EL PERRO EN LA HISTORIA

EL PERRO EN LA HISTORIA Los Diálogos de la Montería y los perros de caza españoles del 1 siglo XVI. Texto y Fotos: Antonio M. Fernández Primera par

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El perro se presenta Modestia aparte, soy un perro guapísimo; las perritas adoran mis orejas largas, mi hocico perfecto y mi cola maravillosa. Tengo

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EL PERRO EN LA HISTORIA

Los Diálogos de la Montería y los perros de caza españoles del 1 siglo XVI. Texto y Fotos: Antonio M. Fernández

Primera parte: Los dos manuscritos. Perros de Muestra y Armas de Caza. Luis Barahona de Soto El insigne poeta lucentino Luis Barahona de Soto escribió la más importante y completa de las obras españolas de caza, conocida como Diálogos de la Montería. Su contenido es trascendental para la historia de los perros de caza en España, y es la primera en el mundo en describir con detalle el trabajo del perro de muestra en su oficio principal: la caza de la perdiz. Este poeta da nombre a los dos principales trofeos a la regularidad de los perros de muestra en las pruebas de campo internacionales de las Semanas de Andalucía. En este trabajo, que por su extensión daremos por partes, hallará el lector múltiples razones para celebrar al poeta andaluz y a su obra. LOS DIÁLOGOS DE LA MONTERÍA DE BARAHONA

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e trata de una obra en prosa en la que se representan unas conversaciones en torno a la caza entre tres amigos, de nombres Montano, Silvano y Solino. Se ha conservado en un manuscrito del siglo XVI, custodiado en la Real Academia de la Historia con la signatura 9/5113 (olim 9-24-2-B-29), que consta de 110 folios de papel (3+10+3) 295 x 205 mm. Está a falta de las hojas iniciales que pudieron contener el título, la dedicatoria, y quizá una introducción o prólogo. Reparó en él el académico archidonés D. Miguel Lafuente Alcántara, que dio a conocer su existencia en sus Investigaciones sobre la montería y los demás ejercicios del cazador (1849), sin sospechar que fue escrito en su villa natal y por el mismísimo Barahona.2 En 1890 fue publicada la primera edición en Madrid al cuidado de D. Francisco de Uhagón, marqués de Laurencín, por la Sociedad de Bibliófilos Españoles, bajo el título: Diálogos de la montería, manuscrito inédito de la Real Academia de la Historia, y al punto comenzaron las especulaciones sobre la posible identidad del autor, y la datación de la obra.3

1 Partiendo del artículo que se publicó en la revista del Pointer Club Español de 2011 con el nombre de Luis Barahona de Soto y los Diálogos de la Montería, revisaremos y ampliaremos lo allí tratado, publicándolo en varias partes. 2 Luego, las bibliografías especializadas, la Bibliografía venatoria de Gutiérrez de la Vega (1877) y Estudios bibliográficos: la caza de Uhagón y Leguina (1888), ya contemplan la obra, aunque todavía como anónima. 3 El mismo Uhagón inquiere en su introducción: “si la hubo de componer algún montero principal de Felipe II dedicándosela quizás a su primogénito el Príncipe” y data el libro por el tipo de escritura: “seguramente en el último tercio del XVI”, y luego precisa: “estos Diálogos hubieron de escribirse después de 1568, año en que el protonotario Luis Pérez publicó en Valladolid su conocida obra ‘Del can y del caballo’, del que habla ya nuestro autor, y antes de 1582, en que Argote de Molina dio a la estampa en Sevilla el ‘Libro de la Montería’ que, de haber corrido impreso a la sazón, no hubiera dejado de mencionarlo el docto montero, que para nada lo mienta, cuando su flaco son precisamente las citas, referencias y testimonios de otros escritores”

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El Perro en la Historia Pérez de Guzmán abordó enseguida el asunto en El autor y los interlocutores de los Diálogos de la Montería, opúsculo que dedicó a Uhagón, compañero suyo en la Academia de la Historia. Aventuraba en él que fueron escritos en Granada, entre 1563 y 1568, fechas que da suponiendo que la obra fue escrita para el príncipe D. Carlos (fig. 1), hijo de Felipe II.4 Propone como autor a D. Diego Hurtado de Mendoza, III marqués de Cañete y montero mayor del rey; y justifica los topónimos y voces andaluzas de la obra en que los Hurtado de Mendoza tenían intereses en Granada. Finalmente, fue el ilustre ursaonés5 D. Francisco Rodríguez Marín quien, estudiando la obra de Barahona, dio con la identidad del autor, al constatar que en los Diálogos de la Montería había poesías de Barahona aún no publicadas, y otros datos que solo podían provenir del propio autor, fechó la obra entre 1586 y 1594.6 Todo esto lo dio a conocer en Luis Barahona de Soto, estudio biográfico, bibliográfico y crítico, que es aún la obra de referencia sobre el poeta.

LOS DIÁLOGOS DE LA MONTERÍA DEL PALACIO DE ORIENTE

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odo parecía resuelto en cuanto a la autoría de los Diálogos, pero el duque de Almazán, en su Historia de la Montería en España publicada en 1934, dio noticias de otro manuscrito del s. XVI que estaba en el Palacio de Oriente, y dijo advertir en él similitudes con el de Barahona, anunciando que lo iba a publicar, cosa que hizo al año siguiente como Diálogos de la montería, manuscrito de Fig. 1. El príncipe Carlos, hijo de Felipe II. Óleo de la Biblioteca del Palacio de Oriente.7 Alonso Sánchez Coello, Museo del Prado. Este manuscrito se conserva actualmente en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, con la signatura 2111 (olim BPR II-1320; 2-J-5; VII-H-5; Arzobispo 50), consta de 171 folios de papel (1 + 169 + 1) de 207 x 150 mm. En adelante, para abreviar, nos referiremos a él como manuscrito de Palacio, por donde fue descubierto y porque se publicó con ese nombre, y al de Barahona lo llamaremos manuscrito de la Academia o manuscrito de Barahona. En su edición incluye el duque de Almazán, ambas de su mano, una Introducción y unas Notas, y una Advertencia preliminar del entonces bibliotecario del Escorial - el conquense Fray Julián Zarco Cuevas - que versa sobre el origen, datación y contenido del manuscrito y la posible autoría. La acción se sitúa en la ciudad de Cuenca y son también tres los personajes que hablan, y esta vez sus nombres son Montano, Silvestre y Boscán. Zarco acepta la autoría de Barahona para los Diálogos de la Academia, pero advierte al lector que a veces estos son copia casi literal de los de Palacio, lo que pone en evidencia publicando en su Advertencia, yuxtaponiéndolos, doce fragmentos de ambos manuscritos. Aunque el manuscrito de Barahona menciona algunos topónimos andaluces,8 son más los de las Sierras de Cuenca y Molina, donde ocurren anécdotas de caza protagonizadas por personajes de aquella zona. Evidentemente resulta muy extraño que Barahona trate preferentemente de lugares y personas tan lejanos a él, por lo que se debe admitir que, como poco, se inspiró en alguien relacionado con ellos.

4 Siendo la última la de su prematura muerte. 5 El patronímico ursaonés se aplica a los oriundos de Osuna. 6 Después de múltiples razones en ese sentido concluye: “Resumiendo, y por contraposición a las conclusiones a que llegó el señor Pérez de Guzmán, digo, y creo haberlo probado, que el autor de los Diálogos de la Montería fue el licenciado Luis Barahona de Soto; que no hay datos ciertos para afirmar quienes fueron Montano y Solino; que Silvano es el mismo Barahona; que el libro se escribió después del año 1586 y antes de 1594, para el uso del segundo marqués de Peñafiel don Pedro Téllez Girón, después tercer duque de Osuna y que la copia única que existía, hasta que en 1890 lo dio a la estampa la Sociedad de Bibliófilos Españoles, perteneció a don Juan Téllez Girón, segundo duque de Osuna”. 7 Para justificar el título, diferente al que reza en el manuscrito, dice: “Aunque lleva el manuscrito el título de Diálogos sobre la Caza, lo he rotulado Diálogos de la Montería, por cuanto los únicos cuatro diálogos que se conservan sólo de ella tratan”. 8 La Sierra y Valle de la Alcudia de Guadix, en la falda de Sierra Nevada, la Sierra de Gador en Granada, y la de Los Filabres en Almería, Sierra Morena, Málaga, etc.

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El Perro en la Historia Para Zarco tuvo que haber otro manuscrito anterior, ya que ninguno de los dos es el original. Del manuscrito de Palacio lo afirma porque no está completo, pues solo tiene tres diálogos de caza mayor, cuando anunciaba un contenido más extenso, similar al del manuscrito de Barahona. Además le faltan los dibujos de los llamados redrovientos9 que están en el de Barahona, aunque se dejan recuadros en blanco para insertarlos.10 Dice que el autor del de Palacio ha de ser de Cuenca, no solo por los topónimos, sino por algunos vocablos típicos de esas tierras y piensa que se oculta tras Montano y pudiera ser el que en el de Barahona se menciona como: “un cazador amigo nuestro y que todos conocemos, que se llama Alarcón”.11 Del manuscrito de Barahona dice que no todo él fue escrito por su mano;12 y, siguiendo a Rodríguez Marín, ubica su terminación entre la publicación de Las lágrimas de Angélica y la muerte del poeta. Las fechas del de Palacio las deduce de su caligrafía y del periodo en que Boscán pudo haber visto en Madrid un rinoceronte que se menciona en él, del que no se dan noticias en el manuscrito de Barahona. Y al final da unas fechas para ambos manuscritos: “por tanto, los de Montano pueden ser, aproximadamente, de hacia 1585 a 1590, y los de Barahona, de 1587 a 1595”. Sobre el asunto del rinoceronte y de las fechas tendremos ocasión de volver.

IMPORTANCIA CINEGÉTICA, CINOLÓGICA Y LITERARIA

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os Diálogos de Barahona son el primer libro que trata con detalle el perro de muestra y de su caza más propia, la de la perdiz. Veremos ahora qué dicen los talentos que primero lo abordaron, entre los que hubo excelentes cazadores: D. Miguel Lafuente Alcántara (1877) dio la primera noticia, tributándole los mayores elogios: “Entre todos los libros impresos y manuscritos que conocemos en España sobre la caza, el anónimo de los Diálogos es, en nuestro juicio, el más prolijo y perfecto. La erudición, el buen lenguaje, la naturalidad de las observaciones que ocurren á los interlocutores y los útiles avisos que se consignan en sus voluminosas páginas, constituyen de esta obra un tratado general é inmejorable. Aunque parece por su título limitado al ejercicio de la montería ó caza mayor, se extiende, sin embargo, á la caza de perdices y demás artículos de volatería, y á la menor, como liebres, conejos, etc.”.13 Poco más cabía decir, por ello Gutiérrez de la Vega en su Bibliografía Venatoria Española (1877), repite lo dicho por Lafuente Alcántara y añade: “Efectivamente, son unos preciosos diálogos… Este libro, que es un tratado general e inmejorable, como dice el autor de las Investigaciones sobre la Montería que acabamos de citar,… por la belleza de su forma y de su estilo, por sus sabios preceptos, y por la erudición literaria con que está escrito, merece un alto concepto.”14

Fig. 2. Caza de la perdiz con ballesta, al acecho, con buey y cabestrillo, y con linterna y red. Siglo XVI, dibujo de Stradanus (Jan van de Sraet).

Francisco de Uhagón y Enrique Leguina (1888) hacen algo parecido en sus Estudios bibliográficos. La Caza y el primero de ellos también en la Introducción de su edición de los Diálogos (1980), que remata diciendo: “Si, pues, se trata del libro más «prolijo y perfecto» que de caza se ha escrito en España, y si por ende no existe otro ni más ejemplar que el de la Real Aca-

9 Llama “redrovientos” a los vientos que, revocando en los accidentes del terreno, se vuelven hacia atrás. 10 En los folios 100v, 102v, 104v y 106v. 11 Barahona, Diálogos de la Montería pp. 354-355. 12 “Que no sea original de Barahona el ms. de la Academia, a lo menos en gran parte, es cosa clara; yo encuentro en él tres manos, sino son cuatro, una tan lega e imperita que plagó de errores los libros XII y XIII, como ya lo notó el marqués de Laurencín.” 13 Investigaciones sobre la montería, p. 124. 14 Biblioteca Venatoria Española, Vol. 1. Libro de la Montería del rey Don Alfonso XI, p. CXLV.

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El Perro en la Historia demia de la Historia, el darlo á conocer mostrando sus enseñanzas y divulgando sus preceptos ha de ser, sin controversia, uno más entre los muchos beneficios literarios que de continuo practica y ejecuta la Sociedad de Bibliófilos Españoles.” 15 Y Pérez de Guzmán en su estudio sobre la autoría (1890) dijo: “tan selecta obra, que, en mi opinión, es además de un libro el más clásico y completo que en España se ha escrito sobre el arte de la venación, documento histórico de inestimable precio”. No tardó demasiado en conocerse la obra en el extranjero y, al cambio de siglo, el destacado cinólogo inglés William Arkwright en El Pointer y sus predecesores (1902), obra de referencia para los aficionados al perro de muestra, al tratar, y muy a fondo, la historia de estos, da preferencia, sobre las muchas otras que cita, a los Diálogos de Barahona16 y al Arte de Ballestería y Montería de Martínez del Espinar, y dice de ellas:17 “He encontrado tratados en muchos idiomas sobre el trabajo de los perros de muestra, todos interesantes, algunos excelentes; solo el límite de espacio me impide transcribirlos todos. Pero en España hay dos obras maestras sobre la caza de aves, ambas brillantes y con la juventud eterna del genio, y tan frescas e instructivas hoy como en el día que fueron escritas: No hago su apología por presentarlas aquí en su máxima extensión”.18 Fig. 3. Uno de los óleos del pintor inglés George Stubbs con el Pointer como protagonista, año 1771.

A continuación le dedica a los Diálogos nada menos que diez páginas,19 y al Arte de Ballestería y Montería otras nueve,20 en tanto que a las demás solo les concede algún párrafo y alguna línea. Al año siguiente, una vez desvelado su verdadero autor, dijo Rodríguez Marín: “Del inestimable valor de este libro como obra didáctica y de sus demás cualidades literarias nada he de decir: bastante dijo el archidonés D. Miguel Lafuente y Alcántara,… sin sospechar que fuese de Barahona, su casi paisano,…, y harto dijeron el Sr. Uhagón en las muy discretas páginas que preceden al curiosísimo tratado cinegético, y D. Juan Pérez de Guzmán en su erudito opúsculo acerca de ‘El autor y los interlocutores de los Diálogos de la Montería’.21 Si Barahona no tuviera otras obras por cuyos méritos se le debiese admirar como á hombre grandemente versado en todos los conocimientos que constituían el vasto caudal científico y literario de su época, bastaríale con su excelente libro venatorio, para escribir. El idioma está en ellos tan bien tratado como en las demás obras de nuestro poeta, y aun añádele interés para el filólogo el frecuente uso, ya de voces regionales que no se hallan catalogadas en los léxicos, ya de otras que, estándolo, empleaba Barahona en acepciones diferentes, que, por más de un estilo, no holgará tener en cuenta.” Dos décadas más tarde, en el Prólogo a su edición de los Diálogos de Palacio (1935), repitió el duque de Almazán algunos argumentos del anterior: “un eximio escritor, una pluma venerable: don Francisco Rodríguez Marín, que dice así en su admirable estudio crítico de la vida y las obras de Luis Barahona de Soto:” “Entre las riquezas que guarda en su excelente biblioteca la Real Academia de la Historia hállase cierto manuscrito en folio, de doscientas cuatro fojas, disfrazado «bajo una envoltura modesta y modernísima». Digo disfrazado, porque por de dentro el tal cartapacio dista mucho de ser lo que por de fuera parece. De él se puede decir que ‘debajo del sayal hay ál’: […] y á pesar de lo que hoy miente su encuadernación, el códice se Fig. 4. Perro de Muestra Español. grabado publicado en The Illustrated vook of the Dog, de Cassell (1881)

15 Diálogos de la Montería, manuscrito inédito… p. XII. 16 Que cita como anónima. 17 Op. cit, p. 29. 18 The Pointer and His Predecessors (El Pointer y sus predecesores) es aún hoy la obra de referencia para la historia del perro de muestra. El éxito de la lujosa primera edición de 1902, en folio, provocó una segunda en 1906, esta vez en cuarto, que intentó Arkwright hacer coincidir con la traducción de la primera al Francés por el Barón Jaubert. A esta última se le llama ‘edición popular’ por ser de menor tamaño, de mayor tirada y de menor precio. Y, ya que no da noticias de ello al publicar esta última, Arkwright no sabría que entre ambas ediciones, concretamente desde 1903, se conoció la autoría de Barahona. La obra de Arkwright ha sido traducida a varios idiomas, citada por prestigiosos cinólogos y plagiada sin escrúpulo por otros. A través de ella, aunque no el nombre de su autor, les ha llegado a lectores de todo el mundo parte del contenido de los Diálogos de la Montería. 19 The Pointer and his predecessors, ed. de 1906, pp. 29 a 39. 20 Op. cit, pp. 39 a 48. 21 Rodríguez Marín, Luis Barahona de Soto, estudio biográfico… p. 392.

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El Perro en la Historia crió - pase el modismo - en muy buenos pañales, y de ello conserva, como reliquia, el cuasi perdido oro de los cantos. No parece sino un noble venido á menos por reveses de la voltaria fortuna.” 22

LOS PERROS DE MUESTRA Y LAS ARMAS DE CAZA

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olino y Silvano interrogan continuamente en los Diálogos de Barahona a Montano, su maestro en artes venatorias, por boca del cual llegan las Fig. 5. Típica ballesta del siglo XVI y sus partes. más de las enseñanzas.

Sus conversaciones versan sobre todo género de cazas, menos la cetrería. Y en cuanto a lo que ahora tratamos, se explican en ellas las querencias y costumbres de las perdices y, entre otras modalidades - como la caza con buey (fig. 2), o con reclamo - se detalla su caza a muestra de perro (fig. 3): el cómo inciden en ella los diferentes vientos, las técnicas para localizar a esas aves, cómo mantenerlas quietas para poder dispararlas, y se dicen las cualidades del perro de muestra español o perdiguero (fig. 4), y sus posibles defectos. Todo ello con conceptos y términos aún hoy en vigencia: como muestra, vientos, caliente,… y el llevar el perro la cabeza con porte alto, el cazar contra viento… Y se da preferencia a los perros que, en vez de buscarlas por el rastro, dan con las perdices por las emanaciones altas que les llegan con el aire. Como muestra, unos breves extractos trasladados al castellano actual.23 Dice Montano: “…La forma más noble y de mayor recreo que hay es el matarlas a muestra, o perro de muestra, la cual sigue este orden: que como se ha de buscar la perdiz por la industria del perro, y este no las puede seguir tan bien por el ojo y oído como por el olfato, es menester que lo primero que haga el montero al salir al campo sea mirar el viento que corre y tomarle de cara para irlas buscando…”. Enseñan una depurada técnica de caza perfectamente adaptada a las armas de entonces, cuando, en plena transición entre ambas, se usaban la ballesta o el arcabuz, según las posibilidades de cada cazador: “Sil. Pues habéis tratado del arcabuz, que cierto debe ser la arma de que más han de usar los hombres nobles, necesario será que tratéis de la ballesta, que siendo más manual y barata, puede ser para todas gentes y no ha sido hasta nuestros tiempos de poco provecho y importancia”.24 El arcabuz era aún pesado y lento para el tiro al vuelo, por lo que, tanto con él como con ballesta, se tiraba a las perdices en el suelo.” La ballesta (fig. 5): “debe ser para tiros de perro de muestra y otros semejantes que son cortos, de veinte y ocho onzas de acero25 que bastarán porque maltrate la caza”.26

Fig. 6. Cacería de liebres con ballesta y perro, obra del grabador alemán Agustín Hirschvogel. Siglo XVI. Museo de Budapest. 22 23 24 25 26

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Rodríguez Marín, obra citada cap. II, p. 253. Diálogos de la Montería, p. 366 y siguientes. Op. cit. p. 444. Se refiere al peso del arco de la ballesta. Op. cit. p. 444.

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Con ella, a la caza mayor se le disparaban viras y también jaras hechas de las varas más rectas de la planta de ese nombre. Para la caza menor se usaban preferentemente virotes, de palo grueso y con distintos tipos de casquillos de hierro en la punta, según el uso a que se destinaban; los había anchos y algunos con varias puntas. También, con unas ballestas adecuadas, se disparaban bodoques: unas bolas de barro hechas con un molde, que luego se dejaban secar. (fig. 6)

El Perro en la Historia El arcabuz podía ser de mecha o de pedernal y el de caza mayor: “ha de ser de nueve á diez adarmes”.27 Para la caza menor se empleaba munición muy similar a la actual: “se les tira con perdigones; y para que éstos ‘alcancen más tierra’ y vayan más recogidos, debe tener de trece á quince adarmes y no menos”28 y el cañón: “será de cinco palmos y medio”.29

LA CAZA

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on estas armas, después que el perro Fig. 7. Perro de Muestra Español. Ilustración de la Historia General de mostraba, el cazador necesitaba tiempo los cuadrúpedos de Bewick. 1790. suficiente para llegar a vista de las perdices, con la mayor cautela para no levantarlas, y a corta distancia para un tiro certero, sobre todo si usaba ballesta. Además de con buen olfato, se requería un perro de muestra muy firme y prolongada. Entonces se preferían los perros que después de mostrar un instante las perdices a buen viento, daban media vuelta alrededor de ellas y se ponían de muestra del lado opuesto, para estorbarles el vuelo, o que huyesen a peón al acercarse el cazador. Y aún más, por lo seguros, los que las mostraban y daban la vuelta completa para mostrarlas otra vez cara al viento. A estos Martínez de Espinar les llamó “de vuelta y punta”.30 Quizá heredadas, estas actitudes las hemos visto en algún perro de hoy, sobre todo la media vuelta, y tanto con las perdices como con los conejos. En los Diálogos, Montano, como experto cazador, prefiere: “… cazar el perro silbándole siempre que anda entre la caza antes que hablarle por evitar el ruido, que las suele inquietar mucho…”.31 Igual que los expertos de hoy, viendo al perro sabe distinguir si la muestra es cercana o lejana y habla de la muestra súbita o de encuentro, de la muestra al caliente y de las marchas o andaduras fuertes: “… cuando el perro tiene el rostro [hocico] refrenado [retraído] y lo inclina corto tiene cerca la perdiz; y si lo tiene tendido [hacia delante] (fig. 7), es al contrario; y siendo esta muestra de encuentro, se entiende que es parándose repentinamente, cuando marcha fuerte y descuidado, cazando sin haber tenido indicio de la perdiz ni de su rastro y, descuidado como va, le da el viento y se queda tieso. No debe el cazador dirigir la vista solamente aquella parte donde el perro señala con el rostro, sino también á sus alrededores, si no la viese enseguida allí donde primero señaló el perro; y la causa de señalar con poca certeza muchas veces es que se queda el perro a lo caliente de la perdiz, que se entiende es al viento que le da de la parte donde estuvo la perdiz parada…” 32 Más adelante, tratando de los perros perdigueros, pide Montano que sean de “codicia insaciable”33 y alaba a los ventores por su mayor eficacia, en vez de los que las siguen por el rastro:34 “… Sácanla [la perdiz] de tres maneras los perros: una es que yendo por el rastro nunca quitan el hocico de él hasta haberla parado, y lo mas cierto será volarla con esta forma de encontrarla por el Fig. 8. Cazando con ballesta y perro de muestra. Miniatura del ‘Debate rastro, especialmente si la perdiz va a peón cola á de dos damas sobre los pasatiempos de la caza, los perros y las aves’, Ruan, hacia 1525. Pie de una orla.

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Op. cit. p. 425. Se trata del peso de la bala (de 16,11 a 17,9 gr.) Op. cit. p. 425. Es decir, de 23,27 a 26,85 gr. de plomos o más. Op. cit. p. 426. Es decir, 114,80 cm. Op. cit. p. 442 (1ª ed, 1644). Op. cit. p. 367. Op. cit. p. 368. Op. cit. p. 468. Op. cit. p. 467 y siguientes.

EL PERRO EN ESPAÑA

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El Perro en la Historia viento, y que para seguirla el perro lleva el viento de espaldas, y no puede ir tan seguro y tropieza con ella; la otra forma de encontrarlas es espiando con el hocico de cuando en cuando en el rastro y levantándolo otras veces, y ésta es mejor y más segura para pararla con certeza; la última de las tres es que tocando en la andada [el efluvio del peón] se sale luego fuera y da un rodeo ancho [un lazo amplio] atajando rastros hasta coger la perdiz dentro, y luego entra pico á viento hasta ponerse con ella, y ésta es la mejor forma de sacar [encontrar] y la más segura de todas. Debe ser también de codicia insaciable, porque faltándoles ésta falta todo, por ser de todos los perros de caza el que más trabaja…” Esta última frase da la razón a una de las explicaciones que se han dado de la etimología de ‘podenco’, pues antes, sobre todo en la Edad Media, fue así como se llamó en España a los perros de aves en general, lo que incluye a los de muestra. Se basa en el griego antiguo ποδος (podos) = pies, por ser considerados estos perros de “muchos pies”, es decir, de rápida andadura y muy prolongada.35 En cuanto a su tipo y a la cría: “SIL. ¿Y en qué señales de perros se suelen hallar las propiedades que decís que han de tener? MON. En perros de mediano cuerpo, porque los grandes son flojos, y los muy pequeños débiles y se parecen difícilmente en el campo sino son blancos, que es el color útil: por esta causa suelen ser los agozcados de más Fig. 9. Busto de Barahona en Lucena, instinto que los navarros, pero de más resabios y peor condición aunque localidad natal del poeta. para más trabajo, aunque los navarros son de más viento y mejor acondicionados; y si echaren perro navarro á perra agozcada, suelen salir maravillosa mezcla de perros porque suelen tomar lo bueno de uno y de otro; mas no deben echar su perro á perra que tenga raza mala por alguna vía, ni hermano á hermana, ó madre a hijo.” Terminamos con un párrafo al que debieran prestar atención muchos cazadores para seleccionar los perros de muestra: “… debe asimismo llevar el rostro [hocico] alto y libre para que sea más señor del aire y menos tropiece con la caza; debe ser liviano y descarnado porque menos sienta el calor, y de hueso recio porque sufra el trabajo…” Lo que destaca por lo técnicamente precoz, pues ya pide un porte alto de cabeza en la búsqueda de caza y el que el perro la mueva libremente, para no perder las volátiles emanaciones adaptándose a ellas; y todo ello en un cuerpo ligero pero fuerte.

LUIS BARAHONA DE SOTO

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rascurre la vida de Luis Barahona de Soto durante el llamado Siglo de Oro, cuando nuestras letras y artes alcanzaron mayor brillo y destacó nuestra patria sobre las demás naciones, aunque se viera envuelFig. 10. Universidad de Osuna, al fondo la Colegiata y algunos de los campos de las ta en múltiples guerras y sufriese mortífepruebas que se celebran en su término. ras epidemias, entre ellas la peste.

35 Aunque es obvio que el galgo es más rápido, no se le llamó así en los comienzos de nuestro idioma, seguramente por ser su trabajo de menor duración y, sobre todo, por estar galgo muy extendido desde muy antiguo, pues deriva de su nombre en latín: galicus.

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El Perro en la Historia Infancia y primera juventud, Antequera y Granada

Con ascendencia burgalesa, vio la primera luz en Lucena, (fig. 9), en 1548,36 en vida del emperador Carlos y, desde los 8 años hasta su muerte, vivió reinando Felipe II. Su tío Nicolás vivía en Antequera y allí fue donde hizo Barahona sus primeras letras con el humanista Juan de Vilches. Fue un poeta precoz pues hacía versos con solo nueve años.37 Al cumplir los dieciocho marchó a Granada para continuar estudios, y fue bien recibido en los círculos intelectuales y pudo cultivar la amistad del poeta luso Gregorio Silvestre, a la sazón organista de la Catedral. Cumplidos los veinte en 1568, se graduó como bachiller en Artes y terminó el primer curso de Medicina. Ese mismo año, por navidades, se rebelaron los moriscos granadinos, dando lugar a la Guerra de las Alpujarras. Al siguiente, en junio, terminó su segundo curso de Medicina y quizás hizo sus primeras armas en el verano.38

Osuna y Sevilla

En 1569, a los pocos días del fallecimiento de Gregorio Silvestre, Barahona se matriculó en la Universidad de Osuna (fig. 10) y allí continuó sus estudios de Medicina destacando al mismo tiempo como poeta. En 1571, con veintitrés años, marchó a Sevilla, donde terminó el bachiller en Medicina y al año siguiente, la licenciatura. En dicha ciudad tuvo ocasión de tratar a muchos poetas. Regresó luego a Osuna, donde practicó la medicina hasta 1573. Allí, quizá pensando en proseguir los estudios canónicos, cursó cuatro meses de Decretales39 en 1572.

Madrid, regreso a Sevilla; Granada y Benamejí

Siguen ahora nueve años en los que hay menos noticias de él, pero se sabe que estuvo en Sevilla, en Granada y en Madrid. En 1573, cumplidos veinticinco años, debió pasar algún tiempo en Madrid en distintos empleos.40 Luego regresó a Sevilla, y más tarde marchó de allí a Granada, donde estuvo unos años. Posteriormente, pudo haber ejercido la medicina en Benamejí.41

Fig. 11. Vistas de Archidona en tiempos de Barahona. Dibujo coloreado de Georg Hoefnagel para la obra Civitatis Orbis Terrarum, año 1564. 36 La mayoría de lo que sabemos sobre la vida de Luis Barahona de Soto se debe al ilustre cervantista D. Francisco Rodríguez Marín, cuya obra Luis Barahona de Soto, estudio biográfico, bibliográfico y crítico continúa siendo la obra de referencia sobre el poeta. 37 A los diecisiete, sabiendo que el prestigioso Gregorio Silvestre había elogiado sus poesías en Granada, se atrevió a dirigirle una larga epístola en verso, en la que, aunque de forma enrevesada, dejó constancia de su edad y de cuando comenzó a escribir poemas. 38 Según dice Rodríguez Marín (Op. cit.), acompañando en la Guerra de las Alpujarras la entrada de las tropas al mando de D. Antonio de Luna en el valle de Lecrín, donde mataron al capitán Alonso de Céspedes, de extremada fuerza y valor, que le dieron gran fama. (Véase Menéndez y Pelayo, El valiente Céspedes, y la biografía por Méndez Silva). 39 Forman parte de los estudios de Derecho canónico, y tratan de las cartas papales escritas entre los siglos IV al XV. 40 Quizá apadrinados por el Duque de Osuna a instancias de su hijo, amigo de Barahona. De los indicios de su estancia allí, en que pudo emplearse y a quién pudo conocer trata Rodríguez Marín. Op. cit. p. 112 y sig. 41 Cristóbal de Mesa de 1581, dice de él: “enseñándome vos en vuestra aldea / de Angélica la bella doce cantos”, en alusión a su obra poética principal Las lágrimas de Angélica. Rodríguez Marín (Op. cit. p. 182) da razones de que Mesa no se refería a Archidona. Pero es Ruíz de Algar en Luis Barahona de Soto (1970) quien afirma que la ‘aldea’ ha de ser Benamejí, municipio en el camino de Antequera a Córdoba, que el 1546 tenía 46 vecinos (R, de Algar p. 62), donde Barahona tuvo valedores. De esta población hablaremos más adelante.

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El Perro en la Historia Archidona, madurez y últimos años

Andalucía se vio afectada por varias epidemias entre 1580 y 158342 y, no habiendo en Archidona (fig. 11) médico residente, tomó medidas el cabildo para traerlo;43 el resultado fue la llegada de Barahona a la villa en 1581, donde se casó con su primera esposa, Dª Isabel Sarmiento, viuda joven44 y con hacienda, pero sin letras. El 21 de junio de 1585 se le autorizó a publicar la que fue su obra más acreditada: “un libro intitulado la primera parte de las lagrimas de Angelica”, que al año siguiente se imprimió en Granada con el título de Primera parte de la Angélica de Luys Barahona de Soto.45 Y, como Cervantes se refirió a esta obra como las lágrimas de Angélica, y lo mismo hizo Barahona en los Diálogos, así la llamare- Fig. 12. Fachada de la casa de Barahona en Archidona con su plaxa mos en adelante; y a su continuación segunda parte de la Angélica, obra que, conmemorativa. salvo algunos versos, lamentablemente se ha perdido.46 También en 1586 fue nombrado por el concejo médico de la villa “por su bondad, saber y experiencia, que llama notorios”,47 y después regidor.48 En 1587 fallece Dª Isabel de Sarmiento y, al año siguiente, a los cuarenta, Barahona marcha a tratar de asuntos municipales con el duque de Osuna, señor de Archidona, que residía en la Corte, donde ostentó los cargos de Camarero Mayor de Felipe II, Consejero de Estado y Notario Mayor de Castilla. El duque fallece en 1590 y le sucede su hijo, D. Juan Téllez-Girón, II duque de Osuna, y amigo de Barahona.49 En 1591, con cuarenta y tres años, se casó nuesFig. 13. Los campos de Archidona y la tro autor con la culta Doña Mariana de Navas, natural de Vélez Málaga.

Peña de los Enamorados desde la casa de Barahona..

No tardó en morir el duque D. Juan y, en 1594, le sucede su hijo D. Pedro, III duque de Osuna. Un año más tarde, en 1595, a los 47 años de edad, fallece Barahona dejando viuda y dos hijas de su primer matrimonio: Luisabel y Roquiana. La casa en que pasó sus últimos años está frente a la Iglesia y Convento de Santo Domingo (hoy Hotel Escuela) y es fácil de reconocer por su placa conmemorativa (fig. 12).50 Espolearía su fantasía el espléndido paisaje de la vega de Archidona 42 El ‘Gran Catharro’ de 1580 fue una epidemia, de gripe o de tosferina (ver Camaño Puig & alii, 2005), que causó gran mortandad en España. También la viruela y el tabardillo o tifus exantemático se sufrieron en Sevilla y en otras poblaciones andaluzas ese mismo año. Al siguiente, después de unas grandes lluvias, hubo un brote especialmente virulento de landres, la terrible peste bubónica - observada en Sevilla desde 1565 - que comenzó a extenderse por Extremadura y Andalucía a muchas otras localidades, llegando enseguida noticias de ello a Antequera y Archidona (v. León Vargas, 2003 y las actas del Cabildo de Archidona desde el 1 de febrero de 1580). Cita estas enfermedades Rodríguez Marín, reenviando al lector a Villalba, Epidemiología Española, pp. 196 y sig. Sobre el catarro y la peste bubónica, ver también Domínguez Molinos, 2011. Se suceden las medidas del cabildo de Archidona para proteger a sus vecinos de las epidemias, desde la citada reunión del 1 de febrero de 1580, en que se tomó la primera de ellas: guardar la ciudad de la entrada de personas procedentes de sitios contagiados. Se pusieron guardias e incluso se llegaron a tapiar las calles de la periferia y a poner nuevas puertas. Véase el texto de las actas del cabildo de Archidona en los Papeles manuscritos que dejó el ilustre médico de esa ciudad D. Ricardo Conejo Ramilo, periodista, investigador e historiador, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga y de la de Letras de Córdoba, y autor de una Historia de Archidona. 43 En el acta del cabildo de 18 junio de 1581 se lee: “que porque esta villa no tiene médico para las curas de los enfermos de que hay mucha necesidad, y para ello, atento a que esta villa y concejo de ella tiene pocos propios y es el cabildo pobre, se acordó que se trate de qué vecinos quieren hacer algunas mandas a este médico para lo poder traer…”. 44 Tenía la joven apenas 18 años y el matrimonio se celebró antes del 18 de junio de 1582, en que constan ya como esposos, de padrinos de un bautizo (Rodríguez Marín, Op. cit. pp. 191,192, 433 y 450). 45 Si bien además de en la licencia, consta en el colofón como “primera parte de las lágrimas de Angélica”. 46 Barahona debió trabajar en una segunda parte, como quieren Uhagón en el prólogo a los Diálogos de la Montería (p. VII) y Rodríguez Marín (Op. cit. pp. 239, 240, 348, 376, 551, 841 y 866), a la que llaman segunda parte de la Angélica. De ella publica el último los pocos versos que se conservan (Op. cit. p. 841), que tratan del celo de los ciervos; son los que se anuncian en la p. 160 de los Diálogos de la Montería diciendo: “y recitaros hé una comparación que acerca de eso se trae en Las lágrimas de Angélica” y se pueden leer en las pp. 161 y 162, y no están en la primera parte de las lágrimas de Angélica. Piensa Rodríguez Marín que esa segunda parte estaba en un libro que consta en el inventario, que él mismo publicó, de los bienes del poeta (Op. cit. p. 551): “Un libro escripto de mano yntitulado lagrimas de Angélica”. 47 Rodríguez Marín Op. cit. p. 196. 48 Cargo que se sabe que desempeñó al menos hasta 1591. 49 Debieron conocerse de jóvenes en Osuna o en Sevilla. Quedando probada su buena amistad por una poesía que Don Juan dedicó a Barahona, y una carta que, siendo ya duque D. Juan, le dirigió el poeta, y que comienza: “Narváez de Godoy, señor, entiende…” (Rodríguez Marín Op. cit. pp. 110 y 747) 50 Rodríguez Marín, para elaborar su extenso trabajo sobre Barahona, pasó alguna temporada en Archidona escudriñando los archivos

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El Perro en la Historia (fig. 13), que bañan el Guadalhorce y la magia de la Peña de los Enamorados, a la que da nombre la triste leyenda que cantó en latín su maestro Juan de Vilches51 y en castellano un discípulo amigo, el antequerano Agustín de Tejada.52 (fig. 14)

Médico, filósofo y poeta

Que así le gustaba definirse. Siendo joven fue ya elogiado por otros poetas destacados, de lo que Cristóbal de Mesa da fe nombrando en unos versos a once de ellos.53 Sus contemporáneos le llamaron ‘El divino Soto’, siendo de sus obras la más apreciada Las lágrimas de Angélica, larga poesía épica basada en las peripecias de Angélica y Medoro, personajes del Orlando furioso de Ariosto. Lope de Vega, en su Laurel de Apolo, lo celebró como vate y como médico: “Y viva en este Soto, / mejor que en el de Tenedos remoto / Faselis y Tegira, / Apolo por la lira / del médico excelente / que en láminas de oro / escribió la ventura de Medoro”. Incluso Vicente Espinel, poco amigo de elogios, se los hace en La Casa de la Memoria.54 Y a su muerte, Antonio de Tejada hace que el Sol se lamente.55

Fig. 14. Litografía del cuadro “La Peña de los Enamorados” de Martínez del RIncón, propiedad del Excmo. Ayuntamiento de Málaga.

Celebrando a los poetas granadinos, Cervantes lo ensalzó en La Galatea (1585, f. 331r), 56 y luego en el Viaje del Parnaso (1614, f. 25r), donde dice: “Hecho pues el sin par recibimiento, / do se halló Don Luis de Barahona, / llevado allí por su merecimiento, / del siempre verde lauro una corona / le ofrece Apolo en su intención, y un vaso / del agua de Castalia y de Helicona”.57 Pero su mayor elogio se lo hace en el episodio conocido como el donoso escrutinio,58 en que se describe la quema de libros de la biblioteca de Don Quijote: “Cansóse el Cura de ver más libros, y así a carga cerrada, quiso que todos los demás se quemasen; pero ya tenía abierto uno el Barbero, que se llamaba ‘Las lágrimas de Angélica’. - Lloráralas yo, dijo el Cura en oyendo el nombre, si tal libro hubiera mandado quemar, porque su autor fue uno de los famosos poetas del mundo, no sólo de España, y fue felicísimo en la traducción de algunas fábulas de Ovidio”. 59  de la villa. Allí, entre otras muchas cosas, averiguó cuál era la casa donde pasó sus últimos días Barahona, e instó a que se colocase en su fachada una lápida conmemorativa. Se colocó el 11 de diciembre de 1898, de ello, de las honras fúnebres y de los demás actos en honor del poeta, se da cuenta en Homenaje a Luis Barahona de Soto y, aunque no de todos, de muchos de los discursos y poemas leídos en ellos. En la lápida, renovada no hace mucho, se lee: “En esta casa murió Luis Barahona de Soto, ‘uno de los más famosos poetas del Mundo, no solo de España’. Scripta legito. El ayuntamiento de Archidona le dedica esta memoria” 51 Ver Vílches, Sylva De rvpe dvorvm amantium apud Antiquariam Sita, 1544; Vílches, La Silva de Juan de Vilches Sobre la Peña de los enamorados de Antequera, 1961; y Talavera Esteso, 1995. 52 Narran ambos poetas - Vilches en latín y Tejada en castellano - la leyenda de los jóvenes amantes Hamete y Tagzona, quienes, rechazada su unión por el padre de esta, huyeron a la peña y allí murieron, él a manos de unos salteadores y ella por la suya propia. (‘Poesías Completas’ edición de M. Morata, p. 7; Lara Garrido y Martos Pérez, ‘Agustín de Tejada Páez, Obras poéticas’; y Martos Pérez, La obra poética de A. de Tejada Páez: estudio y edición.) 53 Refiriéndose a literatos que Barahona conoció en Sevilla y en Granada dice en sus Rimas, impresas a continuación de El Patrón de España (1612, p. 200v): “Cuando fue vuestra musa celebrada / De Pacheco y Hernando de Herrera, / En aquella dichosa edad dorada; / De Colios y Cristóbal de Mosquera, / Del Marqués de Tarifa y de Cetina, / Cristóbal de las Casas y Cabrera; / Del maestro Francisco de Medina, / Y del conde don Álvaro de Gelves, / Y de Gonzalo Argote de Molina.” De éste último autor habremos de tratar más tarde. 54 Diversas Rimas (1591. f. 43r): “Su nombre eterno Soto Barahona, / aquí se oirá, y allí vera Neptuno / pocos iguales, y mejor ninguno.” 55 A. de Tejada, Poesías completas, p. 165: “Y viendo estéril el florido Soto / que honraba la corriente a su ribera, / Febo, que antes cantaba, ya suspira. / La lira destemplada, el arco roto / cuelga de un lauro y dice: ‘¡Oh suerte fiera, / pues no hay Soto que cante no hay ya lira!’.” 56 “Tú, Darro, de oro conocido rio, /…. / Tejed de verde lauro una corona / pastores, para honrar la digna frente / del licenciado Soto Barahona / varón insigne, sabio y elocuente. En el licor santo de Helicona / si se perdiera en la sagrada fuente / se pudiera hallar (o extraño caso) / como en las altas cumbres del Parnaso.” 57 Aquí Cervantes lleva a Barahona al sagrado monte Parnaso, habitado de las Musas, y Apolo le hace beber de las fuentes de la inspiración; rehace así los anteriores versos de la Galatea, donde es el agua del Darro la que inspira, sustituyendo las mágicas fuentes de Helicona. Se hace referencia a una de las dos míticas fuentes del Monte Helicón en la Beocia griega, Aganipe e Hipocrene, donde pastaba el alado caballo Pegaso y se reunían las ninfas. Beber su agua traía la inspiración a los poetas, igual que lo hacía la de la fuente Castalia, situada bien en el Monte Helicón, o bien en el Monte Parnaso, hogar de las Musas, y así se llama aún la que, en las faldas de este monte, está en la carretera, próxima al templo del oráculo de Delfos. 58 En el capítulo VI de la Primera Parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. 59 Se refiere a las fábulas de Vertumno y Pomona y la fábula de Acteón, impresas por primera vez por Rodríguez Marín (Op. cit. pp. 619-677), únicas que se conservan.

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El Perro en la Historia APÉNDICE I. DATOS BIOGRÁFICOS DE ALGUNOS AUTORES ALUDIDOS

Nada vamos a añadir sobre Cervantes, Góngora, Lope de Vega, Vicente Espinel y demás autores del Siglo de Oro, pues se le puede aplicar a cada uno, al menos de estos últimos, lo que dice Montano del podenco en los Diálogos de Barahona: “poco importará, pues es tan conocido”…

D. Miguel Lafuente Alcántara (Archidona 1817 - La Habana 1850). Abogado, político e historiador, académico de la Real Academia de la Historia desde 1847. Caballero de la Orden de Carlos III y corresponsal de la Sociedad Oriental de París. Diputado por Archidona y Fiscal de Rentas de La Habana. Descrubridor del manuscrito de los Diálogos de Barahona.

D. José Gutiérrez de La Vega y Moncloa (Sevilla, 1824 – Madrid, 1900). Político, periodista, novelista y editor de varios periódicos, entre ellas La Ilustración Venatoria (1878 - 1885), revista que recibió la medalla de bronce en la Exposición Universal de París de 1878. Publicó también colecciones monográficas de libros, como su Biblioteca Venatoria Española.

D. Francisco Rafael Uhagón y Guardamino (Bilbao 1854 - 1927), I marqués de Laurencín. Escritor y académico. Presidente de la Real Academia de la Historia desde 1918 y Secretario del Senado; ostentó las Cruces de Isabel la Católica y del Mérito Naval, y era Caballero del Orden de Calatrava. Fue un experto bibliógrafo, poseedor de una extraordinaria colección de libros de caza.

D. Enrique de Leguina y Vidal (Madrid, 1842 - 1923),60 I barón de Vega de Hoz y conde viudo de Guadiana. Escritor, investigador, académico de la Real Academia de la Historia, miembro de la Hispanic Society of America y de las Reales Academias de Sevilla, Córdoba y Málaga y senador por Sevilla. Ostentó las Grandes Cruces de Isabel la Católica y del Mérito Militar con distintivo blanco. Publicó multitud de artículos y monografías sobre Cantabria, sobre el arte, los herrajes, y sobre las armas y su ejercicio, en especial sobre la espada. Director de la revista Arte Español. Colaboró en los Estudios bibliográficos: la caza con Uhagón. * Fotografía publicada, con motivo de su muerte, en la portada de la revista Arte Español, 4º trimestre de 1923.

D. Juan Pérez de Guzmán y Gallo (Ronda 1841 – Madrid, 1923). Escritor, historiador, investigador y académico. Secretario Perpetuo de la Real Academia de la Historia.

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D. Francisco Rodríguez Marín (Osuna, 1855 - Madrid, 1943). Investigador, poeta, lexicólogo  e insigne cervantista; académico de la Lengua y Director de la Biblioteca Nacional. Prueba su interés en la caza el que escribiera una carta de felicitación a D. Manuel Moriano y Vivó.61

D. Alfonso Mariátegui y Pérez de Barradas (San Sebastián 1880 – Madrid 1940), duque consorte de Almazán, caballero de la Orden Militar de Montesa, gentilhombre de Cámara con ejercicio y servidumbre, XIV marqués de Peñaflor y XI marqués de Cortes de Graena, gran cruz de la Orden de la Estrella, de Rumanía. Escritor e investigador. Publicó por vez primera títulos muy importantes, como los Diálogos de la Montería, manuscrito del Palacio de Oriente (1935) y el Tratado de Montería del S. XV, manuscrito del Museo Británico (1936), pero es más conocido como autor de una monumental Historia de la Montería en España (1934). * En la foto, el duque de Almazán acompañando a D. Alfonso XIII en una montería. Como curiosidad, el rey viste unos zahones a rayas de tejido de lana impermeable, fabricados, como se sigue haciendo hoy, en Grazalema (Cádiz), cuya sierra es uno de los lugares de España donde más llueve.

Mr. William Arkwright (1857 - 1925). Cinólogo inglés, juez y extraordinario criador de Pointers; el mejor de su tiempo.62 Era un purista, y poco después de la publicación de la segunda edición de su libro en 1906 renunció a juzgar, porque su modo de ver el tipo de los perros que se inscribían no tenía nada que ver con la raza que él había conocido en las pruebas de trabajo. * En la foto, Mr. Arkwright juzgando una exposición de Pointers en Suecia.

Beato Julián Zarco Cuevas (Cuenca 1887- Paracuellos 1936). Religioso agustino, investigador, académico correspondiente de la Academia de la Historia desde 1923, que le concedió el Premio al Talento en 1928. Miembro de The Hispanic Society of America. Trabajó en la Real Biblioteca de El Escorial desde 1912 a 1936, y fue nombrado primer bibliotecario en 1930, cargo que desempeño hasta su muerte. Investigó preferentemente la Orden y los autores agustinos; la persona de Felipe II; El Escorial y su biblioteca; y Cuenca y sus personajes más ilustres. Murió asesinado en Paracuellos del Jarama (Gibson, 1983; Vicuña, 1943).

60 En las reseñas bibliográficas e índices de autores no se especifica el lugar de su nacimiento y muerte, y esta se suele señalar erróneamente en 1924, cuando acaeció el 25 de noviembre de 1923, como indica la revista Arte Español, de la que fue director, que le dedicó la edición del 4º trimestre de 1923. 61 Fue con motivo de que este publicara en 1902 La caza de la perdiz con reclamo, obra muy especializada. Aclaramos, pues no se suele saber, que este, que escribía bajo el seudónimo A+B, era militar y alcanzó el retiro para Madrid en 1915 con el grado de coronel de Estado Mayor. Comenta el coronel cómo el que fuera llamado “príncipe de los cervantistas” le recomendó que no dejase de acudir a la lectura del Quijote en búsqueda de inspiración para sus escritos venatorios y son la carta de felicitación, la recomendación de Rodríguez Marín y un pasaje del Quijote los que dan motivo a modo de dedicatoria al comienzo de su conocida obra Para los que cazan o rustican. 62 Robert Leighton nos describe así su éxito en 1910: “El Sr. William Arkwright, de Sutton Scarsdale, Derbyshire, tiene probablemente el mejor criadero de Inglaterra en la actualidad. Descubrió y revivió una antigua casta negra del Norte de Inglaterra, criada durante muchos años por el Sr. Pape, de Carlisle, y por su padre antes que él. Con ella, el Sr. Arkwright ha criado las mejores líneas de trabajo y el resultado es que los suyos han sido muchos de los ganadores de field trials”.

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El Perro en la Historia BIBLIOGRAFÍA, TEXTOS CITADOS •







Anónimo. Diálogos de la Montería (Manuscrito de la Biblioteca del Palcio de Oriente) Los publica por primera vez, con introducción, notas y apéndices el duque de Almazán, y les precede una advertencia preliminar de Fr. Julián Zarco Cuevas. Edición facsimilar del. Editado por Alfonso duque, de Almazán Mariategui y López Barradas. Barcelona: Oliva de Vilanova, 1935. —. Diálogos de la montería, manuscrito nº 2111 de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca (olim Bibl. Palacio Real II-1320. Siglo XVI. Archidona, Ayuntamiento de. Homenaje a Luis Barahona de Soto. Málaga: Tipografía del periódico La Unión Conservadora, 1898. Argote de Molina, Gonzalo, y rey Alfonso XI. Libro de la Monteria que mando escrevir el Muy Alto y Muy Poderoso Rey Don Alonso de Castilla, y de León, Ultimo deste nombre. Acrescentado por Gonçalo Argote de Molina. Sevilla: Andrea Pescioni, 1582.



Ariosto, Ludovico. Orlando fvrioso di messer Lvdovico Ariosto, nobile ferrarese, nvovamente da lui proprio corretto e d’altri canti nvovi ampliato con gratie e privilegi. Ferrara: per maestro Francesco Rosso da Valenza, 1532.



Arkwright, William. The Pointer and His Predecessors: An Illustrated History of the Pointing Dog from the Earliest Times. Londres: Arthur L. Humphreys, 1906 (edición popular). —. The Pointer and His Predecessors: An Illustrated History of the Pointing Dog from the Earliest Times. Londres: Arthur L. Humphreys, 1902.



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Barahona de Soto, Luis. Diálogos de la montería, manuscrito inédito de la Real Academia de la Historia. Edición, introducción y anotaciones de D. Francisco de Uhagón. 300 ejemplares numerados. Editado por Francisco de Uhagón. Madrid: Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1890. —. Diálogos de la Montería. Estudio preliminar de José Lara Garrido. Notas de Antonio M. Fernández. Incluye la reproducción facsimilar completa del ejemplar nº 24 de la primera edición, destinado a la Biblioteca Nacional. Archidona: Nororma, 2002. —. Diálogos de la montería. Manuscrito 9/5113 de la Real Academia de la Historia (olim 9-24-2-B-29). 110 folios de papel, de 295 x 205 mm. S. XVI. —. Primera parte de la Angélica de Luys Barahona de Soto. Granada: Hugo de Mena, a costa de Ioan Diaz, 1586.

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EL PERRO EN ESPAÑA

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