Crítica de Libros. Pensar rápido. Pensar despacio. Resumen

Esic Market Economics and Business Journal Vol. 44, N.º 3, Septiembre-Diciembre 2013, 205-209 Crítica de Libros Pensar rápido. Pensar despacio Daniel

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Esic Market Economics and Business Journal Vol. 44, N.º 3, Septiembre-Diciembre 2013, 205-209

Crítica de Libros Pensar rápido. Pensar despacio Daniel Kahneman Editorial: Editorial Debate ISBN-13: 978-84-8306-861-8 Copyright: 2012 666 páginas

Resumen Este libro es la primera obra, dirigida al gran público, del psicólogo Daniel Kahneman, que recibió el Premio Nobel de Economía, en 2002, por integrar, en las ciencias económicas, descubrimientos de la psicología relacionados con el juicio humano y con las tomas de decisión en entornos de incertidumbre. Descubrimientos realizados con su gran amigo Amos Tversky, fallecido en 1996. En él, Kahneman sintetiza los resultados de las investigaciones realizadas por ambos. Kahneman y Tversky partieron de la consideración de que el objeto de estudio de la economía eran los econos y el de la psicología los humanos, aportada por Richard Thaler (pionero de la economía conductual), estudiante en el Departamento de Economía de la Universidad de Rochester, a comienzos de la década de 1970. En esa época, el economista Bruno Frey realizó un ensayo que discutía los supuestos psicológicos de la teoría económica, declarando “El agente de la teoría económica es racional y egoísta y sus gustos no cambian”. Para Kahneman, como psicólogo, es evidente que las personas no son ni totalmente racionales, ni totalmente egoístas y que sus gustos no son estables. Los humanos, a diferencia de los econos, tienen un Sistema 1. Su visión del mundo se halla limitada por la información de la que se dispone en un momento dado (WYSIATI) y no pueden ser tan lógicos como los econos, que son racionales, por definición. Daniel Kahneman y Amos Tversky han obtenido muchas pruebas de que los humanos no lo pueden ser. “Pensar rápido, pensar despacio” presenta la aportación de Kahneman sobre el funcionamiento cerebral, dando relevancia a dos agentes mentales, a dos personajes ficticios, que modelan cómo pensamos, denominados Sistema 1 (rápido, intuitivo y emocional) y Sistema 2 (lento, deliberativo y lógico). ISSN 0212-1867 / e-ISSN 1989-3558 © ESIC Editorial, ESIC Business & Marketing School http://www.esic.edu/esicmarket

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Crítica de libros Kahneman y Tversky, pioneros con su investigación sistemática en el ámbito de la economía conductual, han puesto de manifiesto la relevancia que en el juicio y en las tomas de decisión de los humanos tienen diversas heurísticas y falacias, así como diferentes sesgos. Respecto a la contribución de su aportación, Kahneman concluye “A menudo me siento abochornado cuando se cree y se dice que mi trabajo con Amos es una demostración de que las elecciones humanas son irracionales, cuando la verdad es que nuestra investigación solamente demuestra que los humanos no están bien descritos en el modelo de agente racional” (página 535). Palabras clave: Ciencias económicas, psicología, juicio, toma de decisión, econos, humanos, heurísticas, falacias, sesgos.

Kahneman divide su extensa obra en 38 capítulos, agrupados en cinco partes. En la primera parte, “Dos sistemas” (capítulos 1 al 9) y en la quinta parte, “Dos yo” (capítulos 35 al 38), presenta el contenido del libro con el planteamiento de un psicodrama con “dos personajes” (Sistema 1 y Sistema 2), destacando que “… el protagonista del libro es el automático sistema 1” (página 35). Su objetivo es presentar los mecanismos a través de los que trabaja la mente. En su funcionamiento, la división de trabajo entre Sistema 1 y Sistema 2 es muy eficiente, lleva a minimizar el esfuerzo y a optimizar la ejecución. Los dos sistemas son considerados como agentes que actúan dentro de la mente. Son dos personajes ficticios. El Sistema 1 es impulsivo e intuitivo. Se centra en la evidencia existente (WYSIATI = What You See Is All There Is –Lo que ves es (todo) lo que hay–). El Sistema 2 es el yo consciente, racional, que tiene creencias, hace elecciones y decide qué pensar y qué hacer. Tiene capacidad de razonamiento y es prudente. El control de la atención es compartido por los dos sistemas. Entre las limitaciones de los dos sistemas se encuentran que Sistema 1 es propenso a cometer sesgos, errores sistemáticos en circunstancias específicas y que no puede ser desconectado y que Sistema 2 es perezoso, en algunas personas. Partiendo de la premisa de que “…es más fácil reconocer los errores de otros que los nuestros” (página 45), Kahneman considera que lo mejor que podemos hacer es aprender a reconocer situaciones en las que los errores sean probables y esforzarnos en evitar los importantes. Con esta finalidad, en la segunda parte, “Heurísticas y sesgos” (capítulos 10 a 18), Kahneman realiza un análisis detenido de los sesgos, de las soluciones incorrectas y errores sistemáticos, que constituyen una violación de reglas normativas. Desde una perspectiva diagnóstica, Pensar rápido, pensar despacio, se centra en la identificación y presentación de errores de juicio, de sus sesgos, sus causas, sus efectos y de lo que se puede hacer con ellos. Centrándose en el hecho de cómo generamos opiniones intuitivas sobre asuntos complejos, concluye que cuando no encontramos pronto una respuesta satisfactoria a una pregunta difícil, encontramos una pregunta relacionada más fácil y la respon-

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demos (mecanismo de sustitución). La pregunta original nos pide una evaluación que intentamos hacer. La pregunta heurística es la pregunta más simple que respondemos en su lugar. La heurística es un procedimiento sencillo que nos ayuda a encontrar respuestas, a menudo imperfectas, a preguntas difíciles. Recurre a reglas no normativas, más fáciles de aprender y de recordar que las reglas normativas. El libro presenta un análisis de las principales heurísticas y falacias, entre las que se encuentran las siguientes: El “ancla”, la “heurística de la disponibilidad”, la “heurística de la representatividad”, la “heurística del afecto” y la “ley de los pequeños números”. El ancla se produce cuando las personas consideran un valor particular para una cantidad desconocida, antes de estimar esa cantidad. La heurística de la disponibilidad es el proceso de juzgar la frecuencia por la facilidad con que los ejemplos vienen a la mente. Recurrimos a la información más disponible, al establecer juicios y tomar decisiones. Como otras heurísticas del juicio, sustituye una pregunta por otra: Intentamos estimar la extensión de una categoría o la frecuencia de un suceso, pero manifestamos la impresión de la facilidad con que nos vienen ejemplos a la mente. La sustitución de preguntas produce inevitablemente errores sistemáticos. La heurística de la representatividad posibilita evaluar el grado de pertenencia de un elemento a una clase por el grado de representatividad de ese elemento respecto a la clase, no teniendo en cuenta los datos de base, sino el parecido entre una situación y otra. La heurística del afecto es un caso de sustitución en el que la respuesta a una pregunta sencilla (¿Qué siento?) sirve de respuesta a otra más difícil (¿Qué pienso?). La ley de los pequeños números lleva a creer que la ley de los grandes números se aplica también a los pequeños. Es la tendencia a confiar en los números, independientemente del tamaño de la muestra de la que se han obtenido. Por otro lado, Kahneman concede relevancia a la falacia, que se refiere a un fallo en la aplicación de una regla lógica, que es obviamente relevante. Entre otras, se producen “falacias de conjunción” y “falacias de planificación”. Se incurre en la falacia de conjunción cuando se vinculan dos eventos, resultando la conjunción más probable que uno de ellos, cuando se pregunta sobre su probabilidad de ocurrencia. La falacia de planificación se utiliza para describir planes y previsiones que se acercan de manera poco realista a un escenario que representa el mejor de los casos y que pueden mejorarse consultando estadísticas de casos similares. Respecto a los sesgos, en la segunda parte del libro, Kahneman destaca el sesgo retrospectivo, que posibilita que una vez que sabemos lo que ha ocurrido realmente tendemos a modificar el recuerdo de la opinión previa a que ocurrieran los hechos. En la tercera parte, “Exceso de confianza” (capítulos 19 a 24), en relación con la “ilusión de entender”, Kahneman presenta el “efecto halo”, el “sesgo de la retrospección” y el “sesgo del resultado”. El “efecto halo” contribuye a la coherencia, dado que nos lleva a establecer una correspondencia entre nuestro parecer sobre todas las cualidades de una per-

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sona y nuestro juicio relativo a un atributo particularmente significativo. El “sesgo de la retrospección” induce a los observadores a evaluar el carácter de una decisión no por lo adecuado de la misma, sino según sea bueno o malo el resultado. Cuanto peores son las consecuencias, tanto mayor es el sesgo de la retrospección. El “sesgo del resultado” lleva a los clientes a culpar a sus agentes, cuando los resultados son malos, por no haber visto el aviso que tenían escrito delante. Las acciones que al principio parecen prudentes, pueden parecer después irresponsables o negligentes. En relación con la “ilusión de validez”, Kahneman presenta la “ilusión de aptitud inversora” y vinculado con la “falacia de la planificación”, el “sesgo optimista”. La “ilusión de aptitud inversora” es una “ilusión de sagacidad”, que lleva a compradores y vendedores a creer que saben más sobre cuál debería ser el precio de las acciones que el propio mercado. Para Kahneman la “falacia de la planificación” es una de las manifestaciones de un “sesgo optimista” omnipresente. Dadas las consecuencias que tiene para nuestras decisiones, puede considerarse el más destacable de los sesgos cognitivos. En la cuarta parte, “Elecciones” (capítulos 25 a 34) Kahneman indica que, a comienzo de la década de 1970, su interés se centró en la “toma de decisiones”, ámbito en el que Amos Tversky era un gran experto. Su tema de estudio sería el de las actitudes de los humanos ante opciones arriesgadas, tratando de responder a la pregunta ¿qué reglas rigen las elecciones entre distintos juegos simples y entre juegos y cosas seguras?. Los juegos simples son para los estudiosos de la decisión lo que la mosca de la fruta para los genetistas. Kahneman y Tversky, como psicólogos, se propusieron entender cómo los humanos hacen realmente elecciones arriesgadas, sin presuponer nada sobre su racionalidad. En 1975, cinco años después del inicio de su estudio de los juegos, elaboraron un ensayo titulado “Prospect Theory: An analysis of decisión under risk”, publicado en la revista Econometrica. En él presentaban su Teoría de las Perspectivas, que seguía el patrón de la Teoría de La Utilidad, siendo su objetivo documentar y explicar las sistemáticas vulneraciones de los axiomas de la racionalidad en las elecciones en juegos (problemas sencillos de decisión) Cuando Kahneman y Tversky comenzaron sus investigaciones, a comienzos de la década de 1970, la Teoría de la Utilidad Esperada era el fundamento del modelo de agente racional, no concebido como un modelo psicológico. Se centraba en una lógica de elección basada en las reglas elementales (axiomas) de la racionalidad. La Teoría de las Perspectivas es más compleja que la Teoría de la Utilidad. Entre los aspectos importantes que aporta se encuentran: 1.- La integración de aspectos cognitivos que desempeñan una función esencial en las evaluaciones de resultados en las finanzas y son comunes a muchos procesos automáticos de la percepción, el juicio y la emoción. Entre ellos, el hecho de que la evaluación es relativa a un punto de referencia neutral que en ocasiones viene a su vez referido a un “nivel de adaptación”. Relevante es que el principio de disminu-

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ción de la sensibilidad es aplicable tanto a dimensiones sensoriales, como a la evaluación de los cambios en nuestro patrimonio, así como el hecho de que los humanos sienten aversión a la pérdida, pesando más las pérdidas que las ganancias. 2.- Integración del componente emocional (temor, esperanza,…). Los humanos actúan movidos por el impacto emocional inmediato de las ganancias y de las pérdidas, sin pensar en perspectivas a largo plazo de riqueza y utilidad global. Entre otros aspectos, la Teoría de las Perspectivas difiere de la Teoría de la Utilidad en la relación que sugiere entre probabilidad y valor decisorio. En la segunda, valores decisorios y probabilidades son lo mismo. En la Teoría de las Perspectivas, las variaciones de probabilidad tienen menos efecto sobre los valores decisorios. En ambas teorías, los valores decisorios dependen solo de la probabilidad, no del resultado. En conclusión, Kahneman presenta un libro de divulgación sobre el funcionamiento del cerebro en el juicio y en las tomas de decisión de los humanos, cuya lectura puede ser de interés para especialistas en ciencias económicas, para psicólogos, para psicofisiólogos, para especialistas en neuroeconomía, en neuromarketing y en marketing.

Revisado por: Isaac Garrido, Ph. D. Director del Departamento de Psicología Básica (Procesos Básicos). Facultad de Psicología, Universidad Complutense de Madrid.

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