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I ´ DIOS Y CESAR
10 de octubre de 1947. Calle Saint-Paul.
R EANUDAREMOS nuestro comentario poco m´as o menos donde lo hab´1amos dejado. Mateo XXII, 16: Y [los fariseos] le env´1an sus disc´1pulos juntamente con los Herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz, y que ensenas ˜ el camino de Dios en verdad y que no te cuidas de cosa alguna; porque no miras a la persona de los hombres. Dinos, pues, lo que te parece: ¿Es l´1cito dar tributo al C´esar o no? Mas Jesus, ´ conociendo la malicia de ellos, dijo: ¿Por qu´e me tent´ais, hip´ocritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Y Jesus ´ les dijo: ¿De qui´en es esta "gura e inscripci´on? Dijeron: Del C´esar. Entonces les dijo: Pues pagad a C´esar lo que es del C´esar; y a Dios lo que es de Dios. Y cuando esto oyeron, se maravillaron y dej´andole, se retiraron. Y nosotros, ¿debemos asombrarnos por lo que hemos o´1do? ´ es tan clara que no necesita explicacion ´ alguna? ¿La leccion ˜ a dividir en dos partes nues¿Es posible que Cristo nos ensene 389
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tra vida: una para C´esar otra para Dios? El tributo del oro, de la obediencia, quiz´a de la sangre, al C´esar. Y el resto, si un res´ tiende la inerte, tibia, into queda, a Dios. A tal interpretacion forme masa de la cristiandad actual, la de los “bien pensantes” que constituyen uno de los mayores obst´aculos pan el advenimiento del Reino de los Cielos. Porque sostienen con toda su "rmeza los gobiernos de la tierra, porque su hambre de justi´ cia es tan ´1n"ma que est´an dispuestos a cualquier transaccion con cualquier representante del Pr´1ncipe de este Mundo.
tre los hombres, y esto por Dios, ya sea el rey, como soberano que es; ya a los gobernadores, como enviados de e´ l para tomar venganza de los malhechores, y para alabanza de los buenos; porque as´1 es la voluntad de Dios, que haciendo bien, hag´ais enmudecer la ignorancia de los hombres imprudentes e insensatos; siendo libres, sin hacer de la libertad un velo para cubrir la malicia, sino actuando como servidores de Dios. Honrad a todos; amad a los hermanos; temed a Dios; honrad al rey”.
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´ existen dos textos, Para inclinarnos por esta interpretacion realmente antiguos y venerables: el primero es la Ep´1stola a los Romanos, cap´1tulo XIII: “Que toda persona sea sumisa a las autoridades superiores; porque no hay autoridad que no venga de Dios; y las que existen han sido institu´1das por Dios. Por lo cual el que resiste a la autoridad, resiste al orden establecido por Dios; y los que le resisten, ellos mismos atraen a s´1 una condena. Porque los magistrados no son para temer por los que obran lo bueno, sino lo malo. ¿Quieres tu´ no temer a la autoridad? Haz lo bueno, y tendr´as alabanza de ella; porque el magistrado es servidor de Dios para tu bien. Mas si hicieres lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada. Pues siendo servidor de Dios hace de vengador y castiga a aquel que hace lo malo. Por lo cual es necesario que le est´eis sometidos, no solamente por temor del castigo, mas tambi´en por la conciencia. —Es tambi´en por esta causa que pag´ais los impuestos. . . Pagad a cada uno lo que le es debido: a quien impuesto, impuesto; a quien tributo, tributo; a quien temor, temor; a quien honor, honor”. El segundo texto pertenece a la Primera Ep´1stola de Pedro, cap´1tulo II: “Someteos, pues, a toda autoridad establecida en-
˜ en ninguna parte (y no m´as S´1, pero el Evangelio no ensena aqu´1 que en otra parte) que debamos escindir en dos partes nuestras vidas para consagrar una de ellas al mundo y los poderes mundanos. Pregunt´emonos qu´e dec´1a Cristo de las auto´ “como enviados de ridades y si las consideraba sin excepcion Dios”. El diablo le muestra los reinos de la tierra dici´endole: me han sido entregados y yo los cedo a quien quiera (Lucas IV, 6). Cierto que el diablo es mentiroso, es el Padre de la Mentira, ´ no le disputa la posesion ´ de los Reinos y se limita pero Jesus ˜ a rechazar la oferta. ¿Y qu´e dice de los reyes y los senores? Una sola frase, pero su"ciente: “Los Reyes de las gentes se en˜ senorean de ellas; y los que tienen el poder se hacen llamar bienhechores. Que no sea as´1 entre vosotros” (Lucas XXII, 25). ´ de llamar hipocritas ´ ¿Se abstuvo alguna vez Jesus y “sepulcros blanqueados” a los sacri"cadores y a los pr´1ncipes de los sacerdotes y a las autoridades del templo? ¿Se abstuvo de llamar “zorro” al rey Herodes? ¿Y por qu´e su respuesta al gran sacerdote le valio´ una bofetada del servidor del gran sacerdote? Y cuando se hallo´ en presencia de Poncio Pilatos muy desde arriba debio´ de mirarlo para obtener esta respuesta: “¿Sabes que puedo hacerte cruci"car?”. Si Cristo ensen˜ o´ que debemos someternos en todo a las autoridades como si fueran la voz de
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´ Dios, ¿como es posible que su vida toda sea de protesta contra las injusticias de las autoridades civiles y religiosas, y que su resistencia le valiera la condena y la muerte? Nunca inclino´ la cabeza ni doblo´ la rodilla frente a ninguna autoridad civil o religiosa. Discutio´ con todas las autoridades y a"rmo´ la suya como proveniente de Dios, cosa que no le impidio´ evitar la revuelta y rehusar la corona. “¿Con qu´e autoridad haces estas cosas?”, le preguntan quienes tienen la autoridad o"cial. ´ les responde con milagros, con milagros que son desY Jesus af´1os. ¿Qu´e es lo m´as sencillo? ¿Responder s´1 o no, o hacer que ande el paral´1tico? « Para que todos sepan que el Hijo del Hombre tiene toda autoridad: lev´antate, toma tu camilla y an´ da ». Esta es una respuesta. Y la respuesta llega hasta la cruz.
Y los enviados de los fariseos y los sectarios de Herodes debieron retirarse confundidos y hasta maravillados (mirati sunt) por lo que hab´1an o´1do. Y cada uno se marcho´ por su lado, ya que se despreciaban entre s´1. En efecto, los primeros representaban la resistencia nacional por deber religioso y los segundos ´ con la fuerza de ocupacion ´ era la pensaban que la colaboracion ´ unica manera de salvar lo que pod´1a salvarse de la desdichada ´ contra Jesus ´ pon´1anse de acuerdo, contra el que patria. Solo se presentaba como Mes´1as: los primeros porque no encontraban en e´ l la gloria militar que esperaban de su liberador, los segundos porque prefer´1an la victoria del compromiso y consideraban con recelo a todo quien se anunciara como Mes´1as.
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Recordemos que Cristo dijo: Ninguno puede servir a dos maestros: porque o aborrecer´a al uno, y amar´a al otro; o se entregar´a al uno, y al otro despreciar´a. No pod´eis servir a Dios y a las riquezas (Mateo VI, 24). Si la sentencia es v´alida con respecto a las ri´ quezas, ¿como no habr´1a de serlo con respecto a C´esar? Y esto corrige de"nitivamente el sentido de la respuesta acerca del deber santo de pagar tributo. ¿A qui´en pertenece la moneda, de qui´en es el sello? De C´esar. Devolv´edsela, pero reteng´amonos a nosotros mismos, porque somos de oro y llevamos otra e"gie, que es la imagen y semejanza de Dios. Por consiguiente, a Dios es a quien hemos de entregarnos por entero. A nosotras, que no tenemos una moneda en el cinto ni una piedra donde posar la cabeza, ¿por qu´e ven´1s a hacernos preguntas que no nos conciernen? Puesto que pose´eis el dinero, seguir´eis el jue´ las reglas de vuestro juego. Y puesto que ven´1s en go segun ´ nombre de los fuertes, deb´eis inclinar la cabeza ante la razon del m´as fuerte.
´ demuestra su soberana indiferenCon su respuesta, Jesus cia ante las discusiones pol´1ticas y la lucha nacional. Nunca tomo´ partido ni llego´ a pronunciarse en este sentido. Sin embargo, e´ se era un problema ardiente por aquella e´ poca, puesto que las revueltas estallaban en todos los rincones de la comarca y los zelotes se agitaban, a tal punto que algunos decenios ´ total de su patria dedespu´es se consagrar´1an a la destruccion ´ mirara con indimasiado amada. No signi"ca e´ sto que Jesus ferencia la suerte de su pueblo y que no lo amara. En m´as de ´ habla de Israel con ternura y orgullo, y llora sobre una ocasion la ruina de Jerusal´en, que siente inminente. Por qu´e se mantiene aparte de la refriega. si no porque en la refriega la justicia y las yerros se mezclan, y los mismos cr´1menes se cometen de una y otra parte. ¿Qu´e ventaja habr´a en seguir una causa justa si ello implica intrigar, mentir, ´ matar, torturar y hacerse complice de quienes creen que es deber suyo perpetrar semejantes abominaciones? Jesucristo, que acabar´a arrastrado a la presencia de Poncio Pilatos y denun-
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ciado como sedicioso, se mantiene tan apartado de los rebel´ des como de los opresores; y as´1 es el unico rey en su reino de entonces.
por vosotros, dej´andoos un ejemplo, para que sig´ais sus pi´ que llevo´ vuestros pecados en su cuerpo sobre el sadas. . . El madero, para que muertos a los pecados vivamos por la jus´ a la aceptacion ´ coticia”. Evidentemente no es una invitacion barde. Nada m´as noble que semejantes palabras, nada m´as ˜ justo y profundo que semejante ensenanza. Y estas palabras deben ponernos en guardia contra todo esp´1ritu revolucionario. No ha sido por azar que este esp´1ritu haya combatido y reemplazado en parte el gran soplo cristiano. Es el esp´1ritu menos cristiano que pueda darse: consiste en hacer de todas ´ ciega que llega las injusticias del mundo un tema de irritacion a perturbar nuestro esp´1ritu, a inspirarnos juicios temerarios y audaces con respecto a gentes y acontecimientos que est´an fuera de nuestro alcance; en resistirse incesantemente; en no aceptar ninguna disciplina porque creemos tener en nosotros, ´ por mediocres y pecadores que seamos, la ultima palabra de toda justicia y de toda verdad; en suponer que esta justicia y ´ o m´as bien esta verdad se expresan mediante nuestra opinion ´ que defendemos, porque ni es nuestra ni mediante la opinion ´ un fardillo de ilusiones y brutalidades de los dem´as, es solo ´ otro fardillo de ilusiones y brutacomunes y se opone a algun lidades comunes, y de esta pugna no resulta ninguna verdad, ´ Y sino nuevas injusticias que se llaman guerra o revolucion. los reg´1menes injustos son reemplazados por otros que nos los hacen echar de menos, porque los jefes que logran el poder con toda suerte de medios dudosos, cuando no criminales, no valen m´as que los derrocados.
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´ Pero, ¿como tomar entonces las palabras de san Pedro y san Pablo, y los prudentes consejos que dan a sus ovejas?: in´ clinaos ante los que mandan, no por temor sino por cuestion ˜ de conciencia. ¿Ser´a contraria su ensenanza a la de Cristo? Pe˜ ro ante todo: su ensenanza sobre este asunto ¿estar´a completa ´ ¿No exigir´a un complemento? S´1, en las ep´1stolas en cuestion? y precisamente un complemento que es la faz opuesta. Ya que por claras que sean las palabras, las obras tienen otro alcance. Cuando san Pedro y san Pablo y todo el ej´ercito de los santos m´artires marcharon a la muerte por haber negado homenaje a los ´1dolos —y entre otros al ´1dolo C´esar—, probaron de"nitivamente e irrecusablemente que no tomaban toda orden del ´ de Dios. Y la pr´1ncipe y de los magistrados por intimacion imagen que nos transmitieron de Cristo agonizante en la cruz entre dos ladrones demuestra bien a las claras que el magistrado servidor de Dios para bien nuestro, el que no lleva la espada en vano, no zahiere solamente a quienes hacen el mal, ´ sino tambi´en a quienes hacen un bien insolito y desmesurado. Y ahora, para volver a la ep´1stola de Pedro: “Siervos, sed ˜ sumisos a vuestros senores con todo temor, no tan solamente ´ a los de car´acter dif´1cil. a los buenos y moderados, sino aun Pues es una gracia el que, cuando se sufre injustamente, las a#icciones sean soportadas porque la conciencia va hacia Dios. Porque, ¿qu´e gloria hay en soportar malos tratos cuando son debidos a haber cometido faltas? Mas si haciendo bien, sufr´1s con paciencia, e´ sta es gracia delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados, puesto que Cristo padecio´ tambi´en
¿Habr´a que ceder al esc´andalo de la injusticia establecida o"cialmente? ¿Habr´a que resignarse a ver los pueblos oprimi˜ dos y enganados? (“Siempre tenemos bastante valor para so-
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´ portar las desgracias ajenas”, observaba ironicamente un moralista). ¿Debemos soportarlo todo sin comprender, o llega un momento en que no tenemos ya el derecho de soportar? Si un ´ me arrebata la capa debo entregarle tambi´en mi tunica. ´ ladron Pero, ¿quiere decir esto que si un libertino me arrebata a mi mujer, tendr´e que cederle tambi´en a mi hija?
diante la palabra, mediante vuestras obras escritas, y mucho ´ y el sacri"cio. Mirad m´as e"cazmente por medio de la accion como entro´ en liza la obra de Gandhi, nuestro Maestro, y como ´ logro´ con"rmar siempre las palabras citadas del apostol: “toda autoridad es de Dios”. “Siempre me he considerado —dice Gandhi— un servidor leal del imperio”. “Honrad a quienes merecen honra”. Y recordad con qu´e cortes´1a y a la vez con qu´e altivez recibio´ Gandhi las condenas de los jueces. “Me honr´ais demasiado —les dice— si me dais el mismo castigo ˜ recibio´ de vosotros que a mi Maestro venerable, que antano ˜ de prision”. ´ seis anos ¿De qu´e han dependido sus e´ xitos? De ´ de su propia que guio´ a sus enemigos hasta la comprension injusticia, de que les hizo sentir asco de s´1 mismos por su obra de verdugos, de verdugos de una v´1ctima que no se resiste y se ofrece por s´1 sola al sacri"cio, que no aguarda a que la prendan y ataquen sino que toma el barco, el tren, el camino para correr ante el suplicio, que exige a gritos que se le aplique la ley en todo su rigor, puesto que esta ley es mala, a "n de que quienes la han dictado y la aplican no puedan no ver hasta que punto es mala, monstruosa, idiota. Esto es lo opuesto del esp´1ritu revolucionario, e´ sta es la resistencia interior, la resistencia y tambi´en el ataque, el "lo del esp´1ritu. Porque el esp´1ritu es la espada, y no el sosiego. Porque el amor a la paz y el ardor en su establecimiento exigen tal vez tantas v´1ctimas como la con´ de la guerra. Porque nada de valor obtienen en este tinuacion mundo quienes no quieren pagar un precio.
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´ ¿Como luchar contra la injusticia? ¿Como resistirse a ella? Sepamos ante todo que es preciso combatirla, que es preciso denunciarla, que es preciso resistirse a ella, que no es preciso aguardar hasta que su tiran´1a gravite sobre nosotros para encontrarla mala. Y despu´es sepamos que es preciso combatirla con medios justos, ya que no podemos combatir la injusticia con la injusticia, ni la violencia con la violencia. Porque nadie podr´a decir que hace la guerra a la guerra haciendo la guerra, porque nadie podr´a juzgar a los criminales de guerra ´ cuando e´ l mismo es un criminal de guerra. ¿Como combatir ´ la violencia sin violencia? ¿Como combatir la injusticia sin injusticia? “No deb´eis nada a nadie, salvo amaros unos a otros; ´ pues quien ama al projimo ha cumplido la Ley”. Pero nada de ˜ hay en amar a quienes nos aman y nos hacen el bien. extrano Tambi´en las prostitutas aman a quienes les aman y les pagan, y las bestias salvajes aman a sus cr´1as. Pero amad a vuestros enemigos, no consider´eis que todo el mal est´a en vuestros enemigos, que vuestro enemigo encarna al diablo y el esp´1ritu del mal. Sabed que el mal es el enemigo de vuestro enemigo, como lo es de vosotros. El mal es la inconsciencia. Y sabed que quienes cometen el mal, los violentos, los tiranos, los codiciosos, los incendiarios, los que bombardean ciudades abiertas, son inconscientes. Procurad combatir su inconsciencia: tratad de llevarles a la conciencia por todos vuestros medios: me-