Diez años después, seguimos con LEKUN Abril 2012

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después PORTADA

Diez años después, seguimos con LEKUN Abril 2012

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después ÍNDICE, con la lista de artículos y sus páginas para una visión global de esta publicación.

A modo de editorial

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Un recorrido de rostros

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La presencia de Lekun a nuestro lado

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Encontramos en Lekun el gran tesoro

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Alguna imagen para acabar… y continuar

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después A modo de editorial Presentación de un Papiro muy especial para una persona muy especial En abril de 2003, un año después de su fallecimiento, salía el Papiro 121 dedicado íntegramente a Fernando Legarreta, Lekun. Cuando se cumplen diez años desde aquel 11 de abril de 2002 queremos dedicar otro Papiro muy especial a este hombre tan especial. Todo parte de una pregunta de uno de los miles de chavales que pasan por el caserío Lekun – etxea: “¿Quién ese Lekun que da nombre al caserío?” A muchos nos pareció increíble esta pregunta. ¿Cómo puede haber alguien que no conozca a Lekun? Y, sin embargo, somos conscientes de que hay ya muchos chavales que no van a tener la fortuna de conocerle y disfrutar con él. Por eso surge ahora este Papiro. Lanzamos el siguiente escrito: “Hoy no es raro que cuando los chavales se acercan al caserío pregunten por qué se llama Lekun – etxea, quién es Lekun. El próximo abril se cumplen diez años desde que nos dejó para acompañarnos desde dentro y desde el cielo. Vamos a un Papiro muy especial en su recuerdo. Y para ello TE PEDIMOS que escribas algo sobre Lekun y me lo envíes: • Puede ser una anécdota que recuerdas con cariño • Puede ser la huella que te dejó

Puede ser lo que podrías decir a ese chaval que pregunta “quién es Lekun” • Puede ser una carta que le escribes • Puede ser el comentario de una foto que guardas con cariño • Puede ser una oración al Señor que nos lo puso cerca • Puede ser… lo que quieras, largo o corto. De ahí surgen estas páginas. Son palabras de agradecimiento a Lekun y a Dios. Son palabras que intentan transmitir a las generaciones futuras una vida que ha multiplicado mucha vida y que sigue por siempre y para siempre viva.



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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Un recorrido de rostros Sin demasiado orden, permiten ver el recorrido de toda una vida

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después La presencia de Lekun a nuestro lado Algunas letras de quienes le seguimos descubriendo a nuestro lado

mido, las convivencias en las que contabas tan vivamente las mismas historias de siempre que hasta tú mismo te las creías y a los que las oíamos nos resultaban siempre nuevas. Tu vida fue incansable y es por eso que cambiaste el mundo de tu alrededor. Te equivocaste alguna vez. Recuérdalo, allí en aquella Salamanca desquiciada del año 67, pero no importa, porque te atrevías a equivocarte. Fuiste creativo e incluso osado. Fuiste el polo opuesto de aquel empleado que recibió un talento de manos de su Señor y lo escondió. Tú no te ocupaste en conservar la fe, sino en contagiarla; ni sustituiste el Evangelio por la observancia. Las formulaciones teológicas no te quitaban el sueño. En fin, Lekun, que me acuerdo y te recuerdo siempre. Ahora que estás con el Padre (como siempre, pero de otra manera) recuérdame tú a mí. Un abrazo.

Te llevo conmigo Iñaki Alberdi, religioso escolapio Lekun: ¿Sabes que te llevo en mi breviario desde el primer día de tu adiós? Y no es porque sea muy dado a guardar recuerdos y recordatorios (de hecho es el único que tengo), sino por puro agradecimiento. Yo tenía una cama en el Peñascal, pero no vivía, estaba ”roto”. Tú te diste cuenta. Tú viste lo que otros no veían y me echaste una mano. Me llevaste a Trueba, en días sucesivos hablamos largos ratos, rezamos juntos, nos ayudamos mutuamente a aclararnos cosas, me ilusionaste… En fin, me ayudaste a apaciguar mi espíritu. De ti aprendí que rico no es el que guarda y acumula, sino el que tiene para dar y el que se entrega sin medida. Tú eres el claro ejemplo de que la entrega y el amor lo pueden todo y que es lo que en definitiva pervive. Y así desde siempre: desde las cenas nocturnas a la luz de las velas en las patateras de Albelda, hasta tu lenta, dolorosa y ejemplar muerte, pasando por la moto que te regaló tu hermano y que siempre te llevaba a donde hubiera un chaval del Colegio a pesar de que un ojo lo tenías medio dor-

Una figura irrepetible Un ex alumno del cole, ahora "alejado" ¡Qué pasada! ¡10 años ya! Recuerdo cuando le vía la última vez en Ercilla y su imagen en la misa de Escolapios. Podría decir y contar todo,

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después La otra hay que explicarla: Una de mis contraseñas de Internet es “malditos escolapios”, que es una de las frases que nos dejó, cuando contaba aquella historia, que seguro que alguno habrá reproducido puesto que la contaba en convivencias de 2º de BUP, de aquel marinero que iba en barco a África, y cuando todos los del barco bajaban a lo que él llamaba “a putas”, él se quedaba en el barco y decía aquella frase que todos los de mi generación repetimos: “Malditos escolapios que me enseñaron a ser hombre…”

y con todo me quedaría corto. Creo que es una figura irrepetible. Los ojos se me llenan de lágrimas solo de recordarle. Sus bonitas misas en la capilla de Arrazola. Sus charlas e historias alrededor del fuego de campamento en Isaba. Cuando le acompañaba en el “Aspirino” a comprar el pan a la panadería LUS en Roncal. En fin, son tantas y tantas que siempre estarán conmigo. Se fue como vivió sin estridencias ni ruidos. Lamentablemente se nos fue. Para mí reflejaba un modo de vida y una actitud frente a ella que demostró hasta el final. El papel que repartieron en su funeral refleja tal y como para mí fue y sigue siendo: “No me busquéis en mi lecho, que no estaré” No lloréis por mi ausencia, pues no me fui. En los valles y cimas aprendí a vivir, y con vuestros pasos las cimas recorreré”

“Yo también te quiero, Lekun” Aintzane Monteverde, misión compartida en el colegio de Bilbao “Yo también te quiero….” Era una frase habitual que solía compartir con Lekun. Todo el mundo sabe que esta frase tiene una final diferente aunque pocas veces lo utilizábamos hasta el final. Cuando me propusieron escribir algo sobre él tuve dos imágenes: ¡Dios mío ya han pasado diez años!, y, la segunda, ¡Cuánto voy a llorar mientras lo escriba! Por los años 80, conocí a un Lekun más joven, scout y batallador en reuniones, actividades y asambleas scouts. Algunas ideas que defendíamos eran diferentes y tuvimos nuestros más y nuestros menos. Posteriormente, casualmente unos diez años después, conocí a Lekun en su entorno profesional, pastoral y personal. Lekun no dejaba indiferente a nadie. Tenía un corazón muy grande y todo lo que hacía estaba guiado por su amor al colegio, a los chavales, a transmitir el amor y la cercanía de Dios a todo el que lo necesitara. Siempre quería ver en cada uno los

Un hombre extraordinario Jesús Vásquez, religioso escolapio de Venezuela Le recuerdo con un hombre extraordinario y eso que fueron solo seis días que estuve allá conociéndole en el 2000.

“Malditos escolapios” Iñaki Miyar, Fraternidad de Itaka Cada vez que voy solo al Pagasarri (en otros montes no lo hago, no sé por qué), cuando llego a la punta, toca la cruz y rezo un Gure Aita (siempre en euskera) acordándome de Lekun, y mis aitites y amamas fallecidos. Lo llevo haciendo desde hace años y la justificación que encuentro es que él fue uno de los que influyó en que me gustara el monte como me gusta ahora…y de esa forma lo hago presente a él y a mis familiares fallecidos.

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después cielo con Lekun…? ¡Bárbaro…!

chavales y cada uno de nosotros lo bueno que había. Me tocó compartir con él la redacción de documentos que hoy tenemos en el Colegio. Entre artículo y artículo, redacción de textos, relecturas y redacciones definitivas se colaban los pistachos, el Kas de naranja, el tener un detalle con cada uno de los que estábamos en la reunión… ¡Que no faltara la comida y que todos trabajáramos a gusto! Todo esto hizo tejer una relación de cariño hacia su persona. Me ayudó a ver a Dios a través de pequeños gestos y a entender que tanto de lo malo como de lo bueno se puede hacer virtud. Lekun amaba la Vida, amaba profundamente a Dios, difundía con su estilo tan personal el mensaje cristiano y su identidad ESCOLAPIA lo llenaba todo. Las otras cosas eran accesorios: los papeles, la coordinación, el orden del día de una reunión….Él tenía su propio orden, su propio estilo y su peculiar manera de priorizar las cosas. A Lekun se le quería o aceptaba como era aunque hubiera que regañarle. No dejaba indiferente a nadie. Este curso estoy dando Sociales en 2º ESO. Era una de las asignaturas que él impartía. A veces, corrigiendo exámenes, me he sorprendido a mí misma haciendo comentarios como Lekun ¡pero cómo ha podido poner esto..!, ¡ y a éste cómo lo apruebo! Al final, él siempre aprobaba. Cuando él falleció mi gran interrogante fue y ahora, ¿cómo se va a llevar adelante todo lo que él hacía? Nadie podía imitar a Lekun y eso ha permitido que surgieran las potencialidades y los talentos que cada uno tenía para ponerlas al servicio de un proyecto común. Durante estos años se ha avanzado mucho en los diferentes ámbitos del Colegio: las clases, atención a la diversidad de alumnos, las actividades en las campañas, los grupos de pastoral, los proyectos de cooperación…Estoy segura que todo esto ha hecho feliz a Lekun. Él no era muy amigo de homenajes públicos hacia a su persona; sin embargo, sabía agradecer cuando las cosas se le decían desde la cercanía y desde el corazón. Ha conseguido que, con su vida y con su estilo, todos tengamos un recuerdo hacia él y que esbocemos una sonrisa cuando le nombramos. ¡Qué mayor homenaje se puede tener! Ahora bien, ¿Os imagináis a San Pedro en el

Esto es lo que le digo a Lekun Rosa Mª Sustacha, Fraternidad de Itaka Ya ves, han pasado 10 años. Cuando te fuiste yo empezaba a aprender a ser amama. Hoy mi nieta tiene ya doce años y hace tiempo que va al caserío. A ese caserío donde te conocí. Era la primera vez que iba nuestro hijo mayor (el padre de mi nieta), y fuimos a verle porque nos parecía que se había ido a América. Y allí apareciste tú. Como siempre. Corriendo de un lado a otro, pero como siempre, amable y cariñoso. Nos enseñaste el caserío y todos los chorizos que tenías colgados "para que los chavales no pasen hambre"... Apareciste desbordando cariño y coraje. Hemos estado cerca de ti muchos años y hasta hemos compartido días en los campamentos de padres. Te hemos visto subir y bajar montes, hacer la compra de nuestros macarrones, llevarnos "a lo loco" en la furgoneta... Te hemos visto comer bocadillos de salchichón y alguno de jamón... Casi dormirte agotado cuando rezábamos a la noche.... Reír, medio llorar.... Lekun, has sido ¡UNO DE LOS NUESTROS! ¡Qué pocos sermones y cuantos ejemplos! Esto se me viene a la cabeza así, de repente, en un primer recuerdo de ti. Pero esto es lo que he compartido con todos. Si tengo algo que decirte personalmente, te digo, Lekun, que has sido el santo que Jesús ha puesto a mi lado para que entienda lo que es "quereros, que sois hermanos"... Que éste es el principio y el fin del mensaje de Jesús. Que encierra todas las soluciones. Me he sentido querida por ti, sin más, porque yo era otra hermana, otra hija de Dios y tenía sitio de sobra en tu corazón.

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después por cualquier razón, no sólo en su clase o en los campamentos, creo que también tenía un sentido especial para detectar si las cosas no iban bien en casa o con alguna persona en concreto. Y entonces, sin que nadie más que la persona interesada se enterase, desplegaba todo su ser para acompañar a ese chaval y tratar de darle lo que le hacía falta para superar ese mal momento. Era como si la máxima fuera poner todos los medios posibles para que cualquier mal momento quedase borrado. Sólo así se explica que alguno, después de haberse roto el brazo dos veranos seguidos, todavía siguiese queriendo ir a los campamentos. He tenido la suerte de poder seguir yendo de campamento muchos años y ya como monitor disfruté en muchas ocasiones de Lekun en reuniones, arreglos del caserío, viajes, compras y anécdotas jocosas pero también muchos momentos importantes, como mi confirmación y las reuniones y retiros de comunidad. Doy gracias porque tener a Lekun cerca era como estar a la sombra de un árbol que continuamente te recuerda la luz de Aita Dios.

Quizá a "los chavales" sea más fácil contarles anécdotas que transmitirles estas experiencias. Pero allí sigue "Lekun-etxea". ¿O gure etxea?, donde seguramente empezarán acumulando los recuerdos y ¡ojalá! después sigan sintiendo las sensaciones que nos dejaste a los demás. Gracias LEKUN. Agur y un beso

Mi encuentro con Lekun Fernando Rodríguez, escolapio laico, Fraternidad de Itaka Conocí a Lekun en una salida con mi clase al caserío creo que en 3º ó 4º de primaria, antes de empezar el grupo eskaut. Recuerdo que estábamos jugando a polis y cacos en la ermita de San Roque, como siempre haciendo bastante el cafre. Como no conocía bien el terreno, me pegué un trompazo contra la pared de piedra de la ermita cuando trataba de escapar de mis perseguidores. No habían pasado ni cinco segundos desde que me habían librado y no sé si me dolió más eso o el golpe, pero el caso es que estaba sentado en el suelo llorando cuando se me acercó ese señor que yo todavía no conocía y que parecía que había venido a ayudar a los profesores. Recuerdo el gesto tierno con que me secó las lágrimas y que consiguió que se me olvidara el mal rato recién pasado. No recuerdo lo que me dijo, ni siquiera si me dijo algo, pero recuerdo que me pareció un señor muy majo a pesar de que al principio su aspecto barbudo me asustó. Después, vi muchas veces detalles como este con otros chavales y creo que es una de las razones por las que muchos decidimos un día ser monitores. Creo que una de las cosas que mejor definen a Lekun es su capacidad de ponerse en el lugar de los chavales que lo estaban pasando mal,

En fin, me gustaría terminar animando y agradeciendo a quienes pensáis que la vocación de Lekun de desvivirse por los demás es un ejemplo a seguir, y así lo intentáis día a día como religiosos, padres, madres, profesores o monito-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después fianza hacia mí aunque él ya sabía qué tenía que hacer, lógicamente. Más cositas: Los viajes por pistas inmundas, no como las de ahora, con el “4 latas” a recoger chavales o mochilas para llegar de día al caserío o campamento y hacer la cena, sobre todo espectaculares las vueltas del Txindoki en navidad de noche donde además de subir con 13 años a un 1400 había que andar 8 km desde Orendain hasta Larraitz (creo que algo impensable hoy en día). Tenía el suficiente coraje y ánimo para espabilarnos a todos a pesar de que por dentro sufriera. Siendo yo monitor el primer año en Estacas fue terrible todos los días de la primera quincena lloviendo, estuve con él haciendo mesas, arreglando tiendas, llevando chavales a dormir a otras bordas. A la noche se le oía pasear, no dormía, estuvo a punto de suspender los campamentos pero la resistencia dio sus frutos y la segunda quincena mejoró el tiempo. ¡Cómo no!, las obras en el caserío. Muchos fines de semana te llamaba a casa para que le acompañaras a hacer algún trabajito, y a gusto. En el 4 latas lo mismo había txistorra que la lista de notas de una evaluación de 8º. Las broncas a los grupos cuando hacíamos alguna, en reuniones concretas extra, las misas especiales de Semana Santa en Irache... ¡qué miedo daba aquel sitio! Lekun exigía porque nos quería incluso al más pieza un día le daba leña y otros cinco le dedicaba tiempo, abrazos, casi siempre en el monte donde yo creo que él mostraba su lado más cariñoso, libre, pero exigente a la vez en el esfuerzo. Muy importante, las promesas. Las cuidaba mucho, les daba mucha seriedad y las convertía en una ceremonia emocionante y sincera de mucho respeto a pesar de la edad que teníamos. De Lekun no puedes olvidar algunas fotos de promesas y alguna foto en las cimas del Pirineo Navarro. Me ha gustado la pregunta de qué le diría a un chaval sobre Lekun. Difícil porque Lekun era experiencia, contacto, pedagogía a través de ser modelo, amistad con compañeros y una visión de Jesús como amigo y servicio. Aún así le diría que Lekun ante todo era educa-

res. Ojalá que las sombras que la luz de Dios proyecta a través de vosotros sobre la Tierra y este Papiro lleno de recuerdos de lo que Lekun sembró sirvan de abono para que esas semillas sigan germinando y los nuevos retoños del árbol que cada año nacen sigan dando sombra y frutos y sembrando nuevas semillas.

Lo que me ha marcado Carlos Gil. Erkideok en la Fraternidad de Itaka. Lo que más me ha marcado de Lekun ha sido la pedagogía del amor a la montaña, la fuerza de voluntad como clave para superar debilidades físicas y mentales, algo que afortunadamente mantengo como importante en mi vida y que él me educó. Y por otro lado la actitud constante de servicio a los demás, de ahí nace la actitud y la obligación de ser voluntario en la vida. Estando yo casi siempre en Oinarinak esas eran dos de las líneas que más trabajaba Lekun. Otros recuerdos imborrables: los campamentos volantes en Linza de cuatro días: aquello sí que era conquistar cimas importantes desde pequeños y las enseñanzas en las cimas de cada monte: el famoso rayo verde, las fotos por equipos en el Sobarcal, la canción de sólo le pido a Dios en la borda. Compartir las mochilas y las cantimploras a pesar del esfuerzo. Por cierto el primer día de acercamiento al Arlas me dio el pajarón y tuve que ir en su “4 latas” pero que no se entere nadie, ese día me acompañaba el difunto Carmelo Ortiz que fue al cuartel a pedir agua para mí. Alguna anécdota: Ir varias veces a Belagua por la noche a coger tiendas nuevas porque las que habíamos llevado a Linza estaban rotas. El día de la promesa de 8º va y me pregunta (“coitao de mí”) siendo chaval en uno de los muchos viajes matutinos a Isaba a comprar carne, si nuestro grupo , que era bastante güaje, se merecía hacer la promesa, yo le contesté que sí. Me lo tomé como una prueba de con-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después dor, vivencia pura, modelo y fidelidad a unos valores que ahora tanto cuesta recuperar Y en más sencillo le diría que era: ALEGRÍA, CARIÑO, EXIGENCIA Y SERVICIO A LOS DEMÁS Y A LA NATURALEZA. Desde luego que a mí me ha marcado y educado en muchos aspectos que ahora valoro más que nunca.

fuego, siga encendido. Y en estos tiempos oscuros, sombríos, amenazantes, injustos… necesitamos más que nunca fuegos de ese tipo, que hagan de nuestro planeta un mar de fueguitos capaces de arder la vida con fuerza, que construyan solidaridad y fraternidad, que alumbren el nacimiento de un nuevo mundo, más humano, más justo, más cerca del sueño de Dios… y más cerca del sueño por el que Lekun entregó toda su vida.

Lekun, un gran fuego

Lekun, siempre listo

Carlos Askunze, Fraternidad de Itaka Pensar en Lekun –y sentirle hoy entre nosotros desde la fe– me hace recordar este texto de Eduardo Galeano en su obra El libro de los abrazos: “Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. –El mundo es eso –reveló–. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”. Lekun fue, y sigue siendo para mí y creo que para muchas personas, de ese tipo de fuegos que “arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”. Esa es mi experiencia, ese es el recuerdo que permanece en mí de Lekun y esa, entre otras, es la causa de que mi fe, mi

Andrés Martín. Erkideok en la Fraternidad de Itaka “No me busquéis en mi lecho, que no estaré. No lloréis por mi ausencia, pues no me fui. En los valles y cimas aprendí a vivir, y con vuestros pasos, las cimas recorreré.” Cuántas cimas recorridas desde entonces... Lekun dejó una huella imborrable. Nos contagió tanta ilusión que una década después, todavía vive en nuestras ilusiones. ¿Quién era Lekun? Seguramente coincidamos en la respuesta. Seguro que una y otra vez se repite que fue un hombre de Dios, un escolapio. Alguien que vivía la fe en comunidad. Hablando de él, aparecerán palabras como escultismo, fidelidad, fortaleza, entrega. Y seguro que hemos releído más de una vez que Lekun fue un gran descubrimiento. Seguro que sí. Lo primero que te llamaba la atención sin conocerle era su arrollador carisma. Era de ese tipo de personas que podía hablar en una sala abarrotada y conseguir que cada uno pensase que le hablaba a él. Sabía llegar. Alguien que deslumbraba a los chavales año tras año en su convocatoria al escultismo. Sabía que llegaba. Conocerle fue aún mejor. Lekun era un hombre con mensaje. Claro y atrayente, más allá de frases bonitas. “Alegres los muchachos y muchachas, que os va el res-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después plandor del fuego, en una noche serena, porque soñaréis con nuevos amaneceres, llenos de luz y de fuerza, para llevar a cabo vuestro proyecto personal” Quizá la sencillez del mensaje hacía que éste fuese tan poderoso. En lo profundo de quien lo escuchó, sigue resonando su voz y ese “tratad de dejar este mundo en mejores condiciones de cómo lo encontrasteis” no por la cantidad de veces que lo decía, sino porque lo hizo suyo y realmente lo consiguió. Lekun te llevaba por un mundo mejor. Sin pararse, sin sentarse ni tumbarse. Sin “arrastrar el campamento” Sabía que cuando el camino se hacía duro, sólo los duros siguen el camino. Te invitaba a ser, aunque él no estuviera. Jamás le oí queja alguna, y siempre anteponía al otro, incluso en momentos difíciles. Hasta el final. “Poquito a poco” Creo que lo que le hacía tan generoso es que encontró a Dios y a sí mismo en el servicio a los demás. A través de la educación, en concreto. La educación de “piedad y letras” por la que apostaba Calasanz. La de la Escuela Pía, la de la Escuela Buena. La de un escultismo alegre y exigente que promovía una felicidad auténtica haciendo felices a los demás. Cuando ya de monitor compartías con él misión, te dabas cuenta que era un virtuoso de la educación en estado de gracia. Sabía hacer equipo aprovechando las cualidades de todos. Conocía muy bien los intereses y necesidades de los chavales, tenía un equilibrio envidiable de cercanía y exigencia. Dominaba los tiempos como nadie. No estaba sujeto a programaciones aunque tenía todo muy bien atado o quizá por tenerlo. Tenía muy buen olfato para captar la esencia del momento y lo mejoraba hasta hacerlo algo único. Infatigable, estaba donde más trabajo había por hacer. Exigiendo fuertemente. Es muy difícil decir los fallos sin juzgar y sin que el otro se sienta juzgado, y él lo lograba. Y era enormemente divertido. De chaval disfrutabas de las veladas, del “gorrioncillo”, nadie cantó como él “¿dónde están las flores?”, pero de adulto te percatabas de cómo se daba cuenta de todo, de su ironía, y eso lo hacía más divertido si cabe. Y todo ello en la naturaleza. Desde la montaña es más fácil decir “Gracias Señor, por toda la creación”. Nos enseñó que convivir junto al fuego de campamento es un medio de comunicación personal.

Puso sus radiantes facultades al servicio del método scout hasta el punto que Lekun se fue pareciendo al escultismo o el escultismo se fue pareciendo a Lekun. A su lado todo era una aventura. Viviendo el juego y jugando la vida. En esa subida al Txamantxoia bajo el cielo del verano y en la cumbre del Valnera. Por varios campamentos de Belagua con el Mare Nostrum, o en misas en catedrales de árboles y viento. Aquella noche de tormenta a lo lejos. Descubriendo un rayo verde en Lunada que nunca más he vuelto a ver. De volante y al volante. En los pasos calado hasta los huesos. Con los monitores en el local y en las noches de Trueba cuando los chavales dormían. En retiros de formación a punto de ser atrapados por la nieve. Le recuerdo en esa larga sobremesa improvisando, cantando y felices. Cuando fuimos a buscar nuevas sendas y nos esperó horas en la furgoneta hasta que llegamos abrasados por el sol. Las charlas en su despacho. Sus clases en 3º de BUP. Le recordaré siempre. Y aquí estamos. 10 años después. ¿Quién era? Era alguien que no se entretuvo en arrancar las flores para guardarlas, siguió caminando y las flores alegraron su camino. Nunca reemplazado. Siempre recordado. Pues sí. Lekun era un Gigante.

Para Izaskun e Iñigo Berna Arrabal. Fraternidad de Itaka Escribo estas líneas para dejar por escrito lo que me preguntáis muchas veces. Sí, ya hemos hablado que yo también estuve de pequeño en el grupo scout. Y al veros ese brillo en los ojos cuando, Iñigo, me cuentas lo que has hecho en la seisena esta semana, o cuando Izaskun, me explicas el proyecto que ahora tenéis entre manos vuestro grupo, me vienen a la memoria muchos recuerdos de cuando yo pasé por lo mismo.

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Me alegra escucharos cuando habláis de vuestros monitores y también de Javi, ese religioso escolapio del que me contáis maravillas, que si organiza unas veladas con unas historias estupendas, que si en el monte es alucinante lo bien que se orienta, que si es igual de divertido dando clase, y que siempre está atento a quien de vuestros compañeros más le puede necesitar, sin importar el día ni la hora. Izaskun, venimos hablando últimamente de lo mucho que te inquieta que uno de tus monitores, Andoni, os haya contado que se va a ir a Pamplona para ser religioso escolapio. No sabes si estar triste porque Andoni se va, y la verdad es que es una pena, o alegre porque Andoni se va a preparar para ser como Javi y estar para siempre con niños como tú, donde haga falta. Te recomendé hablarlo con tu otra monitora, Nagore, y me alegra que lo hayas hecho, porque te ha dado unas pistas preciosas para entenderlo todo muy bien. Con Andoni son ya cuatro los que se han animado a dar el paso para ser religiosos escolapios en los últimos diez años. Han sido diez años muy fructíferos porque en otros lugares también se han animado otros a dar el mismo paso, y aunque no todos continúan, el grupo de los escolapios sigue multiplicando vida. Precisamente hace diez años, en el año 2012, los escolapios celebramos el año vocacional escolapio y recuerdo que el lema de ese año fue “Escolapios… multiplicando Vida”. Estaréis de acuerdo conmigo en que podemos decir que lo de ese año fue un acierto y que ha generado mucha vida alrededor de lo escolapio. Me habéis oído mil veces que yo soy escolapio, pues pertenezco a una de las pequeñas comunidades de la fraternidad escolapia de Bilbao, que no he dejado de serlo desde que entré en 1977 a vuestro cole. Precisamente el mérito de ese año vocacional fue recordarnos a todos la importancia de los religiosos en medio de nuestra comunidad cristiana escolapia, ese grupo

grande, unión de muchos grupos y personas distintas, en el que nos sentimos en familia escolapia. Y así, el insustituible papel del religioso escolapio en medio de la comunidad es hoy tan claro, que coincido en alegrarme con Nagore cuando te cuenta tan bien lo feliz que ella se siente al descubrir que Andoni, en esa opción suya de darse para siempre para todos, nos conecta con otra mucha gente como nosotros de otros lugares escolapios. Nagore te recuerda, no sin razón, de la suerte que estamos teniendo de que Antony, nuestro escolapio venido de Filipinas a estudiar en la universidad de Deusto, nos acompañe estos últimos tres años. Pero recuerdo también con cariño el año 2012 por una preciosa iniciativa que impulsó el otro Javi escolapio que conocéis. En abril de este año se van a cumplir 20 años de la muerte de un religioso escolapio del que me habéis oído hablar y que da a nombre a nuestro caserío de Arrazola, Lekun. En 2012, para celebrar el décimo aniversario, el otro Javi pidió a personas que le conocimos que nos animásemos a escribir unas líneas para hacer un Papiro especial en su memoria. Y la verdad es que fue una gozada, ya lo hemos leído juntos alguna que otra vez. Cuando os oigo hablar de Javi, recuerdo tantos y tantos momentos que yo viví con Lekun. Las primeras salidas de clase al caserío y sus veladas a oscuras en que nos hablaba de Manitú y de Mari, la dama del Anboto. Aquellos campamentos insuperables en la campa de Belagua y los trayectos en cuatro latas hasta el scalextric donde iniciábamos el camino hacia el Arlás y el Anie. Aquella conversación que tenía con cada uno del grupo en la tienda de campaña de los monitores en Belagua estando en Oinarinak, con Pater y Jon Berro de monitores, cuando nos sondeaba para la vocación como religiosos escolapios. Recuerdo que tratábamos de quitarnos el tema con mucho cachondeo superficial, pero a más de uno, a mí incluido, rascando muy poquito, nos acercaba a ese universo mágico, misterioso pero profundamente interpelante y

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después acogedor donde habita Dios… Ante Lekun nadie se podía quedar indiferente. Interpelaba siempre, siempre había algo más que poder hacer, un cuestionamiento que hacerse para no ir por el camino trillado por el que van todos los “Vicentes”… Recuerdo la caña que me metió un inicio de curso en su despacho, en el que ahora sigue Jon Ander, porque me había visto flojo en mi primer campamento de monitor, en Belagua. Recuerdo que pensaba: de qué va este hombre, siempre pide más y más… Con la distancia, observo con cariño que era Dios mismo que me interpelaba a través de Lekun. Lekun vivió apasionadamente y contagió su pasión a muchos. Basta recordar su funeral, no he visto muchos funerales en la iglesia de San Francisco Javier con tanta asistencia… Sorbía la vida a tope, yendo de un lado a otro, sin parar. Recuerdo cómo llevaba las cuentas, ahorrando al máximo cuando le acompañaba a pastas Godoy a hacer compras para la tienda scout que abríamos en los recreos. Me alucinaba verle en el despacho abrir un cajón con un montón de papeles sueltos donde había anotaciones de gastos e ingresos. Le cuadraban las cuentas, aunque fuese a base de pan rallado… También recuerdo sus mentiras piadosas con las multas o los golpes que se daba con su coche, para no preocupar a nadie… Ya os digo que vivía muy deprisa la vida, desviviéndose por los demás. No tengo para olvidar aquel campamento de Azkarrak arreglando el caserío, en que se inundaba el campo de fútbol porque las fuertes lluvias habían atascado el encauzamiento del arroyo tras la portería. Yo era monitor y me recuerdo observando un amasijo de barro, hojas y ramas de árbol haciendo tapón mientras el agua bajaba con fuerza y salía hacia el campo de fútbol. Me estoy escuchando decir: no se puede hacer nada más que esperar. Hasta que apareció Lekun, que venía de otro campamento a recoger algo, se puso manos a la obra y acabé metido en medio del cauce, empapado de agua,

liberándolo para que el agua pudiese discurrir bajo el campo y salir al otro lado. Y lo conseguimos, Lekun se mojó bastante, pero os aseguro que yo me empapé enterito porque no se le podía decir que no cuando manifestaba tanto empuje. También recuerdo mis primeros años como administrador de vuestro cole. Desde que yo lo dejé sigue Alberto. Pues bien, adaptarse a un trabajo nuevo siempre es difícil. No os podéis hacer idea del montón de cosas que hay en un colegio a atender como administrador. Yo sustituí al último religioso escolapio que llevó la administración. Y los primeros años, las horas del día no me llegaban para cubrir mi trabajo. Me recuerdo una noche de domingo, muy de madrugada, empaquetando libros en cajas para devolverlos a editoriales tras la venta a los alumnos. Ya estábamos casi fuera de plazo para poder devolverlos. Y más sólo allí que la una, se me apareció Lekun, que venía, como tantos domingos, de hacer limpiezas y revisiones en el caserío. Me ayudó a terminar con lo que estaba y me animó a dejarlo hasta el día siguiente para descansar. Por aquel entonces vivía en Altamira y recuerdo que me ofreció ir a su casa de Ercilla, pues no quedaban demasiadas horas para comenzar una nueva jornada. Recuerdo también el día en que murió Gaizka Amondarain. Por aquel entonces yo seguía viviendo en Altamira pero fui a comer a Ercilla. Lekun había vuelto ese mismo día de campamento y se había ido a su cuarto a echar la siesta tras la comida. Me acuerdo perfectamente que los demás estábamos viendo en vídeo una película de Travolta, “la Hija del General” o así. Llamaron por teléfono para indicar que Gaizka estaba muy mal. Fui con Aitor a avisarle y le estoy viendo a Lekun medio derrumbarse en el pasillo cuando se lo contamos. Al de cinco minutos, ya estaba listo para salir en la Kangoo con Aitor a recoger a los padres de Gaizka, siempre disponible para acompañar a los demás en cualquier trance de la vida. También le estoy viendo en la cocina de la comunidad donde viven los Javis con las familias

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después de monitores que conocéis, Garazi, Ander y compañía. Era ya en sus últimos meses de vida. Me invitaba a un café. Él no se podía parar quieto aunque notaba el cansancio y disimulaba apoyándose a ratos en la pared para no tener que volver a la cama. La enfermedad lo estaba consumiendo pero afrontó su muerte con una entereza increíble, igual que afrontó todo en su vida. Porque Lekun fue un trabajador infatigable, con un carisma extraordinario. Con el paso del tiempo, siento que fue padre (y madre, también) de muchos de los que conoció en su vida. Siento con especial cariño que era la base de un equipo imprescindible en el Bilbao de aquellos años y que tanto fruto escolapio ha dado. Con Pedro, que sigue siendo Padre General de los escolapios, y el otro Javi, formaron durante años un trío potentísimo que forjó lo que hoy es la realidad escolapia de Bilbao… y del mundo entero, que para eso somos de Bilbao. Pedro, el fantástico comercial que supera al mismo Og Mandino de los libros; Javi, el adelantado con una visión providencial, y Lekun, un poco (y mucho) padre y madre de los dos, que se desvivía para que Pedro y Javi pudiesen centrarse en sus reuniones y en sus planes. Pues voy terminando. Ése fue Lekun para mí. Hoy sería muy mayor si viviese con nosotros. Hace diez años, me dije que me había pasado los diez primeros años recordándole en momentos importantes de mi vida, pero que quería tenerlo más presente en los diez años siguientes. Y así lo he intentado, Lekun, seguro que podía haber hecho más, pero he conversado en primera persona contigo más de lo que lo hice hasta 2012 y hemos gozado juntos de la multiplicación de vida escolapia que hoy sería impensable sin personas como tú. Te gustaban mucho las frases que daban mucho qué pensar. Sé que ésta que voy a decir de ti no te va a gustar, porque nunca te ha gustado que te hablen de ti ni estar delante del foco, pero necesito decirla y compartirla con tantos que piensan como yo: en la vida nos encontramos con muchas personas a las que amamos, de las que aprendemos, que nos acompañan. Pero la vida nos enseña que ninguna persona es imprescindible. En cambio, si tenemos suerte, podemos encontrarnos también con personas interpelantes, que nos ayudan a encontrar lo mejor de nosotros mismos, dejándonos esa huella imbo-

rrable del Dios que a través de ellos se nos hace Presente. Son personas insustituibles. Y Lekun, tú eres una de ellas, para todos, para siempre. Como un buen religioso escolapio. Para la eternidad. Dentro de otros diez años, Iñigo e Izaskun, hablamos de la eternidad. Nos encontraremos todos muy familiarmente en ella. Ahora, a disfrutar del momento con Javi y compañía.

Abril 2002 Elena Pérez Hoyos. Fraternidad de Itaka Lekun murió en tiempo de Pascua. Recuerdo que el dolor ante su pérdida me hizo cuestionarme la profundidad de la esperanza que acabábamos de celebrar con la resurrección de Jesús. Comparto con vosotros y vosotras estas líneas que escribí en su recuerdo pocos días después de su muerte, inspirada por ese tiempo pascual. ¿... no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba...? (Lc 24,32) No ha muerto, sólo yace su cuerpo, agotado de tanta entrega. No le dio tregua el amor. No ha muerto, ¿no resuena acaso su voz en vuestros oídos? Su voz cálida para las parábolas, que se tornaba agresiva para la denuncia y para expulsar demonios. No ha muerto, ¿no sentís acaso su aliento entre nosotros? Respira aquí, en su comunidad, más unida ahora en esta orfandad tan de todos. A veces nos sorprenden sus recuerdos. Nos acompañan un buen rato y nos confunden el llanto y la sonrisa. Nos van colmando de ense-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después ñanzas: la vida que se regala, el amor a los pequeños, el olvido de uno mismo, la creatividad por el Reino... Así se nos calma el dolor de la ausencia, con el bálsamo de lo que permanecerá siempre. Así llevamos cada uno un poquito de él, así le reconocemos en tantos otros, en tantas canciones, en tantos paisajes, en tantas cosas... que nos atrevemos incluso a negar la muerte. ...entonces ellos contaron lo que les había pasado... (Lc 24,35) Bendita Pascua, nos ha venido vestida de luto para que nuestra fe se fortalezca. Bendita Pascua de dolor profundo en la que la alegría de la resurrección se convierte en un reto. Bendita Pascua en la que la fe se pone a prueba, las alabanzas se cantan llorando, la esperanza se ahoga, se revuelve, se rebela... para abrirse paso al fin más viva que nunca. Bendita locura de Dios, hacernos testigos de la resurrección y darnos voz para gritarla. Bendita locura de Dios, abrazarnos en el dolor y empujarnos para superarlo. Bendito sea Dios, que nos sopla su espíritu para que nos emborrachemos de su locura, y nos sequemos los ojos, nos vistamos de paz, nos llenemos de valor... y nos atrevamos incluso a anunciar la vida.

Diciembre 2011

Elena Pérez Hoyos. Fraternidad de Itaka Tanto habitaste estas aulas que te has quedado impregnado en los pasillos, y eres una luz en un despacho cuando todo está oscuro, la puerta siempre abierta. Tanto admiraste el mundo que hueles aún a tierra mojada, y crujes con rumor de hojas secas bajo nuestros pies, y como la niebla te abrazas a la cima de los montes resistiéndote a marchar. Con tanta pasión anunciaste el evangelio que tu voz suena en algunos pasajes todavía. Una voz como trueno: firme, valiente, provocadora, pero que sabe también del susurro y del consuelo. La buena noticia que escuchamos de tus labios nos enciende e inspira aún con los ecos de esa voz tan de Jesús. Tan niño te hiciste que no acabas de crecer y sigues cantando, camuflado entre las pañoletas, rondando entre los más pequeños. Tanto entregaste tu vida que te encontramos de repente en el gesto de alguien o en un recuerdo compartido. Nos habitas y te dejas ver de vez

en cuando despertando una sonrisa y haciéndonos más hermanos en tu añoranza. Recordarte es inevitable.

Robo en el caserío Javier Iruarrizaga, Fraternidad de Itaka Hace años en vida de Lekun, no sé si te acordarás, entraron a robar al caserío del cole y me acuerdo que se me acercó en la sala de profes y me dijo: - Javi tengo un disgusto terrible....... - ¿Qué ha pasado Lekun???? - Que han entrado a robar al caserío.... - No fastidies y... - Lo más gordo es que el ladrón se ha dejado la cartera dentro... - Qué me dices, de lo malo vaya suerte. - ¿Sabes de dónde ha resultado ser? ¡De tu pueblo, de Elorrio! - ¿Quién? - Tal persona - Le conozco Resultó ser un joven de Elorrio que andaba en el mundo de las drogas. Ya sabes en un pueblo pequeño nos conocemos más o menos todos. ¿Te acuerdas de ese pasaje?

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después

¿Te olvidarás de nosotros? Alfonso López Ripa, religioso escolapio Tengo muchos recuerdos de cuando hacíamos campamentos en Pamplona, pero el que más me impresionó es el del dolor que le produjo una frase dicha por un chaval sin ninguna malicia cuando iba a ser ordenado sacerdote. Le dijo. “Ahora que serás cura te olvidarás de nosotros”. Me lo contaba casi llorando. ¡Qué poco de profeta tenía aquel chaval! ¿No te parece? Otra vez me quería matar y casi tenía razón. Estaba con un grupo de chavales en el caserío y yo sabía que no tenía los papeles necesarios. Me presenté de improviso y le pregunté al primer chaval que apareció quién era el responsable del campamento. Me dijo que Lekun y lo le dije que lo llamase de parte del inspector de la Falange, que quería ver la documentación. Tardó no sé cuánto porque anda escondiéndose, pero al fin tuvo que salir y se encontró con el “inspector”. Calcula los disparates que me dijo.

Recordar a Lekun

Mikel Isusi, profesor del colegio Se cumplen diez años de la muerte de la vida de Lekun. Diez años…, casi nada. Y llega un email que te invita a escribir algo sobre él, sobre Lekun, sobre alguien a quien lo que menos gustaba era escribir. Lekun no era de escribir, no, era de hacer, era de seguir haciendo, era de no parar, era de… ¿dónde se ha metido?, si hace un segundo estaba… Era, y es, un hombre de seguir. Y, ahora, se me pide recordar a Lekun. “Recordando a Lekun” dice el e-mail. Recordar, recordar, recordar,… Puestos a recordar, recuerdo mi primera imagen de él, que no era Lekun sino el Padre Legarreta. Allá por el año 69 ó 70 del siglo pasado, el Padre Legarreta era un cura, para mí como un “señor mayor”, y muy importante en cuanto que

era cura, de unos veintipocos años que vestía traje gris y alzacuellos, andaba por el patio del colegio hablando con los alumnos mayores (mayores que yo, que tenía 8 añitos), que cuando llegó la Navidad, en el pasillo del primer piso del patio antiguo del colegio, me dejó probar un scalextric que yo pedí a los Reyes Magos. Era el Padre Legarreta, y los demás Padres vestían de sotana negra hasta el suelo. O casi todos. Pasaron un montón de años, por lo menos tres o cuatro, y en 1972 yo fui como lobato (kaskondoak, en lenguaje eskaut de entonces) a Belagua. Mi primer campamento!!! Luego vinieron unos quince o veinte más, como chaval, o como monitor. Pero hay cosas que no se olvidan, y de mi primer campamento recuerdo… Recuerdo bastantes cosas, pero una de las que recuerdo es que al llegar a Belagua, el Padre Legarreta y el Padre Arratibel (en el futuro-pasado Lekun y Arrati) no llevaban traje gris ni alzacuello sino chándal y barba. Barba!!! Ni les reconocí, lo prometo. Desde entonces nunca volví a ver a Lekun sin barba. Y también recuerdo que aquel año, nos llevó a un compañero y a mí, vestidos de aldeanos, a llevar unos regalos al carnicero (no consigo recordar el nombre) que nos dejaba o alquilaba la campa. Han pasado cuarenta años y recuerdo aquel campamento como si fuera hoy. Las tiendas, las letrinas, el “pozo de desperdicios”, las noches llenas de estrellas que en Bilbao no existían, las salidas al monte, los juegos, los compañeros, los jefes (monitores) Mikel y Javi,… , y comulgar con pan! Recordar a Lekun… ¡Cómo no recordar! Dos años más tarde, una eternidad a esa edad, ya era Ranger (oinarinak, vamos) y Lekun mi consiliario (o sea, el cura). Fuimos de campamento a Iturralde-Lekun Etxea (dejo para otro día lo de la rifa para su compra), Iratxe, a Etxabarri (donde Tomás tocaba al acordeón aquello de “Etxabarri es un gran pueblo Westinghouse, Westinghouse!!” y Gontzal y yo cantamos muertos de vergüenza en el altar en la celebración de la Semana Santa en la iglesia del pueblo) y a Belagua, siempre Belagua. Los montes, las veladas con el fuego, los juegos, el Gran Juego, la misa en la ermita de Arrako en la que Lekun “recuperó” del olvido del valle de Ronkal la canción “escucha nuestro canto Señora de Arrako”, la Mesa de los tres Reyes, el Arlas, el Anie (los tres de más de 2000 metros), las tiendas, el trabajo compartido (cocina, limpieza, animación

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después y oración), el silencio por la noche alrededor de la hoguera, la oración del final del día y a Lekun cantando “junto a Ti al caer de la tarde...”. Recordar a Lekun en Ranger es como para escribir un libro. Como el día que, a los pies del Arlas, y ya en las tiendas durmiendo, se oyeron unos gritos de un hombre que, perdido en el monte, vio los rescoldos de nuestra hoguera y Lekun subió con una linterna a buscarle y lo trajo al campamento. Era de Bilbao, San Ignacio creo, y estaba sólo y perdido en mitad del Pirineo. De nuevo me tocó a mí. El hombre durmió en mi saco, y Eduardo me tuvo que hacer un hueco en el suyo. Recordar a Lekun… 1978. Estaba yo en verano en la playa de Deba con mis amigos (mi aita era de allí y allí pasamos el verano), cuando aparece mi ama corriendo, alterada, y me dice que está Lekun en la playa, que ha venido con unos chavales que están de colonias o algo así y que va a venir a casa a comer. “Coge la bici, las gafas de bucear y las aletas y a ver si traes algo”. El pobre Lekun (seguro que no quería, ¡seguro!) vino a casa a comer y yo traje un par de txangurros y una nekoras. ¡Aquel fue un día de fiesta en mi casa! Comimos, charlamos, cantamos, y Lekun salió corriendo. Convirtió un día de verano más, en el mejor día del verano. Al menos eso les pareció a mis aitas. Y hoy me lo parece a mí.

Recordar a Lekun… Al año siguiente yo estaba en COU (2º bachiller) y me vino Juanjo Iturri a preguntar si quería ser “jefe scout”, monitor, vamos. Seguramente ese fue uno de los mejores momentos de mi vida. “¡Me lo dice a mí!”, sí quiero ser… Claro que sí. Claro que quiero. Y a partir de ahí un montón de reuniones, salidas, cursillos, horas de “local”, compras en el super, en la carnicería de Valentín, campamentos, ”txabales”… El campamento de Navidad de aquel año (Pablo Santamaría era lobato) en

Iturralde y Lekun me dice: “Cagüen diez colorao” y muchas cosas más y me da un abrazo. Nunca olvidaré lo que me ayudó que él hablara conmigo aquella noche. Recordar a Lekun… Recordar los dos campamentos de Belagua siendo monitor de Oinarinak, los de Iturralde, los de…, tantas horas, tantos momentos, tantos cantos, tantos montes, la oración de la noche, las estrellas, pendientes de los chavales, de que todo funcione bien. Hasta cuando una vez apagado el fuego de campamento y al ir a la cama (a las tiendas, al saco, quiero decir) se oye un ruido de platos y cazuelas en la tienda-comedor y cuando llegamos allí se oye a un chaval decir: “un toro, un toro”. Y efectivamente, un toro de esos que pastan libres por el Pirineo se está comiendo el puré de patatas que ha sobrado en la perola. Y Lekun nos manda a Bittor, creo que era, y a mí que llevemos a los chavales a las tiendas y, con un palo y más miedo que otra cosa echa al toro fuera del campamento. Y más fuegos de noche, y más juegos, y más canciones, y más oraciones, y más Dios, y más chavales y más entrega, y más generosidad. Y le vas conociendo. Recordar a Lekun… es recordar un montón de años de reuniones de monitores, de tardes en el colegio, en la comunidad de Ercilla, en el caserío (cuántas veces al caserío a llevar una furgoneta de comida para el fin de semana, para las convivencias, para arreglar unos cables, una cisterna del baño, incluso cambiar la instalación eléctrica entera de la parte de adelante). Y Lekun pendiente de todo y de todos. A cada día le sacaba 30 horas y así llegaba a todo. Y a todos. A las clases, a los alumnos, a los demás escolapios, a los profesores, a las reuniones (aunque estar sentado no le gustara nada), a las compras, a las misas, a los campamentos, a la comunidad, a las familias, al caserío, a los monitores, y a los chavales, sobre todo a los chavales, siempre a los chavales. Y se sabía el nombre de todos. Cura, escolapio, alegre, generoso, entregado, cariñoso. Y le vas conociendo más. Recordar a Lekun… es volver a la comunidad de Ajuriagerra, la comunidad de San Miguel, en la que viví un año y Lekun era el rector. Sí, tuve la suerte de vivir un año con él, en la misma casa, en comunidad con Bienve y cinco escolapios (Lekun, Javi, Periko, Joseja y Tintxo). Mil proyectos alrededor del colegio, mil reuniones, celebraciones, oraciones (“sálvanos Señor des-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después piertos, protégenos mientras dormimos,…”), la aspiradora que pasaba Lekun los domingos por la mañana cuando no estaba en el caserío, y la “soperica” que hacía para cenar cuando el “pueblo” se lo pedía. Eso sí, llegaba reventado a la noche y se medio dormía en la reunión de final del día. Y te das cuenta de que era humano, y se cansaba.

Recordar a Lekun… es volver a coger el coche para ir a Espinosa porque había visto una cabaña en Trueba para comprarla y poder hacer allí los campamentos que en Belagua ya no se podían seguir haciendo. Y llegamos a una chabola en la que el piso de abajo es una cuadra llena de estiércol, y el de arriba un pajar con una habitación en la que en un catre de paja dormía la familia, en una mesa comía la familia, y en un fuego en un rincón se cocinaba. Y Lekun dice que bajando agua con una tubería del otro lado de la carretera es una estupenda casa para sustituir a Belagua. Y, como hizo con Iturralde, obra el milagro de Estacas de Trueba. Y te das cuentas de que es todo ilusión y esperanza. Recordar a Lekun… es entrar a trabajar al colegio y encontrártelo de compañero, y ver cómo se preocupa de los alumnos, y del profesorado, y de las familias, y que es el primero en estar por los pasillos del colegio y el último en irse (de nuevo lo de las 30 horas diarias), y le toca (¡qué

poco le gustaba!) llevar las reuniones, e incluso alguna vez se enfada con alumnos, con “profes” o con familias. Y sigue llegando a todo. Y en la comida del caserío por San José de Calasanz consigue que, como si fueran koskorrak, cien profesores canten el “agasakusukusuku” o escuchemos, como chiquillos, por enésima vez, la historia del “barón de chentomati” (o así). Alegre y encantador. “Encantador de palabras”, como el programa de radio. Y de historias y de sueños. Recordar a Lekun… es enterarte de que está enfermo, y que la enfermedad toca también a los santos, que los santos son humanos, que también sufren. La última vez que le vi fue con Emilio, en su habitación de la comunidad del colegio, ya bastante fastidiado, escribiendo en el ordenador (¿había dicho ya que no le gustaba escribir?) para que cuando él faltara se supiera cómo organizaba las cosas. Aunque nunca nadie lo hará como él, por mucho que lo dejara escrito. Fuerte y entero hasta el final, aguantando el sufrimiento. Recordar a Lekun… es verle en su funeral, en la capilla del colegio, en el féretro, de la mano de Igor, mi hijo, que nunca antes había visto un muerto. Un muerto que está vivo porque, así lo decía él mismo, Lekun sembró “semilla de inmortalidad”. Eterno. Recordar a Lekun es recordar sentimientos, emociones, sensaciones, recordar alegría, veladas, canciones, recordar paisajes, montañas (“las montañas no pasarán,…”), estrellas (“luz que brillas, en el cielo…”), oraciones,… Recordar a Lekun es recordar entrega, bondad, cariño, amor, mucho amor, Dios, fe,…, vida. Sí, eso es (y una sonrisa se me abre paso entre las lágrimas), recordar a Lekun es VIDA, con mayúsculas, porque aunque hace ya diez años que nos dejara, Lekun sigue viviendo en el interior de los que tuvimos la suerte de compartir la VIDA con él.

La casa de Lekun

José Javier de Antonio, religioso escolapio Merece la pena ver algunas fotos de la casa natal de Lekun. Las he sacado esta mañana. Me he entretenido especialmente en la capilla de la casa. Me decía el hermano de Lekun que seguramente esa capilla la hizo el bisabuelo, que además de carpintero era muy piadoso. En esa capilla Lekun "jugaba" de pequeño a cura y

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después ya de mayor celebraba misa. Ahí se ve el cáliz e incluso el apagavelas.

En esa casa, llamada hoy "Casa del carpintero", tenían mucha devoción a San José, véase la imagen, y repetían en ella las celebraciones de la parroquia, con el consiguiente disgusto y cansancio de los pequeños, que tenían que aguantar otra vez las novenas y devociones varias. Tiene un precioso crucificado sobre el altar. El suelo o tarima es un delicado trabajo del bisabuelo.

Gracias, Lekun

José Luis Ayo. Exalumno, miembro del equipo de misión compartida con familias Cuando me enteré de que se iba a hacer un Papiro especial sobre Lekun lo primero que pensé fue que sería un grueso tomo y que lo tendrían que editar por fascículos. Lo siguiente fue ¿qué pensará Lekun cuando se entere? Y me lo imaginé diciendo eso de “…dejaos de chorradas y poneos a trabajar de una vez.” Lo tercero que pensé es que Lekun no necesita homenajes; somos nosotros quienes necesitamos este homenaje. Muchas veces dejamos que se nos haga tarde. Por comodidad, miedo, vergüenza, por no saber por dónde empezar, por no encontrar el momento,… vamos dejando pasar el tiempo y vamos retrasando esa conversación que tenemos pendiente con alguien; la vamos retrasando hasta el punto de que ese alguien deja de estar físicamente entre nosotros. Y es entonces cuando nos arrepentimos de nuestro silencio. Sirvan estas líneas como guión de esa conversación que no se produjo. Lekun: Perdona por no haber buscado el momento y el modo de haber tenido esta conversación en su día. Perdona por todas las veces que he fallado

a tus expectativas, y los dos sabemos que han sido muchas. Perdona por no haber sabido actuar como tú nos enseñaste, al estilo de Jesús. Perdona porque yo me he puesto por delante de los demás muchas veces. Perdona porque el miedo no me ha dejado actuar.

Sé que hay cosas que no se expresan con palabras, sino con el corazón, y cuando recuerdo lo que sentí la última vez que nos abrazamos todavía se me inundan los ojos. Tú ya lo sabías; aceptabas mis disculpas y con tu sonrisa me ofrecías el perdón. La verdad es que fue un abrazo muy especial y emotivo después de tanto tiempo sin vernos. Luego yo me preguntaba ¿cómo lo sabría Lekun? En el apartado de agradecer hay mucho que decir. Darte gracias porque siendo niño me cogiste de la mano y me presentaste un Dios cercano y amable, que se manifiesta en la Naturaleza y en cada uno de nosotros. Porque nos diste unas pautas para vivir en grupo pero mirando hacia fuera. Porque hacías que nos sintiéramos queridos, escuchados, valorados e importantes. Por los fuegos de campamento y por el “agasaku”. Por los ratos de trabajo y también por los de diversión. Por aquellas eucaristías a la sombra bajo el haya en Belagua. Gracias porque siendo joven me acompañaste y guiaste en la transición de una fe infantil a una fe de persona mayor. Gracias por tus palabras, que me hacían reflexionar. Gracias porque las historias que contabas en las convivencias (aunque en su momento parecieran tan trágicas que hasta hacíamos bromas), no las hemos olvidado y de alguna manera han ido moldeando nuestras personas. Por chillarnos que éramos unos blandos y unos burgueses. Y por enfadarte cuando era necesario. Y por reír cuando había que reír. Porque siempre tenías un momento cuando te necesitábamos. Gracias por las conversaciones que tuvimos y recuerdo con especial cariño la

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después de Belagua, la del coche (el 4L azul) y otra en un pupitre de una clase del Cole. Gracias porque eres una de nuestras referencias. Y porque la semilla que sembraste se ha desarrollado en lo que ahora son los grupos del Cole. Gracias porque hiciste tuyo el lema “Siempre Listo – Beti Prest”. Gracias por tu dedicación, por tu vida de servicio. Dios, gracias por haber puesto en nuestro camino a Lekun, un hombre bueno.

niebla, se llenó de risas, sonrisas y abrazos. Lekun te ganaste a mi marido y siempre que puede lo cuenta, lo mismo que cuando vamos al restaurante que nos recomendaste en Vega de Pas, (que seguimos visitando), siempre decimos: “¡Qué bien se come aquí, Lekun!”, sintiéndote a nuestro lado. Pues mira, así sigues con nosotros, animando, haciendo que con tu recuerdo los días sigan siendo menos grises, querido cura escolapio, hermano, amigo y compañero de camino. Gracias.

Sencillamente…

Gotzone Bagan, Fraternidad de Itaka Sencillamente conocí a un santo en vida, persona entrañable y acogedora

Querido Lekun Inés Fuentes. Fraternidad de Itaka Hace diez años que el Padre te llamó a su lado, pero en su infinita bondad, nos dejó tu espíritu y los dones que derramaste a raudales. Nos señalaste el camino, nos animaste a seguirlo y sigues haciéndolo. Te sentimos en el día a día, en el colegio, el caserío, Trueba, comes con nosotros, cantas con nosotros y rezas con nosotros. ¿Te acuerdas cuando recién comprado Trueba, fuimos mi marido y yo a conocerlo? Tú, con unos voluntarios, estabas allí en plena faena, lleno de barro. Nos recibiste con una sonrisa, te miraste a los pies y dijiste: “Qué pena que haya llovido, no os puedo enseñar todo lo que quisiera, pues no tengo calzado adecuado”. Entonces mi marido fue al coche y sacó unas botas Katiuska de goma que llevaba para ocasiones parecidas y te dijo: “Toma, tú las vas ha sacar mas provecho que yo”. Entonces con esa sencillez que te caracterizaba, le diste las gracias, para a continuación sacar un pie del barro lo comparaste con la bota y a todos nos saltó la carcajada…. Eran muy pequeñas para ti, pero te las quedaste “A mí no me valen dijiste, pero a los chavales les vendrán de maravilla”. Y así un día gris, lluvioso, en un lugar frío y con

Enfermo del virus de Lekun Natxo Oyanguren. Fraternidad de Itaka Han sido muchas las horas con Lekun desde la primera excursión al caserío (aún inconsciente de cuánto iba a suponer), hasta las últimas, pasadas en el hospital. Y aunque es cierto que los años en los que fui monitor en Mikel Deuna fueron los que supusieron mayor intensidad en la relación, hay algo que siempre ha estado presente en esta relación, como de banda sonora, siempre sonando en el fondo y en momentos con una fuerza tal que es precisamente la música lo que mejor recuerdas de la escena, o es imposible recordar la escena sin la música: la necesidad vital de evangelizar educando. Si por evangelización entendemos presentar, acercar, hacer cercana la experiencia del Dios de Jesús y su Reino no cabe duda de que Lekun, entre aceite y pan rallado, veladas y cimas, clases y convivencias, vivía ese evangelizar. Si por educación entendemos esa relación maestro-discípulo en la que más que la palabra es el

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después contagio, el ejemplo lo que hace crecer a los dos, Lekun transpiraba y trasmite (también hoy) educación. Y a algunos lo que nos contagió fue precisamente ese par indisolublemente vivido. En Lekun no era anecdótico ni accesorio este evangelizar-educar (en él era un solo verbo, y era el Verbo), sino que era su ser, su identidad, y así nos lo trasmitió a quienes tuvimos la suerte de compartir con él tiempo. Quienes disfrutamos contigo veladas y juegos con los grupos intuimos eso de felices los sencillos de corazón. Quienes compartimos noches de estrellas y patxarán en Belagua o Trueba, contemplamos y bebimos también utopías y esperanzas. Quienes alcanzamos cimas, animando a chavales en la marcha aprendimos lo importante del camino en grupo, vivimos la transfiguración en la calma de la cumbre y el necesario realismo de la vuelta. Quienes acostados los chavales limpiábamos contigo los baños del caserío; o cargamos la express hasta lo imposible, de aceite, leche o lobatos, descubrimos que la carga nunca es mucha si es para el servicio de los demás.

Quienes reunidos contigo, o de camino a cualquier lado, hablábamos de los grupos y chavales aprendimos la centralidad de quien más lo necesita y la preocupación evangelizadoraeducadora de Calasanz. Hay en esta historia momento inolvidables; la homilía de nuestra boda que sonó como si estuviéramos con los oinarinak en Linza; los 13 de julio que coincidimos en Belagua y pudimos escaparnos hasta la 'Piedra de San Martín' (¡Pax Avant!); ciertas frases de las convivencias que todavía hoy están en los materiales (supongo que él también aprendió algunas de esta manera)... Pero sin duda la gran herencia que me (nos) dejó es esa intuición que nos llega desde José de Calasanz: la importante y emocionante tarea que es evangelizar educando, la necesidad de que haya personas que participen de esta misión y personas que se identifiquen tanto con ella que la hagan su identidad, ser escolapio ("... y no lo dejaré por nada en el mundo"). Así que hoy me siento profundamente agradecido y responsable de seguir enfermo de este virus que Lekun me contagió: transmitir, acercar el Dios de Jesús a jóvenes y niños a través de la educación para construir un mundo mejor, vivir con intensidad la misión escolapia, ser escolapio. Seguro que es posible entender hoy mi vocación de escolapio laico sin Lekun, pero además de otras experiencias fundantes y con-vocantes, haber conocido y compartido un trozo de la vida con Lekun ha pro-vocado muchas de estas otras; de forma que entiendo que mi vocación está muy enraizada en Lekun. Gracias.

Quienes repetimos como monitores tus convivencias pensando que íbamos a echar una mano, o participamos contigo en eucaristías y oraciones, comprobamos la eterna novedad del Evangelio.

Sigues en mi recuerdo Mª Ángeles López, madre de varios miembros de la Fraternidad de Itaka Queridísimo Lekun:

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Espero, bueno... estoy seguro que seguirás en la otra orilla organizando todo, tus salidas, las excursiones al monte, da igual que nieve o se caigan las moscas de calor como dicen en mi pueblo, Espinosa, que también es el tuyo, ya que te conocían desde el alcalde hasta el panadero, carnicero, pasando por los pasiegos que iban de “muda” con los críos y la casa a cuestas. ¿Te acuerda, verdad? Te he echado mucho de menos y lo sigo haciendo. No te he dado la brasa ni nada... que si mis niños, que si comían, que si pasaban frío, y también con “mis cosas” personales a las que siempre quitabas importancia (seguramente porque o la tenían), y me tranquilizabas con una risa y sonrisa tuya con la que se diluían todas las dudas. En fin, Lekun, no nos dejes nunca, ya nos veremos cuando lleguemos al cielo o al más allá (si es que nos lo merecemos). Además te voy a contar lo que yo creo, y es que Dios es tan generoso que seguro que con los recortes que se están haciendo, Él ha quitado el infierno, y tú estarás en primera fila recibiéndonos con tu franca risa para hacernos más llevadero el duro y misterioso paso hacia adelante.

Lección sin palabras

Iñaki Tobalina, Fraternidad de Itaka

Este recordatorio se repartió en el funeral de Lekun y desde entonces me acompaña dentro de mi Biblia; creo que refleja su capacidad para disfrutar de la vida y darla por los demás, especialmente por los más pequeños. Tuve la suerte de disfrutar de su vitalidad en mi niñez y adolescencia. Sin embargo la mayor lección que recibí de Lekun me la dio cuando yo era un adulto. Una lección sin palabras, sin tiza ni pizarra, una lección de las que él daba: expresada con su vida, con su actitud. En sus últimos meses de vida, conocedor de la gravedad de su enfermedad, supo hacer realidad la oración de S. Francisco de Asís: “…Donde haya desesperación, que lleve yo alegría. Donde haya tinieblas, que lleve yo la luz. Que no busque tanto ser consolado como consolar, ser comprendido como comprender, ser amado como amar…” Solamente un hombre con una gran experiencia de Dios es capaz de ponerse en manos del

Padre como Lekun se puso durante y en el final de su vida. En la debilidad física de su enfermedad, Dios se hizo fuerte en él. Gracias.

Salir a la encrucijada del chaval Pedro Aguado, P. General de las Escuelas Pías Estaba yo de camino a Madrid cuando recibí la noticia de la muerte de Lekun. Recuerdo perfectamente que acabada de salir de la autopista de Burgos y me metí en un cambio de sentido y regresé a Bilbao. Tenía una entrevista en Madrid, pero llamé a la persona y le dije que no podía ir, que tenía algo que no podía dejar de hacer en Bilbao y que era urgente. Tenía que despedirme de Lekun. Siempre que iba a Bilbao pasaba por su habitación del colegio y charlaba un poco con él. Recuerdo que el día de Nochebuena de 2001 me fui desde Vitoria con Juan Carlos de la Riva a celebrar la Misa del Gallo (una de las últimas que se celebró en el cole a las 12’30 de la noche) porque sabíamos que era la última Misa del Gallo que íbamos a poder celebrarla con Lekun presente. Y no queríamos faltar. Todos los que le hemos conocido y hemos tenido la inmensa suerte de compartir tantas cosas con él sabemos que Lekun era un hombre extraordinario, una de esas personas que saben acercarte al Dios que es Vida y que saben

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después transmitir pasión por su vocación. Para los escolapios, Lekun es alguien que nos ha sabido transmitir formidablemente lo que significa ser escolapio, ser sacerdote, vivir la vida escolapia con plena dedicación a los chavales, a los jóvenes, a la comunidad. Cuando se van personas como él, nos queda el testimonio de su vida para seguir adelante, y por eso estamos profundamente agradecidos a Dios por Lekun. Tuve la suerte de poder hablar muchas veces con él, aunque nunca compartimos la misma comunidad, pues yo estaba en Zurbaranbarri y Lekun en Ercilla. En los años que compartí con Lekun en Bilbao, muchas veces hablábamos de los chavales, de los grupos, de los alumnos y alumnas. Siempre recordaré con cariño una frase que repetía constantemente cuando hablaba de lo que significa ser educador, ser escolapio: “tenemos que salir al encuentro de cada chaval, en su encrucijada”. Siempre me gustó esta idea, y siempre vi que Lekun tenía una extraordinaria capacidad para hacerlo. “Salir a la encrucijada” significa saber estar presente, por si el chaval lo necesita, en ese momento o en esa fase de la vida en la que hace falta alguien que acompañe, alguien que escuche, alguien que anime o consuele, alguien que exija o haga pensar. Eso es ser educador, eso es ser escolapio: saber estar presente cuando hace falta, respetando tanto al chaval que no le dejamos sólo precisamente cuando más lo necesita.

Los escolapios celebramos en este año 2012 un Año Vocacional. En este año queremos animarnos unos a otros a vivir con más intensidad nuestra vocación, y a todos, a renovar nuestro compromiso por suscitar, proponer, acompañar y acoger lo mejor que hay en el corazón de cada chaval, para que todos puedan preguntarse con confianza sobre su propia vocación y

tengan la fuerza y el coraje necesarios para vivir desde ella. Seguro que Lekun, desde la plenitud de la presencia de Dios, está colaborando con todas sus fuerzas en esta iniciativa. En la encrucijada de cada chaval, de cada uno de nosotros, siempre está el Padre Dios, y normalmente, siempre está presente a través de personas que nos ayudan a sentirnos cerca de Él. ¡Gracias, Padre Dios, por Lekun!

Una llamada de Lekun me resucitó Pablo Santamaría, escolapio laico. Fraternidad de Itaka Hace unos cuantos años estuve muerto durante un tiempo. Tenía 16 años. Mi grupo scout se había disuelto y con él innumerables experiencias, sueños y proyectos. Aquel curso de 3º de BUP fue el peor año de mi vida. No porque padeciera enfermedades o acontecimientos especialmente graves, sino por algo mucho peor todavía; con toda la vida por delante y habiendo acumulado ingentes dosis de ilusiones e ideales, lo único que hacía era ir al colegio, estudiar y ver la televisión. Fue mi “año de sofá”, que es el nombre con el que recuerdo aquel tiempo. Vivía sin emociones, sin horizontes, y sin noches de campamento… Sobrevivía, en definitiva, sin esperanza. ¿No es eso estar muerto? Y un día el teléfono de casa sonó y mi madre lo cogió. Recuerdo aquel día en mi interior como si fuese ayer. Tumbado en el sofá y con la televisión emitiendo algún programa, empecé a prestar atención a la conversación al final del pasillo: - Vale, Lekun, ya le digo. Sí, sí,… le animaré a ello. No hizo falta que mi madre me animara lo más mínimo. Mi corazón ya estaba empezando a vibrar con fuerza de nuevo: - ¿Quién era, ama? - Era, Lekun, que dice que si te apuntarías de nuevo a un grupo que están haciendo en el colegio…

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Y aquel día resucité. No pensé ni en quién iba a estar en ese grupo, ni si sería igual que antes, ni con qué monitores estaría,… Era Lekun: no hacía falta más. Ese fue un nuevo comienzo para mí y para un grupo al que llamaríamos “Los Troncos”. Y en aquel grupo retomé mis ilusiones, esperanzas y mi proyecto de vida. Desde entonces, no me he permitido volver a abandonarme en estos últimos veinticinco años. El recuerdo de mi año de sofá, y unos cuantos años haciendo Reino junto a Lekun, irradiaron en mi vida tal cantidad de energía, que todavía hoy hago uso de ella. Es más, cuando siento que me falta, pensar en Lekun es a menudo suficiente para volver a activarme. Hay otra cosa muy importante que se me quedó desde aquel día de mi resurrección. Cuando tengo dudas de si convocar o no a alguien, de si hacer una llamada o no a una persona, de si hacerle una propuesta o no hacérsela por si la entiende mal o la va a rechazar, hace tiempo que lo tengo muy claro: siempre hago la llamada, invitación, convocatoria o propuesta. En la libertad de cada persona está aceptarla, rechazarla o ridiculizarla, pero sólo el hecho de saber que puede salvar la vida de un moribundo, me anima a ello. Esta es una de las mil cosas que recuerdo de Lekun, y una de las mil cosas que yo aprendí de él. Eternamente agradecido, gran Jefe.

Se dio por los demás Jon Ander Zarate. Fraternidad de Itaka

Hubo un hombre que pasó por esta tierra… Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias, Eskerrik Eskerrik asko, gracias…

asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko, asko,

gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias,

... hubo un hombre que se dio por los demás. Lekun, eskerrik asko Joseba Alzola. Fraternidad de Itaka.

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Lekun, compañero y testigo fiel Alberto Prieto, religioso escolapio Comparto con vosotros tres recuerdos, tres fotos, tres lugares muy significativos, tres rasgos de Lekun, tres retos. Iturralde – Lekun etxea ¿1973? Mi primer recuerdo de Lekun- etxea. La primera vez que fui al caserío. Con mis padres, a llevar a mis hermanos. Unas escaleras empinadas que suben a un baño. Un plato de patatas fritas. Ambiente de alegría y de acogida. Primeras impresiones de “escolapios”. Aquello era “más que un colegio”.

Viendo esta foto (y aunque no aparezca en ella), me acuerdo de un Lekun, como tantos escolapios (¿reconocéis a Arrati en la foto?), fiel, siempre presente. De los imprescindibles que luchan toda la vida, de aquellos con los que siempre se puede contar. De un Lekun constante, capaz de multiplicarse (para dar vida), acogedor, generoso, que cuida los pequeños detalles. En una persona así se puede confiar. También él se fía de nosotros, y por eso nos embarca en alguna que otra “liada”. Con él es fácil comprender que merecemos confianza. RETO: No regatear nuestra entrega. Desbordar las expectativas de nuestros alumnos, familias, compañeros,… Renunciar a llevar la contabilidad del “debe” y del “haber” (¡Si no nos cuadran las cuentas, para eso está el “pan rallado”!). Poder decir con alegría, que sí, que firmo para siempre. Belagua – 1982 Promesa scout en oinarinak II. Campamentos de verano en Belagua: aventuras, rayo verde, Anie, Mesa, vida de grupo, salidas, veladas,… Crecer como persona, y hacerlo en grupo. Maravillarse con la naturaleza. Descubrir la alegría

en el servicio. Sentir la presencia de Aita. Experimentar efectivamente que todos somos hermanos.

Y en todo ese recorrido, Lekun, junto a otros, como guía y compañero de camino. Como buen guía abre caminos nuevos e invita a recorrerlos. Insiste en hacer propuestas. Disfruta del camino y hace disfrutar. Lleva en el corazón y recuerda a cientos, miles de chavales. Aunque a veces nos cambie el nombre con nuestros hermanos, nos conoce, se ve que quiere lo mejor para nosotros. RETO: Mirar con esperanza y con cariño a los niños y jóvenes de hoy. Estar cercano a ellos. Ayudarles a descubrir todas las posibilidades que llevan dentro. Hacer propuestas. Soñar con un mundo mejor, y seguir creando lugares, momentos, caminos donde experimentarlo. Trueba - 2000 Último campamento de verano de Lekun. Jorge y yo nos estrenamos como asesores (en la foto, en labores de “asesoramiento”). Sin saberlo ninguno, nos estaba pasando el “testigo”.

Sí, ese ser testigo de que Jesús es nuestro amigo, de que tenemos un Padre que nos quiere, de que es posible hacer que Él reine, y así crear un mundo de hermanos. Lekun, testigo de la vida plena, de que ésta puede más que la muerte. Estos años he tenido la gran suerte de pasar muchas semanas en Trueba, en Lekun-etxea, en campamentos y en convivencias, y ahí en-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después contrarme con Jesús vivo que sale nuestro paso. Junto a Él, he sentido también la presencia de Lekun, testigo de la resurrección. RETO: Recibir el testigo. Pasar el testigo. El eslabón no es nada, lo que cuenta es la cadena. Continuar la cadena que empieza en Jesús, sigue en Calasanz, continua con Lekun. ¡Ojalá que siga conmigo y contigo y con…!

Hablar de Lekun es hablar de nuestra vida Javier San Martín, religioso escolapio Para muchos de los que estamos leyendo esta revista hablar sobre Lekun es hablar sobre nuestra propia vida. La vida de Lekun fue sobre todo la de alguien que fue dejando profunda huella en quienes le conocimos, alguien que, ante todo, pasó haciendo el bien. Sus palabras, las anécdotas junto a él, su actitud comprometida y apasionada ante la vida, no son meros recuerdos pasados, sino marcas profundas en nuestra biografía, tan presentes y tan vivas como lo que somos. Lekun no se conformó con pasar “sin más” por la vida, sino que se comprometió a tope en la aventura de vivir, puso a Dios en el centro de su corazón, y sin duda cumplió aquello que tanto nos recordaba: “dejar este mundo mejor de cómo nos lo encontramos”. Mi primer recuerdo de Lekun es de cuando llegué al colegio de Bilbao en 6º de primaria en 1995. Ese mismo año entré en los grupos de Mikel Deuna y disfruté como nunca en los campamentos en Arrazola y en Trueba. En medio de los juegos, con la pañoleta al cuello, en las noches alrededor de la hoguera descubriendo el inmenso universo que se levantaba sobre nosotros… Ahí estaba la figura y la presencia de ese incansable escolapio, que tan pronto estaba comprando melones para los chavales, como

celebrando su cumpleaños entre nosotros, como descubriéndonos el misterio de ese “Aita” que se nos hacía tan cercano, enseñándonos a rezar, preparando con cariño nuestra Promesa, pendiente de que todo estuviera bien, y regalando a todos su vitalidad, sus cantos, su cercanía.

Podría ponerme a recordar alguna anécdota personal junto a él. Pero solo quiero hablar del recuerdo emocional que ha dejado en mí. Lekun ha quedado en mi memoria y en mi corazón como un gran hombre, un escolapio de los pies a la cabeza, que antes que trabajar, que lo hacía y mucho, amaba su vocación y su vida. Y cuando alguien pone toda su vida, todo su tiempo, y todo su afecto en aquello que siente que es su vocación, entonces se acaba notando. Y vaya si se notaba. Creo que si por algo admirábamos tanto a Lekun es porque veíamos en él a alguien inmensamente feliz y apasionado con su vida. También recuerdo de él su cercanía y su preocupación por cada chaval. Recuerdo que cuando en algún campamento o en algunas convivencias tenía algún rato para hablar con él me hacía sentir especial. Creo que tenía esa habilidad para sacar lo mejor de cada uno, para ayudarte a mirar hacia un mañana pleno. Creo que su gran preocupación era que cada chaval alcanzara aquello que Dios soñaba en él, es decir, lo mejor. Quiero también contar lo especial que ha sido Lekun para mí en mi propia vocación como escolapio. Siempre que puedo lo cuento, pero es curioso como las cosas con el tiempo van cobrando mayor sentido y profundidad, y hoy cuento esto casi diez años después de que

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después comenzara este camino en Pamplona. Cuando con 17 años comencé a plantearme la posibilidad de ser escolapio hacía algunos meses que a Lekun le habían diagnosticado el cáncer que pocos meses después le quitaría la vida. No tuve la oportunidad de poder hablar mucho con él durante ese tiempo, pero ciertamente que estaba presente en mi vida, sobre todo en lo que yo sentía que era ser escolapio. De alguna manera cuando con 17 años me planteaba qué era ser escolapio, por dentro pensaba: “Bueno, ser escolapio es ser como Lekun”. Él era el primer modelo, y el más cercano. En abril de 2002 finalmente se despidió de nosotros, una iglesia abarrotada el día de su funeral da fe del cariño y la estima que todos le teníamos. La noche de su funeral ha quedado grabada en mi vida como uno de esos momentos que marcan un antes y un después. Me sentía tan sobrecogido y afectado que ni siquiera pude dormir. En medio de la noche me levanté de la cama y abrí la ventana. Durante media hora me quedé en silencio, contemplando el firmamento y escuchando los sonidos de la noche. Y mientras, una pregunta muy sencilla me iba taladrando por dentro: “¿Y ahora, quién llena el hueco que ha dejado Lekun?” Diez años más tarde sé que aquella pregunta no me la hice yo a mí mismo, sino que era el mismo Dios quien me estaba pinchando el corazón y pidiéndome una respuesta inmediata, y estoy seguro de que junto al Padre estaba también Lekun que ni ahí arriba descansaba… En ese momento sentí que ya no podía seguir mirando la piscina desde fuera, desde la orilla, sino que tenía que lanzarme y zambullirme. O ahora, o nunca… Seguro que a todos los que le conocisteis Lekun os dejó algo bueno en vuestra vida. A mí me dejó mucho de lo que hoy soy. Durante estos años lo he sentido como a alguien cercano, que ha orientado muchos de mis pasos. Por eso, si algo puedo decir al terminar este pequeño escrito es: “Gracias por todo Lekun, eskerrik asko!”

tiples ocasiones que allá por mis 17-18 años (mis años fuera de grupos) no paraba de recibir llamadas de Lekun: • Para limpiar el caserío tras las grandes obras, volviendo x horas tarde a casa, ya que íbamos solamente hasta las cinco de la tarde y volvimos a las 3,30 de la mañana • Para ir de compras de campamentos a las ocho de la mañana después de una cena de fin de curso que acabó a las tres de la mañana y quedarnos ya de paso a montar las tiendas y comedores de Trueba dos días más. • Las veces que me repetía “Aitortxu, ya sabes que cuando tú quieras puedes volver al grupo, soñar con ser monitor…, volver a tener un sitio en donde tener más presenta a Aita….” También recuerdo con mucho cariño las múltiples conversaciones de campamento, esas conversaciones a las noches en la litera de ver que tal andaba todo por casa, si había rezado esa noche, las conversaciones de despacho y en la Express Roja!!!!!! La verdad que tengo que decir que Lekun, aparte de una buena persona, UN AMIGO, UN GRAN AMIGO, fue mi llamada personal de Dios para poder conocer mi vocación y el futuro que Dios me tenía preparado. Gracias Aita, gracias Lekun!!!! Gracias por seguir preocupándote de mí y nos vemos!!!!

Aitor Oribe, Fraternidad de Itaka Muchas veces nos preguntamos si Dios nos ha llamado o no nos ha llamado, si le oímos o no le oímos. En mi caso, creo que me llamó muchas veces y a gritos mediante muchas personas (Iñaki García Maza, Lekun…) En este momento me gustaría recordar las múl-

Recordando a Lekun

El rencuentro

Carlos Menjón, Fraternidad de Itaka Lo teníamos previsto así. Vamos a hacer su semblanza como pequeña comunidad, por lo que un día nos reuniremos sólo para recopilar nuestros recuerdos, contar anécdotas, propias,

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después personales, del grupo, de nuestros hijos, el cariño que nos dio, sus enseñanzas, su vida activa, de fe, ejemplar y, tras un buen rato, hemos llegado a la conclusión de que hemos tenido la suerte de convivir con un profeta… y todo eso en pleno siglo XX. Gracias Señor por poner a Lekun con nosotros.

Ane y Paula con Lekun

Rakel Morón, Fraternidad de Itaka Kaixo Lekun Somos Ane y Paula Pérez Morón, las dos enanas de Oskitar y de Rakelita, ¿te acuerdas de ellos?

Nos ha dicho aita y ama que hace ya unos años que te fuiste y que ahora eres una de esas estrellas que nos da luz a las noches desde el cielo. No te hemos conocido pero por las fotos que tienen aita y ama, el marcapáginas de los libros, el cuadro en la oficina de Itaka, el nombre del caserío donde lo pasamos tan bien… por la emoción de ama cuando habla de ti… creemos que has sido alguien muy importante tanto para nuestros aitas como para los amigos de la Fraternidad y del cole. A nuestros aitas les da mucha pena que no te hayamos conocido en persona pero, ¿sabes una cosa? Creemos que desde sus canciones del Yupi Yai yai y desde sus compromisos en los grupos del cole, quieren continuar con ese mensaje que les marcaste al compartir con ellos una etapa muy bonita de su vida. Aita le dice a veces a ama que no “queme etapas” y que no aprendamos canciones o bailes que aprenderemos más adelante pero para nuestra ama eso es imposible ¿qué mejor regalo hay en esta vida que regalar a tus hijas lo que para ti ha sido un regalo? Ama dice que se acuerda mucho de cuando le decías “Rakelita canta”, “entona con

la guitarra” en aquellas veladas de Trueba, en aquellas Pascuas Oinarinak en Lezana, en aquellas convivencias en el caserío… Recuerdan con mucho cariño tu cercanía, tu manera de transmitir el mensaje de Dios, esa capacidad de ser el mejor orador del mundo con tus anécdotas, tan simple y tan cargado de amor hacia los demás, especialmente los niños y los jóvenes. Eras incapaz de tomar un café en dos sorbos porque en uno era suficiente para ir a hacer mil cosas, desde hacer las compras en Eroski hasta ir a limpiar los baños del caserío un domingo a la tarde. ¿Cómo lo hacías para llegar a todo sin parar y con la mejor de tus sonrisas? Aita y ama siempre sonríen cuando oyen tu nombre, la verdad es que todas las personas que te conocieron sonríen al recordarte como la persona única que eras. Las familias del cole, los exalumnos, los aitas y amas de los exalumnos, toda la Fraternidad, los profes del cole, los pasiegos del Valle de Trueba, Patxi el panadero, Guillermo el de los autobuses… creo que no hay nadie que no te recuerde con cariño. Desde esa estrella que ahora eres, por favor no dejes nunca de iluminarnos en nuestro camino, no dejes nunca de contagiarnos tu alegría, tu canción, tu sencillez, no dejes de iluminar a los que serán nuestros profesores/as y nuestros monitores/as (porque una cosa tenemos clara, como nosotras no pasemos por los grupos del cole… la que se va a liar en casa! Sería el gran disgusto para nuestros aitas…). Repetimos la frase de ama: qué mejor regalo que regalar a tus hijas lo que para ti ha sido un regalo.

Mil gracias, mila esker por el mensaje tan bonito y el recuerdo tan emotivo que dejaste en aita y ama, mila esker por ser una de las personas más importantes de sus vidas, por la huella tan grande que has dejado en ellos. No pudo ser el compartir contigo ese junio de 2003 pero creemos que estuviste con ellos desde el principio hasta el final. Por cierto, ¿dónde estábamos

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después nosotras? No nos vemos en las fotos de la boda de aita y ama… je, je.

Algunos se hacen inmortales Jon Calleja, Fraternidad de Itaka Encontré hace unos meses en una pequeña librería “La perla” de John Steinbeck. Lo compré y lo leí enseguida porque recordaba con cariño cuando Lekun nos lo leyó en 8º de EGB en clase de religión. Recuerdo la intensidad con la que nos contaba lo que sufría la pareja protagonista por salir de la miseria de aquél pueblo donde residía la envidia y el poder. Mientras lo volvía a leer disfruté pensando cómo Lekun eligió esta historia para transmitirnos con especial sensibilidad las injusticias que viven los que más sufren, las motivaciones humanas más primarias y el pecado estructural. Muchas veces me hizo vibrar escuchándole hablar de estas cosas en salidas, convivencias,… Una de ellas fue en una misa en Trueba, siendo monitor. Empezó a narrar el pasaje de la hemorroísa dejando a un lado la Biblia. Como si fuera algo que presenció directamente él, algo maravilloso, nos contaba que repetir el gesto de aquella mujer podía cambiar nuestra vida. Todos los Kaskondoak miraban alucinados mientras nos explicaba muchas de las hemorragias humanas que los médicos no curan y que la gente padece. Pero, realmente, el recuerdo más feliz que tengo de Lekun es escucharle en el caserío cuando tenía unos diez años. No sé de dónde podía sacar las increíbles historias que nos contaba entre canciones y canciones, en las que nunca conseguí seguirle en los gestos. En los silencios en los que nos sumergía para contemplar la naturaleza alguno no lo creerá pero fui uno de los que vio la dama del Anboto entre los pinos de caserío.

En su misa de salida se leyó un texto que había escrito el propio Lekun sobre el Buen Pastor. Lo que describía era lo que tantos habíamos visto que hizo él en su vida. Su invitación a participar de eso tenía tanta autoridad que fue difícil no escuchar a Dios tras ella. Por eso, si pienso en la huella que me ha dejado Lekun y qué es lo que más recuerdo de él diría que sus palabras me hacían rezar. Laura me dijo un día: “debiéramos rezar al principio de los ERs de monitores como hacíamos con Lekun”. Y en los ERs de Vitoria nos hemos puesto a rezar como Lekun lo hacía. Gracias por tu servicio, por las noches en vela, por las miles de compras y por las historias. "Algunos hombres cuentan sus historias tantas veces que al final ellos mismos se convierten en esas historias. Siguen viviendo cuando ya no están, y de este modo, el hombre se hace inmortal". (Película Big fish).

Recuerdo… Isabel Prieto, Fraternidad de Itaka Nuestro querido Lekun fue una persona respetuosa, tolerante, nada egoísta. Te escuchaba siempre, complaciente con todas las personas mayores y niños, y todo con mucho amor y ternura. Yo le conocí hace 40 años, cuando nuestros hijos eran scout. Recuerdo los campamentos en Belagua el día de padres cuando íbamos a visitarles: qué recibimiento nos hacía al llegar tan alegre, las comidas al aire libre, la Eucaristía tan preciosa, los cánticos… en fin, que pasábamos un día inolvidable. Recuerdo una frase que nos repetía bastante cuand nos veía preocupados por nuestros hijos: no déjeis de pedirle al Padre todos los días que os ayude. Lo decía con tanta fe y convencimien-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después to que era imposible olvidarla. To, e hecho, sigo practicándola y ¡ya lo creo que resulta! No sé si Lekun se daría cuenta de todo lo que le queríamos, pero yo digo con todo mi corazón que nunca le olvidaré. Isabelita (como cariñosamente él siempre me llamaba)

“Las natillas y el pollo” zoaz azkar sukaldera “lewiak” eta “intermon” zu segitzeko hizkera “Txorringa” ala “peruco” ni zer naiz, zen galdera Anie ala 3 Errege M. zenbat aldiz igotzera. Trueba erosi ta gero “panonubek” ze hasiera Gaixotasuna heldu zen ez zinen etorri behera Bihotzak ezin du bete zuk utzitako galera. Los txabales comen bien/orduan bete platera Agasaku kanta berriz/ hor zaude gurekin batera. Motoa lehena……………….. Garde, herri, fonda sopapo/Albertoren arabera Bakoitzak bere bertsoekin jarrai dístala…

Usadio zaharrak Legarretaren aztarnak Egileak; Legarreta forever lagunak Soinua: Habanera Nafarroko bizarduna etor(ri)zan Bilbo aldera Jesús nola jarraitu on Calasanzen antzera Beti laguntza ematen hori zen zure jarrera MD eskaut taldea sortu Oinkarinak zen “la pera” “Konbietan” gozatzeko goazen Iturraldera Cuatrolatas ala Express hori zen gidatzeko era Ze “buenico…….. mierda” markatu zuen joera Onerako ta txarrerako zu bezalakoak gera. Eroskiko bi karro hartu nork buka(t)u lehen karrera

Recordando a Lekun Teresa Uriarte, Fraternidad de Itaka Mes de julio en Belagua, tarde espléndida, risas, juegos, cánticos, un chaval está disfrutando de la última tarde de su primer campamento… Lekun: Mañana a la mañana autobús para Bilbao y a casa. J….- No, mis padres vienen a recogerme a primera hora y marchamos unos días a Peñíscola. Lekun: Pues van a madrugar mucho J…- No, estarán ya en Isaba, pensaban dormir en el hotel. Son las diez de la noche y después de recorrer el pueblo, los padres del chaval están cenando tranquilamente en el comedor del hotel. Se abre la puerta del comedor y donde aparecen…

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después La madre (asombradísima): ¿Son Lekun y J…? El padre: ¡Sí, son ellos!. Se levantan apresuradamente y alegría, besos… ¡qué sorpresa! Lekun: Después de cenar le he pedido a J… que me acompañe a llevar la basura al pueblo. Los padres: Sentaos a tomar algo, tomar un postre, tú, Lekun, un café, un pacharán… J…- No podemos, la basura está aún en el coche y nos falta la última noche de campamento. Mirada de Lekun…, gran sonrisa… Adiós, hasta mañana. Adiós, hasta mañana contestan los padres, arranca el “cuatro latas”…, y piensan en la suerte que tienen al tener a su chaval en tan buenas manos.

Agasaku Espe Martín I ¡¡Agasaku, suku, suku agora beki, ki, ki, ki, agasaku, suku, suku agora beki, ki, ki, ki… Lekun mueve los brazos, cada vez más rápidamente, al ritmo de la canción: arriba, abajo, a los lados; arriba, abajo, a los lados; arriba… Los nuevos Koskorrak, sentados a su alrededor en el cemento del caserío, intentan seguir esa extraña letra y se hacen un lío con las manos: arriba, abajo, a los lados... ¡más deprisa!, ¡más deprisa! Arriba, abajo, a los lados... …agasaku, suku, suku, agasaku, suku, suku… Ane y Josu se miran divertidos; ellos no tienen problemas para seguir el Agasaku, porque lo han cantado miles de veces desde aquel día de hace ya diez años cuando, en ese mismo lugar,

con la pañoleta recién estrenada al cuello, se esforzaban en imitar los movimientos de Lekun. “Casi no ha cambiado nada –piensa Ane-; los chavales, los monitores, las risas mezcladas con la música… Puede que la barba de Lekun sea ahora un poquito más blanca; pero yo diría que… incluso las gafas son exactamente las mismas.” …agasaku, suku, suku agora beki, ki, ki,

ki!!!

II No muy lejos de allí, cuatro ángeles contemplan atentos la escena. - ¡Qué bien se lo pasan! – exclama Ander, el más joven de todos. - ¡Sí…! ¡Tiene… que… ser… divertido… ir... de… campamento! – responde Asier, al tiempo que intenta sin mucho éxito mover los brazos al ritmo del Agasaku. - Podríamos pedirle a Dios que organice uno para nosotros – interviene tímidamente Abel. - ¡Eso! ¡Eso! – añade encantado Aitor, el gracioso del grupo-. Además, nuestro campamento seguro que sería “volante”. Dicho y hecho; esa misma tarde deciden ir juntos a presentar su propuesta. Al principio Dios, que es (literalmente) el padre más ocupado del mundo, no les presta mucha atención: - “¿Campamentos? ¿Qué decís de campamentos? Dejaos de tonterías. Hala, hala, ¿no tenéis otra cosa que hacer que pasaros el día revoloteando por aquí?…” Los jóvenes ángeles se alejan despacio, un tanto alicaídos; parece que no va a ser tan fácil como esperaban. - Quizá sea mejor pillarle en otro momento – sugiere Abel. - Sí, - responde Asier -, tal vez el domingo,

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después -

que suele estar más descansado. No sé – lamenta Ander-, creo que no le ha hecho mucha gracia la idea.

Aitor no dice nada; de repente, se le han quitado las ganas de hacer chistes.

III Esa misma noche, a solas, mientras hace balance del día, Dios recuerda la petición de los pequeños ángeles y no puede evitar sonreír. ¡Claro que les entiende! Él mismo disfruta como nadie cuando ve a los chavales subiendo al monte, contando historias alrededor de la hoguera o trabajando en equipo; no es la primera vez que considera la idea de organizar un campamento para sus ángeles, pero… … Pero Dios tiene un problema, aunque no le gusta admitirlo delante de los ángeles; se supone que es Todopoderoso y empezarían con sus bromitas. Su problema es muy sencillo: necesita a alguien que organice los campamentos y, claro está, no puede escoger a cualquiera; tiene que ser “el mejor”. Y Él sabe perfectamente quién es… Durante toda su vida, aunque no siempre han sido decisiones fáciles, Lekun ha dicho que sí a aquello que el Padre le ha pedido. Por eso, ahora, Dios no está seguro de querer pedirle esto; no porque tema una respuesta negativa, sino por todo lo contrario: está convencido de que le responderá con un sí incondicional. IV Al día siguiente, después de pasar toda la noche dando vueltas al asunto, Dios decidió plantear ese nuevo reto a Lekun. Como le conocía bien, sabía que tendría que insistir, sobre todo, en que no se preocupase por la gente que dejaría allí, en que sabrían continuar el trabajo que él había comenzado, por una sencilla razón: había sabido ser un buen maestro.

-

No te preocupes, - le diría. – Todo irá bien.

Y así fue como aquel 11 de abril Lekun, acompañado por Aitor, Abel, Ander y Asier, partió hacia su nuevo destino; caminaba tranquilo, las manos a la espalda y el paso firme, disfrutando del camino, como siempre había hecho. Al pasar cerca del Amboto se escucharon unas voces lejanas que cantaban: “…agasaku, suku, suku…” Lekun se detuvo un instante, sonrió casi imperceptiblemente bajo la barba blanca, cerró los ojos y dejó escapar un pequeño suspiro. Los ángeles se detuvieron también, y durante unos instantes permanecieron en silencio, sin atreverse a hacer el más mínimo ruido. Pero Ander, el más pequeño, no pudo resistirlo y preguntó: - Lekun, ¿qué significa esa canción? Entonces Lekun abrió los ojos, sonrió abiertamente y mientras reanudaba lentamente la marcha respondió: - Muy sencillo. Esa canción significa… que todo irá bien. …agora beki, ki, ki,

ki!!!

Un árbol bueno da frutos buenos Juan Ibarreche y Cecilia Alcíbar Nunca un árbol bueno puede dar malos frutos. Desde el comienzo este árbol ha estado rodeado de ilusiones, de buenos momentos, de grandes retos, de muchos esfuerzos y de grandes sueños que han permitido que la semilla que sembramos hace años siga dando buen fruto. Con gran satisfacción y agradecimiento este árbol sigue dando sus frutos porque está plantado en un gran bosque, en el que se le arropa

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después en los momentos difíciles y se comparte con alegría los buenos momentos. Este árbol radiante, se llena de nidos continuamente convirtiéndose en un nuevo hogar para los amigos, la familia y los hijos que encuentran protección, cuidado y cariño. En el amor, como en la vida, hay grandes momentos de reposo, reflexión y aprendizaje, todas son importantes para que este árbol muestre con orgulloso su fruto y verdor. Lekun el amor y el cariño que nos entregaste, hoy más que nunca es una fuente de fuerza, alegría y compromiso para que las raíces de nuestro árbol sean cada vez más robustas y profundas.

gún momento dejaba de acompañarnos. A mí concretamente, me empezó a contar todas las cosas importantes acerca del caserío, planos, cómo llevarlo, cuentas, obras, compras (bueno, de éstas ya sabíamos, quién no había pisado un Eroski, con sus salchichas al por mayor, siempre dejando alguna en la balda para el que viniese por detrás o el gran descubrimiento del Makro), trucos varios, a quién llamar en caso de, o por si pasaba tal… Un cúmulo de ideas y situaciones que me las fue transmitiendo.

Una herencia y algo más Iñaki Vélez, Fraternidad de Itaka Un artículo sobre Lekun, unas letras, unas palabras. Este es el llamamiento que se nos hacía para este Papiro tan especial de los diez años, después de que nos dejase. Seguro que anécdotas hay muchas, vivencias un montón, y cualquiera de ellas vale la pena recordar. Me preguntaba, ¿cómo conocí yo a Lekun? Ja, ja. ja, ¡qué tontería! Pues en el caserío, o en un campamento, aunque un bonito recuerdo que todavía guardo de él, es cuando recibí la foto de la promesa de RangerOinarinak. Estaba de vacaciones en La Rioja, y recibí una carta, en ella, Lekun me mandaba la foto y una carta deseando unas buenas vacaciones. Tenía estos detalles con todos los que le rodeábamos, estaba al tanto, y sabía acercarse, escuchar y aconsejar. Esta relación se fue afianzando y creciendo en el tiempo, como monitores, desde el equipo de monitores del caserío, más cercana desde el trabajo, desde la comunidad de Mikel Deuna; una relación en la que todos ganábamos, pero está claro que Lekun daba más. Cuando se puso enfermo, y vio por dónde iba el proceso, empezó a prepararse y prepararnos, por si acaso. Creo que a cada uno de los que le rodeábamos, nos fue preparando por si en al-

Con el tiempo y después de que falleciese, me di cuenta de que nos había dejado una gran herencia con su forma de ser, con su forma de vivir la vida, en definitiva con su manera de ser escolapio siguiendo al Padre. A mí, personalmente, me dejó una pequeña herencia, o yo la vi así, la de seguir llevando el caserío Iturralde, ahora Lekun-etxea (por si alguien puede tener alguna duda de quién empezó con esta idea, que persiste en el tiempo y que ahí seguirá). ¡Cuánto aprendimos de él y cuánto aprendí yo de él! La verdad, es que me enseñó mucho, y muchas veces rememoro ideas o frases que él me contaba, y que a la larga me han servido. La verdad que al escribir estas letras, me emociono, pero a la vez recuerdo tantas situaciones que viví con él, anécdotas, historias, momentos en el despacho; pero nos dejó algo muy bonito,

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después que seguro que a muchos nos lo dijo: ¡Querer a los demás tal y como son, y no como queremos que sean! Eskerrik asko Lekun, por lo que nos dejaste y porque después de diez años, nos sigues acompañando. Un fuerte abrazo.

algunas celebraciones (todavía no era sacerdote) y clases de relleno, incluido un dibujo en el entonces 2º de bachiller (actualmente 6º de Primaria). En la primera entrega de notas (se daban cada quince días) me puso mi primer y único suspenso en el colegio: ¡cuántas veces se lo fui recordando entre risas!

Lekun barriendo, una buena imagen de su vida Xabier Galarza, Itaka – Escolapios Brasil

He ahí al P. Fernando Legarreta Lekunberri, ya fallecido, maestro y amigo de todos los que tuvimos la suerte de convivir con él. ¡Lekun, ruega por nosotros! ¡Presten atención! Él está en la cocina, pasando la escoba, con las mangas arremangadas… toda una imagen de su dedicación y humildad… ¡Lekun, ruega por nosotros!

34 años con Lekun

Javier Aguirregabiria, religioso escolapio Lekun llegó a Bilbao a mediados de octubre de 1968. Contaba que al llegar a la estación de autobuses, que estaba entonces en Henao, fue con su maleta a un taxista para que le llevara al colegio. Éste le señaló el edificio que se veía desde la misma parada de taxis. El curso ya había comenzado y le pusieron

Hiperactivo como era y tan creativo, pronto fue colaborando y poniendo en marcha iniciativas educativas muy avanzadas junto con otros escolapios (Pedro Lasheras, Miguel Arratibel Inocencio Rozas, Juanjo Iraola, Juanjo Iturri): la educación en el tiempo libre con el escultismo, los campamentos en Belagoa, la compra del caserío Iturralde (ahora Lekun-etxea) en 1971, la exposición de juguetes educativos, las colonias de verano, un nuevo modelo de las convivencias, las celebraciones por clases,… Eran tiempos muy cercanos al final del Concilio Vaticano II donde se respiraba un renovado impulso pastoral que, sin duda, llegó al colegio por medio de Lekun y otros cuantos escolapios. De chaval le recuerdo siempre corriendo de un lado para otro. Pero siempre disponible si se le pedía cualquier cosa: nos ayudó a nuestro grupo a comprar la tienda de campaña… ¡y hasta nos dejó un fin de semana el caserío cuando estaba recién comprado! En 1975, como joven religioso estudiante todavía, comencé mi labor como responsable en el grupo scout, lo que supuso una relación más estrecha con Lekun. En septiembre de 1977 compartimos la novedosa comunidad de Ercilla. Desde entonces, y salvo tres años de paréntesis, convivimos siempre en la misma comunidad. Lekun ha sido la persona con la que más años he convivido, más que con mi propia familia y con ningún otro

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después escolapio: ¡22 años! Las historias vividas durante este tiempo son miles y, muchísimas de ellas, inolvidables. Quizá un rasgo de su personalidad era el vivir siempre a tope y el transmitir esa vitalidad a cuantos le rodeábamos. Es pena no poder recoger muchas de estas historias, pero habría que aplicarle lo del evangelio: “Otras muchas cosas hizo. Si se escribieran una por una, me parece que los libros no cabrían en el mundo” (Jn 21, 25). Era un voluntarista incansable, siempre con nuevas metas, con nuevos sueños en apariencia imposibles pero siempre realizados. Uno de ellos, y de los más queridos por Lekun, fue Trueba. De todas formas, el rasgo más característico de Lekun era su capacidad de servicio. No en vano repetía tantas veces la frase de Tagore: “Dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y vi que el servicio era alegría”. Por eso, por esta actitud servicial, cuando Lekun hablaba de Dios resonaba con más fuerza, con más autoridad. Por eso, podemos decir sin duda que Lekun era y es un hombre de Dios. Y quien ha conocido a Lekun ha vislumbrado un poco más a Dios.

día, fue testigo de mi compromiso y de tantos de nosotros. Muchas veces hemos hablado de la importancia del testimonio en la misión de la Evangelización. Esta historia nuestra comienza por el testimonio de unas mujeres que dicen haber visto a Jesús resucitado y sigue por el de tantos testigos que en la Historia de la Iglesia nos han precedido, nos han pasado justamente eso, el “testigo” de la Buena Noticia. Sin duda alguna, la mayoría de quienes le conocimos, le daríamos a Lekun uno de los primeros premios en el ranking de quienes nos han hecho llegar el regalo de la fe en Jesús.

Lekun, testigo

Miro la foto que hoy me trae el recuerdo de Lekun y podría parecer que sugiere un recuerdo parcial o marginal, con una imagen suya que en este caso no llena la pantalla. Pero es justamente este efecto el que me ha hecho qué pensar. Esta escena de hace ya algunos años, 32, ni más ni menos, probablemente de la promesa de oinarinak, o mejor dicho rangers, en Belagua, me sirve para hacer un rápido repaso a todos los momentos en que Lekun, igual que ese

Pero hoy, contemplando esta foto, me paro a pensar en la importancia que también ha tenido y tiene el hecho de contar con testigos de nuestro propio crecimiento y maduración, en nuestro proceso de aprendizaje en esto de ser seguidores de Jesús. Estos testigos, como en la foto, como Lekun, son los que no se ponen en el centro de la escena, sino que simplemente desde un lado, humildemente, acompañan el momento, verdadero sacramento en nuestras vidas, en que el mismo Espíritu de Dios actúa en nuestra historia. De sobra saben ellos que, a pesar del trabajo sin término, de jornadas agotadoras, de veranos sin descanso, su papel es pequeño compa-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después rado con el misterio de la acción de Dios en cada uno de nosotros.

Estos testigos son quienes sostienen el “libro” sobre el que plasmamos nuestros compromisos de verdad, los COM-PRO-MISOS, que diría Lekun, que marcan nuestra vida. Son los que sostienen el libro y lo guardan celosamente, para convertirse en memoria viviente a la que recurrir si nuestra propia memoria nos falla y olvidamos que COM-PRO-MISO no es otra cosa que ser enviado junto con otros en favor de los demás… Estos testigos, además, dan fe, nunca mejor dicho, en nombre de la Comunidad, de que lo que allí acontece, no es un contrato privado entre Dios y cada uno de nosotros. Nos comprometen, nos vinculan, nos garantizan que formamos parte de la misma historia que comenzó hace muchos años con una mujeres al lado de un sepulcro vacío. Estos testigos, que siempre están ahí cerca, como Lekun, son las personas a quienes pode-

mos recurrir cuando por cualquier razón, nos perdemos en los mil recovecos de la vida o caemos en las trampas que muchas veces una mezcla de desidia y autocomplacencia nos tiende. Entonces, realmente no tienen que decir nada, ya que su vida, su testimonio, su fe, nos recogen, nos sostienen, nos animan, nos exigen, nos recuerdan fotos como esta...

Perro fiel Javier Aguirregabiria Tan sólo unas palabras para destacar ese nombre que figura el en carnet: es el tótem de Lekun como scout. El nombre lo elige la propia persona y Lekun escogió, entre todos los animales al perro. El adjetivo le ponía el grupo destacando alguna cualidad de la persona y a Lekun le pusieron el calificativo de fiel. La coincidencia de ambas elecciones es clara y la definición de Lekun como persona fiel, servicial, siempre atento a los deseos del Dueño, es bien descriptiva de su forma de ser.

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Gracias, Lekun En la preparación de la celebración del Jueves santo en el caserío Lekun-etxea, uno de los talleres hacía referencia a Lekun como ejemplo de servicio. En un libro se podría escribir lo que se quisiera en ese momento. Estos son los testimonios: • Acompañaste a la familia en momentos tan duros como la muerte, cuando a ti te quedaba tan poquito. Gracias, Lekun. • Porque estabas dispuesto a todo y lo aceptaste todo… Gracias, Aita, por Lekun. Eskerrik asko, Aita. •





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Lejos llegaron tus obras, entrega cercana al hermano, Kristoren testigantza. Un día fuiste llamado. Nunca te olvidaremos. ¡Qué difícil creer en la resurrección sin ti! Cada canto, cada hoguera, cada gesto por los demás lo aprendí de ti. El preocuparme por el próximo y por el prójimo. Ojalá estuvieras para acompañar a Ane y Paula. Ilumínanos para ser tus testigos. Mila esker por tu vida! (Rakel) Lekun, tú nos hablaste de Dios. Ahora háblale a Dios de nosotros.

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Lekun, buen pastor, que tu ejemplo de disponibilidad, servicio y tesón nos siga inspirando a nosotros. Gracias por tu entrega. Nos seguimos hablando. Un abrazo en Calasanz. Y Lekun me dijo un día: “No seas como los fuegos artificiales, que tras un bonito fogonazo sólo traen la oscuridad. Sé como las velas que consumiéndose permiten ver a los demás”. “Lo que no hagas a los demás quedará eternamente vacío, irrepetible y eso es terrible”. Tú lo sabías muy bien y viviste entregado a los demás. Gracias.

Tocotón, tocotón, tocotón, éste es mi primer recuerdo tuyo, de unos cuantos que nos dejaste en el tiempo en el que vivimos y convivimos. No siento tristeza, tu recuerdo es un recuerdo alegre, cercano. No te olvido ni por lo que fuiste ni por lo que nos has dejado. Un abrazo, Lekun.

Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después •

Quien no vive para servir no sirve para vivir. Gracias, Lekun, porque nos lo enseñaste.

• •

Gracias, Lekun, por mostrarme el camino. Dios nos dio poco tiempo para conocernos, pero fue el suficiente para que me impulsases en esa travesía hacia Itaka. Cada día veo los frutos que tú sembraste, le pido a Dios que estés orgulloso de los actos y decisiones que vamos tomando. Gracias por acompañarnos.





Gracias, Lekun, porque a través del “agasaku” me enseñaste a estar más cerca de Aita y porque a través de tu entrega y servicio me enseñaste a que la vida sólo tiene sentido sirviendo a los demás.



Diez años después nos sigue emocionando verte en imágenes y nos sigues trayendo a la memoria momentos felices que nos han marcado. Eres para nosotros modelo de entrega y de sencillez. Pero tu recuerdo es también una gran responsabilidad de continuar aquello a lo que dedicaste tu vida. El scout por excelencia, el auténtico scout.

Gracias por su sensibilidad ante el sufrimiento de los demás.





Tu espíritu anda por esta casa. Cada vez que vengo te oigo reír, contar tus conocidas anécdotas, cantar tus famosísimas canciones. Sigues estando aquí y en el corazón de muchísima gente. Gogoan zaitugu!

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después

Cuando emprendas el camino hacia ITAKA debes pedir que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de conocimientos. Debes pedir que el camino sea largo, que sean muchas las madrugadas en que entres en un puerto que tus ojos desconocían, y vayas a las ciudades a aprender de los que saben. Ten siempre en el corazón la idea de ITAKA. Has de llegar a ella, es tu destino. Pero no fuerces jamás la travesía. Es preferible que se prolongue muchos años. Y hayas envejecido al fondear en la isla, enriquecido por todo lo que habrás ganado por el camino, sin esperar que te ofrezca más riquezas. ITAKA te ha dado el hermoso viaje. Sin ella no habrías zarpado. Y si la encuentras pobre, no pienses que ITAKA te engañó. Como sabio en que te habrás convertido, sabrás muy bien qué significan las ITAKAS. Más lejos tenéis que ir, más lejos de los árboles caídos, que ahora os aprisionan. Y, cuando lo hayáis conseguido, tened muy en cuenta no deteneros. Más lejos, id siempre más lejos, más lejos del presente que ahora os encadena, y cuando os sintáis liberados, emprended otra vez nuevos pasos. Más lejos, siempre mucho más lejos. Más lejos del mañana que ya se está acercando. Y cuando creáis que ya habéis llegado, sabed encontrar nuevas sendas.

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Encontramos en Lekun el gran tesoro

Recogemos el texto del Papiro 121 dedicado íntegramente a Lekun en abril de 2003, un año después de su marcha

Prólogo “Se parece el Reinado de Dios a un tesoro escondido en el campo; si un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y de la alegría va a vender todo lo que tiene y compra aquel campo” (Mateo 13, 44). ¡Qué gran alegría encontrar un tesoro! ¡Qué no haríamos para conseguirlo!

Hubo un hombre que lo encontró. Descubrió el tesoro de su vida y tuvo una vida plena. Los que tuvimos la suerte de conocer a ese hombre también descubrimos un tesoro: él fue un tesoro para todos cuantos le rodeaban y él transmitía la forma de encontrar cada uno el propio tesoro.

Su vida fue una aventura y nos invitó a todos a vivir la nuestra como una apasionante aventura para encontrar cada uno el tesoro de su vida. Se trataba para Lekun de un tesoro inmenso, imposible de retener para uno mismo. Así desbordaba por todos los lados y contagiaba en forma de ilusión. A los que nos tocó una buena parte nos corresponde ahora seguir comunicando la forma de conseguirlo. ¿Quieres encontrar el tesoro de tu vida? Adéntrate en este hombre, en Lekun, en Fernando Legarreta Lecumberri. Él hizo el gran descubrimiento. Él fue un descubrimiento para quienes le rodeaban. No todo el mundo tiene la suerte de conocer a una persona así. Puede ser hoy el descubrimiento de tu tesoro.

El origen del gran tesoro

Lo primero que podemos preguntarnos es de dónde surge ese estilo que descubrimos en Lekun, cómo se forja una personalidad así, dónde está el origen de ello.

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después en su vida por medio de su familia, por los escolapios que le fueron acompañando desde muy joven, por los propios chavales y alumnos a los que se dedicó con tanta intensidad, por el mismo Dios en esos momentos que se reservaba para la oración, por la comunidad de hermanos,... Y aquella semilla fue calando y no sólo llenó su corazón sino que se irradiaba a la gente que estaba a su alrededor.

Primeros años Nace el 13 de julio de 1941 en una religiosa familia navarra de Villanueva de Yerri. En ella recibe grandes dosis de amor que serán su equipaje a lo largo de toda la vida. Junto a tanto cariño, recibe el descubrimiento del Gran Amor de su vida que será el mismo Dios. Todavía niño ingresa en el seminario escolapio de Estella para continuar los estudios primarios. Luego irá estudiando en Albelda, Iratxe y Salamanca los años de filosofía, magisterio, teología. Cariñoso, siempre servicial, va dejando huella por todos los lugares donde pasa en forma de amistades, buenos recuerdos y trabajo bien hecho. Su hiperactividad la canaliza con gran acierto en la dedicación plena a los niños y jóvenes, especialmente en el escultismo y en la catequesis.

El sembrador La parábola evangélica del sembrador (Lc 13) se cumple doblemente en su vida: él acogió aquella semilla sembrada y dio, efectivamente, el ciento por uno. Y fue también un sembrador que esparció su testimonio... ¡y su cosecha es bien grande! Fue abundante la semilla que Dios fue poniendo

La vocación Y un buen día, o quizá sería mejor muchos días de su vida, Dios le llamó por su nombre: “Lekun, te quiero plenamente para Mí y para mi proyecto”. Y ya se sabe que una llamada así, y más cuando se hace a una persona de la generosidad y entrega como Lekun, nunca puede dejar de ser respondida. Y le dijo que sí, una y otra vez. Y puso la vida entera en sus manos y se la ofreció a Dios por medio de los chavales en

las Escuelas Pías. Y más que una llamada, más que una única vocación, sería mejor hablar de vivir toda la vida como vocación, como respuesta a la llamada que día a día Dios le seguía haciendo, a la vez que siempre le acompañaba de la mano. Resulta curioso que cuando Dios pide la vida entera parece que uno renuncia a ella y la pierde. Lekun nos muestra que, siendo cierto que entregó la vida, la vivió feliz y plenamente, con la máxima intensidad y que ganó tener siempre a Dios a su lado sosteniéndole en todo momento. ¡Hizo un buen “negocio”! Así lo vivía y así lo comunicaba a los demás. Él fue cauce de otras vocaciones cristianas y escolapias. Fue una vocación que le enriqueció a él y a todos nosotros. La fidelidad Decir que sí en un momento no es difícil. Man-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después tener ese sí a lo largo de toda la vida resulta bastante más complicado. Lekun lo hizo. No es raro que en sus años de juventud, dentro del escultismo, al escoger el nombre del tótem coincidiesen él y los que le rodeaban. Él escogió al perro como animal que siempre se mantiene cercano al dueño; y sus compañeros le añadieron el adjetivo de fiel, precisamente por el mismo motivo. “Perro fiel” nos resalta la importancia de la fidelidad a lo largo de toda la vida. Lekun siguió este lema con todos.... y, sobre todo, con el Señor que le ganó desde muy niño el corazón.

también cada vez que a lo largo de su vida se reunía con sus personas más cercanas: llamaba la atención el afecto en aquella relación. También se descubría amado por los amigos, por los compañeros, por todos los que le rodeaban. Normal, quien da mucho amor también lo recibe. Y Lekun es una fuente inagotable de detalles, de pequeñas y grandes atenciones, de preocupación por el otro. Amistades nunca le faltaron. A veces se hacía vulnerable por tanto amor, por tan espontánea entrega. Y, sin embargo, incluso en los momentos malos que nunca faltan, se descubría amado por el Amigo que siempre tuvo a su lado, por Jesús que siempre caminaba de su mano. Ahí estaba el manantial del amor que rebosaba en su vida.

El contenido del tesoro El origen está en la semilla que fue sembrando Dios en Lekun desde sus primeros años. Y en la generosa y fiel respuesta que fue dando a lo que el Señor le pedía en cada momento. Pero ahora nos podemos preguntar por el contenido, cuál es ese tesoro que le motivaba y por el que “vendió” todo lo que podría haber tenido. Cuáles son las razones más profundas de su ser y su actuar.

La responsabilidad conferida Pero no sólo era amor el contenido de su experiencia. También el sentirse responsable, el ser consciente de la responsabilidad que Dios había puesto en sus manos respecto de otras personas. Esta era su mayor preocupación... y su tesoro. Todo lo que pasaba a su alrededor, todas las personas, todos los problemas, eran responsabilidad personal suya. De todas se sentía responsable y a todo pretendía llegar. No es raro que siempre anduviese corriendo de un lado para otro intentando llegar a todo.

El descubrirse amado El primer contenido fue el descubrirse profunda e incondicionalmente amado. En primer lugar en su propia familia: Lekun recibió mucho cariño. Y no sólo de niño, sino

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después La comunidad de hermanos El tesoro de su vida era la comunidad, aquel grupo de hermanos que Dios puso a su alrededor. ¡Cuántos sufrimientos y cuántas alegrías le proporcionó la comunidad! Durante muchos años fue la comunidad religiosa. ¡Qué actividad para proponer momentos de encuentro! Durante muchos también fue aquella comunidad de religiosos y laicos por la que se desvivía y que le hacía vivir. En los últimos años de su vida solía decir “qué bien se está en casa”. Y aquello nos chocaba a todos los que conocíamos su desbordante acción. Y nos hacía descubrir que aquel era también su tesoro: las largas sobremesas, los momentos de oración, la Eucaristía compartida, los días de escapada comunitaria en verano o en algún día perdido durante el curso. ¡Qué bueno fue compartir la comunidad y la vida con una persona así!

La bienaventuranza cumplida Se cumple la bienaventuranza: “Todo aquel que por Mí ha dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierra, recibirá cien veces más y heredará vida eterna” (Mt 19, 29). Lekun dejó todo lo que humanamente parece lo más valioso. Y, sin embargo, consiguió todo eso y mucho más. Dejó casa y tuvo muchas casas, dejó hermanos y hermanas y obtuvo muchos

más hermanos de los que dejó, dejó hijos y fue padre de muchos, dejó tierras y toda la tierra fue suya, recibió más de cien veces lo que dejó... y ahora está heredando la vida eterna. Él era muy consciente de que esta bienaventuranza se cumplía ya en su vida. Cierto que a veces con dificultades, pero inexorablemente se iba haciendo realidad.

Las consecuencias ¿Cuáles son las consecuencias de ese tesoro que le fue confiado? ¿Cómo irradiaba esa experiencia a quienes le rodeaban? Una felicidad no pasajera Cualquiera que conozca a Lekun dirá de él que es un “hombre de Dios”. Y no sólo por su dedicación, su cariño,... sino, sobre todo, porque irradiaba algo especial. Y esa peculiaridad era su profunda felicidad no basa en cosas externas y puntuales, sino en un estrato mucho más profundo y sólido. Se trata de una felicidad no pasajera, bien asentada. Él la narraba, como hacía con mucha frecuencia, con una historia: aquel caballero de la Edad Media que idealizaba a su Rey y por el que se jugó la vida en cientos de batallas, hasta que un día aquel Rey murió; entonces su vida perdió sentido, hasta que se dijo a sí mismo: “Nunca más serviré a ningún Rey que pueda morirse”. Lekun sabía bien a qué Rey servir y esto le proporcionaba una felicidad por encima de cualquier dificultad o problema: era un “hombre de Dios”. Y esto siempre se nota y contagia. Un auténtico maestro Quien sigue a Jesús intenta imitar al máximo sus actitudes, sus palabra y sus obras. Intenta aprender del Maestro. Lekun descubrió en Jesús al Maestro. E intentó imitarle en su vida. Y fue un gran maestro. De esos que no son asalariados, sino buenos pas-

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después tores: los que dan la vida por sus ovejas, los que las conocen por su nombre, los que son reconocidos por su voz,... Y el sistema era dedicación, cariño, ilusión... y mucho, muchísimo tiempo entregado en convivencias, campamentos, clases, tutorías, entrevistas personales con chavales y familias, acompañamiento de exalumnos, etc. Fue un maestro porque era cercano, porque ponía la vida en cada acción, porque derrochaba amor y dedicación,...

de su proyecto, la obediencia porque reconoce que Dios sabe mucho mejor que uno mismo lo que conviene hacer en cada momento. Escolapio es quien descubre en Calasanz la mejor forma de seguir a Jesús: en la dedicación plena a los niños y jóvenes, siendo maestro como el Maestro, acercándose a los más necesitados, descubriendo al Aita del cielo en los niños. Lekun supo hacer realidad todo esto en su vida: fue un gran religioso escolapio.

Un sacerdote Si sacerdote es quien hace de puente entre Dios y las personas, no hay duda de que Lekun fue un gran sacerdote. ¿A cuántos chavales, a cuántas familias ha ido acercando a Dios? ¿A cuántos ha hecho vibrar en sus celebraciones, en sus convivencias, en las noches estrelladas, en los atardeceres del Arlás, en sus propuestas...? ¡Cuántas veces presentaba a Dios a todas las personas que le preocupaban! ¡En cuántas ocasiones pedía por cada una de ellas, por su nombre! Lekun hizo más presente a Dios a nuestro alrededor, en muchas personas. Y fueron muchas las personas que descubrieron a Dios por su mediación. Fue un gran sacerdote.

El fruto

Un religioso escolapio Religioso es quien intenta hacer suyas las actitudes básicas de Jesús: la pobreza porque uno pone la única seguridad en Dios, la castidad porque está únicamente enamorado de Jesús y

¿Y todo esto sirvió para algo? ¿Vivir de esta manera da fruto? ¿Merece la pena? ¿Cuáles han sido los frutos de una vida así? El escultismo e ITAKA El grupo scout Mikel Deuna, aun habiendo surgido en el año 1957, ha sido fruto de los 34 años de dedicación de Lekun desde el curso 6768. En el caso de ITAKA ha sido fundador y gran impulsor: ¡diecisiete años de plena dedicación! Han sido maravillosos años para cientos de chavales que han vivido más intensamente su vida gracias al escultismo. Pocos que hayan pasado por esta experiencia podrán olvidar las veladas de Lekun, sus celebraciones, las promesas, las marchas, los campamentos, los fuegos, las charlas y reuniones,... el testimonio de un auténtico scout. La necesaria adaptación de la pastoral con las indicaciones del concilio Vaticano II dio como fruto en Lekun un escultismo como método de educación integral que tanto ha calado en muchísimos niños y jóvenes. ITAKA ha ofrecido una desembocadura a los procesos con la puesta en marcha de las comunidades que serán Fraternidad de las Escuelas Pías. El caserío y Trueba Otro gran fruto de Lekun ha sido la intuición de la importancia de unos albergues que posibiliten

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después experiencias únicas en la educación integral y en la experiencia de Dios. Fue en este aspecto un pionero cuando en abril de 1971 convenció a todo el mundo para comprar el caserío de Arrázola. ¡Cómo lió a los escolapios para que aportaran el dinero de la compra! ¡Y cómo lió a todos los scouts y a todo el colegio (APA, familias, profesores, chavales) para aquellas ingentes recogidas de papel que posibilitaron los primeros arreglos! Tesón no le faltaba... y todos pudieron comprobar que había acertado. Lo que ha supuesto en el caserío en el colegio y en miles de chavales es evidente: salidas de clases, colonias, campamentos, convivencias, lugar de encuentro de profesores y de familias y de grupos y de escolapios,... ¡Qué gran servicio ha prestado y sigue prestando el caserío! ¿Cuántas veces habrá sonreído Dios en su capilla complacido por los chavales que allí le han abierto el corazón? Y no satisfecho sólo con el caserío se embarcó en la aventura de Trueba, liando como siempre a todo el mundo. Y aquellas cabañas las convirtió en otro espacio de convivencia al servicio de todos. ¡Cuántos desvelos, viajes, horas...! ¡Y qué gran fruto del que todos podemos disfrutar! Cada vez que nos encontramos en el caserío o Trueba, hasta las piedras nos hablan de Lekun.

Discípulos Pero posiblemente el mayor fruto no haya sido ni el escultismo ni los “caseríos”. Sino que ha sido un hombre que ha creado escuela. Ha creado escuela con la cantidad de personas que hoy continúan sirviéndose de su manera de actuar y hacer las cosas en el escultismo, en las convivencias, en su manera de tratar a la gente, en su estilo de vida,... Ha creado escuela con las personas a las que ha sabido llegar. Signo de ello es los escolapios

que han surgido de sus propuestas, las personas que han descubierto en Dios el tesoro de su vida, la cantidad de bodas a la que era constantemente llamado, la gente que tras años de distancia volvía donde Lekun,...

El nombre escrito en el cielo Y todavía mayor fruto es, sin duda, la comprobación de la afirmación de Jesús que se realiza en Lekun. Cuando volvieron aquellos discípulos entusiasmados por el éxito de la misión a la que habían sido enviados, Jesús les dijo: “No sea vuestra alegría que se os someten los espíritus; sea vuestra alegría que vuestros nombres están escritos en el cielo” (Lc 10, 20). El nombre de Lekun está escrito en el cielo. Si quieres verlo, mira al anochecer en las estrellas.

Pistas para encontrar el tesoro ¿Y qué podemos hacer para compartir este tesoro? ¿Hay alguna pista, alguna forma en la

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después que acercarse? Lekun nos dejó algunas que nos conviene recordar.

La muñeca de sal Una historia que Lekun contaba muchas veces es la siguiente: Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces. “¿Quién eres tú?”, le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar respondió: “Entra y compruébalo tú misma”. Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: “¡Ahora ya sé quién soy!”. Aquí encontramos la primera pista: comprobar sin miedo lo que significa Dios en mi vida. La impresión inicial puede ser la de disolverse, pero el descubrimiento es que uno gana perdiendo.

Dejar el mundo mejor de cómo lo hemos encontrado La última carta de Baden Powell, fundador del escultismo, era un recurso también muy em-

pleado por él en bien diversos momentos: He tenido una vida dichosa y deseo que todos vosotros tengáis también vidas muy dichosas. Tengo para mí que Dios nos ha puesto en este mundo encantador para que seamos felices y gocemos de la vida. Pero la felicidad no proviene de la riqueza, ni de tener éxito en la carrera simplemente, ni de darse gusto uno a sí mismo. Un paso hacia la felicidad es hacerse uno sano y fuerte cuando niño, para poder ser útil y así poder gozar de la vida cuando se es hombre.

El estudio de la naturaleza os enseñará cómo ha llenado Dios de cosas bellas y maravillosas este mundo para que las podáis gozar. Estad satisfechos con lo que os haya tocado y sacad de ello el mejor partido que podáis. Ved siempre el lado bueno de las cosas y no el malo. Pero la verdadera manera de obtener la felicidad es haciendo felices a los demás. Tratad de dejar este mundo en mejores condiciones de como lo encontrasteis. De esta manera, cuando os llegue la hora de morir, podréis hacerlo felices porque, por lo menos, no perdisteis el tiempo e invertisteis cuanto os fue posible por hacer el bien. Estad listos en esa forma para gozar de una vida feliz y morir felices; asíos a vuestra promesa scout siempre aun cuando hayáis dejado de ser muchachos. Aquí nos encontramos con otra buena pista. La entenderán especialmente quienes han vivido el escultismo. Y quienes la han oído de los labios de Lekun y la han visto en él realizada. Pero vale para todos: Dios quiere nuestra felicidad, ésta proviene de la exigencia desde pequeños, la naturaleza nos muestra a Dios, mirar siempre el lado bueno, la felicidad está en hacer felices a los demás, dejar el mundo en mejores condiciones de cómo lo hemos encontrado,... ¡Es todo un programa de vida!

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después

Si el grano de trigo no cae en tierra y muere... “Os aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto” (Juan 12, 24). Esta parábola la llegan a comprender sobre todo quienes han vivido en el campo. Quienes han sembrado y ven que los granos se deshacen... y dan mucho más grano. Lekun vivió de cerca esa experiencia y comprendía su significado: no hay otra forma de dar fruto más que dando la vida. Desvivirse para vivir. ¿Quién no ha escuchado con sus palabras aquellas poesía de R. Tagore: “Soñé que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y descubrí que el servicio era la alegría”. Ésta era bastante más que una bonita frase: era un programa de vida. Lekun sirvió, se desvivió... y así encontró la alegría y dio mucho fruto. ¿No es buena pista para todos?

Esperar contra toda esperanza Especialmente en los últimos días de su vida recordaba la frase de San Pablo: “Abrahán, apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchos pueblos, tal y como Dios había dicho” (Rom 4,18).

Cuando parece que la vida llega a su fin, cuando no se ven ya salidas, cuando la esperanza se pone a prueba, sólo queda mantenerse fiel a lo que siempre ha sido la convicción de la vida: que la vida entera está puesta en las manos del Aita del cielo y que Él sabrá dar respuesta a los anhelos más profundos. Esperar contra toda esperanza, seguir aferrado a la ilusión, a la confianza profunda no basada en lo externo. Otra pista imprescindible en la vida.

Agradecimientos Si toda vida es un regalo, la de Lekun lo es de una manera destacada. Es un regalo que Dios le hizo a Lekun y nos hizo a todos los que le conocimos. Es un regalo que nos hizo también Lekun con su dedicación, su esfuerzo, su atención. Estamos agradecidos a esta gran oportunidad que se nos ha brindado. Y queremos mostrar esa gratitud. La vimos en gran cantidad de signos que queremos ahora recordar. Tan sólo la muestra de la imposibilidad de acceder a la parroquia de San Francisco Javier el día de su funeral. Alumnos, exalumnos, familias, profesores, escolapios, conocidos... intentaban inútilmente acceder a un templo repleto. O cuando en la misa de salida, ya en la iglesia del colegio, fue preciso habilitar las salas contiguas para que se pudiera participar en la celebración.

Los alumnos Espontáneamente, cientos de alumnos pasaron

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después por la capilla ardiente que se organizó al día siguiente de su fallecimiento. Impresionaba ver los ojos llorosos de muchos niños, los besos, los mensajes que dejaban,... Cuando ha pasado un año resulta imposible traer a la memoria los momentos en que ha seguido apareciendo Lekun en las conversaciones, en los recuerdos,... No hay duda de que Lekun sigue muy presente en muchos corazones.

Las familias y cercanos Durante todo el día fue constante el desfile de personas que se acercaron a la capilla ardiente para rendirle el homenaje de una presencia. Cartas, telegramas, mails, llamadas telefónicas,... llegaban sin cesar de lugares distantes en el espacio pero no en la cercanía con se vivió este momento.

Algunos textos leídos Semblanza de Lekun leída en el funeral Esto más que un funeral tiene que ser una fiesta de acción de gracias, una Eucaristía. Hoy tenemos motivos sobrados para hacerlo por esta vida entregada plenamente. Sus familiares le conocían como Fernando, los de hace ya unos años como Padre Legarreta, todos como Lekun... y alguno también como “El Barbas”. ¿Quién no le conocía?

Nació hace sesenta años en Navarra, en Villanueva de Yerri, donde sentía sus raíces y a donde volvía año tras año a pasar unos días con los suyos. Provenía de una familia muy religiosa: varios hermanos se consagraron a Dios en la vida religiosa. Siendo todavía un niño descubre que Dios le llama y entra en el seminario: Estella, Iratxe, Albelda, Salamanca. Acabados sus estudios y tras un año en Pamplona, viene al colegio de Bilbao donde entregará toda su vida: 35 años. Una enfermedad larga y dura nos mostró lo que todos conocíamos: un Lekun fuerte, ilusionado, incapaz de cualquier queja, su obsesión por no ser una carga para nadie... su profunda fe. ¿Cómo resumir una vida tan llena? Persona muy activa, servicial, incansable. Es una vida entregada a los chavales, a sus familias, a todo aquel que se le acercaba. Una frase que hizo suya (“dejar este mundo mejor de como lo hemos encontrado”), que tantas veces nos dijo a todos, nos puede servir. Esa fue su vida.

Su obra, algunos podrán pensar, es el caserío Iturralde y la casa de Estacas de Trueba. Fueron muchos esfuerzos, años de dedicación, ilusión, empeño... Pero lo fundamental de Lekun es él mismo: el modelo hecho realidad de una vida plena e ilusionada, entregada a los demás: el escultismo, las colonias y campamentos, las convivencias, las clases, las misas, la dedicación a las familias, la cantidad de horas invertidas en hablar con la gente, el estar siempre atento a las necesidades de todos, la preocupación por todos... y, por supuesto, el caserío y Trueba. Era una persona que deja huella. Una madre de familia decía que Lekun era un santo. Seguro que muchos de los que estamos aquí también estamos convencidos de eso. Si santo es aquel que deja traslucir a Dios y hace patente el amor de Dios a todos, no hay duda: hemos tenido la suerte de conocer y vivir con un santo. Sus palabras y sus actos nos hablan de

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Dios, del poner siempre al otro por delante de uno, de una entrega sin límites, de un amor espontáneo,... ¿Nos hace falta más claridad para ver en Lekun la misma presencia de Dios? Lekun siempre estaba activo, era impaciente, todo había que hacerlo al momento... Quizá por ello también ha tenido prisa para encontrarse cara a cara con el Dios de su vida.

Pero tu vida, Lekun, no ha acabado. Ni siquiera continúa únicamente en el caserío del cielo que te ha reservado el Padre Dios y en el que seguro que estás preparando algún arreglo para que quepamos mejor todos. Sigues presente entre nosotros. Se seguirá notando tu presencia cada vez que estemos en Trueba o en el caserío: las mismas paredes y los árboles nos hablarán de ti. Sigues presente cada vez que cantemos determinadas canciones, que estemos en determinados lugares, cada vez que intentemos suplirte en las convivencias o en los campamentos, cada vez que salgas (como siempre lo has hecho) en muchas de nuestras conversaciones, cada vez que veamos una pañoleta. Y, sobre todo, sigues presente cada vez que nos miremos a nosotros mismos y veamos trozos de tu vida en la nuestra. Acompáñanos, como tantas veces lo has hecho, en esta Eucaristía. Hoy quiere ser, sobre todo, una acción de gracias al Padre Dios por ti. Por tu entrega, por tu amor, por tu vida entera. Gracias, Lekun. Y gracias, Aita Dios, por Lekun. En la misa de salida, a modo de homilía, tras la lectura del Buen Pastor Hoy me gustaría no deciros mi palabra, sino la de un pastor. Hoy, que recordamos y celebramos la vida de Lekun, vamos a escucharle a él mismo, a lo que era y a lo que nos decía. Quiero leeros lo que escribía, ya herido en su enfermedad, hace un año cuando celebrábamos también este día del Buen Pastor. Veréis no sólo lo

que significa esta Palabra de Dios que hemos escuchado, sino que también la veréis encarnada en una persona que ha hecho de todo esto una realidad. Necesitamos, pastores, que caminen delante, que nos empujen a ir más allá. ¿Quieres ser tú uno de ellos? Necesitamos pastores, que pasen las noches en vela, cuidando a sus rebaños. Que enciendan la hoguera, debajo de las estrellas y esperen el amanecer. Que cuiden de su rebaño, con amor de madre, pero con exigencia del padre que quiere lo mejor para sus hijos. ¿Te atreves a ser así seguidor de ese Buen Pastor con mayúsculas? Aquí no vale decir como Nicodemo, que yo ya soy demasiado viejo, ya tengo mi vida hecha. Siempre es posible renacer. No hay edades, para decir que sí a Cristo, siempre estamos punto. Necesitamos pastores, que vivan para su rebaño, que les preocupen sus ovejas, que vivan para ellas, que apacienten a su rebaño y que no se apacienten a sí mismas, como nos dice el profeta Oseas. ¿Contamos contigo? Y si nosotros moderamos el paso, que el pastor no se pare complaciendo nuestra vagancia, sino que tire adelante, que acelere su paso. Si protestamos, diciendo que no podemos más, que ya es demasiado, que el pastor nos exija más.

Si cedemos a nuestros sueños, a nuestros ideales de cumbre, que no me entone por favor una canción de cuna, que haga el favor de darnos una brusca sacudida. Si estamos indecisos, si dudamos, si no nos fiamos, Que veamos que él tira adelante, que no sucumbe, ante la duda o el desaliento. Necesitamos pastores, que alienten nuestra fe, que nos llamen al reino, al perdón, al partir el

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después pan, a animar nuestras comunidades y grupos. ¿Podemos contar contigo? Necesitamos pastores, que sean auténticos, que sean sinceros, que sean inconfundibles, que siempre estén dispuestos a dar todo el corazón. Pero, ¿podemos contar contigo?. Pero tengo otras ovejas, que no están en este redil... y es necesario traerlas... Dice Jesús. Pero, ¿cómo van a venir esas ovejas, si no les invitamos, si no les llamamos, si no nos acercamos a ellos, para ser nosotros la voz de Jesús, las manos de Dios? Necesitamos pastores, que sean no como a mí me gusta, sino como le gusta al ÚNICO PASTOR. Y que ponen todo el empeño en ello.

Tenemos que decir con Jesús, que la mies es mucha, y los obreros pocos. Que se quedan en la tierra, las espigas de trigo, porque no hay brazos que lo recojan. Señor envía obreros a tu mies. Que puedas contar con nosotros para anunciar tu reino, para hacer realidad tu venida, para seguir perdonando, para seguir cicatrizando el montón de heridas que una parte de la humanidad produce en la otra parte de la humanidad. He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Son bastantes los cristianos, que ni siquiera sospechan, que la fe es precisamente fuente de vida. De vida sana y abundante. Nos cuesta descubrir, que Dios es “alguien que hace vivir”. A pesar de todas las dudas, de todas las incertidumbres, el creyente, va descubriendo a Dios como alguien que sostiene la vida, incluso en los momentos más adversos, alguien que da fuerzas, para comenzar siempre de nuevo. Alguien que alimenta en nosotros una esperanza indestructible, precisamente cuando la vida parece apagarse para siempre. He venido para

que tengan vida y la tengan en abundancia. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. El asalariado, el que no es pastor dueño de las ovejas, ve venir el lobo y abandona el rebaño y huye. Estamos haciendo un mundo de asalariados, de funcionarios, donde fichamos y nos marchamos. Nadie mete más tiempo que el estrictamente obligatorio. Regalo, sólo regalo. Que no caigamos en la tentación del asalariado, del funcionario, que actuemos con amor. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Cuando se ama de verdad, las cosas se hacen con alegría. Cuando no se ama, hasta la vida es difícil de sobrellevar. Cuando se ama, no se pasa factura. Cuando se ama, se quieren las cosas, de verdad. Dicen que sólo perduran en las personas las cosas que hemos hecho desinteresadamente, gratuitamente. Y las grandes cosas de la vida, la vida misma, el amor y la amistad, lo hemos recibido gratuitamente. Debemos darla gratuitamente. Ojalá entendamos lo que es ser buen pastor. Alguien que ama, con algo más que con palabras. Alguien que se entrega. Alguien que gratuitamente, pasa las noches en vela, debajo de las estrellas, para que no pase nada a su rebaño. Necesitamos todos de buenos pastores ¿Cuántas noches habéis pasado en vela, junto a los hijos, junto a un enfermo, junto a alguien a quien queríais de verdad? ¿Cuánto sabéis de esto todos los que estáis aquí? ¡Qué largas son las noches de la vida esperando en el dolor que llegue la aurora, que llegue el amanecer! ¡Menos mal que tenemos a nuestro lado ese Buen Pastor que cuida de nosotros y nos conducirá siempre!

Aquí acababa. No me digáis que no fue algo que encarnó en su vida. Y que sigue siendo un revulsivo para todos nosotros.

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después braciones, sus marchas, sus campamentos... y su incondicional entrega y cercanía a todos los chavales y familias. Se convierte así en un pionero de la educación en el tiempo libre profundamente integrada en la acción pastoral. Será una aportación que deja huella en nuestra Provincia de Vasconia.

Consueta del P. Fernando Legarreta Lecumberri (1941-2002), recogida en la revista oficial de los Escolapios Sus familiares le conocen como Fernando, sus primeros alumnos como Padre Legarreta, todos como Lekun... y alguno también como “El Barbas”. Nace el 13 de julio de 1941 en Navarra, en Villanueva de Yerri, donde sentía sus raíces y a donde volvía año tras año a pasar unos días con los suyos. Es el menor de una familia de siete hermanos, varios de ellos consagrados en la vida religiosa y misioneros. Con doce años descubre que Dios le llama y entra en Estella. De ahí pasa a Orendain donde hace también su noviciado con el P. Salvador Silvestre de quien siempre conserva gratos recuerdos. Con dieciocho años hace su primera profesión e inicia las diversas etapas del juniorato en Irache, Albelda y Salamanca, incluido un año de experiencia en Pamplona en una clase de 3º de Primaria. Sus maestros son el P. Francisco Cubels y el P. Samuel García. Es ordenado como sacerdote el 29 de agosto de 1970 en Pamplona.

Acabada su etapa de formación se incorpora un año a la comunidad y colegio de Pamplona. El 24 de octubre de 1967 llega a Bilbao donde pasa el resto de su vida, 35 años, plenamente dedicado a su ministerio educativo y sacerdotal. Especialmente en los años de Salamanca ha estado muy volcado en la preparación catequética dentro del ambiente de renovación conciliar del momento. Esto da sus frutos desde el inicio en sus métodos pedagógicos por el uso de medios audiovisuales, técnicas de grupo, sus convivencias... y su gran creatividad. En el curso 68 comienza su labor en el grupo scout Mikel Deuna que mantendrá hasta el final, primero como incansable apoyo logístico con su moto y posteriormente como consiliario todavía más infatigable con sus “cuatro latas”, sus cele-

Siguiendo esta misma intuición consigue el 12 de marzo de 1971 el caserío Iturralde de Arrázola. Ha sido un empeño largo en recorrer lugares para ver el más adecuado, en convencer a todos de su utilidad, en implicar a todos los scouts y familias y alumnos en una recogida de papel que posibilite los primeros arreglos,... Ése es su estilo: una intuición, un empeño, un implicar a todos, un intentar “rascar” dinero por todas partes para ser menos gravoso a la Provincia... hasta conseguir el objetivo. Y luego el mantenerlo fielmente a lo largo de los años con su total entrega. Desde entonces han sido bastantes miles las personas que han pasado por él en convivencias, campamentos, colonias, cursillos, encuentros, celebraciones, etc.

Y, de nuevo, se convierte en pionero de la educación y la pastoral. Desde entonces en Vasconia se han abierto siete albergues con esa misma finalidad. Él mismo abre otro en Estacas de Trueba el 8 de mayo de 1993. También abre escuela con sus convivencias. Hasta entonces se tenían ejercicios en casas de espiritualidad o en el mismo colegio. Él introduce un nuevo estilo con unas convivencias muy exigentes y profundas, totalmente centradas en el crecimiento personal y de la fe, con elementos de tiempo libre... y con un material elaborado por él mismo entresacando de aquí y de allá. Es, sin duda, el mayor iniciador del movimiento educativo y pastoral extraescolar que se mueve en torno al colegio de Bilbao. Es cofundador de la asociación ITAKA (octubre 85) que recoge y da forma a este colectivo y, posteriormente, de

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después la Comunidad de ITAKA – Fraternidad Escolapia (septiembre 91) como desembocadura del proceso para los mayores. Viendo la importancia de las familias dedica mucho esfuerzo a las escuelas de padres, catecumenado de adultos, reuniones y encuentros con familias en el caserío y Trueba,... Es muy valorado en su tarea tanto por su dedicación como por el cariño que le profesan los chavales.

Los primeros diez años de su estancia en Bilbao pertenece a la comunidad del colegio. En el 77 es destinado a la comunidad formativa de Ercilla. Vuelve a la del colegio por tres años en el 83. En el 86 es nombrado rector de la primera comunidad mixta, de religiosos y laicos, en Ajuriaguerra y luego en Ercilla. Desde entonces y hasta el 2001 será el rector de esta característica comunidad siempre abierta al laicado. El último curso, 2001-02, esta misma comunidad se traslada al Peñascal aunque ya no puede acudir por su enfermedad.

plenamente su vida y siendo un referente para todos. En enero de 2001 le detectan unos pólipos intestinales que acabarán en cáncer de colon. Una enfermedad larga y dura nos mostró lo que todos conocíamos: un Lekun fuerte, ilusionado, incapaz de cualquier queja, su obsesión por no ser una carga para nadie, su profunda fe. El 11 de abril de 2002 vuelve a la casa del Padre. Siempre estaba activo, era impaciente, todo había que hacerlo al momento... Quizá por ello también ha tenido prisa para encontrarse cara a cara con el Dios de su vida. La despedida fue impresionante. En la capilla de cuerpo presente desfilaron emocionados durante todo el día prácticamente todos los alumnos del colegio, numerosas familias, exalumnos, conocidos,... En el funeral, celebrado en la parroquia por mayor capacidad que la del colegio, la mitad se quedó sin entrar. En la eucaristía celebrada más tarde en el colegio hubo que habilitar con altavoces los espacios contiguos. Fueron cientos los telegramas, llamadas, mails, cartas,... ¿Cómo resumir una vida tan llena? Persona muy activa, servicial, incansable. Es una vida entregada a los chavales, a sus familias, a todo aquel que se le acercaba. Una frase que hizo suya (“dejar este mundo mejor de como lo hemos encontrado”), que tantas veces dijo a todos, puede servir. Esa fue su vida. Son muchos esfuerzos, años de dedicación, ilusión, empeño... Pero lo fundamental de Lekun es él mismo: el modelo hecho realidad de una vida plena e ilusionada, entregada a los demás: el escultismo, las colonias y campamentos, las convivencias, las clases, las misas, la dedicación a las familias, la cantidad de horas invertidas en hablar con la gente, el estar siempre atento a las necesidades de todos, la preocupación por todos... y, por supuesto, el caserío y Trueba. Es una persona que deja huella.

Y también esto es toda una novedad: su apuesta por el laicado implicando, como siempre,

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Una madre de familia decía que Lekun era un santo. Seguro que muchos también estamos convencidos de eso. Si santo es aquel que deja traslucir a Dios y hace patente el amor de Dios a todos, no hay duda: hemos tenido la suerte de conocer y vivir con un santo. Sus palabras y sus actos nos hablan de Dios, del poner siempre al otro por delante de uno, de una entrega sin límites, de una sensibilidad especial para captar lo que el otro necesita, de un amor espontáneo,...

La vida de Lekun no ha acabado. Y no sólo porque le sabemos en la casa del Padre. Sigue presente cada vez que nos miremos a nosotros mismos y veamos trozos de su vida en la nuestra. Gracias, Lekun. Y gracias, Aita Dios, por Lekun.

recibiendo: otros colegios, congregaciones religiosas, gentes de Espinosa, de Isaba, de Arrazola, de muchos lugares... han continuado llegando y seguirán llegando. Pero quizá lo más importante, lo que más llegará a complacer a ese Lekun que sigue a nuestro lado, será cuando se manifieste en nuestros deseos de ser mejores, de hacer las cosas con mayor generosidad, de acercarnos más a Dios, de vivir más plenamente la vida con el único tesoro que satisface en la vida: el tesoro del amor grande de Dios que se hace presente en muchas situaciones, en muchas personas... y en Lekun.

A modo de final Final con Lekun no hay. Quizá cuando nos volvamos a juntar con él en esa velada que seguro nos tiene organizada junto al Aita del cielo. Pero, como es preciso concluir ahora, lo hacemos recordando con aquella frase que le impresionaba y que muchas veces leyó para otros. Fue el poema que usamos en su funeral: “No me busquéis en mi lecho, que no estaré. No lloréis por mi ausencia, pues no me fui. En los valles y cimas aprendí a vivir, y con vuestros pasos, las cimas recorreré.” El fue tierra buena y la semilla de Dios cundió. Él sembró en ti y en mí. ¿Seremos tierra buena?

Y muchos más Estos apuntes precedentes no pueden recoger los signos de agradecimiento que se fueron

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después Alguna imagen para acabar… y continuar Seguiremos con Lekun…en Lekun-etxea y en todas partes

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Papiro nº 194: Seguimos con Lekun hoy, diez años después

S. José de Calasanz 7, 02002 - ALBACETE. Ajuriaguerra 15, 48009 - BILBAO. Plaza de la Compañía 6, 14002 - CÓRDOBA. Paseo de los Basilios 2, 18008 - GRANADA. Doce Ligero de Artillería 2, 26004 - LOGROÑO. Nuestra Señora de la Luz 40, 3º A. MADRID. Olite 1 bajo, 31002 PAMPLONA-IRUÑA. San José de Calasanz s/n 41089 Montequinto (SEVILLA). Frentes 2a, 42004 - SORIA. Severino Fernández 30, 31300 - TAFALLA. Barrio San Blas 27 B, 20400 - TOLOSA. Pintor Domingo 3, 1º, 46001- VALENCIA. Federico Baraibar 36, 01003 VITORIA-GASTEIZ. Avda. César Augusto 37. 50003 - ZARAGOZA.

Brasil. Bolivia. Camerún. Filipinas. India. Nicaragua. República Dominicana. Venezuela.

El 11 de abril de 2002 nos dejaba Lekun para marchar al albergue que nuestro Aita del cielo nos ha preparado a todos. Cuando se acercan los diez años de esta partida, recordamos (volvemos a pasar por el corazón) la huella que nos dejó y le seguimos descubriendo a nuestro lado y animándonos en nuestras vidas.

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