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Del siglo XVI al XVIII en las almazaras cordobesas del sur: génesis, auge y declive de los grandes molinos ducales

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 ₪―₪―₪―₪―₪ Sesión simultánea Bloque A-3: De acebuche a monocultivo industrial. Ec

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 ₪―₪―₪―₪―₪ Sesión simultánea Bloque A-3: De acebuche a monocultivo industrial. Ecología, economía y sociedad en la historia del olivar Título:

Del siglo XVI al XVIII en las almazaras cordobesas del sur: génesis, auge y declive de los grandes molinos ducales Autores: Alberto Moreno Vega1 y María Yolanda López Gálvez2 Resumen: En las villas o ciudades ubicadas a la mitad sur de la provincia de Córdoba, y los territorios anexos a ellas, donde imperaba un señorío de raigambre medieval, sus hornos de pan cocer, almazaras y molinos harineros fueron monopolios de aquel durante toda la Edad Moderna. Debido al férreo dominio señorial ejercido sobre la producción aceitera, las almazaras dedicadas a procesar las aceitunas cosechadas para luego almacenar y distribuir su aceite de oliva fueron de una gran magnitud, sobre todo en las ciudades que tenían asociadas una mayor superficie olivarera, prohibiéndose la construcción de otros molinos particulares. Tal situación monopolística sobre las industrias agroalimentarias dio lugar a diversos pleitos, al prohibirse que la población vasalla pudiese acudir a cualquier otro tipo de casa particular no vinculante al señor, los cuales terminaron, por sentencia real, con la libre utilización popular de hornos panificadores, almazaras y molinos harineros. Las industrias ducales quedaron así relegadas a un paulatino declive durante finales de la centuria dieciochesca y todo el siglo XIX. La prensa de viga, una tosca máquina de madera y origen grecorromano para extraer el aceite de oliva, se aplicó a la molinería oleícola señorial de toda la geografía sur-cordobesa, formándose grandes complejos proto-industriales cuyo crecimiento en superficie construida se producía, generalmente, por la incorporación de distintas casas oleícolas o almazaras independientes entre sí, pero las cuales quedaron recogidas bajo una misma planta. La única excepción corresponde al molino de San Fernando en El Carpio, con una organización fabril. Palabras clave: Aceite de oliva, Edad Moderna, historia proto-industrial, monopolización oleícola, patrimonio agroalimentario, prensa de viga y quintal, señoríos andaluces. 1 2

Pdte. Asociación Cultural Patrimonio Industrial del Sur (ACUPIS), Córdoba: [email protected] Dra. Ingeniera Agrónoma, Dpto. Ingeniería Gráfica y Geomática, Univ. de Córdoba: [email protected]

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * DEL SIGLO XVI AL XVIII EN LAS ALMAZARAS CORDOBESAS DEL SUR: GÉNESIS, AUGE Y DECLIVE DE LOS GRANDES MOLINOS DUCALES 1. Una breve reseña sobre la evolución del paisaje agrario cordobés durante la Edad Moderna Desde los tiempos de la Bética romana y hasta el siglo XIX, los olivos dispersos que vegetaban sobre la zona sur de la provincia de Córdoba estuvieron compitiendo ferozmente, al principio en un estado salvaje y luego bajo plantaciones cada vez más importantes, con los grandes encinares por ocupar un espacio de tierra, pero la estructura leñosa que tenían estas últimas era superior a la madera de olivo, debido a lo cual se utilizaban encinas para edificar casas (cubiertas, vigas…) o levantar puentes (tableros, pilares…) y fabricar aperos de labranza o maquinaria de molino (ruedas hidráulicas, prensas…). Cuando la población surcordobesa comenzó, del siglo XVI al XVIII, una etapa de crecimiento casi continuado, la superficie olivarera fue aumentando paulatinamente debido a la importancia que tenía su fruto, junto a los cereales (harina) y el viñedo (vino), para servir de alimento a la población. En el siglo XVII las epidemias de peste despoblaron extensas zonas, dejando numerosos terrenos baldíos, lo que provocó un imponente retroceso de todas las producciones, al que no fue ajeno el olivar. A mediados del s. XVIII, el Catastro del Marqués de la Ensenada muestra ya un territorio andaluz que había recuperado sus plantaciones de olivar, viñedos y cereales. Fue durante aquella centuria cuando comenzó un fuerte incremento de las plantaciones olivareras que chocaba con la escasez de almazaras. Como consecuencia del monopolio señorial sobre la molienda, se impedía la construcción de nuevos molinos, mientras que año tras año la molturación oleícola se hacía con mucho retraso, procesándose las aceitunas ya muy pasadas y bajo un avanzado estado de putrefacción. (López, 2012a). Por otro lado, durante toda la Edad Moderna la predilección hacia los campos de cereal, fundamentalmente de trigo, mantuvo al olivar en un segundo plano hasta el siglo XIX, a pesar de la protección que las diversas Ordenanzas Municipales le dispensaron a la superficie oleícola, en unos casos prohibiendo la entrada de ganado y otras veces imponiendo sanciones con severísimas penas a la rebusca de aceitunas. Ambas circunstancias fueron proclives a que se produjeran destrozos en las plantaciones de olivar y robos de aceitunas durante los periodos de hambruna. Las penas impuestas podían ir desde cárcel con vergüenza pública hasta un año de destierro. De otra parte, sacar materiales pétreos de la jurisdicción señorial que delimitaba cada villa o término podía ser motivo de sanción, donde aquellas personas detenidas llevando piedra menuda sobre asnos o carretas pagaban multas (200 2

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * maravedíes) por cada carga de material, y si la mercancía pétrea era para molinería o bien se trataba de piedra de barbero podían perder además los animales de carga o tiro utilizados en el transporte: bueyes, mulos, etc. (Pino, 2002: 62). 2. ¿Con qué tecnología y arquitectura funcionaron las antiguas almazaras cordobesas?: de la proto-industrialización bajomedieval a la pre-industria del siglo XVIII 2.1. Tecnología pre-industrial oleícola Reciben el nombre de almazara o molino aceitero todas aquellas instalaciones destinadas a extraer el aceite de oliva de las aceitunas mediante procesos físicos relativamente simples: molienda, batido, prensado, decantación, etc. En sentido estricto, el vocablo almazara determina tanto el conjunto de artilugios mecánicos que componen su función industrial como el edificio que los alberga. El aceite de oliva, principal grasa vegetal consumida como alimento en el antiguo mundo mediterráneo, tecnificó su elaboración durante la época grecorromana y aplicó para ello una maquinaria de piedra y madera que se difundió por toda la geografía sur-europea con gran uniformidad, cuyo modelo clásico perduró, aunque bajo una tecnología mucho más evolucionada, hasta la introducción del hierro en las almazaras contemporáneas. Los árabes de la España medieval admiraron los ingenios romanos, que fueron reutilizados por aquellos con mejoras tecnológicas. Esto también afectó a las industrias agroalimentarias de al-Andalus, donde las almazaras, con prensas de viga y quintal más potentes, aumentaron de tamaño y, a veces, quedaron englobadas bajo alquerías defensivas junto a otro tipo de instalaciones: tahonas, hornos de pan, etc. Los ingenios hidráulicos también tuvieron un gran desarrollo, instalándose numerosos molinos de cubo, aceñas, etc. (Moreno y López, 2012). El proceso industrial se componía de acopio de las aceitunas en trojes, molienda de las mismas en un empiedro, prensado de la pasta oleosa resultante bajo una viga de madera, decantación de la mezcla líquida extraída y almacenamiento del aceite de oliva en bodega. Los trabajos de molturación y prensado debían iniciarse cuanto antes para optimizar tanto la cantidad como la calidad obtenida en los aceites, aunque lo habitual fue apilar las aceitunas durante días o meses. La molienda, una de las tareas más importantes y trascendentales de la industria oleícola clásica, tiene como finalidad principal el dislacerar y romper, mediante acciones mecánicas más o menos potentes, las celdillas donde se aloja la pulpa oleosa de las aceitunas para formar una pasta susceptible de ser luego prensada. Durante la España Medieval y 3

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * Moderna, predominaron los molinos de una sola piedra cilíndrica, que habían sustituido al anterior “trapetum” romano. Del siglo XVI al XVIII, los molinos aceiteros estaban formados por una piedra horizontal fija, denominada solera o yacente, situada sobre un basamento cuasi-circular deprimido hacia su centro geométrico y compuesto por la unión de varias piezas unidas entre sí. El conjunto era denominado alfarje o empiedro. Para construirlo, el material habitualmente utilizado fue la piedra de cantería, como la caliza o el granito, variando el diámetro entre dos y tres metros. Desde un punto interior de la solera, equidistante a lo puntos de su perímetro, se levantaba un árbol vertical, denominado peón, a donde se acoplaba una rueda pétrea o muela volandera por su eje central, cuyo diámetro solía tener de uno a dos metros. Formando cuerpo con el peón, y a veces atravesando la piedra móvil, iba el mayal, a cuyo extremo libre se acoplaba el animal de tiro (caballo) que daba movimiento al moledero en turnos prefijados. Una vez que los animales finalizaban su jornada de trabajo, siendo sustituidos por otros, eran llevados a las cuadras habilitadas con pesebreras. (López, 2012b). Una vez trituradas las aceitunas era necesario comprimir la pasta en una prensa para extraer su aceite, cuyo proceso se denominaba prensado. Se trataba de la tarea más importante durante la elaboración del aceite de oliva y donde se produjeron los mayores adelantos técnicos desde que los antiguos grecorromanos aplicaron el tornillo para extraer jugos vegetales. Las prensas oleícolas utilizadas en la España Moderna fueron básicamente de tres tipos: de torre, de capilla o de rincón y de viga-quintal, donde predominó más esta última. Todas ellas usaban capachos circulares, hechos con esparto, entre los cuales iban colocándose las capas de pasta oleosa hasta formar un cargo. El mecanismo de viga y quintal fue de los más empleados para extraer (prensar) el aceite de oliva durante la Edad Moderna. Este sistema de prensado se basaba en el uso de una enorme viga fabricada mediante troncos de madera zunchados, cuya cabeza se hacía pasar entre las vírgenes: dos maderos verticales con ranuras longitudinales, donde se introducían las cuñas de apriete, y fijados a una hornacina del torreón-contrapeso. La potencia del mecanismo era ejercida en su extremo contrario, donde se hacía subir un husillo roscado a una tuerca y fijado a un macizo pétreo, llamado quintal o pesillo. Un cargo de capachos con masa oleosa, ubicado entre las vírgenes y unas guiaderas intermedias, actuaba como pieza resistente, formando así el conjunto una palanca de segundo género. Las prensas de viga podían dar un rendimiento industrial medio en torno al 10-15 %. (Arambarri, 1992; Rojas, 1997). Como consecuencia del prensado, se obtenía una mezcla de aceite y aguas madres que debían separarse por decantación. Habitualmente, las almazaras disponían de unas albercas o pozuelos de clarificación, donde se disociaban ambos líquidos por sus diferencias de 4

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * densidad. Con este proceso, el aceite quedaba en la parte superior de los pozuelos, extrayéndose de allí con cazos o jarras, mientras el alpechín iba descendiendo a la parte inferior, siendo vertido, normalmente, a una balsa o al cauce (río/arroyo) más próximo. La bodega presentaba grandes tinajas de barro cocido, a veces vitrificadas, la mayoría soterradas hasta su parte superior (cuello), con unas dimensiones relativamente grandes y cubiertas por una tabla de madera o un capacho. Este almacenaje solía ser sumamente perjudicial para la conservación de los aceites, ya que la limpieza de las bodegas andaluzas era precaria o inexistente, llegando a enranciarse por oxidación y contaminándose su olor junto al del alpechín y la mugre de los envases. 2.2. Arquitectura proto-industrial La industria oleícola del siglo XV al XIX requería de un importante y diferenciado espacio arquitectónico para contener a una primitiva maquinaria de raigambre romana, pesada y enorme, y a los distintos elementos complementarios que debía utilizar mientras funcionaba. Las torres de contrapeso actuaban como puntos de apoyo para equilibrar el empuje de la viga durante la prensada, por lo cual eran en sí parte integrante del propio mecanismo. (López et al., 2012). Las almazaras de la Edad Moderna quedaban estructuradas constructivamente por un patio de laboreo, alrededor del cual se disponían todas las instalaciones bien diferenciadas entre sí. Primero, la entrada en el molino aceitero permitía el acceso a las trojes para el acopio de las aceitunas, antes de ser molturadas. El espacio anexo a estas albergaba normalmente dos estancias: una de molienda, con el alfarje y las muelas pétreas, y otra para el hornillo. El moledero se hallaba separado de la prensa para evitar que las deyecciones de la caballería se mezclasen con el aceite. Respecto al diseño de las naves destinadas a cobijar las toscas prensas de viga y quintal, se fundamentaba en edificaciones funcionales con tejados a dos aguas, alargadas (1520 m) y muy estrechas (4-5 m) para poder adaptarse a las dimensiones del artefacto extractor, que la mayoría de las veces también servían como bodegas. La caldera se aislaba respecto a las distintas estancias del molino para evitar que los humos diesen mal sabor al aceite. Lám. 1. Los materiales (pétreos, cerámicos, etc.) y elementos esenciales (cimientos, muros, cubiertas…) para erigir cualquier construcción agroindustrial durante la Edad Moderna fueron los habitualmente utilizados en arquitectura popular andaluza. La cimentación se realizaba casi exclusivamente de mampostería, tanto la ejecutada con mortero de cal (ordinaria) como en seco. La forma de operar era excavando una zanja perimetral, en torno a un metro de profundidad y sobre 50-60 cm de anchura, que luego se rellenaba de piedra. El cimiento se

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * prolongaba sobre la nivelación del suelo unos 50-100 cm, para constituir el zócalo a partir del cual se levantaban los muros. La solera era de tierra compactada o, cuando ésta podía encharcarse con facilidad, se formaba mediante un empedrado de cantos rodados. Respecto al cerramiento perimetral, se adoptaron generalmente los muros de carga hechos de piedra y barro. Los forjados con viguetas de madera descansaban sobre los muros y recibían un entablado. Por último, la estructura de cubierta (reticular) era siempre de madera, predominando la de a dos aguas, que luego se cubría con teja cerámica curva. 3. El contexto socio-económico de la Córdoba Moderna: la monopolización señorial sobre la molinería Es conocido por muchos que para las villas o ciudades y sus territorios donde imperaba un señorío de raigambre medieval, sus hornos de pan cocer, molinos aceiteros y harineros eran monopolios del mismo. En este caso, relacionados con procesos agroalimentarios de transformación, aunque también los hubo vinculados a otras actividades donde la materia prima no sufría más modificación que desuelles y/o cortes, como fueron las carnicerías y pescaderías. Ambos tipos de industrias alimentarias reunieron el monopolio sobre la jurisdicción y la propiedad, ya que sus arrendamientos, por parte del señor, no sólo incluían los inmuebles como tales, sino también el privilegio de ser los únicos centros a donde todos los vecinos tenían que acudir. (López, 2012b). Una vez consolidado el señorío de Priego, comenzaron a surgir los primeros monopolios relacionados con actividades e industrias que dieran un beneficio económico importante y un cierto control social sobre la población. Así, ya desde 1500 hay constancia escrita sobre los impuestos relativos al diezmo y la maquila: «Para hacer ver, que ha sido pública la prohibición, que desde el Siglo de 1500 se está pregonando, públicamente éste Estanco, pues resulta la Escritura de arrendamiento del Molino de aceite de la Casa de Priego, en que en publica subastación se remató la renta de Diezmo, y maquila de dicho Molino, y el Diezmo que habían de pagar los vecinos de la Rambla, que tenían Heredades en Montilla, de forma, que cómo renta del Estado privativa suya, se pregonó, y remató Diezmo, y maquila, y por ello todo lo que éste contrato comprehende en el Diezmo, lo debe comprehender en la maquila, y uno, y, otro con respecto solo á el Molino de la Casa de Priego, de cuyas premisas ya está a la vista la ilación, de que la maquila de todos los vecinos de Montilla, se devengaba precisamente en dicho Molino, y pertenecía á el Estado de Priego con la prohibición, como se evidencia de la condición de dichos arrendamientos, que se acostumbraba

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * poner, que era, que los vecinos fuesen obligados á moler su aceituna en el Molino de su Excelencia, y que no pudiesen sacarla sin pagar la maquila, y Diezmo al Arrendador, según lo justificado en los Autos de Pinilla»3. El siglo XVI fue una centuria de claro auge señorial para las villas ubicadas en el sur de la provincia de Córdoba (Lámina 2). Serán precisamente aquellas pertenecientes a los Fernández de Córdoba, sobre todo las cabezas de sus estados (Luque, Montilla, Aguilar, Baena o Lucena), donde se dio el mayor crecimiento poblacional de todo el reino cordobés (Tabla 1). Las razones de tal fenómeno demográfico y de sus diferencias respecto a otras zonas geográficas resultan más o menos claras: primero, se produjeron ciertas mejoras técnicas en el sector agrícola y un aumento de la superficie cultivable, lo que se tradujo en una mayor producción agroalimentaria; segundo, la calidad excepcional de las tierras campiñesas contribuye a explicar las diferencias geográficas de población; y tercero, se produjo un hecho político-militar, cual es la “Reconquista” del Reino Nazarí con la toma de Granada (1492), que llevó a una estrategia repobladora de toda la zona sur-cordobesa por parte de señores respecto a los vasallos que habitaban en sus demarcaciones territoriales. Con ella quedaba pacificada una zona que tradicionalmente había sido conflictiva, militarmente hablando, iniciándose así una política colonial en las villas de señoríos a través de sus nobles titulares. Nº de individuos (hombres y mujeres) Año 1587 Año 1787 Aguilar 1.807 7.474 Baena 2.043 9.290 Cabra 1.616 8.460 Cañete de las Torres 1.301 Castro del Río 1.152 7.255 Lucena 3.585 17.127 Luque 679 Montalbán 2.185 Montemayor 419 2.261 Montilla 2.288 13.979 Priego de Córdoba 10.448 VILLA

Tabla 1. Datos de población para los años 1587 y 1787, correspondientes a villas de señorío en el sur de Córdoba. Fuente: Fortea Pérez (1980) y Molina Recio (2006) Del siglo XVI al XVIII, las usurpaciones y los abusos cometidos por parte de señoríos andaluces contra los hornos y molinos ubicados dentro de su jurisdicción territorial, eran llevados a efecto tanto si se tenía derecho a ellos como si no. En el sur de Córdoba hubo 3

Documentos andaluces de la Casa Ducal de Medinaceli en el Archivo General de Andalucía (Marquesado de Priego y señoríos agregados). Legajo 88 (CDM). Microfilmado en el rollo 1.138, fotogramas 399 a 455 (AGA).

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * pleitos por estancos, apropiaciones de tierras y contra la utilización, por parte de los marqueses, de hornos y molinos, prohibiendo a los vasallos acudir a otro tipo de instalaciones. Por ejemplo, el pleito contra el marquesado de Priego en Montilla duró desde 1586 hasta 1771, cuando la Real Chancillería de Granada sentenció a favor de los agricultores en su derecho para utilizar libremente los hornos de pan cocer, las almazaras y los molinos harineros. También fueron muy duraderos y sonados los pleitos contra el señorío de Baena. 4. Los molinos ducales en el sur de la provincia de Córdoba durante la Edad Moderna En todo el sur de la provincia de Córdoba, debido al monopolio señorial sobre la producción oleícola, los molinos dedicados a molturar y prensar las aceitunas cosechadas para luego almacenar y distribuir su aceite de oliva, fueron de una gran magnitud, sobre todo en los núcleos urbanos. Respecto a ello, la Corografía histórico-estadística de la provincia y obispado de Córdoba (1840-42), escrita por Luis María Ramírez y las Casas-Deza (18021874), hace numerosas alusiones a gigantescas almazaras, como las de Cabra, Baena o Puente Genil, pudiéndose destacar las que a continuación se citan: a) Marquesado de Priego (Ducado de Medinaceli): -

Aguilar de la Frontera: molino del duque, con diez vigas y diez piedras de moler.

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Lucena: molino del duque, formado por doce prensas de viga.

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Montilla: molino ducal, que albergó un máximo de 21 vigas.

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Puente Genil: molino de los diezmos, edificado en 1595 y que llegó a funcionar con 25 prensas de viga en el siglo XVII.

b) Ducado de Alba: -

El Carpio: molino ducal, que funcionó durante todo el siglo XVIII con cuatro piedras de moler y ocho prensas de viga.

c) Ducado de Sessa: -

Baena: molinos del duque, cuyas instalaciones llegaron a contener, para el año de 1738, 48 vigas y 24 piedras de moler.

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Cabra: molino del duque, con tres ingenios molturadores de accionamiento mixto por energía hidráulica o tiro animal y 18 prensas de viga.

El férreo control ejercido sobre la edificación de otros molinos particulares, hizo que se instalaran pocas pero inmensas almazaras en las villas y ciudades cordobesas del sur que tenían asociadas una mayor superficie olivarera. Esto supuso también una concentración de trabajadores de todo tipo que tenían allí su ocupación diaria: oficiales y aprendices almazareros, maestros molino, veedores, acarreadores, tinajeros, carpinteros, capacheros, etc.

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * 4.1. Aguilar de la Frontera Un documento conservado en el Archivo de la Casa Ducal de Medinaceli, situado en Sevilla, recoge las propiedades y derechos que poseía el Duque a finales del siglo XVIII. Hablando sobre Aguilar de la Frontera (Córdoba), se alude a la presencia de tres molinos aceiteros, dos ubicados en la ciudad y uno de ámbito rural. Respecto a las almazaras urbanas, los archivos mencionan lo siguiente: «el molino de azeite que es propio de su excelencia, el qual esta sito en la dicha villa de Aguilar y llaman Corral Nuevo, componiéndose de cinco casas y diez vigas»; «molino de azeite propio de su excelencia y sito en dicha villa, que llaman Corral Viejo y se compone de dos vigas sin uso, con sus bodegas y pertrechos…». La falta de comentarios referentes al número de casas oleícolas o almazaras que formaban este último complejo proto-industrial, actualmente restaurado y en uso como lugar de actos culturales, hace pensar que se trataría de un solo cuerpo fabril, donde los pilares centrales dividirían al edificio en dos naves de prensado para dar servicio a las dos vigas mencionadas. El denominado molino del Corral Viejo (Lám. 3 y 4) estaba definido por un patio de labores con planta irregular y un edificio de almazara en forma de L compuesto de dos cuerpos: uno pequeño dedicado a zona de molienda y otro mucho más voluminoso para extraer y almacenar el aceite de oliva según dos naves adosadas a la misma torre-contrapeso, que hacía funcionar a las dos prensas de viga. Ambas naves quedan centralmente divididas en dirección longitudinal, y a la vez intercomunicadas entre sí, por medio de arcadas que apoyan sobre pilares. Este molino funcionó luego como fábrica de jabón y, por último, fue bodega de vinos, pero en la década de 1970 cambió la propiedad, provocándose una segregación de la finca en tres nuevas partes. Respecto a su tipología, el solar e inmueble original responde a una construcción compleja cuyo perímetro fue ocupado por naves proto-industriales, dejando en el interior de la parcela una zona libre que se destinó a patio de operaciones. Dicha estructuración responde a un claro uso almazarero, fácilmente convertible a lagar más bodega. El complejo almazarero llamado Corral Nuevo ya figuraba como una propiedad perteneciente al Marqués de Priego en el Catastro de Ensenada (siglo XVIII) y albergaba diez vigas y diez piedras, por lo cual era la más importante de las 28 almazaras existentes en la villa. Siguiendo dicha información catastral, el solar ocupado por las construcciones oleícolas tenía 43 varas de frente y 88 varas de fondo. Si se toma como medida la vara castellana (1 vara = 836 mm), el molino en sí ocuparía casi 2.700 m2. Las fuentes documentales aluden a este molino ducal desde los albores de la Edad Moderna (siglo XVI), cuando ya hablan sobre la existencia de molinos aceiteros en lo que hoy es el Barrio de la Villa, por lo que los inicios

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * de las edificaciones oleícolas podrían encuadrarse sobre dicha centuria o incluso antes (siglo XV), ya que ocupa un lugar singular en la trama urbana de la zona. 4.2. Baena Gonzalo Ibáñez obtuvo, por donación de Alfonso X, el privilegio de usar los molinos aceiteros el 20 de mayo de 1266. Los Fernández de Córdoba,4 por gracia real, explotaron con exclusividad la molturación y el prensado de las aceitunas en las dos almazaras de su señorío de Baena hasta casi finalizado el siglo XVIII. Los señores de Baena recibieron el título de Duques de Sessa en 1520, con ocasión del matrimonio entre Luis Fernández de Córdoba, IV Conde de Cabra y Señor de Baena, y Elvira Fernández de Córdoba, II Duquesa de Sessa.5 Uno de los privilegios más dudosos y odiosos que los Duques de Sessa gozaban en la villa de Baena era la de su exclusividad sobre la extracción de los aceites de oliva, no permitiendo que nadie pudiese tener maquinaria de ningún tipo donde moler o prensar su propia cosecha, ni llevar el fruto fuera del término de la Villa para elaborarlo en molinos ajenos a los del Señor. En la villa de Baena, los primeros indicios que hay sobre la existencia de varios molinos aceiteros y de harina (para elaborar pan) son bajomedievales6: «El señor Don Enrique II, hallándose en Sevilla por el mes de septiembre del año de mil trescientos setenta, hizo gracia a don Pedro Fernández Carrillo, hijo de Gonzalo Fernández de Córdoba de dos molinos de pan (harineros), del olivar y de las tierras de sembrar porque pertenecían a S.M. en el termino de Baena…halladas en la dicha Villa de Baena un molino de moler aceite,7 y que non haya en dicha Villa ahora, ni de aquí en adelante otro molino de moler aceite, salvo el de vos el dicho Pedro Fernández…». Otorgada esta donación en señorío, ratificada posteriormente por los descendientes del rey Enrique II, se condenó a este pueblo a usar sólo la molinería ducal, a no erigir nuevos molinos y a no transportar sus productos agrícolas fuera de la villa. De las dos almazaras urbanas que poseía el Duque de Sessa en la zona urbana de Baena, la mayor, que aún durante la primera quincuagena del siglo XX subsistía bajo un estado ruinoso, fue nombrada “El Molino Bajo” y ocupaba un gran espacio de terreno. Según lo indicado por Valverde Perales (1903) y los informes redactados para el pleito de 1796, este complejo proto-industrial oleícola tuvo 16 piedras para la molienda y 32 prensas de viga y quintal, aunque no de grandes tareas, con 238 trojes que podían almacenar 62.520 fanegas de 4

Señores de Baena y Duques de Sessa. En 1566 una R. Cédula de Felipe II creó el Ducado de Baena, siendo sus titulares los Duques de Sessa y Baena. 6 Informe de la demanda interpuesta por el Conde de Cifuentes contra el Duque de Sessa. En Granada, Imprenta Real, año 1797, Artículo I, pp. 7-8. 7 Formado entonces por una sola piedra de moler. 5

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * aceitunas. El otro molino se denominó “El Alto” y estuvo situado frente a la zona oeste del anterior, quedando desaparecido por completo a mediados del siglo XIX. Tenía tres piedras de moler y seis prensas de viga con 42 trojes, capaces de albergar hasta 3.880 fanegas de aceitunas. Entre ambas almazaras podían molerse cada 24 horas 459 fanegas, lo que muchos años hacía prolongar la molienda hasta muy entrado el verano, con las aceitunas ya podridas. Por otro lado, Ramírez y las Casas-Deza, en su obra titulada: Corografía históricoestadística de la provincia y obispado de Córdoba, otorgaba para estas almazaras ducales, referido al año 1738, un total de 48 prensas de viga y 24 piedras de moler. Comparando estos últimos datos con los que arroja el Catastro de Ensenada para el año 1752: 24 piedras y 24 vigas, puede presuponerse, a priori, un descenso a la mitad en el número de prensas. También cabe pensar que dicha información catastrada sea errónea, por haberse cuantificado sólo las vigas funcionales en servicio público y las arrendadas a particulares, pues los molinos ducales reservaban generalmente varias prensas para uso propio, algunas de las cuales podían quedar temporalmente inoperativas, o bien los duques recurrieron a una ocultación fiscal y facilitaron el mismo número de piedras que de vigas con el objetivo futuro de rebajar su impuesto catastral. Finalmente, resulta más lógico decidirse por un funcionamiento con 24 piedras y 48 vigas, pues lo habitual es que cada moledero sirviese a un par de prensas, tal y como lo atestigua la información histórica de otras almazaras ducales coetáneas a nivel temporal y geográfico (Aguilar, El Carpio…). Además, los datos facilitados por Valverde y Perales para las prensas de viga (38) y las piedras de moler (19) siguen también la relación 2:1 comentada. El mayor coste que suponía para la hacienda ducal el tener funcionando las dos almazaras, llevó a que al final sólo la mayor abriese durante la época de molienda y prensado. Esta situación produjo un gran perjuicio económico a los cosecheros de aceite, que veían cómo quedaban sus aceitunas expuestas a la intemperie, y se pudría sobre los patios esperando a ser molturada. Por otro lado estaban la maquila, canon en especie que los cosecheros debían abonar al molinero por extraer el aceite, y los continuos fraudes que se sucedían en los molinos, al sustraer los almazareros parte de la producción a sus dueños. Todos estos abusos propiciaron que muchos agricultores llevasen a moler sus aceitunas a hurtadillas hacia otros molinos ubicados fuera de la villa de Baena. La elaboración era en extremos defectuosa por lo tosco de la maquinaria y debido a la prisa con la que se realizaban las operaciones de molienda, prensado y decantación, saliendo el orujo impregnado de aceite y ocasionando un gran quebranto para el cosechero. Declararon en el pleito varios testigos, como el hacendado Francisco Veredas, el cual manifestó que hacia el año de 1787 tuvo que verse obligado a machacar su aceituna en un mortero y a exprimirla 11

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * en una prensa de sacar cera para extraer el aceite de oliva, tras manifestar el encargado de los molinos ducales que no podía darle troje, donde poder depositar sus aceitunas, hasta mediados de agosto. Y de aquella operación “a puerta cerrada”, el hacendado sólo pudo sacar 32 arrobas de aceite. Otros muchos testigos declararon también quejándose sobre la mala calidad que tenían sus aceites elaborados en los molinos del Duque, con enormes cantidades de turbios8. Había quejas por parte de los cosecheros respecto a que no se molían ni prensaban correctamente las aceitunas, dejándolas medio enteras, y dando un orujo lleno de aceite. Los molineros recibían del Duque sólo un ducado al mes, teniendo que pagar los cosecheros para ellos 14 reales diarios mientras procesaban su aceituna y 2 maravedíes por cada moledura realizada, dejar todo el orujo generado a favor del molino y dar una arroba de aceite por cada ocho producidas en concepto de maquila, sin cuantificar el volumen que desperdiciaban o hacían desaparecer los almazareros. Los molinos ducales de Baena (Lámina 5) iniciaban su apertura en otoño (nov.) y seguían funcionando hasta que se terminaba toda la molienda y el prensado de las aceitunas cosechadas (primavera: mayo). El maestro de molino era responsable de todos los procesos almazareros destinados a extraer el aceite de oliva y de fijar los turnos para moler o prensar las aceitunas que correspondían a cada cosechero. Las moleduras que se debían hacer durante las 24 horas de un día nunca debían exceder de 16, tal y como dictaban las Ordenanzas Municipales que tratan sobre los molinos aceiteros. Durante la centuria dieciochesca, las almazaras ducales de Baena pasaron de albergar 24 piedras de moler, según datos de los años 1738 y 1752, a 19 piedras en 1796. Cada día se molían 459 fan de aceituna y se despachaban al mes 13.700 fan (con los 19 molederos). El “Molino Alto” albergaba seis vigas, de las cuales tres tenían 16 varas (13,4 m) de longitud y otras tres 17 varas (14,2 m). “El Bajo” disponía de 32 vigas con unas longitudes que oscilaban entre 13 y 18 varas, equivalente a unos 11 y 15 m respectivamente. Su manejo diario se realizaba con cargos de 27 celemines (2,25 fan), cuyas prensadas, esto es con el quintal sin tocar el suelo (alzado), se hacían durante un tiempo de 3,5 horas. Cuando se acumulaba el trabajo, también se llevaban a cabo prensadas de doble carga: 54 celemines. (Baena, 2012). En Baena, según el Catastro de Ensenada, los molinos ducales albergaban a cinco bodegas para “guardar” los aceites producidos: una con siete tinajas y una capacidad máxima de 220 @, otra con 22 tinajas y 1.770 @ de capacidad, otra con 16 tinajas y seis pilones preparada para guardar a 1.110 @ de aceite, otra con ocho tinajas y 658 @ y una última de otras ocho tinajas con una capacidad máxima de 910 @, dando un total de 4.668 @. 8

Pedro de Luque Galeote confesó que de 4.020 @ de aceite recibidos de sus aceitunas en los molinos ducales, le habían dado 1.000 @ de turbios.

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * 4.3. Cabra Respecto al molino del duque ubicado en Cabra, Narciso García Montero escribió: «De un molino de especial artificio para aceitunas y de otros particulares. […]…situado al respaldo de la plaza Mayor, que llaman de la Carrera, fabricado sobre el arroyo profundo, que nombran de la Tejera, y corresponde a la puerta de Córdoba, a la cual sale la puerta principal de dicho molino fabricada de cantería, sobre cuya clave están colocadas, en escudo labrado a cincel en una lápida, las armas del Excelentísimo Sr. Duque de Sessa… […] Encierra en sí tres diversas casas, cada una con su piedra muela y alfarje, las cuales se mueven con la industria de un caz de agua que…, de 36 tareas de aceituna a 10 fanegas cada una, montan 360 fanegas que en 18 vigas exprimen este licor (aceite de oliva)»9. Dicha puerta principal aún se conserva: Lám. 6. En el manuscrito de Los Veintiún Libros de los Ingenios y las Máquinas, que data del siglo XVI al XVII, aparece descrito un molino aceitero similar al egabrense, con prensas de viga y empiedros de accionamiento combinado mediante tiro animal y rodete hidráulico: «Este artificio de este molino de aceite, la cual invención es para sacar el aceite, como se ha dicho. Y está harto bien concertado para el efecto del sacar el aceite de las olivas. Aunque este artificio es muy llano para haberle de entender, por ser ello cosa de tanto provecho la he puesto y, también, por razón del concierto que tiene la oficina en el sacar del aceite. Y como este torno de aceite o molino, aunque propiamente se debe decir molino de aceite, por razón del moler primero las olivas, antes que se pueda sacar el aceite de ellas, de modo que la demostración es para agua, y de sangre, como la figura lo enseña, por razón de las letras que están en sus lugares. El primer rodete es A, el segundo B, el tercero es C, y el asiento donde se muele la oliva es D. Donde se muelen es F-G-H, y donde se meten las olivas es E. Los ruellos o muelas es I-K-L, sus árboles M-N-O. Las pilas son P-Q-R. Las libras S-T. Las pilas donde reciben el aceite, y donde se pone limpio, apartado del agua, V-Y-Z-X, de modo que V-X son las pilas que reciben el aceite que sale de las capazas. Los caracoles o árboles, con sus libras, que es 9-10, las cárceles donde están puestas, dentro de tierra, las libras. La U es un llano entre las dos imprimías. La caldera donde se caliente el agua es PX, y su chimenea es J. Y, por lo demás, se puede comprender por razón de las letras que van, en cada cosa señalada, con sus letras o números»10. Lámina 7. (López & Moreno, 2013). En 1842, Ramírez y las Casas-Deza escribió lo siguiente al hablar sobre Cabra: 9

Noticias históricas de la fundación de Cabra, de sus obispos, mártires y grandezas principales. 1750-1801. Los veintiún libros de los ingenios y las máquinas, Libro XIII, folio 334r. Siglos XVI-XVII.

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * «Entre todos estos molinos es notable el del duque, que debe contarse entre los mejores de Andalucía. Está situado en la plaza, y distribuido en tres departamentos, en cada uno de los cuales hay una piedra que se mueve a impulso del agua que conduce un cauce desde el nacimiento del río Cabra. Cada una de las piedras puede moler 216 fanegas de aceituna; pero solo beneficia 108, porque no se necesita de más. Una puesta nuevamente en el departamento del medio muele 20 fanegas por hora, moviéndose horizontalmente como las de los molinos harineros. Cada uno de los departamentos contenía antes seis vigas en tres casas o molinos; en el día se han suprimido en uno de ellos tres vigas y en su lugar se ha puesto una prensa hidráulica en la que cada dos horas se benefician 15 fanegas de aceituna. Todos los departamentos tienen dormitorios para los operarios, habitación para un fiel, y capacidad para todos los útiles que se necesitan en la fábrica, como también carpintería y espacio para guardar maderas. Los patios son suficientes para almacenar 20.000 fanegas de aceitunas, y las bodegas pueden contener más de 10.000 arrobas de aceite. Cuando en este molino se molía la aceituna del duque, y los particulares estaban obligados a beneficiar en él su fruto, hubo año de producir 4.500 arrobas de maquilas dando una por cada diez. En 1738, regulando a 15 reales arroba de aceite, importó el producto de este molino 96.460 reales, en cuyo tiempo daba a su dueño 1.500 arrobas cada año y 4.000 de las pastas de orujo.». Por último, Madoz (1850) también describió a las almazaras que poseía el Conde de Altamira en Cabra, cuyo complejo aceitero albergaba tres piedras de moler movidas por agua de acequia, las cuales daban servicio a tres casas oleícolas cada una, formadas estas últimas por un total de 15 vigas más una prensa hidráulica de gran potencia. (Lizarralde, 2010). 4.4. El Carpio El molino ducal de San Fernando constituye una colosal edificación oleícola de gran interés patrimonial, siendo uno de los pocos testimonios preservados que prueban la protoindustrialización cordobesa, y cuyos orígenes pueden ser trazados a través de abundantes noticias, cosa poco habitual en el ámbito agrario y extraurbano. Este antiguo complejo aceitero se sitúa en las inmediaciones del casco urbano carpeño, junto a la vía férrea y cercano al río Guadalquivir, sobre un amplio solar con forma de rectángulo. El formidable volumen que muestra el Molino de San Fernando, según su denominación original, o “de los Duques”, en su acepción popular, sobresale como un gran cuerpo longitudinal de piedra molinaza. Lo compone una construcción de planta rectangular, formada por patio, cuadras, almazara y

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * bodegas, y unas dimensiones aproximadas de 120x25 metros cuadrados. La portada principal se sitúa en la fachada menor de dirección NO-SE, formando parte de un muro almenado, con una inscripción de azulejos donde se puede leer su nombre y rematada por un edículo que sostiene al escudo de armas correspondiente a la Casa de Alba. Una vez franqueado su gran portón de madera, se accede a un primer patio alargado, que lo era de trojes, con sendas naves laterales de una sola planta, usadas como cuadras, un pozo y el molino aceitero al frente. Respecto a su almazara (Láminas 8 y 9), es una edificación rectangular, con 60 metros de largo, compuesta por cinco naves longitudinales de altura descendente hacia las fachadas laterales: la central presenta 12 metros (cota máxima), las cuales quedan divididas entre sí mediante arcadas de medio punto y luz variable. La cubierta está formada por un armazón de madera y dos amplios faldones, muy inclinados y de teja cerámica curva, que caracterizan la imagen del edificio. Nueve buhardillas y los cuatro ángulos que sobresalen, rematados por pináculos, de las torres-contrapeso correspondientes a ocho prensas de viga y quintal (dos por torre), ya inexistentes, rompen el gran tejado a dos aguas. Las naves de menor altura (laterales) tenían alineadas las tinajas para decantar y almacenar el aceite de oliva producido. Los muros, pilares y torreones del molino son de mampostería careada, formados mediante verdugadas de ladrillo, piedra “molinaza" o bien por una mezcla de ambos materiales, tal y como presenta el hastial delantero mayor. Las arquerías fueron diseñadas con roscas de ladrillo. Como pavimento industrial, se dispuso un empedrado de cantos rodados, que actualmente se conserva en buen estado. Un gran pilón-abrevadero de varios caños, ubicado en un patio paralelo al de trojes, y el pozo del molino proveían el agua necesaria para dar de beber a las bestias o extraer el aceite de oliva. Esta construcción agraria ejemplifica un modelo singular de almazara proto-industrial, caracterizada por albergar bajo un mismo complejo a varios molinos aceiteros interconectados entre sí, donde cada estancia tuvo un solo empiedro que molturaba las aceitunas para servir a dos prensas de viga y quintal. Esta tipología, que abarca los molinos ducales de la zona sur, tuvo su mayor auge durante la Córdoba señorial del Setecientos, cuyo régimen quedó plenamente abolido en el siglo XIX. A mediados de la centuria dieciochesca, el XII duque de Alba, Fernando de Silva y Álvarez de Toledo (1714-1776), decidió erigir un molino aceitero en territorio carpeño, a las afueras de la villa, donde se hallaban los olivares más productivos de su término. Debía servir la instalación para beneficiar tanto a las aceitunas ducales, mayoritarias en todo El Carpio, como a las de otros cosecheros locales, debido al monopolio señorial sobre la elaboración de harinas y aceites de oliva. De la inusual ambición puesta en este proyecto da idea el hecho de que dicho Duque le hiciera el encargo al giennense Gonzalo Rabanales, maestro mayor de 15

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * arquitectura, quien debió trazar el diseño hacia 1758. En 1760 hay constancia de que las obras ya habían comenzado, finalizando cinco años después (el año 1765 aparece inscrito en la portada de ingreso al patio mayor).11 El proyecto revela una incipiente vocación fabril, al proponer un conjunto unitario muy distinto al diseño habitual que presentaron las grandes almazaras cordobesas de su época, basadas la mayoría en una mera yuxtaposición de naves independientes destinadas a extraer (prensa de viga) y almacenar (bodega) el aceite de oliva. En el sur de Córdoba se siguió este sistema compositivo para construir los molinos ducales en Aguilar, Baena, Montilla…, que se formaron, a lo largo del tiempo, mediante agregaciones desarticuladas de “casas oleícolas”. (Moreno, 2012). Hacia 1840 el Molino de San Fernando aún tenía sus ocho prensas de viga y quintal, pero incorporó también una novedosa prensa hidráulica12 por la parte posterior del edificio almazarero. Finalmente, las vigas fueron desmanteladas para modernizar la instalación oleícola con más prensas hidráulicas y un motor eléctrico. Hoy día, este inmueble, aunque ya no alberga su antigua maquinaria preindustrial, presenta todavía un gran patrimonio arquitectónico a preservar, siendo un modelo único entre las almazaras ducales cordobesas. 4.5. Montilla Durante casi toda la Edad Moderna, el marquesado de Priego tuvo el monopolio aceitero en Montilla, estando sus habitantes obligados a llevar las aceitunas cosechadas al molino señorial y quedando estrictamente prohibida la edificación de almazaras particulares. En los albores del siglo XVI, destacó la figura de doña Catalina Fernández de Córdoba y Enríquez (1495-1569), II Marquesa de Priego desde 1517, año en que falleció don Pedro Fernández de Córdoba y Pacheco (su padre y I Marqués de Priego), a 1569. La vida de doña Catalina, ya marquesa, transcurrió restituyendo el prestigio, el honor y la economía familiar,13 un empeño que logró sobradamente al emprender una política donde los enlaces matrimoniales con otras casas nobiliarias tuvieron una gran importancia en ello. Por otro lado, no descuidó las finanzas y recurrió al sector agroalimentario para mejorar su patrimonio, aumentando las inversiones en molinos de aceite, hornos de pan, carnicerías, bodegas, etc., que además le pertenecían según los títulos de propiedad. Gracias a Monte Molina, se sabe que don Pedro Fernández de Córdoba y Figueroa, hijo de doña Catalina, construyó, junto a la plaza del Palacio señorial de Montilla, las 11

Los picapedreros de la villa carpeña: Diego López de Salinas y Francisco López, recibieron el encargo de sacar piedra para construir el molino ducal. 12 La primera unidad española con uso industrial fue importada en 1833 desde Inglaterra por Diego de Alvear. 13 El enfrentamiento de su padre con Fernando el Católico, le costó la demolición del castillo de Montilla, la confiscación de sus bienes, el destierro y, de no mediar El Gran Capitán (su tío), casi que también la vida.

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * caballerizas con establos, almacenes, oficinas y un patio central que ocupaba un tercio de la superficie total. Por lo que fue a partir de 1509, una vez construido el Palacio, cuando se comenzó a construir el molino señorial. Según inventario de 1518, doña Catalina era propietaria de sólo cuatro prensas de viga para extraer aceite de oliva, que aumentaron a 14 en el año 1563 y a 17 en 1565, las cuales rentaban 10.000 arrobas de aceite cada una. En 1549 se terminaron de construir las ocho almazaras o casas oleícolas que formaron el molino ducal, llegando a tener hasta un total de 21 prensas de viga. El complejo proto-industrial así formado quedó ubicado frente a las caballerizas y al obrador, este último compuesto por cuatro naves alrededor de un patio donde se instaló la carpintería. Según parece la mencionada plaza del Palacio se cerraba con un arco llamado de San Blas, junto a los molinos, el cual se menciona como puerta de acceso a Montilla en el siglo XVII14. Por otro lado, en 1531, doña Catalina dio autorización a los franciscanos para poder establecerse a la salida de los primeros molinos aceiteros edificados, con la intención de que aprovecharan el alpechín generado. Levantaron así un edificio, aguas abajo respecto a las almazaras, que se denominó La Alpechinera, del cual aún se conserva su portada. La planta proto-fabril así formada tuvo su mayor auge del siglo XVI al XVIII e hizo surgir un barrio anexo destinado a dar cobijo a los obreros que trabajaron en las distintas actividades oleícolas allí desarrolladas.15 Según el Memorial, el molino ducal de Montilla disponía de 19 vigas en el año 1746. Asimismo en dicho documento también consta una descripción de sus instalaciones, que comienza por el patio, del cual afirma estar empedrado de piedra lisa y tener un poco de pendiente para las corrientes de agua y alpechín; este recinto albergaba 123 trojes con gruesos muros de mampostería y tabiquerías intermedias para separar las aceitunas de los cosecheros, más otro almacén de semejantes características y gran capacidad para la cosecha propia del señor. Se describe además una de las casas oleícolas, llamada “del Diezmo”, formada por tres piedras de moler y tres prensas de viga, con sus pertrechos al completo y en perfecto estado de funcionamiento, dos padillas, dos calderas, 37 pilones, tres de los cuales eran llamados recibidores, y otros útiles. Junto a ésta se afirma que hay ocho casas más con 16 vigas, resultando un total de nueve casas oleícolas y 19 prensas. También se reconocen dos cuartos, donde almacenaban las aceitunas del diezmo y de la maquila respectivamente, dos bodegas, una grande y otra más pequeña, y un cuarto para la estancia del Fiel. (Llamas, 2011). Pero la descripción más exacta correspondiente al molino ducal de Montilla está en un plano de planta (Lámina 11) realizado por Benito de Mora en el año 1860, donde se aprecia 14 15

CALVO POYATO, 1987: 107. En el s. XVIII se construyó un granero sobre los restos del castillo. Lámina 10. Cuyo recuerdo aún persiste hoy día en los nombres de dos viales urbanos: c/ Molinos Alta y c/ Molinos Baja.

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * con claridad la disposición de los trojes, molederos y las prensas de viga, mientras que la explicación adjunta ofrece un relato pormenorizado sobre todo el recinto proto-fabril oleícola y de los distintos elementos que lo formaron. Así, dicho mapa ofrece algunos datos técnicos, como por ejemplo la superficie construida que ocupaba la industria: 8.481 varas cuadradas16. Respecto a su perímetro industrial, colindaba por el suroeste con el camino de San Blas, la zona noroeste limitaba con la calle de Molinos Alta, el sureste con la calle de Molinos Baja y el noreste con varias casas particulares. El interior estaba compuesto por nueve casas oleícolas o de molino, distribuidas en torno a un patio central donde se ubicaban las trojes y los almacenes destinados al depósito de las aceitunas. Los nombres de dichas casas eran: -

Casa de Jesús Nazareno o Molino Nuevo del Diezmo, con tres empiedros, tres prensas de viga y diferentes tinajas de aceite.

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Casa-Molino de San Francisco, San Vicente, San Antonio, San Jerónimo, San Cristóbal, Santa Marta, San José y San Nicolás, cada unidad con dos vigas, dos empiedros, pozuelos y demás pertrechos para el beneficio de las aceitunas.

Había también dos grandes bodegas, una mayor situada junto a las casas de San Francisco y San Vicente, que albergaba 40 tinajas de 100 @, más otra cerca de la casa de Jesús Nazareno, cuyo interior alojaba 24 tinajas de 100 @, dando una capacidad total de 6.400 @. Por último, el molino ducal de Montilla disponía de tres dependencias individuales ubicadas nada más acceder al mismo, las cuales fueron destinadas al portero, el fiel y el administrador. 4.6. Puente Genil El molino del duque de Medinaceli en Puente Genil estaba situado cerca de la zona urbana, junto a la orilla del río Genil. Al principio fue nombrado “Molino de los Diezmos” y posteriormente “del Marqués de Priego”. Aunque se construyó en el año 1592, no comenzó a funcionar hasta 1595, haciéndolo con ocho prensas de viga y quintal. Su arquitectura era de sólidos y elegantes muros de fábrica. Desde 1622 a finales de la centuria dieciochesca, durante los años en que tener almazara era un privilegio exclusivamente señorial, este complejo aceitero albergó a 25 prensas de viga y quintal, pero que, sin embargo, no bastaron para dar servicio al pueblo. En 1842 ya sólo quedaban once vigas funcionales, al haberse abandonado las restantes. Este conjunto proto-industrial se surtía de agua gracias a un acueducto subterráneo construido en 1718 y que iba desde la Fuente Santa hasta el molino. En 1825 se instalaron dos pozos para el abastecimiento hídrico.17 16 17

Equivalente a 6.000 metros cuadrados (valor aproximado al redondear su centena). Ramírez y las Casas-Deza (1842).

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * 5. Conclusiones Los grandes molinos ducales que funcionaron en el sur de la provincia de Córdoba, iban formándose por una mera yuxtaposición de naves independientes destinadas a extraer (prensas de viga) y almacenar (bodegas) el aceite de oliva producido, creándose así sus distintas casas oleícolas, interconectadas entre sí pero desarticuladas unas de otras, a lo largo de los años. La única excepción corresponde al molino ducal de San Fernando en El Carpio. Este último muestra un diseño arquitectónico externo y una distribución espacial interior que forman un complejo proto-industrial unitario y reflejan una clara estructura u organización fabril, al igual que muchas de las reales fábricas construidas durante la centuria dieciochesca. Estos gigantescos molinos aceiteros de propiedad señorial resultaron ser un fenómeno arquitectónico singular que contrasta de sobremanera respecto a los edificados en otras zonas geográficas dedicadas tradicionalmente al aceite de oliva, como por ejemplo el aljarafe sevillano, donde los molinos con más de una viga fueron excepcionales. Debido a ello, las almazaras ducales alcanzaron toda su colosal grandeza en el sur de la provincia de Córdoba. 6. Bibliografía ARAMBARRI, A. (1992). La oleicultura antigua. Madrid. Editorial Agrícola Española. ARCHIVO GENERAL DE ANDALUCÍA. Casa Ducal de Medinaceli: Marquesado de Priego y señoríos agregados. Sevilla. BAENA SÁNCHEZ, A. 2012. El molino del duque de Baena: estudio histórico-técnico y gráfico. Trabajo fin de Máster, Dpto. Ingeniería Gráfica y Geomática, UCO. CALVO POYATO, J. 1986. Del siglo XVII al XVIII en los señoríos del sur de Córdoba. Diputación Provincial de Córdoba. CALVO POYATO, J. 1987. Guía histórica de Montilla. Diputación Provincial de Córdoba y Ayuntamiento de Montilla. FORTEA PÉREZ, J. I. (1980). Córdoba en el siglo XVI: las bases demográficas y económicas de una expansión urbana. Monte de Piedad y Caja de Ahorros. Córdoba. GARCÍA MONTERO, N (1750-1800). Noticias históricas de la fundación de Cabra, de sus obispos, mártires y grandezas principales. LASTANOSA, P. J. de (s. XVI-XVII). Los veintiún libros de los ingenios y las máquinas. LIZARRALDE, K. (2010). Madoz y su diccionario geográfico-estadístico-histórico. ACEM. LÓPEZ GÁLVEZ, M. Y. (2012a). Estudio histórico-técnico sobre las almazaras cordobesas en el siglo XVIII: aplicación al Molino del Toro (Montilla). Tesis doctoral, Dpto. Ingeniería Gráfica y Geomática, Universidad de Córdoba (recurso electrónico). 19

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * LÓPEZ GÁLVEZ, M. Y. (2012b). De los molinos tradicionales a las fábricas: la primera industrialización y el uso de los nuevos materiales en las almazaras andaluzas del Ochocientos. ACUPIS. Córdoba. LÓPEZ, M. Y.; MONTES, F.; BURGOS, E.; MORENO, A. (2012). “Análisis tecnológicofuncional y arquitectónico de las almazaras cordobesas en la Edad Moderna”. En: Información Técnica Económica Agraria, Vol. 108, núm. 3 (separata), pág. 312-342. LÓPEZ GÁLVEZ, M. Y.; MORENO VEGA, A. (2013). “Estudio histórico-técnico sobre las almazaras hidráulicas españolas del Medievo y la Edad Moderna”. En: XVI Simposium Científico-Técnico Expoliva. Jaén. LLAMAS SALAS, M. (2011). El molino del duque de Montilla y la influencia del monopolio señorial en la arquitectura oleícola. Trabajo fin de Máster, Universidad de Córdoba. MOLINA RECIO, R. (2006). “El señorío de Lucena y los Fernández de Córdoba: formación y evolución en la Edad Moderna”. En: Jornadas de Historia de Lucena, pp. 271-314. MORENO VEGA, A. (2012). “Molinos y Reales Fábricas del Sur: actores inactivos de la proto-industrialización andaluza y antiguos espectadores del trabajo”. En: II Jornadas Andaluzas de Patrimonio Industrial y de la Obra Pública. Cádiz. MORENO VEGA, A.; LÓPEZ GÁLVEZ, M. Y. (2012). “Los molinos como impulsores de la industria medieval: ingenios para la obtención de alimentos”. En: Actas 8º Congreso Internacional de Molinología, Tui (Pontevedra). PINO, J. L. del (2002): “Las poblaciones campiñesas del señorío de Aguilar a fines de la Edad Media”, en Actas de las IV Jornadas sobre la Historia de Montilla, pp. 47-68. RAMÍREZ Y LAS CASAS-DEZA, L. M. (1840-42). Corografía histórico-estadística de la provincia y Obispado de Córdoba. Estudio introductorio y edición de Antonio López Ontiveros (1986): 2 Vol. Monte de Piedad y Cajas de Ahorros de Córdoba. ROJAS SOLA, J. I. (1997). Estudio histórico-tecnológico de molinos y prensas para la fabricación de aceite de oliva: aplicación al estudio en detalle y reconstrucción gráfica de una prensa de viga y quintal. Instituto de Estudios Giennenses. Jaén. VALVERDE Y PERALES, F. 1903. Historia de la Villa de Baena. Imprenta y Librería de la viuda e hijos de J. Peláez, Toledo. VV. AA. (1991). Pósitos, cillas y tercias de Andalucía: catálogo de antiguas edificaciones para almacenamiento de granos. Junta de Andalucía, Cª Obras Púbicas y Transportes. VV. AA. (2006). Cortijos, haciendas y lagares. Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias en Andalucía. Provincia de Córdoba (2 Tomos). Junta de Andalucía, Consejería de Obras Públicas y Transportes, Dir. General de Arquitectura y Vivienda. 20

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * Lámina 1. Estructura interior en un molino aceitero con prensa de viga y quintal (López Gálvez, Tesis doctoral, 2012)

Torre de contrapeso

Vírgenes

Nave de prensado Guiaderas Moledero de piedra cilíndrica Regaifa Capachera Lavija

Husillo Prensa de viga

Tuerca

Caballo Muela Pozuelo

Peón Mayal

Quintal

Alfarje

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * Lámina 2. Mapa de señoríos en el sur de Córdoba: siglo XVI (Calvo Poyato, 1986)

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López *

Arcada longitudinal

Torre de contrapeso

Nave 1

Nave 2

Prensa de viga y quintal (hornacina)

Prensa de viga y quintal (hornacina)

ALZADO

Moledero

Moledero

Tinajas (Bodega) Naves de prensado

Naves de prensado Viga Torre

Viga Arco Viga

Arco Viga

PLANTA

Lámina 3. Molino ducal en Aguilar de la Frontera (Cortijos, haciendas y lagares. Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias en Andalucía. Provincia de Córdoba) 23

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López *

Lámina 4. Antiguo molino ducal rehabilitado en Aguilar de la Frontera (llamado “Corral Viejo”) 24

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López *

Lámina 5. Maqueta (escala 1/100) correspondiente al molino ducal de Baena. Fotografía realizada por Alberto Moreno Vega 25

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López *

Lámina 6. Antigua portada de acceso al molino ducal de Cabra. Fotografía de A. Moreno 26

XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López *

Lámina 7. Almazara de accionamiento mixto hidráulico (rodezno) y animal (en: Los Veintiún Libros de los Ingenios y las Máquinas, Libro XIII, folio 333r. siglos XVI-XVII)

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López *

Molienda y prensado

Molienda y prensado Pasillo central

Bodega (B)

Bodega

Molino

A patio de trojes

Molino

Nave de prensado (2 vigas)

Nave de prensado (2 vigas)

NAVE CENTRAL

Nave de prensado (2 vigas)

Molino

Molino

B

Nave de prensado (2 vigas) B

Lámina 8. Estructura interior (sección transversal y planta) correspondiente al Molino de San Fernando en El Carpio

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López *

Lámina 9. Nave de almazara que tuvo el molino ducal de San Fernando en El Carpio

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López * Lámina 10. Antiguo granero (alholí) de Montilla, siglo XVIII (Pósitos, cillas y tercias de Andalucía, 1991)

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013 * Alberto Moreno y M. Yolanda López *

Lámina 11. Molino del duque de Montilla. Plano de planta realizado por Benito de Mora en 1860. Archivo de la Casa Ducal de Medinaceli en Sevilla

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XIV CONGRESO DE HISTORIA AGRARIA. Badajoz, 7 a 9 de noviembre de 2013

Escudo de la Casa de Medinaceli en el molino ducal de Aguilar de la Frontera

Alberto Moreno y M. Yolanda López

XII Duque de Alba (siglo XVIII)

Córdoba, 21 de septiembre de 2013: envío de apuntes

Del siglo XVI al XVIII en las almazaras cordobesas del sur: Génesis, auge y declive de los grandes molinos ducales

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