del cachorro Ala hora de elegir un perro para utilizarlo en el rastro de sangre, debemos Razas, elección y entrenamiento El perro de sangre (II)

Perros El perro de sangre (II) Razas, elección y entrenamiento del cachorro Gerardo Pajares DOS MESES DESPUÉS DEL PRIMER ARTÍCULO SOBRE EL COBRO

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Perros

El perro de sangre (II)

Razas, elección y entrenamiento

del cachorro

Gerardo Pajares

DOS MESES DESPUÉS DEL PRIMER ARTÍCULO SOBRE EL COBRO DE PIEZAS HERIDAS CON PERROS DE SANGRE, EL AUTOR TRATA EN ESTA SEGUNDA ENTREGA LAS RAZAS QUE PUEDEN UTILIZARSE EN EL RASTREO, ASÍ COMO LA SELECCIÓN DEL CACHORRO Y LAS TÉCNICAS PARA ENTRENARLO. Álvaro GARCÍA MATEU Ingeniero de Montes ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DEL PERRO DE SANGRE www.aepes.es

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la hora de elegir un perro para utilizarlo en el rastro de sangre, debemos estudiar cuidadosamente las características de cada raza y optar por aquélla que en principio pueda cumplir con los objetivos que nos proponemos. Básicamente tenemos que considerar el terreno en que rastrearemos con más frecuencia –zonas de montaña, monte denso, zonas encharcadas, matorral espinoso, etcétera–, las especies sobre las que trabajaremos más a menudo y el número de rastreos que previsiblemente haremos en cada temporada. Obviamente la elección será diferente si andamos con frecuencia tras los machos monteses o tras los rebecos en zonas de alta montaña que en el caso de que rastreemos reses heridas en las manchas de los Montes de Toledo. Pero no sólo es importante tener en cuenta las características propias de cada raza, hay otras consideraciones de índole práctica que resultan al menos tan decisivas como las anteriores. Debemos pensar, sin engañarnos, de cuánto tiempo dispondremos para la correcta socialización, educación y adiestramiento del cachorro. En este sentido hay razas que son más exigentes que otras y requieren un mayor esfuerzo para obtener de ellas todo su potencial. Es también fundamental que establezcamos cuál va a ser el espacio destinado al perro. Algunas razas necesitan más “contacto” que otras, y no podremos formar con ellas un equipo compenetrado conductor-perro de sangre si nuestra relación se circunscribe a sacarlo de la perrera el sábado por la maña-

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■ Perros

I. Lumbreras

Álvaro García Mateu

Con un mes de edad, el cachorro de teckel –arriba– ya sabe lo que es utilizar su nariz para seguir un rastro. Sobre estas líneas, sabueso de montaña de Baviera ladrando a muerto.

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na y “depositarlo” allí nuevamente el domingo por la tarde. De esta forma el perro puede rastrear, pero lo hará para sí mismo y por simple instinto de caza, sin interés alguno por trabajar en equipo con su conductor. En los rastros complicados esta compenetración entre los dos miembros del equipo puede significar la diferencia entre el éxito y el fracaso. La cuestión del tamaño también es importante. Es posible que nos decantemos por un perro pequeño, de fácil manejo y que podamos llevar a todas partes en un transportín. Por el contrario, quizá prefiramos un perro más potente, que sea capaz de sujetar e incluso rematar una cierva o un corzo herido. En este sentido también debemos ser conscientes de nuestras capacidades físicas. No olvidemos que el conductor está unido a su perro de sangre por la traílla y en ocasiones, con animales fuertes y rápidos en el rastreo, podemos ser incapaces de seguir el ritmo del perro. En resumen, decidir sobre la raza con la que compartiremos nuestra vida y experiencias en el rastreo durante diez o doce años, no es nada fácil. Reflexionen sobre sus preferencias cinegéticas y forma de vida, hablen con rastreadores, propietarios y criadores, y tómense su tiempo.

LOS SABUESOS DE SANGRE ALEMANES. En este grupo se encuadran los auténticos “especialistas” en el rastro de sangre. El sabueso de sangre de Hannover es un perro desarrollado única y exclusivamente para el rastreo de piezas de caza mayor heridas. Su origen puede establecerse en el siglo XVIII, con los trabajos de selección de la Jägerhof, escuela de caza fundada por la Casa de Hannover, en Alemania. Desde 1897, el cuidado de la raza corre a cargo de la prestigiosa institución alemana Verein Hirschmann. Esta entidad tutela con mucho celo la cría y comercialización de cachorros, para conservar la pureza de la raza y su característica forma de trabajar. Los hannoverianos son perros grandes y potentes, con una nariz prodigiosa, que están sometidos a un método especial de entrenamiento de forma que sean capaces de distinguir el rastro de un ciervo sano concreto, por su olor particular. Debido a esta complejidad en su entrenamiento y manejo, es una raza indicada sólo para conductores expertos y personas que puedan dedicar mucho tiempo a su preparación. Pero en las zonas montañosas de los Alpes bávaros se encontraba el hannoveriano demasiado pesa-

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A TENER EN CUENTA AL ELEGIR UN CACHORRO Una vez hayamos superado la difícil tesitura que supone decidir con qué raza de perro vamos a compartir nuestras aventuras de rastreo, llega el ilusionante momento de adquirir el cachorro. Hablamos directamente de adquirir un cachorro porque resulta harto complicado –por no decir imposible– comprar un perro ya entrenado. Independientemente de ello, el futuro éxito del equipo conductor-perro de sangre depende en gran medida del estrecho vínculo que exista entre ellos. Evidentemente la fortaleza de ese vínculo se cimentará en las experiencias, cinegéticas y no cinegéticas, vividas juntos. Nunca podremos compartir lo mismo con un perro que hemos criado y enseñado desde los dos o tres meses de edad, que con un perro adulto que ha vivido muchas experiencias –buenas o malas– con otra persona. Huelga decir que a la hora de comprar nuestro cachorro debemos huir sin duda de las tiendas de mascotas o de los criadores que trabajan con muchas razas. Necesitamos encontrar un criador especializado en líneas de trabajo de la raza escogida y, si es posible, que seleccione sus perros para el fin que perseguimos. Generalmente se trata de personas que hacen pocas

camadas al año, rastrean con sus perros y los preparan personalmente. Evite también al “criador circunstancial” que, con toda su buena voluntad y con criterios más sentimentales que científicos, cubre su perra con el perro de un amigo “que es sensacional para el rastro de sangre” y lo anuncia como “se vende camada de..., hijos de padres muy cazadores”. La cría responsable de perros exige estudio y dedicación. Por fin nos encontramos en el domicilio de un criador reputado de líneas de rastro de sangre de la raza que hemos elegido. Estamos situados ante una preciosa camada de cinco cachorros, aparentemente idénticos. ¿Con cuál nos quedamos? Si el criador es responsable y de confianza, debemos dejarnos aconsejar por él. Habrá observado la camada durante al menos dos meses y conocerá las características de cada cachorro. En principio no hay diferencia alguna en cuanto a capacidad de trabajo sobre el rastro entre machos y hembras. Es más bien una cuestión de elección personal. Observe a los cachorros, a ser posible sin su madre, en su ambiente cotidiano. Enseguida se dará cuenta de que existe un aparente orden jerárquico entre ellos. Descarte los cachorros excesivamente dominantes y los excesivamente sumisos. Sométalos súbitamente a un ruido fuerte –por ejemplo deje caer entre ellos una lata de bebida vacía, o de una patada en el suelo–, descarte los asustadizos y decántese por los que se acercan y muestran curiosidad. Valore positivamente los cachorros sociables, que se acercan a usted en lugar de esconderse. Demuestran templanza y estabilidad. Si fuera posible, haga a los cachorros un rastro de dos o tres metros arrastrando un corazón o un hígado de ciervo. Ponga sobre el rastro los cachorros de uno en uno y compruebe la curiosidad que muestran y sus intenciones de seguir la pista. A pesar de todas las pruebas que hagamos a los cachorros nunca tendremos la seguridad de lograr un perro maestro en el rastro de sangre a partir del que seleccionemos, pero siempre contaremos con más posibilidades de conseguirlo.

■ Perros

Alberto Silvosa

do para desenvolverse con agilidad en fuertes pendientes y entre las crestas rocosas. Desarrollaron por ello un perro de características muy similares, pero con menor alzada y menos peso: el sabueso de montaña de Baviera. Son perros bien conocidos en España, relativamente fáciles de enseñar, con una gran nariz y, en los ejemplares destinados al trabajo, enorme pasión por la caza. Usualmente se conducen sobre el rastro atraillados, soltándolos cuando el animal herido abandona la cama. Debido a su tamaño y agresividad, son perfectamente capaces de sujetar y matar un corzo herido. Especial cuidado debe tenerse cuando el encuentro es con piezas de más entidad como venados y jabalíes.

EL TECKEL Y LOS TERRIERS Aunque en principio no se tra-

Arriba, un jagdterrier, todo pasión, corazón y coraje. Sobre estas líneas, el jack russell terrier, muy utilizado en África por los cazadores profesionales.

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ta de un auténtico especialista en el rastreo –la raza se desarrolló fundamentalmente para el trabajo bajo tierra, en las madrigueras de tejón y zorro–, la gran pasión por la caza y la tenacidad de este pequeño perro le ha situado en lo más alto del escalafón de perros de sangre en muchos países europeos, incluido el nuestro. A la expansión de esta raza como auxiliar de caza ha contribuido de forma notable su reducido tamaño y su atrayente “personalidad”. En contra de lo que muchas personas puedan pensar, el teckel no es un perro difícil de enseñar y, con la debida educación y manejo, puede ser un compañero obediente, cariñoso y siempre dispuesto a complacer a su conductor. Cierto es que en ocasiones “le puede su sangre cazadora”, pero eso forma también parte de su encanto. En el trabajo sobre el rastro de sangre, el teckel generalmente se muestra más tranquilo y reflexivo

que otras razas. Trabaja más pausadamente y, evidentemente, es más fácil de conducir que un perro que le triplique en peso y potencia, como el sabueso de baviera. Siempre debe llevarse atraillado porque su valentía y coraje puede llevarle a situaciones comprometidas en sus encuentros con la caza. Sólo en el caso de que estemos rastreando un corzo, podremos soltarlo al levante de la pieza. Si estamos convencidos de que no es un ejemplar muy “mordedor”, y que respetará la necesaria distancia de seguridad ante un gran jabalí, podemos asumir el riesgo de soltarlo “al levante” de la pieza. En muchas ocasiones su reducido tamaño permite que la res herida no se sienta en exceso acosada, no huya y le plante cara. Siguiendo el sonido de su potente latido a parado, llegaremos a la pieza y finalizaremos el trabajo ayudados por el arma de remate. El jagdterrier es otra raza alemana desarrollada en principio para el trabajo en madriguera que, con el auge de la caza mayor, ha comenzado a utilizarse para el rastreo de animales heridos gracias a su pasión por la caza y su coraje. Comparte con el teckel su tamaño reducido, aunque es un perro más ágil, y por tanto su facilidad para el transporte y conducción sobre el rastro. En general son perros más nerviosos que rastrean más rápido. Son muy mordedores, con un temperamento muy fuerte y con los que debemos tener cuidado también a la hora de soltarlos de la traílla. Tímidamente también empieza a aparecer en manos de cazadores españoles el jack russell terrier, perro de pequeña talla pero fuerte carácter, muy utilizado por los cazadores profesionales en África para el rastreo de animales heridos.

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■ Perros

Luis Barata

Cualquier perro con una aceptable nariz, instinto de caza y al que se haya proporcionado un entrenamiento adecuado, puede resultar perfectamente útil como perro de sangre OTRAS RAZAS POLIVALENTES. Existen otras razas de caza

En nuestros desplazamientos por zonas con piezas de caza, el perro debe ir de la correa para evitar que las levante y persiga.

EL ENTRENAMIENTO TIENE QUE PROSEGUIR CON CAZA REAL Independientemente del imprescindible trabajo “de salón” que son los rastros artificiales, debemos hacer que el cachorro entre en contacto con el campo lo antes posible. Debe familiarizarse con sus olores, sonidos y sensaciones. Al principio lo podremos llevar suelto, dejándole jugar y empaparse de todo. Cuando su instinto de caza vaya aflorando y veamos que empieza a mostrar mucho interés en los rastros, deberemos llevarle atado siempre que recorramos zonas con abundancia de caza. Es importante evitar que descubra lo estimulante que es perseguir las ciervas por el monte. Una vez se haya “picado” a levantar y perseguir la caza, será muy complicado hacerle seguir el rastro frío de una res herida cuando se crucen con él los rastros frescos y calientes de piezas de caza sanas. Este es uno de los puntos que diferencian un aceptable perro de rastreo de un verdadero maestro. También es importante que entre en contacto con la caza muerta. Cuando cobremos una pieza, le llevaremos a ella y, sin atosigarle, le dejaremos que la huela, la chupe y la muerda. No desesperemos si al principio se muestra algo asustadizo y no muerde la pieza. Todo lleva su tiempo. Hay perros que empiezan mostrándose recelosos y, con el paso del tiempo y la experiencia, acaban mordiendo como posesos. Si es posible, arrastraremos unos metros la pieza y haremos que la encuentre por el rastro, felicitándole desmesuradamente cuando dé con ella, aunque sólo haya recorrido unos metros.

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polivalentes, perfectamente utilizables como perros de sangre. De hecho en algunos países europeos, especialmente en Dinamarca, Suecia y Noruega se utilizan con mucha frecuencia. Lógicamente se les debe proporcionar un adecuado entrenamiento y ser conscientes de que si son utilizados en varias disciplinas cinegéticas no serán nunca verdaderos especialistas en el rastreo de piezas heridas, pero resultarán útiles en muchas situaciones. Entre estas razas podemos destacar el drahthaar, braco alemán, labrador retriever y algunos perros de rastro como el beagle y otros sabuesos y bassets. Pero debemos insistir en que cualquier perro con una aceptable nariz, instinto de caza y al que se haya proporcionado un entrenamiento adecuado, puede resultar perfectamente útil como perro de sangre.

ENTRENAMIENTO. Ya hemos elegido un cachorro de la raza que nos interesa y tenemos a nuestra joven promesa en casa y soñamos con el día en que encuentre ese estupendo venado que herimos y se alejó a la carrera entre el monte. Pero, por muy buenas condiciones que tenga el cachorro, esto no ocurrirá si antes no hemos invertido tiempo, esfuerzo e ilusión en su entrenamiento. Desde su llegada a casa, momento en el que tendrá 10-12 semanas de edad, debemos empezar con su socialización y educación básica. En este aspecto, actuaremos como con cualquier otro perro y hay centenares de artículos y publicaciones sobre el adiestramiento básico del cachorro. Haremos especial hincapié en órdenes básicas como acudir a la llamada, andar junto de la correa –a la izquierda de su conductor, si éste es diestro– y quedarse quieto, incluso cuando nos alejemos y nos pierda de vista. Son instrucciones que nos facilitarán mucho el trabajo cuando estemos con el perro en el campo, en acción de caza. En lo que respecta al entrenamiento específico para el rastro de sangre, yo soy partidario de empezarlo inmediatamente pero sin atosigar y aburrir al perro. Desde muy pequeñito podemos empezar con cortos rastros de 10 metros, arrastrando un corazón, hígado o pulmón de alguna pieza de caza. Dejaremos en el camino algunos trocitos pequeños de carne –que pueda engullir rápidamente y no le distraigan–,

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Álvaro García Mateu

Santiago Segovia

Debajo, material básico para el trazado de rastros artificiales: sangre, dosificador, piel y cinta para marcar el rastro. Las suelas trazadoras se utilizan para imitar el rastro de las pezuñas del animal durante el entrenamiento del perro.

RECOGIDA DE SANGRE Como hemos visto, el material necesario para el entrenamiento es muy poco. Únicamente podemos encontrar alguna dificultad en disponer de la suficiente sangre de caza para el trazado de los rastros artificiales. Lo mejor es tratar de recoger toda la que se pueda durante la temporada, almacenarla congelada –por ejemplo en botellitas de medio litro de agua mineral– y descongelarla a medida que la necesitemos. Este es el material ideal, pero si no nos es posible obtenerlo podemos recurrir a sangre deshidratada o a sangre de ganado comprada en algún matadero. Para conservar la sangre de caza la mezclaremos, antes de congelarla, con sal o, aún mejor, un anticoagulante como por ejemplo heparina. A pesar de ello, cuando la descongelemos presentará algunos coágulos. Si los rastros se trazan con el método de la esponjita y el palo, esto no tiene mayor importancia. Si por el contrario utilizamos el sistema de la botella con cánula, deberemos deshacer esos coágulos para evitar que se atasque el dosificador. El método más eficaz es utilizar una batidora de cocina, eso sí, sin que seamos sorprendidos por nuestra mujer.

■ Perros

Pedro Ampuero

Borja Zorrilla

Johann Hayden

Den Tyske

Debemos trabajar con el cachorro sobre rastros artificiales. Bajo estas líneas y arriba a la derecha, un auténtico especialista: el sabueso de sangre de Hannover. A la derecha, un jagdterrier tras dar con el cochino.

En general, un cachorro con seis meses debería ser capaz de seguir y finalizar rastros artificiales de 600 metros de longitud y 6-8 horas de antigüedad 144

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para aumentar su motivación. Nos sorprenderemos y se nos “caerá la baba” viendo a ese proyecto de gran cazador realizar sus primeros rastreos. Al final del rastro dejaremos la víscera utilizada a modo de recompensa para que la masque y lama un rato. Como en el futuro, es muy importante que el ejercicio termine con éxito. Si es necesario, debemos ayudar al cachorro. Aumentaremos gradualmente la longitud de estos rastros y, cuando el perro los siga con codicia, podremos pasar a los rastros de sangre artificial. Depende del cachorro, pero a partir de los cuatro meses de edad suelen estar perfectamente preparados para ello. Necesitaremos hacernos con algún material. Collar de rastreo, una traílla ligera que no le moleste en exceso, sangre para trazar los rastros y un medio para depositar la sangre sobre el terreno, que puede ser un palo o bastón con una pequeña esponja en su extremo –con el que “tamponaremos” la sangre– o una botella con tubito del tipo de las que se usan en los laboratorios –con la que podremos ir dejando caer gotas sobre el suelo–. El método es sencillo: trazaremos un rastro de sangre que imite el dejado por un animal herido después del disparo. Debemos comenzar con rastros rectilíneos cortos, de unos 50 metros, dejando gotas

o tamponando sangre a intervalos pequeños de 1520 centímetros. Al final del rastro colocaremos una piel de ciervo, corzo, etcétera, que servirá de recompensa al cachorro y le hará comprender cuál es el objetivo final de su trabajo. Podemos continuar, en esta fase inicial, dejando algunos trocitos de carne por el camino, para incrementar la motivación. Cuando el perro ya siga el rastro con cierta fijeza, eliminaremos este incentivo. Dejaremos pasar una o dos horas y pondremos al cachorro sobre el rastro. Insistimos de nuevo en que es esencial que la sesión de entrenamiento acabe de forma exitosa. Si es necesario corregiremos con suavidad al perro, por ejemplo, si pierde el rastro, se distrae, etcétera. Cuando encuentre la piel al final de la pista, le felicitaremos con la voz, le acariciaremos mucho y le haremos ver lo felices que nos ha hecho con su “hallazgo”. Yo soy partidario de exagerar enormemente estas muestras de efusividad. Sólo debemos tener cuidado de no ser observados por algún extraño que piense que hemos perdido el norte y avise al psiquiátrico. Resulta también muy aconsejable el uso de las llamadas “suelas trazadoras”, que básicamente consisten en unas falsas suelas de madera en las que se colocan las pezuñas del animal cuyo rastro queremos imitar. A medida que el preparador de la pista avanza va marcando en el suelo las huellas. El rastro resulta mucho más realista y prepara al perro para las situaciones, muy frecuentes en el rastreo real, en la que no hay sangre en muchos tramos del camino de huida de la pieza. A medida que vayamos complicando los rastros artificiales, intercalaremos tramos en los que haya huellas y sangre con otros trazados sin sangre. A medida que el cachorro vaya superando los rastros de entrenamiento, iremos aumentando su longitud, el intervalo entre las muestras de sangre, los tramos sin sangre y el tiempo en colocar al perro sobre la pista. Así mismo, disminuiremos la cantidad de sangre utilizada.

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Luis Barata

Una joven promesa, un cachorro de sabueso de Baviera.

RASTROS MÁS COMPLICADOS. Estos entrenamientos deben ser regulares, pero tampoco hay que aburrir al perro. Bastará con un rastro semanal, a los sumo dos. En condiciones normales, un cachorro con seis meses debería ser capaz de seguir y finalizar rastros artificiales de 600 metros de longitud y 6-8 horas de antigüedad sin ningún problema. Iremos complicando las pistas artificiales no sólo con su longitud y antigüedad. Introduciremos también cambios de dirección, primero describiendo curvas suaves y más tarde en ángulos rectos. Complicaremos también el asunto trazando los ras-

tros en terreno accidentado, con monte, cruce de arroyos, carreteras, etc. A medida que el perro finalice con éxito por sí mismo un rastro artificial, complicaremos más el siguiente. De este modo el perro no se aburrirá e irá adquiriendo experiencia en la resolución de los problemas que encontrará en el rastreo de caza real. Podemos considerar que un perro está suficientemente preparado para la caza real cuando supere sin ayuda un rastro artificial de 1.200 metros, trazado con 250 cc. de sangre, con al menos dos cambios bruscos de dirección y con una antigüedad de 24 horas. En función del número de rastreos reales que haga el perro en cada temporada, será necesario seguir con los entrenamientos de vez en cuando. Lógicamente, a medida que vayamos complicando los rastros artificiales, nos veremos en la necesidad de señalar su trazado en el campo con cinta de balizar, cinta biodegradable o papel higiénico. Es importante saber en todo momento por dónde va el rastro que trazamos para evaluar la fijeza del perro sobre la pista y corregir posibles errores.

PARA MÁS INFORMACIÓN Pese a lo extenso del artículo sólo hemos trazado un esbozo con respecto a razas, selección y entrenamiento del cachorro. Lógicamente el tema da para mucho más. Existen algunos libros en inglés y francés –en alemán debe haber verdaderas “maravillas”, pero desgraciadamente no están al alcance de mis conocimientos lingüísticos–, cuya lectura recomiendo al que esté interesado en empezar en serio con esta apasionante disciplina. Pueden encontrarse referencias a ellos en la página web de la Asociación Española del Perro de Sangre (www.aepes.es).

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