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FELICIDAD “Las claves para ser feliz en la vida”
CRISTINA GARCIA MAITE NICUESA ANA ISAN Con la colaboración de Sergi Mateo
Viue Studio © 2015
A las millones de personas que, a lo largo y ancho del planeta, se levantan cada día con una sonrisa o si todavía no lo hacen, saben que en el fondo de su corazón merecen ser felices y algún día lo serán. Nunca es demasiado tarde.
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Índice Inicio: Prólogo ………….……………………………………………………..……………………….. 4 Cap. 1: ¿Qué tienen en común las personas que son felices? ……………………….. 7 Cap. 2: La felicidad es contagiosa: el poder de una sonrisa …………………………. 18 Cap. 3: ¿Necesito un coach para ser feliz? …………………………..…………………….... 30 Cap. 4: Ayudar a los demás genera felicidad ……………………..……………………..… 42 Cap. 5: Relación tensa entre dinero y felicidad ……………………..……………………. 54 Cap. 6: Ser agradecidos nos hace más felices ……………………..………………………. 66 Cap. 7: No dependas de los demás para ser feliz ……………………..………….….…… 78 Cap. 8: Felicidad corporativa ……………………………………………..………………………. 90 Cap. 9: La felicidad de perseguir un sueño …………………………..……………………... 103 Cap. 10: Bienestar, deporte y felicidad ………………………………..…………….……….. 115 Cap. 11: Amor de pareja y felicidad ………………………………..…………….……………. 129 Cap. 12: Amor medio ambiental ……………………………………..…….…………...………. 144 Cap. 13: Amor por los animales ……………………………………..…….……………………. 163 Bonus: Frases sobre la felicidad ………………………..……………..…….………………….. 178 Cierre: Autores del libro …….……………..…………………………………….………………… 181
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Prólogo Por Sergi Mateo
La felicidad es uno de los temas de conversación interminables, ha sido objeto de estudio por miles de científicos durante siglos, ha generado profundos debates entre filósofos y pensadores de todo el mundo, y es una de las palabras con más variaciones en su significado, tanto es así que diferentes diccionarios oficiales le dan a la palabra “felicidad” definiciones con enfoques distintos pero todos ellos igual de válidos y aplicables. En efecto, la felicidad es subjetiva. Cada uno la vive o la interpreta a su manera y eso es una de las cosas más bonitas del término. Encontrar la definición perfecta de la felicidad es, por así decirlo, imposible. Hay quienes consideran que la felicidad es un estado de ánimo, encontrar la paz interior, ser agradecidos con los demás, alcanzar nuestra metas personales o, simplemente, hay gente que se considera feliz por el simple hecho de estar viviendo y tener la posibilidad de luchar por sus sueños. O quizás sea la suma de todas las anteriores cosas las que definen la verdadera felicidad. Nadie lo sabe. Lo que sí sabemos porque se ha demostrado es que todos y cada uno de nosotros buscamos la felicidad a lo largo de nuestra vida y eso tiene un claro reflejo en nuestra forma de actuar y tomar decisiones. Por ejemplo, realizamos actividades que nos gustan porque nos hacen sentir bien y llenos de vida; nos rodeamos de personas que apreciamos porque nos encanta compartir experiencias y aprender de los demás; elegimos estudiar una carrera en la Universidad sobre algo que nos apasiona porque queremos aportar lo mejor de nosotros mismos en ese campo; salimos a comprar ropa nueva porque queremos vernos elegantes; o cocinamos nuestra receta favorita porque nos divierte y nos fascina su sabor en boca. Así, tenemos mucho en común. No importa a qué rincón del planeta vayamos a preguntar, todo el mundo nos responderá que su deseo más profundo es el de ser feliz. Pero lo cierto es que no todo el mundo lo consigue. A lo largo de los años he descubierto que la gente que goza de buena salud y no es feliz no es porque no lo merezca, porque la vida le haya dado la espalda o por mala suerte. Nada tiene que ver con todo eso. De hecho, la suerte no existe, todo depende de nuestros
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actos. La razón verdadera de su sentimiento de apatía, vacío existencial o infelicidad es porque no se enfrentan con la actitud correcta a los problemas o dificultades que se presentan en la vida, de los cuales, por otro lado, nadie sin excepción está a salvo. La vida se caracteriza, muchas veces, por ser una cadena de problemas que parecen superarnos y no tener solución. Al final nos sentimos ahogados ante las dificultades por culpa de nuestra falta de visión, diálogo interior y preferimos huir en lugar de hacerles frente y buscar soluciones. Las dos grandes afecciones psicológicas de la sociedad actual que repercuten en niveles de felicidad bajos son: el miedo al fracaso y el colapso de pensamientos negativos. Tampoco es casualidad que ambos estén estrechamente relacionados. El temor al fracaso nos inmoviliza y merma nuestra calidad de vida, nos impide que salgamos de nuestra zona de confort y podamos explorar un mundo lleno de posibilidades y nuevas oportunidades. Debemos terminar de una vez por todas con el estigma del fracasado, el cual no tiene ningún sentido pedagógico ni moral. Al contrario, habría que incentivar el fracaso porque intentar algo es siempre positivo independientemente del resultado obtenido. En todo caso, el fracaso significa lección aprendida y el aprendizaje trae consigo el crecimiento. “No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo”. Esto decía Nelson Mandela en una de sus muchas frases célebres y sin duda es la clave de la actitud ante el miedo al fracaso. Evitamos hacer cosas que no dominamos o están fuera de nuestro conocimiento porque como seres humanos tendemos por naturaleza a eliminar riesgos potenciales. Las escuelas y universidades deberían plantearse seriamente ofrecer clases a sus alumnos sobre cómo cultivar el coraje, ser valiente ante la incertidumbre, no rendirse a la primera de cambio, estar preparado para afrontar un mal resultado y convertirlo en un aprendizaje. En general, tendemos a enfocarnos en exceso en nuestros fallos y a subestimar nuestros éxitos, cuando debería ser al revés. Gran parte de las personas que no son felices viven con su mente anclada al pasado. Se lamentan una y otra vez del error que cometieron, de la mala experiencia que pasaron o de la decisión que nunca llegaron a tomar por miedo a lo que podría pasarles si se equivocaban. Estas emociones producen lo que llamo un colapso de pensamientos negativos,
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que al igual que el miedo al fracaso, paralizan e impiden que podamos ver el futuro con cierto optimismo, o peor todavía, que no te permitan ni siquiera poder disfrutar del presente. Tendemos a complicar las cosas más de lo que realmente son cuando el camino corto también puede ser el correcto. La mayoría de las veces la felicidad no depende de llegar a ninguna parte, no hay un puerto de destino, sino que se trata de disfrutar del lugar en el que estamos, aprovecharlo al máximo y sentir que cada segundo es un regalo. Con esa filosofía podemos tener una mentalidad mucho más positiva hacia la vida, estar mejor con la gente que nos rodea y tomar en consideración lo que verdaderamente importa. Te voy a dar un ejercicio que funciona. Cuando tengas un mal día o no te sientas bien por cualquier motivo, no pienses que no eres feliz y te vengas abajo, tan solo cierra los ojos con fuerza y trae a tu mente momentos inolvidables, recuerda los pequeños detalles, esos que se quedaron grabados a fuego en tu corazón y revive esos recuerdos. Tómate tu tiempo. Cuando hayas terminado ábrelos de nuevo y date una oportunidad para volver a ser feliz. Marca tu camino, lucha por lo que más deseas. Agárrate con fuerza a la esperanzas. Respira y nunca te detengas. A pesar de las dificultades nunca debemos creer que los proyectos o las ilusiones que se derrumbaron no pueden volver a levantarse de nuevo. Nada es imposible. De hecho, no hay nada más poderoso en el mundo que la ilusión y determinación del ser humano por hacer realidad sus propios sueños. En una persona motivada, la fuerza siempre será más grande que la tristeza. En definitiva y por encima de todo, hay dos cosas que nadie en el mundo te podrá robar, esas son: tu sonrisa y el derecho a iluminar el mundo con el brillo de tus ojos, reflejo de la ilusión para seguir siendo feliz cualquiera que sea tu definición de felicidad. Y si todavía no la tienes, espero y deseo que este libro te ayude a esa búsqueda insaciable pero cuya recompensa no tiene precio.
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¿Qué tienen en común las personas que son felices? Escrito por Maite Nicuesa
Uno de los principales obstáculos a nivel de felicidad es observar la dicha en los demás como si se tratase de un escaparate en el que el espectador se coloca en el rol pasivo de idealizar la felicidad ajena. Desde esta perspectiva externa, todo parece más fácil. Lo que diferencia a las personas felices de aquellas que adoptan una actitud equivocada es que quien persigue su propia felicidad, se implica en su destino como protagonista de la historia y no como actor secundario. La metáfora de ser protagonista de tu propia vida ejemplifica a la perfección la actitud de tomar las riendas de tu destino, haciendo un uso óptimo de tus recursos y tomando decisiones que conectan con objetivos de felicidad. Tú puedes ser el autor de la obra más importante: tu vida. Cada día, es una nueva página. Posiciónate en la página en la que estás porque hoy es el día más importante de tu vida, deja de soñar con que en algún momento se darán todas las condiciones ideales. De actuar así, desperdicias tu tiempo vital quedando a la espera. Estate atento a las oportunidades. En el viaje de la vida los trenes no siempre pasan cuando tú quieres. Si no estás atento, puedes dejar escapar grandes posibilidades. Toman la vida como un regalo Las personas que son felices se convierten en un referente para los demás porque tienen una actitud vital. Son conscientes de que la existencia humana tiene fecha de caducidad. Por eso, hacen una buena gestión del tiempo de acuerdo a sus propias prioridades. Es decir, emplean su tiempo en aquello que de verdad quieren hacer. Existen personas que no son felices porque se sienten víctimas del tiempo en lugar de dueñas del mismo. Viven a la espera de que llegue un momento mejor para cumplir un objetivo. Además, las personas felices son aquellas que como dueñas de su tiempo y de su libertad también han aprendido a decir no, lo que implica marcar sus propios límites. Las personas que son felices tienen en común su actitud de gratitud hacia la vida.
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Valoran el regalo de la existencia en toda su plenitud. Valoran el presente como una sucesión continua de ahora. Centran más su atención en los proyectos a corto plazo que en los recuerdos del pasado o en los planes de futuro que pueden convertirse en una vía de escape para huir de la propia realidad. Todas las preocupaciones desaparecen cuando conectas tu mente con este instante y la realidad adquiere un color más nítido. A nivel de coaching, lo que define a una persona feliz es su grado de reflexión consciente en el aquí y en el ahora; la presencia, no solo a nivel físico sino también mental. Están presentes y concentradas de verdad en la etapa de la vida en la que se encuentran y utilizan sus recursos internos para vivir mejor. En este sentido, optimizan mejor sus recursos gracias al valor de la experiencia que reporta un aprendizaje añadido. No delegan su felicidad en manos de terceros porque saben que esa responsabilidad es intransferible y es fruto de la libertad personal. Inteligencia y voluntad son dones esenciales. El conocimiento es como una luz que guía a la voluntad en la búsqueda de la elección correcta. Las personas felices también tienen miedos, sin embargo, el coraje de intentarlo es mayor que cualquier límite. No viven en el plano de la superficialidad sino que reflexionan sobre sí mismas, analizan la causa de ese bloqueo y buscan la forma de superar el conflicto. Existe un gesto corporal a través del que una persona muestra que vive la vida como un regalo: la sonrisa. Las personas muy risueñas transmiten su filosofía de vida a los demás. Puede que no logren contagiar su entusiasmo a los otros pero al menos, se convierten en un referente. Y ser un referente de felicidad, es toda una lección de vida. Han cerrado el capítulo del pasado Desde la perspectiva del tiempo, las personas que son felices son aquellas que han hecho las paces con su pasado y observan el ayer como una etapa de aprendizaje propia de la escuela de la vida, no como un punto de añoranza crónico. No viven enredadas en aquello que pudo ser y no fue. Las personas felices, a diferencia de aquellas que no lo son, tienen un diálogo
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interior amable. No se culpan eternamente por un error del ayer sino que se comprenden y se perdonan a sí mismas porque analizan las decisiones que tomaron en función de un contexto concreto y de su grado de madurez del momento. Han pasado página de la mejor forma posible. En definitiva, han cerrado el capítulo del pasado sin dejar asuntos pendientes por resolver (lo que aporta una enorme sensación de paz interior). Además, tienden más a recordar los buenos momentos del ayer que las situaciones tristes. Del mismo modo, en sus conversaciones también hay más espacio para charlar sobre las alegrías que sobre las tristezas. A nivel de comunicación, tienen pocas quejas y muchas palabras positivas en su diálogo habitual. El ser humano es un ser comunicante que muestra parte de su mundo interior a través de modo de hablar. Las palabras pueden ser un reflejo de la situación emocional del momento. Quien tiene un mundo interior rico, describe la realidad del mismo modo ya que la clave reside en su mirada. Cuando estamos tristes, tendemos a observar la realidad también con el filtro de la tristeza. Por el contrario, cuando estamos alegres miramos la realidad a través del filtro de la satisfacción. Para cerrar un capítulo de tu pasado, puedes realizar el ejercicio de coaching de escribir una carta a tu yo de aquel momento. Expresa esta carta a modo de despedida. No te quedes guardado nada dentro. La escritura es una forma de vaciar el alma de esos nudos emocionales. Puede ser como escribir una carta a un viejo amigo al que hace un tiempo que no ves y tienes tantas cosas que contarle. Disfruta de ese reencuentro en forma de carta como un mensaje de amor hacia ti mismo: las palabras sanan. Y existen palabras que sanan especialmente: gracias, te quiero y lo siento. Tienen esperanza La esperanza es el sentimiento que conecta de forma directa con el mañana y es uno de los sentimientos más importantes a nivel de resiliencia. Una persona feliz es positiva y esperanzada, tiene una buena higiene mental y lucha siempre por salir adelante incluso, en la adversidad. Dicha esperanza surge de una visión
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positiva de la vida y de un alto grado de confianza en uno mismo. Las personas que son felices, como el común de los mortales, tienen días malos y momentos de desánimo. Sin embargo, en su balance vital siempre está por encima una lectura optimista de la realidad. Ésta es su gran fortaleza interior: la interpretación positiva que realizan de los hechos y su capacidad de resiliencia. La esperanza es uno de los pilares fundamentales en la teoría psicológica de la Logoterapia fundada por Victor Frankl. Este autor explica que cualquier sufrimiento se supera mejor cuando el sujeto busca un sentido concreto a esa vivencia, un significado subjetivo. Dicha búsqueda de sentido es totalmente personal e intransferible ya que aquello que podría ser valioso para una persona puede no serlo para otra. La esperanza como tal no solo remite a uno mismo sino también, a la propia vida. Una persona puede tener una actitud de confianza hacia el destino y aprender a fluir al compás del baile de la propia vida, afrontar los acontecimientos tal y como se presentan y no anticipar hechos a partir de hipótesis que en la mayoría de las ocasiones, nunca se dan en la realidad: ¿Cuántos miedos han paralizado tu vida durante un tiempo aunque esos temores nunca se hayan hecho realidad? Tomar conciencia es el primer paso para corregir hábitos equivocados. La esperanza como tal se cultiva a través de hábitos tan sencillos como fomentar las relaciones sociales, practicar las aficiones, charlar abiertamente sobre uno mismo con un amigo de confianza, pedir ayuda profesional ante una situación que así lo requiera, disfrutar de largos paseos, observar la belleza de paisajes bonitos, cuidar de uno mismo a nivel físico y emocional, potenciar la creatividad, buscar puntos de apoyo en situaciones complicadas y compartir la alegría en los momentos de dicha. Para mantener la esperanza es fundamental recordar que no estamos solos incluso cuando nos sentimos tristes y apáticos. En un caso así, no te encierres en ti mismo y busca apoyo porque la realidad no siempre es tal y como la interpretamos. Existen filtros que pueden condicionarnos. En ocasiones, una persona puede desistir ante una meta creyendo que está muy lejos de su objetivo
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cuando únicamente, queda el paso final. La esperanza puede ser un filtro a partir del que interpretamos la realidad. En ese caso, es vital evitar los términos extremos de observar las cosas bajo el prisma de blanco o negro. Las personas que son más felices no tienden a interpretar la realidad en términos reduccionistas de siempre o nunca y todo o nada. La flexibilidad mental, la adaptación hacia la realidad surge de tener la capacidad de observar la vida como una entidad llena de matices. ¡Déjate sorprender por la vida porque tiene mucho que ofrecerte! Puedes hacer tuya esta filosofía de vida: lo mejor siempre está por llegar. Pero para eso, hay que tener fe. La sabiduría popular es muy sabia en relación con el valor de la esperanza. Dichos populares del tipo "cuando se cierra una puerta se abre una ventana", son mensajes saludables que podemos interiorizar para vivir mejor. Pero además, también es constructivo cambiar el mensaje de buscar la felicidad, por el de crearla. Al igual que el amor, la felicidad no se encuentra de una forma definitiva sino que se crea constantemente. La realidad es dinámica, no estática. Se muestran tal y como son Uno de los síntomas más claros de una autoestima alta es la autenticidad, el sentimiento que surge de ser uno mismo. Muchos sufrimientos humanos pueden estar causados por ir en contra de la propia esencia. Así ocurre, por ejemplo, en el caso de adoptar una actitud determinada para contar con la aprobación de los demás o al ser víctima del miedo al qué dirán. Cuando una persona se muestra tal y como es tiene una coherencia interior entre valores, hechos y palabras que muestran ese equilibrio armónico que define una vida feliz. Por el contrario, el plano de la apariencia que remite a sentimientos como la envidia o la hipocresía, produce una enorme frustración porque aunque el ser humano tenga la capacidad de engañar a los demás en ciertos momentos, la realidad es que no puede engañarse a sí mismo (lo que produce un enorme desgaste). La tranquilidad de ánimo que surge de ser coherente con los valores personales muestra que la sinceridad define a las personas felices frente al
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sufrimiento que arrastran quienes se engañan a sí mismos o a alguien cercano. El precio de la verdad es la libertad interior. Por el contrario, el precio de la mentira es la esclavitud del miedo que surge por el temor a ser descubierto. Un signo de autoestima alta es tener la capacidad de ser uno mismo y tener un modo de ser similar en cualquier contexto. De esta forma, eres tú el guía de tu vida y no las circunstancias externas las que definen tu actitud. Cuando una persona ha aprendido a ser ella misma, ha interiorizado un principio básico a nivel de higiene mental: es imposible agradar a todas las personas incluso en el caso de que pongas todo tu esfuerzo en lograr este objetivo. El amor es la fuerza que mueve el mundo El amor es la fuerza que realmente mueve el mundo a nivel de felicidad. Una persona es realmente dichosa cuando ama y se siente amada. Conviene evitar un concepto reduccionista del amor al aplicar este término únicamente a la relación de pareja. El amor es un sentimiento universal que se muestra en el trato hacia uno mismo, en la amistad, en la familia e incluso, en el trabajo. Las personas que son más felices son aquellas que ponen amor en todo lo que hacen. La esencia del amor surge de recordar que el amor es un fin en sí mismo, un bien que siempre produce beneficios positivos: aquel que realiza una acción con amor se siente bien al margen de cuál sea el resultado. Alcanzar ese nivel de desinterés es complejo porque todo ser humano tiene que luchar contra sus propios fantasmas emocionales: vanidad, egoísmo, soberbia, individualismo, actitudes caprichosas... En el camino de la superación personal, siempre existen obstáculos. La esencia de la felicidad reside en el aprendizaje que existe tras la superación de esos obstáculos. El amor es la fuerza que mueve el mundo porque la vida siempre se vive mejor en compañía de los demás. La soledad es maravillosa, sin embargo, cuando se vuelve crónica, es sinónimo de sufrimiento. Una soledad que en la sociedad actual también muestra la paradoja del hombre encerrado frente a la máquina: existen personas que tienen muchas relaciones virtuales pero pocas presenciales. Son las nuevas soledades del siglo XXI.
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Las personas felices son aquellas que no justifican sus actitudes a partir del conformismo que surge de la frase "soy así" sino que son conscientes de que pueden cambiar y evolucionar. El amor es la fuerza que mueve el mundo como queda de manifiesto en el poder del perdón y en la capacidad de volver a confiar en el amor tras una ruptura de pareja, o en la amistad, tras una decepción. Aman de verdad aquellas personas que han descubierto que la felicidad es algo más profundo que querer tener la razón: cuando vivimos desde el ego nos movemos en el plano de la vanidad, en cambio, cuando vivimos desde el alma tenemos una apertura inmensa hacia la verdad. Adaptación al cambio La vida es cambio. Especialmente, el estilo de vida moderno está marcado por la prisa y la velocidad. Las personas que se adaptan al cambio son más flexibles a nivel emocional, tienen menos apego a lo conocido y dan el salto con más facilidad para dejar de lado su zona de confort. No significa que las personas felices no sientan también cierto grado de estrés ante los cambios pero lo que diferencia a éstas de las personas que permanecen estancadas en un punto en concreto es la actitud con la que afrontan los cambios. Y a través de la actitud proactiva, la iniciativa y el foco en el objetivo, minimizan el sufrimiento. La adaptación al cambio no solo es fundamental en el plano personal puesto que la red de relaciones varía de forma constante, sino también, en el plano profesional donde la idea de encontrar un trabajo para toda la vida ya parece una utopía. Existen personas muy rígidas a nivel emocional que ante el deseo de querer tenerlo todo bajo control, programan su agenda con mimo. Son personas que suelen experimentar un gran estrés ante un imprevisto que rompe ese esquema previo. Claro que es bueno tener un proyecto de vida y un plan de acción, sin embargo,
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conviene recordar como afirma la Programación Neurolingüística (PNL) que "el mapa no es el territorio", es decir, es fundamental adaptar el plan a la realidad. Se trata de abrazar la novedad con confianza buscando puntos de apoyo en un proceso de cambio porque siempre hay algo que permanece. De esta forma, se alcanza el equilibrio entre el vértigo que produce el salto hacia lo desconocido y la seguridad que aporta la zona de confort. Además, para ganar confianza ante el cambio también es muy importante echar la vista al pasado para recordar experiencias previas que se superaron con éxito. En la escuela de la vida nunca partes desde cero. Tu mochila emocional está repleta de vivencias que te dan alas para volar. No boicotees todo tu potencial con pensamientos limitantes del tipo "no puedo". Las personas que son felices interiorizan a partir de la repetición constante, pensamientos estimulantes del tipo: "soy capaz". A nivel de felicidad, también es fundamental aprender a diferenciar entre aquello que depende de uno mismo y aquello que cae fuera del control de la voluntad. Esta diferenciación es la base de la aceptación: centra tu atención en aquello que tú puedes hacer para modificar una situación determinada y acepta aquello que no depende de ti. Ganas de aprender Las personas más felices son aquellas que tienen una inquietud constante por aprender, una curiosidad natural por descubrir cosas nuevas. Es un concepto de aprendizaje en el más amplio sentido de la palabra porque la esencia de este tipo de conocimiento es la observación. Las personas felices son observadoras y aprenden de los demás. De este modo, se potencian sentimientos tan constructivos como la admiración, que son contrarios a otros fantasmas de negatividad como la envidia. La relación entre aprendizaje y felicidad es directa como muestran situaciones tan cotidianas como una conversación entre amigos en la que a través de la palabra se crea un pequeño microcosmos entre dos personas. A través de la palabra construyes tu mundo. En ese caso, el diálogo interpersonal y la
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comunicación intergeneracional son claros componentes de ese aprendizaje que nutre el alma de otras vivencias, consejos sabios y experiencias compartidas. Puedes enriquecerte a partir de la experiencia de aquellos que comparten contigo su propia sabiduría. Las personas verdaderamente felices son aquellas que también alimentan a su niño interior a través del humor y la ingenuidad. En el camino hacia la etapa adulta, muchas personas pierden verdaderos tesoros de felicidad propios de la niñez. Intenta rescatar a ese niño interior a través del cultivo de la creatividad mediante actividades cotidianas como dibujar o pintar. Luchan por lo que quieren Luchan por lo que quieren de verdad y se esfuerzan en el cumplimiento de un objetivo. Esta lucha por un objetivo parte de la premisa del autoconocimiento. Conocen cuáles son sus fortalezas (las reconocen de una forma asertiva) y buscan la forma de perfeccionar sus puntos débiles. Este punto conecta con la idea previa de que el aprendizaje es esencial en una vida feliz. Desde un punto de vista más profundo, lo que define a una persona feliz no es solo su capacidad para luchar por metas sino también, su capacidad para celebrar esos objetivos. Son conscientes del valor de un esfuerzo y se premian por ello. Así, la felicidad por el cumplimiento de una meta dura más tiempo. Cómo ser una persona feliz Una vez analizados los rasgos que definen a una persona feliz, de lo que se trata es de asumir que la felicidad no es un bien destinado a los otros sino un regalo personal al alcance de todo aquel que se anime a ser sincero consigo mismo, para luchar por aquello en lo que quiere incluyendo en la lista de ingredientes fundamentales de la receta de la felicidad, la adaptación al cambio, las ganas de aprender y el amor. En última instancia la felicidad es una decisión: si decides no ser feliz, lo lograrás. Pero si decides ser feliz, alcanzarás este sentimiento de plenitud. Sin duda, la segunda opción es más inteligente. No se trata de ver la felicidad como en un escaparate en la vida de los demás sino
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de entender que la felicidad, ese concepto tan utilizado y tan teórico en apariencia, alcanza su máxima realidad en la práctica del propio vivir. Aunque existen momentos de felicidad que están marcados por la exaltación de la emoción, la realidad es que la mayoría de instantes de felicidad están definidos por la serenidad cotidiana que viene acompañada por ese sentimiento de satisfacción. Para analizar tu punto de partida actual en un plan de coaching centrado en el objetivo de felicidad, puedes realizar el ejercicio de puntuar de 0 a 10 cuál es tu nivel de satisfacción presente en el plano personal y en el ámbito profesional. Para elaborar un plan personalizado de felicidad, te propongo los siguientes tips de coaching e inteligencia emocional: 1. En primer lugar, visualízate a ti mismo dentro de un año: ¿Cómo te gustaría que fuese tu vida en ese momento? Recréate en todos los detalles para concretar lo máximo posible tu estado deseado. 2. Es fundamental partir del realismo de analiza cuál es tu situación actual. Y observa cuál es la distancia que separa el estado actual de ese estado potencial que se presenta como el ideal a alcanzar: ¿Cómo puedes recorrer esa distancia? Adopta como filosofía de vida la felicidad como un aprendizaje que no está solo en la meta sino también, en el camino del día a día. La voluntad humana es inquieta en el plano desiderativo, a un deseo le sucede otro. Por eso es tan importante aprender a disfrutar de la consecución de una meta y darle el valor que tiene en realidad a ese logro personal. 3. Márcate un objetivo concreto que sea temporal, medible y realista. Para que un objetivo sea realista tienes que partir de cuál es tu situación actual a partir del autoconocimiento de ti mismo y el análisis de tus circunstancias presentes: aunque el entorno no determina la felicidad personal a modo de causa y efecto, sí ejerce una influencia. 4. Existe una pregunta fundamental para asumir en primera persona el reto de la felicidad: ¿Qué estás dispuesto a hacer desde este mismo instante para alcanzar tu objetivo? Mientras que tú no tienes en tus manos la barita mágica para hacer
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realidad los deseos de los demás, por el contrario, sí está en tu mano luchar por tus sueños. ¿Cómo? Intentándolo, éste es el primer paso. 5. A modo de inventario, analiza cuáles son los recursos con los que cuentas para alcanzar tu meta y cómo puedes optimizar el uso de esos recursos. Este inventario te permite ganar seguridad y confianza en ti mismo. Además, este ejercicio también es básico para evitar compararte con los demás. 6. Realiza el método Dafo, es decir, analiza las fortalezas, amenazas, debilidades y oportunidades de tu plan de acción con el objetivo de tener una visión más global de tu plan de felicidad realista. Dicho plan de acción debe quedar abierto a posibles modificaciones puesto que la vida no se puede programar al milímetro. 7. ¿Qué fecha concreta te marcas para lograr tu meta? Es muy importante poner una fecha concreta para la consecución de un objetivo, de lo contrario, el objetivo deja de serlo para quedarse estancado en el plano de los deseos. Con frecuencia, cuando una persona no se pone una meta concreta para lograr un objetivo, tiende a posponer la toma de decisiones para mañana (pero ese mañana nunca se concreta). Las decisiones que se posponen se transforman en peso emocional porque la persona es consciente de que tiene asuntos pendientes de resolver. Las personas pueden dejarse arrastrar por la costumbre de hacer lo mismo día tras día. Sin embargo, sí quieres obtener resultados distintos, también tienes que romper con lo previsible animándote a hacer las cosas de distinto modo. Así abrirás puertas que pueden conducirte a lugares desconocidos. Anímate a dar forma a tu felicidad, dibuja tus sueños pintando esa realidad ideal con colores concretos. La felicidad no surge de la nada sino que es un proceso creativo en el que tienes que unificar la superación personal, la inquietud por aprender algo nuevo cada día, el deseo de avanzar y mejorar en la escuela de la vida. Lo cierto es que para alcanzar tu felicidad en la vida real, previamente, es muy instructivo que veas ese objetivo en tu mente porque el modo en el que interpretas la realidad también te potencia.
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La felicidad es contagiosa: el poder de una sonrisa Escrito por Maite Nicuesa
Puedes realizar el ejercicio de caminar por la calle y observar a tu alrededor para comprobar cuántas personas caminan con el rostro tenso o mirando hacia el suelo. Existen personas que parecen ausentes en sus preocupaciones, envueltas en su propia burbuja. Caminar sonriendo por la calle no está de moda, pese a que sería una tendencia fantástica de salud y de belleza: no existe mejor producto cosmético que el bienestar relajante que produce la felicidad de una sonrisa. Pero además, el simple gesto de sonreír es un antídoto contra el estrés y una buena fórmula para poner un poco de humor a la vida y no tomarnos todo tan en serio. Una sonrisa es un gesto de amabilidad y de cordialidad propio de la convivencia social. Al hablar de este tema, la mayoría de las personas piensan en el poder de la sonrisa exterior (por ser más visible), sin embargo, la conexión que existe a nivel cuerpo y mente tiene su reflejo en que cuando una persona está contenta por alguna razón especial, sonríe con naturalidad. Por el contrario, cuando está preocupada por una causa en concreto, tiene dificultades para sonreír. En la era tecnológica, muchas personas lucen su mejor sonrisa en un selfie. Habría que preguntarse cuántas de estas sonrisas son realmente auténticas o una simple apariencia. Y es que, la verdadera clave de una sonrisa positiva es que sea sincera y esté causada por un sentimiento verdadero. Pero para que así ocurra, no siempre tiene que haber una razón concreta para sonreír: ¿Acaso no es una experiencia maravillosa la de sonreír sin un motivo aparente? Existen personas que tienen una gran capacidad para reinventarse a sí mismas en circunstancias difíciles y son un ejemplo de superación personal gracias a su actitud positiva frente a la adversidad. Desde el realismo que surge de analizar la vida en su contexto adecuado, la sonrisa no debe partir del idealismo de esperar a que la vida sea de color de rosa sino de un entrenamiento que, al más puro estilo del deporte, reporta unos beneficios muy concretos sobre la persona. Es decir, cuando potencias el hábito
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de sonreír sin una razón aparente, estás potenciando tu propia resiliencia ya que la actitud positiva marca una diferencia en el estilo de vida. Además, la realidad es que no siempre las piezas del puzle encajan a la perfección en las expectativas personales. Por lo que sería una auténtica tragedia vital reducir el regalo de sonreír sólo en los momentos de máxima felicidad. Que nadie te quite la libertad de relativizar un momento difícil a través de este simple gesto que puede cambiarlo todo. La sonrisa no hará que se borren los problemas, las situaciones de estrés en el trabajo, las inseguridades personales, las diferencias con los amigos e incluso, un enfado de pareja. Sin embargo, la sonrisa sí ayuda a relativizar cualquier situación compleja. Hasta el punto de que incluso en las situaciones más tristes de la vida, una sonrisa puede marcar una diferencia fundamental en cómo serían las cosas con otra actitud. Cualquier persona tiene preocupaciones, miedos, inseguridades, situaciones de conflicto... Con frecuencia, en medio de la miopía mental, podemos distorsionar la realidad al poner el foco de atención en el lado negativo de las cosas. No se trata de ignorar esa parte menos amable pero no dejes que una preocupación eclipse el valor de todo lo bueno que hay en tu vida. Puedes realizar el ejercicio de enumerar cincuenta razones por las que debes sonreír a la vida cada mañana. Si puedes aumentar el número de motivos, todavía mejor, te darás cuenta de que los motivos para ser feliz no tienen límite. Es posible realizar este ejercicio tanto a nivel individual como en grupo, al modo de una tormenta de ideas. Puede ser una buena forma de interacción con un amigo porque la reflexión sobre la felicidad es un tema universal. La sonrisa es un gesto de acogida Una sonrisa muestra la acogida de una persona hacia otra, es un gesto de bienvenida. Una forma de lenguaje corporal que sin necesidad de palabras transmite gratitud y respeto hacia el otro. Es un gesto sincero de reconocimiento. Sin embargo, conviene puntualizar que existen distintos tipos de sonrisa. Por ejemplo, la tristeza social es aquella que muestra un simple gesto de cortesía
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dentro de un protocolo de buenos modales. En cambio, en la sonrisa de felicidad, incluso los ojos tienen una gran capacidad expresiva porque todo el rostro se transforma e irradia luz. El lenguaje corporal tiene tal fuerza comunicativa que incluso, puede dejar más huella en el interlocutor que la palabra. Una persona que sonríe transmite una imagen de seguridad en sí misma, autoestima alta, pensamiento positivo y cercanía en el trato. Cualidades ante las que aquellas personas que tienen inteligencia emocional alta, se sienten cómodas. Una sonrisa tiene un valor de consuelo emocional en un mal momento, mientras que es un gesto de ánimo ante una buena noticia. La sonrisa tiene un valor universal de ahí que su significado también depende del contexto en el que se produce. La sonrisa es una expresión humana que tiene un gran efecto emotivo como muestra la sonrisa de un bebé que transmite tanta ternura. Todo ser humano debe de recordar, que más allá del paso del tiempo, ese niño interior sigue ahí, latente. Y el poder de una sonrisa es tal que incluso es contagiosa, es decir, tiene un efecto imán. Por ejemplo, una carcajada se refuerza todavía más en el contexto de un grupo de amigos en donde una broma distendida adquiere un significado concreto. Ésta es una de las razones por las que es más divertido ver una película de humor en el cine que en casa porque la risa también tiene un valor social. La sonrisa es una energía positiva que te envuelve y cuya fuerza te transforma. El simple hecho de que en un grupo de amigos haya una persona optimista es suficiente para que su presencia aporte una energía agradable a los demás. Cuando una persona se rodea de gente optimista, entonces, se siente relajada y tranquila. Y cuando una persona está tranquila también conecta de verdad consigo misma, en ese caso, la sonrisa es una forma de expresión de ese bienestar interno. Este aspecto es tan fundamental que contar con la compañía de personas alegres y positivas ayuda a prevenir la depresión. Buenas razones para sonreír cada día Una sonrisa es la mejor marca personal propia de quien decide ser feliz
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cultivando su mundo interior: 1. En primer lugar, estás vivo. Este es el principal motivo para no dejar que nada te arruine el día. El momento de iniciar un nuevo día puede ser toda una nueva aventura si en lugar de dar el tiempo por supuesto, lo tomas como un regalo inesperado (nadie tiene un contrato firmado con la vida). 2. Existe una razón maravillosa para sonreír con más frecuencia. Eres una persona única e irrepetible, no existe nadie igual a ti en todo el universo. Eres un ser especial. Toma conciencia de tu verdadero valor y no te compares con nadie más. Incluso, tu sonrisa es diferente a la de todos aquellos que te rodean. 3. Una sonrisa tiene un alto valor relajante. Por tanto, puede ser una medicina natural para combatir el estrés del trabajo o cualquier preocupación. Cuando sonríes, de una forma directa, te sientes mejor contigo mismo a modo de causa y efecto. 4. Tu sonrisa puede cambiar el día de aquel que la recibe. No te imaginas hasta qué punto tú eres importante para aquellos que te rodean. Pero incluso, tu sonrisa puede dejar una huella positiva en el ánimo de un desconocido gracias al alto poder de empatía que existe tras este gesto de lenguaje corporal que transmite un mensaje cuya interpretación final, depende del interlocutor. 5. Cualquier persona tiene días buenos, malos y regulares. Sin embargo, el simple gesto de sonreír eleva el ánimo en un mal momento. Es una buena medida para ponerte más contento. Es un gesto de inteligencia emocional hacer uso de los recursos personales para elevar el ánimo en un mal día sin esperar a que un hecho externo sea motivo de un cambio interno. 6. En ocasiones, nos complicamos demasiado al querer expresar con palabras un mensaje determinado y nos olvidamos de que el lenguaje corporal es incluso más efectivo que las palabras. En ese caso, una sonrisa tiene un alto valor comunicativo, especialmente, si la acompañas de las palabras adecuadas en función del mensaje que quieres transmitir. La verdadera comunicación se basa en la coherencia entre palabra y lenguaje corporal.
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7. Sonreír es el mayor homenaje que puedes hacer a todas esas personas que han formado parte de tu vida pero que ya no están contigo. Una sonrisa es la mejor forma de honrar la memoria de un ser querido ausente. Cuando una persona quiere a otra de verdad, desea que esté contenta. 8. Es mejor afrontar la vida con sentido del humor que dramatizar situaciones cotidianas. El humor es salud y mejora la calidad de vida. 9. Puedes sonreír por todas esas cosas que hacen que tu vida sea especial. Por esos momentos únicos que han quedado en tu memoria para siempre. Y también, puedes sonreír por todo aquello que está por llegar. No hay mejor forma de abrir la puerta del futuro que hacerlo con una sonrisa. 10. Desde el punto de vista estético, conviene puntualizar que cualquier persona resulta más atractiva cuando sonríe. Por ello, una sonrisa también es clave en el proceso de seducción. 11. Puedes sonreír al quedar admirado por la belleza trascendental de un universo fascinante. Existen personas que caminan por la calle mirando hacia el suelo y no se dan cuenta de toda la perfección que les envuelve. No pierdas la capacidad de sonreír al disfrutar de la belleza de un paisaje natural que te transporta hacia un estado de bienestar. 12. Una sonrisa también es una reacción casi automática ante la sorpresa de un hecho inesperado que resulta agradable. La magia del azar y de lo imprevisible también te regala gratas sorpresas en tu vida. 13. No solo puedes sonreír por un hecho presente sino que también puedes hacerlo a partir del recuerdo positivo que dejó en ti una vivencia del pasado. 14. Anímate a sonreír por todos esos deseos que quieres realizar. Una sonrisa es la mejor actitud para alcanzar metas elevadas. 15. Sonríe incluso cuando creas que ya no merece la pena porque la vida siempre te regalará nuevas razones para hacerlo: la esperanza también ilumina tu sonrisa interna y externa.
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Beneficios saludables de una sonrisa La conexión que existe entre la risa y la salud es tal que incluso en el caso de una enfermedad, el paciente sobrelleva de una forma más positiva su dolencia gracias al humor. La risa también influye en la percepción del dolor que parece menos intenso. Detrás de una buena carcajada surge un proceso psicológico, neurológico y fisiológico. Son muchos y múltiples los beneficios de una buena carcajada: 1. En primer lugar, la sonrisa es un antídoto para combatir el envejecimiento. Sonreír es bueno para la piel que luce más luminosa. 2. Cuando una persona se ha divertido durante un rato viendo una película de humor, se siente relajada y respira profundamente. Es como si su mente se hubiera vaciado de un peso enorme. 3. La sonrisa también es fundamental para potenciar la inteligencia creativa de una persona. Esta es una de las razones por las que el ambiente laboral influye también en el rendimiento personal de un trabajador. Los cursos de risoterapia se han convertido en una buena medida antiestrés pero también, en un buen estímulo de creatividad. 4. Gracias al poder de una sonrisa, una persona también se siente más cerca de otra. La conexión emocional es más profunda. Cuando una persona sonríe acorta distancias con los demás, se muestra como alguien agradable y cercano. Esto muestra cómo las relaciones personales, a veces, están condicionadas por aquello que uno ofrece y que influye en el feedback que recibe. 5. Al compás de una buena carcajada, puedes liberar todas esas emociones desagradables que han quedado reprimidas en tu interior durante mucho tiempo y necesitan ser expresadas. La risa también puede ser toda una catarsis. Por eso, es tan importante que cada persona aprenda a reírse de sí misma. 6. La risa también mejora la memoria, los momentos vividos al compás de un momento distendido quedan fijados de una forma más especial en la mente al estar vinculados con una emoción tan intensa que provoca felicidad.
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Actitudes que boicotean la sonrisa Una persona tiene un gran potencial a nivel de felicidad, sin embargo, también puede boicotear su ilusión interna a partir de actitudes pesimistas. Existen causas de sufrimiento interior que bloquean la sonrisa: 1. La envidia propia de aquel que se coloca en situación de inferioridad respecto de otra persona a la que eleva al pedestal de la felicidad. Existen personas que viven con la frustración de compadecerse a sí mismas. En cambio, las personas que admiran el éxito de otro ser humano, sonríen porque se alegran con las alegrías ajenas. 2. El exceso de expectativas también puede ser una causa de pesimismo para quien la realidad nunca está a la altura de su ideal. Es más efectivo que centres tu atención en cómo es tu vida a día de hoy, para gestionar cambios en aquello que no te gusta. Transforma la queja por la iniciativa. 3. Vivir pendiente del peso de la nostalgia del pasado conduce a la persona a la tristeza de vivir con la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Un sentimiento que genera una enorme frustración ya que nadie puede retroceder en el tiempo. 4. Los factores del entorno también influyen en el bienestar interno. En ese caso, observar el sufrimiento de un ser querido también es motivo de tristeza interior. Sin embargo, conviene puntualizar que para poder ayudar a otra persona para que supere su tristeza, es fundamental que cuides de ti y estés fuerte. 5. Ideas irracionales del tipo "no tengo suerte" también posicionan a la persona en el rol de víctima. 6. El sentimiento de soledad profundo también roba a la persona el deseo de sonreír. Conviene precisar que la soledad profunda también puede experimentarse en una relación de pareja. En ese caso, la falta de alegría es un síntoma de que algo no marcha bien en esa relación. 7. Existen personas que tienden a aplazar sueños importantes de su vida para un momento mejor. Esa sensación de renuncia produce una enorme frustración
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interior en quien es consciente de que no está aprovechando su presente de verdad. 8. La felicidad verdadera se basa en el equilibrio de cultivar la vida personal y la vida profesional. Un síntoma de infelicidad que roba la sonrisa surge cuando el plano laboral roba gran parte de tiempo a la vida personal. 9. Existen personas que se han creado una coraza para protegerse de los demás. En ese caso, asumen un rol de aparente fortaleza exterior que está marcado por una enorme vulnerabilidad interior. Esta imagen de fortaleza externa también se define por un gesto facial serio. 10. La principal causa de autoboicot es la que surge de no reflexionar a partir de los propios errores. Existen personas que se colocan en el rol de víctimas de las circunstancias pero no reflexionan sobre qué parte de responsabilidad han tenido ellas en ciertas situaciones con sus propias decisiones. El papel del humor en las relaciones sociales La risa también produce beneficios muy positivos en las relaciones sociales puesto que potencia las actitudes espontáneas en las personas. A través del humor, también se refuerza el espíritu de equipo en un grupo de amigos gracias a los valores de la solidaridad y la asertividad. El humor reduce el egoísmo y potencia el deseo de conectar con el otro. En la sociedad tecnológica en la que el contacto virtual enriquece mucho las relaciones personales, conviene recordar que es muy positivo priorizar el contacto presencial cara a cara porque el lenguaje corporal también comunica. Además, el simple hecho de organizar un plan con un amigo reporta un bienestar agradable. Incluso en los días en los que una persona se siente baja de ánimo, se siente mejor tras haber compartido un rato de amistad. Es normal tener más simpatía con unas personas que con otras. A mayor grado de simpatía, más momentos de humor comparten dos personas. Es difícil tener la proximidad que surge del humor con una persona que te parece antipática. La risa también es un pilar fundamental del amor como muestra el ejemplo de
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una pareja que disfruta compartiendo tiempo en común y se divierte. La percepción del tiempo varía en función del sentimiento interno de la persona. En un momento de enfado, por ejemplo, el tiempo se hace eterno. En cambio, en un momento feliz, la persona tiene el deseo interno de detener el tiempo para recrearse en todos los detalles de ese instante. El humor es un recurso que utilizan algunas personas en el proceso de seducción como un modo de hacer sentir especial a su objeto de deseo. No se trata de una técnica de manipulación sino una actitud que surge del deseo de querer ser agradable y hacer sentir bien al otro. Beneficios del humor en la relación de la pareja 1. El humor es uno de los cimientos más importantes en una relación de pareja. Pero además, el humor también refuerza la ilusión ya que es vital crear recuerdos agradables de pareja. 2. El humor en la pareja también es muy eficaz para encontrar soluciones de un modo más eficaz ante los problemas que surgen en la convivencia del día a día. A través del humor, las personas ponen la atención en la solución del problema y no tanto en el problema en sí mismo. 3. El humor refuerza la belleza física, por lo que cualquier persona resulta más atractiva ante su pareja. Las expresiones faciales son todavía más atractivas cuando una persona sonríe. Esta es una de las razones por las que cuando te sientes bien contigo mismo también mejora tu relación con el otro. También ocurre la situación inversa: una persona puede proyectar inseguridades personales en su relación. 4. El humor propicia la reconciliación tras una discusión de una forma más distendida. El humor reduce el orgullo y la soberbia, crea puentes después de una situación de conflicto. Mientras que el orgullo crea una distancia, la esencia del humor es el acercamiento mutuo. Además, el humor también hace que la percepción del problema sea distinta. El humor se entrena, es una actitud que una persona puede adoptar de una forma consciente.
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5. La calidad de una relación de pareja feliz depende en gran parte de la calidad de la comunicación. En ese caso, conviene puntualizar que la comunicación asertiva también es mayor en aquellas parejas que ríen con frecuencia porque el nivel de tensión emocional se relaja en un momento de enfado. 6. El grado de satisfacción personal con la relación de pareja también aumenta cuando una persona se siente realmente bien en compañía del otro. Mientras que la queja constante aleja y resulta agotadora, por el contrario, el humor genera mucha química sentimental. Al aumentar el nivel de satisfacción personal en la relación de pareja, este bienestar sentimental repercute en todos los niveles de la vida en general. 7. Eleva los niveles de emociones agradables como la alegría y el gozo. Además, existen miedos que son inherentes al propio amor, por ejemplo, el temor al rechazo, el miedo al abandono o inseguridades de futuro. Este tipo de miedos también se reducen desde la percepción del humor porque la mente cambia el punto de atención al centrarse en el presente. 8. Gracias a que la risa eleva los niveles de espontaneidad y de creatividad, también surge el deseo de sorprender al otro con iniciativas originales. Por ello, el humor y el romanticismo también pueden estar muy relacionados. 9. La empatía es muy importante para potenciar el entendimiento mutuo. En ese caso, el humor también refuerza la empatía entre dos personas que se quieren y cuidan la una de la otra. El humor aporta estabilidad y ayuda a crear lazos de amor saludables. Además, de este modo, también es más fácil romper la rutina en la relación a través de la propuesta de planes e iniciativas para compartir en común. 10. Existen muchos regalos que una persona puede hacer a su pareja. Sin embargo, los mejores regalos son aquellos que son gratis y que tienen un alto valor emocional. El humor es un regalo de amor con el que puedes hacer que tu pareja se sienta amada por ti. Cómo aprender a reírte de ti mismo
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El humor comienza por uno mismo, sin embargo, existen causas importantes de bloqueo personal que pueden robar la sonrisa. Existen personas que quedan bloqueadas al dar vueltas y vueltas a un error que etiquetan como "imperdonable". En este tipo de situaciones, es un gran paso recordar que todo ser humano comete errores. Existen días que son especialmente difíciles porque todo parece volverse en contra. En ese caso, comparte tus vivencias con un amigo con el que te resultará más simple ver el lado divertido de lo que ha ocurrido. Puedes potenciar el sentido de la ironía. En ese caso, comparte tus confidencias con una persona con la que te sientas bien de verdad y tengas mucha confianza. El humor fluye mejor en un contexto de intimidad. Deja de hacer ciertas cosas por el miedo al ridículo. Anímate a vencer esas situaciones que te dan cierto temor. Por ejemplo, si sientes vértigo al hablar en público, entonces, puedes buscar la oportunidad de enfrentarte a tu miedo. Hacer un curso de teatro, participar en un curso para hablar en público o asistir a un taller de risoterapia son buenas fórmulas para superar la timidez. Nadie es el centro del mundo, solo tú eres el centro de tu mundo. Relativiza tus propios miedos e inseguridades porque nadie les presta tanta atención como tú mismo. En ocasiones, las personas tienen dificultades para reírse de sí mismas porque piensan más en agradar al otro y en quedar bien con los demás, que en ser ellas mismas. En ese caso, una premisa básica para potenciar el humor en tu vida es rodearte de personas que te aceptan de una forma incondicional. El cine también es una buena fórmula de entretenimiento que puede reforzar el humor personal. Disfruta con más frecuencia de películas de humor. Si quieres reforzar tu creatividad, puedes tomar una anécdota que te ha ocurrido como punto de inspiración para escribir un relato sobre esa situación concreta. A través de la escritura, puedes modificar el argumento de lo que te ha ocurrido, dando a ese hecho el final que tú quieras.
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El humor también es un aprendizaje inherente al proceso de madurez personal. Es decir, una persona de cincuenta años tiene más capacidad para reírse de sí misma que una de veinte, simplemente, porque gracias a la experiencia práctica del propio vivir ha aprendido a poner cada cosa en su contexto. El humor es un ingrediente esencial de la vida, sin embargo, la vida no es un chiste, por tanto, si queremos reír a carcajadas, tendremos que buscar excusas en el día a día en esas notas cómicas de realidad. Sin embargo, también es muy importante recordar que el humor debe integrarse en el contexto adecuado, de lo contrario, puede resultar totalmente fuera de lugar.
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¿Necesito un coach para ser feliz? Escrito por Maite Nicuesa
Desde el punto de vista ideal, muchas personas desearían contar con un experto con quien poder consultar cualquier decisión personal importante para tomar la elección correcta. Este es precisamente, el principal punto de bloqueo. Vivir creyendo que existe una especie de manual de instrucciones de acuerdo a una única decisión correcta entre un amplio abanico de posibilidades. Tomar decisiones con responsabilidad no es sinónimo de tener unas expectativas imposibles. Hoy en día, el coaching se ha convertido en una de las herramientas de ayuda con mayor éxito tanto en el plano personal como en el contexto empresarial. ¿Alguna vez te has preguntado si necesitas un coach para ser feliz? ¿Qué te ha llevado a hacerte esa pregunta? Una de las premisas fundamentales de un proceso de coaching eficaz es que dicho periodo sea limitado a un número de sesiones concretas. El principal objetivo, desde el punto de vista emocional, es evitar la dependencia entre el cliente y su coach. En caso de caer en una relación de dependencia, se minimiza el potencial del coachee que buscaría la aprobación constante por parte de su coach. Desde esta perspectiva, nadie necesita un coach de forma permanente para ser feliz. Además, también es esencial especificar que el principio del cambio en un proceso de coaching es el cliente. En un proceso de este tipo, el coach realiza un acompañamiento a través de preguntas efectivas que como una linterna aportan una luz que ayuda al coachee a reflexionar sobre las respuestas que encuentra en su interior. Es decir, el coachee encuentra sus propios recursos dentro de sí mismo. Una persona que realiza un proceso de coaching toma conciencia de su situación, se marca un objetivo, concreta su plan de acción y analiza cuál es su nivel de motivación. Las respuestas que realiza el coachee son personales y únicas: el coach no interfiere a través de su mapa del mundo y de sus valores en las
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decisiones del cliente. Este punto tiene como objetivo especificar la inmensa sabiduría que tiene un ser humano gracias al poder de autoconocimiento en tanto que nadie puede llegar a conocerte tan bien como tú mismo. Cuando una persona comienza un proceso de coaching poniendo todas sus expectativas en el coach, se equivoca porque esta actitud va en contra de la propia esencia de un proceso que requiere de esfuerzo personal, compromiso en el cumplimiento de un plan de acción y responsabilidad personal. Por otra parte, también conviene concretar que mientras que en la mayoría de los casos en los que una persona realiza una terapia psicológica inicia este proceso motivada por un malestar emocional concreto, a diferencia de ello, una persona puede comenzar un proceso de coaching estando en un momento personal pleno. De hecho, una persona que se encuentra en un buen momento puede tener una predisposición mucho más positiva. La felicidad es un concepto muy general. Ese concepto como tal solo es posible materializarlo en un proceso de coaching cuando la persona concreta este objetivo en una meta que sea realista, cuantificable, observable, objetiva y medible. Establecer un objetivo es el paso más importante en el inicio de un proceso de coaching. Este punto es importante porque con frecuencia, a través del diálogo interior ponemos trampas a nuestra propia felicidad, este concepto abarca tanto que puedes desglosarlo a través de distintas preguntas: ¿Qué significa para ti ser una persona feliz? ¿En qué momentos te sientes realmente contento? ¿Cómo puedes reforzar esos momentos de alegría en tu vida? ¿Qué puedes hacer tú desde este mismo instante para vivir con alegría? Las preguntas son una herramienta muy poderosa para profundizar en el interior de uno mismo, conectar con la esencia personal y alcanzar la verdad interior. En este punto, el papel del coach es determinante para reforzar el proceso de superación personal del cliente. La pregunta como herramienta de diálogo tuvo un papel esencial en el método socrático. De hecho, Platón, discípulo de Sócrates también utilizó el diálogo como método pedagógico para transmitir su conocimiento. Las preguntas que realiza el coach
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son principalmente abiertas, es decir, son cuestiones que dejan un margen de respuesta personal amplio puesto que de lo que se trata es de que el cliente profundice en sí mismo y no se limite a un mero "sí" o "no" propio de una pregunta cerradas. Las preguntas abiertas requieren de mayor nivel de reflexión, concentración y concreción. No se necesita un coach para ser feliz pero en cambio, una persona sí necesita ayuda profesional cuando siente que por sus propios recursos no puede superar un obstáculo que limita su vida. Por ejemplo, una persona que sufre el síndrome del quemado a nivel profesional puede comprometerse con un proceso de coaching para salir de su zona de confort, recuperar la motivación y elaborar un plan de acción que le ayude a salir de su situación de apatía. Del mismo modo, una persona que sufre pánico a hablar en público y este temor se ha convertido en un freno en su carrera profesional, también puede consultar su caso con un coach profesional para iniciar un proceso que sea un punto de partida hacia el cambio personal. Es un gesto de humildad y de inteligencia emocional pedir ayuda profesional ante una situación concreta. Una persona puede contar con distintos puntos de apoyo en su vida, por ejemplo, el consejo de un buen amigo también puede ser muy valorable. Sin embargo, existen contextos y situaciones en las que los consejos de un amigo no son suficientes e incluso, pueden ser contraproducentes. Por ejemplo, una persona que sufre depresión necesita de la ayuda de un psicólogo (que no de un coach) porque se trata de un tema de salud. Y algunos de los consejos que con buena voluntad se pueden dar a una persona que sufre depresión, pueden hacerle sentir totalmente incomprendida. Por ejemplo, "tienes que animarte", "tienes que ser fuerte", "pon de tu parte". Del mismo modo, en un proceso de coaching, es posible contar con el entorno ideal para tratar un asunto determinado con objetividad gracias a la distancia que reporta hablar sobre un asunto en concreto con alguien ajeno al conflicto. Por ejemplo, una persona que sufre una crisis de pareja grave y se está replanteando su situación sentimental puede expresar de forma más libre cuáles son todos sus miedos, sus inseguridades, sus pensamientos e inquietudes que en
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el caso de hablar con su pareja porque en ese caso, se tiende a ocultar cierta información para no herir al otro. Esta libertad interior es tan importante que incluso, al acudir como alumno a un curso de crecimiento personal, también es recomendable hacer el curso sin acudir en compañía de un amigo o de un conocido. Al igual que cuando a una persona le duele una muela, acude al dentista o cuando tiene la gripe acude a su médico de cabecera, del mismo modo, ante una situación personal concreta que es fuente de frustración o de dolor, es esencial pedir ayuda profesional. Y en este contexto en concreto, la ayuda de un coach sí es motivo de felicidad. En sentido estricto, nadie necesita un coach de forma permanente para ser feliz en tanto que la felicidad es lo más natural al ser humano. Sin embargo, un proceso de coaching sí puede ser una experiencia muy enriquecedora a través de la que el coachee puede ganar confianza en sí mismo, descubrir su fortaleza interior, tomar una mayor conciencia de quién es y de qué quiere. Es fundamental encontrar entornos de reflexión en los que poder hacer una pausa para reflexionar sobre uno mismo. Además, hoy en día, el coaching se ha convertido en un servicio que se adapta cada vez más al ritmo de vida moderno. Por ello, cada vez son más los profesionales que ofertan servicios de coaching online. Decir que necesitas un coach para ser feliz, estableciendo esta afirmación a modo de causa y efecto sería como decir que necesitas utilizar un bastón para caminar. La verdadera esencia del coaching es precisamente, empoderar a la persona para que tome las decisiones por sí misma sin delegar esta responsabilidad en alguien externo. Sin embargo, sí es cierto que un proceso de coaching produce elevados niveles de felicidad porque cuando una persona aprende a vivir mejor, supera obstáculos, se acerca a su objetivo y mira de frente sus miedos, también se siente más valiente y más fuerte. Un proceso de coaching puede ser un punto de luz en la vida de una persona al punto de marcar un punto de inflexión en su existencia. Sin embargo, que ese cambio se produzca depende, principalmente, del coachee. Existen personas que inician un proceso de coaching y lo abandonan en las primeras sesiones al no obtener resultados visibles a corto plazo. Personas que
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tienen unas expectativas equivocadas de lo que implica este proceso de relación de ayuda. Quienes de verdad sacan el máximo partido a un proceso de coaching son las personas que son sinceras durante las sesiones, abren su corazón de verdad a través de una actitud de apertura total, llegan puntuales a las sesiones y en el caso de que por algún motivo concreto tengan que anular alguna cita, avisan con tiempo. Del mismo modo, también tienen en cuenta las recomendaciones de trabajo personal que el coach puede realizar al cliente. Por ejemplo, la redacción de un diario emocional. ¿Qué necesitas entonces para ser feliz? Ganas de crecer como persona, fuerza de voluntad y tolerancia frente a la frustración. En esencia, te necesitas a ti mismo. El coach es un guía, un punto de apoyo importante, sin embargo, ese apoyo no es permanente por lo que tienes que estar preparado para volar en solitario. Hacer un proceso de coaching es una experiencia personal muy enriquecedora y merece la pena experimentarla en algún momento de la vida para descubrir de qué se trata esta herramienta de ayuda porque esta decisión de iniciar este proceso. Una decisión que puede ser un gesto de amor hacia uno mismo. Esta es la verdadera esencia de la felicidad: el amor. Pues bien, el camino que recorre un coache a lo largo del proceso de coaching es una suma de amor constante porque la verdad del pensamiento conecta con la verdad del corazón. Consejos para potenciar un proceso de coaching Si has decidido iniciar un proceso de coaching: ¿Qué puedes hacer a partir de ahora para potenciar tu concentración durante el proceso? En primer lugar, al elegir un coach profesional, es muy importante que más allá de la formación profesional, esa persona te transmita confianza. Cuando no existe simpatía mutua, existen interferencias a nivel emocional, ruidos que alteran el proceso de comunicación entre el coach y el coachee. En ocasiones, cambiar de coach puede ser una buena medida para poder continuar con el proceso. Además, también es esencial iniciar un proceso de coaching con una motivación propia de una forma libre. Por ejemplo, cuando una persona inicia un proceso de
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cambio motivada por una recomendación externa pero sin un criterio de motivación propia, entonces, no existe un compromiso firme con el objetivo. Todo proceso de cambio debe ser asumido en primera persona. Por otra parte, existen personas que muestran cierto escepticismo hacia el ámbito de la autoayuda y el coaching. En ese caso, cuando una persona desconfía de esta herramienta de ayuda, no obtendrá los resultados esperados porque el coaching es, en esencia, confianza. Desde el punto de vista de la comunicación, de la confianza surge una transparencia total en las respuestas. No censures ningún tipo de información, estás en un contexto de confianza y de confidencialidad absoluta. Estás en un entorno de seguridad, por tanto, siéntete cuidado y protegido. Apaga el teléfono móvil antes de iniciar una sesión de coaching con el objetivo de evitar las interrupciones. Además, al concretar el horario ideal de la sesión, es recomendable que aproveches aquellos días en los que tienes más tiempo libre en tu agenda. Al acudir cansado después de un día duro de trabajo a una sesión de coaching también se dificulta la concentración y la atención. El estado de ánimo influye de forma directa en la actitud que tiene una persona en una sesión de coaching. Al acudir descansado a una sesión, tienes una mejor predisposición hacia el cambio. En relación con el tiempo y la distribución de las sesiones, sí es esencial que exista proximidad temporal porque esto refuerza la implicación personal. Evita utilizar el concepto de problema para referirte a una limitación determinada. Cambia este término por la palabra oportunidad. Ten una actitud de apertura para revisar tus propios valores, creencias y tus límites. Disfruta de la experiencia, este es el verdadero reto: tomar cada sesión de coaching como un paso hacia adelante en la consecución de tus objetivos. Céntrate en el momento en el que estás, no te adelantes a lo que ocurrirá en próximas sesiones. Es imposible predecir un proceso de autoconocimiento. Existen clientes que comienzan un proceso por un objetivo determinado y, de pronto, descubren que ésa no es su verdadera meta. Tener flexibilidad mental es
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esencial para pensar en positivo adaptándote al camino que emprendes. Para reforzar tu motivación por el proceso que has iniciado, también puedes compartir tu decisión con aquellos amigos de confianza con los que te gusta hablar sobre tus ilusiones y proyectos. Al contar a un buen amigo que estás haciendo un proceso de coaching, te comprometes todavía más con dicho proceso. No busques el consejo constante del coach. En caso de que prefieras que una persona te guíe con sus consejos y su experiencia práctica, entonces, podrías elegir el mentoring como una buena oportunidad de crecimiento personal. Sin embargo, un coach no aconseja nunca a un coachee porque cada ser humano interpreta su realidad desde su propio punto de vista. Como método de autoconocimiento puedes potenciar el hábito de escribir en un diario emocional cuáles han sido las conclusiones principales de cada sesión, el aprendizaje que has adquirido y las sensaciones que has experimentado. Deja de lado la prisa y la impaciencia: la felicidad no es una ecuación científica. La escritura es tan terapéutica a nivel de conocimiento que incluso, puede ser aconsejable llevar en el bolso una libreta en la que poder hacer anotaciones para poner por escrito esas idas que en caso de no anotarlas al momento, se pierden y quedan en el olvido. La escritura es positiva porque te ayuda, principalmente, a obtener información sobre ti mismo. De hecho, cuando anotes un pensamiento puedes escribir también la fecha concreta de ese mensaje. No acumules desinformación, si no has comprendido algo que te ha preguntado el coach, entonces, pregunta con naturalidad. La confusión mental se va acumulando y produce enredo. Conviene tener muy claro el tipo de relación que existe entre coach y coachee: se trata de una relación de ayuda a nivel personal pero no es un vínculo de amistad. Conviene tener muy claro el concepto para evitar confusiones en la relación al tener unas expectativas equivocadas. Esta distancia personal potencia la objetividad. Cómo ser tu propio coach
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Un proceso de coaching también te permite aprender a cuidar de ti mismo y empezar a tratarte como tratarías a tu mejor amigo. Cuidar de ti mismo, tomar decisiones que te hagan bien y utilizar tus propios recursos personales para vivir mejor te permite conducirte con más sabiduría en la dirección correcta hacia tu felicidad. ¿Cómo puedes aprender a ser tu propio coach? 1. El principio del cambio está en el pensamiento. Una persona puede tener creencias que llegado el momento se da cuenta de que son caducas. Sirvieron en un momento de su vida pero ya no valen para el contexto actual: ¿Por qué ocurre esto? Porque las personas cambian. Por tanto, aprende a comprenderte a ti mismo y a tratarte con cariño valorando cada decisión que tomaste en su contexto determinado y en función de tu grado de madurez del momento. Puede que hoy no comprendas porqué en el pasado actuaste en cierta forma, sin embargo, tienes que valorar que tu experiencia de entonces, no es la de ahora. 2. Hacer limpieza mental es como poner en orden el mobiliario interior. En ese caso, la limpieza externa también es un buen anclaje para poder renovarte a nivel emocional. ¿Por dónde puedes empezar? Puedes colocar en cajas la ropa que ya no te sirve o que no utilizas y donarla a una entidad de ayuda. También puedes regalar libros personales a tus amigos con el objetivo de potenciar el valor de compartir un mensaje determinado. El orden externo influye de forma directa en el orden interno. Trabajar en un despacho con un escritorio desordenado produce sensación de caos interior. 3. No existe decisión más importante que la que tú tomas. Es un gesto de sabiduría tener en cuenta el punto de vista de amigos y personas cercanas porque toda información complementaria puede enriquecerte. Sin embargo, en última instancia la decisión es tuya porque es mejor responsabilizarte de tus aciertos y errores que vivir culpando a terceros. 4. Busca espacios de silencio y de relax. Momentos en los que puedas estar a solas contigo mismo. Hacer pausas es necesario para reflexionar. 5. En el autocoaching, las preguntas también son esenciales. Sin embargo, existen preguntas que no son potenciadoras a pesar de que el ser humano, en su deseo
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de control, tiene una tendencia frecuente a analizar el porqué de las cosas. Ante el abandono de tu pareja, por ejemplo, no te aporta nada constructivo preguntarte: ¿Por qué me ocurre esto a mí? En cambio, puedes transformar la situación haciéndote la siguiente pregunta: ¿Qué puedo hacer a partir de ahora para superarlo? El coaching debe ayudarte, esencialmente, a poner conciencia en el presente, es decir, a estar concentrado en el ahora. La pregunta “¿por qué?” te deja anclado en el pasado, esta es una de las razones por las que resulta poco constructiva al impedirte avanzar y pasar página. En cambio, la segunda pregunta es un ejemplo de cómo, en cualquier tipo de situación, puedes hacer algo por transformar esa realidad concreta a través de tu actitud. 6. Alimenta tus sueños. No solo es saludable soñar dormido sino también, soñar despierto. Libérate del escepticismo porque la vida puede sorprenderte incluso cuando crees que ya lo sabes todo. Alimenta a tu niño interior. Conecta con aquella etapa vital. Por ejemplo, puedes revisar las fotografías de tu álbum familiar, charlar con tus amigos sobre anécdotas infantiles, recordar cuáles eran tus ilusiones de aquel momento. 7. ¿Existe una persona en tu entorno más cercano que te inspira una especial confianza? ¿Alguien que te valora de verdad y te potencia en positivo? En ese caso, cuando necesites hablar con alguien de confianza, no dudes en charlar tranquilamente con esa persona. Es esencial tener referentes positivos, personas que se convierten en un estímulo gracias a su ejemplo a seguir. No existe estímulo más educativo que el propio ejemplo. Sé observador, intenta fijarte en aquello que admiras de los demás. Para potenciar tu espíritu positivo y tu capacidad de observación, puedes marcarte el objetivo de identificar tres virtudes que valoras en aquella persona de tu entorno que no te cae bien. Te darás cuenta de que tu relación con esa persona mejora de forma directa, simplemente, porque ha variado tu percepción sobre ella. 8. Para ser tu propio coach puedes hacerte las siguientes preguntas: -‐ ¿Quién soy? No es nada fácil responder a esta pregunta en tanto que quién eres
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va más allá de tu nombre, de cuál es tu trabajo, quienes son tus padres o tus aficiones. Tu identidad personal conecta con la verdad de tu ser. Una verdad que es intrínseca. -‐ ¿Qué es lo que realmente quiero conseguir? Esta pregunta es vital para establecer la dirección adecuada hacia la que te diriges. En ese caso, formula tu objetivo siempre en positivo. -‐ ¿Qué voy a hacer para lograrlo? El punto actual conecta con el estado deseado a través de un plan de acción que debe ser coherente y realista. Pero especialmente, este plan de acción debe de ser un camino personal. Tienes que estar convencido de que vas a llevarlo a cabo. -‐ ¿Qué medios tengo para lograr esta meta? Realiza un inventario de medios para identificarlos y poder optimizar un uso adecuado de cada medio en relación con el fin. -‐ ¿Qué puedo hacer para adquirir más recursos? Siempre puedes adquirir nuevas competencias, por tanto, no te quedes estancado en tu zona de comodidad. Por ejemplo, si una persona quiere superar su miedo a hablar en público puede hacer un curso de oratoria. Al tomar una decisión concreta, pregúntate si esta decisión te acerca o te aleja de tu meta. El objetivo actúa como una brújula que marca el norte a seguir. -‐ ¿En qué fecha concreta quiero lograr este objetivo? (Esta pregunta te ayuda a tomar conciencia del tiempo que quieres darte para realizar ese objetivo). En ocasiones, las personas se marcan objetivos que están mal planteados. Así ocurre cuando un objetivo es general y no es medible. En ese caso, para concretar de forma adecuada un objetivo puedes hacerte la siguiente pregunta: ¿Cómo podré saber que realmente he cumplido mi meta? Si tienes un criterio objetivo para medir el buen resultado de tu plan de acción, entonces, adelante. -‐ Cuando sientas que existe un asunto que te afecta de una forma intensa puedes hacerte la siguiente pregunta: ¿Cómo me he posicionado hasta ahora en este asunto? Y después, continúa la reflexión con el siguiente interrogante: ¿Qué puedo hacer para posicionarme de otro modo?
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-‐ Para medir tu nivel de motivación con tu meta, puntúa de cero a diez cuál es tu nivel de compromiso. Si tu grado de motivación es inferior a diez, puedes continuar el proceso de introspección del siguiente modo: ¿Qué puedes hacer desde este mismo instante para incrementar tu nivel de motivación? Recursos de ayuda emocional A nivel de resiliencia, existen distintos tipos de apoyo que pueden darte fuerza para vivir mejor. Un libro sobre coaching y autoayuda puede ser una perfecta herramienta de consulta. En este tipo de lecturas, es adecuado leer pequeños fragmentos cada día con el objetivo de ir asentando el conocimiento y poder reflexionar sobre la lectura. De hecho, puedes hacer tus propias anotaciones o subrayar aquellas partes del texto en un color visible. Cuando un libro te guste especialmente, puedes recomendárselo a otras personas de tu entorno. Compartir impresiones personales sobre un libro con otra persona que también ha leído ese texto, puede resultar enriquecedor porque dichos puntos de vista, resultan complementarios. También puedes asistir a charlar y conferencias impartidas por expertos en inteligencia emocional. Los profesionales que creen de verdad aquello en lo que dicen, transmiten tal y fuerza y energía, que tienen la capacidad de contagiar su entusiasmo a los demás. En la mayoría de las conferencias, existe una ronda de preguntas en la que los oyentes pueden consultar sus preguntas al ponente, un marco perfecto de diálogo. Puedes aprovechar la ocasión para hacer una pregunta al conferenciante. El cine es una perfecta herramienta terapéutica que te permite aprender lecciones de vida a partir de los protagonistas de una historia con la que el espectador puede sentir empatía. Es posible seleccionar de forma personal una película en función del tipo de inquietud. La formación es una herramienta de ayuda emocional muy importante. Los cursos de crecimiento personal son de gran ayuda porque están impartidos por un profesor especializado. Gracias a la alianza que se establece en el grupo, existe un clima de respeto para hablar de uno mismo y compartir experiencias
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personales. A través de las redes sociales, puedes seguir de cerca la información especializada publicada por empresas de coaching y blogs de psicología. Las relaciones personales son un punto de apoyo fundamental tanto en los momentos de felicidad como en situaciones de dolor. Por ello, dedicar tiempo a esas relaciones y cultivar los vínculos afectivos con cariño suma fortaleza emocional. Cuando necesites ayuda, pídela. Los demás no pueden adivinar tu pensamiento. El diálogo intergeneracional también es un valor muy importante desde el punto de vista del aprendizaje ya que una persona mayor puede dar consejos sabios a una persona joven. Éste es uno de los motivos por los que los abuelos deben ser un referente de sabiduría en la familia. El tiempo, en sí mismo, es uno de los recursos más importantes y necesarios para integrar en la rutina de vida, planes concretos que te permitan potenciar tu capacidad de superación. Cuando alguien tiene un interés real en hacer un curso sobre inteligencia emocional, por ejemplo, lo encuentra. En este sentido, querer sí es poder. Debes ser dueño de tu valioso tiempo y no un esclavo del reloj.
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Ayudar a los demás genera felicidad Escrito por Maite Nicuesa
La soledad prolongada es fuente de sufrimiento y de malestar puesto que la esencia del ser humano es relacional. El amor, la amistad y el compañerismo muestran que la vida es más bella cuando se comparte en compañía. Los vínculos afectivos son un aprendizaje. El ser humano tiene que educar sus propias debilidades para potenciar sus fortalezas. ¿Qué debilidades pueden ser un freno en las relaciones personales? El individualismo que surge del egoísmo de aquel que constantemente se toma a sí mismo como una preferencia muestra la dificultad de quien le cuesta ceder o ponerse en el lugar del otro. Las relaciones personales sanas parten de la conciencia de que todo ser humano es importante. Pero además, a largo plazo, vivir desde el ego no produce felicidad sino frustración, dolor y sufrimiento. El ego es el eterno insatisfecho, el niño mimado que lo quiere todo de forma rápida. Por el contrario, vivir desde el alma es sinónimo de potenciar el amor, la generosidad y la sinceridad como pilares de una vida feliz. Por otra parte, también es un gesto de sabiduría emocional aprender a posponer ciertos deseos, en base a un bien mayor. El amor hacia uno mismo es saludable, sin embargo, también es enriquecedor practicar el amor hacia los demás. El amor implica desear el bien ajeno, cuidar de la otra persona y reconocer su valor. Existe un gesto sencillo que eleva los niveles de bienestar personal en la rutina cotidiana: ayudar a los demás es un signo de sabiduría. Tener una disposición de ayuda en el plano personal o profesional implica tener una actitud de acogida hacia el otro. Ayudar a los demás genera felicidad porque te sientes bien contigo mismo al darte cuenta de que con tu actitud o tu apoyo has aportado algo positivo a la vida de otro ser humano. A través de la generosidad, es posible establecer puentes emocionales, crear lazos que enriquecen el universo emocional de una persona que se siente acompañada y reduce su soledad existencial. Ayudar a los demás genera felicidad porque cuando salimos de nosotros mismos tomamos distancia de nuestras propias preocupaciones y observamos otras
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realidades. De este modo, podemos aprender de otras personas a partir de sus vivencias y relativizar conflictos propios. Mientras que cuando una persona queda encerrada en sus pensamientos negativos se siente débil, por el contrario, cuando dos personas tienen un vínculo estrecho, se sienten fuertes al estar juntas. Ayudar a los demás es un gesto de humanidad propio de aquel que tiene un buen corazón y no reacciona con indiferencia ante una situación externa. La actitud de ayuda no parte de la superioridad sino de la humildad. Tan importante es saber ofrecer apoyo en un momento determinado como aprender a pedir ayuda en el momento oportuno. Dar sin esperar nada a cambio Ser generoso es un gesto muy positivo y muy saludable, sin embargo, incluso la generosidad puede volverse en contra de uno mismo y ser fuente de sufrimiento. Así ocurre, por ejemplo, en el caso de que una persona ponga sus expectativas en otra que no le corresponde del mismo modo. Por ejemplo, una persona que pone sus expectativas sentimentales en alguien que corresponde desde el plano de la amistad, tarde o temprano experimentará el dolor de amar y no ser querido del mismo modo. En ese caso, como una forma de protección personal, en algún punto surge la necesidad de marcar distancia con el otro. Existen personas que en una situación así, se aferran a la esperanza de ser correspondidas, y continúan ahí a la espera de que en algún momento cambie su suerte. Esta actitud suele derivar en rabia, por lo que tarde o temprano se transforma en el sentimiento de haber perdido el tiempo al prestar tanta atención a quien no estaba en la misma línea. Por otra parte, también es un riesgo dar sin esperar nada a cambio en el plano de una relación poco equitativa. Por ejemplo, es frecuente que en una relación instrumental, cuando una persona solo se acuerda de otra cuando le necesita para pedirle un favor, es frecuente que ésta se canse en algún momento por sentirse utilizada. Existen algunas señales que pueden ayudar a identificar una situación de este tipo. Por ejemplo, una persona solo toma la iniciativa de
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contactar con otra cuando necesita un favor concreto. Del mismo modo, es fuente de decepción personal sentir el vacío de un amigo importante en un momento determinado. ¿Por qué es difícil llevar al extremo el ideal de dar sin esperar nada a cambio? Porque la esencia del amor y de la amistad es la reciprocidad que surge de dar y recibir. Cuando no existe equidad en este dar y recibir, entonces, no existe ni amor, ni amistad. No se trata de tener una mentalidad calculadora y convertir los sentimientos en una relación matemática sino de reconocer que a nivel interno, todo ser humano tiene unas necesidades concretas. Y una de las necesidades principales de cualquier persona es el deseo de aceptación y de sentirse querida. En cualquier caso, sí conviene puntualizar que existe un tipo de amor desinteresado al extremo que muestra perfectamente el esquema de dar sin recibir nada a cambio: el amor que los padres sienten por sus hijos. Sin embargo, pocos amores son tan generosos. Esta es una de las razones por las que es mejor no comparar los afectos entre sí. El amor sano hacia los demás parte de una autoestima positiva. Por tanto, eliges las relaciones personales sabiendo que lo importante también es cuidar de ti. ¿Cuál es el riesgo de llevar al extremo la idea de dar sin esperar nada a cambio? Caer en la trampa de una relación tóxica. Actitudes tóxicas de una persona Creo que es más adecuado hablar de actitudes tóxicas que de personas tóxicas. Es positivo diferenciar las acciones, de la persona en sí misma. ¿Cuáles son los rasgos de una persona con actitudes de este tipo? 1. Es una persona que reclama una atención constante por parte de los demás aunque no siempre utilice los recursos adecuados para recibir esta atención. Por ejemplo, existen algunas personas que se quejan constantemente por todo. 2. Son personas que ocupan gran parte del tiempo en las conversaciones con los amigos en hablar sobre sus propios problemas. Les encanta convertir al otro en testigo de sus propios monólogos. Cuando intentas dar una posible solución a
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alguno de sus problemas, responde frases del tipo: "Es que para ti es muy fácil decirlo" o "no me comprendes". ¿Por qué sucede esto? Porque establecen un juego psicológico en el que lo que de verdad buscan no es una solución sino hablar de lo que les sucede. Sin embargo, no les gusta escuchar del mismo modo a los demás. Desde este esquema, se establecen relaciones desiguales en los que uno de los dos tiene la sensación de implicarse mucho más en la amistad que el otro. 3. Tiene una gran capacidad de manipulación para distorsionar la realidad en sí misma y dar la vuelta a tus argumentos. Es decir, un sentimiento frecuente en una persona que es víctima de una manipulación es el de sentirse culpable sin un motivo lógico. 4. Existen distintos tipos de perfiles marcados por algún tipo de actitud tóxica. Por ejemplo, la actitud del envidioso que se compara constantemente con los demás. El quejica que ha asumido el rol de víctima en su vida. La persona autoritaria que limita la libertad personal del otro. Y también, el amigo que no sabe guardar los secretos. En las relaciones personales debes dar respeto pero también, tienes que aspirar a recibirlo en el mismo modo. Por eso, también conviene elegir a los amigos de verdad. Por ejemplo, puedes romper el contacto con aquella persona que sientes que te aporta más disgustos y pensamiento negativo que alegría. En ocasiones, las personas pueden ser incompatibles. Pero en la mayoría de los casos, el conflicto es interno: cuando una persona no está bien consigo misma, proyecta problemas propios en los demás. ¿Cómo saber si el problema está en uno mismo? Cuando una persona siente que muchas personas le caen mal, entonces, hay algo que está fallando. La antipatía es humana, sin embargo, cuando se convierte en un sentimiento dominante en la vida de una persona, entonces, hay algo que corregir. La felicidad de dar ¿Por qué existe tanta felicidad en dar hasta el punto de que existen personas que afirman que son más felices cuando dan que cuando reciben? Porque siempre
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que adoptas una actitud proactiva en la vida, te implicas en tu destino, luchas por un objetivo concreto y dejas tu propia esencia personal en tus acciones. Es decir, cuando das lo mejor de ti en una acción determinada, entonces, estás siendo tú en letras mayúsculas. Y no existe mayor felicidad que la que surge de la autenticidad. Además, la felicidad de dar también muestra la esencia de la vida: el ser humano necesita contar con testigos de vida, compañeros de viaje que suman un valor añadido a la existencia. Por eso, cuando una persona se implica en una relación, también se conoce mejor a sí misma al verse en el otro como en un espejo. La felicidad de dar también surge de la inmensa satisfacción que supone tener una iniciativa y ver en el otro una respuesta concreta. Dar y recibir son dos realidades que a modo de causa y efecto muestran una conexión emocional profunda. Por ejemplo, un amigo que sufre un mal momento se siente aliviado ante el consuelo de su mejor amigo. La felicidad de dar es tan importante que aporta un sentido personal a la existencia humana. De hecho, hoy en día, son muchas las personas que realizan una actividad de voluntariado y son felices por ello. Para que un acto de generosidad sea de verdad motivo de felicidad es importante que sea un gesto sincero que parte de la libertad personal. Por ejemplo, cuando una persona realiza una acción bajo una manipulación externa, no se siente bien consigo misma. Del mismo modo, existen personas que tienen miedo a decir no a otra persona ante el temor a sentir el vacío del otro. En ese caso, la persona experimenta la frustración interna de decir sí cuando en realidad quería decir no. Al ser un acto de generosidad enmascarado que no es cien por cien sincero, produce enfado con uno mismo. Ser generoso no es incompatible con aprender a decir no. Se trata de un equilibrio complejo puesto que si una persona dice que no, casi siempre que le piden un favor, corre el riesgo de obtener la misma respuesta cuando necesite ayuda. Establecer relaciones personales sanas implica tener la madurez de poder ayudar a los demás y dar prioridad a las necesidades del otro
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en ciertos momentos. Esta capacidad surge del poder de la empatía que implica comprender la situación del otro, su motivo concreto y su petición. Tener personas de confianza a las que poder ayudar en ciertos momentos para pedir un favor mejora el estado de ánimo, potencia la resiliencia personal para superar la adversidad, suma fortaleza y simplifica la rutina cotidiana. Cómo aprender a decir no Existen personas que tienden a darse al extremo a los demás, son personas a las que les gusta ejercer un rol protector. Sin embargo, la sobreprotección no es buena. Por ejemplo, no tienes por qué hacer algo por un amigo, si es algo que ese amigo puede hacer por sí mismo. Es fundamental confiar en los recursos de la otra persona y darle la oportunidad de ponerlos en práctica. También es importante aprender a decir no en ciertos momentos como una forma de cuidar de uno mismo. Por ejemplo, cuando una persona no atraviesa una buena etapa personal, se siente débil a nivel anímico y está cansada, debe darse prioridad a sí misma respecto de posibles situaciones. Cuando una persona no está fuerte, debe de evitar coger más peso todavía porque podría hundirse. Además, también conviene recordar que decir no, es un derecho personal. Por ello, ninguna persona debe de hacer algo que vaya en contra de su ética personal. Con frecuencia, la fuente de bloqueo no es tanto el hecho de decir no a otra persona como la interpretación que el sujeto hace de esa acción. Por ejemplo, la persona puede sentir que está cerrando la puerta al otro. Sin embargo, conviene relativizar el lenguaje en sí mismo y las acciones recordando que ningún hecho tiene un valor absoluto. Cuando rechazas la petición de un amigo, por ejemplo, estás rechazando esa petición en concreto. Pero no a él. Es muy importante separar los hechos de las personas. Los hechos son cambiantes, mientras que la esencia de una persona, permanece. Si absolutizamos un hecho, corremos el riesgo de terminar una relación únicamente por una acción determinada. Es importante no perder la perspectiva general de la relación para hacer un balance realista.
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Para aprender a decir no, es esencial ser sincero con uno mismo y también, con el otro. Pero además, también es fundamental ser responsable con las posibles consecuencias de los actos. Por ejemplo, puede que la otra persona se moleste por tu respuesta pero en ese caso, es fundamental que recuerdes que tú no eres dueño de las reacciones del otro. Libérate del miedo al qué dirán. ¿Cómo ser asertivo al decir no? Es recomendable dar una respuesta sencilla sin dar demasiados rodeos (hacerlo transmite inseguridad). Afronta la incomodidad puntual del momento en el que dices que no a otra persona. En caso de no hacerlo, tendrás que hacer frente a la incomodidad prolongada de no haber sido coherente con tu pensamiento, lo que da lugar a una intensa lucha interior. Consecuencias de no saber decir no No saber decir no ante una petición externa, implica tener dificultades para establecer límites. Las personas indecisas que dicen sí cuando quieren decir no, sufren porque sienten que no expresan claramente qué es lo que quieren. Esta confusión también desorienta a los amigos cercanos que sienten que no conocen de verdad al otro. La persona arrastra elevados niveles de culpa por no haber resuelto a tiempo algo que no era un conflicto y que, sin embargo, se ha convertido en tal por la falta de sinceridad con uno mismo. Además, el riesgo de no saber decir no, también aumenta la posibilidad de poder ser manipulado por el otro. Por eso, tan importante es decir no, como mantenerte firme en tu postura cuando estás seguro de lo que quieres, más allá de la insistencia del interlocutor. Una de las consecuencias de no saber decir no, es la sensación de pérdida de tiempo que experimenta aquel que hace algo que no le interesa. Pero además, se produce una barrera en la comunicación interpersonal al punto que aquel que ha ido en contra de sus propios deseos, tiene un malestar interno, que sin embargo, el otro desconoce. Por tanto, se comete el juego psicológico de dar por supuesto que el otro puede adivinar el pensamiento propio.
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Detrás de la actitud de dar sin límite también pueden existir creencias irracionales que muestran algún tipo de carencias afectivas. Por ejemplo, existen personas que ayudan constantemente a los demás porque sienten que de este modo, serán más queridas por sus amigos. Estas personas suelen experimentar grandes frustraciones al darse cuenta de que luego no reciben del mismo modo por parte de todas aquellas personas a las que ayudaron. En este caso, no se trata de un dar desinteresado sino de la necesidad de cubrir una carencia afectiva a través de un alto grado de implicación en la ayuda a los otros. Cuando una persona dice sí queriendo decir no, se siente triste y enfadada consigo misma. Por tanto, tiene elevados niveles de ira. Además, el malestar interno es similar al que surge de haber mentido a otra persona. La necesidad de ayuda constante hacia los otros también muestra la necesidad de aprobación externa e incluso, el deseo de ser insustituible. Todo llevado al extremo puede resultar agotador puesto que conviene diferenciar claramente entre el ego y la necesidad de cuidar de uno mismo. ¿Cómo se logra este objetivo? Defendiendo tus derechos y tu propio espacio. Es muy importante que te conozcas bien a ti mismo para ser coherente con aquello que piensas y aquello que quieres. Cuando dices sí a otra persona en contra de tu deseo interior, te estás dando la espalda a ti mismo. Existen otros miedos posibles que potencian el miedo a decir no: temor a hacer sentir mal a la otra persona. La persona también puede sentir que no tiene derecho moral a negarse a una petición concreta porque se siente en deuda con la otra persona. En este tipo de situación, la persona da más peso a las necesidades del otro que a las propias. Existen pequeños pasos que pueden ayudarte a ganar fuerza para decir no: en primer lugar, cuando una persona te pida un favor, no respondas de inmediato. Tómate tu tiempo para pensar qué quieres hacer. Además, analiza si realmente tienes tiempo disponible en tu agenda para hacer esa gestión concreta. ¿Qué nos impide darnos con más frecuencia a los demás? El ser humano busca por naturaleza la felicidad, sin embargo, también tiene
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fuentes de bloqueo importantes. Existen frenos que limitan el potencial interno como ocurre, por ejemplo, con los miedos. Con frecuencia, una persona teme darse a los demás ante el miedo a sufrir una decepción personal, por temor al rechazo e incluso, por miedo a volver a revivir una experiencia dolorosa. Los niños se relacionan con total naturalidad y espontaneidad cuando juegan en el parque, establecen relación entre sí de una forma sencilla. Sin embargo, los adultos arrastran más experiencia vital. Desde el punto de vista positivo, esta experiencia es sinónimo de conocimiento y madurez. Sin embargo, desde el punto de vista negativo, puede ser sinónimo de haber perdido espontaneidad. Las personas pierden su espontaneidad cuando se adelantan a cuál será la respuesta del otro y proyectan sus propias interpretaciones en la otra persona. Cuando actúas de esta forma, te estás condicionando. ¿Qué ocurre cuando haces hipótesis sobre un hecho en concreto? Que en caso de que te hayas generado una expectativa concreta puedes frustrarte en el caso de que la otra persona no actúe como te hubiese gustado. En otros casos, las personas también sienten que no tienen tiempo para llevar a cabo ciertas acciones porque viven inmersas en la corriente de la prisa. En algunos casos, también se producen situaciones contradictorias. Así ocurre cuando se presuponen segundas intenciones en la actitud de una persona. Por ejemplo, existen personas que tienen dificultades para aceptar los elogios y desconfían ante actitudes que pueden etiquetar como mera adulación. Reforzar a los demás en sus acciones positivas Es un error importante potenciar más la crítica que el elogio en el día a día. Así ocurre en los casos en los que un error del otro empaña todas las buenas acciones que hizo. Reforzar a otra persona en sus gestos positivos implica dar valor a esos detalles que han hecho que tu vida sea mejor en cierto sentido. Por ejemplo, no tiene porqué ser suficiente con decirle gracias a una persona cuando te ha hecho un favor sino que puedes tomarte la molestia de escribirle una nota de agradecimiento puesto que este gesto muestra un detalle personal.
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En las relaciones personales debe existir un equilibrio si atendemos el concepto de cuenta emocional. Una cuenta que como ocurre con la cuenta bancaria puede quedarse en números rojos cuando la persona invierte su atención emocional en una relación que le devuelve pocas satisfacciones. Éste es el sentimiento que experimenta una persona cuando se siente utilizada por otra e infravalorada. Para que una relación fluya es importante crear experiencias positivas y recuerdos agradables en el otro. A través de tus acciones, dejas una huella en los demás. Por eso, es un síntoma de inteligencia emocional invertir en dicha cuenta, palabras de afecto, acciones generosas y cariño. El cariño es tan importante que a nivel psicológico, puede definirse como el alimento del espíritu. En este sentido, la indiferencia que muestra la ausencia de caricias positivas produce vértigo emocional porque todo ser humano necesita el contacto. Existen personas que adoptan una postura individualista en la sociedad actual porque afirman que eso es lo que hace la mayoría de la gente. Sin embargo, incluso en el caso de adoptar una actitud individualista es mejor tomar esta actitud por un convencimiento propio y no por el factor imitación. En cuestiones de felicidad, nunca te dejes arrastrar por aquello que hacen los demás. Pero además, conviene ir más allá de la justificación del individualismo personal a partir del individualismo social, recordando que cada persona puede convertirse en un ejemplo para los demás. El principio del cambio está en ti. No hay nada que sea tan educativo como el ejemplo que se muestra como un modelo a seguir. Por eso, puedes dar el paso de practicar aquellas acciones que te gustaría ver con más frecuencia en los demás. Puede que tu actitud sea motivo de inspiración para otras personas. Dar y recibir es tan importante que con frecuencia, surgen muchos reproches personales o insatisfacciones internas como consecuencia de este tema. Por ejemplo, una persona puede sentir que su pareja no le dedica el tiempo suficiente. El concepto de dar no solo puede remitir al plano material sino que en la mayoría de las ocasiones, este término tiene un valor emocional. Puedes dar atención a otra persona a través de la escucha activa, la empatía y tu compañía.
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El concepto de dar es tan esencial en el ámbito personal como en el contexto profesional. Por ejemplo, el valor del compañerismo es uno de los más importantes en el ámbito empresarial. No es imposible ejercer el compañerismo en un entorno marcado por la competitividad, el trabajo por objetivos y la presión. De hecho, las relaciones personales son tan importantes que aquellos empleados que tienen buenas relaciones con sus compañeros de trabajo, acuden más motivados a trabajar en la oficina. Además, como filosofía de vida conviene interiorizar el mensaje de que cuanto más das, más recibes. Las buenas acciones son un fin en sí mismo El bien tiene una entidad tan real que incluso, las buenas acciones son un fin en sí mismo. Esta es unas de las razones por las que es importante ser sincero con uno mismo y hacer algo de corazón para que, al margen de cuál sea la respuesta del otro, siempre te sientas bien con el modo en el que tú has actuado. Cuando la intención de una persona fue sincera, surge la satisfacción interior y la paz. Un sentimiento que es atemporal. Las buenas acciones requieren de compromiso con el bien, es decir, parten de un principio ético. Sin embargo, la vida es práctica, por ello, es a través de la acción como es posible transformar el mundo en un lugar mejor. Un lugar en el que en oposición al individualismo, prime el bien común. Además, también es importante ser observador porque dependiendo del momento vital en el que se encuentre una persona puede requerir de más o menos ayuda por parte de su entorno. El dar y el recibir también requieren de reajustes de acuerdo a las circunstancias del momento. Una buena acción es una recompensa en sí misma. Sin embargo, incluso en algo tan saludable como el dar debe existir una medida, de lo contrario, se corre el riesgo de crear relaciones de dependencia. Y lo cierto es que la verdadera felicidad surge de la autonomía personal. Las personas no lo controlamos todo, existen muchos elementos de la existencia
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que quedan abiertos a la improvisación y al azar. De forma curiosa, una persona puede estar haciendo mucho por otra sin ni siquiera saberlo. La amistad de un ser humano puede cambiar la vida de aquel que se ha sentido solo en muchos momentos. La acción de dar conecta con sentimientos tan verdaderos como el amor que es el motor que convierte al ser humano en un héroe que puede obrar pequeños milagros en la rutina cotidiana.
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Relación tensa entre dinero y felicidad Escrito por Maite Nicuesa
La felicidad como concepto abstracto se materializa en el día a día en aspectos más concretos. Uno de ellos, es el económico. Aunque con mucha frecuencia se afirma que el dinero no da la felicidad, la realidad es que el ser humano necesita tener sus necesidades básicas cubiertas para contar con una tranquilidad emocional que es básica. En el contexto de la crisis económica actual, los niveles de inseguridad emocional también son elevados puesto que muchas de las personas que tienen un empleo, temen perderlo en algún momento. Esta intranquilidad produce ansiedad y temor. Es como si la persona viviera en una especie de cuerda floja, con la incertidumbre constante de no poder concretar ciertos planes a largo plazo. Del mismo modo, una persona que está en desempleo de larga duración vive con la incertidumbre constante del mañana y además, en su día a día, tiene que posponer ciertos objetivos a la espera de contar con una posición económica más estable. El trabajo no solo aporta una fuente de ingresos sino que también, es un medio de desarrollo personal. Un trabajo, como ocupación, también aporta autoestima al trabajador que se siente valioso al desarrollar una función concreta. Además del sueldo económico también percibe una compensación emocional. Esta es una de las razones por las que el desempleo de larga duración afecta tan directamente en la autoestima personal, llegando a causar incluso, aislamiento social. Los hábitos de ocio de una persona también cambian como consecuencia del desempleo al tener que modificar ciertas rutinas de acuerdo a la necesidad de ahorro. El dinero también puede condicionar la toma de decisiones personales importantes. Por ejemplo, muchos jóvenes que están en paro o que tienen un sueldo bajo, no cuentan con recursos suficientes como para independizarse. El factor económico es una condición evidente en la toma de muchas decisiones. Pero además, el dinero es un factor fundamental para que no se conviertan en una preocupación necesidades básicas como llenar la nevera cada semana. Cuando el día a día se convierte en una lucha por la supervivencia, entonces, la
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persona no cuenta con una predisposición de tranquilidad y seguridad necesaria como para plantearse objetivos más elevados de desarrollo personal y metas más a largo plazo. La energía emocional se centra únicamente en asuntos urgentes y prioritarios que no están resueltos. La incertidumbre forma parte de la vida pero cuando esta incertidumbre se potencia al máximo, entonces, los niveles de ansiedad aumentan. El dinero también influye en la felicidad. Dicha afirmación no tiene nada que ver con el materialismo sino con el realismo de contar con recursos para hacer frente a los gastos del propio vivir. El ser humano debe posicionarse en un complejo equilibrio de presente pero también, con proyectos de futuro. Solo es posible contar con planes a largo plazo a partir de una seguridad económica. No es que el dinero pueda comprar la felicidad sino que es un elemento más de la compleja receta del bienestar. Por lo que si falta el trabajo, entonces, falta un pilar fundamental del desarrollo personal hasta el punto de que los problemas económicos alteran también otros ámbitos como la relación de pareja. La percepción que una persona tiene de la realidad también varía en función de su situación económica. Pero además, su estado de ánimo también es distinto. Los problemas económicos pueden derivar en tensiones de pareja como consecuencia de la presión del momento. En un contexto en el que las condiciones laborales no siempre son positivas, existen profesionales que arrastran un gran desgaste interior por ejercer un trabajo por un sueldo que no es proporcional al esfuerzo realizado. Un sueldo digno es un pilar básico del bienestar puesto que una persona pasa gran parte de su tiempo en la oficina, por tanto, es esencial que un trabajador se sienta valorado en su trabajo diario. De lo contrario, cuando una persona no está satisfecha en su vida profesional, pone su felicidad a la espera de que llegue el fin de semana. Además, el factor económico también puede potenciar la dependencia en tanto que, hoy en día, muchos padres están ayudando económicamente a sus hijos para que puedan sacar a su familia adelante. El dinero es importante porque potencia la autonomía personal de un ser humano. Cuando existen problemas
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económicos, entonces, se refuerza la dependencia. Una situación de desempleo de larga duración que trae consigo problemas económicos tiene graves efectos secundarios. Por ejemplo, miedo al futuro, falta de confianza en uno mismo, baja autoestima, soledad, tristeza profunda, dificultades para poner la atención en el presente, añoranza de un pasado mejor, angustia y desesperanza. Pero además, desde esta perspectiva, las expectativas de futuro también son pesimistas. Una visión pesimista del futuro que actualmente afecta de forma especial a los más jóvenes. El deseo de tener más dinero Una vez expresado el argumento principal de que el dinero sí influye en la felicidad personal, es preciso puntualizar que el foco de conflicto surge con más frecuencia al establecer una relación equivocada con lo económico. El dinero es un medio y no un fin en sí mismo, por tanto, tiene un valor instrumental. Cuando una persona rompe con esta esencia de medio y toma el dinero como un fin en sí mismo, entonces, sufre. Existen distintos casos que muestran esta situación: la avaricia es un ejemplo de cómo una persona puede sufrir un apego enfermizo hacia los bienes materiales y obsesionarse al extremo de no disfrutar lo que tiene. El avaro vive con la insatisfacción crónica de querer siempre más y más. La avaricia es una forma de tristeza que se opone a la generosidad. En este ejemplo, el problema no surge de la relación que existe entre felicidad y dinero, sino que el foco de conflicto reside en la actitud que el sujeto adopta ante los bienes materiales. Otro ejemplo de cómo alguien puede adoptar una actitud equivocada ante el dinero se muestra en el caso de alguien que tiene envidia. La envidia es la tristeza del bien ajeno en cuyo caso, el envidioso vive centrado en su propia carencia, se compara con los demás y se coloca en rol de inferioridad. En este tipo de casos, el sufrimiento surge no por el factor económico sino por la comparación interpersonal que es fuente de grandes frustraciones en todos los ámbitos de la vida. El envidioso vive pendiente de su propia carencia. Pero además, existen personas que vinculan el factor económico con otro tipo de
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valores como el carisma personal, el éxito social y el prestigio. Otra actitud humana puede ser la de la soberbia y la vanidad propia de aquel que pone su valor en la apariencia externa. En ese caso, la persona asocia su apariencia con su propia valía. Una actitud que también suele ir acompañada de la hipocresía. Son personas que suelen centrar mucha atención en sus conversaciones con los demás en hablar de sus posesiones a través de frases que inician con la fórmula "yo tengo". Viven centradas en el plano exterior y suelen tener dificultades en profundizar en sí mismas a nivel interno. En ocasiones, incluso, pueden llegar a rivalizar con el otro queriendo ser siempre quien tiene el coche más grande o la casa más bonita. Este tipo de rivalidad se produce en aquellos casos en los que la persona proyecta su propia imagen en sus bienes materiales con el deseo de producir admiración en los demás. Otro foco de conflicto en relación con lo económico se muestra en la actitud de una persona que vive por encima de sus posibilidades. En este tipo de casos, la persona no es coherente con su propia realidad, lo que también es un foco importante de contradicción como muestra la lucha entre el querer y el poder. El factor económico también plantea un límite a los deseos personales en tanto que una persona no puede tenerlo todo. En ese caso, surge el aprendizaje de establecer un orden de prioridades, establecer unos límites y aprender a renunciar (algo básico para aprender a tolerar la frustración). Este aprendizaje es tan esencial que lo adecuado es que los padres eduquen a sus hijos en el concepto de límite. La concesión constante de los caprichos solo conduce a la insatisfacción de no dar valor a las cosas. Existe un sentimiento de insatisfacción posible como muestra el caso de la persona que vive con cierta tristeza su realidad y piensa que sería más feliz en caso de tener un sueldo mayor. El concepto "más", es una fuente de conflicto constante en aquellas personas que establecen el paralelismo de a más dinero, mayor felicidad. Conviene revisar ciertos hábitos para potenciar actitudes que aportan bienestar. Por ejemplo, el ahorro es una actitud de inteligencia emocional. Sin embargo, aquí también se produce un círculo complejo en tanto que existen familias con
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sueldos bajos que tienen serias dificultades para llegar a final de mes. De hecho, la nueva forma de pobreza remite a la pobreza energética que muestra el caso de familias que no pueden poner la calefacción en invierno para protegerse del frío. Del mismo modo, aunque se afirma que a mayor nivel de formación, más posibilidades de encontrar un trabajo acorde, la realidad es que el grado de formación y el nivel de sueldo no siempre están equiparados. Existen ofertas de empleo que enumeran una lista de requisitos exigentes mientras que el sueldo no es proporcional a las competencias. El valor de un trabajo no se reduce únicamente al sueldo percibido por ese empleo, sin embargo, el sueldo sí es un factor importante. Una persona se siente valorada cuando percibe un sueldo justo, su nivel de motivación también es mayor y su implicación en el proyecto aumenta. La calidad de vida de una persona mejora gracias a un sueldo digno. Para concluir con la relación que existe entre dinero y felicidad conviene recordar que hay que trabajar para vivir pero no hay que vivir para trabajar. Esta diferencia de conceptos es básica para mantener el equilibrio entre vida personal y vida profesional evitando la esclavitud que surge de convertir el trabajo en un valor absoluto. Necesidades prioritarias y caprichos secundarios En la sociedad actual, el valor del tener se convierte en una forma de vida si tenemos en cuenta que salir de compras, se ha convertido en un plan en sí mismo. Y en la sociedad del tener es posible terminar esclavizado ante tantas necesidades que en muchos casos, no son reales sino artificiales. Es decir, existen caprichos sin los que la persona podría vivir perfectamente, sin embargo, en la sociedad del bienestar se han asociado con el concepto de calidad de vida al punto de asociar ciertas necesidades cubiertas con el bienestar. Es esencial hacer uso de la libertad personal para decidir el modelo de vida que una persona quiere asumir. Qué necesidades quiere cubrir y de qué bienes quiere prescindir. Las necesidades artificiales son aquellas que se autoimpone el ser humano como consecuencia del efecto imitación que surge de aquello que
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hace la mayoría. Además, detrás de esta tendencia consumista, existe también una actitud psicológica propia de la persona que busca sentirse integrada en su entorno más cercano a través de la identificación de unas conductas similares. Por otra parte, cuando se potencia el materialismo, también es posible querer reforzar la autoestima personal a través del sentimiento de satisfacción inmediato que surge de las compras. Se cae en el consumismo cuando no se compra en función de la necesidad sino en función del apetecer. E incluso, cuando una persona siente que puede llenar ciertos vacíos internos a través del consumo, entonces, tiene dificultades para posponer la compra de un bien determinado. Experimenta una sensación de bienestar a corto plazo al comprarse ese objeto concreto, pero poco después, surge un sentimiento de frustración. El papel del voluntariado En ocasiones, una persona puede realizar una labor concreta percibiendo una compensación diferente a la económica. Por ejemplo, una persona que realiza una actividad de voluntariado no percibe una cantidad económica por ello, sin embargo, eso no significa que el voluntario realice su labor a cambio de nada. El voluntario percibe una compensación emocional por su función. Se siente bien en la práctica de una labor que le reporta autoestima, bienestar e ilusión. El bienestar que surge de una actividad gratificante tiene un alto poder frente al estrés puesto que el sector del voluntariado es ajeno a situaciones más propias del entorno profesional como la rivalidad, la competitividad extrema y el miedo al despido. ¿Cuáles son los beneficios de ser voluntario? 1. Es una práctica enriquecedora a nivel personal que reporta experiencias vitales que se convierten en un soporte emocional positivo. 2. Permite establecer un compromiso con una labor concreta. Este ejercicio de responsabilidad muestra una madurez que es fundamental en cualquier ámbito de la vida. 3. A nivel profesional, una práctica de voluntariado también puede ser una oportunidad para adquirir experiencia en un ámbito en concreto, hacer
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contactos de trabajo y mejorar el currículum. Además, el voluntario entrena también habilidades que son básicas en la carrera laboral: trabajo en equipo, empatía y resolución de conflictos. 4. Las personas que realizan el voluntariado y perseveran en esta decisión, son fieles a esta filosofía de vida que aporta un significado positivo a esa acción. Tener un entorno de bienestar personal es muy importante para compensar la energía positiva que surge en un espacio de bienestar con otras áreas personales más complejas. 5. La soledad y el aislamiento social puede causar depresión y apatía. Sin embargo, el voluntariado te permite establecer una red de relaciones personales sólidas que muestran que la verdadera esencia de la vida es compartir. 6. A nivel personal, el voluntario también aporta su propio trabajo y esfuerzo en la construcción de un mundo mejor. Se implica en una causa que considera justa. No permanece indiferente o en el plano de la pasividad. 7. Es una oportunidad fantástica para conocer gente nueva y conocer personas con las que compartir inquietudes semejantes. Desde el punto de vista de la autoestima, esta experiencia también propicia el autoconocimiento de quien se descubre a sí mismo en un contexto diferente. 8. La persona experimenta la satisfacción personal por la labor realizada y eso, mejora el descanso personal y los niveles de pensamiento positivo. El papel de voluntario aporta elevados niveles de bienestar, sin embargo, conviene puntualizar que incluso en este caso, también es fundamental recordar que la persona necesita contar con la estabilidad de un trabajo para desarrollarse en otras áreas de su vida gestionando su tiempo de acuerdo a un orden de prioridades concreto. El voluntariado también puede ser muy gratificante en algunas etapas vitales en concreto, por ejemplo, después de la jubilación. Existen muchas áreas de ayuda social diferentes por lo que es muy importante que la persona encuentre una actividad que de verdad le interese. El ejemplo del voluntariado muestra cómo una persona puede realizar una actividad que le
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compensa porque aunque no reciba dinero por su labor, recibe algo a cambio que le hace muy feliz. Los mejores regalos de la vida son gratis El factor económico es fundamental para tener calidad de vida y ser feliz. Sin embargo, de forma curiosa, conviene puntualizar que los mejores momentos de la vida son gratis y tienen un alto valor emocional. Pero además, el dinero tampoco tiene el poder de llenar los vacíos internos, ni de cubrir las carencias afectivas. Este hecho se muestra en que lo que de verdad prefiere un niño cuando es pequeño es que su padre comparta tiempo en su compañía antes que recibir regalos muy caros. Un regalo caro, aporta una satisfacción momentánea y a corto plazo. Por el contrario, existen regalos emocionales que dejan una huella a largo plazo por su inmenso valor. Es la afectividad lo que mueve el corazón humano y lo cierto es que el dinero carece de cualquier tipo de afectividad. ¿Cuáles son los mejores momentos de la vida? 1. El poder de una sonrisa es inmenso tanto para quien la da como para quien la recibe. 2. El contacto con la naturaleza como representación de un grado de belleza trascendente. La contemplación de dicha belleza es un regalo para los sentidos que es esencial para combatir el estrés tecnológico. 3. El cariño es un regalo que muestra el apoyo incondicional de una persona hacia otra. El cariño transforma la vida de todo ser humano que necesita del amor incondicional como una referencia de esperanza. La falta de cariño produce desorientación y sufrimiento. 4. El placer de los recuerdos felices que permanecen en la memoria para siempre son un tesoro atemporal para el corazón humano que puede conectar con momentos inolvidables de su vida a través de este viaje particular a través del tiempo. 5. Un abrazo es un gesto de lenguaje corporal que muestra cómo el ser humano
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puede expresar un mensaje importante sin necesidad de pronunciar palabras. Aquello que el dinero no puede comprar El dinero es importante, sin embargo, no convierte en omnipotente a un ser humano ya que en realidad, no hay nada que tenga este poder puesto que el ser humano es temporal, imperfecto y limitado. El dinero no puede lograr anhelos interiores que, sin embargo, sí se expresan de una forma más humana a través de otras vías de creatividad como la literatura, por ejemplo. Nadie puede detener el tiempo en un momento feliz. En la misma línea, el dinero tampoco puede comprar el tiempo, uno de los recursos más importantes de un ser humano ya que una de las verdaderas claves de la felicidad surge de decidir cómo gestionas tu tiempo personal. A través del tiempo de trabajo, una persona puede ganar dinero. Sin embargo, con el sueldo percibido, nadie consigue ganar tiempo. Además, a través del dinero tampoco se puede comprar el cariño de una tercera persona. En ese caso, se trataría de una relación instrumental pero no de un cariño desinteresado. Tampoco se puede comprar la buena suerte a través del dinero ya que la fortuna depende más del trabajo personal que de las circunstancias externas. El verdadero éxito depende más del talento. El dinero no puede comprar la salud en el sentido de alcanzar la inmortalidad. De hecho, es en situaciones trascendentes como la muerte de un ser querido, cuando existen personas que reflexionan sobre sus propios errores al haber discutido, por ejemplo, por una herencia. Las situaciones difíciles deben ser una escuela de aprendizaje para equilibrar nuevamente los valores personales y recordar qué es lo prioritario y qué es lo secundario. El dinero tampoco aporta conocimiento y sabiduría como consecuencia del proceso de introspección inherente a las personas que son realmente felices y se conocen muy bien a sí mismas. Aquellas personas que convierten el dinero en un valor absoluto, viven centradas en el plano de la exterioridad. Sin embargo, es
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esencial poner la felicidad en un bien interno y no es un bien material. El dinero es necesario para cubrir las necesidades básicas, sin embargo, no es suficiente para llenar todos los vacíos internos. Una persona puede tener dinero para darse todos sus caprichos, pero si no cultiva su autoestima, su pensamiento positivo y cumple con sus objetivos vitales, entonces, el dinero no es suficiente. Cómo aumentar tu sueldo emocional La verdadera felicidad surge de tener una satisfacción elevada con el bienestar presente. El sueldo emocional remite al sentimiento de satisfacción interior, a la tranquilidad de estar en el punto en el que quieres estar. En caso de que tu situación presente no sea la que te gustaría, entonces, busca la forma de hacer cambios para poder modificar tu realidad. El sueldo emocional es la suma de distintos elementos que componen la receta de la automotivación: 1. La vocación profesional es uno de los pilares fundamentales del desarrollo personal de un ser humano. Sin embargo, eso no significa que una persona no pueda sentirse satisfecha en caso de realizar un trabajo que no le gusta. La clave reside en buscar un sentido concreto a esa situación y también, en evitar el conformismo. Es decir, puedes elaborar un plan B para trabajar tu suerte futura a partir de este instante. 2. Además, no solo es positivo cuidar el cuerpo a través de la práctica de ejercicio físico, una alimentación saludable y una rutina de horarios regular sino que también, es esencial cultivar la mente. El sueldo emocional también aumenta a través del conocimiento: cultiva tus inquietudes, participa en cursos de formación, disfruta de la lectura, disfruta de actividades culturales, refuerza la escucha activa en una conversación, sé observador y mira a tu alrededor para aprender algo nuevo cada día. 3. La felicidad conecta de una forma directa con la satisfacción de tener objetivos como queda de manifiesto en la tendencia frecuente de establecer nuevas metas personales a principios de año. En ese caso, lo importante no es solo tener metas
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sino que esos objetivos sean realistas y poco numerosos (de lo contrario, la atención se dispersa). Es esencial diferenciar entre un deseo momentáneo y una meta feliz. 4. El sueldo emocional mejora cuando tú aprendes a dar valor a tu labor profesional sin vivir a la espera de recibir el reconocimiento ajeno. De lo contrario, existen personas que se frustran por no recibir el refuerzo positivo del jefe. Esto implica celebrar tus éxitos, dando valor al esfuerzo realizado. Aprende a dar valor a tu propio criterio. 5. La práctica del bien también es uno de los mayores motores de bienestar interno. El bien es una recompensa en sí misma, es decir, cuando una persona realiza una buena acción se siente bien por ello. En este sentido, el dinero como medio también puede ser un instrumento para realizar una buena acción, por ejemplo, colaborar con una entidad de ayuda social. 6. Existen hábitos positivos que aumentan tu satisfacción personal y que también son una perfecta motivación. Por ejemplo, es una costumbre positiva la de enviar un mensaje de gratitud a un amigo después de haber compartido un plan agradable. También es un hábito muy sano despedir la jornada haciendo un repaso de tres momentos especiales vividos durante ese día. 7. Todo cambio importante empieza por uno mismo. Nada cambia hasta que no modificas ciertas actitudes e incluso, ciertas creencias. Es decisivo educar el carácter a cualquier edad. Este proceso de cambio implica tiempo, e incluso, puede ser doloroso. Mirar dentro de uno mismo supone tomar conciencia de ciertas barreras. El ser más allá del tener La verdadera identidad surge del ser personal porque tu valor no depende de aquello que tienes sino de quién eres. Mientras que la situación económica de una persona puede ser cambiante a lo largo de su vida, por el contrario, la esencia de una persona es invariable. Conectar con el plano del ser implica apostar por la autenticidad de ser uno
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mismo e ir más allá del plano de la apariencia. Esta búsqueda de la identidad personal parte del equilibrio de conciliar los planes sociales con los momentos de soledad que propician el silencio y la introspección. En relación con los bienes materiales, conviene potenciar la actitud del desapego que surge de dar valor a un bien en concreto pero sin divinizar el valor de esa posesión. Una persona puede sentirse inmensamente rica a nivel emocional fruto de la gratitud existencial. Del mismo modo, una persona puede tener muchos bienes materiales y sentirse vacía a nivel interno.
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Ser agradecidos nos hace más felices Escrito por Maite Nicuesa
Es curioso cómo la realidad se transforma dependiendo de la persona que describe una realidad concreta. Mientras que las personas agradecidas tienden a poner el punto de atención en el lado positivo de las cosas, por el contrario, las personas pesimistas, tienden a asumir la queja como una posición existencial. La realidad es que ser agradecidos eleva los niveles de felicidad. Es una pena que en ocasiones sea un hecho doloroso, por ejemplo, la muerte de un ser querido, el que nos haga reaccionar sobre cómo en ocasiones, alteramos el orden de los valores adecuados convirtiendo lo secundario en prioritario y dejando de lado aspectos fundamentales. Ante hechos de este tipo surge un despertar de la conciencia que en medio de un proceso de dolor observa con más claridad de nunca qué es lo que de verdad importa. El verdadero aprendizaje sería que las lecciones extraídas en la escuela de la vida perdurasen en el tiempo. Sin embargo, en ocasiones, olvidamos lo aprendido. Ser agradecidos nos hace más felices por una razón fundamental: porque la gratitud conecta con la esencia de la vida como un regalo recibido que la persona quiere disfrutar. Pero además, la gratitud al igual que la risa transmite vitaminas de autoestima: una persona se siente mejor consigo misma y también con los demás cuando percibe la realidad con el deseo de dar las gracias. Una de las sensaciones más bonitas que puede experimentar una persona en momentos en los que se siente desbordada por un inmenso sentimiento de felicidad es el de querer dar las gracias por todo y por nada al mismo tiempo. La gratitud no siempre responde a razones concretas, simplemente, es una semilla que está en el corazón. Existen acciones humanas que son inmanentes, es decir, son un fin en sí mismo: amar, sentir y vivir son tres ejemplos de ellos. La gratitud está causada por el amor de aquel que siente de verdad lo que está viviendo. Y para valorar todo lo bueno de la vida, es fundamental poner el foco de atención en el presente y dejar de lado de las exigencias de ese yo mimado que existe en el ego que siempre quiere más. Pero la gratitud también surge de la
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capacidad de mirar el pasado, analizar el camino recorrido y valorar el aprendizaje en sí mismo como una ganancia emocional. Por ejemplo, una persona puede sentirse afortunada por haber conocido a un amigo verdadero tras haber vivido una etapa de soledad. A través de los contrastes vitales también podemos establecer comparaciones que nos permiten ganar objetividad. Cuando analizamos algo únicamente desde la óptica del ahora podemos perdernos muchos detalles. Así sucede, por ejemplo, cuando como consecuencia de un hecho puntual, dos personas pierden el contacto y se distancian, dejando de lado todos los momentos compartidos en común. Existe un sentimiento muy humano que surge cuando el egoísmo ha podido a la gratitud: el sentimiento de arrepentimiento de haber dejado escapar un bien. Cuando dramatizamos la realidad, distorsionamos los hechos. Sin embargo, cuando el sentimiento de enfado se enfría, entonces, nos damos cuenta de aquello que hemos perdido a mitad de camino. Por suerte, el ser humano puede retroceder sus pasos para desandar lo andado y rectificar sus errores. Cualquier persona está a tiempo, en cualquier momento, de enviar un mensaje de gratitud a un ser especial, más allá de cuáles sean las circunstancias. Y también, más allá de cuál sea la respuesta del otro: toma la iniciativa en tus decisiones y actúa de la forma en la que tú te sientas tranquilo. La gratitud es uno de los sentimientos más importantes de la felicidad porque es también el pilar y la base de otros sentimientos tan profundos como la alegría, la esperanza, la paz interior, la motivación, la satisfacción, el amor... Los sentimientos interactúan entre sí constantemente. El sentimiento de gratitud es un aprendizaje en sí mismo que no siempre está condicionado por las circunstancias de vida. Puede ocurrir que una persona que ha tenido mucha suerte, no haya sabido valorar esa buena fortuna y también, puede suceder, que una persona que ha sufrido mucho no haya perdido su capacidad para valorar la belleza de la vida. Empieza un nuevo día con la actitud de gratitud por tenerte a ti mismo, ser una
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persona estupenda, un ser lleno de virtudes y potencialidades. Lucha por sentirte orgulloso de ti mismo. Dar las gracias es importante para valorar aquello que ya tienes ya que una persona que agradece algo, lo valora y también, lo cuida. Por el contrario, cuando una persona no siente gratitud, tiende a descuidar esa realidad. Comunicar el sentimiento de gratitud en las relaciones personales es muy importante. Cuando expresas tu gratitud hacia tu pareja, un amigo o un familiar, entonces, la relación fluye mejor. A través de este gesto, alimentas la autoestima de la otra persona que se siente valorada y querida por ti. Al igual que ocurre con el sentimiento de "te quiero", no es suficiente con decir gracias de un modo puntual, sino que se trata de un mensaje que conviene recordar. Existen muchos motivos para dar las gracias a una persona cercana: "gracias por formar parte de mi vida", "por darme tu apoyo en los momentos difíciles", "por estar ahí y ayudarme a crecer como persona", "gracias por disculpar mis imperfecciones y ver en mí a alguien especial", "gracias por compartir tu tiempo conmigo"... Puedes realizar el ejercicio de escribir tu lista de razones y ofrecer ese regalo a su destinatario. Los mejores regalos de la vida son gratis, este tipo de detalles tienen un alto valor emocional y calan en el corazón. A través de este tipo de comunicación también se refuerzan los lazos interpersonales mediante mensajes que muestran la intimidad propia de vínculos tan verdaderos como la amistad. El sentimiento de gratitud se muestra en esa alegría interior que siente una persona cuando se siente realmente afortunada por haber conocido a alguien que marcó un punto de inflexión en su destino. Existen personas que dejan huella en el corazón. Cada ser humano es único e irrepetible, cada persona tiene unas motivaciones distintas, sin embargo, más allá de las diferencias conviene puntualizar que todo ser humano se siente agradecido al sentirse amado y querido. El amor es una necesidad fundamental, un alimento del espíritu. Sin embargo, la capacidad de recibir cariño de una forma asertiva también está condicionada por las experiencias de vida. Por ejemplo, un niño que ha crecido en un entorno
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difícil marcado por carencias afectivas, puede tener dificultades en la etapa adulta para expresar sus sentimientos. Sin embargo, que alguien no demuestre su gratitud no significa que no la sienta. Las personas también han podido construir corazas y barreras. Corazas que se rompen, precisamente, con cariño. Y dando tiempo al tiempo. La esclavitud de los deseos Tener deseos es algo muy humano, de hecho, es un síntoma de que una persona está viva de verdad y con ilusiones. Sin embargo, desear es tan sencillo que podemos quedar anclados en el plano del ideal y exigirle a la realidad que sea exactamente como nosotros necesitamos. Los deseos nos hacen vivir con un montón de expectativas que pesan sobre la espalda en el momento en el que la persona da por hecho que las cosas tienen que ser de un modo determinado. Cuando una persona no aprende a celebrar cada deseo cumplido, entonces, no valora su realidad sino que vive pendiente de su propia carencia. Ser agradecidos nos hace más felices, por tanto, en el caso opuesto, la voluntad se convierte en autoritaria. Con frecuencia, la realidad no es como uno desea. Lo mismo ocurre con las demás personas. Existen parejas que arrastran altos niveles de frustración porque esperan un cambio en el otro. En el plano del amor, se produce una especie de espejismo cuando durante los primeros meses de noviazgo, una persona parece ideal, sin embargo, conforme avanza el tiempo, esa persona aparentemente perfecta, empieza a tener defectos, puntos débiles y carencias. En realidad, la persona es exactamente la misma antes y después. Lo único que ha cambiado es el modo de percibirle. Este mismo proceso también ocurre en el ámbito laboral. Cuando un empleado se incorpora a un nuevo puesto de trabajo, tiende a estar cien por cien motivado, está muy implicado en ese reto profesional. El trabajo se presenta como perfecto. Sin embargo, conforme pasan los meses, si el trabajador no se siente motivado o valorado en su puesto, tiende a sentir una menor motivación hacia un trabajo que ya no es tan ideal y que presenta puntos de desencanto. Es increíble cómo una misma realidad puede transformarse al compás del paso del tiempo. Por
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tanto, es sorprendente cómo una persona puede pasar de sentir gratitud hacia un bien determinado a no percibir todo aquello que en su momento era causa de ilusión. Este hecho también muestra la contradicción de cómo existen personas que pasan gran parte de su tiempo anhelando un bien determinado y, sin embargo, no son capaces de dar valor a ese bien una vez que lo han conseguido. Al menos, no mantienen su gratitud durante mucho tiempo. Por ello, conviene potenciar la memoria de recordar el camino realizado, valorar el esfuerzo, recordar el antes para poder valorar todavía más el después. El sentimiento de falta de gratitud también conecta con la sensación de estar estancado en un punto determinado ya sea en el ámbito profesional o en el plano personal. El estancamiento es como una cadena que tira de ti, sin embargo, recuerda que tú eres libre para romper esa cadena. Lo único que te ata a un punto en concreto es el miedo. Para reactivar el sentimiento de gratitud es aconsejable romper la rutina que es esa pequeña ventana hacia la novedad que trae consigo un soplo de aire fresco. Además, la gratitud también se refuerza a través del rol activo de tomar la iniciativa al sorprender a otra persona. Existen personas que aseguran que son más felices al hacer un regalo para otra persona que al recibirlo. Por otra parte, desde el punto de vista filosófico, la gratitud también es mayor cuando una persona se abstrae de la corriente del materialismo para dar valor a bienes inmateriales como, por ejemplo, una agradable conversación con un amigo, la belleza de un amanecer, el cariño de un ser querido, un abrazo... Los bienes inmateriales son importantes porque tienen un valor atemporal. Dejan un recuerdo inolvidable en la memoria del ser humano. Esta es una de las razones por las que tantos adultos se sienten afortunados por haber tenido una infancia feliz. Los recuerdos felices de la niñez son un tesoro universal del corazón. Eso no significa que un bien material no pueda tener un valor simbólico. Por ejemplo, un regalo puede ser especial para ti porque te lo regaló una persona importante.
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Al igual que es positivo ir más allá de la filosofía materialista también es esencial dejar de lado la prisa para hacer un elogio de la calma. Cuando una persona se obsesiona con alcanzar el éxito, no lo disfruta. Quiere ir deprisa, sin embargo, su forma de vida no le llena. Para potenciar la gratitud existencial es importante actuar sin buscar la aprobación externa y reforzando el criterio interior. La manipulación que puede esconderse tras la gratitud El sentimiento de gratitud es un sentimiento sincero y que surge de una forma totalmente natural. Sin embargo, también es posible que en torno a las relaciones personales se produzca algún tipo de manipulación. Así ocurre, por ejemplo, cuando una persona se siente en deuda constantemente con otra. Existen personas que cuando hacen un favor a alguien, llevan la cuenta, es decir, recuerdan constantemente al otro esa acción como si el cariño pudiese medirse en conceptos matemáticos. Estar agradecido a alguien de corazón no significa estar en deuda con esa persona, sino valorar de verdad esa acción. Cuando una persona te hace sentir que estás en deuda con ella a través del sarcasmo o de frases irónicas, entonces, pueden crearse vínculos tóxicos cuando uno asume el rol de querer saldar esa deuda y sentir que nunca se cubren las expectativas del otro. Crear buenas relaciones personales potencia la resiliencia personal porque contar con un entorno de relaciones actúa como un protector emocional. Es positivo tener amigos con los que poder contar en ciertas situaciones. Pero para eso, también es necesario estar dispuesto también a dar. A largo plazo, aquel que piensa mucho en sí mismo y no tiene en cuenta las necesidades de los demás, tiende a quedarse solo. La acción de dar, al igual que el gesto de recibir es un acto que surge de la libertad de cada uno. Aquel que da tiene la generosidad de hacerlo pero aquel que recibe también muestra su humildad a través de esta actitud de apertura. Para evitar la manipulación o el chantaje emocional que surge de la frustración de las expectativas rotas, es esencial no convertir la acción de dar en un medio de cara a un objetivo concreto. Es decir, cuando realices una buena acción, hazla
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porque tú quieres y porque sientes que te sentirás mejor al actuar de ese modo. Sin embargo, no actúes de esa forma esperando una respuesta concreta en el otro. La realidad es que el comportamiento humano es totalmente imprevisible y si existen decepciones es porque no siempre las personas saben agradecer una ayuda que han recibido. Por tanto, la mejor fórmula de bienestar interno es actuar de acuerdo a un criterio interno. Existen relaciones que pueden mostrar juegos psicológicos en los que una persona se vuelca con otra para reafirmarse en su propio valor, es decir, en ese caso, el gesto de dar es engañoso. Así ocurre en las relaciones que se establecen entre el rol de salvador y el rol de víctima. Dar las gracias antes de echar de menos Uno de los mayores fallos es el de no valorar las cosas del modo adecuado y, sin embargo, luego echar de menos lo que se ha perdido como consecuencia del paso del tiempo. Por ejemplo, existen personas que reaccionan tras haber descuidado la relación, justo en el momento en el que la pareja decide tomar la decisión de romper. Existen personas mayores que echan de menos a sus amigos de juventud, tras haber roto con esas relaciones por no haber cultivado el vínculo. Es posible echar de menos un plan sencillo de la rutina cotidiana cuando el estilo de vida ha cambiado por un hecho inesperado. Lo cierto es que es más inteligente dar las gracias antes de perder algo valioso que echar de menos después de la pérdida. La añoranza conecta el corazón con el pasado, en forma de tristeza por un bien ausente. En cambio, la gratitud conecta el corazón humano con el presente. En otros casos, el sentimiento de gratitud también muere cuando una persona otorga un valor absoluto a un deseo no realizado, y esa situación, impide valorar la situación personal con objetividad. Por ejemplo, existen personas solteras que hubiesen querido encontrar el amor y convierten la soltería en una tragedia existencial. En ese caso, parece que todo tiene menos valor que el hecho de tener pareja.
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Otras personas también quedan estancadas en un plano de su vida en concreto, un punto que se presenta como ideal. Cuando las personas idealizan al extremo un momento determinado, no se permiten disfrutar del presente porque el peso del ayer es infinito. La realidad es ni aquellas parejas que tras la ruptura se dan una segunda oportunidad, pueden volver al punto exacto en el que dejaron la relación. Esa historia tendrá un punto y seguido que podrá ser mejor o peor que todo lo vivido anteriormente, pero nunca será igual. Es imposible hacer una pausa literal en la vida porque el tiempo no se puede posponer. Existen personas que añoran demasiado el pasado, cuando conviene puntualizar que lo verdaderamente importante es agradecer el camino recorrido ya que gracias a lo andado, has llegado hasta aquí hoy. La gratitud es tan importante que incluso para cerrar cualquier capítulo del pasado de una forma saludable, una persona cierre ese capítulo desde la gratitud. Es la única forma de no arrastrar asuntos pendientes por resolver y dejar las cosas en el punto en el que deben estar. Para que una ruptura de pareja sea constructiva, es fundamental decir adiós dando las gracias por el tiempo compartido en común. En una ruptura de pareja, las personas tienden a poner el foco de atención en la frustración y al igual que en la fase de enamoramiento, el modo de ver al otro es totalmente distorsionado. Mientras que en el enamoramiento, el objeto de deseo parece perfecto, por el contrario, en una situación de despecho, esa persona parece que solo tiene defectos. Es aconsejable cambiar el chip en una ruptura de pareja para ver a una persona tal y como es. Desde el punto de vista humano, una de las relaciones más importantes es el vínculo entre padres e hijos. Los padres son un ejemplo de amor incondicional y de ayuda desinteresada ya que realmente, los padres son los únicos que lo dan todo a cambio de nada. Por eso, a nivel humano, también es esencial demostrar la gratitud hacia los padres por todo el cariño recibido. Dada la diferencia generacional que existe entre padres e hijos todavía es más importante tomar conciencia del factor tiempo. Demostrar el cariño hacia los padres eleva los
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niveles de felicidad personal porque este amor incondicional es irrepetible. Por eso, se echa tanto de menos cuando se pierde. La relación entre padres e hijos también evoluciona en función de las distintas etapas vitales de los hijos. Un niño idealiza a su padre a quien ve como perfecto. En la etapa de la adolescencia se produce un periodo de distanciamiento en el que el hijo busca más la independencia de estar con los amigos. Sin embargo, en la etapa adulta, se potencia una relación más cercana entre padres e hijos, un vínculo que es distinto al de la amistad. Un paso importante en la vida de todo hijo es dar las gracias en algún momento a sus padres por todo el cariño recibido. Una carta de amor no tiene por qué tener significado únicamente en el contexto de una relación de pareja, puesto que también es posible escribir una carta de gratitud hacia los padres. Una carta en la que puedes concretar tu mensaje de una forma personal. Diez cosas que debes agradecer cada día La gratitud es un sentimiento más profundo que potencia el bienestar personal. Existen diez cosas que debes agradecer a la vida: 1. Da las gracias por tener una capacidad de superación infinita para superar las adversidades de la vida. Hoy eres más sabio y tienes más experiencia que ayer. Ante un problema, evita dejarte llevar por el dramatismo de ponerte en lo peor. Céntrate en que tú eres más fuerte que cualquier adversidad. El ser humano tiene una enorme capacidad para reinventarse a sí mismo. ¿Cómo cambiar el chip? No se trata de ignorar que en el contexto de las relaciones personales pueden producirse situaciones de dolor sino de recordar que tú tienes recursos suficientes para procesar ese dolor y superarlo. Nadie muere por un amor no correspondido, por tanto, es mejor no dramatizar las circunstancias externas. Para relativizar este tipo de miedos puedes hacerte la siguiente pregunta: ¿Qué es lo peor que puede ocurrir en caso de que una relación de pareja llegue a su fin? Esta pregunta es positiva para poner las cosas en su contexto y no alimentar los miedos propios de la imaginación. 2. En lugar de observar los errores del pasado desde el pesimismo, observa los
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fracasos como una excelente oportunidad para conocerte a ti mismo. Los fracasos por sí mismos no enseñan nada a no ser que la persona se tome un tiempo para reflexionar sobre qué ha pasado. Para pasar página respecto del ayer es esencial cortar el círculo de preguntas sin respuesta del tipo: ¿Y si...? Nadie sabe qué hubiese pasado en caso de actuar de otro modo, por tanto, céntrate en realidades. 3. Existe un motivo de gratitud esencial: la salud. Este es un bien fundamental, el pilar esencial de la felicidad. Pero en ese caso, también es básico cuidar de la propia salud. Ante cualquier duda médica, es esencial consultar con el especialista y seguir las recomendaciones del médico. 4. Agradece a tu voz interior que te guíe y te oriente en ese mapa complejo de las emociones. Tu voz interior te habla aunque no siempre hagas caso de la información que te da. Existen ejemplos concretos de cómo una persona puede ignorar esa voz interior al precio de aumentar los niveles de malestar: el engaño amoroso es un claro ejemplo de ello. 5. Da las gracias a la vida por tener la oportunidad de asumir el rol de ser protagonista de tu propia vida. Más allá de todo narcisismo, la realidad es que el egoísmo sano surge del placer de cuidar de uno mismo. 6. Disfruta de los momentos de placer puesto que el deleite también forma parte de una vida feliz. Por ejemplo, el placer que surge del descanso físico refuerza el bienestar. Es esencial recordar que aunque en la existencia humana existen momentos de dolor que son inevitables, el objetivo fundamental de cualquier persona es la felicidad. El placer físico es paralelo a la alegría interior en el plano anímico. Del mismo modo, el dolor físico es paralelo a la tristeza emocional. Cuerpo y mente interactúan de una forma constante. 7. Agradece a otras personas su compañía pero agradece también los momentos de silencio que son un refugio esencial para conectar contigo mismo. El equilibrio entre las relaciones sociales y la relación contigo mismo te ayuda a crecer como persona. 8. Enfréntate a la incertidumbre con la gratitud que produce la sorpresa de no
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conocer el final definitivo de tu historia. Una historia que creas cada día. Sería muy aburrido vivir sabiendo, antes de tiempo, qué va a pasar mañana. 9. Solo aprendemos a valorar los grandes regalos de la vida cuando somos capaces de captar la belleza en los matices más pequeños de la rutina cotidiana. Para reforzar tu gratitud, y tomar conciencia de qué momentos son especiales para ti en el día a día, elabora una lista con esos instantes que aportan un sabor más amable a tus días. Al identificar esos puntos positivos, podrás buscar el modo de reforzar el tiempo que dedicas a esos pequeños grandes placeres. Agradece el placer de comenzar la jornada con un buen desayuno, saborea la pereza del fin de semana que marca otro ritmo, la belleza que tiene lo inesperado, la maravilla de disfrutar de la luz del sol, la voz de una persona querida al otro lado del hilo telefónico... 10. Y por último y no por ello menos importante, da las gracias cada día, porque como hemos expresado a lo largo de este capítulo, el gesto de agradecimiento eleva los niveles de felicidad personal y es como un soplo de aire fresco en la rutina cotidiana. Todo depende de la actitud que quieres asumir ante la vida. Es decir, si quieres fijarte en los puntos que menos te gustan de tu situación actual, entonces, de una forma consciente potencias la ingratitud. Por el contrario, si decides fijarte en los puntos positivos de tu presente, entonces, eliges la felicidad como una opción que depende únicamente de ti. El sentimiento de gratitud es tan importante que incluso, puede ser trascendente. Así ocurre, por ejemplo, cuando una persona recuerda con cariño a una persona fallecida. Desde otro punto de vista, la gratitud también puede ser más impersonal como ocurre en el caso de aquellas personas que creen en la buena suerte o el azar. Para finalizar, la gratitud también puede ser un sentimiento espiritual propio de aquellas personas que creen en Dios o alguna creencia espiritual. Dar las gracias es un entrenamiento personal que puedes comenzar a practicar a partir de hoy mismo. Para que este entrenamiento dé frutos y se convierta en hábito, es esencial mantener la misma práctica cada día.
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¿Qué crees que echarás de menos dentro de diez años en caso de no tener aquello que tienes ahora? Esta pregunta es un buen punto de reflexión para valorar más el presente.
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No dependas de los demás para ser feliz Escrito por Maite Nicuesa El proceso de madurez implica ganar autonomía e independencia personal. Mientras que un niño necesita del asesoramiento de sus padres como referentes, por el contrario, un adulto tiene la capacidad de tomar decisiones por sí mismo. Eso no significa excluir a los demás sino que, en última instancia, incluso cuando pides un consejo a una tercera persona, la decisión es tuya porque se trata de tu vida. Una persona dependiente se comporta como si necesitara de la ayuda de alguien externo para afrontar asuntos cotidianos que puede resolver por sí mismo. Sin embargo, tiene la sensación de ser literalmente incapaz de lograr ese cometido y busca el amparo de una tercera persona en la que proyecta valores de seguridad, fortaleza y confianza. La verdadera felicidad es fruto de tomar la vida como protagonista, sin embargo, una persona dependiente se comporta como si dejara las riendas de su vida en manos del azar. Una persona dependiente también se infantiliza a sí misma. Es verdad que corres el riesgo de equivocarte, sin embargo, cualquier persona se siente mejor consigo misma cuando ha vivido de verdad y ha sido coherente con los dictados de su corazón. Cuando una persona actúa con poco convencimiento siguiendo el consejo de una persona externa, puede ocurrir que llegado el momento surjan los reproches personales. No dependas de los demás porque mientras que los amigos y familiares comparten un periodo puntual de tu existencia temporal, por el contrario, tú vas a estar a tu lado siempre. Pero además, desde fuera de una historia no se observan todos los detalles. De lo que se trata, como protagonista de tu historia, es de sumar a tu punto de vista vivencial, las aportaciones valiosas que otras personas puedan realizar desde fuera. Y es que, las personas que de verdad te quieren desean verte feliz. Cuando se establece una relación de dependencia entre dos personas, entonces, una persona se infravalora a sí misma al creer que necesita contar con la aprobación del otro para dar cualquier paso. En este contexto de dependencia,
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una persona reduce todo su potencial, se empequeñece. Pero además, desde este punto de vista, se establecen relaciones en las que falta espontaneidad al punto de que, en las conversaciones personales, uno no dice lo que piensa en realidad sino aquello que el otro quiere escuchar. La dependencia es como utilizar un bastón constante para caminar cuando en realidad, tienes alas para volar. Compartir la vida con los demás no significa depender. ¿Cuáles son los rasgos de una relación de dependencia? 1. En una relación con estas características, la persona dependiente tiende a dar una prioridad absoluta a su pareja por encima de cualquier otro ámbito. La pareja es el centro de su mundo vital, tanto es así que la idea del abandono y de la ruptura se experimenta como un auténtico drama ya que perder a la pareja se asocia con la idea de perderlo todo. Cuando una persona descuida sus relaciones personales por centrarse solo en su pareja, se siente cada vez más sola. Por ello, conviene encontrar el equilibrio entre vida profesional y plano personal. 2. Por otra parte, son relaciones en las que no existe una jerarquía de igual a igual sino que la persona que establece una dependencia con el otro, idealiza a su pareja. De esta forma, es una relación que no está asentada en el conocimiento verdadero del otro. La persona dependiente se infravalora a sí misma (no tiene en cuenta sus virtudes) mientras que coloca en el pedestal de la perfección a su pareja (exagera las virtudes e ignora los defectos). La pareja es una especie de superhéroe. Y sin embargo, más allá de esta idealización, no existe felicidad en el corazón sino inquietud y angustia por un amor que parece más un sobresalto continuo. En todo amor existe cierto grado de incertidumbre en relación con el futuro, sin embargo, en este tipo de historia, el grado de incertidumbre es inmenso también a corto plazo por la falta de coherencia entre hoy y mañana. 3. Detrás de este tipo de vínculos afectivos existe un concepto del amor vinculado con la necesidad de compañía. La persona dependiente siente un gran vacío interior ante la soltería. Vive las etapas de soledad con altos niveles de ansiedad pero también siente ansiedad en sus relaciones de pareja porque el temor al abandono le hace sufrir. De este modo, al no sentirse bien consigo misma, arrastra sus frustraciones personales a la relación de pareja.
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4. El cículo social de la pareja es cada vez más reducido ya que las parejas dependientes tienden a cerrarse tanto en sí mismas que dejan de lado posibles relaciones de amistad. Se comportan como si el amor fuese incompatible con la amistad. Cada vez reciben menos llamadas de teléfono por parte de los amigos. 5. Como dijimos anteriormente, el perfil de una persona dependiente es el de alguien que no tolera la soledad con facilidad. Sufre cuando observa a otras personas en pareja mientras ella está soltera. Por eso, con frecuencia, el perfil de persona dependiente es el de alguien que enlaza una ruptura sentimental tras otra sin darse tiempo de hacer el duelo amoroso entre una ruptura y el comienzo de una nueva historia. La necesidad de compañía es la que conduce a la persona dependiente a no aceptar con naturalidad una ruptura de pareja. Busca todas las vías posibles para reconquistar a su ex con tal de no experimentar ese vértigo que parece conectar con la nada. Cualquier persona tiene que rehacer su vida tras una ruptura de pareja pero una persona dependiente todavía más, ya que al haberse alejado de amigos y espacios personales, debe de volver a crear una rutina determinada y crear nuevos círculos sociales. 6. La persona dependiente tiene un deseo excesivo de control, es su forma de protegerse ante el miedo a la soledad. ¿En qué se muestra este deseo de control? En el hecho de actuar de una forma determinada para agradar a la pareja. Una relación de pareja dependiente está basada en un apego enfermizo. Además, la relación se establece a partir de parámetros equivocados al buscar un imposible. Una persona dependiente teme la diferencia de criterio de la pareja porque toma esta diferencia de criterio, como un motivo de falta de amor. Las diferencias de criterio son muy saludables en una relación cuando se afrontan con respeto. Del mismo modo, la persona deja de hacer ciertas cosas que puedan disgustar a la pareja porque considera que de esta forma, le quiere de verdad. Tener un concepto del amor distorsionado potencia la posibilidad de caer en este tipo de relaciones adictivas. Lo cierto es que amar a una persona no implica agradarle continuamente ya que nadie debe hacer algo que no desea hacer en realidad. Y una persona que ama de verdad a otra tampoco le pone en esta incómoda
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tesitura sino que respeta su libertad. 7. Una persona dependiente necesita tener una necesidad de contacto constante con la pareja. De este modo, en caso de enviar un WhatsApp y no obtener una respuesta automática, surge un impulso ansioso vinculado con ideas negativas de que algo malo pueda pasar. La persona dependiente tiene actitudes que son agotadoras a nivel emocional porque dejan sin espacio al otro y porque necesitan tener constantemente una demostración de afecto. Como consecuencia de su propia inseguridad, necesitan la reafirmación constante. Incluso con las demostraciones de amor más sinceras, no se sienten queridas de verdad. Cuando una persona no siente amor hacia sí misma es difícil que pueda recibirlo de una forma asertiva. Existe un amor que sí puede cambiar tu vida. Ese amor no recibe el nombre de media naranja sino de autoestima. 8. En ocasiones, una persona dependiente puede tender a repetir patrones de conducta en su currículum sentimental. Por ejemplo, puede fijarse en otras parejas que tienen un exceso de soberbia, tienen aparente carisma y transmiten mucha seguridad en sí mismas. Con la idea de que la falta de confianza de uno se compensa con el exceso de ego del otro al proyectar sueños personales y anhelos en el otro. Sin embargo, tanto el egocéntrico debe de reparar su autoestima como la persona insegura tiene que tomar conciencia de su inmenso valor. Por tanto, no se crea una relación de compatibilidad sino un vínculo insano en el que cada uno debe de corregir sus propias carencias. 9. Las personas dependientes también tienden a tener una actitud de defensiva ante posibles críticas constructivas por parte del entorno más cercano. Una persona dependiente no supera su problema hasta que lo reconoce como tal. Sin embargo, con frecuencia, disfraza su propia realidad con la idea de que el amor lo justifica todo. Puede no escuchar los consejos por parte de amigos y familiares cercanos porque esos consejos son contrarios a aquello que desea oír. Es muy importante puntualizar que en este epígrafe hemos descrito el perfil psicológico de una persona que sufre un grado de dependencia patológica. En el interior de una persona que sufre dependencia emocional se produce un pensamiento irracional del tipo: "Soy una persona interesante, si consigo tener
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una pareja, entonces, me sentiré mejor al conocer a mi alma gemela porque dará sentido a mi existencia”. Sin embargo, este aparente sentimiento de bienestar se vive, únicamente, a corto plazo ya que como dijimos anteriormente, una persona insegura también sufre al extremo el temor al abandono o incluso, el miedo a ser víctima de una infidelidad. Con frecuencia, la persona no es consciente de aquello que le ocurre, se ha acostumbrado a actuar de este modo y se siente cómoda (aunque no feliz) en este rol. Consejos para elevar la autoestima De lo dicho, se concluye que cultivar la autoestima es uno de los pilares fundamentales del bienestar para establecer relaciones personales de pareja y evitar la dependencia. ¿Cómo potenciar tu autonomía personal? ¿Cómo puedes elevar tu autoestima? 1. Actúa de acuerdo a una coherencia emocional de tal forma que tus palabras sean un reflejo de tu pensamiento y tus acciones, un valor añadido a tus palabras. Esta coherencia es tu mejor marca persona porque potencia tu credibilidad ante los demás, y también, es un valor de honestidad. Mantener dicha coherencia a lo largo del tiempo no implica no cometer nunca ningún fallo (ya que eso es imposible) sino que gracias a esa coherencia habitual, también potencias la capacidad de mostrarte tal y como eres en las relaciones personales. Existen momentos en los que puede ser más complejo ser coherente, por ejemplo, cuando tu corazón dice una cosa y tu razón, dice la contraria. ¡Date el permiso de ser incoherente en ciertos momentos! 2. Refuerza tu mundo interior ya que cuando actúas de este modo, el mundo exterior es más amable. En la construcción de ese mundo interior tiene un reflejo notable, la infancia que ha vivido una persona. Potencia el valor de la interioridad como fundamento esencial de la personalidad. Participar en cursos sobre crecimiento personal es una oportunidad fantástica de poner en común experiencias personales y aprender de las vivencias de otras personas. A través de la empatía que produce lo humano, una persona puede sentirse identificada con las vivencias de otra incluso cuando no ha experimentado esos
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hechos. La mayoría de las personas sueñan con tener relaciones personales felices, sin embargo, recuerda que no lograrás alcanzar ese equilibrio mientras tu prioridad sea agradar a otro, buscar la aceptación. El proceso es el contrario: en primer lugar, tienes que aceptarte a ti mismo. Existe un consejo básico para elevar la autoestima: hacer amigos. En ese caso, existe una fórmula sencilla para crear lazos de un modo natural. Por ejemplo, toma la iniciativa en tener algún gesto con el que muestres interés por la otra persona. Conocer a nuevas personas en el contexto de un curso te permite conocer gente nueva de una forma gradual. 3. Cuando recibas una crítica negativa, no la tomes como una verdad absoluta. Piensa en que se trata de una opinión parcial. Para reflexionar sobre el grado de verdad de la misma, es adecuado que te tomes un tiempo para pensar con sinceridad en el tema. Las críticas constructivas pueden ser un punto de luz en tu vida al ayudarte a darte cuenta de cosas que habían pasado desapercibidas. Por otra parte, diferencia entre aquello que te dice una persona y el modo en el que te lo dice. Existen personas que se califican a sí mismas cuando critican a otra sin tener en cuenta su sensibilidad. En relación con la crítica negativa, para ganar autoestima, no pierdas el tiempo en rumores sobre terceras personas. Alimenta tu mente con inquietudes gratificantes. 4. No pierdas el tiempo en discusiones personales cuya motivación principal es la de tener la razón. Pero tampoco es una actitud de inteligencia emocional huir de las discusiones por miedo al conflicto. Cuando una persona evita este tipo de situaciones no solo arrastra elevados niveles de frustración, sino que además, no entrena sus propias competencias personales para gestionar con naturalidad este tipo de situaciones. Lo más adecuado en una discusión de pareja es establecer puentes que puedan hacer una función mediadora. 5. ¿Cuál es tu asignatura pendiente? ¿Cuál es ese reto que te hubiese encantado conseguir y no has logrado? Entonces, deja de posponer esa meta. Elabora un plan de acción para realizar esa ilusión. La autoestima crece cuando una persona
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se siente realizada de verdad. Identifica en qué áreas de tu vida tiendes a depender con más frecuencia de los demás con el objetivo de poder identificar esos puntos en los que necesitas reafirmarte a ti mismo sin contar con un apoyo que no necesitas en realidad. Para motivarte, puedes utilizar la fórmula de la recompensa, es decir, puedes darte un premio a modo de recompensa por el esfuerzo realizado. Es una fórmula de equilibrar la balanza dolor (esfuerzo) -‐ placer (satisfacción personal). A partir de tus propias limitaciones, puedes marcarte pequeños objetivos. Por ejemplo, si tienes la sensación de que pierdes la oportunidad de disfrutar de muchas actividades que te gustaría llevar a cabo porque no siempre encuentras a una persona que esté disponible en ese momento para quedar, entonces, puede que haya llegado el momento de potenciar la iniciativa personal y superar el miedo a la soledad. El miedo produce un efecto similar al de una montaña. Cuando estás en la fase inicial del temor, la montaña parece gigante. Sin embargo, conforme vas a dando tus prmeros pasos en la conquista de un objetivo, entonces, ganas seguridad en ti mismo y sientes que esa montaña ya no es tan elevada. La realidad es la misma, pero lo que ha cambiado es la perspectiva: cuando una persona tiene miedo se observa a sí misma como diminuta. 6. ¿Cómo es tu diálogo interior? ¿Utilizas con más frecuencia conceptos positivos o negativos? ¿Sientes que la realidad está en tu contra o, por el contrario, su ritmo fluye de un modo natural? El simple hecho de corregir un diálogo interior negativo y dar el paso hacia un discurso optimista puede marcar un punto de inflexión en la vida de una persona. ¿Cómo saber cómo es de manera frecuente tu diálogo interior? Existe un punto importante a tener en cuenta: si de forma frecuente, sientes que llegas física y mentalmente agotado al final de la jornada incluso en esos días en los que sientes que no tienes tantos motivos para sentirte así, entonces, escucha la voz de alarma. El diálogo negativo agota. 7. Recuerda aquellos planes que te hacían sentir bien cuando eras un niño.
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¡Realiza esas actividades en tu etapa adulta! La actitud infantil muestra la espontaneidad necesaria al arte de vivir. Existen muchas personas que no recuerdan con cariño su infancia, sin embargo, incluso en aquellas situaciones en las que el balance no es positivo, es posible buscar situaciones que sí eran agradables, una vía de escape en una realidad poco amable. Encontrar el equilibrio entre pasado, presente y futuro no siempre es sencillo si tenemos en cuenta el caso de esas personas que idealizan la niñez como la época dorada. En el punto opuesto están quienes no han superado su pasado. Desde la etapa adulta, es positivo recordar la niñez y mirar al ayer con la comprensión propia de saber que ni tú eres el mismo hoy que entonces, ni tampoco, aquellos que te rodeaban son exactamente los mismos. Las personas cambian, evolucionan y maduran. No siempre, pero en la mayoría de las ocasiones así sucede. Por tanto, para no arrastrar sufrimiento del pasado en el presente, intenta centrar tus relaciones personales con los demás, en el ahora. 8. Ten un espíritu crítico para reflexionar sobre aquello que de verdad es importante para elevar los niveles de felicidad. Tu autoestima también se potencia cuando eres coherente con tus principios y dejas de lado el plano de la superficialidad. Por ejemplo, la belleza física no es determinante en relación con la autoestima, quien se queda en el plano de la apariencia, se pierde una gran riqueza. Del mismo modo, quien asocia la felicidad con el hecho de tener pareja, entonces, reduce mucho su perspectiva. El plano de la superficialidad nos impide ir más allá de lo evidente porque las cosas no siempre con lo que parecen. Por eso, es tan importante ser observador y atender los matices. 9. Conviene no confundir los términos y llamar a cada cosa por su nombre. Por ejemplo, tener el estado de ánimo triste no significa tener una autoestima baja. Una persona puede tener un mal día y tener una buena autoestima. Tener una autoestima alta no significa no tener miedos, no tener dudas y no sentir inquietud. Una autoestima implica tener una mejor gestión de las emociones y de los sentimientos. Pero renunciar a la tristeza como parte de la vida sería incluso,
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negativo. 10. La autoestima es un entrenamiento que se potencia con la suma de varios elementos: hábitos de vida saludables, cultivo de las relaciones familiares más allá de la Navidad, momentos de amistad, instantes de soledad, sueños que alimentan el corazón, iniciativa para alcanzar esos deseos y una buena higiene mental. Sin embargo, para potenciar la autoestima también son muy necesarias las crisis personales, los momentos de tránsito interior en los que la persona siente que se tambalean sus cimientos y busca nuevas respuestas a sus preguntas. El poder de la amistad como fuente de autoestima Existen personas que no tienen una relación de pareja y no por ello, tienen por qué ser más infelices. Existen personas que buscan el amor sin encontrarlo pero también existen casos de solteros que viven su situación sentimental como motivo de felicidad. Es posible ser feliz sin tener una relación de pareja, sin embargo, no es posible ser feliz sin amigos. A pesar de ello, resulta curioso que en la sociedad actual se idealice el sentimiento de pareja por encima incluso, de la amistad. Lo que sí tienen en común el amor y la amistad verdadera es que ambos sentimientos son muy complejos y requiere de una gran constancia alimentar un vínculo de estas características. Al igual que para tener una relación de pareja es recomendable que dos personas tengan un estilo de vida común, del mismo modo, dos amigos deben tener una visión de la amistad que sea compatible, de lo contrario, ambas formas de demostrar la amistad pueden no resultar sencillas de conciliar. Conocemos a muchas personas a lo largo de la vida, y como ocurre en el amor, la amistad también produce ese efecto de espejismo que produce la novedad de tener un nuevo amigo (en cuyo caso, se puede cometer el error de descuidar relaciones de amistad más estables). Además, así como una relación de pareja puede llegar a su fin, del mismo modo, dos buenos amigos pueden evolucionar en direcciones opuestas al punto de sentir que ya no comparten nada en común.
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La amistad verdadera es aquella que está marcada por un grado de confianza máximo. En cuyo caso, más allá de la felicidad que aporta este tipo de relaciones, es esencial recordar que es imposible tener un montón de amigos íntimos. El tiempo es un factor limitado, por eso, es un gesto de inteligencia emocional establecer un orden de prioridades en tus relaciones personales. Al igual que ocurre en el amor, en la amistad también es esencial estar atento a las oportunidades porque los trenes no pasan todos los días. La amistad va más allá de la voluntad de querer conocer gente nueva. Conocer gente con la que conectas de verdad es algo que trasciende a tu propia voluntad y es algo que no puedes planificar. La amistad es un tesoro esencial en todas las etapas de la vida desde la niñez hasta la vejez. Uno de los puntos negativos de la madurez es que existen personas que a partir de la vivencia de experiencias más negativas, van perdiendo la fe en la amistad verdadera. Es esencial alimentar la esperanza plena en que la amistad existe para curar los rencores del corazón. ¿Cómo saber si has pasado página respecto de una decepción del pasado? Si puedes hablar de lo que ocurrió manteniendo una distancia emocional y sin sentir ira hacia la persona que te hirió, entonces, es un signo que denota indiferencia. A diferencia del amor, la amistad no es un sentimiento que implica exclusividad. Es decir, tener un buen amigo no implica que no puedas tener otras personas de tu máxima confianza (conviene recordarlo para evitar la dependencia). Como también ocurre en el amor, en una relación de amistad también existen etapas de un mayor acercamiento, otras de más distanciamiento, etapas rutinarias y otros instantes más emocionantes. Los paralelismos entre el amor y la amistad son tan notables que incluso es un valor añadido en una relación de pareja que dos enamorados sean también amigos. Y además, en otros casos, la amistad también es un primer paso hacia el amor. Un amigo verdadero es aquel en quien puedes confiar. Sin embargo, para poder averiguar dicha confianza, en algún momento, tienes que arriesgarte. Es decir, la
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amistad no es una relación basada en hechos empíricos sino que el conocimiento mutuo también se basa en la intuición. A veces, de los errores cometidos en el contexto de la amistad se aprenden grandes lecciones. Por ejemplo, si en algún momento sentiste que te apresuraste al contar una información personal a un amigo que luego te traicionó, entonces, tuviste la oportunidad de comprobar que dar tiempo al tiempo, es una de las mejores bases en la amistad y también, en el amor. Pero además, también podemos anticiparnos al llamar amistad a un vínculo que no es tal. Los amigos son los mejores compañeros de viaje con los que celebrar momentos felices, encontrar apoyo en los momentos difíciles, crecer como persona a partir del refuerzo externo y reforzar el conocimiento interior (existen rasgos de ti mismo que tus amigos observan y que pasan desapercibidos ante tus ojos). La amistad se crea y al igual que ocurre en el amor, dos buenos amigos también discuten, tienen diferencias de criterio y se enfadan. ¿Por qué ocurre esto? Porque es en las relaciones de máxima confianza, en donde las personas se muestran de verdad tal y como son sin ningún tipo de máscara. Y ello es muy positivo porque la sinceridad es básica para tener una relación de verdad con otras personas. Pero además, es en esos vínculos que tocan el corazón de cerca, donde el ser humano descubre su máxima vulnerabilidad ante el miedo a ser herido, el temor al rechazo, el miedo a la crítica y el temor a perder una relación gratificante. Miedos que con frecuencia se asocian solo con el amor y que, sin embargo, también ocurren en el contexto de la amistad. La amistad no puede reducirse al contexto de una ecuación matemática como muestra valor que tiene un amigo verdadero. La diferencia entre no tener amigos o contar con un amigo de verdad, marca una diferencia fundamental en el grado de felicidad que experimenta una persona cuando puede compartir con otra su propia vida. Una persona puede sentirse muy afortunada al saber que cuenta con un amigo que está ahí de un modo incondicional. Pero como la amistad no es un punto de llegada sino un proceso constante, la verdadera clave de una buena relación es mantener el cariño sin caer en la dependencia: ¿Cómo lograrlo? No
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reduciendo todo tu mundo a la otra persona. Amar sin depender implica aprender a expresar tus sentimientos sin esperar que tu amigo adivine tus deseos dando por hecho que te conoce lo suficiente. Implica marcar tus propias normas en el contexto de una amistad. Evitar el chantaje emocional o la coacción como una forma de manipulación. Recuerda que la amistad es un fin en sí mismo y no un vínculo instrumental que en forma de medio persiga un fin distinto de sí mismo. Cuando potencias la dependencia en la amistad, en realidad, no dependes del otro sino de tus propios miedos que te convierten en un esclavo del temor a la soledad. Recuerda, siempre, que incluso por dolorosa que pueda ser una amistad o una ruptura de pareja, podrás sobrevivir a ello, extraer una lección positiva y seguir adelante con tu vida. Podrás superar cualquier adversidad, siempre que te tengas a ti mismo.
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Felicidad corporativa Escrito por Cristina García
Pasamos muchas horas en nuestro lugar de trabajo, y la mayoría de las veces nos tenemos que llevar el trabajo a casa, así que si tenemos la suerte de hacer lo que nos gusta, podemos considerarnos muy afortunados. Pero, ¿qué pasa cuando nuestro trabajo nos absorbe por completo, cuando hay mal ambiente en la oficina o incluso cuando no nos gusta lo que hacemos? Los problemas y el malestar laboral son los obstáculos más frecuentes que nos impiden alcanzar nuestra felicidad. Así que, si queremos que algo cambie en nuestra vida, debemos empezar a plantearnos ciertas cosas y cambiar nuestras prioridades. Si no te gusta tu trabajo, empieza una búsqueda intensiva para encontrar otra oportunidad profesional mejor. ¿Te llevas mal con tu jefe o con tus compañeros? Intenta solucionar las cosas para crear un buen entorno laboral. El problema es que algunas veces la solución no depende solamente de nosotros: pero lo que sí depende de ti es dar el primer paso. En este sentido, algunas personas necesitan cierta ayuda para alcanzar sus metas profesionales y por eso recurren a los famosos cursos de coaching. Una tendencia que se ha puesto muy de moda en los últimos años, en gran parte debido a la necesidad de las empresas y de los profesionales de alcanzar los objetivos, superar los miedos, mejorar los resultados y la productividad… Existen diferentes tipos de cursos de coaching, en función de las necesidades y de la situación de cada profesional. Una tendencia que gana cada día más adeptos y que pretende dar respuesta a las dudas y necesidades de muchos profesionales. Sin embargo, no debemos olvidar que los cursos de coaching son un pequeño empujón para lograr nuestras metas y sueños profesionales que nos ayudan a recorrer el camino contando con recursos externos.
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Y a todo esto hay que añadir la delicada situación económica que estamos viviendo actualmente, que explica que cada vez haya más personas interesadas en realizar todo tipo de cursos que fomenten sus oportunidades laborales. El desempleo entre los jóvenes y entre los profesionales maduros, además de la inestabilidad y el malestar laboral que se respira en nuestra sociedad, hace que las expectativas de muchos profesionales sean cada vez más negativas. Un malestar cada vez más evidente y que afecta a nuestra calidad de vida y a nuestra felicidad. Porque los problemas del trabajo no se quedan en la oficina, sino que vienen con nosotros a nuestro hogar. Así que llegados a este punto, muchos trabajadores nos preguntamos si de verdad existen profesionales felices: ¿Dónde están? ¿A qué se dedican? ¿Cuál es su secreto? La IV encuesta sobre la felicidad en el trabajo elaborada por la empresa de recursos humanos Adecco desvela unos datos realmente interesantes. Según este informe, bomberos, maestros, farmacéuticos, ingenieros y periodistas fueron los profesionales más felices en su trabajo durante el año 2013. Una encuesta realizada en España que demuestra que, a pesar de la complicada situación laboral que atraviesan algunos países, la felicidad en el trabajo sigue creciendo entre los trabajadores. Y si no te lo crees, los datos hablan por sí mismos. Durante el 2013, casi 8 de cada 10 españoles se declaraban felices con su profesión, lo que suma un total de 79,7%. Una cifra ligeramente mayor si la comparamos con el año 2012, cuando el 77,9% de profesionales afirmaba sentirse feliz en su puesto de trabajo. Así que la conclusión final es que los profesionales son cada vez más felices, con crisis económica y sin ella. Y es que el bienestar en el puesto de trabajo es muy importante, tanto para las empresas como para los trabajadores. Está demostrado que cuanto más felices, cómodos y seguros se sienten los trabajadores, mayor es su productividad. En otras palabras, a mayor felicidad, mayor productividad, más beneficios y dinero para las empresas. Por lo tanto, alcanzar la felicidad en la oficina es la asignatura pendiente de los trabajadores, pero también de los jefes y empresarios. Así que llegados a este
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punto, podríamos plantear este capítulo desde dos puntos de vista diferentes: por un lado, lo que pueden hacer las empresas. Y por el otro, lo que pueden hacer los trabajadores para aumentar la felicidad en su trabajo. A veces no está de más recordar que todos estamos en el mismo barco, aunque tengamos diferentes tareas asignadas. Así que, en mayor y en menor medida, todos somos importantes. En este sentido, muchos profesionales y autores de diversos estudios coinciden en que la felicidad en el trabajo no depende tanto del salario, sino del grado de satisfacción y del reconocimiento que nos produce un trabajo bien hecho. Lo dicho, la asignatura pendiente de muchas empresas. ¿Qué pueden hacer las empresas? El bienestar y la satisfacción de los empleados es algo que olvidan muchas compañías grandes y pequeñas, que solamente se preocupan por los beneficios y el dinero. Si tienes empleados a tu cargo, debes saber que existe una relación entre la felicidad de los trabajadores y la productividad de la empresa. Puedes creerlo o no, pero ¿y por qué no intentarlo? Por citar un ejemplo, según la revista especializada en negocios y finanzas, Fortune, las 100 mejores empresas para trabajar del mundo, donde están los trabajadores más felices, aumentaron sus beneficios en un 22% el pasado año 2013. Así que en este punto, surge otra gran pregunta: ¿cómo podemos crear un ambiente de trabajo que sea lo más agradable y estimulante posible? Los expertos responden a este interrogante con una serie de pautas y recomendaciones para un entorno laboral lo más satisfactorio posible. En primer lugar, asegúrate de que retribuyes por igual a todos los empleados, no solo económicamente, sino también con gestos de agradecimiento. Tal y como te comentábamos antes, todos estamos en el mismo barco y con un mismo objetivo: conseguir que el barco navegue correctamente. Pero ten en cuenta que para algunos profesionales, su trabajo es una forma de ganarse la vida y nada más. Por lo tanto, los empresarios deberán saber
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transmitir a todos los empleados la importancia de su labor. Es decir, hay que estimular a los empleados. Y una buena forma de hacerlo es con un retribución justa para todos o concediendo algunas ventajas laborales, siempre que sea posible. Intenta ofrecer una mayor flexibilidad horaria y no te olvides de decorar la oficina para crear un ambiente laboral agradable y estimulante. Incluso pequeños detalles como instalar una máquina de café, ofrecer algún premio simbólico o recogida de ropa para alguna ONG pueden ser otras geniales ideas para conseguir un ambiente laboral en armonía y un mayor bienestar profesional. También es muy importante mantener una actitud abierta con nuestros empleados para que puedan comentarnos todas sus dudas, quejas e incluso sus consejos y recomendaciones. Si nos molestamos en escuchar, podemos descubrir y aprender cosas muy valiosas. Sin embargo, por mucho que valores el trabajo y el esfuerzo de tus empleados, el terreno económico sigue siendo muy importante. Así que, si la empresa crece y nos lo podemos permitir, los expertos en liderazgo nos aconsejan compartir los beneficios con los empleados. Esta es la estrategia que siguió la Editorial Simon & Schuster, que decidió compensar con un bonus de 5.000 dólares a sus trabajadores, tras el enorme éxito de ventas que supuso la popular novela “50 sombras de Grey”. Sin duda, un gran estímulo para los empleados y una excelente forma de incentivarles para que se sigan esforzando en hacer bien las cosas. Interesante, ¿verdad? Aunque ninguna de estas recomendaciones sirve de nada si no hay una buena comunicación dentro de la empresa. ¿Y esto cómo se puede poner en práctica? Los expertos nos recomiendan organizar actividades y compartir algunos momentos de ocio con todos los miembros de la empresa. Porque el espacio para la diversión también es importante para aliviar el estrés, la tensión y las preocupaciones que se acumulan en muchos puestos de trabajo. Fiestas de Navidad, de disfraces, alguna escapada de fin de semana, un picnic en el campo,
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senderismo por la montaña… Hay cientos de actividades que pueden ayudar a mejorar el clima laboral, favorecer la integración de los empleados y fomentar el trabajo en equipo. Porque, en definitiva, trabajadores más contentos y felices, a veces es sinónimo de éxito y beneficios económicos. ¿Qué pueden hacer los trabajadores? ¿Has oído hablar de la psicología positiva? Pues si quieres alcanzar la felicidad en tu puesto de trabajo, vas a necesitar una buena dosis de esta psicología, que por cierto ya se empieza a estudiar en muchas escuelas de negocios internacionales. Y es que la felicidad no es innata, sino más bien una elección. Porque las emociones positivas tienen un efecto terapéutico que repercute en diferentes ámbitos de nuestra vida, como en la salud, en la actitud y en el trabajo. Una psicología que intenta llevar las emociones positivas a la empresa para que contribuyan a aumentar la creatividad y, por tanto, también la productividad y las ganancias de la empresa. Como hablábamos antes, es un círculo con el que ganamos todos. Ahora bien, ¿qué pueden hacer exactamente los profesionales para alcanzar este grado de felicidad en su trabajo? Las claves más importantes las encontrarás en el modelo PERMA (los 5 Pilares de la Felicidad), desarrollado por el Doctor Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania. Las siglas P.E.R.M.A. responden a cinco pilares que nos ayudan a alcanzar la felicidad. Y el primero de ellos son las emociones positivas (en inglés, Popositive Emotions). Muchos científicos y autores defienden que las personas positivas no solo tienen un rendimiento superior en su vida académica, profesional y en diferentes ámbitos de su vida, sino que además disfrutan de una mejor calidad de vida, más alegría, inspiración, amor y esperanza, además de otras muchas emociones positivas. Otro de estos pilares del modelo PERMA hace referencia al Engagement, es decir, nuestro compromiso e implicación con algún proyecto personal, laboral o con
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algún reto o sueño que nos gustaría cumplir. El esfuerzo, la pasión y la persistencia cuando hacemos lo que nos gusta y queremos que se cumplan nuestras metas es otra forma de alcanzar la felicidad. Un esfuerzo que a veces resulta agotador, pero que estimula, motiva, recarga nuestro espíritu con energía positiva y nos anima a continuar. Este compromiso, ya sea en la oficina, cuando practicamos deporte, cuando estudiamos o a nivel personal para superar las adversidades, nos ayuda a dar sentido a nuestra vida y a crecer como personas. El tercer pilar de este modelo son las relaciones humanas, porque todos necesitamos tener un contacto con nuestra familia, los amigos, los compañeros de trabajo, de la escuela, de nuestro vecindario… Este contacto humano es otra parte importante para alcanzar la felicidad que todos nos merecemos. Y llegados a este punto, tenemos que volver a hablar de la influencia que algunas personas ejercen en nuestra vida. Personas con una actitud positiva que nos ayudan a crecer y a ser más felices, frente a aquellas personas tóxicas y negativas que nos alejan cada día más de nuestro bienestar. Porque cultivar las relaciones humanas adecuadas es vital en nuestro camino hacia la felicidad. Y el ejemplo perfecto se observa sobre todo en muchos puestos de trabajo, porque un entorno laboral tóxico influye negativamente en el bienestar de los profesionales y también en la calidad de su trabajo. El cuarto pilar al que se refieren los autores es el desarrollo personal, académico y profesional. Porque, al fin y al cabo, ese es el objetivo de cualquier persona, es decir, alcanzar el crecimiento en cualquier aspecto de la vida, mejorar sus habilidades, dejar a un lado los miedos, superar enfermedades, lograr retos que parecían imposibles o muy difíciles de conseguir… Tal y como mencionábamos antes, nuestro compromiso y dedicación darán sentido a la vida. Y tanto si logramos los objetivos propuestos como si no, el desarrollo que alcanzamos es una gran terapia para dejar atrás todas las preocupaciones, miedos, malestar emocional y otros muchos obstáculos que no nos dejan ser felices.
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Y por supuesto, también debemos hablar de nuestros éxitos y logros. Porque algunas veces ganamos, y otras veces en cambio aprendemos. Lo importante es que siempre vamos a obtener algún beneficio. Por lo tanto, la conclusión es que nuestro esfuerzo, trabajo duro y sacrificio siempre serán recompensados, de una forma u otra. De todos modos, no hay que olvidar que todas las personas necesitamos metas en nuestra vida que estimulen nuestro desarrollo y nos ayuden a crecer. Como dice ese famoso refrán, “la presión es lo que convierte al carbón en diamante”. Sin embargo, debemos recordar otro detalle importante cuando nos planteamos metas en la vida. Y es que la felicidad no la encontraremos al alcanzar nuestros objetivos, sino a lo largo de todo el camino. Porque no se trata de ninguna competición, sino de incorporar algo de felicidad a nuestra vida haciendo aquello que nos gusta. A ti, ¿qué te motiva? ¿Qué te hace feliz? El problema de toda esta situación es que vivimos en una sociedad en la que hemos sido educados para tomar el camino fácil. Es decir, escoger un trabajo, aunque no nos guste, solamente para ganarnos la vida. Es una opción muy respetable, pero en mayor o menor medida, todas las personas tenemos aspiraciones y sueños en la vida que deben aflorar. Y este es el problema de muchas personas, que se limitan a cumplir con su jornada laboral en un trabajo que no les gusta, ni les realiza y con el que ni siquiera se sienten identificados. Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ser más felices en un trabajo que detestamos? Lo primero y lo más importante de todo, es dejar de compadecerse y empezar a moverse para mejorar la situación. No eres un árbol, así que muévete. Porque ahora más que nunca, en un contexto laboral bastante incierto y con unas expectativas profesionales poco alentadoras, el esfuerzo, la esperanza y el optimismo en nuestro trabajo son imprescindibles para superar cualquier piedra en el camino. Y por supuesto, también nuestros hábitos de vida. Es bien sabido que la infelicidad en nuestro trabajo repercute en el terreno personal.
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El problema es cómo podemos llenar de felicidad cada minuto de la jornada laboral. Según los expertos, para ser más felices en el lugar de trabajo es importante pensar en el presente. Es decir, hay que concentrarse en nuestra situación actual. A veces, nuestra mente imagina realidades que todavía no han ocurrido y que tal vez ni siquiera sucedan. Todas estas supuestas posibilidades pueden repercutir en los hechos y decisiones actuales de forma negativa. ¡No dejes que esto ocurra! Y llegados a este punto, la gran pregunta que nos planteamos es: ¿existe algún manual para ser felices en el trabajo, incluso aunque tengamos la peor profesión del mundo? La respuesta es básicamente una cuestión de actitud. Las personas optimistas que son capaces de ver el lado positivo a cualquier problema de su vida, no tendrán muchos problemas para conseguirlo. Pero, ¿y qué pasa con el resto del mundo? Ya ha quedado claro que debemos luchar por conseguir un cambio en nuestra situación laboral actual. Pero además, existen algunos pequeños gestos que pueden ayudarnos a ser más felices en nuestro trabajo. Ayudar a los demás es una gran medicina para superar muchos males, incluso los profesionales. Así que saca tu lado más solidario tanto en tu trabajo como fuera de él. La solidaridad nos ayuda a abrir nuestra mente, a liberarnos de nuestros males, a sentirnos realizados y también a ver el mundo con otros ojos. Algunos profesionales cuyo trabajo implique un alto grado de solidaridad, como los médicos o los veterinarios, seguro que comprenden perfectamente lo placentera y satisfactoria que puede llegar a ser la sensación de irse a casa con el deber cumplido. Y en este sentido, también es importante valorar todas las cosas buenas y malas que tenemos en nuestra vida. Porque incluso de las malas experiencias también podemos aprender, y muchas veces, aprendemos más que de las buenas. Otra forma de incorporar algo de felicidad a la vida es comunicando nuestras preocupaciones y problemas. Encerrarse en uno mismo nunca es la solución, porque lo único que conseguimos es llenar todavía más nuestra mente con
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pensamientos negativos. Una buena charla con algún amigo, familiar o compañero de oficina y de confianza es una buena forma de liberarnos de toda esa presión que nos impide ser felices. ¿Otros consejos importantes? Para afrontar el día de la mejor forma posible, la alimentación y el deporte también nos ayudarán a incorporar hábitos de vida saludables. Tal y como hemos hablado en un capítulo anterior, el ejercicio físico es una terapia realmente efectiva para dejar a un lado nuestras preocupaciones y liberarnos de la ansiedad que nos provocan nuestro trabajo, o la mala relación con los compañeros o con nuestros jefes. No permitas que tu trabajo repercuta también en tu vida personal, porque esta situación puede ser temporal hasta que encuentres otra oportunidad mejor. Así que organiza bien tu agenda diaria para gestionar tu tiempo de la manera más productiva posible, no intentes abarcar demasiadas cosas y pide ayuda si lo consideras necesario. Y por supuesto, aprende a decir “no”. También es importante hacer descansos frecuentes a lo largo de nuestra jornada laboral para aumentar la productividad y despejar momentáneamente nuestra mente. Y por supuesto, intenta disfrutar de una vida paralela más allá de la oficina, porque el trabajo no puede abarcarlo todo. Es el momento de hacer realidad tus sueños, si te atreves. Los más afortunados tienen la suerte de tener muy claros sus objetivos, sus aptitudes y también cómo alcanzar sus metas. Pero otras personas, por el contrario, no confían tanto en sus posibilidades y necesitan la ayuda de un profesional que les ayude a sacar todo el talento que llevan dentro. Si tú también formas parte del club de los indecisos, tal vez los cursos de coaching sean de gran ayuda para ti. Al comienzo del capítulo te hemos hablado un poco de ellos, aunque volveremos a mencionarlos en otros capítulos más, ya que este singular método de aprendizaje tiene cada día más adeptos. Pero, ¿realmente son necesarios estos cursos? ¿Pueden reportarme algún beneficio? Antes de responder a todas estas preguntas, es importante tener bien claro qué son los cursos de coaching.
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Si es la primera vez que oyes hablar de los cursos de coaching, será mejor que empieces a familiarizarte con este término anglosajón. Coaching viene de la palabra inglesa coach, que quiere decir entrenar. Y básicamente, en esto consisten estos cursos. Un profesional que nos entrena para alcanzar una determinada meta profesional o personal, para superar nuestros miedos, como por ejemplo a hablar en público, o bien nos ayuda a desarrollar habilidades específicas que están escondidas y ha llegado el momento de explorar. Por lo que se refiere al proceso de coaching y a los métodos, dependerán de cada entrenador, de los participantes, del centro que imparte esta formación y también del ámbito profesional que nos interesa. En términos generales, nuestro entrenador nos dará unas pautas y unas directrices que nos guiarán a lo largo de todo el proceso de desarrollo personal o profesional, pero serán los propios participantes quienes tengan que hacer el esfuerzo por avanzar. Pero recuerda que debemos escoger los cursos de coaching que mejor se adaptan a nuestras necesidades. Por ejemplo, cursos profesionales para emprendedores, personales, para empresarios, académicos, para ejecutivos, para aprender a tomar decisiones, para negociar… Ahora bien, el boom de los cursos de coaching también tiene una parte negativa, si tenemos en cuenta la gran oferta de cursos que existen en cualquier ciudad del mundo. ¿Cuál de todos escogemos? Conviene elegir con gran cuidado, porque también existen muchas estafas y engaños en este tipo de cursos. A la hora de escoger tu curso de coaching, no olvides comprobar las referencias y opiniones de otros usuarios. ¿Qué dicen de ese centro y de ese curso en Internet? Consulta en foros, en páginas web y portales especializados, echa un vistazo a las oportunidades que nos ofrecen, a los servicios, las instalaciones, la metodología, el equipo docente… ¿Te atreves a crecer profesionalmente? En ese caso, anímate a dar el paso definitivo y atrévete a luchar por lo que quieres.
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¿Dinero y felicidad? Para muchas personas, la satisfacción de perseguir lo que deseamos es mucho más grande que la compensación económica que podamos obtener por ello. Y una vez aclarado todo esto, ha llegado el momento de hablar de la inevitable relación entre el dinero y la felicidad. ¿Existe esta relación? ¿Es el dinero un motivo lo suficientemente importante como para estimular la felicidad y el bienestar laboral? Como es habitual, la respuesta a estas preguntas dependerá de la personalidad y de la escala de valores de cada persona, además del sector profesional. Seguro que muchos profesionales consideran que el salario es un factor muy importante a la hora de escoger un trabajo. Mientras que otras muchas personas premiarán las responsabilidades laborales, el ambiente de trabajo, el poder hacer aquello que aman, ayudar a otras personas… En definitiva, el dinero puede ser un incentivo muy atractivo, pero tenemos que ser realistas, porque a largo plazo, ni nos reporta satisfacción personal ni felicidad laboral. Plantéatelo de esta forma, ¿de qué te sirve un trabajo bien pagado, que te hace infeliz? ¿Realmente te compensa? Una vez más, los grandes autores y expertos en economía y recursos humanos nos ayudan a responder a todas estas preguntas. Y lo hace el psicólogo israelí Daniel Kahneman, ganador del premio Nobel de Economía por su investigación psicológica en la ciencia económica. La revista especializada Science publicó hace unos años el estudio desarrollado por Kahneman: “¿Serías más feliz si fueses más rico?” Unas conclusiones realmente interesantes que pueden cambiar por completo tus puntos de vista sobre la relación que existe entre el trabajo, el dinero y la felicidad. Las conclusiones del estudio son claras: las personas que participaron en el estudio y recibían ingresos más altos, no disfrutaban de una mayor satisfacción y bienestar laboral. Así que estos profesionales demostraron que la relación entre el dinero y la felicidad no es necesariamente proporcional. Sino todo lo contrario, los trabajadores mejor remunerados también vivían más estresados.
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Y para llegar a todas estas conclusiones, el psicólogo Daniel Kahneman se basó en el método de reconstruir todo un día para medir la calidad de vida y la satisfacción de todos los participantes. La comparación de estos datos demostró que las personas con menos salarios disfrutaban de más tiempo de ocio con amigos y familiares, así como de una vida más placentera. Mientras que las personas con mayores ingresos estaban más atados a obligaciones laborales y su tiempo de ocio solía ser menor. Todo esto tiene una explicación muy sencilla de comprender. Según Daniel Kahneman, las personas se acostumbran a un determinado nivel de ingresos y a un estilo de vida que al final deja de producir satisfacción. Y este es el principal problema entre la riqueza y la felicidad, es decir, que nunca nos sentimos satisfechos con lo que tenemos y siempre deseamos más. Esto hace que algunas personas relacionen riqueza y felicidad. Mientras que para otras, la felicidad se relaciona con aspectos más simples de la vida, como una reunión con amigos. Dos puntos de vista muy diferentes sobre el dinero, el trabajo y la felicidad. El experto Daniel Kahneman se refiere a todo esto como la ilusión del enfoque. Es decir, cuando nos concentramos en un ideal de la felicidad que en este caso es el dinero. Sin embargo, el incremento de la riqueza no está relacionado con el aumento de la felicidad. La felicidad en el trabajo está determinada por otros muchos factores, que a largo plazo son más importantes. Y en este sentido, el clima laboral compensa mucho más que el salario, es decir, nuestras relaciones con los compañeros de la oficina. El ambiente laboral es la asignatura pendiente de muchas empresas, que no invierten en las relaciones entre los trabajadores. Aunque la productividad de los empleados está ligada al ambiente que se respira en la oficina. Porque un clima tenso, incómodo y con desconfianza repercute en el bienestar de los empleados y también en los beneficios que obtiene la empresa. Pero lo más importante es que
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una mala relación con nuestros compañeros, también deja huella en nuestra salud y en nuestras emociones. En este sentido, la gran pregunta es qué podemos hacer cuando las relaciones en el trabajo no son buenas. La comunicación es un pilar fundamental para mejorar las relaciones con el resto de empleados, así que si algo nos molesta, lo mejor es intentar solucionar las cosas con esa persona complicada de nuestra oficina. Pero además, las actividades de ocio fuera del trabajo y al libre son una buena forma de conocer mejor al equipo y liberar tensiones acumuladas. ¿Por ejemplo? Como explicábamos antes, alguna actividad en un museo, un día en el campo o un partido de deporte. Todas estas actividades las puedes proponer tú mismo para integrarte mejor con tus compañeros. Además, prestar nuestra ayuda cuando algún compañero la necesita, ser agradecido y alabar los éxitos de los demás cuando han hecho un buen trabajo, son otras buenas ideas para integrarnos y crear un buen clima laboral. Porque muchas veces, las buenas relaciones con nuestros compañeros y jefes, además de la satisfacción de un trabajo bien hecho, son una compensación mucho más gratificante que el salario. Tal y como hemos explicado antes, no debes relacionar tu felicidad con tu nómina a fin de mes. El dinero y los bienes materiales son necesarios para garantizarnos una buena calidad de vida, pero no debemos basar en ellos nuestra felicidad. Porque entonces siempre desearás más y nunca te sentirás realmente satisfecho con lo que tienes, ni valorarás las cosas realmente importantes en la vida. El dinero es importante, pero no esperes encontrar en él tu felicidad. No dejes que los bienes materiales dominen tu vida, porque ellas no te poseen. Tú posees a las cosas y solamente tú eres el dueño de tu felicidad.
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La felicidad de perseguir un sueño Escrito por Cristina García
El escritor brasileño Paulo Coelho tiene razón: “La posibilidad de realizar un sueño, es lo que hace que la vida sea interesante”. Porque los sueños son la esencia de la vida y el alimento del alma, lo que nos impulsa a continuar y nos llena de felicidad cada día. ¿Qué sería de la vida sin sueños? Todos tenemos metas profesionales o personales que soñamos con poder alcanzar algún día. Aunque los sueños no sirven de nada sin motivación, valor, confianza en nosotros mismos, perseverancia y también mucha esperanza. Son los ingredientes necesarios para un cóctel onírico en el menú de la felicidad. Así que no pierdas la esperanza ni abandones tus sueños en mitad del camino. ¡Ellos no lo harían! Es un error que cometen muchas personas cuando no obtienen los resultados que esperaban, por falta de ilusión o por culpa de los obstáculos. Y es que la desilusión y la frustración por no alcanzar lo que perseguimos nos aleja cada vez más de nuestros sueños, pero sobre todo de la felicidad que nos merecemos. Seguro que sabes de lo que estoy hablando, tal vez lo has experimentado hace poco o estás pasando por algo parecido ahora mismo. Si es así, memoriza este mensaje y llévalo siempre contigo, en tu equipaje del alma: “Créeme, valdrá la pena, yo sé por qué te hago esperar… Atentamente, El Destino”. Una frase que resume a la perfección la importancia de no rendirse y luchar por nuestros sueños. Como se dice en la película “El exótico hotel Marigold”, dirigida por John Madden: “Al final todo saldrá bien, y si no sale bien es que no es el final”. Un punto de vista muy optimista que deberá acompañarte a lo largo de tu camino. Plantéalo de esta forma: ¿no te gustaría saber qué habría pasado, si hubieras luchado un poco más por tus sueños? Nadie sabe con certeza lo que sucederá mañana, tal vez la vida tiene una sorpresa preparada para ti, que vuelve
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a llenarte de esperanza. Solamente hay que dar una oportunidad a los sueños y continuar un poquito más. Mientras tanto, esfuérzate por alcanzar tus metas, mantén el fuego de la ilusión siempre encendido, y lo más importante de todo: ¡Sé feliz! Porque la felicidad no es un destino al que tienes que llegar, sino una forma de viajar: ¿Subes al tren? Todas las personas están invitadas a este singular viaje, así que toma asiento y déjate llevar. Sin embargo, antes de emprender el viaje debes asegurarte de escoger el tipo correcto de sueño. ¿Por qué? La respuesta la encontramos en un revelador estudio publicado en la revista Proceedings of the Natural Academy of Sciences. En esta investigación, científicos de la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, descubrieron que nuestra felicidad influye en nuestros genes y en nuestras células, tanto como el estrés y la depresión. Un estudio que sorprendió a los propios científicos, al conocer el gran impacto que tiene nuestra felicidad a nivel físico y psicológico. Pero lo más sorprendente de todo viene ahora. Porque además del impacto que tiene la felicidad en nuestra salud física y emocional, hay que tener en cuenta el origen de esa felicidad. En este sentido, los científicos distinguen entre dos tipos de felicidad. La primera de ellas es en realidad una mera satisfacción personal, cuando buscamos algo que nos provoque placer sin ningún esfuerzo, como por ejemplo el chocolate. Pero no te engañes, porque esta felicidad dura poco. Mientras que el segundo tipo de felicidad es aquella que nace del esfuerzo de trabajar por un sueño o por ayudar a quien más lo necesita. Y esa es la auténtica felicidad, la de construir algo verdaderamente importante que dé significado a nuestra vida. ¿Ya tienes claro qué sueño quieres cumplir? En ese caso, ha llegado el momento de ponerse manos a la obra para alcanzarlo. Un objetivo académico, profesional o de superación personal. Visualiza qué quieres conseguir y cómo vas a lograrlo, porque estos pensamientos son los primeros pasos que te acercarán a tus sueños. Y, por lo tanto, también a tu felicidad.
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Los sueños personales Superar nuestros miedos, hacer frente a una enfermedad, ser mejor persona, dejar atrás un fracaso sentimental… Los sueños personales son muchos, muy diferentes y bastante complejos. Pero al igual que el resto de sueños, los personales también exigen automotivación, paciencia, tesón, constancia, valentía y perseverancia. Así que aléjate de los pensamientos negativos y de la gente tóxica, porque vas a necesitar una buena dosis de optimismo y de buen humor. Sé lo que estás pensando… Encontrar la motivación y la fuerza de voluntad necesaria para continuar, a pesar de los obstáculos, no es una tarea fácil. Si te encuentras en una situación parecida y estás muy cerca de abandonarlo todo, espera un poco antes de hacerlo. Antes de que esto suceda, tienes que conocer la increíble historia del cartero francés Ferdinand Cheval, que nació en una pequeña villa al sur de Francia, en 1836. Tal vez su nombre no te dice nada, pero te aseguro que recordarás su historia. Ferdinand Cheval podría haber sido un cartero francés más, si no hubiera sido por su increíble fuerza de voluntad, su gran talento y su firmeza por alcanzar el objetivo de su vida: el Palais Idéal (Palacio Ideal). Una impresionante construcción para la que invirtió nada más y nada menos que 33 años. Actualmente, la obra está considerada como uno de los mayores exponentes del arte marginal. Tanto así, que la construcción consiguió despertar el interés y la curiosidad de grandes artistas como el pintor malagueño Pablo Picasso, e incluso está declarada Patrimonio Cultural desde 1969. La historia de Ferdinand Cheval es el estímulo que cualquier persona necesita para encontrar la fuerza necesaria para continuar, incluso en esos oscuros momentos en los que pensamos que todo está perdido. Aleja esa idea de tu mente y sigue el ejemplo de este cartero francés. Durante 33 años, Ferdinand Cheval se dedicó a recoger piedras a diario mientras realizaba su ruta postal como cartero. Al principio recogía piedras pequeñas que guardaba en sus bolsillos, hasta que al final optó por transportar estas piedras en una carretilla. Y así, cada día, durante 33 años.
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Esta gran pasión por cumplir su sueño despertó las críticas y las envidias de sus vecinos, que lo tomaban por loco. Sin embargo, a pesar de los comentarios, Ferdinand Cheval no se rindió y continuó con su trabajo. ¿El resultado? Un castillo de una belleza excepcional que mezcla diferentes estilos arquitectónicos, con inspiraciones bíblicas y motivos de la mitología hindú. Y para que te hagas una idea del increíble sacrificio de Ferdinand Cheval, hicieron falta dos décadas para que nuestro querido cartero pudiera levantar los muros exteriores. Un esfuerzo recompensado algunos años después de su muerte, cuando artistas como Picasso y André Breton mostraron su interés por esta espectacular obra. Una historia realmente excepcional y motivadora, pero no la única. A lo largo y ancho de nuestro planeta tenemos numerosos ejemplos de personas que nos animan a continuar. Otra de ellas es la asombrosa historia de superación personal de Lizzie Velásquez. Seguro que has oído hablar de ella o has escuchado su discurso motivacional, porque ha revolucionado Internet. Elizabeth Ann "Lizzie" Velásquez es una escritora y oradora motivacional que sufre una enfermedad muy rara, que ha marcado por completo el rumbo de su vida. Lo que para cualquier otra persona sería una dificultad insuperable, para Lizzie Velásquez es en realidad una ventaja de la que aprender. Con 27 kilos de peso, ceguera en el ojo derecho y visión limitada en el izquierdo, nuestra protagonista no se rinde. Su lema es: “Deja de mirar, empieza a aprender”. Un ejemplo a seguir para todas aquellas personas que buscan excusas para no tener que arriesgarse, y que están demasiado preocupadas por su apariencia y por la opinión de los demás, en lugar de pensar en sus propios deseos e intereses. Durante su juventud, Lizzie Velásquez sufrió acoso escolar, intimidación y fue objeto de todo tipo de burlas por parte de sus compañeros. Sin embargo, nada de esto ha podido con su espíritu, sino todo lo contrario, su enfermedad se ha convertido es su mejor estímulo.
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Experiencias de las que ha aprendido y que comparte con el resto del mundo, para que otras personas en situaciones parecidas encuentren la motivación y la fuerza necesarias. Exactamente igual que ha hecho ella con una enfermedad que impide ganar peso y que obliga a Lizzie a alimentarse en pequeñas cantidades varias veces al día. Una enfermedad muy rara de la que únicamente se conocen dos casos en todo el mundo, y que ha servido para que nuestra protagonista valore las cosas verdaderamente importantes de la vida. ¿Y cuál es la lección que debemos aprender? Amarnos y respetarnos a nosotros mismos por lo que realmente somos. Porque al fin y al cabo, los años arrugan la piel pero no el alma, porque ella se alimenta de sueños, ilusiones, felicidad… Dos grandes ejemplos para encontrar la motivación, la fuerza y las ganas de luchar por lo que queremos. Porque si ellos pudieron alcanzar sus sueños y superar los obstáculos, ¿por qué tú no? No te infravalores, ya que esos pensamientos negativos de tu mente son un arma muy peligrosa que te aleja de tus sueños y de la felicidad. Nadie es mejor ni peor que tú, simplemente diferente. Y precisamente esas diferencias pueden ser la clave para alcanzar lo que persigues, tal y como han hecho nuestros protagonistas, Lizzie Velásquez y Ferdinand Cheval. Los sueños profesionales Para algunas personas, su trabajo es también su vida. ¿Quiénes? Los valientes que luchan por sacar adelante un negocio y se esfuerzan por trabajar en aquello que les gusta, sin dar importancia al aspecto económico, a las oportunidades laborales y a los obstáculos. Aunque para seguir nuestros sueños profesionales, hay que ignorar los comentarios de las personas tóxicas, tener una gran fuerza de voluntad y nada de miedo al fracaso. Vivimos una sociedad muy cómoda que nos educa para escoger el camino fácil. Es decir, un trabajo con oportunidades profesionales, que nos permita ganar dinero para llevar una vida aparentemente feliz. Y todo esto, incluso a costa de tener que trabajar en algo que realmente odiamos y renunciar a nuestros sueños.
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Y es entonces cuando surgen los problemas en el trabajo, la falta de motivación, el estrés, la depresión, la apatía, la desilusión…. Pasamos muchas horas en el trabajo con nuestros compañeros, clientes y jefes, que a menudo se convierten en nuestra segunda familia. Y por eso es tan importante escoger un sueño profesional que nos haga felices y nos motive. ¿Ya tienes el tuyo? Entonces seguro que sabes lo difícil que puede llegar a ser luchar por tus metas, incluso cuando parece que todo el universo conspira en tu contra. No pienses así, porque son tus imaginaciones. Para lograr nuestras metas profesionales, la actitud es casi tan importante como las personas de nuestro entorno. En realidad, no importa lo que hagas o las decisiones que tomes, porque a lo largo de tu vida conocerás a gente tóxica que intentará desmotivarte a golpe de crítica. Son todas esas personas que se empeñan en robarnos la ilusión, ya sea por envidia o porque ellos no tienen el valor suficiente para hacer realidad sus sueños. No dejes que te influyan estas emociones y pensamientos negativos, y vive tu vida sin pensar en las opiniones de los demás. Para alcanzar nuestros sueños también es muy importante aprender a lidiar con la palabra fracaso. Una palabra que, a pesar de su connotación negativa, no es tan mala como parece, ya que gracias al fracaso también aprendemos y maduramos a nivel personal y profesional. Y en este sentido, lo más importante es tener claro qué vamos a hacer con todas esas experiencias que hemos aprendido. Es decir, cómo vamos a utilizarlas en el futuro. Los fracasos son en realidad lecciones de la vida. Tienes que pensar que todos tus intentos son siempre un éxito. Para alcanzar los sueños profesionales, antes hay que intentarlo. ¿Te atreves? Tanto si estás pensando en emprender un negocio como si quieres retomar tu vida académica para estudiar lo que más te gusta, hay algo que debe acompañarte en todo momento: ¡el positivismo! Una actitud positiva es fundamental para alcanzar lo que perseguimos, porque el optimismo y la esperanza son antídotos contra la desesperación y la apatía.
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Sobre el optimismo se ha escrito mucho y ha dado lugar a todo tipo de opiniones, a favor y en contra. Aquellos que tengan dudas, deben saber que existen estudios psicológicos que demuestran los beneficios de tener una actitud positiva tanto en el trabajo como en nuestra vida personal e incluso a nivel emocional. Las pruebas que realizó el psicólogo C.R. Snyder, miembro de la Universidad de Kansas, entre estudiantes universitarios de Estados Unidos, demuestran los muchos beneficios que tiene el positivismo para nuestra salud y también para nuestros retos profesionales y académicos. Para llegar a estas conclusiones, el experto en psicología realizó diferentes pruebas entre los estudiantes. Al finalizar el estudio, los datos demostraron que los estudiantes con un Coeficiente Intelectual más alto no tenían los mejores resultados en las pruebas académicas. Por el contrario, los alumnos que estaban más motivados conseguían mejores notas, a pesar de que su coeficiente intelectual era más bajo. De esta forma, el psicólogo C.R. Snyder llegó a la conclusión de que lo más importante era la aptitud intelectual que marcaba las expectativas de los estudiantes. Un descubrimiento que no es nada nuevo, ya que todos sabemos que incluso la persona más brillante e inteligente del planeta no conseguirá lo que se proponga, si no se esfuerza en intentarlo. Los datos del estudio de la Universidad de Kansas se pueden aplicar perfectamente a nuestra vida profesional. Porque cada vez más empresas prefieren trabajadores motivados y con ganas de crecer, aunque su perfil profesional no sea el más adecuado para el puesto solicitado. Sin embargo, para alcanzar el éxito, debemos tener unas metas realistas y razonables, además de una gran perseverancia. Algunos profesionales van más allá y hablan incluso de la inteligencia emocional. ¿Sabes qué es? Es la capacidad de motivarnos, lidiar con las frustraciones, controlar los impulsos, evitar el desanimo, canalizar nuestros pensamientos negativos, empatizar con otras personas y pensar con claridad y racionalmente, aunque nos invada la angustia y el desánimo.
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Así es como resumen muchos psicólogos la inteligencia emocional, que es de vital importancia cuando queremos alcanzar nuestros sueños. Aunque la mayoría de las veces, somos nosotros mismos los que ponemos piedras en este camino. Unas piedras que tienen forma de pensamientos negativos y que deberás destruir de una vez por todas, porque no te van a dejar continuar. Y llegados a este punto, si hablamos de obstáculos tenemos que hablar también de la resolución de problemas o de cómo vamos a alcanzar nuestras metas profesionales. Y en este sentido, aprender a lidiar con los conflictos y miedos sigue siendo la asignatura pendiente de muchas personas. ¿Tienes claro cómo debes vencerlos? Algunos autores mencionan un método muy eficaz, que consiste en una serie de pasos que debemos realizar cuando nos enfrentamos a un obstáculo o cuando queremos alcanzar nuestros objetivos, tanto a nivel profesional como académico. El primer paso será hacer una reflexión que involucre sentimientos y emociones. ¿Cómo te sientes? Haz un análisis de tus sentimientos ante una determinada situación y también de las emociones de los demás, para intentar comprender el alcance de lo que persigues. También es muy importante reconocer la existencia de un problema, porque ignorarlo o encontrar culpables no servirá de nada. Lo mejor que puedes hacer es invertir toda esa energía en resolver tus dificultades. Y el mejor camino para conseguirlo consiste en marcarnos unos objetivos razonables y realistas. ¿Qué cosas puedes hacer? ¿Necesitarás ayuda? ¿Cómo pueden ayudarte los demás? Debes plantearte diferentes posibilidades y caminos, que te ayuden a resolver el problema o bien a alcanzar tus metas. Y entre todas estas alternativas, hay que reconocer la más adecuada y aprender a prever los posibles resultados y consecuencias de cada una de ellas. El camino para alcanzar sueños personales, académicos o profesionales es totalmente impredecible y está lleno de imprevistos, así que debemos estar bien preparados para la aventura. Porque algunas veces, seguir las recomendaciones
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y poner en práctica todo lo que hemos aprendido en las aulas no sirve de nada en el mundo real… Ya lo dijo Bill Gates, “la vida no es justa, acostúmbrate a ello”. Y es que el mundo de los sueños profesionales está lleno de emprendedores como Bill Gates y Steve Jobs, que son los que nos animan a continuar. Líderes que se diferencian del resto no solamente por su éxito, sino por sus aptitudes. Competencias como su capacidad creativa e innovadora, su valentía para asumir riesgos y aprovechar oportunidades, además de su versatilidad para adaptarse a los cambios y su persistencia por seguir luchando. En definitiva, no se nace emprendedor, sino que te conviertes en uno de ellos. Y aunque el camino no es fácil, todos sabemos que “los mares en calma no hacen buenos marineros”. Que se lo digan al creador de Apple, Steve Jobs, que además de emprendedor también fue un visionario que nos ha regalado muchas grandes lecciones para nuestra vida profesional y personal. El principal responsable de una de las marcas mejor valoradas y más valiosas del mundo, Apple, se ha convertido en un referente para todas las personas que se atreven a cumplir sus objetivos profesionales en la vida. Steve Jobs nos recuerda la importancia de persistir en nuestros intentos y de preocuparnos por los pequeños detalles, que son los que marcan la diferencia. Pero la perseverancia y la implicación en nuestro trabajo no sirven de nada, sin esa insaciable pasión por seguir aprendiendo. Una filosofía que Steve Jobs aplicó a lo largo de toda su vida. Tampoco olvides dejar a un lado el miedo antes de poner en marcha cualquier idea, proyecto, negocio o meta. Recuerda que el miedo forma parte de nuestras vidas y por eso hay que enfrentarse a él. Y en este sentido, Steve Jobs también nos regaló otra gran lección sobre el miedo y el fracaso, recordándonos que lo más importante es cómo asumimos nuestros errores y cuánto podemos aprender de ellos. La comunicación también es muy importante y nuestra mejor carta de presentación al mundo. Porque para vender nuestra marca personal y profesional, tenemos que convencer. Y para motivar y persuadir a otros, primero
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tenemos que convencernos a nosotros mismos. Es decir, confiar en nuestras capacidades. ¡Podemos lograrlo! Estas son algunas de las muchas aptitudes y habilidades que diferencian a los emprendedores del resto de profesionales. En mayor o menor medida, todos tenemos estas capacidades y no necesitamos salir a buscarlas. Lo más importante de todo es explorar nuestras virtudes y talentos escondidos, para sacarlos a la luz. Así que atrévete a sacar el máximo partido de ti mismo. La cuestión es que no todas las personas pueden lograrlo, ya que algunos profesionales necesitan un pequeño empujón. ¿Y cómo podemos conseguirlo? Llegados a este punto tenemos que volver a hablar de los cursos de coaching, que se han puesto muy de moda desde hace unos años. Teniendo en cuenta que existen diferentes tipos de cursos de coaching y también distintos métodos, conviene escoger correctamente el más adecuado para nosotros. Unos cursos que, por cierto, han dado lugar a todo tipo de opiniones a favor y en contra, debido al gran número de profesionales y de empresas que se dedican a este tema. Los cursos de coaching son tan populares que siempre hay algún listo que quiere aprovecharse para obtener dinero fácil… ¡No dejes que te engañen! Solamente tú tienes la llave para abrir la puerta de las oportunidades y lanzarte a la aventura, los entrenadores de coaching pueden ser el pequeño impulso que necesitas, pero el resto depende únicamente de ti. Y entonces, ¿qué es lo que nos impide dejar un trabajo cómodo en busca de una oportunidad mejor? La palabra mágica que responde a este tipo de preguntas es el miedo a dejar nuestra zona de confort y adentrarse en lo desconocido. En el mundo de la psicología y del coaching, la zona de confort es un término muy utilizado para explicar los límites que nos fijamos nosotros mismos, una vez que hemos creado un entorno agradable y un comportamiento que no implica demasiados riesgos. En otras palabras, limitaciones que nos impiden explorar otros mundos por miedo al riesgo y al fracaso, y que terminan construyendo nuestra propia personalidad.
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No dejes que esto suceda, porque si quieres atreverte a cumplir tus sueños profesionales o personales, vas a tener que abandonar tu zona de confort. Ten presente que es fuera de ella donde se cumplirán tus sueños… El miedo a lo desconocido y al fracaso te retienen en esta zona, así que deshazte de todos estos sentimientos. Consejos para una actitud positiva Todas las recomendaciones, las pautas y los ejemplos que te hemos propuesto a lo largo de este capítulo son una gran verdad, pero lo difícil es ponerlas en práctica. Supongo que a estas alturas, todos sabemos la importancia de tener una mentalidad positiva, no solamente para alcanzar nuestros sueños, sino también para ser felices y tener una vida más plena. La gran pregunta es cómo conseguir esa actitud positiva. La teoría es muy fácil y todos la conocemos, pero la práctica es el gran problema. ¿Cómo podemos ser positivos, incluso cuando parece que todo está en nuestra contra? ¿Qué debemos hacer cuando nos invaden sentimientos negativos que se apoderan totalmente de nosotros? Algunas personas tienen la suerte de nacer con una actitud positiva ante la vida. Un espíritu que tú también puedes tener, y para ello solamente debes educar a tu mente para que deje de ser tan perversa y te llene la cabeza con pensamientos negativos que crean una falsa interpretación de la realidad. Una visión negativa que no se ajusta en absoluto a tu vida. Para cambiar esto, existen algunas sencillas pautas que pueden resultarte de gran ayuda. Son pequeños hábitos que puedes incorporar a tu vida diaria y que te ayudarán a ver el mundo desde otra perspectiva. Costumbres tan simples como por ejemplo el lenguaje que utilizamos a diario. En este sentido, muchos autores hablan del lenguaje del éxito como una técnica interesante para fomentar una actitud positiva. Porque estamos muy acostumbrados a palabras generalistas, negativas y faltas de confianza. “Todo me sale mal”, “qué mala suerte tengo”, “debería hacerlo pero no puedo…”, “no sé si seré capaz…”, “todos los hombres son iguales”, y la lista continúa con muchos
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otros ejemplos de lenguaje negativo. Seguro que has pronunciado algunas de estas frases recientemente, porque todos lo hemos hecho alguna vez. Así que a partir de ahora, ha llegado el momento de intentar cambiar nuestras expresiones por otras más optimistas. Concentrarse en el presente y olvidarse de los errores del pasado es otra lección muy importante que también debes poner en práctica. Ya sé que dejar atrás malas experiencias, fracasos o recuerdos dolorosos no resulta nada fácil, pero torturarse pensando en ellos cada día no te aportarán nada bueno y además te impedirán avanzar. Ya lo dice el refrán, tropezar no es malo, pero encariñarse con la piedra sí. Otra lección que también debes entender es que la perfección no existe. Es decir, nadie es perfecto y los errores forman parte de la condición humana. Tener una actitud positiva no quiere decir que tengamos que pensar que el mundo es perfecto y que todo va a salir siempre bien. Algunas situaciones y experiencias escapan de nuestro control y debemos aceptarlas tal y como son. Lo que diferencia a una persona negativa de una positiva es la actitud al hacer frente a estas situaciones y también cómo aprendemos de ellas. Sin embargo, de nada sirve cumplir con todos estos consejos si al final nos rodeamos de personas negativas que nos transmiten todas sus inseguridades, problemas y pensamientos pesimistas. En otras palabras, la gente de nuestro entorno también juega un papel muy importante que influye en nuestros sentimientos y en nuestra mentalidad mucho más de lo que pensamos. ¿No te sucede también a ti, que algunas personas te roban tu energía y en cambio con otras podrías apuntarte a cualquier aventura? La explicación que defienden muchos autores y psicólogos sobre esta teoría, es que los seres humanos tendemos a relacionarnos con personas similares a nosotros. Por lo tanto, si te relacionas con personas negativas y pesimistas, te contagiarán todos estos sentimientos. Aprender, viajar y hacer cosas diferentes son otras grandes técnicas para dejar a un lado la negatividad. ¿Por qué? Porque aprender cosas nuevas y descubrir
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otros idiomas, culturas y paisajes, nos abre la mente y nos ayuda a ver el mundo desde otra perspectiva. A veces, incluso nos damos cuenta de que nuestros problemas y preocupaciones no son realmente tan importantes. También debemos evitar las comparaciones, que es otro problema de las personas negativas, que tienden a compararse con los demás. Nadie puede estar en la mente de otra persona para saber lo que piensa y siente. Por lo tanto, no debemos compararnos con nadie, ya que tu felicidad y tu bienestar no tiene que depender de nadie más que de ti mismo. En capítulos anteriores también hemos hablado en profundidad de pequeños detalles que también nos ayudarán a conseguir una actitud positiva en la vida. Tan fáciles de poner en practica como el ejercicio físico diario, una alimentación sana y equilibrada, disfrutar de nuestros hobbies y aficiones, pasar algo de tiempo con los amigos y la familia, y mostrar nuestro lado más solidario. Aunque existen otras muchas formas de incorporar algo de felicidad a nuestra vida diaria, que dependerán de cada persona. Porque la felicidad tiene muchos rostros…
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Bienestar, deporte y felicidad Escrito por Cristina García
-‐Claves para la felicidad (bienestar y ejercicio) ¿Cómo te sientes hoy? ¿A gusto contigo mismo, feliz y optimista? Hay días en los que te despiertas de buen humor, te miras en el espejo y eres feliz, te sienes con ganas de afrontar todos los retos que se crucen en tu camino. Y otros días, en cambio, parece que el mundo confabula en tu contra para que nada te salga como tú quieres. ¿Cuál es la receta mágica para sentirse bien? ¿Cómo podemos conseguir que el optimismo nos acompañe cada día al levantarnos de la cama? No existen fórmulas milagrosas ni recetas capaces de provocar esa felicidad, sin poner algo de nuestra parte. El único secreto está dentro de ti, en tu estilo de vida, en el deporte que practicas, en tu alimentación y en tu actitud. En realidad, es sencillo ser feliz, lo difícil es ser sencillo. Los pensamientos negativos, los problemas de la vida cotidiana, las personas tóxicas que nos contagian su mal humor, el estrés, la ansiedad, los complejos, las malas experiencias… ¿Cómo podemos escapar de todo este malestar y concentrarnos únicamente en vivir, disfrutando al máximo de los pequeños placeres de la vida? Pues por ejemplo, con la ayuda del deporte y con un estilo de vida saludable. Los expertos nos recuerdan la importancia del deporte en nuestra vida. De hecho, la actividad física es la mejor medicina contra muchos males, tanto físicos como psicológicos. Porque la sensación de bienestar y satisfacción, una vez que hemos terminado nuestra sesión deportiva, es la clave del bienestar y de la felicidad que todas las personas necesitamos cada día en nuestras vidas. Para muchas personas, el secreto de una vida plena se encuentra en los detalles, porque los pequeños detalles son los que hacen la vida mucho más agradable. ¿Y de qué detalles estamos hablando? Por ejemplo, practicar deporte de manera regular, disfrutar de una alimentación saludable, del cariño de nuestros seres
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queridos, de la compañía de nuestros mejores amigos, del amor de nuestra pareja… Todo depende de las prioridades de cada persona. Aunque además de todas estas pequeñas raciones de felicidad, también tenemos que poner algo de nuestra parte con una actitud positiva. Y es que las personas optimistas suelen ser más felices y además atraen cosas buenas. Es lo que algunos autores llaman la Ley de la Atracción. ¿Has oído hablar de ella? Seguro que sí, porque se ha puesto muy de moda desde hace unos años. Una ley que por cierto ha dado lugar a todo tipo de opiniones, a favor y en contra. ¿Y qué es exactamente? La Ley de la Atracción confía en la buena energía que nos rodea y que nosotros mismos provocamos con nuestros pensamientos y con nuestras acciones positivas. Sin duda, la clave para atraer cosas buenas. Podemos creer o no en esta ley, ya que en cuestión de opiniones no haga nada escrito, pero una cosa está muy clara: los pensamientos negativos son uno de los obstáculos más importantes de nuestra vida, porque ellos nos impiden alcanzar lo que queremos. Y es que el primer paso para lograr algo es pensar que podemos conseguirlo. Entonces, ¿qué nos impide alcanzar nuestra felicidad? Desde las personas negativas de nuestro entorno, hasta problemas económicos, enfermedades, pérdida del trabajo, desamores y otras veces, nosotros mismos, pensando que no podemos conseguir algo y llenando nuestra mente con posibles realidades negativas que ni siquiera han sucedido todavía… Superar los obstáculos y los errores que se presentan en nuestras vidas, además de gestionarlos para aprender de ellos, es clave para alcanzar un estado de felicidad. ¿Te apuntas a ser feliz? Si tu respuesta es que sí, tienes una cita con el deporte. Descubre por qué la actividad física puede hacerte tan feliz. -‐ Deporte y felicidad Más deporte, más felicidad y menos depresión. Así de fácil es esta receta del bienestar. Y la explicación es mucho más sencilla de lo que parece. Según los científicos, el deporte estimula una glándula que se encuentra en nuestro cerebro y que es la responsable de liberar endorfinas en nuestro organismo.
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¿Y qué son las endorfinas? Estas pequeñas proteínas actúan como neurotransmisores de placer y crean además una sensación de felicidad y de bienestar, que se manifiesta después de practicar deporte. Unos neurotransmisores que también están relacionados con otras sensaciones como por ejemplo la energía y la euforia. Pero además, está demostrado que las endorfinas también alivian el dolor y fortalecen el sistema inmune. Esto explica que cada vez más hospitales incorporen talleres de risoterapia para los pacientes con enfermedades crónicas. Este es el caso, por ejemplo, del psicólogo Roberto Brioschi, del Departamento de Dolor y Medicina Psicosomática de una clínica de Suiza, que demostró que las terapias basadas en el humor tenían efectos positivos en la salud de los pacientes. Una teoría que él mismo pone en práctica con éxito en su clínica de Suiza. Aunque algunos científicos van más lejos y afirman que la actividad física puede tener efectos similares e incluso mejores que algunos fármacos. Aunque todo esto depende del estado de salud y de la enfermedad del paciente, por lo que no debemos llevar todas estas conclusiones hasta el extremo. Y en este sentido, otro aspecto importante que también debemos tener en cuenta es el tipo de deporte que practicamos y la condición física en la que nos encontramos. Cabe recordar que algunos deportes de alto impacto para nuestro cuerpo, como salir a correr, no se recomiendan para personas que sufren viejas lesiones, que tienen molestias o enfermedades crónicas. Así que para aprovechar al máximo los beneficios del deporte en nuestra salud física y psicológica, es muy importante escoger la actividad física adecuada, teniendo en cuenta nuestra condición física y nuestras limitaciones. Cualquier deporte puede ayudarnos en nuestro camino hacia la felicidad, siempre que lo practiquemos correctamente. ¡No lo olvides! Una actividad física moderada para las personas que hace tiempo que no practican deporte, o un ritmo más intenso si eres un deportista avanzado. ¿Ya sabes qué tipo de ejercicio te conviene?
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Desde el deporte aeróbico como la bicicleta, hasta actividades beneficiosas para la mente, como Yoga, Pilates o Tai-‐chi, o incluso deportes en grupo para disfrutar de la compañía de nuestros amigos o familiares. Lo importante es practicar deportes adaptados a nuestra forma física y a nuestra edad, con objetivos realistas y que además nos estimulen. Porque la actividad física tiene que hacernos felices, no convertirse en una obligación. Así que disfruta de tu deporte favorito a ritmo de la mejor música, al aire libre y en la mejor compañía. ¿Se te ocurre una medicina mejor para el alma? Pero no solamente para nuestro estado de ánimo, sino también para prevenir la depresión, la tristeza e incluso contra enfermedades cardíacas. Por ejemplo, ¿sabías que tan solo 30 minutos de ejercicio moderado al día, como salir a caminar, puede ser muy beneficioso para nuestro corazón? Y aquí no termina todo, ya que el deporte también nos ayuda a controlar el nivel de azúcar de nuestro cuerpo y es vital para reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con la diabetes. Si padeces este tipo de enfermedades y molestias, el deporte puede ayudarte mucho, siempre y cuando escojas la actividad física perfecta para ti. Ante cualquier duda, puedes consultar tu médico. ¿Otros buenos motivos para realizar ejercicio? Los expertos en salud también nos recuerdan que practicar deporte ayuda a reducir la tensión arterial, eliminar los kilos que nos sobran, superar mejor el estrés y la ansiedad, liberar tensiones acumuladas, mejorar la calidad del sueño, incrementar la fuerza de nuestros músculos, aumentar la elasticidad articular y muscular, prevenir la osteoporosis, reducir el deterioro muscular por culpa del envejecimiento, recargar nuestro cuerpo con energía, disminuir la agresividad y prevenir la depresión. En definitiva, la actividad física frecuente es clave para prevenir muchas enfermedades, aumentar nuestro bienestar y felicidad, alejando de nuestra vida los síntomas derivados de la depresión y la tristeza. Y todo esto gracias a la liberación de endorfinas que produce nuestro cerebro cuando practicamos deporte, y que envían un mensaje muy importante a todo nuestro cuerpo. Se trata del mensaje de la felicidad y del bienestar. Y todo esto sucede mientras te mueves…
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Desde luego, parece increíble que algo tan accesible para cualquier persona como el deporte tenga innumerables beneficios para nuestro cuerpo y nuestra mente. Pero efectivamente, así es. El deporte es vida, salud, bienestar y también diversión. Así que sal, muévete, exprésate con tu cuerpo, disfruta, ¡y baila! Porque el baile, al igual que cualquier otra actividad deportiva, también tiene muchos beneficios para la salud física y emocional. ¿Preparado para hacer deporte y ponerte en forma? Tienes unos cuentos motivos para hacerlo. Y después de una buena sesión de ejercicio físico, es el momento de disfrutar de un menú sabroso y muy saludable, con el que puedas recargar tus energías, recuperarte y aumentar todavía más esa sensación de bienestar. Bon appétit. -‐ Bienestar y alimentación Hay un refrán que dice que somos lo que comemos. Así que si no te gusta lo que tienes en la despensa de tu cocina, ya va siendo hora de hacer la lista de la compra y empezar a comer más sano. Porque nuestra alimentación es clave para prevenir enfermedades, para llevar una vida saludable y también para mejorar nuestro estado de ánimo. Aunque no te lo creas, los alimentos que tienes en la despensa de tu cocina influyen en tus emociones. Al principio de este capítulo hablábamos de algunos ingredientes clave en la receta de la felicidad. Porque además del deporte y la alimentación, hay otros aspectos que influyen en nuestra dosis diaria de bienestar. ¿Por ejemplo? La familia, los amigos, la pareja, e incluso nuestros hobbies y aficiones. Pero empecemos por el principio, es decir, por nuestra alimentación. ¿Cómo y cuánto pueden ayudarnos los alimentos que tenemos en la despensa? En opinión de los expertos, nuestra dieta puede ayudarnos mucho más de lo que pensamos, así que toma buena nota de algunos alimentos que debes anotar en tu lista de la compra. Según Sandra Marín, Directora de Investigación y Desarrollo de Weight Watchers, la dieta de la felicidad existe y puede ayudarnos mucho más de lo piensas. Porque los alimentos también tienen un poder terapéutico que consiguen reducir la ansiedad, el estrés y aumentar nuestro bienestar.
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En este sentido, los expertos relacionan los alimentos que consumimos con nuestro estado de ánimo. ¿Y cómo explican esta relación? Gracias a las proteínas, minerales, vitaminas y nutrientes, que nuestro cuerpo absorbe a través de los alimentos. Como ves, todo tiene una base científica. Una relación que los expertos han conseguido demostrar a través de diversos estudios, que evidencia que una dieta con déficit de nutrientes puede provocar irritabilidad, cansancio, falta de atención, problemas de concentración o apatía, entre otros muchos síntomas que repercuten en nuestra salud física y también emocional. Ahora bien, ¿qué alimentos son capaces de mejorar nuestro humor y ayudarnos a ver el mundo con un punto de vista más optimista? Para levantar nuestro ánimo y recargar nuestro cuerpo con energía, no olvides apuntar en tu lista de la compra espinacas. Su alto contenido en ácido fólico es, según los expertos en nutrición, un gran aliado contra la depresión. Al igual que los ácidos grasos omega-‐3, que se encuentran en alimentos como el atún y el salmón, que nos ayudan a levantar el ánimo. En nuestro menú para el bienestar diario, tampoco debe faltar la vitamina C, porque ayuda a calmar el nerviosismo y a controlar el mal humor. Como detalle curioso, no te olvides de los plátanos, que tienen un efecto sedante para el cerebro y nos ayudan a dormir mejor. Por eso algunos nutricionistas nos recomiendan consumir plátanos antes de ir a la cama. No olvidemos que dormir bien es fundamental para estar en plena forma y con las pilas cargadas al día siguiente. Y para esos días en los que te falta energía y no te sientes con ánimo para hacer nada, la canela puede ser un gran aliado. Generalmente, cuando estamos con poco ánimo, nuestro nivel de azúcar es menor, por lo que en determinados momentos se recomienda consumir alimentos ricos en azúcar. Llegados a este punto, si hablamos de azúcar, tenemos que hablar inevitablemente del chocolate, que es uno de los estimulantes más importantes que existen. Pero, ¿por qué? Los científicos han descubierto que el chocolate
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contiene una sustancia llamada feniletilamina, que tiene efectos positivos en nuestra mente. Un descubrimiento que todos intuíamos, ya que siempre se ha considerado al chocolate como una deliciosa fuente de felicidad. Por lo menos para algunas personas, porque a otras no les gusta el chocolate… ¡Más para los demás! Aunque dejando a un lado los dulces, los expertos en nutrición también nos recuerdan la importancia de hidratar nuestro organismo por dentro bebiendo agua, siempre que nuestro cuerpo lo necesite. Por ejemplo, ¿sabías que beber agua es un remedio natural muy eficaz contra el dolor de cabeza? ¿Y sabías también que el agua mejora la productividad en el trabajo, además de aliviar la fatiga? Todos estos síntomas son el reflejo de una mala hidratación en nuestro cuerpo, que tiene efectos negativos en nuestro estado de ánimo y en la salud. Al final, todo tiene una explicación y todo está relacionado. Y ya que estamos hablando de bebidas, vamos a hacer un pequeño alto en el camino para aportar un dato muy curioso, que interesará especialmente a los amantes de la cerveza. Al parecer, según un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, la cerveza también consigue hacernos felices. La explicación científica es que el sabor de la cerveza libera dopamina en el cerebro. Un neurotransmisor que influye en gran medida en nuestro cerebro, por ejemplo, estimulando el humor, la atención y el aprendizaje. Pero además, este neurotransmisor también es responsable de muchos sentimientos de placer y satisfacción. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores de la Universidad de Indiana analizaron a 49 hombres voluntarios que tuvieron que realizar dos sencillas pruebas. En la primera, los participantes tuvieron que degustar una cerveza, y en la otra, una bebida isotónica. Los científicos compararon los resultados de estas dos pruebas, llegando a la conclusión de que los niveles de dopamina eran mayores con la cerveza que con la otra bebida.
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¿Te ha parecido interesante? Seguro que a partir de ahora empiezas a vigilar con más cuidado tu dieta, porque está en juego tu salud física y mental. Pero no solamente los alimentos que consumimos son importantes, sino también con quién compartimos nuestra mesa. Porque el entorno que nos rodea influye en nuestro bienestar y en nuestra felicidad, es decir, la familia, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo o de clase, y la pareja. Y llegados a este punto del capítulo, nos vamos a poner muy románticos. Digo esto porque el amor también nos hace más felices y optimistas. En sus muchas formas, el amor influye en nuestra felicidad, tanto el amor de la familia como el de la pareja o los amigos. Y es que rodearse de las personas adecuadas es fundamental para alcanzar esa sensación de bienestar en nuestras vidas. Porque muchas veces, la compañía es la mejor terapia que existe para afrontar las malas experiencias, los errores y los problemas. ¿Verdad que te sientes más feliz y a gusto contigo mismo, cuando compartes con personas de confianza tus dudas? Y del mismo modo que hay personas positivas que nos transmiten buenos sentimientos y pensamientos, también existen personas tóxicas de las que debemos alejarnos. Aunque algunas veces, esas personas tóxicas somos nosotros mismos cuando llenamos nuestra mente con pensamientos y emociones negativas. Imaginamos realidades que todavía no han sucedido y hacemos nuestra propia interpretación de la realidad, condicionados por experiencias anteriores, miedos, complejos o por comentarios de terceras personas. Y sucede que, finalmente, estamos tan influenciados por esas emociones y pensamientos negativos que se crean en nuestra mente, que confundimos la auténtica realidad y malinterpretamos lo que ocurre en nuestro entorno. Así que no saques conclusiones precipitadas y no permitas que las experiencias del pasado influyan negativamente en tu felicidad actual. ¿Quieres ser feliz, pero no te atreves? ¿Crees que no te lo mereces? ¿Temes perder esa felicidad y esa angustia no deja disfrutar del presente? El secreto para ser feliz y disfrutar del día a día se encuentra en tu interior, pero recuerda que solamente tú tienes la llave. ¿Te atreves a abrir la puerta y asomarte? Todos necesitamos un pequeño empujón de vez en cuando, así que si quieres derribar los muros que has
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construido tú mismo y que te impiden ver el sol, no te pierdas algunos trucos que te ayudarán a echarlos abajo. Tal vez en lugar del sol, descubres algo mejor todavía, como las estrellas… -‐Consejos para ser más felices ¿Te has parado a pensar alguna vez, qué te impide ser feliz? Algunas personas, incluso teniéndolo todo, son infelices. Entonces, ¿qué nos impide disfrutar de nuestra vida? En realidad, estas emociones son mucho más frecuentes en nuestra sociedad de lo que pensamos. Resulta curioso descubrir que algunas personas son felices, a pesar de no tener casi nada, mientras que otras, teniéndolo todo, son profundamente infelices. ¿Qué produce estas emociones? La respuesta depende de cada uno. Algunas personas se sienten culpables, como si esa felicidad fuera un pecado, y otras piensan que en realidad no merecen ser felices. Todas estas emociones son compartidas por muchas personas en diferentes rincones del mundo y son grandes obstáculos que dificultan alcanzar la felicidad que todos nos merecemos. Superar todos estos pensamientos negativos no resulta nada fácil, pero si queremos ser felices y disfrutar de la vida, tenemos que dejar de torturarnos con estas falsas creencias. ¿Por qué piensas que el problema eres tú? ¿Por qué crees que no mereces ser feliz? Todos tenemos derecho a la felicidad. Solamente tenemos que aprender a disfrutar de los pequeños placeres de la vida. El primer paso y uno de los más importantes para alcanzar esa felicidad es cambiar nuestra forma de pensar y también nuestro estilo de vida. Un cambio de actitud que debe nacer dentro de ti, así que prepárate para un viaje de autodescubrimiento. Pero no pienses en la felicidad como en un destino, sino como más bien en un camino a seguir. Y como no hay dos personas iguales, cada uno de nosotros debe encontrar aquello que le hace feliz. Tal y como explicábamos al principio de nuestro capítulo, la felicidad se encuentra en los pequeños detalles y en nuestros hábitos
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cotidianos, que son los que hacen la vida mucho más bonita. Y una vez más, los científicos tienen la respuesta. Investigadores de la Universidad de Florida, de la revista especializada Journal of Potisitive Psychology y de la Universidad de Arizona, nos recomiendan una serie de hábitos y costumbres que son capaces de atraer la felicidad a nuestras vidas. Según los científicos, una actitud altruista y solidaria es una de las mejores formas de alcanzar la felicidad en nuestras vidas. Compartir y ayudar desinteresadamente a las personas que más lo necesitan es una poderosa fuente de felicidad. Desde el gesto más sencillo como ceder nuestro asiento en el autobús, hasta las labores de voluntariado. No olvides que la solidaridad tiene muchos beneficios emocionales que influyen en nuestra felicidad. Otro ejemplo que demuestra la importancia de rodearse de las personas adecuadas. ¿Recuerdas que a lo largo del capítulo hemos hablado de las personas tóxicas? Pues el estudio publicado en la revista especializada British Medical Journal nos da la razón. Al parecer, rodearse de personas negativas, estresadas, con mal humor o deprimidas influye negativamente en nuestro estado de ánimo. Aunque no hace falta recurrir a ningún estudio científico para llegar a esta conclusión. Así que ha llegado el momento de empezar a ser más selectivo con las personas de nuestro entorno. Y si tú eres una de esas personas tóxicas, ¡es el momento de cambiar el chip! Porque, según la revista británica, rodearse de personas positivas aumenta en un 15% nuestras posibilidades de felicidad. Pero aquí no terminan los buenos hábitos para ser más felices. Los investigadores también nos recomiendan experimentar cosas nuevas que hasta el momento no hemos tenido la oportunidad de probar. Sin duda, una buena forma de incorporar una pequeña dosis de felicidad a nuestras vidas, es decir, descubriendo cosas hasta ahora desconocidas, que pueden despertar nuevas pasiones en nuestro interior. ¿Y qué tipo de cosas diferentes podemos hacer? Tal vez sea un buen momento para apuntarnos a algún curso de baile, de guitarra, clases de cocina, Pilates, yoga o clases de pintura… Seguro que tienes alguna
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afición o talento que siempre has querido explotar, pero nunca te has atrevido a hacer. Ahora puede ser un buen momento para empezar a probar cosas nuevas… Viajar también es otra forma de abrir nuestra mente, eliminar barreras que nosotros mismos hemos construido, y también para ver el mundo desde otra perspectiva. A veces viajar nos ayuda a comprender que nuestros problemas no son tan importantes. Pero esto no quiere decir que tengamos que compararnos con nadie, ya que nuestra felicidad solamente depende de nosotros mismos. Aunque te resulte curioso, los científicos también coinciden en que las mascotas son una gran fuente de felicidad. Si tienes algún perro o gato en casa, seguro que estás de acuerdo con este dato. Una conclusión que está demostrada científicamente, a través de un estudio realizado por dos biólogos y publicado en la revista especializada, New Scientist. Al parecer, nuestras mascotas liberan oxitocina en nuestro cerebro, que se conoce también como la hormona del amor. Una hormona capaz de disminuir el estrés, prevenir la depresión y mejorar la confianza de las personas. El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos corrobora estos datos y afirma que los dueños de perros se encuentran menos estresados que el resto de personas, y superan más fácilmente las situaciones difíciles de su vida. Pero además, nuestras metas, nuestros sueños personales y nuestro trabajo también son muy importantes para incorporar algo de felicidad a la vida. Aunque de todos estos aspectos hablaremos más adelante en otros capítulos. Así que volviendo al tema que nos ocupa, para disfrutar de un estilo de vida saludable, dormir bien y las horas necesarias también es muy importante para rendir más y ser más felices. Es muy frecuente que después de una mala noche, nos sintamos más negativos. Una relación que existe y se apoya en datos científicos. Según diversos estudios, las personas que tienen problemas para dormir, suelen recordar con más intensidad las experiencias negativas y tienden a olvidar más fácilmente las cosas positivas. Y a todo esto habría que añadir también, que la falta de horas de sueño influye negativamente en nuestro humor.
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Toda esta relación entre la calidad del sueño y nuestro bienestar se explica en un experimento científico realizado por los investigadores Po Bronson y Ashley Merryman, y publicado en NurtureShock. El estudio consistió en pedir a un grupo de universitarios, que fueron privados del sueño, que memorizaran una lista de palabras. Las conclusiones de la investigación fueron muy claras, ya que los participantes lograron recordar el 81% de las palabras negativas, frente al 31% de las palabras positivas. En definitiva, la calidad y las horas de sueño son muy importantes para rendir bien cada día y también para disfrutar de una buena calidad de vida. Aunque también hay pequeños detalles que pueden ayudarnos a afrontar el día con mejor humor. ¿Por ejemplo? Salir a la calle con frecuencia, sonreír más, disfrutar de las plantas y de la naturaleza, planear algún viaje, ser agradecidos, meditar, ver una buena película, una charla con un amigo de confianza, un baño con espuma, nuestro postre favorito e incluso escuchar buena música. De hecho, aunque te parezca un detalle poco importante, la música y la felicidad también guardan una relación mucho más estrecha de lo que piensas. Y de nuevo, los científicos responden a nuestra curiosidad. Está demostrado que la música ayuda a concentrarnos, siempre y cuando nos guste lo que estamos escuchando. Por si fuera poco, la música también evita distracciones y aumenta nuestra autoestima, ya que a menudo nos ayuda a reemplazar necesidades afectivas. Y el ejemplo perfecto de todo esto es el éxito que tienen las terapias basadas en la música para superar determinadas experiencias o para mejorar nuestras habilidades sociales y personales. La música forma parte de nuestra vida y a veces es el lenguaje del alma, así que no te prives de ella. Sin embargo, hay que recordar que existen diferentes tipos y grados de felicidad. Porque algunas veces, solamente buscamos una satisfacción personal en la música o en la comida, y otras, en cambio, queremos una felicidad más completa que nos ayude a dar sentido a la vida. Aunque esto no quiere decir que debamos privarnos de algún pequeño placer diario si nos apetece y nos hace feliz. Recuerda que la vida es corta y hay que disfrutarla mientras podamos.
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Y seguro que a estas alturas ya te habrás dado cuenta de que la calidad de vida es determinante para garantizar nuestra felicidad y bienestar. ¿Y qué entendemos por calidad de vida? En definitiva, el bienestar comienza con una alimentación sana y equilibrada, deporte diario para liberar el estrés y lidiar mejor con los problemas, buena compañía con las personas adecuadas, dormir bien y las horas necesarias, abandonar hábitos de vida poco saludables como el tabaco, sonreír más, ayudar a los demás, dejar a un lado los rencores, expresar nuestras emociones, quererse a uno mismo, perseguir nuestros sueños, cambiar todas aquellas cosas de la vida que no nos gustan, amar a quienes lo merecen y confiar en nuestras posibilidades. Y es que nuestro bienestar depende de muchas cosas diferentes, no solamente de nuestros hábitos de vida, sino también de la personalidad de cada uno. A ti, ¿qué te hace feliz? Para responder a esta pregunta, necesitas conocerte muy bien, así que tal vez haya llegado el momento de empezar a descubrirte. ¿Te atreves? ¡Manos a la obra!
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Amor de pareja y felicidad Escrito por Ana Isan
"En el amor no se necesita ser perfecto, sólo se necesita ser verdadero". Son palabras que brotaron del alma, y luego subieron hasta los labios, sensuales labios de Marilyn Monroe, una auténtica diosa de la belleza y la seducción de nuestro tiempo. Lejos del estereotipo de rubia tonta y superficial, en ella latía esa sabiduría innata que sólo emana de quienes buscan la auténtica felicidad a través de un amor genuino, eterno y llameante, en el que caben por igual la ternura y la pasión desbordada, como dos caras de una misma moneda. Definir el amor de forma concreta, más allá de ese haz de luz que insufla vida, que nos hace sentir que todo es perfecto dentro de su imperfección, es tan complicado como intentar encontrarle un único significado al concepto de felicidad. ¿Pero, qué es el amor? La pregunta hechiza con su poesía, enternece huérfana de respuesta e invita a soñar. Queda suspendida sobre las ramas de los almendros en flor alzándose hacia un frágil cielo azul, acompañada sólo por su propio eco. Y es que, como ocurre con el encanto y la magia inconfundible de la misma Marilyn Monroe, cuando cobra forma y echa a andar, el amor es algo único. No se parece a nada y a nada puede compararse, y precisamente en ello reside su fuerza inconmensurable. Porque el amor de pareja, ese gran tema universal del que tan poco sabemos en realidad, inasible e inefable por definición, se siente de mil y una maneras, tantas como seres humanos hay y hubo en el planeta e instantes caben en una vida. Como un caleidoscopio que va variando su prisma, fascinante y embelesador, el amor nos atrapa en un mundo perfecto ante nuestros ojos, mágico, que se nos antoja de auténtica fantasía. Podemos ver sus multicolores reflejos de forma confusa, o quizá con meridiana claridad, poseídos por un turbador ímpetu rayano en la locura o atraídos por su encanto, igualmente arrebatador.
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Dentro del amor de pareja caben muchos tipos de sentimientos que habitan el mundo real o en el reino de los sueños, donde casi todo es posible con osadía y sin miedo a volar. Las sensaciones son pura ambrosía caída del cielo. Nacen, crecen, mueren, se confunden, se excluyen cobrando vida propia, se suceden en un baile de vida que nos subyuga y nos maravilla: desde el agridulce deleite que proporciona un amor platónico, hasta esa mágica sensación de tener mariposas en el estómago, el amor pasional que nubla el sentido o ese amor tranquilo, que se vive de forma pausada, sin ese ímpetu incendiario, pero no por ello menos feliz. E igualmente, el amor puede provocar una desazón que nos lleve a un callejón sin salida, aquello que ya expresó el poeta Jorge Manrique en el prerrenacimiento: "Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio; contigo, porque me matas y sin ti, porque me muero", y también U2, hace casi tres décadas, en su canción “With or Without you”. ¿Pero, sea o no correspondido, llegue o no a buen puerto, el amor es realmente puro, superior al amor que sentimos por nosotros mismos y, en suma, es el amor de pareja proveedor de felicidad? Decía Oscar Wilde que "el único amor consecuente, fiel, comprensivo, que todo lo perdona, que nunca nos defrauda, y que nos acompaña hasta la muerte es el amor propio". ¿Acaso entonces es que el amor de pareja no alude sino una manera de sobrevivir, de alimentar ese ego personal? Sería, entonces, un mecanismo de supervivencia, sin más, instinto o propensión grabado en los genes, un simple impulso escrito en las estrellas que poco tiene que ver con el amor de pareja entendido como un acto mágico y altruista, en fin. Casi un siglo antes que el celebérrimo novelista dublinés, Voltaire ya expresó algo parecido. Fue a finales del siglo XVII, cuando manifestó su visión del amor hacia uno mismo como predominante, puro atavismo y hasta fundamento último de la moral: "El amor propio, al igual que el mecanismo de reproducción del género humano, es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo".
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Sea cuestión de supervivencia o un amor desinteresado, -‐sentimiento egoísta o, en las antípodas, un amor que lo da todo, que prefiere amar a ser amado es decir, lo que entendemos como amor romántico y monógamo-‐, el amor de pareja como concepto no es sino una construcción cultural. ¿Pero acaso no existió el amor desde que el mundo es mundo? ¿El corazón y la razón dependen entonces de nuestra cultura, del mundo que nos rodea, aquí y ahora, de algo externo a ese terremoto, a esa locura de amor que es universal y que, por supuesto, no entiende de razones? Nuestro aquí y ahora, es decir, la idea de amor propia de la cultura occidental es la que a nosotros nos importa. No en vano, eso que entendemos como arte de amar de ella proviene y a ella se debe. Se trata de un concepto inventado por los trovadores en el medioevo, que contempla el amor de un modo por aquel entonces inédito, lejos del yugo de los casamientos que sólo perseguían el interés de conservar y sumar haciendas o, cómo no, del mítico derecho de pernada, un uso y costumbre que también se ejercía en ciertos momentos y lugares. Como un rayo de luz en medio de la noche, aquel amor recién nacido que cantaban los poetas líricos por calles y plazas sonaba a música celestial. Era algo nuevo, prohibido, excitante y pleno, que prometía el paraíso, una auténtica explosión de las hormonas de la felicidad, un fin en sí mismo. Un estallido de deseo y emociones, liberadas al fin, que se planteaba dentro de un contexto fundamentalmente extramatrimonial. Aquellas obras trovadorescas que proponían un arte de amar tan revolucionario fueron el germen de un sistema que fue desarrollándose, creciendo de un modo imparable, hasta la actualidad. La mecha prendió, simplemente, porque el caldo de cultivo era idóneo, una sociedad reprimida, deseosa de amar sin barreras, hasta ir convirtiéndose "en un sistema coherente, aunque dotado de múltiples variaciones", según afirma Jean Verdon, profesor de la Universidad de Limoges, en su ensayo "El amor en la Edad Media. La carne, el sexo y el sentimiento".
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"¿Qué es el amor sino un deseo de disfrutar con pasión los abrazos furtivos y secretos?", dice uno de los personajes de "De arte honeste amandi" de Andreas Capellanus, un clásico del género amoroso publicado hacia 1180. Eran los primeros destellos de un amor que había emergido pero que al tiempo seguía escondido, todavía naufragado y a la deriva bajo un cielo que siempre amenazaba tormenta. Pero ese sol alcanzará su cénit y brillará con toda su intensidad, sólo será cuestión de tiempo que suceda. En la época clásica, sin embargo, la felicidad que nos trae el amor más arrebatado, pasión pura, fue un tema recurrente en la literatura, con su correspondiente cruz, el sufrimiento que ello conlleva. Encontramos un ejemplo soberbio en el "Arte de Amar" (Ars Amandi), una de las obras más conocidas del poeta romano Ovidio, publicada entre los años 2 a. C. y 2 d. C., cuando escribe: “(...) yo me someteré al amor aunque me destroce el pecho con sus saetas y sacuda sobre mí sus antorchas encendidas”. Someterse a un amor como el que dibujan los latinos, recogiendo los ecos del mundo griego, ese sentimiento omnipotente, encendido y descontrolado, con su cara y su cruz, es en realidad algo muy similar a lo que supone el amor trovadoresco. Tanto es así que cuesta admitir la validez del pretendido nacimiento del concepto del amor en el medioevo. No es nuestro interés dilucidar este extremo, pero quede apuntado que el origen del amor es objeto de debate científico y, a la misma vez, no cabe duda de que la institución del matrimonio y el sentimiento amoroso de pareja se han movido de forma divergente durante siglos, y aún hoy, a pesar de estar mal visto, los matrimonios por interés abundan más que las setas en la otoñada. En el lado opuesto al amor en estado puro encontramos ese témpano de hielo que es la indiferencia, la falta de amor con premeditación y alevosía o, quizá todavía peor, acompañada o incluso provocada por una ignorancia sobre su misma existencia, por un total desinterés sobre su embrujo transformador, sus recovecos, pliegues y dibujos fascinantes.
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En demasiadas ocasiones, como todos hemos comprobado una y mil veces, no se concede atención a ese sentimiento extraordinario, único, infinito, que mueve el mundo y da sentido a la existencia. Se obvia su capacidad de mover montañas, de hacer sentir, gozar y sufrir hasta límites insospechados. De nada sirve engañarse. En el mundo real, que no ideal ni idealizado, no todas las personas entienden el amor como un fin en sí mismo ni, por lo tanto, están dispuestas a amar con entrega y devoción, a buscar la felicidad de la mano de ese ser especial, elegido, amante y amado con total vocación de eternidad, aunque luego el destino provea. Al margen de contextos históricos, de creaciones culturales que determinen nuestra forma de ser y amar, desde la noche de los tiempos siempre ha habido un sinfín de parejas que dicen profesarse amor y sentir felicidad plena cuando, en realidad, quieren decir sexo o simplemente interés, parafraseando el título de aquella famosa película española dirigida por Manuel Gómez Pereira. De hecho, actualmente para las mujeres el matrimonio sigue siendo el principal modo de alcanzar un determinado estatus social, por encima del perfil profesional. Si el amor llamó también a sus corazoncitos, de un modo más o menos auténtico o febril, es una cuestión que desconocemos pero, habida cuenta de esta esclarecedora realidad, lo cierto es que estadísticamente cuesta creerlo. A pesar de estos garbanzos negros, o quizá precisamente por su existencia, la versión presente del amor cortés medieval, es decir, el amor de pareja moderno, ese que nos llena la cabeza de pájaros o que hace justo lo contrario, que nos centra e inunda de paz, que nos hace mejores personas o nos atormenta, de forma azarosa o no, se ha convertido en un desiderátum que se anhela sólo en la imaginación, de un modo más o menos impetuoso y real, pero que no siempre se persigue. Es así que la visión cultural occidental sobre el amor romántico no es sino una construcción cultural que ha conseguido erigirse como uno de los más grandes sentimientos, el motor del mundo y también su perdición, por lo que lo mismo
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nos lleva al paraíso como puede constituir también una permanente fuente de conflictos. Desde un enfoque biológico, sin embargo, podríamos afirmar que el amor existe desde que existe el ser humano, del mismo modo que lo hacen los sentimientos de odio, como las dos caras de una moneda, un ying y yang que nos lleva y nos trae, que nos tiene a su merced. Que, en fin, domina la condición humana sin remedio, a cada uno de nosotros, como un fantasma del pasado que anula el libre arbitrio. No cabría hablar, entonces, de la libertad de amar, de odiar, de ser uno dueño de su propia vida. Esta predeterminación, de todos modos, bien podría considerarse una premisa que nos es dada, pero que no acaba de ser definitiva. La voluntad, el contexto y las circunstancias acabarían, en este supuesto, con ese dictado que nos impide buscar nuestro propio camino, seguir el sendero que nos hará felices a través del amor, ya desde el mismo viaje, más incluso que al alcanzar la meta. En este sentido, el posterior descubrimiento del amor y construcción como concepto social simplemente habría catapultado, concedido su carta de naturaleza y, a la postre, encumbrado un sentimiento atávico que desde siempre anidó en el corazón del hombre. A pesar de su dualidad, -‐un cielo e infierno de pasiones en constante pugna-‐, el amor que nace con el medioevo y cobra fuerza con el Renacimiento idealizará sólo la parte más positiva, presentándola como la sublimación de aquella predeterminación biológica que odia y ama al dictado de la genética. El infierno quedará afuera, bien identificado con su ausencia, con su negación o con el sentimiento del desamor. Sólo el amor nos da la felicidad, una bienaventuranza deliciosa, idílica, paradisíaca. Es el triunfo del tú y yo, que tanto y tan bien han sabido explotar los medios de comunicación y la cultura de la imagen, ese culto a la juventud sin ataduras como viva imagen de la felicidad perfecta. Quedan en un segundo plano las luces y sombras de las relaciones, el eterno problema de la convivencia, esa dificultad a la hora de entendernos que persigue
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a la condición humana en todas las facetas de la vida a nivel personal y social. Por encima, en un primer e indiscutible primer plano, queda ese amor ideal, establecido como objetivo último que hay que alcanzar. Acaba cocinándose un amor pastelero, una tarta de merengue dulzona e irreal, que obnubila y satura a la par. Un postre único, el mismo para todos, que no admite máculas ni imperfecciones, que hay que comer guardando las formas, con cuchillo y tenedor. Las pasiones que arrebataban a los griegos, que encendían el pecho de Ovidio, quedan afuera, no caben en este amor de mentira. Prohibido el paso a aquellos sentimientos alborotados, distintos, genuinos, todos ellos ingredientes incompatibles con la receta de un pastel esponjoso, que nos guiña el ojo desde el otro lado de la vitrina, pero que luego no deja que se le hinque el diente. El descontrol, aquellos pensamientos, pasiones y comportamientos que dañan más allá de lo estimado como saludable quedan relegados a la antesala del amor, a su ausencia o a ese momento anterior a su consecución, y también ya luego, de nuevo lejos del amor, a esa otra fase infortunada que nos lleva al purgatorio del desamor. Sólo el amor de pareja, ese sentimiento y ansias de amar y ser amado, ese logro de la plenitud como regalo del amor será el punto de equilibrio deseado casi como una ley moral. Afuera, la nada: soledad y desazón, infelicidad suma. Sólo alcanzarlo o recuperarlo justifica una lucha sin cuartel, pues la felicidad que hay que ganarla, para así luego también saber apreciarla en su justa medida, y por ella, lógicamente, dentro de este esquema predefinido, se ha de estar dispuesto a sufrir. El Romeo y la Julieta de Shakespeare son claros exponentes de ese desgarro que produce la infelicidad de un amor imposible, de ese fuego que abrasa en el pecho y en ningún modo admite las razones que el corazón no entiende. Desde entonces, la literatura, la filosofía y el cine han convertido el amor en un tema omnipresente, confundiendo realidad y ficción, entrecruzándolas, retroalimentándose una y otra vez, en un bucle sin fin de falsedades.
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Son retazos de una realidad estereotipada que, finalmente, acaban conformando una verdad anémica, que lo es sólo a medias. Y al final, como es fácil adivinar, el gran perdedor es la vida que todavía está por vivir. Sale perdiendo la individualidad, cada uno de nosotros como seres únicos, que desde nuestro nacimiento atesoramos la semilla de una vida propia, única y maravillosa, diferente a la de los demás. Así, cuando lo uniforme e igual se impone, nos ataca el mal endémico de un amor condenado a la nada, a una existencia vacua mientras se sueña con ser, con un amor de pareja que escriba nuestros nombres en las estrellas, intenso, profundo e inimitable. En esta partida de ajedrez somos simples peones que intentan mantener un equilibrio imposible, siempre dirigidos, siempre soldados que siguen órdenes, consignas y reglas sociales como autómatas. Un peón que, para dejar de serlo, no ha de soñar con ser un alfil, un caballo, ni siquiera con atravesar el desierto para convertirse en reina, sino simplemente con salir del tablero, despojarse de su disfraz y empezar a vivir en un mundo sin cuadrículas. La máquina de la fantasía, el cine, la televisión, la literatura y la publicidad, punta de lanza de una cultura de un amor monógamo que vive una felicidad de plástico, nos resulta fascinante. Sabe bien que somos golosos y nos ofrece a diario nuestra porción de pastel. Es poderosa y tiene las de ganar: frente a una fantasía que siempre supera a una mediocre realidad, ese rival invencible que es el mundo de los sueños, abstracto y moldeable, siempre perfecto, hace que tengamos la partida perdida de antemano. Es imposible competir, tal y como estamos, envueltos en una realidad casi siempre anodina, que se mira en un espejo que nunca le devuelve la imagen fiel, sino una quimera. Enfrentados a un rival todopoderoso, ese universo de fantasía inalcanzable, sólo nos queda una salida: ser nosotros mismos. Porque la realidad, nuestra historia, ese tu y yo imperfecto que quiere volar con sus propias alas, no está siempre condenada a perder. Si por un lado busca unas tablas imposibles o, poniendo todo su coraje, una victoria utópica que pide un sacrificio atroz para sernos concedida, por otro tiene posibilidad de salir
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victoriosa. Pero, eso sí, habrá de ser fuera del tablero, jugando una partida sin reglas impuestas: nuestro juego, nuestra vida, nuestro amor único y genuino. Y, aunque en general "la vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida", como dijo Oscar Wilde, también es cierto que las vivencias únicas, que ocurren de forma espontánea, dentro de una historia de amor que va dejando su propia estela, tomando o dejando lo que el arte regala, sin imposiciones, nos llevan de la mano a vivir la vida de forma auténtica, sin falsos espejismos. ¿Pero, cuál es el secreto del arte de amar, cómo alcanzar la felicidad? ¿Realmente el amor es sinónimo de felicidad, y acaso hemos de sufrir para ganarnos ese amor y sentirnos desolados si lo perdemos? Si volvemos a los antiguos filósofos griegos, cuna de la civilización occidental, descubriremos que el mismo sentido común que nos aconseja no sufrir por amor tiene unas raíces filosóficas que llegan hasta el mismo Aristóteles y, por extensión, a los principios y valores que compartían los ciudadanos de la polis, ciudades-‐estado surgidas para satisfacer las necesidades del ser humano, centro político-‐cultural de intensa actividad, y uno de los rasgos identificativos de la civilización helénica. Lejos de alimentar las pasiones, sus filósofos, fiel reflejo de su rica cultura, apostaban por controlarlas. Así, las emociones fuertes que hacen perder el oremus se consideraban una perturbación de un estado armónico necesario para una tranquilidad espiritual. De este modo, entendían el amor apasionado como un estado lamentable. Mientras Platón, discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, rechazaba las emociones violentas porque anteponía la búsqueda de la sabiduría a todo lo demás, su célebre alumno lo expresaba apostando por un concepto de virtud que definía como "el justo medio entre dos defectos". En resumen, se rechazaba todo aquello que impedía alcanzar la sabiduría, a juicio de Platón, el auténtico propósito en la vida. La felicidad, de este modo, se encontraba en el interior de uno mismo, una conclusión compartida por otras muchas filosofías como el estoicismo o el budismo.
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El amor romántico, por ende, se considera un peligro por impedir el autoconocimiento y a su vez distorsionar la realidad de lo que es la otra persona. Se le ve como un amor idealizado, tanto en su concepto como con respecto a la valoración que hacemos de la persona amada. El resultado, finalmente, no puede sino ser amargura y desolación, pues nada será como hemos imaginado. Lejos de invalidar el amor romántico, ese amor de pareja que situamos en el centro de nuestras vidas, estas filosofías abundan en esa misma necesidad de ser uno mismo, de buscar el camino propio sin esperar que otras personas nos completen emocionalmente para hallarlo. El amor sin límites, el más auténtico, no lo inspira un amor etéreo, vaporoso y espontáneo, salido de no se sabe donde, que brota de una fuente eterna que nos es dada. El amor es otra cosa. El amor de pareja que nos eleva y nos hace sentir, ser protagonistas de una auténtica historia de amor bebe de un agua que sale de un manantial que nace, muere y resucita una y otra vez en paraísos remotos que uno debe conquistar, tan cerca como lejos de las medias naranjas, del amor forever, de los melancólicos versos de Neruda, de la poesía de Sabina, de la fascinante Marilyn Monroe o de la conmovedora Scarlett O'Hara, entre tantos otros estereotipos que nos hacen e impiden soñar al mismo tiempo. Ya sea recurriendo a lo instituido o a lo alternativo, el gran reto es encontrar el propio camino para poder luego amar y ser amados como parte de una búsqueda de la felicidad. Nadie puede hacerte feliz: sólo tú. "Tú eres tu propio destino, tu propio camino, tu propia libertad. Los maestros son peregrinos en este planeta, como tú. Intercambia con ellos, pero la decisión de vivir es tuya. No esperes que la felicidad venga del exterior. Nadie puede hacerte feliz. Solo tú y tu ejercicio de tu propia libertad que, como su nombre indica es particular y distinta para cada uno", dice el escritor Juan Trigo. Será un camino difícil. Nadie dijo que fuera fácil, pero también es cierto que en esto del arte de amar encontramos maestros que pueden enseñarnos grandes cosas. Sin ir más lejos, la mitología griega bulle de historias de fuertes emociones protagonizadas por dioses y mortales que pueden dar respuesta a preguntas
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modernas, como buen contrapunto frente a la cultura que ensalza las virtudes de un amor romántico tóxico que se nos vende como salvación, casi una redención que nos rescata de un cautiverio que es la misma angustia por alcanzarlo. ¿Acaso no nos venden esta idea tanto la novela como las comedias románticas? Sin embargo, las estadísticas son muy testarudas, y casi la mitad de los matrimonios de este mundo nuestro, colonizado por un perturbador amor romántico, termina en divorcio. Tal vez nos venga bien un poco de filosofía. Platón y los estoicos proponen suplir las carencias que nos impiden ser felices en nuestras relaciones no con bienes materiales ni sensuales, es decir, no recurriendo al sexo o a otros mecanismos que nos aparten del verdadero problema. Sólo es posible a través de la fuerza de la mente, del autoconocimiento, que nos lleva a una suerte de amor universal. "Abandonar toda pasión trágica y siniestra" es la fórmula que propone Ovidio para alcanzar la felicidad en su poema "Remedios de amor". El autor latino afirma que el amor puede hacernos felices siempre que se liberen las ataduras del amor para así "liberar el corazón cautivo". Ovidio considera natural y razonable el amor saludable, mientras en su versión negativa puede resultar patológico por idealizar al otro, un sentimiento irracional que puede llegar a ser destructivo. Este segundo tipo es del que hemos de protegernos. Sus síntomas son insatisfacción y pesimismo, obsesión y satisfacción sexual sólo temporal, una versión imperfecta del amor ideal: ese al que la sabiduría nos lleva. Pero, si por un lado la sabiduría es un autoconocimiento producto de una vida autónoma, que no se deja arrastrar por el status quo, por otro lado es ímpetu y decisión, riesgo y emoción. La emoción de vivir, amar y sentirse amado. "Es mejor morir que vivir preso, por eso, juégate la vida en cada beso", dice la letra de la canción "Carta a un amigo", firmada por el rapero Shariff. Y, de nuevo apostando por un carpe diem sin vuelta atrás, apoteósico, digno del "El Club de los poetas muertos", en su tema "30 monedas" cuelga una estrella parpadeante en un frío cielo de invierno que brilla sólo para nosotros.
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"Querrán cortar tus alas, que no te eleves, pero, nada importa si el corazón se mueve", rapea en su famosa canción. En otras palabras, la quintaesencia de una vida es poder elegirla uno mismo, un ejercicio responsable de libertad, hacia uno mismo y también hacia ese ser amado, en singular, o hacia esos seres queridos, en plural. La elegida es la única vida que merece la pena ser vivida, y en ella caben
amores,
desamores,
parejas,
tríos,
monogamia,
amor
libre,
heterosexualidad, homosexualidad o, por qué no, una soledad deseada, que también enriquece. Así desnuda la vida la irreverente pluma de Shariff, un viejo sabueso con alma de poeta: "En el casino de la vida, la suerte no vale nada, el destino es el croupier, y la baraja esta marcada. El rey perdió su reino, su corona esta oxidada. La reina de corazones nunca ha estado enamorada. Por eso yo en este sálvese quien pueda, prefiero las verdades con espinas que las mentiras con seda. El amor, la amistad, las caricias que se enredan... cosas que no podrán comprar jamás con 30 monedas". ¿Y la definición de amor, qué es el amor de pareja? A la luz de lo expuesto, no valen los lugares comunes. Su definición debería ser abierta, distinta para cada uno de nosotros, para cada pareja, en suma. Más allá de las explicaciones biológicas que hablan de la química del amor, de la reacción hormonal en cascada que desencadenan o de la curiosa fórmula del beso perfecto, el amor perfecto es precisamente todo lo contrario: imperfecto, hecho con jirones del alma, paso a paso, apostando, arriesgando, perdiendo y ganando a cada paso, a cada beso, con cada te quiero, a cada caricia... No hay por qué buscar a nuestra media naranja. Ni siquiera hay por qué atarse a ella si la encontramos, no si no somos nosotros mismos, porque no tendremos la certidumbre de que realmente lo sea. "La felicidad suprema en la vida es tener la convicción de que nos aman por lo que somos, o mejor dicho, a pesar de lo que somos.", escribió Víctor Hugo en su obra "Los miserables". Encontrar el punto de equilibrio, ese no sufrir por el que apostaban los filósofos antiguos, podría ser incompatible con una felicidad extrema que ni siquiera
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resulte deseable. "Todo se soporta en la vida, con excepción de muchos días de continua felicidad", dijo Johann Wolfgang von Goethe. Quizá nuestro objetivo sea separar el sexo del amor y escapar de romanticismos como el gato escaldado huye del agua fría: "El secreto de la felicidad, o, por lo menos, de la tranquilidad, es saber separar el sexo del amor. Y, si es posible, eliminar el amor romántico de tu vida, que es el que hace sufrir", relata Mario Vargas Llosa en su novela "Travesuras de la niña mala". O, por qué no, puede que nos acomode más arrebatarnos de forma cotidiana, un arrebatarse de lunes a domingo, noches incluidas, por supuesto, en línea con el poeta y novelista inglés Malcolm Lowry: "Quiero llenar tu vida de agitación y de mí. Quiero tu felicidad por debajo de mi corazón y tus tristezas en mis ojos y tu paz en los dedos de mi mano". Y, sobre todo, -‐y esto no es opcional para alcanzar la felicidad ambos miembros de la pareja-‐, no culpabilizar ni manipular al otro, simplemente porque en nosotros está la llave de la felicidad. De nada bueno sirve salpicar la vida de reproches y discusiones constantes. Como decía Gustave Flaubert: "No son las grandes desgracias las que crean la desgracia, ni las grandes felicidades las que hacen la felicidad, sino el tejido fino e imperceptible de mil circunstancias banales, de mil detalles tenues que componen toda una vida de paz radiante o de agitación infernal". No es positivo hacer responsable a la pareja de la propia infelicidad ni serlo realmente de la suya. "No permitas que tu felicidad dependa de alguien porque no siempre esa persona será como crees", nos advierte Albert Einstein, mientras Oscar Wilde hace lo propio cuando afirma que "el egoísmo no es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan como uno quiere vivir". La fórmula de la felicidad es variable, no entiende de recetas, ni tampoco lo hace el amor. Sin embargo, la confianza y la empatía son dos requisitos fundamentales para que la cosa marche. Recordemos aquí a José Saramago cuando escribe:
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"No te pido que me lo cuentes todo, tienes derecho a guardar tus secretos, con una única e irrenunciable excepción, aquellos de los que dependa tu vida, tu futuro, tu felicidad, ésos quiero saberlos, tengo derecho, y tú no me lo puedes negar". Y también a Pablo Picasso, en su acertado intento por transmitirnos el vaporoso y más profundo hálito de la vida, un fuego salvaje y doméstico a la par, la llama de un hogar que sólo nosotros podemos encender: “Di a aquellos que amas que realmente los amas y en todas las oportunidades y recuerda siempre que la vida no se mide por la cantidad de aire que respiraste, sino por los momentos que tu corazón palpitó fuerte: de tanto reír, de sorpresa, de éxtasis, de felicidad sobre todo de querer sin medida” Cuando hay amor no hay predestinación, pero sí vocación de eternidad en un aquí y ahora de mañana incierto, sometido a una libertad que igual que extiende sus alas puede alargar sus manos para colocarse unas cadenas en los pies. Como decía Victor Hugo, "la felicidad suprema de la vida es la convicción de que somos amados". Aunque la felicidad puede venir a nosotros como un vendaval, muchas otras veces lo hace de un modo tímido, pero sus instantes bien valen la pena. En este sentido, convenimos con Jacinto Benavente que "la felicidad no existe en la vida. Sólo existen momentos felices". Dando una vuelta de tuerca a la cuestión, incluso sin felicidad se puede ser feliz, si es que hay amor. Contradicción sólo aparente, en estos casos no hay paradoja, pues el amor suple la felicidad porque nos la concede de otra forma, vacía y al mismo tiempo llena, rebosante de nada y de todo, de una vida plena que merece ser vivida aún con sus imperfecciones... "Si hay amor puede prescindirse de la felicidad. La vida es buena, inclusive con penas", sostiene Fiódor Dostoyevski. Y, en todo caso, podría ser que ni siquiera fuese deseable: "¡Una vida llena de felicidad! Nadie podría soportarla, porque sería un infierno en la tierra", a juicio de George Bernard Shaw.
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Dejemos de pedir al otro que nos haga felices y empecemos a mirar en nuestro interior. El secreto de una vida feliz en pareja no es otro que hallar el secreto de la vida feliz en soledad. Decía Flaubert que "no hay que pedir naranjas a los manzanos, ni amor a la mujer, ni felicidad a la vida", cuando hay que hacer justo lo contario. Dejar de pedir. Sólo cuando nos perfeccionemos, cuando seamos una naranja completa podremos amar a otro ser también entero, si bien el amor puede ser un motor para alcanzar aquella sabiduría que tanto valoraban los antiguos. El novelista y ensayista francés Henri Bordeaux nos susurra al oído que "no es la felicidad lo que pedimos al amor, sino el poder de perfeccionarnos interiormente, perfeccionamiento que es la mayor riqueza de esta vida".
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Amor medio ambiental Escrito por Ana Isan
"Mantén tu amor hacia la naturaleza, porque es la verdadera forma de entender el arte más y más". Esta hermosa y reveladora frase es de Vincent Van Gogh, el famoso pintor neerlandés, al que le gustaba inspirarse en las flores y los paisajes, pero que, sobre todo, ansiaba captar la magia de la atmósfera, sus etéreas y envolventes partículas de luz. Aunque, como él mismo decía, la naturaleza guarda sus secretos y resulta difícil "ponerse de acuerdo con ella", por lo que optó por recrearla para sentirla muy adentro y, de este modo, hacerla suya. Y lo logró, primero quedó fascinado por ella y acabó fascinando al mundo entero como un magistral pintor del color y de la luz, especialmente de la nocturna. En su obra maestra "La noche estrellada" supo captar con pinceladas llameantes y únicas la atmósfera de firmamento cuajado de estrellas que representan el crepúsculo, la noche y también su verdad, una verdad simbólica que ha acabado siendo universal. Van Gogh definía el arte como "el hombre agregado a la naturaleza", conformando un todo holístico, y, al tiempo, consideraba que las pinturas tenían una vida propia que nacía del alma del pintor. Su manera de crearlas era soñarlas y, luego, dejarse llevar, lo que él llamaba "pintar un sueño". Para él, como para tantos otros artistas a lo largo de la historia, la naturaleza ha sido, y sigue siéndolo, fuente de inspiración, un motor incombustible que les lleva de forma irremediable a pintar, escribir, fotografiar y, en suma, a recrearla para crecer interiormente, para crear sin límites. De un modo u otro, esto mismo es lo que hacemos todos, cada uno a su manera. Nuestra percepción de la naturaleza no es sino una interpretación personal del entorno, dinámica y siempre viva, que realizan desde aquellos que son más amantes de la naturaleza hasta quienes sólo sienten una tibia atracción, indiferencia o incluso dicen odiarla.
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¿Porque, quién no ha tenido alguna vez sentimientos positivos hacia ella, quien no ha sentido la suave y deliciosa brisa resbalando sobre su rostro, quien no se ha dejado embriagar por el aroma de las flores, del campo tras la lluvia? ¿Quién no se ha emocionado ante una inefable puesta de sol o se ha dejado seducir por el canto de un riachuelo en un enclave que se le antojaba idílico? No en vano, el arrullo de la naturaleza es un canto de sirenas para el más común de los mortales, una tentación, eso sí, con sus luces y sus sombras, que conlleva sus pequeñas desventajas y entraña grandes riesgos. En este aspecto, todo el mundo sabe bien que es mejor no enfadarla. Sin embargo, dominarla es un constante desafío. Desde la noche de los tiempos el utilitarismo va indisolublemente unida a ella, a su papel como gran proveedora de alimentos, de recursos que poder explotar. Más allá de constituir nuestro hogar, ser una enorme alhacena y poner a nuestra disposición un arsenal de principios activos contra dolencias y enfermedades, también constituye una medicina para el alma, sobre todo para quienes viven en entornos urbanos, muy a su pesar. Aunque siempre habrá quien cruce el bosque y sólo vea leña para el fuego, igualmente habrá quien busque en ella un hogar irrenunciable, un bálsamo para el espíritu o un lugar vivificante que promete aventuras sin fin. Contemplando la magnificencia de la naturaleza con mayúsculas, es fácil entender que pueda establecerse una relación mágica, casi mística con ella, incluso sin ni siquiera haber viajado a esos lugares maravillosos. Basta con ver películas ambientadas en escenarios naturales excepcionales, como "Memorias de África", documentales de naturaleza, posters o fotografías para quedar fascinado sin remedio y dejarse atrapar por su hechizo. Del mismo modo que se genera una poderosa atracción hacia la naturaleza, estar en contacto con ella se puede convertir en una forma de vivir, como demuestran muchas culturas indígenas. Y, sin duda, la cosmología de los indios norteamericanos es una de las más conectadas a la naturaleza y a los animales,
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de los que dependían para sobrevivir, pero a los que también admiraban y respetaban. Para los indios, la naturaleza está formada por elementos vivos que tienen su espíritu, al igual que las personas. No son dioses, sino partes de una cosmología en la que tienen su función y su valor, ya sean las montañas, el agua, los árboles, el cielo, el viento o los seres vivos. "Nosotros no heredamos la tierra de nuestros ancestros; sólo la tomamos prestada de nuestros hijos", dice una legendaria frase india de origen anónimo. En ella todavía resuena el eco de otros tiempos, más felices y armónicos. Sus palabras traslucen un exquisito respeto por el entorno que, lamentablemente, poco tiene que ver con el que después demostrará el hombre blanco, sistemático destructor de esa relación inteligente con el entorno que con tanto celo había tejido la cultura india a lo largo de los siglos. El choque de culturas queda patente en el célebre discurso del jefe de los Suquamish dirigido al hombre blanco (1855), que tan bien refleja la cruel dicotomía que establece la cultura occidental entre el hombre y la naturaleza. Se trata ya, sin duda, de una suerte de antropocentrismo que empezó a cobrar fuerza a partir de la época renacentista. Desde entonces, en el imaginario social la naturaleza se cosifica, se fragmenta, se explota y, lógicamente, deja de respetarse. Prevalece la idea de un universo diseñado como un conjunto ordenado de elementos entre los que el ser humano constituye una parte fundamental. Es así como se acaba cediendo todo el protagonismo a una cosmología que lo ubica en el centro del universo, un lugar del que todavía no se ha movido ni un ápice. La naturaleza se convierte en un entorno controlado, sin riesgos, que sirve a fines concretos, domesticada y transfigurada en un gran escenario bucólico. Ya sólo será un yacimiento del que obtener recursos y, en lo estético, un attrezzo que inspira de un modo ficticio a un hombre ensimismado y envanecido, que no dialoga con ella. Que, en suma, supone una ruptura con respecto al medioevo, caracterizado por "una visión mágico-‐maravillosa", sustituida en la Edad
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Moderna "por el goce estético y el deseo de estudiarla empíricamente para dominarla mejor", según explicó en una ponencia el historiador Carlos Barro, presentada en el congreso “Mensch und Natur im Mittelalterlichen Europa”, celebrada en septiembre de 1997. Los nuevos tiempos del mundo occidental van situando la relación con la naturaleza cada vez más cerca de las antípodas de aquel hermoso sentimiento indio de comunión con la naturaleza. La transición de la Edad Media a la Edad Moderna trajo consigo un cambio en la visión humana de la naturaleza impulsado por el desarrollo de la burguesía comercial, en una economía predominante natural, y de la ciudad, en una sociedad mayoritariamente rural. La construcción de la ciudad es un reto a la naturaleza, una prueba de la capacidad del hombre para su dominación (...). Se pierde el contacto íntimo con la naturaleza, que se observa desde la ventana, con mayor distancia psicológica, sustituyendo la visión medieval mágico-‐maravillosa por el goce estético y el deseo de estudiarla empíricamente para dominarla mejor. Más adelante será toda la sociedad la que participe de esta nueva actitud hacia el medio natural que tiene como eje principal la separación irreversible del hombre (sujeto) de la naturaleza (objeto). A partir de aquí las criaturas irracionales ya no son sujeto de algún derecho (Francisco de Vitoria, siglo XVI). Se combate con energía, con más logros en la cultura letrada que en la cultura popular, la mentalidad supersticiosa y la religiosidad medievales que sentían la naturaleza como algo vivo, frenando objetivamente el pleno dominio de la naturaleza mediante la técnica para asegurar el progreso del hombre. El interés por conservar el medio natural, propio del medioevo, pasa a un segundo plano. El racionalismo y la Ilustración preparan de este modo el camino a la revolución industrial, gran protagonista de la reestructuración ecológica más significativa de la historia medioambiental de nuestro planeta, la consecuencia más sonada de la sustitución de la religión por la ciencia y la economía, de Dios por el mercado, en las relaciones hombre-‐naturaleza.
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Ideas ingenuas, como el progreso indefinido y los recursos ilimitados de la naturaleza, subyacen en la nueva ideología de conquista de la naturaleza que causará un impacto ecológico profundo en la sociedad occidental. Las iniciativas contra la deforestación en Europa y América, desde mediados del siglo XIX, han resuelto poco: el expolio y la contaminación crecen y se diversifican a un ritmo acelerado. La ciencia moderna implica un impresionante incremento de nuestro conocimiento de la naturaleza, pero un retroceso no menos impresionante de la compresión de las consecuencias ecológicas de nuestros actos: la religión y la tradición como ideologías de la utilización de los recursos están quizá mejor adaptadas para afrontar una situación de conocimiento imperfecto, que una supuesta gestión científica. Convertido en la medida de todas las cosas, el ser humano somete a los demás seres vivos y los convierte en objetos de consumo, con la inevitable consecuencia del especismo, término acuñado por primera vez en 1970 por el psicólogo Richard Ryder, que básicamente consiste en discriminar en función de la especie. Las consecuencias de este paradigma no se harán de esperar, tal y como advirtió en su largo discurso en el año 1854 el jefe indio Noah Sealth, de estremecedora clarividencia, rebosante de un infinito amor por la naturaleza: ¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Cómo podrán ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrada a la memoria y el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas. Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas, en cambio nuestros muertos
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nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia. Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado. También el Gran Jefe nos dice que nos reservara un lugar en el que podemos vivir confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre, y nosotros en sus hijos. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros. El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino que también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los rios son nuestros hermanos y también los suyos, y por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano. Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Él no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra de sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres, como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la Tierra, y a su
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hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorara la tierra dejando atrás solo un desierto. No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena la vista del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los arboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quizás también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo, ¿Para qué sirve la vida, si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento -‐la bestia, el árbol, el hombre-‐ todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una condición: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
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Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar mas que el búfalo al que nosotros matamos solo para sobrevivir. ¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que le sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra esta enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurriría a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos. Esto sabemos: La Tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a La Tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a La tierra, le ocurrirá a los hijos de La Tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; el es solo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con el de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que Él les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. Él es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña se provocaría la ira del creador. También los blancos se extinguirán, quizás antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios
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residuos. Pero ustedes caminaran hacia su destrucción, rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.. ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia. El discurso del jefe indio fue la respuesta que obtuvo el presidente Franklin Pierce en el año 1854 a su propuesta para crear una reserva india y acabar con los constantes enfrentamientos entre indios y blancos. Y, lógicamente, para ellos suponía renunciar a las tierras indias. Sólo unos años después se firmaría el tratado de Point Elliot, con el que se despojaba de las tierras a los nativos indios. Sin embargo, la victoria moral no fue para los blancos. Puede pensarse que de poco vale este tipo de justicia poética, pero con su respuesta al presidente, Noah Shealt hizo algo mucho más importante que ganar unas tierras: creó el primer manifiesto en defensa del medio ambiente y la naturaleza, que aún hoy sigue sin tener parangón. Sólo con leerlo uno casi siente que respira el aire puro de aquellas praderas cuando no tenían dueño... Aún cuando el día a día transcurre entre cuatro paredes, -‐esa típica vida urbana, sedentaria y lejos de la Naturaleza que llevamos tantos de nosotros-‐, la madre naturaleza sigue presente, ora llamando a nuestra puerta desde donde menos esperamos, como un eco lejano pero infinito, ora desde adentro de nosotros mismos. Esa presencia suya vaga e invisible en la realidad cotidiana, tan esquiva como imborrable, la refleja magistralmente la pluma de Isabel Allende en el siguiente fragmento de su obra "Eva Luna", uno de los principales exponentes del realismo mágico:
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Nací en el último cuarto de una casa sombría y crecí entre muebles antiguos, libros en latín y momias humanas, pero eso no logró hacerme melancólica, porque vine al mundo con un soplo de selva en la memoria. Mi padre, un indio de ojos amarillos, provenía del lugar donde se juntan cien ríos, olía a bosque y nunca miraba al cielo de frente, porque se había criado bajo la cúpula de los árboles y la luz le parecía indecente. El soplo de selva queda, las más de las veces, sepultado por tsunamis de modernidad, barrido por huracanes de asfalto, ese océano de cemento que son las ciudades y megalópolis, la contaminante industria y los invasivos campos de cultivo. Su intimidante y avasalladora presencia no deja de castigar a la naturaleza y, por ende, también infringen un grave daño a todos los seres vivos que la pueblan, incluidos nosotros mismos. Como una apisonadora imparable, que no conoce límites, la humanidad ha acabado poniendo contra las cuerdas al planeta. Los intereses creados y las dramáticas consecuencias de un mundo desigual, en el que el pez gordo se come al pequeño sin miramientos, llevan a la constante explotación de fauna y flora, de ecosistemas enteros, hasta el punto de ponernos al borde del abismo. Los científicos más reputados no dudan en advertir que estamos a punto de sufrir un colapso irreversible. La premonición del jefe indio se está cumpliendo a escala global. Ha cobrado la forma de una destrucción planetaria inmente y el concepto de felicidad queda demasiado lejos. Ahora no son los indios quienes han de buscarse la vida. Termina la vida para todos y empieza la supervivencia. En este contexto, la felicidad se convierte en una utopía, y la naturaleza en un recuerdo lejano. El fin del mundo que conocemos hará que el paisaje cambie radicalmente a consecuencia de los desmanes actuales, y los efectos del cambio climático es un buen ejemplo de lo que nos espera. Como decía Van Gogh, no hay arte ni inspiración sin naturaleza. Pero tampoco vida, y mucho menos una vida feliz. Sin ir más lejos, puesto que el calentamiento global provocado por el cambio climático acelera el deshielo, el resultado está siendo una Antártida moribunda y una subida del nivel del mar que reparte
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generosas dosis de caos por el caos en todo el planeta. A final de siglo, o incluso antes, muchas zonas costeras quedarán sepultadas y la pobreza de nutrientes en el agua hará menguar la fauna marina. Las consecuencias del calentamiento global tienen un rostro siniestro y amenazan con romper el equilibrio de la vida en el planeta sin posible vuelta atrás porque, además, los patrones del clima están variando y los eventos extremos amenazan con ser el nuevo jinete del apocalipsis. Cuando la marea suba por el deshielo, lo hará para siempre y construir muros de contención habrá sido en vano. No sólo será el fin de playas en todo el mundo, incluidas las mundialmente famosas, como la californiana de Malibú, sino que además pequeñas islas quedarán borradas el mapa. Nada de turismo playero, de surfing, de días felices. Un adiós para siempre a aquellos espléndidos veranos a lo Beach Boys. Tan sólo muros rompeolas defendiendo decadentes playas de un océano siempre hambriento. Flotando en el aire, los melancólicos acordes de la canción Dreaming California. Además de los cambios en el mar y de las inundaciones, tierra adentro se esperan mutaciones que dejarán los paisajes irreconocibles, con lo que ello supondrá en términos de inseguridad mundial, alimentaria y aumento de enfermedades. Un dramático panorama ante el que, afortunadamente, reaccionar es para muchos una obligación, una responsabilidad que no eluden. Se empieza por lo más pequeño: amar el entorno, respetarlo, desde admirar a esa flor silvestre o cuidar nuestra huella de carbono hasta ser un consumidor con conciencia ambiental en un sentido amplio. El amor ambiental, ese querer rescatar a seres vivos (un árbol, un bosque, un ave, una especie en peligro de extinción...), a ecosistemas enteros que son víctimas de la barbarie humana, también mueve montañas. Idealismo en estado puro, lucha por unos ideales no exenta de ternura, de esa hermosa sensibilidad que se siente hacia todos y cada uno de los seres vivos que pueblan el planeta.
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Lejos de ser un escenario, un negocio, un objeto de consumo o un estorbo que hay que eliminar, la naturaleza es una amiga e incluso compañera en el viaje de la vida. Preservarla, respetar su derecho a ser, a existir y amarla son motivos de felicidad, del mismo modo que cuidamos a nuestros seres más allegados. Recordemos aquí el valor que tenía la rosa para "El Principito". No sólo representa el amor puro y desinteresado, la lealtad, la solidaridad por ser única, como refleja el célebre libro de Antoine Saint-‐Exupéry, sino también por ser una flor, algo valioso en sí mismo. O, en palabras del poeta bengalí Rabindranath Tagore, "el bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen". Como un pintor que necesita un lienzo sobre el que pintar y una fuente de inspiración para hacerlo, el amor por la naturaleza lleva a este tipo de reacciones que buscan salvarla, y no sólo para que la naturaleza pueda seguir inspirándonos sino para salvar la dignidad del ser humano. Un amor por la vida, por ese universo que, en definitiva, es nuestra madre y morada. El hogar de futuras generaciones. Porque, no en vano, el amor y la naturaleza entroncan con la vida, por lo que una vida plena, feliz, implica a la naturaleza en ella de una u otra forma, cuanto menos, como un telón de fondo. Como decía Truman Capote, "el amor es una cadena de amor, pues la naturaleza es una cadena de vida". Disfrutarla de forma apasionada, siempre con ojos nuevos, ávidos de más, sin duda puede considerarse una conquista personal que ayuda a alcanzar la felicidad. Abundando en esta idea, para el escritor estadounidense Edgar Allan Poe, la felicidad se alcanza cuando se reúnen cuatro requisitos: "el amor de una mujer, la vida al aire libre, la ausencia de toda ambición y la creación de una belleza nueva". La famosa novelista francesa Sidonie Colette (1873-‐1954) también consideraba un gran privilegio de la vida haber tenido una infancia en contacto con la naturaleza. Su fresco estilo y su pasión por la ella, siempre lejos de todo
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convencionalismo, dieron como resultado una exquisita literatura en la que late el amor por la vida y por la naturaleza. "Al rayar el día" es, quizá, su novela más autobiográfica de la mítica Colette, una breve obra en la que demuestra, una vez más, que se consideraba una hija de la naturaleza en cuerpo y alma. En ella, su protagonista es una mujer que se retira a una casa de campo del Midi francés a vivir una vida en soledad, ocuparse del jardín, disfrutar de la naturaleza como signo de madurez y sabiduría para, finalmente, acabar convirtiendo lo que ella creía una renuncia, su crepúsculo, en un nuevo amanecer. En el prólogo, escrito por su hija, ésta la recuerda así: "Jamás podré olvidar que soy hija de una mujer que se inclinaba, temblorosa, todas sus arrugas deslumbradas entre los sables de un cactus, sobre una promesa de flor, una mujer tal que ella misma no cesó de florecer, infatigablemente, durante tres cuartos de siglo..." Su amor por lo inmediato, por una diminuta flor que iba a florecer, por el canto de las cigarras, los gatos, por la sombra que ofrece un emparrado y, en fin, por la esencia de la vida latiendo. Por todo aquello que rezumaba vida a su alrededor, de un modo siempre excitante y respetuoso, considerando extraordinario lo que tan habitualmente se considera trivial. El cactus a punto de florecer al que alude su hija no es una mera figura literaria, sino un delicioso acontecimiento que la escritora no quiso perderse, tal y como atestigua la carta que envió al segundo marido de aquella. La misiva da cuenta de la autenticidad de su alma, y de la de su hija, orgullosa de la grandeza de su madre, capaz de descender a esas pequeñas cosas, a las más sencillas, pues en ellas se esconde el auténtico secreto de la felicidad: Señor: Me pide usted que pase ocho días en su casa, es decir, al lado de mi hija, a quien adoro. Usted, que vive junto a ella, sabe cuán raramente la veo, cuánto me encanta su presencia, y me conmueve que usted me invite a que vaya a verla. No aceptaré, sin embargo, su amable invitación, cuando menos por ahora. Verá usted por qué: mi cactus rosa va
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probablemente a florecer. Es una planta muy rara que me regalaron y que, según me han dicho, sólo florece en nuestros climas cada cuatro años. Soy ya muy anciana, y si me ausentara mientras mi cactus florece, estoy segura de que ya no lo vería florecer otra vez... Acepte, pues, señor con mi sincero agradecimiento, la expresión de mi mejor afecto y mi sentimiento. Poco más cabe añadir para transmitir su exquisita sensibilidad. Para Colette, la naturaleza "a ras de tierra", modo con el que también definía su literatura, proporciona la felicidad de una vida intensa, en la que ésta es inspiración suprema, punto de partida y de llegada. Su manera de estar en el mundo fue un reflejo diamantino del amor por la naturaleza que el ser humano es capaz de sentir. "¡Qué maravillosa vida que he tenido! Ojalá me hubiera dado cuenta antes", dijo en sus últimos años. De su vida y obra se extraen enseñanzas aplicables al arte de amar la naturaleza. No sólo la evidencia de que cada persona ha de hacerlo a su manera, sino igualmente la importancia de que no seguir convencionalismos sociales, de no detenerse ante nada ni albergar sentimiento de marginalidad ni mucho menos de culpa. Como decía Colette, inevitablemente "harás cosas insensatas, pero hazlas con entusiasmo". J.R.R. Tolkien, autor de la trilogía de "El señor de los anillos", también sintió una pasión inconmensurable por la naturaleza, aquella que conoció en su niñez, y que le fue arrebatada cuando tuvo que abandonar Sudáfrica y se dio de bruces con la gris Inglaterra de la revolución industrial. Su amor por los paisajes africanos anidó en su corazón en forma de una nostalgia incurable, que intentó redimir a golpe de creatividad, y de hecho acabó determinando prácticamente toda su obra. Además, pese a su elevado nivel económico, siempre prefirió la bicicleta al automóvil y sus escritos demostraron un gran respeto hacia la naturaleza y un intenso rechazo a la industrialización, que consideraba devoradora del paisaje rural inglés.
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Los paisajes de la Tierra Media, su mundo feliz, recrean una sociedad rural, rodeada por bosques y campos, en la que, junto con los hombres, habitan seres mágicos que inventó a partir de los mitos nórdicos, como los ents o los hobbits, además de los trolls, elfos, gnomos y enanos, todos ellos con una gran conexión con la naturaleza. Son paisajes que cuesta creer que existan, pero son tan increíblemente bellos que ocurre todo lo contrario: los podemos encontrar en los lugares más remotos y maravillosos del planeta, como se demostró en la elección de las localizaciones reales del rodaje de las tres películas de la saga. En concreto, fue en Nueva Zelanda donde se encontraron paisajes increíbles que vinieron que ni pintados para recrear el país de Mordor, rodeado de una muralla de montañas, donde Sauron fundó su reino; entornos bucólicos de ensueño, perfectos como morada de los hobbits; paisajes de montaña indescriptibles, que recordaban a Edoras, ubicada sobre una colina de verde hierba, a los pies de las Montañas Blancas, y ríos impetuosos de gran belleza que nada tenían que envidiar al Anduin. Y, de hecho, todos esos decorados naturales, más de 150, posteriormente se han convertido en itinerarios organizados por agencias de viaje. Es un modo curioso, emocionante incluso, de completar el círculo: el amor por la naturaleza que parte de una experiencia de vida e inspira la historia vuelve de nuevo a hacerse realidad al inspirar una ruta que a partir de aquel motor originario. En cualquiera de las entregas podemos encontrar descripciones tan bellas como ésta, que pertenece a "La Comunidad del Anillo": Las sombras habían cubierto el valle, abajo, pero en las faldas de las montañas lejanas había aún un resto de luz. El aire era cálido. El sonido del agua que corría y caía en cascadas llegaba a ellos claramente y un débil perfume de árboles y flores flotaba en la noche, como si el verano se hubiese demorado en los jardines de Elrond. Del mismo modo que hay amores arrebatados, otros son más tranquilos, pero no por ello dejan de serlo. Así, a la hora de amar la naturaleza, seguir el propio camino en busca de la felicidad puede significar un sinfín de cosas, desde una
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abnegada entrega rayana en la obsesión, -‐bendita locura, si nos hace felices-‐, hasta una conciencia activa de defensa ambiental o, por qué no, una sensibilidad especial hacia el entorno que nos hace sentir vivos, más completos. Huir de una felicidad estereotipada, que sigue el cliché, es un primer paso para lograr nuestro propósito. Alcanzar el compromiso y la excelencia de Rachel Louise Carson (1907-‐1964), precursora del ecologismo, o demostrar el coraje de los activistas de Greenpeace, pongamos por caso, ni está al alcance de todo el mundo ni tiene por qué ser un modelo a seguir. Como tampoco tiene sentido que nos sintamos culpables por no hacer más de lo que hacemos a la hora de reciclar y, en fin, de llevar casi por obligación un estilo de vida verde en sus distintas facetas. Además de nuestro nivel de conciencia y sentido de la responsabilidad, nuestro modo de reaccionar ante las situaciones injustas y ante los problemas de la naturaleza dependen también de otros factores que hemos de considerar dentro de un marco más amplio para poder llevar una vida en armonía con el entorno, pero también con uno mismo. La ecología emocional, término creado por los psicólogos Mercè Conangla y Jaume Soler, expertos en gestión emocional, busca ayudarnos a canalizar nuestros sentimientos de forma sostenible para construir una vida feliz. Mente y emoción, es decir, la suma de la reflexión, sentimientos y deseos deben orientar nuestras acciones para hacernos personas y ciudadanos mejores. La ecología emocional persigue crear una conciencia responsable hacia uno mismo y hacia lo que nos rodea haciendo valer los principios de la libertad, la responsabilidad, el respeto, la prevención o, entre otros, el de la conservación. Se trata, en suma, de desarrollar la capacidad de discernir para que la decisión se tome a partir de lo que uno puede controlar, respetando lo diferente, sin invadir y prefiriendo la conservación antes que la regeneración. La clave de la ecología emocional, su propuesta como receta para alcanzar la felicidad, se basa en una reflexión personal en la que entren tanto la razón como el corazón: pensamientos y sentimientos como ingredientes de esa fórmula
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secreta, única para cada ser humano, que nos permitirá sentirnos parte de un ecosistema natural en sentido amplio, y al que nos debemos. Porque, al fin y al cabo, si somos coherentes llegaremos al verdadero pensamiento, a los sentimientos auténticos, a esa forma de vida feliz, y ello está muy relacionado con la idea de que la humanidad no puede vivir desconectada del resto de seres vivos. Se trata de una propuesta que va más allá del bienestar que nos proporciona estar en contacto con la naturaleza, escuchar sus sonidos, contemplar un paisaje, oler una flor, ver cómo el viento peina los campos de trigo o abrazar un árbol. Siendo una maravilla, no acaba de ser un sentimiento completo, si no se encuentra integrado con la personalidad y el estilo de vida. Amor y respeto van unidos: "Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento, y respeto", al decir del poeta José Martí, y así debería de ser también si de amor por la naturaleza hablamos, ese respeto, compromiso personal y sentimiento de pertenencia casi hipnótico al entorno, llámese ecosistema, planeta, universo o cosmos. "La vida exige a todo individuo una contribución y depende del individuo descubrir en qué consiste", afirmaba el psiquiatra austriaco Viktor Frankl (1905-‐ 1997), padre de la logoterapia, método psicoterapéutico orientado a ayudar a cada persona a descubrir el sentido de la vida. Frankl consideraba el amor a uno mismo como "el punto de partida del crecimiento de la persona que tiene el valor de hacerse responsable de su propia existencia" y, al tiempo, creía que "la mejor forma de conseguir la realización personal es dedicarse a metas desinteresadas" que den sentido a la vida. A la postre, el amor por la naturaleza implica tanto un reto como una vocación. Según la logoterapia, el ser humano está llamado a buscar un sentido a la vida por encima del placer y de sus capacidades objetivas. La meta más elevada y esencial a la que puede aspirar el ser humano es el amor, y la plenitud de la vida está y se realiza a través de él.
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Dentro de este contexto, el contacto con la naturaleza puede entenderse como un remanso de paz, necesario para preservar la salud mental o también para ayudar a encontrar, o incluso constituir, ese sentido vital que actúe como motor de la existencia y proveedor de felicidad: "Considero el ritmo acelerado de la vida actual como un intento de automedicación, aunque inútil, de la frustración existencial. Cuanto más desconoce el hombre el objetivo de su vida, más trepidante ritmo le da". El amor medio ambiental, por lo tanto, potencialmente tiene un sinfín de expresiones prácticas, tantas como personas hay en el planeta. Así, la naturaleza puede verse como un elemento que precisa de una defensa a ultranza o, por ejemplo, de un compromiso solidario más moderado, e igualmente disfrutarse de infinitos modos. O, por qué no, perseguirse como una valiosa pieza que complete el puzle de la felicidad pues, como dijo Oscar Wilde: "Con la libertad, las flores, los libros y la Luna, ¿quién no sería perfectamente feliz?". Sea como fuere, nuestra decisión habrá sido precisamente eso, una decisión propia, tomada desde la libertad, pero de manera responsable. Equivocada o no, será sólo nuestra. No olvidemos que llevar el timón de la propia vida es un requisito esencial para acercarnos a esa felicidad soñada y, con suerte, también para alcanzarla. Porque, al decir de Colette, "ser feliz es una forma de ser sabio". Y, si es que la felicidad no existe y a lo largo de la ida sólo hay "briznas de dicha que se deshacen como pompas de jabón", como decía Miguel Delibes, entonces habremos de conformarnos con sentirla tan sólo algunos instantes, momentos de oro que bien habrán valido toda una vida de espera. O, por qué no, si la felicidad se retrasa, sin ni siquiera se atisba allá en el horizonte, siempre queda el recurso de imaginarla. Ello significa no sólo soñar con un planeta más verde o con paisajes paradisíacos, sino también actuar para que éstos no acaben desapareciendo. No en vano, las utopías están hechas de bellos sueños que buscan dejar de serlo para convertirse en realidades que construyan un mundo mejor. Y, en caso de que todo falle, de que el mundo siga su camino sin nosotros porque nos hayamos condenado a la extinción, las
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palabras de Gabriel García Márquez nos recuerdan que siempre nos quedará París, aunque el bueno de Sam ya no podrá tocarla otra vez: Debemos arrojar a los océanos del tiempo una botella de náufragos siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aquí existió un mundo donde prevaleció el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad.
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Amor por los animales Escrito por Ana Isan
¿Es posible amar a un perro, a un gato, a una vaca, a un cerdo, tigre, lobo, águila, búho, pez, ratoncillo, pato, rana, oca, oveja, bonobo, flamingo, saltamontes, mariposa o incluso a una flor, sentir adoración por un árbol frondoso o por una planta maltrecha? ¿Se puede querer a un caracol o babosa, a un gusanito de seda, y a un gusano informe, a una rata o cucaracha, serpiente o cocodrilo, a una hormiga, a una luciérnaga, mosca o mosquito...? ¿Acaso el amor no es alma, dar sin esperar nada a cambio, "cambiar de casa el alma", sin importar el lugar de la mudanza, como sugirió el escritor uruguayo Constancio Cecilio Vigil? Ese abrirse al otro siguiendo el impulso del corazón, de un sentimiento acariciado por la brisa de la libertad no tiene rutas marcadas, por difícil que nos pueda o no resultar al resto de la humanidad entender ese amor, esa conexión que, al fin, nos da alas y nos conecta con el universo y con nosotros mismos. ¿Acaso el poeta Antonio Machado no escribió un cariñoso y nostálgico poema a las moscas, definiéndolas como "inevitables golosas, que ni labráis como abejas ni brilláis cual mariposas, pequeñitas y revoltosas, vosotras, viejas amigas, me evocáis todas las cosas"? ¿Y qué decir del amor sin límites de Dian Fossey, no lo dio todo por los gorilas de montaña, hasta su propia vida? La relación mágica, casi mística que tienen muchas personas por los animales, sin distinciones, no deja de sorprendernos. Sin embargo, nos agrada y resulta relativamente habitual utilizarlos como figuras poéticas que evoquen la felicidad. El psiquiatra Viktor Frankl la define de un modo hermoso, La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida.
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¿Pero, acaso los animales no pueden proporcionarnos felicidad, darnos consuelo, despertar emociones tan complejas y maravillosas como pueden hacerlo las personas? No se trata de hacer comparaciones, por lo general absurdas, sobre todo cuando se habla de amor, pero del mismo modo que la cultura hace gala de un antropocentrismo y un especismo fuera de toda duda, también es cierto que numerosas sentencias populares y frases célebres actúan de contrapunto a esta incomprensión. Desde el peyorativo "cuanto más conozco al hombre, más quiero a mi perro" o el emotivo "ellos nunca fallan", ambos comparativos con el ser humano, hasta la siguiente frase de Pitágoras (571 a. C.-‐ 495 a. C.), filósofo, matemático y místico griego, de alto voltaje emocional: Mientras los hombres sigan masacrando a sus hermanos los animales, reinará en la tierra la guerra y el sufrimiento y se matarán unos a otros, pues aquel que siembra dolor y la muerte no podrá cosechar ni la alegría, ni la paz, ni el amor. Lamentablemente, las palabras del filósofo de Samos siguen estando de plena actualidad. Nos demuestran hasta qué punto el amor por los animales ha de estar vinculado a su defensa, desde tiempos helénicos hasta los actuales, a través de las actitudes personales y los movimientos activistas que los defienden de muy distintos modos, haciendo o sin hacer diferencias entre especies. Si por un lado, desde la noche de los tiempos los animales y la naturaleza en general ha sufrido la explotación por parte del ser humano, también es cierto que ha habido voces en contra de esta crueldad en los más distintos ámbitos, desde el doméstico hasta el industrial (granjas ganaderas), científico (experimentación animal), espacios de ocio (zoológicos y circos) o en su espacio natural (caza y destrucción del hábitat). Los medios de comunicación y el mundo globalizado, la creciente digitalización impulsada por el Big Data, entre otros factores favorables, han ayudado a darles visibilidad, un protagonismo hasta ahora inédito. Sin embargo, pese a su titánico esfuerzo, los vientos siguen estando en contra y, por mucho que se hagan oír los grupos activistas, como PETA o cualquier otra protectora de animales u
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organización conservacionista, siguen siendo un David enfrentados a un Goliat inmisericorde. Su influencia sigue siendo limitada, pero no por ello menos importante. Inasequibles al desaliento, impulsados por una fuerza incombustible, siempre están dispuestos a levantarse una vez más, "derrota tras derrota, hasta la victoria final", en palabras de Groucho Marx. Su intención no es otra que lograr un mundo respetuoso con el otro, en el que se deje de explotar y maltratar a los animales sigue siendo una utopía, y precisamente por ello es necesario luchar. Para los defensores de los derechos de los animales, éste es el gran desafío de nuestra especie: protegerlos de la barbarie humana, ayudarlos a conquistar o reconquistar un digno lugar bajo el sol, una suerte de amor universal, que no hace distinciones entre personas y animales cuando se trata de tener derecho a la vida, íntimamente relacionado con el concepto de antiespecismo. Su objetivo no es fácil. Ese mundo ideal en el que los animales son considerados un igual son un sueño. No en vano, son muchos los clichés, los principios morales contrarios a la defensa de los animales, así como férreas las estructuras socioeconómicas que los generan. Y, de forma inevitable, se acaba encorsetando el concepto de amor hacia ellos. ¿Y, cómo es ese amor? Los dictados sociales y culturales determinan el tipo de relación que mantenemos con ellos más de lo que imaginamos. Bajo una aparente espontaneidad o normalidad se esconden reglas no escritas que vemos como lógicas, a la postre convenciones sociales que, por lo general, relegan al animal a un plano secundario en el que siempre lleva las de perder. Aún así, como un beso robado, como la celestial caricia de un ángel incorrupto que sublima y da sentido a nuestra existencia, el amor se empecina en colarse por los resquicios que encuentra en esa oprimente fortaleza del silencio. Adopta mil y una formas. Es el camino de oro que deja la luciérnaga en el aire, el rastro de plata que dibuja el caracol en las hojas; el sendero celeste que recorre la golondrina cuando trenza el aire; la abismal mirada de un perro abandonado;
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la sonrisa de un perro que se sabe amado; la inefable mirada de un gato, oveja, animal de zoológico o gallina que buscan nuestra comprensión, que saben del amor... El amor por los animales puede asaltarnos en el momento menos esperado, liberar el prodigio que en sí encierra como un auténtico fogonazo, inundándolo todo con su magia. Tanta huella puede dejar la convivencia con un animal de compañía durante largos años como el encuentro fortuito y bienaventurado que acontece en tan sólo unos segundos y une a dos almas para siempre. El naturalista David Attenborough confesó que uno de los momentos más intensos y reveladores de su existencia fue cuando se encontró en mitad de la selva de Ruanda con un gorila de montaña. Lo contó en una entrevista concedida a Rosa Montero y su revelación impactó profundamente a la periodista. "Los dos se miraron a los ojos y se reconocieron, por encima del abismo de las especies. En esa mirada cabe el Universo", relata en uno de sus artículos más conmovedores, "Amar a un animal", que dedica a la conciencia animalista, "un producto moral e intelectualmente refinado" en busca del reconocimiento de los derechos animales como signo de amor desinteresado por ellos. O, lo que es lo mismo, lo instintivo no sólo es depredar, sino esa chispa que nos lleva a la grandeza de actuar de forma responsable, haciéndonos preguntas que nos ponen ante situaciones incómodas, fuera de nuestra zona de confort pero que nos hacen crecer como personas. Sólo entonces el amor florece y conecta con ese tipo de querer que hace posible un mundo mejor. Nace un sentimiento que no obedece a servilismos ni ataduras, al fin y al cabo, el modo de amar más puro, desinteresado y sublime que existe. Que va del individuo a la especie, y al Universo entero. Esto no quiere decir, naturalmente, que todos los amantes de los animales hayan alcanzado esta madurez de autorrealización, de autoconocimiento empático con los seres vivos sintientes. Son muchos los seres humanos que adolecen de contradicciones inexplicables que resultan chocantes, tanto en uno como en otro sentido. Si bien la moneda común es un antropocentrismo que anestesia la mente, insensibilizándola ante el
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dolor de animales no humanos, -‐excepto mascotas y otros animales en los que se proyecta el propio ego-‐, también puede darse el caso contrario. Hitler era un amante de los animales, si bien era un amor un tanto particular. Adoraba a los perros, encontraba encantadores a los cervatillos, prohibió la caza en Alemania y a nivel personal era vegetariano para evitar su muerte, si bien hay organizaciones animales que comparan el nazismo con el holocausto animal. A la postre, por lo tanto, otro tipo de especismo, con unas reglas distintas, pero especismo llevado al extremo, al fin y al cabo, que demuestra lo tremendamente dañino que éste puede llegar a ser. Lejos de abogar por un abolicionismo antiespecista, el nazismo atribuía a los animales un valor ecológico jerárquico completamente incompatible con la filosofía de los defensores de los derechos de los animales. Se abogaba por un antropocentrismo de corte nacionalsocialista que podría denominarse "ariocentrista", que colocaba primero los arios, luego los ecosistemas y por último los demás individuos. Sus leyes determinaban para qué y cómo los humanos debían explotar a los animales, así como a otros humanos. No en vano, tan legalizados estaba la experimentación nazi con animales como los experimentos médicos nazis con humanos. En las antípodas de esta visión, no hacer distinciones entre los seres que sufren, que sienten, es un acto de amor universal, que puede partir del amor que despertó aquella rosa de El Principito, a la que amaba por ser suya, pese a que había otras muchas de aspecto similar. En ese poner el alma en tu flor, en esa persona especial, perro, gato, ratón o caballo, pongamos por caso, está el germen del amor que va más allá del egoísmo, de la mera adaptación inclusiva, término empleado por los psicólogos sociales que confunde el amor con el sentimiento de pertenencia a una familia, grupo o al mismo género humano, por definición siempre en oposición al resto. Es un amor que nace y crece al nivel de nuestros sentidos más inmediatos, que despierta mente y alma, la razón y el corazón. Pero sólo en trascender esa inmediatez reside el secreto de un verdadero amor por los animales, y quizá
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también el del logro de la paz con uno mismo basada en el respeto y compasión por todos los seres vivos. Mientras el círculo de su compasión no incluya a todos los seres vivos, el hombre no hallará la paz, dijo Albert Schweitzer, Premio Nobel de la Paz en 1952: Debemos luchar contra el espíritu inconsciente de crueldad con que tratamos a los animales. Los animales sufren tanto como nosotros. La verdadera humanidad no nos permite imponer tal sufrimiento en ellos. Es nuestro deber hacer que el mundo entero lo reconozca. Hasta que extendamos nuestro círculo de compasión a todos los seres vivos, la humanidad no hallará la paz. También Gandhi aludía a ese signo de civilización cuando afirmaba que "un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que se trata a sus animales". Abogando por un amor que nos hace mejores personas, el célebre veterinario neoyorquino Louis J. Camuti dijo que "el amor de los animales es un impulso universal, un espacio común en el que todos nos podemos encontrar. Amando y entendiendo a los animales, tal vez nosotros los humanos podamos entendernos." Y, aunque amar a los animales no significa necesariamente ser buenas personas, al menos puede afirmarse que resulta más probable que lo sean. Esto quiere decir, básicamente, que aún no habiendo una relación de causalidad, sí puede establecerse una correlación entre ambos conceptos. "A veces me preguntan: ¿Por qué inviertes todo ese tiempo y dinero hablando de la amabilidad con los animales cuando existe tanta crueldad hacia el hombre? A lo que yo respondo: Estoy trabajando en las raíces". Son palabras de George T. Angell, un abogado estadounidense del siglo XIX y uno de los pioneros en la lucha animalista. En efecto, trabajar en las raíces, romper con los estereotipos es el modo de llegar al fondo de la cuestión, de conectar con la verdadera esencia de las cosas, algo de todo punto necesario cuando se pretende alcanzar la felicidad en nuestra relación con ellos, con las personas o con cualquier otro objeto del amor.
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La cultura de los indios norteamericanos encierra grandes enseñanzas al respecto, que pueden ayudarnos a liberar nuestro espíritu, a buscar en los animales no sólo el alimento del estómago, de la cuenta corriente o del ego, sino una felicidad universal, que trascienda especies y egoísmos. De hecho, las tribus indias convirtieron su vínculo con la naturaleza en un modo de vida, no sólo porque dependían de ella para su supervivencia, sino porque consideraban que era merecedora de su admiración y respeto. Para los indios, los elementos de la naturaleza tenían un espíritu propio, desde las montañas o los árboles, hasta el cielo o las mismas piedras y, por supuesto, también los animales. Ello se reflejaba en su relación con éstos de un modo muy particular, especialmente sensible, que aún hoy sigue sin tener parangón como forma de amar a la naturaleza. De ellos aprendían muchas aptitudes y habilidades esenciales para la supervivencia en las praderas: el camuflaje, la rapidez, el sigilo, la astucia, la resistencia, la sabiduría, la caza, la lealtad al grupo... Y, más allá de todo ello había un amor profundo de valor universal, que se trasluce en sus palabras, todo un legado cultural de estas culturas milenarias cargadas de sabiduría. Algunas de ellas, como la tribu de los indios Hopi, mantienen aun hoy en día esa herencia de sabiduría. Sus tradiciones han perdurado a lo largo de los siglos y se mantienen puras, y son uno de los pocos grupos aborígenes que han logrado preservar su cultura. Creen que llegaron a este planeta procedentes de otro mundo y están convencidos de que son los depositarios de la sabiduría que hay que transmitir a la humanidad. Su plan universal para la conservación del mundo se basa en el amor incondicional, que se desarrolla en una serie de claves, en las que no falta la mención a los animales: El amor que siento es por absolutamente todo lo que es. Sé que cada cosa viva es una parte de una conciencia y siento un amor profundo por cada persona, animal, árbol, piedra y flor, cada pájaro, río y océano y por todo lo que es en todo el mundo.
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Así, a diferencia del mundo antiguo, -‐las civilizaciones egipcias, latinas o griegas, cuna de la cultura occidental-‐, los indios establecían un vínculo sagrado de respeto y admiración con los animales, integrándolos en su vida cotidiana a través de símbolos y costumbres, sin considerarlos dioses, es decir, sin humanizarlos. Posteriormente, la época renacentista instauró un modelo del cosmos que situaba al ser humano como centro del universo y medida de todas las cosas. A partir de entonces, y hasta la actualidad, la cosmología no ha variado en lo sustancial. En este esquema, los animales acabaron siendo lo que su propio nombre indica, seres sin alma, desde un punto de vista etimológico y práctico. Frente a la majestuosidad de las águilas surcando los prístinos cielos, coronando aquella magia de antaño que destilaban las praderas indias, rebosantes de vida, ahora los animales son considerados un objeto con distintas utilidades o problemáticas asociadas: cumplen el papel de mascotas, una función ornamental, se les usa como animales de carga, se les encierra en granjas, mientras otros son animales para el ocio o el blanco perfecto para la caza deportiva... ¿Pero, acaso tener "mascota" no es algo en sí mismo adorable? En el corazón de muchas personas quizá lo sea, pero el término no deja de tener un tono despectivo, tanto para el animal como para la persona. Así, al menos, se sostiene en un artículo publicado en Journal of Animal Ethics por especialistas en ética animal de la Universidad de Illinois. Según su tesis, hemos de ser muy cuidadosos a la hora de referirnos a nuestros amigos los animales, pues las palabras crean realidades que acaban influyendo en el trato, y la palabra mascota o dueño tienen matices negativos, que denotan propiedad y superioridad. Su filosofía podría resumirse en un dime cómo lo llamas y te diré si lo amas y, por otra parte, los expertos también censuran las referencias a los animales con palabras como "bichos", "parásitos", "plagas" o "animales salvajes". En todos estos casos, subyace un prejuicio. No vamos a ser capaces de pensar con claridad, a menos que las evitemos.
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Sólo utilizando menos de adjetivos de este tipo al hablar de los animales cambiará nuestra relación moral con ellos y, por lo tanto, se abrirán las puertas de una nueva forma de considerarlos, de amarlos de un modo libre y respetuoso. Reivindicar un lenguaje animal nuevo podría juzgarse baladí, incluso una locura o que, en todo caso, no es necesario hilar tan fino. Sin embargo, estos detalles permiten avanzar en nuestro trato a los animales y, por lo tanto, también en nuestra consideración, aprecio, cariño y amor hacia ellos. "El término mascotas se remonta a una época anterior, cuando los animales eran considerados bienes, máquinas o cosas para usar sin restricciones morales", sostienen los investigadores. Y, del mismo modo opinan que los animales que viven en libertad "deberían dejar de llamarse salvajes", y que sería mucho mejor llamarles animales "en libertad, de vida libre o sueltos" como alternativa a lo salvaje, "demasiado cerca del concepto de incivilizado y bárbaro". La tesis es interesante, pues tras ella subyace el intento de una revolución silenciosa que resulta conmovedora. Un acto de amor desde el academicismo, que aboga por una verdad genuina como germen del amor, a la que ha de llegar cada uno de nosotros, contemplados a su vez como seres únicos e irrepetibles. Iniciar ese camino del autoconocimiento parte de forma inevitable de un respeto por uno mismo, y dar el primer paso puede ser tan sencillo como cambiar la forma de hablar para limpiar de maleza el pensamiento y el sentimiento, para hacer transitable el camino del amor, sin importar hacia donde se dirija. Animales o personas, flora, fauna o humanidad, la flecha de Cupido puede apuntar donde más le plaza, y el punto de partida no es sólo un latido o un sentimiento, -‐el famoso flechazo o esas mariposas en el estómago-‐, sino una decisión responsable: pensar de forma distinta a como lo habíamos hecho hasta ahora, y en ello tiene una función clave la palabra. “Amar es una decisión, no un sentimiento”. Así definen el verdadero amor los coautores Gary Smalley y John Trent en su libro homónimo, como un "honor puesto en acción cueste lo que cueste. Es el deseo de considerar los derechos de
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la otra persona. El amor se basa en una decisión de honrar a mi pareja y no dejarme guiar por mis emociones". Aunque su enfoque es fundamentalmente cristiano y se refiere al amor humano, mutatis mutandis, el amor por los animales requiere asimismo de un amor comprometido, profundo, basado en valores y principios de respeto que, sin duda, encuentran uno de sus exponentes en la palabra hablada, escrita y pensada. Es decir, las palabras construyen nuevas realidades. Nos ayudan a hacer una revolución silenciosa, por otro lado una clara prueba de que sólo desde el respeto se puede avanzar en el respeto animal y, en suma, en un tipo de relación más justa e inteligente que, obviamente, también podemos llamar amor. Las especies no determinan el tipo de relación que pueda llegar a establecerse entre un ser humano y un animal. No, al menos, de forma excluyente. Aunque nos empeñemos en clasificar a los animales en función de su utilidad, la naturaleza es muy tozuda, y la verdad de la vida se impone de un modo claro y cristalino, completamente irrebatible. Los ejemplos son casi infinitos, y no dejan de sorprendernos: ovejas que se convierten en compañeras inseparables, casi en mamás adoptivas de rinocerontes huérfanos, cuyos padres han sido víctimas de la caza furtiva; pavos, ocas, ovejas, cerdos o gallinas que son animales de compañía increíbles, inmensamente felices lejos de las granjas y los fogones.. Por otro lado, nuestra relación con los animales salvajes es conflictiva, de pura dominación, exterminadora por sistema, y casi nunca por necesidad. Por ejemplo, aunque nos empeñemos en afirmar que a los lobos hay que correrlos a balazos para que no se coman el ganado, hay quienes demuestran que esto no es necesario. La granja ecológica Casa Grande de Xanceda, sin ir más lejos, dan un curioso uso al burro, con un resultado no menos insólito: la convivencia con el lobo. Han encontrado la fórmula mágica para evitar la crueldad vallando el campo e introduciendo un par de burros y mastines adoptados entre el ganado. Cada vez que se acercan los lobos, saltan todas las alarmas: los burros se convierten en
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escandalosos chivatos, auténticas sirenas vivientes, con lo que asustan al depredador y alertan a los mastines y demás animales. Además, se consigue un efecto preventivo. En contra de la práctica común, se ha logrado mantener sanas y salvas a las vacas respetando a los lobos. Su solución no es nueva, sin embargo. Antes ya había dado resultado en otros países. Inspirarse en este tipo de medida, un método ingenioso pero al mismo tiempo costoso, -‐sobre todo por carecerse de subvenciones para el vallado-‐, representa todo un ejemplo de respeto y amor por los animales compatible con la explotación ganadera. La innovadora medida es un complemento perfecto para una ganadería con vocación ecológica, que mira por el bienestar y tranquilidad de sus vacas y ha sabido encontrar también el modo de proteger a otros muchos animales. De hecho, la incruenta brigada anti lobo la integran perros rescatados de la perrera y unos burros que han encontrado en su nuevo hogar una suerte de santuario en el que prestar sus servicios sin ser maltratados como animales de carga. Aquí, el amor no sólo se siente o se expresa con palabras, sino con hechos que indican el camino a seguir para otros, y que demuestran que una vida rodeados de animales que constituyen un medio de vida no implica necesariamente tratarlos de un modo inhumano. En las antípodas de la crueldad que se gastan las granjas industriales, un nombre propio escrito con letras de oro: Naoto Matsumura, el protector de los animales en una zona maldita de Fukushima, un granjero que ha asombrado al mundo con su compasión y entrega tras negarse a abandonarlos. Su ejemplo pone los pelos de punta, hace volver a confiar en el ser humano. La catástrofe dejó amplias zonas afectadas por radioactividad, y fue inclemente con Tomioka, a 13 kilómetros de distancia de la central. Desde entonces, la ciudad es un cementerio y tiene unos tremendos niveles de radioactividad. Sin embargo, él sigue allí, en su granja, asegurándose de que avestruces, perros, gatos y vacas sigan con vida, “estén nutridos y sean felices”. Sólo lamenta no haber podido salvarlos a todos, a esos animales que otros granjeros dejaron
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morir de inanición o mataron antes de abandonar la zona, siguiendo los consejos del gobierno nipón. Él, se negó a hacerlo y vivir con ellos, a su lado el resto de sus días retando a lo imposible es su forma de ser feliz, de dar sentido a su vida. Ahora su granja está más viva que nunca y es todo un monumento a la compasión y al respeto hacia los animales. Todo un canto al amor. El respeto por los animales admite un amplio abanico de actitudes, que pueden ir desde el activismo extremo a la aplicación de distintas medidas que, si bien no les salvan la vida ni son todo lo empáticas que debieran, al menos sí mejoran su situación. Bajo la premisa de respetar a un animal porque es un ser vivo encontramos reacciones de todo tipo, desde aquellos que buscan una “mascota” que les alimente el ego o aquellos otros dueños que los aman por lo que son, sin otro condicionante, hasta el veganismo más puro, que obedece a un amor incondicional hacia todos los animales. En ninguno de los casos se infringe un daño al animal, pero el planteamiento difiere sobremanera: por un lado, el dueño de la “mascota” busca ante todo la estética, el exotismo, la exclusividad, un pedigrí como signo de estatus y/o humanizarlo en su comportamiento, frente al amor incondicional y libre del dueño amoroso, mientras vegano no sólo pertenece a este segundo grupo, sino que además se abstiene de comer los típicos animales de granja, de usar sus pieles y derivados, como la leche o los huevos. Y no porque espera recibir algo a cambio, sino por un sincero y profundo respeto hacia ellos. Ser vegano no es una cuestión evolutiva, sí un asunto ético, de respeto por seres vivos. Somos omnívoros, tenemos la capacidad de comer de todo, pero también somos seres pensantes, con capacidad de decidir, por lo que poder ingerir alimentos de todo tipo no significa que tengamos que hacerlo. Por lo tanto, el respeto por los animales en clave vegana no siempre implica un sentimiento de amor por ellos. No se trata tanto de que gusten más o menos los animales, pues pueden no gustar en absoluto y sin embargo despertar ese sentimiento de respeto por su capacidad de sentir.
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No es respeto a la vida en todas sus formas, pues en este caso también habría que abstenerse de comer vegetales o preservar la vida microscópica, sino la voluntad de vivir sin explotar a los animales como expresión de un respeto independiente y a la vez compatible con el amor, pero sobre todo contraria al antropocentrismo, que lo reta desde un anti-‐especismo tan combativo como pacífico. En esencia, se baja del pedestal al ser humano para situarlo en un plano de respeto e igualdad. Se lleva a cabo una defensa a ultranza del respeto a ese otro, un ser vivo indefenso y vapuleado, sometido de un modo brutal. Algunos, sin duda, lo llamarían amor. ¿Entonces, acaso no es amor lo que sentimos por un pollito de color rosa que hemos comprado en el mercado, por un loro enjaulado, por nuestros peces, por unos delfines que hacen un espectáculo acuático de ensueño o por unos caballos que nos embelesan con su espectáculo circense…? Quizá la pregunta esté mal formulada, o al menos sea incompleta, y lo importante sea en realidad hacernos preguntas sobre su penosa situación. Preguntarnos, en suma, si nuestros sentimientos son hacia el animal o hacia un espejismo que nos hemos creado y/o creído. Del mismo modo que ellos son las víctimas de un gran negocio sin escrúpulos, por nuestra parte, alimentar ese mercado tiene infinitamente más que ver con la satisfacción propia o egocentrismo que con el amor. Ser frívolos, mostrar indiferencia o falta de interés por su verdadera situación, es una manera clara de alimentar esa tortura, de seguir primando la relación de dominación y posesión sobre ellos. Sólo cuando se empatiza con ellos de manera informada, esos instantes de felicidad que te daban los animales en el circo, en el zoo o desde el otro lado de la jaula se revelarán como una auténtica pesadilla. Esos sentimientos que tocan una parte instintiva nuestra de forma inexplicable, que nos hace sentir parte de un todo, son incompatibles con el sufrimiento animal infligido por el ser humano. Nos acercan a la vida del mismo modo que nos alejan de criaderos, circos, zoos, granjas y mataderos.
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Gary Yourofsky, ferviente activista a favor de los derechos de los animales, considera que ser vegano es una opción llena de amor, resultado de tomar conciencia de que los animales son seres vivos, como cualquier humano. Las consecuencias que se derivan de esta filosofía de vida hacen temblar los mismos cimientos de la sociedad, basada en la explotación y constante violación de los derechos más básicos de los animales. Y, por extensión, igualmente se demanda respeto por los ecosistemas naturales, preservación de la biodiversidad y leyes eficaces contra la caza, la deforestación y la desmedida polución. Exigencias que, en realidad, empiezan por uno mismo. Gary nos pide ser nosotros el cambio. Una revolución que se hace día a día, no con buenas razones, sino con obras que son amores, con el fin de lograr que los humanos dejen de poseer y controlar a seres vivos a su antojo. Sólo entonces el ser humano se liberará como especie. O quizás no. Por simple coherencia, todavía restará una gran tarea pendiente: encontrar solución a problemas no menos perentorios, como proteger a seres vivos que también sienten, como son las plantas. Aunque no tengan sistema nervioso central, ojos ni boca, eso no las convierte en seres inferiores o insensibles. La diferencia merece respeto si es un ser que siente, según la máxima vegana. De igual manera que podemos amar, ser felices y crear vínculos afectivos con un animalito también es posible hacerlo con una planta. Por lo tanto, si la ciencia logra demostrar que los vegetales sienten, -‐ya hay muchos avances en este sentido-‐, o simplemente si queremos ser coherentes con estos planteamientos de respeto a los seres vivos, la humanidad deberá buscar respuestas. Los animales no humanos, en su gran mayoría lo hacen, es decir, sienten según nuestros esquemas, aunque también hay excepciones, como las esponjas, o eso creemos… Y, en todo caso, casar amor y respeto animal podría venir de la mano de otros planteamientos. En cuestión de éticas, caben muchos paradigmas, pues
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no existe una definición de ética superior, si bien respetar la vida constituye un valor universal que no puede obviarse. Aún así, hay soluciones a medias que denotan una cierta sensibilidad hacia los animales. Aunque sólo fuese en términos comparativos, sería todo un avance con respecto a la situación actual, sin necesidad de abogar por un veganismo a ultranza. Ese sucedáneo de felicidad, de mundo pseudo-‐ideal, remite a formas de vida preindustriales y, en su versión más perfecta, o menos imperfecta, a la cultura de los indios americanos. Apostar por un mal menor como única solución posible en el mundo real podría verse también como un acto de amor hacia los animales, basando la revolución en el logro de un consumo de carne más responsable y, en general, en un trato algo más civilizado en lo que respecta a animales silvestres o domésticos. Y es que resulta tentadora una solución consensuada y vinculante a nivel global que, entre otras cosas, creara medidas internacionales de estandarización, que lograra una mínima protección animal en todos los ámbitos. Rebajando las demandas se demuestra ese amor por los animales, sin duda. Pero la pregunta quizá sería saber si con ello sería suficiente. Si darles una vida más digna y una muerte libre de crueldad a los animales de granja, si bastaría con cuidarlos más y matarlos menos en general. Pero esta solución a medias obliga a negociar lo innegociable, que no es sino la revolución que comienza en uno mismo y aspira a la excelencia, sin la menor concesión esencial, la sola manera de que las transformaciones sociales acaben siendo reales. Y es que el pragmatismo que renuncia a la utopía supone la muerte de los ideales e, inevitablemente, también de la esperanza. En suma, apostemos sin dudarlo por un amor incondicional como único amor verdadero, ése que despierta una parte de nuestra alma dormida, al decir de Anatole France, el único capaz de enseñarnos a sentir de un modo distinto, a ser más sabios y mejor personas.
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Frases sobre la felicidad Recopilación por Sergi Mateo “La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.” -‐
Benjamin Franklin (1706-‐1790) Estadista y científico estadounidense.
“Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.” -‐
Pablo Neruda (1904-‐1973) Poeta chileno.
“Ponemos más interés en hacer creer a los demás que somos felices que en tratar de serlo.” -‐
François de La Rochefoucauld (1613-‐1680) Escritor francés.
“Lo mejor que podemos hacer en favor de quienes nos aman es seguir siendo felices.” -‐
Alain (1868-‐1951) Filósofo y ensayista francés.
“Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias.” -‐
John Locke (1632-‐1704) Filósofo inglés.
“Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.” -‐
Bertrand Russell (1872-‐1970) Filósofo, matemático y escritor británico.
“La felicidad que se vive deriva del amor que se da.” -‐
Isabel Allende (1942-‐X) Escritora chilena.
“No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad.”
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-‐
Gabriel García Márquez (1927-‐2014) Escritor colombiano.
“La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante. -‐
Antonio Gala (1930-‐?) Dramaturgo, poeta y novelista español.”
“El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio.” -‐
Goethe (1749-‐1832) Poeta y dramaturgo alemán.
“Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad.” -‐
Pearl S. Buck (1892-‐1973) Novelista estadounidense.
“La felicidad para mi consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia.” -‐
Françoise Sagan (1935-‐2004) Escritora francesa.
“Sería muy poco feliz si pudiera decir hasta qué punto lo soy.” -‐
William Shakespeare (1564-‐1616) Escritor británico.
“Estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable no serlo alguna vez.” -‐
Blaise Pascal (1623-‐1662) Científico, filósofo y escritor francés.
“Queremos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos mucho más felices de lo que son en realidad.” -‐
Montesquieu (1689-‐1755) Escritor y político francés.
"La felicidad no consiste en adquirir y gozar, sino en no desear nada, pues consiste en ser libre.” -‐
Epicteto de Frigia (55-‐135) Filósofo grecolatino.
“Si tu felicidad depende de lo que hagan los demás, supongo que estarás en aprietos.”
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Richard Bach (1936-‐?) Escritor y aviador estadounidense.
“Quien busca la felicidad fuera de sí es como un caracol que caminara en busca de su casa.” -‐
Constancio C. Vigil (1876-‐1954) Escritor y periodista uruguayo.
“Pregúntate si eres feliz y dejarás de serlo.” -‐
John Stuart Mill (1806-‐1873) Filósofo y economista inglés.
“Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin.” -‐
Antoine de Saint-‐Exupery (1900-‐1944) Escritor francés.
“Cuando una puerta de felicidad se cierra, otra se abre, pero muchas veces miramos tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos la que se ha abierto para nosotros.” -‐
Helen Keller (1880-‐1968) Escritora y conferenciante estadounidense.
"La felicidad se alcanza cuando, lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía". -‐
Gandhi (1869-‐1948) Abogado, pensador y político hinduista indio.
“La persona feliz crea su propia felicidad, se la crea cada día porque sabe que no es algo que se encuentra o se recibe como regalo. Es una elección una opción que cada cual ha de descubrir y desarrollar dentro de si mismo” -‐
Bernabé Tierno (1940-‐X) Psicólogo, pedagogo y escritor español.
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Autores del libro El libro digital “Felicidad” es un proyecto editorial hecho con el corazón desde Viue Studio (viue.com), marca especializada en la publicación de blogs temáticos, marketing estratégico y otros negocios digitales. Todos los autores que han participado en la redacción de la presente obra escriben habitualmente en diferentes medios de Viue donde publican contenidos redactados en forma de artículos sobre temas que les apasionan. Precisamente, uno de esos grandes temas es el de la felicidad y para tratarlo con la atención que merece, así como en mayor profundidad, han colaborado aportando sus puntos de vista con enfoques sociológicos, psicológicos, científicos y filosóficos. Cristina García. Periodista con ADN digital, amante de la fotografía, guitarrista aficionada, viajera incansable, soñadora a tiempo completo, bastante deportista y apasionada de la tecnología. Su meta consiste en aprender algo nuevo cada día y compartirlo con quien esté dispuesto a escuchar. La puedes encontrar en blogs como saludpasion.com, destinolandia.com y deccoracion.com. Maite Nicuesa. Se siente afortunada porque la vida le ha dado la oportunidad de unificar dos de sus grandes pasiones: la escritura y la filosofía como medio de reflexión sobre la felicidad. Licenciada y Doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra. Experta en Coaching tras ampliar su formación en la escuela D’Arte Formación. Trabaja como redactora en medios digitales entre los que destacan: pequebebes.com, psicoblog.com y despilfarro.com. Ana Isan. Nacida y residente en Valencia. Le gustan las buenas historias, tanto leerlas como escribir sobre ellas en blogs de referencia como ecologiaverde.com para temas de medio ambiente o cienciados.com sobre cuestiones científicas. Sus grandes pasiones son la lectura, su gato Delrevés, dar largos paseos por la playa y compartir buenos momentos con los amigos. Sergi Mateo. Fundador de Viue Studio, emprendedor en serie y nómada digital. Le apasionan las nuevas tecnologías relacionadas con Internet, viajar a países lejanos, practicar deporte, cocinar y disfrutar de la naturaleza. Escribe en su blog personal sergimateo.com y es muy activo por Twitter en @sergimateo.
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