DESTINO ABRUZO ABRUZO ITALIA. Destino Abruzo

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Arte, culto y cultura ABRUZO ITALIA
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ASTURIAS, DESTINO DE NATURALEZA
www.infoasturias.com ASTURIAS, DESTINO DE NATURALEZA ASTURIAS, DESTINO DE NATURALEZA ESCAPADAS EN LA NATURALEZA CAMINO DE SANTIAGO SENDA COSTERA

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DESTINO ABRUZO

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Destino Abruzo

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Oficinas de infOrmación y hOspitalidad turística de abruzO – iat

LOCALIDAD

TELÉFONO

EMAIL

LOCALIDAD

TELÉFONO

EMAIL

ALBA ADRIATICA (TE) CARAMANICO TERME (PE) CHIETI FRANCAVILLA AL MARE (CH) GIULIANOVA (TE) LANCIANO (CH) L’AQUILA L’AQUILA MARTINSICURO (TE) MEDIO VASTESE (CH) MONTESILVANO (PE) NAVELLI (AQ) ORTONA (CH) OVINDOLI (AQ) PESCARA PESCARA CENTRO

0861.712426-711871 085.922202-9290209 0871.63640 085.817169-816649 085.8003013 0872.717810 0862.410808-410340 0862.22306 0861.762336 0873.944072 085.4458859 0862.959158 085.9063841 0863.706079 085.4219981 085.4225462

[email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected]

PESCARA AEROPORTO PESCASSEROLI (AQ) PESCOCOSTANZO (AQ) PINETO (TE) RIVISONDOLI (AQ) ROCCAMORICE (PE) ROCCARASO (AQ) ROSETO DEGLI ABRUZZI (TE) SAN SALVO (CH) SCANNO (AQ) SILVI MARINA (TE) SULMONA (AQ) TAGLIACOZZO (AQ) TERAMO TORTORETO (TE) VASTO (CH)

085.4322120 0863.910461-910097 0864.641440 085.9491745-9491341 0864.69351 085.8572614 0864.62210 085.8991157 0873.345550 0864.74317 085.930343 0864.53276 0863.610318 0861.244222 0861.787726 0873.367312

[email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] [email protected]

Realización editorial y textos: CARSA SA. © Abruzo Promoción del Turismo, 2007. Todos los derechos reservados. Fotografías: archivo Carsa Ediciones y archivo APTR Abruzo. (A. Angelozzi, M. Anselmi, S. Ardito, V. Battista, C. Carella, G. Cocco, M. Congeduti, S. D’Ambrosio, L. D’Angelo, M. Di Martino, G. Di Paolo, F. Fontemaggi, A. Gandolfi, V. Giannella, P. Iammarrone, G. Lattanzi, J. Martinet, E. Micati, M. Minoliti, R. Monasterio, R. Naar, Mr. Pellegrini, Ms. Pellegrini, P. Raschiatore, S. Servili, G. Tavano, M. Vitale); archivo Parco Sirente-Velino.

Info line +39.085.4482301

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Abruzo, una tierra toda por descubrir El inolvidable mar del Abruzo Los mil senderos de los montes del Abruzo Un mundo de nieve en el corazón del Mediterráneo Un gran museo al aire libre Saberes y sabores de la tierra abruza La arena ideal para tus pasiones La región más verde de Europa Los caminos de la fe

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ABRUZO

una tierra toda por descubrir

Entre las mayores cumbres de los Apeninos y las aguas del Adriático se extiende una tierra llena de encantos. Es posible elegir entre sus pistas de esquí o sus playas, sus parques naturales o sus ciudades de arte, sus iglesias medievales o sus castillos y museos. Entre los Apeninos y el mar hay una tierra toda por descubrir. Es fácil llegar desde buena parte de Italia, sin embargo, durante mucho tiempo el Abruzo se mantuvo un poco apartado y escondido. No obstante, ha finalmente empezado a ser descubierto como se merece. La nota más seductora del Abruzo son sus playas y acantilados que se suceden a lo largo de ciento treinta kilómetros de costa adriática. Tradicionalmente llegan hasta el Abruzo sobre todo familias, pero gracias a los puertos turísticos, las instalaciones deportivas, los espectáculos, etc., también ha empezado a suscitar la atención de un público joven e internacional. Al mismo tiempo, desde sus costas, miles de visitantes procedentes de Italia y de toda Europa se desplazan

hacia su espléndido interior, hacia las ciudades de arte y sus centros históricos, en busca de los castillos, las iglesias y las abadías del transpaís. A emprender los senderos de los tres parques nacionales, del parque regional, de las decenas de reservas naturales y oasis que garantizan la supervivencia de un gran número de especies animales y vegetales, y que hacen del Abruzo la "región más verde de Europa". Sin embargo, los motivos para visitar el Abruzo no terminan aquí. Los esquiadores de media Italia, y últimamente también muchos extranjeros gracias a los vuelos internacionales del Aeropuerto de Abruzo, atestan sus pistas nevadas. Mientras los gastrónomos descubren los sabores y saberes de los productos típicos, de vinos y aceites regionales; los que piensan en su propio bienestar apuestan a las aguas termales que brotan a los pies de la Majella o a los bosques del Valle Roveto. "Fuerte y gentil": es así como, durante siglos, escritores y guías turísticas han definido el Abruzo. Para muchos abruzos, no cabe duda de que una imagen tan sencilla y esquemática pueda dar la impresión

ABRUZO ITALIA 3

de que se tiende a minusvalorar el lugar. Pero lo que sí es cierto es que la extrema síntesis del lema esconde verdades fundamentales. Ante todo, es un hecho que el paisaje abruzo es muy fuerte: esencial, incisivo, memorable. No cabe duda de que son fuertes, fortísimas, las imágenes del Abruzo que ofrecen los burgos medievales enrocados en las montañas, las apariciones repentinas del rebeco, el águila y el lobo en los rincones más solitarios de los montes, los castillos centinelas, tanto hoy como en un lejano pasado, de las vías de comunicación a través de los Apeninos. Aún más fuertes, en todas las épocas del año, son las emociones ofrecidas por aquellas magníficas montañas –la Majella y el Gran Sasso, el Sirente y la Laga, las cumbres de la Marsica y el Velino– que un abruzo ilustre como Ignacio Silone, en su introducción a la edición de 1948 del volumen Abruzo y Molise del Touring Club Italiano, definía como "los personajes más prepotentes de la vida del Abruzo". Las rocas y las nieves de los gigantes de los Apeninos se asoman a las colinas y las ciudades, e incluso a las playas de la región. Si se busca la faceta más deportiva de

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una tierra toda por descubrir

Entre las mayores cumbres de los Apeninos y las aguas del Adriático se extiende una tierra llena de encantos. Es posible elegir entre sus pistas de esquí o sus playas, sus parques naturales o sus ciudades de arte, sus iglesias medievales o sus castillos y museos. Entre los Apeninos y el mar hay una tierra toda por descubrir. Es fácil llegar desde buena parte de Italia, sin embargo, durante mucho tiempo el Abruzo se mantuvo un poco apartado y escondido. No obstante, ha finalmente empezado a ser descubierto como se merece. La nota más seductora del Abruzo son sus playas y acantilados que se suceden a lo largo de ciento treinta kilómetros de costa adriática. Tradicionalmente llegan hasta el Abruzo sobre todo familias, pero gracias a los puertos turísticos, las instalaciones deportivas, los espectáculos, etc., también ha empezado a suscitar la atención de un público joven e internacional. Al mismo tiempo, desde sus costas, miles de visitantes procedentes de Italia y de toda Europa se desplazan

hacia su espléndido interior, hacia las ciudades de arte y sus centros históricos, en busca de los castillos, las iglesias y las abadías del transpaís. A emprender los senderos de los tres parques nacionales, del parque regional, de las decenas de reservas naturales y oasis que garantizan la supervivencia de un gran número de especies animales y vegetales, y que hacen del Abruzo la "región más verde de Europa". Sin embargo, los motivos para visitar el Abruzo no terminan aquí. Los esquiadores de media Italia, y últimamente también muchos extranjeros gracias a los vuelos internacionales del Aeropuerto de Abruzo, atestan sus pistas nevadas. Mientras los gastrónomos descubren los sabores y saberes de los productos típicos, de vinos y aceites regionales; los que piensan en su propio bienestar apuestan a las aguas termales que brotan a los pies de la Majella o a los bosques del Valle Roveto. "Fuerte y gentil": es así como, durante siglos, escritores y guías turísticas han definido el Abruzo. Para muchos abruzos, no cabe duda de que una imagen tan sencilla y esquemática pueda dar la impresión

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de que se tiende a minusvalorar el lugar. Pero lo que sí es cierto es que la extrema síntesis del lema esconde verdades fundamentales. Ante todo, es un hecho que el paisaje abruzo es muy fuerte: esencial, incisivo, memorable. No cabe duda de que son fuertes, fortísimas, las imágenes del Abruzo que ofrecen los burgos medievales enrocados en las montañas, las apariciones repentinas del rebeco, el águila y el lobo en los rincones más solitarios de los montes, los castillos centinelas, tanto hoy como en un lejano pasado, de las vías de comunicación a través de los Apeninos. Aún más fuertes, en todas las épocas del año, son las emociones ofrecidas por aquellas magníficas montañas –la Majella y el Gran Sasso, el Sirente y la Laga, las cumbres de la Marsica y el Velino– que un abruzo ilustre como Ignacio Silone, en su introducción a la edición de 1948 del volumen Abruzo y Molise del Touring Club Italiano, definía como "los personajes más prepotentes de la vida del Abruzo". Las rocas y las nieves de los gigantes de los Apeninos se asoman a las colinas y las ciudades, e incluso a las playas de la región. Si se busca la faceta más deportiva de

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la zona pueden encontrarse fuertes emociones en los itinerarios de trekking, en los coladeros nevados de la Majella y del Sirente, en las suaves pendientes herbosas que permiten despegar y aterrizar con parapente y ala delta. O en las paredes rocosas y verticales del Gran Sasso, donde Francesco de Marchi, en el ya lejano 1573, escribió una de las primeras páginas de la historia del alpinismo europeo. Y donde, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, enteras generaciones de alpinistas han experimentado el encanto de las "Dolomitas del Abruzo". Si se prefiere la historia, se encontrará la misma fuerza en los centros habitados y en las necrópolis, diseminadas en el paisaje abruzo por los Marsos, los Samnitas y los Picentinos, que finalmente han comenzado a ser excavadas y valoradas tal como se merecen. En los museos encontramos vasijas, esculturas, elegantes lechos decorados con hueso. Pero es la fuerza de las espadas, de los discos-coraza, de los escudos, lo que da una imagen más fidedigna de los pueblos belicosos que habitaban el antiguo Abruzo. Son “fuertes” los perfiles torreados de los castillos –Santo Stefano di Sessanio, Roccascalegna, Rocca Calascio, Pacentro, Celano– que los siglos más oscuros de la Edad Media dejaron en el Abruzo para salvaguardar las fronteras o los antiquísimos caminos de la

trashumancia y de la lana. Ciertamente "gentiles", para compensar, son los suaves perfiles de las colinas, los frescos de las iglesias medievales, las mil tentaciones ofrecidas por la gastronomía y por la enología regional, los efectos benéficos de las fuentes termales, la larga línea dorada de playa que delimita, por más de ciento treinta kilómetros, la frontera del Abruzo por el lado del mar. Igualmente "gentiles" son los monumentos dejados en el territorio abruzo por las dos únicas épocas en las que la región ha conocido la paz.En los tiempos de la antigua Roma, al lado de obras gigantescas como los túneles para vaciamiento del Fucino, fueron realizadas estupendas obras de arte, como los magníficos mosaicos de Vasto o de Teramo. En los siglos XVII y XVIII, cuando el Reino de Nápoles llevó nuevamente la paz, nobles y obispos erigieron monumentos "gentiles" como los palacios y las iglesias de Teramo, Penne, Pescocostanzo, Lanciano y Scanno.Reconocidamente “gentil”, desde hace siglos, es también la acogida que la gente del lugar reserva a quienes llegan desde lejos. Junto a la cordialidad esencial de sus habitantes, forman parte de esta bienvenida alegre los colores de las conmemoraciones y fiestas populares, la cartelera de espectáculos cada vez más nutrida, la proliferación de exposiciones y museos.

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la zona pueden encontrarse fuertes emociones en los itinerarios de trekking, en los coladeros nevados de la Majella y del Sirente, en las suaves pendientes herbosas que permiten despegar y aterrizar con parapente y ala delta. O en las paredes rocosas y verticales del Gran Sasso, donde Francesco de Marchi, en el ya lejano 1573, escribió una de las primeras páginas de la historia del alpinismo europeo. Y donde, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, enteras generaciones de alpinistas han experimentado el encanto de las "Dolomitas del Abruzo". Si se prefiere la historia, se encontrará la misma fuerza en los centros habitados y en las necrópolis, diseminadas en el paisaje abruzo por los Marsos, los Samnitas y los Picentinos, que finalmente han comenzado a ser excavadas y valoradas tal como se merecen. En los museos encontramos vasijas, esculturas, elegantes lechos decorados con hueso. Pero es la fuerza de las espadas, de los discos-coraza, de los escudos, lo que da una imagen más fidedigna de los pueblos belicosos que habitaban el antiguo Abruzo. Son “fuertes” los perfiles torreados de los castillos –Santo Stefano di Sessanio, Roccascalegna, Rocca Calascio, Pacentro, Celano– que los siglos más oscuros de la Edad Media dejaron en el Abruzo para salvaguardar las fronteras o los antiquísimos caminos de la

trashumancia y de la lana. Ciertamente "gentiles", para compensar, son los suaves perfiles de las colinas, los frescos de las iglesias medievales, las mil tentaciones ofrecidas por la gastronomía y por la enología regional, los efectos benéficos de las fuentes termales, la larga línea dorada de playa que delimita, por más de ciento treinta kilómetros, la frontera del Abruzo por el lado del mar. Igualmente "gentiles" son los monumentos dejados en el territorio abruzo por las dos únicas épocas en las que la región ha conocido la paz.En los tiempos de la antigua Roma, al lado de obras gigantescas como los túneles para vaciamiento del Fucino, fueron realizadas estupendas obras de arte, como los magníficos mosaicos de Vasto o de Teramo. En los siglos XVII y XVIII, cuando el Reino de Nápoles llevó nuevamente la paz, nobles y obispos erigieron monumentos "gentiles" como los palacios y las iglesias de Teramo, Penne, Pescocostanzo, Lanciano y Scanno.Reconocidamente “gentil”, desde hace siglos, es también la acogida que la gente del lugar reserva a quienes llegan desde lejos. Junto a la cordialidad esencial de sus habitantes, forman parte de esta bienvenida alegre los colores de las conmemoraciones y fiestas populares, la cartelera de espectáculos cada vez más nutrida, la proliferación de exposiciones y museos.

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EL GUERRERO dE CApEStRAnO Convertido ya en un "icono" símbolo del Abruzo y de su identidad, es, en realidad, una estatua funeraria que se encontraba colocada encima del túmulo de tierra sobre la tumba.Se remonta a la mitad del siglo VI a.C. y en ella está representado un príncipe guerrero. Fue descubierta en 1934, durante las excavaciones de la necrópolis situada a los pies del burgo de Capestrano (L’Aquila). El descubrimiento fue casual; se atribuye a un campesino que la encontró mientras araba el terreno para preparar una viña. La escultura, con más de dos metros de altura, fue realizada a partir de un bloque de piedra único. A ésta se le añade una base de casi medio metro de altura. Lo cual, unido a la amplitud de los hombros, de casi 135 cm, confiere una imponencia fuera de lo común a una obra tan realística como fantástica y lejana de cualquier interpretación estética reductiva. El sombrero, en forma de disco, y con una increíble amplitud, se completa con un casquete semiesférico y un copete insertado que termina en una especie de cola. Los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre los rasgos del rostro, simplemente estilizados para algunos y verdadera máscara de protección o máscara funeraria para otros. La pequeña banda que gira alrededor del cuello, en la vida real tenía, una función ornamental y también protectora. Impresionante el armamento: una espada, un pequeño puñal con un mango decorado con figuras humanas, un hacha que quizá podría ser un cetro y dos largas lanzas. No menos importante es la coraza con la que el guerrero protegía su vida en la batalla: la espalda y el tórax, a la altura del corazón, están protegidos por los famosos discoscoraza, llamados kardiophylakes (o sea protectores del corazón), el abdomen cubierto con una placa perfilada, sujeta por bandas y correas cruzadas, las piernas cubiertas con espinilleras, los pies con protectores de calzado. ¿Pero quién era realmente el guerrero? En el pilar izquierdo que sujeta la estatua se observa una inscripción grabada en vertical en una sola línea, que se lee desde abajo hacia arriba y que ha dado lugar a numerosas disputas. Las mismas se han ido disipando recientemente gracias al estudio de algunas inscripciones encontradas en Penna Sant’Andrea, cerca de Teramo. En una de ellas se lee: “me bella immagine fece Aninis per il re Nevio Pompuledio” (mi bella imagen izo Anini para el rey Nevio Pompuleio), revelando así tanto el nombre del guerrero como el del artista.

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Sorprendentes y “gentiles”, entre abril y mayo, son los perfiles de los montes todavía cubiertos de nieve, telón de fondo de vides, campos de olivos y huertos, y de la floración tan colorida de las colinas. Sin embargo, la etiqueta de "fuerte y gentil" es típica sobre todo del Abruzo del nuevo milenio. Al lado de la fuerza y amabilidad de sus paisajes, su historia, sus monumentos, sus sabores, etc. la región sabe ofrecer a sus habitantes y a sus huéspedes una síntesis fascinante de tradición y modernidad.Junto a los paisajes íntegros de los parques –¿hay algo más "tradicional" que la naturaleza salvaje?– asistimos a las tecnologías más vanguardistas adoptadas en los muchos centros de investigación científica y tecnológica más importantes de la región, a las sofisticadas metodologías de gestión medioambiental elaboradas en el gran "laboratorio experimental de biodiversidad" que es el Abruzo de los parques. Unido al tranquilizador y familiar abrazo de las playas, se encuentran los puertos turísticos, las piscinas, los parques acuáticos y las innumerables estructuras de acogida, deportivas y recreativas que la costa abruza pone a disposición de los turistas más activos.Al lado de las citas literarias –Gabriel D'Annunzio hace referencias continuas al litoral de Pescara o, más aún, Ignacio Silone que se fija más en las montañas y en las ermitas que se esconden en su interior, o Dacia Maraini que celebra desde hace unos años los bosques de Pescasseroli y del valle del Sangro– aparecen con una frecuencia cada vez mayor las obras de jóvenes escritores, músicos y directores hoy

en actividad en el Abruzo. Junto a la defensa a ultranza de los antiguos sabores, reviste un papel especialmente importante la investigación, que ha conseguido vinos, aceites de oliva, quesos y embutidos de altísima calidad; así como de alta calidad son, en general, todos los productos típicos de la región.A pocos kilómetros de los valles más aislados y salvajes, donde es posible moverse cara a cara con la naturaleza a lo largo de los senderos o con esquí de alpinismo o de fondo, surgen la tecnología y el confort de las equipadísimas estaciones de invierno, que el esquiador encuentra a su disposición en todos los macizos abruzos. Y por fin, desde hace unos años, una editorial cada vez más sensible, permite a quien desea descubrir o redescubrir el Abruzo, poder acercarse con toda la información necesaria a sus obras de arte, su historia, su naturaleza, su gastronomía o sus senderos.Junto a los parques, las playas, los monumentos medievales y la nieve, que han acercado al Abruzo a la mayor parte de su visitantes, juegan un papel cada vez más importante la gastronomía, la artesanía y las estaciones termales, así como los lugares de peregrinaje, que han también empezado a ser meta del turismo joven y desenfadado. A todos, ya sean neófitos o viejos amigos y conocedores del Abruzo, los invitamos a seguir explorando los mil encantos de esta tierra que es, al mismo tiempo, antigua y moderna, silenciosa y alegre, y que las rutas, los trenes y los aviones acercan fácilmente a sus visitantes.

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EL GUERRERO dE CApEStRAnO Convertido ya en un "icono" símbolo del Abruzo y de su identidad, es, en realidad, una estatua funeraria que se encontraba colocada encima del túmulo de tierra sobre la tumba.Se remonta a la mitad del siglo VI a.C. y en ella está representado un príncipe guerrero. Fue descubierta en 1934, durante las excavaciones de la necrópolis situada a los pies del burgo de Capestrano (L’Aquila). El descubrimiento fue casual; se atribuye a un campesino que la encontró mientras araba el terreno para preparar una viña. La escultura, con más de dos metros de altura, fue realizada a partir de un bloque de piedra único. A ésta se le añade una base de casi medio metro de altura. Lo cual, unido a la amplitud de los hombros, de casi 135 cm, confiere una imponencia fuera de lo común a una obra tan realística como fantástica y lejana de cualquier interpretación estética reductiva. El sombrero, en forma de disco, y con una increíble amplitud, se completa con un casquete semiesférico y un copete insertado que termina en una especie de cola. Los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre los rasgos del rostro, simplemente estilizados para algunos y verdadera máscara de protección o máscara funeraria para otros. La pequeña banda que gira alrededor del cuello, en la vida real tenía, una función ornamental y también protectora. Impresionante el armamento: una espada, un pequeño puñal con un mango decorado con figuras humanas, un hacha que quizá podría ser un cetro y dos largas lanzas. No menos importante es la coraza con la que el guerrero protegía su vida en la batalla: la espalda y el tórax, a la altura del corazón, están protegidos por los famosos discoscoraza, llamados kardiophylakes (o sea protectores del corazón), el abdomen cubierto con una placa perfilada, sujeta por bandas y correas cruzadas, las piernas cubiertas con espinilleras, los pies con protectores de calzado. ¿Pero quién era realmente el guerrero? En el pilar izquierdo que sujeta la estatua se observa una inscripción grabada en vertical en una sola línea, que se lee desde abajo hacia arriba y que ha dado lugar a numerosas disputas. Las mismas se han ido disipando recientemente gracias al estudio de algunas inscripciones encontradas en Penna Sant’Andrea, cerca de Teramo. En una de ellas se lee: “me bella immagine fece Aninis per il re Nevio Pompuledio” (mi bella imagen izo Anini para el rey Nevio Pompuleio), revelando así tanto el nombre del guerrero como el del artista.

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Sorprendentes y “gentiles”, entre abril y mayo, son los perfiles de los montes todavía cubiertos de nieve, telón de fondo de vides, campos de olivos y huertos, y de la floración tan colorida de las colinas. Sin embargo, la etiqueta de "fuerte y gentil" es típica sobre todo del Abruzo del nuevo milenio. Al lado de la fuerza y amabilidad de sus paisajes, su historia, sus monumentos, sus sabores, etc. la región sabe ofrecer a sus habitantes y a sus huéspedes una síntesis fascinante de tradición y modernidad.Junto a los paisajes íntegros de los parques –¿hay algo más "tradicional" que la naturaleza salvaje?– asistimos a las tecnologías más vanguardistas adoptadas en los muchos centros de investigación científica y tecnológica más importantes de la región, a las sofisticadas metodologías de gestión medioambiental elaboradas en el gran "laboratorio experimental de biodiversidad" que es el Abruzo de los parques. Unido al tranquilizador y familiar abrazo de las playas, se encuentran los puertos turísticos, las piscinas, los parques acuáticos y las innumerables estructuras de acogida, deportivas y recreativas que la costa abruza pone a disposición de los turistas más activos.Al lado de las citas literarias –Gabriel D'Annunzio hace referencias continuas al litoral de Pescara o, más aún, Ignacio Silone que se fija más en las montañas y en las ermitas que se esconden en su interior, o Dacia Maraini que celebra desde hace unos años los bosques de Pescasseroli y del valle del Sangro– aparecen con una frecuencia cada vez mayor las obras de jóvenes escritores, músicos y directores hoy

en actividad en el Abruzo. Junto a la defensa a ultranza de los antiguos sabores, reviste un papel especialmente importante la investigación, que ha conseguido vinos, aceites de oliva, quesos y embutidos de altísima calidad; así como de alta calidad son, en general, todos los productos típicos de la región.A pocos kilómetros de los valles más aislados y salvajes, donde es posible moverse cara a cara con la naturaleza a lo largo de los senderos o con esquí de alpinismo o de fondo, surgen la tecnología y el confort de las equipadísimas estaciones de invierno, que el esquiador encuentra a su disposición en todos los macizos abruzos. Y por fin, desde hace unos años, una editorial cada vez más sensible, permite a quien desea descubrir o redescubrir el Abruzo, poder acercarse con toda la información necesaria a sus obras de arte, su historia, su naturaleza, su gastronomía o sus senderos.Junto a los parques, las playas, los monumentos medievales y la nieve, que han acercado al Abruzo a la mayor parte de su visitantes, juegan un papel cada vez más importante la gastronomía, la artesanía y las estaciones termales, así como los lugares de peregrinaje, que han también empezado a ser meta del turismo joven y desenfadado. A todos, ya sean neófitos o viejos amigos y conocedores del Abruzo, los invitamos a seguir explorando los mil encantos de esta tierra que es, al mismo tiempo, antigua y moderna, silenciosa y alegre, y que las rutas, los trenes y los aviones acercan fácilmente a sus visitantes.

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CAStROvALvA, EL BURGO ERMitAñO dE ESChER

Viajando por la autopista A25, en el tramo entre Pratola Peligna y Cocullo, es posible descubrir hacia el sur, sobre un pico rocoso, un pueblecito de pocas casas que se aferran a la montaña. Muchos se habrán preguntado si aquellas casas tenían un nombre y quién podía pensar vivir allí arriba. El nombre de ese burgo es Castrovalva, y como ya se puede intuir, viene de Castrum de Valva. Esto da testimonio tanto de la pertenencia a la antigua diócesis de Valva, que tenía su sede en la basílica de San Pelino en Corfinio, como de la realidad, entre otras cosas muy evidente, de burgo fortificado, del latín castrum. La calle angosta por la que se llega está obligada a trepar, curva tras curva, por toda la montaña que cae en precipicio sobre el río Sagittario, y luego a penetrar en la cima por una estrecha galería. Quizá por este motivo Castrovalva queda excluida de los más trillados recorridos turísticos, a pesar de su cercanía con la visitadísima Scanno. Por Castrovalva, pues, no se pasa por casualidad, sino que se llega solamente si de algún modo se ha oído ya hablar de ella. La dificultad solo aparente de la carretera puede desalentar a los visitantes menos emprendedores, pero a los "valientes" les reserva la sorpresa de un lugar intacto, fuera de la lógica del tiempo. A este burgo largo y estrecho, cortado por vientos que lo azotan sin piedad por su ardua posición en la cima, había subido hace ochenta años un genial artista holandés,

explorador solitario de los senderos más impracticables del Abruzo, en busca de lugares mágicos: Maurits Cornelius Escher. Probable descubridor de Castrovalva, con la satisfacción de quien llega a una meta inesperada, a esta verdadera sorpresa Escher dedicó una enigmática litografía que es, al mismo tiempo, una representación realística del lugar, así como una transposición metafísica. La mirada del artista la capta como punto de llegada, y no como observatorio privilegiado para contemplar a vista de pájaro el paisaje circunstante, en un intento por exaltar el esfuerzo pero también las ansias por llegar. La perspectiva es muy intrépida, desde el momento en que aparecen las gargantas subyacentes del Sagittario, y el pueblo ocupa en el cuadro el vértice izquierdo, envuelto por las nubes y haciendo presagiar el sentido de vértigo que se experimentará asomándose por el mirador. Anversa degli Abruzzi (localidad de la que Castrovalva es población), se descubre más abajo, al fondo del valle, ya muy lejos, aunque la subida sea todavía más larga. Tras haber abandonado Italia por problemas con el régimen fascista, Escher llevó a sus extremas consecuencias la problemática sobre la representación de la realidad, inventando esos mundos imposibles, nacidos mientras jugaba con los efectos distorsionadores de la perspectiva que lo hicieron famoso. De estas abstracciones suyas es emblemático el dibujo de la doble "loggia" dentro del cual un hombre trepa quedándose siempre fuera. ¡Quién sabe si en la base del enigma no está el recuerdo de las arduas subidas a los burgos del Abruzo, de Castrovalva sobre todo, pero también de Opi, Alfedena y Goriano Sicoli! ¡Quién sabe, además, si lo que inspiró la serie de metamorfosis, en las que según constantes matemáticas, un objeto da continuamente origen a otro nuevo, no existe el juego en rompecabezas de las casas de piedra, el intrincado laberinto de los pueblos montañeros del Abruzo! Sin embargo, Castrovalva no es solo el lugar surrealista, un poco inquietante, que dio fama a Escher; podemos encontrar también una paz ascética totalmente nuestra, la de las solitarias ermitas de la Majella o la de las abadías benedictinas sumergidas en el verde.

EL BOSqUE dE SAn AntOniO

Por el camino que une Cansano y Pescocostanzo, en una larga llanura que se abre hacia el oeste a los pies de los montes de la Majella, nos encontramos con un bosque denso y recogido, rico de encantos y atmósferas evocadoras, uno de los más bellos parajes del Abruzo. Nos hallamos en un lugar que cambia de aspecto en cada una de las estaciones, capaz de renovarse cada vez que se lo visita: el bosque de San Antonio. El haya es protagonista de las montañas del Abruzo y de los paisajes de alta montaña de toda la región. Generalmente prefiere la franja que va desde los 1000 metros de altura hasta los 1700 y, en otoño, hace mágico el paisaje por el color amarillo intenso que sus hojas adquieren cuando se están secando, antes de caer. Si bien es verdad que muchos de los más hermosos parajes del Abruzo requieren largas excursiones para llegar a su corazón, el bosque de San Antonio se encuentra a pocos pasos de la carretera de asfalto que lo atraviesa. Esta zona ha sido visitada por el hombre desde tiempos prehistóricos y, según los historiadores, aquí serpentea el trazado de la Minucia, el antiguo camino consular romano destinado a unir Corfinium, la moderna Corfinio, con Isernia. Sin embargo, estos lugares han estado siempre habitados por montañeses y pastores, gente que ha sabido vivir en simbiosis con la naturaleza, aprovechándola sin ofenderla. En 1985 el bosque pasó a estar protegido por una reserva natural que se encarga de la protección de sus 550 hectáreas. Si bien las hayas son los árboles más comunes y el bosque cuenta con muchos ejemplares seculares: es posible observar especies como el arce, el pero selvático, el rebollo y el cerezo. Para los aficionados a la botánica recordamos que aquí conviven el arce ópalo (Acer opalus), el arce de monte (Acer pseudoplatanus) y el arce campestre (Acer campestre). La estación estival da lugar al florecimiento de muchas variedades como la genciana mayor y la peonía, pero también será posible encontrarse una Epipactis purpurea, una de las orquídeas selváticas más raras del país. Este ambiente se revela un hábitat favorable para muchas especies de animales, especialmente de aves; no es raro avistar pájaros carpinteros, petirrojos, ruiseñores, carboneros y diversas variedades de picamaderos. Por encima de los árboles vuelan a menudo aves rapaces en busca de presas, como el gavilán y el cernícalo. Al bosque de San Antonio se sube en coche desde

ABRUZO ITALIA 9

Cansano o desde Pescocostanzo. Desde el aparcamiento salen algunos senderos que se adentran en la densa vegetación. No existen recorridos sugeridos, especiales riesgos o problemas de orientación, por lo que cada uno es libre de moverse como mejor cree oportuno, paseando tranquilamente, intentando encontrar las hayas seculares, escrutando el cielo en busca de pájaros o el terreno para observar plantas raras y animales.Para quienes, por el contrario, desean afrontar excursiones más difíciles, hay recorridos que llevan desde el bosque hasta la cima del monte Pizzalto o del monte Rotella, las dos cimas que de este a oeste dominan la zona. No hay un periodo más aconsejado que otro para visitar el bosque.Todas las estaciones tienen sus colores, sus olores y su propia atmósfera. Es acertado afirmar que el recorrido merece la pena en todas las estaciones.Entre el despertar de la primavera y la llegada de los primeros copos de nieve, hay un espacio abierto para todo el mundo; en invierno, cuando todo está cubierto de nieve, hay que utilizar raquetas o bien esquíes de fondo, ya que se monta una pista lisa en forma de anillo, específica para esta disciplina deportiva. En el margen meridional del bosque, donde comienza la llanura del Primo Campo que llega hasta la base de Pescocostanzo, entre las viejas masías, se distingue una antigua construcción con un pequeño campanario de cuerda. Se trata de la ermita de San Antonio, una entrañable capilla rural que es, aún hoy, objeto de fuerte devoción y meta de numerosos peregrinos, en especial todos los 13 de junio. Sus orígenes son medievales y la estatua de madera del santo se remonta a fines del siglo XIV y comienzos del XV. Seguramente la ermita resulta citada en una bula de 1536 y, gracias a la fecha grabada en el portal, se sabe que fue restaurada en 1577. Consta de una pequeña iglesia y de algunos locales usados por los ermitaños como vivienda, entre los cuales contamos una habitación, una cocina pequeñísima, un establo y un almacén.Tras el abandono definitivo de los ermitaños laicos que la habitaban, la gestión de la estructura pasó a manos de algunos ganaderos del lugar, que se comprometieron a seguir ofreciendo hospitalidad a los peregrinos y a los viajantes que desearan quedarse por un tiempo.

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CAStROvALvA, EL BURGO ERMitAñO dE ESChER

Viajando por la autopista A25, en el tramo entre Pratola Peligna y Cocullo, es posible descubrir hacia el sur, sobre un pico rocoso, un pueblecito de pocas casas que se aferran a la montaña. Muchos se habrán preguntado si aquellas casas tenían un nombre y quién podía pensar vivir allí arriba. El nombre de ese burgo es Castrovalva, y como ya se puede intuir, viene de Castrum de Valva. Esto da testimonio tanto de la pertenencia a la antigua diócesis de Valva, que tenía su sede en la basílica de San Pelino en Corfinio, como de la realidad, entre otras cosas muy evidente, de burgo fortificado, del latín castrum. La calle angosta por la que se llega está obligada a trepar, curva tras curva, por toda la montaña que cae en precipicio sobre el río Sagittario, y luego a penetrar en la cima por una estrecha galería. Quizá por este motivo Castrovalva queda excluida de los más trillados recorridos turísticos, a pesar de su cercanía con la visitadísima Scanno. Por Castrovalva, pues, no se pasa por casualidad, sino que se llega solamente si de algún modo se ha oído ya hablar de ella. La dificultad solo aparente de la carretera puede desalentar a los visitantes menos emprendedores, pero a los "valientes" les reserva la sorpresa de un lugar intacto, fuera de la lógica del tiempo. A este burgo largo y estrecho, cortado por vientos que lo azotan sin piedad por su ardua posición en la cima, había subido hace ochenta años un genial artista holandés,

explorador solitario de los senderos más impracticables del Abruzo, en busca de lugares mágicos: Maurits Cornelius Escher. Probable descubridor de Castrovalva, con la satisfacción de quien llega a una meta inesperada, a esta verdadera sorpresa Escher dedicó una enigmática litografía que es, al mismo tiempo, una representación realística del lugar, así como una transposición metafísica. La mirada del artista la capta como punto de llegada, y no como observatorio privilegiado para contemplar a vista de pájaro el paisaje circunstante, en un intento por exaltar el esfuerzo pero también las ansias por llegar. La perspectiva es muy intrépida, desde el momento en que aparecen las gargantas subyacentes del Sagittario, y el pueblo ocupa en el cuadro el vértice izquierdo, envuelto por las nubes y haciendo presagiar el sentido de vértigo que se experimentará asomándose por el mirador. Anversa degli Abruzzi (localidad de la que Castrovalva es población), se descubre más abajo, al fondo del valle, ya muy lejos, aunque la subida sea todavía más larga. Tras haber abandonado Italia por problemas con el régimen fascista, Escher llevó a sus extremas consecuencias la problemática sobre la representación de la realidad, inventando esos mundos imposibles, nacidos mientras jugaba con los efectos distorsionadores de la perspectiva que lo hicieron famoso. De estas abstracciones suyas es emblemático el dibujo de la doble "loggia" dentro del cual un hombre trepa quedándose siempre fuera. ¡Quién sabe si en la base del enigma no está el recuerdo de las arduas subidas a los burgos del Abruzo, de Castrovalva sobre todo, pero también de Opi, Alfedena y Goriano Sicoli! ¡Quién sabe, además, si lo que inspiró la serie de metamorfosis, en las que según constantes matemáticas, un objeto da continuamente origen a otro nuevo, no existe el juego en rompecabezas de las casas de piedra, el intrincado laberinto de los pueblos montañeros del Abruzo! Sin embargo, Castrovalva no es solo el lugar surrealista, un poco inquietante, que dio fama a Escher; podemos encontrar también una paz ascética totalmente nuestra, la de las solitarias ermitas de la Majella o la de las abadías benedictinas sumergidas en el verde.

EL BOSqUE dE SAn AntOniO

Por el camino que une Cansano y Pescocostanzo, en una larga llanura que se abre hacia el oeste a los pies de los montes de la Majella, nos encontramos con un bosque denso y recogido, rico de encantos y atmósferas evocadoras, uno de los más bellos parajes del Abruzo. Nos hallamos en un lugar que cambia de aspecto en cada una de las estaciones, capaz de renovarse cada vez que se lo visita: el bosque de San Antonio. El haya es protagonista de las montañas del Abruzo y de los paisajes de alta montaña de toda la región. Generalmente prefiere la franja que va desde los 1000 metros de altura hasta los 1700 y, en otoño, hace mágico el paisaje por el color amarillo intenso que sus hojas adquieren cuando se están secando, antes de caer. Si bien es verdad que muchos de los más hermosos parajes del Abruzo requieren largas excursiones para llegar a su corazón, el bosque de San Antonio se encuentra a pocos pasos de la carretera de asfalto que lo atraviesa. Esta zona ha sido visitada por el hombre desde tiempos prehistóricos y, según los historiadores, aquí serpentea el trazado de la Minucia, el antiguo camino consular romano destinado a unir Corfinium, la moderna Corfinio, con Isernia. Sin embargo, estos lugares han estado siempre habitados por montañeses y pastores, gente que ha sabido vivir en simbiosis con la naturaleza, aprovechándola sin ofenderla. En 1985 el bosque pasó a estar protegido por una reserva natural que se encarga de la protección de sus 550 hectáreas. Si bien las hayas son los árboles más comunes y el bosque cuenta con muchos ejemplares seculares: es posible observar especies como el arce, el pero selvático, el rebollo y el cerezo. Para los aficionados a la botánica recordamos que aquí conviven el arce ópalo (Acer opalus), el arce de monte (Acer pseudoplatanus) y el arce campestre (Acer campestre). La estación estival da lugar al florecimiento de muchas variedades como la genciana mayor y la peonía, pero también será posible encontrarse una Epipactis purpurea, una de las orquídeas selváticas más raras del país. Este ambiente se revela un hábitat favorable para muchas especies de animales, especialmente de aves; no es raro avistar pájaros carpinteros, petirrojos, ruiseñores, carboneros y diversas variedades de picamaderos. Por encima de los árboles vuelan a menudo aves rapaces en busca de presas, como el gavilán y el cernícalo. Al bosque de San Antonio se sube en coche desde

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Cansano o desde Pescocostanzo. Desde el aparcamiento salen algunos senderos que se adentran en la densa vegetación. No existen recorridos sugeridos, especiales riesgos o problemas de orientación, por lo que cada uno es libre de moverse como mejor cree oportuno, paseando tranquilamente, intentando encontrar las hayas seculares, escrutando el cielo en busca de pájaros o el terreno para observar plantas raras y animales.Para quienes, por el contrario, desean afrontar excursiones más difíciles, hay recorridos que llevan desde el bosque hasta la cima del monte Pizzalto o del monte Rotella, las dos cimas que de este a oeste dominan la zona. No hay un periodo más aconsejado que otro para visitar el bosque.Todas las estaciones tienen sus colores, sus olores y su propia atmósfera. Es acertado afirmar que el recorrido merece la pena en todas las estaciones.Entre el despertar de la primavera y la llegada de los primeros copos de nieve, hay un espacio abierto para todo el mundo; en invierno, cuando todo está cubierto de nieve, hay que utilizar raquetas o bien esquíes de fondo, ya que se monta una pista lisa en forma de anillo, específica para esta disciplina deportiva. En el margen meridional del bosque, donde comienza la llanura del Primo Campo que llega hasta la base de Pescocostanzo, entre las viejas masías, se distingue una antigua construcción con un pequeño campanario de cuerda. Se trata de la ermita de San Antonio, una entrañable capilla rural que es, aún hoy, objeto de fuerte devoción y meta de numerosos peregrinos, en especial todos los 13 de junio. Sus orígenes son medievales y la estatua de madera del santo se remonta a fines del siglo XIV y comienzos del XV. Seguramente la ermita resulta citada en una bula de 1536 y, gracias a la fecha grabada en el portal, se sabe que fue restaurada en 1577. Consta de una pequeña iglesia y de algunos locales usados por los ermitaños como vivienda, entre los cuales contamos una habitación, una cocina pequeñísima, un establo y un almacén.Tras el abandono definitivo de los ermitaños laicos que la habitaban, la gestión de la estructura pasó a manos de algunos ganaderos del lugar, que se comprometieron a seguir ofreciendo hospitalidad a los peregrinos y a los viajantes que desearan quedarse por un tiempo.

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ABRUZO

El inolvidable mar del Abruzo Ciento treinta y tres kilómetros de costa a lo largo de los cuales se alternan arenales dorados y frescos pinares, acantilados, promontorios y pequeñas calas de guijarros redondeados por la resaca; playas animadas y alegres, lidos solitarios donde deleitarse en total tranquilidad: el mar del Abruzo es todo esto más la simpatía y la proverbial hospitalidad de la gente del lugar.

Ciento treinta y tres kilómetros de costa para todos los gustos:desde el punto de vista del medio ambiente, la oferta turística de la costa del Abruzo se presenta extremadamente variada, capaz de satisfacer las necesidades más variopintas. Suaves arenales que enmarcan como telón de fondo pinares y acantilados altos y abruptos, pequeñas calas y playas solitarias de cantos rodados, grandes playas animadas y alegres. Sin embargo, el Abruzo es aún más para quien aprecia la dimensión humana de las vacaciones, lo genuino de las relaciones y el contacto auténtico con el territorio. Hasta la desembocadura del río Foro, al norte de Ortona, la costa es una amplia y uniforme línea dorada de arena finísima, con arenales de doscientos metros de anchura. En algunas zonas sobrevive la típica mancha mediterránea, con dunas que separan el margen, entre la playa y la sombra de los pinares traseros. En el corazón de Pescara, por ejemplo, el Pinar de Avalos y el Pinar de Santa Filomena, actualmente reserva del Estado, ofrecen preciosos paseos; más al norte, un espléndido y célebre bosque separa Pineto de su playa. Poco distante, asomada al azul cerúleo del Adriático y rodeada por el verde de una densa mancha de pinos domésticos y pinos de Aleppo, se encuentra la robusta y misteriosa Torre de Cerrano, que en el pasado fuera centinela y baluarte contra las incursiones de los piratas bereberes, y que actualmente es el Centro

de Biología Marina y meta de hermosos paseos por la playa, que comienzan en Silvi Marina o en Pineto. La costa meridional, desde Ortona a San Salvo, está accidentada en muchos puntos por acantilados y pequeñas ensenadas con playas y calas de arena guijosa, donde es un placer sumergirse con la escafandra para observar los fondos marinos tan llenos de movimiento y de vida en un mar límpido. Entre los altos arenales de los acantilados se divisan también los grandes golfos de Venus y Vasto, con sus amplias playas de arena. Las suaves colinas cultivadas, que a veces irrumpen hasta la costa vigilada por los antiguos trabocchi , son el telón de fondo de este mar. Los centros costeros de la zona casi siempre se convierten en dársenas, donde por la noche atracan las pequeñas embarcaciones de pesca para vender sus productos o para servirlos en los mil pequeños restaurantes de gestión familiar. De junio a septiembre, centenares de hoteles, pensiones, camping, bungalows y apartamentos privados esparcidos en toda la costa, pero con una concentración mayor en la mitad septentrional, están en plena efervescencia para dar respuesta a las necesidades de alojamiento de los turistas que eligen el Abruzo para sus vacaciones, mientras las numerosas estructuras deportivas, los centros de turismo rural de las colinas al abrigo de la costa, los picaderos y los parques acuáticos enriquecen la estancia en el mar con

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ABRUZO

El inolvidable mar del Abruzo Ciento treinta y tres kilómetros de costa a lo largo de los cuales se alternan arenales dorados y frescos pinares, acantilados, promontorios y pequeñas calas de guijarros redondeados por la resaca; playas animadas y alegres, lidos solitarios donde deleitarse en total tranquilidad: el mar del Abruzo es todo esto más la simpatía y la proverbial hospitalidad de la gente del lugar.

Ciento treinta y tres kilómetros de costa para todos los gustos:desde el punto de vista del medio ambiente, la oferta turística de la costa del Abruzo se presenta extremadamente variada, capaz de satisfacer las necesidades más variopintas. Suaves arenales que enmarcan como telón de fondo pinares y acantilados altos y abruptos, pequeñas calas y playas solitarias de cantos rodados, grandes playas animadas y alegres. Sin embargo, el Abruzo es aún más para quien aprecia la dimensión humana de las vacaciones, lo genuino de las relaciones y el contacto auténtico con el territorio. Hasta la desembocadura del río Foro, al norte de Ortona, la costa es una amplia y uniforme línea dorada de arena finísima, con arenales de doscientos metros de anchura. En algunas zonas sobrevive la típica mancha mediterránea, con dunas que separan el margen, entre la playa y la sombra de los pinares traseros. En el corazón de Pescara, por ejemplo, el Pinar de Avalos y el Pinar de Santa Filomena, actualmente reserva del Estado, ofrecen preciosos paseos; más al norte, un espléndido y célebre bosque separa Pineto de su playa. Poco distante, asomada al azul cerúleo del Adriático y rodeada por el verde de una densa mancha de pinos domésticos y pinos de Aleppo, se encuentra la robusta y misteriosa Torre de Cerrano, que en el pasado fuera centinela y baluarte contra las incursiones de los piratas bereberes, y que actualmente es el Centro

de Biología Marina y meta de hermosos paseos por la playa, que comienzan en Silvi Marina o en Pineto. La costa meridional, desde Ortona a San Salvo, está accidentada en muchos puntos por acantilados y pequeñas ensenadas con playas y calas de arena guijosa, donde es un placer sumergirse con la escafandra para observar los fondos marinos tan llenos de movimiento y de vida en un mar límpido. Entre los altos arenales de los acantilados se divisan también los grandes golfos de Venus y Vasto, con sus amplias playas de arena. Las suaves colinas cultivadas, que a veces irrumpen hasta la costa vigilada por los antiguos trabocchi , son el telón de fondo de este mar. Los centros costeros de la zona casi siempre se convierten en dársenas, donde por la noche atracan las pequeñas embarcaciones de pesca para vender sus productos o para servirlos en los mil pequeños restaurantes de gestión familiar. De junio a septiembre, centenares de hoteles, pensiones, camping, bungalows y apartamentos privados esparcidos en toda la costa, pero con una concentración mayor en la mitad septentrional, están en plena efervescencia para dar respuesta a las necesidades de alojamiento de los turistas que eligen el Abruzo para sus vacaciones, mientras las numerosas estructuras deportivas, los centros de turismo rural de las colinas al abrigo de la costa, los picaderos y los parques acuáticos enriquecen la estancia en el mar con

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EL MOSAiCO dEL nEptUnO

Durante el verano, los centros balnearios de la costa abruza ofrecen vacaciones divertidas y serenas. La capacidad hotelera amplia y articulada, la buena cocina, los tantos locales, la simpatía de la gente, la tranquila seguridad de los lugares hacen del Abruzo la meta ideal para unas vacaciones inteligentes.

muchas actividades suplementarias estimulantes y divertidas. Naturalmente, no faltan las ocasiones nocturnas y los locales donde la noche puede transformarse más que nunca en tiempo de diversión: “rotondas en el mar” y discotecas; night clubs para los más refinados; pequeños locales románticos donde cenar a la luz de las velas. Para los más jóvenes, salas de juego, pubs y locales donde oír música de todo tipo. Respecto a otras zonas costeras del Adriático, son dos los puntos fuertes que caracterizan el Abruzo de forma especial: la tranquila seguridad de sus lugares (con uno de los índices más bajos de criminalidad de Italia) y la simpatía abierta y sobria, agradabilísima, de su gente. De día y de noche, los centros marinos del Abruzo viven en verano en un clima jocoso y alegre; el paseo marítimo, resguardado por la sombra de palmeras, pinos y tamariscos, son el marco ideal para celebrar el agradable rito estival del paseo y del helado. A pocos kilómetros de la playa, filas ininterrumpidas de colinas, salpicadas por caseríos y burgos: un paisaje delicadísimo, análogo a los más famosos de las regiones Toscana y Umbría, con la teoría, ordenada y humana, de los campos y de los cultivos. Como marco, la presencia imponente, fresca y tranquilizadora del perfil denticular de los montes.Las colinas del Abruzo saben ofrecer muchas sorpresas a quien desea enriquecer sus vacaciones en la playa: al lado de las bellezas artísticas de los muchos centros históricos, de los sabores inolvidables de la cocina tradicional y de la calidad de los productos típicos, todos ellos por descubrir con una "caza del tesoro" que puede ser divertidísima, también aquí la naturaleza adquiere un papel relevante, protegida por una red de reservas naturales como las del Lago de Penne, Serranella en el río Sangro, las Fuentes de Pescara, etc. Todas ellas a poquísimos kilómetros de la costa. El mar abruzo no es solo playa y sol. Para los que prefieren combinar deporte, naturaleza y diversión, el mar de la región ofrece mil propuestas: es posible saltar las olas en windsurf o remar por las costas solitarias, sumergirse en los fondos rocosos de la costa meridional o hacer vela en toda la costa empujados por brisas constantes.

En el extremo sur del Abruzo, asomada a la Costa de los Trabocchi , se encuentra Vasto, ciudad de mar pero también de arte y cultura. Ha crecido, de hecho, siguiendo las huellas de un gran municipium romano, bajo cuyos modernos edificios e históricas viviendas, se esconden antiguos tesoros. Histonium, el nombre de la Vasto romana, fue el centro principal de la gente itálica de los Frentanos. Fue inscrita por los Romanos a la tribu Arnensis y, tras la guerra social, se convirtió en municipium de Roma. Entre los siglos I y II d.C., bajo el poder de Augusto y Claudio, vástagos de las nobles familias locales consiguieron cubrir los altos cargos en Roma, como P. Paquius Scaeva, que fue procónsul de la provincia de Chipre. La ciudad se enriqueció con grandes edificios públicos, gracias también al compromiso de las familias aristocráticas ricas, deseosas de mostrar su bienestar. Fueron construidos el anfiteatro, las termas y el sistema urbano de distribución del agua. En el año 346 d.C. la ciudad fue devastada por un terrible desprendimiento, muchos edificios fueron abandonados y otros requirieron de intervenciones de recuperación. Siguieron fases alternas, pero el declive ya había comenzado y, a lo largo de los siglos, la ciudad sufrió golpes terribles, como la otra grave quiebra del 1457 y la incursión del sarraceno Pialy Pasciá, que la puso a hierro y sangre en 1568. La Vasto medieval y moderna fue construida sobre la ciudad romana, a veces recuperando espacios y estructuras, como la plaza G. Rossetti actual, que sigue las líneas curvas del anfiteatro romano. Quedan muchas huellas de los antiguos esplendores romanos, a pesar de los casi dos mil años transcurridos y la siguiente expansión urbanística que ha llevado a demoler poco a poco los edificios antiguos y a construir encima los nuevos. Los numerosos campos de excavación arqueológica han traído a la luz tales huellas, entre las cuales destacan las suntuosas termas decoradas por espléndidos mosaicos. El gran complejo de las termas romanas de Histonium fue construido en el siglo II d.C., cuando la ciudad conoció su periodo de máximo esplendor. Sus restos vieron la luz en 1974, demoliendo algunos edificios peligrosos. La excavación trajo a la superficie el antiguo praefurnium –el ingenioso sistema usado para calentar los antiguos edificios termales– y una sala con el pavimento en mosaico, lleno de animales marinos y fantásticos. A finales de los años 90 otras excavaciones llevaron a descubrir otra gran sala decorada con fabulosos mosaicos. En ellos aparecen representados animales y divinidades marinas entre las cuales un maravilloso Neptuno, dios del mar, con su tridente en la mano derecha y un delfín apoyado en la izquierda. Lo rodean jóvenes que cabalgan caballos y fantásticos animales marinos. Sorprende la maestría del artista, que ha conseguido transmitir plasticidad y expresión a las figuras aun habiéndolas realizado solo con piedrecillas blancas y negras. El suelo en mosaico, descubierto en 1974, está compuesto por piedras de tres colores: blancas, negras y marrones. No tiene figuras humanas pero encuentra su equilibrio en una extraordinaria colección de animales mitológicos, mitad caballo y mitad pez, delfines, peces, calamares, mejillones, erizos de mar y morenas. Casi todos los mosaicos han sido dejados en el mismo lugar y la zona ha sido cubierta y preparada para la visita. El museo pone a disposición información sobre la misma.

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EL MOSAiCO dEL nEptUnO

Durante el verano, los centros balnearios de la costa abruza ofrecen vacaciones divertidas y serenas. La capacidad hotelera amplia y articulada, la buena cocina, los tantos locales, la simpatía de la gente, la tranquila seguridad de los lugares hacen del Abruzo la meta ideal para unas vacaciones inteligentes.

muchas actividades suplementarias estimulantes y divertidas. Naturalmente, no faltan las ocasiones nocturnas y los locales donde la noche puede transformarse más que nunca en tiempo de diversión: “rotondas en el mar” y discotecas; night clubs para los más refinados; pequeños locales románticos donde cenar a la luz de las velas. Para los más jóvenes, salas de juego, pubs y locales donde oír música de todo tipo. Respecto a otras zonas costeras del Adriático, son dos los puntos fuertes que caracterizan el Abruzo de forma especial: la tranquila seguridad de sus lugares (con uno de los índices más bajos de criminalidad de Italia) y la simpatía abierta y sobria, agradabilísima, de su gente. De día y de noche, los centros marinos del Abruzo viven en verano en un clima jocoso y alegre; el paseo marítimo, resguardado por la sombra de palmeras, pinos y tamariscos, son el marco ideal para celebrar el agradable rito estival del paseo y del helado. A pocos kilómetros de la playa, filas ininterrumpidas de colinas, salpicadas por caseríos y burgos: un paisaje delicadísimo, análogo a los más famosos de las regiones Toscana y Umbría, con la teoría, ordenada y humana, de los campos y de los cultivos. Como marco, la presencia imponente, fresca y tranquilizadora del perfil denticular de los montes.Las colinas del Abruzo saben ofrecer muchas sorpresas a quien desea enriquecer sus vacaciones en la playa: al lado de las bellezas artísticas de los muchos centros históricos, de los sabores inolvidables de la cocina tradicional y de la calidad de los productos típicos, todos ellos por descubrir con una "caza del tesoro" que puede ser divertidísima, también aquí la naturaleza adquiere un papel relevante, protegida por una red de reservas naturales como las del Lago de Penne, Serranella en el río Sangro, las Fuentes de Pescara, etc. Todas ellas a poquísimos kilómetros de la costa. El mar abruzo no es solo playa y sol. Para los que prefieren combinar deporte, naturaleza y diversión, el mar de la región ofrece mil propuestas: es posible saltar las olas en windsurf o remar por las costas solitarias, sumergirse en los fondos rocosos de la costa meridional o hacer vela en toda la costa empujados por brisas constantes.

En el extremo sur del Abruzo, asomada a la Costa de los Trabocchi , se encuentra Vasto, ciudad de mar pero también de arte y cultura. Ha crecido, de hecho, siguiendo las huellas de un gran municipium romano, bajo cuyos modernos edificios e históricas viviendas, se esconden antiguos tesoros. Histonium, el nombre de la Vasto romana, fue el centro principal de la gente itálica de los Frentanos. Fue inscrita por los Romanos a la tribu Arnensis y, tras la guerra social, se convirtió en municipium de Roma. Entre los siglos I y II d.C., bajo el poder de Augusto y Claudio, vástagos de las nobles familias locales consiguieron cubrir los altos cargos en Roma, como P. Paquius Scaeva, que fue procónsul de la provincia de Chipre. La ciudad se enriqueció con grandes edificios públicos, gracias también al compromiso de las familias aristocráticas ricas, deseosas de mostrar su bienestar. Fueron construidos el anfiteatro, las termas y el sistema urbano de distribución del agua. En el año 346 d.C. la ciudad fue devastada por un terrible desprendimiento, muchos edificios fueron abandonados y otros requirieron de intervenciones de recuperación. Siguieron fases alternas, pero el declive ya había comenzado y, a lo largo de los siglos, la ciudad sufrió golpes terribles, como la otra grave quiebra del 1457 y la incursión del sarraceno Pialy Pasciá, que la puso a hierro y sangre en 1568. La Vasto medieval y moderna fue construida sobre la ciudad romana, a veces recuperando espacios y estructuras, como la plaza G. Rossetti actual, que sigue las líneas curvas del anfiteatro romano. Quedan muchas huellas de los antiguos esplendores romanos, a pesar de los casi dos mil años transcurridos y la siguiente expansión urbanística que ha llevado a demoler poco a poco los edificios antiguos y a construir encima los nuevos. Los numerosos campos de excavación arqueológica han traído a la luz tales huellas, entre las cuales destacan las suntuosas termas decoradas por espléndidos mosaicos. El gran complejo de las termas romanas de Histonium fue construido en el siglo II d.C., cuando la ciudad conoció su periodo de máximo esplendor. Sus restos vieron la luz en 1974, demoliendo algunos edificios peligrosos. La excavación trajo a la superficie el antiguo praefurnium –el ingenioso sistema usado para calentar los antiguos edificios termales– y una sala con el pavimento en mosaico, lleno de animales marinos y fantásticos. A finales de los años 90 otras excavaciones llevaron a descubrir otra gran sala decorada con fabulosos mosaicos. En ellos aparecen representados animales y divinidades marinas entre las cuales un maravilloso Neptuno, dios del mar, con su tridente en la mano derecha y un delfín apoyado en la izquierda. Lo rodean jóvenes que cabalgan caballos y fantásticos animales marinos. Sorprende la maestría del artista, que ha conseguido transmitir plasticidad y expresión a las figuras aun habiéndolas realizado solo con piedrecillas blancas y negras. El suelo en mosaico, descubierto en 1974, está compuesto por piedras de tres colores: blancas, negras y marrones. No tiene figuras humanas pero encuentra su equilibrio en una extraordinaria colección de animales mitológicos, mitad caballo y mitad pez, delfines, peces, calamares, mejillones, erizos de mar y morenas. Casi todos los mosaicos han sido dejados en el mismo lugar y la zona ha sido cubierta y preparada para la visita. El museo pone a disposición información sobre la misma.

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LA COStA dE LOS tRABOCChi

En concreto, para los aficionados a la náutica, las costas del Abruzo no presentan ningún problema: puertos comerciales y arribadas turísticas caracterizan todo el litoral, de norte a sur. La serie inicia en Martinsicuro y Giulianova, con buenas estructuras para el atraque y el amarre de embarcaciones de recreo, Sigue Roseto, con un pintoresco puertecillo turístico. Más hacia el sur, los importantes puertos comerciales y turísticos de Ortona y Vasto, desde los cuales es posible embarcarse para alcanzar las espléndidas Islas Tremiti, reserva natural marina, incluso con excursiones diarias. Sin embargo, el puerto turístico más importante de la costa abruza es el "Marina di Pescara". Su ubicación, sus dimensiones y los servicios que ofrece lo convierten en uno de los amarraderos turísticos más importantes y modernos del Mediterráneo. Por otra parte, su posición geográfica estratégica, capaz de ofrecer las más variadas posibilidades de crucero –desde la ex

De junio a septiembre la costa abruza se anima con todo tipo de eventos: música, teatro, ballet, conciertos, exposiciones, acontecimientos deportivos, manifestaciones culturales. Para los visitantes del Abruzo existe un sinfín de posibilidades para elegir, de un magnífico abanico de opciones, todas ellas de óptimo nivel.

Yugoslavia a Grecia, desde las Islas Tremiti al Gargano, o al litoral del Conero– ha garantizado su éxito aun antes de que fuera inaugurado. En un espejo de agua de 180.000 metros cuadrados, y en 72.000 metros cuadrados de superficie en tierra y en el muelle, el Puerto Turístico de Pescara cuenta con casi 1000 amarraderos para embarcaciones. Completan la oferta una gran zona comercial para compras y un calendario repleto de manifestaciones deportivas y culturales, todas ellas abiertas al público: regatas, carreras motonáuticas, espectáculos musicales, ferias, mercadillos, conciertos, espectáculos de beneficencia, manifestaciones deportivas de todo tipo. Es posible visitar, gratuitamente, la preciosa estructura portuaria, confortable y agradable gracias a los locales y otras instalaciones de servicio con las que cuenta. Sobre todo en las tardes de verano, el paseo entre los muelles, las barcas y las tiendas del centro comercial es continuo y muy concurrido. También los parques acuáticos aumentan la oferta de las estructuras recreativas para el turismo: la costa cuenta con dos grandes instalaciones, una en Tortoreto y la otra en Vasto, una de las mayores estructuras de Italia. Está también la serie infinita de manifestaciones deportivas y, sobre todo, musicales y de espectáculo, que durante todo el verano califican la vida de los centros de la costa abruza (y no solo de la costa, ya que cada una de las pequeñas ciudades e incluso los pueblecillos del interior, tienen un calendario de manifestaciones estivales.) Frente a este abanico tan amplio de elección, son numerosas las citas culturales importantes a nivel nacional e internacional, como por ejemplo el Festival Internacional del Jazz de Pescara, desde 1963 una de los encuentros más prestigiosas en el mundo del Jazz de Europa, el Premio Ennio Flajano, también en Pescara, importantísimo festival cinematográfico, el Verano Musical Frentana, expresión de las grandes tradiciones musicales de la ciudad de Lanciano, el festival teatral Spoltore Ensemble y el Premio Michetti de pintura en Francavilla. El antiguo arte de la hospitalidad encuentra, en los hoteles del Abruzo, una solución feliz. A lo largo de toda la costa, centenares de hoteles y

Entre las peculiaridades exclusivas de la costa del Abruzo, las más conocidas y pintorescas son las curiosas "máquinas de pescar" de su zona meridional: los conocidos y famosos trabocchi. Realizados completamente con madera, poseen una plataforma, sostenida con largos palos, desde la cual el pescador echa la red a la mar. Desde una larga y peligrosa pasarela, también apoyada sobre palos, que pueden hallarse incluso a decenas de metros, se une con la tierra firme. Si se admiran en un día de mar borrascoso, estas espectaculares máquinas de pesca sorprenden por su capacidad de resistir a las marejadas, a pesar de su aspecto frágil y precario. No hay datos seguros acerca de su origen y es difícil establecer con precisión en qué época los trabocchi hicieron su aparición. Se puede suponer que su nacimiento deriva de la necesidad de pescar sin bajar al mar directamente, intuyendo que era más fácil pescar estando inmóviles, quedándose sentados en una pasarela, unida con la tierra firme. A este respecto, existe una peculiar nota histórica: el primer documento que habla de los trabocchi del Abruzo se remonta a 1400, y lo firma el padre Stefano Tiraboschi, un fraile celestino. En su Vita Sanctissimi Petri Celestini (la vida del papa Celestino V) el fraile habla del periodo transcurrido por Pietro Morrone en el monasterio de San Juan en Venere, en Fossacesia –casi tres años, desde 1240 hasta 1243– y cuenta que el santo subía a la montaña para contemplar el mar "salpicado de trabocchi". De ahí puede intuirse que en 1240 (o al menos en la época de la redacción de la biografía) estas máquinas de pescar eran ya una realidad difundida. Los estudiosos, sin embargo, no se ponen de acuerdo sobre esta interpretación, porque consideran que los trabocchi han nacido siglos más tarde. Los primeros se encuentran después de Ortona, cuando el litoral de abruzo empieza a cambiar de rostro, pasando de las playas bajas y arenosas de las cercanías de Teramo y Pescara a un paisaje más arduo y rocoso. Los empinados acantilados se alternan a cortas calas, y por todas partes florecen grandes espolones rocosos. Gabriel D'Annunzio quedó fascinado con estos lugares. En la tragedia Il Trionfo della Morte, escrita en la paz

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de su villa escondida entre las peñas de este tramo de costa, así los describió: "Aquella cadena de promontorios y golfos en forma de media luna hacía pensar en una sucesión de ofrendas, pues cada pliegue ofrecía un tesoro cereal. Las retamas expandían por toda la costa un manto áureo. De cada cogollo se levantaba una nube densa de efluvio, como de un incensario. El aire que se respiraba era delicioso como un sorbo de elixir". La residencia del escritor, Villa Italia, existe aún hoy. De la cancela de la villa sale un fácil sendero que baja hasta el mar y conduce hasta a unos metros antes del trabocco de Capo Turchino, uno de los más importantes de toda la línea costera, citado en el Trionfo della Morte, como una "máquina" que "parecía vivir con vida propia". Poco más allá, por la carretera estatal, a la izquierda, se encuentra el Promontorio Dannunziano, el mejor lugar panorámico de la zona, que cuenta solo con unas cuantas casas y un restaurante. Luego, hacia el sur, pasando la localidad de Vallevò, se divisan los trabocchi de Punta del Cavalluccio, bien visibles después de la estación de trenes. La hermosa playa de cantos rodados y el trabocco son los símbolos clásicos de este tramo de costa.

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LA COStA dE LOS tRABOCChi

En concreto, para los aficionados a la náutica, las costas del Abruzo no presentan ningún problema: puertos comerciales y arribadas turísticas caracterizan todo el litoral, de norte a sur. La serie inicia en Martinsicuro y Giulianova, con buenas estructuras para el atraque y el amarre de embarcaciones de recreo, Sigue Roseto, con un pintoresco puertecillo turístico. Más hacia el sur, los importantes puertos comerciales y turísticos de Ortona y Vasto, desde los cuales es posible embarcarse para alcanzar las espléndidas Islas Tremiti, reserva natural marina, incluso con excursiones diarias. Sin embargo, el puerto turístico más importante de la costa abruza es el "Marina di Pescara". Su ubicación, sus dimensiones y los servicios que ofrece lo convierten en uno de los amarraderos turísticos más importantes y modernos del Mediterráneo. Por otra parte, su posición geográfica estratégica, capaz de ofrecer las más variadas posibilidades de crucero –desde la ex

De junio a septiembre la costa abruza se anima con todo tipo de eventos: música, teatro, ballet, conciertos, exposiciones, acontecimientos deportivos, manifestaciones culturales. Para los visitantes del Abruzo existe un sinfín de posibilidades para elegir, de un magnífico abanico de opciones, todas ellas de óptimo nivel.

Yugoslavia a Grecia, desde las Islas Tremiti al Gargano, o al litoral del Conero– ha garantizado su éxito aun antes de que fuera inaugurado. En un espejo de agua de 180.000 metros cuadrados, y en 72.000 metros cuadrados de superficie en tierra y en el muelle, el Puerto Turístico de Pescara cuenta con casi 1000 amarraderos para embarcaciones. Completan la oferta una gran zona comercial para compras y un calendario repleto de manifestaciones deportivas y culturales, todas ellas abiertas al público: regatas, carreras motonáuticas, espectáculos musicales, ferias, mercadillos, conciertos, espectáculos de beneficencia, manifestaciones deportivas de todo tipo. Es posible visitar, gratuitamente, la preciosa estructura portuaria, confortable y agradable gracias a los locales y otras instalaciones de servicio con las que cuenta. Sobre todo en las tardes de verano, el paseo entre los muelles, las barcas y las tiendas del centro comercial es continuo y muy concurrido. También los parques acuáticos aumentan la oferta de las estructuras recreativas para el turismo: la costa cuenta con dos grandes instalaciones, una en Tortoreto y la otra en Vasto, una de las mayores estructuras de Italia. Está también la serie infinita de manifestaciones deportivas y, sobre todo, musicales y de espectáculo, que durante todo el verano califican la vida de los centros de la costa abruza (y no solo de la costa, ya que cada una de las pequeñas ciudades e incluso los pueblecillos del interior, tienen un calendario de manifestaciones estivales.) Frente a este abanico tan amplio de elección, son numerosas las citas culturales importantes a nivel nacional e internacional, como por ejemplo el Festival Internacional del Jazz de Pescara, desde 1963 una de los encuentros más prestigiosas en el mundo del Jazz de Europa, el Premio Ennio Flajano, también en Pescara, importantísimo festival cinematográfico, el Verano Musical Frentana, expresión de las grandes tradiciones musicales de la ciudad de Lanciano, el festival teatral Spoltore Ensemble y el Premio Michetti de pintura en Francavilla. El antiguo arte de la hospitalidad encuentra, en los hoteles del Abruzo, una solución feliz. A lo largo de toda la costa, centenares de hoteles y

Entre las peculiaridades exclusivas de la costa del Abruzo, las más conocidas y pintorescas son las curiosas "máquinas de pescar" de su zona meridional: los conocidos y famosos trabocchi. Realizados completamente con madera, poseen una plataforma, sostenida con largos palos, desde la cual el pescador echa la red a la mar. Desde una larga y peligrosa pasarela, también apoyada sobre palos, que pueden hallarse incluso a decenas de metros, se une con la tierra firme. Si se admiran en un día de mar borrascoso, estas espectaculares máquinas de pesca sorprenden por su capacidad de resistir a las marejadas, a pesar de su aspecto frágil y precario. No hay datos seguros acerca de su origen y es difícil establecer con precisión en qué época los trabocchi hicieron su aparición. Se puede suponer que su nacimiento deriva de la necesidad de pescar sin bajar al mar directamente, intuyendo que era más fácil pescar estando inmóviles, quedándose sentados en una pasarela, unida con la tierra firme. A este respecto, existe una peculiar nota histórica: el primer documento que habla de los trabocchi del Abruzo se remonta a 1400, y lo firma el padre Stefano Tiraboschi, un fraile celestino. En su Vita Sanctissimi Petri Celestini (la vida del papa Celestino V) el fraile habla del periodo transcurrido por Pietro Morrone en el monasterio de San Juan en Venere, en Fossacesia –casi tres años, desde 1240 hasta 1243– y cuenta que el santo subía a la montaña para contemplar el mar "salpicado de trabocchi". De ahí puede intuirse que en 1240 (o al menos en la época de la redacción de la biografía) estas máquinas de pescar eran ya una realidad difundida. Los estudiosos, sin embargo, no se ponen de acuerdo sobre esta interpretación, porque consideran que los trabocchi han nacido siglos más tarde. Los primeros se encuentran después de Ortona, cuando el litoral de abruzo empieza a cambiar de rostro, pasando de las playas bajas y arenosas de las cercanías de Teramo y Pescara a un paisaje más arduo y rocoso. Los empinados acantilados se alternan a cortas calas, y por todas partes florecen grandes espolones rocosos. Gabriel D'Annunzio quedó fascinado con estos lugares. En la tragedia Il Trionfo della Morte, escrita en la paz

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de su villa escondida entre las peñas de este tramo de costa, así los describió: "Aquella cadena de promontorios y golfos en forma de media luna hacía pensar en una sucesión de ofrendas, pues cada pliegue ofrecía un tesoro cereal. Las retamas expandían por toda la costa un manto áureo. De cada cogollo se levantaba una nube densa de efluvio, como de un incensario. El aire que se respiraba era delicioso como un sorbo de elixir". La residencia del escritor, Villa Italia, existe aún hoy. De la cancela de la villa sale un fácil sendero que baja hasta el mar y conduce hasta a unos metros antes del trabocco de Capo Turchino, uno de los más importantes de toda la línea costera, citado en el Trionfo della Morte, como una "máquina" que "parecía vivir con vida propia". Poco más allá, por la carretera estatal, a la izquierda, se encuentra el Promontorio Dannunziano, el mejor lugar panorámico de la zona, que cuenta solo con unas cuantas casas y un restaurante. Luego, hacia el sur, pasando la localidad de Vallevò, se divisan los trabocchi de Punta del Cavalluccio, bien visibles después de la estación de trenes. La hermosa playa de cantos rodados y el trabocco son los símbolos clásicos de este tramo de costa.

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LA tORRE di CERRAnO

pensiones, espina dorsal del sistema de acogida de la región, están capacitados para ofrecer todo tipo de prestaciones: desde las propuestas más sofisticadas a las soluciones más familiares. Junto a los grandes y modernos complejos, capacitados para dar alojamiento a miles de turistas con un servicio atento y personalizado, se encuentran también pequeñas y románticas pensiones, donde el huésped tiene la agradable sensación de encontrarse como en familia. El abanico de propuestas es especialmente amplio y variado: hoteles, pensiones, camping, restaurantes, mesones, locales de recreo, instalaciones deportivas y recreativas pueden satisfacer cualquier tipo de necesidad. También la gastronomía cuenta con una oferta fuerte, difundida y variada: abundan tanto los mejores platos nacionales como aquellos de la tradición gastronómica abruza, en general preparados con cuidado y poniendo atención en la calidad genuina de los ingredientes.

A lo largo de toda la costa, el sistema hotelero abruzo ofrece una gran cantidad de plazas y todo tipo de actividades: desde las propuestas más prestigiosas y calificadas hasta las opciones más familiares. La oferta es especialmente amplia y variada: hoteles, pensiones, camping, restaurantes, mesones, locales de entretenimiento, instalaciones deportivas y recreativas que satisfacen todo tipo de exigencias.

Aislada en un tramo espléndido de la playa entre Silvi y Pineto, la maciza torre formaba parte del grandioso sistema defensivo y costero creado por los virreyes españoles de Nápoles, Álvarez de Toledo y Parafán de Ribera –a partir de la segunda mitad del siglo XVI– para hacer frente a las devastadoras invasiones turcas. En su conjunto, el sistema consistía en un grupo de torres de vigilancia, distribuidas regularmente a lo largo de todo el perímetro costero del reino de Nápoles. Cada una de ellas miraba a la anterior y a la siguiente para que pudieran señalar y transmitir el peligro inmediatamente. Construida en 1568, la Torre di Cerrano asume la típica conformación de las torres del vicerreino y, a pesar de las importantes obras de alzamiento y ampliación, su núcleo original se reconoce aún claramente (dos torres muy similares a ésta en sus orígenes son la Torre della Vibrata, cerca de Alba Adriática, y la que se asoma al Puerto de Vasto, en el extremo de Punta Penna). La fortaleza, que mantuvo sus funciones de vigilancia hasta finales del siglo XVII, más tarde pasó a ser propiedad de los Marqueses de Cermignano. Sobre la original torre en tronco de pirámide, con base cuadrada y aparato que sobresale sobre robustas ménsulas con tres matacanes por cada lado, se erigió, a principios del siglo XX, un segundo nivel constituido por una torrecilla cuadrada coronada de almenas. Durante dichas obras de reestructuración se modificaron también las partes interiores de la edificación, se construyó una escalera y fueron abiertos algunos huecos en el grosor de los muros, con ventanas de ojo de buey. Ampliada nuevamente, añadiendo un cuerpo de fábrica en “L” mirando al sudeste, en los años 19821983 fue nuevamente reestructurada y hoy es sede de un laboratorio de biología marina.

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LA tORRE di CERRAnO

pensiones, espina dorsal del sistema de acogida de la región, están capacitados para ofrecer todo tipo de prestaciones: desde las propuestas más sofisticadas a las soluciones más familiares. Junto a los grandes y modernos complejos, capacitados para dar alojamiento a miles de turistas con un servicio atento y personalizado, se encuentran también pequeñas y románticas pensiones, donde el huésped tiene la agradable sensación de encontrarse como en familia. El abanico de propuestas es especialmente amplio y variado: hoteles, pensiones, camping, restaurantes, mesones, locales de recreo, instalaciones deportivas y recreativas pueden satisfacer cualquier tipo de necesidad. También la gastronomía cuenta con una oferta fuerte, difundida y variada: abundan tanto los mejores platos nacionales como aquellos de la tradición gastronómica abruza, en general preparados con cuidado y poniendo atención en la calidad genuina de los ingredientes.

A lo largo de toda la costa, el sistema hotelero abruzo ofrece una gran cantidad de plazas y todo tipo de actividades: desde las propuestas más prestigiosas y calificadas hasta las opciones más familiares. La oferta es especialmente amplia y variada: hoteles, pensiones, camping, restaurantes, mesones, locales de entretenimiento, instalaciones deportivas y recreativas que satisfacen todo tipo de exigencias.

Aislada en un tramo espléndido de la playa entre Silvi y Pineto, la maciza torre formaba parte del grandioso sistema defensivo y costero creado por los virreyes españoles de Nápoles, Álvarez de Toledo y Parafán de Ribera –a partir de la segunda mitad del siglo XVI– para hacer frente a las devastadoras invasiones turcas. En su conjunto, el sistema consistía en un grupo de torres de vigilancia, distribuidas regularmente a lo largo de todo el perímetro costero del reino de Nápoles. Cada una de ellas miraba a la anterior y a la siguiente para que pudieran señalar y transmitir el peligro inmediatamente. Construida en 1568, la Torre di Cerrano asume la típica conformación de las torres del vicerreino y, a pesar de las importantes obras de alzamiento y ampliación, su núcleo original se reconoce aún claramente (dos torres muy similares a ésta en sus orígenes son la Torre della Vibrata, cerca de Alba Adriática, y la que se asoma al Puerto de Vasto, en el extremo de Punta Penna). La fortaleza, que mantuvo sus funciones de vigilancia hasta finales del siglo XVII, más tarde pasó a ser propiedad de los Marqueses de Cermignano. Sobre la original torre en tronco de pirámide, con base cuadrada y aparato que sobresale sobre robustas ménsulas con tres matacanes por cada lado, se erigió, a principios del siglo XX, un segundo nivel constituido por una torrecilla cuadrada coronada de almenas. Durante dichas obras de reestructuración se modificaron también las partes interiores de la edificación, se construyó una escalera y fueron abiertos algunos huecos en el grosor de los muros, con ventanas de ojo de buey. Ampliada nuevamente, añadiendo un cuerpo de fábrica en “L” mirando al sudeste, en los años 19821983 fue nuevamente reestructurada y hoy es sede de un laboratorio de biología marina.

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LOS MiL SEndEROS de los montes del Abruzo El noble y rudo Gran Sasso, con su clara caliza, domina los Apeninos. Inmediatamente por debajo de la pared norte del Corno Grande encontramos el Calderone, único glaciar de los Apeninos y el más meridional de Europa. Al sur del macizo se extiende la interminable llanura de Campo Imperatore, situada a 1800 metros de altitud. Los Montes de la Laga poseen una gran riqueza de manantiales, cursos de agua y bosques. La Majella, unida al macizo del Morrone, domina el paisaje abruzo alzándose entre el mar y la cadena de los Apeninos. Para los abruzos ésta es, desde tiempos inmemoriales, la montaña madre. Entre los montes y el mar, el paisaje de la colina lleva evidentes signos de continua evolución en el desplazamiento hasta el Valle dell'Argilla donde los surcos cortan las redondeces del horizonte.

En verano, habiéndose derretido finalmente las nieves y de vuelta a los verdes resplandecientes de sus bosques de hayas y de sus inmensos prados, la montaña del Abruzo se hace irresistible. El pleno apogeo de la naturaleza confiere a toda la región el esplendor de la madurez: los bosques y los prados verdísimos de los montes, los lagos montanos (de Campotosto, Scanno, Barrea, Sangro, Casoli, Penne), las infinitas altiplanicies rociadas de manadas y de rebaños al pasto, la amplitud de sus paisajes, que nada tienen que ver con los inminentes y escarpados ambientes alpinos, el frescor vivaz del aire perfumado de brisas marinas (también en los relieves más altos de sus montes se siente la milagrosa conservación de los ambientes, cristalizados en paisajes sin tiempo) convierten la montaña del Abruzo en un lugar especial, capaz de llegar realmente al corazón. Más que ninguna otra cosa, da testimonio de ello el altísimo número de fieles visitantes que, año tras año vuelven a participar de sus hermosuras: quien se enamora de los montes abruzos, se enamora para siempre. El Abruzo del interior, es decir montano, (considerando que el 75% del territorio regional se encuentra por encima de los 700 metros de altura) es sin duda la zona más original y mejor conservada. A juicio de muchísimos estudiosos, constituye en su conjunto un único, grande y originalísimo "museo permanente al aire libre" de historia del ambiente y del paisaje. Ante todo, la naturaleza es

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LOS MiL SEndEROS de los montes del Abruzo El noble y rudo Gran Sasso, con su clara caliza, domina los Apeninos. Inmediatamente por debajo de la pared norte del Corno Grande encontramos el Calderone, único glaciar de los Apeninos y el más meridional de Europa. Al sur del macizo se extiende la interminable llanura de Campo Imperatore, situada a 1800 metros de altitud. Los Montes de la Laga poseen una gran riqueza de manantiales, cursos de agua y bosques. La Majella, unida al macizo del Morrone, domina el paisaje abruzo alzándose entre el mar y la cadena de los Apeninos. Para los abruzos ésta es, desde tiempos inmemoriales, la montaña madre. Entre los montes y el mar, el paisaje de la colina lleva evidentes signos de continua evolución en el desplazamiento hasta el Valle dell'Argilla donde los surcos cortan las redondeces del horizonte.

En verano, habiéndose derretido finalmente las nieves y de vuelta a los verdes resplandecientes de sus bosques de hayas y de sus inmensos prados, la montaña del Abruzo se hace irresistible. El pleno apogeo de la naturaleza confiere a toda la región el esplendor de la madurez: los bosques y los prados verdísimos de los montes, los lagos montanos (de Campotosto, Scanno, Barrea, Sangro, Casoli, Penne), las infinitas altiplanicies rociadas de manadas y de rebaños al pasto, la amplitud de sus paisajes, que nada tienen que ver con los inminentes y escarpados ambientes alpinos, el frescor vivaz del aire perfumado de brisas marinas (también en los relieves más altos de sus montes se siente la milagrosa conservación de los ambientes, cristalizados en paisajes sin tiempo) convierten la montaña del Abruzo en un lugar especial, capaz de llegar realmente al corazón. Más que ninguna otra cosa, da testimonio de ello el altísimo número de fieles visitantes que, año tras año vuelven a participar de sus hermosuras: quien se enamora de los montes abruzos, se enamora para siempre. El Abruzo del interior, es decir montano, (considerando que el 75% del territorio regional se encuentra por encima de los 700 metros de altura) es sin duda la zona más original y mejor conservada. A juicio de muchísimos estudiosos, constituye en su conjunto un único, grande y originalísimo "museo permanente al aire libre" de historia del ambiente y del paisaje. Ante todo, la naturaleza es

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EL LAGO dEL SAnGRO

Como la mayor parte de los lagos del Abruzo, también el Lago del Sangro (o de Bomba, como se lo conoce popularmente) es de origen artificial. Esto no le quita nada a su encanto, inmerso como lo está en un valle cerrado entre altos relieves y rodeado por pequeños y pintorescos burgos. La cuenca se encuentra en el medio valle del río Sangro, de cuyo dique nació, en los parajes del pueblo de Bomba, con un nombre tan peculiar. El lago está cerrado hacia el valle con un dique de arcilla batida, y se extiende hacia arriba por casi siete kilómetros hasta Pietraferrazana, y como lamiendo la población de Villa Santa María. El lago ofrece posibilidades interesantes de entretenimiento y relax, gracias a las grandes estructuras con las que cuenta (camping y hoteles) tanto en sus parajes como en los centros ribereños, pero se presta también para bonitos paseos en mountain bike o andando por sus orillas, o incluso alquilando pequeñas embarcaciones. Muy pintorescos e interesantes son los pueblecitos cercanos: en la vertiente meridional encontramos Bomba, antiguo centro enrocado en las pendientes occidentales del Monte Pallano (en cuya cima se encuentra un importante lugar arqueológico con

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majestuosos muros megalíticos, fácil de llegar y visitar); Colledimezzo, un encantador burgo enrocado en la colina Castellano, desde donde se observa una panorámica del lago que se divisa por la parte inferior; Pietraferrazzana, constituida por un grupo pintoresco de casas, recogidas en una vertiginosa roca, en posición panorámica; y finalmente,Villa Santa María, a los pies de la descomunal lama rocosa que la domina. Conocida como el "pueblo de los cocineros", famosa en todo el mundo por ser patria de grandes chefs. En la vertiente septentrional de una cima empinada, domina el valle y el lago la población abandonada de Buonanotte (en italiano antiguo se llamaba Malanotte pero el cambio de nombre no consiguió evitar el desprendimiento, y por tanto el abandono por parte de la población, que sin embargo fue reconstruido a poca distancia, pero en un terreno más firme, con el nombre de Montebello sul Sangro). Luego Pennadomo, que desde un punto de vista paisajístico es un burgo precioso, sujeto a la base de una imponente torre de roca oscura, con la vista al valle y al lago como telones de fondo.

EL LAGO dE SCAnnO Un desprendimiento gigantesco del Monte Genzana cerró el valle del Sagittario dando origen al lago de Scanno, el más atractivo y visitado del Abruzo. Ocupa una extensa cuenca a 922 metros de altura, entre los interesantes centros históricos de Villalago y Scanno, a los pies de los cerrados bosques de la Montaña Grande y sobre el confín del Parque Nacional de Abruzo, Lacio y Molise. Desde oriente se asoman sobre su lecho las escarpadas laderas rocosas de la Reserva del Monte Genzana. Cuando el nivel del agua alcanza el límite máximo, el lago de Scanno presenta una profundidad de 36 metros. El único inmisario en la superficie de la cuenca es el río Tasso, que desciende del Monte Marsicano y desde la cuenca de pastoreo del Ferroio di Scanno; en cambio, faltan emisarios superficiales que conduzcan las aguas del lago hacia el valle del Sagittario. El nivel de las aguas permanece estable gracias a la presencia de emisarios sumergidos dado que la

evaporación causada por el clima es mínima. Junto al cercano centro histórico de Scanno, el lago es el principal atractivo turístico del valle del Sagittario. Meta de turismo ambiental y climático desde hace decenios, atrae por la belleza de los lugares y del clima; con bañistas en sus costas e hidropedales sobre sus aguas, visitadas también por deportistas apasionados de surf y canoa. Después de un paseo, un alto para la observación de pájaros, una excursión en canoa o hidropedal, sin duda vale la pena subir a Scanno, espléndido pueblo de características medievales, uno de los más conocidos y característicos del Abruzo. El centro histórico –magnífico con sus antiguas casas pegadas unas a otras, los palacetes, las escalinatas, las densas callejas, los atuendos tradicionales todavía vestidos por las mujeres– conserva una floreciente tradición de orfebrería y de encaje de bolillo.

protagonista: en el Abruzo montano existen cuatro parques y las más de 30 reservas de la región, por lo que casi la mitad del territorio de montaña abruzo se encuentra protegido. Hay también miles de pueblos, cada uno enrocado en la cumbre de una colina, de un relieve, de un espolón dominante: extraordinarios y muchas veces antiquísimos centros históricos, apiñados a los pies de su castillo. Luego está el interminable territorio del pastoreo y de su peculiar paisaje. La trashumancia, el desplazamiento de temporada por las cañadas de hombres y rebaños entre los pastos estivales de los Apeninos y los invernales del Tavoliere delle Puglie, ha acompañado la historia del Abruzo desde la edad pre-romana. El territorio abruzo muestra todavía los signos de ese ir y venir de hombres y rebaños: las antiguas cañadas (los amplios caminos de hierba por los que transitaban los trashumantes) son todavía visibles en algunas zonas, por ejemplo en la Piana di Navelli, y atraviesan antiguos vestigios de ciudades que, como Peltuinum, marcaban las etapas de aquel viaje. El grande altiplano, famoso por la producción de un finísimo y precioso

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EL LAGO dEL SAnGRO

Como la mayor parte de los lagos del Abruzo, también el Lago del Sangro (o de Bomba, como se lo conoce popularmente) es de origen artificial. Esto no le quita nada a su encanto, inmerso como lo está en un valle cerrado entre altos relieves y rodeado por pequeños y pintorescos burgos. La cuenca se encuentra en el medio valle del río Sangro, de cuyo dique nació, en los parajes del pueblo de Bomba, con un nombre tan peculiar. El lago está cerrado hacia el valle con un dique de arcilla batida, y se extiende hacia arriba por casi siete kilómetros hasta Pietraferrazana, y como lamiendo la población de Villa Santa María. El lago ofrece posibilidades interesantes de entretenimiento y relax, gracias a las grandes estructuras con las que cuenta (camping y hoteles) tanto en sus parajes como en los centros ribereños, pero se presta también para bonitos paseos en mountain bike o andando por sus orillas, o incluso alquilando pequeñas embarcaciones. Muy pintorescos e interesantes son los pueblecitos cercanos: en la vertiente meridional encontramos Bomba, antiguo centro enrocado en las pendientes occidentales del Monte Pallano (en cuya cima se encuentra un importante lugar arqueológico con

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majestuosos muros megalíticos, fácil de llegar y visitar); Colledimezzo, un encantador burgo enrocado en la colina Castellano, desde donde se observa una panorámica del lago que se divisa por la parte inferior; Pietraferrazzana, constituida por un grupo pintoresco de casas, recogidas en una vertiginosa roca, en posición panorámica; y finalmente,Villa Santa María, a los pies de la descomunal lama rocosa que la domina. Conocida como el "pueblo de los cocineros", famosa en todo el mundo por ser patria de grandes chefs. En la vertiente septentrional de una cima empinada, domina el valle y el lago la población abandonada de Buonanotte (en italiano antiguo se llamaba Malanotte pero el cambio de nombre no consiguió evitar el desprendimiento, y por tanto el abandono por parte de la población, que sin embargo fue reconstruido a poca distancia, pero en un terreno más firme, con el nombre de Montebello sul Sangro). Luego Pennadomo, que desde un punto de vista paisajístico es un burgo precioso, sujeto a la base de una imponente torre de roca oscura, con la vista al valle y al lago como telones de fondo.

EL LAGO dE SCAnnO Un desprendimiento gigantesco del Monte Genzana cerró el valle del Sagittario dando origen al lago de Scanno, el más atractivo y visitado del Abruzo. Ocupa una extensa cuenca a 922 metros de altura, entre los interesantes centros históricos de Villalago y Scanno, a los pies de los cerrados bosques de la Montaña Grande y sobre el confín del Parque Nacional de Abruzo, Lacio y Molise. Desde oriente se asoman sobre su lecho las escarpadas laderas rocosas de la Reserva del Monte Genzana. Cuando el nivel del agua alcanza el límite máximo, el lago de Scanno presenta una profundidad de 36 metros. El único inmisario en la superficie de la cuenca es el río Tasso, que desciende del Monte Marsicano y desde la cuenca de pastoreo del Ferroio di Scanno; en cambio, faltan emisarios superficiales que conduzcan las aguas del lago hacia el valle del Sagittario. El nivel de las aguas permanece estable gracias a la presencia de emisarios sumergidos dado que la

evaporación causada por el clima es mínima. Junto al cercano centro histórico de Scanno, el lago es el principal atractivo turístico del valle del Sagittario. Meta de turismo ambiental y climático desde hace decenios, atrae por la belleza de los lugares y del clima; con bañistas en sus costas e hidropedales sobre sus aguas, visitadas también por deportistas apasionados de surf y canoa. Después de un paseo, un alto para la observación de pájaros, una excursión en canoa o hidropedal, sin duda vale la pena subir a Scanno, espléndido pueblo de características medievales, uno de los más conocidos y característicos del Abruzo. El centro histórico –magnífico con sus antiguas casas pegadas unas a otras, los palacetes, las escalinatas, las densas callejas, los atuendos tradicionales todavía vestidos por las mujeres– conserva una floreciente tradición de orfebrería y de encaje de bolillo.

protagonista: en el Abruzo montano existen cuatro parques y las más de 30 reservas de la región, por lo que casi la mitad del territorio de montaña abruzo se encuentra protegido. Hay también miles de pueblos, cada uno enrocado en la cumbre de una colina, de un relieve, de un espolón dominante: extraordinarios y muchas veces antiquísimos centros históricos, apiñados a los pies de su castillo. Luego está el interminable territorio del pastoreo y de su peculiar paisaje. La trashumancia, el desplazamiento de temporada por las cañadas de hombres y rebaños entre los pastos estivales de los Apeninos y los invernales del Tavoliere delle Puglie, ha acompañado la historia del Abruzo desde la edad pre-romana. El territorio abruzo muestra todavía los signos de ese ir y venir de hombres y rebaños: las antiguas cañadas (los amplios caminos de hierba por los que transitaban los trashumantes) son todavía visibles en algunas zonas, por ejemplo en la Piana di Navelli, y atraviesan antiguos vestigios de ciudades que, como Peltuinum, marcaban las etapas de aquel viaje. El grande altiplano, famoso por la producción de un finísimo y precioso

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LOS THOLOS dE LA MAjELLA

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azafrán, todavía está marcado por la enigmática presencia de las iglesias de esos caminos, arquitecturas aisladas y simples que localizaban las paradas del largo y fatigoso camino de los pastores hacia la Apulia. Recorriendo esas cañadas pueden encontrarse antiguos burgos medievales, compactos y enrocados en las alturas, construidos completamente con piedra viva, con casas cerradas unas contra otras como si se tratara de una muralla que abraza los burgos, en un eficaz círculo defensivo. Centros que han obtenido su especial riqueza, evidente en la extraordinaria calidad arquitectónica y en la tan difundida presencia de preciosos testimonios de arte, sobre todo por una florida actividad de la ganadería. Hay también un tramo especial el paisaje montano del Abruzo, marcado por las terrazas y por las cabañas de piedra en seco, las pajare, con una primordial estructura en tholos, obra paciente de nuestros antepasados que intentaron arrancar trozos de tierra y pequeños prados a la montaña. Los tholos, aún numerosísimos, sobre todo en la Majella, introdujeron con todo derecho al

Para arrancar tierra y prado a la montaña, los pastores y los campesinos de la Majella han escrito, con la piedra, un capítulo de la historia de la arquitectura del Abruzo que no se puede ignorar, dando vida a un tipo de construcción espontánea, frecuentísima en los rellanos y los prados de la montaña: la cabaña en tholos, en dialecto conocida como pajare. Edificadas con un ingenioso sistema de construcción en seco, sin uso de cemento, su principio constructivo no conoce los conceptos más básicos de ingeniería ni de arcos ni de bóvedas. De hecho, la elevación se produce por la superposición concéntrica ahusada de hileras de piedras. Prácticamente, cada hilera de piedras se apoya en la inferior, desplazada ligeramente, unos centímetros, hacia el interior. De este modo, al final de la construcción, como por arte de magia, solo una última piedra se apoya en las otras para cerrar la pseudo-bóveda así realizada. La estructura no cede porque cada piedra está unida a presión

a las otras. Son geniales, asimismo, los métodos usados para crear las entradas a las cabañas, que varían desde el simple arquitrabe horizontal, realizado en un solo bloque de piedra alargado, a diversas formas de arcos o triángulos de descarga, obtenidos con varias piedras apuntaladas unas contra otras. Gracias a un largo trabajo de investigación y de catalogación desarrollado por el estudioso Edoardo Micati, actualmente todas las cabañas en tholos de la Majella han sido catalogadas, clasificadas y protegidas por una ley regional específica. La mayor parte de las que se pueden aún hoy admirar en las pendientes de la Majella fueron construidas siguiendo la misma técnica, desde épocas remotas hasta la década de los cincuenta del siglo XX. En muchos casos se utilizan todavía, sobre todo por los pastores en verano, pero también como establos, heniles y depósito de aperos de labranza. Muchas de ellas han sido recuperadas gracias a recientes proyectos de restauración y salvaguardia. Para admirarlas es posible hacer una fácil excursión a las áreas donde son más abundantes, o sea Case Pagliari, Fosso Capanna y la Majelletta en el territorio de Roccamorice, la Cerratina y el Fosso Sant'Angelo, cerca de Lettomanoppello; Decontra en el municipio de Caramanico, y el Valle Giumentina en el territorio de Abbateggio. Para verlas en abundancia desde el coche, es suficiente seguir la carretera que sube desde Roccamorice hasta la Majelletta.

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LOS THOLOS dE LA MAjELLA

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azafrán, todavía está marcado por la enigmática presencia de las iglesias de esos caminos, arquitecturas aisladas y simples que localizaban las paradas del largo y fatigoso camino de los pastores hacia la Apulia. Recorriendo esas cañadas pueden encontrarse antiguos burgos medievales, compactos y enrocados en las alturas, construidos completamente con piedra viva, con casas cerradas unas contra otras como si se tratara de una muralla que abraza los burgos, en un eficaz círculo defensivo. Centros que han obtenido su especial riqueza, evidente en la extraordinaria calidad arquitectónica y en la tan difundida presencia de preciosos testimonios de arte, sobre todo por una florida actividad de la ganadería. Hay también un tramo especial el paisaje montano del Abruzo, marcado por las terrazas y por las cabañas de piedra en seco, las pajare, con una primordial estructura en tholos, obra paciente de nuestros antepasados que intentaron arrancar trozos de tierra y pequeños prados a la montaña. Los tholos, aún numerosísimos, sobre todo en la Majella, introdujeron con todo derecho al

Para arrancar tierra y prado a la montaña, los pastores y los campesinos de la Majella han escrito, con la piedra, un capítulo de la historia de la arquitectura del Abruzo que no se puede ignorar, dando vida a un tipo de construcción espontánea, frecuentísima en los rellanos y los prados de la montaña: la cabaña en tholos, en dialecto conocida como pajare. Edificadas con un ingenioso sistema de construcción en seco, sin uso de cemento, su principio constructivo no conoce los conceptos más básicos de ingeniería ni de arcos ni de bóvedas. De hecho, la elevación se produce por la superposición concéntrica ahusada de hileras de piedras. Prácticamente, cada hilera de piedras se apoya en la inferior, desplazada ligeramente, unos centímetros, hacia el interior. De este modo, al final de la construcción, como por arte de magia, solo una última piedra se apoya en las otras para cerrar la pseudo-bóveda así realizada. La estructura no cede porque cada piedra está unida a presión

a las otras. Son geniales, asimismo, los métodos usados para crear las entradas a las cabañas, que varían desde el simple arquitrabe horizontal, realizado en un solo bloque de piedra alargado, a diversas formas de arcos o triángulos de descarga, obtenidos con varias piedras apuntaladas unas contra otras. Gracias a un largo trabajo de investigación y de catalogación desarrollado por el estudioso Edoardo Micati, actualmente todas las cabañas en tholos de la Majella han sido catalogadas, clasificadas y protegidas por una ley regional específica. La mayor parte de las que se pueden aún hoy admirar en las pendientes de la Majella fueron construidas siguiendo la misma técnica, desde épocas remotas hasta la década de los cincuenta del siglo XX. En muchos casos se utilizan todavía, sobre todo por los pastores en verano, pero también como establos, heniles y depósito de aperos de labranza. Muchas de ellas han sido recuperadas gracias a recientes proyectos de restauración y salvaguardia. Para admirarlas es posible hacer una fácil excursión a las áreas donde son más abundantes, o sea Case Pagliari, Fosso Capanna y la Majelletta en el territorio de Roccamorice, la Cerratina y el Fosso Sant'Angelo, cerca de Lettomanoppello; Decontra en el municipio de Caramanico, y el Valle Giumentina en el territorio de Abbateggio. Para verlas en abundancia desde el coche, es suficiente seguir la carretera que sube desde Roccamorice hasta la Majelletta.

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LA CORSA DEGLI ZINGARI dE pACEntRO Abruzo entre las áreas de la cuenca mediterránea más marcadas por la presencia de las construcciones de piedra en seco, con una técnica de construcción primitiva aunque eficaz. Éste es el Abruzo montano: un tesoro en el que se conservan ambientes naturales únicos, en el corazón de la Italia central, y por tanto, a un paso de cualquier otra ciudad de la península. Ambientes preciosos y protegidos, pero que hoy se ofrecen a todo tipo de turismo cada vez mejor y de forma siempre más inteligente. Ambientes sorprendentes y fascinantes, capaces de hacer sentir de forma real el gusto por la aventura, los descubrimientos, la intuición originaria. En fin, una naturaleza toda por descubrir. Actualmente, hacerlo es aún más fácil gracias a la profesionalidad de los acompañantes de media montaña, las guías alpinas, las guardias de los parques y guardias forestales, las cooperativas de servicios turísticos y, como es obvio, gracias a los incontables senderos trazados que permiten hacer excursiones para todos los gustos (a caballo, en mountainbike, etc.) y de todas las dificultades: desde el paseo más sencillo al trekking más extremo, o incluso, a recorridos pensados para personas con minusvalías.

Pacentro es uno de los centros históricos más hermosos del Abruzo. Se ha conservado vivo e intacto, manteniendo inmutable todo su encanto, que reside en las callejuelas estrechísimas, onduladas en un continuo subir y bajar escalones, casas apoyadas unas a las otras, portales antiguos, piedras esculpidas. Merece la pena, pues, una visita cualquier día del año, aunque hay un día que hace especial la vida del pueblo, es el primer domingo de septiembre, cuando se cumple el secular rito de la Corsa degli Zingari. Zingaro, en el dialecto local, es todo aquel que camina descalzo. Y los que corren por las laderas de las montañas, con los pies descalzos, son los jóvenes del pueblo. Ningún relato puede dar buena cuenta de la fuerte emoción de esta carrera. Es absoluta y admirable la profesión de valor y el dominio del dolor de estos jóvenes que, en honor a la Virgen de Loreto, para recordar el "vuelo" de su casa, se lanzan en una carrera frenética, descalzos, por la denominada Pietra Spaccata. Los zingari bajan por la empinada cima de Colle Ardinghi, entre árboles y arbustos. Recorren después el sendero a través del valle del torrente Vella, la larga subida del recorrido de piedras que sube hacia el pueblo. Alcanzan, por fin, los últimos metros del trayecto, pisando las brillantes piedras de la calle que lleva a la iglesia. El esfuerzo, el dolor y el sufrimiento que estos chicos ofrecen a la tradición son de verdad terribles. Mudo aunque eficaz testigo es el mármol de la pavimentación de la iglesia

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de Santa María de Loreto, que aparece lleno de sangre una vez que todos los zingari han entrado y las puertas se han cerrado a sus espaldas, como manda la tradición. Luego entrarán en juego los médicos, intentando aliviar los sufrimientos de los jóvenes corredores. A los pocos minutos, las puertas se abren de par en par y salen por la puerta grande: el ganador delante del cortejo, aferrando en la mano el paño de tela, premio de sus esfuerzos; detrás de él, todos los demás, nadie excluido. La banda musical abre el cortejo con una marcha y los espectadores llenan las calles del pueblo siguiendo al ganador hasta su casa. Aquí se produce el encuentro con los familiares y la oferta a todos los presentes de buen vino, que se bebe en cuencas de cobre. Se trata de un augurio de prosperidad para la vendimia ya inminente.

LA TAVOLA DEI BRIGANTI Uno de los más originales y sobrecogedores testimonios históricos que la Majella ofrece y conserva es la Tavola dei Briganti, un conjunto de lastrones calcáreos que resalta en la cima, poco más allá de la Selletta Acquaviva, sobre los cuales muchos pastores y algunos bandidos imprimieron sus nombres, sus historias, los símbolos de sus vidas. La Tavola dei Briganti se encuentra en la Majelletta, un poco más allá de la localidad del Blockhaus, también muy relacionada con nuestra historia. El Blockhaus, del cual quedan solo las ruinas, era una fortificación, construida en 1866 por las tropas sabaudas para contrarrestar el bandolerismo en el corazón del territorio controlado por éste. Atormentados y ajenos en su propio territorio, los bandoleros venían, por tanto, a ridiculizar a los soldados piamonteses, grabando por la noche sus nombres y dejando sus mensajes antiunitarios justamente ante ellos, a dos pasos del fortín. Hay que decir que no todas las inscripciones de la Tavola son de los bandoleros; es más, la mayor parte son obra de los pastores, que desde siempre han visitado con sus rebaños las laderas y los altos prados de la montaña. Durante las largas horas de inactividad pasadas con los rebaños, tomaron la costumbre de raspar sobre aquellas hermosas rocas planas y amplias como pizarras, sus propios nombres, los lugares de procedencia, las fechas de su paso. Los bandoleros se mezclaron a esta humanidad sola, nostálgica, dispersa en la montaña, e incidieron también ellos las señales de su irrisoria proximidad a los soldados. La más hermosa

inscripción reza así: LEEd Mi MEMORiA pARA LOS qUERidOS LECtORES En

1820

nACiò viCtORiO EMAnUEL ii, EL REy dE itALiA

AntES dE LOS

60

ERA EL REinO dE LAS fLORES

AhORA ES EL REinO dE LA MiSERiA

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LA CORSA DEGLI ZINGARI dE pACEntRO Abruzo entre las áreas de la cuenca mediterránea más marcadas por la presencia de las construcciones de piedra en seco, con una técnica de construcción primitiva aunque eficaz. Éste es el Abruzo montano: un tesoro en el que se conservan ambientes naturales únicos, en el corazón de la Italia central, y por tanto, a un paso de cualquier otra ciudad de la península. Ambientes preciosos y protegidos, pero que hoy se ofrecen a todo tipo de turismo cada vez mejor y de forma siempre más inteligente. Ambientes sorprendentes y fascinantes, capaces de hacer sentir de forma real el gusto por la aventura, los descubrimientos, la intuición originaria. En fin, una naturaleza toda por descubrir. Actualmente, hacerlo es aún más fácil gracias a la profesionalidad de los acompañantes de media montaña, las guías alpinas, las guardias de los parques y guardias forestales, las cooperativas de servicios turísticos y, como es obvio, gracias a los incontables senderos trazados que permiten hacer excursiones para todos los gustos (a caballo, en mountainbike, etc.) y de todas las dificultades: desde el paseo más sencillo al trekking más extremo, o incluso, a recorridos pensados para personas con minusvalías.

Pacentro es uno de los centros históricos más hermosos del Abruzo. Se ha conservado vivo e intacto, manteniendo inmutable todo su encanto, que reside en las callejuelas estrechísimas, onduladas en un continuo subir y bajar escalones, casas apoyadas unas a las otras, portales antiguos, piedras esculpidas. Merece la pena, pues, una visita cualquier día del año, aunque hay un día que hace especial la vida del pueblo, es el primer domingo de septiembre, cuando se cumple el secular rito de la Corsa degli Zingari. Zingaro, en el dialecto local, es todo aquel que camina descalzo. Y los que corren por las laderas de las montañas, con los pies descalzos, son los jóvenes del pueblo. Ningún relato puede dar buena cuenta de la fuerte emoción de esta carrera. Es absoluta y admirable la profesión de valor y el dominio del dolor de estos jóvenes que, en honor a la Virgen de Loreto, para recordar el "vuelo" de su casa, se lanzan en una carrera frenética, descalzos, por la denominada Pietra Spaccata. Los zingari bajan por la empinada cima de Colle Ardinghi, entre árboles y arbustos. Recorren después el sendero a través del valle del torrente Vella, la larga subida del recorrido de piedras que sube hacia el pueblo. Alcanzan, por fin, los últimos metros del trayecto, pisando las brillantes piedras de la calle que lleva a la iglesia. El esfuerzo, el dolor y el sufrimiento que estos chicos ofrecen a la tradición son de verdad terribles. Mudo aunque eficaz testigo es el mármol de la pavimentación de la iglesia

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de Santa María de Loreto, que aparece lleno de sangre una vez que todos los zingari han entrado y las puertas se han cerrado a sus espaldas, como manda la tradición. Luego entrarán en juego los médicos, intentando aliviar los sufrimientos de los jóvenes corredores. A los pocos minutos, las puertas se abren de par en par y salen por la puerta grande: el ganador delante del cortejo, aferrando en la mano el paño de tela, premio de sus esfuerzos; detrás de él, todos los demás, nadie excluido. La banda musical abre el cortejo con una marcha y los espectadores llenan las calles del pueblo siguiendo al ganador hasta su casa. Aquí se produce el encuentro con los familiares y la oferta a todos los presentes de buen vino, que se bebe en cuencas de cobre. Se trata de un augurio de prosperidad para la vendimia ya inminente.

LA TAVOLA DEI BRIGANTI Uno de los más originales y sobrecogedores testimonios históricos que la Majella ofrece y conserva es la Tavola dei Briganti, un conjunto de lastrones calcáreos que resalta en la cima, poco más allá de la Selletta Acquaviva, sobre los cuales muchos pastores y algunos bandidos imprimieron sus nombres, sus historias, los símbolos de sus vidas. La Tavola dei Briganti se encuentra en la Majelletta, un poco más allá de la localidad del Blockhaus, también muy relacionada con nuestra historia. El Blockhaus, del cual quedan solo las ruinas, era una fortificación, construida en 1866 por las tropas sabaudas para contrarrestar el bandolerismo en el corazón del territorio controlado por éste. Atormentados y ajenos en su propio territorio, los bandoleros venían, por tanto, a ridiculizar a los soldados piamonteses, grabando por la noche sus nombres y dejando sus mensajes antiunitarios justamente ante ellos, a dos pasos del fortín. Hay que decir que no todas las inscripciones de la Tavola son de los bandoleros; es más, la mayor parte son obra de los pastores, que desde siempre han visitado con sus rebaños las laderas y los altos prados de la montaña. Durante las largas horas de inactividad pasadas con los rebaños, tomaron la costumbre de raspar sobre aquellas hermosas rocas planas y amplias como pizarras, sus propios nombres, los lugares de procedencia, las fechas de su paso. Los bandoleros se mezclaron a esta humanidad sola, nostálgica, dispersa en la montaña, e incidieron también ellos las señales de su irrisoria proximidad a los soldados. La más hermosa

inscripción reza así: LEEd Mi MEMORiA pARA LOS qUERidOS LECtORES En

1820

nACiò viCtORiO EMAnUEL ii, EL REy dE itALiA

AntES dE LOS

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ERA EL REinO dE LAS fLORES

AhORA ES EL REinO dE LA MiSERiA

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Las mayores estaciones de esquí de los Apeninos, centenares de kilómetros de pistas, óptimos estándares de nieve, instalaciones modernísimas y funcionales, una red de estructuras y servicios integrados, eficientes y completos: el Abruzo ya no ponen límites a los amantes de la nieve.

En Abruzo –y no podía ser de otro modo– se encuentran las mayores estaciones de esquí de los Apeninos. Centenares de kilómetros de pistas a disposición de los aficionados a la nieve, con instalaciones modernísimas y una red de servicios integrados completa y eficiente, que ha cambiado radicalmente la vida de muchos pueblos que han sabido cambiar y hacer de la nieve un verdadero negocio. Gracias a la cómoda y moderna red vial interna y a un potente redimensionamiento de los parques de medios antinieve del ANAS, de las administraciones locales y de los consorcios gestores de las instalaciones, es siempre cómodo acceder a todas las instalaciones. Pero el buen nivel de nieve de las pistas, que permanece a veces hasta bien entrada la primavera, hace de las estaciones de esquí del Abruzo unas metas interesantes también para las clásicas "semanas blancas", durante las cuales se pueden realizar cursos de esquí, con maestros muy preparados, presentes en todas las localidades. La mayor parte de las instalaciones se encuentran en la provincia de L'Aquila, pero

también la vertiente de Teramo del Gran Sasso y la Majella cuentan con instalaciones y estructuras de buen nivel. Entre todas las estaciones del Abruzo destaca el distrito de esquí del Alto Sangro-Altipiani Maggiori d'Abruzzo, el mayor de los Apeninos y séptimo distrito de esquí a nivel nacional, por su calidad general. Comprende los municipios de Roccaraso, con sus elegantes boutiques y las instalaciones deportivas más importantes; Rivisondoli, famoso por su celebérrimo pesebre viviente; y Pescocostanzo, con su extraordinario centro, lleno de monumentos renacentistas y barrocos. La estación está administrada por el Consorcio Ski-Pass Alto Sangro, que trabaja con instalaciones nuevas, entre las más modernas de Europa, gracias a las cuales es posible servir a numerosísimas pistas de descenso para las más variadas exigencias, desde las pistas para principiantes hasta las internacionales de nivel agonístico. El rico y variado panorama de los domaines skiables del Abruzo incluye estaciones adecuadas para el esquiador con gustos más libres, y

en el corazón un mundo de nieve del Mediterráneo

Montes del Abruzo

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Las mayores estaciones de esquí de los Apeninos, centenares de kilómetros de pistas, óptimos estándares de nieve, instalaciones modernísimas y funcionales, una red de estructuras y servicios integrados, eficientes y completos: el Abruzo ya no ponen límites a los amantes de la nieve.

En Abruzo –y no podía ser de otro modo– se encuentran las mayores estaciones de esquí de los Apeninos. Centenares de kilómetros de pistas a disposición de los aficionados a la nieve, con instalaciones modernísimas y una red de servicios integrados completa y eficiente, que ha cambiado radicalmente la vida de muchos pueblos que han sabido cambiar y hacer de la nieve un verdadero negocio. Gracias a la cómoda y moderna red vial interna y a un potente redimensionamiento de los parques de medios antinieve del ANAS, de las administraciones locales y de los consorcios gestores de las instalaciones, es siempre cómodo acceder a todas las instalaciones. Pero el buen nivel de nieve de las pistas, que permanece a veces hasta bien entrada la primavera, hace de las estaciones de esquí del Abruzo unas metas interesantes también para las clásicas "semanas blancas", durante las cuales se pueden realizar cursos de esquí, con maestros muy preparados, presentes en todas las localidades. La mayor parte de las instalaciones se encuentran en la provincia de L'Aquila, pero

también la vertiente de Teramo del Gran Sasso y la Majella cuentan con instalaciones y estructuras de buen nivel. Entre todas las estaciones del Abruzo destaca el distrito de esquí del Alto Sangro-Altipiani Maggiori d'Abruzzo, el mayor de los Apeninos y séptimo distrito de esquí a nivel nacional, por su calidad general. Comprende los municipios de Roccaraso, con sus elegantes boutiques y las instalaciones deportivas más importantes; Rivisondoli, famoso por su celebérrimo pesebre viviente; y Pescocostanzo, con su extraordinario centro, lleno de monumentos renacentistas y barrocos. La estación está administrada por el Consorcio Ski-Pass Alto Sangro, que trabaja con instalaciones nuevas, entre las más modernas de Europa, gracias a las cuales es posible servir a numerosísimas pistas de descenso para las más variadas exigencias, desde las pistas para principiantes hasta las internacionales de nivel agonístico. El rico y variado panorama de los domaines skiables del Abruzo incluye estaciones adecuadas para el esquiador con gustos más libres, y

en el corazón un mundo de nieve del Mediterráneo

Montes del Abruzo

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Los óptimos estándares de las estaciones de esquí abruzas que se integran con calidad de los valores ambientales y humanos son el verdadero punto de fuerza del turismo invernal en Abruzo.

Las estaciones de esquí alpino del Abruzo San Giacomo - Monte Piselli Prati di Tivo Prato Selva Campo Imperatore - Monte Cristo Campo Felice Ovindoli - La Magnola Marsia Campo Rotondo Pescasseroli Scanno Roccaraso Rivisondoli Pescocostanzo Pizzoferrato e Gamberale Passolanciano - La Majelletta Campo di Giove Pacentro - Passo San Leonardo

otras que pueden acoger a los principiantes y a los grupos familiares en el mejor de los modos. Es bueno recordar que en el panorama del Abruzo “blanco”, al referirnos a los deportes invernales, no estamos hablando solo de esquí de descenso: el esquí de fondo, el snow-board, el esquí alpino, el snow-rafting, el telemark encuentran en las nieves abruzas su ambiente ideal, pudiendo ser practicados con total seguridad. Fascinantes y sugestivos, por ejemplo, son los mil recorridos estudiados para practicar el esquí de fondo. En los anillos que se localizan dentro del secular Bosque de San Antonio, en Pescocostanzo, o en aquellos otros que se deslizan entre los bosques de hayas del Parque Nacional del Abruzo, el espectáculo del que disfruta el aficionado es realmente impagable. Y si se desea practicar esquí de fondo lejos de las pistas lisas, en la nieve inmaculada, hay mucho para elegir. Todas las montañas y valles del Abruzo ofrecen espléndidos itinerarios. Entre ellos se destacan la Altiplanicie de Campo Imperatore, las orillas del lago de Campotosto, o las amplias pendientes a través de los frondosos bosques del valle de Chiarano. También los aficionados al sledog, la carrera con trineos tirados por mudas de perros, no tienen problemas para practicar su deporte preferido. Puede darse rienda suelta a la energía de los husky en los ambientes que recuerdan al Grande Nord, pero con la cálida luz del Mediterráneo, de las altiplanicies abruzas. En la llana inmensidad que recorrerá, el

conductor del trineo no podrá que sorprenderse frente al espectáculo ofrecido por los picachos nevados del Corno Grande de Campo Imperatore, o ante la suavidad de los relieves que enmarcan el Piano delle Cinque Miglia. Y luego, esquí-alpinismo, en las paredes del Gran Sasso en la amplia terraza de la Majella, con vistas al mar o a las otras cimas; snow-board en las pistas del Aremogna de Roccaraso, de Ovindoli sul Velino, de Passo Lanciano, de Prati di Tivo, o de otras innumerables estaciones de esquí. Por todas partes, en el Abruzo, los amantes de la nieve podrán satisfacer su pasión o aprender nuevas maneras de disfrutar de ella sin problemas. A resolverlos pensarán las numerosas escuelas y los competentes maestros de esquí, las óptimas guías alpinas y acompañantes de media montaña, las numerosas y alegres asociaciones que reagrupan a los "aficionados", entusiastas de las novedades más de moda y un eficiente equipo médico capacitado para ayudar en cualquier tipo de intervención. Tampoco será un problema no contar con el equipo necesario si se desea probar el sabor de los deportes de invierno antes de equiparse completamente: una tupida red de alquileres da la posibilidad a todos los turistas de equiparse bien para las nieves del Abruzo. Los bares y restaurantes que se asoman directamente a las pistas ofrecen la posibilidad de relajarse y de ponerse un poco morenos con el sol invernal. El invierno abruzo sabe ser especial, y también el turista más

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Los óptimos estándares de las estaciones de esquí abruzas que se integran con calidad de los valores ambientales y humanos son el verdadero punto de fuerza del turismo invernal en Abruzo.

Las estaciones de esquí alpino del Abruzo San Giacomo - Monte Piselli Prati di Tivo Prato Selva Campo Imperatore - Monte Cristo Campo Felice Ovindoli - La Magnola Marsia Campo Rotondo Pescasseroli Scanno Roccaraso Rivisondoli Pescocostanzo Pizzoferrato e Gamberale Passolanciano - La Majelletta Campo di Giove Pacentro - Passo San Leonardo

otras que pueden acoger a los principiantes y a los grupos familiares en el mejor de los modos. Es bueno recordar que en el panorama del Abruzo “blanco”, al referirnos a los deportes invernales, no estamos hablando solo de esquí de descenso: el esquí de fondo, el snow-board, el esquí alpino, el snow-rafting, el telemark encuentran en las nieves abruzas su ambiente ideal, pudiendo ser practicados con total seguridad. Fascinantes y sugestivos, por ejemplo, son los mil recorridos estudiados para practicar el esquí de fondo. En los anillos que se localizan dentro del secular Bosque de San Antonio, en Pescocostanzo, o en aquellos otros que se deslizan entre los bosques de hayas del Parque Nacional del Abruzo, el espectáculo del que disfruta el aficionado es realmente impagable. Y si se desea practicar esquí de fondo lejos de las pistas lisas, en la nieve inmaculada, hay mucho para elegir. Todas las montañas y valles del Abruzo ofrecen espléndidos itinerarios. Entre ellos se destacan la Altiplanicie de Campo Imperatore, las orillas del lago de Campotosto, o las amplias pendientes a través de los frondosos bosques del valle de Chiarano. También los aficionados al sledog, la carrera con trineos tirados por mudas de perros, no tienen problemas para practicar su deporte preferido. Puede darse rienda suelta a la energía de los husky en los ambientes que recuerdan al Grande Nord, pero con la cálida luz del Mediterráneo, de las altiplanicies abruzas. En la llana inmensidad que recorrerá, el

conductor del trineo no podrá que sorprenderse frente al espectáculo ofrecido por los picachos nevados del Corno Grande de Campo Imperatore, o ante la suavidad de los relieves que enmarcan el Piano delle Cinque Miglia. Y luego, esquí-alpinismo, en las paredes del Gran Sasso en la amplia terraza de la Majella, con vistas al mar o a las otras cimas; snow-board en las pistas del Aremogna de Roccaraso, de Ovindoli sul Velino, de Passo Lanciano, de Prati di Tivo, o de otras innumerables estaciones de esquí. Por todas partes, en el Abruzo, los amantes de la nieve podrán satisfacer su pasión o aprender nuevas maneras de disfrutar de ella sin problemas. A resolverlos pensarán las numerosas escuelas y los competentes maestros de esquí, las óptimas guías alpinas y acompañantes de media montaña, las numerosas y alegres asociaciones que reagrupan a los "aficionados", entusiastas de las novedades más de moda y un eficiente equipo médico capacitado para ayudar en cualquier tipo de intervención. Tampoco será un problema no contar con el equipo necesario si se desea probar el sabor de los deportes de invierno antes de equiparse completamente: una tupida red de alquileres da la posibilidad a todos los turistas de equiparse bien para las nieves del Abruzo. Los bares y restaurantes que se asoman directamente a las pistas ofrecen la posibilidad de relajarse y de ponerse un poco morenos con el sol invernal. El invierno abruzo sabe ser especial, y también el turista más

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distraído no podrá dejar de darse cuenta de ello. En esta estación los pueblos de la montaña del Abruzo, distantes unos pocos kilómetros de las pistas, adquieren un aspecto de fábula: nevados como pesebres, hacen vivir en una atmósfera mágica a quienes transcurran en ellos un período. Aquí se mantienen vivas e intactas las tradiciones locales, capaces de encantar y acoger completamente al huésped. Como en Rivisondoli, el 5 de enero, cuando en la llanura del pueblo, en el marco de una escenografía única, se repite desde hace cincuenta años el misterio de la Natividad. En la realización del belén viviente, que ha dado fama mundial al pueblo, participa toda la ciudadanía y también gente de fuera. Son centenares los turistas que esa noche visten los trajes de época de los pastores, de los soldados romanos o de los artesanos, haciéndose partícipes de la vida y de las tradiciones de la comunidad que los acoge. Existe también la robusta y genuina tradición gastronómica de la montaña del Abruzo, en la cual triunfan las carnes de cordero, el cerdo conservado y

transformado de mil formas, como las divinas mortadelas de Campotosto (conocidas como “cojones de mulo” por su peculiar forma y dimensión) o la ventricina del alto Vastese (en realidad se pelean por su paternidad Guilmi y Palmoli), un embutido rojo de espalda con aroma de pistacho, hinojo y pimiento rojo dulce y picante. Sin embargo, basta bajar a pocos kilómetros de las estaciones de esquí del Alto Sangro, a Pettorano sul Gizio, para calentarse con las humeantes lonchas de polenta tostada. A este plato tan sencillo pero extraordinario (alimento tradicional de los leñadores y carboneros del país, cuya preparación en el fuego de leña requiere fatiga y experiencia, encomendándose por tanto esta tarea a los hombres) hace honor una fiesta popular el último domingo del año. Una gastronomía fuerte, originalísima, con un sabor antiguo. Sugerentes manifestaciones tradicionales, pistas nevadas e instalaciones modernísimas. Todo hace que las vacaciones invernales en Abruzo sean inolvidables.

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distraído no podrá dejar de darse cuenta de ello. En esta estación los pueblos de la montaña del Abruzo, distantes unos pocos kilómetros de las pistas, adquieren un aspecto de fábula: nevados como pesebres, hacen vivir en una atmósfera mágica a quienes transcurran en ellos un período. Aquí se mantienen vivas e intactas las tradiciones locales, capaces de encantar y acoger completamente al huésped. Como en Rivisondoli, el 5 de enero, cuando en la llanura del pueblo, en el marco de una escenografía única, se repite desde hace cincuenta años el misterio de la Natividad. En la realización del belén viviente, que ha dado fama mundial al pueblo, participa toda la ciudadanía y también gente de fuera. Son centenares los turistas que esa noche visten los trajes de época de los pastores, de los soldados romanos o de los artesanos, haciéndose partícipes de la vida y de las tradiciones de la comunidad que los acoge. Existe también la robusta y genuina tradición gastronómica de la montaña del Abruzo, en la cual triunfan las carnes de cordero, el cerdo conservado y

transformado de mil formas, como las divinas mortadelas de Campotosto (conocidas como “cojones de mulo” por su peculiar forma y dimensión) o la ventricina del alto Vastese (en realidad se pelean por su paternidad Guilmi y Palmoli), un embutido rojo de espalda con aroma de pistacho, hinojo y pimiento rojo dulce y picante. Sin embargo, basta bajar a pocos kilómetros de las estaciones de esquí del Alto Sangro, a Pettorano sul Gizio, para calentarse con las humeantes lonchas de polenta tostada. A este plato tan sencillo pero extraordinario (alimento tradicional de los leñadores y carboneros del país, cuya preparación en el fuego de leña requiere fatiga y experiencia, encomendándose por tanto esta tarea a los hombres) hace honor una fiesta popular el último domingo del año. Una gastronomía fuerte, originalísima, con un sabor antiguo. Sugerentes manifestaciones tradicionales, pistas nevadas e instalaciones modernísimas. Todo hace que las vacaciones invernales en Abruzo sean inolvidables.

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EL pESEBRE viviEntE dE RiviSOndOLi

El Pesebre Viviente de Rivisondoli, el más conocido del Abruzo, tuvo su origen inmediatamente tras la posguerra, en el escenario de unas ruinas todavía humeantes, y quiso renacer ya desde finales de los años 40.En este marco, las autoridades ciudadanas de aquella época se reunieron para elaborar un proyecto que diera impulso económico al pueblo, y así acogieron con entusiasmo una idea del periodista Renato Caniglia, de origen rivisondolés. La posición de Rivisondoli, a las laderas del Monte Calvario, es la típica de un pesebre.¿Por qué no animar entonces este escenario con una representación "viviente" de la Navidad"? La realización de la idea presentaba, sin embargo, muchas dificultades y un esfuerzo económico importante, sobre todo considerando el momento histórico. Pero al final, el proyecto consiguió superar los obstáculos. Así, el día de la Epifanía de 1951 fue posible realizar la primera edición del Pesebre Viviente de Rivisondoli. Esa primera representación sagrada tuvo lugar a las puertas de la iglesia parroquial, en un espacio limitado que podía acoger a pocos espectadores.Pero el recogimiento y la revocación de la Navidad, a través de sus episodios más significativos, suscitaron en el ánimo de los presentes una profunda emoción. Una emoción que, desde entonces, incluso habiendo transcurrido más de medio siglo, se renueva anualmente. En los años siguientes la representación se amplió, aumentaron los personajes, las figuras y las

escenografías y se desplazó a los pies del pueblo para que toda la vecindad hiciera de contorno escenográfico en la representación. Todos los años, el día antes del evento, el fervor de los preparativos contagiaba a todos. Las mujeres confeccionaban trajes adecuados para la ocasión, los niños se vestían de pastores, los viejos pastores recuperaban los tradicionales adornos, los jóvenes que tenían que personalizar a los soldados romanos, a los Reyes Magos o a los ángeles, se preparaban con la minuciosidad y la seriedad que el rol les imponía. Todo el pueblo parecía un escenario sobre el cual los actores ensayaban las partes que se les había asignado, con una alegría desinteresada y solidaria, como la que puede dar solo un evento que toca el alma y los sentimientos más genuinos. Mucho tiempo ha pasado desde el lejano 1951. Gracias a varios directores de teatro se ha mejorado la escenografía, se han empleado técnicas más modernas para conseguir mejores efectos de luz y sonido, se han enriquecido los trajes y los vestidos, los participantes (incluso los no rivisondoleses) han crecido en número. La elección de la mujer que cubre el rol de la Virgen tiene lugar el 8 de diciembre, con el concurso "Selección de la Virgencita", mientras que el papel del Niño será siempre "reservado" al último nacido en el pueblo, casi para no cortar ese cordón umbilical que une de forma indisoluble Rivisondoli con su pesebre viviente.

LAS FARCHIE dE fARA fiLiORUM pEtRi

Fara Filiorum Petri, centro histórico de origen longobardo que aún conserva intactos muchos edificios antiguos, debe su fama a la fiesta tradicional de las farchie, que se desarrolla durante la solemnidad de San Antonio Abad, durante el mes de enero. Los habitantes de Fara celebran la fiesta de San Antonio Abad prendiendo fuego las farchie, enormes fardas de caña con una circunferencia de más de un metro y una altura que a veces supera los diez. Las mismas deben su nombre a la palabra de origen árabe afaca, es decir antorcha. El uso del fuego como elemento simbólico en los ritos relacionados con el culto a San Antonio Abad es común en todo el Mediterráneo, pero las farchie de Fara se distinguen por lo imponente de las construcciones, por la gran participación del pueblo que se precipita para asistir a la manifestación y por su número, que corresponde al de los doce barrios en los que se divide el pueblo. Esta tradición tiene sus raíces en los rituales agrícolas precristianos, probablemente a partir del culto al fuego sagrado, ritual de purificación y renacimiento, celebrado por las poblaciones rurales del Abruzo antiguo, que más tarde ha encontrado alimento en un suceso histórico del cual se apropia la tradición popular. Todo tuvo lugar entre 1798 y 1799: el ejército francés, llegado a Italia siguiendo las huellas de la revolución, avanzaba con gran paso a lo largo de la península. Hacia el mes de diciembre de 1798 se encontraban en las puertas del Abruzo, más precisamente en el territorio teramano

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de Civitella del Tronto. Las tropas francesas no temían al ejército borbónico que trataba de resistir y, sin demasiada dificultad, avanzaron hacia el sur. En la víspera de Navidad de aquel año entraron en Chieti. El interior de la provincia teatina organizó una resistencia que culminó con la masacre de Guardiagrele, sobre cuyo camino se encuentra Fara Filiorum Preti, y donde los habitantes esperaban, atrincherados en las casas, la invasión enemiga. La noche del 16 de enero de 1799 tuvo lugar el milagro: el bosque que rodea el pueblo de Fara, entonces feudo de los príncipes Colonna, se prendió fuego y las plantas que se quemaron al atardecer, asumiendo el aspecto de enormes guerreros. Los franceses, frente a un espectáculo de tal magnitud, prefirieron capear el pueblo y dirigirse hacia otros centros, mientras que los habitantes de Fara atribuyeron este milagro a la intercesión de San Antonio Abad. Desde aquel momento, cada 16 de enero, ese prodigioso incendio es recreado simbólicamente por los habitantes de los doce barrios con el incendio de las farchie. Algunos días antes de la fiesta, cada barrio empieza a construir su farchia. Existe la tradición por la cual las cañas deban ser robadas, por lo tanto, desde los primeros días de enero, los jóvenes del pueblo se procuran la materia prima en los campos circundantes de Pretoro, Roccamontepiano, Cascanditella, San Martino sulla Marrucina, Bucchianico, mientras otros jóvenes las custodian. Durante las frías noches de enero la gente se reúne para construir los gigantes. En las primeras horas de la tarde del 16 de enero, los barrios comienzan a transportar las farchie delante de la pequeña iglesia dedicada a San Antonio. En el pasado eran transportadas en carros, hoy en día se usan tractores, sin embargo, la atmósfera de fiesta no ha cambiado, e involucra tanto a grandes como a niños. Numerosos organistas que cantan las oraciones de San Antonio acompañan las fases de preparación de la fiesta. Con la ayuda de cuerdas, delante de la iglesia, se alzan las farchie que se incendiarán, mientras explotan los pequeños triquitraques colocados en su interior. Cuando cae la noche, las torres de caña encendidas ofrecen un espectáculo inolvidable. La velada transcurre entre cantos, bailes y momentos de gran alegría, durante la noche se saborean vinos y bizcochos. Cuando el fuego ha consumido casi todas las cañas, la fiesta sigue en cada barrio, donde los habitantes se reúnen alrededor de los restos de la propia farchia y recogen los tizones apagados que conservan como reliquias.

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EL pESEBRE viviEntE dE RiviSOndOLi

El Pesebre Viviente de Rivisondoli, el más conocido del Abruzo, tuvo su origen inmediatamente tras la posguerra, en el escenario de unas ruinas todavía humeantes, y quiso renacer ya desde finales de los años 40.En este marco, las autoridades ciudadanas de aquella época se reunieron para elaborar un proyecto que diera impulso económico al pueblo, y así acogieron con entusiasmo una idea del periodista Renato Caniglia, de origen rivisondolés. La posición de Rivisondoli, a las laderas del Monte Calvario, es la típica de un pesebre.¿Por qué no animar entonces este escenario con una representación "viviente" de la Navidad"? La realización de la idea presentaba, sin embargo, muchas dificultades y un esfuerzo económico importante, sobre todo considerando el momento histórico. Pero al final, el proyecto consiguió superar los obstáculos. Así, el día de la Epifanía de 1951 fue posible realizar la primera edición del Pesebre Viviente de Rivisondoli. Esa primera representación sagrada tuvo lugar a las puertas de la iglesia parroquial, en un espacio limitado que podía acoger a pocos espectadores.Pero el recogimiento y la revocación de la Navidad, a través de sus episodios más significativos, suscitaron en el ánimo de los presentes una profunda emoción. Una emoción que, desde entonces, incluso habiendo transcurrido más de medio siglo, se renueva anualmente. En los años siguientes la representación se amplió, aumentaron los personajes, las figuras y las

escenografías y se desplazó a los pies del pueblo para que toda la vecindad hiciera de contorno escenográfico en la representación. Todos los años, el día antes del evento, el fervor de los preparativos contagiaba a todos. Las mujeres confeccionaban trajes adecuados para la ocasión, los niños se vestían de pastores, los viejos pastores recuperaban los tradicionales adornos, los jóvenes que tenían que personalizar a los soldados romanos, a los Reyes Magos o a los ángeles, se preparaban con la minuciosidad y la seriedad que el rol les imponía. Todo el pueblo parecía un escenario sobre el cual los actores ensayaban las partes que se les había asignado, con una alegría desinteresada y solidaria, como la que puede dar solo un evento que toca el alma y los sentimientos más genuinos. Mucho tiempo ha pasado desde el lejano 1951. Gracias a varios directores de teatro se ha mejorado la escenografía, se han empleado técnicas más modernas para conseguir mejores efectos de luz y sonido, se han enriquecido los trajes y los vestidos, los participantes (incluso los no rivisondoleses) han crecido en número. La elección de la mujer que cubre el rol de la Virgen tiene lugar el 8 de diciembre, con el concurso "Selección de la Virgencita", mientras que el papel del Niño será siempre "reservado" al último nacido en el pueblo, casi para no cortar ese cordón umbilical que une de forma indisoluble Rivisondoli con su pesebre viviente.

LAS FARCHIE dE fARA fiLiORUM pEtRi

Fara Filiorum Petri, centro histórico de origen longobardo que aún conserva intactos muchos edificios antiguos, debe su fama a la fiesta tradicional de las farchie, que se desarrolla durante la solemnidad de San Antonio Abad, durante el mes de enero. Los habitantes de Fara celebran la fiesta de San Antonio Abad prendiendo fuego las farchie, enormes fardas de caña con una circunferencia de más de un metro y una altura que a veces supera los diez. Las mismas deben su nombre a la palabra de origen árabe afaca, es decir antorcha. El uso del fuego como elemento simbólico en los ritos relacionados con el culto a San Antonio Abad es común en todo el Mediterráneo, pero las farchie de Fara se distinguen por lo imponente de las construcciones, por la gran participación del pueblo que se precipita para asistir a la manifestación y por su número, que corresponde al de los doce barrios en los que se divide el pueblo. Esta tradición tiene sus raíces en los rituales agrícolas precristianos, probablemente a partir del culto al fuego sagrado, ritual de purificación y renacimiento, celebrado por las poblaciones rurales del Abruzo antiguo, que más tarde ha encontrado alimento en un suceso histórico del cual se apropia la tradición popular. Todo tuvo lugar entre 1798 y 1799: el ejército francés, llegado a Italia siguiendo las huellas de la revolución, avanzaba con gran paso a lo largo de la península. Hacia el mes de diciembre de 1798 se encontraban en las puertas del Abruzo, más precisamente en el territorio teramano

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de Civitella del Tronto. Las tropas francesas no temían al ejército borbónico que trataba de resistir y, sin demasiada dificultad, avanzaron hacia el sur. En la víspera de Navidad de aquel año entraron en Chieti. El interior de la provincia teatina organizó una resistencia que culminó con la masacre de Guardiagrele, sobre cuyo camino se encuentra Fara Filiorum Preti, y donde los habitantes esperaban, atrincherados en las casas, la invasión enemiga. La noche del 16 de enero de 1799 tuvo lugar el milagro: el bosque que rodea el pueblo de Fara, entonces feudo de los príncipes Colonna, se prendió fuego y las plantas que se quemaron al atardecer, asumiendo el aspecto de enormes guerreros. Los franceses, frente a un espectáculo de tal magnitud, prefirieron capear el pueblo y dirigirse hacia otros centros, mientras que los habitantes de Fara atribuyeron este milagro a la intercesión de San Antonio Abad. Desde aquel momento, cada 16 de enero, ese prodigioso incendio es recreado simbólicamente por los habitantes de los doce barrios con el incendio de las farchie. Algunos días antes de la fiesta, cada barrio empieza a construir su farchia. Existe la tradición por la cual las cañas deban ser robadas, por lo tanto, desde los primeros días de enero, los jóvenes del pueblo se procuran la materia prima en los campos circundantes de Pretoro, Roccamontepiano, Cascanditella, San Martino sulla Marrucina, Bucchianico, mientras otros jóvenes las custodian. Durante las frías noches de enero la gente se reúne para construir los gigantes. En las primeras horas de la tarde del 16 de enero, los barrios comienzan a transportar las farchie delante de la pequeña iglesia dedicada a San Antonio. En el pasado eran transportadas en carros, hoy en día se usan tractores, sin embargo, la atmósfera de fiesta no ha cambiado, e involucra tanto a grandes como a niños. Numerosos organistas que cantan las oraciones de San Antonio acompañan las fases de preparación de la fiesta. Con la ayuda de cuerdas, delante de la iglesia, se alzan las farchie que se incendiarán, mientras explotan los pequeños triquitraques colocados en su interior. Cuando cae la noche, las torres de caña encendidas ofrecen un espectáculo inolvidable. La velada transcurre entre cantos, bailes y momentos de gran alegría, durante la noche se saborean vinos y bizcochos. Cuando el fuego ha consumido casi todas las cañas, la fiesta sigue en cada barrio, donde los habitantes se reúnen alrededor de los restos de la propia farchia y recogen los tizones apagados que conservan como reliquias.

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Abruzo

Un GRAn MUSEO al aire libre Conocido en todo el mundo por su naturaleza, el Abruzo expone, como un gran museo al aire libre sin horarios ni muros, obras de arte y monumentos en su paisaje peculiar e intacto. Al lado de lugares celebérrimos como la Rocca de Calascio, el extraordinario centro histórico de Pescocostanzo, el Museo Arqueológico Nacional de Chieti, el poderoso castillo del siglo XVI de L’Aquila, decenas y decenas de maravillas menos conocidas y esparcidas por toda la región también emocionan al turista. Las restauraciones de las iglesias y castillos, la reestructuración y revalorización de los lugares arqueológicos y de las ermitas, el nacimiento de pequeños y grandes museos y de los nuevos centros de visita de los parques hacen que la lista de cosas para ver se haga cada año más larga. También esto forma parte del gran encanto de la "región verde” de Italia.

El Abruzo antiguo El solemne Guerriero di Capestrano es probablemente el símbolo más conocido y representativo del Abruzo. Descubierta en 1934, a poca distancia de una de las vías de comunicación más importantes de los Apeninos, esta estatua del siglo VI a.C. es la obra más conocida del Abruzo antiguo, cuyas indomables gentes Itálicas representaron, durante siglos, la espina más temible en el costado de los Romanos. Fueron ellos los que acuñaron y utilizaron por primera vez la palabra "Italia", con la que definían su propia confederación. Sus necrópolis y sus centros habitados seguían reservando grandes sorpresas a los arqueólogos, devolviendo a menudo verdaderas obras de arte, como los féretros de marfil, las armas y los inconfundibles discos-corazas. Igualmente rico es el marco ofrecido por la Prehistoria del Abruzo, cuyos restos afloran de forma especial en la Majella y en el Fucino, dando testimonio de una peculiaridad del Abruzo, ¡la de estar ininterrumpidamente habitado por el hombre desde hace más de 700.000 años! También los testimonios del Abruzo romano –con las ruinas de Alba Fucens, Peltuinum, Amiternum, Juavnum– son aún más atractivos gracias a los espectaculares paisajes circundantes.

LA nECRópOLiS dE fOSSA La necrópolis de Fossa sigue, por extensión, a la de Campovalano, la misma es considerada la necrópolis itálica más importante de la región; utilizada por los habitantes de la cercana, y ya desaparecida, ciudad de Aveia de forma ininterrumpida, durante casi mil años. En los albores de su historia, entre los siglos X y IX a.C., cuando las tumbas estaban cubiertas con grandes túmulos rodeados de piedras, en Fossa se produce un fenómeno sin igual en Abruzo. Fuera del túmulo se disponen filas de grandes piedras, similares a los menhires célticos, colocadas a una altura decreciente a medida que se toma distancia de la tumba. Precisamente golpeando la parte superior de una de estas grandes piedras como un arado se permitió su descubrimiento. De las más de quinientas tumbas encontradas hasta hoy, muchas son de tipo "túmulo", y se presentan cubiertas con una pequeña colina de tierra rodeada con un círculo de piedras. Pero es en las tumbas de cámara, verdaderas casitas de piedra, en donde se encuentran los espectaculares féretros de hueso que han hecho célebre Fossa. Realizados en madera como los triclinios están adornados con decoraciones finísimas en lámina de hueso esculpido.

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Abruzo

Un GRAn MUSEO al aire libre Conocido en todo el mundo por su naturaleza, el Abruzo expone, como un gran museo al aire libre sin horarios ni muros, obras de arte y monumentos en su paisaje peculiar e intacto. Al lado de lugares celebérrimos como la Rocca de Calascio, el extraordinario centro histórico de Pescocostanzo, el Museo Arqueológico Nacional de Chieti, el poderoso castillo del siglo XVI de L’Aquila, decenas y decenas de maravillas menos conocidas y esparcidas por toda la región también emocionan al turista. Las restauraciones de las iglesias y castillos, la reestructuración y revalorización de los lugares arqueológicos y de las ermitas, el nacimiento de pequeños y grandes museos y de los nuevos centros de visita de los parques hacen que la lista de cosas para ver se haga cada año más larga. También esto forma parte del gran encanto de la "región verde” de Italia.

El Abruzo antiguo El solemne Guerriero di Capestrano es probablemente el símbolo más conocido y representativo del Abruzo. Descubierta en 1934, a poca distancia de una de las vías de comunicación más importantes de los Apeninos, esta estatua del siglo VI a.C. es la obra más conocida del Abruzo antiguo, cuyas indomables gentes Itálicas representaron, durante siglos, la espina más temible en el costado de los Romanos. Fueron ellos los que acuñaron y utilizaron por primera vez la palabra "Italia", con la que definían su propia confederación. Sus necrópolis y sus centros habitados seguían reservando grandes sorpresas a los arqueólogos, devolviendo a menudo verdaderas obras de arte, como los féretros de marfil, las armas y los inconfundibles discos-corazas. Igualmente rico es el marco ofrecido por la Prehistoria del Abruzo, cuyos restos afloran de forma especial en la Majella y en el Fucino, dando testimonio de una peculiaridad del Abruzo, ¡la de estar ininterrumpidamente habitado por el hombre desde hace más de 700.000 años! También los testimonios del Abruzo romano –con las ruinas de Alba Fucens, Peltuinum, Amiternum, Juavnum– son aún más atractivos gracias a los espectaculares paisajes circundantes.

LA nECRópOLiS dE fOSSA La necrópolis de Fossa sigue, por extensión, a la de Campovalano, la misma es considerada la necrópolis itálica más importante de la región; utilizada por los habitantes de la cercana, y ya desaparecida, ciudad de Aveia de forma ininterrumpida, durante casi mil años. En los albores de su historia, entre los siglos X y IX a.C., cuando las tumbas estaban cubiertas con grandes túmulos rodeados de piedras, en Fossa se produce un fenómeno sin igual en Abruzo. Fuera del túmulo se disponen filas de grandes piedras, similares a los menhires célticos, colocadas a una altura decreciente a medida que se toma distancia de la tumba. Precisamente golpeando la parte superior de una de estas grandes piedras como un arado se permitió su descubrimiento. De las más de quinientas tumbas encontradas hasta hoy, muchas son de tipo "túmulo", y se presentan cubiertas con una pequeña colina de tierra rodeada con un círculo de piedras. Pero es en las tumbas de cámara, verdaderas casitas de piedra, en donde se encuentran los espectaculares féretros de hueso que han hecho célebre Fossa. Realizados en madera como los triclinios están adornados con decoraciones finísimas en lámina de hueso esculpido.

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El Abruzo del Medioevo y del Renacimiento Espléndidas iglesias medievales en el centro de solitarias altiplanicies y ermitas escondidas en los recovecos de las montañas, imponentes abadías y poderosos castillos: todos elementos que originalmente calificaban el paisaje abruzo. La Edad Media es, de hecho, la época que ha dejado en el territorio las huellas más evidentes y sugerentes, capaces de imprimirse para siempre en los ojos y en el corazón de los visitantes. La montaña tuvo en el Abruzo, durante la Edad Media, una gran importancia militar y económica y fue protagonista de un extraordinario florecimiento de las obras de arte. Por toda la cordillera apenina y en sus centros habitados, grandes y pequeños, los edificios, los castillos y las iglesias románicas, góticas y renacentistas del Abruzo florecieron con gran vigor, muchas veces embellecidas por la aportación de artistas de gran estatura: los enormes capiteles producidos en la región por la gran estación del pastoreo dieron en esta época sus frutos más ricos y duraderos. El Abruzo desde el Siglo XVI hasta hoy Gracias a la posición central en la península y al papel de bisagra que desempeñaron durante siglos entre norte y sur, entre Europa y el Mediterráneo, el Abruzo sintetiza en su propia historia del arte los influjos lombardos y napolitanos, toscanos y puglieses, francoalemanes y españoles, balcánicos y orientales, con resultados muy originales y cosmopolitas. Sin embargo, a pesar de que el pastoreo trashumante haya conservado hasta la unidad de Italia una importancia capital en la economía de la región, la construcción y las artes figurativas han dejado entre los montes y colinas del Abruzo testimonios menos

importantes en el tiempo que en los siglos anteriores. Una tendencia destinada a interrumpirse con el siglo XIX y la unidad de Italia, cuando una nueva generación de artistas, músicos y escritores relanzan, de manera importante, el nivel cultural y artístico de la región. Francesco Paolo Michetti, Gabriel D’Annunzio, Basilio Cascella, Francesco Paolo Tosti, Antonio De Nino, Teofilo Patini y, en el siglo XX, Ignacio Silone y Ennio Flajano dieron desde el Abruzo una aportación determinante a la cultura del joven estado italiano. El encuentro con sus obras es fundamental para comprender los paisajes, la naturaleza y la gente de esta tierra. Museos del Abruzo Una síntesis eficaz y espectacular del patrimonio histórico y artístico del Abruzo lo ofrece su rica, variada y estupenda red de museos. Desde las grandes colecciones dedicadas a la arqueología a los museos de arte clásico, a las muestras dedicadas al folclore y a la vida de los campesinos y pastores o a los numerosos polos expositivos de arte moderno y contemporáneo, el sistema museal abruzo cuenta con museos de absoluto prestigio, como el gran Museo Nacional del Abruzo en L'Aquila, el Museo Arqueológico Nacional de Chieti, el Museo de las Gentes del Abruzo en Pescara, los dos espléndidos museos dedicados a las prestigiosas mayólicas de Castelli en Castelli y en Loreto Aprutino (la famosa

Colección Acerbo).Pero sobre todo es el gran número de museos locales, a veces de inusitada belleza y riqueza, lo que califica de modo capilar al territorio, haciendo de él un verdadero "museo difundido". El Museo Capitular de Atri, el Museo Arqueológico de Teramo, el Museo della Civitella de Chieti, El Museo del Esplendor de Gulianova, el Museo de la Civilización Campesina de Piacciano, el Museo Cívico de Sulmona, el castillo-museo de Crecchio, son solo algunas de las perlas museales que salpican el territorio abruzo. El folklore En cada estación del año y en cada pueblo y ciudad del Abruzo, durante los 12 meses se suceden tradiciones y fiestas del folklore que involucran comunidades enteras. A veces de origen muy antiguo, en estos ritos, la sincera devoción cristiana y los inmemorables cultos paganos conviven desde siempre. Para los visitantes estas celebraciones representan una ocasión de diversión (con las bandas, los juegos populares, los spari, es decir la pirotecnia, que generalmente se suceden hasta muy tarde por la noche), así como también un momento de intensa fascinación en pos del “descubrimiento” de ritos ancestrales como las farchie de Fara Filiorum Petri o los serpari de Cocullo. El ciclo de las

LA COLEGiAtA dE pESCOCOStAnZO En Pescocostanzo, uno de los burgos más hermosos del Abruzo por sus antiguas casas, sus edificios renacentistas, sus espléndidas y riquísimas iglesias, una en especial merece una visita: la Colegiata de Santa María del Colle. Los primeros datos ciertos sobre el edificio se remontan al siglo XV, el mismo alcanza su mayor esplendor en el siglo XVIII, por el gran enriquecimiento de las decoraciones interiores, que vio trabajar a numerosas maestranzas, sobre todo pescolanas, como demostración de una vivacidad artística debida esencialmente a la presencia, en Pescocostanzo, del gran arquitecto barroco Cosimo Fanzago. La riqueza decorativa y la cantidad de obras de arte de todo tipo que custodia, entre las cuales numerosas obras de arte absolutas, es estupefaciente.

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El Abruzo del Medioevo y del Renacimiento Espléndidas iglesias medievales en el centro de solitarias altiplanicies y ermitas escondidas en los recovecos de las montañas, imponentes abadías y poderosos castillos: todos elementos que originalmente calificaban el paisaje abruzo. La Edad Media es, de hecho, la época que ha dejado en el territorio las huellas más evidentes y sugerentes, capaces de imprimirse para siempre en los ojos y en el corazón de los visitantes. La montaña tuvo en el Abruzo, durante la Edad Media, una gran importancia militar y económica y fue protagonista de un extraordinario florecimiento de las obras de arte. Por toda la cordillera apenina y en sus centros habitados, grandes y pequeños, los edificios, los castillos y las iglesias románicas, góticas y renacentistas del Abruzo florecieron con gran vigor, muchas veces embellecidas por la aportación de artistas de gran estatura: los enormes capiteles producidos en la región por la gran estación del pastoreo dieron en esta época sus frutos más ricos y duraderos. El Abruzo desde el Siglo XVI hasta hoy Gracias a la posición central en la península y al papel de bisagra que desempeñaron durante siglos entre norte y sur, entre Europa y el Mediterráneo, el Abruzo sintetiza en su propia historia del arte los influjos lombardos y napolitanos, toscanos y puglieses, francoalemanes y españoles, balcánicos y orientales, con resultados muy originales y cosmopolitas. Sin embargo, a pesar de que el pastoreo trashumante haya conservado hasta la unidad de Italia una importancia capital en la economía de la región, la construcción y las artes figurativas han dejado entre los montes y colinas del Abruzo testimonios menos

importantes en el tiempo que en los siglos anteriores. Una tendencia destinada a interrumpirse con el siglo XIX y la unidad de Italia, cuando una nueva generación de artistas, músicos y escritores relanzan, de manera importante, el nivel cultural y artístico de la región. Francesco Paolo Michetti, Gabriel D’Annunzio, Basilio Cascella, Francesco Paolo Tosti, Antonio De Nino, Teofilo Patini y, en el siglo XX, Ignacio Silone y Ennio Flajano dieron desde el Abruzo una aportación determinante a la cultura del joven estado italiano. El encuentro con sus obras es fundamental para comprender los paisajes, la naturaleza y la gente de esta tierra. Museos del Abruzo Una síntesis eficaz y espectacular del patrimonio histórico y artístico del Abruzo lo ofrece su rica, variada y estupenda red de museos. Desde las grandes colecciones dedicadas a la arqueología a los museos de arte clásico, a las muestras dedicadas al folclore y a la vida de los campesinos y pastores o a los numerosos polos expositivos de arte moderno y contemporáneo, el sistema museal abruzo cuenta con museos de absoluto prestigio, como el gran Museo Nacional del Abruzo en L'Aquila, el Museo Arqueológico Nacional de Chieti, el Museo de las Gentes del Abruzo en Pescara, los dos espléndidos museos dedicados a las prestigiosas mayólicas de Castelli en Castelli y en Loreto Aprutino (la famosa

Colección Acerbo).Pero sobre todo es el gran número de museos locales, a veces de inusitada belleza y riqueza, lo que califica de modo capilar al territorio, haciendo de él un verdadero "museo difundido". El Museo Capitular de Atri, el Museo Arqueológico de Teramo, el Museo della Civitella de Chieti, El Museo del Esplendor de Gulianova, el Museo de la Civilización Campesina de Piacciano, el Museo Cívico de Sulmona, el castillo-museo de Crecchio, son solo algunas de las perlas museales que salpican el territorio abruzo. El folklore En cada estación del año y en cada pueblo y ciudad del Abruzo, durante los 12 meses se suceden tradiciones y fiestas del folklore que involucran comunidades enteras. A veces de origen muy antiguo, en estos ritos, la sincera devoción cristiana y los inmemorables cultos paganos conviven desde siempre. Para los visitantes estas celebraciones representan una ocasión de diversión (con las bandas, los juegos populares, los spari, es decir la pirotecnia, que generalmente se suceden hasta muy tarde por la noche), así como también un momento de intensa fascinación en pos del “descubrimiento” de ritos ancestrales como las farchie de Fara Filiorum Petri o los serpari de Cocullo. El ciclo de las

LA COLEGiAtA dE pESCOCOStAnZO En Pescocostanzo, uno de los burgos más hermosos del Abruzo por sus antiguas casas, sus edificios renacentistas, sus espléndidas y riquísimas iglesias, una en especial merece una visita: la Colegiata de Santa María del Colle. Los primeros datos ciertos sobre el edificio se remontan al siglo XV, el mismo alcanza su mayor esplendor en el siglo XVIII, por el gran enriquecimiento de las decoraciones interiores, que vio trabajar a numerosas maestranzas, sobre todo pescolanas, como demostración de una vivacidad artística debida esencialmente a la presencia, en Pescocostanzo, del gran arquitecto barroco Cosimo Fanzago. La riqueza decorativa y la cantidad de obras de arte de todo tipo que custodia, entre las cuales numerosas obras de arte absolutas, es estupefaciente.

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EL pALAZZO dE pOMpEiS dE tORRE dE' pASSERi Es una señorial residencia, situada en el número 10 de la plaza del Plebiscito, propiedad de la familia De Pompeis, que conserva intactos los espacios, los ambientes y las decoraciones de una residencia señorial provincial del Neoclásico.

tradiciones populares se abre durante la primavera, con las representaciones sacras de la Semana Santa. El domingo de Pascua, en Sulmona, se celebra la representación de la Madonna che scappa: manifestación sacra con su momento clave durante el mediodía de Pascua, en la amplia y sugestiva plaza Garibaldi, cuando la Virgen “corre” al encuentro del Hijo resucitado. El hilo que une el folklore y las tradiciones populares abruzas a la historia y la cultura de su gente es todavía más evidente en las representaciones del mes de mayo, en especial aquellas relacionadas con el culto de Santo Domingo, que tienen lugar en Villalago, Pretoro, Palombaro, Villamagna, Lama dei Peligni y Pizzoferrato. Sin embargo, es en Cocullo que se celebra, el primer jueves del mes, la más espectacular, filmada por todas las televisiones del mundo, durante la cual la estatua del santo es llevada en procesión literalmente cubierta de serpientes. Siempre en mayo, el lunes de Pentecostés, en Loreto Apruntino se celebra desde hace siglos el ritual pagano de la genuflexión del buey, que desde el 700 inició a ser asociado con la fiesta de San Zopito, patrón del pueblo. El verano presenta fiestas patronales, fiestas populares gastronómicas, sugestivas procesiones sobre el mar (que tienen lugar en casi todos los centros costeros). La manifestación

estival más importante es la que tiene lugar el 28 y 29 de agosto en L’Aquila: la Perdonanza Cristiana, a la cual participan peregrinos provenientes de todas partes del mundo. Las manifestaciones invernales tienen como denominador común el fuego, con su valor mágico y propiciatorio. Se encienden grandes fuegos durante todo el solsticio de invierno, para dar calor a la “madre tierra” y para iluminar las largas y heladas noches de los pueblos abruzos. El efecto es mágico, dado que la atmósfera que se crea proyecta a quien se encuentre viviendo esta experiencia, dentro de una dimensión de sueño en la que el tiempo se detiene. Así ocurre en Scanno, en donde el 11 de noviembre, fiesta de San Martín, se encienden las Glorie; en Pescasseroli, la noche de Navidad, cuando en la plaza frente a la iglesia se enciende la Tomba; en Alfedenta y Ateleta, donde el 17 de enero, fiesta de San Antonio Abad se encienden enormes hogueras en la plaza; o en Fara Filiorum Petri, donde siempre en honor de San Antonio Abad, protector del hogar y de los animales, el 16 de enero se da fuego a las farchie, enormes antorchas de caña. Las artesanías artísticas Como todas las regiones que se asoman solo desde hace cincuenta años a la modernidad, también el Abruzo conservan una rica y

LA GRUtA-SAntUARiO dE LiSCiA La Gruta-santuario de Liscia es una de las más sugerentes entre las innumerables grutas dedicadas al culto del Arcángel San Miguel en los Apeninos. Ésta es, hasta hoy, meta de numerosos devotos que llegan procedentes de todos los rincones del Abruzo y también de la cercana región del Molise. Dos veces al año se repite el antiguo rito de beber el agua que brota en su interior, agua considerada milagrosa. La devoción popular resulta documentada desde el siglo XVIII, cuando los Ávalos –feudatarios de Monteodorisio– mandaron construir ante su entrada una pequeña iglesia en la que se expone la estatua del santo. El 8 de mayo y el 29 de septiembre los fieles cumplen una serie de emocionantes ritos: tocan y rozan contra las paredes de roca pañuelos y objetos sagrados, luego beben el agua de fuente que gotea de las estalactitas, remedio considerado eficaz contra diversos males. Los peregrinos se encomiendan a los poderes del santo, invocando la gracia, como dan testimonio de ello los muchísimos ex voto conservados en su interior.

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EL pALAZZO dE pOMpEiS dE tORRE dE' pASSERi Es una señorial residencia, situada en el número 10 de la plaza del Plebiscito, propiedad de la familia De Pompeis, que conserva intactos los espacios, los ambientes y las decoraciones de una residencia señorial provincial del Neoclásico.

tradiciones populares se abre durante la primavera, con las representaciones sacras de la Semana Santa. El domingo de Pascua, en Sulmona, se celebra la representación de la Madonna che scappa: manifestación sacra con su momento clave durante el mediodía de Pascua, en la amplia y sugestiva plaza Garibaldi, cuando la Virgen “corre” al encuentro del Hijo resucitado. El hilo que une el folklore y las tradiciones populares abruzas a la historia y la cultura de su gente es todavía más evidente en las representaciones del mes de mayo, en especial aquellas relacionadas con el culto de Santo Domingo, que tienen lugar en Villalago, Pretoro, Palombaro, Villamagna, Lama dei Peligni y Pizzoferrato. Sin embargo, es en Cocullo que se celebra, el primer jueves del mes, la más espectacular, filmada por todas las televisiones del mundo, durante la cual la estatua del santo es llevada en procesión literalmente cubierta de serpientes. Siempre en mayo, el lunes de Pentecostés, en Loreto Apruntino se celebra desde hace siglos el ritual pagano de la genuflexión del buey, que desde el 700 inició a ser asociado con la fiesta de San Zopito, patrón del pueblo. El verano presenta fiestas patronales, fiestas populares gastronómicas, sugestivas procesiones sobre el mar (que tienen lugar en casi todos los centros costeros). La manifestación

estival más importante es la que tiene lugar el 28 y 29 de agosto en L’Aquila: la Perdonanza Cristiana, a la cual participan peregrinos provenientes de todas partes del mundo. Las manifestaciones invernales tienen como denominador común el fuego, con su valor mágico y propiciatorio. Se encienden grandes fuegos durante todo el solsticio de invierno, para dar calor a la “madre tierra” y para iluminar las largas y heladas noches de los pueblos abruzos. El efecto es mágico, dado que la atmósfera que se crea proyecta a quien se encuentre viviendo esta experiencia, dentro de una dimensión de sueño en la que el tiempo se detiene. Así ocurre en Scanno, en donde el 11 de noviembre, fiesta de San Martín, se encienden las Glorie; en Pescasseroli, la noche de Navidad, cuando en la plaza frente a la iglesia se enciende la Tomba; en Alfedenta y Ateleta, donde el 17 de enero, fiesta de San Antonio Abad se encienden enormes hogueras en la plaza; o en Fara Filiorum Petri, donde siempre en honor de San Antonio Abad, protector del hogar y de los animales, el 16 de enero se da fuego a las farchie, enormes antorchas de caña. Las artesanías artísticas Como todas las regiones que se asoman solo desde hace cincuenta años a la modernidad, también el Abruzo conservan una rica y

LA GRUtA-SAntUARiO dE LiSCiA La Gruta-santuario de Liscia es una de las más sugerentes entre las innumerables grutas dedicadas al culto del Arcángel San Miguel en los Apeninos. Ésta es, hasta hoy, meta de numerosos devotos que llegan procedentes de todos los rincones del Abruzo y también de la cercana región del Molise. Dos veces al año se repite el antiguo rito de beber el agua que brota en su interior, agua considerada milagrosa. La devoción popular resulta documentada desde el siglo XVIII, cuando los Ávalos –feudatarios de Monteodorisio– mandaron construir ante su entrada una pequeña iglesia en la que se expone la estatua del santo. El 8 de mayo y el 29 de septiembre los fieles cumplen una serie de emocionantes ritos: tocan y rozan contra las paredes de roca pañuelos y objetos sagrados, luego beben el agua de fuente que gotea de las estalactitas, remedio considerado eficaz contra diversos males. Los peregrinos se encomiendan a los poderes del santo, invocando la gracia, como dan testimonio de ello los muchísimos ex voto conservados en su interior.

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variada tradición artesana: hierro forjado y cobre, tejidos y encajes, artes de madera y de piedra, joyería y mayólica. Entre todas las expresiones de la artesanía artística, las primeras por su originalidad y altísima calidad son, sobre todo, la joyería y las artes del encaje y de la cerámica mayólica. En Pescocostanzo y en Scanno se realizan refinadísimos encajes de cojín y espléndidas joyas de oro y plata, creadas a partir de antiguos diseños y a veces labradas en filigrana. Entre ellas se recuerda la famosa presentosa, medallón símbolo de amor para las mujeres del Abruzo. La mayólica, otra producción típica del Abruzo desde la Edad Media, tiene su capital en Castelli, durante siglos uno de los centros más importantes de producción de toda Europa. Sus piezas renacentistas y barrocas, buscadas y ambicionadas tiempo atrás por las principales cortes principescas de Europa, enriquecen hoy las colecciones de los museos más importantes del mundo.

Los castillos Otra de las características peculiares del Abruzo, que llama enseguida la atención, incluso simplemente atravesando la región en coche, es el alto número de antiguos castillos que aparecen por todas partes. Se puede decir que no hay pueblo, cima dominante, paso o promontorio que no tenga su torre, su castillo, su recinto fortificado. Las razones históricas son simples: un larguísimo periodo de peligro, interno y externo, que obligó a todas las comunidades a encargarse de su propia defensa. Pero lo que más nos interesa es el resultado actual que convierte al Abruzo en el más grande y completo museo italiano al aire libre de arquitectura militar. De hecho, cuenta con al menos un ejemplar, y de buen nivel, por cada tipo de fortificación conocida. Otra particularidad única es que gran parte de ellos conservan casi intacto incluso el territorio circunstante, su propio contexto original. Un buen ejemplo es el extraordinario castillo del siglo XIII

de Rocca Calascio: las formas esenciales, la simetría perfecta, la coherencia de la construcción arquitectónica que traiciona no solo la seguridad del proyecto sino también una consciente voluntad expresiva, lo convierten en uno de los castillos más bellos y sugerentes de Europa. Situado a casi 1500 metros de altura, en una posición extraordinariamente dominante en el valle inferior, se abre a un panorama montano impresionante, sin época, intacto. Es difícil imaginar un castillo más dominante que éste, su ambiente, si acaso, coincide con el horizonte más lejano. La sugestión del lugar permite percibir plenamente aquella sensación de "estar suspendidos en el tiempo" que, más que cualquier otra caracteriza, el Abruzo en su interior, fascinando al visitante. Los centros históricos Casi todos los pueblos del Abruzo, sobre todo los del interior (es decir la mayor parte de ellos) tienen un aspecto común y

CAStELLi, CApitAL dE LA MAyóLiCA Castelli es un pequeño y pintoresco burgo a las faldas del Gran Sasso, conocido desde hace siglos como una de las capitales italianas de la mayólica. Durante finales de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco, salieron de sus hornos verdaderas obras de arte de la mayólica pintada, hoy conservadas en colecciones y museos de todo el mundo. Los nombres de las dinastías de artistas castellanos como los Pompei, los Grue, los Gentili, los Cappelletti, los Fuina entraron en la historia del arte. Hoy en Castelli el arte de la cerámica está más vivo que nunca, innovando constantemente la producción sin traicionar nunca las raíces. Aloja además una importante escuela de arte cerámica y un gran museo, mientras en sus cercanías está situada la cona de San Donato, una pequeña iglesia de campo, adornada con un techo de azulejos de cerámica del 1615 de grandísimo valor y belleza, hasta tal punto que ha sido definida "la Capilla Sixtina de la mayólica italiana".

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variada tradición artesana: hierro forjado y cobre, tejidos y encajes, artes de madera y de piedra, joyería y mayólica. Entre todas las expresiones de la artesanía artística, las primeras por su originalidad y altísima calidad son, sobre todo, la joyería y las artes del encaje y de la cerámica mayólica. En Pescocostanzo y en Scanno se realizan refinadísimos encajes de cojín y espléndidas joyas de oro y plata, creadas a partir de antiguos diseños y a veces labradas en filigrana. Entre ellas se recuerda la famosa presentosa, medallón símbolo de amor para las mujeres del Abruzo. La mayólica, otra producción típica del Abruzo desde la Edad Media, tiene su capital en Castelli, durante siglos uno de los centros más importantes de producción de toda Europa. Sus piezas renacentistas y barrocas, buscadas y ambicionadas tiempo atrás por las principales cortes principescas de Europa, enriquecen hoy las colecciones de los museos más importantes del mundo.

Los castillos Otra de las características peculiares del Abruzo, que llama enseguida la atención, incluso simplemente atravesando la región en coche, es el alto número de antiguos castillos que aparecen por todas partes. Se puede decir que no hay pueblo, cima dominante, paso o promontorio que no tenga su torre, su castillo, su recinto fortificado. Las razones históricas son simples: un larguísimo periodo de peligro, interno y externo, que obligó a todas las comunidades a encargarse de su propia defensa. Pero lo que más nos interesa es el resultado actual que convierte al Abruzo en el más grande y completo museo italiano al aire libre de arquitectura militar. De hecho, cuenta con al menos un ejemplar, y de buen nivel, por cada tipo de fortificación conocida. Otra particularidad única es que gran parte de ellos conservan casi intacto incluso el territorio circunstante, su propio contexto original. Un buen ejemplo es el extraordinario castillo del siglo XIII

de Rocca Calascio: las formas esenciales, la simetría perfecta, la coherencia de la construcción arquitectónica que traiciona no solo la seguridad del proyecto sino también una consciente voluntad expresiva, lo convierten en uno de los castillos más bellos y sugerentes de Europa. Situado a casi 1500 metros de altura, en una posición extraordinariamente dominante en el valle inferior, se abre a un panorama montano impresionante, sin época, intacto. Es difícil imaginar un castillo más dominante que éste, su ambiente, si acaso, coincide con el horizonte más lejano. La sugestión del lugar permite percibir plenamente aquella sensación de "estar suspendidos en el tiempo" que, más que cualquier otra caracteriza, el Abruzo en su interior, fascinando al visitante. Los centros históricos Casi todos los pueblos del Abruzo, sobre todo los del interior (es decir la mayor parte de ellos) tienen un aspecto común y

CAStELLi, CApitAL dE LA MAyóLiCA Castelli es un pequeño y pintoresco burgo a las faldas del Gran Sasso, conocido desde hace siglos como una de las capitales italianas de la mayólica. Durante finales de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco, salieron de sus hornos verdaderas obras de arte de la mayólica pintada, hoy conservadas en colecciones y museos de todo el mundo. Los nombres de las dinastías de artistas castellanos como los Pompei, los Grue, los Gentili, los Cappelletti, los Fuina entraron en la historia del arte. Hoy en Castelli el arte de la cerámica está más vivo que nunca, innovando constantemente la producción sin traicionar nunca las raíces. Aloja además una importante escuela de arte cerámica y un gran museo, mientras en sus cercanías está situada la cona de San Donato, una pequeña iglesia de campo, adornada con un techo de azulejos de cerámica del 1615 de grandísimo valor y belleza, hasta tal punto que ha sido definida "la Capilla Sixtina de la mayólica italiana".

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característico: cerrados y enrocados en la cima de una colina, con el castillo en su parte más alta, la iglesia, la plaza, y alrededor, en disminución hacia el valle, las casas, recogidas buscando protección. Casi todos los pueblos son de origen medieval: es en aquel periodo, de hecho, que el Abruzo adquiere ese aspecto tan único y característico que ha sabido conservar sustancialmente inalterado hasta hoy, y que convierte su paisaje en suspendido en el tiempo. Visitar los antiguos burgos de la montaña del Abruzo significa entrar en un mundo distinto, donde nos damos cuenta de que el tiempo pasa solo gracias al tañido del reloj del campanario, donde se vive aún con la llave en la bocallave de casa, donde el "tú" es inmediato y directo y la gente llega enseguida a lo concreto, donde el ritmo de la vida local lleva a descubrir placeres que se creían desaparecidos, donde la cocina y los productos típicos son a menudo sorpresas inolvidables.

Las ermitas No se puede decir que se ha visto verdaderamente el Abruzo, y sobre todo que se lo ha "entendido", si no se ha entrado al menos una vez en contacto con el aspecto más representativo de su cultura e, inseparablemente, de su territorio: sus ermitas. Para comprender el papel grandioso que la naturaleza, precisamente como "divinidad", ha desempeñado a la hora de formar el perfil espiritual de la región, nada es tan entrañable, instintivo e inmediato como visitar una, incluso una sola, de las innumerables ermitas que salpican las montañas abruzas. Lo que más sorprende, aun al más distraído e insensible de los visitantes, es el sentido de auténtica fe cristiana que se mezcla de modo palpable con el paganismo más ancestral; un mixto inextricable de adoración a Dios y a la naturaleza. No por casualidad, los arqueólogos han probado que muchas de las ermitas del Abruzo han sido lugares sagrados de forma ininterrumpida durante decenas de miles de años y que los cultos de las distintas

SAntO StEfAnO dE SESSAniO Es uno de los burgos medievales mejor conservados de Italia, piedra preciosa del panorama montano de los Apeninos, también intactos, sin tiempo. El efecto en su conjunto es impresionante. Engarzado entre los suaves valles montanos en el margen occidental de la altiplanicie de Campo Imperatore, a 1250 metros de altitud, con las casas nobles de piedra, unas junto a otras, para defenderse del frío y de los asaltos. Fue feudo de los Medici, que en los Montes del Abruzo se encargaban de la fuente de sus riquezas: la lana. Actualmente el centro histórico se ha transformado en una experiencia muy a la vanguardia a nivel europeo por lo que respecta a los hoteles, con sus casas y los edificios restaurados perfectamente, para componer un sistema de hospitalidad hotelera de altísima calidad.

religiones se han "sucedido" simplemente como vienen y van los inquilinos de un apartamento. Concentradas sobre todo en la Majella, la "montaña madre" de la gente abruza, semiescondidas en bosques y rocas, o bien dentro de cavernas llenas de misterio, las ermitas y las iglesias rupestres del Abruzo son más de cien. El efecto de conjunto es de una belleza y sugestión extraordinaria: espléndidas y delicadas como las orquídeas selváticas que florecen alrededor, las ermitas del Abruzo surgen de repente, ante la mirada del visitante, como imágenes de una perfecta y ascética serenidad, en el silencio de la naturaleza más pura. Su visita es, además, una ocasión para dar hermosísimos y fáciles paseos rodeados por la naturaleza y por el paisaje abruzo. Aunque suelen estar aisladas, de hecho es fácil alcanzarlas (los continuos peregrinajes de los que son meta, llevan hasta ellas incluso a ancianos de todas las edades). Lo atestiguan la ermita de San Onofrio de Serramonascesca, bajo la enorme peña en el corazón del bosque, con estrechas galerías que se adentran en la roca; la de Celestino V, en el Morrone, que, engarzada como un nido de águila en una descomunal pared rocosa, domina el Valle Peligna; la ermita de San Bartolomé de Legio, mimetizada con la pared de un cañón selvático en las cercanías de Roccamorice; la ermita de San Franco, en el Gran Sasso, con sus aguas milagrosas, o la de San Venancio, en las gargantas del Aterno, con sus piedras milagrosas; o también la enorme e impresionante gruta San Ángelo de Balsorano, ardiente con miles de velas.

CivitELLA dEL tROntO La gran fortaleza, colocada como guardiana de las fronteras septentrionales del Reino de Nápoles, surge majestuosa sobre una alta colina que domina el medio valle del Tronto. Civitella había demostrado desde el siglo XII la importancia estratégica de su posición y las dominaciones de los Anjou y los Aragón habían reforzado su sistema de muros y torres. En el siglo XV se añadió un castillo, sobre el cual se habría desarrollado más tarde la fortaleza. El último episodio que demostró la inexpugnabilidad de Civitella fue el célebre asedio de 1557, en el que fueron rechazadas las tropas francesas. Consciente de que la roca constituía el más importante baluarte del vicerreino, el rey español Felipe II de Asburgo decidió aumentar su poder, creando una verdadera fortaleza. Ésta vivió momentos gloriosos, oponiendo resistencia heroica al asedio de 1806, durante la invasión de Napoleón, y al de 1860-61 contra el ejército piamontés. Fue, sin embargo, a finales de este último asalto cuando se rindió definitivamente y fue desmantelada. En los años que siguieron, la población de Civitella asaltó las ruinas para obtener piedras para la construcción.Tras un largo periodo de abandono, en los años 70 fue restaurada de forma radical pudiendo visitarse nuevamente.

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característico: cerrados y enrocados en la cima de una colina, con el castillo en su parte más alta, la iglesia, la plaza, y alrededor, en disminución hacia el valle, las casas, recogidas buscando protección. Casi todos los pueblos son de origen medieval: es en aquel periodo, de hecho, que el Abruzo adquiere ese aspecto tan único y característico que ha sabido conservar sustancialmente inalterado hasta hoy, y que convierte su paisaje en suspendido en el tiempo. Visitar los antiguos burgos de la montaña del Abruzo significa entrar en un mundo distinto, donde nos damos cuenta de que el tiempo pasa solo gracias al tañido del reloj del campanario, donde se vive aún con la llave en la bocallave de casa, donde el "tú" es inmediato y directo y la gente llega enseguida a lo concreto, donde el ritmo de la vida local lleva a descubrir placeres que se creían desaparecidos, donde la cocina y los productos típicos son a menudo sorpresas inolvidables.

Las ermitas No se puede decir que se ha visto verdaderamente el Abruzo, y sobre todo que se lo ha "entendido", si no se ha entrado al menos una vez en contacto con el aspecto más representativo de su cultura e, inseparablemente, de su territorio: sus ermitas. Para comprender el papel grandioso que la naturaleza, precisamente como "divinidad", ha desempeñado a la hora de formar el perfil espiritual de la región, nada es tan entrañable, instintivo e inmediato como visitar una, incluso una sola, de las innumerables ermitas que salpican las montañas abruzas. Lo que más sorprende, aun al más distraído e insensible de los visitantes, es el sentido de auténtica fe cristiana que se mezcla de modo palpable con el paganismo más ancestral; un mixto inextricable de adoración a Dios y a la naturaleza. No por casualidad, los arqueólogos han probado que muchas de las ermitas del Abruzo han sido lugares sagrados de forma ininterrumpida durante decenas de miles de años y que los cultos de las distintas

SAntO StEfAnO dE SESSAniO Es uno de los burgos medievales mejor conservados de Italia, piedra preciosa del panorama montano de los Apeninos, también intactos, sin tiempo. El efecto en su conjunto es impresionante. Engarzado entre los suaves valles montanos en el margen occidental de la altiplanicie de Campo Imperatore, a 1250 metros de altitud, con las casas nobles de piedra, unas junto a otras, para defenderse del frío y de los asaltos. Fue feudo de los Medici, que en los Montes del Abruzo se encargaban de la fuente de sus riquezas: la lana. Actualmente el centro histórico se ha transformado en una experiencia muy a la vanguardia a nivel europeo por lo que respecta a los hoteles, con sus casas y los edificios restaurados perfectamente, para componer un sistema de hospitalidad hotelera de altísima calidad.

religiones se han "sucedido" simplemente como vienen y van los inquilinos de un apartamento. Concentradas sobre todo en la Majella, la "montaña madre" de la gente abruza, semiescondidas en bosques y rocas, o bien dentro de cavernas llenas de misterio, las ermitas y las iglesias rupestres del Abruzo son más de cien. El efecto de conjunto es de una belleza y sugestión extraordinaria: espléndidas y delicadas como las orquídeas selváticas que florecen alrededor, las ermitas del Abruzo surgen de repente, ante la mirada del visitante, como imágenes de una perfecta y ascética serenidad, en el silencio de la naturaleza más pura. Su visita es, además, una ocasión para dar hermosísimos y fáciles paseos rodeados por la naturaleza y por el paisaje abruzo. Aunque suelen estar aisladas, de hecho es fácil alcanzarlas (los continuos peregrinajes de los que son meta, llevan hasta ellas incluso a ancianos de todas las edades). Lo atestiguan la ermita de San Onofrio de Serramonascesca, bajo la enorme peña en el corazón del bosque, con estrechas galerías que se adentran en la roca; la de Celestino V, en el Morrone, que, engarzada como un nido de águila en una descomunal pared rocosa, domina el Valle Peligna; la ermita de San Bartolomé de Legio, mimetizada con la pared de un cañón selvático en las cercanías de Roccamorice; la ermita de San Franco, en el Gran Sasso, con sus aguas milagrosas, o la de San Venancio, en las gargantas del Aterno, con sus piedras milagrosas; o también la enorme e impresionante gruta San Ángelo de Balsorano, ardiente con miles de velas.

CivitELLA dEL tROntO La gran fortaleza, colocada como guardiana de las fronteras septentrionales del Reino de Nápoles, surge majestuosa sobre una alta colina que domina el medio valle del Tronto. Civitella había demostrado desde el siglo XII la importancia estratégica de su posición y las dominaciones de los Anjou y los Aragón habían reforzado su sistema de muros y torres. En el siglo XV se añadió un castillo, sobre el cual se habría desarrollado más tarde la fortaleza. El último episodio que demostró la inexpugnabilidad de Civitella fue el célebre asedio de 1557, en el que fueron rechazadas las tropas francesas. Consciente de que la roca constituía el más importante baluarte del vicerreino, el rey español Felipe II de Asburgo decidió aumentar su poder, creando una verdadera fortaleza. Ésta vivió momentos gloriosos, oponiendo resistencia heroica al asedio de 1806, durante la invasión de Napoleón, y al de 1860-61 contra el ejército piamontés. Fue, sin embargo, a finales de este último asalto cuando se rindió definitivamente y fue desmantelada. En los años que siguieron, la población de Civitella asaltó las ruinas para obtener piedras para la construcción.Tras un largo periodo de abandono, en los años 70 fue restaurada de forma radical pudiendo visitarse nuevamente.

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Mediterránea en los ingredientes y en los perfumes, creativa en la variedad y en la originalidad de los platos y de los productos más típicos, con las raíces campesinas y pastorales de su propia tradición, la cocina del Abruzo ha sabido conquistar la capacidad de ser al mismo tiempo pobre y noble, destilando sabores antiguos de sencillez suntuosa. Al lado de los platos de su cocina, el Abruzo propone una elección de productos típicos tan refinados como insólitos, igual que sus vinos y aceites, apreciados por los entendedores de todo el mundo. ¿Hay un modo mejor de llevarse a casa lo supremo del Abruzo?

Unas vacaciones en Abruzo permiten descubrir un territorio en su mayor parte incontaminado y apreciar una tradición culinaria antigua y fuerte, basada generalmente en los recursos alimentarios más típicos de las distintas zonas, y que hoy vuelve a proponerse con amor en casi todos los restaurantes de la región. Por lo que respecta a los primeros platos, además de los famosos maccheroni alla chitarra, son dignas de alabanza las scrippelle 'mbusse –finas crêpes rociadas con queso de oveja y canela y recubiertas con caldo– y el célebre timballo, también éste a base de crêpes. Inimitables también las virtù, plato típico del teramano de origen antiquísimo, preparado utilizando los restos de las provisiones invernales de legumbres y semillas de cereales, junto a las primicias primaverales. Entre los dulces típicos de del Abruzo se recuerdan: la pizza di Pasqua, pan fermentado que se bendice en las iglesias la noche de Pascua; las ferratelle (neole o pizzelle), dulces con barquillo, confeccionados con un hierro rectangular caldeado al fuego; los confetis de Sulmona, los calgiunitti, pasta frita rellena de mermelada, garbanzos, fruta confitada, piñones y nueces picadas

de la tierra SABERES y SABORES abruza

Ninguna región italiana ha hecho en los últimos años progresos tan importantes, en materia de vinos, como el Abruzo. Dan testimonio de ello, además del creciente interés que encuentran los vinos DOC abruzos (blancos, tintos y rosados) en los mercados de toda Europa, los numerosos premios y reconocimientos internacionales recogidos en los últimos años por los mejores productos de la región.

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Mediterránea en los ingredientes y en los perfumes, creativa en la variedad y en la originalidad de los platos y de los productos más típicos, con las raíces campesinas y pastorales de su propia tradición, la cocina del Abruzo ha sabido conquistar la capacidad de ser al mismo tiempo pobre y noble, destilando sabores antiguos de sencillez suntuosa. Al lado de los platos de su cocina, el Abruzo propone una elección de productos típicos tan refinados como insólitos, igual que sus vinos y aceites, apreciados por los entendedores de todo el mundo. ¿Hay un modo mejor de llevarse a casa lo supremo del Abruzo?

Unas vacaciones en Abruzo permiten descubrir un territorio en su mayor parte incontaminado y apreciar una tradición culinaria antigua y fuerte, basada generalmente en los recursos alimentarios más típicos de las distintas zonas, y que hoy vuelve a proponerse con amor en casi todos los restaurantes de la región. Por lo que respecta a los primeros platos, además de los famosos maccheroni alla chitarra, son dignas de alabanza las scrippelle 'mbusse –finas crêpes rociadas con queso de oveja y canela y recubiertas con caldo– y el célebre timballo, también éste a base de crêpes. Inimitables también las virtù, plato típico del teramano de origen antiquísimo, preparado utilizando los restos de las provisiones invernales de legumbres y semillas de cereales, junto a las primicias primaverales. Entre los dulces típicos de del Abruzo se recuerdan: la pizza di Pasqua, pan fermentado que se bendice en las iglesias la noche de Pascua; las ferratelle (neole o pizzelle), dulces con barquillo, confeccionados con un hierro rectangular caldeado al fuego; los confetis de Sulmona, los calgiunitti, pasta frita rellena de mermelada, garbanzos, fruta confitada, piñones y nueces picadas

de la tierra SABERES y SABORES abruza

Ninguna región italiana ha hecho en los últimos años progresos tan importantes, en materia de vinos, como el Abruzo. Dan testimonio de ello, además del creciente interés que encuentran los vinos DOC abruzos (blancos, tintos y rosados) en los mercados de toda Europa, los numerosos premios y reconocimientos internacionales recogidos en los últimos años por los mejores productos de la región.

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vertiente oriental de la Majella, donde la presencia de las purísimas aguas de montaña ha favorecido desde tiempos inmemorables el asentamiento de una floreciente industria especializada, que con sus conocidísimos y famosos productos alcanza los mercados de todo el mundo. El óptimo trigo duro de las colinas y las límpidas aguas de las montañas abruzas hacen que la pasta sea un punto fuerte de la gastronomía regional. Entre las pastas hechas en casa, son famosos los maccheroni alla chitarra, que deben su nombre al bastidor de madera con hilos de acero (chitarra) utilizado para cortarlos, desde siempre presente en cada casa de la región. que se preparan el día de Nochebuena; la cicerchiata, una rosca de bolitas de pasta frita, amalgamadas con fruta confitada y miel, consumida durante el periodo de carnaval junto con las frappe. Los excelentes aceites extra-virgen de oliva y los vinos DOC, el tinto de Montepulciano d'Abruzzo y el blanco Trebbiano d'Abruzzo, han alcanzado ya fama y reconocimiento internacionales. Y para después del postre, triunfan los destilados y licores de hierbas (famosísimos el Centerbe, el Nocino, la Genziana). Poco conocida pero muy apreciada la ratafia, licor de cerezas fermentadas al sol. La cantidad de cocineros y chefs del Abruzo que trabajan en el resto de Italia y en el extranjero es un signo más de la importancia de la gastronomía en la región, que baja desde los Apeninos hasta llegar al Adriático. Los vinos Los viñedos tradicionales abruzos son el Trebbiano d'Abruzzo entre los blancos, y el Montepulciano d'Abruzzo entre los tintos. Junto a los cuales recientemente se han recuperado variedades menores (Passerina, Pecorino, Cococciola). Las zonas de producción más importantes se encuentran a los pies de las cadenas montañosas, como el valle del Pescara, entre Popoli y la capital de la provincia, las colinas somontanas

de Teramo, Pescara y Chieti, la cuenca peligna y la de Ofena. La lista de vinos DOC de la región incluye el tinto Montepulciano d'Abruzzo (que cuenta también con el tipo Cerasuolo, rosado), perfumado y con un sabor seco y vigoroso, el Trebbiano d'Abruzzo, seco y con un aroma delicado, el Controguerra, en sus distintas versiones de blanco y tinto, originario de una precisa zona del Teramano. El aceite de oliva extra-virgen Los inconfundibles perfiles de los olivos son una presencia habitual entre los suaves paisajes de las colinas en las provincias de Teramo, Pescara y Chieti. El aceite extra-virgen DOP producido en estas zonas (y en especial en Loreto Aprutino, Campli, Moscufo, Lanciano, Fossacesia y Guadiagrele) supera la comparación con los mejores aceites italianos. Una preparación tradicional en casa, muy difundida actualmente también en los restaurantes, que reserva "picantes" sorpresas a los incautos, es el olio santo un aceite de primer prensado en el cual se macera guindilla. La pasta El Abruzo hospeda una de las capitales mundiales de producción de pasta: Fara San Marino. Un burgo situado a los pies de la

Los embutidos típicos La elaboración del cerdo permite preparar óptimos jamones y una amplia variedad de embutidos, empezando por las omnipresentes salchichas, con la sabrosa variante al hígado, que muchas veces se conservan también en aceite o en manteca de cerdo. Entre los más típicos embutidos indicamos el salchichón de tipo Aquila (sin grasa y de grano fino, plano y muy curado), el jamón ahumado de Introdacqua y Cansano, la sabrosa mortadela de Campotosto, conocida también con el nombre de "cojones de mulo", la suave Ventricina que se unta en pan, producida en las montañas de Teramo y la Ventricina Vastese, originalísimo salchichón curado de gran tamaño, enriquecido con pimentón rojo seco triturado, dulce y picante, y con semillas de hinojo. Los quesos típicos De una región que durante milenios ha basado su economía en el ganado, es lógico esperar unos quesos excelentes. El tipo de ganado más difundido es el ovino. De ello se deriva el importantísimo papel que juega en la gastronomía regional el pecorino (queso de oveja fresco o curado) y del requesón de oveja, que es posible comprar directamente a los pastores. Entre las variedades locales de estos quesos señalamos la giuncata, fresco

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vertiente oriental de la Majella, donde la presencia de las purísimas aguas de montaña ha favorecido desde tiempos inmemorables el asentamiento de una floreciente industria especializada, que con sus conocidísimos y famosos productos alcanza los mercados de todo el mundo. El óptimo trigo duro de las colinas y las límpidas aguas de las montañas abruzas hacen que la pasta sea un punto fuerte de la gastronomía regional. Entre las pastas hechas en casa, son famosos los maccheroni alla chitarra, que deben su nombre al bastidor de madera con hilos de acero (chitarra) utilizado para cortarlos, desde siempre presente en cada casa de la región. que se preparan el día de Nochebuena; la cicerchiata, una rosca de bolitas de pasta frita, amalgamadas con fruta confitada y miel, consumida durante el periodo de carnaval junto con las frappe. Los excelentes aceites extra-virgen de oliva y los vinos DOC, el tinto de Montepulciano d'Abruzzo y el blanco Trebbiano d'Abruzzo, han alcanzado ya fama y reconocimiento internacionales. Y para después del postre, triunfan los destilados y licores de hierbas (famosísimos el Centerbe, el Nocino, la Genziana). Poco conocida pero muy apreciada la ratafia, licor de cerezas fermentadas al sol. La cantidad de cocineros y chefs del Abruzo que trabajan en el resto de Italia y en el extranjero es un signo más de la importancia de la gastronomía en la región, que baja desde los Apeninos hasta llegar al Adriático. Los vinos Los viñedos tradicionales abruzos son el Trebbiano d'Abruzzo entre los blancos, y el Montepulciano d'Abruzzo entre los tintos. Junto a los cuales recientemente se han recuperado variedades menores (Passerina, Pecorino, Cococciola). Las zonas de producción más importantes se encuentran a los pies de las cadenas montañosas, como el valle del Pescara, entre Popoli y la capital de la provincia, las colinas somontanas

de Teramo, Pescara y Chieti, la cuenca peligna y la de Ofena. La lista de vinos DOC de la región incluye el tinto Montepulciano d'Abruzzo (que cuenta también con el tipo Cerasuolo, rosado), perfumado y con un sabor seco y vigoroso, el Trebbiano d'Abruzzo, seco y con un aroma delicado, el Controguerra, en sus distintas versiones de blanco y tinto, originario de una precisa zona del Teramano. El aceite de oliva extra-virgen Los inconfundibles perfiles de los olivos son una presencia habitual entre los suaves paisajes de las colinas en las provincias de Teramo, Pescara y Chieti. El aceite extra-virgen DOP producido en estas zonas (y en especial en Loreto Aprutino, Campli, Moscufo, Lanciano, Fossacesia y Guadiagrele) supera la comparación con los mejores aceites italianos. Una preparación tradicional en casa, muy difundida actualmente también en los restaurantes, que reserva "picantes" sorpresas a los incautos, es el olio santo un aceite de primer prensado en el cual se macera guindilla. La pasta El Abruzo hospeda una de las capitales mundiales de producción de pasta: Fara San Marino. Un burgo situado a los pies de la

Los embutidos típicos La elaboración del cerdo permite preparar óptimos jamones y una amplia variedad de embutidos, empezando por las omnipresentes salchichas, con la sabrosa variante al hígado, que muchas veces se conservan también en aceite o en manteca de cerdo. Entre los más típicos embutidos indicamos el salchichón de tipo Aquila (sin grasa y de grano fino, plano y muy curado), el jamón ahumado de Introdacqua y Cansano, la sabrosa mortadela de Campotosto, conocida también con el nombre de "cojones de mulo", la suave Ventricina que se unta en pan, producida en las montañas de Teramo y la Ventricina Vastese, originalísimo salchichón curado de gran tamaño, enriquecido con pimentón rojo seco triturado, dulce y picante, y con semillas de hinojo. Los quesos típicos De una región que durante milenios ha basado su economía en el ganado, es lógico esperar unos quesos excelentes. El tipo de ganado más difundido es el ovino. De ello se deriva el importantísimo papel que juega en la gastronomía regional el pecorino (queso de oveja fresco o curado) y del requesón de oveja, que es posible comprar directamente a los pastores. Entre las variedades locales de estos quesos señalamos la giuncata, fresco

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LOS COCinEROS dE viLLA SAntA MARíA

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y muy perfumado. A los pies del Gran Sasso, se puede gustar el cacio (o pecorino) marcetto. Farindola es el centro de producción del queso caprino que se consume fresquísimo.Un mixto de leche de vaca y de oveja se utiliza para producir la caciotta, a veces enriquecida con la guindilla local. Con la leche de vaca (a veces mezclada con leche de cabra) se preparan, por otra parte, las tradicionales scamorze, que se comen crudas, a la brasa o al horno. En las Altiplanicies Mayores de la Majella, y en particular en la zona de Rivisondoli y Pescocostanzo, se preparan excepcionales quesos caciocavalli de leche cruda. Las trufas El Abruzo es una de las regiones de mayor producción de trufas. Durante años proveedor primario "oculto" de los mercados más afirmados históricamente (Alba, Norcia), hoy afianza su identidad de tierra productora por excelencia. Las principales zonas de recogida son la Marsica, el Tramano, el Alto Aquilano y el medio Val di Sangro. Además de ser usado en la cocina, el preciado tubérculo se emplea en la preparación de salchichas, aceites y quesos aromatizados. El azafrán L’altopiano di Navelli, tra i massicci del Gran Sasso e del Sirente, è il cuore di una delle più interessanti produzioni tradizionali dell’Abruzzo. Ricavato dagli stimmi del Crocus sativus, lasciati interi ed essiccati, lo Zafferano dell’Aquila DOP (prodotto nei comuni di Navelli, Civitaretenga, Caporciano, San Pio delle Camere e Prata d’Ansidonia) è ritenuto unanimemente il migliore del mondo.

En Villa Santa María saber cocinar es un arte refinado, que se transmite de generación en generación. Una tradición secular a partir del siglo XVII, cuando el príncipe Ferrante Caracciolo instituyó una escuela profesional para formar a los cocineros de corte y de las grandes familias nobles. Así fue como inició la extraordinaria relación entre los lugareños y la gastronomía, con la creación de la que se convertiría un una celebérrima escuela de hotelería. Verdaderas dinastías de exquisitos munzù y maîtres villeses han llevado a Italia y a todo el mundo su gran sabiduría y profesionalidad, como (para citar solo algunas) la de los Stanziani, Spaventa, Saccone, Di Lello, Tavano, Caniglia, ilustres embajadores de una ciudad ya conocida universalmente como la "Patria de los cocineros" y de San Francisco Caracciolo, su patrón. Al prestigioso Instituto Profesional de Hotelería de Villa Santa María se le ha encomendado la tarea de conservar y

transmitir saberes y sabores únicos en el mundo; y a la famosa Firma Internacional de los Cocineros del Sangro, el de celebrarlos.Todos los años, el segundo domingo de octubre, en el transcurso de una ceremonia religiosa en honor a San Francisco Caracciolo, nacido precisamente aquí, cocineros procedentes de todos los rincones de Italia, ofrecen al santo el aceite que mantendrá encendida una vela votiva durante todo el año. Después de las fiestas se preparan platos deliciosos, luego expuestos para ser admirados y degustados en un larguísimo buffet durante la última noche de celebración. Instituido para salvaguardar la riqueza de la cultura y la tradición que han construido a lo largo del tiempo, el Museo de los Cocineros recoge preciosos testimonios, documentos y reconocimientos en los personajes mayores y menores de estas orgullosas dinastías de villeses.

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LOS COCinEROS dE viLLA SAntA MARíA

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y muy perfumado. A los pies del Gran Sasso, se puede gustar el cacio (o pecorino) marcetto. Farindola es el centro de producción del queso caprino que se consume fresquísimo.Un mixto de leche de vaca y de oveja se utiliza para producir la caciotta, a veces enriquecida con la guindilla local. Con la leche de vaca (a veces mezclada con leche de cabra) se preparan, por otra parte, las tradicionales scamorze, que se comen crudas, a la brasa o al horno. En las Altiplanicies Mayores de la Majella, y en particular en la zona de Rivisondoli y Pescocostanzo, se preparan excepcionales quesos caciocavalli de leche cruda. Las trufas El Abruzo es una de las regiones de mayor producción de trufas. Durante años proveedor primario "oculto" de los mercados más afirmados históricamente (Alba, Norcia), hoy afianza su identidad de tierra productora por excelencia. Las principales zonas de recogida son la Marsica, el Tramano, el Alto Aquilano y el medio Val di Sangro. Además de ser usado en la cocina, el preciado tubérculo se emplea en la preparación de salchichas, aceites y quesos aromatizados. El azafrán L’altopiano di Navelli, tra i massicci del Gran Sasso e del Sirente, è il cuore di una delle più interessanti produzioni tradizionali dell’Abruzzo. Ricavato dagli stimmi del Crocus sativus, lasciati interi ed essiccati, lo Zafferano dell’Aquila DOP (prodotto nei comuni di Navelli, Civitaretenga, Caporciano, San Pio delle Camere e Prata d’Ansidonia) è ritenuto unanimemente il migliore del mondo.

En Villa Santa María saber cocinar es un arte refinado, que se transmite de generación en generación. Una tradición secular a partir del siglo XVII, cuando el príncipe Ferrante Caracciolo instituyó una escuela profesional para formar a los cocineros de corte y de las grandes familias nobles. Así fue como inició la extraordinaria relación entre los lugareños y la gastronomía, con la creación de la que se convertiría un una celebérrima escuela de hotelería. Verdaderas dinastías de exquisitos munzù y maîtres villeses han llevado a Italia y a todo el mundo su gran sabiduría y profesionalidad, como (para citar solo algunas) la de los Stanziani, Spaventa, Saccone, Di Lello, Tavano, Caniglia, ilustres embajadores de una ciudad ya conocida universalmente como la "Patria de los cocineros" y de San Francisco Caracciolo, su patrón. Al prestigioso Instituto Profesional de Hotelería de Villa Santa María se le ha encomendado la tarea de conservar y

transmitir saberes y sabores únicos en el mundo; y a la famosa Firma Internacional de los Cocineros del Sangro, el de celebrarlos.Todos los años, el segundo domingo de octubre, en el transcurso de una ceremonia religiosa en honor a San Francisco Caracciolo, nacido precisamente aquí, cocineros procedentes de todos los rincones de Italia, ofrecen al santo el aceite que mantendrá encendida una vela votiva durante todo el año. Después de las fiestas se preparan platos deliciosos, luego expuestos para ser admirados y degustados en un larguísimo buffet durante la última noche de celebración. Instituido para salvaguardar la riqueza de la cultura y la tradición que han construido a lo largo del tiempo, el Museo de los Cocineros recoge preciosos testimonios, documentos y reconocimientos en los personajes mayores y menores de estas orgullosas dinastías de villeses.

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EL MUSEO dEL ACEitE dE LOREtO ApRUtinO

Las carnes Como en todas las tierras de fuerte tradición pastoral, la carne juega un papel importantísimo en la gastronomía abruza. Especialmente difundidos son el cordero y el castrado (macho adulto de oveja), preparados a la brasa o al horno. Muy apreciados entre los campesinos y los pastores, a la base de gustosos picnic, son los arrosticini, finísimos pinchos de carne de oveja preparados en la carbonilla. Otros platos a base de carne ovina son el cordero incaporchiato (hervido con poca agua sin hierbas aromáticas ni condimentos) acompañado con patatas al horno, las trippette (callos) de cordero y matassine o torcinelli, preparadas con menudillos de cordero y panceta envueltas en rizza (la grasa de las entrañas) y cocidas al asador. Típicas de la montaña del Abruzo son también la capra laureata ("cabra licenciada") –un pernil especialmente sabroso– y el óptimo estofado conocido como pecora alla cottora, en la zona de L'Aquila o pecora alla callara en la zona de Teramo. La óptima calidad de los pastos hace que las carnes de buey, ternera, conejo y cerdo sean de óptimo nivel. Entre las especialidades tradicionales merecen ser mencionadas la ndocca di maiale (que incluye morro, manitas, chuletón y tocino), el pavo a la canzanese y el conejo mbriache, un óptimo guiso al vino blanco. En la parte meridional de la región es tradicional el hígado a la lancianese, preparado en una sartén de barro y condimentado con salvia y guindilla.

El pescado Óptimo y siempre fresco, el pescado del Adriático constituye la base de la gastronomía del litoral abruzo. En los restaurantes de la costa, es posible degustar todo tipo de pescado, cocinado de mil maneras diferentes. Típico de la región es sobre todo el brodetto, una sopa sabrosa que puede incluir mariscos (mejillones, almejas y otros), cigalas, sepia, merluza, salmonete, escorpina, céfalo, lenguado y musola, y que se prepara de forma ligeramente distinta a como se hace en el norte y el sur de la costa regional. En la parte septentrional de la costa abruza, el brodetto alla pescarese utiliza distintas variedades de pescado con tiempos de cocción diferentes: los últimos en entrar en la cacerola son los salmonetes y la merluza. En el brodetto alla vastese, en cambio, todos los ingredientes hierven al mismo tiempo en una cazuela de barro. En ambas recetas son fundamentales el aceite de oliva, el tomate, el ajo y la guindilla. En la cocina pobre del litoral, sardinas y anchoas son utilizadas para la preparación de pastas y timbales o bien, son consumidas fritas. En la costa de Chieti goza de antigua tradición el scapece, pescado frito y conservado en vinagre tras haber sido condimentado con azafrán de Navelli.

Este maravilloso pueblo, sito en el corazón de las colinas de Pescara, desde hace más de dos milenios ha unido de forma inseparable su historia con el olivo y el aceite. De hecho, los testimonios locales más antiguos de la producción aceitera se remontan a la época romana. En el Antiquarium Municipal "Antonio Casamarte", entre los valiosos restos expuestos de la época Vestina (itálico-romana) llaman la atención los restos de un torcularium, un trapetum oleario de época romana, tal como lo describen Catón el Censor y Plinio el Viejo. Hay un hilo conductor que une a este primer trapetum con los catorce lagares actualmente en función en la ciudad: una especial e ininterrumpida vocación netamente agrícola de los loreteses al sabio arte de producir un excelente aceite extra-virgen de oliva. Los antiguos Statuti y Capitula de la ciudad han subrayado, a lo largo de los siglos, la importancia del papel de la producción de aceite para la ciudad, éstos llevan noticias sobre la franquicia de los tributos de exportación. No es casual que el emblema de la Universidad de Loreto (la antigua administración local) muestre dos palomas que sujetan en el pico una ramita de olivo. Los mismos loreteses, por lo demás, se definen y son llamados culiunde, es decir "culos grasientos" para subrayar con humor mordaz y auto irónico tan típico de la gente abruza, lo importante y difundida que está la producción y la especialización aceitera de esta comunidad. El Museo del Aceite ha sido montado en el ex lagar BaldiniPalladini, convertido, gracias a una profunda restauración, en museo y "recipiente" de un museo. La nueva instalación de la primera planta productiva del siglo XIX ha sido guiada por el "logo" histórico de la empresa misma, que en un elegante círculo de chapa pintado a óleo reproducía con orgullo el interior del lagar. La gran muela, conservada milagrosamente con todos sus elementos, se ha vuelto a colocar en el centro de la estancia en el piso bajo, mientras que para el torno de madera se ha elegido una posición más lateral, no pudiendo volver a su lugar original, que mientras tanto había sido ocupado por la maquinaria de un más moderno torno

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hidráulico de comienzos del siglo XX. Al lado del torno, ha sido colocado el llamado árbol de demoltiplica, que permitía obtener del torno una nueva vuelta mejorando el exprimido. El recorrido de la visita, articulado en dos niveles, sigue el ciclo de la producción del aceite, comenzando por el piso superior en el que tenía lugar la recogida de las aceitunas; en el espacio dedicado al extendedor se concentra la exposición de las piezas, subdivididas por funciones, formas y materiales como las latas, las orzas, las botellas, los friscoli. Están también expuestos los manifiestos y los demás materiales publicitarios realizados en ocasión de la Feria de París por un diseñador excepcional, que también proyectó los envases para el aceite y para los expositores. Se trata de Francesco Paolo Michetti, amigo de Raffaele Baldini-Palladini. Trasladándose a la planta baja y pasando por el llamado "infierno", se entra en la máquina productiva, el lagar propiamente dicho, donde coexisten dos ciclos de producción de épocas diferentes: en el centro, el más antiguo de tracción animal, constituido por la muela aceitera, reconstruida utilizando todos los elementos de piedra originales, y por el monumental torno de madera con tres tornillos. A lo largo del perímetro están dispuestas, según la colocación original, las máquinas del lagar olio-dinámico del 1900, que salió de las fundiciones Mari de Lanciano. Los escaparates, de hecho, han sido realizados con luces y cristales para convertir en también en vitrinas a los espesores de las arcadas del antiguo local con tejado abovedado. Al final del recorrido se entra en una última sala, construida en el establo del edificio, organizada para la degustación del aceite, pero también como punto de venta y librería. Las salas expositivas de este museo forman parte de la historia de una comunidad y ayudan a exaltar el valor intrínseco de cada uno de los objetos. En la elección expresiva ha sido respetado el precioso dato arquitectónico original

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EL MUSEO dEL ACEitE dE LOREtO ApRUtinO

Las carnes Como en todas las tierras de fuerte tradición pastoral, la carne juega un papel importantísimo en la gastronomía abruza. Especialmente difundidos son el cordero y el castrado (macho adulto de oveja), preparados a la brasa o al horno. Muy apreciados entre los campesinos y los pastores, a la base de gustosos picnic, son los arrosticini, finísimos pinchos de carne de oveja preparados en la carbonilla. Otros platos a base de carne ovina son el cordero incaporchiato (hervido con poca agua sin hierbas aromáticas ni condimentos) acompañado con patatas al horno, las trippette (callos) de cordero y matassine o torcinelli, preparadas con menudillos de cordero y panceta envueltas en rizza (la grasa de las entrañas) y cocidas al asador. Típicas de la montaña del Abruzo son también la capra laureata ("cabra licenciada") –un pernil especialmente sabroso– y el óptimo estofado conocido como pecora alla cottora, en la zona de L'Aquila o pecora alla callara en la zona de Teramo. La óptima calidad de los pastos hace que las carnes de buey, ternera, conejo y cerdo sean de óptimo nivel. Entre las especialidades tradicionales merecen ser mencionadas la ndocca di maiale (que incluye morro, manitas, chuletón y tocino), el pavo a la canzanese y el conejo mbriache, un óptimo guiso al vino blanco. En la parte meridional de la región es tradicional el hígado a la lancianese, preparado en una sartén de barro y condimentado con salvia y guindilla.

El pescado Óptimo y siempre fresco, el pescado del Adriático constituye la base de la gastronomía del litoral abruzo. En los restaurantes de la costa, es posible degustar todo tipo de pescado, cocinado de mil maneras diferentes. Típico de la región es sobre todo el brodetto, una sopa sabrosa que puede incluir mariscos (mejillones, almejas y otros), cigalas, sepia, merluza, salmonete, escorpina, céfalo, lenguado y musola, y que se prepara de forma ligeramente distinta a como se hace en el norte y el sur de la costa regional. En la parte septentrional de la costa abruza, el brodetto alla pescarese utiliza distintas variedades de pescado con tiempos de cocción diferentes: los últimos en entrar en la cacerola son los salmonetes y la merluza. En el brodetto alla vastese, en cambio, todos los ingredientes hierven al mismo tiempo en una cazuela de barro. En ambas recetas son fundamentales el aceite de oliva, el tomate, el ajo y la guindilla. En la cocina pobre del litoral, sardinas y anchoas son utilizadas para la preparación de pastas y timbales o bien, son consumidas fritas. En la costa de Chieti goza de antigua tradición el scapece, pescado frito y conservado en vinagre tras haber sido condimentado con azafrán de Navelli.

Este maravilloso pueblo, sito en el corazón de las colinas de Pescara, desde hace más de dos milenios ha unido de forma inseparable su historia con el olivo y el aceite. De hecho, los testimonios locales más antiguos de la producción aceitera se remontan a la época romana. En el Antiquarium Municipal "Antonio Casamarte", entre los valiosos restos expuestos de la época Vestina (itálico-romana) llaman la atención los restos de un torcularium, un trapetum oleario de época romana, tal como lo describen Catón el Censor y Plinio el Viejo. Hay un hilo conductor que une a este primer trapetum con los catorce lagares actualmente en función en la ciudad: una especial e ininterrumpida vocación netamente agrícola de los loreteses al sabio arte de producir un excelente aceite extra-virgen de oliva. Los antiguos Statuti y Capitula de la ciudad han subrayado, a lo largo de los siglos, la importancia del papel de la producción de aceite para la ciudad, éstos llevan noticias sobre la franquicia de los tributos de exportación. No es casual que el emblema de la Universidad de Loreto (la antigua administración local) muestre dos palomas que sujetan en el pico una ramita de olivo. Los mismos loreteses, por lo demás, se definen y son llamados culiunde, es decir "culos grasientos" para subrayar con humor mordaz y auto irónico tan típico de la gente abruza, lo importante y difundida que está la producción y la especialización aceitera de esta comunidad. El Museo del Aceite ha sido montado en el ex lagar BaldiniPalladini, convertido, gracias a una profunda restauración, en museo y "recipiente" de un museo. La nueva instalación de la primera planta productiva del siglo XIX ha sido guiada por el "logo" histórico de la empresa misma, que en un elegante círculo de chapa pintado a óleo reproducía con orgullo el interior del lagar. La gran muela, conservada milagrosamente con todos sus elementos, se ha vuelto a colocar en el centro de la estancia en el piso bajo, mientras que para el torno de madera se ha elegido una posición más lateral, no pudiendo volver a su lugar original, que mientras tanto había sido ocupado por la maquinaria de un más moderno torno

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hidráulico de comienzos del siglo XX. Al lado del torno, ha sido colocado el llamado árbol de demoltiplica, que permitía obtener del torno una nueva vuelta mejorando el exprimido. El recorrido de la visita, articulado en dos niveles, sigue el ciclo de la producción del aceite, comenzando por el piso superior en el que tenía lugar la recogida de las aceitunas; en el espacio dedicado al extendedor se concentra la exposición de las piezas, subdivididas por funciones, formas y materiales como las latas, las orzas, las botellas, los friscoli. Están también expuestos los manifiestos y los demás materiales publicitarios realizados en ocasión de la Feria de París por un diseñador excepcional, que también proyectó los envases para el aceite y para los expositores. Se trata de Francesco Paolo Michetti, amigo de Raffaele Baldini-Palladini. Trasladándose a la planta baja y pasando por el llamado "infierno", se entra en la máquina productiva, el lagar propiamente dicho, donde coexisten dos ciclos de producción de épocas diferentes: en el centro, el más antiguo de tracción animal, constituido por la muela aceitera, reconstruida utilizando todos los elementos de piedra originales, y por el monumental torno de madera con tres tornillos. A lo largo del perímetro están dispuestas, según la colocación original, las máquinas del lagar olio-dinámico del 1900, que salió de las fundiciones Mari de Lanciano. Los escaparates, de hecho, han sido realizados con luces y cristales para convertir en también en vitrinas a los espesores de las arcadas del antiguo local con tejado abovedado. Al final del recorrido se entra en una última sala, construida en el establo del edificio, organizada para la degustación del aceite, pero también como punto de venta y librería. Las salas expositivas de este museo forman parte de la historia de una comunidad y ayudan a exaltar el valor intrínseco de cada uno de los objetos. En la elección expresiva ha sido respetado el precioso dato arquitectónico original

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ABRUZO

la arena ideal para tus pasiones Al creciente desarrollo del turismo activo, deportivo y de aventura, el Abruzo responde jugando las cartas mejores de su naturaleza fuerte de sus territorios incontaminados, de sus mil senderos entre gargantas, torrentes, castillos, ermitas, cimas, altiplanicies, bosques, antiguos burgos: una mezcla emocionante para unas vacaciones fuera de lo común.

Para todos los que prefieren un contacto más intenso con el ambiente, el Abruzo propone oportunidades excitantes. Su naturaleza fuerte, de hecho, cuenta con la variedad más completa de ambientes, veraniegos e invernales. El alpinismo es el deporte por el que la región es conocida desde siempre: ¡La primera escalada documentada del Gran Sasso es, por si fuera poco, de 1573! Con sus hermosas y elevadas cimas, la región ofrece itinerarios para todo tipo de dificultades: trekking "himalayani", escaladas o free climbing en descomunales paredes rocosas, o excursiones más sencillas, a pié, a caballo, con los esquíes o en mountain-bike por los mil senderos que serpentean entre gargantas, torrentes, castillos, ermitas y antiguos burgos. A los aficionados al vuelo con vela, Abruzo propone escenarios de vuelo perfectos: las innumerables terrazas naturales desde las cuales lanzarse, la rapidísima subida de las montañas desde el nivel del mar (¡las mayores cimas de los Apeninos se encuentran a menos de 45 Km. de la costa!) con las óptimas "térmicas" que esta orografía sabe producir, hacen de del Abruzo el lugar ideal para el

ala delta y el paracaidismo de ladera. En canoa o en kayak es posible descender muchos ríos, conjugando deporte y aventura. Uno de los recorridos más interesantes es el que serpentea a lo largo del brazo superior de Vomano, en la provincia de Teramo. El río no es, ciertamente, el Colorado River, pero es sin duda uno de los más amados por los piragüistas italianos. Sobre todo su brazo superior es una auténtica pista "negra", adecuada solo para quienes tengan una gran experiencia con la pagaya. La piragua puede ser también practicada en los ríos Sangro, Aventino, Orta, Alento, Tirino, en las sugerentes gargantas de Celano y en el Aterno, a través de las salvajes Gargantas de San Venancio. Para el trekking o el alpinismo hay que dirigirse a las Guías Alpinas o a los acompañantes de media montaña, como habilitación oficial; para el ala delta y el parapente a los aeroclubes de Pescara y de L’Aquila o a la Asociación Blue Wind de Sulmona, todas reconocidas por el Aeroclub de Italia; por último, punto de referencia para la práctica de kayak y canoa es la Federación Nacional.

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la arena ideal para tus pasiones Al creciente desarrollo del turismo activo, deportivo y de aventura, el Abruzo responde jugando las cartas mejores de su naturaleza fuerte de sus territorios incontaminados, de sus mil senderos entre gargantas, torrentes, castillos, ermitas, cimas, altiplanicies, bosques, antiguos burgos: una mezcla emocionante para unas vacaciones fuera de lo común.

Para todos los que prefieren un contacto más intenso con el ambiente, el Abruzo propone oportunidades excitantes. Su naturaleza fuerte, de hecho, cuenta con la variedad más completa de ambientes, veraniegos e invernales. El alpinismo es el deporte por el que la región es conocida desde siempre: ¡La primera escalada documentada del Gran Sasso es, por si fuera poco, de 1573! Con sus hermosas y elevadas cimas, la región ofrece itinerarios para todo tipo de dificultades: trekking "himalayani", escaladas o free climbing en descomunales paredes rocosas, o excursiones más sencillas, a pié, a caballo, con los esquíes o en mountain-bike por los mil senderos que serpentean entre gargantas, torrentes, castillos, ermitas y antiguos burgos. A los aficionados al vuelo con vela, Abruzo propone escenarios de vuelo perfectos: las innumerables terrazas naturales desde las cuales lanzarse, la rapidísima subida de las montañas desde el nivel del mar (¡las mayores cimas de los Apeninos se encuentran a menos de 45 Km. de la costa!) con las óptimas "térmicas" que esta orografía sabe producir, hacen de del Abruzo el lugar ideal para el

ala delta y el paracaidismo de ladera. En canoa o en kayak es posible descender muchos ríos, conjugando deporte y aventura. Uno de los recorridos más interesantes es el que serpentea a lo largo del brazo superior de Vomano, en la provincia de Teramo. El río no es, ciertamente, el Colorado River, pero es sin duda uno de los más amados por los piragüistas italianos. Sobre todo su brazo superior es una auténtica pista "negra", adecuada solo para quienes tengan una gran experiencia con la pagaya. La piragua puede ser también practicada en los ríos Sangro, Aventino, Orta, Alento, Tirino, en las sugerentes gargantas de Celano y en el Aterno, a través de las salvajes Gargantas de San Venancio. Para el trekking o el alpinismo hay que dirigirse a las Guías Alpinas o a los acompañantes de media montaña, como habilitación oficial; para el ala delta y el parapente a los aeroclubes de Pescara y de L’Aquila o a la Asociación Blue Wind de Sulmona, todas reconocidas por el Aeroclub de Italia; por último, punto de referencia para la práctica de kayak y canoa es la Federación Nacional.

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Quien conquista una de las cumbres abruzas, y observa a su alrededor, entiende cuanto hay de verdad en las palabras del famoso especialista de estudios orientales Giuseppe Tucci, según él, ningún otro paisaje del mundo se asemeja tanto al Tibet como el Abruzo montano.

Las montañas del Abruzo, el Tibet de Europa Sobre todo en invierno, las montañas del Abruzo son capaces de ofrecer emociones únicas a los aficionados. Cimas, crestas y cascadas heladas proponen fascinantes itinerarios con piolet y crampones, los canalones de mil metros y más de desnivel de las cimas mayores ofrecen bajadas fuera de pista, comparables a las de los países escandinavos o los Alpes. Las óptimas guías alpinas del Abruzo se encuentran a completa disposición de los turistas para acompañarlos, sugerirles y enseñarles. Entre todos sus montes, Gran Sasso es el reino de la aventura por antonomasia. Aquí, esquiadores, excursionistas y alpinistas encuentran un ambiente que no tiene nada que envidiar a los Alpes, tanto en verano como en invierno. La explanada nevada de Campo Imperatore, por ejemplo, se convierte en el ambiente ideal para los aficionados al esquí de fondo, que pueden elegir entre cómodos anillos trazados en Fonte Vetica y las largas travesías libres en el corazón de la planicie. Cuando llega el buen tiempo, las escarpadas paredes del Corno Grande y del Corno Piccolo representan un buen gimnasio de roca para escaladas con distinta dificultad. Una vez en la cima, el panorama es impresionante, ya que la mirada se pierde por todo el Abruzo. Desde el Adriático a los montes que marcan la frontera con el Lacio. En invierno, en aquellas mismas paredes, pueden entrenarse los esquiadores-alpinistas más expertos en intrépidos descensos,

A los aficionados a los deportes alpinos más difíciles, los macizos montuosos abruzos saben proponer desafíos y ambientes importantes, tanto durante el verano como en invierno. Alpinismo clásico, free climbing, esquí-alpinismo encuentran en el Abruzo teatros de expresión de todas las alturas y dificultades.

después de que sus crampones hayan mordido la nieve bajo la cual duerme la hierba que tascarán los rebaños a los pocos meses. Si Campo Imperatore hace pensar, a quien lo recorre, en los pastos del Asia central y el Corno Grande tiene el sabor de las Dolomitas, las rocas y los enormes pedregales de la Majella dibujan un paisaje bastante más mediterráneo, pero no por esto menos emocionante para quien suba por sus laderas, tanto en verano como en invierno. Las excursiones a sus cimas, y en general a la parte más alta del macizo, son siempre largas y pesadas y someten a dura prueba incluso al excursionista más entrenado. Frescos, placenteros, íntegros, los parajes de la "montaña madre" la rodean durante todo su perímetro, abriéndose en lo alto y de improviso a las cimas con olor a pino, a los escabrosos cañones de alta cuota, a los pedregales inconmensurables de los valles Cannella, delle Madrelle, de Taranta. Aún más arriba, entre la Tavola Rotonda y el Monte Amaro, la altiplanicie de Femmina Morta, un balcón suspendido en el cielo del Abruzo. Sobre el fondo, a dos pasos: el mar. El Abruzo en mountain bike Entre todas las modalidades de acercamiento al territorio de la vacación activa, el mountain biking es la de mayor éxito y difusión. Un éxito motivado por la belleza, muy a menudo selvática, de su naturaleza, de sus burgos antiguos y remotos, de sus paisajes fuera

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Quien conquista una de las cumbres abruzas, y observa a su alrededor, entiende cuanto hay de verdad en las palabras del famoso especialista de estudios orientales Giuseppe Tucci, según él, ningún otro paisaje del mundo se asemeja tanto al Tibet como el Abruzo montano.

Las montañas del Abruzo, el Tibet de Europa Sobre todo en invierno, las montañas del Abruzo son capaces de ofrecer emociones únicas a los aficionados. Cimas, crestas y cascadas heladas proponen fascinantes itinerarios con piolet y crampones, los canalones de mil metros y más de desnivel de las cimas mayores ofrecen bajadas fuera de pista, comparables a las de los países escandinavos o los Alpes. Las óptimas guías alpinas del Abruzo se encuentran a completa disposición de los turistas para acompañarlos, sugerirles y enseñarles. Entre todos sus montes, Gran Sasso es el reino de la aventura por antonomasia. Aquí, esquiadores, excursionistas y alpinistas encuentran un ambiente que no tiene nada que envidiar a los Alpes, tanto en verano como en invierno. La explanada nevada de Campo Imperatore, por ejemplo, se convierte en el ambiente ideal para los aficionados al esquí de fondo, que pueden elegir entre cómodos anillos trazados en Fonte Vetica y las largas travesías libres en el corazón de la planicie. Cuando llega el buen tiempo, las escarpadas paredes del Corno Grande y del Corno Piccolo representan un buen gimnasio de roca para escaladas con distinta dificultad. Una vez en la cima, el panorama es impresionante, ya que la mirada se pierde por todo el Abruzo. Desde el Adriático a los montes que marcan la frontera con el Lacio. En invierno, en aquellas mismas paredes, pueden entrenarse los esquiadores-alpinistas más expertos en intrépidos descensos,

A los aficionados a los deportes alpinos más difíciles, los macizos montuosos abruzos saben proponer desafíos y ambientes importantes, tanto durante el verano como en invierno. Alpinismo clásico, free climbing, esquí-alpinismo encuentran en el Abruzo teatros de expresión de todas las alturas y dificultades.

después de que sus crampones hayan mordido la nieve bajo la cual duerme la hierba que tascarán los rebaños a los pocos meses. Si Campo Imperatore hace pensar, a quien lo recorre, en los pastos del Asia central y el Corno Grande tiene el sabor de las Dolomitas, las rocas y los enormes pedregales de la Majella dibujan un paisaje bastante más mediterráneo, pero no por esto menos emocionante para quien suba por sus laderas, tanto en verano como en invierno. Las excursiones a sus cimas, y en general a la parte más alta del macizo, son siempre largas y pesadas y someten a dura prueba incluso al excursionista más entrenado. Frescos, placenteros, íntegros, los parajes de la "montaña madre" la rodean durante todo su perímetro, abriéndose en lo alto y de improviso a las cimas con olor a pino, a los escabrosos cañones de alta cuota, a los pedregales inconmensurables de los valles Cannella, delle Madrelle, de Taranta. Aún más arriba, entre la Tavola Rotonda y el Monte Amaro, la altiplanicie de Femmina Morta, un balcón suspendido en el cielo del Abruzo. Sobre el fondo, a dos pasos: el mar. El Abruzo en mountain bike Entre todas las modalidades de acercamiento al territorio de la vacación activa, el mountain biking es la de mayor éxito y difusión. Un éxito motivado por la belleza, muy a menudo selvática, de su naturaleza, de sus burgos antiguos y remotos, de sus paisajes fuera

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EL GLACiAR dEL CALdEROnE

del tiempo, de la naturaleza extremadamente variada, vivaz y a veces atormentada por su orografía, y, por el número infinito de antiguos recorridos, caminos montanos e inter fincas, desmontes, mulares, caminos agrícolas y forestales, sendas y todo tipo de vías menores de unión que cubren –como una finísima tela de araña– el interminable territorio natural abruzo de colinas y montañas. Así, la mountain-bike se convierte en el modo más directo para descubrir –o volver a descubrir– este patrimonio respetando sus silencios y su dignidad. Pedaleando por los infinitos posibles itinerarios de la costa o en la ardua montaña, en las suaves colinas o en los márgenes de los impresionantes surcos, alrededor de los lagos o en las orillas verdes de los torrentes, entre las solemnes hayas o en los páramos de las inconmensurables altiplanicies, la emoción será fuerte e inolvidable tanto para los neófitos como para los "trepadores" más expertos y los aficionados empedernidos. El Abruzo a caballo Desde hace al menos una década, el Abruzo se ha afirmado a nivel nacional como uno de los teatros de mayor calidad por la práctica del turismo ecuestre, llamando la atención de caballeros y aficionados de todas partes de Italia. Aun siendo un deporte ciertamente selecto, su éxito es la enésima confirmación del valor de la fuerte elección ambiental hecha por el Abruzo que, con sus parques, es actualmente

la región más verde de Europa. Un éxito sostenido y hecho posible no solo gracias al cada vez más elevado número de aficionados de la región, sino también a las estaciones de práctica y de parada difundidas capilarmente por todo el territorio. Se trata de un proceso de "infraestructura ecuestre", espontáneo, que resulta esencial para disfrutar y practicar con seguridad esta noble disciplina, que acerca a la naturaleza y al territorio de la forma más completa posible. Poder contar en todo lugar y por cada itinerario con la razonable proximidad de un refugio con establo, o con un herrador, un veterinario, etc., ha sido para el Abruzo el factor competitivo determinante para concretar su vocación al turismo ecuestre. Entre los muchos itinerarios posibles, merece ser mencionada la gran Hipovía del Gran Sasso, realizada por el Parque Nacional del Gran Sasso y los Montes de la Laga. Un anillo de más de 300 kilómetros, además de un buen número de itinerarios menores coordinados, con una rica infraestructura de bebederos, establos y cuadras, que representa una punta de excelencia absoluta en el sector del turismo ecuestre y de la equitación campesina.

El Gran Sasso de Italia, verdadero señor de las montañas del Abruzo, la más alta cumbre de la cadena de los Apeninos, cuna histórica del alpinismo (la primera ascensión alpina documentada de la historia tuvo lugar precisamente entre sus rocas, en 1573, por obra del capitán del genio militar Francesco De Marchi, boloñés) tiene otro privilegio, menos conocido para el gran público, aloja entre sus cumbres al único glaciar de los Apeninos y el más meridional de Europa: el Glaciar del Calderone. A diferencia de otras montañas abruzas, el Gran Sasso está compuesto por rocas dolomitas, típicas de los Alpes; su aspecto exterior presenta altas paredes verticales, con crestas afiladas y cimas difíciles de alcanzar. Las cimas más altas son el Corno Grande y el Corno Piccolo, en medio se esconde el peculiar glaciar del Calderone, que puede admirarse de cerca atravesando un espectacular sendero, bastante fatigoso y en algunos casi tramos impracticable. El recorrido empieza por la plaza de los Patri di Tivo; desde el Arapietra, a través del cañón de las Cornacchie, sube hacia el Gran Sasso haciendo referencia al refugio Franchetti, construido en los años 60 por el CAI (Club Alpino Italiano). Hasta el refugio la excusión es tranquila, pero de todas formas requiere atención y presencia de espíritu, además de un equipo adecuado: botas técnicas, mochila con indumentos de distinto peso, agua y un gorro. Una vez pasado el refugio, basta mirar alrededor para sentirse por un día verdaderos alpinistas. Proseguir hasta el Corno Grande requiere un discreto empeño, mientras que para subir al Corno Piccolo, por la llamada vía Danesi, es necesaria una buena dosis de experiencia y un paso seguro, este recorrido se desaconseja vivamente a quien no tenga una buena preparación. Por ello, es recomendable encomendarse a la gran profesionalidad y competencia de las guías alpinas de Pietracamela y de los otros pueblos de la zona.

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EL GLACiAR dEL CALdEROnE

del tiempo, de la naturaleza extremadamente variada, vivaz y a veces atormentada por su orografía, y, por el número infinito de antiguos recorridos, caminos montanos e inter fincas, desmontes, mulares, caminos agrícolas y forestales, sendas y todo tipo de vías menores de unión que cubren –como una finísima tela de araña– el interminable territorio natural abruzo de colinas y montañas. Así, la mountain-bike se convierte en el modo más directo para descubrir –o volver a descubrir– este patrimonio respetando sus silencios y su dignidad. Pedaleando por los infinitos posibles itinerarios de la costa o en la ardua montaña, en las suaves colinas o en los márgenes de los impresionantes surcos, alrededor de los lagos o en las orillas verdes de los torrentes, entre las solemnes hayas o en los páramos de las inconmensurables altiplanicies, la emoción será fuerte e inolvidable tanto para los neófitos como para los "trepadores" más expertos y los aficionados empedernidos. El Abruzo a caballo Desde hace al menos una década, el Abruzo se ha afirmado a nivel nacional como uno de los teatros de mayor calidad por la práctica del turismo ecuestre, llamando la atención de caballeros y aficionados de todas partes de Italia. Aun siendo un deporte ciertamente selecto, su éxito es la enésima confirmación del valor de la fuerte elección ambiental hecha por el Abruzo que, con sus parques, es actualmente

la región más verde de Europa. Un éxito sostenido y hecho posible no solo gracias al cada vez más elevado número de aficionados de la región, sino también a las estaciones de práctica y de parada difundidas capilarmente por todo el territorio. Se trata de un proceso de "infraestructura ecuestre", espontáneo, que resulta esencial para disfrutar y practicar con seguridad esta noble disciplina, que acerca a la naturaleza y al territorio de la forma más completa posible. Poder contar en todo lugar y por cada itinerario con la razonable proximidad de un refugio con establo, o con un herrador, un veterinario, etc., ha sido para el Abruzo el factor competitivo determinante para concretar su vocación al turismo ecuestre. Entre los muchos itinerarios posibles, merece ser mencionada la gran Hipovía del Gran Sasso, realizada por el Parque Nacional del Gran Sasso y los Montes de la Laga. Un anillo de más de 300 kilómetros, además de un buen número de itinerarios menores coordinados, con una rica infraestructura de bebederos, establos y cuadras, que representa una punta de excelencia absoluta en el sector del turismo ecuestre y de la equitación campesina.

El Gran Sasso de Italia, verdadero señor de las montañas del Abruzo, la más alta cumbre de la cadena de los Apeninos, cuna histórica del alpinismo (la primera ascensión alpina documentada de la historia tuvo lugar precisamente entre sus rocas, en 1573, por obra del capitán del genio militar Francesco De Marchi, boloñés) tiene otro privilegio, menos conocido para el gran público, aloja entre sus cumbres al único glaciar de los Apeninos y el más meridional de Europa: el Glaciar del Calderone. A diferencia de otras montañas abruzas, el Gran Sasso está compuesto por rocas dolomitas, típicas de los Alpes; su aspecto exterior presenta altas paredes verticales, con crestas afiladas y cimas difíciles de alcanzar. Las cimas más altas son el Corno Grande y el Corno Piccolo, en medio se esconde el peculiar glaciar del Calderone, que puede admirarse de cerca atravesando un espectacular sendero, bastante fatigoso y en algunos casi tramos impracticable. El recorrido empieza por la plaza de los Patri di Tivo; desde el Arapietra, a través del cañón de las Cornacchie, sube hacia el Gran Sasso haciendo referencia al refugio Franchetti, construido en los años 60 por el CAI (Club Alpino Italiano). Hasta el refugio la excusión es tranquila, pero de todas formas requiere atención y presencia de espíritu, además de un equipo adecuado: botas técnicas, mochila con indumentos de distinto peso, agua y un gorro. Una vez pasado el refugio, basta mirar alrededor para sentirse por un día verdaderos alpinistas. Proseguir hasta el Corno Grande requiere un discreto empeño, mientras que para subir al Corno Piccolo, por la llamada vía Danesi, es necesaria una buena dosis de experiencia y un paso seguro, este recorrido se desaconseja vivamente a quien no tenga una buena preparación. Por ello, es recomendable encomendarse a la gran profesionalidad y competencia de las guías alpinas de Pietracamela y de los otros pueblos de la zona.

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EL SALvAjE CURSO dEL RíO ORtA

La Majella es, sin duda alguna, la montaña del Abruzo en la que mejor se combinan la piedra y el agua. Su discurrir incesante, durante millones de años, ha ido modelando las formas, regalándole profundos surcos y produciendo monumentos naturales espectaculares. Como aquellos que con el tiempo ha ido creando el río Orta en su breve y empinado curso (apenas baja de la montaña, se arroja enseguida en el Pescara). Los lugares que no hay que perderse son dos: la "amazónica" cisterna y el espectáculo erosivo de los luchi y de las marmitte. El valle del Orta está protegido desde 1989 gracias a una reserva natural, actualmente englobada dentro del Parque Nacional de la Majella. Localizado entre las cadenas del Morrone y de la Majella, se extiende por casi 378 hectáreas. Elemento de gran importancia es el gran cañón de roca calcárea horadado por

el río y rodeado por bosques ricos de muchas especies vegetales. La nutria, raro animal que vive solo en aguas muy limpias, parece haber encontrado en el Orta un hábitat ideal. La maravilla del valle es la Cisterna: una gran piscina natural horadada por el agua en la roca viva, en la base de una fina y vertical cascada, con un efecto de conjunto aparentemente amazónico. El sendero que conduce hasta ella empieza por la plaza principal de Bolognano y se extiende por vía Fonte Orcina, indicada por sendos letreros; una desviación permite admirarla desde lo alto o llegar hasta sus orillas. Hasta hace pocos años, cuando fuera introducida la prohibición, existía la costumbre de bañarse en sus aguas, pero esto ponía en peligro el delicado ecosistema y los musgos que la hacen tan sugerente. La Cisterna se alimenta de una espléndida cascada que alcanza su máxima espectacularidad en primavera, cuando se deshacen las nieves de alta montaña. Una vez superada la población de Bolognano, y en el territorio de Caramanico, poco antes de confundir sus propias aguas con las del curso del Pescara, el Orta da lugar a otro espectacular monumento natural: los luchi y las marmitte. La fuerte acción erosiva del río ha horadado la roca y el terreno, creando una especie de espectacular cañón encajado en la roca viva, y dejando, en otros puntos de su cambiante álveo, increíbles torres de roca (los luchi). El curioso nombre podría derivarse del término latín lucus, el bosque sagrado de los antiguos y el aspecto del lugar parecería dar razón a esta hipótesis. Actualmente por luchi se entienden, sin embargo, los majestuosos torreones de roca. En su conjunto, el lugar está actualmente impregnado con ese carácter sagrado natural que fascinó a los antiguos y que nace también del contraste visual existente entre el frondoso bosque y las grandes torres de roca con paredes empinadísimas. La majestuosidad de estos enormes monolitos de piedra fue, ciertamente, un elemento de atracción y de encanto para los hombres primitivos, tal como lo atestiguan las pinturas rupestres descubiertas en el lugar. En las cercanías se puede contemplar una calzada de la época romana que aún conserva un puente, el Ponte Luco, destinado a unir las dos vertientes de la garganta del Orta. Hasta hace no mucho tiempo, éste era el único punto de paso en el valle. En la Edad Media esta zona era propiedad de la Abadía de San Clemente a Casauria, que se encuentra, un poco más abajo, en el valle del Pescara. Los azulejos de su portal de bronce, todavía hoy en su lugar, representan los antiguos castillos colocados bajo su jurisdicción: entre ellos aparece el castillo de Luco que, según lo que narra el Chronicon Casauriense (la crónica de la Abadía), fue construido entre el 1006 y el 1012. Sus ruinas se observan aún en la cima de uno de sus sugerentes torreones de roca que caracterizan la planicie de los luchi, y se unen visiblemente a los castillos de Paterno, Musellaro Cantalupo, Bolognano, Tocco da Casauria y pharum intermontes. Su función era, por lo tanto, defensiva, para controlar el estratégico Puente Luco. Se construyó aprovechando las innumerables características defensivas propias del terreno: el borde del torreón de piedra fue protegido por un alto muro y la entrada estaba colocada a lo largo de una fractura natural en la roca. En la entrada se encontraban dos pequeños edificios y a un lado del patio había una torre. En la llanura surgían, alrededor, viviendas esparcidas, cuyos primeros vestigios se remontan a la época de los Itálicos. Caminando un poco más por el valle se llega al curso actual del río. Allí descubrimos otra maravilla natural: las marmitte, un cañón propiamente dicho, horadado por la fuerza del agua en la roca viva.

LAS GARGAntAS dEL SALinELLO El punto de referencia es Ripe di Civitella, una población de Civitella del Tronto. Desde la misma, ya con pocos minutos de camino, nos encontramos sumergidos en la naturaleza más salvaje e incontaminada, disfrutando de una excursión que llevará primero a las grutas de los ermitaños, después al espléndido cañón de las Gargantas del Salinello, pasando al lado de la cascada hasta llegar a las ruinas de Castel Manfrino. El camino desmontado en bajada se convierte rápidamente en un sendero angosto que sube por la ladera de la montaña y en una decena de minutos se encuentra bajo una empinada pared de roca. A la derecha, un breve recorrido sube a las grutas, que se divisan unos metros más arriba. Dos de ellas en estado natural, es decir que son simples cavidades en la roca; la tercera es, en cambio, una gran caverna cerrada por una muralla de bloques de piedra a la que se accede por una puerta estrecha. La ermita, dedicada a San Miguel Arcángel, fue restaurada hace unos años, y ha sido preparada para las visitas con una discutible pasarela de hierro zincado. En la primera caverna se encuentran aún los restos de las mejoras aportadas por los viejos habitantes, mientras más allá de un estrecho paso se halla otra sala, donde que los ermitaños transcurrían la mayor parte de su tiempo recogidos en oración. La gruta fue usada por el hombre desde la prehistoria como lugar sagrado para celebrar ceremonias rituales, de las que los arqueólogos han descubierto numerosas huellas, entre ellas la tumba de una mujer gigante que, se piensa, fuera una sacerdotisa. Luego, en la Edad Media, fue ocupada por los ermitaños, que construyeron un hermosísimo altar de piedra con una misteriosa inscripción que se lee por todo el borde. Hasta hace pocos años sobre él había una gran estatua de San Miguel, que hoy puede ser admirada en la iglesia del pueblo. Arriba, a la derecha de la caverna, una escalinata conduce a una especie de ventana natural que se asoma al valle regalando una vista estupenda. A la salida nos damos cuenta de que la ermita domina la desembocadura de las gargantas salvajes que separan la montaña de Campli de la montaña de Fiori. Este área, actualmente parte del Parque Nacional Gran Sasso y Montes de la Laga, fue proyectada ya en 1990 con la creación de una reserva natural regional. Una vez fuera de las grutas se vuelve a tomar el sendero y se llega rápidamente a la bajada que hacia la izquierda conduce a la cascada, una verdadera joya natural. La bajada es bastante empinada pero no problemática, y en pocos minutos se llega ante una bellísima cascada que cae fragorosamente dentro de una pila natural de roca estratificada. El recorrido puede ser dificultoso si el terreno está mojado a causa de recientes lluvias. En cambio, siguiendo a la derecha, hacia el bosque, superando la cabeza de la cascada, es posible adentrarse en la garganta cada vez más estrecha (el sendero está señalizado con las indicaciones del CAI, en pintura amarilla y roja, sobre piedras y árboles). El panorama es realmente anonadador. A medida que se avanza, las altísimas paredes rocosas se acercan cada vez más dando la impresión de que se van a caer encima del excursionista. En los veranos tórridos, la garganta está totalmente en seca y el lecho del torrente ofrece espectáculo fascinante. Una vez superado el estrechamiento final, la garganta se ensancha de repente; es hora de decidir si volver atrás por el mismo camino o proseguir hasta las ruinas de Castel Manfrino con una excursión fácil pero bastante larga, de otras tres horas.

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EL SALvAjE CURSO dEL RíO ORtA

La Majella es, sin duda alguna, la montaña del Abruzo en la que mejor se combinan la piedra y el agua. Su discurrir incesante, durante millones de años, ha ido modelando las formas, regalándole profundos surcos y produciendo monumentos naturales espectaculares. Como aquellos que con el tiempo ha ido creando el río Orta en su breve y empinado curso (apenas baja de la montaña, se arroja enseguida en el Pescara). Los lugares que no hay que perderse son dos: la "amazónica" cisterna y el espectáculo erosivo de los luchi y de las marmitte. El valle del Orta está protegido desde 1989 gracias a una reserva natural, actualmente englobada dentro del Parque Nacional de la Majella. Localizado entre las cadenas del Morrone y de la Majella, se extiende por casi 378 hectáreas. Elemento de gran importancia es el gran cañón de roca calcárea horadado por

el río y rodeado por bosques ricos de muchas especies vegetales. La nutria, raro animal que vive solo en aguas muy limpias, parece haber encontrado en el Orta un hábitat ideal. La maravilla del valle es la Cisterna: una gran piscina natural horadada por el agua en la roca viva, en la base de una fina y vertical cascada, con un efecto de conjunto aparentemente amazónico. El sendero que conduce hasta ella empieza por la plaza principal de Bolognano y se extiende por vía Fonte Orcina, indicada por sendos letreros; una desviación permite admirarla desde lo alto o llegar hasta sus orillas. Hasta hace pocos años, cuando fuera introducida la prohibición, existía la costumbre de bañarse en sus aguas, pero esto ponía en peligro el delicado ecosistema y los musgos que la hacen tan sugerente. La Cisterna se alimenta de una espléndida cascada que alcanza su máxima espectacularidad en primavera, cuando se deshacen las nieves de alta montaña. Una vez superada la población de Bolognano, y en el territorio de Caramanico, poco antes de confundir sus propias aguas con las del curso del Pescara, el Orta da lugar a otro espectacular monumento natural: los luchi y las marmitte. La fuerte acción erosiva del río ha horadado la roca y el terreno, creando una especie de espectacular cañón encajado en la roca viva, y dejando, en otros puntos de su cambiante álveo, increíbles torres de roca (los luchi). El curioso nombre podría derivarse del término latín lucus, el bosque sagrado de los antiguos y el aspecto del lugar parecería dar razón a esta hipótesis. Actualmente por luchi se entienden, sin embargo, los majestuosos torreones de roca. En su conjunto, el lugar está actualmente impregnado con ese carácter sagrado natural que fascinó a los antiguos y que nace también del contraste visual existente entre el frondoso bosque y las grandes torres de roca con paredes empinadísimas. La majestuosidad de estos enormes monolitos de piedra fue, ciertamente, un elemento de atracción y de encanto para los hombres primitivos, tal como lo atestiguan las pinturas rupestres descubiertas en el lugar. En las cercanías se puede contemplar una calzada de la época romana que aún conserva un puente, el Ponte Luco, destinado a unir las dos vertientes de la garganta del Orta. Hasta hace no mucho tiempo, éste era el único punto de paso en el valle. En la Edad Media esta zona era propiedad de la Abadía de San Clemente a Casauria, que se encuentra, un poco más abajo, en el valle del Pescara. Los azulejos de su portal de bronce, todavía hoy en su lugar, representan los antiguos castillos colocados bajo su jurisdicción: entre ellos aparece el castillo de Luco que, según lo que narra el Chronicon Casauriense (la crónica de la Abadía), fue construido entre el 1006 y el 1012. Sus ruinas se observan aún en la cima de uno de sus sugerentes torreones de roca que caracterizan la planicie de los luchi, y se unen visiblemente a los castillos de Paterno, Musellaro Cantalupo, Bolognano, Tocco da Casauria y pharum intermontes. Su función era, por lo tanto, defensiva, para controlar el estratégico Puente Luco. Se construyó aprovechando las innumerables características defensivas propias del terreno: el borde del torreón de piedra fue protegido por un alto muro y la entrada estaba colocada a lo largo de una fractura natural en la roca. En la entrada se encontraban dos pequeños edificios y a un lado del patio había una torre. En la llanura surgían, alrededor, viviendas esparcidas, cuyos primeros vestigios se remontan a la época de los Itálicos. Caminando un poco más por el valle se llega al curso actual del río. Allí descubrimos otra maravilla natural: las marmitte, un cañón propiamente dicho, horadado por la fuerza del agua en la roca viva.

LAS GARGAntAS dEL SALinELLO El punto de referencia es Ripe di Civitella, una población de Civitella del Tronto. Desde la misma, ya con pocos minutos de camino, nos encontramos sumergidos en la naturaleza más salvaje e incontaminada, disfrutando de una excursión que llevará primero a las grutas de los ermitaños, después al espléndido cañón de las Gargantas del Salinello, pasando al lado de la cascada hasta llegar a las ruinas de Castel Manfrino. El camino desmontado en bajada se convierte rápidamente en un sendero angosto que sube por la ladera de la montaña y en una decena de minutos se encuentra bajo una empinada pared de roca. A la derecha, un breve recorrido sube a las grutas, que se divisan unos metros más arriba. Dos de ellas en estado natural, es decir que son simples cavidades en la roca; la tercera es, en cambio, una gran caverna cerrada por una muralla de bloques de piedra a la que se accede por una puerta estrecha. La ermita, dedicada a San Miguel Arcángel, fue restaurada hace unos años, y ha sido preparada para las visitas con una discutible pasarela de hierro zincado. En la primera caverna se encuentran aún los restos de las mejoras aportadas por los viejos habitantes, mientras más allá de un estrecho paso se halla otra sala, donde que los ermitaños transcurrían la mayor parte de su tiempo recogidos en oración. La gruta fue usada por el hombre desde la prehistoria como lugar sagrado para celebrar ceremonias rituales, de las que los arqueólogos han descubierto numerosas huellas, entre ellas la tumba de una mujer gigante que, se piensa, fuera una sacerdotisa. Luego, en la Edad Media, fue ocupada por los ermitaños, que construyeron un hermosísimo altar de piedra con una misteriosa inscripción que se lee por todo el borde. Hasta hace pocos años sobre él había una gran estatua de San Miguel, que hoy puede ser admirada en la iglesia del pueblo. Arriba, a la derecha de la caverna, una escalinata conduce a una especie de ventana natural que se asoma al valle regalando una vista estupenda. A la salida nos damos cuenta de que la ermita domina la desembocadura de las gargantas salvajes que separan la montaña de Campli de la montaña de Fiori. Este área, actualmente parte del Parque Nacional Gran Sasso y Montes de la Laga, fue proyectada ya en 1990 con la creación de una reserva natural regional. Una vez fuera de las grutas se vuelve a tomar el sendero y se llega rápidamente a la bajada que hacia la izquierda conduce a la cascada, una verdadera joya natural. La bajada es bastante empinada pero no problemática, y en pocos minutos se llega ante una bellísima cascada que cae fragorosamente dentro de una pila natural de roca estratificada. El recorrido puede ser dificultoso si el terreno está mojado a causa de recientes lluvias. En cambio, siguiendo a la derecha, hacia el bosque, superando la cabeza de la cascada, es posible adentrarse en la garganta cada vez más estrecha (el sendero está señalizado con las indicaciones del CAI, en pintura amarilla y roja, sobre piedras y árboles). El panorama es realmente anonadador. A medida que se avanza, las altísimas paredes rocosas se acercan cada vez más dando la impresión de que se van a caer encima del excursionista. En los veranos tórridos, la garganta está totalmente en seca y el lecho del torrente ofrece espectáculo fascinante. Una vez superado el estrechamiento final, la garganta se ensancha de repente; es hora de decidir si volver atrás por el mismo camino o proseguir hasta las ruinas de Castel Manfrino con una excursión fácil pero bastante larga, de otras tres horas.

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Abruzo

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LA REGión más verde de Europa

Con su amplio abanico de hábitat naturales (marinos, fluviales y lacustres, forestales, montanos, de alta montaña) el Abruzo se presenta, hoy más que nunca, como un extraordinario laboratorio biológico para conservar la naturaleza y los ecosistemas. Una elección previsora, que proyecta al Abruzo como líder absoluto en el sector del "turismo verde".

En miras de sintetizar las características de la región, por cierto la definición más correcta es, precisamente, la de antología del paisaje euro-mediterráneo, ya que dentro de los propios confines se concentra una variedad de ambientes naturales y antrópicos que no puede ser paragonada a la de ningún otro territorio igualmente limitado. De hecho, es imposible encontrar otra región europea que en tan poco territorio concentre una costa mediterránea con hábitats de lo más variados (costa baja, costa alta, arenal con dunas, pantano, mancha litoraleña, acantilado, farallones, bajos litorales pedregosos); una faja colinar con ambientes que incluyan todos los grados de antropización, valiosas zonas húmedas (como los oasis fluviales y lacustres) y salientes geológicas de gran interés; una vastísima zona serrana, a menudo incólume desde el punto de vista naturalista, también dueña de los más variados ambientes (selva, praderas, lagos de montaña, enormes altiplanos cársticos, cañones, cascadas, grutas, cimas y ambientes de altura de carácter decididamente alpino, glaciares, vulcanismos). Además, en esta sorprendente variedad de ambientes, incontaminados y generalmente salvajes, viven raras y preciadas especies que los Parques del Abruzo protegen

celosamente, haciendo de la región un extraordinario laboratorio biológico para la conservación de la naturaleza y de los ecosistemas, hoy a la vanguardia en el mundo por el coraje y la determinación de sus elecciones. Si no nidificasen en las praderas de alta montaña del Abruzo, sobre todo de la Majella, habría que dirigirse a la tundra ártica para ver por ejemplo el Chorlito Carambolo, una pequeña ave zancuda, o el Topillo Nival, un simpático roedor que los biólogos definen como "relicto glacial", es decir, un ejemplar al que le ha gustado tanto el lugar que desde la última glaciación todavía no se ha ido, o a los Alpes para admirar la flora de pino mugo, si no se encontrase también en Abruzo. A este paso, la lista podría alargarse interminablemente, lo cual también sería divertido porque existe una infinidad de curiosidades. Es imposible no citar a los grandes protagonistas de la naturaleza del Abruzo, como los osos y los lobos, las águilas y las gamuzas, las nutrias y los linces que pueblan las zonas de hayales o se encaraman y vuelan sobre los despeñaderos de la Majella y del Gran Sasso, de los montes del Parque Nacional del Abruzo, y sobre los de la Laga, Velino y Sirente. Así es el Abruzo: un tesoro en el que se conservan ambientes naturales únicos, en

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LA REGión más verde de Europa

Con su amplio abanico de hábitat naturales (marinos, fluviales y lacustres, forestales, montanos, de alta montaña) el Abruzo se presenta, hoy más que nunca, como un extraordinario laboratorio biológico para conservar la naturaleza y los ecosistemas. Una elección previsora, que proyecta al Abruzo como líder absoluto en el sector del "turismo verde".

En miras de sintetizar las características de la región, por cierto la definición más correcta es, precisamente, la de antología del paisaje euro-mediterráneo, ya que dentro de los propios confines se concentra una variedad de ambientes naturales y antrópicos que no puede ser paragonada a la de ningún otro territorio igualmente limitado. De hecho, es imposible encontrar otra región europea que en tan poco territorio concentre una costa mediterránea con hábitats de lo más variados (costa baja, costa alta, arenal con dunas, pantano, mancha litoraleña, acantilado, farallones, bajos litorales pedregosos); una faja colinar con ambientes que incluyan todos los grados de antropización, valiosas zonas húmedas (como los oasis fluviales y lacustres) y salientes geológicas de gran interés; una vastísima zona serrana, a menudo incólume desde el punto de vista naturalista, también dueña de los más variados ambientes (selva, praderas, lagos de montaña, enormes altiplanos cársticos, cañones, cascadas, grutas, cimas y ambientes de altura de carácter decididamente alpino, glaciares, vulcanismos). Además, en esta sorprendente variedad de ambientes, incontaminados y generalmente salvajes, viven raras y preciadas especies que los Parques del Abruzo protegen

celosamente, haciendo de la región un extraordinario laboratorio biológico para la conservación de la naturaleza y de los ecosistemas, hoy a la vanguardia en el mundo por el coraje y la determinación de sus elecciones. Si no nidificasen en las praderas de alta montaña del Abruzo, sobre todo de la Majella, habría que dirigirse a la tundra ártica para ver por ejemplo el Chorlito Carambolo, una pequeña ave zancuda, o el Topillo Nival, un simpático roedor que los biólogos definen como "relicto glacial", es decir, un ejemplar al que le ha gustado tanto el lugar que desde la última glaciación todavía no se ha ido, o a los Alpes para admirar la flora de pino mugo, si no se encontrase también en Abruzo. A este paso, la lista podría alargarse interminablemente, lo cual también sería divertido porque existe una infinidad de curiosidades. Es imposible no citar a los grandes protagonistas de la naturaleza del Abruzo, como los osos y los lobos, las águilas y las gamuzas, las nutrias y los linces que pueblan las zonas de hayales o se encaraman y vuelan sobre los despeñaderos de la Majella y del Gran Sasso, de los montes del Parque Nacional del Abruzo, y sobre los de la Laga, Velino y Sirente. Así es el Abruzo: un tesoro en el que se conservan ambientes naturales únicos, en

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el corazón de la Italia central, y por tanto a un paso de cualquier otra ciudad de la península. Ambientes preciosos y protegidos, pero que hoy se ofrecen a todo tipo de turismo cada vez mejor y de forma más inteligente. Ambientes sorprendentes y fascinantes, capaces de hacer sentir de forma real el gusto por la aventura, los descubrimientos, la intuición original. En fin, una naturaleza toda por descubrir. Actualmente, hacerlo es aún más fácil gracias a la profesionalidad de los acompañantes de media montaña, las guías alpinas, las guardias de los parques y guardias forestales, las cooperativas de servicios turísticos y, como es obvio, gracias a los incontables senderos trazados que permiten hacer excursiones para todos los gustos (a caballo, en mountain-bike, etc.) y de todas las dificultades: desde el paseo más sencillo al trekking más extremo, o incluso, a recorridos pensados para personas con minusvalías. Los Parques Abruzo, la región del hábitat y de la biodiversidad, es testigo, con su propia realidad y con sus propias apuestas a favor del medioambiente, de que puede coexistir un extraordinario patrimonio natural con la presencia constante, dinámica y no destructiva del hombre. Cuenta con tres parques nacionales: el Parque Histórico del Abruzo, Lacio y Molise, instituido en el 1923, el del Gran Sasso-Laga y el de la Majilla-Morrone fundados más recientemente; un parque regional, el Sirente-Velino y más de 30 reservas y oasis naturales. Todo esto convierte al Abruzo en el alma verde de Europa, ya que casi un tercio de su territorio está protegido. Se alternan paisajes montañosos de lo más variados: desde las amplias llanuras kársticas del Gran Sasso y de las Mesetas Mayores a las cumbres puntiagudas que evocan escenarios dolomíticos, desde los profundos cañones de la Majella a los extensos bosques de la Laga, desde las planicies en las que culminan los largos valles, a veces suavemente degradantes, a veces tortuosos y accidentados; desde los altos prados perfumados por esencias vegetales y teñidos de color por miles de flores a los

En Abruzo la naturaleza es un recurso protegido. Con la tercera parte del territorio destinada a los parques, la región no solo manifiesta una primacía cultural y civil en la protección del ambiente, sino que además se delinea como la mayor área naturalista de Europa, verdadero corazón verde del Mediterráneo.

prados verdes de las colinas; y también ventisqueros, cascadas, torrentes, cuevas e incluso un glaciar –el Calderone– el único de los Apeninos y el más meridional de Europa. En esta variedad de entornos de gran belleza vive, protegida, una serie de numerosas especies escasas y valiosas como el lobo apenínico, el oso mársico, la gamuza del Abruzo y el águila real. Actividades didácticas llevadas a cabo a través de los centros de visita, presentes en muchos ayuntamientos de los parques, en las reservas naturales del Lago di Penne, de Lama dei Peligni, del Orfento en Caramanico; recorridos guiados por jóvenes expertos conocedores del territorio; áreas faunísticas y otras mil iniciativas de las que el visitante puede disfrutar de forma sencilla, convierten la experiencia del Abruzo en tema de protección de la naturaleza, modelo de referencia para el mundo entero. ¿Cómo ha sido posible todo esto? No hace muchos años, Ignacio Silone escribió, a propósito de sus propios compatriotas, que “el carácter de los habitantes del Abruzo se ha formado a

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el corazón de la Italia central, y por tanto a un paso de cualquier otra ciudad de la península. Ambientes preciosos y protegidos, pero que hoy se ofrecen a todo tipo de turismo cada vez mejor y de forma más inteligente. Ambientes sorprendentes y fascinantes, capaces de hacer sentir de forma real el gusto por la aventura, los descubrimientos, la intuición original. En fin, una naturaleza toda por descubrir. Actualmente, hacerlo es aún más fácil gracias a la profesionalidad de los acompañantes de media montaña, las guías alpinas, las guardias de los parques y guardias forestales, las cooperativas de servicios turísticos y, como es obvio, gracias a los incontables senderos trazados que permiten hacer excursiones para todos los gustos (a caballo, en mountain-bike, etc.) y de todas las dificultades: desde el paseo más sencillo al trekking más extremo, o incluso, a recorridos pensados para personas con minusvalías. Los Parques Abruzo, la región del hábitat y de la biodiversidad, es testigo, con su propia realidad y con sus propias apuestas a favor del medioambiente, de que puede coexistir un extraordinario patrimonio natural con la presencia constante, dinámica y no destructiva del hombre. Cuenta con tres parques nacionales: el Parque Histórico del Abruzo, Lacio y Molise, instituido en el 1923, el del Gran Sasso-Laga y el de la Majilla-Morrone fundados más recientemente; un parque regional, el Sirente-Velino y más de 30 reservas y oasis naturales. Todo esto convierte al Abruzo en el alma verde de Europa, ya que casi un tercio de su territorio está protegido. Se alternan paisajes montañosos de lo más variados: desde las amplias llanuras kársticas del Gran Sasso y de las Mesetas Mayores a las cumbres puntiagudas que evocan escenarios dolomíticos, desde los profundos cañones de la Majella a los extensos bosques de la Laga, desde las planicies en las que culminan los largos valles, a veces suavemente degradantes, a veces tortuosos y accidentados; desde los altos prados perfumados por esencias vegetales y teñidos de color por miles de flores a los

En Abruzo la naturaleza es un recurso protegido. Con la tercera parte del territorio destinada a los parques, la región no solo manifiesta una primacía cultural y civil en la protección del ambiente, sino que además se delinea como la mayor área naturalista de Europa, verdadero corazón verde del Mediterráneo.

prados verdes de las colinas; y también ventisqueros, cascadas, torrentes, cuevas e incluso un glaciar –el Calderone– el único de los Apeninos y el más meridional de Europa. En esta variedad de entornos de gran belleza vive, protegida, una serie de numerosas especies escasas y valiosas como el lobo apenínico, el oso mársico, la gamuza del Abruzo y el águila real. Actividades didácticas llevadas a cabo a través de los centros de visita, presentes en muchos ayuntamientos de los parques, en las reservas naturales del Lago di Penne, de Lama dei Peligni, del Orfento en Caramanico; recorridos guiados por jóvenes expertos conocedores del territorio; áreas faunísticas y otras mil iniciativas de las que el visitante puede disfrutar de forma sencilla, convierten la experiencia del Abruzo en tema de protección de la naturaleza, modelo de referencia para el mundo entero. ¿Cómo ha sido posible todo esto? No hace muchos años, Ignacio Silone escribió, a propósito de sus propios compatriotas, que “el carácter de los habitantes del Abruzo se ha formado a

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pARqUE nACiOnAL dEL GRAn SASSO y dE LOS MOntES dE LA LAGA El macizo rocoso del Gran Sasso incluye las paredes calcáreas del Corno Grande y del Corno Piccolo, se extiende en la meseta de Campo Imperatore y se orienta hacia la ladera septentrional de magníficos hayales. Es muy visitado por excursionistas, alpinistas y esquiadores. Menos conocidos son los Montes de la Laga, espectaculares en primavera gracias al agua abundante. Protegidos desde 1995, los dos macizos ofrecen un magnífico viaje por la naturaleza y las tradiciones del Abruzo. La fauna está repuntando.

pARqUE nACiOnAL dE LA MAjELLA Aspra e imponente, la Majella è ripida e compatta sul versante occidentale, si distende in alto nell’altopiano di Femmina Morta, ed è incisa sul versante orientale dai valloni più selvaggi d’Abruzzo. Il Parco comprende anche la bastionata del Morrone e i Monti Pizi. Le testimonianze storiche includono insediamenti preistorici, eremi, iscrizioni dei pastori, grotte e fortini utilizzati da briganti e soldati, capanne a tholos costruite tra campi e pascoli. La storia dell’uomo è parte integrante del fascino del Parco.

pARqUE nACiOnAL dEL ABRUZO, LACiO y MOLiSE Los rastros del oso en el bosque, las huellas del lobo en la nieve, las siluetas de las gamuzas entre las rocas. Las floraciones de la primavera y del verano, los paisajes kársticos, los hayales. El Parque Nacional del Abruzo, creado en 1992, acoge actualmente a un millón de visitantes al año. Además de su flora y su fauna, su encanto reside en la orografía escarpada de las montañas, en los sugerentes burgos medievales, en las necrópolis y en las sendas. El turista tiene a su disposición una red de centros para visitantes, recurridos de senderismo y áreas faunísticas. En invierno, los senderos se transforman en itinerarios aptos solo para raquetas de nieve o esquíes.

pARqUE REGiOnAL dEL SiREntE-vELinO El Parque Regional del SirenteVelino dista poco más de una hora de Roma y se puede acceder a él cómodamente desde todos el Abruzo. En los días claros de invierno, la cumbre nevada del Velino se divisa fácilmente desde el Gianicolo. El Velino y el Sirente, a pesar de no ser tan altos como la Majella y el Gran Sasso, ofrecen al visitante los motivos de interés de los principales macizos. Paredes rocosas rodean las cumbres más altas, las graveras son ricas en especies botánicas poco comunes. Estas montañas, conocidas por los esquiadores por la presencia de las pistas de Ovindoli y de Campo Felice, también son muy apreciadas por los excursionistas. Además de especies y hábitats naturales de valor, el parque conserva interesantes huellas de su pasado: áreas arqueológicas, torres y castillos, burgos medievales, conventos e iglesias rurales aún hoy bien conservados que se encuentran y admiran a lo largo de todo su territorio.

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pARqUE nACiOnAL dEL GRAn SASSO y dE LOS MOntES dE LA LAGA El macizo rocoso del Gran Sasso incluye las paredes calcáreas del Corno Grande y del Corno Piccolo, se extiende en la meseta de Campo Imperatore y se orienta hacia la ladera septentrional de magníficos hayales. Es muy visitado por excursionistas, alpinistas y esquiadores. Menos conocidos son los Montes de la Laga, espectaculares en primavera gracias al agua abundante. Protegidos desde 1995, los dos macizos ofrecen un magnífico viaje por la naturaleza y las tradiciones del Abruzo. La fauna está repuntando.

pARqUE nACiOnAL dE LA MAjELLA Aspra e imponente, la Majella è ripida e compatta sul versante occidentale, si distende in alto nell’altopiano di Femmina Morta, ed è incisa sul versante orientale dai valloni più selvaggi d’Abruzzo. Il Parco comprende anche la bastionata del Morrone e i Monti Pizi. Le testimonianze storiche includono insediamenti preistorici, eremi, iscrizioni dei pastori, grotte e fortini utilizzati da briganti e soldati, capanne a tholos costruite tra campi e pascoli. La storia dell’uomo è parte integrante del fascino del Parco.

pARqUE nACiOnAL dEL ABRUZO, LACiO y MOLiSE Los rastros del oso en el bosque, las huellas del lobo en la nieve, las siluetas de las gamuzas entre las rocas. Las floraciones de la primavera y del verano, los paisajes kársticos, los hayales. El Parque Nacional del Abruzo, creado en 1992, acoge actualmente a un millón de visitantes al año. Además de su flora y su fauna, su encanto reside en la orografía escarpada de las montañas, en los sugerentes burgos medievales, en las necrópolis y en las sendas. El turista tiene a su disposición una red de centros para visitantes, recurridos de senderismo y áreas faunísticas. En invierno, los senderos se transforman en itinerarios aptos solo para raquetas de nieve o esquíes.

pARqUE REGiOnAL dEL SiREntE-vELinO El Parque Regional del SirenteVelino dista poco más de una hora de Roma y se puede acceder a él cómodamente desde todos el Abruzo. En los días claros de invierno, la cumbre nevada del Velino se divisa fácilmente desde el Gianicolo. El Velino y el Sirente, a pesar de no ser tan altos como la Majella y el Gran Sasso, ofrecen al visitante los motivos de interés de los principales macizos. Paredes rocosas rodean las cumbres más altas, las graveras son ricas en especies botánicas poco comunes. Estas montañas, conocidas por los esquiadores por la presencia de las pistas de Ovindoli y de Campo Felice, también son muy apreciadas por los excursionistas. Además de especies y hábitats naturales de valor, el parque conserva interesantes huellas de su pasado: áreas arqueológicas, torres y castillos, burgos medievales, conventos e iglesias rurales aún hoy bien conservados que se encuentran y admiran a lo largo de todo su territorio.

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RESERvA nAtURAL dE ZOMpO LO SChiOppO través de milenios de convivencia con uno de los elementos más primitivos y estables: la naturaleza”. Una convivencia que ha dejado una huella perenne, profunda, en el corazón y en la cultura de esta región, tanto que ha sabido trazar de modo determinante el camino del futuro. Las estaciones Las mejores estaciones para descubrir el Abruzo y su naturaleza son la primavera, el verano, el otoño y el invierno. Por el contrario, en las otras estaciones se desaconseja la visita. De hecho, en Abruzo la naturaleza es protagonista durante los doce meses del año, mostrándose siempre ella misma aunque diferente. En cada estación, el espléndido entorno del Abruzo está listo

En cada estación, los centros de visita de los parques, de los oasis y de las reservas naturales del Abruzo están a disposición de los visitantes para organizar la estancia, facilitar las indicaciones y otorgar las herramientas para disfrutar mejor del entorno, participar en las visitas guiadas y en las excursiones y para poder entablar sin problemas un contacto total con la naturaleza.

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Al inicio de los años ‘80, un grupo de jóvenes naturalistas decidió ocuparse del rico ambiente natural que se había formado en torno al lago artificial de Penne. Su interés fue inicialmente atraído por la necesidad de tutela de manera adecuada este ecosistema. Gracias a su tesón, en 1985 la Provincia de Pescara decidió la institución de un oasis para la protección de los animales del lago, prohibiendo la caza. Con dos leyes especiales, a fines de los años ’80, la Región Abruzo dio vida a la Reserva Natural Controlada del Lago de Penne, que tutela integralmente casi 150 hectáreas, éstas comprenden el lago, una amplia zona de sus costas, parte de los cursos del Tavo y del Gallero, su afluente; extendiendo además parte de sus efectos a una franja de protección externa de más de 1000 hectáreas.Todos los meses del año son adecuados para un paseo, pero si lo que interesa es la observación de aves, el mejor período se extiende desde el otoño a la primavera. Manejada gracias a una colaboración entre el WWF y la cooperativa local Cogecstre, su punto de fuerza son las estructuras que permiten vivir la naturaleza de manera dinámica y con plena participación, en especial a jóvenes y estudiantes. Centros receptivos son el Centro de Visitas, el hostal y la hospedería. En cambio, para las actividades didácticas y de profundización se encuentran disponibles el Centro de Educación Ambiental “A. Bellini”, el Museo Naturalístico en homenaje a Nicola De Leone, la Huerta Botánica, el Centro Lontra y el Jardín de las Mariposas, además de varias zonas faunísticas y senderos equipados. La reserva desarrolla una intensa actividad científica y ha dado inicio a algunos importantes proyectos de conservación de la fauna, entre los cuales es el más conocido el Proyecto Lontra. Para este objetivo, sobre la costa del lago de Pene, ha sido creada una estructura dedicada para el estudio de este tímido y raro animal, y para facilitar su reproducción. Gracias a sus condiciones ambientales y al estar completamente tutelado por la reserva, el lago es un importante lugar de paraje y reproducción para las aves que viven de manera estable, pero también para aquellas migratorias. La nitícora es el símbolo del área protegida y, desde hace algunos años, llega hasta aquí para construir su nido, como también la garceta. En la reserva también hacen un alto muchas aves migratorias como la rara grulla, de la cual, en 2002, llegaron más de mil ejemplares, dando vida a un extraordinario suceso zoológico.

para recibir al visitante y ofrecerle una emoción nueva. Luces, colores y fragancias se alternan hasta el punto que al distraído le costará reconocer en otoño el prado, o en verano el hayal. Ésta habrá cambiado completamente de aspecto, tiñéndose de todos los tonos de rojos, amarillos y dorados. Luego, al entrar en el hayal del Parque Nacional del Abruzo, Lacio y Molise, podrá encontrar al ciervo o podrá oír el potente bramido que señala el comienzo de la estación de los amores. El invierno transforma gran parte de la región, y a menudo durante muchos meses del año, en una sucursal válida del Grande Nord. Las mesetas, bajo la luz brillante de las albas gélidas, parecen extenderse hasta el infinito, en panoramas que recuerdan el Tibet, mientras que las cascadas, bulliciosas y alegres en las otras estaciones, se transforman en gigantescas columnas de hielo que retan a los alpinistas en escaladas dificultosas. Más abajo, en la Reserva de las Fuentes del Pescara o en las otras zonas húmedas protegidas, la niebla matinal cubre de misterio los densos cañaverales entre los cuales es fácil divisar patos, gallaretas y garzas. La primavera, cuando el contacto de la hierba nueva sobre la piel es suave y reconfortante, es una explosión de colores, aromas y

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RESERvA nAtURAL dE ZOMpO LO SChiOppO través de milenios de convivencia con uno de los elementos más primitivos y estables: la naturaleza”. Una convivencia que ha dejado una huella perenne, profunda, en el corazón y en la cultura de esta región, tanto que ha sabido trazar de modo determinante el camino del futuro. Las estaciones Las mejores estaciones para descubrir el Abruzo y su naturaleza son la primavera, el verano, el otoño y el invierno. Por el contrario, en las otras estaciones se desaconseja la visita. De hecho, en Abruzo la naturaleza es protagonista durante los doce meses del año, mostrándose siempre ella misma aunque diferente. En cada estación, el espléndido entorno del Abruzo está listo

En cada estación, los centros de visita de los parques, de los oasis y de las reservas naturales del Abruzo están a disposición de los visitantes para organizar la estancia, facilitar las indicaciones y otorgar las herramientas para disfrutar mejor del entorno, participar en las visitas guiadas y en las excursiones y para poder entablar sin problemas un contacto total con la naturaleza.

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Al inicio de los años ‘80, un grupo de jóvenes naturalistas decidió ocuparse del rico ambiente natural que se había formado en torno al lago artificial de Penne. Su interés fue inicialmente atraído por la necesidad de tutela de manera adecuada este ecosistema. Gracias a su tesón, en 1985 la Provincia de Pescara decidió la institución de un oasis para la protección de los animales del lago, prohibiendo la caza. Con dos leyes especiales, a fines de los años ’80, la Región Abruzo dio vida a la Reserva Natural Controlada del Lago de Penne, que tutela integralmente casi 150 hectáreas, éstas comprenden el lago, una amplia zona de sus costas, parte de los cursos del Tavo y del Gallero, su afluente; extendiendo además parte de sus efectos a una franja de protección externa de más de 1000 hectáreas.Todos los meses del año son adecuados para un paseo, pero si lo que interesa es la observación de aves, el mejor período se extiende desde el otoño a la primavera. Manejada gracias a una colaboración entre el WWF y la cooperativa local Cogecstre, su punto de fuerza son las estructuras que permiten vivir la naturaleza de manera dinámica y con plena participación, en especial a jóvenes y estudiantes. Centros receptivos son el Centro de Visitas, el hostal y la hospedería. En cambio, para las actividades didácticas y de profundización se encuentran disponibles el Centro de Educación Ambiental “A. Bellini”, el Museo Naturalístico en homenaje a Nicola De Leone, la Huerta Botánica, el Centro Lontra y el Jardín de las Mariposas, además de varias zonas faunísticas y senderos equipados. La reserva desarrolla una intensa actividad científica y ha dado inicio a algunos importantes proyectos de conservación de la fauna, entre los cuales es el más conocido el Proyecto Lontra. Para este objetivo, sobre la costa del lago de Pene, ha sido creada una estructura dedicada para el estudio de este tímido y raro animal, y para facilitar su reproducción. Gracias a sus condiciones ambientales y al estar completamente tutelado por la reserva, el lago es un importante lugar de paraje y reproducción para las aves que viven de manera estable, pero también para aquellas migratorias. La nitícora es el símbolo del área protegida y, desde hace algunos años, llega hasta aquí para construir su nido, como también la garceta. En la reserva también hacen un alto muchas aves migratorias como la rara grulla, de la cual, en 2002, llegaron más de mil ejemplares, dando vida a un extraordinario suceso zoológico.

para recibir al visitante y ofrecerle una emoción nueva. Luces, colores y fragancias se alternan hasta el punto que al distraído le costará reconocer en otoño el prado, o en verano el hayal. Ésta habrá cambiado completamente de aspecto, tiñéndose de todos los tonos de rojos, amarillos y dorados. Luego, al entrar en el hayal del Parque Nacional del Abruzo, Lacio y Molise, podrá encontrar al ciervo o podrá oír el potente bramido que señala el comienzo de la estación de los amores. El invierno transforma gran parte de la región, y a menudo durante muchos meses del año, en una sucursal válida del Grande Nord. Las mesetas, bajo la luz brillante de las albas gélidas, parecen extenderse hasta el infinito, en panoramas que recuerdan el Tibet, mientras que las cascadas, bulliciosas y alegres en las otras estaciones, se transforman en gigantescas columnas de hielo que retan a los alpinistas en escaladas dificultosas. Más abajo, en la Reserva de las Fuentes del Pescara o en las otras zonas húmedas protegidas, la niebla matinal cubre de misterio los densos cañaverales entre los cuales es fácil divisar patos, gallaretas y garzas. La primavera, cuando el contacto de la hierba nueva sobre la piel es suave y reconfortante, es una explosión de colores, aromas y

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sonidos. El amarillo de los codeos entre los cuales baja, lento, el imponente oso, se contrapone al verde brillante de las tiernas hojas de las hayas del Valle Fondillo o del monumental Bosque de San Antonio, mientras tanto en la ladera pescara del Gran Sasso, el verdísimo anfiteatro del Voltigno vuelve a acoger ricas floraciones entre las cuales destacan los vistosos lirios rojos. En verano, la plena lozanía de la naturaleza confiere a toda la región el esplendor de la madurez: los bosques y los prados verdísimos de los montes, las inmensas mesetas pobladas de manadas y rebaños al pasto, las cosechas maduras y los frutales rebosantes de las colinas, las playas soleadas de la costa, dominadas por el Gran Sasso y la Majella que están a un paso, representan una emoción que en Abruzo se tiñe de un placer particular: el del descubrimiento.

La naturaleza del Abruzo sale a escena todos los días, los doce meses del año y cada día representa un espectáculo nuevo, diferente, emocionante. De hecho, todas las estaciones, con los nuevos colores, sus perfumes, sus dones, pueden ser un buen momento para perderse un poco y encontrarse consigo mismos.

RESERvA nAtURAL dE pEnnE Al inicio de los años ‘80, un grupo de jóvenes naturalistas decidió ocuparse del rico ambiente natural que se había formado en torno al lago artificial de Penne. Su interés fue inicialmente atraído por la necesidad de tutela de manera adecuada este ecosistema. Gracias a su tesón, en 1985 la Provincia de Pescara decidió la institución de un oasis para la protección de los animales del lago, prohibiendo la caza. Con dos leyes especiales, a fines de los años ’80, la Región Abruzo dio vida a la Reserva Natural Controlada del Lago de Penne, que tutela integralmente casi 150 hectáreas, éstas comprenden el lago, una amplia zona de sus costas, parte de los cursos del Tavo y del Gallero, su afluente; extendiendo además parte de sus efectos a una franja de protección externa de más de 1000 hectáreas.Todos los meses del año son adecuados para un paseo, pero si lo que interesa es la observación de aves, el mejor período se extiende desde el otoño a la primavera. Manejada gracias a una colaboración entre el WWF y la cooperativa local Cogecstre, su punto de fuerza son las estructuras que permiten vivir la naturaleza de manera dinámica y con plena participación, en especial a jóvenes y estudiantes. Centros receptivos son el Centro de Visitas, el hostal y la hospedería. En cambio, para las actividades didácticas y de profundización se encuentran disponibles el Centro de Educación Ambiental “A. Bellini”, el Museo Naturalístico en homenaje a Nicola De Leone, la Huerta Botánica, el Centro Lontra y el Jardín de las Mariposas, además de varias zonas faunísticas y senderos equipados. La reserva desarrolla una intensa actividad científica y ha dado inicio a algunos importantes proyectos de conservación de la fauna, entre los cuales es el más conocido el Proyecto Lontra. Para este objetivo, sobre la costa del lago de Pene, ha sido creada una estructura dedicada para el estudio de este tímido y raro animal, y para facilitar su reproducción. Gracias a sus condiciones ambientales y al estar completamente tutelado por la reserva, el lago es un importante lugar de paraje y reproducción para las aves que viven de manera estable, pero también para aquellas migratorias. La nitícora es el símbolo del área protegida y, desde hace algunos años, llega hasta aquí para construir su nido, como también la garceta. En la reserva también hacen un alto muchas aves migratorias como la rara grulla, de la cual, en 2002, llegaron más de mil ejemplares, dando vida a un extraordinario suceso zoológico.

LAS GARGAntAS dE SAn MARtín

Este desfiladero, uno de los más largos de Italia, es un cañón en toda regla que, con sus 14 kilómetros de estrechísima quebrada con paredes en forma de pico, lleva a la cumbre del Monte Amaro adentrándose en el corazón de la Majella. Se llega fácilmente desde el pueblo de Fara San Martino (burgo de orígenes longobardos en las laderas orientales de la Majella, hoy considerado una de las capitales mundiales de la pasta, sede de algunas de las fábricas de pasta italianas más prestigiosas, conocidas a escala internacional). Después de un estrechamiento inicial, el primer tramo es bastante cómodo y en pocos minutos conduce a una especie de pequeño ensanche natural cerrado entre dos paredes altas y empinadas. El lugar ofrece una emoción extraordinaria, sobre todo a través de la sensación de inmensidad creada por los vertiginosos muros de roca que parecen ceñirse sobre la cabeza del visitante, dejando abierto solo un pequeño resquicio de cielo. El terreno está recubierto de cascajo y entre las piedras sobresale lo que queda de un campanario, el de la abadía de San Martín. Antes del año 1000, algunos monjes de la orden de los Benedictinos empezaron a construir aquí una de sus abadías, dedicada a San Martín, pero en el siglo XIX una terrible inundación la sumergió y recubrió de grava, dejando emerger únicamente algunos pocos bloques. Continuando a lo largo del barranco el recorrido se hace más angosto. Alternando estrechamientos con pequeños ensanches, se empieza a recorrer un reducido sendero, único porque se caracteriza por ser el de mayor desnivel de las montañas del Abruzo: de hecho lleva hasta el Monte Amaro que se encuentra 2.300 metros más arriba. El período ideal para visitarlo está muy vinculado a la evolución de la estación. En primavera el bosque de hayas que se encuentra en la subida es un lugar ideal para hacer un alto y descansar. Para continuar hasta la cumbre se requiere mucho entrenamiento y equipamientos adecuados.

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sonidos. El amarillo de los codeos entre los cuales baja, lento, el imponente oso, se contrapone al verde brillante de las tiernas hojas de las hayas del Valle Fondillo o del monumental Bosque de San Antonio, mientras tanto en la ladera pescara del Gran Sasso, el verdísimo anfiteatro del Voltigno vuelve a acoger ricas floraciones entre las cuales destacan los vistosos lirios rojos. En verano, la plena lozanía de la naturaleza confiere a toda la región el esplendor de la madurez: los bosques y los prados verdísimos de los montes, las inmensas mesetas pobladas de manadas y rebaños al pasto, las cosechas maduras y los frutales rebosantes de las colinas, las playas soleadas de la costa, dominadas por el Gran Sasso y la Majella que están a un paso, representan una emoción que en Abruzo se tiñe de un placer particular: el del descubrimiento.

La naturaleza del Abruzo sale a escena todos los días, los doce meses del año y cada día representa un espectáculo nuevo, diferente, emocionante. De hecho, todas las estaciones, con los nuevos colores, sus perfumes, sus dones, pueden ser un buen momento para perderse un poco y encontrarse consigo mismos.

RESERvA nAtURAL dE pEnnE Al inicio de los años ‘80, un grupo de jóvenes naturalistas decidió ocuparse del rico ambiente natural que se había formado en torno al lago artificial de Penne. Su interés fue inicialmente atraído por la necesidad de tutela de manera adecuada este ecosistema. Gracias a su tesón, en 1985 la Provincia de Pescara decidió la institución de un oasis para la protección de los animales del lago, prohibiendo la caza. Con dos leyes especiales, a fines de los años ’80, la Región Abruzo dio vida a la Reserva Natural Controlada del Lago de Penne, que tutela integralmente casi 150 hectáreas, éstas comprenden el lago, una amplia zona de sus costas, parte de los cursos del Tavo y del Gallero, su afluente; extendiendo además parte de sus efectos a una franja de protección externa de más de 1000 hectáreas.Todos los meses del año son adecuados para un paseo, pero si lo que interesa es la observación de aves, el mejor período se extiende desde el otoño a la primavera. Manejada gracias a una colaboración entre el WWF y la cooperativa local Cogecstre, su punto de fuerza son las estructuras que permiten vivir la naturaleza de manera dinámica y con plena participación, en especial a jóvenes y estudiantes. Centros receptivos son el Centro de Visitas, el hostal y la hospedería. En cambio, para las actividades didácticas y de profundización se encuentran disponibles el Centro de Educación Ambiental “A. Bellini”, el Museo Naturalístico en homenaje a Nicola De Leone, la Huerta Botánica, el Centro Lontra y el Jardín de las Mariposas, además de varias zonas faunísticas y senderos equipados. La reserva desarrolla una intensa actividad científica y ha dado inicio a algunos importantes proyectos de conservación de la fauna, entre los cuales es el más conocido el Proyecto Lontra. Para este objetivo, sobre la costa del lago de Pene, ha sido creada una estructura dedicada para el estudio de este tímido y raro animal, y para facilitar su reproducción. Gracias a sus condiciones ambientales y al estar completamente tutelado por la reserva, el lago es un importante lugar de paraje y reproducción para las aves que viven de manera estable, pero también para aquellas migratorias. La nitícora es el símbolo del área protegida y, desde hace algunos años, llega hasta aquí para construir su nido, como también la garceta. En la reserva también hacen un alto muchas aves migratorias como la rara grulla, de la cual, en 2002, llegaron más de mil ejemplares, dando vida a un extraordinario suceso zoológico.

LAS GARGAntAS dE SAn MARtín

Este desfiladero, uno de los más largos de Italia, es un cañón en toda regla que, con sus 14 kilómetros de estrechísima quebrada con paredes en forma de pico, lleva a la cumbre del Monte Amaro adentrándose en el corazón de la Majella. Se llega fácilmente desde el pueblo de Fara San Martino (burgo de orígenes longobardos en las laderas orientales de la Majella, hoy considerado una de las capitales mundiales de la pasta, sede de algunas de las fábricas de pasta italianas más prestigiosas, conocidas a escala internacional). Después de un estrechamiento inicial, el primer tramo es bastante cómodo y en pocos minutos conduce a una especie de pequeño ensanche natural cerrado entre dos paredes altas y empinadas. El lugar ofrece una emoción extraordinaria, sobre todo a través de la sensación de inmensidad creada por los vertiginosos muros de roca que parecen ceñirse sobre la cabeza del visitante, dejando abierto solo un pequeño resquicio de cielo. El terreno está recubierto de cascajo y entre las piedras sobresale lo que queda de un campanario, el de la abadía de San Martín. Antes del año 1000, algunos monjes de la orden de los Benedictinos empezaron a construir aquí una de sus abadías, dedicada a San Martín, pero en el siglo XIX una terrible inundación la sumergió y recubrió de grava, dejando emerger únicamente algunos pocos bloques. Continuando a lo largo del barranco el recorrido se hace más angosto. Alternando estrechamientos con pequeños ensanches, se empieza a recorrer un reducido sendero, único porque se caracteriza por ser el de mayor desnivel de las montañas del Abruzo: de hecho lleva hasta el Monte Amaro que se encuentra 2.300 metros más arriba. El período ideal para visitarlo está muy vinculado a la evolución de la estación. En primavera el bosque de hayas que se encuentra en la subida es un lugar ideal para hacer un alto y descansar. Para continuar hasta la cumbre se requiere mucho entrenamiento y equipamientos adecuados.

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LAS tERMAS

Telón de fondo de la gran naturaleza del Abruzo son también las fuentes y balnearios termales, las mismas juegan un papel fundamental entre las muchas y atractivas propuestas que ofrece la región de los Parques. Las aguas termales del Abruzo, ya conocidas desde la antigüedad, atraen a un público cada vez más numeroso y permiten curar, con un método natural, numerosísimas enfermedades. Mientras las fuentes de Caramanico, Raiano y Popoli surgen a los pies de la Majella, las de Canistro brotan en el Valle Roveto, entre los bosques que marcan los confines entre la Marsica y la Ciociaria. A los pies de las grandes montañas, a veces dentro de los mismos límites de los parques y de las reservas naturales, los balnearios abruzos permiten mejorar la salud, la belleza y el equilibrio psicofísico, ayudando a mantener la juventud durante más tiempo. CARAMANICO TERME Situado a la salida del Cañón del Orfento, el histórico centro, a los pies de la Majella es célebre por sus aguas sulfúreas y salsobromoyódicas que fluyen en las fuentes de La Salute, Santa Croce y Pisciarello, famosas desde los tiempos de Carlo Magno. Las aguas contienen un alto porcentaje de hidrógeno sulfurado y son útiles especialmente para el tratamiento de enfermedades reumáticas, metabólicas, nerviosas, cutáneas y ginecológicas, del aparato respiratorio, del aparato digestivo y

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del aparato genitourinario. Las aguas son especialmente útiles también para quienes padecen diabetes pancreático y sordera rinógena. La estación se abre en primavera y termina a principios de otoño. Los veraneantes, que pueden contar con óptimas posibilidades de alojamiento en hoteles, tienen a su alcance la extraordinaria naturaleza del Parque Nacional de la Majella. Caramanico se asoma al espectacular cañón del Orfento, con una naturaleza incontaminada y las espléndidas ermitas celestinas. LAS TERMAS DE POPOLI Situada a la entrada de los estrechos desfiladeros que separan el macizo del Gran Sasso del de la Majella, Popoli ha descubierto recientemente su vocación termal y ha optado por embotellar el agua de su fuente Valle Reale. Conocida desde hace siglos como "la llave de los tres Abruzos", la pequeña ciudad nace en la confluencia del Aterno en el Pescara, a la entrada de la cuenca Peligna con la antiquísima carretera que lleva a L’Aquila atravesando la Piana di Navelli. El balneario termal se halla en la localidad De Contra. Las aguas de Popoli se aconsejan para el tratamiento de enfermedades artroreumáticas como la osteoartrosis, pero también en reumatismos extra-articulares, enfermedades de las vías respiratorias y rinosinusitis. Además, Popoli ofrece

tratamientos para síndromes bronquiales crónicos, bronquitis, rinopatías vasomotoras, faringolaringitis crónicas, sinusitis crónicas, estenosis del conducto auditivo y otitis catarrales crónicas. Durante la estación termal, el balneario ofrece distintos tipos de terapias: fangos, baños terapéuticos, tratamientos de inhalación y ciclos de tratamientos para la sordera rinógena y para la ventilación pulmonar. LAS TERMAS DE RAIANO La estación termal de Raiano es famosa por las aguas que surgen de la fuente La Solfa, ricas de elementos sulfúreos y de bicarbonato-sulfato. Bajo forma de tratamientos de inhalación, muchas son indicadas como remedio para las patologías crónicas y catarrales de todas las vías respiratorias y en las afecciones del aparato auditivo, mientras que bebidas pueden activar las funciones biliopancreáticas y digestivas. Ejercen un papel decisivo en los tratamientos y en la prevención de las enfermedades crónicas y degenerativas del aparato locomotor y son eficaces contra las alergias y las afecciones cutáneas y eczematosas. Su carácter oligomineral estimula la diuresis. La presencia del ión sulfato, además, las hace eficaces como antitóxico y regulador del metabolismo.

LAS TERMAS DE CANISTRO Conocidas al menos desde 1493, año en el que un documento anónimo hace referencia a la salubridad de las aguas que manan de las fuentes Santa Croce y Sponga. También hoy Canistro, en pleno Valle Roveto y a más de 700 metros de altura, se considera como una de las localidades veraniegas más indicadas para niños y ancianos, gracias a su aire puro y a su posición privilegiada entre tupidos bosques de castaños y hayas. Las aguas de las dos fuentes se embotellan desde hace varios años y son especialmente puras porque las filtra la roca calcárea de los Montes Simbruini-Ernici y del Parque Nacional del Abruzo. Están indicadas para las afecciones hepáticas, del aparato gastroentérico, de las vías biliares, del aparato genital femenino y también para alergias, gota, diabetes y obesidad. En las cercanías de Morino, centro situado a pocos kilómetros de Canistro, la espléndida Reserva Natural de Zompo lo Schioppo permite visitar la más alta y espectacular cascada del Abruzo. El Valle Roveto, que pone en comunicación la Marsica con la Ciociaria, ofrece interesantes posibilidades de excursiones a los Montes Ernici y Simbruini y al Parque Nacional del Abruzo.

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LAS tERMAS

Telón de fondo de la gran naturaleza del Abruzo son también las fuentes y balnearios termales, las mismas juegan un papel fundamental entre las muchas y atractivas propuestas que ofrece la región de los Parques. Las aguas termales del Abruzo, ya conocidas desde la antigüedad, atraen a un público cada vez más numeroso y permiten curar, con un método natural, numerosísimas enfermedades. Mientras las fuentes de Caramanico, Raiano y Popoli surgen a los pies de la Majella, las de Canistro brotan en el Valle Roveto, entre los bosques que marcan los confines entre la Marsica y la Ciociaria. A los pies de las grandes montañas, a veces dentro de los mismos límites de los parques y de las reservas naturales, los balnearios abruzos permiten mejorar la salud, la belleza y el equilibrio psicofísico, ayudando a mantener la juventud durante más tiempo. CARAMANICO TERME Situado a la salida del Cañón del Orfento, el histórico centro, a los pies de la Majella es célebre por sus aguas sulfúreas y salsobromoyódicas que fluyen en las fuentes de La Salute, Santa Croce y Pisciarello, famosas desde los tiempos de Carlo Magno. Las aguas contienen un alto porcentaje de hidrógeno sulfurado y son útiles especialmente para el tratamiento de enfermedades reumáticas, metabólicas, nerviosas, cutáneas y ginecológicas, del aparato respiratorio, del aparato digestivo y

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del aparato genitourinario. Las aguas son especialmente útiles también para quienes padecen diabetes pancreático y sordera rinógena. La estación se abre en primavera y termina a principios de otoño. Los veraneantes, que pueden contar con óptimas posibilidades de alojamiento en hoteles, tienen a su alcance la extraordinaria naturaleza del Parque Nacional de la Majella. Caramanico se asoma al espectacular cañón del Orfento, con una naturaleza incontaminada y las espléndidas ermitas celestinas. LAS TERMAS DE POPOLI Situada a la entrada de los estrechos desfiladeros que separan el macizo del Gran Sasso del de la Majella, Popoli ha descubierto recientemente su vocación termal y ha optado por embotellar el agua de su fuente Valle Reale. Conocida desde hace siglos como "la llave de los tres Abruzos", la pequeña ciudad nace en la confluencia del Aterno en el Pescara, a la entrada de la cuenca Peligna con la antiquísima carretera que lleva a L’Aquila atravesando la Piana di Navelli. El balneario termal se halla en la localidad De Contra. Las aguas de Popoli se aconsejan para el tratamiento de enfermedades artroreumáticas como la osteoartrosis, pero también en reumatismos extra-articulares, enfermedades de las vías respiratorias y rinosinusitis. Además, Popoli ofrece

tratamientos para síndromes bronquiales crónicos, bronquitis, rinopatías vasomotoras, faringolaringitis crónicas, sinusitis crónicas, estenosis del conducto auditivo y otitis catarrales crónicas. Durante la estación termal, el balneario ofrece distintos tipos de terapias: fangos, baños terapéuticos, tratamientos de inhalación y ciclos de tratamientos para la sordera rinógena y para la ventilación pulmonar. LAS TERMAS DE RAIANO La estación termal de Raiano es famosa por las aguas que surgen de la fuente La Solfa, ricas de elementos sulfúreos y de bicarbonato-sulfato. Bajo forma de tratamientos de inhalación, muchas son indicadas como remedio para las patologías crónicas y catarrales de todas las vías respiratorias y en las afecciones del aparato auditivo, mientras que bebidas pueden activar las funciones biliopancreáticas y digestivas. Ejercen un papel decisivo en los tratamientos y en la prevención de las enfermedades crónicas y degenerativas del aparato locomotor y son eficaces contra las alergias y las afecciones cutáneas y eczematosas. Su carácter oligomineral estimula la diuresis. La presencia del ión sulfato, además, las hace eficaces como antitóxico y regulador del metabolismo.

LAS TERMAS DE CANISTRO Conocidas al menos desde 1493, año en el que un documento anónimo hace referencia a la salubridad de las aguas que manan de las fuentes Santa Croce y Sponga. También hoy Canistro, en pleno Valle Roveto y a más de 700 metros de altura, se considera como una de las localidades veraniegas más indicadas para niños y ancianos, gracias a su aire puro y a su posición privilegiada entre tupidos bosques de castaños y hayas. Las aguas de las dos fuentes se embotellan desde hace varios años y son especialmente puras porque las filtra la roca calcárea de los Montes Simbruini-Ernici y del Parque Nacional del Abruzo. Están indicadas para las afecciones hepáticas, del aparato gastroentérico, de las vías biliares, del aparato genital femenino y también para alergias, gota, diabetes y obesidad. En las cercanías de Morino, centro situado a pocos kilómetros de Canistro, la espléndida Reserva Natural de Zompo lo Schioppo permite visitar la más alta y espectacular cascada del Abruzo. El Valle Roveto, que pone en comunicación la Marsica con la Ciociaria, ofrece interesantes posibilidades de excursiones a los Montes Ernici y Simbruini y al Parque Nacional del Abruzo.

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Muchos son los visitantes que llegan al Abruzo empujados por el deseo de visitar sus lugares de la fe. Junto a los santuarios más conocidos dedicados a San Gabriel di Isola del Gran Sasso, al Milagro Eucarístico de Lanciano, al Rostro Santo de Manoppello, decenas de otros lugares de cultos se diseminan en el territorio de esta región, cuya naturaleza fuerte y primitiva ha incitado desde siempre a sus habitantes a enfrentarse al misterio de la trascendencia. Sus grutas, teatro prehistórico de ritos ancestrales, y luego sus grandes santuarios itálico-romanos, a partir de la alta Edad Media (época de la cristianización del Abruzo) han visto el ingreso en los mismos lugares de las primeras comunidades de monjes y ermitaños, trazando de ese modo un cuadro realmente único de continuidad en el carácter sagrado de estos lugares.

El Abruzo

En todos los centros del Abruzo llama la atención el nutrido calendario de fiestas patronales y religiosas. Son particularmente atractivas las celebraciones de la Semana Santa en Chieti, las de Pascua en Sulmona, las celebraciones en honor de San Pietro Celestino que tienen como centro la basílica de Santa María de Collemaggio durante la Fiesta de la Perdonanza en L’Aquila. Los ritos en honor de San Antonio Abad y de Santo Domingo, aún vivos en muchos centros de la montaña, ofrecen carácter y atmósferas particulares. En honor del primero se bendicen los animales y se encienden todo tipo de fuegos, como las famosas farchie; para celebrar al segundo, en Cocullo y otros centros se tienen los antiguos ritos de los serpari (festival de Serpientes). Se trata de manifestaciones de la religiosidad popular que invitan tanto a fieles como a visitantes laicos deseosos de unirse a las tradiciones y a la historia. Los santuarios principales El santuario de San Gabriel de Isola del Gran Sasso A los pies de la imponente ladera del lado de Teramo del Gran Sasso, todos los años, dos millones y medio de fieles visitan el santuario de San Gabriel, convirtiéndolo en el lugar sagrado más

y LOS CAMinOS de la fe

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Muchos son los visitantes que llegan al Abruzo empujados por el deseo de visitar sus lugares de la fe. Junto a los santuarios más conocidos dedicados a San Gabriel di Isola del Gran Sasso, al Milagro Eucarístico de Lanciano, al Rostro Santo de Manoppello, decenas de otros lugares de cultos se diseminan en el territorio de esta región, cuya naturaleza fuerte y primitiva ha incitado desde siempre a sus habitantes a enfrentarse al misterio de la trascendencia. Sus grutas, teatro prehistórico de ritos ancestrales, y luego sus grandes santuarios itálico-romanos, a partir de la alta Edad Media (época de la cristianización del Abruzo) han visto el ingreso en los mismos lugares de las primeras comunidades de monjes y ermitaños, trazando de ese modo un cuadro realmente único de continuidad en el carácter sagrado de estos lugares.

El Abruzo

En todos los centros del Abruzo llama la atención el nutrido calendario de fiestas patronales y religiosas. Son particularmente atractivas las celebraciones de la Semana Santa en Chieti, las de Pascua en Sulmona, las celebraciones en honor de San Pietro Celestino que tienen como centro la basílica de Santa María de Collemaggio durante la Fiesta de la Perdonanza en L’Aquila. Los ritos en honor de San Antonio Abad y de Santo Domingo, aún vivos en muchos centros de la montaña, ofrecen carácter y atmósferas particulares. En honor del primero se bendicen los animales y se encienden todo tipo de fuegos, como las famosas farchie; para celebrar al segundo, en Cocullo y otros centros se tienen los antiguos ritos de los serpari (festival de Serpientes). Se trata de manifestaciones de la religiosidad popular que invitan tanto a fieles como a visitantes laicos deseosos de unirse a las tradiciones y a la historia. Los santuarios principales El santuario de San Gabriel de Isola del Gran Sasso A los pies de la imponente ladera del lado de Teramo del Gran Sasso, todos los años, dos millones y medio de fieles visitan el santuario de San Gabriel, convirtiéndolo en el lugar sagrado más

y LOS CAMinOS de la fe

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LOS SAntUARiOS dEL MORROnE popular del Abruzo. Consagrado a San Gabriel de la Dolorosa que allí murió en 1862, con solo veinticuatro años. Su fama comenzó a difundirse a partir del 1892. Los numerosos milagros a él atribuidos llevaron a su beatificación en 1908. En 1920, bajo el pontificado de Benedicto XV fue proclamado santo, y el papa Juan XXIII lo declaró patrón del Abruzo en 1959. El santuario de principios del 1900 ocupó un complejo del siglo XIII, probablemente fundado por San Francisco de Asís, junto al cual surgió más tarde una iglesia dedicada a la Inmaculada Concepción. En 1970 se unió al viejo santuario una nueva y moderna construcción, inaugurada en 1985 por Juan Pablo II. Su gran sala, de 90 metros por 30, tiene capacidad para 10.000 personas. En el viejo santuario, además del sepulcro del santo, cuyos restos se encuentran en una urna de bronce, es posible visitar la colección de ex voto y objetos preciosos de la vida de San Gabriel. Los fieles visitan el santuario durante todo el año. De particular importancia son el 27 de febrero, aniversario de la muerte del santo; el mes de marzo, cuando miles de estudiantes lo visitan a 100 días de los exámenes de bachillerato; y a fines de agosto, cuando un alegre campamento de jóvenes se instala en las cercanías del santuario. El santuario del Milagro Eucarístico de Lanciano NEn el centro de Lanciano (la antigua Anxanum), la iglesia de San Francisco, construida en 1258, de estilo románico-borgoñón y reconstruida siguiendo formas barrocas a mitad del siglo XVIII, conserva el testimonio del Milagro Eucarístico más antiguo del mundo católico. Alrededor del 1700, en la iglesia de San Legonciano, un

MorroneUn ejemplo realmente especial de esta continuidad ininterrumpida del carácter sagrado de los lugares, tan típico de la religiosidad abruza, se halla en el Valle Peligna, en la base de la desmesurada pared rocosa del Monte Morrone. A pocos metros uno del otro, pero evidentemente unidos por un único sentido de presencia de lo divino que emana del lugar encontramos un santuario rupestre del Neolítico (VI milenio a.C.), con maravillosas figuras de orantes pintados en rojo ocre sobre la roca; el espectacular proscenio del Templo de Ercole Curino, donde hace veintidós siglos la Confederación Itálica se reunió para presentar oposición y combatir con el astro creciente de Roma; la ermita de San Onofrio, fundada en la Edad Media por Celestino V, y enclavada como un nido de águila en la abrupta pared rocosa; y por último el elegante complejo renacentista de la Abadía Morronese, donde la orden monástica de los Celestinos estableció su casa madre. Cuatro asentamientos religiosos, de cuatro épocas y tres marcos de culto diferentes, reunidos en un pañuelo de territorio, a pocos metros uno del otro ¡un testimonio del carácter sagrado de los lugares que echan sus propias raíces en la prehistoria y llega sin interrupción hasta nosotros!

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LOS SAntUARiOS dEL MORROnE popular del Abruzo. Consagrado a San Gabriel de la Dolorosa que allí murió en 1862, con solo veinticuatro años. Su fama comenzó a difundirse a partir del 1892. Los numerosos milagros a él atribuidos llevaron a su beatificación en 1908. En 1920, bajo el pontificado de Benedicto XV fue proclamado santo, y el papa Juan XXIII lo declaró patrón del Abruzo en 1959. El santuario de principios del 1900 ocupó un complejo del siglo XIII, probablemente fundado por San Francisco de Asís, junto al cual surgió más tarde una iglesia dedicada a la Inmaculada Concepción. En 1970 se unió al viejo santuario una nueva y moderna construcción, inaugurada en 1985 por Juan Pablo II. Su gran sala, de 90 metros por 30, tiene capacidad para 10.000 personas. En el viejo santuario, además del sepulcro del santo, cuyos restos se encuentran en una urna de bronce, es posible visitar la colección de ex voto y objetos preciosos de la vida de San Gabriel. Los fieles visitan el santuario durante todo el año. De particular importancia son el 27 de febrero, aniversario de la muerte del santo; el mes de marzo, cuando miles de estudiantes lo visitan a 100 días de los exámenes de bachillerato; y a fines de agosto, cuando un alegre campamento de jóvenes se instala en las cercanías del santuario. El santuario del Milagro Eucarístico de Lanciano NEn el centro de Lanciano (la antigua Anxanum), la iglesia de San Francisco, construida en 1258, de estilo románico-borgoñón y reconstruida siguiendo formas barrocas a mitad del siglo XVIII, conserva el testimonio del Milagro Eucarístico más antiguo del mundo católico. Alrededor del 1700, en la iglesia de San Legonciano, un

MorroneUn ejemplo realmente especial de esta continuidad ininterrumpida del carácter sagrado de los lugares, tan típico de la religiosidad abruza, se halla en el Valle Peligna, en la base de la desmesurada pared rocosa del Monte Morrone. A pocos metros uno del otro, pero evidentemente unidos por un único sentido de presencia de lo divino que emana del lugar encontramos un santuario rupestre del Neolítico (VI milenio a.C.), con maravillosas figuras de orantes pintados en rojo ocre sobre la roca; el espectacular proscenio del Templo de Ercole Curino, donde hace veintidós siglos la Confederación Itálica se reunió para presentar oposición y combatir con el astro creciente de Roma; la ermita de San Onofrio, fundada en la Edad Media por Celestino V, y enclavada como un nido de águila en la abrupta pared rocosa; y por último el elegante complejo renacentista de la Abadía Morronese, donde la orden monástica de los Celestinos estableció su casa madre. Cuatro asentamientos religiosos, de cuatro épocas y tres marcos de culto diferentes, reunidos en un pañuelo de territorio, a pocos metros uno del otro ¡un testimonio del carácter sagrado de los lugares que echan sus propias raíces en la prehistoria y llega sin interrupción hasta nosotros!

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LA SCALA SAntA dE CAMpLi

monje basilio manifestó dudas sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Sin embargo, durante la Misa, la Hostia y el vino consagrados verdaderamente se transformaron en carne y sangre. Custodiadas primero por los Basilios, después por los Benedictinos y finalmente por los Hermanos Menores Conventuales, ambos vestigios hoy son conservados respectivamente en un ostensorio de escuela napolitana (1713) y en un cáliz de cristal. Hoy como antes, las reliquias consisten en cinco gotas de sangre coagulada y en una sutil membrana de carne resultado de la transformación de la Hostia. Los exámenes histológicos realizados en 1971 y 1981 en el hospital de Arezzo han demostrado que se trata de sangre y tejido humano cardíaco que nunca han recibido tratamiento alguno para su conservación. El santuario del Milagro Eucarístico recibe todos los años la visita de decenas de millones de fieles. El santuario del Rostro Santo de Manoppello A los pies de la ladera septentrional de la Majella, en las cercanías del burgo histórico de Manoppello, el santuario del Rostro Santo recibe la visita de los fieles durante todo el año y es meta de peregrinaje el segundo domingo de mayo. Construido entre 1617 y 1638, y en gran parte reconstruido durante el 1900, custodia una imagen de Cristo sobre lino, llamada il Velo della Veronica (por vera icona – o verdadero ícono) que según la tradición, habría sido entregada en 1506 por un ángel con semblante de peregrino al científico Giacomo Antonio Leonelli de Manoppello.

Según algunos historiadores, la imagen aparecida milagrosamente a los pies de la Majella ya había sido descrita con anterioridad en Tierra Santa, por algunos cronistas medievales, y luego robada en Roma, donde había sido llevada. Según los recientes estudios del profesor H.H. Pfeiffer, esta reliquia constituiría, junto al Sudario de Turín, el único ejemplo conocido de imagen “aquerópita” de Cristo, o sea no pintada por mano humana. El santuario de la Virgen de los Milagros de Casalbordino A pocos kilómetros del mar, en las colinas entre los valles del Sinello y del Sangro, el santuario de Casalbordino recuerda una aparición milagrosa producida en 1526. Mientras el campesino Alessandro Muzii se dirigía hacia su campo, rezando el Rosario, la Virgen se le apareció en un robledal y le reveló que el terrible temporal del día anterior había sido desatado por indignación divina, ante los pecados de los lugareños. En el lugar de la aparición surgió una capilla, luego sustituida por un santuario. El edificio actual data del 1824, y es meta de una concurrida peregrinación cada 11 de junio. Las formas y la intensidad de la devoción popular inspiraron a Gabriel D’Annunzio (con su El Triunfo de la Muerte) y al pintor Francesco Paolo Michetti.

Campli hoy es un tranquilo burgo somontano a los pies de los Montes Gemelli, primeras alturas de la Laga, sin embargo, hace siglos era uno de los más importantes centros del territorio de confín entre Teramo y Ascoli Piceno, entre el Reino Borbónico y el Estado Pontificio. Ciudad próspera y acomodada, sede de ricas cofradías de artesanos y comerciantes y, gracias a su posición, poseedora de privilegios eclesiásticos como el Obispado, Campli cuenta con un pasado que ha dejado importantes testimonios de sus esplendores, como la Scala Santa. “[...]Guardián amoroso de los tesoros celestes de la Iglesia, para aumentar la religión de los fieles y la salvación de las almas, a todos los fieles de ambos sexos, realmente arrepentidos, confesados y comulgados, que subirán de rodillas la Escalera construida en la ciudad de Campli […] con esta carta y con la autoridad apostólica, concedemos paternamente poder obtener cada una de las indulgencias, el perdón de los pecados y penas, que podrían obtener si personalmente, devotamente subieran arrodillados la Scala Santa de nuestra Alma Roma. Lo que queda aquí establecido deberá tener valor a perpetuidad, en el futuro, sin importar cosa contraria alguna [...]. Fechado en Roma, en Santa Maria Maggiore, bajo el anillo del Pescador, XXI Enero 1772, año tercero de Nuestro Pontificado". Firmado Clemente Papa XIV. Fue con este “breve”, edicto similar a la “bula” que el papa Clemente XIV atribuyó oficialmente el privilegio de la Scala Santa a la ciudad de Campli. No fue un regalo inesperado para la ciudad abruza, sino el fruto del largo y paciente trabajo diplomático del abogado Gianpalma Palma, entonces camarlengo del Ayuntamiento, que obtuvo para su ciudad el

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ambicionado privilegio papal y que hizo construir la Scala Santa. A la Cofradía de los Santos Estigmas de San Francisco, de la cual era prioste, fue atribuido el rol de custodia del edificio sagrado. La Scala Santa se encuentra al costado de la plaza principal, detrás del Palazzo Farnese. Su alma son 28 escalones de madera de roble que deben subirse de rodillas –las mujeres con la cabeza cubierta– rezando y pidiendo el perdón de los propios pecados. La recompensa para los fieles es la absolución, y en algunos días del año la Indulgencia Plenaria, que tiene el mismo valor de la que se obtiene rezando sobre la más famosa Scala Santa de Roma, en la basílica de San Juan de Letrán. Es un monumento rico de simbologías que motivan cada uno de sus elementos. El tener que subir de rodillas, observados por las seis excepcionales pinturas –tres a la derecha y tres a la izquierda de la escalera, que hablan de momentos salientes de la Pasión de Cristo–, lleva a los fieles a recorrer las etapas de Jesús hacia la Cruz, reviviendo simbólicamente su sufrimiento. El último escalón conduce al Sancta Sanctorum donde se encuentra el altar del Salvador, el Cristo Salvator Mundi, que libera al pecador de su peso. Después de haber rendido un homenaje simbólico al papa Clemente y a Santa Elena, casi reyes con los esplendidos colores de sus retratos de tamaño natural, el creyente purificado en su alma desciende hacia la luz del día, ahora de pie, acompañado por las escenas alegres de la Resurrección y observado por sonrientes angelitos que se asoman desde el techo. La Escalera Santa de Campli es una de las mejor conservadas entre las existentes en Italia, pero también una de las menos conocidas

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LA SCALA SAntA dE CAMpLi

monje basilio manifestó dudas sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Sin embargo, durante la Misa, la Hostia y el vino consagrados verdaderamente se transformaron en carne y sangre. Custodiadas primero por los Basilios, después por los Benedictinos y finalmente por los Hermanos Menores Conventuales, ambos vestigios hoy son conservados respectivamente en un ostensorio de escuela napolitana (1713) y en un cáliz de cristal. Hoy como antes, las reliquias consisten en cinco gotas de sangre coagulada y en una sutil membrana de carne resultado de la transformación de la Hostia. Los exámenes histológicos realizados en 1971 y 1981 en el hospital de Arezzo han demostrado que se trata de sangre y tejido humano cardíaco que nunca han recibido tratamiento alguno para su conservación. El santuario del Milagro Eucarístico recibe todos los años la visita de decenas de millones de fieles. El santuario del Rostro Santo de Manoppello A los pies de la ladera septentrional de la Majella, en las cercanías del burgo histórico de Manoppello, el santuario del Rostro Santo recibe la visita de los fieles durante todo el año y es meta de peregrinaje el segundo domingo de mayo. Construido entre 1617 y 1638, y en gran parte reconstruido durante el 1900, custodia una imagen de Cristo sobre lino, llamada il Velo della Veronica (por vera icona – o verdadero ícono) que según la tradición, habría sido entregada en 1506 por un ángel con semblante de peregrino al científico Giacomo Antonio Leonelli de Manoppello.

Según algunos historiadores, la imagen aparecida milagrosamente a los pies de la Majella ya había sido descrita con anterioridad en Tierra Santa, por algunos cronistas medievales, y luego robada en Roma, donde había sido llevada. Según los recientes estudios del profesor H.H. Pfeiffer, esta reliquia constituiría, junto al Sudario de Turín, el único ejemplo conocido de imagen “aquerópita” de Cristo, o sea no pintada por mano humana. El santuario de la Virgen de los Milagros de Casalbordino A pocos kilómetros del mar, en las colinas entre los valles del Sinello y del Sangro, el santuario de Casalbordino recuerda una aparición milagrosa producida en 1526. Mientras el campesino Alessandro Muzii se dirigía hacia su campo, rezando el Rosario, la Virgen se le apareció en un robledal y le reveló que el terrible temporal del día anterior había sido desatado por indignación divina, ante los pecados de los lugareños. En el lugar de la aparición surgió una capilla, luego sustituida por un santuario. El edificio actual data del 1824, y es meta de una concurrida peregrinación cada 11 de junio. Las formas y la intensidad de la devoción popular inspiraron a Gabriel D’Annunzio (con su El Triunfo de la Muerte) y al pintor Francesco Paolo Michetti.

Campli hoy es un tranquilo burgo somontano a los pies de los Montes Gemelli, primeras alturas de la Laga, sin embargo, hace siglos era uno de los más importantes centros del territorio de confín entre Teramo y Ascoli Piceno, entre el Reino Borbónico y el Estado Pontificio. Ciudad próspera y acomodada, sede de ricas cofradías de artesanos y comerciantes y, gracias a su posición, poseedora de privilegios eclesiásticos como el Obispado, Campli cuenta con un pasado que ha dejado importantes testimonios de sus esplendores, como la Scala Santa. “[...]Guardián amoroso de los tesoros celestes de la Iglesia, para aumentar la religión de los fieles y la salvación de las almas, a todos los fieles de ambos sexos, realmente arrepentidos, confesados y comulgados, que subirán de rodillas la Escalera construida en la ciudad de Campli […] con esta carta y con la autoridad apostólica, concedemos paternamente poder obtener cada una de las indulgencias, el perdón de los pecados y penas, que podrían obtener si personalmente, devotamente subieran arrodillados la Scala Santa de nuestra Alma Roma. Lo que queda aquí establecido deberá tener valor a perpetuidad, en el futuro, sin importar cosa contraria alguna [...]. Fechado en Roma, en Santa Maria Maggiore, bajo el anillo del Pescador, XXI Enero 1772, año tercero de Nuestro Pontificado". Firmado Clemente Papa XIV. Fue con este “breve”, edicto similar a la “bula” que el papa Clemente XIV atribuyó oficialmente el privilegio de la Scala Santa a la ciudad de Campli. No fue un regalo inesperado para la ciudad abruza, sino el fruto del largo y paciente trabajo diplomático del abogado Gianpalma Palma, entonces camarlengo del Ayuntamiento, que obtuvo para su ciudad el

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ambicionado privilegio papal y que hizo construir la Scala Santa. A la Cofradía de los Santos Estigmas de San Francisco, de la cual era prioste, fue atribuido el rol de custodia del edificio sagrado. La Scala Santa se encuentra al costado de la plaza principal, detrás del Palazzo Farnese. Su alma son 28 escalones de madera de roble que deben subirse de rodillas –las mujeres con la cabeza cubierta– rezando y pidiendo el perdón de los propios pecados. La recompensa para los fieles es la absolución, y en algunos días del año la Indulgencia Plenaria, que tiene el mismo valor de la que se obtiene rezando sobre la más famosa Scala Santa de Roma, en la basílica de San Juan de Letrán. Es un monumento rico de simbologías que motivan cada uno de sus elementos. El tener que subir de rodillas, observados por las seis excepcionales pinturas –tres a la derecha y tres a la izquierda de la escalera, que hablan de momentos salientes de la Pasión de Cristo–, lleva a los fieles a recorrer las etapas de Jesús hacia la Cruz, reviviendo simbólicamente su sufrimiento. El último escalón conduce al Sancta Sanctorum donde se encuentra el altar del Salvador, el Cristo Salvator Mundi, que libera al pecador de su peso. Después de haber rendido un homenaje simbólico al papa Clemente y a Santa Elena, casi reyes con los esplendidos colores de sus retratos de tamaño natural, el creyente purificado en su alma desciende hacia la luz del día, ahora de pie, acompañado por las escenas alegres de la Resurrección y observado por sonrientes angelitos que se asoman desde el techo. La Escalera Santa de Campli es una de las mejor conservadas entre las existentes en Italia, pero también una de las menos conocidas

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LA ERMitA dE SAn BARtOLOMé dE LEGiO

En las laderas septentrionales de la Majella, enraizada como un pueblo mejicano en las rocas del cañón del Espíritu Santo, en el territorio de Roccamorice, se encuentra la ermita más espectacular del Abruzo: San Bartolomé de Legio. El recorrido de acercamiento al cañón y a su ermita está señalado por antiguas cruces de hierro. Una vez pasada la tercera cruz, el acceso a la ermita se produce a través de un gran agujero en la roca, con los escalones esculpidos en la piedra desnuda. Bajo el amparo de una cresta compacta aparece entonces, con un efecto sorprendente, la fachada de la pequeña capilla, engarzada en la muela que corta la pared rocosa como si fuera una terraza. Desde la capilla dos escalinatas empinadas llevan al sugestivo pedregal subyacente, también éste erosionado en la roca desnuda. Las vicisitudes de esta ermita están estrechamente ligadas a la famosa figura de Pietro Angeleri, el ermitaño de la Majella que en 1294 subió al solio pontificio bajo el nombre de Celestino V y que en la segunda mitad del siglo XIII más de una vez escaló estas rocas para retirarse en oración junto a sus discípulos. En su interior, la pequeña iglesia está casi totalmente excavada en la roca, siendo su único muro la pared exterior. En un nicho sobre el

altar del siglo XVI, está colocada la estatua de madera pintada de San Bartolomé, una obra dieciochesca modesta, y sin embargo objeto de gran veneración, no solo por parte de los fieles del lugar. Todos los años, la mañana del 25 de agosto, centenares de fieles llegan a la pequeña iglesia y, después de oír misa, llevan la estatua del santo en procesión hasta la iglesia parroquial de Roccamorice, donde es objeto de grandes celebraciones. Los devotos evocan a San Bartolomé también en otros momentos del año, tomando prestado el cuchillo de la estatua y usándolo para conjurar enfermedades y pidiendo por la intercesión del santo. Sin embargo, el culto popular también se relaciona con los presuntos poderes curativos y milagrosos del agua que emana del manantial en el fondo del cañón. Desde una puertecilla junto al altar puede accederse a una pequeña habitación usada como sacristía, que en pasado también hizo las veces de refugio para los ermitaños. Saliendo por la parte posterior, nos asomamos al cautivante marco de las terrazas que dan al cañón. No muy lejos, debajo de otro refugio en roca, similar al de la ermita, excavaciones arqueológicas han descubierto la presencia de una aldea de la Edad de Piedra, que data del período neolítico.

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Realización editorial y textos: CARSA SA. © Abruzo Promoción del Turismo, 2007. Todos los derechos reservados. Fotografías: archivo Carsa Ediciones y archivo APTR Abruzo. (A. Angelozzi, M. Anselmi, S. Ardito, V. Battista, C. Carella, G. Cocco, M. Congeduti, S. D’Ambrosio, L. D’Angelo, M. Di Martino, G. Di Paolo, F. Fontemaggi, A. Gandolfi, V. Giannella, P. Iammarrone, G. Lattanzi, J. Martinet, E. Micati, M. Minoliti, R. Monasterio, R. Naar, Mr. Pellegrini, Ms. Pellegrini, P. Raschiatore, S. Servili, G. Tavano, M. Vitale); archivo Parco Sirente-Velino.

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