Cuando sea grande, seré como mi padre construiré caminos y puentes, por los cuales muchos transitaran

Pedro el Astronauta José Acevedo Jiménez La historia que les voy a contar, en verdad sucedió, aunque en un tiempo distinto al nuestro, tiempo que par

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Pedro el Astronauta José Acevedo Jiménez

La historia que les voy a contar, en verdad sucedió, aunque en un tiempo distinto al nuestro, tiempo que para nosotros es futuro, pero que en realidad ya es pasado. El pasado lunes, la maestra titular del séptimo grado de la escuela elemental, Las Americas, decidió hacer un ejercicio un tanto diferente para motivar a sus alumnos. A ver jovencitos, hoy quiero que hagamos algo distinto. Cada uno de ustedes le dirá al resto de la clase lo que desea ser cuando sea mayor…empecemos por el primero en la lista, a ver Pedro, ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Cuando sea grande, seré como mi padre…construiré caminos y puentes, por los cuales muchos transitaran. Bien Pedro, de seguro serás un gran ingeniero…sigamos, haber tú María, ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Yo seré doctora, y curaré a muchos enfermos como mi abuelita, que está muy enferma y no tiene dinero para ir al médico. Así uno por uno, los jóvenes comentaban lo que deseaban ser, hasta llegar a mencionar una amplia lista de profesiones, que: ingeniero, abogado, secretaria, enfermero, arquitecta, en fin todas las profesiones comunes conocidas. Sin

embargo las aguas salieron de su cauce al tocarle el turno a Juan. A ver Juan, que quieres ser cuando seas grande. Preguntó la maestra. Cuando sea grande quiero ser astronauta y ser el primero de mi país en visitar la Luna. Ja ja ja ja rió a carcajadas Carlos eres un tonto, todos saben que no hay astronautas en nuestro país, ja ja ja…que tonto. La burla de Carlos pronto se esparció por el salón. ¡Orden, orden!...está mal que se burlen de un compañero, todos tenemos derecho a soñar.

Dijo la maestra.

El tiempo pasó y llegó el día en que Juan debía matricularse en la universidad. Pasados algunos años, a duras penas pudo conseguir su diploma, se convirtió en un profesional mediocre y como si eso no fuese suficiente, aquel cuerpo atlético que siempre lo había caracterizado, se había deformado. Cierto día al llegar del trabajo, Juan se tiró en su viejo sillón y encendió el televisor, sus músculos antes fornidos, ahora le pedían descanso, como le pasa a todos aquellos que viven una vida sedentaria. Después de un rato, cuando ya sentía el peso del sueño en sus pestañas, fue avivado por un boletín de último minuto, joven latino ha sido seleccionado por la NASA junto a otros dos astronautas para realizar una misión que pondrá nuevamente los pies del hombre sobre el satélite natural de la Tierra…más detalles esta noche a las once. Juan no podía creer lo que había escuchado, simplemente no podía ser posible, sus sentidos le habían traicionado.

No puede ser posible, los latinoamericanos no van a la Luna, seguramente me quedé medio dormido y escuché mal, ¡si eso fue!...de todas formas para estar seguro voy a esperar a las once para ver las noticias. Juan no acostumbraba a ver los noticiarios, sin embargo para salir de dudas le era imperativo ver las noticias que se transmitían por uno de los canales locales a las once. Llegada la hora, Juan se acomodó nuevamente en su sillón, no tuvo que esperar mucho para confirmar la noticia que efectivamente aparecía en los titulares. Pedro Acosta Martínez se convertirá en el primer hispanoamericano en pisar la Luna, según portavoces de la NASA. Pedro Acosta y otros dos astronautas, serán los primeros humanos en regresar a la Luna después de que… aquel nombre retumbaba en la mente de Juan, Pedro Acosta, Pedro Acosta, decía en voz alta ¿Cuál era el apellido de aquel Pedro? se preguntaba. No sé si fue simple coincidencia o una manifestación del destino, pero el 27 de febrero del año siguiente tres astronautas, entre ellos un latinoamericano, se paseaban nuevamente por la Luna. Tres meses después de aquel histórico acontecimiento, Pedro Acosta regresaba a su ciudad natal. En su honor se había preparado un gran desfile para que todos en su país tuviesen el honor de conocer a quien tan alto había encumbrado la bandera. Todos querían asistir al desfile, Juan incluido. Nunca antes, en la historia de la nación, se habían conglomerado tantas personas para recibir a uno de sus hijos.

Aunque deseaba acercarse a Pedro, parecía una tarea imposible para Juan llegar hasta donde se encontraba el astronauta, así que desistió y se marchó sin más ni nada. Un día cuando Juan menos lo esperaba, le llegó una invitación. La maestra de séptimo grado, convocó a todos sus exalumnos de aquella generación, a la cual Juan pertenecía. Todos, si que faltase uno, asistieron a la junta. Claro que el foco de atención lo era Pedro Acosta, y la otra cara de la moneda estaba representada por Juan, quien se mantenía al margen como si estuviera fuera de lugar; cosa fácil de entender al ver la gran lista de éxitos cosechados por sus compañeros. Como se ha señalado, el gran foco de atención era Pedro Acosta, y naturalmente, no faltaron las preguntas sobre su travesía en la Luna. Todos los presentes habían rodeado a Pedro para que les contara su experiencia, fue en ese momento que Juan dejó su aislamiento y se integró al grupo. Pedro, ¡pero hay algo que no entiendo! interrumpió Juan. ¿Qué es lo que no entiendes, Juan? Cuando la maestra nos preguntó que deseábamos ser cuando fuésemos mayores, tú dijiste que querías ser ingeniero como tu padre. Jamás mencioné que quería ser ingeniero, dije que quería ser como mi padre, un hombre que alcanzó el éxito en todos los ámbitos de la vida. Pero también dijiste que construirías caminos y puentes, haciendo referencia a la ingeniería.

No Juan, al igual que tú, siempre quise ser astronauta, cuando dije que construiría caminos y puentes; me refería a que abriría las puertas a otros para que se atrevieran a perseguir sus sueños y nunca rendirse sin importar el pensar de los demás.

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