que arribé a las conclusiones precedentes, alrededor del tema Suquía, ensayaré etimologizar ·este otro. Quisquisacat llamaban en sanabirona los indios de ·esta habla, a la junta de los ríos de Anisacate y del Potrero de Caray, que formaban el Segundo o de Navidad; Quisquisacate, el paraje hoy ocupado por el dique San Roque, donde se unían los ríos de este mismo nombre y de Cosquín, generadores del Primero o de San Juan; Quisqztisacat el sitio en que confundían sus caudales los ríos de Panaolma y de Milacnavira (hoy "Mina Clavero", por un extraño fenómeno de inmutación) ; Quisquisaccv..te, y por otro de los idiomas locales, Ciquigasta ( 19), llamábase -siempre para 'los tiempos de la conquista, 1576-IS86-I592un pueblo indio situado en lo que decíase N arlo-mocas, "provincia de Ischilín", y que seguramente correspondía a algún paraje en que wnfluenciaban dos ríos. No nos ha sido posible emp'lazar ·estas tolderías; pero sabemos, eso sí, por las decla-

la Compañía tampo•oo esta gente, porque con intérpretes suficientes ha bautizado más de cuatro mill dellos .... Era menester más de ocho o nueve lenguas distintas ... " ( Relac. Geográf. de 1ndias, colecciona·das por M. Jiménez de la Espado.-- :".fadrid, 1885, t. H, c\pén núm. III-LV). (19) También Siquigasta, en los documentos de referencia, cuyas copias obran en mi poder, tomadas de algunos de lo's expedientes de nuestro gran Archivo de Tribunales.

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raciones de vanos testigos indios, en cia'l hecha en Córdoba en I 592, que gasta "significaban una misma cosa". Dada la referida identidad de los prefijos quisqzti y ciqui ( 20) y la probabilidad de que el distrito indiano de Ischilín hubiera avanzado en aquellos días hasta algunas de las poblaciones indígenas del actual Cruz del Eje ( 2 I) - sospecho, que el pueblo referido que ocasionó un litigio entre dos encomenderos, ambos fundadores de Córdoba (Juan de Ludueña y Francisco López Correa), por dudarse de su ubicación, y aun si se trataba, si o no, de entidades distint·as, - sospecho, digo, que correspondiese al Siguimán actual, también Siquima y Siqucimán ( 22), en la vetusta documentación; pues, justamente, al paraje así llamado lo caracteriza la unión de dos caudales ( 23), tributarios uno y otro del Siguimán o Si~uimán.

1dentidades.

Surge, pues, de esta circunstancia, con todo el vigor y los prestigios todos de un verdadero postulado, la identidad de significación de esta trilogía: sacate, gasta y ma o man: RIO. Asísteme la persuaóón de que no fantaseo. Desde luego, por lo que atañe a la significación que acabo de asignar al subfijo ma o man, el vocabulario Vilela, a que ya he heoho alusión, nos

(20)

En cuanto a la igualdad de significado de. los sub-fijos gasta y

10acate, existe literatura en su favor. Uno y otro, según el P. Lozano, se

traducen en cSJstellano por pueblo, paradero, pago, etc., corres1pondiendo ,el primero -a la lengua tonocoté y su similar· a la .sanabirona.- (Historia de la Conquista, t. I, pág. 175). {21) Recuerdese que conforme a la div1s1ón departamental de hoy, son limítrofes Cruz del Eje e Ischilín. (22) Obran en mi poder las piezas documentales que lo acreditan. (23) Acaso en su primitiva forma, Siquimampa.

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proporciona el tema mma o ma, agua, que complementado por este otro, de la propia filiación, pma, grande, nos da mampa, "agua grande", río ( 24) . El tema "ampa".

El Dr. D. Vicente Fidel López, a qmen se atribuye ( él!casü con razón), grande autoridad -en materia de idiomas americanos, en el capítulo VI -de la "Historia de la República Argentina", consagmdo a la "geografía histórica del territorio argentino", trae entre las series de nombres indígenas de lugares, que alli nos hélice revistar, éste: Ampas-Cachii (25), "agua salada o río,. compuesto de ampas (río) y de cachi (sal)". Por otra parte, interrogada nuestra vieja toponimia sobre el caso, abona categóricamente mi aserto, sea desde el "País de los Juríes", sea desde la "Provincia de los Comechingones". Sumampa, Chacomampa e Ilwrnampa ( 26), arterias de acqua vergine·

(24)

En un estudio histórico-geográfico que bajo el rubro La

Ciudad~

del Barco en el Tucumán, publiqué el año de 1914 en la "Re;vista de la

Uni;versidad Nacional de Córdoba" (año 1, núm. 4) abundé en datos y obser;vacione¡¡ de no escaso interés sobre e'ste tema multiforme, Sucuma = Tucuma, Tucumán, Tucumampa: lo propio que respecto de su similar y coterráneo, Ullummampa. Me permito, pue-s, remitir a los lectores a. esas páginas. (25) Ampagcache, tengo yo en unas apuntaciones que tomé del Archi;vo pro;vincial de Salta. Era un pueblo de indios desnaturalizados de Calchaquí y reducidos en el Valle de Guachipas, en cuyo asiento fueron ";visitados" en 1668. (26) Un arroyo en el territorio d~ la Merced de Ambargasta, que en actuaciones de fecha posterior a la del título, aparece apellidado "el Agua Blanca": lo c¡ne muy mzonablemente nos hace suponer que este último nombre no sea ,sino la versión al es,pañol del que le deban los aborígenes. En boca de éstos ilu debía de ser "blanco". Los araucanos. dicen ilu a la leche.

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-193>en el primero: y ·en la segunda, Chimampa y Yurammampa (27), "dos acequias de que se servían los indios del "valle de Quilino 'D Quilinón" para regar sus sementeras d~ maíz antes de la venida de los españoles, y posteriormente a la Hegada de éstos, sus 'grandes viñedos y sus no menos famosos algodonales" (28). 'Más identidades.

Pero ya el lector, adelantándose al autor de estos apuntes, habrá deducido quizás de las premisas enunciadas, como una consecuencia legítima, forzosa, la identidad de significado en los temas Quisqui ... sacaJ.teJ Siqt-ti ... ma y Siqtii ... gasta} JUNTA DE RIOS: equivaliendo quisqui y siqui} a junta, unión, confluencia, et"Cétera, y los subfijos sacateJ gasta y maJ a "agua que corre", ace'q!Uia, arroyo, río. Una dificultad.

Mas. ¿y cómo podría componerse lo último con las noticias suministradas al respecto por el P. Lozano, en el primer tomo de (27) Yvrmmampa, aparece escrito, sea en los títulos de· encomienda asignados a sí mismo por el fundador de Córdoba (a), sea en los despachados por Mercado de Peñalosa el 14 de agosto de 1596 en favor de D. Pedro Luis de Cabrera, sucesor de D. Miguel Gerónimo de Cabrera, que lo había sido de su primer encomendero. En idéntica forma lo reproducen a mediados del .siglo XVII los papeles que acreditaban los derechos 'de D. Pedro de Torres a los indios y terrenos de Quilino. Como la letra v -era usada entonces, muy de ordinario, para representar la u, no he trepi·dado en traducir el nombre en cuestión, así, Yuracmampa (b). (28) Véase la "Revista de la Biblioteca· de Buenos Aires", del erudito Trelles, t. III, pág. 23. (a) Los reprodujo Trenes, con bastantes errores, por desgracia, en la «Revista de la Biblioteca Pública de Buenos Aires» (tomo 111, pág. 120 y siguientes, Buenos Aires 1881).

'

(b) En quichua, blanco dícese rurak; ruracmampa debió de ser, pues, el nombre de aquella acequia de Quilino, restaurada su morfología. Y así tendríamos un nuevo caso det;«agua blanca» o río blanco.

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-194su "Historia de 1la Conquista", diciendo textualmente: ((gasta es· pueblo en la lengua tonocoté. . . y en la Sanavirona, sacat significa pueblo" f ( 29). Creo, sin embargo, que todo esto es conciliable. Etimologizando.- Teorías e hipótesis.

A mi juicio- y esto es fundamental para proceder con mayores probabilidades de éxito en la tarea, tan arriesgada y penosa, de etimologizar nombres indígenas, s·ea dentro de los límites. de la jurisdicción de Córdoba, sea ft1era de ella, sobre [a vasta Provincia de Tucumán, por ejemplo:- a mi juicio, torno a decir, estaba en la índole de los aborígenes de algunas de las aludidas generaciones - como una nota camcterística, inconfundible, de ellos, de la estructura de su lenguaje, de su fisonomía étnica- designar su natural respectivo, su patria, su terruño, no con las expresiones tan ·conocidas, tan bellas, tan tiernas y comunes a la vez, como que vienen instintivamente a los labios, de mi pueblo, mi pago, mi terntño, mi patria, sino valiéndose de giros, formas, dicciones o vocablos extraños, sui géneris, característicos de la raza, de un timbre filosófieo-mora.J distinto, reflector quizás de una tendencia, de una modalidad religiosa, de un culto, en fin: que no sólo la Pacha mama, la Madre Tierra había de ser digna: de las ofrendas y ex-votos de los hijos del valle o de la llanura, del algarrobal o de la quebrada, sino igualmente la Entidad-Río, la Madre-Agua, que es para aquélla y los que de su seno se

(29)

Pág. 175- He dicho ya que esta identidad consta también i.rt

por boca de los mismos indios llamados a declarar muchas veces en las informaciones judiciales labradas en Córdoba, poco tiempo después; de su fundación, con motivo de litigarse entre los encomenderos, sobre derechos a sus respectivos repartimientos. tér~inis,

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nutren, lo que para nosotros la sangre que circula por nuestras arterias, VIDA ! ... Quiero explicarme. Imaginémonos una tribu o generación de indios ·que habitase o merodease de ordinario en los bosques, en los algarrobales, como otrora los de Cruz del Eje y de Soto, o que tuviera sus viviendas y sembrados en las faldas de los ·cerros, o al pie de éstos, en las quebradas, en los valles, no nos causaría extrañeza, antes por el contrario, nos parecería la cosa más natural del mundo, si al referirse al lugar de su nacimiento, al sitio .de su residencia o procedencia - a lo que nosotros llamamos el pago, nuestro pueblo, - les oyéramos decir a unos u otros, respectivamente, . algarroberos y serranos, "mi algarrobal, mi bosque, mi valle, mi quebrada" ... .A!hora bien, por una modalidad léxica a estilo de las preceden,,. tes, los indios de Córdoba ( 30) y otros de más allá de sus fronteras, de habla cacana y tonocoté, puestos en circunstancias parecidas, si no idénticas a los de nuestra hipótesis, en orden a su natural, se les oiría repetir: "mi río, mi aguada, mi jagüel, mi acequia"; como quiera que de estos clanes bárbaros y de sus afines podría decirse acaso, que donde había indios, había agua, y viceversa, aunque menos ampliamente en el segundo término. Y si esta explicación se rechazase, la toponimia cordobesa, y aun la de otra filiación, "contigua y continua", fueran en no pocos casos paradógicas, o se trocarían en un problema indescifrable. A(;eptada, por el contrario, veráse a las claridades de ella, la correspondencia, tan hermosa, tan natural y tan íntima que media entre entidades toponímicas como éstas: M asasacate y M asayaco, ·en la provincia de Córdoba; Anisacate y ;J.niyaco, la primera en territorio cordobés, y la segunda en el ,de la Rioja (3 I).

.

(30) Especialmente los sanavironas y los naures. De estos últimos he de ocuparme en o'tra oportunidad. (31) De estos cuatro nombre·s, unos son de ríos y otros de arroyos.

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Datos preciosos.

La vieja nomenclatura indígena de Córdoba nos ofrece todavía otros temas no menos interesant·es, que concluyen, a mi juicio, de una manera incontrovertible en favor de esta identidad: sacate ·o gasta, igual ( =) a río, agua. . . Por algunas piezas documentales antiquísimas ( 1580 a 1590) procedentes del Archivo J udidal de Córdoba, consta, según declaración de los mismos aborígenes, que en el idioma de algunos de los pueblos indios de la región oeste de Córdoba (Cruz del Eje, Soto, etc.), la palabra enén, enín o inín, equiva:lia en orden a su significado, al prefijo sacate, "de la lengua de los Sanabirones" (32). Aquellos propios naturales, de lengua Enia, al decir de los testigos, empleaban, según los vetustísimos papeles recordados, el vocablo san, para decir agua, "agua que •corre", río, en una palabra. Entre los indios dados en encomienda a Juan Nieto, poco después de 1a fundación de Córdoba, figuraban varios pueblos situados tras de la Sierra Grande, en lo que hoy es departamento San Alberto, territorio propiamente dicho de los Comechingones. Una de dichas poblaciones se llamaba ·en el vocabulario de los naturales, Tilahenen. Más tarde (último tercio del siglo XVII), siendo dueños de dichos terrenos Gl año de 1581, según informa la nota subsiguiente. ( 44) Cual fuera, propiamente dicho- dentro de los límites de la región quisquisacateña, a las riberas del Suquía,- el lugar en que, para 1a llegada de los españoles, se hallaran acimentados estos pueblos, es fácil determinarlo. Por el mes de mayo de 1581, algunas de las familias indígenas de la de Mitre, procedentes de Chilisna y Cantacara-sacate, habíanse 'establecido, por orden de su amo, en terrenos de los indios de N¡¡ñosacate (hoy S. Esteban, Ped. Lagunilla, Dep. Sta. María). NaturaJmente, no fué d.e gusto de los del pago esta invasión, y por órgano de su defensor, ocurrieron a la justicia, solicitando el lanzamiento de los intrusos. A este efecto, labróse una información, en la que actuaron de testigos algunos de los

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