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ribuio de PENAGOS
PRENSA
SE PUBLICA LOS JUEVES
POPULAR
Calvo Asensio, 3. - M a d r i d , • Apartado 8.008 -
SUMARIO REVISTA.
Madrid 15 d e Junio d e 192r. A ñ o I . - N O m a r o 19.
DE TRABAIOS POR AUTORES,
P U B L I C A D O S MATERIAS Y
EN ESTA NÚMEROS
LINARES RIVAS: «La nueva psicología del amor», números 1-3-4-5-7-10-17.-ALBERTO IMSUA: «Los pecados sin perdón», números 1 al 14-i6-17-18.—CRISTOBAL DE CASTRO: «Estampas galantes», números 8-10-13. «Los clásicos del amor», números 9-11-17.-EMILIO CARRERE: 3-13-14-15-16-17.—BELDA: «Una novela tachada por la censura», números 1 al 15. «Enseñanza superior», números 17-18.- RETANA: «Aventuras de una criada para todo», números 1 al 18. También han p u b l i c a d o numerosos e i n t e r e s a n t í s i m o s t r a b a j o s : PEDRO DE REPIDE.-FERNANDEZ FLOREZ.-PEREZ ZUÑIQA.-(JARCIA SANCHIZ.-GONZALEZ BLANCO.-EUGENIO NOEL.-GÓMEZ DE LA SERNA.-CANSINOS-ASSENS.—HERNÁNDEZ CATA.—ANTÓN DEL OLMET.TOMAS BORRAS.--DIEZ DE TEJADA.-VARGAS VILA.-RAMIREZ ÁNGEL etc. D I B U J A N T E S :
FEDERICO RIBAS con sus matavillosos dibujos de mujeres. RAFAEL PENAGOS, OCHOA, VERCHER, ANTEQUERA AZPIRI, han avalorado con sus firmas ilustres las páginas de esta Revista, como asimismo caricaturistas del prestigio de MANUEL TOVAR, TITO, ROBLEDANO, etcétera, etc. F"!—! R X , que vlens a representar en España lo que «La VIe Parislenne» en Francia, es la revista mejor escrita y más bellamente Ilustrada.
Prohibida la reproducción de texto y grabados.
= S ^ o ? ^ ; í L " é ¿ t r u ^ e | n ^ y f ; 5 r . ^ . \ '"^ "•^^^""°-'°^^ .^ . - ¿Tonto? Pues ya verás cuando te lo enseñe como me lo pides tu a a mí. Dibuio de GARRAN.
, „ ^ H ™ O En c u a n t o ^ '"'^"' ""^ reieva a e mi cargo,
dé cuenta de la lengua , u e tiene el Dibujo de BEBERIDE.
SUSCRIPCIÓN: M^DRiP Y PROVINCIAS, SEMESTRE 8 PESETAS.—AÑO 15 P E S E T A S Agente.s exclusivos para la venta de esta Revista en la República Argentina, SRES. MANZANERA Y CÍA.—Independencia, 856.—BUENOS AIRES.—Precio del ejemplar en Buenos Aires: 20 centavos.
N O T A S DE U N AMANTE, POR
ALBERTO
INSUA
Usted tiene, por ejemplo, treinta y cuatro años y su llevan sobre sí demasiadas cosas divinas, o demasiados amiga apenas ha cumplido veinte. Usted tiene la juven- temores y demasiadas lágrimas, para poder ser dichotud que decae y ella la que comienza. De vez en cuando sos. No sería cómodo ser el hijo de Romeo y Julieta —si huhay en usted caprichos y melancolías seniles, mientras ella hace aun chiquilladas. Con la crueldad de los mnos bieran llegado a casarse—, ni el de Fedra e Hipólito— ella le dirá a usted cosas horrorosas que le morderán el si éste hubiera querido... En cambio, vean ustedes, mi carnicero y mi panadera corazón. Resista usted, ría usted, y pague con las hen(ías de su amor propio cuanto ella le da de perfumado acaban de contraer justas nupcias y se proponen prodeleite y de sensaciones gratas. Ella le engaña a usted, crear la futura dependencia de sus comercios. ¡Esos chicos sí que serán dichosos! o le engañará algún día. Pero, cuando ella está con usTendrán carne y tendrán pan y no sentirán nunca la ted, tan joven, tan fragante, y usted la hace suya, ¿le engaña a usted acaso? Lo que importa es h dulce evi- nostalgia del amor... 'iencia, la verlad suave de su carne. ¡Ah, si usted es •in romántico, un sentimenLo que más me gusta de tal, un hombre de corazón, Marión es el ritmo de su está usted perdi Jo! No será cuerpo a) andar. Usted nunca dichoso. Y si No es que sea elegante, Usted exije que ella le quieni majestuoso. Es que está •"a «como usted desea ser lleno de abandono, de canquerido», entonces renunsancio, de falsa fatiga vocie a las mujeres, que siempre quieren «a su modo» y luptuosa. "o al nuestro. Se diría que siempre acaba de salir agotada de un tálamo de amor. Y entran deseos de ago«Su» presencia me basta tarla definitivamente. para olvidarlo todo. Nunca a juzgo cuando está conmiSOi sino «después»... Mil Los senos de Marión son eces al día la condeno con largos, puntiagudos y firla cabeza, pero otras tanmes, como los de una netas la absuelvo con el cogrita de doce años. razón. Su cintura y sus cadePienso constantemente en ras hacen pensar en la gui*lo que pueda hacer» cuantarra. do no estamos juntos. Pero me bastaría dar un Paso para saberlo y no lo ílaría. _ I a verdad es que con estos paseos primaverMes-matinales por la ^ ^ un poCO ancha de hom brOS. Prefi ero la ignorancia, costa le entran a una ganas de tirtrse al mar. nibujo de MÁRQUEZ. Desproporción que lle^ue es la ilusión, a la certiva a pensar en las mujeres dumbre de algo triste o de los dibujantes egipcios. Vergonzoso que la carne me obligaría a perdonar.
Hay muchos seres para quienes el amor no es más que un pequeño incidente nocturno, una función fisiológica de las que se realizan «de ocultis». No los critiquemos, porque son los mejores instrumentos de la especie. El hombre no tiene necesidad del amor para nacer. Mas aún: los hijos llamados del amor, los hijos de una gran pasión o de lo que se llama «una falta» o «un crimen».
De espaldas, totalmente desnuda, se diría un efebo: un efebo muy delgado y muy dúctil... Tiene «tipo de hombrecito». Con ella no hay que sentir celos de les hombres, sino de las mujeres. Y, por si acaso, conviene ser con ella «algo mujer».
C U E N T O S AL OÍDO DE LUZ, POR A N D R É S G O NZ A L EZ - B L AN CO AMABLES M U J E R E S -
Todas las noches, al salir de casa, Mariano Martín doblaba por la calle de los Leones y cruzaba ante los cristales del Café Habanero... Invariablemente estaban, detrás de la cristalería, enturbiada por la suciedad y a veces resguardada por los visillos amarillentos, las tres hermanas... Mariano vivía en una casa de huéspedes de la calle de Jacometrezo, una de esas casas altas, cuadradas y angostas, del Café del Callao para arriba, que la piqueta municipal ha derribado y allanado hace poco, dicen que para hermosear y agrandar la corte de los Felipes; yo con algunos otros, pienso que para contrahacer y remedar una ridicula parodia de un París sin grandeza y sin base, quitando a Madrid su sello típico, majo y saleroso... Las tres hermanas vivían muy cerca de él; una noche, siguiéndolas al regreso del café, las vio entrar en un caserón renegrido por la lluvia y los años, de la calle de los Leones. Debajo estaba un obrador de planchado, del cual eran dueñas las tres hermanas. Las tres eran madrileñas, y por lo tanto, pizpiretas y alegres, con una conversación salpicada de timos chulescos. Llegada la noche, después del sudorífico y pesado trabajo del día, las tres hermanas se componían y se atusaban y allá se iban para el Café Habanero, de donde siempre venían con «novio», como ellas decían púdicamente, como si quisieran engañarse a sí mismas... Raro era el día en que las tres no atrapaban compañero de noche, hombre de placer hasta la madrugada, en que los soltaban invariablemente no queriendo jamás que la luz del día les sorprendiese en sus brazos... Los despachaban muy dulcemente, con buenos modos, sin descabezarlos como Cleopatra, pero desplumándolos desde luego... LA
VIEJA
ESPAÑA
FRANCBLISA V VILLAMEDIANA
Fanáticos defensores de la Monarquía niegan que entre la primera mujer de Felipe IV y el cínico conde de Villamediana, hubiera otra cosa que las procacidades del procer poeta que a todo y contra todo se atrevía, más la vaga y amena literatura que tiene preciosos documentos para demostrar aquel paso de comedia tan de su tiempo, dice que hubo más que palabras, y que si no puede afirmar rotundamente que los infrascritos pasaran de los dichos a los hechos, es porque en esta suerte de aventuras hasta la luz del sol estorba. D. Juan de Tassis Peralta, cuando llegó de su destierro transcurrido en la levítica ciudad de Sigüenza, hallóse con una reina bizarra y gentil, a quien conoció casi una niña, y como si fuese una dama cualquiera, (para él en siendo mujeres todas eran lo mismo) la puso cerco. Como el hombre había buen porte y mostraba buen ingenio y S. M. había a su regio consorte más tiempo en las cacerías de «El Pardo» y en los aposentos de las comediantas, nada tiene de
Pero ocurría a veces que las tres no pescaban tres compañeros idóneos para el caso y entonces las dos que quedaban de non solían entregarse a las dulces compensaciones que Safo brindaba a sus discípulas antes áé salto mortal del Leúcades... Otras veces ocurría ser dos las que encontraban pci' reja y entonces era una la que se consagraba a la contemplación solitaria de sus encantos en el lecho frió .• O bien, cuando caía un caprichoso, de esos que pululaban entonces por aquellos barrios recatados, propicios «, toda proposición deshonesta, la que quedaba desparejada y suelta, «hacía juego» con una de las hermanas en mil plácemes lascivos que la voluptuosidad ha ensayado desde antaño... La más solicitada de las tres hermanas, que componían tres tipos de belleza diversa, y muy españoles los \«t.
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